Torreón Letargo (Archivo VI)
+16
Giniroryu
Zarket
Lobo_Negro
Hiss
Rocavarancolia Rol
Kanyum
Seth
Naeryan
Lathspell
Evanna
Kial
Manasard
Yber
Jikan11
Red
Muffie
20 participantes
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Torreón Letargo (Archivo VI)
22/11/15, 09:34 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
08/01/16, 12:06 pm
Una de los pequeños preguntó por conocimiento de armas. A Hyung se le pasó el cuchillo oxidado por la cabeza; con él no podía no podría ni cortar carne. Recordaba como lo escondió con vergüenza <<Me he comportado como un niño chico, no se utilizarlo>>. Ni siquiera Rena que era la que más capaz se veía. Él sentimiento de desesperación, que desde que llegó era una constante, volvió, ¿Cómo iban a sobrevivir en aquel sitio sin saber usar armas? Se le volvía a revolver el estomago al pensarlo.
- Estaba todo muy rico, gracias.- afirmó una vez había terminado. Se levantó y acercó su plato y vaso a la cocina. Aunque hubiera hablado de decidir todos lo que iban a hacer, él tenía claro que iba a terminar de barrer, dándole lo mismo el plan de irse al cuarto. Además estaba mareado y prefería entretenerse en otra cosa y dejar de preocuparse. Se puso a barrer, pero incluso así no se le iba el mareo. Cada vez iba a más, no pensaba que le hubiera afectado tanto. Ya no podía aguantarse, corrió todo lo que pudo bajando las escaleras, a medio camino se tapó la boca <<¡No de nuevo!>>, no sirvió de nada todo lo que había comido salió con fuerza. Regó todas las escaleras. Pensó que ya estaba, pero no, atragantado y con el olor de ese primer vomito le volvieron las arcadas, esto no era normal. Salió al patio, a las letrinas, pero estaban ocupadas, no era el único mal; tenía que ser la comida. Incapaz de aguantar, vomitó cerca de una de las paredes.
Poco a poco casi todos fueron entrando en aquellas letrinas. El patio se llenó de malos olores. Hyung estaba temblando debido al mal estar, sacó su martillo y lo agarró con fuerza, como si le fuera a ayudar. Limpiaría el vomito de las escaleras pero tenía miedo de que ello le provocara otro. El resto del tiempo lo pasó retorciéndose y suspirando. Prefería no hablar.
Empezaba a sentir como le faltaba el aire. Sentía como se le hacían las paredes del patio más pequeñas y el olor más fuerte. Salió a la puerta principal con su martillo, pegado a la puerta, le daba miedo salir del torreón pero no podía seguir dentro. Siguió apretando el martillo, como si lo fuera a perder. Ya más calmado recordó que en breve tendría que ir a limpiar.
<<No quiero entrar de nuevo>>
- Estaba todo muy rico, gracias.- afirmó una vez había terminado. Se levantó y acercó su plato y vaso a la cocina. Aunque hubiera hablado de decidir todos lo que iban a hacer, él tenía claro que iba a terminar de barrer, dándole lo mismo el plan de irse al cuarto. Además estaba mareado y prefería entretenerse en otra cosa y dejar de preocuparse. Se puso a barrer, pero incluso así no se le iba el mareo. Cada vez iba a más, no pensaba que le hubiera afectado tanto. Ya no podía aguantarse, corrió todo lo que pudo bajando las escaleras, a medio camino se tapó la boca <<¡No de nuevo!>>, no sirvió de nada todo lo que había comido salió con fuerza. Regó todas las escaleras. Pensó que ya estaba, pero no, atragantado y con el olor de ese primer vomito le volvieron las arcadas, esto no era normal. Salió al patio, a las letrinas, pero estaban ocupadas, no era el único mal; tenía que ser la comida. Incapaz de aguantar, vomitó cerca de una de las paredes.
Poco a poco casi todos fueron entrando en aquellas letrinas. El patio se llenó de malos olores. Hyung estaba temblando debido al mal estar, sacó su martillo y lo agarró con fuerza, como si le fuera a ayudar. Limpiaría el vomito de las escaleras pero tenía miedo de que ello le provocara otro. El resto del tiempo lo pasó retorciéndose y suspirando. Prefería no hablar.
Empezaba a sentir como le faltaba el aire. Sentía como se le hacían las paredes del patio más pequeñas y el olor más fuerte. Salió a la puerta principal con su martillo, pegado a la puerta, le daba miedo salir del torreón pero no podía seguir dentro. Siguió apretando el martillo, como si lo fuera a perder. Ya más calmado recordó que en breve tendría que ir a limpiar.
<<No quiero entrar de nuevo>>
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
09/01/16, 09:59 pm
En cuanto oyó que el humano Ain ''entrenaba'', su curiosidad aumentó. Se le pasó por la cabeza varias veces preguntarle, pero la conversación fue dando bandazos, al igual que su atención y participación en esta, por lo que acabó por olvidarse. Se levantó justo después del primero que fuese a recoger los platos, y ayudó un poco para tener una excusa y quitarse de en medio rápido. Quería bajar al sótano, e inspeccionar más a fondo las armas que había, y allí se dirigió en cuanto acabó.
Apenas había empezado a separar las armas de madera de las metálicas en montones cuando sintió un fuerte retortijón de barriga. Su primer intento por ignorarlo se vio frustrado por un segundo pinchazo de dolor, y un tercero. Alguna alimaña se estaba haciendo una madriguera en sus tripas. Corrió al piso superior, hacia las letrinas, y allí presenció el caos. Hyung había potado por todas las escaleras, Nime gimoteaba en un sofá y en mayor o menor medida todos parecían sufrir del estómago.
-¿Pero qué cojones llevaba esa comida?- preguntó a nadie en particular.
La tarde se limitó a idas y venidas de unos y otros a las letrinas, a consolar a Neil y a poner en común qué carajo habían comido para estar todos tan mal. O casi todos. Milo y la Pelusa estaban como dos frescas y estúpidamente sanas lechugas.
A pesar de su cabezonería, Rena terminó por abandonar sus intentos por ordenar la armería, y se resignó a quedarse sentada en un sillón quejándose de lo malita que estaba, o jugueteando con una daga. En mala hora, al final de la tarde, se le ocurrió hacerse una infusión caliente de una de las botellas que había en las cestas... y endulzarla con miel. Como consecuencia, estuvo toda la noche visitando las letrinas con mucha más frecuencia que la vez anterior. Durmió (o lo intentó) en el sofá, cubierta por una manta fina que se había bajado del dormitorio, maldiciendo a la ciudad, a Yttria y a la madre que la parió.
Apenas había empezado a separar las armas de madera de las metálicas en montones cuando sintió un fuerte retortijón de barriga. Su primer intento por ignorarlo se vio frustrado por un segundo pinchazo de dolor, y un tercero. Alguna alimaña se estaba haciendo una madriguera en sus tripas. Corrió al piso superior, hacia las letrinas, y allí presenció el caos. Hyung había potado por todas las escaleras, Nime gimoteaba en un sofá y en mayor o menor medida todos parecían sufrir del estómago.
-¿Pero qué cojones llevaba esa comida?- preguntó a nadie en particular.
La tarde se limitó a idas y venidas de unos y otros a las letrinas, a consolar a Neil y a poner en común qué carajo habían comido para estar todos tan mal. O casi todos. Milo y la Pelusa estaban como dos frescas y estúpidamente sanas lechugas.
A pesar de su cabezonería, Rena terminó por abandonar sus intentos por ordenar la armería, y se resignó a quedarse sentada en un sillón quejándose de lo malita que estaba, o jugueteando con una daga. En mala hora, al final de la tarde, se le ocurrió hacerse una infusión caliente de una de las botellas que había en las cestas... y endulzarla con miel. Como consecuencia, estuvo toda la noche visitando las letrinas con mucha más frecuencia que la vez anterior. Durmió (o lo intentó) en el sofá, cubierta por una manta fina que se había bajado del dormitorio, maldiciendo a la ciudad, a Yttria y a la madre que la parió.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
10/01/16, 02:48 am
La noche que cayó sobre el torreón fue una de las peores en la vida de Zob. Muchas de las cosas en las que quería pensar se vieron obstruidas por el dolor y el malestar. No fue el primero pero tampoco el último. Muchos de sus compañeros junto con el empezaron a desfilar lastimeramente hacia las letrinas y aunque trataban de sobrellevar la situación, no parecía que fuera casual.
Se sentía doblemente mal. ¿Acaso se habría equivocado el en la cocina? No podía evitar pensar en eso y era impensable para el dudar de la capacidad de Neil. Quizá fuese una trampa quizá una broma, quizá…*dolor*….*DOLOR*… quizá solo debiera recostarse.
Cuando entraba al salón vio que algunos de sus compañeros se habían quedado en él, aun con mala cara. Haciendo de tripas corazón, volvió a subir las escaleras hacia las habitaciones esquivando el desastre de Hyung y bajo unas cuantas mantas. Fue dejando algunas en los sitios vacíos. A Nime y Rena les hecho una manta encima a cada una antes de salir al jardín y envolverse bien en una. A pesar del calor del interior y la seguridad que tanto había añorado hace unas horas, se sentía fatal y el aire fresco siempre lo calmaba. Fue allí cuando vio Hyung a lo lejos pero ya no le quedaban mantas, ni fuerzas para subir por más.
- Lo siento compañero- suspiro en voz baja - hoy no es buena noche para ninguno.
Y se quedó esperando poder dormir en medio del dolor, mientras miraba las estrellas y le daba vueltas en su cabeza, una vez mas, a todo el proceso de cocina de aquella noche.
Se sentía doblemente mal. ¿Acaso se habría equivocado el en la cocina? No podía evitar pensar en eso y era impensable para el dudar de la capacidad de Neil. Quizá fuese una trampa quizá una broma, quizá…*dolor*….*DOLOR*… quizá solo debiera recostarse.
Cuando entraba al salón vio que algunos de sus compañeros se habían quedado en él, aun con mala cara. Haciendo de tripas corazón, volvió a subir las escaleras hacia las habitaciones esquivando el desastre de Hyung y bajo unas cuantas mantas. Fue dejando algunas en los sitios vacíos. A Nime y Rena les hecho una manta encima a cada una antes de salir al jardín y envolverse bien en una. A pesar del calor del interior y la seguridad que tanto había añorado hace unas horas, se sentía fatal y el aire fresco siempre lo calmaba. Fue allí cuando vio Hyung a lo lejos pero ya no le quedaban mantas, ni fuerzas para subir por más.
- Lo siento compañero- suspiro en voz baja - hoy no es buena noche para ninguno.
Y se quedó esperando poder dormir en medio del dolor, mientras miraba las estrellas y le daba vueltas en su cabeza, una vez mas, a todo el proceso de cocina de aquella noche.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
10/01/16, 09:44 pm
Milo escuchó la teoría de Adru con una ligera sonrisa, limpiando mientras tantos los platos que había ensuciado durante la comida. Le hacía gracia que aún algunos se estuvieran percatando en ese momento de que eran un variado grupo de alienígenas en un planeta extraño, pero se cuidó de comentar nada y asintió a las palabras de Rena.
—Sería ilegal, ciertamente. —comentó a lo del taser con su mejor sonrisa de buen chico, cuidándose de no reflejar en su rostro que a él le habían ofrecido modificaciones similares en más de una ocasión. La potencia del ordenador de su prótesis, de hecho, sobrepasaba los estándares normales, y definir el uso que hacía del mismo como “ilegal” era quedarse corto.
Estaba claro que la mayor parte de sus compañeros no se sentía con ganas de seguir limpiando y preferían sentarse a descansar, algo que Milo no les reprochaba. Al irrense, sin embargo, no le gustaba dejar las cosas a medias, por lo que aprovechó una pausa en la conversación general para regresar a la planta de los dormitorios y acabar de barrer el pasillo. Centrado como estaba en su trabajo tardó un rato en percatarse del malestar que sacudió a casi todos sus compañeros, y fueron las arcadas de Hyung, que barría una planta más abajo, las que le alertaron.
—¿Qué te ocu… ? ¡Joder! —empezó a preguntar asomándose a las escaleras, cortándose a la mitad y soltando un taco cuando el coreano empezó a vomitar. El chico no debió oírle, pues salió corriendo hacia el patio sin mirar atrás, y el norteño, arrugando el hocico por el olor, regresó a sus quehaceres para terminarlos cuanto antes. Acabó en poco tiempo y aprovechó para terminar la planta del baño al ver que Hyung no estaba en condiciones, pero esquivó el charco de vómito, dejándole la tarea de limpiarlo al responsable.
Una vez libre, el hacker trató de ayudar a sus compañeros, pero no tardó mucho en deducir que no podía hacer nada por ellos. Parecía algún tipo de indigestión, pero Pam y él mismo no estaban afectados. Lo mejor era que descansaran y que trataran de averiguar qué ingrediente era el responsable al día siguiente, y con esto en mente subió a la azotea para que le diera el aire un rato. La música le distrajo mientras el pálido sol de aquel planeta se hundía en el horizonte, sumiendo la ciudad en una oscuridad extraña. Tardó un rato en comprender que fallaba en aquella escena, pues había visto el cielo nocturno en muy contadas ocasiones, pero al darse de cuenta de no había ni una sola estrella en el firmamento el muchacho esbozó una mueca de extrañeza. ¿Cómo era aquello posible? El hacker no tenía respuesta para aquella pregunta, pero aquella oscuridad tan inmensa empezó a marearle y decidió regresar al interior del torreón.
Se encontró a Rox en la sala de entrenamiento. La coreana, visiblemente molesta por la indigestión se distraía sacudiendo un muñeco de prácticas, por lo que en un principio el irrense decidió dejarla tranquila. Antes de poner un pie en la escalera, sin embargo, cambió de opinión e inició una conversación con ella informándola de su curioso descubrimiento astronómico, preguntándole si en la Tierra aquello era algo normal. No estaba seguro, pero quizá fuera capaz de animarla un poco antes de irse a dormir.
—Sería ilegal, ciertamente. —comentó a lo del taser con su mejor sonrisa de buen chico, cuidándose de no reflejar en su rostro que a él le habían ofrecido modificaciones similares en más de una ocasión. La potencia del ordenador de su prótesis, de hecho, sobrepasaba los estándares normales, y definir el uso que hacía del mismo como “ilegal” era quedarse corto.
Estaba claro que la mayor parte de sus compañeros no se sentía con ganas de seguir limpiando y preferían sentarse a descansar, algo que Milo no les reprochaba. Al irrense, sin embargo, no le gustaba dejar las cosas a medias, por lo que aprovechó una pausa en la conversación general para regresar a la planta de los dormitorios y acabar de barrer el pasillo. Centrado como estaba en su trabajo tardó un rato en percatarse del malestar que sacudió a casi todos sus compañeros, y fueron las arcadas de Hyung, que barría una planta más abajo, las que le alertaron.
—¿Qué te ocu… ? ¡Joder! —empezó a preguntar asomándose a las escaleras, cortándose a la mitad y soltando un taco cuando el coreano empezó a vomitar. El chico no debió oírle, pues salió corriendo hacia el patio sin mirar atrás, y el norteño, arrugando el hocico por el olor, regresó a sus quehaceres para terminarlos cuanto antes. Acabó en poco tiempo y aprovechó para terminar la planta del baño al ver que Hyung no estaba en condiciones, pero esquivó el charco de vómito, dejándole la tarea de limpiarlo al responsable.
Una vez libre, el hacker trató de ayudar a sus compañeros, pero no tardó mucho en deducir que no podía hacer nada por ellos. Parecía algún tipo de indigestión, pero Pam y él mismo no estaban afectados. Lo mejor era que descansaran y que trataran de averiguar qué ingrediente era el responsable al día siguiente, y con esto en mente subió a la azotea para que le diera el aire un rato. La música le distrajo mientras el pálido sol de aquel planeta se hundía en el horizonte, sumiendo la ciudad en una oscuridad extraña. Tardó un rato en comprender que fallaba en aquella escena, pues había visto el cielo nocturno en muy contadas ocasiones, pero al darse de cuenta de no había ni una sola estrella en el firmamento el muchacho esbozó una mueca de extrañeza. ¿Cómo era aquello posible? El hacker no tenía respuesta para aquella pregunta, pero aquella oscuridad tan inmensa empezó a marearle y decidió regresar al interior del torreón.
Se encontró a Rox en la sala de entrenamiento. La coreana, visiblemente molesta por la indigestión se distraía sacudiendo un muñeco de prácticas, por lo que en un principio el irrense decidió dejarla tranquila. Antes de poner un pie en la escalera, sin embargo, cambió de opinión e inició una conversación con ella informándola de su curioso descubrimiento astronómico, preguntándole si en la Tierra aquello era algo normal. No estaba seguro, pero quizá fuera capaz de animarla un poco antes de irse a dormir.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
11/01/16, 05:31 pm
Escuchó al resto desde la cocina, limpiando su plato y el de Eitne en silencio, atenta a las conversaciones. De vez en cuando se giraba para dedicarles una mirada curiosa, soltando "uooooh"s lo suficientemente alto cada vez que Rena contaba algo interesante. La idea de amputar el brazo, sin embargo, le producía escalofríos, y se preguntaba cuanto tardaban en acostumbrarse a la prótesis o si conectar los nervios era doloroso.
La idea de Zobriel captó su atención, dejando lo de limpiar en algo menor. Aún así, no iba a abandonar la tarea cuando estaban tan cerca de terminarla.
—¡Eso estaría genial! Sino, la curiosidad me come antes de dos días. Terminamos de barrer lo que nos queda y vamos. — ante la falta de gente que supiera usar armas por la pregunta de... ¿Pelusilla? Rox se encogió de hombros y se ofreció. Estaba cansada, pero al ser la primera noche dudaba que fuese a descansar de igual forma—. No sé si el taekwondo sirve contra un animal, pero al menos puedo ser uno de los que vigile. Pego un grito si veo algo.
Iba a cumplir su palabra, y así fue en un principio. Siguió barriendo con Milo hasta que un dolor, inicialmente leve y cada vez más fuerte, le atacó en la boca del estómago. Trató de actuar con fuerza e ignorarlo, achacándolo a haber comido demasiadas cosas nuevas en un día y quitarle importancia, pero cuando el mareo le hizo difícil sujetar el palo de la escoba, tuvo que dejarle la tarea al irrense. Se disculpó y bajó al salón, resoplando y palpándose el estómago, encontrándose un panorama de gente en igual o peor estado que ella. Hubo overbooking en las letrinas, el dolor no parecía remitir, y el propio quejido de los demás le mellaba el ánimo. Cuando empezaba a sentirse mejor, Hyung dejó su marca personal en el torreón.
El olor a vómito hizo que cualquier mejora se fuese al traste, así como su humor. Si tenía que volver a verle vomitar, se sacaría los ojos y la pituitaria amarilla con la cimitarra. Apenas aguantó en el salón un rato más, así que pasó el resto del tiempo en la última planta, esperando a que el dolor amainase del todo en una esquina de la habitación. Cuando este desapareció por completo y llegó la noche, se entretuvo pateando sin fuerzas uno de los muñecos que había en el suelo, dejando en manos de otro vigilar el torreón. Tenía el estómago vació de nuevo, pero cero ganas de comer; así como sueño, pero era incapaz de pegar ojo. Podían ponerle pruebas físicas o de valor, que la coreana trataría de hacerlas lo mejor posible. Podían ponerla a solas contra tres rataspines, o incluso veinte y llevar todas las de perder, que al menos lo intentaría, pero... Si la ciudad luchaba contra ellos haciéndoles enfermar, Rox no podía hacer nada, lo cual le producía pavor.
Estaba tan inmersa en quejarse mentalmente y en los ruidos que producía el maniquí cada vez que lo pisaba, que no se percató en Milo hasta que este le habló.
Se esforzó en sonreír a pesar del cansancio, aunque fuese obvio que hasta eso le costaba. De todas formas, la noticia de que no hubiera estrellas la pilló por sorpresa. Explicó al irrense que en la Tierra había tanta contaminación que era normal que en algunas zonas las estrellas fueran casi en su totalidad, invisibles, pero que aún así al menos alguna se veía. Para relajarse terminó divagando a lo mucho que echaba de menos el cielo nocturno en Australia y la conversación se le hizo más amena, hablando con el irrense de algunas cosas que esperaba poder compartir con el grueso del grupo cuando estuvieran bien.
Cuanto este se fue a dormir, la medio australiana aprovechó su imposibilidad de dormir para subir a la azotea a pesar del frío que pudiera hacer por la noche. Se echó la parka encima y contempló el, tal y como había dicho el moreno, cielo sin estrellas de Rocavarancolia, sintiendo un vacío tremendo. Estuvo allí más tiempo del que esperaba, ya que cuando bajó gran parte de sus compañeros habían caído rendidos. Al igual que Rena, se echó en uno de los sillones y se acurrucó en este, usando la parka de Milo de manta habiendo perdido la esperanza de poder dormir. El sueño le llegó mucho más tarde, cuando los primeros rayos de sol teñían la oscuridad del salón. Le daban igual las voces de los más madrugadores, que a Rox no la despertarían ni con un terremoto.
La idea de Zobriel captó su atención, dejando lo de limpiar en algo menor. Aún así, no iba a abandonar la tarea cuando estaban tan cerca de terminarla.
—¡Eso estaría genial! Sino, la curiosidad me come antes de dos días. Terminamos de barrer lo que nos queda y vamos. — ante la falta de gente que supiera usar armas por la pregunta de... ¿Pelusilla? Rox se encogió de hombros y se ofreció. Estaba cansada, pero al ser la primera noche dudaba que fuese a descansar de igual forma—. No sé si el taekwondo sirve contra un animal, pero al menos puedo ser uno de los que vigile. Pego un grito si veo algo.
Iba a cumplir su palabra, y así fue en un principio. Siguió barriendo con Milo hasta que un dolor, inicialmente leve y cada vez más fuerte, le atacó en la boca del estómago. Trató de actuar con fuerza e ignorarlo, achacándolo a haber comido demasiadas cosas nuevas en un día y quitarle importancia, pero cuando el mareo le hizo difícil sujetar el palo de la escoba, tuvo que dejarle la tarea al irrense. Se disculpó y bajó al salón, resoplando y palpándose el estómago, encontrándose un panorama de gente en igual o peor estado que ella. Hubo overbooking en las letrinas, el dolor no parecía remitir, y el propio quejido de los demás le mellaba el ánimo. Cuando empezaba a sentirse mejor, Hyung dejó su marca personal en el torreón.
El olor a vómito hizo que cualquier mejora se fuese al traste, así como su humor. Si tenía que volver a verle vomitar, se sacaría los ojos y la pituitaria amarilla con la cimitarra. Apenas aguantó en el salón un rato más, así que pasó el resto del tiempo en la última planta, esperando a que el dolor amainase del todo en una esquina de la habitación. Cuando este desapareció por completo y llegó la noche, se entretuvo pateando sin fuerzas uno de los muñecos que había en el suelo, dejando en manos de otro vigilar el torreón. Tenía el estómago vació de nuevo, pero cero ganas de comer; así como sueño, pero era incapaz de pegar ojo. Podían ponerle pruebas físicas o de valor, que la coreana trataría de hacerlas lo mejor posible. Podían ponerla a solas contra tres rataspines, o incluso veinte y llevar todas las de perder, que al menos lo intentaría, pero... Si la ciudad luchaba contra ellos haciéndoles enfermar, Rox no podía hacer nada, lo cual le producía pavor.
Estaba tan inmersa en quejarse mentalmente y en los ruidos que producía el maniquí cada vez que lo pisaba, que no se percató en Milo hasta que este le habló.
Se esforzó en sonreír a pesar del cansancio, aunque fuese obvio que hasta eso le costaba. De todas formas, la noticia de que no hubiera estrellas la pilló por sorpresa. Explicó al irrense que en la Tierra había tanta contaminación que era normal que en algunas zonas las estrellas fueran casi en su totalidad, invisibles, pero que aún así al menos alguna se veía. Para relajarse terminó divagando a lo mucho que echaba de menos el cielo nocturno en Australia y la conversación se le hizo más amena, hablando con el irrense de algunas cosas que esperaba poder compartir con el grueso del grupo cuando estuvieran bien.
Cuanto este se fue a dormir, la medio australiana aprovechó su imposibilidad de dormir para subir a la azotea a pesar del frío que pudiera hacer por la noche. Se echó la parka encima y contempló el, tal y como había dicho el moreno, cielo sin estrellas de Rocavarancolia, sintiendo un vacío tremendo. Estuvo allí más tiempo del que esperaba, ya que cuando bajó gran parte de sus compañeros habían caído rendidos. Al igual que Rena, se echó en uno de los sillones y se acurrucó en este, usando la parka de Milo de manta habiendo perdido la esperanza de poder dormir. El sueño le llegó mucho más tarde, cuando los primeros rayos de sol teñían la oscuridad del salón. Le daban igual las voces de los más madrugadores, que a Rox no la despertarían ni con un terremoto.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
12/01/16, 06:05 pm
Eitne logró pasar el resto del día en segundo plano. Esta vez ayudó algo más, pero seguía cohibido ante tanto extraño, a pesar de que demostraran ser todos tan buena gente. Su situación personal fue empeorando conforme pasaba el tiempo por motivos diferentes a los de sus compañeros. La noche trajo consigo una oscuridad sin precedentes para el daeliciao y, con ella, una ceguera temporal. Eitne se contuvo para no llorar de nuevo en aquella situación. Todo a su alrededor se convertía poco a poco en una gran mancha negra de formas borrosas. El niño se sentó en un tresillo y se hizo un ovillo. Le daba miedo pedir ayuda y sus compañeros además estaban empezando a enfrentarse a unas nauseas comunes.
A pesar de que debía considerarse afortunado por poder comer sin que le sentara mal, aquella falta de visión lo tenía aterrado. En algún momento, a sus compañeros les dio por encender las antorchas y Eitne dio gracias al demiurgo por aquello. Con la luz del fuego, el daeliciano podía distinguir de nuevo lo que ocurría a su alrededor. La noche trajo consigo sueño para Eitne y vómitos para la mayoría de sus compañeros y de nuevo el daeliciano no fue capaz de vencer la timidez para ofrecerles ayuda. Trató de permanecer despierto por si le pedían algo hasta que el propio Neil le pidió que le acompañara para dormir.
De nuevo, Eitne dio gracias en silencio al demiurgo y siguió al sinhadre hacia una de las habitaciones. Era consciente de que el muchacho debería estar pasandolo mal, después de todo el esfuerzo que había hecho por cocinar, y solo en ese momento fue capaz de abrir la boca.
—L-L-la comida estaba rica, N-Neil —trató de animarle. Que le faltara dulzor no significaba que no pudiera apreciar el trabajo y el sabor—. No es c-c-culpa tuya lo que les está pasando a algunos. S-S-Si algo nos sienta mal de las cestas, lo descubriremos independientemente de quien cocine—añadió—. No te sientas mal.
Eitne trató de sonreír, pero era facil ver que la sonrisa no cuajaba del todo en su rostro. Bastante mal estaban ya todos por haber sido secuestrados y atacados por ratas monstruosas, como para además echarse encima las culpas de una comida venenosa. Antes de meterse a la cama, el muchacho no pasó por alto el color blanco viejo de las sábanas y se mordió las uñas antes de lograr meterse dentro. <<Solo es un color, Eitne>> se dijo. <<Ya te has enfrentado hoy a cosas peores que trapos blancos>>. Y solo eso fue lo que le ayudó a meterse bajo las mantas.
A pesar del cansancio acumulado, el daeliciano tardaría en caer rendido.
A pesar de que debía considerarse afortunado por poder comer sin que le sentara mal, aquella falta de visión lo tenía aterrado. En algún momento, a sus compañeros les dio por encender las antorchas y Eitne dio gracias al demiurgo por aquello. Con la luz del fuego, el daeliciano podía distinguir de nuevo lo que ocurría a su alrededor. La noche trajo consigo sueño para Eitne y vómitos para la mayoría de sus compañeros y de nuevo el daeliciano no fue capaz de vencer la timidez para ofrecerles ayuda. Trató de permanecer despierto por si le pedían algo hasta que el propio Neil le pidió que le acompañara para dormir.
De nuevo, Eitne dio gracias en silencio al demiurgo y siguió al sinhadre hacia una de las habitaciones. Era consciente de que el muchacho debería estar pasandolo mal, después de todo el esfuerzo que había hecho por cocinar, y solo en ese momento fue capaz de abrir la boca.
—L-L-la comida estaba rica, N-Neil —trató de animarle. Que le faltara dulzor no significaba que no pudiera apreciar el trabajo y el sabor—. No es c-c-culpa tuya lo que les está pasando a algunos. S-S-Si algo nos sienta mal de las cestas, lo descubriremos independientemente de quien cocine—añadió—. No te sientas mal.
Eitne trató de sonreír, pero era facil ver que la sonrisa no cuajaba del todo en su rostro. Bastante mal estaban ya todos por haber sido secuestrados y atacados por ratas monstruosas, como para además echarse encima las culpas de una comida venenosa. Antes de meterse a la cama, el muchacho no pasó por alto el color blanco viejo de las sábanas y se mordió las uñas antes de lograr meterse dentro. <<Solo es un color, Eitne>> se dijo. <<Ya te has enfrentado hoy a cosas peores que trapos blancos>>. Y solo eso fue lo que le ayudó a meterse bajo las mantas.
A pesar del cansancio acumulado, el daeliciano tardaría en caer rendido.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
13/01/16, 12:04 am
Ya estaba anocheciendo y por poco que quisiera entrar, debía. Enfundo el martillo, como si se tratara de un arma, en su bolsillo y entró. En su mente se debatía, buscando formas de escapar del limpiar el desastre de las escaleras. Esta ya no era su casa, y escusas como la mucha tarea o el miedo no apiadarían a una madre que ya no tenía. Subió con una pala que encontró y cubrió el vomito de tierra. Se quedó un tiempo absorto mirando al suelo, inmerso en sus pensamientos. El olor del vomito lo sacó recordándole el recoger la tierra ya húmeda, la cual echó fuera del torreón a la calle. A su ritmo: sacó agua del pozo, cogió un trapo y subió las escaleras para encontrarse con lo que quedaba del vomito. Una vez sumergió el trapo, Hyung suspiró como si le fuera a calmar o hacer olvidar donde estaba y se preparó para limpiar.
Le había llevado un tiempo y varias arcadas, pero por fin terminó de limpiar las escaleras de su accidente. El olor no se iría de cualquier manera. Lavó tanto el cubo como el trapo hasta que ya no hubo ni rastro de haber sido usados. Al devolver el cubo al pozo se paró a mirar el cielo, estaba vació. Rápidamente apartó la mirada asustado de lo que veía, no llegaba a entender por qué, pero le ponía nervioso. Se sentó en medio a seguir con su deprimente pensamiento interno, que, aún solo empeorando las cosas le atraía. Bañándose en su autocompasión, pensando en su horrible suerte y maldiciéndose a sí mismo.
Allí tampoco se iban los malos olores. <<Las letrinas deben estar hasta arriba>> pensó añadiendo una corta risa para sí mismo. El día había sido frío y la noche no se estaba quedando atrás, la humedad le calaba hasta los huesos haciéndole temblar. Debía entrar o enfermaría. Un brillo le distrajo antes de dejar el patio, lo que parecía un murciélago ardiendo revoloteaba por el cielo rellenando el vacio. Hyung cerró fuerte la puerta del patio. Subió las escaleras hasta el dormitorio. Paró delante de la puerta y respiró hondo, era mejor no preocuparse y centrarse en dormir.
El coreano se dirigió al colchón sin hablar con nadie en la habitación. Sacó el martillo del bolsillo y lo coloco a su derecha. Se tumbo en la cama y cerró los ojos. Quería dormirse cuanto antes, en esa ciudad, con su miedo a la oscuridad, se le haría una noche difícil. Cerró los ojos. El sonido de su respiración en el silencio se hacía cada vez más fuerte, imágenes de su muerte, de monstruos que solo podían existir en su mente ocupaban su mente. El miedo le dominaba, y el corazón se le aceleraba. Abrió los ojos, pero la oscuridad de la noche que mostraba solo siluetas, malinterpretables por su imaginación, solo lo empeoraban. Sacó el brazo de la manta y agarró su martillo, pero ni eso le servía. Estaba demasiado nervioso, necesitaba salir, se envolvió en la manta y comenzó a andar, cada vez más rápido como si algo le siguiera, para correr la última distancia y pegar un saltito hasta las escaleras, las que bajó corriendo todo lo que podía.
Llegó al salón hiperventilando, mezcla de haber corrido y el miedo que tenía. En el sofá estaba Rena medio dormida, fue la que peor se había puesto, sobre todo por la noche. Hyung aparto su mirada y se centro en la puerta que daba al patio, tenía miedo de abrirla, pero como no lo hiciera se asfixiaría. Lo hizo lentamente, y se sentó frente a ella disfrutando el aire frio, con su martillo en una mano y la puerta sujeta con la otra, por si tuviera que cerrarla; envuelto en la manta. Intentó hablar con Rena, por pensar en otra cosa, viéndose incapaz de dormir.
- No te di las gracias antes, sin ti, no abríamos comido, sé que ahora estamos malos, pero aún así fuiste muy valiente.- No podría haberle oído, Hyung habló muy bajo, no se sentía seguro de querer empezar esa conversación, ni de si la empezaría así, quizá se notaría mucho que estaba peloteándola para agradarla más. Unos ruidos de golpes provenientes de la armería lo sobresaltaron, pero se mantuvo ajeno intentando fingir no oírlos. Durante la noche, varias veces hizo el amago de cerrar la puerta, pero no era capaz, no quería. Los murciélagos que al principio le habían asustado ahora solo hacían el cielo menos vacio, y sus movimientos le resultaban hipnotizantes, le permitieron evadirse de sus pensamientos. Un poco después los pasos de Rox y de Milo le sacaron de su trance, pegándole un segundo susto aún más grande, ella era la de los ruidos en la armería. De alguna manera saberlo le tranquilizaba. Al alba por fin consiguió dormirse, tumbado en el suelo con uno de los pies en el patio.
Le había llevado un tiempo y varias arcadas, pero por fin terminó de limpiar las escaleras de su accidente. El olor no se iría de cualquier manera. Lavó tanto el cubo como el trapo hasta que ya no hubo ni rastro de haber sido usados. Al devolver el cubo al pozo se paró a mirar el cielo, estaba vació. Rápidamente apartó la mirada asustado de lo que veía, no llegaba a entender por qué, pero le ponía nervioso. Se sentó en medio a seguir con su deprimente pensamiento interno, que, aún solo empeorando las cosas le atraía. Bañándose en su autocompasión, pensando en su horrible suerte y maldiciéndose a sí mismo.
Allí tampoco se iban los malos olores. <<Las letrinas deben estar hasta arriba>> pensó añadiendo una corta risa para sí mismo. El día había sido frío y la noche no se estaba quedando atrás, la humedad le calaba hasta los huesos haciéndole temblar. Debía entrar o enfermaría. Un brillo le distrajo antes de dejar el patio, lo que parecía un murciélago ardiendo revoloteaba por el cielo rellenando el vacio. Hyung cerró fuerte la puerta del patio. Subió las escaleras hasta el dormitorio. Paró delante de la puerta y respiró hondo, era mejor no preocuparse y centrarse en dormir.
El coreano se dirigió al colchón sin hablar con nadie en la habitación. Sacó el martillo del bolsillo y lo coloco a su derecha. Se tumbo en la cama y cerró los ojos. Quería dormirse cuanto antes, en esa ciudad, con su miedo a la oscuridad, se le haría una noche difícil. Cerró los ojos. El sonido de su respiración en el silencio se hacía cada vez más fuerte, imágenes de su muerte, de monstruos que solo podían existir en su mente ocupaban su mente. El miedo le dominaba, y el corazón se le aceleraba. Abrió los ojos, pero la oscuridad de la noche que mostraba solo siluetas, malinterpretables por su imaginación, solo lo empeoraban. Sacó el brazo de la manta y agarró su martillo, pero ni eso le servía. Estaba demasiado nervioso, necesitaba salir, se envolvió en la manta y comenzó a andar, cada vez más rápido como si algo le siguiera, para correr la última distancia y pegar un saltito hasta las escaleras, las que bajó corriendo todo lo que podía.
Llegó al salón hiperventilando, mezcla de haber corrido y el miedo que tenía. En el sofá estaba Rena medio dormida, fue la que peor se había puesto, sobre todo por la noche. Hyung aparto su mirada y se centro en la puerta que daba al patio, tenía miedo de abrirla, pero como no lo hiciera se asfixiaría. Lo hizo lentamente, y se sentó frente a ella disfrutando el aire frio, con su martillo en una mano y la puerta sujeta con la otra, por si tuviera que cerrarla; envuelto en la manta. Intentó hablar con Rena, por pensar en otra cosa, viéndose incapaz de dormir.
- No te di las gracias antes, sin ti, no abríamos comido, sé que ahora estamos malos, pero aún así fuiste muy valiente.- No podría haberle oído, Hyung habló muy bajo, no se sentía seguro de querer empezar esa conversación, ni de si la empezaría así, quizá se notaría mucho que estaba peloteándola para agradarla más. Unos ruidos de golpes provenientes de la armería lo sobresaltaron, pero se mantuvo ajeno intentando fingir no oírlos. Durante la noche, varias veces hizo el amago de cerrar la puerta, pero no era capaz, no quería. Los murciélagos que al principio le habían asustado ahora solo hacían el cielo menos vacio, y sus movimientos le resultaban hipnotizantes, le permitieron evadirse de sus pensamientos. Un poco después los pasos de Rox y de Milo le sacaron de su trance, pegándole un segundo susto aún más grande, ella era la de los ruidos en la armería. De alguna manera saberlo le tranquilizaba. Al alba por fin consiguió dormirse, tumbado en el suelo con uno de los pies en el patio.
- Manasard
Ficha de cosechado
Nombre: Ain
Especie: Humano
Habilidades: Nociones de Lucha, Planificación, Rapidez Mental
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
13/01/16, 12:11 am
Terminamos de comer y cada uno se puso a hacer sus cosas, yo decidí ir a la planta alta a ver si conseguía encontrar algún arma que pudiese utilizar, encontré un par de espadas e intenté dar algunos espadazos al aire, pero cuando lo hacia la muñeca se me iba completamente. <Joder, pesan demasiado> las que había sujetado en los entrenamientos eran mucho más ligeras, hechas para exhibición. Frustrado busqué por la sala algo con lo que pudiese practicar, alguna maza, hachas y alguna daga. A todo le veía sus contras aunque me dije a mi mismo que tendría que practicar con distintas armas para poder sobrevivir, además, necesitaba definir mi rol, si ser dps o tanque. Support de momento estaba descartado, si existía la magia todavía la veía demasiado lejos.
Seguí testeando algunas armas, con el mismo resultado hasta que empecé a notar unos retortijones brutales en la tripa, decidí parar un rato y bajar por si necesitaba ir al baño estar cerca. Cuando acababa de bajar oí un rio de vomito cayendo por las escaleras y a Hyun bajando corriendo. El olor hizo que se me revolviese el estómago aún más. Así que decidí salir fuera donde la cosa no era nada esperanzadora, más de la mitad de la gente estaba igual que yo o peor. Intentando no oler lo que se me venía me senté pegado al muro lo más alejado posible de las letrinas para intentar tomar algo de aire fresco. Ahí me quede, sufriendo por dentro. Lo único que me animaba era ver correr a mis compañeros a las letrinas mientras yo aguantaba las fuertes arcadas.
Cuando empezaba a anochecer me metí dentro, ya con el estómago un poco más calmado, para buscar algo de abrigo, ya que estaba en camiseta y estaba empezando el frio. Cogí una manta y volví a mi sitio privilegiado en el patio. Ya era prácticamente de noche cuando empecé a ver unos pequeños resplandores que revoloteaban en el cielo. Me fijé un poco más y vi que eran murciélagos < ¡En llamas!> nunca hubiese creído que eso fuese posible, pero ese día imposible había dejado de tener significado. Me quedé ahí sentado, ensimismado con el vuelo de los murciélagos durante la comida había dicho de hacer guardia, pero no sabía si nadie más seguía despierto.
Entré en el torreón debido al frio y vi a Rena y a Rox en los sofás ya hyung junto a la puerta, sin hacer ruido hice como ellas y me senté en uno de los sillones mirando al techo.
Me desperté al día siguiente de un sobresalto por el ajetreo de la gente < ¿Cuándo me habré dormido? Vaya vigilante…> tras despejarme un poco decidí aprovechar bien el día. Seguía con el estómago un poco revuelto, pero no eran los dolores del día anterior. Bajé a las mazmorras y con la poca luz que había vi que alguien había estado intentando organizar las cosas, pero se había quedado a medio camino. Decidido a encontrar mi “clase” escogí varias armas y en dos tandas las saque al patio. Volví a probar la espada, una especie de mandoble que me costó siquiera levantarlo y un par más, al final con lo que más cómodo me encontré fue con una lanza y un escudo de forma circular hecho de madera, seguía siendo torpe a mas no poder, pero había encontrado algo con lo que practicar en serio.
Pasé todo el día probando más armas había de todo tipo, casi como en un verdadero arsenal militar incluso algunas de otro mundo. Cuando anochecía baje todas las armas dejando una espada corta, el escudo y la lanza más a mano y dejando el resto donde las encontré. Y subí a repetir la noche anterior. Aquella noche aguante un poco más despierto, pero el sueño me volvió a encontrar sin darme cuenta.
Seguí testeando algunas armas, con el mismo resultado hasta que empecé a notar unos retortijones brutales en la tripa, decidí parar un rato y bajar por si necesitaba ir al baño estar cerca. Cuando acababa de bajar oí un rio de vomito cayendo por las escaleras y a Hyun bajando corriendo. El olor hizo que se me revolviese el estómago aún más. Así que decidí salir fuera donde la cosa no era nada esperanzadora, más de la mitad de la gente estaba igual que yo o peor. Intentando no oler lo que se me venía me senté pegado al muro lo más alejado posible de las letrinas para intentar tomar algo de aire fresco. Ahí me quede, sufriendo por dentro. Lo único que me animaba era ver correr a mis compañeros a las letrinas mientras yo aguantaba las fuertes arcadas.
Cuando empezaba a anochecer me metí dentro, ya con el estómago un poco más calmado, para buscar algo de abrigo, ya que estaba en camiseta y estaba empezando el frio. Cogí una manta y volví a mi sitio privilegiado en el patio. Ya era prácticamente de noche cuando empecé a ver unos pequeños resplandores que revoloteaban en el cielo. Me fijé un poco más y vi que eran murciélagos < ¡En llamas!> nunca hubiese creído que eso fuese posible, pero ese día imposible había dejado de tener significado. Me quedé ahí sentado, ensimismado con el vuelo de los murciélagos durante la comida había dicho de hacer guardia, pero no sabía si nadie más seguía despierto.
Entré en el torreón debido al frio y vi a Rena y a Rox en los sofás ya hyung junto a la puerta, sin hacer ruido hice como ellas y me senté en uno de los sillones mirando al techo.
Me desperté al día siguiente de un sobresalto por el ajetreo de la gente < ¿Cuándo me habré dormido? Vaya vigilante…> tras despejarme un poco decidí aprovechar bien el día. Seguía con el estómago un poco revuelto, pero no eran los dolores del día anterior. Bajé a las mazmorras y con la poca luz que había vi que alguien había estado intentando organizar las cosas, pero se había quedado a medio camino. Decidido a encontrar mi “clase” escogí varias armas y en dos tandas las saque al patio. Volví a probar la espada, una especie de mandoble que me costó siquiera levantarlo y un par más, al final con lo que más cómodo me encontré fue con una lanza y un escudo de forma circular hecho de madera, seguía siendo torpe a mas no poder, pero había encontrado algo con lo que practicar en serio.
Pasé todo el día probando más armas había de todo tipo, casi como en un verdadero arsenal militar incluso algunas de otro mundo. Cuando anochecía baje todas las armas dejando una espada corta, el escudo y la lanza más a mano y dejando el resto donde las encontré. Y subí a repetir la noche anterior. Aquella noche aguante un poco más despierto, pero el sueño me volvió a encontrar sin darme cuenta.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
13/01/16, 04:56 pm
La respuesta de los demás le aclaro todo. Ahí todos eran mas o menos igual de inútiles en cuanto a defenderse se refería <<Mientras sepan que lado del arma corta, bastara>> pensó Pam resignada. Durante su vida en la granja aprendió a defenderse, y sobretodo a esquivar, así que era mejor que nada, ya tendrían tiempo para revisar las armas del sótano y ver como usarlas.
Tras terminar con los platos Pam salio al patio para ver como estaba lo que había puesto a secar mas temprano y viendo que aun debía esperar un rato mas, se dispuso a subir a los cuartos para revisar los baúles. Aun llevaba la sudadera de Milo y tendría que devolverla en algún momento así que aprovecharía, aparte de que le estaba demasiado largo, para hacerse algún vestido improvisado entre las prendas que rescatara. << Así de paso aprovecho las horas de sol >> pensó siendo incapaz de estarse mucho quieta y dado que no había ganas de volver a explorar, Pam se dirigió hacia el interior para subir a los cuartos, viendo salir a uno de sus compañeros corriendo hacia las letrinas.
La mona del queso no lo vio como algo especialmente extraño inicialmente, pero cuando vio que aquel patrón se iba repitiendo entre la mayoría de sus compañeros empezó a inquietarse. <<¿¡La comida estaba envenenada!? No puede ser...yo me siento perfectamente!>> la mona del queso, se olvido por un momento de sus planes de sobre el vestido al ver como la gran mayoría de sus compañeros caían en visitar de forma contante las letrinas.
No había nada que se pudiera hacer por ellos, el problema parecía ser una intoxicación con algún alimento y no tenia hierbas medicinales algunas <<Aunque siendo todos de diferentes lugares, capaz sea peor el remedio que otra cosa...que pésima tirada hicieron>> pensó la niña finalmente negando y subiendo para seguir con su plan original y rebuscar entre la ropa. No es como si pudiera curarles y ante todo estaba aliviada de no sufrir también aquello. <<Con suerte mejoraran cuando no tengan anda en el estomago, sino es así entonces ya me preocuparse>> pensó la la mona del queso que estaba acostumbrada a tener problemas de estomago por alimentos en mal estado o con toxinas.
<< Solo Milo, Eitne y yo parecemos estar perfectamente...>> pensó Pam confundida mientras rebuscaba entre las telas. Fuese lo que fuese que había sentado mal al resto era algo que ellos no habían comido, ya indagarían que era cuando todos dejaran de echar el estomago por ambos lados.
La mona del queso se quedo buena parte de la tarde en el enorme cuarto rebuscando entre las telas para hacerse un vestido y ya había escogido algunas de ellas, entre ellas una enorme camiseta azul marino que modificaría, cuando empezó a anochecer. Pam bajo por las sabanas al patio encontrándola ya secas en su mayoría y subió algunas para las camas y ayudar a repartirlas aquellos que habían caído desperdigados por el torreón, antes de irse ella misma a dormir.
La mona del queso se levantaría al día siguiente al despuntar el día por costumbre, preparándose un simple desayuno de frutas y ramitas, exactamente mismos alimentos del día anterior. Ese mismo día descubrirían que la miel había sido el causante del malestar de la mayoría tras poner en común que demonios había comido cada uno. El hecho de averiguar que era una comida del mundo de Eitne dejo claro que solo el parecía poder comerlo sin echar el estomago por la boca. Por suerte para todos, parecía serlo único venenoso para ellos.
Durante ese segundo día, se pasaría parte de la mañana liada con las telas para el vestido, así como se planteaba hacer algo con el cazado cuando salieran, y durante la tarde, cuando el resto decidió revisar la armería se apuntaría a mirar. No tardaría en darse cuenta que el numero de armas que ella podía usar era escaso por lo que ese propuso buscar algo para ella que fuese manejable y de un tamaño algo mayor que su inseparable cuchillo pelapapas. <<Me vendría bien algo que sirviera para lanzar a cierta distancia y otro cuchillo mas filoso>> pensó Pam al ver como el resto intentaba poner en orden el desbarajuste que había allí abajo donde parecía haber un poco de todo.
Estuvo buscando algo que pudiera serle útil mientras se ponían de acuerdo sobre lo que harían en las salidas, pues ya tocaba ir de nuevo por las cestas, eran muchos y la comida ya no abundaba. Pam no estaba por la albor de salir y de arriesgarse por nada pero si que quería averiguar mas de ese lugar de gigantes de piedra. Aun no había averiguado que la hacia especial del resto de monos del queso y estaba impaciente.
Esa noche se acostó ansiosa de que llegara el día siguiente, con el gusanillo de aventura llenando su mente.
Tras terminar con los platos Pam salio al patio para ver como estaba lo que había puesto a secar mas temprano y viendo que aun debía esperar un rato mas, se dispuso a subir a los cuartos para revisar los baúles. Aun llevaba la sudadera de Milo y tendría que devolverla en algún momento así que aprovecharía, aparte de que le estaba demasiado largo, para hacerse algún vestido improvisado entre las prendas que rescatara. << Así de paso aprovecho las horas de sol >> pensó siendo incapaz de estarse mucho quieta y dado que no había ganas de volver a explorar, Pam se dirigió hacia el interior para subir a los cuartos, viendo salir a uno de sus compañeros corriendo hacia las letrinas.
La mona del queso no lo vio como algo especialmente extraño inicialmente, pero cuando vio que aquel patrón se iba repitiendo entre la mayoría de sus compañeros empezó a inquietarse. <<¿¡La comida estaba envenenada!? No puede ser...yo me siento perfectamente!>> la mona del queso, se olvido por un momento de sus planes de sobre el vestido al ver como la gran mayoría de sus compañeros caían en visitar de forma contante las letrinas.
No había nada que se pudiera hacer por ellos, el problema parecía ser una intoxicación con algún alimento y no tenia hierbas medicinales algunas <<Aunque siendo todos de diferentes lugares, capaz sea peor el remedio que otra cosa...que pésima tirada hicieron>> pensó la niña finalmente negando y subiendo para seguir con su plan original y rebuscar entre la ropa. No es como si pudiera curarles y ante todo estaba aliviada de no sufrir también aquello. <<Con suerte mejoraran cuando no tengan anda en el estomago, sino es así entonces ya me preocuparse>> pensó la la mona del queso que estaba acostumbrada a tener problemas de estomago por alimentos en mal estado o con toxinas.
<< Solo Milo, Eitne y yo parecemos estar perfectamente...>> pensó Pam confundida mientras rebuscaba entre las telas. Fuese lo que fuese que había sentado mal al resto era algo que ellos no habían comido, ya indagarían que era cuando todos dejaran de echar el estomago por ambos lados.
La mona del queso se quedo buena parte de la tarde en el enorme cuarto rebuscando entre las telas para hacerse un vestido y ya había escogido algunas de ellas, entre ellas una enorme camiseta azul marino que modificaría, cuando empezó a anochecer. Pam bajo por las sabanas al patio encontrándola ya secas en su mayoría y subió algunas para las camas y ayudar a repartirlas aquellos que habían caído desperdigados por el torreón, antes de irse ella misma a dormir.
La mona del queso se levantaría al día siguiente al despuntar el día por costumbre, preparándose un simple desayuno de frutas y ramitas, exactamente mismos alimentos del día anterior. Ese mismo día descubrirían que la miel había sido el causante del malestar de la mayoría tras poner en común que demonios había comido cada uno. El hecho de averiguar que era una comida del mundo de Eitne dejo claro que solo el parecía poder comerlo sin echar el estomago por la boca. Por suerte para todos, parecía serlo único venenoso para ellos.
Durante ese segundo día, se pasaría parte de la mañana liada con las telas para el vestido, así como se planteaba hacer algo con el cazado cuando salieran, y durante la tarde, cuando el resto decidió revisar la armería se apuntaría a mirar. No tardaría en darse cuenta que el numero de armas que ella podía usar era escaso por lo que ese propuso buscar algo para ella que fuese manejable y de un tamaño algo mayor que su inseparable cuchillo pelapapas. <<Me vendría bien algo que sirviera para lanzar a cierta distancia y otro cuchillo mas filoso>> pensó Pam al ver como el resto intentaba poner en orden el desbarajuste que había allí abajo donde parecía haber un poco de todo.
Estuvo buscando algo que pudiera serle útil mientras se ponían de acuerdo sobre lo que harían en las salidas, pues ya tocaba ir de nuevo por las cestas, eran muchos y la comida ya no abundaba. Pam no estaba por la albor de salir y de arriesgarse por nada pero si que quería averiguar mas de ese lugar de gigantes de piedra. Aun no había averiguado que la hacia especial del resto de monos del queso y estaba impaciente.
Esa noche se acostó ansiosa de que llegara el día siguiente, con el gusanillo de aventura llenando su mente.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
14/01/16, 05:09 pm
La conversación sobre “descargas eléctricas” de la que poco entendía pero aun así sonaba a algo guay, y la buena acogida por parte de Rox de su teoría sobre que todos eran alienígenas, así como el descubrimiento sobre las orejas y la ilusión que le hizo ser llamada “lagartija”, animó aún más a Adrune, lejos de sentirse con ganas de irse a dormir. Además Pelusa le recordó la promesa que le había hecho el humano sobre llevarla a ver las armas y no tardó en aportar que ella nunca había usado un arma de verdad pero sabía defenderse con palos. Se sintió decepcionada durante el rato que el grupo continuó hablando sobre seguir limpiando, pero ni siquiera hubo tiempo para eso: al poco de haber terminado de comer casi todo el grupo empezó a sentirse mal del estómago, la propia edeel incluida. En un principio pensó en preguntarle a Hyung si no les habría contagiado lo que provocaba sus vómitos, pero todos parecían convencidos de que el problema había estado en la comida. La sinhadre estaba dispuesta a defender la cocina de Neil hasta las últimas consecuencias, o eso decía ella aunque no tuviera muy claro qué significaba aquello en ese caso, pero enseguida comprendió que probablemente habría algo en malas condiciones entre las provisiones ya que era la teoría que defendía la mayoría de la gente. Sí, eso podía admitirlo como cierto.
Adrune sobrellevó el mal trago sujetándose la barriga y moviéndose inquieta ya fuese de pie o sentada el tiempo que no tuvo que pasar en las letrinas. Por suerte el dolor fue remitiendo con el tiempo y finalmente, aunque ya era de noche otra vez, parecía que iba a poder conciliar el sueño. El cansancio debido al malestar ayudó a cansar a la hiperactiva edeel y cuando subió a los dormitorios para elegir una cama para Neil y ella, comprobó que eran demasiado pequeñas. Aun así su aurva insistía en que prefería que siguiesen durmiendo en la misma cama y Adrune tan solo se encogió de hombros: sabía lo miedoso que era Neil. El problema es que en aquella ocasión también tenían que compartir el poco espacio que había con Eitne, uno de los pocos que no se había sentido mal en ningún momento pero que tenía tanto miedo o más que su aurva. Probablemente ambos chicos sufrieron varios despertares bruscos durante la noche debido a que la edeel no paraba quieta ni siquiera durmiendo, tal y como el aurva estaba ya bien acostumbrado. Asintió con entusiasmo cuando escuchó al niño animar a su aurva.
—Tú sigues siendo el mejor cocinero, Neil.
El día siguiente hubiera sido bastante aburrido de no ser porque Adrune tuvo por fin la oportunidad de hacerse con un arma. Se paseó durante un largo rato por la armería, queriendo examinar todas las armas y estando a punto de provocar varios accidentes que tan solo fueron prevenidos gracias a los presentes en aquel momento. Le costaba mucho decidirse por una única cosa, así que tras dar muchas vueltas con un brazo bajo la barbilla en actitud pensativa, la edeel subió de nuevo a la planta baja como una exhalación, llevando un arco y carcaj a la espalda y dos espadas rectas y cortas, una en cada mano. Hubiera querido coger más cosas, como alguna de aquellas lanzas que en esencia eran como sus palos pero con una punta afilada, pero su padre le había enseñado que no era buena idea abarcar demasiado desde el principio. Claro que la chica interpretaba aquel consejo a su manera, y en el último momento había añadido a su arsenal unas vendas que servían para proteger las manos si usaba sus puños para pelear. Además Ain había afirmado que tenía nociones de combate cuerpo a cuerpo y sin duda la edeel acudiría a pedirle que le enseñase con la insistencia y entusiasmo que la caracterizaba.
Ante la necesidad de bañarse y descubrir que tenían que hacerlo con agua totalmente fría, la sinhadre dudó durante unos segundos, el tiempo que le llevó auto-convencerse de que aquello también formaría parte de su nuevo plan de entrenamiento, plan que todavía ni siquiera había ideado de todas formas, y arrastró con ella a Neil asegurándole que él también necesitaba entrenarse. Adrune temblaba en la bañera pero no dejaba de afirmar que podían superar aquella prueba mientras utilizaba lo más rápido que podía el jabón para quitarse la suciedad y acabar cuanto antes. No era una experiencia precisamente agradable, pero no solo nunca lo reconocería en voz alta sino que no dudaría en sumergirse de cabeza nuevamente en los sucesivos baños.
Tras una segunda noche durmiendo en una cama demasiado pequeña, la edeel se despertó tras haberse escurrido fuera de la misma, arrastrando parte de la manta consigo. Se frotó los ojos para desperezarse: aún era demasiado temprano, pero sus horarios se habían trastocado considerablemente de todas formas.
—Neil… Esta cama es incómoda. A partir de ahora deberíamos dormir en camas separadas. Tú tranquilo, los rataespines no van a entrar en la misma habitación en la que esté yo —le aseguró con convicción y señalándose a sí misma con el pulgar—. Vamos a bajar a desayunar. Hoy tenemos que salir a explorar. Ya nos encontramos todos bien, ¡no hay motivo para no salir a explorar! —Afirmó con entusiasmo mientras tiraba de su aurva para que se levantase y la intención de arrastrarlo hacia la cocina cuanto antes.
Adrune sobrellevó el mal trago sujetándose la barriga y moviéndose inquieta ya fuese de pie o sentada el tiempo que no tuvo que pasar en las letrinas. Por suerte el dolor fue remitiendo con el tiempo y finalmente, aunque ya era de noche otra vez, parecía que iba a poder conciliar el sueño. El cansancio debido al malestar ayudó a cansar a la hiperactiva edeel y cuando subió a los dormitorios para elegir una cama para Neil y ella, comprobó que eran demasiado pequeñas. Aun así su aurva insistía en que prefería que siguiesen durmiendo en la misma cama y Adrune tan solo se encogió de hombros: sabía lo miedoso que era Neil. El problema es que en aquella ocasión también tenían que compartir el poco espacio que había con Eitne, uno de los pocos que no se había sentido mal en ningún momento pero que tenía tanto miedo o más que su aurva. Probablemente ambos chicos sufrieron varios despertares bruscos durante la noche debido a que la edeel no paraba quieta ni siquiera durmiendo, tal y como el aurva estaba ya bien acostumbrado. Asintió con entusiasmo cuando escuchó al niño animar a su aurva.
—Tú sigues siendo el mejor cocinero, Neil.
El día siguiente hubiera sido bastante aburrido de no ser porque Adrune tuvo por fin la oportunidad de hacerse con un arma. Se paseó durante un largo rato por la armería, queriendo examinar todas las armas y estando a punto de provocar varios accidentes que tan solo fueron prevenidos gracias a los presentes en aquel momento. Le costaba mucho decidirse por una única cosa, así que tras dar muchas vueltas con un brazo bajo la barbilla en actitud pensativa, la edeel subió de nuevo a la planta baja como una exhalación, llevando un arco y carcaj a la espalda y dos espadas rectas y cortas, una en cada mano. Hubiera querido coger más cosas, como alguna de aquellas lanzas que en esencia eran como sus palos pero con una punta afilada, pero su padre le había enseñado que no era buena idea abarcar demasiado desde el principio. Claro que la chica interpretaba aquel consejo a su manera, y en el último momento había añadido a su arsenal unas vendas que servían para proteger las manos si usaba sus puños para pelear. Además Ain había afirmado que tenía nociones de combate cuerpo a cuerpo y sin duda la edeel acudiría a pedirle que le enseñase con la insistencia y entusiasmo que la caracterizaba.
Ante la necesidad de bañarse y descubrir que tenían que hacerlo con agua totalmente fría, la sinhadre dudó durante unos segundos, el tiempo que le llevó auto-convencerse de que aquello también formaría parte de su nuevo plan de entrenamiento, plan que todavía ni siquiera había ideado de todas formas, y arrastró con ella a Neil asegurándole que él también necesitaba entrenarse. Adrune temblaba en la bañera pero no dejaba de afirmar que podían superar aquella prueba mientras utilizaba lo más rápido que podía el jabón para quitarse la suciedad y acabar cuanto antes. No era una experiencia precisamente agradable, pero no solo nunca lo reconocería en voz alta sino que no dudaría en sumergirse de cabeza nuevamente en los sucesivos baños.
Tras una segunda noche durmiendo en una cama demasiado pequeña, la edeel se despertó tras haberse escurrido fuera de la misma, arrastrando parte de la manta consigo. Se frotó los ojos para desperezarse: aún era demasiado temprano, pero sus horarios se habían trastocado considerablemente de todas formas.
—Neil… Esta cama es incómoda. A partir de ahora deberíamos dormir en camas separadas. Tú tranquilo, los rataespines no van a entrar en la misma habitación en la que esté yo —le aseguró con convicción y señalándose a sí misma con el pulgar—. Vamos a bajar a desayunar. Hoy tenemos que salir a explorar. Ya nos encontramos todos bien, ¡no hay motivo para no salir a explorar! —Afirmó con entusiasmo mientras tiraba de su aurva para que se levantase y la intención de arrastrarlo hacia la cocina cuanto antes.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
15/01/16, 01:53 am
A pesar del ruido del salón debido a la gente ya despierta, Rox se mantuvo acurrucado y profundamente dormido en su butaca. Se despertó poco después de la hora de comer, con el estómago vacío y el cuerpo agarrotado por haber permanecido casi en la misma postura tantas horas. Para su suerte, ya habían descubierto que había provocado la intoxicación (vómito de abeja alienígena, ¡tenía sentido!) así que pudo comer con menos miedo solo evitando el tarro de miel.
Tras comer a deshora (o al menos así imaginó no habiendo reloj) siguió la idea de Adru de bañarse y así aprovechar y quitarse el bendito binder de una vez por todas. Aguantarlo 24 horas seguidas, sueño incluido, era horrible, pero llevar ya 48 horas con él le estaba matando. Por supuesto, no iba a considerar la opción de bañarse con agua fría: con toda la paciencia del mundo, Rox fue calentando el agua en la cocina poco a poco, dándose numerosos viajes hasta el baño. Con lo que tardó, el agua de la bañera dejó de estar hirviendo a estar solo templada, pero para un baño rápido era mejor que hacerlo en agua a la que solo le faltaban cubitos de hielo.
Pilló una camiseta limpia, o al menos una que no tenía mal aspecto de las que había en el torreón guardadas, su jersey y la parka de Milo, con tal de llevar lo más ancho posible y poder esconder el binder y no llevarlo por lo menos durante un día. Lo puso debajo de la almohada de la cama de la que se había adueñado, dejando constancia de que esa noche dormiría ahí. Por lo pronto, no quería que ningún humano o alienígena preguntase que era aquella prenda, ni cual era su género. No se veía con la confianza suficiente para molestarse en contarlo.
Tras cenar en condiciones pasó lo que le sobraba de día sin hacer nada destacable más allá de mirar los dibujitos y marcas de quemaduras que había en algunas de las paredes y muebles del torreón. Le daba pavor que alguien hubiera vivido ahí antes y pudiera volver.
La segunda noche procuró acostarse temprano para forzar al sueño a llegar así fuera por el puro aburrimiento de no hacer nada en la cama. Funcionó, y debido a lo mucho que hubo dormido durante el día anterior fue el primero en despertar. Teniendo el torso algo más descansado y la paz de la mañana, Rox subió a la última planta para ejercitarse. Por el calor de sentadillas y flexiones, la parka del irrense terminó colgada en la cabeza de uno de los maniquíes, y esperando no molestar a nadie, el medio australiano quitó los cascos de su iPod, lo encendió y dejó que la música le acompañase mientras se estiraba. No entender la letra le había producido varias carcajadas, en una mezcla de pánico y gracia por no poder hablar más en inglés.
Tras comer a deshora (o al menos así imaginó no habiendo reloj) siguió la idea de Adru de bañarse y así aprovechar y quitarse el bendito binder de una vez por todas. Aguantarlo 24 horas seguidas, sueño incluido, era horrible, pero llevar ya 48 horas con él le estaba matando. Por supuesto, no iba a considerar la opción de bañarse con agua fría: con toda la paciencia del mundo, Rox fue calentando el agua en la cocina poco a poco, dándose numerosos viajes hasta el baño. Con lo que tardó, el agua de la bañera dejó de estar hirviendo a estar solo templada, pero para un baño rápido era mejor que hacerlo en agua a la que solo le faltaban cubitos de hielo.
Pilló una camiseta limpia, o al menos una que no tenía mal aspecto de las que había en el torreón guardadas, su jersey y la parka de Milo, con tal de llevar lo más ancho posible y poder esconder el binder y no llevarlo por lo menos durante un día. Lo puso debajo de la almohada de la cama de la que se había adueñado, dejando constancia de que esa noche dormiría ahí. Por lo pronto, no quería que ningún humano o alienígena preguntase que era aquella prenda, ni cual era su género. No se veía con la confianza suficiente para molestarse en contarlo.
Tras cenar en condiciones pasó lo que le sobraba de día sin hacer nada destacable más allá de mirar los dibujitos y marcas de quemaduras que había en algunas de las paredes y muebles del torreón. Le daba pavor que alguien hubiera vivido ahí antes y pudiera volver.
La segunda noche procuró acostarse temprano para forzar al sueño a llegar así fuera por el puro aburrimiento de no hacer nada en la cama. Funcionó, y debido a lo mucho que hubo dormido durante el día anterior fue el primero en despertar. Teniendo el torso algo más descansado y la paz de la mañana, Rox subió a la última planta para ejercitarse. Por el calor de sentadillas y flexiones, la parka del irrense terminó colgada en la cabeza de uno de los maniquíes, y esperando no molestar a nadie, el medio australiano quitó los cascos de su iPod, lo encendió y dejó que la música le acompañase mientras se estiraba. No entender la letra le había producido varias carcajadas, en una mezcla de pánico y gracia por no poder hablar más en inglés.
- hola soy el género de rox:
HAGO UNA ANOTACIÓN PORQUE NO ME QUEDO A GUSTO SI NO LA HAGO AAAHHhh
Iré cambiando pronombres "ella" por "él" según como se sienta Rox. El primer día me quedé estancada en el "ella" a pesar de que Rox se tratase de él por ver más o menos como iba a hacerlo, y también por marcar al personaje. Vosotros seguid usando el pronombre que queráis con lo relacionado al bichito este, pero al menos los primeros días/semanas incluso aunque se sienta chica a veces, Rox no se mencionará de "ella" por pura desconfianza. Sólo se tratará de "él". Lo digo por si acaso surgen dudas en mis cambios de narración ; q ;
Cabe destacar que sigue teniendo rasgos andróginos, tho >:O
- ♪♫♬:
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
16/01/16, 04:59 am
Cuando Nime se despertó vivió un breve momento de pánico al descubrirse en otro lugar nuevo. Probablemente había sufrido malos sueños que ya empezaba a olvidar y nunca admitiría haber tenido, pero principalmente todavía no se había habituado a aquel dormitorio, y la excitación con que se había dormido tras la fiesta en el palacio de la Reina Madre ya se había esfumado.
A pesar de haberse ido a dormir entre los primeros, no fue la primera en levantarse, pero eso solo supuso una pequeña alegría: lo bueno de no vivir con sus padres era que no tenía que levantarse cuando le mandasen nunca más. Pero, aunque vio el lado positivo del asunto, el ramalazo de añoranza que había despertado al encontrarse mal continuaba allí. Había mucha gente a su alrededor, pero los verdaderamente importantes no estaban.
No fue de las que tomó un baño. En cuanto vio lo complicado que era el proceso si no quería helarse en el agua decidió que aún le apetecía menos que nunca. Y de nuevo, como no estaba su familia para controlarla, pensó que no tenía por qué bañarse si no quería.
Pasó el día haciendo preguntas absurdas a la gente para pasar el rato, esencialmente relacionadas con los rasgos físicos que no había visto nunca en Libo y le llamaban la atención. También se unió a la gente que bajó a la armería a ver lo que había. Por lo que había escuchado supuso que sería un pequeño paraíso, pero se llevó una gran decepción al ver armas sin brillo, abolladas, sin adornos ni oro… La niña se preguntó cómo podían convertirse en héroes usando armas tan cutres, pero trató de ser optimista concluyendo que probablemente podrían conseguir otras mejores si las ganaban con esfuerzo. No consiguió decantarse por ningúna para sí misma porque la mayoría le parecían muy pesadas o muy ridículas.
Cuando cayó la noche se metió en la cama, y en aquel silencio solo roto por el aullar del viento volvió a sufrir un fuerte ramalazo de nostalgia. Le molestó mucho sentir ganas de llorar por no poder ver a su familia, porque creía que eso no era correcto y le restaba valía. Por suerte para ella, descubrió el brillo anaranjado a través de la ventana de la habitación y se acercó de puntillas para poder ver los murciélagos flamígeros. No distinguía bien qué animal había bajo las llamas, pero el espectáculo que daban le pareció bonito. Consiguió tranquilizarla y ayudarle a dormir.
A la mañana siguiente tenía más energía. Mucha, de hecho, y olvidaría no alzar la voz al hablar con quienes se encontraba, a pesar de que aún había gente durmiendo. Mientras desayunaba aprovechó para preguntar a todos los que se cruzaban con ella cuándo iban a salir del torreón. Nime echaba de menos jugar en la calle, y aunque era consciente de que aquellas no eran las calles de su ciudad, no quería vivir encerrada.
A pesar de haberse ido a dormir entre los primeros, no fue la primera en levantarse, pero eso solo supuso una pequeña alegría: lo bueno de no vivir con sus padres era que no tenía que levantarse cuando le mandasen nunca más. Pero, aunque vio el lado positivo del asunto, el ramalazo de añoranza que había despertado al encontrarse mal continuaba allí. Había mucha gente a su alrededor, pero los verdaderamente importantes no estaban.
No fue de las que tomó un baño. En cuanto vio lo complicado que era el proceso si no quería helarse en el agua decidió que aún le apetecía menos que nunca. Y de nuevo, como no estaba su familia para controlarla, pensó que no tenía por qué bañarse si no quería.
Pasó el día haciendo preguntas absurdas a la gente para pasar el rato, esencialmente relacionadas con los rasgos físicos que no había visto nunca en Libo y le llamaban la atención. También se unió a la gente que bajó a la armería a ver lo que había. Por lo que había escuchado supuso que sería un pequeño paraíso, pero se llevó una gran decepción al ver armas sin brillo, abolladas, sin adornos ni oro… La niña se preguntó cómo podían convertirse en héroes usando armas tan cutres, pero trató de ser optimista concluyendo que probablemente podrían conseguir otras mejores si las ganaban con esfuerzo. No consiguió decantarse por ningúna para sí misma porque la mayoría le parecían muy pesadas o muy ridículas.
Cuando cayó la noche se metió en la cama, y en aquel silencio solo roto por el aullar del viento volvió a sufrir un fuerte ramalazo de nostalgia. Le molestó mucho sentir ganas de llorar por no poder ver a su familia, porque creía que eso no era correcto y le restaba valía. Por suerte para ella, descubrió el brillo anaranjado a través de la ventana de la habitación y se acercó de puntillas para poder ver los murciélagos flamígeros. No distinguía bien qué animal había bajo las llamas, pero el espectáculo que daban le pareció bonito. Consiguió tranquilizarla y ayudarle a dormir.
A la mañana siguiente tenía más energía. Mucha, de hecho, y olvidaría no alzar la voz al hablar con quienes se encontraba, a pesar de que aún había gente durmiendo. Mientras desayunaba aprovechó para preguntar a todos los que se cruzaban con ella cuándo iban a salir del torreón. Nime echaba de menos jugar en la calle, y aunque era consciente de que aquellas no eran las calles de su ciudad, no quería vivir encerrada.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
16/01/16, 04:50 pm
La primera noche no durmió prácticamente, pues los retortijones no empezaron a remitir hasta la madrugada. Pasó en el sofá toda la mañana, rendida por el agotamiento, y cuando al fin despertó con todo el cuerpo dolorido y un humor de perros. Su cara dejó muy claro que no quería que nadie le dirigiese la palabra, y a cualquier pregunta respondería con un gruñido o una mala mirada.
Pasó hambre todo el día, pues no se atrevía a comer, a pesar de que ya habían identificado que alimento concreto les había provocado la indigestión. Se lavó como los gatos, con una esponja húmeda, solo para quitarse la sensación de estar llena de polvo y el olor a letrina.
Según avanzaba la tarde su humor fue mejorando, y participó en algunas actividades, en especial la de inspeccionar y limpiar la armería. Cada cual eligió las armas que más le gustaban, pero Rena, no teniendo siquiera referentes de cual sería mejor para ella, casi se sentía más cómoda con una pala. Solo se preocupó de seleccionar cuidadosamente un escudo, pensando en que tarde o temprano tendrían que volver a ir a por comida a la plaza de las ratas pinchudas. Antes de la cena, habló con Ain para pedirle que le enseñase algo de técnica de combate. Su experiencia con broncas o peleas amistosas no iba a servir de nada allí.
La segunda noche al fin durmió como es debido. Se acostó temprano, como era habitual en ella en los días laborales, y al día siguiente se levantó con el sol que entraba por la ventana del dormitorio. Se tomó unos minutos para mirar por la ventana, admirando el cielo desvaído de Rocavarancolia, y respirando el aire frío de la mañana.
Desayunó bastante, para compensar el día que había pasado casi sin comer. Había bollos irrenses, y fruta dulce que jamás había probado. Para ella fue un festín. Incluso había queso. << Tengo que pedirle al enanito que haga bollos rellenos de queso fundido>> pensó. Luego salió al patio a lavarse la cara y de vuelta al piso superior, a buscar algo que ponerse. Oyó actividad en la última planta, y música.
-Vaya, aquí no había subido todavía. Buenas- saludó al humano, paseando la mirada por los maniquíes y las armas repartidas por los rincones.- Eh, ¿traes un reproductor de música? - se acercó para cotillear- Un poco anticuado, pero suena bien.
Rena quería poner su propia música también, pero ya no entendía los nombres de sus carpetas y temía poner las que no eran.
Pasó hambre todo el día, pues no se atrevía a comer, a pesar de que ya habían identificado que alimento concreto les había provocado la indigestión. Se lavó como los gatos, con una esponja húmeda, solo para quitarse la sensación de estar llena de polvo y el olor a letrina.
Según avanzaba la tarde su humor fue mejorando, y participó en algunas actividades, en especial la de inspeccionar y limpiar la armería. Cada cual eligió las armas que más le gustaban, pero Rena, no teniendo siquiera referentes de cual sería mejor para ella, casi se sentía más cómoda con una pala. Solo se preocupó de seleccionar cuidadosamente un escudo, pensando en que tarde o temprano tendrían que volver a ir a por comida a la plaza de las ratas pinchudas. Antes de la cena, habló con Ain para pedirle que le enseñase algo de técnica de combate. Su experiencia con broncas o peleas amistosas no iba a servir de nada allí.
La segunda noche al fin durmió como es debido. Se acostó temprano, como era habitual en ella en los días laborales, y al día siguiente se levantó con el sol que entraba por la ventana del dormitorio. Se tomó unos minutos para mirar por la ventana, admirando el cielo desvaído de Rocavarancolia, y respirando el aire frío de la mañana.
Desayunó bastante, para compensar el día que había pasado casi sin comer. Había bollos irrenses, y fruta dulce que jamás había probado. Para ella fue un festín. Incluso había queso. << Tengo que pedirle al enanito que haga bollos rellenos de queso fundido>> pensó. Luego salió al patio a lavarse la cara y de vuelta al piso superior, a buscar algo que ponerse. Oyó actividad en la última planta, y música.
-Vaya, aquí no había subido todavía. Buenas- saludó al humano, paseando la mirada por los maniquíes y las armas repartidas por los rincones.- Eh, ¿traes un reproductor de música? - se acercó para cotillear- Un poco anticuado, pero suena bien.
Rena quería poner su propia música también, pero ya no entendía los nombres de sus carpetas y temía poner las que no eran.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
17/01/16, 02:05 am
Eitne no hizo nada el primer día y así siguió durante el segundo día en aquella ciudad alejada del estilo del demiurgo. Se sentía horriblemente incómodo no por sus compañeros sino por sus muchos miedos. Les habían secuestrado. Era algo que no asimilaba y que había esperado que cambiara al despertarse, pero no. Les habían secuestrado y después, ale, a cundir la suerte. Por comentarios sueltos, entendía que al resto de sus compañeros les habían ofrecido algo a cambio de venir, pero a él solo le habían engatusado con una jauría de juguetes y drogado con somníferos.
El muchacho solo tuvo que echarle una ojeada al sótano para saber algo con certeza: no pensaba salir nunca del torreón. Demasiadas cosas punzantes que ni él ni sus compañeros sabían usar realmente y demasiados monstruos fuera como para que la idea pareciera razonable al daeliciano. <<Cuidaré del hogar>> se había dicho, consciente de que aquella torre lúgubre no era el hogar de ninguno de ellos. <<Lo pondré bonito para ellos>>. Y el niño no necesitó más.
El resto del día lo pasó sentado o tumbado; cabizbajo, callado, taciturno. Aburrido, si hubiese podido ser consciente de algo tan banal en una situación como aquella. Quería de vuelta a su madre y a su abuela y a sus amigos y a los vecinos y al resto de brujas dulces de su pueblo. Seguro que ellas ya sabrían a estas alturas qué era lo que se esperaba de su estancia en Rocavarancolia.
La única buena noticia para él, dentro de lo que cabía, era que la miel de las cestas les ponía malos a todos excepto a él. El niño se puso contentísimo al saber que lo más dulce que tenían era solo suyo y, durante la noche, se acabó atiborrando y la gastó toda. No había sido a propósito, sino más bien para calmar la ansiedad que le provocaba aquella oscuridad tan densa que practicamente se los podría tragar.
Durmió mal, de nuevo, y no fue tanto porque la cama fuera exageradamente pequeña como para que tres personas durmieran juntas, sino por el miedo a todo.
-------------
Para su propia suerte, se levantó sin ganas de llorar. La situación seguía siendo igual de aterradora pero Eitne empezaba a hacerse a la idea. <<Bien...>> pensó para sí, irónicamente. El muchacho bostezó, se sentó en el borde de la cama y se frotó la cara para limpiarse las pestañas. No tenía ganas de nada más que de comer, pero no tardó en recordar que no quedaba miel y acabó suspirando.
Un Eitne de pasos lentos y pesados tomó la escalera a la trepidante velocidad de un caracol y bajó a la planta baja. Por el camino recordó que llevaba con la misma ropa varios días y que no se había limpiado y una sonrisa triste asomó en su cara. Al daeliciano siempre le había encantado ensuciarse, pero nunca se había sentido sucio de aquella manera. <<Ojalá tener un espejo... >> se dijo.
Una vez en la cocina, saludó con timidez a quien estuviera allí, cogió una pieza de fruta con una expresión desoladora y se sentó en una silla. Acto seguido, el niño se dejó caer a plomo sobre la mesa y comenzó a desayunar medio tumbado.
El muchacho solo tuvo que echarle una ojeada al sótano para saber algo con certeza: no pensaba salir nunca del torreón. Demasiadas cosas punzantes que ni él ni sus compañeros sabían usar realmente y demasiados monstruos fuera como para que la idea pareciera razonable al daeliciano. <<Cuidaré del hogar>> se había dicho, consciente de que aquella torre lúgubre no era el hogar de ninguno de ellos. <<Lo pondré bonito para ellos>>. Y el niño no necesitó más.
El resto del día lo pasó sentado o tumbado; cabizbajo, callado, taciturno. Aburrido, si hubiese podido ser consciente de algo tan banal en una situación como aquella. Quería de vuelta a su madre y a su abuela y a sus amigos y a los vecinos y al resto de brujas dulces de su pueblo. Seguro que ellas ya sabrían a estas alturas qué era lo que se esperaba de su estancia en Rocavarancolia.
La única buena noticia para él, dentro de lo que cabía, era que la miel de las cestas les ponía malos a todos excepto a él. El niño se puso contentísimo al saber que lo más dulce que tenían era solo suyo y, durante la noche, se acabó atiborrando y la gastó toda. No había sido a propósito, sino más bien para calmar la ansiedad que le provocaba aquella oscuridad tan densa que practicamente se los podría tragar.
Durmió mal, de nuevo, y no fue tanto porque la cama fuera exageradamente pequeña como para que tres personas durmieran juntas, sino por el miedo a todo.
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Para su propia suerte, se levantó sin ganas de llorar. La situación seguía siendo igual de aterradora pero Eitne empezaba a hacerse a la idea. <<Bien...>> pensó para sí, irónicamente. El muchacho bostezó, se sentó en el borde de la cama y se frotó la cara para limpiarse las pestañas. No tenía ganas de nada más que de comer, pero no tardó en recordar que no quedaba miel y acabó suspirando.
Un Eitne de pasos lentos y pesados tomó la escalera a la trepidante velocidad de un caracol y bajó a la planta baja. Por el camino recordó que llevaba con la misma ropa varios días y que no se había limpiado y una sonrisa triste asomó en su cara. Al daeliciano siempre le había encantado ensuciarse, pero nunca se había sentido sucio de aquella manera. <<Ojalá tener un espejo... >> se dijo.
Una vez en la cocina, saludó con timidez a quien estuviera allí, cogió una pieza de fruta con una expresión desoladora y se sentó en una silla. Acto seguido, el niño se dejó caer a plomo sobre la mesa y comenzó a desayunar medio tumbado.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
17/01/16, 03:11 pm
El coreano abrió y cerró la boca notando la pegajosidad de ésta, que estaba completamente seca. La nariz se le había taponado, y le obligaba a respirar por ella, que ahora se parecía al suelo de unos cines. La humedad le había calado la manta y ahora era incapaz de quitarse el frio, que, cada cierto tiempo le subía por la espalda provocándole estremecerse. Hasta ahora la gente lo había estado saltando para pasar al patio, pero ya era un poco tarde y tenía que ir levantándose. Se incorporó envuelto en su manta esperando quitarse el frío que sentía al haberse separado del suelo de piedra, aun así las ropas ya estaban húmedas junto con la manta y notó muy poco cambió.
-Buenos días.- dijo a nadie en particular según se incorporaba. El tragar aire le hizo sentir aún más la sequedad de su boca, la garganta incluso le molestaba. El corazón le latía rápido, podía notarlo, el sueño solo había aplazado sus nervios. Por otro lado le alegró el que su estomago ya no se encontrara tan mal, de hecho no sabía si lo único que sentía era por su nerviosismo. De camino a por otra ropa, que según entendió había en el torreón, le dio un pequeño mareo causándole perder el equilibrio. Tenía mucha hambre. Cogió un recambio para lo que llevaba y se puso una camiseta, y una sudadera un poco destrozadas, teniendo la sudadera un agujero considerable en la parte baja. Por otro lado cogió un pantalón de chándal y se puso una bufanda deshilachada y de un marrón apagado, intentando cubrirse entero para quitarse el frio. Se colocó el martillo en su nuevo pantalón provocando que éste se callera mostrando sus calzoncillos ligeramente. Le daba cosa quitarse la camiseta que le había comprado su hermana pero no había otra, si no se pondría peor.
Siguiendo la idea de Rox y Adru decidió darse un baño, y en la cocina colocó una olla al fuego llena de agua. Viendo lo que tardaba en llenarse y que tendría q subirla luego optó por vaciarla un poco, y calentarla junto con un cazo. Tras un largo rato ya se podía usar. El espacio que dejó vacio en la olla lo lleno de fría para templarlo. Y en la bañera, en cuclillas, se hecho parte de la olla. Lo más rápido que pudo se enjabono cuerpo y pelo e, ipso facto, habiendo rellenando un pelín más la olla con el contenido del cazo, se echó el resto para enjuagarse. Por fin limpio se metió en la ropa elegida y bajó a comer algo.
El coreano estaba mucho mejor de temperatura corporal, de cualquier manera el dolor de garganta y su nariz taponada no se lo quitaba nadie. El corazón acelerado le acompañaba a todas partes marcando su ritmo, Hyung ya se había acostumbrado a ello. Abajo ya estaban preparando la comida, aún así, agarró un bollo y se lo metió en la boca con ansias. Los ruidos del sótano atrajeron la atención del coreano, preocupado de que encontraran su cuchillo se dirigió allí. Una vez en las mazmorras se tranquilizó, nadie cogió su cuchillo. Pero ahora que miraba el relieve del baúl, era evidente que había algo debajo. Aliviado de que nadie se hubiera dado cuenta, se acercó. La gente estaba eligiendo armas por lo que ya podía coger el cuchillo escondido. Pero no era suficiente; un cuchillo tampoco le transmitía mucha seguridad. <<Tengo que coger otra cosa, pero dentro de mis posibilidades. >> Rápidamente se contradijo al coger un escudo de gran tamaño, que le obligaba a sujetarlo con ambas manos y que con un solo brazo lo aguantaba poco más de un minuto. <<Da igual lo llevaré a la espalda gran parte del tiempo>> se intentó autoconvencer atraído por el tamaño del escudo. De vez en cuando olvidaba que para usarlos tenía que ayudar en las salidas, lo cual no entraba dentro de sus planes.
El resto del día pasó rápido, después de comer, hizo poco más que limpiar. Según anochecía, el miedo se hacía más fuerte, tenía miedo a la noche, a la oscuridad que esta traía, al sentimiento de estar encerrado en esa torre. La desesperación que Hyung sentía, junto con todos los pensamientos que le traía esa ciudad le hacían incapaz de dormir; repitiéndose lo que pasó la noche anterior. Esta vez más metido en el torreón y mejor abrigado pero todavía con la puerta abierta.
La siguiente mañana se despertó más pronto, quizá se acostumbraría a dormir tan mal y poco. Salió al patio a refrescarse la cara con agua del pozo, en su reflejo podía ver lo mal que le estaba sentando el estar ahí. Las ojeras le llegaban a la barbilla del cansancio, y la pintura de ojos ya casi había desaparecido. Lo único que estaba manteniendo desde el primer día era el latir del corazón que no ralentizaba y, gracias a Dios, no se había parado.
-Buenos días.- dijo a nadie en particular según se incorporaba. El tragar aire le hizo sentir aún más la sequedad de su boca, la garganta incluso le molestaba. El corazón le latía rápido, podía notarlo, el sueño solo había aplazado sus nervios. Por otro lado le alegró el que su estomago ya no se encontrara tan mal, de hecho no sabía si lo único que sentía era por su nerviosismo. De camino a por otra ropa, que según entendió había en el torreón, le dio un pequeño mareo causándole perder el equilibrio. Tenía mucha hambre. Cogió un recambio para lo que llevaba y se puso una camiseta, y una sudadera un poco destrozadas, teniendo la sudadera un agujero considerable en la parte baja. Por otro lado cogió un pantalón de chándal y se puso una bufanda deshilachada y de un marrón apagado, intentando cubrirse entero para quitarse el frio. Se colocó el martillo en su nuevo pantalón provocando que éste se callera mostrando sus calzoncillos ligeramente. Le daba cosa quitarse la camiseta que le había comprado su hermana pero no había otra, si no se pondría peor.
Siguiendo la idea de Rox y Adru decidió darse un baño, y en la cocina colocó una olla al fuego llena de agua. Viendo lo que tardaba en llenarse y que tendría q subirla luego optó por vaciarla un poco, y calentarla junto con un cazo. Tras un largo rato ya se podía usar. El espacio que dejó vacio en la olla lo lleno de fría para templarlo. Y en la bañera, en cuclillas, se hecho parte de la olla. Lo más rápido que pudo se enjabono cuerpo y pelo e, ipso facto, habiendo rellenando un pelín más la olla con el contenido del cazo, se echó el resto para enjuagarse. Por fin limpio se metió en la ropa elegida y bajó a comer algo.
El coreano estaba mucho mejor de temperatura corporal, de cualquier manera el dolor de garganta y su nariz taponada no se lo quitaba nadie. El corazón acelerado le acompañaba a todas partes marcando su ritmo, Hyung ya se había acostumbrado a ello. Abajo ya estaban preparando la comida, aún así, agarró un bollo y se lo metió en la boca con ansias. Los ruidos del sótano atrajeron la atención del coreano, preocupado de que encontraran su cuchillo se dirigió allí. Una vez en las mazmorras se tranquilizó, nadie cogió su cuchillo. Pero ahora que miraba el relieve del baúl, era evidente que había algo debajo. Aliviado de que nadie se hubiera dado cuenta, se acercó. La gente estaba eligiendo armas por lo que ya podía coger el cuchillo escondido. Pero no era suficiente; un cuchillo tampoco le transmitía mucha seguridad. <<Tengo que coger otra cosa, pero dentro de mis posibilidades. >> Rápidamente se contradijo al coger un escudo de gran tamaño, que le obligaba a sujetarlo con ambas manos y que con un solo brazo lo aguantaba poco más de un minuto. <<Da igual lo llevaré a la espalda gran parte del tiempo>> se intentó autoconvencer atraído por el tamaño del escudo. De vez en cuando olvidaba que para usarlos tenía que ayudar en las salidas, lo cual no entraba dentro de sus planes.
El resto del día pasó rápido, después de comer, hizo poco más que limpiar. Según anochecía, el miedo se hacía más fuerte, tenía miedo a la noche, a la oscuridad que esta traía, al sentimiento de estar encerrado en esa torre. La desesperación que Hyung sentía, junto con todos los pensamientos que le traía esa ciudad le hacían incapaz de dormir; repitiéndose lo que pasó la noche anterior. Esta vez más metido en el torreón y mejor abrigado pero todavía con la puerta abierta.
La siguiente mañana se despertó más pronto, quizá se acostumbraría a dormir tan mal y poco. Salió al patio a refrescarse la cara con agua del pozo, en su reflejo podía ver lo mal que le estaba sentando el estar ahí. Las ojeras le llegaban a la barbilla del cansancio, y la pintura de ojos ya casi había desaparecido. Lo único que estaba manteniendo desde el primer día era el latir del corazón que no ralentizaba y, gracias a Dios, no se había parado.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
19/01/16, 11:53 pm
Después de mantener una breve conversación con Rox, Milo se retiró a dormir reprimiendo un bostezo. El irrense, completamente agotado después de aquel día tan extraño, apenas tardó unos segundos en caer rendido sobre su cama, donde durmió profundamente y sin contratiempos hasta la mañana del día siguiente. Con las primeras luces del nuevo día el norteño se despertó bastante descansado y, tras murmurar un “buenos días” que nadie debió escuchar se fue a la cocina a desayunar algo. Como no quería que le ocurriera lo mismo a que sus compañeros el chico se decantó por lo que ya conocía, haciéndose con un par de bollos irrenses y dando buena cuenta de ellos apoyado en el marco de la puerta que daba al patio.
En cuanto terminó el aperitivo empezó a acarrear cubos de agua para darse un baño, pues el agua corriente no era una realidad en aquel torreón. No le importaba demasiado que el agua estuviera fría, estaba acostumbrado a temperaturas mucho más bajas, y en cuanto terminó de llenar la ballena se desvistió y se sumergió en ella. Durante unos interminables minutos el hacker permaneció inmóvil, disfrutando del silencio de la estancia, pero no tardó en ponerse en marcha de nuevo, demasiado inquieto como para relajarse. Se secó con una toalla en cuanto estuvo limpio y, recuperando su ropa, se encaminó hacia la planta baja para comprobar si había algo más que limpiar.
Milo apenas habló con nadie durante aquel día, sumido en sus pensamientos o trasteando con su ordenador apenas participó en las actividades del grupo, aunque se mostraba dispuesto a ayudar si alguien se dirigía a él. Se abstuvo de bajar a las mazmorras, sin embargo, pues la cantidad de metal herrumbroso que los demás llamaban “armas” no le atraía demasiado. Sabía que en algún momento tendría que equiparse con algo para defenderse en caso de peligro, pero de momento prefirió abstenerse e invirtió el tiempo que los demás pasaron allí abajo en hacer inventario de las cestas.
Averiguar que la miel era la causante del mal estar general del día anterior no fue difícil, pues en cuanto el grupo puso en común lo que habían comido el día anterior redujeron la lista de ingredientes posibles significativamente. Pam y Milo no habían probado las tostadas con miel, lo que explicaba su aparente bienestar, y aunque Eitne si lo había hecho su inmunidad quedó explicada cuando les dijo que era un ingrediente de su mundo de origen. Los que la habían probado no habían sufrido nada más grave que una indigestión puntual, por suerte, así que con evitar el tarro en lo sucesivo sería suficiente.
Aquella noche el irrense se retiró a dormir temprano y, a la mañana siguiente, despertó de los primeros. La música que llegaba amortiguada desde la planta superior llamó su atención en las escaleras, pero aunque sentía curiosidad el chico terminó bajando a la cocina. El desayuno le llamaba y, en cualquier caso, él también tenía música. Estaba rebuscando entre los archivos de su ordenador con intención de poner alguna de sus listas de reproducción cuando vió al pequeño daeliciano desayunando. Su aspecto abatido le hizo descartar la idea.
—Buenos días, Eitne —le saludó con una sonrisa amistosa, haciéndose con un par de piezas de fruta y tomándo asiento a la mesa con él—. Si no creyera que es algo imposible diría que estás empezando a desteñir hacía esta tonalidad de gris que lo impregna todo, chico —bromeó, tratando de hacerle sonreír—. ¿Qué te ocurre?
En cuanto terminó el aperitivo empezó a acarrear cubos de agua para darse un baño, pues el agua corriente no era una realidad en aquel torreón. No le importaba demasiado que el agua estuviera fría, estaba acostumbrado a temperaturas mucho más bajas, y en cuanto terminó de llenar la ballena se desvistió y se sumergió en ella. Durante unos interminables minutos el hacker permaneció inmóvil, disfrutando del silencio de la estancia, pero no tardó en ponerse en marcha de nuevo, demasiado inquieto como para relajarse. Se secó con una toalla en cuanto estuvo limpio y, recuperando su ropa, se encaminó hacia la planta baja para comprobar si había algo más que limpiar.
Milo apenas habló con nadie durante aquel día, sumido en sus pensamientos o trasteando con su ordenador apenas participó en las actividades del grupo, aunque se mostraba dispuesto a ayudar si alguien se dirigía a él. Se abstuvo de bajar a las mazmorras, sin embargo, pues la cantidad de metal herrumbroso que los demás llamaban “armas” no le atraía demasiado. Sabía que en algún momento tendría que equiparse con algo para defenderse en caso de peligro, pero de momento prefirió abstenerse e invirtió el tiempo que los demás pasaron allí abajo en hacer inventario de las cestas.
Averiguar que la miel era la causante del mal estar general del día anterior no fue difícil, pues en cuanto el grupo puso en común lo que habían comido el día anterior redujeron la lista de ingredientes posibles significativamente. Pam y Milo no habían probado las tostadas con miel, lo que explicaba su aparente bienestar, y aunque Eitne si lo había hecho su inmunidad quedó explicada cuando les dijo que era un ingrediente de su mundo de origen. Los que la habían probado no habían sufrido nada más grave que una indigestión puntual, por suerte, así que con evitar el tarro en lo sucesivo sería suficiente.
Aquella noche el irrense se retiró a dormir temprano y, a la mañana siguiente, despertó de los primeros. La música que llegaba amortiguada desde la planta superior llamó su atención en las escaleras, pero aunque sentía curiosidad el chico terminó bajando a la cocina. El desayuno le llamaba y, en cualquier caso, él también tenía música. Estaba rebuscando entre los archivos de su ordenador con intención de poner alguna de sus listas de reproducción cuando vió al pequeño daeliciano desayunando. Su aspecto abatido le hizo descartar la idea.
—Buenos días, Eitne —le saludó con una sonrisa amistosa, haciéndose con un par de piezas de fruta y tomándo asiento a la mesa con él—. Si no creyera que es algo imposible diría que estás empezando a desteñir hacía esta tonalidad de gris que lo impregna todo, chico —bromeó, tratando de hacerle sonreír—. ¿Qué te ocurre?
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
21/01/16, 02:22 pm
Aquella noche fue más fría de lo que Zobriel hubiese podido pensar, y también paso más lenta de lo que esperaba. Tendido en el jardín y acurrucado en la manta, trato de no moverse mientras soportaba el dolor de estómago y recurrió eventualmente a las letrinas. Pero aun así el aire libre lo ayudo a soportar aquella pesadilla.
No había estrellas en la noche, el cielo se veía muy vacío en aquel mundo. Tal vez todo eso era una prueba más de aquellos dioses para ver si eran dignos. Tal vez solo estaban burlándose de ellos como demonios que eran. Ya no sabía que pensar. El viento frio de Rocavarancolia trajo varios murciélagos que pasaban rápidamente por el torreón y se sumergían en las profundidades de la ciudad. Después de todo, aun en aquella situación la ciudad de las maravillas tenía algo que ofrecerles a sus habitantes nuevos.
……………………………………………………
Al siguiente día el dolor de cuello y los recuerdos no alegraron su mañana, pero a pesar de los ánimos bastante bajos en general, sus compañeros igual que el ya parecían haber superado el malestar. El neblina seguía con ansiedad, temiendo que parte de la culpa haya sido de él y aunque el hambre gano la batalla y entro a la cocina, tomo un ligero bocado y salió raudamente al jardín.
El día se le paso recuperando el sueño, y a pesar de que tenía muchas ganas de conocer a sus compañeros, no se atrevió a pasar demasiado tiempo con ninguno. El jardín, o lo que querían convertir en jardín, era su excusa por ese día. Le había prometido a Eitne que lo cultivarían y lo cumpliría por él y por sí mismo. Mientras tanto limpio y ayudo en todo lo que pudo, aun con la cara ruborizada sin saber qué pensarían de él. Cuando descubrieron lo de la miel pudo respirar con más tranquilidad e inconscientemente busco la mirada de Neil y le sonrió, aunque no supo si este lo había visto.
La noche fue como una pared que cayó sobre Zob, durmió mucho mejor y rápidamente, además el abrigo del torreón esta noche si lo acompaño.
Al despertar bajo a desayunar rápidamente pues se había saltado olímpicamente la ronda de duchas del día anterior. Necesitaba una limpieza urgente y era mejor hacerla temprano antes de continuar. Saludo a Eitne al salir de la cocina. El pequeño estaba bastante decaído. Zobriel mismo aún tenía ojeras. Al salir noto música en los pisos superiores, así que tenía que apresurarse. Era hora de demostrarse a sí mismo que era un elegido.
- Tu! - dijo señalando a la estatua del patio - más te vale que cuides de este jardín – la amenazo mientras se encaminaba hacia el pozo. Bastó una mala noche y ahora le hablaba a las estatuas. Definitivamente era otro mundo donde ahora estaba.
No había estrellas en la noche, el cielo se veía muy vacío en aquel mundo. Tal vez todo eso era una prueba más de aquellos dioses para ver si eran dignos. Tal vez solo estaban burlándose de ellos como demonios que eran. Ya no sabía que pensar. El viento frio de Rocavarancolia trajo varios murciélagos que pasaban rápidamente por el torreón y se sumergían en las profundidades de la ciudad. Después de todo, aun en aquella situación la ciudad de las maravillas tenía algo que ofrecerles a sus habitantes nuevos.
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Al siguiente día el dolor de cuello y los recuerdos no alegraron su mañana, pero a pesar de los ánimos bastante bajos en general, sus compañeros igual que el ya parecían haber superado el malestar. El neblina seguía con ansiedad, temiendo que parte de la culpa haya sido de él y aunque el hambre gano la batalla y entro a la cocina, tomo un ligero bocado y salió raudamente al jardín.
El día se le paso recuperando el sueño, y a pesar de que tenía muchas ganas de conocer a sus compañeros, no se atrevió a pasar demasiado tiempo con ninguno. El jardín, o lo que querían convertir en jardín, era su excusa por ese día. Le había prometido a Eitne que lo cultivarían y lo cumpliría por él y por sí mismo. Mientras tanto limpio y ayudo en todo lo que pudo, aun con la cara ruborizada sin saber qué pensarían de él. Cuando descubrieron lo de la miel pudo respirar con más tranquilidad e inconscientemente busco la mirada de Neil y le sonrió, aunque no supo si este lo había visto.
La noche fue como una pared que cayó sobre Zob, durmió mucho mejor y rápidamente, además el abrigo del torreón esta noche si lo acompaño.
Al despertar bajo a desayunar rápidamente pues se había saltado olímpicamente la ronda de duchas del día anterior. Necesitaba una limpieza urgente y era mejor hacerla temprano antes de continuar. Saludo a Eitne al salir de la cocina. El pequeño estaba bastante decaído. Zobriel mismo aún tenía ojeras. Al salir noto música en los pisos superiores, así que tenía que apresurarse. Era hora de demostrarse a sí mismo que era un elegido.
- Tu! - dijo señalando a la estatua del patio - más te vale que cuides de este jardín – la amenazo mientras se encaminaba hacia el pozo. Bastó una mala noche y ahora le hablaba a las estatuas. Definitivamente era otro mundo donde ahora estaba.
El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
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