Torreón Letargo (Archivo VI)

Recuerdo del primer mensaje :

La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.

  Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia  Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.

  Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.

  Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.

-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.

Polvo. De su hechizo había salido polvo. Neil miró el polvo entre sorprendido de haber sido capaz de lanzar un hechizo y extrañado. ¿Por qué polvo? A su lado, Eitne había hecho aparecer plumas. Plumas mucho más bonitas de lo que su polvo nunca sería. ¿Quería decir aquello algo? “¿Mi magia es defectuosa o está mal y por eso no saco bonitas plumas?” se preguntó triste.

Él no entendía nada, pero intentó aliviar a su edeel cuando esta comenzó a estornudar a mitad de felicitación. Neil no pensaba que debiera felicitarle por una magia mala. Cuando la sinhadre dijo que quizás se trataba de un hechizo para provocar estornudos,  Neil le dedicó una pequeña sonrisa, no muy convencido por la teoría (había cosas que le hacían estornudar más que el polvo), pero muy agradecido porque su edeel, lo hiciera con intención o no, había aliviado su sentimiento de inutilidad con sus palabras aunque fuera un poco. Quizás no fuera un negado para la magia, quizás simplemente la magia reaccionaba de maneras distintas a unos y a otros.

- Eryves- susurró, corrigiendo a Zob-. Son unas flores muy bonitas de Sinhdro que hacen estornudar a Adru.

Las palabras de Eitne también le animaron. Posiblemente, si su teoría de que la magia no reaccionaba igual a unos que a otros, quizás la razón por la que su magia era mala era porque todavía no había llegado toda a él. Posiblemente, el fuera el que tenía menos magia de los que habían conseguido hacerla o la más mala. En realidad, no tenía ni idea. No sabía cómo funcionaba la magia, ni si la suya era mala o poca o tenía que esperar o así se quedaría. La incertidumbre le inquietó, pero siguió practicando el hechizo sin terminar de concluirlo simplemente para memorizarlo.

Al llegar al cuarto lo oyó, alguien lloraba en la habitación de al lado. Sin embargo no le salía la más mínima compasión que no fuera por si mismo. Él también lo pasaba mal, y solo le repelía la idea de tener que consolar a nadie. Pero ¿y si era Eitne el que lloraba? <<No, Eitne seguro está abajo haciendo magia con el resto>> pero aún así. Se levantó y restregó la manga por su nariz mientras absorbia el moqueo. Se acercó a la puerta del otro dormitorio y empezó a abrirla lentamente esperando poder evitar que le viera el que lloraba dentro. Sin embargo un crujido le delató. <<Oh mierda>> encima la que lloraba no podía ser otra que Pam ¿Que le podía decir a esa enana calva?

- ¿Todo...bien?- Se había metido de cabeza en esa situación incómoda. Y ahora su mente trabajaba extrarrapido buscando una forma de salir.

La mona del queso se encontraba demasiado concentrada en aquella pena que la había invadido, a pesar de que sus pensamiento buscaban convencerla de que algo debía estar fallando y por eso aun no podía hacer magia. Aquellas lagrimas no eran suyas, ella no lloraba, llevabaaños sin llorar, ni recordaba cuando fue la ultima vez que lo hizo sabedora de que aquellas no servían de nada ni solucionaban nada.

¿Porque lloraba? Aun no se iba a rendir. Ellos eran especiales, por eso estaban allí, ella era especial.

Un nuevo intento, mismo resultado. Por mas que intentaba ser positiva aquello empezaba a ser mas y mas difícil, se sentía frustrada por su falta de habilidad, fastidiada porque sus esfuerzos no parecieran servir de nada y las ganas de llorar que parecían haberle vencido contra sus deseos, haciendo mostrar un parte de si misma que odiaba, se iba poco a poco transformando en enojo. Se sentía engañada, traicionada y como si la suerte estuviera jugandosela, como si la hubiera abandonado del todo...la frustración que sentía se acumulaba como veneno, la impotencia y la rabia intentaban destruir la mascara de niña buena que le ha permitido sobrevivir hasta ahora. Le parecía injusto, su situación era injusta, irrazonable, que el trabajo duro no fuese compensado mas que con desilusiones y fallos no era lo que había esperado obtener por centrarse en aprender aquella magia.

Nuevas lagrimas caían traicioneras sobre sus manos, que había dejado de temblar y Pam las miro con rabia. Y en ese momento el sonido de la puerta abriéndose, le hizo volver a la realidad.

Como un resorte, la mona del queso clavo sus ojos lavanda en la figura del humano, ojos con claras marcas rojizas bajo estos, donde algunas lagrimas aun resbalaban, nítidas, por sus mejillas. La rabia, de algún modo, se incremento. Mostrar esa debilidad era algo que no quería que nadie viera, menos precisamente Hyun, aquel que había dicho días atrás que no servia de nada aprender magia porque no podrían hacerla.

El recuerdo de aquellas palabras eran como bilis en su garganta, recordar como ella había negado ese hecho que ahora parecía confirmarse para algunos, incluyendola. Sus presagios de mala suerte haciéndose realidad para ella, le habían maldecido, habían hecho morir su magia antes siquiera de que naciera. La había abandonado dejándola seca y con ganas de devolver aquella mala suerte con rabia.

-Esto es tu maldita culpa- murmuro la mona del queso sin poder contenerse levantándose del suelo donde en algún momento, entre sus contantes intentos había acabado sentada, sin dejar de mirarlo, sin limpiar sus lagrimas habiéndose olvidado momentáneamente de ellas- Tú...tu...me diste mala suerte, mataste mi magia...me la quitaste antes siquiera de que pudiera usarla- susurro sin apartar su mirada de el, con rabia aun contenida. No le importaba sino entendía a lo que se refería, tampoco le importaba que aquello careciera de sentido alguno. Llevaba buena parte de su vida teniendo que mantener sus reales deseos, sus reales palabras, su verdaderos sentimientos bajo siete llaves y ahora era incapaz de contenerlos. Por un breve instante no pudo seguir manteniendo su mascara. Pam explotó, sacando toda la frustración que sentía.

-¡TODO ESTO ES TU MALDITA CULPA! -le grito y a pesar de su pequeño tamaño, de que poco o nada podría hacerle, se lanzo contra el. Tan solo quería golpear algo, maldecirle, sacar la impotencia y dejar de sentirse de aquella forma. Quería que dejara de doler ver sus ilusiones irse a la mierda, solo quería una excusa para sacarse la mascara que guardaba sus emociones y pensamientos, y llorar.

No le importaba parecer un niña pequeña teniendo un berrinche. En el fondo seguía siéndolo, por mas que se hubiera visto obligada a madurar de golpe.

Dio un primer paso hacia delante, le extrañaba verla llorar. Esta era su victoria, se demostraba que Hyun se equivocaba. Sin embargo allí estaba también fastidiada. El coreano sintió cierto regocijo  al ver que ella no se sentía ganadora. Pero entonces ocurrió sin aviso alguno.

Poco tiempo tuvo para reaccionar, dio unos pasos atrás viendo la inestabilidad del bicho, mientras este se levantaba. No tuvo tiempo para reaccionar al ataque de la niña. Trastabilló y calló al suelo. Los golpes provocaron un primer dolor que pronto olvidaría el coreano a causa de la adrenalina. Aunque el corazón ya no se le aceleraba, su respiración no iba del mismo modo. Inundado por el nerviosismo, el pánico, la ansiedad. Hyun trataría de quitársela de encima. De tirarla contra cualquier sitió, de hacerle daño. Pero si eso no funcionaba fácilmente, o si volvía a arremeter, no tardaría en sacar el martillo del bolsillo, desesperado por librarse, y sin ser muy consciente de adónde golpeaba trataría de dar a la mona, y no pararía hasta quitársela de encima. Cualquier cosa para que se alejará. Incapaz de pensar en consecuencias.

El miembro 'Cain' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

---

'Dado de 100 caras' : 9

El chico humano retrocedió pero Pam fue mas rápido y con el mismo impulso que llevaban consiguió hacerlo trastabillar. La mona del queso no predio el tiempo, se le tiro encima golpeando con su manos su estomago su rostro, su pecho. Mas descontrolado que doloroso.

-¡¡Es tu culpa, maldito cero, me contagiaste tu negatividad!! -exclamo aun entre lagrimas que no quería dejar de caer, resistiéndose a ser apartada pese a los intentos de Hyun, golpeando con sus puños su pecho, cacheteando en rostro y brazos, en cualquier porción de cuerpo a su alcance. Su pequeño tamaño, con este tirado en el suelo, no era una desventaja, se retorcía prácticamente sobre el, esquivando apenas por los pelos sus intentos de empujarla.

Estaba fuera de si. La rabia, la frustración, el dolor eran demasiado para saber controlarlas, ni siquiera el hecho de recibió algún que otro golpe de este al intentar apartarla le importó. No era la primera vez que le pegaban de todos modos, las cicatrices en su espalda lo atestiguaban.

Hasta que uno de los empujones de Hyun logró desestabilizara, la aparto lo suficiente de este para que sus manos dejaran de marca su rostro y brazos con golpes, cayendo a medias hacia un lado del humano. No lo suficiente al menos, para que Pam, que era incapaz de manejar la explosión de sus emociones, atinara a golpearle nuevamente una patada en su estomago con toda la fuerza que pudo reunir en esa posición, apenas unos segundos antes de ver algo salido de la nada, cernirse sobre ella.

Logro esquivar el martillo gracias a que ya de por si había caído hacia un lado por el empujón anterior. Pam sintió como el miedo y la rabia se mezclaban en su interior y como su mente, que estaba solo llena de maldiciones en su contra clamaba ansias de devolverle el gesto, enfriando en cierta grado su enojo lo suficiente para percatarse de su desventaja, una que con su peso corporal y sin nada con defenderse podría dejarla muerta. Aquello no iba a quedarse así, ese golpe que no había conseguido darle pensaba devolvérselo tarde o temprano. Un martillo por un cuchillo.

-¡¡Desgraciado, estas intentado matarme!! - exclamó en un tono fuerte con las lagrimas aun cayendo sin control por sus mejillas y que ya si no intentaba controlar, consciente de no ser la única en el torreón. Se alejo mas que pudo de sus violentes golpes en aquel estrecho pasillo, quedando cerca de las escaleras y pegada a la pared. La rabia la consumía pero sus instinto de supervivencia era mayor a su rabia. Martillo por cuchillo, cuando menos se lo esperara.

Eitne había improvisado un marsupio doblando su camisetaa desde abajo y llevaba ya todas las plumas guardadas, algunas aún empolvadas. La pregunta de Rena le vino como anillo al dedo, el muchaho se acercó a ella.

—A lo m-mejor está arriba, en la hab-bitación —le dijo—. ¿Me acompañas? Yo t-tengo que guardar esto —le enseñó su botín con una sonrisa de oreja a oreja.

La irrense accedió y ambos echaron a andar. Cuando iban por las escaleras llegó el grito de Pam y Eitne vio como Rena subía a la carrera. Con el estómago encogido de golpe y toda la felicidad menguada ante la amenaza de lo que podía haber ocurrido, Eitne trató de seguirla. El niño no podría hacer nada salvo asustarse y llorar, pero sus pies subían solos. <<Que no sea un monstruo>>. Fue su único pensamiento. Y fue acertado.

Al coreano ya no se le ocurría otra cosa, agitó con fuerza el martillo, un martillo cargado con todos sus malos sentimientos, su frustración, pero falló. Antes de poder realizar un segundo intento, la mona ya se había apartado. Sus oídos parecían taponados, mientras lentamente se levantaba de nuevo, ya no oía palabra que dijera Pam. La rabia le inundaba; la rabia por no haber devuelto el golpe. Con el martillo fijo en su mano respiraba con fuerza. No apartaba la vista de la mona, podría ir a darle, golpearle, lo desearía. Nunca debió haberse llevado esos golpes de la niña. Lo justo sería que ella pagará, pero no podía, lo que él luego llamaría cobardía le paraba. Ahora las consecuencias, aunque vagamente, estaban presentes en su cabeza. Realmente sabía que podía ir a golpear a la niña, lo cual solo le enfadaba más.

-Claro peque, así le contamos las teorías que hemos sacado de la magia.- dijo revolviéndole el pelo.

De pronto Rena tenía todas sus esperanzas puestas en Pam y en lo que fuera que estuviera traduciendo. Si tenían suerte podría hacer magia tarde o temprano. << Me han traído aquí por algo...>> Mientras subían las escaleras oyeron a la mona gritar, y la irrense echó a correr adelantando a Eitne para ver qué ocurría. En cuanto llegó al final de las escaleras se encontró con Hyun tirado en el suelo y con aspecto agitado, y siguiendo la línea de su visión a la mona del queso con los ojos húmedos y la cara roja.

-¿Qué cojones ha pasado aquí? ¿Quién intentaba matarte, Pelusa?- entonces volvió a mirar a Hyun- ¿Eso es un martillo?

La mirada de desconcierto absoluto de Rena pasó de humano a mona del queso y luego se convirtió en una de cabreo.

-Explicación. Ahora.

Las posibles consecuencias, cuando Rena llegó, se volvieron lo único que escuchaba ahora el coreano. <<Seguro que nadie se lo cree, seguro que la calva miente sobre mi, seguro me echa la culpa>> <<Nadie va a creerme cuando diga que intentaba defenderme>>. Solo preocupación por algo que todavía no había pasado, se imaginaba a Eitne y a Rox dándole la espalda. Se imaginaba que le echaban del torreón. Sin ya nada más que miedo, miedo por las consecuencias, cortó cualquier tipo de respuesta que la mona pudiera estar dando, gritando con fuerza como nunca había hecho.

- ¡Es ella!¡Está loca!¡Me ha atacado sin ningún aviso!¡Yo solo me acerque porque lloraba!¡Para ver que le pasaba!¡Ella se tiró sobre mi!- Según gritaba notaba que los ojos se le humedecían. Solo odio y miedo salía de su boca.

Llegar al pasillo conllevó una de cal y una de arena. Eitne se alegraba de que no hubiera entrado un monstruo, lo cual había sido uno de sus primeros pensamientos; pero se quedó completamente petrificado al ver a Pam y a Hyun peleándose. O eso era lo que parecía. Su expresión fue de puro horror. La mona y el koreano no mantenían la relación más bonita de la torre, pero Eitne siempre había creído que era, como mínimo, cordial. Descubrir que no solo no era así, sino que podía haber llegado a las manos (¡y al martillo!) le dejó completamente noqueado.

Trató de hablar, pero se trabó tan fuerte como pocas veces. Sin querer, soltó los bordes de la camiseta, la cual volvió a su sitio, y todas las plumas volvieron a desparramarse por el suelo.

Ante la llegada de Rena y de Eitne, Pam sorbió, las lagrimas seguían cayendo sin control alguno, y sorbiendo de nuevo intento limpiárselas no queriendo que la viera llorar independientemente de lo sucedido y de la rabia que sentía, era una muestra de debilidad.

Los gritos de Hyun tronaron en sus oídos, no ib a contradecirle, podía y hasta podrían creerle si le funcionaba bien, pero no iba a hacerlo. Si lo echaban no podrían vengarse en el futuro y ante todo, sus empujones y golpes no igualaban ni por asomo el uso de un arma en su contra, cuando ya a nivel físico estaba en clara desventaja.

-Tú...apareciste, quería estar sola...me has intentado golpear con el martillo, eso...hip...no vale un pequeño empujón, es excesivo. ¿Como puedo hacerte daño, hip, con este cuerpo?...-indicó la niña aovillándose en el suelo, seguían hipando entre lagrimas que limpiaba dejándose los ojos bastante rojos por el fregoteo, nuevamente no pudiendo controlar aquello. No volvió a gritar, al contrario bajo mas la voz. Haber gritado tanto y de pronto le estaba pasando un poco de factura, poco acostumbrada como estaba a alzar la voz- Tú eres grande...yo solo mido un metro y no tengo tanta fuerza como para que no hubiese otra forma de alejarme...hip...mis golpes no matan, el tuyo si...tú y tu martillo sois peligrosos...casi me abres la cabeza -se excusó la mona del queso alejándose de el mirando aun el martillo en sus manos- Ibas a intentar golpearme de nuevo sino venían...tu mirada lo decía -le apuntó con una mano algo temblorosa, acurrucándose en el pasillo mas cerca de Rena y de Eitne, que de el.

-Eh, Pelusilla, cálmate- cogió a la mona en brazos. Sabía que no era una cría pero algo la impulsaba a hacerlo, esperaba que Pam no se enfadase- Deja de llorar. Y tú también, cálmate- le dijo a Hyun- Para empezar, ¿por qué has atacado a Hyun, Pelusa? Dice que solo vino para ver si te ocurría algo porque te oyó llorar.

Por lo que habían contado se podía deducir que Pam había saltado sobre Hyun y el humano se había defendido con un... ¿martillo? Miró al chico con una ceja alzada.

-¿Y tú qué coño haces con el martillo por el torreón? Tío, que podrías haberla matado, ¿no ves que es peligroso? Deberías tener más cuidado

Lo más lógico, al menos desde el punto de vista de Rena, fuera que el humano tuviese intención de usar el martillo para algo y que por eso lo llevaba encima, y aunque era razonable que tuvieran los nervios de punta después de las experiencias raras que habían tenido no podían ir saltando así a la mínima con riesgo de hacerse verdadero daño entre ellos. Tal vez habría que hablarlo en grupo.

Después de la visita de la mujer rodeada de niebla Drusar durmió poco <<¿A qué ha venido? ¿Planeará colarse dentro alguna vez?>> Pensaba repetitivamente. La incertidumbre, los nervios y sobre todo el miedo habían hecho mella en él y no podía dejar de darle vueltas al problema en que se había metido. ¿Tendrá algo de verdad lo que me dijo ese extraño en mi mundo?

Cuando la  pésima luz del alba empezó a entrar por los ventanales el lagarto ya llevaba un tiempo dormido, con la cabeza debajo de la almohada como si pudiera aislarlo de todo. Se despertaría bastante tarde, y más tiempo tardaría en levantarse y enfrentarse a un nuevo día. Los dias pasaron, monótonos y lentos como un reloj estropeado. Las actividades de Drusar no variaron mucho, se dedicó a ayudar a sus compañeros en la cocina y en general en las tareas domésticas, que era lo que sabía hacer.

Veía al resto entrenar con armas y eso le impulsaba a reflexionar. Sabía que era necesario, por supuesto. Él mismo llevaba siempre consigo un cuchillo, pero en realidad no se sentía preparado para matar algo o a alguien para sobrevivir. Era consciente de ello, y eso en parte lo atemorizaba. <<¿Seré capaz llegado el momento?>> Se preguntaba continuamente. Solo había una manera de descubrirlo, y no tenía pensado probarla.

En el dia actual se levantó temprano, como era costumbre en él y se dirigió a la azotea. Para ello tenía que cruzar la cuarta planta, donde Milo estaba entrenando. Después de dirigirle un escueto saludo subió a la azotea. Le gustaba ese sitio, tenía una vista privilegiada, podía vigilar los alrededores del torreón y además estar a solas un rato. Una actividad cada vez más complicada para su gusto.

Al cabo de un tiempo algunos de sus compañeros salieron al exterior. Miraba a los pequeños y no podía evitar pensar que todo esto les venía grande. No es que él lo llevara muy bien, pero no soportaba su pura inocencia. <<¿Tan poco echan de menos sus hogares? >> Él echaba continuamente de menos Asrena, desde sus caliente dunas hasta sus oasis. Cuando los vio creando estallidos de plumas y luces púrpuras le dio un vuelco el corazón. Era magia, como en el cuento, como la que los había traído a Rocavarancolia. <<¿Pero qué...?>> Pensó antes de irse escopetado de la azotea, pensando en las posibilidades de ese descubrimiento.

A medida que iba bajando no tardó en escuchar los gritos de Hyung-su. Y movido por la preocupación y la curiosidad  siguió el origen del ruido. Llegó justo a tiempo para escuchar las palabras de Rena. Instintivamente dio un paso atrás, mirando de reojo el martillo. <<¿Era posible que hubiera querido matarla conscientemente? ¿O había sido un acto-reflejo?>>

-¿Hay alguna explicación coherente para esto? ¿O solo son impulsos homicidas?- Le preguntó al coreano olvidando por completo los trucos de magia del patio. Si estaba ante alguien peligroso para él quería saberlo. Aunque el lagarto aparentara calma y seriedad por dentro estaba nervioso, no por el coreano, pero sí por su martillo. No lo conocía y mucho menos en esas situaciones.

La mona del queso se tensó cuando Rena la cogió en brazos y por un momento se retorció inquieta por aquello. De por si no le gustaba que la trataran como niña, ni tampoco que la tocaran demasiado, tal vez un pequeño trauma de su vida en ordesta que ni sabía tener, tenía su espacio personal bastante bien formado y aunque aceptaba ser ella la que lo deshiciera no era lo mismo si el contacto lo empezaba a otro.

Pero por aquella vez Pam se tragó su orgullo y su inquietud, y mientras se limpiaba las lagrimas que quedaba bajando por sus mejillas, se recordaba como un cántico en su mente que una reacción mala en esa situación podría dar una mala imagen. Había perdido su mascara por uno momentos y ahora debía recomponerla de nuevo, ocultar sus emociones reales. Lo haría, en cuanto consiguiera dejar de hipar y controlarse al fin, cosa que no estaba siendo fácil.

-Intente hip...usar el hechizo de Nime, pero no pude, lo intenté muchas veces, pero nada -añadió sintiendo escozor en los ojos por el llanto anterior, que llevaba años sin sentir y donde las lagrimas había caído en un torrente casi imparable como si llevara años ahí almacenadas esperando su libertad- Lo recuerdo Rena, el dijo que no podría hacer magia cuando conté lo del hechizo térmico ¿recuerdas, verdad?...-murmuro y sintió como un par de lagrimas mas volvía a resbalar por sus mejillas sin que pudieras controlarla, ese hecho aun le dolía, por mas que la rabia en su contra pareciera haberse sosegado aguardando un mejor momento para salir, el dolor y la decepción no habían desaparecido aun.

-El atrajo a la mala suerte...hip...y por eso la magia no sale - añadió Pam mirándola a ella y a Hyun, empezando  frustrarse en serio con el condenado hipido que solo hacia que todo fuera mas exagerado de lo que hasta ella misma pretendía- Estaba triste, frustrada, decepcionada, porque estudie muchas horas esa hoja que cogimos y ahora esto. El llegó...y recordé como dijo que nunca podríamos hacer magia...y me enoje. Quería empujarle, sacar un poco la rabia de forma inútil y llorar...no hacerle daño de gravedad. No podría con este cuerpo, pero su presencia me recordó esas palabras y fue demasiado doloroso...porque si podemos hacerla ¿verdad? - murmuro mirando a Rena, mostrando realmente cierta ansias en sus ojos lavandas porque le dijera que si, una que no era fingida y que salia desde lo mas profundo de ella, esa necesidad de que aquello solo fuese un broma o alguna dificultad tonta o que no era el tipo de hechizos que ella podía hacer, lo que fuera- Yo también...hip quería ser especial- añadió bajando la vista diciendo eso totalmente en serio, mordiéndose el labio inferior, intentando dejar de hipar de una bendita vez.

Justo en ese momento vio llegar a Drusar que interpelo directamente a Hyun, aunque no llegó a escuchar lo que estaba diciéndole, mas concentrada en limpiarse los ojos con cierta saña para que no volvieran a llorar en minino otros diez años mas.

Por mas que se comportara como un adulta pues en su mundo de origen ya lo era, no es como si hubiera tenido niñez y por mas rebelde que hubiera sido, nunca había tenido oportunidad alguna por pedir cosas, por tener sueños, por que alguien le dijera que era algo mas que una mascota bonita. Solo una persona se lo había dicho de algún modo, Dama aroma y por ahora no estaba siendo del todo cierto. Si había huido de ordesta, pero seguía siendo tan común como siempre lo había sido, ni siquiera su inteligencia estaba ayudándola a la hora de poder hacer magia, lo que mas ansiaba.

El coreano escuchaba a Pam hablar con terror. Su cabeza era una maraña tan grande que se veía incapaz de responder rápido. Solo escuchaba como se hundía poco a poco. Y mientras, encima de todo, el dolor volvía lentamente, notaba punzadas en la barriga, el daño en la nariz que parecía ocupar toda su cabeza. Era injusto, ella jugaba la carta de la indefensa, de las lágrimas, si Hyun jugara del mismo modo solo sería patético. Dio un primer vistazo a su alrededor antes de fijar la vista en Rena. Intentó calmarse e hizo un esfuerzo en elaborar una respuesta a lo que Pam decía. Pero fue cuando llegó Drusar que le salió lo que decir. Acababa de llegar y ya iba al cuello del coreano, encima esa criatura repulsiva. Las palabras del coreano salieron en un tono más calmado y serio.

- No fue solo un empujón, yo me caí y en el suelo siguió pegándome. Me daba donde más me pudiera doler. Patadas en la barriga, golpes en la cara- cogió aire de forma entrecortada antes de seguir.- Yo la intenté apartar, alejar, no quería hacerle daño- entonces se le ocurrió. -Cuando ya no era capaz de hacer nada más, saque mi martillo, solo la asustaría para que se quitara de encima.- El coreano miró por primera vez a Drusar directamente a los ojos para terminar -Y ha funcionado- dijó cortante - como veréis ella no tiene ni un rasguño-