Torreón Letargo (Archivo VI)

Recuerdo del primer mensaje :

La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.

  Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia  Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.

  Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.

  Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.

-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.

La idea que trataban la gente en la cocina no le gustaba nada. La magia volvía estar en la boca de todos, y ahora que se suponía que Nime había conseguido hacer magia, se mostraba errónea la teoría que el coreano sostenía al respecto. Incapaz de aceptarlo el chico se encerraba en la negación. En parte deseaba que la gente no consiguiera nada, que ninguno pudiera hacer magia. Se sentía humillado ante todos, nadie le miraba de verdad, pero en su mente creía poder oir como todos pensaban en lo equivocado y perdedor que era. Levantó la cabeza buscando coincidir en una mirada con Eitne, buscando algún apoyo o consuelo aunque solo mirarle no fuera a cambiar nada. El daeleciano también estaba concentrado en Nime, emocionado al respecto. Así que siguió la vista de Eitne hacía la libense, que se preparaba para hacer la exhibición.

<<Sabía que no podía ser>> pensaba, esbozando una pequeña sonrisa de autosuficiencia mientras se recreaba al ver como el primer intento fallaba. Pero el público animaba a la niña a reintentarlo. Rena además explicaba lo que había pasado antes. En el fondo Hyun sabía que no se lo inventaban, no había razón para hacerlo. Pero se mantuvo callado en su negación. Y en poco se demostró cierto lo que decían las dos chicas. De nuevo volvió la vergüenza, por lo que el coreano prefirió quedarse un poco atrás a la hora de salir. Hyung cogió sitio sentado contra la pared. La gente no tardó en intentar repetir las indicaciones de la libense. Cada vez que alguien lo utilizaba salía algo diferente. Y cuando Rox también lo consiguió hasta le produjo ganas de intentarlo. Pero <<no>> suspiró <<Volveré a fallar como fallo en todo, me defraudaré a mi mismo y encima quedaré como un perdedor. Un hipócrita que dijo que la gente no podría hacer magia>>. No era capaz de fallar otra vez. Su ánimo estaba por los suelos desde el momento en que dejó la tierra y solo empeoraba. Notaba como un vacío se formaba en su garganta y sus ojos se humedecían. Asi que en silencio se levantó y entró de nuevo en el torreón hacia el dormitorio.

Neil, realmente emocionado con lo sucedido, no dudó en ir detrás de Nime cuando salieron al patio por sugerencia de Pam. Estaba en cierta medida contagiándose por el entusiasmo de su edeel. ¡Nime sabía hacer magia! ¡Y parecía ser magia inofensiva! Nada que les supusiera daño o malestar. Aquello fascinaba al aurva.

Para su desgracia no todo fue tan bonito y en segundo plano, ya que Adru, al verse incapaz de seguir los pasos para hacer el hechizo debidamente, tiró de él obligándolo a probar. Neil no había pensado en ningún momento que él tuviera la capacidad de hacer un hechizo y, en cierta manera, le daba bastante miedo, pero su edeel fue realmente insistente, obligándole a, al menos, probar a imitar a la libense.

Para su sorpresa, no le costó mucho realizar los pasos de forma correcta y decir las palabras adecuada, concentrado como estaba hasta el punto de ni siquiera ver los intentos de Eitne y como estos se habían traducido en una pequeña explosión de plumas. Aunque, lo que realmente le dejó boquiabierto fue  que cuando lo consiguió de sus manos también salió un chispazo morado en dirección al puñado de plumas que había en el suelo y antes no había estado ahí.

El miembro 'Muffie' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

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'Dado de 100 caras' : 16

El miembro 'Lathspell' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

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'Dado de 100 caras' : 69

Aquello era como un sueño. Nime estaba enseñando los pasos del hechizo y los primeros en aprenderlo pudieron ver rápidamente sus efectos. No parecía que el hechizo estuviera roto, pero Rena no acababa de hacerse una idea de cual podría ser su utilidad. Con cada persona tenía un efecto distinto, y tal vez esa fuera su propósito: una reacción proveniente de cada persona que luego debía ser interpretada por algún experto. O a lo mejor solo era una broma de mal gusto.

Rena jaleaba a cualquiera que probase, haciendo fiestas a los que lo conseguían. A Eitne llegó a alzarlo en brazos siendo el primero después de Nime en hacerlo. Ella no terminaba de ser capaz de imitarlo por culpa de la emoción, que le impedía concentrarse correctamente y memorizar los movimientos. Al menos a eso le achacó sus primeros intentos fallidos, y los segundos, y los terceros.

-No lo entiendo- dijo con el ceño fruncido- ¿Estoy haciendo algo mal?

Miraba el triangulo isósceles que terminaba de disiparse donde había aparecido. A lo mejor debía pedirle a alguien que le corrigiera.

La mona del queso se ausento un poco de su quehacer con el desayuno, para observar como era los movimiento que hacia Nime, así como memorizaba las palabras de aquel hechizo que extrañamente, si salio de manos de otros de sus compañeros sin mucho esfuerzo, haciendo que apretara con fuerza sus manos en puños ante la facilidad que parecían mostrar cuando acababan de aprenderlo. Su mente era un torbellino de pensamientos y emociones mezcladas, no solo no se le escapo quien era capaz de realizarlos con una soltura endiablada, así como aquellos que parecía costarle mas, como a Eitne por su tartamudeo, aunque al final si logró hacerlo...o Adru que se rindió rápido, algo que realmente fastidio a Pam.

También vio como a Rena no lo consiguió realizar, pese haber escuchado bien sus palabras y habían sido dichas con bastante precisión a sus oídos. Sintió un escalofrió, un deyavu ante sus propios intento del día anterior con el térmico. Sacudió la cabeza no queriendo atraer ala mala suerte con sus pensamientos fatalistas. Rena debía haberse confundido en algo, igual que ella el día anterior. << Aun así...¿Como es posible que a Eitne le salga pese a su tartamudeo y a gente que esta haciendo los movimientos y no tienes problemas de pronunciación no les salga de igual forma ? >> pensó sintiendo un frustración naciente, se mordió el labio inferior de forma insistente, una y otra vez mientras grababa casi a fuego el hechizo de Nime en su mente, junto con los movimientos que debían realizarse junto con este.

Si aquello no era suficiente, el hechizo no parecía tener un efecto común en todos, vio plumas saliendo de la nada, como si alguien hubiera acuchillado una almohada fruto de la frustración, algo que Pam empezaba a tener ganas de hacer; así como algún que otro efecto que nada se parecía al rayito de luz lanzado anteriormente contra el sofá. << ¿Tal vez el efecto de Rena no es visible a simple vista? >> era una opción, aunque esta se veía bastante confundida, como si realmente no hubiese sentido nada salir de entre sus dedos.

Sus labios ya lucían rojos y adoloridos de tanto mordérselos,  impaciente y algo angustiada termino saliendo de allí tras memorizar el hechizo, no pudiendo mas con aquella intriga y asfixiante congoja. Subió hasta llegar a la habitación que compartía con la mitad de grupo, donde nadie pudiera verle, para respirar profundamente y realizar el intento. Se concentro, tranquilizo los latidos de su corazón, dejo la mente todo lo en blanco que pudo salvo por las palabras del hechizo y al tiempo que la pronunciaba, realizo los movimientos indicados.

Nada salió. Respiro hondo de nuevo, espero un par de minutos para calmarse, antes de volverlo a intentar, mas despacio, diciéndolo todo mas claramente. Y de nuevo nada ocurrió. Lo volvió a intentar de nuevo, y otra, y otra...Ni una chispa, ni un calor extraño subiendo hasta las puntas de sus dedos, ni rayos de luz, ni polvo, ni plumas.

-Calma Pam C-Calma...tu eres especial...eres especial...hip...puedes hacerlo...te trajeron...hip...porque eres especial....- se repitió entre hipidos salidos de ninguna parte, viendo con sus manos temblaban levemente ante su incapacidad. Podía, podía, ella no era una mona del queso mas, no era ya esclava nunca mas...era alguien especial, con magia, capaz de valerse sola sin ayuda de los gigantes. Capaz de llegar a cualquier parte, de hacer cualquier cosa, con la capacidad de volver algún día a ordesta y mostrar que nunca mas podrián maltratarla, que no podrían darle ordenes; de decirle a esos estúpidos monos del queso y ordeses que servía para algo mas que ser una mascota, un objeto al que tocar y admirar, una bolsa de crías inservible- Yo...t-tambien...hip...puedo...-susurro ante el nuevo intento tembloroso. Estaba siendo positiva, ella podía, seguro que si, solo estaba nerviosa- mi magia...- susurro viendo pequeñas gotas de agua cayendo sobre sus manos, que traicionando sus deseos y pensamientos, se deslizaban desde sus mejillas.

Nime asistió a los intentos de los demás expectante, sin saber en quién fijar la mirada. No le salió a nadie de inmediato, pero ella seguía animándolos, sin acercarse para no comerse otra explosión de especias en toda la cara. Había gente que parecía hacerlo bien, pero ni Nime tenía muy claro cuándo se estaba haciendo bien y cuando no, a fin de cuentas ella ya lo había errado una vez.

Tenía la tentación de escabullirse a la cocina a picar algo, atribuyendo su cansancio a todas aquellas emociones teniendo la tripa vacía desde la cena de la noche anterior, pero no quería perderse los primeros hechizos de sus compañeros. Se sentó sobre un pedrusco y observó. El primero en obtener resultados fue Eitne, pero lo que resultó no fue lo que la niña se esperaba. Se levantó de repente, sintiendo un breve mareo por ello, y correteó hasta donde estaba el daeliciano. Se agachó a recoger varias plumas.
—¿Cómo lo has hecho…? ¡Con tus tartamudeos has hecho un hechizo diferente! —dedujo, orgullosa de haber llegado a aquella conclusión—. ¿Cómo lo has…?

La libense calló porque en ese mismo momento pudo ver cómo Neil conjuraba con éxito otro rayo morado. Allí donde chocó cubrió todo de polvo, y la niña se puso en pie de golpe una vez más. Había escuchado perfectamente al sinhadre, y eso tiraba por tierra su teoría. Aunque no le había visto mover las manos. Y antes de que pudiese decir nada, Zob había conseguido un hechizo diferente, prendiendo fuego a la estatua del patio. Fuego mágico, porque la piedra no podía arder de aquella manera. La cara de Nime era de una confusión máxima en aquel momento. ¿Era tan difícil repetir correctamente un hechizo?

Repasó con la vista a todo el mundo. ¿Era posible que cada uno fuese a truncar el hechizo de una manera diferente? Más de uno tenía cara de frustración, y Rena le puso voz a la pregunta que probablemente se estarían haciendo.
—Creo… Creo que en realidad nos está saliendo mal a todos. Por eso cada vez conjuramos algo diferente. En el sueño me dijeron que era un hechizo poderoso que invocaba fuerzas de no sé qué. Creo que ni yo lo he hecho bien. Tiene que ser eso.

Adru animaba a Neil con los puños cerrados, en tensión y expectante, atenta a todos sus movimientos. La fluidez con la que su aurva imitaba a Nime era increíble, e incluso intentó concentrarse en fijarse mejor en Neil para volver a probar. La falta de éxito inmediato le hubiera hecho cansarse enseguida de todas formas, pero lo que definitivamente rompió su concentración fue el estallido que se produjo cerca.
—¡Guau, Eitne, parece que has arreglado el hechizo! —Le dijo al pequeño daeliciano al ver que había sido el responsable de la aparición de aquel plumón—. Aunque Nime dijo… Aaah…
La edeel arrugó la nariz y en su rostro se compuso una mueca fácilmente reconocible. El potente estornudo resonó por todo el patio, levantando varias de las plumas a su alrededor que volvieron a comenzar a caer lentamente.
>>Dijo que eran especias picantes, no plumas. ¿Qué raro, no? —Se preguntó Adru observando el producto del hechizo, absorta.
La libense también parecía sorprendida por ello, pero mientras interrogaba a Eitne hubo más personas que lograron hacer magia exitosamente.

El primero fue Neil, cosa que atrajo de nuevo toda la atención de la chica hacia él.
—¡Sabía que serías… Aaah!
Había comenzado  felicitó al ver como salía todo aquel polvo de los dedos de su aurva, ya no tan extrañada de que el resultado fuese nuevamente diferente –pues parecía empezar a hacerse claro que aquella magia hacía algo nuevo cada vez, lo cual la hacía todavía más… “mágica”— pero fue interrumpida por otro sonoro y contundente estornudo. Esa vez fue polvo lo que se levantó a su alrededor, provocando una cadena de sucesivos estornudos.
>>Ah… ¡Cómo pica! —Dijo alegremente, a pesar de todo, mientras se frotaba la nariz con un dedo en sentido horizontal y entrecerraba un ojo.
—¡Ya sé! —Exclamó tras escuchar a Nime comentar una vez más que el hechizo debía estar roto. Adoptó una pose “triunfante” –completamente estropeada por el mohín con el que contorsionó su rostro al sentir el acceso de un nuevo estornudo que nunca llegó a expulsar- con un dedo alzado y el otro en jarras—. Debe de ser un hechizo para provocar estornudos. Y hay muchas formas de conseguir eso, así que funciona distinto cada vez. ¡A lo mejor es lo primero que piensa cada uno cuando se pregunta cómo hacer estornudar a otra persona!

La sinhadre se encontraba apuntando con el dedo hacia Neil con expresión sorprendida por haber llegado a aquella conclusión por sí misma (olvidando por completo lo que la libense mencionó acerca del sueño) esperando a que Neil o quizás Nime o Eitne le confirmasen su teoría, pues solo ellos podrían saber si sus suposiciones eran correctas, cuando su argumento se deshizo…
—¡En llamas! —Se acercó corriendo a comprobar cómo ardía la estatua de piedra a causa del hechizo de Zobriel, totalmente anonadada—. Has quemado por completo mi teoría —le dijo, riendo como si hubiese hecho un chiste muy bueno, al nublino, apartando tan solo fugazmente la mirada de la estatua—. Aunque… —Adquirió una pose pensativa—. Yo a veces me acercaba mucho a la chimenea y me entraban ganas de estornudar. —Se cruzó de brazos y se giró hacia el resto con una sonrisa confiada—. Seguro que a ti también te pasaba, Zob. Tiene que ser un hechizo para provocar estornudos. Si yo lo consigo hacer seguro que saldrán eryves porque siempre me hacen estornudar muy fuerte.
Aunque solo Neil entendería de que hablaba, la edeel se refería a unas flores que crecían no muy lejos de donde vivían y a las que parecía tener alergia. Nora siempre le decía que evitase acercarse a ellas, pero sus vivos colores impedían que Adru perdiese todo el interés en ellas por lo que siempre acababa recogiendo alguna a pesar de que sabía que siempre le producía una considerable irritación en su nariz y ojos.

En cuanto surgió el plumón, Eitne se tapó las manos con la boca y empezó a patalear el suelo emocionado, trotando en su sitio ¡Acababa de hacer magia! ¡Magia! Si lograba volver a casa, su abuela podría adiestrarle en los hechizos más poderosos y sería un Brujo Dulce. Pero aquello era lo menos importante ahora, si encontraban más hechizos (o descubrían qué hacer con este), podría ayudar al grupo a sobrevivir aún mejor que pintando las paredes (aunque él creía que eso también estaba funcionando). El niño observó al resto con el rostro brillante, iluminado por la ilusión.

Saber que más compañeros podían hacer magia era importante, en el pueblo se necesitaba a varios para poder realizar todas las tareas. A aquellos que no lo lograban, Eitne les dedicaba una mueca triste y una caricia en el brazo. Su madre lo pasó muy mal al descubrir que no había heredado la magia de la abuela  y entendía que la gente incapaz de usarla podía verse afectada por un proceso similar. Eso era lo que él había conocido.

El daeliciano se agachó y pasó un dedo sobre el polvo que había invocado Neil, dejando que se formara una pelotilla sobre su yema. Era polvo real; gris, pero real. Acto seguido cogió una pluma y la examinó igual que había examinado el polvo. Nada indicaba que fuera falsa. El muchacho se la colocó tras la oreja izquierda y se acercó hasta el triángulo recién quemado. Le parecía increíble la precisión con la que el hechizo lo había dibujado, incluso si su uso no estaba claro. Las líneas eran perfectamente rectas y aún irradiaban calor. Eitne acercó las manos y sonrió al sentir la calidez que se escapaba de ahí.

Mientras, había estado haciendo oído.

—N-no p-pasa nada —intervino tras las suposiciones de sus compañeros y la explicación posterior de Nime—. Descubriremos cómo funciona utilizándolo —Eitne lo tendría claro, haría el hechizo de nuevo en otro momento para ver qué pasaba. Acto seguido se giró hacia Zobriel—. E-eso que dices p-parece alquimia. Y n-no... M-mi abuela no c-conocía nada pa-parecido. P-pero conocía conjuros c-con funciones similares a las c-cosas que nos han pasado.

Además, creyó necesario añadir, para el resto.

—S-si no os salió ahora, n-no os preocupéis —les explicó, con la intención de tranquilizar a quienes aún estaban en el patio y no habían podido usar el pulso púrpura—. La h-habilidad de hacer magia, a v-veces tarda en manifestarse. Hay g-gente que jamás puede usarla, pe-pero a vosotros os p-prometieron que sí podríais.

Eitne ni se planteó que su explicación pudiera hacerles más mal que bien, en su cabeza sonaba totalmente motivadora. Convencido de eso, el niño pasó a agacharse para recoger las plumas, que irían directas al baúl de los adornos.

La explicación de Zobriel animó un poco a Rena, la de Eitne no tanto. No quería creer que nunca pudiera hacer magia, y viendo la situación, pues ella era una de las mayores y había bastantes críos que habían logrado hacer magia, era lo más lógico. Se sintió algo ridícula, pero decidió aferrarse a las palabras del nublino.

-Puede que sea eso y a algunos nos haga falta un empujón, como una muñequera o una faja- se rió, recuperando (o fingiendo que lo hacía) su buen humor.- Estaría bien tener algún manual de instrucciones o algo así sobre esto. A lo mejor Pelusilla encontró algo por el estilo en lo que estaba traduciendo.- la buscó con la mirada.-¿Dónde se ha ido?

Puede que la mona hubiese ido al baño, o a lo mejor se había enfadado como ella al no salirle el hechizo. Si era por eso había que contarle las opciones cuanto antes.

Polvo. De su hechizo había salido polvo. Neil miró el polvo entre sorprendido de haber sido capaz de lanzar un hechizo y extrañado. ¿Por qué polvo? A su lado, Eitne había hecho aparecer plumas. Plumas mucho más bonitas de lo que su polvo nunca sería. ¿Quería decir aquello algo? “¿Mi magia es defectuosa o está mal y por eso no saco bonitas plumas?” se preguntó triste.

Él no entendía nada, pero intentó aliviar a su edeel cuando esta comenzó a estornudar a mitad de felicitación. Neil no pensaba que debiera felicitarle por una magia mala. Cuando la sinhadre dijo que quizás se trataba de un hechizo para provocar estornudos,  Neil le dedicó una pequeña sonrisa, no muy convencido por la teoría (había cosas que le hacían estornudar más que el polvo), pero muy agradecido porque su edeel, lo hiciera con intención o no, había aliviado su sentimiento de inutilidad con sus palabras aunque fuera un poco. Quizás no fuera un negado para la magia, quizás simplemente la magia reaccionaba de maneras distintas a unos y a otros.

- Eryves- susurró, corrigiendo a Zob-. Son unas flores muy bonitas de Sinhdro que hacen estornudar a Adru.

Las palabras de Eitne también le animaron. Posiblemente, si su teoría de que la magia no reaccionaba igual a unos que a otros, quizás la razón por la que su magia era mala era porque todavía no había llegado toda a él. Posiblemente, el fuera el que tenía menos magia de los que habían conseguido hacerla o la más mala. En realidad, no tenía ni idea. No sabía cómo funcionaba la magia, ni si la suya era mala o poca o tenía que esperar o así se quedaría. La incertidumbre le inquietó, pero siguió practicando el hechizo sin terminar de concluirlo simplemente para memorizarlo.

Al llegar al cuarto lo oyó, alguien lloraba en la habitación de al lado. Sin embargo no le salía la más mínima compasión que no fuera por si mismo. Él también lo pasaba mal, y solo le repelía la idea de tener que consolar a nadie. Pero ¿y si era Eitne el que lloraba? <<No, Eitne seguro está abajo haciendo magia con el resto>> pero aún así. Se levantó y restregó la manga por su nariz mientras absorbia el moqueo. Se acercó a la puerta del otro dormitorio y empezó a abrirla lentamente esperando poder evitar que le viera el que lloraba dentro. Sin embargo un crujido le delató. <<Oh mierda>> encima la que lloraba no podía ser otra que Pam ¿Que le podía decir a esa enana calva?

- ¿Todo...bien?- Se había metido de cabeza en esa situación incómoda. Y ahora su mente trabajaba extrarrapido buscando una forma de salir.

La mona del queso se encontraba demasiado concentrada en aquella pena que la había invadido, a pesar de que sus pensamiento buscaban convencerla de que algo debía estar fallando y por eso aun no podía hacer magia. Aquellas lagrimas no eran suyas, ella no lloraba, llevabaaños sin llorar, ni recordaba cuando fue la ultima vez que lo hizo sabedora de que aquellas no servían de nada ni solucionaban nada.

¿Porque lloraba? Aun no se iba a rendir. Ellos eran especiales, por eso estaban allí, ella era especial.

Un nuevo intento, mismo resultado. Por mas que intentaba ser positiva aquello empezaba a ser mas y mas difícil, se sentía frustrada por su falta de habilidad, fastidiada porque sus esfuerzos no parecieran servir de nada y las ganas de llorar que parecían haberle vencido contra sus deseos, haciendo mostrar un parte de si misma que odiaba, se iba poco a poco transformando en enojo. Se sentía engañada, traicionada y como si la suerte estuviera jugandosela, como si la hubiera abandonado del todo...la frustración que sentía se acumulaba como veneno, la impotencia y la rabia intentaban destruir la mascara de niña buena que le ha permitido sobrevivir hasta ahora. Le parecía injusto, su situación era injusta, irrazonable, que el trabajo duro no fuese compensado mas que con desilusiones y fallos no era lo que había esperado obtener por centrarse en aprender aquella magia.

Nuevas lagrimas caían traicioneras sobre sus manos, que había dejado de temblar y Pam las miro con rabia. Y en ese momento el sonido de la puerta abriéndose, le hizo volver a la realidad.

Como un resorte, la mona del queso clavo sus ojos lavanda en la figura del humano, ojos con claras marcas rojizas bajo estos, donde algunas lagrimas aun resbalaban, nítidas, por sus mejillas. La rabia, de algún modo, se incremento. Mostrar esa debilidad era algo que no quería que nadie viera, menos precisamente Hyun, aquel que había dicho días atrás que no servia de nada aprender magia porque no podrían hacerla.

El recuerdo de aquellas palabras eran como bilis en su garganta, recordar como ella había negado ese hecho que ahora parecía confirmarse para algunos, incluyendola. Sus presagios de mala suerte haciéndose realidad para ella, le habían maldecido, habían hecho morir su magia antes siquiera de que naciera. La había abandonado dejándola seca y con ganas de devolver aquella mala suerte con rabia.

-Esto es tu maldita culpa- murmuro la mona del queso sin poder contenerse levantándose del suelo donde en algún momento, entre sus contantes intentos había acabado sentada, sin dejar de mirarlo, sin limpiar sus lagrimas habiéndose olvidado momentáneamente de ellas- Tú...tu...me diste mala suerte, mataste mi magia...me la quitaste antes siquiera de que pudiera usarla- susurro sin apartar su mirada de el, con rabia aun contenida. No le importaba sino entendía a lo que se refería, tampoco le importaba que aquello careciera de sentido alguno. Llevaba buena parte de su vida teniendo que mantener sus reales deseos, sus reales palabras, su verdaderos sentimientos bajo siete llaves y ahora era incapaz de contenerlos. Por un breve instante no pudo seguir manteniendo su mascara. Pam explotó, sacando toda la frustración que sentía.

-¡TODO ESTO ES TU MALDITA CULPA! -le grito y a pesar de su pequeño tamaño, de que poco o nada podría hacerle, se lanzo contra el. Tan solo quería golpear algo, maldecirle, sacar la impotencia y dejar de sentirse de aquella forma. Quería que dejara de doler ver sus ilusiones irse a la mierda, solo quería una excusa para sacarse la mascara que guardaba sus emociones y pensamientos, y llorar.

No le importaba parecer un niña pequeña teniendo un berrinche. En el fondo seguía siéndolo, por mas que se hubiera visto obligada a madurar de golpe.

Dio un primer paso hacia delante, le extrañaba verla llorar. Esta era su victoria, se demostraba que Hyun se equivocaba. Sin embargo allí estaba también fastidiada. El coreano sintió cierto regocijo  al ver que ella no se sentía ganadora. Pero entonces ocurrió sin aviso alguno.

Poco tiempo tuvo para reaccionar, dio unos pasos atrás viendo la inestabilidad del bicho, mientras este se levantaba. No tuvo tiempo para reaccionar al ataque de la niña. Trastabilló y calló al suelo. Los golpes provocaron un primer dolor que pronto olvidaría el coreano a causa de la adrenalina. Aunque el corazón ya no se le aceleraba, su respiración no iba del mismo modo. Inundado por el nerviosismo, el pánico, la ansiedad. Hyun trataría de quitársela de encima. De tirarla contra cualquier sitió, de hacerle daño. Pero si eso no funcionaba fácilmente, o si volvía a arremeter, no tardaría en sacar el martillo del bolsillo, desesperado por librarse, y sin ser muy consciente de adónde golpeaba trataría de dar a la mona, y no pararía hasta quitársela de encima. Cualquier cosa para que se alejará. Incapaz de pensar en consecuencias.