Torreón Letargo (Archivo VI)

Recuerdo del primer mensaje :

La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.

  Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia  Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.

  Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.

  Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.

-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.

Nime no comprendió del todo las cosas que dijo Hyung, en primer lugar porque parecía tomarlos por críos de teta, y en segundo lugar porque respecto a lo de salir a buscarlos le pareció que era Pam quien tenía razón. Pero el ambiente parecía demasiado tenso antes de la intervención de Rena, y la experiencia le decía que era mejor por lo general no intervenir en esos casos.

Esperó muy cerca de la entrada, a veces se sentaba en el suelo, o abría una rendija la puerta y se asomaba al exterior, o daba vueltas por la planta baja. No se le ocurría nada para distraerse, y por eso el tiempo pasó excepcionalmente lento para ella.

Precisamente por no dejar de asomarse al exterior pudo ver llegar a los desaparecidos solo un poco después que Adru. Dio un bote de alegría y perdió un momento anunciándolo a los cuatro vientos, colaborando en el alboroto que se armó por el regreso de Rox y Milo.

Cuando pisaron el puente Nime se lanzó hacia ellos soltando preguntas una detrás de otra, muchas de ellas redundantes y que se solapaban con las de los demás, como «¿os han hecho daño?» o «¿dónde habéis estado?». Se sentía tan aliviada de tenerlos de vuelta que el mal aspecto de Milo era incluso secundario. Si nadie la apartaba, seguiría de cerca a los recién llegados por el torreón para no perder detalle de lo que contasen.

Rena no fue de mucha ayuda con la cocina, para su desgracia. Había demasiadas manos expertas y ella era más bien torpe, por lo que se limitó a llevar y traer cosas como cubos de agua o cacharros de las estanterías cuando se lo pedían, y a picotear ansiosa trozos de pan. La inactividad estaba haciendo mella en la irrense y a cada minuto estaba más preocupada, desviando la mirada a la puerta, luego a los cocineros, y de nuevo a la puerta.

Adru anunció que había localizado a los faltantes un rato después, y Rena saltó del sitio para abrirles la puerta. Rox traía a Milo que no tenía muy buena cara y unos moratones horribles en el brazo.

-¡Joder, joder! ¿Qué te ha pasado?- preguntó, pálida como la leche. Se ofreció para guiar a Milo al sofá y liberar a Rox, que también debía estar cansado.

Los revisó a ambos en busca de alguna herida más.

Tal y como era de esperar, el jaleo se armó tan pronto como se dio la voz de alarma. Trató de responder a las preguntas de Nime según esta las hacía, pero desistió en lo que perdió el orden de respuestas por segunda vez. De igual forma, dentro de la seguridad del torreón les tocaría informar sí o sí, y mejor hacerlo con todos delante que de uno en uno.
Aquel recibimiento hizo que algo dentro suya se removiera. No solo por comprobar que todos estaban bien, sino que además no esperaba ver caras de preocupación de gente a la que acababa de conocer; y aunque es posible que algunas solo fueran por el miedo a lo que había ahí fuera y la posibilidad de resultar atacados, el alivio general del grupo resultaba reconfortante. Tanto fue así que en lo que Rena les echó una mano y Pam les ofreció descanso, inconscientemente, Rox se había ruborizado y sonreía a pesar del cansancio.

—Gracias. Así como urgente... creo que solo nos morimos de hambre.

Agradeció la ayuda de la irrense, y en lo que se hubo sentado en un sillón, se esforzó en resumir lo mejor posible lo sucedido.

—Yo estoy bien, no me pasa nada, en serio. Milo es el que no ha salido tan intacto. —confirmaba lo obvio, pero quería asegurarse de no angustiarles más de lo que ya estuvieran con la idea de un segundo herido—. Cuando nos separamos la... cosa esa se nos pegó. Se me pegó a mi, más bien. Corrimos un buen rato hasta que el encapuchado se lanzó sobre Milo sin razón aparente y... —se llevó una mano a la cara, apartándose el pelo mientras resoplaba—. Cada vez que le rozaba le salía una de esas heridas, y yo no hice nada mejor que entrar en pánico. A mi no llegó a atacarme, y no tenía pinta de ir a hacerlo, pero Milo casi se desmaya. Logramos espantarle atacándole y luego se largó sin más. El resto del camino no nos pasó nada.

Ahora con calma, el coreano observó las heridas de su compañero desde el sitio. Visualmente no eran nada bonitas, pero no parecían ser letales. De momento rezaba porque no resultasen ser dementores venenosos o algo peor. Apartó la vista y miró al resto, recostándose en el respaldo. El olor a comida hizo que le sonara el estómago, sacándole un suspiro.

—¿Alguna idea de lo que eran esas cosas? ¿A vosotros os persiguieron dos, no? ¿Los espantásteis sin problemas?

Mientras iba y venia de la cocina para poner la mesa, pudo escuchar la explicación de Rox sobre lo ocurrido, un teoría empezando a tomar forma en la mente de Pam al unir los cabos suelto del relato de Rox con lo que les había pasado a ellos. Se quedo fuera, pensativa observando al humano y el estado del irrense, dándole vueltas a un pequeño detalle mencionado por este que fue lo que la incito a ser la que respondiera las ultimas pregunta.

-No sabemos -negó con la cabeza pues aunque había estado dándole vueltas sobre que eran esas capuchas, no había llegado a nada- Ain y yo nos libramos de nuestras capuchas personales atacándolas -explico Pam sin dar mucho detalle, Rox ya había vivido y sabría a lo que se refería. La niña observo a Milo <<Rox dijo que la capucha la perseguía a ella...y Milo fue el que le ataco inicialmente>> no estaba segura realmente, pero simplemente juzgando por la como estos seres no habían osado hacerles daño ni a ella ni a Ain, y aparentemente tampoco a Rox, pese a haberles atacado; y si a Milo, empezaba a formarse una idea aproximada de todo el escenario. Mas al saber a quienes decidieron perseguir.

-Y tengo una teoría de lo ocurrido -explico Pam, con su atención mayormente puesta en quienes salieron a aquella excursión. Prosiguió con voz tranquila y pensativa, bastante clara y sin andarse con rodeos- Ninguno de esos seres ataco a su escogido, por mas que le atacáramos. Pero el de Rox si lo hizo con Milo, un no escogido, que encima le lanzo una piedra antes de que nos separásemos. Nadie mas lo hizo - no estaba del todo segura de cuan correcta era su teoría con tan poca información, pero aquello era mejor que la total ignorancia, mas si volvían a encontrar con esas cosas.

-No puedo asegurarlo, por algo es una teoría, pero creo que esos seres atacan a cualquiera que los dañe, mientras no sea la persona a la que tomen como anfitrión. -explico Pam bastante segura de su teoría aunque no pudiera corroborarlo. No sabia si eso de atacar si les dañaba se extendía a su anfitrión pues ni lo habían comprobado, ni había podido ver lo que había ocurrido dentro de la madriguera de aquellos roedores espinosos. <<Aunque es posible, mas si tengo la visión de ellos de un tipo de parásito. A una de esas cosas no le convendría que su anfitrión muriera>> pensó Pam mirando a sus compañeros de desventuras para saber que opinaban al respecto. Aunque se supiera mas inteligente que estos, una segunda opinión sobre algo podía darte mas información que el cerrarte en banda ante cualquier otra teoría, mas cuando la información era un poder ante la falta de magia o conocimientos de lucha.

—Se a lo que te refieres, pero no creo que a él le haga gracia —le respondió a la pregunta sobre Eitne en el mismo tono de voz, esbozando una sonrisa y franqueando por fin la puerta del torreón. El recibimiento fue el esperado, pero en cuanto Hyung se les acercó Milo hizo amago de soltar a Rox para moverse por sus propios medios. Lo hizo demasiado rápido, sin embargo, y estuvo a punto de perder el equilibrio, pero por suerte Rena apareció de la nada y le ayudó a llegar hasta el sofá.
—Estoy bien, de verdad, solo son un par de moratones… —murmuró en respuesta a su pregunta, quitándole importancia a su estado y dejando que los demás hablaran de la salida sin intervenir en la conversación.

Nunca le había hecho gracia ser el centro de atención y aquella situación le incomodaba sobremanera, pero ocultaba sus pensamientos y malestar tras su media sonrisa habitual. Cuando el medio australiano mencionó su desmayo, sin embargo, el irrense decidió que era hora de salir de escena y, disculpándose, se puso en pie.
—Que Rox os cuente lo que pasó con detalle, a pesar de lo que acaba de decir se bastó él solo para espantar al encapuchado. Yo en realidad no serví de mucho —rió con humor, cediéndole todo el mérito a su compañero—. Unas horas de sueño me dejaran como nuevo... —informó, gesticulando en dirección a las habitaciones de forma ambigua antes de despedirse y perderse por las escaleras.

Llegar al torreón y confirmar que los demás estaban bien le había dejado exhausto e incluso había perdido el apetito una vez se esfumaron los nervios, pero no tenía ganas de poner en común la extraña experiencia que acababan de vivir. Su desmayo, sin ir más lejos, tenía poco que ver con el ataque del encapuchado y no quería que los demás estuvieran al tanto de ese detalle, porque de estarlo tendría que darles explicaciones sobre su enfermedad. Milo odiaba inspirar lástima de ningún tipo, por eso evitaba compartir su historial médico con nadie, y prefería desaparecer de escena antes que revelar el verdadero motivo de su desvanecimiento.

Avanzó hasta su habitación apoyándose en la pared y, una vez dentro del cuarto, dejó la espada corta sobre su baúl antes de tirarse sobre la cama boca arriba. Los párpados del norteño empezaron a cerrarse casi de inmediato, sin que le diera tiempo a darle vueltas a ningún pensamiento, y apenas unos segundos después su respiración ya se había vuelto pesada y tenía una cadencia regular.

En unos segundos practicamente todo el mundo se arremolinó entorno a Rox y Milo. Todos los recibieron preocupados, intentando mostrarse amables y atentos. Hyung se mantuvo unos segundos con ellos, pero viendo tanta gente a su alrededor, se sentía como si no pegara ahí. Tras mantenerse de pie un largo e incomodo segundo, sin saber muy bien como salir de esa conversación en la que, realmente, no tenía nada que decir, se dió la vuelta y se fue en silencio al patio. No era una salida muy natural pero le sirvió.

Fuera estaba Ain tumbado. Hyung se sento cerca. Recordaba el bufido que había soltado antes el otro chico, mientras se planteaba el hablarle. <<Quizas no bufaba por lo que dije>> se convencía el coreano. Tampoco parecía con ganas de hacer muchos amigos, pero Hyung ni podía ayudar en la cocina, ni sabía que otra cosa hacer. Anelaba hablar con su hermana mayor y el hecho es que hacía tiempo que quería charlar con alguien humano; le ponía nervioso tanto "extraño".

-Bueno...- dijo con la voz casi temblorosa -...al final han vuelto- El coreano miró al otro chico casí disculpandose por su actuación cuando Ain y los otros habían llegado; temeroso de otra respuesta borde, porque, a parte de con miradas de "deseo tu sufrimiento", Hyung nunca había sabido muy bien defenderse. Tomó aire y prosiguió lentamente -¿Visteis algo más de la ciudad?-

Al final resultó que no era el único que había decidido ponerse a cocinar y varias personas se ofrecieron a ayudar. Entre todos decidieron rápidamente lo que cocinarían y se distribuyeron el trabajo, quedándose Neil para sí de forma algo egoísta la preparación de la comida de Eitne, ya que sería la más dulce y, por lo tanto, el tipo de cocina favorita del aurva.

Concentrado en la preparación de la comida el sinhadre no se percató de la llegada de Rox y Milo hasta que no oyó las exclamaciones siendo estas acompañadas por la suya propia cuando vio las condiciones en las que llegaban. Sus manos comenzaron a enredarse del nerviosismo y la preocupación se veía reflejada en su rostro. Realmente, Neil no tenía ni idea de qué debía hacer en esas situaciones y siempre terminaba moviéndose de forma nerviosa por todas partes, por lo que se obligó a sí mismo a hacer algo de provecho, tranquilizarse y terminar con la comida. “Por lo menos así puedo ser de ayuda” se dijo.

Poco después e intentando no mirar a los moretones del cuerpo de Milo, pero ciertamente aliviado al ver que realmente no se encontraban él y Rox del todo mal, anunció que la comida estaba terminada y se dispuso a poner la mesa y servirla.

Al final no tuvo que esperar mucho y vislumbró a las figuras justo a tiempo de interesarse por ellas en lugar de hinchar los mofletes y salir corriendo hacia la planta baja con la velocidad de un meteorito que hubiese atravesado el techo de cada planta del edificio. Se levantó de un salto y gesticuló enérgicamente mientras llamaba a Rox y Milo en voz alta, inconsciente de que aquella no era precisamente la mejor idea. Lo único que ocurrió, no obstante, fue que casi pierde el equilibrio de la emoción y, tras la lucha por mantenerse en pie, la sinhadre decidió que de todos modos tenía que bajar para manipular el mecanismo del puente. Así lo hizo y, sin detenerse en ningún momento a excepción del choque anecdótico contra un mueble en su camino, la edeel bajó hasta el sótano, saludando a Rox y Milo nuevamente sin darse cuenta del estado del irrense al atravesar la cocina, y elevó el puente mientras tarareaba una cancioncilla.
Llegó a tiempo, no obstante, para escuchar a Milo justo antes de que se fuera y fue entonces cuando se dio cuenta de que no tenía muy buen aspecto. Una idea había comenzado a formarse en la cabeza de Adru, pero decidió que tal vez era mejor asegurarse antes de asustar a Neil. Además todos habían vuelto enteros y el propio irrense había asegurado que solo necesitaba descansar. Al fin y al cabo, ¿qué clase de pruebas serían si no tuvieran cierta dificultad?

Todo el mundo se ofreció a ayudar a su aurva a cocinar, así que la sinhadre no sabía que hacer mientras tanto. Se movió de un lado a otro de forma nerviosa hasta que se le ocurrió acercarse a Nime con una enorme sonrisa, darle un toquecito en la cabeza y decirle: “¡tú la llevas!” antes de echar a correr por el patio exclamando que la atrapase y animando a gritos a Eitne también a unirse. No podía ser que los más pequeños del grupo no quisiesen jugar con ella al pilla pilla y ya había gente suficiente ayudando a su aurva con la comida.

—Justo a tiempo para reponer fuerzas antes de continuar —comentó alegremente cuando vio que la comida ya estaba lista, reconociendo el olor a comida siendo servida en la mesa, frenando en seco antes de correr en dirección a la cocina.

Cuando el irrense se puso en pie, temió haber hablado demasiado. Quizás se sentía humillado y eso era lo último que necesitaba. En cualquier caso necesitaría descansar, por lo que de tener que disculparse o recalcar que lo habían hecho entre los dos, sería para luego.

Escuchó con interés la hipótesis de Pam, llevando una mano a la boca mientras le daba vueltas.

—Tiene sentido. Entonces son algo así como sanguijuelas... —miró hacia el frente, destapándose la boca—. Ay. Son unos gusanos de la Tierra que se te pegan a la piel y te chupan sangre. Y Zob, no sé. Todo pasó muy deprisa. Al menos sabemos que el truco está en que si te siguen, hay que atacar, y el resto que corra.

Estaba demasiado cansado como para considerar otra teoría o añadir nada más útil, y todo lo que había dicho la mona del queso parecía tener sentido como para debatírselo. Incluso de no tener coherencia, el coreano no tenía el cuerpo como para pensar. Rox bostezó, se recostó en el sillón y cerró los ojos unos instantes, al menos hasta que la comida estuviera lista. No llegó a dormirse, ya que el dolor de estómago por la falta de alimento le tuvo torturado durante la espera.

Tras estar la comida preparada y servida tomó asiento y no mantuvo conversación, sumido en su propio plato. No imaginaba que tan vacio tenía el estómago hasta que notó todo el recorrido del primer bocado que tragó. Mientras su cuerpo aguantase no dejaría quietos cuchillo y tenedor. Al terminar, ayudó a recoger y limpiar los platos: después de todo, tampoco es que hubieran hecho nada de especial provecho. La estrategia de distracción no había resultado, y lo único que habían aportado aquel día eran nervios para los demás.

—Espero que no os importe que me relaje un rato yo también... —se quitó el agua de las manos con una sacudida, tapando un bostezo a continuación—. ¿Alguien se va a bañar? Voy a subirle algo de comida al herido y luego me pido la bañera.

Sirvió lo que había quedado de la ración del irrense y subió al piso de las habitaciones. Al dar con él en una de las camas le llamó en voz baja para despertarle, con pudor a que tuviera malos despertares o estuviese de mal humor.

—¿Milo? Ey. Te he subido algo... —no despertó. El coreano miró a ambos lados, y aprovechando que aquello no dio resultado, Rox alzó la mano libre para tocarle la punta de la nariz, más por curiosidad que con la intención de despertarlo.

Había cerrado los ojos, poco a poco había dejado de pensar y notaba como el sueño se imponía en mí e iba a dejarme llevar cuando una voz me despertó. Miré hacia el origen, justo la persona a la que deseaba ver… Me incorporé un poco –Eh…- mi cabeza tardo un poco en reaccionar y en cuanto caí en la cuenta de que se refería a que Milo y Rox había regresado me alegré, a pesar de haberme despertado de la siesta.

Por dentro me seguía reconcomiendo el comentario de antes, pero de todas formas no podía culparle. Ninguno de nosotros habíamos hecho nada para buscarles. Hyung siguió hablando, me preguntó por qué habíamos visto en la ciudad –en verdad nada, no hemos tenido mucho tiempo para hacer turismo.- Pretendí que sonase como una broma, aunque el tono que use no fue el adecuado –La ciudad es demasiado grande y  si  solo la vemos entre carreras y Cosas que nos persiguen no creo que vayamos a visitarla mucho.- estaba intentando redimirme por el bufido con un poco de humor.

-Bueno, me voy dentro, a ver si necesitan algo.- Ya me había resignado a no dormir durante ese rato. Cuando llegaba a la puerta tuve que apartarme rápido si no Adru me hubiese llevado por delante. Una vez dentro vi que Milo no estaba, algo que me extrañó pero no le di demasiada importancia ya que nadie parecía demasiado preocupado.

Comí en silencio, más por el hambre que tenía que por otra cosa, aunque el hecho de estar cansado también ayudaba. Comí más rápido de lo habitual quizás a partir de ahora debería desayunar algo más que un mísero bollo y una pieza de fruta. Después de la comida Rox inconscientemente me recordó que necesitaba un baño, era buena idea quitarme toda la suciedad del cuerpo. –Yo pretendía darme un baño también, avísame cuando termines, estaré tumbado por algún lado- Vi jugosamente uno de los sofás y me tumbé a esperar con los ojos cerrados.

Lo mencionado por Rox no parecía muy diferente a lo que ella misma pensaba de esos seres así que se quedo satisfecha con su respuesta. Sabiendo eso, si volvían a encontrarse con ellos, sabrían lo que hacer en el caso de que se pegara a alguno de ellos.

Con la mesa ya servida y la conversación terminada, Pam tomo asiento frente a su plato, comiendo con ganas tras el largo y peligrosos paseo por las calles de la ciudad. Al finalizar su comida, basada en la ensalada de frutas y verduras, fue a dejar los platos para lavarlos, escuchando a Rox y Ain mencionar lo de bañarse. Pam se miro a si misma, hasta ese día había estado simplemente lavándose fuera en el patio tras conseguir subir un cubo por cuenta propia y mucho esfuerzo. No iba a tomarse todo el trabajo de llevar cubo por cubo a la bañera de arriba, siendo que seria algo que le llevaría toda la tarde.

-Yo lo haré también, pero lo haré en el patio -informo Pam como un simple dato.

Tras decir eso subió a la habitación  para coger un jersey azul descolorido que haba estado arreglando en los últimos días para adecentarlo a su tamaño, aun necesitaba algunos arreglos, pero valía perfectamente como una vestido. Con este en manos bajo de nuevo hasta el patio.

-¿Alguien me ayuda?- pregunto señalando el pozo con un gesto y mirando a los que un pululaban por la planta baja. En cuanto lo tuviera lo llevaría a la cocina para calentarla, porque ya que había descubierto lo magnifica que era el agua caliente no iba a desaprovecharla, menos con el frío que ya pasaba de normal en aquel lugar.

Milo se quitó de en medio rápido y Rrena se quedó con un desagradable nudo en el estómago por la preocupación, aunque no hiciera ningún gesto para expresarla. Estuvo atenta y en silencio a la conversación sobre los encapuchados, asimilando las teorías de sus compañeros y buscándoles un sitio apropiado en su cabeza. Al menos, si se los volvían a encontrar, tenían una forma para librarse de ellos, pero eso no le ayudaba a olvidar los chillidos de los rataespines y sus cuerpos moribundos arrastrándose.

La cena estuvo lista y Rena comió todo lo que pudo. Eso sí, con mucha menos ansia. Cuando terminó, se escaqueó vilmente de la limpieza y se sentó en el sofá a descansar hasta que Pam pidió ayuda para sacar agua del pozo.

-¡Voy!

Como era pequeñita, no hacían falta muchos cubos. Rena evitaba mirarla para que no se sintiese cohibida, pero no pudo evitar darse cuenta de algo.

-Oye, ¿por qué no te pones bragas? Se te va a enfriar el culo.

Pam miro a Rena con desconcierto, cuando ya estaba de vuelta en el patio con su agua caliente y se encontraba quitándose el poncho para bañarse sin pudor alguno en ser vista. Sus palabras no tenían sentido alguno para la mona del queso.

-¿Que es una 'braga'? -pregunto Pam parpadeando lentamente, confusa. Pues un rápido vistazo a todo lo que había aprendido a lo largo de su vida, le confirmaba que eso era algo inexistente donde había vivido, o al menos jamas lo había visto o escuchado, ni siquiera a los ordeses.

<<¿Ropa de algún tipo? Como esas faldas que llevan las ordesas, tal vez...>> era a la conclusión que podía llegar ante la mención de la zona de su anatomía que estaba enfriándose por la falta de esta. Miro atentamente a Rena de arriba abajo, ella no llevaba falda alguna, solo aquellos pantalones.<<¿O tal vez es algo como lo que ella lleva puesto, pero que ella lo conoce con otro nombre?>> era otra posibilidad, aunque la fuente hubiese cambiado el idioma había palabras aun inexistente o cambiadas en el vocabulario de cada cual.

Rena alzó una ceja. ¿De verdad no existían las bragas en el mundo de la mona?

-Es una prenda de ropa ligera que se lleva para cubrir lo que viene siendo el culo y lo de alante. También están los calzones que normalmente usan los tíos, pero no es que sea algo escrito en piedra, yo los llevo a veces, son jodidamente cómodos, aunque sobre tela.

Miró a su alrededor con cautela y bajó un poco la cinturilla de sus pantalones para enseñarle la ropa interior. Eran unos culottes de algodon color verde militar.

-¿Ves? Así tus partes no están en contacto directo con la ropa ni con el suelo ni nada, estan protegidas. Y son monas, ¿verdad?- se echó a reir. Se sentía muy extraña teniendo que explicarle a alguien lo que era la ropa interior.

Le dijo a Pam que había bragas en un baul en el primer piso y que eligiese alguna si quería y se volvió al salón donde se quitó las botas y se apoltronó en un sillón con las piernas por alto. Si algún día tenía nietos, iba a ser una anécdota graciosa. Incluso podía contársela a sus hermanos cuando volviera. << Si vuelvo...>>

El llevar tanta ropa no tenia sentido para Pam, aunque si que parecía abrigador y de bonitos colores, con eso ganaba algunos puntos positivos en la mente de la mona del queso. La mención de la protección que supondría llevar una de esas 'bragas' fue finalmente lo que mas le convenció.<<Parece absurdo que una cosa tal delgada pueda proteger algo realmente>> pensó Pam que aunque  seguía dudosa sentía algo de curiosidad.

-Es bonito - acepto. Si ya era cómodo y útil tendría que averiguarlo ella misma. Agradeciéndole a Rena con la cabeza termino de bañarse, poniendo a secar el poncho tras lavarlo y colocándose el jersey, que le quedaba como un vestido.

Cuando ya se dirigía arriba a ver el baúl mencionado por la irrense algo mas capto su atención. Los pies de Rena estaban cubiertos con una tela, habiéndose quitado aquel pesado calzado. <<¿Eso también protege acaso?>> pensó Pam con una ceja alzada, no comprendiendo aun la necesidad de llevar tanta ropa, ella había vivido desnuda durante años, ella y todos los monos del queso, y estaba perfectamente. Y lo que le resultaba aun mas extraño era ese pudor a ser vistos.

Subió a la primera planta para buscar alguna de esas bragas y algo parecido a lo que llevaba Rena en los pies. No tardo en encontrar ambas cosas, aunque pronto averiguo que ambas le estaban grande, la bragas se le caían y esas especie de manoplas no se ajustaban bien tampoco. <<Ya que voy a intentar probarme estas cosas escojamos algo bonito para arreglar>> le había llamado la atención la ropa interior de Rena, con ese color verde, no era su color favorito pero le recordaba a la hierba, una que echaba de menos en esa ciudad gris y estéril.

Se tomo aquello como un nuevo descubrimiento que debía probar, así que se propuso encontrar algo de ambas prendas que pudiese adecuar a su tamaño. Cuando acabara, ni su trasero ni sus pies, pasarían frío de nuevo.