El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

-Vaya... pues no me hace mucha gracia -dijo alicaído al escuchar las opiniones de los demás. Lejos de tranquilizarlo diciendo que era soportable le habían agobiado más con la confirmacón de que a todo el mundo le resultaba molesto mirarle-. Veré qué hacer para la fiesta -murmuró.
Noel también hizo notar lo de las plumas y Wen les llamó a ambos defectuosos. Gael se enfurruñó sin saber que contestar, porque le avergonzaba más de lo que quería reconocer. Por suerte, a Giz le dio por hacer una pequeña actuación como Don Lagartone, que le distrajo momentáneamente de aquella tontería de brillar más que le tenía tan confuso.
-¡Excelente! Por cosas como esta Don Lagartone es mi padrino -contestó al asreniano haciéndole una reverencia-. Será un placer ayudarle a comprar ropa.

Poco le duró la distracción, Jack parecía pensativo y no tardó en volver al tema de los cambios, dando dos ejemplos más. «Tiene que ser casualidad, a cada uno le pasa algo diferente».
-No creo que eso de que Norou no venga por aquí sirviera de explicación, si hubiera algo chungo en el ambiente tendríamos todos la misma enfermedad, nos pasaría lo mismo, o lo que sea -le respondió. Noel opinaba igual, aunque aportó a Adara como otro caso más. «Pues vaya... a lo mejor estamos todos estresados. A ver si de verdad es la fiesta lo que nos agobia... No. Ni de coña.».
-Bueno, ¿cuándo salimos para el mercado? Probablemente nos hará falta un buen rato para esto, no deberíamos tardar mucho en salir, ¿no?

Wen rió con la imitación de Giz y disimuló una sonrisa cuando Noel se le encaró.

- ¿Todavía no te has dado cuenta por qué estoy contigo? ¿Mi transformación no es lo suficientemente obvia? - comentó indignada.- Voy a lagartearte, querido Noel. Esperaré a que palmes y entonces me quedaré con tu dinero. Tenía que elegir a uno de los dos y tú eras el mayor. Además, Gael es, no sé, demasiado fogoso para mi gusto. Aunque el chico está que arde. - terminó diciendo con una risa.- Oh, venga, Noel, no te enfurruñes. Ya te tocaba ser el troleado, no podías ser siempre el troleador.

Cuando siguieron hablando de los cambios que estaban teniendo casi todos, Wen se puso a analizar su día a día en busca de alguna anomalía, pero no encontró nada destacable.

- Yo estoy completamente normal. Quizás sea la proximidad de la luna junto a la gran cantidad de cosecha de esta vez. - comentó.- Ya sabéis, las nuestras no fueron tan numerosas como la de este año, exceptuando la de Gael y Jack, pero por aquel entonces ellos no podían saberlo. - Ante la pregunta de Gael, miró el pequeño reloj que colgaba de su cuello, su adquisición más reciente.- Tienes razón Gael, hay mucho que hacer y no a todos nos entusiasma este trabajo. - dijo dándose la vuelta para salir, haciendo a su vez un gesto para que la siguieran. Ya afuera, se puso al lado de Gael para preguntarle.- No te habré ofendido, ¿verdad?


Sigue en el Antiguo Mercado.

Toima y Tania

El ulterano entró arrastrando los pies en el cuchitril. Se desplomó sobre uno de los sillones con quejido de estar a gusto y se descalzó, estirando hasta los meñiques. La escena que organizó el ulterano para relajarse era tan exagerada que parecia que estuviera escaqueandose de algo. Pero en verdad, el ulterano no tenia nada en especial, así que se pasó la tarde vageando, limpiando sus utensilios y jugando con la lagarta fuera del cuchitril, para evitar regañinas de la nublina.
Por su parte esta, anduvo toda la tarde muy ocupada, cosiendo, descosiendo y probando cosas de entre su ropa, para intentar parecer cuantó más galante posible, pero fallando estrepitosamente. Su humor se hizo notar a la hora de la cena. Y con eso, terminó el día.

;-

Llegó una tarde nublada a rocavarancolia. Tania andaba leyendo tranquila en el cuarto, rodeada de vestidos deshilachados, husos y demás utensilios de costura, todo revuelto por la habitación, cuando un repentino golpetazo en la ventana, la hizo saltar de su asiento. Una figura que echaba chamusquina y requemada, estaba pegada a la ventana y parecia que se habia revolcado al carbón. Del susto, Tania tropezó con la cama y cayó de espaldas a esta, enfrentada a la estrafalaria figura, muerta de miedo. Con la palma de la mano abierta, la figura golpeó la ventana, mientras sujetaba con la mano derecha lo que parecia un vial con pólvora.
-N-O-E-L-llegó a decir, mientras llamaba a la ventana.
Y fue entonces, cuando Tania se fijó en los ojos azules de esta y se levantó, chocada.
-¿¡N-Nia!?-exclamó, mientras la dejaba entrar.

Nia y Tania

La ulterana se deslizó como bien pudo por la ventana y se tumbó en el suelo boca arriba. No dijo nada, con los ojos bien abiertos, completamente desorbitados, respiraba aceleradamente.
-¡La que viste y calza!-respondió la otra al cabo de un buen rato con una carcajada que murio al rato. Sus ojos desorbitados surcaron la habitación de una esquina a la otra.-Ah que esta no es la habitación de Noel...-dijo al fin, alzandose del suelo.
-N-no... es la que esta más hacia allá...-dijo la nublina indicandole el camino.-Pero... ¿te encuentras bien?-
La niña no tardó en contestar esta vez, de una manera acelerada, con prisa.
-Perfectamente. Nunca me he sentido mejor. ¿Porque? ¿Te parece que no deberia?-dijo, silbando casí las palabras de lo rápido que hablaba.
-Emm... Si... estás hecha un asco, traes unos pelos de loca y vas por ahi colandote en casas ajenas con un vial de pólvora... ¿Alguna explicación elocuente?-
-No es pólvora.-se apuró en contestar-Pero bueno, ¿dónde está Noel?-dijo, tras lanzar un hechizo de limpieza que quitó gran parte de la porqueria que traia encima, revelando unas gruesas ojeras en su rostro. Aplastó el indómito flequillo contra su sien.
La nublina susprió, murmurando algo por debajo del aliento antes de decirle a la chica donde le habia visto por la última vez. Asomandose detrás de la puerta la nublina le gritó.
-¡Y no te mates!-
La ulterana se movia como un relámpago hacia su objetivo, sin dedicar una mirada o un saludo a nadie que se cruzara, mientras se aferraba al vial con fuerza, logró encontrar al nórdico y le dio un toque en el hombro. Cuando este se giró, la ulterana le saludó con una gran sonrisa.
-¡Ta-chan!-dijo mostrándole el vial. Un polvo bastante grueso de un color gris oscuro, casi negruzco, parecido a la pólvora reposaba en su interior.-Adivina quién ha encontrado para que sirven tus plumas~-dijo con una risa nerviosa, tras lo cual, se apresuró a añadir.-Bueno, no es que yo haya hecho todo el trabajo, la dosis casi mortal de cafeina que me tomé ayer creo que ayudó bastante, creo...-comentó con una risa-No lo hizo las anteriores veces ¡Pero esta es la buena!-exclamó, ultractivada por el efecto constante de la dosis de cafeina.

Noel sonrió complacido cuando la vouivre le hizo notar lo mucho que le había gustado la elección para luego lanzarle una mirada sarcástica cuando dijo que ya que tenía buen gusto lo arrastraría con ella más veces al mercado.
-Pues espero que no entremos en un bucle infinito de devoluciones porque me temo que mi capital es muy escaso y limitado -comentó cuando Wen le dijo que no pasaría aquello por alto-. A menos que no estés hablando de eso precisamente, claro -añadió de forma casi casual antes de girarse para ver qué habían comprado los demás.

El resto del día transcurrió sin mucha novedad salvo porque el draco pasó un buen rato metiéndose con Toima debido a la actitud que había adoptado nada más volvieron a casa. Tras su visita diaria al burdel, el día finalizo con el cuchitril lleno de ropa cara pero igual de carente en cosas básicas como siempre. Suspirando y tratando de evitar pensar en el atraco semivoluntario que el consejo les había regalado en forma de invitación, se quedó dormido.

A la tarde del día siguiente, Noel se encontraba una vez más absorto en los apuntes de sueco en los que se había sumergido el día anterior y cuya lectura le fue prematuramente interrumpida por la llegada de una visita tras otra. Estaba tan enfrascado en ello que para cuando se dio cuenta de que estaba oyendo a Tania hablando con la propietaria de una voz ajena el cuchitril ya tenía a la náyade a su espalda y reclamando su atención.
-¿Nia? ¿Por dónde diablos has entrado? Algunos pareciera que le tengáis auténtica fobia a las puertas -comentó no sin diversión mientras se aseguraba con una mirada de que la puerta de entrada a la vieja posada seguía igual de cerrada que cuando Giz había salido.

Entonces la ulterana le mostró un vial en el que había una sustancia grisácea que al sueco en un primer vistazo le pareció que se trataba de pólvora. Pero no tardó en reconocer en él el color de sus propias plumas, tal y como se lo confirmó la propia Nia con apresuradas palabras. El sueco arqueó una ceja y conformó una expresión entre extrañada y jocosa al comprobar el estado hiperactivo de la náyade.
-¿Tú también te encierras insalobremente en tu laboratorio para realizar tus malvados experimentos como una posesa? -inquirió cuando ella habló sobre la cafeína-. Vamos a acabar por llevaros a Giz y a ti a una clínica de desintoxicación -añadió con una risilla-. Pero la verdad es que me interesa lo que has encontrado. Si es útil puedo darte más, que no tengo ni que lanzarlas últimamente -señaló un par de plumas que se le habían quedado clavadas a un respaldo de la silla lleno de cortes de otras ocasiones-. ¿Sirve para algo o ni siquiera eso se puede aprovechar de mi defectuosa persona? -preguntó con sarcasmo recordando el comentario que había hecho la vouivre el día anterior a pesar de que sabía que Nia no había estado presente.

Nia

La ulterana, sobrecargada de cafeina comenzó a acariciar inconscientemente el corcho del vial, como deseando vaciarlo.
-Hehehe...-rió entre dientes ante el comentario que supuso que era una broma.-No, verás, es algo muy interesante.-descorchó el vial que hizo un placentero sonido y un odor metálico inundó la sala.-Huele mal, pero es fascinante. Mira atentamente.-
A continuación, volcó el contenido del vial sobre su mano izquierda. A simple vista, podia parecer arena mojada o directamente barro, pero se dió cuenta que en cuanto salio del vial, aquel densó liquido de color oscuro fue endureciendose a una gran velocidad en torno a la mano de Nia, formando placas, curvas, salientes para finalmente, adaptar una forma entera de una garra metálica de aspecto siniestro en torno a la mano de la ulterana. Abrió y cerró los dedos lentamente, con el retintineo del metal y finalmente le tendió la mano al draco, para que lo comprobara él mismo de primera mano.
-Es muy interesante, armadura instantanea. Claro, con la cantidad del liquido, varia el grosor y la cantidad de armadura... Esto es todo lo que tengo de las plumas que me diste. ¡Ah! Y otra cosa... Si te fijas, tienen un diseño particular y cada vez que lo uses, será algo completamente único y diferente, algo así como un copo de nieve. Y bueno, el diseño es algo que le pega bastante a los dracos de estinfalo.-comentó con una risa. Decidió dejar eso aparte.-Y, una vez usada, simplemente es aplicarle un hechizo térmico, calentarla lo suficiente y vuelve a su estado liquido.-dijo mientras lo hacia y dejaba que el líquido gotease de vuelta al vial desde su mano. Cerró el corcho y se giró en redondo, demasiado activa aún.
-Lo curioso es que me vino ayer noche, en una de mis madrugadas de investigación, justo cuando uno de los frivys tuvo un accidente con un ácido y-Nia rapidamente aclaró que el frivy estaba bien.-Ya ha regenerado la mayor parte del tejido. Como iba diciendo, el ácido dió ademas a las plumas que estaba procesando en mi escritorio y ¡boom! se me ocurrio la idea de disolverlas todas con el mismo ácido y dió lugar a esta cosa tan rara e interesante. He estado toda la noche probando sus posibilidades.-comentó con orgullo.
-¿Y los demás? ¿Teneis todos ropa y demas cosas para la "fiesta"?-preguntó mientras paseaba, inquieta, alzando sus dedos para destacar la palabra "fiesta".

Gael estaba en su cuarto mirando fijamente el traje que colgaba del marco de la ventana, puesto en su percha. Tenía un libro entre manos, pero no le estaba ya prestando atención desde hacía rato, solo veía las letras borrosas. «Me puede el cansancio, no debí quedarme hasta tan tarde anoche haciendo cosas por allá». Mientras estaba abstraído, jugaba inconscientemente con la gata, moviendo el pie en diferentes direcciones. Tenía puesto un calcetín con un agujero por el que se le veía el dedo gordo del pie, y por eso le daba igual si la gata los destrozaba como estaba haciendo. Aunque de vez en cuando tenía que regañarle por clavar demasiado profundo las uñas finas y afiladas.
-¡Eh! ¡Para! -le decía sin mirarla siquiera en un momento dado, justo antes de que se abriera una puerta y una voz atropellada inundara el pasillo-. ¿Nia? -El sobresalto le hizo fijar la mirada de una vez por todas, y levantarse y salir de su habitación.

Cuando llegó junto a la náyade justo iba por la parte en que tenía una sobredosis de cafeína encima. Interpuso su cara en el campo de visión de Nia momentáneamente, incluso antes de saludar, y vio perfectamente sus ojeras.
-Deberías mirar más por tu salud, que tiempo sobra -dijo-. Hola.
Después permaneció callado para ver el resultado de la investigación con las plumas, que prometía ser interesante. La pasta negruzca cayó sobre la mano de la ulterana y empezó a extenderse y endurecerse tomando forma, en un proceso casi hipnótico.
-Increíble... -murmuró extrañado. Aquello teóricamente era más químico que mágico, pero parecía totalmente lo segundo-. Enhorabuena por el descubrimiento, estaba seguro de que lo encontrarías -le dijo sonriendo después de escuchar la explicación.

Esperaba una ocasión para preguntarle a la náyade por las noticias que habían oído en el pregón de aquella mañana, pues una de ellas atañía a su mundo y sabía lo apegada que estaba a él. Sin embargo ella cambió de tema antes, preguntando por los preparativos de la fiesta.
-Ayer estuvimos en el mercado. Espera, te lo enseño.
Entró en su habitación y descolgó el traje. Dudó si solo enseñárselo sin más o ponérselo, pero recordó que tenía que darle unas puntadas a los bajos todavía y podía aprovechar para ponerle los alfileres. Se colocó y alisó el traje y se disponía a salir por la puerta cuando sintió un pinchazo en el gemelo derecho, y luego otro. Entró en pánico y soltó un pequeño grito antes de agacharse y tratar de desenganchar a la gata de la forma más suave posible.
-Esta ropa no es la de jugar... gata estúpida.
Cuando la dejó en el suelo hizo ademán de volver a acercarse, pero le chistó fuertemente y pareció entender que no era momento para juegos. Suspirando, le tiró un calcetín viejo para que se entretuviera y salió de la habitación palpando la pernera.
-¡No! -Entró en pánico al dar con un hilo suelto y se presentó ante los demás con cara de vinagre-. Bueno, que voy a ir así vestido, pero la gata acaba de cargárselo. -Se dio la vuelta y señaló a su gemelo-. ¿Alguien puede intentar meterme el hilo por dentro con un alfiler?

El draco asistió con genuino interés a la demostración y explicación de la náyade sobre la sustancia que había creado a partir de sus plumas. Observó con evidente sorpresa en el rostro como el líquido se solidificaba casi al instante, creando una garra de curioso diseño alrededor de la mano de Nia. Noel examinó la recién creada garra cuando la niña se la extendió, comprobando su dureza con unos golpecitos. No pudo sino coincidir con el comentario de Gael, que se había acercado también a mirar con curiosidad.
-Eres un genio, Nia -la elogió mientras seguía mirando el resultado-. Al final voy a servir para algo y todo -bromeó mientras se estiraba en la silla y luego se levantaba para caminar hacia la barra-. Podríamos fabricar unas cuantas cosas con esto... Aunque hacen falta moldes -dijo pensativo-. Me interesaría saber fabricar esa sustancia, ¿es muy caro ese ácido con el que dices que lo has mezclado? Te dije que te podría dar más a cambio de productos de tu botica, pero hagamos un trato. Tú me enseñas como se hace y yo te doy más plumas cuando me las pidas. Por ahora toma estas -cogió la bolsa de la estantería donde había ido recogiendo las que se le caían últimamente y se la tendió a la náyade.

Una vez terminaron de hablar sobre sus plumas, Nia preguntó acerca de la fiesta. Gael le enseñó el traje que se había comprado y su gata parecía que había cobrado un repentino interés por dejarlos aún más pobres de lo que ya eran en aquel momento. Noel ayudó al fuego fatuo con lo que pidió mientras trataban de mantener a la gata alejada de la prenda.
-Aquí todos tenemos ropa ya. Yo tengo un traje parecido pero creo que paso de ponérmelo hasta el día de la fiesta -comentó mientras colocaba un alfiler.

Nia

Nia saludó a Gael cuando le vio por segunda vez con un energético "¡Hola!" Los efectos de la cafenia comprimida habian comenzado a desvanecerse, sin una dosis suministrada constantemente, su condición de náyade bloqueaba gran parte de los efectos perniciosos de muchos materiales. Sin embargo, seguia bastante activa, y no daba señales de tener sueño alguno.
Cuando terminó de enseñar los efectos de las plumas, los dos chicos alabaron su descubrimiento, cosa que le hizo soltar una risilla entre dientes y sonrojarse un poco.
-Bueno, tampoco es para tanto... Solo tuve un golpe de suerte...-dijo, intentando ser modesta. A continuación, se dirige a Noel.-¡Claro! Sigue en pie esa oferta, por supuesto y gracias.-dijo, de nuevo, con una nueva remesa de plumas.
Gael entonces fue a buscar su traje para la fiesta y cuando volvió, tenia el pantalón deshilachado gracias a su gata, que lo habia confundido con un juguete. Noel se adelantó y ayudó a Gael a arreglar el pantalón. Nia se quedó mirandoles en silencio. Era divertido, casi, ver como se apoyaban el uno al otro. Finalmente alzó el pulgar, en señal de aprovación.
-Te sienta genial, Gael.-comentó.-Seguro que eres el centro de atención de la fiesta.-comentó con una risilla. Por su parte, Noel decidió evitar el vestirse con el traje hasta que no le quedara más remedio. Nia arqueó una ceja. ¿A quién le recordaba eso? Bueno, sin duda la fiesta prometia.
-Será una sorpresa entonces, pero no parece la única...-dijo, intentando sonar misteriosa.

Se extrañó casi de que Noel no se pitorrease de su torpeza «pero esto no es ninguna broma, que vale dinero… encima ni siquiera del mío». Cuando metió los hilos para la parte interior ya no se notaba salvo mirando muy de cerca que ahí había pasado algo, y suspiró aliviado. Volteó los bajos hasta donde le pareció que estaban bien y clavó un alfiler por delante en cada pernera, pidiéndole a Noel que pusiera un segundo por detrás. Mientras, el draco le comentaba a Nia que no pensaba ponerse el traje que tenía todavía.

Dio una vuelta en el aire delante del espejo del pasillo, le sentaba mejor ahora que no le tapaba tanto los zapatos. Recibió un elogio por parte de Nia que le pareció exagerado.
-Seré el centro de atención, pero por ser un maldito faro -contestó sin quitar la vista del espejo, tratando de comprobar si había cambios en la intensidad de su brillo-. ¿La otra sorpresa es tu ropa? Iba a preguntarte precisamente qué ibas a llevar, pero supongo que tendré que esperar a verlo, ¿no? -preguntó volviéndose hacia la náyade.

Después de recoger el costurero y cambiarse de ropa, se reunieron todos en la mesa del salón para charlar un rato antes de que Nia volviera a marcharse a la botica. Tras despedirse, Gael se puso manos a la obra a dar puntadas al pantalón, aunque lejos de la gata. Ella se mantuvo entretenida tratando de jugar con Odín y Purr, que se portaban bien con ella, aguantando estoicamente las tonterías propias de la edad de la pequeña. Sabiendo que no podía pararse quieta, cuando terminó con el pantalón buscó su par de calcetines más gastado y los deshilachó para hacer un ovillo con el hilo que salió de ellos. «Tengo que buscar más cosas… conseguir madera o cartón, y cuerdas, y hacerle un juguete, una casita-rascador». Empezó a hacer planes para construir un centro recreativo gatuno con materiales reutilizados, e hizo un boceto de la idea lo mejor que pudo. Después bajó de nuevo al salón con el ovillo en la mano y se encontró a su gata sola, rascando la pata de una de las sillas que había hecho Vac.
-¡No! -gritó. Después bajó la voz, no quería que acudiese nadie, a lo mejor podía arreglarlo sin que se diesen cuenta-. Para, para, ven aquí. -Agarró a la gatita con cuidado y se la puso en el regazo. No tardó en rebelarse y trepar hasta su espalda valiéndose de la camiseta y sus uñas, provocando un quejido cada vez que movía una pata.

Tuvo que lijar y barnizar para arreglar el desperfecto, que por suerte había sido mínimo con aquellas uñas tan pequeñas. Le daba rabia que hubiera sido culpa de dejar a la gata sola abajo. La subió a su habitación y le tiró el ovillo de hilo, tras el que fue encantada.
-Hay que ver lo inocente que pareces. Si en realidad eres un trasto.
Sin darse cuenta, acabó rascándole detrás de las orejas. «Mi dignidad por un gato» pensó aun sin lamentarlo. La minina abría y cerraba los ojos ronroneando, y Gael al rato cayó en que algo estaba diferente. La cogió entre las manos y la acercó más a la ventana. «¿Desde cuándo se le han puesto así los ojos? El cambio fue tan gradual que ni me di cuenta, los tenía azules antes… Tienen color como de pirita… Pirita… ¿pirita? Qué palabra tan graciosa».
-Pirita. Piri. Pi. Pirita. Piri -farfullaba pensativo-. ¡Ya está! Estás enorme y sigues sin nombre, como no te ponga lo primero que se me venga a la cabeza te vas a llamar gata para siempre. ¡Pirita!

Con la gata en brazos fue corriendo al hueco de la escalera. Había ya alguien en la cocina, seguramente preparando la cena, así que llamó a quien estuviera cerca para oírle.
-¡Venid un momento! -Alzó a la gata ante las escaleras, como si aquello fuese el bautizo del Rey León-. ¡Se llama Pirita!

El resto de la visita de Nia transcurrió con los tres charlando sobre la fiesta y alguna que otra cosa mientras Noel ayudaba a su amigo con el traje. Una vez la náyade se hubo ido, el draco retomó la lectura. Durante el resto del día no dejó de pensar en la demostración que había hecho la ulterana con el líquido que sacó de sus plumas, pensando como podría sacarle el mejor provecho. Si aprendía a fabricarla seguro que podían utilizarla para todo tipo de cosas, desde crear utensilios hasta armaduras tal y como había comentado la propia náyade. También le dio vueltas a los extraños sucesos que parecían haber querido tener lugar todos a la vez en la ciudad aquellos días. Aquella mañana habían tenido que cambiar sus planes de caza para los próximos días en Varmania porque al parecer el portal estaba cerrado, obligándolos a ir a Nubla en su lugar. Y era la primera vez desde que estaba en Rocavarancolia, y al menos desde que estaban sus compañeros de la cosecha precedente, que iba a llovar cuando todavía no había salido la luna.

Como vio a Gael enfrascado jugando con su gata decidió adelantarse para empezar a hacer la cena y en ello se encontraba cuando escuchó como el fuego fatuo los llamaba. Se aseguro de que la cena no se le iba a quemar por desatenderla un momento y salió al salón.
-Ya era hora de que te decidieras, que parece que en lugar de buscarle un nombre tenías que sentenciar su destino con una palabra -bromeó mientras se acercaba a acariciar la pequeña cabeza de la recién bautizada gata-. ¿Puedo preguntar el por qué del nombre?
Para él había sido muy sencillo ponerle nombre a Odin porque de todos modos tampoco solía comerse mucho la cabeza con aquellos temas. Mientras tanto, el recién mencionado también se había acercado curioso, como si pudiera entender lo que acababa de pasar.

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El día de la fiesta casi pilló desprevenido a Noel, que por una parte no quería que llegase y por otra estaba deseando que terminase de una vez por todas para no tener que seguir pensando en ello ni preocupándose por lo que pudiera ocurrir. Se había asegurado de que podían ocultar la gema de Wen con magia eficazmente y no lo dieron por válido hasta que a Giz no le costó detectar los hechizos que habían utilizado para ello a modo de prueba. Les fue imposible ocultarlo por completo, sin embargo, pero terminaron achacándolo a las habilidades del asreniano como goliat, ya que al fin y al cabo aquella era su especialidad. Aún así el draco se sentía un tanto intranquilo, pero esperaba que aquello bastase.

La noche de la fiesta se aseguraron de dejar el cuchitril bien protegido con toda clase de hechizos y runas ya que Yloh iba a quedarse allí solo junto con los empleados de Nia cuidando de los animales.
-Te deseo paciencia y un diccionario, los vas a necesitar -le dijo al nublino burlonamente en una ocasión que se cruzó con el por el pasillo-. Asegúrate de que no rompan nada, por favor -añadió con una mueca.
Habían quedado todos en el burdel para salir desde allí hacia Luna Alta, barrio en el que se iba a celebrar la dichosa fiesta, por lo que se apresuró a ponerse aquel estúpido traje el cual preveía que iba a acabar aborreciendo a lo largo de la noche por varios motivos. Aún así, el draco estaba relativamente animado, sobre todo respecto a como se había tomado la noticia inicialmente, debido a que entre unas bromas y otras a las que había dado pie dicha fiesta ya no le parecía una idea tan horrible.

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Vac llamó a la puerta de la antigua posada con fuerza, y cuando Terro le abrió entró rápidamente, procediendo a sacudir la cabeza como un perro para eliminar el exceso de agua de su cabello. El griego empapó a su vez al golem, por lo que se apresuró a limpiarlo rápidamente con un hechizo y una disculpa. Entró al salón y se encontró a sus amigos terminando de cenar, así que les deseó un buen provecho y se sentó en uno de los taburetes de la barra a esperar. Mientras los cuchitrileros recogían los platos y adecentaban la mesa, el hado se sirvió una jarra de cerveza y le dio un trago largo, agradeciendo el frescor del licor al bajar por su garganta.

-¿Habéis visto a Wen? -les pregunto a los chicos-, salió antes que yo del burdel, pensé que tal vez se había pasado -se explicó, obteniendo una respuesta negativa.

No sabía que pensar de aquello, tal vez la chica había decidido salir a pasear por su cuenta, pero se le hizo raro. Trato de todas formas de no preocuparse en vano, y les propuso a los chicos si querían salir a dar un paseo, al fin y al cabo había venido a eso.

Toima y Tania

El ulterano se despertó. No tuvo que ni abrir los ojos para que el mundo le diera vueltas. Se habia quedado dormido en uno de los sofás del cuchitril. Tenia una manta por encima y una toalla fria en la frente. Manoteó por su cara hasta alcanzar la fresca toalla y lanzarla lejos, más por rabia que por incomodidad. Estaba sudando. Abrió los ojos.
Se mareó y notó como la bilis se le subia a la garganta. No podia usar los ojos, no por el momento, así que se gió por las manos, palpando y tocando todo lo que estaba a su alcance. Con algo de tiempo logró incorporarse. Escuchó la voz de Tania fuera y la llamó. La pasos de la nublina se acercaron a él. Algo lamio su mano. Lo reconoció como la largarta y le acarició la barbilla lentamente.
-¿Ya has despertado?-sonaba de muy buen humor.
-Si.-dijo secamente.

;-

Comieron. Toima ya podia mantener un puñado de ojos abiertos sin marearse de momento. Habia estado toda la mañana con un aura de enfado que nadie habia logrado no percibir. Respondia con palabras cortas y determinantes y evitaba trabar conversación con nadie. Parecia aún muy afectado por la resaca. O puede que fuera algo más.
La nublina decidió que iba a ser su deber el animarle mientras los demás estaban fuera, buscando a Nia que ayer desapareció misteriosamente de la fiesta. Finalmente, consiguo convencerle que le dieran un nombre a la lagarta, que ya habia conseguido un mencionable tamaño de un mastín grande y seguia sin nombre.
Toima parecia muy decidido a ponerle un nombre concreto.
-Torbellino de Destrucción.-dijo, serio.
La nublina no pudo evitar ponerle pegas, pero el ulterano hizo oidos sordos de las palabras de la nublina y se obcecó en ese nombre.
-Mira, ese nombre es muy... largo... Entiendo que los ulteranos les deis importancia al significado de los nombres, pero no solo va a estar luchando junto a ti en algun mundo dejado de la mano de vete tu a saber. Es tambien un animal de compañia y de entretenimiento, tiene que tener un nombre más... agradable. ¿Lo entiendes?-
El ulterano lanzó una mirada asesina a la nublina, pero si le dio pensamientos a lo que dijo y salió con una solución simple.
-Pues se llamara Torbellino de Destrucción de Enemigos.-
A la nublina le dió ya un tic en el ojo, debido a que el chico no habia pillado nada en absoluto lo que queria explicarle. Asi que decidio ignorarlo y seguir intentando romper aquella armadura que habia creado el ulterano alrededor del nombre.
-¿Porque no le llamamos "Garras"?-dijo la nublina.-Es un nombre que denota fuerza y que es corto, además de que puede llegar hasta sonar mono... con el tiempo.-
El ulterano se lo planteó un tiempo, poniendo una cara pensativa hasta que casi parecia que le saldria humo de las orejas.
-Nah, no lo veo.-dijo.-Los mamiferos y las aves tambien tienen garras y eso seria un insulto para la especie...-razonó de una manera que Tania no pudo comprender.
La nublina suspiró, recurriendo a lo último que le quedaba.
-¿Y si le consultamos a ella?-
El ulterano alzó una ceja, preguntando si la nublina habia bailado demasiado el día anterior y se le habia salido el cerebro del sitio o algo. Tania no tardó en explicarle.
-Llamemosle los dos por el nombre que queramos y veamos a quien se acerca primero.-
El ulterano se lo tomó como una competición y aceptó sin pensar si quiera en que se estaba evaluando aquel enfrentamiento, más que un nombre, era un afecto del animal hacia uno de los dos amos.
Se pusieron en esquinas opuestas y comenzaron a llamar a la lagarta por los nombres que más les gustaron.
-¡Trilladora! ¡Desangradora! ¡Evisceradora!-llamaba el albino.
-¡Arena! ¡Savia! ¡Viento! ¡Plata!-llamaba la nublina.

La lagarta giró su flexible cuello numerosas veces hacia cada uno, reconociendo la voz amable de los que creia sus padres, pero sin entender una sola palabra de lo que decian. Ambos tenian las manos extendidas y le pedian que se acercara a ellos. Pero estaban en lados opuestos y no podia ir a por ambos.
Su padre cada vez intentaba decir sus palabras más rápido, casi atragantandose, porque eran mucho más largas que las de su madre y parecia haber una especie de competición entre los dos. Sin embargo, su madre permanecia con una impretérita sonrisa en su cara con la mano extendida. Dio un ligero paso hacia ella y a continuación escuchó como su padre se sulfuraba aún más y sus múltiples ojos, cargados de pena dijeron un nombre más. La lagarta retrocedió un paso y se acercó otro hacia su padre, pero su madre no tardó en volverle a llamar la atención.
El mareo continuó durante varios minutos, hasta que la lagarta no lo soportó más y entró en una especie de enagenación y se puso a aullar y arañar todo hasta que se la dejó salir fuera, donde pareció calmarse.
-Creo que no deberiamos hacer eso de nuevo...-comentó el ulterano, viendo el estado en el que habia quedado su lagarta. La nublina no pudo estar más de acuerdo con él. Aparcaron lo del nombre por el momento y pasaron el resto de la tarde jugando con ella.
Parecia que el malhumor del ulterano habia desaparecido por completo, cuando de pronto, el cielo se tiñió de nubes y un aguacero comenzó a caer. La lagarta, asustada de la lluvia, saltó a brazos de su padre quien no dudó ni un instante en buscar refugio, pues odiaba la lluvia. Se quedaron los dos mirando desde una ventana, mientras el albino llamaba a la nublina para que entrara.
Esta pareció no haber oido su voz y se quedó un rato bajo la lluvia. Cuando entró, tenia una mirada un tanto nostálgica y el ulterano creyó comprender porque. En Nubla, solia haber muchas lluvias, como en la mayor parte de Ulterania. Quizás la echara de menos. Él no lo hacia. Ni Nubla, ni cualquier otro lugar en el mundo salvo el que se encontraba.
-Estúpida lluvia.-musitó, mientras intentaba secarse el pelo que comenzó a encresparse por la humedad.

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La nublina salió a saludar a Vac, quien habia cruzado empapado la puerta. Casi igual de radiante que el día anterior, una sonrisa feliz cruzó su rostro. El griego les preguntó sobre Wen. Nadie pareció haberla visto. Toima y Tania posaron sus miradas en Noel, quien a lo mejor tendria la respuesta.
El griego despues, ofreció a todos salir a dar un paseo bajo la lluvia. El ulterano bufó y se puso de pie de súbito, haciendo que la lagarta tuviera que maniobrar en el aire para caer bien sobre el suelo.
-Yo paso.-respondió secamente y subio a su cuarto mientras gruñia e intentaba domar su pelo.
La nublina murmuró algo que sonó a "cascarrabias" y procedió a girarse hacia el hado y darle su respuesta.
-Yo me apunto. Me encanta la lluvia.-

Cuando volvieron de la botica de Nia, el draco y el fuego fatuo le contaron al resto el trabajo que les había surgido durante la fiesta. Tal y como pensaba, el grupo parecía dispuesto a aceptar. El propio sueco había comenzado a tener sus dudas sobre ello a pesar de que en principio ni siquiera se le pasó por la cabeza rechazarlo.

Pasó el resto de la tarde leyendo y ayudando a adecentar el cuchitril para luego hacer la cena como de costumbre.  Hasta que un sonido que no solía escuchar muy a menudo en la ciudad lo distrajo momentáneamente de los fogones y le hizo mirar como comenzaban a caer unas gotas de lluvia en el patio. El pregón ya los había puesto sobre aviso, pero de todas formas era la primera vez que ocurría aquel fenómeno fuera de época y le resultó curioso a la par que atrayente al draco. Aunque las temperaturas seguían siendo muy suaves, la lluvia le ayudaba a sentirse más fresco y despejado. Sin embargo no dejaba de ser tan antinatural en Rocavarancolia como el comportamiento de las alimañas y en el cuchitril se preguntaron qué podría estar pasando. La proximidad de la luna era un dato a tener en cuenta, pero nunca antes habían experimentado algo así y el sueco no sabía qué pensar al respecto. ¿Qué era diferente en aquella ocasión?

El repiqueteo constante de la lluvia contra la ventana le hacían desviar su atención de su plato con frecuencia mientras cenaban. El sueco estaba considerando pedirle a Wen que saliesen a dar una vuelta bajo la lluvia ya que en un rato iría al burdel como todas las noches, cuando llegó Vac.

Le saludó sonriente mientras ya empezaban a recoger la mesa para luego fruncir el ceño ante su pregunta. Parecía que la vouivre había decidido salir por su cuenta.
-Bueno, ya volverá... -le dijo a su hermano sin mucho convencimiento-. Le apetecería salir sola, supongo. Más tarde ya iré a verla como de costumbre. Me apunto a la salida.
Intentó en todo momento quitarle importancia porque estaba seguro de que no la tenía, aunque en su interior no podía evitar sentir un ramalazo de preocupación. Pero ya había sido paranoico de sobra durante la fiesta, no había motivo para seguir siéndolo. De hecho, Noel era consciente de que la británica podía cuidarse sola, pero tal vez le preocupaba más el hecho de que no le hubiera dicho nada. <<No le des más vueltas, le apetecía salir sola y eso es todo>>, se auto-obligó a no seguir pensando en ello.

A parte del draco, tan sólo Gael y Tania mostraron interés en salir a dar una vuelta con el hado. Giz manifestó su intención de pasar una vez más la noche en el castillo y Adara simplemente dijo que no. Toima, por su parte, parecía seguir de tan mal humor como lo había estado el resto del día. Los cuatro se pusieron en marcha, decidiendo comenzar a caminar sin rumbo.
-Por cierto, Vac. No te conté que ayer nos surgió un trabajo, ¿verdad?

Sigue en la Cicatriz de Arax.

En los días siguientes a la fiesta hizo muchas visitas a la biblioteca e incluso a Serpentaria, informándose. Con conocimientos más concretos sobre grimorios se acercó al mercado a preguntar, sin saber muy bien por dónde empezar. Tenía alguna confianza con ciertos comerciantes a los que pidió indicaciones para encontrar a alguien que vendiera grimorios dedicados exclusivamente a la nigromancia. Y lo encontró. El problema era que los precios resultaron ser desorbitados. Se marchó de la tienda cabizbajo y avergonzado por la mirada de desprecio del comerciante, haciendo cuentas de cuántos trabajos tendría que hacer hasta poder reunir la cantidad necesaria para pagarlo. El tiempo siguió pasando y los trabajos llegaban con cuentagotas, apenas algún encargo sin importancia y mal pagado. El único trabajo interesante que tenían entre manos era el encargado por Nihil, del cual tardaron en poseer información para empezar a rastrear.

Mientras, las obras del edificio frente al cuchitril se terminaron, empleando en ellas los ratos libres de las tardes. Gael trasladó definitivamente todos sus cadáveres a excepción del muchacho, que solía usar cuando salía. Su imagen era casi tan suya como la propia. Pronto empezó a faltarle el hilo pero no quiso ni comprar más para ahorrar cada migaja que caía en sus manos. De todas formas había terminado las quimeras que tenía entre manos y arreglado las heridas que había dejado la batalla en el dragón. Sin gran cosa que hacer a partir de entonces, se pasó el tiempo libre leyendo, siempre con la gata en el hombro o en el regazo. Pirita había cogido la costumbre de trepar por su ropa, y como solía ir vestido con trapos viejos dejó de intentar impedírselo. La gata ronroneaba contenta cuando estaba cerca del calor que emitía. Pronto ni siquiera se le bajaba del hombro cuando iba de un lado a otro, aunque le clavase las uñas para no caerse.

Cuando hubo pasado un mes por fin tuvieron noticias del trabajo. El tipo se escondía en un mundo vinculado, pero debían averiguar en cuál. Les llevó tiempo, tanto que para cuando pasó otro mes y ya casi iba a salir la Luna, solamente sabían que estaba en el Macetero y por dónde empezar a buscar. El trabajo les traía de cabeza desde hacía semanas pero por fin, un día, la Luna comenzó a aparecer en el cielo, y se llevó las preocupaciones y las obligaciones. Un pequeño grupo se subió al tejado del cuchitril aquel día al atardecer, admirando la aparición del astro. Gael tenía a Pirita en el hombro, y no podía apartar la mirada de la Luna. Hablaba y se reía de forma nerviosa por culpa de la sensación vibrante que experimentaba en el pecho, una emoción que escapaba a su control. No se cansaba de ver la Luna. Era imposible cansarse. Los meses que estaba ausente era inevitable echarla en falta. Llenaba, tenía la capacidad de alterarlo todo y a la vez ponerlo en su sitio. La vista que tenía delante quitaba el aliento.

–Cada vez hay más ruido. –Era cierto, en la ciudad las alimañas aullaban y gemian–. Ya se ha hecho de noche, no sería mal momento para dar un paseo. –Dirigió una sonrisa cómplice a sus compañeros. Tenían planeado hacer una visita a los recién transformados, la visita de rigor, y de paso comprobar ciertas apuestas. Además, el fuego fatuo necesitaba moverse, la inquietud se traducía en él en hiperactividad–. Voy a vestirme.
Todos entendieron que se refería al cadáver.

Tras el día de la lluvia, Giz pasó a convertirse en algo parecido a un fantasma del cuchitril. Iba y venía y, en ocasiones, entre las idas y las vueltas podían pasar más de veinticuatro horas sin problemas. Dormía cuando no le quedaba más remedio (o lo obligaban) y comía poco y mal.

Le había dado muchas vueltas al trabajo que les habían ofrecido en la fiesta y todavía hacía comparaciones mentales (y algo duras) con lo que ocurrió con Valenz. Sin embargo, acabó haciéndose a la idea de que estos encargos podían ocurrir más a menudo y no podía dudar. El trabajo era dinero y el dinero era necesario, más o menos. Giz aprendió a consolarse de una manera muy pobre, convenciéndose de que era probable que algún descendiente de sus objetivos pudiera provocar algún accidente genético y, por lo tanto, al matarle, solo estarían haciendo un favor a su especie. Fuera cual fuese la especie de sus futuras víctimas.

Dentro del laboratorio, la situación de Giz era bastante caótica. Los animales cada vez estaban más alborotados y, en varias ocasiones Lean y Miloslava habían sido atacados por los gatos, que hasta hace relativamente poco eran las especies más mansas que almacenaban. A partir de la visita a la botica, en su laboratorio se podía respirar una tranquilidad precaria facilitada por las drogas de Nia en la comida de los animales. Así, el goliat pudo centrarse en la reproducción del dragón, logrando la primera cría unos días antes de la luna, y en su muestrario genético, ahora que entendía bien el hechizo para guardar las muestras en la caligrafía.

De cuando en cuando, visitaba zonas al azar de la ciudad, soltando algún osogrifo, miriápodos o gatos, o simplemente para continuar con el entrenamiento de sus hienas. Además, utilizaba estas escapadas como excusa para visitar a Nasher y acababa pasando el resto del día en la sede.

El día de la luna, Giz subió con varios cuchitrileros al tejado, para ver la llegada del astro en directo. Su influencia se podía sentir por todo el cuerpo y, en concreto, en las cosquillas que le producía en la gola. Era revigorizante, pero no lo suficiente para evitar que el goliat diera cabezadas esporádicas.

Por suerte, la última intervención del fuego fatuo antes de bajar a vestirse, le pilló despierto y la expresión de su cara se iluminó ante la idea de ver a los cosechados. <<Con suerte, veré transformaciones nuevas>> y con más suerte todavía, nuevas muestras engrosarían su muestrario.

-Cierto-concedió antes de bostezar-. No es mala hora para salir de caza.

Los dos meses posteriores al día de lluvia Noel pecó de volver a visitar el barrio quemado en un par de ocasiones más. Para él era como un remanso de paz en el que relajarse, como si los gritos en el viento fuesen pájaros cantando al amanecer. Aún así en sus posteriores escapadas se aseguró de no permanecer allí tirado más tiempo de lo recomendable. Solía aprovechar esos momentos para pensar con la cabeza despejada en toda clase de cosas, normalmente los temas más peliagudos con los que tenía que lidiar.

Ayudó a Gael a terminar de adecentar el edificio de enfrente para que pudiera trasladar a sus cadáveres, así como de seguir encargándose del huerto del patio que transcurrido ese tiempo ya contaba con unas cuantas verduras listas para recogerse. Avanzó también en sus estudios -completamente inútiles y fruto de la pura cabezonería en su opinión- del idioma sueco y para el final del segundo mes era capaz de decir algunas frases simples y usuales.

Noel se centró más que nunca en el estudio de las runas y cada vez intentaba utilizarlas con más frecuencia, intentando llegar como mínimo al nivel de Adara e interesándose por buscar nuevos lenguajes rúnicos que pudieran serle de utilidad. Buscaba especialmente protecciones y hechizos que sirvieran para obtener magia de manera más eficiente, y por eso un día decidió probar suerte con el hechizo fulminante. Consumía mucha energía y al principio ni siquiera era capaz de realizarlo; tuvo que dedicarse a bajar a los subterráneos e ir practicándolo poco a poco con las alteradas alimañanas que intentaban matarlo imprudentemente. Al cabo de un tiempo vio progresos en el uso del hechizo y, aunque le había costado tener que hacer constantes visitas a los mundos vinculados para reponer su magia, supo que valió la pena cuando se decidió a probarlo con un hombre-bestia. Los gritos desesperados que obtuvo lo hicieron sonreír con una sádica satisfacción de la que tan sólo había disfrutado cuando los desgarradores chillidos procedían de numerosas gargantas.

Aprovechó también el tiempo para pedirle a Nia que le enseñase a fabricar la sustancia procedente del esmalte de sus plumas, comprándole también el ácido necesario para la mezcla. Al principio tuvo que hacer muchas pruebas, ya que la alquimia no era algo a lo que hubiera puesto mucho empeño hasta ese momento, pero una vez comenzó vio que no se le daba tan mal como temía. La ausencia de terribles catástrofes se lo confirmaba. Comenzó probando a colocar la sustancia sobre partes de su cuerpo para crear trozos de armadura y probar su consistencia. No era el material más sólido del mundo pero podría ser útil, especialmente gracias a sus propiedades. Cuando consideró que tenía suficiente práctica, empezó a pensar en usos inmediatos para sus plumas y un día se le ocurrió comprar arcilla en el mercado para hacer moldes, con el dinero que habían obtenido de un par de trabajos insginificantes que les habían surgido. Hizo moldes con formas de distintas armas para utilizar en los entrenamientos. Serían bastante quebradizas, pero para aquel propósito podrían servir adecuadamente.

El hacer los moldes le hizo recordar que cuando estaba en la Tierra solía dibujar de vez en cuando y no se le daba del todo mal, aunque estaba seguro que había perdido completamente la práctica. Además, hasta hace muy poco ni siquiera era capaz de escribir con una caligrafía clara debido a la transformación de sus manos en garras, pero ya había adquirido bastante práctica con ello. Una tarde se atrevió a intentar dibujar algo y, aunque los primeros intentos le salieron tan desastrosos como temía, fue mejorando poco a poco. Aún así era bastante receloso a dibujar delante de los demás y solía hacerlo sobre todo cuando por algún motivo no era capaz de dormir, para entrentenerse.

Y pasó el tiempo y llegó la luna. Aquella noche Noel se sentía eufórico e hiperactivo y estaba disfrutando de un buen momento en compañía de sus amigos en el tejado del cuchitril. Accedió enseguida y con entusiasmo cuando decidieron que ya era hora de hacer la visita anual a los torreones.
-Tenemos unas apuestas que comprobar. Me pregunto si los de Letargo habrán aprendido a pillar el sarcasmo en todos estos meses -comentó con mofa mientras volaba de vuelta al suelo, listo para marcharse cuando los demás lo estuvieran.