Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

-¿De verdad? Lo de que sea más seguro me convence, lo de que sea más frío no. Tu ya no sientes frío pero yo todavía sí y no me gustaría pescar un resfriado.- comenté riéndome.- Yo sólo he ido al Macetero, en parte porque no sé a dónde más ir y en parte por que me gusta estar allí. ¿Tú has ido a algún otro sitio? Ahora que tengo unos días libres puedo aprovecharlos para moverme un poco y para qué negarlo, así puedes darme alguna idea.- dije terminando la comida.

-Tampoco he visitado muchos diferentes, no creas... En lo que me ponga al día con los camuflajes mágicos empezaré a moverme más- comentó Shizel, empezando a alzar un dedo por cada mundo vinculado que mencionaba-. De momento he estado en Idris, Roca Sagrada, Asrena y Nubla. Con el Macetero aún no me atrevo- añadió con una risa baja.

Ante la pregunta sobre alguna recomendación soltó un "hmmm" pensativo, meditándolo antes de responder.
-Si estás tan pez en ilusionismo como yo tienes las opciones igual de reducidas. Pero eso sí, Asrena seguramente tampoco te guste nada- le advirtió-. Es feo con ganas, y no hay plantas- hizo una mueca recordando la aburrida extensión de desierto que le había dado la bienvenida al atravesar el portal-. Roca Sagrada... aunque tiene buen paiseje es bastante frío, así que para un simple paseo te puedes dejar las reservas a base de hechizos térmicos. De Idris ya sabes bastante, y Nubla es el más asequible de todos, diría yo- mientras pensaba en las cosas que había hecho allí hizo un gesto perezoso con el dedo y la superficie de su bebida empezó a removerse sola-. Puedes mostrarte tal cual ante la gente, y la mayoría de ellos si no saben al menos chapurrean rocavarancolés, así que no tienes que vender sangre o algo así para poder permitirte un trato con dama Puente.

-Pues desde luego has visitado más que yo,- cuando mencionó el Macetero decidí picarle un poco.- ¿Qué ocurre, te da miedo un sitio en el que no hay civilización? Ahí no puedes servirte de tus dotes idrinas para sonsacar información.- dije riéndome.

-Ilusionismo cero créeme, no es un área de la magia que me interese mucho.- Con la descripción del skrýmir fui descartando sitios.- Asrena ni de broma entonces, no es que no vaya a pisarlo nunca, pero baja posiciones en la lista. Humm,- me quedé pensativo,- parece que Nubla es buen sitio para empezar entonces,- Desde luego un mundo en el que me entendieran era un aliciente bastante bueno. Entonces recordé algo,- ¿No es ese el mundo de Brann?,- la mención de Dama Puente me hizo bufar. Evidentemente conocía a la logomante de oídas y sus precios eran bastante caros.- Podría permitirme un amuleto pero prefiero disfrutar de mi dinero un tiempo más la verdad.- Recogí los platos y los limpié con un hechizo.- Bueno, ¿tienes algún plan para hoy o algo? No tengo nada que hacer así que para no aburrirme te puedo echar una mano con algo.

Se echó a reír ante el comentario sobre el Macetero.
-Hay civilización, pero si resultan salir todos como Tap esperaré a poder camuflarme como algo de menos de medio metro antes de intentar sonsacar nada- dijo medio en serio medio en broma.

-Es una lástima, es una rama interesante- comentó en referencia al ilusionismo. Quizá fuese porque el idrino ya había pasado sus buenas horas practicando la variante no-mágica, pero le atraía-. Y sí, Bran viene de Nubla. Antes de ir le pregunté algunas cosas para no llegar desinformado. Aunque con la vuelta de Rocavarancolia el panorama está cambiado, siempre es mejor cubrirse las espaldas para no destacar de más. A ti te van a adorar en cuanto se enteren de que puedes hacerles crecer los cultivos- sonrió en cuanto se acordó de que aquélla había sido una de las utilidades en las que los nublinos que había conocido habían estado interesados.

Las ganas de reír se le fueron cuando el italiano le preguntó si tenía planes.
-Lo de siempre- dijo enfurruñado-. Desde el anuncio del torneo mi vida se resume en encontrar hechizos de duelismo que no me dejen anémico de magia al primer compás, releer los apuntes de mentalismo y cuando me aburro de ésos ponerme con los de camuflaje- se quejó-. Quería visitar algún mundo nuevo, pero esas tres cosas se comen mi tiempo. No puedo usarlo para informarme y ponerme a punto.

-No todos son como Tap, muchos solo tienen curiosidad. No suelen ser agresivos y a la menor señal de peligro suelen largarse corriendo, a no ser que ataques alguna colmena de avispas en cuyo caso si que te atacarán.- dije recordando una de mis anteriores visitas al mundo.

-Pues no me vendría mal un poco de adoración la verdad,- respondí bromeando,- aunque lo cierto es que hacer crecer los cultivos es fácil, siempre y cuando tengas los conocimientos y la magia suficiente claro.- comenté quitándole hierro al asunto.- Aunque quizá podría echarles una mano con eso.- dije en voz baja más para mi.

-Te entiendo, yo mismo he estado así últimamente, demasiado ocupado.- resoplé con pesar. Mi mirada se iluminó cuando el idrino mencionó que quería visitar algún mundo.- Tengo una idea, ¿por qué no te doy una visita guiada por el Macetero? No necesitas información teniéndome a mi y es bueno descansar de vez en cuando. No pienses tampoco que lo hago desinteresadamente, quería pasarme por allí para recoger unas plantas medicinales. Venga, di que sí,- prácticamente se lo rogué, nunca había tenido compañía de mi cosecha cuando iba por aquel mundo y tener algún acompañante hacía la perspectiva muy agradable.

-Mientras no les enseñes cómo funciona la magia, el Consejo no debería echársete encima por usarla para ellos- advirtió a Enredo. Aunque mantener la fachada rocavarancolesa en Nubla era fácil, aquélla era una de las pocas restricciones que existían al respecto.

Se le iluminó la cara ante la perspectiva de un nuevo viaje.
-¿Sabes qué te digo?- dijo con nueva resolución-. Que de acuerdo. Hoy no voy a tocar los libros, vámonos de excursión.

-Perfecto.- digo haciendo muy amplia mi sonrisa,- Ponte cómodo mientras cocino algo para comer. No es que allí no haya nada para comer, pero seguro que prefieres mi comida.- comento riendo.

Empané algo de carne para hacer unos bocadillos, con algo mas de tiempo habría hecho cosas más elaboradas pero no es que fuéramos a pasar hambre precisamente. Para el postre iba a darle algo especial, pero eso no tenía que llevarlo. Metí el pan y la carne en una cesta y la protegí con unos hechizos. En ese momento tocaron a la puerta de la torre.

-¿Puedes abrir tú Shiz?

Apenas había avisado ala puerta o intentarlo cuando esta se abrió sin mas, haciéndole parpadear confundido. ¿Tenían un radar para saber cuando venia? Sacudió la cabeza entretenido entrando al torreón y buscando a alguien con la mirada, quien fuera, en el salón no había nadie pero vio una cabecita blanca conocida así que entro en la cocina sonriendo y notando que Enredo estaba manejando comida.

-Buenas, ¡que de tiempo!- exclamo animado pues realmente llevaba varios días sin verles el pelo a ninguno con su obsesión con las runas- ...¿no me digas que llegue de nuevo a la hora de comer?- pregunto DL mirando a Enredo incrédulo de su puntería para llegar siempre a la misma hora. Cualquiera diría que olía la comida desde la Sede u algo. Pero no parecía eso, mas bien Enredo aprecia estar guardando la comida como si se fueran de picnic- ¿Tenéis fiesta en algún sitio?-pregunto a ambos mirándolos con curiosidad tomando asiento y apoyando la barbilla en el espaldar de la silla, aunque primero se miro a si mismo intentando recordar si ellos le habían visto con ese aspecto de chaval de catorce años y piel canela y se dijo que si. Aunque igual sus amigos estaban acostumbrados a que si venia alguien desconocido a hablarles con confianza, es que era el, así que no hacia falta explicaciones.

-Desde luego- dijo Shizel con desidia. Y efectivamente abrió la puerta, pero con un gesto de la mano fruto de un hechizo sin ni siquiera levantarse.

La familiaridad con la que les habló el niño que entró les dijo quién era más que cualquier otra cosa. Shizel ya se había acostumbrado a ver a DL con mil aspectos diferentes, pero aún le disgustaba un poco que no revirtiese a su aspecto original delante de él. Sin embargo el tema nunca había surgido en la conversación, y después de la salida un tanto apresurada que había hecho de la Sede la última vez que había visto al cambiante aquél no era un buen momento.
-Hola- saludó normalmente, y le informó de adónde iban en realidad-. ¿Te apuntas?
Ante la respuesta afirmativa del foner, y tras ponerse los tres a punto, salieron de Serpentaria en dirección a la explanada de los portales.

Sigue en El Macetero.

Alguien apareció por la puerta de la cocina, me bastó un simple vistazo para saber de quién se trataba.

-Pero bueno, ¿tú hueles mi comida verdad? Debes de tener una alarma puesta en tu habitación que te avisa de que estoy cocinando o algo.- dije serio al principio pero terminé riéndome al final.- Bueno da igual, nosotros nos íbamos al Macetero.- poco hizo falta para convencer al foner.

Puse más carne en la cesta y más pan. Subí a mi habitación a por el cinturón y mi zurrón y nos fuimos.

Sigue en El Macetero.

Llegué a la torre después de la salida algo más calmado, pero aún así estaba determinado a hacer ciertas cosas y para ello iba a necesitar unos libros específicos de la biblioteca. Pasé a buscarlos y como no son temas que le interese mucho a la gente casi siempre están allí. Los días siguientes estuve practicando a hacer crecer cosas que no fueran lianas, plantas ordinarias, flores, arbustos. Poco a poco iba aumentando la dificultad de la práctica.

Cuando regresó Urticaria le entregué lo que me había pedido, pero el musgo aún no se lo di, antes quería informarme bien sobre él y lo que podía hacerse. El resto del tiempo libre se lo dediqué a mis prácticas, menos mal que prácticamente vivía entre enredaderas o habría andado sin reservas cada poco.

Hablé algunas veces veces con Yttria para ver qué tal le iban las cosas, también mantuve el contacto con mis otros amigos, que parecían tan ocupados como yo, cada uno con sus cosas claro.

Con el tiempo dominé la magia de hacer crecer plantas y decidí ponerme otra vez en marcha. Tenía una tumba que hacer.

Sigue en el Macetero.

Los días avanzaron y Shizel con ellos.

No pasó mucho tiempo antes de que empezase a poder poner en práctica pequeños trucos de mentalismo con las ratas, siempre bajo la celosa vigilancia de RR. Todos y cada uno de los animales pasaban por un riguroso hechizo desinfectante antes de llegar a sus manos, y éstos parecían notar su disgusto porque más de una vez los más puñeteros intentaron morderle. A partir de la primera sesión, por tanto, Shizel se englobaba las manos en una protección física moderada.
A cambio consiguió un buen dominio de cómo guiarse a través de la mente de un animal sencillo, y dónde podía tantear o no sin que el sujeto se diese cuenta. Con la ayuda del brujo diseñó pequeños laberintos donde poner a prueba a los animalillos, para comprobar si era capaz de borrar recuerdos concretos relacionados con el recorrido a seguir o la mera sensación de haber pisado ese lugar antes. Tenía que agradecer buena parte de sus progresos a RR, dado que él interrogaba a las ratas en su lugar y le transmitía sus respuestas, así que el skrýmir se propuso retribuirle su ayuda en un futuro.

Seguía quedando periódicamente con Skarog para trabajar en los hechizos de tiniebla y distorsión. El primero ya eran capaces de convocarlo sin equivocarse y solo quedaba pulir el dominio de los modificadores para poder manejarlo con soltura, mientras que con el segundo ya habían machacado la parte teórica y sólo les quedaba ponerla en práctica.

Aquella división de disciplinas le estaba restando tiempo de prácticas para el torneo, pero Shizel no podía evitar que le hubiese cuadrado todo a la vez. Para solventarlo convino con RR espaciar las prácticas de mentalismo hasta después de participar, pero aún así era consciente de que otros compañeros de cosecha contaban con más tiempo que él. Aquello le quemaba, y solía consolarse pensando que aunque no tuviesen sus ejercicios mágicos divididas algunos de ellos sí debían atender obligaciones fuera de ellos tales como el trabajo en el ejército.

Aquella mañana Shizel estaba mirándose pensativo al espejo, haciendo gestos ocasionalmente frente a él mientras evaluaba los cambios que veía. Inflexiones tentativas en unas direccciones u otras hacían que el color de su cabello cambiase de su blanco natural a mil tonalidades distintas. Finalmente deshizo el embrujo y sin transición alguna éste volvió a su color original.
El ilusionismo relacionado con los colores lo tenía bastante dominado a aquellas alturas: aquella disciplina requería aprender conceptos de la óptica adicionales pero aquél era relativamente simple, involucrando solamente longitudes de onda reflejadas y absorbidas. Modificar el aspecto de sus orejas, que requería crear una imagen más compleja, iba a llevarle más tiempo. Había leído que era posible anexionar ilusiones sensoriales que apelasen a otros sentidos además de la vista, pero aquello enlazaba con el mentalismo y había decidido ir paso por paso y meterse en aquello sólo cuando tuviese bien dominados los básicos.

Se acercó más al espejo para poder delimitar con mayor precisión el área del embrujo definitivo. Marcó primero sus cejas, abarcó después su cabello a partir de la raíz y finalmente su iris: cambiarlo todo a la vez le haría ganar tiempo. Completó el resto del hechizo con la coloración que quería y esas tres zonas quedaron en apariencia teñidas de un idéntico color rojo granate.

Contempló el resultado divertido en el espejo, sintiéndose rarísimo. Sin embargo le vendría bien comprobar si el engaño era consistente, de modo que decidió pasearse así por la ciudad ese día. Antes de marcharse convocó a un lacayo grotesco que fuese a buscar a RR y le pidiese prestadas las ropas foner con las que había llegado a la ciudad. Tal y como evidenciaba su apariencia actual, para acompañar a DL a FONERA Shizel se disfrazaría de rojo.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

La idea de verse con un gigante de forma periódica no resultaba especialmente acogedora para Tap, incluso aunque Shizel fuera de los menos estúpidos. Aún así, en el fondo le reconfortaba saber que alguien se había dado cuenta de lo listo que era y le había pedido ayuda. El poltergeist había descubierto hacía ya tiempo que podía evitar el conjuro de la entrada poseyendo la propia puerta o cualquier objeto, por lo que nisiquiera se molestó en llamar. Coló por la rendija de la puerta lo único que había traído, un recorte de papel, y fue levitando en el aire hasta dar con la habitación de Shizel.

>>Esto que traigo es la lista de libros que consulté —le habló directamente a la  cabeza—. La mayoría son de Serpentaria, así que estás de suerte—desposeyó el papel, dejándolo caer sobre el escritorio de Shizel, y se sentó sobre su superficie. Convocó una esfera que emitía una luz muy ténue y la ancló a su espalda para que el idrino pudiera verle. Cuando Shizel estuviera preparado, comenzaría a impartir su primera clase—: Lo primero que tienes que hacer es concentrarte. Piensa en algo agradable, como Pablo perdiendo a los tres minutos de comenzar su primera ronda en el torneo—no hubo signos en su voz de estar de broma y, efectivamente, no lo estaba. Dejó un espacio de tiempo corto para que Shiz se concentrara—. Cuando creas que estás listo, intenta aplicar una chispa mágica en tu mente, formula un pensamiento y condúcelo hacia la mía. Por si te preocupa, no puedes mandar pensamientos sin querer—acabó añadiendo con una sonrisa alegre.

Tap sabía que no le saldría a la primera, pero así sería más divertido. En cuanto Shizel diera las señales de hacerlo bien, el poltergeist le aclararía el precio de sus clases: ayudarle a reforzar el edificio al que se trasladaría tras el torneo. No le hacía demasiada gracia que el skrýmir supiera su paradero, pero menos gracia aún le hacía tener que aprenderse aquellos hechizos.

Llegó el día convenido con Tap y Shizel se encontraba haciendo tiempo hasta su llegada repasando sus apuntes. Concentrado como estaba, oír la voz del poltergeist en su cabeza sin aviso previo le dio un susto de muerte. "No solo necesito un buzón en la puerta, también unas protecciones en condiciones", se le ocurrió mientras se reponía rápidamente. La vuelta al civismo le había vuelto confiado.

Tardó un buen rato en dejar la mente en blanco, y no lo logró realmente hasta que Tap le confirmó que no podía enviarle ningún pensamiento sin querer. Era algo que ya había leído de pasada en alguno de sus compendios de mentalismo, pero verlo corroborado ayudaba mucho. No obstante el skrýmir seguía teniendo demasiadas cosas en la cabeza y cada vez que lograba apartar una de la superficie de su mente aparecía otra. En circunstancias normales concentrarse le resultaba fácil: parecía ser uno de los atributos potenciados por su transformación, pero últimamente con los planes de las prácticas con Skarog, los nervios por el torneo, los frentes del mentalismo y el ilusionismo abiertos, la excursión a FONERA y la ansiedad por si le daría tiempo a todo le mantenían sumido permanentemente en malabarismos mentales.

-¿Te está llegando algo?- le preguntó con desconfianza al poltergeist en varias ocasiones. Se sentía increíblemente estúpido allí sentado intentando "pensar con fuerza" o lo que fuera.


La primera vez aquella tarde que logró enviar un pensamiento, aunque lo hizo de forma cortada e inconexa con respecto a la frase completa que estaba intentando mandar, le supo a gloria. Shizel no quería interrumpir la práctica ahora que le había cogido el tranquillo para que no se le esfumara entre los dedos la racha de buena suerte, pero Tap captó su atención hablándole de lo que pediría a cambio de aquel favor.

El precio era desorbitado y desde luego que en aquel momento quedaba fuera de su alcance, pero era algo que si Shizel quería conseguirse una residencia propia en Rocavarancolia (aunque la imaginase temporal) iba a tener que tocar de todos modos. Y tampoco le hacía daño llevarse si no de buenas al menos de neutrales con el repoblador, ya que aparentemente iban a ser vecinos en Luna Alta. Shizel nunca se había planteado establecerse en otro sitio por la simple lógica de que nunca se había planteado vivir en otro sitio que no fuese una mansión.
-De acuerdo- aceptó tras pensárselo un poco-. Pero que sepas que no va a ser algo que vaya a ser capaz de llevar a cabo de la noche a la mañana. Si tardo vas a tener que tener paciencia.

Posteriormente, y cuando retomaran de nuevo la práctica, Shizel asaetearía a Tap a preguntas del calibre de "¿A cuánta distancia puedo enviar un pensamiento?", "¿Necesita uno tener magia para enviarlos?", "¿Y para recibirlos?", "¿Qué tipo de protecciones lo bloquean?"

A pesar de lo que pudiera parecer en un principio, Tap acabó tomándose aquella clase en serio. Tenía muy arraigada la mentalidad de su colmena en ese aspecto y, si no atendías o dabas bien las clases allí, te comían. Cuando Shizel consiguió comunicarle su primer balbuceo, Tap alzó los puños en un gesto de victoria y volvió a bajarlos enseguida, su reacción había sido más rápida que su odio. Contuvo el gesto y pasó a leerle la cartilla al gigante de hielo.

No le sorprendió la respuesta, no esperaba otra. Si él mismo necesitaría tiempo, no quería imaginarse cuanto fueran a necesitar los demás.

>>Tendré paciencia, siempre que no te desentiendas en cuanto aprendas lo que necesites —lo de Matt seguía siendo una espina clavada para el poltergeist.

Hechas las aclaraciones acerca del precio de sus clases, Tap continuó las clases, aportando todo lo que sabía.

>>Para mandar mensajes de manera espontánea, basta con que tengas al receptor a la vista. Si quieres hablar con alguien a más distancia, necesitarás crear un vínculo telepático primero. Yo todavía no he conseguido hacer algo así por mi cuenta —confesó—, pero podemos intentarlo cuando te veas más suelto.

-

>>La magia es necesaria solo para enviarlos, puedes hablar con gente que no sabe usarla, como Ka u... otra gente —había intentado hacer memoria con el nombre del chico florero de la sede, pero no atinó a tiempo—. Para proteger tu mente de intrusos se pueden erigir barreras mentales, esto creo que es lo más sencillo de todo. Hasta Pablo ha aprendido por su cuenta—señaló. El repoblador soltó una carcajada silenciosa antes de acabar la broma—, así que ya te puedes imaginar que la dificultad es para recién sembrados.

Dejó unos segundos al skrýmir para que archivara la información antes de volver a ponerlo cabeza a la obra.

>>Va, ahora háblame de nuevo hasta que consigas conectar varias palabras enteras—exigió—. En cuanto lo consigas, comenzaré a hablarte yo hasta que logres callarme en tu mente.

Shizel asintió con seriedad, absorbiendo lo que Tap le contaba. No dejaba de ser información encontrable en libros, pero lo valioso de ello residía en que venía de alguien que en su momento había experimentado las mismas dificultades que estaba atravesando él en ese momento.

Los engranajes de su mente giraban exprimiendo las posibilidades. Si combinaba aquello con mentalismo, ¿podría mantener conversaciones mentales incluso con personas sin magia? Tomó nota mental de darle la lata a Karime para que aceptase hacer algunas pruebas al respecto cuando pudiese manejar ambas disciplinas.

Tap era un profesor más paciente de lo que esperaba. Ahora que ya había conseguido averiguar qué sensaciones tenía que encadenar en su mente para enviar un pensamiento, al skrýmir le quedaba la parte de interiorizar la secuencia hasta hacerla instintiva; tal y como hacía años había tenido que hacer al aprender esgrima. Repetir, una y otra vez, hasta que la memoria del cuerpo, o en este caso de la mente, se apoderaba de la acción.

Pronto descubrió que, al igual que para hablar debía mantener el tono de voz firme durante toda la frase, al enviar un pensamiento su voluntad debía ser igual de constante. De lo contrario las palabras a las que otorgaba menos importancia, como los artículos o las preposiciones, se perdían por el camino. Al final de la clase de aquel día logró encadenar una frase corta entera, completa, pero a cambio consiguió una migraña de campeonato.

El bloqueo de pensamientos, quizá por la fatiga mágica acumulada, no le fue tan bien. En un momento de extrema frustración Shizel incluso intentó alzar el escudo para ver si servía para saltarse a la torera aquella parte, y éste le confirmó despiadadamente que no servía para eso.


A lo largo del tiempo que quedaba antes del torneo continuaron quedando en Serpentaria para continuar con las prácticas. Shizel había empezado a cogerle el truco al bloqueo, pero eso no impedía que el más mínimo ruido o estímulo visual le distrajera y su cuidadosamente erigida barrera se viniera abajo.

-¿Te costó menos formular hechizos mentalmente después de aprender esto, o dio igual?- le preguntó tras pedirle un descanso breve al poltergeist. Le zumbaba la cabeza.