Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Se sentía un poco intruso cuando finalmente llegaron a Serpentaria, ver que Seon y Alder estaban ahciendole compañía a Yoel no le hizo sentir mucho mejor. Pero eran un apoyo. Shizel había dejado el peso de decírselo a Enredo el cual se perdió escaleras arriba finalmente mientras Shizel le daba las posibles opciones a Yoel. El chico estaba realmente mal, todo había sido demasiado repentino

-Si por el contrario decides quedarte, Seon y Alder no son las únicas que podrían ayudarte. Nos nos conoces mucho es cierto, pero no te dejaríamos solo, tan solo...piénsalo con calma- añadió con suavidad mirando alas dos chicas sinhadres, sabia por ellas que perder a tu otra mitad incluso en circunstancias tales como las de Yoel y Zmey era bastante duro, por lo que ellas serian la mejor compañía.

-Yo volvere a la Sede, puede venirte conmigo si quieres -añadió viendo que el chaval estaba mas cómodo con la pareja sinhadre.

Seon sorbió antes de hablar.

- Nosotras tenemos dinero de sobra como para pagarte la vuelta, pero puedes quedarte aqui. Hay habitaciones de sobra...

Alder y Seon se miraron. Y sabían lo que había en la otra. Seon podría haber dicho "Ojala nunca hubiera llegado a esto" y "Lo quería, de verdad que sí" y Alder podría haber dicho que Yrio ya había muerto una vez pero que dolía igual que la primera. No hubo tales comentarios. DL estaba ofreciendole tambien su apoyo, y volver a la sede. Pero la ultima palabra era del niño.

Yoel negó con la cabeza. No iba a dejar que Seon y Alder le pagasen los hechizos teniendo él trabajo, pero sí aceptó su oferta de quedarse en Serpentaria. Pasar los días en la Sede, rodeado de las cosas de Zmey, no le iba a hacer ningún bien.

-Tendré... que ir a por mis cosas- dijo con voz cascada.- Iré contigo, DL.

No sabía cuanto podía llevarse de la habitación de la Sede, tampoco qué debía hacer con las cosas del piromante. Al final las metería en una caja y las dejaría allí. << ¿Y si vuelve?>> pensó absurdamente. << ¿Y si las tiro y al volver se enfada conmigo y vuelve a dejarme sin cejas?>> Aquel pensamiento lo hizo reir internamente. Siguió a DL fuera de la torre de hechicería, con la nota de suicidio hecha una bola en su bosillo.

A la vuelta se instaló en una habitación vacía, cercana a la de Seon. Pasó noches en vela pensando en lo fría que parecía la habitación, en todo lo que faltaba, y lo raro que se le hacía dormir solo después de tanto tiempo compartiendo lecho con Zmey, o durmiendo por turnos. Le iba a costar retomar la rutina, y aún tenía una decisión que tomar.

El cierre del torneo puso punto final al frenético ritmo de trabajo anterior de Shizel, eliminando temporalmente de su lista de pendientes los hechizos de duelismo. La excursión a FONERA ya había quedado atrás, de modo que no tenía que trabajar con embrujos extra de camuflaje ni con más prisa de la habitual. Por tanto el idrino quedaba libre para darle el empujón que necesitaba al mentalismo. La charla con Quemaduras había hecho brotar esa idea en su cabeza: la de especializarse y que los habitantes de la ciudad tuviesen que reconocer que era bueno en lo que hacía. Estaba seguro de que la manipulación de recuerdos y de la extracción de información era algo de lo que podía sacarse negocio, máxime siendo la ciudad de la que se trataba.

A lo largo de los meses posteriores Shizel abandonó definitivamente las pruebas con animales, las cuales había mantenido por pura paranoia, y una vez pasó a sentirse seguro de sus capacidades se centró exclusivamente en las personas. El editado de recuerdos ya no le costaba trabajo, y con el tiempo su proyecto pasó a ser más ambicioso y pasó a hechizos más avanzados, que involucraban crearlos a partir de material ya existente. Aquello era notablemente más complejo, ya que aquel continuo cortado y pegado de sensaciones de forma que resultase verídico requería delicadeza, mano fina y atención a los detalles. Al skrýmir se le iban las horas probando, pero no se arrepentía en absoluto de los resultados una vez se embebía en su tarea.

No necesitaba dinero -aún mantenía a buen recaudo buena parte de la mención de honor del torneo- pero llegó el momento en que decidió que bien podía empezar a ocuparse de algunos “encargos”, tal y como había reflexionado en la charla con Quemaduras. Así pues un día, en su acostumbrada salida de por las mañanas a la bahía, descendió hasta donde entrenaban los mercenarios de la Brecha y les comunicó con sobriedad que si necesitaban de sus servicios ya sabían dónde encontrarle, y que si era posible hicieran correr la voz. Lo mismo hizo entre sus allegados, y cruzaba los dedos para que su mención en el torneo fuese recordada a la hora de que los posibles clientes calibrasen si era o no un mago competente. Sabía que corría el riesgo de que tendría que trabajar horas extras para ponerse al día si le pedían algo más avanzado de lo que llevaba de sus estudios, pero confiaba en que aquello fuese un incentivo más para trabajar duro.

El idrino seguía compaginando sus actividades diarias con visitas a los mundos vinculados que ya conocía. El viaje a Libo concretamente no fue todo disfrute, sin embargo. Shizel había regresado con una espinita clavada del primer día. Para él lo que tenían él y DL no era más que un trato de amigos con beneficios, no una relación, y le molestaba que en aquel lugar la gente confundiese tan rápidamente una cosa con otra, no como en Idris donde la frontera estaba muy bien delimitada. Le molestaba aún más que bromeasen con ello.
El resultado fue que se mostraba más distante y huraño con el cambiante. Más veces ante la petición de "pasar un rato a solas" respondía con "no me apetece": no porque ése fuese el caso sino para marcar distancias. Procuraba suavizar aquella nueva actitud lo máximo que podía, pero eso no le eximía de seguramente provocarle al foner cierta confusión ante el sutil pero notable cambio de actitud. La punzada de culpabilidad adicional aún le ponía de peor humor.
“Le va a venir bien”, pensaba para calmar su conciencia pesada. “Me voy, al fin y al cabo.”

Porque mientras tanto Idris estaba cada vez más cerca. Shizel sabía que podía deshacer el candado mental que habrían aplicado (si Miseria no había entrado en hechizos complejos) a sus familiares, amigos y conocidos, y tenía solucionado el asunto del idioma y de cómo llegar a su ciudad de origen. Muchas veces a lo largo del último mes, que había sido realmente aquél en el que había dado los preparativos por finalizados, se preguntaba qué le estaba reteniendo realmente. Sin embargo nunca parecía ser el momento de anunciarles a todos su marcha, y por tanto continuaba a la espera.



Había estado esperando la salida de la Luna Roja en la biblioteca de Serpentaria, desde donde tenía una vista excelente dado que se trataba de una cúpula de cristal. La sintió antes de verla, y sonrió mientras se reclinaba hacia atrás en el sillón para contemplarla.
"Ya llevo más de un año aquí", pensó.
La ciudad estaba vibrante, viva, pero no rabiosa como el año anterior. La magia primordial del astro escarlata bullía en su sangre y el bullía con ella. Era más Shizel y más skrýmir que nunca, porque ahora ambas cosas no se contradecían entre sí. Notaba la mente más fría y clara, las fumarolas de vapor de su piel más vigorosas, su escudo borboteando en un rincón de su conciencia anhelando materializarse y absorber magia.
“Me encantaría echar un duelo ahora mismo”, pensó. Recordó en Rocavaragálago y en el increíble subidón de poder que había experimentado incluso a kilómetros de distancia aquella noche de Luna anómala, y no tuvo que pensárselo mucho para hacerse intangible y atravesar levitando el techo de la cúpula.
Aquélla no era noche para pasarla dentro de casa.

Sigue en Rocavarancolia, en general.

Después de lo de Yrio decidí centrarme en los estudios para evadirme y no pensar en la muerte de un compañero de cosecha. Lo conseguí en parte, el ver a Yoel por la torre no es que me ayudase a mejorar precisamente pero no era culpa suya, así que no le podía reprochar nada.

Casi un mes estuve estudiando el hechizo de invertir las curaciones y sus variantes, y sobre todo lo más importante que era deshacerlo.

Quise empezar con las lecciones de telepatía pero Shiz estaba ocupado y yo no quería molestarle así que miré mi agenda y decidí adelantar los preparativos para el viaje a la Tierra. Lo primero que debía hacer era aprender a volar. Qué fácil suena dicho así pero no, no lo fue. Primero estuve buscando el hechizo lo que me llevó un par de días, encima era el hechizo más difícil que había hecho nunca. Gracias a dios Yttria se apuntó a aprender el hechizo y como nos animamos mutuamente no desistimos, aunque hubo un par de veces que quise mandar el hechizo a tomar viento.

Aún así la constancia tuvo sus frutos y un par de días antes de la Luna tanto ella como yo habíamos dominado la magia por completo. Tengo que decir que volar es una sensación maravillosa, no hay comparación alguna con levitar, esto es mil veces mejor.

Tampoco os penséis que estaba todo el día aprendiendo magia. Seguía tomando apuntes de medicina aunque fuese menos que antes. También visité Nubla y le eché un ojo a la madre de Nirael que estaba perfectamente cosa que me alegró, mi primer paciente había salido adelante cosa que me animó.

Y llegó el día de la Luna, estaba preparado para visitar los torreones y echarles una mano a los nuevos ciudadanos. Recogí mi zurrón y el cinturón y salí por la puerta de la torre.

Sigue en el Torreón Letargo

La luna brillaba como todas las que Dirke había visto desde que llegó y su luz rojiza dejaba en ropa interior al verde tenue que emitía el hombre árbol por ser de noche. Dirke había hecho uso de su premio y sus ahorros para paliar con cachivaches aquello que no podía con magia y en aquel momento había decidido hacer uso de varios. Así, a la desnudez habitual del chico, se le unieron unos patines nuevos, un anillo de madera tallada y unas gafas de aviador nuevas también, con distintas funciones que emulaban entre otros, varios trucos de la niebla mágica.

El alemán frenó los patines frente a la puerta de Serpentaria y se subió las gafas. Echó mano al pomo de la puerta, la abrió y atravesó el umbral tranquilamente, sufriendo poco más que un cosquilleo. Una vez dentro, se quitó los patines, buscó la habitación de Seon y llamó a la puerta con una sonrisa perenne. Como cada luna desde que había empezado a cosechar, a Dirke le gustaba acercarse a ver si sus varmanos sobrevivían y el alemán pensó que sería más divertido si invitaba a Seon y a Alder.

―¡Heeeeey! ―se hizo oír a ese lado de la puerta, esperando no estar despertando a nadie a vozarrones. Desgraciadamente, las probabilidades frente a esa habitación siempre estarían en su contra―. Soy Dirke, ¿os apetece dar un paseo y acechar varmanos? ―les preguntó con un tono que no acababa de encajar con el concepto de acechar. Por alguna razón, el hombre árbol creyó necesario dejar claro que su intención era totalmente benigna.

Alder zarandeó un hombro de Seon. Después dijo su palabra. Terminó por pulsar, con una mezcla de hastío y diversión, la runa de alarma. La sinhadre se tensó un segundo bajo la dosis de voltios y   rodó. Cayó de la cama, envuelta en sabanas e hizo un sonido que se acercaba a la palabra hablada pero quedaba en poco más que un gruñido bostezado.

-No me acostumbro- gimió.
- Si todavía me hicieses caso cuando te llamo...- Seon había puesto dos circuitos en su habitación. El primero era un cordel  de alarma que solo excluía a Yoel y a Alder, a parte de sí. El segundo, un "botón" para cuando la necesitaban: una runa activada por presión que le daba una pequeña descarga electrica; algo más que un hormigueo pero nada realmente doloroso- En cualquier caso, tu galán desnudo quiere ir a acechar varmanos.

La soñadora rodó sobre el suelo  para ponerse de pie. La velocidad con que lo hizo la mareó un poco, y al apoyarse en el cabecero de la cama se aplicó otra alarma por error. Sacudió la cabeza frunciendo la nariz. Cuando miró a Alder, su sonrisa ya tenía otra esperandola como réplica.
- Tienes el pelo como una edeel.
- Tu lo mantienes como una aurva.
-¿Vamos? Hace fresco, y no quiero que se nos quede hecho una estatuilla.

Las pisadas eran el unico sonido presente en el torreón.

- Se nota que es la luna, ¿eh?- Seon no notó al principio el tono amargo y sonrió.
- Me siento increiblemente bien.
- Había sinhadres en Maciel, verdad?
- La varmana está en Letargo.
- Pero será otra vez lo mismo. Uno de los dos será como yo ¿o no? y otro como todos los demás.

Silencio como respuesta. Alcanzaron la puerta. Seon recibió a Dirke con un gesto cariñoso y Alder con una sonrisa amplia y nada inocente.

―¿Vienís entonces? ― preguntó Dirke con una sonrisa de oreja a oreja, al tiempo que las saludaba  agitando la mano en el aire. Obvió un poco la parte pícara de Alder, que todavía le incomodaba―. Me ha comprado muchas cosas con el dinero del premio, ahora estoy full-Rocavarancolia ―soltó una carcajada sonora y alzó sus artilugios mágicos, feliz como un crío chico―. Cuando estáis listas, ¡podemos irnos! Espero que Marsi no se haya muerto mientras estamos hablando... ―ni el propio Ramas sabía hasta qué punto aquello era un chiste o preocupación real.

La Torre Serpentaria también era un edificio impresionante. Archime dedicó diez segundos exactos a estudiar la fachada del que sería a partir de aquel instante su nuevo hogar. <<Un momento...>>. ¿Habían sido realmente diez segundos? Sí, estaba muy seguro de que lo habían sido, al fin y al cabo si el tic-tac de su cabeza tenía una utilidad evidente era la de marcar el tiempo con precisión. Pero entonces, ¿por qué tuvo la extraña sensación de que aquel tiempo no era el mismo que había marcado en Maciel? No, pensándolo bien ni siquiera en la Sede...

Una voz lo interrumpió. Un hombre cuyo rostro se hallaba cubierto por una máscara se acercó a recibirlos. Sin duda se trataba de otro de los altos cargos de la ciudad, pues se presentó a sí mismo como "Sepalian Xila, brujo del Consejo". El brujo les proporcionó la contraseña de la torre y les dedicó un discurso que, aunque con un tono diferente al empleado por Cicatriz, en esencia era lo mismo que ya habían oído.

Para cuando Sepalian Xila se marchó, el ingeniero se apresuró a acercarse a la puerta y pronunciar la contraseña, dedicando una leve mirada a Lara y a Keiria antes de traspasar el umbral de la misma para comprobar que le seguían al interior. Si iba a vivir allí probablemente debía presentarse a los que ya ocupaban la torre de hechicería y no se sentía cómodo con la idea de llevar a cabo tal empresa sin contar con la presencia de sus amigas.

El irrense observó el interior del recibidor mientras esperaba que sucediese algo y ese "algo" llegó en forma de lo que parecía una especie de insecto gigante cuyas alas y colas refulgían con varios colores. El ingeniero dedujo que se trataba de alguna otra especie cosechada por Rocavarancolia en cuanto empezó a hablar, presentándose como Tsusu el drake, y ofreciéndoles su ayuda. Al biomecánico se le agolparon un sinfín de preguntas en la punta de la lengua pero a tiempo, exactamente un segundo después, recordó que debía presentarse ante aquel pequeño ser.
—Soy Archime, de Irraria —decidió añadir su procedencia ya que desconocía si "drake" se trataba del nombre de la especie a la que pertenecía su anfitrión, aunque sospechaba que quizás fuese el nombre de la criatura en la que se había convertido tras la Luna. Esperaría a que finalizase el protocolo de presentaciones antes de comenzar a metrallear a Tsusu o a quien se acercase con todas las preguntas que se sucedían en su cabeza con casi tanta insistencia como el tic-tac.

Después de salir de Maciel di un paseo por la ciudad y volví a la torre, al día siguiente seguramente aparecerían los cosechados y quería recibirlos como dios mandaba.

Me desperté con el pregón de Miseria y por una vez estaba de acuerdo con Shiz, ganas de tirarle un tiesto a la cabeza. No es que hubiera dormido poco pero seguía teniendo sueño. Bajé a la cocina y me puse a cocinar para los que fuésemos a ser. Cociné algunas cosas terrestres pero seguí recetas de otros mundos, aun así lo que no faltaban eran las empanadillas y las croquetas.

Estuve a tiempo para el discurso de Sepalian a los novatos que oí gracias a la magia. El primero en entrar es el irrense de la otra noche.

-Eh Tsusu, relájate. Pareces tú más nervioso que los novatos - dije riendo.- Bienvenidos a la torre Serpentaria, lugar en el que viviréis hasta que os independicéis. Si queréis seguirnos os podemos mostrar el interior de la torre, por supuesto hay habitaciones libres para todos, escoged la que más os guste. Si alguna puerta está cerrada es que ya tiene dueño y las que se abran ya podéis imaginar - les fui comentando.- Esta torre posee dos salas comunes, un baño bastante amplio, las habitaciones, su propia biblioteca de libros de magia y por supuesto comedor y cocina. Yo mismo he preparado una comida de bienvenida que podéis comer ahora o y luego os enseño la biblioteca o viceversa, lo que prefiráis. Por supuesto podéis hacer las preguntas que queráis.

Me sorprendía ver a tantos de Letargo y tan pocos de Maciel, la Luna no había tenido termino medio al parecer. Y también estaba Skarog cargando con unos cuantos bártulos, <<¿Y este? ¿Lo han convencido para que lleve sus cosas o algo?>>.

Lara siguió a Keiria y Archi desde la sede hasta Serpentaria con el mismo aspecto de funeral. No le sorprendió encontrarse un nuevo discurso y, de nuevo, no le hizo apenas caso; pero lo poco que atendió le molestó sumamente. El vacío que había sentido hasta ahora empezaba a convertirse en rabia y rencor, conforme Lara salía de su letargo autoimpuesto. <<Podríais habernos dado estos refugios cuando mis bebés vivían, pedazo de malnacidos>>. El rostro se le fue agriando conforme acababa Sepalian y venía Enredo a saludarles. <<Precioso todo...>>. El labio le empezó a temblar y los ojos se le empañaron, Lara se mordió para contener las lágrimas que pugnaban por brotar. <<Son todos unos desgraciados. Unos gilipollas>>. Supo sin lugar a dudas. <<Nos tienen siete meses en la miseria y ahora nos reciben con los brazos abiertos y una sonrisa y nos dan camas y baños y libros y armerías y mierdas. Son todos unos abortos de rata apestosa>>. Enredo les ofreció un tiempo para preguntar y un resorte se activó en la mente de Lara y le devolvió el habla:

―¿Dónde dices que está la cocina? ―A Lara le había molestado en grado sumo que les hicieran un banquete de celebración. <<¿Qué se supone que tengo que celebrar? ¿La maldición que me ha caído o la muerte de mis niños? ¿O lo mamonazos que son todos en este sitio de mierda?>>―. Me muero de hambre ―mintió, con el rostro tan serio e inexpresivo como pudo, más allá de lo que le costaba sujetarse para no llorar de la rabia que sentía de repente.

Atol
Por fin llegamos a la torre. Apenas me percaté de que Sepalian estaba en la puerta y tuve que frenar en seco a pocos metros de él, por respeto y por no chocarme, más que nada <<¡La bienvenida, idiota! Eh, es mi segundo discurso, yo me fui a la Sede... ¡Toma ya!>> pensé divertido. Enredo y Tsusu también habían salido a recibir a los demás, así que les miré con falsa sorpresa.

—Hey, encantado, podéis llamarme Skarog. Espero que seamos grandes amigos—dije dando una carcajada—Va por vosotros también, novatos. Nos vemos.

Dicho eso, entré y me busqué una habitación, lo cual no me llevó mucho tiempo, pese a algunos muebles que la tomaron conmigo. Y luego tomé posesión de este vaciando mis bolsas y ordenándolo todo <<Hmm... si no recuerdo mal, los dormitorios se adaptaban... Imagino que cuando pase un tiempo>> De vez en cuando veía pasar a esas onyces por la ventana, pero no me fijé mucho pues tenía cosas mejores que hacer. Como comer. Salí casi corriendo del cuarto y me fui para la cocina, donde estaba una de las novatas. Me dirigí a Enredo.

—Menuda comilona. Para mí hay también, ¿verdad? Ah, quizá te interese: Dama Urticaria tuvo problemas anoche en su Botica...

Y le seguí hablando sobre lo que había pasado, pero omitiendo los detalles de las prohibiciones a los otros tres.

Alice
Archi, Lara y Keiria fueron quienes vinieron a Serpentaria con nosotros... con los cuales no había hablado desde que nos juntamos en la Sede, pero estaba tan de los nervios que no había encontrado hueco. Al cabo de un rato llegamos al sitio y...  <<¡Wuala! ¡Mola moles!>> pensé al ver la torre, aunque esa reacción se vio sustituida rápidamente por otra <<¿Y dónde meto a las onyces? ¿Y Dhelian a sus estirges?>> pensé, mirando la barabunta de ambos tipos que nos seguía. Estaban a su bola, realmente, desperdigadas por la zona e incluso algunas se habían acercado a la fuente donde todo empezó. <<Anda que tropezar y caerme... ¡Eh! Llegué a la ciudad y me caí en la fuente, y anoche me empapé con la lluvia... Curioso curiosísimo... ¡Chorradas!>>

Un tal Sepalian nos dio otro discurso similar al que Cicatriz había dado en la Sede y tras darnos una contraseña, se marchó. Todo parecía sacado de un libro de fantasía: el tipo del discurso parecía un elfo de bosque, con esos insectos y esa máscara de madera, aunque el pelo desentonase bastante... ¿Y la contraseña que no debíamos olvidar y blabla? Más fantasía. <<¿Y a ningún transformado se le ha ocurrido escribir algo sobre este mundo, sin entrar en detalles "reales" que le busquen la ruina, y forrarse en su propio mundo? Yo lo compraría, oye. ¿Me dejarían?>> pensé, aguantándome la risa.

Oye... Ahí no cabemos todas...
Bueno, podemos echar a los demás, ¿no?—inquirió otra, asomándose por la puerta.
—Tú, al hombro. El resto podréis entrar por la ventana cuando coja habitación y os avise.

Les di más órdenes para que no molestasen y enfilé la puerta. Al entrar, nos saludaron una especie de... ¿mariposa? Y el chico de las enredaderas de Letargo, el mismo que "invadió" el torreón como si nada, haciéndonos sentir vulnerables. Y encima metió aquella esfera parlante... Atendí con expresión neutra a sus palabras, escuché también lo que dijo Tsusu sobre que las habitaciones se acostumbraban a nosotros con el tiempo, y entré sin decir nada. <<Si alguna puerta está cerrada es que ya tiene dueño y las que se abran ya podéis imaginar... ¿En serio?>> Y encima había un... banquete. De. Celebración. <<¿En serio? ¿Casi un año comiendo de las cestas y ahora resulta que a la ciudad le sobra comida? ¿La sacan de las ruinas acaso?>>

—Yo soy Alice, aunque se avecina un cambio de nombre inminente, así como chubascos de onyces. Y primero cogeré habitación, comeré luego—y me habría mordido la lengua... pero el detalle de la comida me molestó mucho, así que lo dije—. Y no hacía falta un banquete ni chorradas, llevamos mucho tiempo comiendo de cestas, nuestros estómagos no están hechos a tanta comida de ricos... Tendré que acostumbrarme, mozo, así que comeré solo un poco, si no te importa—y añadí, un poco a destiempo <<Sea como sea, la ha hecho para nosotros...>>—. Y gracias.

Ellos no sé, pero en cuanto avancé un par de pasos, un mueble que hasta entonces me había pasado desapercibido me salió al paso y a punto estuve de caerme.
—¡Eh!
—¡Perdón, lo siento! Olvidé deciros que los muebles están encantados y a algunos les gusta bromear...—me sobresaltó Tsusu a la espalda.
—Ah... qué monos...
El ejército está fuera, podemos destripar todos los muebles... si quieres, pero sé que no quieres, so cutre.
—No hace falta. A ver, sigamos.

Me uní a Dhelian en la búsqueda de una habitación y al final logramos dar con dos que estuvieran al lado. La habitación era normalita, con su cama, escritorio y muebles. Pero si podíamos modificarla a nuestro antojo y además se modificaría sola con el tiempo...
—Esto va a ser la caña.
Aquí no cabemos todas... ¡Avísales y probamos!
—Ay, es verdad...—me asomé a la ventana y avisé a las onyces de fuera...

Pero me arrepentí. Entraron únicamente en mi habitación, sí, pero con tal velocidad y en tal número que me dejaron arrinconada al lado de la ventana. Pero si eso parecía malo, lo peor era que habían tapado gran parte del muro de la torre, pegándose a este como si estuvieran sentadas.
—¡Salid todas!—grité.
Tuve que pegarme a la pared para que no me arrastrasen por la ventana por cómo salieron del dormitorio.
—Mirad, no cabéis. Si queréis, podéis turnaros. Quedaros fuera las demás. Podéis apoyaros en el alféizar, el muro, volar alrededor... Podéis incluso turnaros para dar forma a alguna figura que os sirva de refugio... o en las ruinas de alrededor... Pero no cubráis la cúpula bajo ninguna circunstancia. ¿Entendido?
Vaya rollo—dijo una de fuera.
—¡Echadle imaginación!

Y, por fin, pude salir al pasillo. Permití, de nuevo, que una onyce me acompañara sentada en el hombro, pero habían acordado turnarse así que tendría que tener cuidado. <<Vamos a ver si como algo...>>

A la comitiva hacia serpentaria no solo se unió aquel chico que mas tarde se presentaría como Skarog, sino también Archi, Lara y Keiria.  Dhelian les echo un amplio vistazo mientras andaban intentando  descubrir algún cambio en ellos. Evidentemente lo que mas llamo su atención fueron los ojos de Lara, las colas de Keiria y aquella tonalidad de piel de Archi, como lo mas evidente. Aun así nada de eso le decía mucho porque si había algo así en el libro sobre transformaciones de la biblioteca no lo recordaba, libro que llevaba consigo junto a los otro dos tomados de la biblioteca y que le podría prestar a alguno de los tres si luego los necesitaban.

El trayecto hasta Serpentaria no fue largo, estaban relativamente cerca de la Sede en comparación al distancia que debían tomar en la cosecha para ir de Maciel a Letargo y ala inversa, lo que fue un alivio. Allí, al igual que en la Sede recibieron la charla de un hombre que se presento como Sepalian y tras indicarle los pormenores generales les entrego la contraseña, siendo adelantados por Skarog.

Nada mas entrar fueron acorralados por una especie de criaturilla que le recordaba mucho al muñeco de Mala Hierba, aunque tenía alitas, y no tardo en ofrecerse a ayudar en lo que fuera. Dhelian no le presto mucha atención observando el interior del torreón un poco cohibido y escuchando el graznido de alguna de las estirges a las que había ordenado permanecer fuera hasta que el dijera lo contrario. "Vale, ahora estamos aquí....¿ahora que?" se pregunto confundido e incomodo, viendo parecer a alguien conocido, el chico llamado Enredo del día anterior. Vio de reojo a Alice y su presentación por lo que junto valor para presentarse como ya lo habían hecho la humana y Archi

-Yo soy Dhelian, aunque tengo pensado cambiar de nombre pronto, intentare que las estirges de afuera no causen problemas- aviso no alzando mucho la voz y mirando detenidamente al chico que controlaba las enredaderas- Gracias por la ayuda que me diste en Letargo, me fue mas fácil encontrar lo que era tras los datos que me diste... - respondió aunque la parte de la comida le sentó un poco mal. ¿Comer un banquete tras toda la cosecha teniendo dificultades para ello? "A mi me llega un poco tarde el banquete" pensó Dhelian frunciendo el ceño un poco molesto y frustrado. No quería arriesgarse a comer algo mas que no fuera lo que su transformación requería sin documentarse primero. No le apetecía que su putrefacción se acelerase o alguna cosa similar por alimentarse de algo que era considerado normal para un vivo.

-Sobre la comida, es tarde para mi- respondió con una media sonrisa desganada y sin mucho humor observandolo y viendo de reojo a Lara y su reacción cuando escucho sobre la comida, viéndola incluso en peor estado que la ultima vez que la vio. ¿Que habría pasado?- Aunque suene desagradecido, no comeré, sabes lo que soy así que espero que puedas entender el motivo de mi rechazo- añadió sin querer dar muchos detalles pues se sentía un poco violentado aun sobre que se enterase los de Maciel con los que no poseía la misma confianza que con sus propios compañeros de torreón. Ademas, tal vez fuesen imaginaciones suyas, pero el ambiente estaba realmente tenso alrededor de Lara principalmente.

No pudo quedarse a decir mucho mas pues junto a Alice fueron a buscar las habitaciones, encontrando un par que por suerte estaban una junto a la otra. Dhelian tomo la mas cercana a las escaleras. Su interior era simple, una cama, la ventana, un baúl, un escritorio y una especie de lavamanos con su espejo. Muchas mas comodidades de las que podían encontrar como cosechado definitivamente. Ya les habían dicho que los muebles se movían a placer así que la parte del diseño de interiores seria mas fácil de realizar, por lo que Dhelian no se preocupo en inicio por eso, dejando los libros sobre la cama, de como no, sabanas blancas.

-Ahora dormir en una cama de sabanas blancas es adecuado-Dijo Dhelian con humor negro, suspirando y asomándose a la ventana del cuarto viendo a estirges revoloteando de aquí a allá y posándose donde pudieran. No es que fuesen muchas, aunque si que volvían a ser el numero máximo que el día anterior había ido a Letargo

-¿Cabréis todas en este minúsculo cuarto?- murmuro observando la habitación, no es que fuese muchas pero tener cerca de veinte pájaro de una envergadura considerable era un poco caótico. Tendría que buscar la forma de que convivieran con el en un numero reducido que fuese intercambiándose y no molestasen demasiado y sobretodo...importante....que no fuese problemático de limpiar."Tal vez debería buscar alguna magia sobre eso o preguntarle a Enredo si sabe algo del tema" pensó teniendo a ese chico como el mas "cercano" entre los transformados de otros años por el momento, aunque prefería buscar primero por su cuenta y sino le quedaba otra, preguntar. Ademas si averiguaba como anclarlo con runas la cosa seria incluso mas fácil...tiempo al tiempo- Si este cuarto realmente se adapta a todo este problema, sera un milagro- murmuro rascándose la nuca mirando a las estirges llamando a una de ellas a la ventana acariciando su cabeza. Se trataba de la estirge a la que el llamaba mentalmente orgullosa y que no le pico pero si le miró altiva, causando una risita en ghoul.

-Terminaremos llevándonos bien aunque sea por mero aburrimiento- le advirtió al ave que le soltó un graznido que  apenas interpreto como un <Ya lo veremos, enano> y que le hizo alzar una ceja. No se acostumbraba aun a que su cerebro interpretase el 'idioma' de las estirges como buenamente podía. Al final ordeno a al estirge subirse en su hombro y no hacer sus necesidades sobre el (al parecer la parte de no atacarle había quedado por fin medio grabado en el cerebro de pájaro de esa estirge, por el momento) y salio al pasillo encotnrandose con Alice que llevaba a una de sus onyces al hombro.

-Espero que sea verdad que los muebles del cuarto se mueven solos, o ponerme a mover muebles para intentar hacer un diseño que me sirva va a ser agotador- rió un poco viendo a la humana aun incomodo observando a la estirge de su hombro-Parece obedecer sin mucha objeciones, esta de aquí y sus compañeras utilizan cualquier huequito en mi orden para atacarme o hacer lo que quieren-suspiró mirando de reojo a la estirge que tenía sus ojilllos negros clavándose en la onyce de Alice. Dhelian miro por el contrario a la bruja- No se muy bien que hacer ahora....meses teniendo que sobrevivir y ya termino todo. ¿Ahora que hacemos?

Keiria caminó junto sus compañeros en silencio, demasiado preocupada por el estado anímico de Lara como para prestar demasiada atención a los cambios de los letarguinos. La muerte de Ippon y de los pequeños ordeses había afectado a todo el mundo, pero la ordesa era la que peor lo estaba llevando, y la ulterana temía que aquello le superara. No sería de extrañar, por otra parte, pero la posibilidad de que la madre perdiera su cordura se le antojaba perturbadora, y no volver a ver la sonrisa de la mala sombra era una idea devastadora.

La torre Serpentaria no tardó en aparecer en la distancia, y en su entrada les esperaba un nuevo individuo del Consejo que, a efectos prácticos, les dio el mismo discurso que Cicatriz. El nuevo hogar de Archi y Lara resultaba increíble a primera vista, y lo que mas destacaba a ojos de la ibolense era la cúpula de cristal que coronaba la edificación de cuatro plantas. Keiria estaba ansiosa por echarle un vistazo a aquellos pasillos, pero ni siquiera sabía como era su propio nuevo hogar, así que creyó conveniente despedirse en aquel punto de sus amigos.
—Os veré pronto, ¿de acuerdo? —dijo, mirándolos a los ojos antes de darles un abrazo a cada uno, el de la ordesa algo mas prolongado— Tened cuidado.

La pelirroja había tenido la previsión de memorizar la contraseña para no tener problemas cuando volviera de visita.

Continúa en la Sede de los Taumaturgos.

-Claro, permíteme guiarte - le dije a la ordesa con una sonrisa, el resto al parecer prefería instalarse primero y comer después. Salvo el ghoul claro que no iba a poder comer, lo cierto es que nadie había pensado en poner carne de muerto en la despensa de la torre ya que hasta ahora ningún ghoul tenía magia. <<Quizá deba decirle donde puede conseguir para que no se pudra. Luego si eso>>.

Acompañé a la ordesa hasta la cocina que estaba repleta de bandejas con comida y había una tarta de limón en el centro para el que le apeteciera tomar postre. Atol apareció segundos después.

-Puedes comer cuanto quieras - le dije a la chica.- Si necesitas alguna otra cosa o lo que hay no te gusta te puedo preparar lo que quieras - terminé con una sonrisa amable y escuché lo que me decía el libense.- ¿Cómo? ¿Una explosión? - me sorprendí.- Madre de dios, tendré que ir a hacerle una visita a Urticaria uno de estos días, pero a saber como estará su humor. Yo estaría igual claro, no sólo ha perdido de golpe y porrazo su negocio si no también su casa. Ojalá pudiera hacer algo más por ella y no sólo darle ánimos. Está claro que la Luna no trae nada bueno últimamente, en la nuestra casi nos matan todos los monstruos de los subterráneos y ahora esto - terminé diciendo mientras negaba con la cabeza apesadumbrado.

Casi al momento salió Dhelian al pasillo, hablando animadamente y con una estirge en su hombro. Oz también salió poco después.

Qué bicho más feo, de verdad. Y su dueño, mira qué pinta de muerto—dijo, haciéndose entender, como si el chico no estuviera presente. Y yo le seguí el rollo.
—Yo creo que pegan, ¿eh? Parecen cuervos y él es casi un cadáver andante... —bromeé.
Quizá... un poco.
A continuación, me reí de la situación y luego seguí, respondiendo al chico:
—Las mías obedecen casi siempre... Si les pido que me hagan la cama, seguramente la tirarán por la ventana, pero si les digo que..., no sé, que desordenen tu dormitorio, lo harán cantando y bailando—bromeé. Pero sabía que era muy cierto—. Anoche me llevaron volando... ¡Puedo hacer con ellas casi cualquier cosa! ¿Ya estáis asentados los dos? Bien. ¿Hacer ahora, dices? Pues... aprender y aprender, ya nos lo han dicho. Y hacer amigos, y conocer más cosas, y visitar vuestros mundos... ¡Y magia! ¡Hay un montón de cosas por hacer!—exclamé ilusionada.
¿Y los planes de conquista?—inquirió sin hacerse entender.

Me pilló por sorpresa, pero le seguí el rollo.
—Shh, eso es secreto. ¿No querrás que se enteren?—respondí en tono serio.
Oh... No, claro que no queremos que se enteren...—respondió, y ahí sí que se hizo entender.

Luego seguí como si nada.
—Y como iba diciendo... Ahora creo que podríamos bajar a comer, ¿no creéis?—respondí, empezando a bajar.