Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Dirke empezaba a sentir cierta incomodidad gracias a los comentarios de Alder. Se acercó al sofá y se sentó tratando de restarle importancia.

—Fue divertido de verdad—se quejó de broma a Alder. Realmente se lo había pasado bien aquella tarde—. Té mejor no, pero un vaso de agua estaría bien. Me sabe mejor sola—añadió a título informativo, a pesar de que resultara de cajón.

Saludó a Atol con la mano y un "hola" alegre y se interesó por la última del repoblador. Gracias a dios que no solía parar por la sede más de lo necesario, o probablemente se acabaría desquiciado. Aquel poltergeist era un experto minador de paciencias y ver los efectos que causaba en la gente, hacían dudar a Dirke de que la suya propia fuera infinita.

Conversó durante un rato con con Alder y Atol y no fue hasta que su cuerpo empezó a brillar tenuemente que decidió volver a la sede. Salvo excepciones, al hombre árbol le gustaba presumir de mantener un horario de sueño propio de las plantas. Eso y que realmente se agotaba si trasnochaba. Así, se despidió asegurando que volvería otro día.

Con las energías renovadas y la barriga bien llena, sin rastro del malhumor que llevaba al salir, llegué a Serpentaria. Tan de buen humor iba que le di las gracias de forma exagerada a Tsusu cuando me abrió. Dentro, en unos sofás y para sorpresa mía, me encontré con Dirke charlando con Alder y con Seon dormida.

—¡Hola! Qué envidia de compañía que tienes, Dirke. Pasaba a saludar, que Tap me ha echado de la Sede, y para echar un rato en la biblioteca—acompañé mis palabras del dedo índice señalando hacia arriba—. ¿Todo bien por aquí? O... ¿interrumpo algo?—inquirí finalmente entre risas.

Luego le respondí a lo que preguntó de Tap y seguimos hablando un rato. Cuando se marchó, yo volví a lo mío y me dirigí al estudio.

Estuve buscando nuevos hechizos de todo tipo pero sobre todo de más fuerza que los que usé en las pruebas. Tendría que haber hecho esta visita antes, maldita sea, porque había algunos ofensivos que... O los defensivos... <<"Reversión de entropía": blablabla... ¿Cómo afectaría a un poltergueist tramposo?>> pensé con diversión al recordar el golpetazo contra la puerta. Buscando y encontrando hechizos, información, de vez en cuando afloraba una sonrisita que no me gustaba ni un pelo: todos esos hechizos podría hacerlos algún día, y no eran precisamente suaves. Nunca me había parado a pensar en el poder de mi transformación tanto como en esas horas. Pero era un soldado, había entrado al ejército y el abanico de hechizos a mi alcance era... devastador. <<Qué demonios hago aquí entonces... Sorteando las trampas de Tap e ignorando sus tonterías... He tenido que comer fuera, incluso>> Los pensamientos sobre el repoblador no hacían buena mezcla con los delirios de grandeza. No, en absoluto.


Aún faltaban un par de horas para amanecer cuando la incomodidad de la silla acabó despertándome. En silencio, salí de la torre hacia la Sede de los Taumaturgos.

El olor a frambuesa y a madera mojada inundo sus pulmones justo antes de que en la punta de sus dedos se encendieran unas llamitas de color rojo sangre. El griego probo a agitar sus manos, y sus yemas ardientes dejaron un rastro incandescente en la negrura que le rodeaba. Una ligera sonrisa se extendió por el rostro del muchacho y empezó a dibujar, pero no había echo mas que un par de trazos cuando una nueva sirena de cristal apareció frente a él, precedida por su risa de vidrio roto. La criatura observaba las lineas encendidas con atención, y tras unos instantes de inmovilidad, alargó su mano y retiró una mota brillante de uno de los trazos, llevándosela detrás de la oreja y prendiéndola en su pelo esculpido. La chispa floreció como un pequeño jazmín, y la muchacha repitió la operación dos veces mas, mirándole a los ojos por fin en cuanto terminó.

Antes de que pudiera decir nada otra sirena se unió a la primera, pero esta le cogió de la mano e hizo el amago de besársela. Fue un mordisco lo que recibió en cambio, y con una pequeña mueca el hado retiró la mano, ahora apagada. No había sido especialmente doloroso, pero si inesperado, por eso el beso de la tercera criatura le pillo desprevenido. Apenas si se dio cuenta de que la muchacha había apagado su otra mano, por lo que simplemente se limitó a observar la extraña función. La sirena que tenía llamitas bailando en su interior señalo hacia arriba, y soplando sobre la palma de su mano, llenó la negrura de estrellas que permanecieron inmóviles un instante antes de caer con la misma languidez de la nieve. La muchacha de las flores en el pelo empezó a cantar con una voz de cristal mientras las chispas que les rodeaban empezaban a florecer. Dos figuras esculpidas en fuego danzaban entre las flores, y el movimiento del conjunto tenía atrapados los sentidos del chico.

La tercera y última criatura empezó a brillar con luz propia, al igual que lo había hecho Seon, y ahuecando las manos atrajo el dibujo hacia su interior, trasformándolo en una única llama azul. El latido de un corazón reverbero en el vacío, haciendo vibrar el cuerpo del griego. Vac no sabía si era su propio pulso el que escuchaba, pero le daba igual, solo tenía ojos para lo que la sirena le tendía. No llegó a distinguir que era, pues su fuerte fulgor le cegaba, y para cuando se dio cuenta...

... ya había despertado. La sensación de haberse quedado a solo un paso de encontrar algo importante que suele acompañar a los sueños conclusos llenaba el pecho del hado, pero a pesar de ello había podido descansar toda la noche. Una ligera sonrisa cortaba su rostro, y antes de ponerse en pie agradeció en silencio aquella paz onírica a la soñadora. Sin lugar a dudas, aquel iba a ser un buen día.

Alder aflojó el lazo con Dirke, sonriendo de forma menos sugerente y sirviendole un vaso de agua con completa normalidad. El helión entró cuando la chica iba a hacer un comentario, pero al quedarse con la palabra en la boca, se olvidó.
- ¿Que vas a interrumpir? Soy un alma inocente y llena de virtud.- bromeó.

La conversación continuó un rato más, hasta que dirke se marchó. Era un muchacho agradable y guapo, lo suficiente como para que sintiera no haber llevado más razón en sus bromas. Seón estaba haciendo amigos, lo sabía cuando hablaba con ella por las tardes o en las noches claras. Se quedó con un regusto amargo, pensando en como ahora era muy sociable pero estaba alejandose de los lazos de verdad.

Escucho al foner a medias y al final lo veo irse. Me centro en la lectura, el tiempo pasa y yo sigo almacenando información sobre plantas, fundamentos alquímicos y cosas por el estilo. Cuando me entra hambre bajo a por algo de comer a pesar de que son las tantas de la madrugada, así mismo cuando me empiezo a notar cansado uso un par de hechizos para despertarme. Necesitaba exprimir el tiempo tanto como pudiese, es posible que no consiguiese pasar la prueba pero al menos que no dijeran que ni lo intenté.

Avanzada ya la mañana y a pesar de que me quedan aún cosas por leer decido ir a la biblioteca, lo del libro mudo aún me escama y quiero ver que tienen de ello en la biblioteca. Es posible que ni siquiera sea un libro humano, si no ulterano y que este perdiendo el tiempo, pero tengo que asegurarme.

El lugar como siempre silencioso, y los libros por supuesto desordenados y los más interesantes escondidos, desde luego Biblios debía aburrirse mucho para cambiar los libros de sitio prácticamente todos los días. Me lleva un tiempo bastante largo encontrar el libro que busco y cuando lo encuentro me sorprendo bastante. No es un libro precisamente grande, pero lo mas interesante es el interior, pocas palabras hay, y las que hay están dentro de dibujos. Intento leer algunas palabras y por supuesto no puedo. <<Los misterios del libro mudo ¿eh? Que interesante>>.

Sigo leyendo mas cosas y cuando ya empieza a atardecer salgo hacia la botica.

Sigue en la Botica de la náyade.

Aquella mañana en Serpentaria no había transcurrido de ninguna forma en especial, hasta que Tsusu había ido a buscarle al salón y le había informado de que tenía visita esperándole en la puerta.
Extrañado, Shizel había bajado a la entrada. Normalmente cualquier visita que pudiera tener sabía la contraseña de la torre.

Los dos extraños que le aguardaban fuera no le aportaron más información. El skrýmir no les conocía de nada, aunque le llamó la atención el detalle de que aunque ella fuese a todas luces ulterana, el segundo fuese claramente idrino.
-Tengo entendido que se me buscaba- dijo a modo de introducción, acompañándola de una mirada inquisitiva al otro idrino. Éste la captó y recogió el testigo de la conversación.
-Efectivamente- el goliat idrino desplegó la gola en un gesto aparentemente al azar e intercambió una mirada con su compañera- Permíteme que nos presente antes: mi nombre es Rodar y quien me acompaña es dama Ardid.
-Un placer- el skrýmir se cruzó de brazos; aquellos nombres no le decían nada-. De momento aún me hago llamar Shizel en esta ciudad.
-Lo sabemos- le aseguró Rodar. El drake que les había abierto la puerta no había tenido problema en facilitarles el nombre del idrino, pero solo con esa información no les era posible saber si se trataba del que buscaban.

>>"¿Nada?", le llegó al goliat telepáticamente mientras aquel intercambio rutinario de cortesías tenía lugar.
>> "Si lleva hechizos de camuflaje no están activos", le contestó a su compañera. "Pero podría llevarlos anclados y encubiertos con algún aparato. ¿Notas alguna distorsión ilusoria?"
>> "De momento ninguna."
>> "Sigue prestando atención."

-Nos llegó la información de que en esta última cosecha mis congéneres habían dado ejemplo- explicó Rodar sin dar el más mínimo indicio de lo que estaba teniendo lugar a mente cerrada-. No quise quedarme sin conocerlos.
"La cosecha terminó hace meses", pensó Shizel en respuesta, pero no dijo nada.
-Rodar, te andas con demasiados rodeos- intervino dama Ardid-. Verás, Shizel, formamos parte de un grupo de mercenarios. Nunca nos viene mal buscar sangre nueva y Rodar concretamente prefiere buscar entre los de su clase.
-Os escucho- al skrýmir aquel estilo de vida no le llamaba nada por muchas razones diferentes, pero si habían venido a buscarlo específicamente escuchar no le hacía daño-. Pero os advierto de que no cumplo con el perfil de mercenario.
-Todo se puede arreglar- Ardid le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

Al día siguiente de la conversación con su hermano en la taberna, Noel había acudido a los entrenamientos, los cuales esa mañana no eran demasiado multitudinarios. Debido a que eran un grupo reducido, acabaron acordando pasarse por Serpentaria para comer, invitados por Matt. El draco accedió de buena gana, ya que hacía mucho tiempo que no se pasaba por el que había sido su primer hogar tras la Luna. El único de los presentes que no se apuntó fue Toima, a quien nadie intentó siquiera convencer de lo contrario. Tras despedirse del albino, el grupo se puso en marcha hacia la torre.

Según se acercaban a esta, Noel frunció ligeramente el ceño al ver que había alguien en la puerta. Cuando los vio a lo lejos, creyó que su imaginación le jugaba malas pasadas, haciéndole ver a quienes solo quería tener delante si era sin la cabeza sobre los hombros. La teoría se probó errónea en cuanto, a pasos apresurados, salvó parte de la distancia que aún los separaba de la torre de hechicería y pudo comprobar que sus ojos no le engañaban. Allí estaban aquellos dos desgraciados, hablando tranquilamente con Shizel.

El sueco ya había comenzado a apretar los puños y los dientes sin dejar de fulminar con la mirada en la lejanía a Rodar y dama Ardid. Se giró ligeramente y le dirigió una breve mirada a Wen antes de volver a darse la vuelta.
—¿Qué cojones hace esa escoria aquí? —preguntó sin esperar ninguna respuesta.
Porque Noel no razonaba en aquellos instantes. Invocó su hacha e hizo amago de echar a correr hacia los miembros de la banda de Gar que habían cometido el agravio de aparecer delante de sus narices. Esta ocasión no era igual que el encuentro en el mercado, a aquellos dos los conocía. Los conocía demasiado bien.

Tiempo paralelo

Volví a la torre con tiempo más que de sobra para hacer la cena y comerla tranquilamente. Ya con el estómago lleno subí a la habitación y el frescor habitual de mi cuarto me envolvió. No era fría como la habitación de Shiz, aquello parecía una nevera, era la humedad de un lugar con muchas plantas. En el momento en que entré por la puerta sentí en mi cabeza el murmullo de las enredaderas, no es algo que pueda clasificar con palabras, pero yo lo interpreté como que se alegraban de verme.

-Hola chicas,- acaricié la superficie de las que tenía más cerca. Llevaba casi dos día sin pasar por mi habitación y las echaba de menos.- Eh, ¿sabéis? Urticaria me ha aceptado como aprendiz, y hemos extraído unos dardos venenosos de un parásito que posee muertos. ¿No es increíble?- me gustaba hablar con mis plantas, no lo creeréis, pero son los seres vivos más atentos a escuchar una historia. Me descalcé y me senté en la hamaca hecha de enredaderas.- Traedme la libreta y el lápiz por favor,- las plantas hicieron lo que les pedí y empecé a hablar a la vez que escribía lo que había pasado, de vez en cuando las plantas emitían alguna sensación que no sabia interpretar, pero no era sed, esa sensación la tenía grabada en el cerebro, igual que la de peligro o la que yo identificaba con el dolor.- Y bueno, en eso estoy ahora, voy a hacer la tarea que me ha mandado Urticaria y luego vuelvo, os dejo la ventana abierta para que respiréis un poco de aire fresco.- abrí los postigos de la ventana de par en par, no temí que entrase nadie ya que la torre estaba protegida por magia, y contra los bichos yo había puesto mis propias protecciones, ningún sucio insecto iba a hacer su vida entre mis enredaderas, para eso que fueran a los jardines.

Subí a la biblioteca buscando un libro donde trajese aquella receta, si era fácil no me cabía la menor duda de que estaría entre aquellos volúmenes. Había aprendido que en aquella biblioteca había libros para hacerte aprendiz de todo y maestro de nada, si querías los avanzados tenías que pagar por ellos. No me costó mucho encontrar el libro en cuestión teniendo en cuenta que el día anterior había estado rebuscando entre aquellos tomos para estudiar, y de algo me sonaba.

Bajé con el libro a la cocina, a fin de cuentas necesitaba ingredientes que estaban allí. Necesitaba tres ingredientes, no podía ser muy difícil. Le eché un vistazo al libro, me retracto de lo que dije, era difícil. Lo primero que necesitaba era moler los dientes, para eso me había dado la chica el mortero, vale, esa era la parte fácil, necesitaba medir cuidadosamente los ingredientes, el más mínimo fallo y no serviría absolutamente para nada. Tardé un poco en medirlos y al final me di cuenta de que tenía polvo de diente para tres intentos. <<Otra prueba más. Pienso pasarla>>. De acuerdo, materiales medidos cuidadosamente, ahora tenía que poner el aceite a calentar, a una temperatura en concreto tenía que poner los polvos, si no era esa temperatura ya no servía. Adivinad quién se equivocó. Sí, primer intento fallido, vamos con el segundo, una vez hecho eso bien y habiendo revuelto para que se mezclasen ambas cosas había que sacarlo del fuego y a otra temperatura concreta añadir la sal. Segundo intento fallido, el que inventó la receta tuvo que tener un día cojonudo para en vez de hacer sopa hacer una pasta que elimina el acné, cuando la probó le tuvo que saber a gloria. Por fin la última vez lo conseguí, ahora sólo tenia que dejarlo reposando.

Me restregué los ojos cansado, hacía casi dos días que no dormía y empezaba a pasarme factura. Arrastrando los pies subí a mi habitación y me tiré sobre la hamaca.

-Acunadme hasta que me duerma,- susurré a las plantas, inmediatamente las enredaderas comenzaron a moverse de un lado para otro suavemente, una sonrisa de satisfacción cruzó mi rostro segundo antes de caer dormido.

Me desperté tarde, aproximadamente a la hora de comer. Bajé, preparé algo de comer y decidí que aunque Matt no estaba podía entrenar yo mismo mi dominio. Decidí ponerme en marcha casi de inmediato, recogí mi cinturón y la botella en la que tenía la solución que me había pedido Urticaria y me fui.

Sigue en Luna Alta.

La noticia de la muerte de Enna había resultado una escusa para juntarse los antiguos compañeros de cosecha y contarse las novedades. Días más tarde, Matt invitó a todos los asistentes al entrenamiento a comer a Serpentaria y, en cuanto terminaron, se pusieron en marcha. Wen tenía buenos recuerdos de Serpentaria, a pesar de que nunca había vivido en ella, pero recordaba las visitas a sus amigos a aquella torre.

Wen notó enseguida la tensión de Noel, acostumbrada ya a ese hecho, y se giró en la dirección en la que miraba, ya que ella había estado hasta entonces girada hablando con el grupo y no había visto a las personas que se encontraban en la puerta de la torre. Los reconoció al instante. No había noche que no soñara con ellos. Eran dos de los mercenarios de Gar. Una mezcla de ira y de miedo invadió a la vouivre y enseguida invocó sus armas, manteniendo su doble guadaña en su mano. Notó el arrebato de Noel, no solo por la mirada y por sus palabras, sino también por su actitud, por cómo estaba reaccionando. Wen le puso una mano en el hombro intentando tranquilizarlo. Nadie quería terminar con ellos más que la vouivre, pero comenzar una lucha enfrente de una torre de hechicería quizás no era lo mejor. Wen miró fijamente a los dos mercenarios, que ya se habían percatado de su presencia, y adoptó una posición defensiva, aunque no se movió. Debían ser precavidos.

No puso pegas a comer de gorra en Serpentaria, desde luego que no. Cualquier excusa era buena para reunirse, pero cuando no corría a cuenta del cuchitril era aún mejor. Se preguntó si se encontrarían con algún otro viejo conocido ese día o solamente novatos, aparte de Matt. Los “viejos conocidos” que se encontró, sin embargo, no eran ninguno de los que esperaba ver, pues al acercarse pudieron ver delante de la puerta a dama Ardid y al engreído de Rodar charlando con Shizel. Le daba igual lo que le estuvieran diciendo al novato, pero pensó que seguramente no podía ser nada bueno. Cuando se quiso dar cuenta, Noel ya tenía en la mano el hacha, después de soltar hacia Wen una frase que indicaba que no había logrado conservar la calma. No se fijó en el gesto de Wen, sino en el amago de Noel, y por eso enseguida se había interpuesto entre el draco y los mercenarios, a quienes no perdía de vista. Viendo que Noel se había parado, siguió su camino como si no hubiera pasado nada y continuó acercándose a la puerta mirando a los de Gar por encima del hombro. Se sorprendía a sí mismo de hasta qué punto había logrado ver aquello de forma fría, de cómo se había autoconvencido de que tenían que seguir como siempre con o sin aquellos tipejos.
—Buenas, Shizel.
Su tono era despreocupado, su postura también, pero internamente estaba preparado para cualquier cosa, si bien estaba convencido de que no iba a suceder. No en aquellas circunstancias.

Los días tras la noticia de la muerte de Enna pasaron como todos los demás. Nasher tiene razón, la muerte de la jodida daeliciana no ha cambiado nada mi vida por lo que la chica rosa acaba desplazandose a un quinto lugar en mis pensamientos.

Esta mañana salgo temprano de la torre para dirigirme a los entrenamientos matutinos. Hoy somos menos en la bahia por lo que aprovecho para centrarme y practicar un poco mas con ellos. Aprobechando un descanso en los entrenamientos invito a los presentes a comer en Serpemtaria. -Señores. ¿Que os parece si comeis hoy conmigo en la torre? Podemos apañar un algo en un salto.- Tras el visto bueno de los chicos salvo Toima decidimos poner rumbo a Serpentaria.

-A ver si tenemos suerte y Enredo esta por la cocina que le intento que nos haga una tortilla de patatas o algo. Me ha salvado varias noches la vida la comida que dejan hecha.- Bromeo con los chicos mientras Sandy se agarra a mi brazo y asiente.

Alguien se encuentra en la puerta de la torre. Es algo extraño pero no le doy mucha importancia hasta que noto como el ambiente va cambiando de relajado a tenso. -¿Chicos?- Pregunto extrañado. De pronto Noel masculla algo e invoca su hacha a la par que Wen su guadaña y Gael se interpone en su camino. -¿Que..que pasa?- Digo mirando a los tres chicos extrañados mientras que Sandy se recoge el pelo y se pone la capucha adquiriendo cierto parecido a mi.

En ese momento me fijo hacia donde miran todos y al fin lo comprendo. Gar, dos de losercenarios de Gar estan el la puerta con quien creo que es Shizel. Comienzo a ponerme nervioso al notar como de pronto la situación se comienza a ir de nuestras manos pero los pasos firmes de Gael me hicieron entender la situación. No era el mejor plan lanzarnos contra ellos ahora mismo, al menos eso creo sacar en claro de todo. Miro a Wen esperando alguna señal de la britanica.

Una mirada es suficiente para echar a andar hacia la torre con Sandy a mi lado.  Mi creación y yo caminamos los dos a la par, como si fuesemos un mismo ser dividido en dos mitades. Al pasar por el lado de Shizel ambos levantamos la cabeza para poder ver con mis propios ojos a dos de los integrantes de la maldita banda.

Noel vio como el fuego fatuo se interponía entre el grupo y los mercenarios de Gar al tiempo que Wen le colocaba una mano sobre el hombro. Solo entonces se dio cuenta el draco de que había actuado completamente sin pensar. Le dirigió una breve mirada a Gael y luego se volvió a girar hacia la vouivre, quien también había sacado su arma pero tuvo la sensatez de hacer que él se detuviera. No era el momento ni mucho menos el lugar.

Se aseguró de mantenerse al lado de la británica en todo momento y con el arma todavía en la mano, no obstante, según se acercaban cada vez más a aquellos dos desgraciados, a los que continuaba fulminando con una mirada que destilaba odio. El draco apretó con fuerza el mango de su hacha mientras mantenía una costosa lucha interna de autocontrol, facilitada por la presencia de Wen.

Se aseguró de mantenerse a una distancia prudencial de Rodar y dama Ardid y se detuvo cerca del fuego fatuo con todo el cuerpo en tensión. Su cola se movía espasmódicamente en arrebatos continuados y de vez en cuando el latigazo que esta producía al chocar contra el suelo quebraba el tenso silencio que se había formado de repente.

Solo entonces se comenzó a cuestionar realmente por qué estaban ellos allí. Se preguntó si estarían buscando a Matt, para hacerle daño, amenazarlo o cualquiera sabe qué otro fin retorcido, ya que el draco estaba bastante seguro de que conocían perfectamente a todos y cada uno de sus amigos aunque nunca se hubieran cruzado con algunos de ellos. Pero no tenía demasiado sentido aparecer por Serpentaria para algo así, ya que la torre contaba con defensas y el brujo no iba a abrirles la puerta a aquellos tipejos. Sin duda tendrían que interrogar a Shizel, al cual ignoró sin poder evitarlo por el momento, una vez se hubieran ido, tal y como habían hecho con Pablo tras el encuentro en el mercado.

El sueco casi se atragantó al tener que contener su lengua, la cual en esos momentos era más venenosa que la mordedura de un trasgo y por eso optó por no decir absolutamente nada mientras continuaba manteniendo su debate interno destinado a auto convencerse de por qué le convenía la pasividad en ese momento. Aunque era una pasividad relativa, porque el draco en aquellos instantes desprendía un halo de agresividad casi palpable. Aflojó el agarre del hacha con una de sus manos y cogió a Wen de un brazo casi sin darse cuenta y sin dejar de clavar la mirada en la escoria que tenía delante.

Shizel daba las gracias a la Luna Roja en ese momento, porque una cosa era la sangre fría que hubiera podido tener pre-transformación y otra la que le había permitido mantener la cara de póquer a lo largo de la escena que estaba teniendo lugar. Conocía a los cuchitrileros de verlos todos los días y de alguna charla ocasional, pero eso no hacía menos inquietante ver a Noel acercándose con un hacha.

Rodar seguía con la gola desplegada, y había detectado inmediatamente el momento en que el draco había conjurado su arma. Había avisado telepáticamente a dama Ardid, y tuvo lugar un tenso cruce de miradas entre los dos grupos. El desagrado inicial se tornó en comprensión en cuanto divisaron a Matt.

>> Había olvidado que uno de ellos vivía aquí.
>> No es uno de ellos, pero a los efectos da lo mismo. Ya no nos queda nada que hacer aquí.

Por suerte habían tenido el tiempo justo de finalizar la conversación con Shizel antes de que llegase aquella inoportuna interrupción. Meses de encuentros esporádicos que nada tenían de amistoso habían borrado la necesidad de siquiera un saludo por guardar las apariencias, de modo que tras despedirse del skrýmir con completa normalidad ambos mercenarios se teletransportaron desvaneciéndose en el aire, ignorando a los cuchitrileros en vistas de que no tenían nada que ganar ni siquiera con un simple intercambio de palabras.
Ya sabían por descarte dónde estaba el idrino al que realmente buscaban.

Por su parte el skrýmir observó con interés la facilidad con la que se habían traslocado. Convocó su escudo durante unos breves instantes para comprobar si estaba a tiempo de captar los últimos resquicios del lanzamiento del conjuro, y luego lo deshizo.
En mitad de la tensión que aún se mascaba en el aire se aferró al saludo de Koval como a un clavo ardiendo.
"¡Civismo! ¡Gracias!"
-Buenos días- contestó, y por todo comentario a lo que acababa de suceder añadió-. Aunque sea más bien un formalismo que otra cosa.
Finalizado el motivo por el que le habían llamado fuera, hizo ademán de volver al interior de la torre. Fuese lo que fuese lo que acababa de pasar, no tenía nada que ver con él: suponía que se trataba de alguna reyerta entre mercenarios rivales.

Wen no se apartó del lado de Noel mientras se acercaban a la torre, aunque ya no agarraba su arma, sino que la había colgado a su espalda. No era el momento de tenerla en la mano, pero no se sentiría segura si la desinvocaba.

- Shizel. - dijo a modo de saludo con un asentimiento de cabeza y entró en la torre sin dedicarles ni una mirada al lugar en el que habían estado hacia apenas unos instantes los mercenarios.

Todos entraron en la torre y, aunque Rodar y Ardid ya se habían ido, la tensión seguía palpándose en el ambiente. Wen se giró hacia el skrýmir intentando ocultar su propia tensión. No quería darle al idrino un mensaje corporal equivocado.

- Shizel, ¿Te importaría decirme si los conoces? ¿Si sabes a qué han venido? - le preguntó lo más educada que el enfado le permitió y esperando que su poco trato con novatos no impidiera que le contestara sinceramente.

Justo cuando mi mirada se posa en la chica ambos mercenarios desaparecen de pronto. Gruño y maldigo entre dientes recordando todas las generaciones tanto pasadas como futuras de los mercenarios. Entramos en la torre en silencio, no se que decir ahora mismo a decir verdad pero Wen parece tener las palabras justas que estaba buscando.

-Seria interensante que nos contases que hacian por aqui esos dos.- Digo tras quitarnos la capucha tanto la muñeca como yo mientras hago que Sandy deje caer su melena de nuevo justo cuando Wen termina de formular sus preguntas al idrino. He tenido poco trato con el chico helado pero espero transmitirle algo mas de confianza para que no nos mienta y nos diga la verdad.

Y sin más se largaron. Como casi siempre. La mirada de Noel continuó fulminando lo que ahora era un punto en el vacío al lado de la puerta de Serpentaria, hasta que el draco pareció reaccionar ante la desaparición de Rodar y dama Ardid y dejó escapar un bufido contenido mientras se daba la vuelta para entrar en la torre junto a Wen.

Se dejó caer en un sillón, uno en el que tantas veces se había sentado hacía más de un año para estudiar algún grimorio o un tratado sobre mundos vinculados, conservando una expresión completamente seria, fuera de lugar en él por lo general, y mirando hacia el infinito. No, aquella no hubiera sido una ocasión adecuada precisamente. ¿Pero cuándo lo sería? Aquella situación no podía durar eternamente, había que empezar a cambiar las cosas pronto. Tenía que hacerlo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de la vouivre, que le preguntaba al idrino lo que él no hubiera tardado en preguntar de todas formas. Se levantó del sillón, todavía temblando ligeramente de vez en cuando por la rabia que en aquel momento trataba de disipar, y volvió a acercarse a la británica, esperando la respuesta del skrýmir.

Dama Diurna fue la primera en interrogarle. Era a la que menos conocía de la esfera de contactos de los mercenarios, ya que las pocas veces que la había visto había sido cuando iba a recoger a Vivia al burdel para ir a alguna parte. No sabía para qué quería ella la información, ya que estaba deliberadamente quieta probablemente para no traslucir nada.

Shizel se lo pensó un poco antes de contestar pero resolvió que no tenía ninguna razón para mentir o evadir la pregunta. Los de Gar no le habían pedido que guardase silencio al respecto, y hasta habían pedido a Tsusu que fuera a avisarle de que le buscaban sin secretismo alguno. No debía comportar ningún riesgo para él.

-No les conocía de nada- explicó una vez hubieron pasado al salón. Observó en silencio cómo Noel se acercaba a la bruja*-. Se presentaron esta mañana y dijeron que querían hablar con el idrino que viviese en la torre.
Les refirió a continuación la breve conversación que habían mantenido.
-Parecían haber terminado ya cuando llegasteis, aunque no puedo estar seguro- Rodar era idrino y había cubierto bien sus señales, y de dama Ardid no había sacado mucho ya que había sido el goliat el que había cargado con el peso de la conversación-. ¿Esperabais algo distinto?

[*""""""""bruja""""""""]