Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Se habían acabado los tanteos. Shizel se dejó conducir hasta la cama con gusto, pero en ningún momento renunciando al agarre que ejercía sobre la sinhadre. El cuerpo de Alder contra el suyo desterraba el frío de su piel y le devolvía un calor que había empezado a olvidar desde la Luna, y en el idrino también había resurgido un hambre que hacía tiempo que no sentía. Y Alder, de improviso, se le antojaba un postre excelente.

Le devolvió una sonrisa pérfida. El cuello de la sinhadre estaba deliciosamente expuesto desde aquella posición, y Shizel se aprovechó de ello sin reservas. Atrajo a la chica hacía sí y empezó a recorrerlo con una serie de besos suaves, ósculos más destinados a despertar el deseo que a saciarlo, para posteriormente pasar a mordiscos que alternaban el jugueteo con el ansia.

Sus manos avanzaron a lo largo de la espalda de Alder, anhelando explorar bajo la camisa que llevaba puesta. En cierto punto tironeó del borde de ésta en un interrogante mudo.

Alder inclinó el cuello para facilitar el recorrido de los besos, experimentando los últimos resquicios del hechizo. Ella misma se deshizo de la camisa, que para entonces le resultaba poco más que un estorbo. Aun quedaban sus viejos pantalones y un sujetador de encajes, al que se había aficionado durante su cosecha.  Las manos de la sinhadre contestaban a las atenciones recibidas con caricias que bajaban por la nuca del idrino, y que dieron cuenta de las prendas que le impedían seguir bajando con comodidad.  Luego buscó su boca,  dándole un beso largo antes de bajar a la clavícula, y de la clavícula, mas lento, acariciando con los labios más que besando, hacia justo debajo del ombligo,en el inicio de los pantalones donde se detuvo.  No tenía más intención que provocar, y se estiró felina de nuevo  hacia su rostro, con cierta burla y desafío en la sonrisa.

Spoiler:

Una vez separados Shizel se estiró cuan largo era con una sonrisa satisfecha, aún sin abrir los ojos, a la espera de que le volviesen las fuerzas. Había olvidado cuánto echaba de menos esa sensación. Deshizo con desidia el hechizo térmico, notando cómo el calor iba volvía a huir de su cuerpo lentamente y preguntándose cuánto tardaría el hielo en regresar. El frescor sobre su piel acalorada era muy agradable, como si estuviese saliendo poco a poco de una placentera fiebre.

Nada le apetecía menos que levantarse, pero estaba en territorio ajeno. De mala gana obró sobre sí mismo un hechizo despejante que disipó lo que quedaba de su nube particular.
-Quizá en otra ocasión vuelva a por más- repuso con una última sonrisa, dejando que la sinhadre encontrase doble sentido a sus palabras si quería. Se incorporó en la cama llamando a sus ropas de vuelta con un hechizo de atracción y se vistió antes de marcharse para dejar descansar a la muchacha. A pesar de sus palabras no pudo resistirse a escamotear un poco del chocolate del bol antes de salir. En cuanto volviese a ver a la sinhadre, preferentemente vestida para evitarse distracciones, le preguntaría de dónde lo había vuelto a sacar.

La noche estaba bastante avanzada, así que encargó a un lacayo que vigilase su puerta e informase a quien hiciese ademán de llamar de que esa mañana no iba a estar disponible.


La mañana siguiente llegó y pasó, sin que Shizel hiciese otra cosa que dormir como un bendito. Rondaba ya el mediodía cuando por fin bajó a por algo de comer, preguntándose si se habrían ido a practicar sin él o si aún quedaría gente en la torre. En cualquier caso no pensaba pasar un día muy movido, y así parecía presentarse la tarde ya que en la cocina sólo estaba Enredo, preparando comida suficiente para un regimiento.
-¿Tenemos visita o es que se nos está caducando todo a la vez?- inquirió con diversión después de saludar.

Desperté con la cara pegada al escritorio y con un hilillo de baba cayendo sobre la madera, me incorpore en la silla con un ligero dolor en el cuello. Me frote los ojos molestos ante la potente luz que emanaba el hechizo de la noche anterior, apague la luz y me mire al espejo, salvo el aspecto bella durmiente recién despertada todo era normal.

Mire a mi alrededor para orientarme un poco y ver que había estado haciendo antes de quedarme dormido, al ver la runa a medias supe lo que necesitaba y me levante de la silla, todos mis huesos crujieron por el maltrato de dormir de aquella de manera. Me termine de despertar y decidí desayunar rápido para que nos fuéramos a entrenar.

Antes de salir por la puerta mire a las enredaderas y recordé algo que me había dicho Sepalian el día anterior, y con curiosidad de verlo dije:

-Floreced,- poco después la pared vegetal se había llenado de unas flores pequeñas de color anaranjado, y pronto un olor dulce se extendió por la habitación. Maravillado por la escena me quede un rato embobado mirando las plantas. Al final el hambre pudo mas y baje a la cocina a preparar el desayuno, cuando desayune le subí el desayuno a Shiz como ya tenia por costumbre.

La bandeja levitaba a mi lado cuando descubrí el lacayo ante la puerta del skrýmir, el cual me informo con la voz de su amo de que aquella mañana no estaría disponible. Cuando oí eso fruncí el ceño y me pregunte como se lo tomaría Shiz si mandaba de una patada al lacayo a su dimensión, entraba en la habitación dando un portazo y le hacia tragar el desayuno a la fuerza. Supuse que bien no, así que volví a la cocina y tiré el contenido de la bandeja a la basura.

Subí otra vez a mi habitación regué las plantas practicando el hechizo que me había dado Sepalian para regular las sales y después volví a mis runas aun contrariado por que Shiz no comiese. Avanzado el día volví a bajar a la cocina a preparar comida y mucha, esta vez no se libraba de comer. Si cuando yo hubiese comido el no aparecía por la cocina planeaba sacarlo de la cama para que comiese, aunque luego se volviese a echar.

Por suerte para el bajó poco antes de que terminase de hacer la comida.

-Tu señorito vas comer gran parte de esto como que me llamo Enredo. No has cenado ni desayunado, ¿puedo preguntar en que demonios estabas tan ocupado como para no alimentarte? Y aparte de eso.... ¿como te ha dado por dormir hasta tan tarde hoy?,- dije con una sonrisa en la cara a pesar de que el tono pudiese parecer brusco. La cosa que mas aparentaba en ese momento era pura curiosidad, nunca habria creido posible que Shiz no quisiese practicar magia con lo obsesionado que parecía con ella.

Shizel tuvo una inmediata regresión a los tiempos en los que cada semana tenía un aya distinta. Y por una vez que le mimasen de más no le gustó, le hizo sentirse como un niño pequeño.

-Eh, eh, eh- bufó medio en serio medio en broma-. Ya tengo una edad como para no necesitar niñera, ¿no te parece?- aunque aparentemente la edad en la que no necesitaría cocinero privado aún se presentaba muy lejana-. Tranquilo, que no he bajado a la cocina a hacer turismo. Vengo con hambre.
Efectivamente se sirvió de lo que Enredo estaba cocinando en cuanto estuvo listo. Le llamó la atención que no bajase nadie más dadas las horas que eran.
-Me faltaron horas de sueño por la noche y las recuperé por la mañana- repuso encogiéndose de hombros, sin dar más detalles. A aquellas alturas los habitantes de Serpentaria ya sabían que era común que el idrino se quedase hasta las tantas leyendo el material que bajaba del estudio a su habitación, así que no creyó necesario dar más explicaciones. En ese momento se fijó en un detalle que le había pasado desapercibido al principio y que ahora localizaba con claridad: el brujo llevaba el pelo más corto-. ¿Qué hay de ti, pasaste la noche dándole a las tijeras?

-No lo he dicho como una niñera, si no como amigo. No me gusta que os descuidéis de estas formas, la comida es importante.- yo también me serví comida y me senté a comer con Shiz.

La cantidad que estaba comiendo me sorprendía últimamente, aunque lo cierto era que gastaba una cantidad de fuerzas notorias haciendo magia, así que lo llevaba como podía.

-Te habrás vuelto a quedar hasta las tantas leyendo sobre magia ¿no? Deberías dormir mas Shiz, un día acabarás colapsando, y no me vale eso del hechizo para quitar el sueño, seguro que a la larga es malo para el cuerpo.- dije con tranquilidad,- Por supuesto tu sabrás lo que haces, al fin y al cabo no soy tu madre. ¿Las tij...? Ah, no, es que me molestaba para leer, cosa bastante necesaria en el proyecto que estoy haciendo, tomé parte de la noche y toda esta mañana para seguir. Aunque un día de estos igual me lo tomo sabático y me voy por ahí de picnic.-dije entre risas.

La primera en aparecer abajo fue Alder, con una sonrisa satisfecha y adormilada. Llevaba la misma camisa que el día anterior, que como era suficientemente larga, esta vez no estaba acompañada de pantalones.  
-Comida.- celebró ocupando el sitio que le cogía mas cerca. Incluso olvidó que Stefan la hacia sentir incomoda desde la discusión:- bonito corte de pelo. Muy sinhadre.
Tiró levemente del suyo recordando el día que se lo había cortado. No tardaría en crecer, pero tardaría en alcanzar la misma longitud. Llegó entonces Seon. La aurva temblaba de pies a cabeza y tenía la respiración agitada. Toda burbuja de tranquilidad y felicidad explotó rápido. Alder se levantó de la silla para acudir hacia ella, que se escondió en la camisa de su pareja como una niña asustada.
- Seon, ¿qué demonios ocurre?
- Abrí puertas, todas equivocadas. Azazel no puede protegerme del miedo.
- Una... pesadilla.
- Pesadillas, en plural. Peor aun: sueños. Hay gente que sueña con desmembramientos,  y asesinatos, que come niños pequeños cuando aun están vivos. Y engendros y sangre. La gente de esta ciudad está... está podrida por dentro.- Seon hablaba con la voz comida por la impresión. Ya había visto muerte y sangre en su cosecha, y en sus sueños en la Luna, pero le faltaba imaginación (le faltaba crueldad) como para poder ni imaginarse lo que poblaba otras cabezas en Rocavarancolia.

Una especie de libélula multicolor le permitió entrar sin tener que llamar a nadie. Fue algo bastante oportuno, pues los malditos refugios no tenían ni un triste timbre y no había ganas de ponerse a gritar, sobretodo a gritarle a un tío que probablemente ni se molestase en responderle. No pensaba ir habitación por habitación, así que daría una vuelta por los pasillos superiores y miraría en los estudios a ver si daba con él. La libélula multicolor también le había ayudado en eso. Al final tuvo que darle las gracias y todo.

Por suerte para Zmey, se topó con Hyter en una escalera. El chico estaba realmente desmejorado, había adelgazado bastante,tenía unas ojeras hasta el suelo y el pelo más largo y descuidado.

-Tienes una pinta horrible- saludó Zmey

-Gracias por fijarte- le respondió en tono ácido- ¿Qué quieres?

-Necesito alguien con quien practicar. He avanzado bastante yo solo pero necesito alguien con quien combatir en serio para hacer algún progreso significativo. Además, mis compañeros son todos unos pirofóbicos...

Hyter le lanzó una mirada evaluadora, como si meditasesi había algún tipo de beneficio que pudiera sacar de aquello. Por un instante Zmey pensó que lo mandaría a la mierda pero al final le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiese. Lo llevó a su habitación, donde le comentó escuetamente sus progresos. Como Zmey había supuesto, Hyter se había dedicado sobretodo a la magia, y no había hecho ningún entrenamiento físico. No importaba, lo que querían entrenar eran sus dominios, mientras que lo otro podían practicarlo por su cuenta. Yrio ofreció la sala de entrenamiento que usaba en la Sede, pero Hyter la rechazó. Él buscaría el sitio, y avisaría a Zmey en cuanto lo encontrase.

Zmey salió de la habitación algo enfurruñado porque le hubiese impuesto condiciones, pero igualmente satisfecho de haber conseguido su objetivo. Bajando las escaleras le llegó el olor de la comida, y voces conocidas. Se asomó a la cocina y efectivamente, personas conocidas.

-Tsk, y yo que pensaba que habíais muerto- dijo a modo de saludo con una media sonrisa- Salvo Enredos, que sé que le gusta secuestrar a mis compañeros de sede

Ante el comentario Shizel se cruzó de brazos en la silla y no dijo nada, un poco enfurruñado. Aunque Enredo reiterase que no era por tratarle como a un crío, le seguía regañando y el idrino se sentía como tal.

Le vino a la memoria la época de la cosecha en la que acababa de descubrir la magia y en consecuencia apenas había dormido durante unas dos o tres semanas. DL tampoco se había cortado en echarle la bronca entonces.
"Pero ahora tengo hechizos de vela", pensó con cabezonería. Aunque siguiese tan indefenso como cuando acababan de cosecharlo, (y Shizel se enorgullecía al estar seguro de que no) nunca más volvería a tener la guardia baja por muchas horas de sueño que perdiese.

La preocupante entrada de Alder y Seon y el sombrío silencio que siguió se vieron por suerte interrumpidos por la llegada de Yrio. Shizel alzó una ceja ante el saludo que les dedicó, pero captó que la intención no iba acorde a sus palabras.
-Buenas, Yrio. ¿Te unes a nosotros?
Ante la respuesta negativa del sinhadre y en vista de que los antiguos letarguinos se estaban poniendo al día entre sí, salió de la cocina tras limpiar su plato. Iba a volver a su habitación, pero algo en su interior se rebeló a pasar un día más encerrado estudiando. En su lugar salió a la calle con paso decidido.

Sigue en el Antiguo Mercado.

Sonreí ante los morros que puso el idrino, me parecía gracioso que se pudiese ofender por algo tan nimio como aquello. En seguida apareció Alder dedicándome... ¿aquello era un cumplido? Decidí tomármelo como tal.

-Gracias, quería probar un estilo distinto,- dije guiñando un ojo por que en realidad aquello estaba así por que no tenia ni zorra idea de cortar el pelo. La posterior entrada de Seon nos enfrió los ánimos a todos, decidí callarme pues tal como había dicho un sabio "Si tus palabras no son mejores que tu silencio cállate". Mire a Shiz para ver si se le ocurría alguna forma de animar a Seon, aunque el parecía estar igual que yo.

Unos minutos después del tenso silencio que reinaba en la cocina apareció Yrio.

-Yrio pequeñajo, ¿que es de tu vida?- pregunte con más interés de que a Seon se le pasara el mal trago oyendo a nuestro antiguo compañero de criba que el que en verdad sentía.- ¿Secuestrar?,- aunque sabía bastante bien a quien se estaba refiriendo.- Tu serás el siguiente secuestro, a ver si así se te ve un poco mas el pelo, que se echa de menos ver esa tonalidad.- dije riéndome.- Ostras, que falta de educación, ¿quieres comer algo? ¿Y tu Seon?

Las sinhadres no recibieron con gran entusiasmo a su antiguo amigo. Alder estaba demasiado centrada en Seon, aun con aspecto cansado y fragil. Le dirigió una mirada de disculpa, esperando que el mal estado de su parte clara hablase por si solo.
-No tengo apetito, Stefan, gracias.- por descuido había vuelto a llamarle por su viejo nombre. Mientras que Alder nunca se había molestado en llamarlo Enredos (entre otras cosas porque casi no había hablado con él, ni usado su nombre en ninguna de sus variantes), la aurva hacía un esfuerzo por amoldarse a su nueva identidad. Era la primera vez en días que se dirigía a él como Stefan. Se había sentado para tratar de respirar bien de nuevo. Una vez pasado el miedo, solo sentía nauseas y un gran desgaste. En su voz, sin embargo aun quedaba algo de su dulzura habitual- Hola Yrio. Ha sido una mala noche, perdona.
Alder con el ceño fruncido se sentó de nuevo, y solo entonces se forzó a actuar con normalidad y preguntó:
- ¿Como va todo por la sede?

-Soy Zmey ahora- corrigió- Zmey Sardaur. Y no creo que me quede a comer, prefiero no montaros el numerito...

Aún así, tomó asiento, más para estar cerca de Seon que por que quisiera quedarse. Le lanzó una mirada inquisitiva, con un deje de preocupación, y fue a alargar la mano para tocarla, pero no se atrevió. Se había preguntado muchas veces lo que habría sido de ellas, pero luego su obsesión con controlar su dominio y las horas de trabajo arrastraban esos pensamientos. Le dedicó una sonrisa y un susurro a la peliazul:

-Me alegra verte despierta.

Luego respondió a Alder, echándose un poco hacia atrás en la silla

-Bien,bien, hoy un árbol le ha pegado una paliza a Atol, ha sido muy divertido de ver... El Consejo me está matando a trabajar, y creo que media Sede tiene miedo a que los chamusque así que tampoco es que esté haciendo muchos amigos... Pero no se vive mal... ¿Y qué hay de vosotros?