Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Sonreí con timidez ante la fiereza con la que Yttria me trataba de animar respecto al comportamiento de Atol, cuando la bruja pregunto si había pasta negué con la cabeza, sin embargo compuse una expresión fingida de dolor y podía verse a kilómetros que fingía.

-No, no hay pero..... Soy italiano, puedo hacer mi propia pasta,- comente con un guiño y acto seguido baje a la cocina, si tenia que hacer la pasta me llevaría un buen rato.

Saque huevos, harina y algo de sal, y lo junte todo, empece a amasar hasta que quedo lo suficientemente consistente como para hacer buena pasta. Estire la pasta hasta que tuviese el grosor adecuado y lo fui cortando en tiras finas. Saque una olla grande y la llene de agua, hice que el agua hirviese y después metí la pasta allí, necesitaba un buen rato de cocción, aun así tenia mas cosas que hacer. Mientras cocinaba tarareaba la melodía de una canción bastante conocida en la Tierra.

Busque una sartén y corte algo de ajo y cebolla, deje que se dorasen y corte tomates para añadirlos, la salsa me quedo un tanto espesa pero sabia rica. Al fin la pasta estuvo hecha y encontré a Yttria en una de las salas comunes, la llame a cenar y cuando se sentó a la mesa le llene el plato, y encima de la pasta le puse la salsa.

Me senté a cenar y pronto le pregunte:

-¿Como está?, ¿Está bueno?.

Ya era noche cerrada cuando Shizel llegó a Serpentaria, tras pasar todo el día recorriendo buena parte de la zona circundante a Maciel en busca de Aleksei. No le sorprendió comprobar que DL se había marchado e hizo nota mental de agasajarle correctamente en la próxima visita.
Estaba considerablemente exhausto, y apenas se detuvo brevemente por la cocina a por los restos de la cena que Yttria y Enredo habían dejado para él. Ya se habían ido todos a dormir cuando llegó, y apenas dio buena cuenta de la cena él hizo lo mismo, desanimado por la falta de resultados de su búsqueda.


Al despertar de lo primero de lo que se dio cuenta fue de que la habitación había empezado a mutar sutilmente de acuerdo a los deseos de su nuevo inquilino. Al menos Shizel suponía que había sido sutilmente, porque el cambio que había sufrido a lo largo de las horas que había pasado dormido era bastante notable.

Lo primero que notó fue que la temperatura de la habitación había descendido. Estaba lo suficientemente fresca como para que él estuviese a gusto, pero no lo bastante como para constituir un riesgo a la salud de cualquiera que entrase. Si palpaba las paredes era posible notar cómo parecían recubiertas por lo que parecía ser una fina capa de hielo, en forma de baldosas de un tono cercano al azul marino.

Y para su inmensa satisfacción, lo que encontró tras una partición de aquel hielo oscurecido fue lo que parecía ser una pequeña terma o poza. No era tan grande como la que usaba en casa (empezaba a perder las esperanzas de encontrar en Rocavarancolia una vivienda sucedánea en lujos a los que tenía allí), pero al comprobar que disponía de un sistema de cañerías a Shizel no pudo importarle menos.

Pasó buena parte de la mañana dentro, lo que le permitió comprobar que el agua fría ya no le era ninguna molestia. "A buenas horas", pensó con cierto fastidio al recordar la indignación que había sentido al respecto los primeros días en Maciel.

Ya era media mañana cuando se animó a salir, contento de haber encontrado otro lugar de nado más allá del revuelto mar de Rocavarancolia. El salón estaba vacío cuando bajó, así que Shizel se contentó con coger lo que le pareció más apetitoso de la despensa y mordisquearlo distraídamente mientras pasaba las páginas del libro que había sacado de la biblioteca sobre los skrýmir.
"Necesito compañeros de prácticas", se le ocurrió en algún momento. Su mente empezaba a unir las piezas del rompecabezas que había sido la noche de Luna Roja, y ya entendía por qué al reaccionar Rocavaragálago había sentido que le invadía un torrente tal de magia que le hacía daño. Comprendía que aquella nueva habilidad innata de formar un escudo era la que con toda probabilidad le había salvado la vida aquella noche, y debía aprender a dominarla.

-Hombre, tú por aquí.

RR atravesó el umbral que separaba las habitaciones de la sala común dónde Shizel estaba disfrutando de su distraído ágape matutino, con un par de libros de grosor interesante bajo el brazo y con cierto aire cansado, aunque con energías suficientes como para resultar un incordio severo al skímir, como era de costumbre.

Dejó caer los tomos sobre la mesa, para luego desplomarse sobre la silla en un ademán abatido. Este hastío aparente no le impidió para nada lanzar su brazo hacia las viandas dispuestas sobre la mesa en un gesto de poco disimulada avidez. Cuando se acercó la comida y se la llevó a la boca, una decena de ratas surgieron de sus ropajes, por sus mangas, de sus bolsillos, para luego lanzarse hacia lo que el brujo no se había llevado a la boca. Mientras los roedores chillaban y emitían sus agudos acordes, el foner se giró hacia su antiguo compañero de torreón, con los carrillos llenos de comida, a la vez que abría uno de los libros que traía consigo por una página marcada por un separador de tela.

-La verdad, no sabía que estarías por aquí. También es cierto que he llegado hace poco y, joder, con un cansancio de tres pares de narices, si sabes a lo que me refiero. Esos malnacidos del castillo me han hecho reconstruir los “desperfectos” que produje en Sendar. Como si me hubieran dado otra opción para sobrevivir… Te sueltan aquí, te dicen que cuides de tu pellejo a toda costa y, cuando lo haces de forma imaginativa, te ponen cara larga. Nunca he sido de medias tintas, ya sabes… bueno, dejaré de quejarme un rato, que parece que sólo necesito empezar y luego todo es cuestión de tirar del hilo. La cosa es que he llegado por la mañana y, joder, menudo caos. ¿A ti también te ha mutado la habitación? Yo, cuando he conseguido echarme en la cama (tras varios intentos, porque se retiraba la muy cabrona cuando me desplomaba encima.) me he dormido como un tronco y, al despertar, me he encontrado con que estaba llena de andamios de madera y de jaulas para las ratas. Y eso a grandes rasgos. Pero bueno, la verdad es que no tengo demasiadas quejas al respecto. Pero de que las sillas se echen hacia atrás cuando vas a sentarte sí. Tienen un sentido del humor pésimo, y te lo digo yo, para que te hagas una idea. Y bueh, al menos aquí tengo libros de runas, pero no material de trabajo. Me hicieron desmontar las armas que fabricamos durante la cosecha, aunque he conseguido conservar las mejores piezas: tubos, runas y demás. Tengo varios planes, pero necesito cantidades ingentes de materiales para llevarlos a término y, si te digo la verdad, no voy muy sobrado de pasta. Ya le debo un buen fajo a la boticaria por arreglarme la gracia que me hizo Aleksei en la pierna. Si pillo a ese cabrón, qué lo haré, te aseguro que le voy a mandar al otro barrio antes de que pueda si quiera plantearse por dónde le ha venido el golpe.

>> ¿Y tú que tal andas?-inquirió como unto y final de su veloz diatriba, mirando al idrino con ojos grandes y expectantes y los carrillos llenos.

Shizel se esperaba a cualquiera menos a RR allí, y supuso que Tsusu debía haberle avisado del hechizo guardián de la puerta. Lo último que había sabido de él, a través de Wintel, fue que había ido en buscar de un lugar donde podía curarse el veneno. Habían pasado ya un par de días desde aquello, y Shizel había dado por supuesto que el pelirrojo se había mudado a la Sede en aquel tiempo. Se alegró de ver otra cara conocida por allí: a excepción de Ariv todos los demás macieleros habían acabado en el otro refugio.

No tuvo siquiera que abrir la boca para preguntar al respecto, ya que el mismo foner se encargó de informarle punto por punto. Shizel le escuchó interesado, reservando una porción pequeña de su atención para darse cuenta (con cierta diversión) de que ninguno de los amigos estudiantes de política que conocía, aun con sus lecciones de dicción, parecía ser capaz de hablar con tanto espacio entre pausas como RR.
-Si en alguna parte existe la justicia poética, es aquí- comentó con malicia ante el tema de las reparaciones de Sendar.

Alzó una ceja al verle hablar mientras masticaba a dos carrillos, pero meses de convivencia le habían habituado a esos hábitos de sus compañeros y no señaló nada. Lo que sí hizo fue dirigir una mirada de advertencia a las ratas: las que había visto durante la cosecha eran sinónimo de mugre y no tenía la menor intención de tenerlas cerca.

Le reseñó brevemente quiénes habían ido a cada refugio, cómo habían pasado aquel par de días y las transformaciones que habían sufrido. Cuando RR mencionó su necesidad de dinero no tuvo problemas en compartir con él su postura al respecto, la cual pensaba poner en práctica en breve. Venía de una familia de comercianes al fin y al cabo, y no veía la necesidad de ponerse a trabajar como un esclavo cuando uno simplemente podía adoptar el enfoque mercantil y sentarse a ver cómo crecía el dinero.
-Vuelve a FONERA- dijo llanamente mientras se encogía de hombros-, y consigue algo que vender que aquí sea una rareza o de lo que haya demanda. Materia prima, metales, armas, lo que quiera que fumabas cuando llegaste... Cualquier cosa. Parece que el portal se ha abierto hace poco, así que con suerte no habrá aún un mercado establecido. Y eres foner, así que partirás con ventaja. Eso si quieres quedarte- hizo una mueca. Él desde luego no pensaba hacerlo.

Estaba a punto de mencionar que justamente había estado buscando a Aleksei aquellos días cuando un grito desgarrador les llegó desde la entrada. Unos reflejos mentales mejorados desde la Luna le hicieron incorporarse del sillón, hacerse intangible y descender en vertical directamente al piso de abajo a través del suelo. Un sortilegio de parálisis pulsaba en su mano cuando llegó a la puerta principal, pero dejó que se desvaneciera en cuanto pudo ver la escena del recibidor.

-Mierda- murmuró, parado en el umbral mientras en su cabeza se formaba una reconstrucción mental de los hechos. Una fracción de su mente buscaba su atención con insistencia, y cuando por fin le prestó oídos para su sorpresa lo que salió de su boca tras unos momento de silencio fue eminentemente práctico:
-Hay que hacer algo con el cadáver antes de que lleguen los demás.

RR meditó las palabras del idrino con tranquilidad, mientras rumiaba tranquilamente la comida que había quedado almacenada en sus carrillos. Tras aquellos instantes de reflexión, tragó y se volvió a dirigir a él.

-Ciertamente, podría volver a F.O.N.E.R.A. a por materiales Las fronteras están cerradas, pero creo que conozco una forma fácil de entrar legalmente...

Su discurso se vio interrumpido por le fuerte ruido proveniente de la entrada. Acompañó a Shizel hasta la fuente del estrépito, sólo para encontrar a su desquiciado enemigo postrado en el suelo, muerto. No le hizo falta hacer un uso desmedido de su velocidad mental y de su capacidad deductiva para suponer que irrumpió en la torre sin conocer la contraseña ni la trampa que aguardaba a aquellos que la ignoraban. Dejó escapar una carcajada ahogada mientras que una media sonrisa cargada de ácida sorna se dibujaba en su rostro.

-Así era él: Imbécil hasta el mismísimo final. Realmente no debería extrañarme de lo sucedido. Me ha ahorrado mucho trabajo y un placer inmenso. Supongo que es un cambio equilibrado…

Cuando el skrýmir propuso retirar el cadáver, el brujo de los roedores apartó la vista del cuerpo para clavarla en la del joven.

-¿Y qué propones? Este cabrón no pesa precisamente poco… Podríamos lanzarlo al mar, o intentar vender su veneno. Cualquier cosa sirve, en realidad. Pero si te digo la verdad, me da bastante palo mover al muy mamonazo.-Y al decir esto, le dio unas ligeras pataditas en el hombro, como intentando calcular cual era el peso aproximado del mastodóntico caníbal.- Con lo rápido que era cuando estaba vivo, el malnacido…

Shizel experimentó algo semejante a conclusión mientras se agachaba para comprobar si el cadáver de Aleksei había sufrido daños. Había estado llevando el recuento de dónde estaba cada uno de los antiguos macieleros, y ya no le quedaba ninguno en paradero desconocido.
"Aunque quizá habría sido preferible", pensó con disgusto mientras la parte de su consciente que siempre trabajaba en segundo plano tomaba nota mental de que aquel hechizo parecía calcinar por completo los órganos internos, pero dejaba las partes externas y las esqueléticas completamente intactas. Podía serle útil en caso de querer hacerse con la piel de alguna criatura valiosa sin dañarla...

-Vago- respondió a RR con apatía-. Ni que tuvieras que moverlo a pulso.
Realizó con desgana los pases que correspondían al hechizo de levitación, y la gran mole que era el cadáver de Aleksei se elevó en el aire.
La cuestión de qué hacer con él sí que requería un poco más de pensamiento. En su tierra se incineraban los cuerpos, pero no recordaba que el terrícola hubiese mencionado ningún rito funerario preferido: Shizel le había notado cierta tendencia nerviosa a evitar esos temas.

-Me lo llevo a la Cicatriz- dijo finalmente mientras echaba a andar, haciéndole un gesto vago al foner para que le siguiera si quería-, y nos ahorramos problemas.

Sigue en la Cicatriz de Arax.

Alder llevaba bastante tiempo distraída y apática. Solo en las ultimas horas se había empezado a preocupar por la salud de su compañera, que llevaba ya dos tercios de día durmiendo y no parecía ir a despertar. Hizo falta un grito agónico para sacarla de su ensimismamiento, y en la puerta, un cadaver. RR lo tocaba con el pie con desgana.
-Cuanto amor.- observó con la sombra de una sonrisa burlona en  el rostro. Su primera reacción había sido un susto y no pequeño, pero con cierta dificultad había reconocido al dueño del cuerpo, y para Escobita no había lagrimas, solo la seriedad y el respeto que se le deben a todas las muertes. Cuando Shiz y el pelirrojo emprendieron el camino hacia Arax, Alder fue detrás, agradeciendo un poco de variedad en su rutina de mirar al techo.

RR se giró hacia Alder, sin borrar su gesto de desdén de su rostro.

-La cosa es cebarse con el pobre RR. No soy vago, Shiz, es simplemente que toda energía gastada en mover a este saco de mierda me parece excesiva. Y Alder, el respeto me lo guardo para aquellos que me lo demuestran a mi. O al menos que no intentan matarme.

Seguidamente, fue tras los pasos del Skrýmir con las manos en los bolsillos, dirección a Arax, aprovechando para inquirir a la sinadre sobre su pasado reciente. Le alegraba ver caras conocidas, sobre todo las que no le devolvían la mirada con odio y rabia homicida candente en sus ojos mientras claman venganza.

Me desperté tarde y medio adormilado, me restregué los ojos para desperezarme. Pase mi mirada por la estancia, mirada que se clavo en una cosa que no estaba allí hasta el día anterior. Salte de al cama y me acerque a la pared.

-Hola preciosas, ¿que tal habéis pasado la noche?,- pregunté pasando la mano por la superficie de las plantas cual amante con su amada, acariciándolas con suavidad. Me llegó una leve sensación de sequedad.- Oh, ¿agua?, ahora mismo os la subo.

Bajé a la cocina e improvisando una regadera con una bolsa de tela y un simple hechizo tapón les di de beber a las enredaderas.

-¿Mejor ahora?,- la sensación que me llegó entonces no sabría si identificarla como agradecimiento.- Yo cuidaré de vosotras bonitas, sólo necesitáis cuidados para crecer sanas y fuertes,- dije en mi ensoñación.

Miré por la ventana y parecía hacer buen día, pero a mi no me apetecía mucho salir. Con una camiseta y unos pantaloncillos cortos a modo de pijama volví a bajar a la cocina. Preparé un desayuno basado en fruta mientras dejaba haciéndose una taza de té. Vertí el té en una taza, hice hielo con un hechizo térmico y lo metí también en la taza, después eché azúcar y me lo subí a mi cuarto. Me senté en la cama con el libro de hechizos a seguir aprendiendo magia.

Unos segundos después me di cuenta de que había dejado la taza en el escritorio, <<Dios, que pereza moverme hasta allí>>. Podía hacer levitar la taza hasta mi, pero decidí que ya que dominaba el hechizo de levitación no me venía mal practicar el dominio.

-¿Puede una de vosotras acercarme la taza de té sin derramarlo?,- a aquella petición le añadí la sensación de orden, acto seguido uno de los tallos se movió y se enredó en la taza aproximándomela.

-Muchas gracias, más tarde os vuelvo a regar.- le eché un sorbo al té e hice una mueca,- Aún esta amargo.

Dejé la taza sobre la mesita de noche y volví a las páginas de hechizos.

RR volvió al torreón un tanto hastiado, aunque satisfecho. Su infeliz enemigo era ahora pasto de los gusanos (de unos excepcionalmente grandes además). Puede que le siguieran quedando detractores y cuentas pendientes en aquella ciudad, pero a fin de cuentas, era agradable ver como iban cayendo. La cosa avanzaba, y era hora de que él comenzara a mover también el culo para hacerlas avanzar.

Tomó los libros que había dejado sobre la mesa y los devolvió a su cuarto, llevándose además bastante papel en blanco y sus utensilios de escritura, para luego volver a marcharse por dónde había venido, en dirección a la otra residencia de recién transformados. Tenía temas importantes que tratar, y cuanto antes los tuviera zanjados, antes podría proseguir con su vida corriente.

Antes de marcharse, dejó un mensaje por debajo de la puerta de la habitación de Shizel, en el que se podía leer con letras claras y rojas:

“Tengo que tratar el tema del que te hablé. Volveré pronto con noticias frescas”


No tenía muy claro el motivo por el que daba el aviso al skrýmir, ni porqué compartía con él sus inquietudes o planes. Supuso, decidido a no darle demasiadas vueltas a aquello, que en un lugar como Rocavarancolia, en el que RR ya había tenido tiempo de labrarse profundas enemistades, le hacía falta un amigo.


Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Aunque una parte de Shizel seguía pensando en ello, la parte más analítica hacía tiempo que se había cansado de darle vueltas al tema de Aleksei y había desviado su atención a la transformación de Seon. Cebó su curiosidad haciéndole preguntas al respecto a Alder por el camino y al entrar a Serpentaria, donde RR se separó del grupo sin decir esta boca es mía.

Notar la ausencia de Enredo por los alrededores le recordó que era la hora de comer, y eso le trajo a la mente otra cosa más.
-Alder, esto puede ser una pregunta un tanto estúpida, pero... ¿tiene Seon alguna forma de alimentarse mientras está durmiendo? ¿Alguna clase de hechizo?
Le había costado un poco caer en la cuenta de que en aquellas circunstancias la chica podía acabar malnutrida. Aun a pesar de meses de racionar la comida en Maciel, Shizel no estaba familiarizado a incluir el concepto de hambre en sus razonamientos. Era algo en lo que, hasta su estancia en Rocavarancolia, nunca había tenido que pensar.

Seon despertó con una sensación de debilidad que no tardó en atribuir al hambre.  Eso la preocupó más. ¿Cuánto llevaba dormida? Estaba siendo una irresponsable. Maldijo por lo bajito, sin verdadera molestia mas alla del mareo, porque en el fondo estaba entusiasmada con los acontecimientos recientes.  Según bajaba, le llegó la voz de Shiz.
-No...- contestó con una mano sobre el estómago. La idea de comer con magia se le antojó una maravilla. Seguro que existía algo similar y empezaba a verlo necesario.  Alder se enderezó de inmediato y acudió a su lado. Shiz le había estado preguntando muchísimas cosas sobre Seon, pero ella solo podía haber reconocido que  no tenía un conocimiento real de la situación. Apenas el titulo de soñadora, y la vaga descripción que ya había escuchado sobre “dominar sueños”. A cambio, la charla le había dejado cierto malestar creciente. De nuevo  la preocupación porque ya hacía casi un dia completo que ella no despertaba. Seon sonrió ante la ansiedad de su edeel - Bueno, bueno que no me muero, solo tengo hambre.
Pero se le fueron las fuerzas y perdió el equilibrio durante unos segundos.
-¿Algo de comer?-preguntó Alder de forma muy suave, sujetándola del brazo.
-Algo de comer suena bien.
Alder echó un vistazo general al panorama de la cocina, a los ingredientes y a la colocación de los utensilios, para desplazarse rápido de necesitarlo. Mientras  dejaba syv al lado de Seon, señaló a Shiz con su cuchillo para trocear verdura:- Yo cocino, tu limpias.
“un buen trato teniendo en cuenta que solo tienes que hacer un hechizo, mala pécora.” Pensó entre fastidiada y divertida. Seon despierta, incluso si era al borde del desmayo, la aliviaba.  Preparó una mezcla de verduras con trozos de carne a la plancha  dejando excedente por si aparecía alguien más por la puerta.  
- Te diría que antes de que se enfrie, pero me parece que quedaría tonto.- le dijo al idrino con  una ligera burla en los labios mientras le plantaba un plato enfrente.  Dejo uno más para Seon que empezaba a recuperar el color de las mejillas.
- Hoy he salido de excursión.- comentó con autentica felicidad.- Ha sido por accidente, pero he acabado en la cabeza de otros.

Los pensamientos de Shizel fueron en una dirección similar a la de Alder, ya que esbozó una sonrisa socarrona y aceptó encargarse de limpiar sin protesta alguna.

A nivel intuitivo era capaz de notar debilidad manifiesta en los ademanes de Seon, pero la sinhadre emitía un aura de pura satisfacción que le recordó demasiado a cómo él mismo se había descuidado por completo las primeras semanas de práctica de magia. Aunque no comentó nada más directo por delicadeza, sí que dijo mientras tomaba un sorbo de agua antes de empezar a comer:
-Cuídate y no preocupes demasiado a Alder.

Aún así el entusiasmo de Seon era casi palpable. "A algunos la Luna nos trajo lo que queríamos..." Prefería no pararse demasiado a pensar en cómo se lo habría tomado él si la Luna le hubiese mostrado la cara más cruel que había enseñado a Branniel, por ejemplo.

Una frase en concreto de Seon, o más bien las palabras que usó, le hicieron aterrizar bruscamente a la realidad.
-¿Puedes... explorar la cabeza de la gente? ¿No era solo moldear sueños?- no hacía falta tener demasiadas luces para darse cuenta de lo que inquietante que le resultaba esa posibilidad.

Seon detuvo su tenedor a mitad de camino.
- Puedo entrar en sueños ajenos- vaciló.  La pregunta de Shiz la había tomado por sorpresa e intuía que era mejor tener tacto, y aun así algo en ella la impulsaba a hablar con naturalidad de peces voladores y muertos de madera.-  Viajo entre unos y otros.

Alder tambien paró de comer, interesada por la conversación. No se había tomado muy en serio los efectos de la luna en Seon ni entendido lo que significaban Se planteó si podría ver a la Seon real al dormir y cuanto importaría, dado que los sueños tienen muy poca consistencia al despertar. " Salvo aquel tan extraño..."

- Aun no puedo ir exactamente donde quiero, es un poco al azar, pero también lo encuentro entretenido.
- y solo los ves? O participas?
- Moldear sueños de otros es una sensación distinta a darle forma a los mios, pero estoy segura de que con practica podría hacer escenarios e historias enteras. Me hace mucha ilusión.

Viajar entre sueños no parecía ser lo mismo que pasearse libremente por la mente de uno, pero aún así no resultaba tranquilizador. Shizel escuchó atentamente a lo largo de la comida lo que Seon quiso contarles sobre su excursión en subconscientes ajenos. Solamente al final despegó los labios para pedirle algo:
-No entres en mi cabeza, por favor- dijo llanamente.

La tarde se desplegó perezosa en Serpentaria. Shizel tenía constancia de que había más gente de la que usualmente merodeaba por los pasillos, y percibía cierta conmoción en las habitaciones del piso de arriba, pero no tenía deseo de confraternizar con los sendarios más de lo indispensable. La pasividad de RR al respecto de convivir con ellos le había sorprendido gratamente y no pensaba dar motivos para que eso cambiara.

Así pues no se movió un ápice del sofá del salón donde se había apoltronado después de comer, leyendo uno de los grimorios que había encontrado en la habitación sellada del último piso. Todos aquellos hechizos estaban muy bien, pero sin alguien con quien practicarlos toda aquella información nueva se quedaba en la teoría.