Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Escucho al foner mientras acabo con la comida.

-Sí, eso es una ventaja bastante grande, pero tienes el problema del idioma ¿no crees? Quiero decir, por mucho que te parezcas a alguien si no sabes su idioma no sirve de nada ir.- le paso el plato y me siento con el mío.- Yo con eso he tenido suerte, quiero decir que en el mundo de Tap no hay humanoides, salvo los propios repobladores. Y son un poco cabrones, me puse a dormir y no se les ocurrió otra que clavarme sus lanzas, no es que duela mucho pero no me gusta despertarme así.- comenté riendo.- Por supuesto si vas con alguien del mundo que te pueda traducir tienes suerte, a mi me gustaría visitar varios mundos entre otros el mío propio, dejé allí cosas que debo recuperar así que la próxima vez que se abra el portal iré.- hice una pequeña pausa,- Que esa es otra, vosotros tenéis suerte, los portales a vuestros mundos siempre están abiertos, el mío no.

Me levanto ya con el plato limpio y le dirijo una mirada al foner para ver si terminó, cuando lo hizo le quité el plato y le pregunté.

-¿Quieres echarme una mano con la tarta? Voy a hacerle una a Giz y después nos vamos.

No había pensado en lo del idioma, pero suponía que debía haber algún modo de comunicarse, la fuentes le había quitado su idioma de origen para darles el de rocavarancolia, debía existir el método para hacer lo contrario. Y no solo con su idiomas no el poder aprender otros también.

-Puede ser si, no había pensado en ello, veré como soluciono eso, por el momento Shiz me esta enseñando un poco de la forma no verbal con la que se entienden en Idris- añadió agradecido la comida que le puso el brujo por delante. mientras comía escuchaba entretenido lo que había pasado Enredo en el Macetero, definitivamente se creía lo de que los pequeños repobladores se enseñaron con el brujo. Solo había que conocer a Tap para saberlo. Al que por cierto llevaba algún tiempo sin ver, y por ver se refería a no escuchar explosiones o cosas cayéndose "A ver si no se desapareció definitivamente, lo buscare luego por la Sede..." se dijo en un pensamiento vago que dejo en algún rincón de su mente. Habiendo terminado de comer se acerco al brujo que se disponía a preparar algo de dulce por Giz, lo que le recordó su propio objetivo.

-Claro, Skarog me enseño a hacerlas - dijo acercándose a la mesa de la cocina, amarrándose el largo cabello oscuro en una cola baja para que no le molestara- Va sonar increíblemente cara dura lo que te diré ahora, pero en el caso que el dinero que conseguiste para tu panda sea suficiente y sobre. ¿Podrías prestármelo? Si no lo vas a usar para algo mas, claro. Pienso devolvértelo en cuanto pueda- añadió mientras tomaba los ingredientes para comenzar a hacer la mezcla para la masa.

Vamos haciendo la tarta y y me extraña su petición.

-Claro, yo creo que sobrara bastante, con esas plantas he conseguido mucho, pero dime, ¿para que lo quieres? Si puedes contarlo claro.- acabamos la tarta y me dirijo a la habitación.- Espera, me lo cuentas en la ida si eso. Voy a recoger el dinero.

Y dicho eso subo a la habitación para recoger el dinero. Vuelvo a bajar y recojo la tarta.

-Bueno vamos.- sonreí de forma nerviosa mientras salia por la puerta.

Sigue en las Mazmorras del Castillo

Saren comentaba con cierto cariño las ruinas que quedaban a sus pies. Para Alder esas casas no significaban nada, pero algo en el tono del idrino la hacia fijarse en los detalles que señalaba. Para cuando se quiso dar cuenta estaba en Serpentaria.

- Te das cuenta de que un paseo no cuenta como disculpa por tu ausencia, ¿verdad? -dijo con suavidad.- Al menos no uno solo. Ven a verme mas a menudo, Saren. Un poco más y me olvido de tu cara de gorrión.

El paseo duro un suspiro, y sin darse cuenta llegaron a Serpentaria. Saren descendió paso a paso hacia el suelo, como si bajara una escalera con Alder sujeta del brazo. Cuando sus pies estuvieron en tierra firme, el norteño dejó que el hechizo de levitación se consumiera y se acercaron hasta la seguridad de la puerta, donde Alder le dijo unas palabras. El idrino le dedicó una sonrisa encantadora y procedió a responderle mientras le iba desenroscando la bufanda.
-Vendré, vendré -dijo riendo-, no te preocupes. Es difícil olvidarse de una cara emplumada como la mía, pero si tu lo dices tendré que creerte -añadió mientras se ponía la bufanda-. Me lo he pasado muy bien, peliverde, y de verdad espero que el paseo te haya alegrado un poco -dijo en tono mas serio-. Estas mucho mas guapa cuando sonríes -comentó, volviendo a su tono burlón habitual.

La sinhadre le tendió el abrigo y el norteño se lo echó por los hombros mientras la muchacha abría la puerta.
-Nos vemos pronto, Alder. Dale recuerdos de mi parte a Seon -se despidió el chico con una última sonrisa, para darse después la vuelta y encaminarse hacía la Sede mientras su figura se fundía con la oscuridad de la noche.

Continúa en la Sede de los Taumaturgos.

Seon esperaba ya despierta a Alder. Echó los brazos tras su cuello, besandola como bienvenida. Su pareja sonrió, de notable mejor humor y terminó la jornada en el cuarto de Seon, enredada entre sus sabanas. El resto de la noche la pasó haciendo su rutina fisica y dandose un largo baño antes de volver a la cama, esta vez a la suya propia.
Al mediodía siguiente, Alder se volvió a poner su uniforme y salió a trabajar.

Vac aterrizó a unos metros de la puerta de la torre y se acercó a ella, llamando con fuerza para que alguien le abriera. Llevaba varios días queriendo hacer aquella visita, pero por una cosa o por otra siempre se le torcían los planes: había venido a ver a la soñadora para contratar los servicios que le había ofrecido hacía casi un mes. El hado no dormía bien desde la vuelta de Ulterania, y aunque los hechizos de vela lo mantenían en forma, el agotamiento mental empezaba a pasarle factura. Las noches se le hacían eternas cuando perdía el tiempo observando el techo de su habitación, y las veces que su mente no podía mas y caía inconsciente, las pesadillas le acosaban y no le dejaban descansar. Era un circuló enfermizo, así que la mejor solución era acudir a una profesional.

Llevaba bastante dinero encima, pues no sabía cual sería la tarifa y no quería quedarse corto, y aunque aun estaba en proceso de recuperar sus ahorros, había decidido que aquel gasto merecía la pena. La última vez que lo había visitado la sinhadre, había quedado satisfecho con los resultados. No iba a poder aguantar mucho mas a aquel ritmo, si Seon no estaba disponible iría a hablar con Melodes.

Alder abrió con la camisa a medio abrochar. Los golpes la habían pillado cambiandose después del trabajo y había considerado más rápido vestirse de nuevo que esperar a llevar otra cosa. Al chico que estaba fuera lo recordaba, aunque su nombre solo de forma vaga.

- ¿Eras Mikk? No se a quien buscas, pero yo acabo de llegar.

El griego sonrió ante el saludo de la sinhadre, divertido por la confusión de nombres. Parecía que la chica acababa de salir de trabajar: dado el uniforme y que tenía atados los botones justos para no abrir en sujetador, el hado suponía que estaba a punto de cambiarse cuando había llamado a la puerta.
-Vac, mi nombre es Vac -se presentó de nuevo, pues no era la primera vez que lo hacía con aquella chica-. Tu eres Alder, ¿verdad? Estoy buscando a tu pareja, Seon, aunque admito que encontrarte a ti con pocos botones abrochados es un regalo para la vista -bromeó mientras sonreía con picardía, gesto que despareció de su rostro cuando una punzada de dolor le atravesó las sienes. Estaba experimentando el inicio de una migraña por el cansancio, pero mantuvo la compostura y volvió a centrar su atención en la muchacha.

Lo mejor era ir al grano, no quería entretener a la peliverde si se disponía a relajarse tras un duro día de trabajo.
-Veras, necesito sus servicios como soñadora, y como se ofreció a ayudarme hará un mes, venía a ver si podía hacerme una visita -dijo, su sonrisa un tanto apagada-. También quería fijar la tarifa, por supuesto -concluyó.

- Disculpa, no se en que estaba pensando. Seon ya me ha hablado de ti-dijo-. Y por lo que sé entras en la lista del precio de amigo, asi que quizás se alegre de verte. Puedo despertarla, pero también te puedo decir yo misma cuanto cobra. Si te fias de mi.

Se retiró un mechón de la cara con una sonrisa sarcastica. La que no se fiaba del todo del criterio de Seon era ella. Aunque recordaba al chico de la fiesta y la luna, de alli mismo conocía a otros cuyas transformaciones no tenían nada de bonito ni de tranquilizador, y no reconocer la suya no lo hacia mejor.

Al hado no se le pasaba por alto que la muchacha no se fiara del todo de él, a fin de cuentas o no lo conocía, o sabía exactamente lo que era. En cualquiera de los dos casos hacía bien, en aquella ciudad no te podías dejar guiar por las apariencias.
-No, déjala dormir, va a necesitar fuerzas para arreglar esto -comentó, señalándose la cabeza-. Creo que puedo fiarme de alguien como tu, peliverde, hacen falta agallas para llegar hasta aquí sin que la Luna te transforme -dijo con una sonrisa. No pretendía ser amable, solo decía lo que pensaba.

Para él la sinhadre se había ganado puntos extra en su cosecha, y aunque había rocavarancoleses que diferían, el creía que se merecía ser ciudadana de pleno derecho.
-La mayoría de los pedantes que opinaban que no durarías llevan sus transformaciones con menos elegancia de la que tu tienes -afirmó, casi para si-. En cualquier caso, ¿cual es esa tarifa?

"Otro con las luminosas opiniones del grupo." Alder se mordió el labio tratando de recordarse a si misma que venía a pagar un sueño. Le dio el precio estándar, sin rebajas, eso sí. Alder se había cruzado de brazos, molesta con toda la conversación. Qué mania la de recordarle que era una sin-esencia, como si no fuera perfectamente consciente de ello. Ni agallas ni elegancia suavizaban que había vuelto a mencionar que tendría que estar muerta segun media Rocavarancolia.

El hado le tendió el dinero a la muchacha sin comentar nada, sabía perfectamente que había dicho algo que no debía. Sonrió con cansancio y recorrió uno de sus cuernos con la punta de los dedos, pensativo.
-A veces puedo ser un bocazas, así que siento haber dicho algo inadecuado -se disculpó-. Me jode no aclarar esto, pero se cuando sobro y si prefieres que me marche lo haré -comentó.

Había retrocedido un par de pasos hacia la entrada, la mano a punto de asir el pomo de la puerta, un "Buenas noches" y una última disculpa en la punta de la lengua. Si la peliverde no hablaba el griego se iría, era consciente de que en ocasiones podía resultar molesto, pero eso no significaba que le gustara molestar sin venir a cuento.

Alder cerró las manos en torno a las monedas y suspiró.

- No, sé que no lo has dicho a mal. Pero que media ciudad me daba por muerta no es lo que más me apetece oir cada vez que sale el tema de la luna. No te preocupes por mis complejos, se que mi sonrisa pura y sentida levanta muchas envidias. - lo último tenía sarcasmo por todas partes, pero no mala leche. Más aplacada tendió una mano con dos monedas.- Que no se diga que he perdido la honradez. Tu descuento de amigo.

El hado aceptó las monedas que le tendió de vuelta la sinhadre, guardándolas en su bolsillo sin decir nada. Era consciente de que no debía ser fácil aguantar la clase de comentarios que había hecho él estando en su situación, pero no lo había hecho con ánimos de ofender. Creía de verdad que la muchacha tenía mérito, y no le parecía justo que la Luna no la hubiera bendecido, pero nadie podía alterar las decisiones del astro rojo.
-Yo no la calificaría de pura y sentida -comentó con una picara sonrisa-. Me arriesgo a meter la pata de nuevo, pero tengo que preguntarlo -añadió-: ¿qué tal lo llevas en la bodega? -se interesó-, ¿te tratan bien?

Pocos novatos conseguían trabajo tan rápido después de que la Luna los tranformara, que Alder estuviera a punto de firmar un contrato fijo decía bastante de ella.

-Trato bien a todo el mundo, asi que me tratan bien a mi- dijo-. No se si esta noche podrá ser, pero si no, estoy segura de que se pasara mañana mismo. ¿O pensabas en un día concreto?

Jugueteó con las monedas entre los dedos.

El hado se alegró de no haber metido la pata esta vez, pero se le estaba haciendo tarde, al día siguiente tenía que ir al Cuchitril, y antes debía atender unos asuntos de trabajo.
-No, mañana me viene perfecto, hoy no creo que duerma demasiado. Dale las gracias a Seon por su ayuda, y felicidades por el trabajo -le sonrió, abriendo la puerta y saliendo a la calle-. Ha sido un placer negociar contigo, no vemos -se despidió.

La noche era fresca, pero el hado ignoró la temperatura y se encaminó hacia su siguiente destino, la guarida de un individuo que había tratado de timarlo en una de sus últimas transacciones. No, no iba a dormir mucho aquella noche.

Continúa en El Cuchitril.