Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Me despierto temprano esta mañana, lo noto en la luz que entra por la ventana. Me encuentro descansado y tranquilo, y mientras me estiro miro por la ventana deseando salir a dar un paseo por la ciudad. Al pasar al lado de la mesita pateo la manta lejos para que esta tenga libertad mientras estoy fuera y luego salgo del cuarto dejando la puerta cerrada. Llego a la cocina y me quedo pensativo pensando qué me apetece desayunar. Busco pan fresco en una alacena y corto dos rebanadas tras poner la sartén al fuego con un poco de mantequilla. Paso el pan hasta que se tuesta y después aún unto un poquito más sobre él con un cuchillo. Mientras doy el primer mordisco a una cojo un par de frutas similares a pomelos y las exprimo con las manos sobre un vaso. El zumo que queda tiene mucho grumos e incluso alguna pepita, pero lo bebo de todas formas dando pequeños sorbitos entre mordisco y mordisco. Cuando las pepitas llegan a mi boca las aparto para encima de la mesa sin darles mayor importancia.

Y mientras pienso en lo que puedo hacer hoy. Me apetece volver a la biblioteca a leer un poco sobre historia... Lo que hablamos ayer ha despertado mi curiosidad. He retrasado mucho el conocer más sobre esta ciudad, sobre otras... y sobre otros mundos. Hay infinidad de mundos ahí fuera. Existe la magia. Hay tanto por descubrir y todavía no empecé ni a raspar la superficie. Tal vez en otros mundos haya dioses. Quiero saber como son los otros mundos, sus habitantes, sus costumbres, qué pone sobre la tierra aquí... Visiblemente emocionado limpio la sartén y el vaso con un hechizo y los recojo, dispuesto a salir enseguida.

Despierto, bastante pronto, por lo que se ve. Me cambio de ropa y pienso en lo que hablamos ayer. Que Nia se había encontrado a una diosa, que era su sacerdotisa... Cuando acabo de vestirme, bajo a la cocina. allí esta Gael.
-Buenos días, ¿has desayunado ya? -le pregunto, dispuesta a cocinar por él. No es que se le dé mal, pero yo tengo más experiencia. Sin esperar a que me responda, cojo una fruta ligeramente parecida a una naranja, pero de color morado. Cojo un vaso y corto la fruta a la mitad. Exprimo cada una de las partes con la mano. Me tomo el zumo enseguida, sorprendiéndome con el sabor ácido que tiene, y tragándome las pepitas.

El chico parece querer salir.
-¿Quieres ir a algún sitio? -le pregunto. En verdad yo quiero ir a la biblioteca, esta noche me ha asaltado una duda que no deja de sobreponerse por encima de mis otros pensamientos...¿Cómo son los mundos vinculados? Y a raíz de está pregunta han salido muchas otras. Quiero respuestas- Si quieres podemos ir a la biblioteca. -digo como quien no quiere la cosa.

Nia se despertó recuperada. La primera cosa que hizo fue mirarse la mano. El anillo succionaba la magia. Intentó quitárselo pero seguía aferrado a la piel. No se atrevía a abrir los ocho tentáculos puesto con solo uno la magia le duró unos instantes. Nia suspiró y salio a la superficie. Se apoyó en la barandilla y lanzó el hechizo de levitación sobre si misma. Se recogió el pelo en una sencilla cola de caballo usando alguna de la colección de conchas que tenia como peineta y, en ese mismo instante, un destello cerúleo hizo que se fijara en el colgante. Tendría que volver y hablar con la diosa...con Neptunia...o como se llamase. Aun tenia muchas dudas. No sabia si pedir a los demás que la acompañaran o era un viaje que debía hacer sola. Por el momento, decidió bajar a desayunar. Se estiró al entrar en la cocina.
-Buenoss diaaaas...-dijo en el momento en que se estiraba. Desayunó algo de pan con pescado y se quedó embobada, aun semi dormida. Salio del trance para dirigirse nuevamente a los presentes que pudo Nia distinguir que se trataban de Gael y de Kaila.
-¿Vais a salir a algún sitio?-

Cuando me dispongo a salir de la cocina me topo con Kaila llegando, y la saludo alegremente.
-¡Hola! Buenos días. Sí, me he hecho unas tostadas... pero ya he guardado todo, si no podrías haber utilizado la misma sartén -le respondo.
Ella empieza a hacerse un zumo y me quedo mirando pensando en cómo decirle que ya me iba a ir ahora. Tal vez incluso también quiera salir y me acompañe un rato. Pero Kaila se percata antes de que diga nada, y me pregunta si quiero ir a algún sitio.
-¿A la biblioteca? Me parece genial, justo quería ir yo también -respondo mientras me muevo por el aire alegremente-. La charla de ayer despertó mi curiosidad. Llevamos demasiado tiempo aquí y todavía no tenemos idea de nada.

Mientras converso con Kaila, Nia llega a la cocina. Cuando nos saluda parece medio dormida, y se va directamente a comer algo. Miramos como se prepara un poco de comida en silencio, pero luego me vuelvo hacia Kaila de nuevo y continúo hablando.
-Voy a buscar información sobre otros mundos y sobre Rocavarancolia. Quiero saber sobre sus tradiciones, mitología o dioses, geografía... y todo eso. Además así descanso un poco de los estudios mágicos. Hay que saber de todo, ¿no crees? Además aquí nadie nos explica nada, menos mal que tenemos la biblioteca... -Nia entonces pregunta si vamos a salir, parece estar algo más despierta que antes-. Sí -le respondo-, vamos a ir a la biblioteca a buscar información sobre lo que hablamos ayer y más cosas -le explico al darme cuenta de que no nos estaba ni escuchando-. ¿Vienes con nosotros?

Nia pestañeo varias veces. Se iban a la biblioteca. Casualmente, se le pasó el otro día por la cabeza un libro que iba a necesitar. Nia se puso de pie de un salto mientras terminaba su desayuno.
-Em si...vale. Tengo que buscar algunos libros ahí.-
-Pero lo primero es lo primero.-Nia subió las escaleras a por su hatillo y bajó con una sonrisa.
-Estoy lista.-
Entonces los tres se prepararon y salieron a la ciudad, rumbo a la biblioteca.
(Continua en la biblioteca mágica)

-...Y entonces yo le digo a Pancraciwo le digo, pues sí, y el me dice: ¿En serio?...

Estoy en la cocina hablando con Crathos, no es un gran interlocutor, y no estoy seguro de que le importe lo que le digo, pero es mejor esto que estar todo el rato en silencio...

-El tal Pancraciwo era un buen amigo, me pregunto como le irá...

Últimamente me paso los días practicando magia y contándole mi vida a Crathos, él me ha contado que había pasado un par de años al servicio de su antiguo amo, poco después de que la luna roja le diera alas.
Ahora mismo está cocinando algo para cenar, los primeros días me costó convencerlo para que accediese a comer conmigo, acostumbrado a cocinar para el mono y comer él por separado. Sigue teniendo la costumbre de pasearse desnudo de cintura para arriba, aun que en esta ocasión viste unos pantalones con menor tendencia a caerse... una pena.

-¿Como era tu vida antes de que te cosecharan? ¿Vienes de la tierra no?

Crathos se gira unos segundos para mirarme antes de responder, sigue teniendo el pelo rubio tan largo como al principio, aun que ahora mas limpio.
Yo estoy tirado en una silla ancha con los pies sobre otra silla, aun que no lo quiero admitir es todo un lujo tener a alguien que cocine para mi y limpie mis cosas...

-Bueno... yo...- Tarda en empezar a hablar, no estoy seguro de si es por que le cuesta recordarlo o por que no quiere hacerlo.- Si, nací en la tierra... En un país conocido como Estados Unidos de América.
Tenía 17 años, estaba estudiando en el instituto, vivía con mi hermana pequeña y mi padre, mi madre murió al poco de nacer mi hermana. Jugaba al hockey con el grupo del instituto, no era muy bueno, pero me lo pasaba bien...
Además tocaba el piano, en eso era un poco mejor, iba a clase desde los 5 años, también estaba en el coro... era divertido...

Hace una pausa para respirar, exhalando en un suspiro.

-Las cosas en casa siempre fueron muy tranquilas, mi padre tenía un buen trabajo y nunca teníamos problemas de dinero, mi hermanita sacaba muy buenas notas...
No tenía demasiados problemas, siempre hay gente molesta y tal, pero nada a parte de eso. Al menos asta que llegó mi cosechador, me prometió una vida llena de emociones.
¿Como negarme? Me encantaban las historias fantásticas, libros, películas... Y de repente me ofrecían vivir una autentica aventura fantástica...
Pero por supuesto, no dijeron que iba a ser tan siniestro. Durante mi criba me alojé en Maciel, al principio eramos casi 30 personas viviendo allí... A la siguiente semana eramos 20, y cada poco tiempo perdíamos a alguien...

Mientras hablaba terminó de hacer la cena y la puso en una mesa. Me acerco en silencio, tomo asiento frente a él y le miro fijamente a los ojos. Crathos sigue hablando con la vista fija en el plato.

-Un mes antes de que saliera la luna quedábamos cinco, estábamos muy unidos... durante bastante tiempo no habíamos perdido a nadie.- Paró a suspirar una vez mas.- Pero un día salimos todos a buscar la cesta de la comida, y nos atacaron.
Íbamos armados, y todos teníamos bastante práctica, pero...- Crathos cerró los ojos con fuerza y empezó a quebrársele la voz.- Solo salí yo con vida, en menos de un minuto toda la gente que conocía en este mundo, mis amigos, los que eran como mi familia, estaban muertos.

Las lágrimas empezaron a rodarle por la cara.

-Tuve que arreglármelas solo desde entonces, seguí viviendo en la torre asta que salió la luna, no quería juntarme con otros por que me daba miedo perderles...
Luego la luna me dio alas, pero seguí sin tener a nadie con quien estar, asta que apareció mi antiguo amo. Parecía la única salida que tenía para estar con alguien, así que le seguí el juego con lo del nombre, aun que a la larga llegué a creérmelo...
Estuve con él desde entonces... y el resto ya lo sabes.

No puedo quedarme sentado viéndolo de esa forma, literalmente. Así que me levanto y le pongo una mano en el hombro.

-Lo siento mucho.

Me agacho y lo abrazo, no estoy seguro de qué estoy haciendo, pero necesito hacerle sentir mejor.

Luego nos separamos, quedando cara a cara, me vuelvo a perder en el infinito de sus ojos azules, otra vez enrojecidos por las lágrimas, y antes de que me pueda dar cuenta, nos estamos besando.

Después de lo que parece una eternidad, nos separamos y sonrío, él responde a la sonrisa, la suya es una sonrisa triste y dolorida, pero es la primera vez que le veo sonreír.

Kaila, Nia y yo llegamos a la torre agotados y bostezando. Me froto los ojos al atravesar la puerta diciendo la contraseña y con tono cansado explico que no aguanto más rato despierto.
-Bueno yo... -bostezo ruidosamente- me voy a mi habitación, que me muero de sueño. -Ni siquiera me percato de que tengo hambre, pero el sueño me puede-. Buenas noches, y hasta mañana.
Las chicas suben también las escaleras, parecen tan agotadas como yo. Cada una entra en su habitación despidiéndose y yo me voy a la mia. Al abrir la puerta agotado, no me doy cuenta de cómo un mueble se abalanza sobre mí.
-¡Aaay! -exclamo mientras me tropiezo-, ¡para!
Poco me falta para darme con la nariz en el suelo. El muy pesado quería volver a conseguir que me diera un cabezazo. En cuanto consigo recuperar el equilibrio fulmino el mueble con la mirada-. Eres... un... pesado -murmuro tratando de no molestar al resto de la torre-. ¿Por qué la has tomado conmigo?
Chasqueo la lengua y lo cubro con la manta. Espero que así aprenda. El sueño se me ha ido en parte, y ahora sí me doy cuenta de que tengo hambre, pero es tarde y sigo cansado, puedo esperar a mañana para comer algo. Voy a mi rincón y me acomodo cerrando los ojos. En esa posición confortable poco a poco voy consiguiendo que el sueño vuelva y me olvide del hambre, hasta que finalmente me quedo completamente dormido.

La luz que entra por la ventana abierta me impacta de lleno en la cara, despertándome. Me siento en la cama y me froto los ojos. Me desenredo el pelo con las manos. La mesilla empieza a moverse. ¡Qué pesados son los muebles aquí! bueno, tal vez deba comer algo, tengo hambre. Bajo a la cocina y saco una sartén y pan. Parto tres rebanadas y las unto con mantequilla. Tuesto las rebanadas y les pongo algo más de mantequilla encima. Me como las tostadas. Pongo una cara algo extraña al probar la primera. Algo quemadas están. Cómo se nota que no he hecho tostadas en mi vida. Bueno, ya aprenderé. Lavo la sartén y el cuchillo con el que he untado la mantequilla y me voy a una de las salas comunes. Me hago levitar y me siento en el aire, no me fío demasiado de los muebles, a lo mejor me tiran al suelo o algo por el estilo. Cojo un libro de magia básica y empiezo a leerlo.

Me despierto ya tarde con la luz que entra por la ventana. Remoloneo durante un buen rato pero cuando ya no me apetece descansar más empiezo a estirarme para ir a hacer algo productivo. Veo a mi lado los libros de siempre, que estuve leyendo anoche hasta tarde. Me falta poco para terminar de leer el último, y ya he memorizado unos cuantos hechizos de ellos.
Salgo de la habitación silbando y bajo hasta la cocina para hacerme algo de comer. Como ya es tarde paso del desayuno y mientras me como una fruta hojeo el libro de cocina buscando algo para preparar. Viendo que hay queso me decido por un gratinado de verduras con bastante buena pinta. Me armo de ánimos y empiezo a cortar hortalizas para una olla con agua. Las hiervo con un poco de sal y mientras voy cortando queso y untando con grasa un molde para calentarlo después. La cocina de leña tiene un horno, pero como no está encendida y no sé usarlo prefiero calentarlo con el hechizo térmico en el recipiente. Vierto las verduras y bato un par de huevos que echo también entre ellas para dar cohesión y sustancia. Por último echo los pedazos de queso y hechizo el molde para que se caliente todo junto. Me pongo a mirar por la ventana más cercana, hipnotizándome con el vuelo de una bandada de pájaros lejana. Sacudo la cabeza y me pongo a echar otro vistazo al libro de cocina mientras espero... y lo hago hasta que el olorcillo a quemano llega a mi nariz. Me yergo de golpe, dándome un porrazo contra la mesa en un pie, y extingo el hechizo mientras me apresuro hacia la comida.
Por suerte no se ha quemado demasiado. Hay algunos bordes oscuros en las verduras que toca la fuente, pero nada que no se pueda apartar. Corto con un cuchillo un buen pedazo y me lo llevo a un plato, haciendo un pequeño desastre al separarse todo en el camino. Como con ganas, a pesar del sabor dulzón de las verduras poco saladas y el amargo de los bordes, y al terminar limpio el plato y dejo lo que ha sobrado dentro del horno por si alguien quiere comerlo... aunque lo dudo. Con todo ya recogido vuelvo a mi habitación y abro el libro que quiero terminar sobre la mesa, dispuesto a acabar con la lectura hoy mismo y a practicar después algunos hechizos. Y cuando acabe, tal vez me vaya a dar una vuelta para descansar y despejar la cabeza.

Por fin llego a la Torre Serpentaria. Ya desde lejos veía sus cuatro plantas coronadas en una cúpula de cristal pero no alcanzo a ver su interior pues justo inicio el descenso. Lo que sí veo son varias chimeneas... ¿Podría colarme por ellas? Lo dudo: es un edificio oficial y se supone que es el hogar de magos o hechiceros, así que lo normal es que esté protegida con infinidad de hechizos. Lo cual es un problema, ya que no tengo modo de avisar a Gael a no ser que el chaval esté despierto todavía y me vea por alguna ventana. <<Diantre, no lo he pensado antes... Tendría que haberle avisado el otro día en la Biblioteca de que me pasaría alguna noche... Esperemos que siga despierto>> Aterrizo frente a la puerta pero no me atrevo a llamar o dar un paso más siquiera. <<Y no es plan dar gritos, puede haber gente durmiendo, Kaila por ejemplo, diantre...>> Pero no puedo quedarme aquí plantado como una estatua, aunque si me quedase aquí horas y horas de pie parecería tal. ¿Y si...? Vale, buena idea. Vuelvo a transformarme en humo y me elevo hacia las plantas superiores, buscando a Gael a través de las ventanas, sin acercarme tampoco demasiado por miedo a provocar alguna defensa propia del edificio. Voy dando vueltas y pasando rápidamente de ventana a ventana cuando veo su ocupante no es el que busco, hasta que llego a una habitación en la que una mesita de noche...¡Se mueve! Se está moviendo... Y en la otra mesa está Gael con un par de pollos, o eso parecen, muertos, esto sin duda. ¿Me escuchará? Mientras no aparto la mirada de lo que sea que esté intentando hacer, grito:
-¡Gael! ¡Buenas noches!-y lo acompaño de un saludo con la mano, cambiando el hechizo del humo por uno de levitación. ¿Qué ocurre? Que esto no suelo hacerlo y decaigo un poco pero vuelvo a subir.-Prefiero el humo, levitar no es lo mío.-digo riendo.

Cuando por fin acabé de leer el libro me estiré alegremente, satisfecho por haber acabado la tarea que me había autoimpuesto. Al acabar antes de lo que había previsto decido que tengo que practicar y bajo a la cocina a por un par de pollos, tal vez ya llevasen en la cocina demasiado tiempo, ya no tenían pinta de comestibles, pero a mí me vienen perfectos, porque no son para comer. En la habitación practico con ellos la posesión y hechizos hasta que el sol termina de ocultarse. Y cuando es noche cerrada, un grito me sobresalta, sin esperarlo. Estaba ensimislado con un hechizo de fuego, con los pollos apartados a un lado. Alzo la cabeza de los libros para buscar de dónde viene la voz que me da las buenas noches.
-¿Jack? -pregunto al ver al otro lado de la ventana un rostro conocido-. ¡Hola! ¿Qué haces ahí? ¡Espera un momento!
Dejo las cosas sobre la mesa y me dirijo a la puerta a toda prisa. La mesita trata de interceptarme al verme distraído, pero asciendo en el aire en el último momento y esquivo el impacto.
-¡No molestes, quieres! -grito enfadado al mueble-. ¡Ahora no!
Salgo por la puerta y la dejo cerrada para dirigirme al exterior sin perder un momento. Cuando el aire fresco de la noche me golpea, miro alrededor buscando al vampiro. Avanzo hacia donde da mi ventana mientras lo voy llamando.
-¡Jack! ¿Hola?
Me pregunto a qué habrá venido... tal vez se habrá acordado de aquella sorpresa que me había comentado... que supongo que tiene que ver con el favor que le pedí. O tal vez venga a por otra cosa, como amuletos, o libros de magia... No sé si se pueden sacar de aquí, pero por unos pocos no creo que se notase.

El grito le sobresalta pero es normal, solo espero que no me tire la bola de fuego. Me saluda y respondo con un gesto justo cuando empiezo a descender por el desequilibrio entre hechizos. Pero cuando vuelvo a subir hacia la ventana ya no está. <<¿Qué diantre?>> Me muevo alrededor de la planta buscándole y al poco le escucho en la calle llamándome. Presto bajo a su lado y me aliso la ropa al aterrizar sin ruido, suavemente, frente a él, aunque un poco apartado por el fuego de su cuerpo.
-Hola, hola. Perdona por aparecer a estas horas y sin avisar, pero es esto o calcinarme con el sol. Y venía a comentarte lo del experimento. Para evitar sustos te diré de qué trata: como sé que puedes controlar de alguna u otra forma cadáveres pues he ido cazando presas y haciendo una cosilla con ellas. Lo malo es que no sé hasta dónde alcanza tu destreza, pero si de momento no puedes no importa, el experimento es tuyo hasta que puedas usarlo. Básicamente es... Mejor. Tiene el tamaño de un oso joven de los de la Tierra, con sus cuatro patas. Pero en vez de una capa de pelo tiene una coraza hecha con partes varias de armaduras olvidadas en la cicatriz. También tiene un par de cuernos que le salen de los hombros, a lo largo de toda la espalda y de la cabeza. Las patas tanto delanteras como traseras son... por así decirlo, "originales". No sé si me estoy explicando bien, pero así en resumen viene a ser un oso acorazado, no de tamaño adulto pero casi. Y con cuernos del tamaño de tus brazos, más o menos. Ah, eso, también tiene una pequeña cola, pero es más decorativa que otra cosa. Y lo que considero así más importante para ti: todo está unido entre sí con elementos orgánicos, propios de las presas. Vamos, que he usado huesecillos, tendones, músculos, retales de piel... No sé si podrás poseerlo o no aún, tendría que haber preguntado, pero si no, también tengo presas de menor tamaño como colaespinas o hienas sin tocar, no les queda sangre apenas, pero también te las tengo guardadas.-y por fin hago una pausa, mirando al cielo.-Diantre... Podría seguir hablando horas y horas... Bueno, tú dirás. ¿Quieres acercarte ahora? ¿O te traigo en otro momento alguna hiena o colaespina y ya dejamos para más adelante el Acorazado Osezno?- inquiro esto último riendo por el nombre que acabo de ponerle. No es un osezno del todo, pero da igual. Es un mero nombre.
Y mientras he hablado estaba cruzado de brazos, mirando alternativamente al chico y al cielo, como evitando mirar a la ciudad. Pero ahora que espero a que responda vuelve a mis pensamientos eso de pasar por una estatua... Eso también es interesante, lo probaré para cazar algún día.

Jack aparece frente a mí casi como de la nada, camuflado en la oscuridad.
-¡Hola! -le digo de nuevo, ahora con la seguridad de que me está oyendo-. ¿Qué te trae por aquí?
Jack me saluda de nuevo y empieza a explicarme que viene por la sorpresa que me ha preparado y me cuenta en qué consiste. Atiendo sorprendido por lo que ha estado experimentando por su cuenta. Imaginación no le sobra, y se ha encargado de hacer algo sorprendente él solo. Desde siempre se le han dado muy bien todas las cosas manuales, debería aprender de su destreza si quiero hacer cosas útiles yo mismo. Ha tenido la misma idea que yo, y ahora me muero de ganas de verla. Por la descripción detallada que hace Jack es un animal muy interesante, y ha debido de estar horas y horas esforzándose en ello. Empiezo a arrepentirme en parte de habérselo pedido, se sacrifica demasiado por los demás sin recibir nada a cambio, pero espero encontrar la manera de pagárselo como sea.
-Todo eso es... es.. -intento decir, quedándome sin palabras-. Es genial, Jack... ¡no hacía falta que te molestases tanto! Yo... no sé qué decir... Tengo que pagártelo de alguna manera. El... el Acorazado Osezno -digo recordando el nombre- no estoy seguro de poder usarlo todavía, debería ir y comprobarlo... Según sé necesito más práctica y, sobre todo, un hechizo o algo así. Es... justo lo que quería aprender a hacer, cadáveres por pedazos. Pero de momento solo puedo poseer las piezas de cada cadáver por separado, y si con una no puedo mover las demás... sería un problema. Pero aprenderé, lo prometo, y todo lo rápido que pueda. -Mi voz suena emocionada, pero no es para menos-. Quiero ver ese bicho tuyo... ¿Crees que podría ir a donde lo tienes algún día?
Jack y yo acordamos que quedaremos al día siguiente al anochecer en el barrio derruído, porque hoy ya es demasiado tarde y yo estoy cansado. Asiento con energía, esperando que llegue ya la noche siguiente, y nos despedimos. Entro de nuevo al abrigo de la torre y voy a recoger el estropicio que había todavía en mi habitación. Me como las sobras que dejé en el horno cuando cociné después de levantarme, calentándolas un poco previamente, y vuelvo a la habitación ya notando el agotamiento. Voy a mi esquina dedicándole una mirada de reproche a la mesita y me acomodo cerca del techo haciéndome un ovillo. Echo un último vistazo a la ventana, como esperando ver a Jack allí todavía, pero por supuesto no veo a nadie. Cierro los ojos con suavidad y me mezo de un lado a otro mientras pierdo altura, hasta acabar profundamente dormido.

Nia abrio los ojos lentamente. Habia estado unos dias muy tranquila en su tanque, bajando a comer para luego practicar algo de magia y volver al tanque. Lo mas productivo que habia conseguido estos dias era aprender a como canalizar el poder guardado en el anillo. Todavia un desgaste terrible de poder magico. Salio de la cama y a la superficie donde, como siempre se quedo meditando y planeando el curso de accion del dia. Se termino de arreglar el pelo que ahora llevaba semi trenzado y lanzo el hechizo de levitacion sobre si misma. Bajo a la cocina para prepararse el desayuno que consistio en pan con carne fresca. Comio sin mucha gana y le dio los restos a la bañera. Subio las escaleras y abrio el libro de magia por el hechizo de paralisis. Suspiro y comenzo apreparar el hechizo, practicando el metodo de lanzamiento. Este por suerte, era mas sencillo que el de intangibilidad y lo consiguio dominar al poco tiempo. Ahora solo le faltaba un sujeto de practicas...

Cuando me desperté lo hice con energía, por las ganas de que llegase la noche e ir a ver lo que había hecho Jack. Pero todavía faltaba mucho, y tenía que matar el tiempo con algo. Los libros ya los había leído, así que mejor sería hacer algo más práctico. Pero antes de nada decidí que lo mejor sería prepararme algo de comer. No tenía muchas ganas de cocinar así que solo me hice unas tostadas con mantequilla y después le sumé por capricho un huevo frito, al ver que hoy sí había algunos en la despensa.
Mientras comía me quedé pensativo, no me apetecía quedarme en el torreón probando hechizos básicos de fuego o poseyendo más pollos. Pensé en la biblioteca, en todas la información que todavía había allí sin leer, y en que ya quedaba de paso hacia donde había quedado con Jack. Decidí hacer un filete a la plancha para meterlo dentro de un poco de pan y envolví el bocadillo en una servilleta de tela para llevármelo y pasar el día fuera. Hechicé la servilleta para que no prendiera y, contento por salir un poco de la torre, atravesé la puerta.
Ya en el exterior empiezo a avanzar siguiendo la calleja que lleva al norte, poniéndome a silbar alegremente. Pero de pronto me detengo. La nota, la dichosa nota. Pateo la grava del camino y me doy la vuelta para entrar a la torre otra vez y busco un pergamino que ya no sirva y una pluma.
"Me voy a dar un paseo hasta la noche" escribo. Firmo como Gael y me quedo mirando la nota unos instantes antes de tachar y escribir Koval al lado del borrón de tinta. Dejo la nota sobre la mesa de la cocina y vuelvo a salir de la torre, sin silbar ahora, y tratando de llegar cuanto antes al norte de la ciudad.

(Sigue en la Biblioteca Mágica).

Nia había estado practicando el hechizo toda la tarde y empezaba a oscurecerse. Podia decirse que ahora lo tenia dominado, junto con un mejor uso del anillo. Decidió bajar a la cocina para cenar algo. Cuando entró distinguió una nota en la mesa de la cocina. La escritura y firma era de Gael pero un tal Koval había tachado el nombre del chico y había puesto el suyo.
-Hum...¿Quien será este Koval?-se preguntó Nia.-¿Y que consigue con poner su nombre en la nota?-Nia siguió dándole vueltas a la cabeza mientras pensaba en ello. Cogió algo de carne y salio hacia el baño donde le esperaba la bañera, hambrienta. Al instante se le iluminó la mente con la respuesta, tan chocada que soltó la carne al suelo para gusto de la bañera.
-¡Gael se ha cambiado el nombre!-exclamó en voz alta.-Y no me ha dicho nada...-
>>Tu también has hecho algo parecido.-le dijo su consciencia cruelmente.
-Yo...Yo...Yo solo uso ese nombre para la gente que no es de confianza...Nia es mi nombre ulterano y es demasiado amable para un monstruo...-
A Nia se le quitó el apetito y se dirigió al salón, donde se derrumbó en el sofá con el libro para aprender Ulterano y estudio su vocabulario de mala manera.

Cuando diviso la estructura de la torre Serpentaria, ya me siento en territorio conocido. Hago más lento mi avance y paseo disfrutando de la noche, a pesar de que es fría y la noto demasiado en la piel. Sigo echando de menos las estrellas y la Luna en el cielo, esa negrura que hay ahora... me trae recuerdos de cuando llegamos aquí y vi el cielo vacío de la noche por primera vez. Fue chocante, e inquietante. Y de alguna manera me sigue resultando extraño, pero hoy eso me importa más bien poco. Suspiro. Al final he estado todo el día emocionado para nada. Sus motivos tendría Jack... es más, no le estoy dando nada a cambio de esto y ha trabajado mucho, así que lo menos que puedo hacer es no enfadarme. No, no estoy enfadado, no sé qué me pasa. Pero mañana ya lo habré olvidado, estoy seguro.
Entro en la torre diciendo la contraseña y me froto las manos con energía, que llamean con fuerza por el roce. El ambiente del interior me resulta más agradable, y siento como mis músculos se relajan. Allí afuera me puse demasiado tenso, tal vez por el miedo que pasé en el barrio derruído. Pero así son las cosas, no debo olvidar que sigo siendo un niño y sigo siendo débil. Me adentro en el edificio y al pasar por delante de una sala común veo a Nia con un libro.
-Oh... hola... -saludo al pasar.