Torre Serpentaria

Twixy’s puso los ojos en blanco.

-Claro, porque soy Twixy’s, la que siempre se cuela en las reuniones sociales sin ser invitada -bufó. Miró a Samika y Eara y luego a Irianna. Podía ver que estaba molesta y eso avivó más su propio enfado. -Ya lo ha dicho Irianna, no estaba invitada, igual que no estuve invitada en la playa la noche de la Luna Roja. Sé cuando no me quieren en un sitio pero me duele -tomó aire y miró al suelo -me duele ser la única que se queda fuera…

¿Es que había hecho algo mal? ¿No le gustaba a Irianna? A ella le gustaba Irianna, le gustaban sus amigas, ¿por qué la dejaban de lado? Era la única chica del grupo a la que habían dejado fuera, tenía que haber alguna razón.

Todos esos sentimientos: la inseguridad, las dudas... eran nuevos para ella. No le gustaba sentirse así, quería aferrarse a la lógica de lo que decía Samika, sobre que ambas conocían a gente que no conocía la otra, era razonable, pero igual no parecía suficiente para disipar la presión del pecho.

Hizo un ruidito patético y golpeó el suelo con el pie con frustración.

-¡Esto no es justo! ¡Yo pensaba que os gustaba!

Se echó a llorar como una niña. Estaba siendo ridícula y lo sabía, quería parar, y también quería gritarles a sus amigas por hacerla sentir mal.

Eara esperó con nerviosismo a ver qué reacción causaban en Twix las intervenciones de las demás. No le habían dicho nada que debiera ofenderla, e Irianna había tenido sus razones, al parecer, para mantener la merienda lo menos numerosa posible. Pero Eara conocía a Twix y, aunque no se esperaba exactamente aquella reacción, sabía que se la podía molestar con facilidad. También que podía acumular rencor por cosas que no mencionaba, como demostró al recordar el día de la Luna. Y Eara ni siquiera sabía a qué se refería.

Pero al verla llorar, actuando como si fuese una pataleta, la aurva se dio cuenta de que aunque fuese algo irracional lo que necesitaba no era que intentasen razonar con ella sino hacerla sentirse aceptada. Tal vez había estado acumulando estrés con lo de la tienda y ellas ni siquiera se habían dado cuenta.
—¿Por qué crees que no es así? ¿Por qué íbamos a seguir hablando contigo si no te quisiésemos?

Mientras decía aquello había empezado a acortar distancia entre ambas, dispuesta a darle un abrazo y consolarla si no se apartaba de ella. No era capaz de dejarla así, quería que se tranquilizase para poder aclarar cualquier malentendido.

Frunció el ceño al notar que dama Isis estaba tergiversando las palabras de Samika de un modo nada sutil. Casi parecía que quisiera buscar a toda costa motivos para enfadarse con ellas, cosa que no podía comprender en lo más mínimo. Al contrario que Eara, a Irianna sí le parecía el momento de intentar razonar con ella, porque no se podía creer lo que estaba oyendo. ¿Cómo podía actuar de una forma tan inmadura siendo ya adulta? No conocía demasiado de la sociedad frivy, pero aunque sabía que eran muy dados a lo superficial y frívolo aquello le estaba resultando demasiado. No obstante la sinhadre se le adelantó y hubiese sido de mal gusto descalificar su forma de acercarse al problema, dándose cuenta de qué pretendía. Eara conocía mucho mejor a la veela que ella, a fin de cuentas, y era cierto que una persona con una rabieta como aquella no solía mostrarse muy razonable. Por ello decidió mantenerse al margen por el momento, tratando de ocultar lo irritada que se sentía y mantener una pose y expresión neutrales. No quería echar más leña al fuego.
<<Reflejo, ¿pero se está oyendo?>> . Se exasperaba en su mente a cada cosa que dama Isis decía. Había incluso dejado de tener sentido para ella, pues no tenía ni idea de a qué se refería con no estar invitada en la playa la noche de Luna.

Realmente se sentía un poco confundida por la reacción de Twixy's , aun mas por sus palabras en las cuales le daba la vuelta a las cosas que le había dicho momentos antes. Frunció un poco el ceño no queriendo molestarse por las palabras de Twixy's, pero tampoco estaba dispuesta a que le bufara con ese tonito sin razón.

-Yo no he dicho eso que te la pases colándote en reuniones, no cambies lo que dije, porque tampoco es justo. -añadió Samika con suavidad, queriendo ser comprensiva con ella porque tampoco le agradaba como parecía afectarle tanto y no le gustaba hacerle eso a una amiga, pero tampoco iba a dejarse de saco de boxeo para que le devolviera palabras que no había dicho.

Pero lo que mas le extraño fue la mención de que no fue invitada  en la noche de la Luna. Parpadeo extrañada y casi sintió la misma confusión latente en Eara e Irianna aun sin verlas. <<¿Que no fue invitada a que? Pero si ese día estábamos todo en la playa drogadisimos por el efecto de la Luna...>> definitivamente algo se le escapaba del todo o simplemente Twixy's había malinterpretado alguna cosa y lo había maximizado. Fuese como fuese no tenia ni idea, solo que definitivamente ella situación parecia estar superando a la frivy mas de lo que había esperado. Por ello cuando el primer sollozo se escucho y luego escucho el llanto de Twix, Samika casi no podía creérselo.

Se sintió realmente mal al escucharla llorar, incomoda de alguna forma, pues al fin de cuentas la frivy era la mayor de ellas, así que  escucharla llorar de ese modo le hacia pensar que realmente le había hecho  realmente feo para provocar esa reacción en ella. Se revolvió incomoda en el sitio, peor se intento recupero rápido. De alguna forma Twix parecia hacia haberse quebrado con aquella situación, Tal vez simplemente aquello había sido la gota que colmaba el vaso de su estrés y no había sabido como mas exteriorizarlo.

-Eara tiene razón Twix, esto no cambia nada, eres nuestras amiga.¿Crees que vamos a olvidar tan fácilmente todo el tiempo que hemos pasado juntas? - dijo no esperando que le respondiera y al contrario de Eara que intentaba ser mas suave, ella valientemente aun si rechazaba su contacto se acerco ala Frivy para rodeara con sus brazos, agarrándola por la nuca apara a traerla hacia su pecho a pesar de la diferencia de estatuaras y abrazarla con fuerza, acariciando sus cabellos, aprovechando un poco de su fuerza extra para hacerlo, pero sin dañarla- Si te hicimos sentir mal, lo siento...si necesitas llorar hazlo ¿vale? Pero no sigas pensando que vamos a dejarte de lado o que no somos amigas porque no es cierto- dijo Samika con seriedad ante eso, esperando que rechazase su contacto volvió a hablar- De ahora en adelante concertaras a mucha mas gente, nosotras también conoceremos a mas gente, pero hacer nuevos conocidos o amistades no significa que olvides a los que ya tienes o los dejes de lado, las cosas no funcionaba a así.- añadió y luego mirándola añadió, teniéndola de cerca podía ver sus facciones-Por ejemplo...te hiciste amiga de Saria ¿no? Y no por eso nosotras dejamos de serlo...es lo mismo. - añadió suavemente sonriendole, queriendo que se tranquilizara y darle seguridad también ya luego hablarían con calma del porque de todo aquella situación.

-¿Para reiros de mi? ¿Porque quereis algo de mi? Hay mil razones para hablar con alguien que no te gusta -le respondió a Eara.

Hacía bastante tiempo que no se sentía tan alienígena con sus amigas pero las diferencias culturales no se habían ido a ningún sitio. ¿Era posible que ninguna de ellas hubiese sentido la necesidad de acercarse a alguien por conveniencia? ¿Era posible que ese tipo de relaciones no existieran en sus mundos?

Samika fue a darle un abrazo, tanto si quería como si no, y Twix se resistió soltando un ‘’déjame en paz, no quiero nada contigo’’ muy poco convincente y por supuesto acabó cediendo.

-Sé que conocéis a gente de fuera, como tus compis de entrenamiento, o la gente con la que trabajan Eara y Ayne o los mercenarios esos de la Brecha que conocen a Irianna, pero… -pidió tregua para secarse las lágrimas con la manga de la sudadera -Es que estábais todas aquí, todas las chicas, y faltaba yo, y de pronto entré en pánico porque temía que fuérais a sustituirme. Y no sé, ¿supongo que estoy celosa?

Los celos se veían muy dramáticos y glamurosos en las telenovelas, pero se sentían como una mierda. A Twixy’s no le gustaba ni un poco verse tan perdida en situaciones sociales, normalmente debería saber qué hacer. Miró de reojo a Irianna intentando leer a través de su cara de poker y de pronto ahí estaba de nuevo, la espina de inseguridad, el miedo a unas palabras que la idrina ni siquiera había dicho y que era posible que no dijera nunca. La veela se plantó y pateó la inseguridad a un lado. Por el amor de la Luna, era una totaldiseñadora, ¿cómo estaba permitiendose sentirse tan pequeña?

-Cuando estábamos en la playa yo quería ver la ballena de cerca, pero solo conocía a uno de los mercenarios y por cuestiones de negocios y me daba cosa molestar. Aun así tenía muchas ganas de verla y de tocarla así que cuando Irianna se llevó a Eara para presentarle a los mercenarios me sentó super mal. Y no entiendo muy bien por qué me sentó tan mal ni por qué no dije nada en el momento. No estoy… acostumbrada a sentirme menos que nadie…

No era como si nunca se hubiese sentido insegura pero era algo que creía haber enterrado bien profundo hacía mucho tiempo.

Eara al final se había detenido, especialmente al ver que Twix trataba de zafarse de Samika, pero cuando esta por fin consiguió retenerla pasó los brazos por por hombros de ambas antes de volver a dejarle espacio a la veela. No entendía el razonamiento que había dado en respuesta a su pregunta: claro que se le podía hablar a la gente por motivos así, pero no de la manera que lo hacían ellas. Le preocupaba que no fuese capaz de distinguir las intenciones de sus propias amigas, pero se calló y la dejó seguir hablando.

Le alivió que comenzase a abrirse y exponer la verdadera raíz del problema. Así sí podía entender mejor lo que estaba pasando. No le parecía una tontería, cada persona veía las cosas de una manera, y eso no le impedía empatizar con su amiga. Si echaba la mirada atrás podía encontrar situaciones en las que se había sentido del mismo modo, aunque no hubiese reaccionado como lo había hecho Twix.

—Y no eres menos que nadie. La próxima vez que pase algo así, dilo. No pasa nada por hablar, por decir las cosas de forma clara. Si quieres que te presenten a alguien, dilo, si quieres hacer algo, dilo. —Sonrió tímidamente, esperando que empezase a sentirse mejor—. Dejar que los problemas se hagan más grandes de lo que son por no hablar es mala idea. Hemos vivido mucho tiempo juntas ya, ¿por qué no íbamos a poder ser sinceras entre nosotras?
Aun así le costaba entender que Twix se sintiese menos que las demás por aquel par de incidentes. La veela tenía muchas más cosas a su favor de las que la aurva tendría jamás, y eso sí le parecía motivo de envidia a Eara.

Samika dijo varias de las cosas que ella misma hubiera dicho, sintiéndose satisfecha con la intervención de la evaki. Probablemente dama Isis recibiría mejor aquellas palabras por parte de la humana, que era mucho más cercana a ella que la propia nebulomante, y había sido mucho más directa que Eara. La respuesta inicial de la veela, no obstante, volvió a hacerle fruncir figuradamente el ceño con escepticismo. ¿De verdad iba a seguir acusándolas sin fundamento alguno?

Por suerte la frivy comenzó a sonar menos irracional, para el alivio de la lacustre. Aun así le estaba costando digerir la mayoría de sus argumentos. ¿Cómo se suponía que iba a saber que a ella también le hubiera gustado acercarse a la ballena si no había dicho nada? La propia Irianna ni siquiera consideraba que tuviera una relación tan cercana con ella como para tomarse tantas confianzas, motivo por el que nunca se le hubiese ocurrido hacer lo mismo con dama Isis, ni tampoco con Samika ya puestos, que con Eara.

En otras circunstancias Irianna habría decidido en aquel momento que una persona que sentía celos de ella sin motivo no valía mucho la pena, pero se esforzó por recordar que estaba tratando con alguien de otro planeta, con una cultura muy distinta a la suya y a la que sus amigas tenían aprecio. Al menos, se dijo, había reconocido que el problema estaba en ella misma. Suspiró internamente y se decidió a hablar por fin.
—Eara tiene razón: no podemos saber lo que quieres si no lo dices. Aquí nadie es menos ni más que el resto, ni creo que la amistad sea alguna clase de competición. La confianza mutua forma parte de ella, por lo que para que te podamos ayudar tienes que confiar en nosotras, ¿no crees?

La respuesta de Isis a Eara no carecía de cierta razón, eso no podía negárselo, ella también había llegado a hablar alguna vez con gente que no le gustaba porque de alguna forma necesitaba de esa persona y no le quedaba mas remedio, pero en esa situación y siendo Dama Isis esa persona no se aplicaba. Al fin de cuenta, la frivy si le gustaba.

-Puede ser que eso de que hablas con gente que no te gusta por un motivo u otro sea cierto, pero no se te aplica. Porque tu si nos gustas. - dijo Samika sin tapujo alguno tranquila y algo seria, no permitiendo que la frivy se soltase de su agarre pese a sus reproches hasta que no la sintió un poquito mas calmada, dándole espacio para hablar y respirar.

Podía entender en parte su reacción, pero sin tener una parte de información, para la evaki se le había hecho confuso hasta que Dama Isis comenzó a hablar. La mención de creer que estaba siendo sustituida, de lo celos en si, le calaron bastante. Eso si que era un sentimiento que conocía, tal vez demasiado bien, pues lo había vivido en carne propia innumerables veces camuflados en palabras bonitas o gestos de supuesta consideración, para no hacerla sentir mal “porque era ciega y no podía hacer según que cosas o se haría daño”. No era lo mismos motivos de su amiga, claro estaba, pero la sensación si le era conocida por lo que empezó a entender un poco mejor el porque de sentirse de aquella forma y de su reacción. Tal vez un poco exagerada, pero ¿quien era ella par juzgar cuanto sufría una persona por algo o como lo demostraba? Cada cual tenia su propia forma de exteriorizarlo, simplemente la de Dama Isis le había dejado descolocada por completo.

-Bueno, si son celos puedo entenderlos...no es algo malo, es comprensible, todo el mundo hemos sentido eso alguna vez en alguna situación, al igual que la envidia, negarlo seria estúpido ademas de que sería mentira. Otra cosa es admitirlo en voz alta, que no siempre es fácil. Yo he sentido celos y envidia muchas veces y no siempre he podido admitirlo- admitió Samika que en cierta forma el hecho de que la frivy se diera cuenta  y lo admitiera, que no siempre era fácil, le parecía realmente muy maduro de su parte- Mas te aseguro, que aunque puedo entenderlos, no vamos a sustituirte. La amistades no se sustituyen tan rápido ni tan facilmente por otras como...mmm, como cuando cuando te cambias de ropa interior- dijo encogiéndose levemente de hombros con una leve risa nerviosa  y avergonzada no encontrando otra comparación en esos momentos que pudiera hacerle entender su punto.

La miró atenta, esperando, pues parecía que Dama Isis seguía teniendo mucho mas en la cabeza que decir, por lo que la escucho en silencio esta vez, sintiendo el abrazo de Eara junto al de ella reconfortante y cálido, antes de que la frivy volviese a hablar sobre ese momento de la Luna que tan extraño se le había hecho a la tres al no comprender de que hablaba. Ahora empezaba a tener por fin algo de sentido.<<Así que fue en ese momento...no me di cuenta>> Samika recordaba ese momento cuando Irianna se llevo a Eara que no era capaz de volar por su cuenta para acercarse a la ballena. No se le paso que a Dama Isis ese instante fuese a dolerle tanto. Se mordió el labio inferior pensando que decir, mas Eara se le adelanto con palabras mas que clara y ciertas, diciendo justamente lo que andaba pensando en esos momento, exactamente como Irianna que añadió ademas algo que le aprecio de suma importancia.

Samika creía especialmente en la comunicación verbal por encima de todo, ya fuese para lo bueno como para lo malo, porque al menos para ella era la única forma que tenía real y clara de saber que sentían o pensaban los demás, de otro forma sería imposible. ¿Que a veces deseabas contenerte por no saber si herirías a otros? ¿Que no siempre era fácil decir las cosas? Pues si, no lo era, pero guardarlo tampoco ayudaba a nadie pues eso iba a terminar saliendo en algún momento de una forma u otra y posiblemente de forma explosiva como acababa de ocurrir. Dejar acumulada la mierda, por pequeña que fuera, mucho tiempo nunca era algo sano y aunque limpiarla no siempre era algo fácil, se debía intentar al menos.

-Voy a repetir lo mismo que dijeron Eara e Irianna, tal vez es innecesario, pero no quiero que te quede ninguna duda- dijo Samika sonriendo y ladeando la cabeza para ver su forma algo borrosa pues se había alejado un poco para darle su espacio de nuevo- Decir las cosas de frente cuando te sientes mal no es fácil, ni por asomo, pero siempre hay que intentarlo porque es la única manera de que los demás sepan como te sientes, como piensas y buscar una solución. Obvio saberlo de forma racional no hace que sea sencillo hacerlo, mas cuando a veces uno no sabe ni como narices se siente. Es un fastidio eso, desde luego, muy fastidioso. No ando para nada  reprochándotelo, hablo de la experiencia propia - dijo Samika viendo en dirección a donde estaba Eara e Irianna, segura que posiblemente ambas también habían tenido esa sensación alguna vez- Tal vez haya magia que te permita leer la mente de otros, si, pero ni todos pueden usarla, ni lo veo como una buena forma de comunicarse real, menos cuando realmente lo que buscas expresar no son solo palabras sino algo mas. - añadió Samika no queriendo añadir de nuevo sobre que la amistad no era una competición o que Dama Isis no era de menos para ninguna, porque era algo que tanto Irianna como Eara había dejado muy claro, pero había también algo que ella quería dejar claro de una forma mas personal

- Y sobre esto, ahora que somos sinceras...hablare mas desde mi propio punto de vista ¿vale?...Yo necesito que me habléis, que me expreséis lo que queréis o como os sentís con palabras, ya no solo tu...sino todo el mundo, porque yo no puedo juzgar eso solo con 'veros'. No puedo saber cuando rodáis los ojos, os mordéis el labio inferior y esos gestos que salen tan naturales y contienen tanta información sobre como se siente alguien, y que para mi normalmente se escapan, sino lo expresáis con palabras u otro tipo de acciones mas evidentes - añadió Samika sonriendo tranquilamente, cruzándose ligeramente de brazos con ligereza sin rastro alguno de molestia, de forma mas tranquila volviendo su mirada de nuevo hacia la frivy

- Y bueno a cambio yo os daré tooodas las palabras que queráis hasta que os aburráis, sobre como yo mismo me siento o lo que pienso...no haré esto con todo el mundo claro, ¿pero con mis amigas? Pues claro, de eso se trata la confianza Twix...es así como se va construyendo poco a poco, eso es lo que forma una relación sana, del tipo que sea, simplemente contándose las cosas. Al principio puede costar sino estas acostumbrado, pero poco a poco, todo se puede intentar- añadió acercándose de nuevo a la frivy para, sin que esta se lo esperase, besase amistosamente su mejilla- Especialmente es bueno hablarlo, cuando esas son cosas que te hacen daño- añadió alejándose de nuevo de la frivy sin dejar de sonreirle con real aprecio, siendo totalmente honesta.

El berrinche inicial se había pasado casi por completo. Estaba acostumbrada a su propia volublilidad pero incluso ella estaba sorprendida de lo rápido que se había calmado.

Lo que las chicas le decían tenía perfecto sentido, aunque había algunos conceptos que no es que no conociera, sino que le resultaba raro hablar de ellos de forma explícita; sinceridad, confianza mutua… Era como si cambiasen por completo su significado cuando las usaba en Rocavarancolia. Luego lo de ‘’relación sana’’ se le escapaba por completo ¿Qué se suponía que significaba eso? Aun así no preguntó, dejó que hablaran y escuchó atentamente lo que tenían que decir.

-Intentaré hablar cuando siente estas cosas -aceptó. Se cruzó de brazos, un poco incómoda, aun así se permitió sonreir -Siento haber montado este numerito.

Se había librado del ataque de celos pero sabía que no se le iban a ir con algunas palabras bonitas y eso le daba miedo. Abrazó a Samika y a Eara, apoyando la frente en los hombros de ambas. Luego, con algo de duda, le ofreció también un abrazo a Irianna. Temía haber molestado a la bruja.

-¿Aceptaríais… tomar unos smoothies conmigo y contarme cómo ha ido la merienda? Creo que si subo al cuarto ahora empezaré a comerme la cabeza de nuevo…

¿Sería suficiente? No lo sabía, no sabía qué cara debía ponerles después de eso o si debía buscar una piedra para meterse debajo.

Eara todavía se sentía algo nerviosa mientras hablaban las demás, pero la cara de Twix parecía querer decir que sus palabras estaban calando poco a poco. Además, Samika habló durante bastante tiempo, y para cuando había terminado la aurva tenía ganas de abrazarla a ella también. En lugar de eso le apretó la mano, esperando que entendiese que iba a hacer lo que les pedía. Le gustaría hablar más con sus amigas, y de muchas cosas, pero sobre todo tener una relación sincera con ellas.

Cuando Twix se calmó y las abrazó por propia iniciativa, Eara se sintió aliviada por fin. Le sonrió a la veela cuando sugirió conversar un rato.
—Sí, yo me apunto —dijo, más animada. Todavía no sabía que era lo que les había ofrecido tomar Twix ni dónde se conseguían o cómo se hacían, pero eso solo lograba que tuviese más curiosidad—. Además seguro que te viene bien un descanso, llevas trabajando todo el día, ¿verdad? Y hace un tiempo que no sé novedades de tu proyecto, me gustaría oir qué avances has hecho.
Quería saber más y quería animarla. Le parecía maravilloso que estuviese trabajando sin rendirse por cumplir un sueño, y estaba segura de que le podía ir bien en cualquier cosa que se propusiese.

Daba gracias por contar con Eara y Samika, ya que ella dudaba que se hubiese extendido tanto o que hubiera tenido tanta benevolencia con dama Isis después de aquel espectáculo ridículo que les había ofrecido en un principio. Ello la hizo reflexionar al respecto, tomando nota mental de que tal vez debería aprender más sobre las culturas de los mundos vinculados para poder tratar mejor con la gente de la ciudad. No quería tener la sensación de ser una intolerante por desconocimiento, y tal vez el comportamiento de la veela hubiera sido inaceptable en un idrino, pero dama Isis no era idrina y no podía juzgarla como tal. Se contentaba por el momento con que hubiese reconocido que su actitud no era correcta, además, y estaba más que dispuesta a darle otra oportunidad porque veía que, aunque confusa, al final había sido sincera con ellas. Por ello aceptó el abrazo componiendo una leve sonrisa.

—Es una buena idea, Kimbra también nos ha contado sobre sus avances laborales hoy —añadió tras Eara—. ¿Qué es un smoothie, por cierto? —preguntó con curiosidad—. Nosotras tenemos que hacer más cupcakes otro día, estaban deliciosos.
Sin duda pensaba proponer realizar otra reunión para merendar pronto, aunque dudaba acerca de si preguntarle a dama Isis si quería conocer a dama Diurna. Sería mejor que le preguntase a la humana primero al respecto, pero si aceptaba volvería a invitarla.

Samika dejo que sus palabras calaran y espero cualquier tipo de respuesta. El sentir la mano de Eara tomando la suya por un momento le hizo sonreír, siendo un mensaje claro y silenciosos para la evaki. A veces incluso esos pequeños gestos bastante, especialmente tras todo lo lo que ya había dicho.

La reacción de Twixy's fue mas intensa y Samiika no dudo en abrazarla tanto a ella como a Eara con una leve risa, animada por que la frivy parecía aun poco mas tranquila ahora y de algún pareciera haber entendido, por lo que dio finalizado aquello no queriendo volver a enredar las cosas.

-Suena bien, aunque tampoco se que es realmente eso- aseguro Samika de forma relajada y animada- Pero venga vamos, no le digo no a probar cosas nuevas y a que nos cuentes un poco como va todo con la tienda, estaría bien también...en realidad es curioso imaginarse esta ciudad siendo poco a poco mas civilizada, como una ciudad común y corrientes de nuestros mundos, con sus tiendas de ropa, restaurante, de comida normal a poder ser, y esas cosas. Incluso el proyecto de Kimbra, hay un oficio similar en mi mundo -añadió Samika medio imaginárselo sonriendo, no dudando en atraer a Twixy's de vuelta la cocina, donde seguramente aun se debía encontrar Kimbra para que pudieran charlar y así intentar echar a un lado ese mal rato. Ya había dicho todo lo que quería decir y ni veía sentido a seguir revolviendolo, sino simplemente continuar la tarde con ellas.

Twix se alegró de que Irianna aceptase su abrazo, y de que Samika y Eara parecieran perdonarla tan fácilmente. Así podía dedicarse a algo más productivo que sentir vergüenza y compadecerse: mostrarles a las chicas el arte de los smoothies.

Fueron a la cocina, donde se había quedado Kimbra. La saludó con una sonrisa como si no hubiese pasado nada y les fue explicando qué era un smoothie (básicamente un batido de frutas sobrevalorado pero no iba a decirles eso) y les preguntó sobre sus frutas favoritas. Eligió teniendo en cuenta que iba a usar umbra en lugar de leche para que el color fina fuese bonito, así quedó un batido espeso y suave de un brillante naranja que adornó con hojas de menta.

Primero atendió a la crónica de la merienda y lo que cada una quisiera contarle de sus progresos como forma de compensarles por la interrupción, luego las puso al día con la tienda y lo que llevaba de la colección para su debut. Era una buena oportunidad para preguntarles qué echaban de menos en materia de moda en la ciudad y lo que les gustaría ver, así podría tenerlo en cuenta para sus futuras colecciones. También aprovechó para quejarse del volumen de trabajo, la falta de profesionales para cosas tan básicas como instalar la fontanería y otras tantas cosas que la tenían harta. Al final, aun con el malentendido, fue una tarde agradable, y le dio a Twix algo con lo que trabajar sobre sí misma.

Eara y Ayne habían vuelto en silencio del Macetero. No importaba cuantas veces Eara se armase de valor para hablar de algo, al final no era capaz de abrir la boca. A su edeel no parecía importarle que no hubiese ningún tipo de conversación, y su expresión neutra la ponía nerviosa porque no sabía en qué estaba pensando. ¿Qué clase de reacción esperaba de ella? ¿Decía en serio que podían fingir que nada había pasado? La mejor forma de comprobarlo era hablarle de cualquier cosa, pero a Eara se le atragantaban las palabras.

Ya en Serpentaria, Ayne subió a la biblioteca y Eara se quedó sola con sus pensamientos. Pasó la tarde limpiando la habitación y cocinando algo para que sus amigos tuviesen la cena hecha al volver al refugio. Aunque había bajado a comer algo, Ayne seguía en la biblioteca cuando ya estaba bien entrada la noche. Eara ni siquiera podía seguirlo allí por sí misma, así que decidió prepararse syv artificial e irse a dormir. No llegó a hacerlo, porque mientras escogía las hierbas sintió cómo su cuerpo perdía fuerza y se desplomaba. Mientras su consciencia se iba, la imagen de una torre siniestra permanecía grabada en sus retinas.


Lo mismo le había sucedido a Ayne, que estudiaba magia en la biblioteca con una bandeja llena de migas y un vaso medio vacío a su lado. Se desplomó sobre sus notas y, cuando despertó, no supo ni precisar cuánto tiempo había pasado. Sentía su cuerpo pesado y difícil de mover, pero se levantó. Posiblemente era demasiado tarde para encontrar a otros despiertos, si se había dormido sobre la mesa después de cenar, pero lo que le había sucedido con la torre le parecía demasiado extraño. Tenía la sesación de que algo iba mal y, aunque fuese lo más difícil para él en aquel momento, tenía que buscar a Eara y comprobar que todo estaba en orden.

La aurva no se encontraba en su habitación, pero no tardó en escuchar su voz en la primera planta. Mientras bajaba las escaleras la escuchó sollozar, y también distinguió la voz de Irianna. Se detuvo, inconscientemente, pero ellas ya se iban. Pasaron por delante de las escaleras sin verlo y salieron por la puerta del refugio. Cuando se dio cuenta, llevaba un rato allí de pie, apretando con fuerza el pasamanos. Se dio la vuelta y empezó a subir peldaños con lentitud.

«Pero algo va mal» tuvo que recordarse. No sabía por qué, pero estaba completamente seguro de ello, y aquella certeza le dio fuerzas para decidirse a ir tras ellas.


Cuando Eara despertó, su corazón estaba acelerado. Se separó enseguida del frío del suelo y miró a su alrededor, esperando que algo terrible le hubiese pasado, pero seguía en la cocina de Serpentaria. Echó a andar hacia su habitación. Estaba vacía. Llamó a Ayne. Luego llamó a Irianna, a Twix, a Lanor, a Kirés. Se acercó a las puertas de sus habitaciones, pero nadie contestaba ni al otro lado ni en ningún lugar.

«Me han abandonado» fue el pensamiento intrusivo que la invadió. Negó con la cabeza, como si así pudiese espantarlo. Era absurdo pensarlo, pero estaba asustada. Había un silencio anómalo en Serpentaria, y cuando empezó a reparar en los detalles se dio cuenta de que faltaban cosas por todo el refugio. Su preocupación fue en aumento de tal manera que decidió abrir las puertas de los cuartos de sus amigos, donde antes no había obtenido respuesta, solo para encontrarlos completamente vacíos de sus pertenencias.
—¿Cómo es posible…? —empezó a murmurar cuando hubo revisado el último. Estaba tan confundida que solo era capaz de sentirse afectada por aquel abandono repentino. La percepción del tiempo se había difuminado para ella, y se veía en un futuro que había llegado mientras ella seguía con su día a día insulso. Nadie necesitaba a una aurva sin transformar en sus nuevas vidas. Mil preguntas se agolpaban en su cabeza: ¿qué iba a hacer? ¿debería haber vuelto a Sinhdro cuando tuvo la oportunidad? ¿incluso Ayne a había abandonado? ¿lo había hecho por cómo se había comportado con él? ¿cuándo había empezado todo aquello?


Lo que Ayne se encontró al atravesar la puerta de Serpentaria era muy diferente de lo que habría esperado. Samika, Twix e Irianna lo miraban de forma inquisitiva, de pie al otro lado del umbral. Su aurva no estaba por ningún lado.
—¿Por qué no te disculpaste? —soltó Irianna a bocajarro. El anima apenas reaccionó debido a la sorpresa—. Mira lo que has conseguido.
—¿Qué? —farfulló, confuso—. ¿Qué es lo que he conseguido?
—¿De verdad no te enteras de nada, no? —dijo Twix con desdén.
Ayne frunció el ceño, comenzando a enfadarse por aquella emboscada, hasta que escuchó lo que tenían que decirle.
—Por tu culpa Eara se ha marchado. —Era Samika—. Se ha vuelto a Sinhdro. Lanor y Kirés la están acompañando al portal ahora mismo.
—¿Qué? —bramó. Comenzaba a notar palpitaciones en las sienes—. ¿Por qué nadie me ha dicho nada…? ¿Cómo…?
Trató de pasar entre las chicas, pero ellas se plantaron con firmeza en su camino.
—Es demasiado tarde, Ayne —dijo Irianna—. Ya han debido de borrarle la memoria. Para ella su edeel está muerto, y tú ya no te pareces a la persona que ella conocía antes de venir a Rocavarancolia.
—¿Pero qué estás diciendo? ¿En qué momento…? —Su mundo se vino abajo en un instante. Se hizo dolorosamente evidente lo hipócrita que había sido al ofrecerle a su aurva volver a Sinhdro. ¿Qué habría hecho si le hubiese dicho que quería volver? ¿Qué iba a hacer ahora? Ni siquiera se había despedido de él. ¿Había sido porque lo creía mejor así o porque le despreciaba?
—Haberlo pensando antes —escuchó decir a Twix. Todas le hablaban con desprecio, culpándolo de la decisión de Eara.
—Quizá aún no es tarde —dijo con un hilo de voz. Sacó fuerzas de donde pudo y se abrió paso entre las chicas de un empujón. Echó a correr por las calles en dirección a la explanada de los portales. Ninguna lo siguió, y eso se debía a que ya no era necesario retenerlo más tiempo. El anima se sentía enfermo hasta las entrañas. De dolor, culpa y odio hacia a sí mismo.

La despertó aquella abrumadora sensación de que algo ominoso se acercaba. No le dio tiempo, no obstante, ni a echar un vistazo a lo que podía discernir entre la niebla que cubría su cuarto, porque su visión fue totalmente eclipsada por la aparición de aquella imagen de una torre cuya mera existencia transmitía malevolencia. Y tan repentinamente como había despertado volvió a caer inconsciente sobre la almohada.

No supo cuánto pasó hasta que abrió los ojos de nuevo. Le habían parecido un instante, pero el cuarto, antes tenuemente bañado en la luz del amanecer que se colaba por la ventana, ahora se hallaba sumido en la más absoluta oscuridad. No veía nada, y aquello le hizo ponerse alerta de inmediato porque significaba que su niebla había desaparecido. Se levantó de la cama y se llevó una mano al pecho al notar el ambiente opresivo y pesado que había sustituido a la bruma de su cuarto. Estaba aterrorizada y ni siquiera sabía muy bien por qué. ¿Qué estaba ocurriendo? No tenía una respuesta, pero de algún modo sabía que se trataba de algo muy malo.

Buscó a tientas sus zapatillas y trató de extender su niebla, sin éxito. No quedaba ni rastro de su dominio ni en la habitación ni en el interior de su cuerpo. ¿Cómo podía ser? Con una mano temblorosa conjuró una luz mágica. Aparentemente, a excepción de la ausencia de la niebla y de la anormal atmósfera, todo estaba en su sitio en el cuarto. Abrió la puerta del mismo cautelosamente con la intención de dirigirse de inmediato a la habitación de Kimbra. El pasillo de Serpentaria también se encontraba a oscuras y la idrina dio unos pasos hacia la dirección del cuarto de la demonio rakshasa sin dejar de mirar en todas direcciones. No podía llevarle más que unos segundos llegar hasta el cuarto contiguo al suyo… Pero no fue así. Caminó y caminó durante varios minutos y solo veía pared. La nebulomante sentía su creciente inquietud apoderándose de ella.

Aquello no tenía ningún sentido, pensó, y se detuvo. Tragó saliva y se mantuvo varios segundos a la espera hasta que finalmente reunió el valor de hablar en voz alta.
—¿Hay alguien? ¿Kimbra? ¿Eara?
Su voz resonó en el vacío y no hubo respuesta. Comenzaba a preguntarse si debería intentar atravesar el suelo volviéndose intangible cuando el eco de pasos subiendo escaleras llegaron a sus oídos. Giró su cabeza en la dirección del sonido y se dirigió hacia la fuente de este. Se encontraba totalmente desorientada, pero parecía que las escaleras debían hallarse en aquella dirección. Con la esperanza de encontrarse con alguno de los habitantes de la torre apretó el paso, ansiosa por librarse de aquella fulminante soledad.

Cuando el rostro que se dibujó con cada vez más nitidez al verse iluminado por su hechizo apareció ante ella, no obstante, deseó no haberlo hecho.
—Vaya, vaya, parece que sin tu molesta niebla ya no eres tan valiente.
El shock la paralizó en una mueca de horror y tratando de apartarse de aquella pesadilla. Pues para la lacustre no había ninguna otra forma de definir la presencia de Veril.
—¿Cómo…?
—¿…estoy aquí? —completó la frase por ella—. Creía que a estas alturas ya te habrías dado cuenta de que no ibas a poder librarte de mí.
Irianna negó violentamente con la cabeza.
—Tú no puedes estar aquí. Es imposible.
El otro idrino compuso una sonrisa que no podía definir de otra forma que repulsiva.
—Y sin embargo aquí estoy, Iri. ¿No te parece una señal? El destino no quiere separarnos.
La lacustre apretó los dientes.
—Cállate. Tú no puedes estar aquí. Sigo dormida, ¿verdad? Tiene que ser eso.
Veril bufó y adoptó una actitud burlona.
—Sigue diciéndotelo a ti misma. ¿Acaso te parece esto un sueño?
Irianna no respondió. Todo lo que estaba ocurriendo no tenía ningún sentido y aquella atmósfera opresiva y ominosa dejaba claro que algo malo ocurría. Y sin embargo, el idrino decía la verdad: no creía estar soñando. Incluso si en la ciudad había experimentado las pesadillas más vívidas que nunca podría haber imaginado, aquello era distinto. Ni siquiera sabía explicar por qué, pero lo era.

—Veo que empiezas a aceptar la realidad, Iri.
La idrina no esperó. Empujó a Veril y trató de correr escaleras abajo. Daba igual lo que estuviese ocurriendo, si soñaba o alucinaba, pero no pensaba dedicarle ni una sola palabra más a aquel fantasma de sus recuerdos. Perdió el equilibrio al soltársele una zapatilla en mitad de los escalones que bajaba apresuradamente. Se precipitó hacia abajo y su hechizo lumínico se desvaneció. No veía hacía donde iba a caer, pero antes de que pudiese tocar el suelo unos brazos la sujetaron.
—No puedes huir de mí. Y lo sabes.
Veril la había atrapado al vuelo y ahora la estrechaba entre sus repugnantes brazos. Irianna lo miró con odio y comenzó a forcejear.
—Suéltame, escoria. Ahora —escupió las palabras con odio mientras luchaba por deshacerse de él.
El idrino solo rio. Una risa fría y despiadada que le heló la sangre. De pronto hacía mucho frío.
—¿No eras más fuerte que yo, Iri? A lo mejor es que en realidad siempre quisiste dejarte atrapar por mí.
Sus palabras se clavaron en su piel fría como agujas de hielo. Irianna sintió un escalofrío de horror y rechazo, pero se negó a rendirse. Comenzó a forcejar con más ímpetu, buscando propinarle patadas o cabezazos al idrino.
—¡No! ¡No entiendo lo que está pasando, pero no pienso permitir que vuelvas a controlar mis actos! ¡Sal de mi cabeza!
Irianna gritaba cada vez más alto y emitía resoplidos y gruñidos sin dejar de tratar de deshacerse de él. Veril reía y reía cada vez más, disfrutando de la incapacidad de la nebulomante para deshacerse de él.

Y entonces el idrino la tiró al suelo con un placaje, sin dejar de sujetarla ni de sonreír con aquella mueca repulsiva. Su captor le liberó los brazos, pero Irianna comprobó con horror que era incapaz de levantarse del suelo. De pronto todo su cuerpo resultaba extremadamente pesado.
—Ya te he dicho que no podías huir de mí.
Veril se inclinó sobre ella, tocando el contorno de su camisón. La nebulomante se revolvió tratando de rodar por el suelo, sin éxito. Los hechizos sin componente gestual que sabía morían en sus labios al intentar pronunciarlos.
—Tendrías que haber aceptado. Yo te ofrecí la única forma de deshacerte de él y te negaste. Ingenua…
La voz de otro idrino resonó tras ella. Irianna alzó la mirada para ver por encima de su cabeza a su dueño: el extraño idrino que había aparecido en sus sueños en otras ocasiones. Su mente bloqueada encontró en aquella nueva aparición un resquicio de sentido al que aferrarse.
—¡Es una pesadilla! ¡Tiene que serlo! ¡Lárgate y llévate a esta aberración contigo!
—¿Aberración? Eso duele, Iri —rio Veril—. Pero, ¿a quién le estás hablando?
El otro idrino ya no estaba y la lacustre volvió a mirar a Veril con rabia.
—¡¡Desaparece de una vez por todas!!
El idrino la observó en silencio dedicándole una mirada que transmitía todo aquello que repudiaba de su presencia: burla, condescendencia, lujuria, egolatría…
—Lo lamento, Iri. Pero simplemente no va a ocurrir.

Irianna gritó y mientras lo hacía de pronto todo empezó a desvanecerse a su alrededor. Su grito continuaba, perdiéndose en un torbellino de imágenes difuminadas. Lo último que vio antes de despertarse fue la mirada azul de Veril.

Sigue en el Salón del trono.

La niña no pudo mas que parpadear ante el resuelto halago de Rox sobre su aspecto. Ese dia, el humano era curiosamente reconocible, mas aun de lo habitual si aquello era posible. Al niña no le había pasado desapercibido los animales que día tras día en ese tiempo, habían ido apareciendo tatuados sobre el brazo de este. Imagino que era parte misma de su entrenamiento con su trasformación, aunque también a sus ojos le aprecia una buena forma de reconocerle siempre que supiese quien erra originalmente el dueño de aquel brazo.

La transformación de Rox no dejaba de fascinarle e intrigarle de alguna manera. Era como tener un amigo con millones de cuerpos y caras en un solo espacio.

-Mm no creo que haya problemas en que te escojan ¿vas como dependiente o para ayudar con la construcción no? No sabes coser- dijo Pelusa sin vergüenza alguna en ser tan clara en admitir aquello- Con eso de que puedes cambiar tu aspecto y todo eso, puedes ser tan atractivo como  quieras o tan fuerte como quieras, en ese sentido tienes mas versatilidad que yo ¿no? - indico la niña con toda simplicidad mientras ya veía el torreón de Serpentaria, no difícil de identificar ante la cúpula que la coronaba y de la que ya le habían hablado. Una biblioteca se encontraba allí dentro y Pelusa tenia especial curiosidad por ella.

Una vez frente al portón, vieron el cartelito en la entrada que pertenecía a a Dama Isis y dió la contraseña que ya había pedido de antemano, una vez dentro Pelusa, recorrió con la mirada el lugar.

-Ya pregunto yo por la habitación de Dama Isis-dijo pelusa sin mucho problema pues ya había medio notado que su compañero no interinaba demasiado con otra gente en la Sede aparte de ellos, así que en principio prefirió ahorrarle la problemática de hablar con un nuevo desconocido mas a la lista de desconocidos que ya les rodeaba a de serie. Eso si no podría ayudarle cuando tuviese que hablar con Dama Isis, aunque bueno imaginaba que eso ya lo sabia y estaría mas que preparado para eso.

Por suerte la persona que encontró no era del todo desconocida, pues tampoco es que ella fuese muy fan de tener largas conversaciones con desconocidos sino le aportaban nada. Solo la había visto una vez que recordase, el primer día que llegaron, aun así Pelusa se adelantó a preguntarle a Naeleth sobre la habitación de Dama Isis y una vez le dijo le agradeció con calma, mirando a Rox por un momento antes de subir las escaleras. Ya frente a la puerta llamó esperando ver a quien se encontrara tras aquella puerta, no sin sentir algo de curiosidad.

-¿Dama Isis? Venimos por el anuncio que puso en la Sede buscando empleados-dijo Pelusa una vez llamo para dar aviso de su llegada.

Rox pudo notar el rubor subir a sus mejillas cuando Pam recitó aquello que podía hacer. Puede que su nueva sangre fuera blanca, pero la sensación de estar poniéndose rojo tiñó sus mejillas de dicho color. El chico nunca se había considerado feo, le gustaba su cara y su cuerpo -disforia a parte- a grandes rasgos incluso antes de ser cambiante, pero debía admitir que desde que tenía sus poderes se había esforzado por verse lo mejor posible. Antes le había dado la razón con un gesto al no ser útil cosiendo, pero no esperaba seguidamente aquella suerte de piropo. Sabía que la mona solo hablaba de forma generalizada, pero eso no quitaba la agradable chispa de orgullo y satisfacción de su pecho.
Trató de ocultar el rubor con una sonrisa, dudando unos instantes como responder, si darle las gracias o devolverle algún cumplido relacionado a sus dotes de costura.

—No me lo digas dos veces, que me subes el ego —dijo, acompañado de una risa tímida—. Y tampoco te quites importancia, que sin ropa de poco sirve el vendedor.

La torre de Serpentaria apareció muy poco después ante sus ojos. No había sentido nervios hasta el momento, pero con el edificio tan cerca se removieron en su interior. No tenía idea de qué tipo de entrevista, si es que la tenían, iba a ser, ni qué tipo de persona era Dama Isis, y aquel fue el momento en el que empezó a darle vueltas a todo con más fuerzas. Agradeció mentalmente que Pam se encargase de la parte sociable, no tanto por su (ya disminuyente) aversión a los veteranos, sino porque así tendría tiempo a controlar su creciente nerviosismo. Respecto a lo otro, todavía estaba trabajando en ello. Si quería un trabajo de cara al público que menos que saber fingir una sonrisa, además, la política de no intervención, sus consecuencias y la empatía por haber pasado todos por lo mismo había ido calando en él.

No tuvieron tiempo a investigar demasiado el lugar, aunque ganas no le faltaron. Su vida en los últimos meses se había resumido a Letargo, más recientemente la Sede y la biblioteca, así que cualquier sitio que no estuviera en ruinas ni condiciones deplorables era todo un mundo nuevo. Se emocionó con la posibilidad de explorar con la excusa de buscar el cuarto de Dama Isis, pronto mitigado por el objetivo al que habían venido. «Luego», se reprimió.

Reconoció a Naeleth, a la cual le dio las gracias con una sonrisa avergonzada. Le daba palo pensar en el recuerdo que pudiera tener la mentalista de él, cuando aún siendo amable y de mucha ayuda el rubio había estado tan a la defensiva. Eso y, bueno, el hecho de que no se acordaba su nombre.
Ya situados y a pie de las escaleras le devolvió la mirada a la mona, con renovada determinación, antes de subir. A cada escalón sus nervios eran reemplazados por el simple gusanillo de la curiosidad, incentivado por un constante "venga, va a salir bien" en su cabeza. Pelusa llamó a la puerta y Rox se imaginó todo tipo de cosas antes de que esta se abriera, todas relacionadas al aspecto que tendría quien aguardaba dentro y como sería para querer abrir una tienda de ropa en el infierno.