Torreón Sendar (Archivo II)

Lo que se encontraron allí adentro fue algo peor de lo imaginado, todo pareciá estar cerrado al exterior como protegiéndose de un ataque, el estado de Drael ali en la cocina le impacto, así como el olor a quemado que aprecia provenir del patio. Olor a carne quemada que le inquieto al no saber su procedencia.

La visión posterior de Nara, allí sobre la cama, gravemente herido y con esa herida que no aprecia sanar ni con magia no mejoro la impresión. Ellos habían sufrido, mucho, habían perdido a casi todos sus compañeros. La historia de Naeleth fue inquietante de oír ¿porque haría eso Arza? No ganaba nada enfrentándose a sus compañeros, estar solo en la ciudad era un suicidio.

-¿Porque haría eso?- susurro en un pensamiento en voz alta, incapaz de entender aquello. Habia herido a Nara y a Gart, del cual Dhelian se dio cuenta que no volvió a mencionarlo. El futuro del resto le hizo sentir como si el mundo diera vueltas, aquello era demasiado para procesar, demasiadas desgracias juntas. Krunchy's...Gres...probablemente Vickria...todos ellos ¿muertos? Estaban vivos, todos estaban vivos la ultima vez que fueron, hablaron con ellos y ahora...

-¿Donde está Gart?- logro apenas susurrar la pregunta, sin energías mirando ala chica  y a Nara, intentando recomponerse de la noticia. Debían ayudarles y una mirada a sus compañeros basto para saber que ellos pensaban igual: no podían dejarles así- Os ayudaremos en todo lo que podamos, aceptad nuestra ayuda. Nosotros podemos ir por cestas para todos ¿no?- dijo mirando a sus compañeros esperando que estuviera de acuerdo con aquello o si tenia un plan mejor. Volvió a mirar  a Naeleth y como cuidaba del herido, Nara estaba mal pero tal vez pudiesen hacer algo entre todos-  ¿Nara lleva mucho tiempo así o sabes que...le ataco? ¿Cuanto lleváis sin salir del torreón? Tal vez...en la biblioteca haya algo para tratar heridas envenenadas- pregunto intentando tomar cierta confianza, no era momento de lamentarse ellos habían sufrido también pero estaban mas enteros que los sendarios debían ser su apoyo en un lugar donde nadie mas les ayudaría.

Marsi sintió el impulso de abrazar a Naeleth, pero sentía que no era su lugar. La chica parecía estar haciendo todo lo posible por permanecer fuerte, y no pensaba desmoronar su barrera. La varmana se mordía la parte interior del carrillo, nerviosa y frustrada. No habían podido hacer nada, pero aún podían ayudar. Tal vez. Se puso en pie y se colocó tras Dhelian, como respaldando su oferta.

-Vosotros no sabeis como era Arza antes de que encontrásemos la magia.- continuó Naeleth- Gres la mantenía a raya, pero nos cogió por sorpresa...

La pregunta sobre Gart pareció cogerla desprevenida. Bajó la cabeza y agarró su colgante con fuerza.

-Gart... simplemente no volvió. Drael me dio esta garra cuando le pregunté por él. No habla, no hace nada, mira al vacío y se pasea por la habitación o se queda quieto mirando a un punto fijo... Me estaba poniendo de los nervios, me daba miedo... Le pedí que vigilase el fuego para tenerlo entretenido.

Se sentía una mala persona. Se echó a llorar, sobrepasada por la situación, y empezó a agradecerles su ayuda entre sollozos.

-Drael no corre peligro, el muñón está limpio. Y no sé qué atacó a Nara, yo estaba dentro del torreón, Gres lo trajo,... Luego se fue...

La chica se soltó y le dejé espacio mientras, por fin, nos explicaba la situación. <<Ojalá hubiera seguido remoloneando en la cama esta mañana...>> Tras escucharlo todo, pensé que lo peor no era saber que Krunchy's había muerto, aunque tampoco era seguro, sino que los desaparecidos seguían por ahí, Arza incluida, lo cual era aún más peligroso. A saber si nos atacaría... <<Seguramente sí... No se fiaba de nosotros ni cuando demostramos ser pacíficos...>> Quería poder decirle que encontraríamos a los desaparecidos, pero tras haber conocido varias trampas, sería mentir... Pero sí que podíamos hacer otra cosa que mis amigos pronto afirmaron: ayudar a los que estaban aquí. Así que en eso me centré.

—Os ayudaremos, claro. Y entendería que quisierais quedaros aquí, pero si queréis veniros a Letargo, hay sitio de sobra—<<Los desaparecidos podrían volver malheridos y encontrarse el torreón vacío y...>>

Dicho eso, dejé ahí esa cuestión y me giré para ver qué podía hacer con Nara o Drael. Sin embargo, y por ese plan de acción, me pilló desprevenida la pregunta de Dhelian sobre Gart y volví a mirar a la nublina. Lo había mencionado al principio del relato únicamente, así que me imaginaba su respuesta... Pero no me pasó desapercibido el colgante al que se agarró antes de responder, y fruncí el entrecejo cuando lo hizo. <<El sinhadre... ¿Qué demonios les ha podido pasar a ambos? Por eso le habló antes así... Y nos quejábamos nosotros de la trampa aquella...>> Basta. Teníamos que hacer algo y los demás ya se habían puesto de acuerdo. Oz nos dividió y asentí.

—Quizás Drael diga algo si vamos con él... no sé...—no era muy optimista al respecto, sin embargo. Antes de irme me acordé de algo, cuya respuesta me preocupaba y, con cautela, pregunté—Esto..., Nae, lo del patio... ¿Se puede preguntar?

En cuanto respondiera o no, iría a la cocina a ver qué podía hacer por el chico. Por lo menos, aunque fuera, terminar de curarle las heridas.

Escucho su historia y todo parece cuadrar, por fin la historia se aclara. Escucho al resto de mis compañeros y cuando la chica se echa a llorar no puedo evitar apiadarme de ella.

-Naeleth - la llamo mientras me arrodillo a su lado.- Estoy de acuerdo con la propuesta de Alice, podéis veniros a nuestro torreón, allí estaréis más seguros que aquí. Podemos cuidaros mejor allí, y les podemos dejar un mensaje a Gres y Krunchy's por si vuelven - le limpio las lágrimas con la mano.- Danos una respuesta cuando puedas.

-Ozz una pregunta - me acerco al ochrorio y le pregunto en voz baja.- Entre toda la magia que tenéis, ¿no hay algún hechizo que pueda localizar personas? Algo como un radar o algo así.

El panorama que nos presentamos los sendarios era realmente desesperanzador. El lugar parecía que estuviese en medio de una guerra, y lo que era peor: ellos mismos parecían estar en medio de una guerra. Miré, sin evitarlo, con asco el muñón de Drael. Apenas fue un segundo, puesto que aparté la mirada rápidamente. Descontando la oreja cortada de Marsi, bastante menos impresionante, era la primera mutilación que veía. Y, la verdad, esperaba que fuese la última.

Nara no parecía estar mucho mejor. El corte de su estómago tenía una pinta muy desagradable, y casi parecía un milagro que estuviese vivo. La historia era bastante triste, pero ciertamente no desconocida para nosotros. «Nuestra única suerte fue la magia de Ozz» pensé amargado al recordar la rata. Pero bien era posible que, si Yrfy hubiese tenido magia, hubiésemos sido nosotros los que habríamos necesitado ayuda urgente de otros torreones.

—Sí. Deberíais veniros a Letargo.

Mi tono de voz era firme, aunque no cesaba de mirar con lástima a Nara. «Ojalá podamos salvarlo» pensé, apesadumbrado.

-No, no puedo irme.

Naeleth quería irse, quería volver a estar en compañía de alguien que no fueran enfermos y moribundos. Tenía miedo y se sentía sola y perdida, pero le había prometido a Gres que esperaría a que volvieran. Si dejaba el torreón solo, Arza podría colarse y ser ella la que recibiese a sus compañeros. La sola idea le dio escalofríos.

Iba a seguir discutiendo, pero Marsi interrumpió.

-Creo que Nara está diciendo algo.

Se giraron hacia el libense, que movía los labios sin que salieran de ellos sonido alguno. Trató de quitarse el vendaje que le cubría los ojos y de incorporarse, pero Marsi que estaba a su lado lo detuvo, y Naeleth corrió para obligarle a tumbarse de nuevo.

-¡No, no te muevas!

-Nae... deberías irte con ellos... Llévate a Drael y cuida de él... Gres es fuerte.. puede... cuidarse sola.

-Vamos a llevarte a tí también- insistió Marsi.- Ozz, Alice y Dhelian pueden curarte, entre los tres podrán.

Incluso en esas condiciones, Nara tenía más fuerza que Naeleth, y se las apañó para apartarla y quitarse las vendas de los ojos. No sentía dolor, solo la dificultad para respirar que le causaban sus heridas; el entumecimiento y el frío propios de la cercanía a la muerte. Sonrió con dulzura a Marsi, y luego a la nublina, acariciándole la mano. Sus ojos claros se pasearon por los rostros de las letarguinos, vidriosos pero en calma.

-Nae, has hecho todo lo que has podido, pero no puedes quedarte aquí sin comer y gastando tu magia solo en mantenernos con vida a Drael y a mi. Yo no tengo arreglo, me envenenaron, me estoy muriendo. Pero vosotros aún teneis una oportunidad... Tenéis que iros.

-¡No!- gritó Naeleth empujando al libense de nuevo a la cama- ¡Vas a quedarte quieto y vas a dejar que te curen, y si me voy tú vendrás conmigo!

-Nae...

No fue más que un susurro. Nara se quedaba sin aire, y la ponzoña lo arrastraba a la inconsciencia. Cerró los ojos y se quedó inmóvil, sufriendo leves espasmos en el pecho.

-¡Nara!

Dhelian estuvo de acuerdo con la invitación de sus compañeros, definitivamente era la mejor idea que podría tener. Estando con ellos estarían mas seguros que entre esas cuatro paredes los tres solos. Aunque esos tres...parecía que pronto iba a volver dos ante la mirada triste del daeliciano. Nara aprecia estar en sus ultimas y reuniendo fuerzas de a saber donde dirigió unas palabras a Naeleth pidiéndole que se fuera con ellos. La mirada que el chico les dirigió a todos, cansada, como si supiera que su final estaba cerca y transmitiendo una calma que Dhelian se veía incapaz de imitar, le frustró. ¿Que podían hacer por el? Esa herida no se cerraba, no tenían idea de como tratar venenos...solo podían estar ahí como meros espectadores de su muerte.

La visión de cuerpo de Nara perdiendo sus ultimas fuerzas y sufriendo aquellos espasmos, junto con los llamados de Naeleth, carcomieron sus nervios. Quería ayudar, pero no sabía como...no había nada que pudieran hacer por el.

Al fin llegamos al torreón Sendar, Naeleth nos recibe y al estar tan reticente al abrirnos me hace sospechar que algo no va bien. Mis temores se acentuan al pasar el umbral del torreón al ver la sala común llena de runas grabadas. Preguntandome que demonios ocurre aqui un terrible olor a quemado entra por la unica puerta no tapiada inundando mis fosas nasales haciendo que me tape la nariz con la mano.

Ver las condiciones en las que se encuentra Drael me hace retroceder un par de pasos y comenzar a temerme que nuestro torreón no es el que peor suerte ha corrido. Las dudas sobre que es lo que ha ocurrido desde que no nos vemos pugnan por salir de mi mente pero justo cuando voy a formular mis preguntas Naeleth nos lleva hasta otra habitacion con alguien tumbado en la cama.

Ese malherido cuerpo no era otro que Nara, al verle la herida solo puedo permanecer en silencio intentando reprimir las arcadas por ver esas sucia herida. Naeleth nos cuenta todo lo sucedido, yo permanezco en silencio, recordando las caras de cada compañero que iba nombrando temiendo que todos hayan muerto. Solo puedo asentir ante la propuesta de que se vengan los tres a Letargo mirando a ambos Sendarios. Cuando Nara se incorpora no puedo hacer mas que taparme la boca para evitar soltar un grito de sorpresa y observar desde mi plsición como las fuerzas del chico le abandonan de nuevo obligandome a salir de la sala intentando reprimir mis temblores.

Al salir al salon el olor a quemado vuelve a inundar la habitación ayudado por una brisa de aire. En una ocasión normal no me acercaría a esa fuente de peste pero la curiosidad y la falta de aire por el agobio que siento me hace asomarme al patio para intentar coger algo de aire.

Marsi se muerde el labio inferior. Había acbado tomando el brazo de Nara, y notó como su pulso se hacía cada vez más débil hasta extinguirse.

-Tenemos que llevárnoslos- dijo con voz cortada a sus compañeros- No los podemos dejar aquí...

Aunque no quisieran, Marsi no iba a dejar a esos dos niños solos, ni siquiera podían buscar comida, y Naeleth era la única que podía defenderse medianamente, viendo que tenía magia. No tenían ninguna seguridad de que Gres fuera a volver.

-¡No!- protestó la nublina, abrazándose al cuerpo de Nara- Yo puedo cuidar de Drael, tengo que esperar a los demás. Por favor.

-Dejaremos una nota, vendremos a comprobar si han vuelto todos los días si hace falta.- insistió Marsi. Tomó a Naeleth por los hombros y trató de separarla del cadáver.

También tenían que decidir qué harían con Nara. Miró a los demás en busca de ayuda.


Kora no pudo llegar a salir al patio, pues algo la detuvo. Una mano cálida, y al mismo tiempo fría y muerta. Drael la sujetaba con su único brazo, clavando su mirada vidriosa en ella. Muy lentamente negó con la cabeza, y tiró de la daeliciana para alejarla de lña puerta del patio. Muy lentamente la cerró, y se giró para volver a atravesar a Kora con la mirada.

«No, no, ¡no!». Tenía los ojos muy abiertos, mirando casi con pánico los espasmos del sendario. Era la primera vez que veía una muerte de forma tan tranquila. En la Tierra, por suerte, no había visto morir a nadie, a Neith tampoco la había visto, tampoco a la rata ni a Talento. Y con Akasha todo había sido muy frenético y repentino. Este era mi primer encuentro con la muerte en un ambiente tan... ¿Falto de peligro? Y desde luego no me gustaba.

Comencé a mirar frenético hacia los lados, como esperando a que algo, cualquier cosa, saltara y salvara a Nara. Pero no sucedió. Al final su cuerpo se fue relajando. Lo que había sucedido era evidente para todos, pero aun así difícil de aceptar. Sentía una opresión en el pecho, como si alguien me estuviese estrujando el corazón. Aun así mis ojos estaban secos, y secos se quedarían.

Tras taparme la cara con las manos y revolverme el pelo me puse frente a Naeleth de dos zancadas. La obligué a mirarme.

—Mira, Marsi tienes razón. Si te preocupa Gres podemos dejarle una nota, o venir todos los días, o, o... ¡Demonios, incluso podemos hacer turnos diarios para quedarnos aquí un par de personas! Pero vosotros no —mi voz era cortante, podría decirse que incluso mandona—. Drael está gravemente herido. Y tú... Estás en lo huesos, ¡pareces una refugiada de guerra! Necesitáis un grupo grande, un lugar más seguro y tener un acceso a comida que ahora, evidentemente, no tenéis. Veníos a Letargo, por favor —al final tanto mi expresión como mi tono habían cambiado a enormemente suplicante. Estaba seguro de que quedarse allí sólo les llevaría a morir, y no había forma de que lo permitiese.

Finalmente todo termino. Dhelian no aparto sus ojos de Nara, era incapaz de hacerlo, no lloró pero si sintió un pena inmensa por Nara, pero sobretodo por Naeleth y Drael que serian los que sufrirían mas su perdida. Sintió la necesidad de apoyar a Naeleth, de pedirle que se fuera con ellos, de lamentar la muerte de Nara algo totalmente injusto , pero sus compañeros se adelantaron y la mirada de Marsi, pidiendo un poco de apoyo cortaron todo sus hilos de pensamiento. Ya no podían hacer nada por el chico, salvo darle una despedida digna.

-No sabemos los ritos de su mundo, pero creo...que podríamos llevárnoslos a Letargo, a todos, y darle allí un entierro digno- añadió susurrando mirando a sus compañeros y a Naeleth, habiéndose acostumbrado ya a ese modo de tratar a los difuntos en aquella ciudad, ante la falta de un volcán. Solo esperaba que ese método en verdad le diera descanso- O aquí mismo...en el torreón en el que vivió. Donde Naeleth lo vea mas recomendable....- añadió dudando y mirando a sus compañeros por un poco de apoyo o que dijeran algo al respecto sobre sus palabras. Tras decir eso miro ala chica y mantuvo cierta distancia pues ya estaba tanto Marsi como Alvaro intentando convencerla de irse con ellos-El quería veros seguros, no le niegues eso....no os dejaremos solos -añadió intentando mantener la compostura, ¿se sentía triste y sus ojos rojizos y el temblor leve de sus manos evidenciaban que su tranquilidad era pura fachada para intentar pensar objetivamente. Nunca se acostumbraría a la muerte.

Ante mis ojos veo morir a otra persona, no es algo que me impresione, lo he visto cientos de veces. La primera vez fue muy duro, y con cada vez se hacía más fácil, en estos momentos ya no siento nada. Despegarme de mis sentimientos en estos casos ya no me resulta un problema.

Dejo que otros se ocupen de consolar a la niña y me quedo en un segundo plano, espero que la chica entre en razón. Ni ella ni Drael pueden mantenerse por sí mismos. No en este estado. Aunque Naeleth tenga magia no pueden aprovisionarse de comida, si Arza o cualquier otra cosa decide atacarlos no tendrán forma de sobrevivir mucho tiempo.

He visto demasiada muerte hasta el momento, es cierto, perteneciendo al ejército qué puedo esperar. Pero ahora no estoy en el ejército, no estoy recibiendo órdenes y ellos no son rebeldes. No pienso cargar con sus muertes sobre la conciencia. O vienen por las buenas o por las malas, al final sólo hablo para decir:

-Nos vamos - hablo con voz firme y me acerco al libense muerto para recoger su cuerpo inerte en brazos.

Había intentado hacer memoria de los primeros auxilios tras envenenamientos en la Tierra, pero me negaba a tratar uno rocavarancolés como si fuera terrícola. Por eso no le dije nada a Ozz. Y, aunque sirvieran, ya era demasiado tarde. <<Además, ¡la maldita herida se vuelve a abrir sola! No servirán>>

Tampoco hubo respuesta para mi pregunta del patio, aunque sí una negativa a la sugerencia de venir con nosotros. Sin embargo, y sorprendentemente, Nara parecía habernos escuchado, pues al poco, y con mucho esfuerzo, empezó a hablarnos. ¿Cómo podía hablar, moverse siquiera, en su estado? Me crucé de brazos con fuerza mientras me temblaban las piernas. No quería estar ahí, no quería ver eso, no quería pensar en qué pasaba ni en qué iba a pasar. Solo se me ocurría una cosa: estaba a punto de morir. ¿Qué si no? Su forma de hablar, además, añadió más fuerza a ese convencimiento. Me quedé quieta, en silencio, mientras hablaba con Nae. Le estaba diciendo lo mismo que diría yo si estuviera en su lugar, pero me dio por pensar que yo quizá no lo diría sin la certeza de la muerte. <<¿Quedame sola, sufriendo, mientras los demás se iban? ¿No estarás haciendo eso, Nara?>> pensó una ínfima parte optimista de mi cabeza que aún pensaba que, en efecto, podríamos curarle. El propio libense confirmó lo que ya esperaba: se moría. Delante de nosotros, sin poder hacer nada. Nada. No podía soportar la escena, sus palabras, los gestos que tenía con la demacrada nublina. Era una maldita despedida; Nara había sido el mayor y, fuese el líder o no, les había protegido. Seguía haciéndolo aun malherido y envenenado. Sin embargo, <<...Yo le dije a Marsi que no detuviera la sierra para no correr peligro yo misma, cuando la única certeza que teníamos era que perdería el brazo si no hacía algo...>> Veía al libense, quien disfrazaba bastante bien cualquier sufrimiento que estuviera padeciendo, y me veía a mí misma como una cobarde. Una daga directa a la cabeza no debía de ser mucho más doloroso que lo que estaba viendo, ni tan largo como el envenenamiento. <<Así que... "proteger a mis amigos mientras mi vida no corra peligro", ¿es eso? ¿Seguir viva aunque todos mueran por no arriesgarme a salir malparada?>>

Conocía la respuesta bastante bien. No me gustaba pensar así, pero menos me gustaba pensar en mi propia muerte. La mera idea de esta me aterraba, así que hice un esfuerzo para dejar el tema y escuchar a los míos. <<¿Y luego qué? Imagina que algo nos ataca por el camino, sin trampas, y por algún motivo se requiere mi sacrificio... No podré>> Si la idea de morir me asustaba, la de morir por alguien me daba incluso envidia. Y me hacía pensar <<Si fuera al revés, ¿estos lo harían? No ya Nara, sino mis amigos. ¿Se sacrificarían ellos para salvar a otro después de tanto tiempo aquí?>> No creía tal cosa. <<Valgo más viva que muerta. Les soy más útil así, por muy cobarde o miedosa que parezca>> Por eso no pensaba que los demás lo harían por mí o por los demás...

Y ocurrió lo que se veía venir. El libense empezó a sufrir espasmos y volvió a cerrar los ojos. Nae gritaba, el otro susurraba, mientras lo que veía se me grababa a fuego. Ya había soñado con escenas parecidas con mis amigos, y casi sentí alivio con lo rápido que fue la muerte de Akasha. Sin despedidas, con las manos literalmente atadas. Pero ver esto, imaginarse en el lugar de ellos, despidiendo a un amigo malherido... Con eso sí que se me escaparon unas cuantas lágrimas, en silencio, a las que se sumaron unas cuantas más cuando se confirmó su muerte. Nara podía haber sido cualquiera de los que estaban conmigo ahora. Para añadir más leña al fuego, ya conocía el sentimiento de impotencia tras perder a alguien, así que me dolía más el estado de Nae que la muerte del libense.

Por eso no iba a dejarla ahí con Drael, esperando un final que podría venir de cualquier monstruo o, peor, una antigua compañera. Por eso rompí mi silencio y sumé mi voz —al principio temblorosa, luego firme— a las de mis amigos.

—No, no pueden quedarse aquí. No estáis en condiciones de defenderos prácticamente de nada. Haremos con Nara lo que creais conveniente y luego nos marchamos—hasta aquí bien, pero a partir de ahí, adiós fuerzas—.A-así que de-decídete rápido y de-despídete si q-quieres...

Tenía que salir de ahí. Todos, de hecho, teníamos que salir, atravesar la jodida ciudad y volver a casa. Es más, llegué a salir de la habitación y encaminarme a la puerta. Pero... <<¿Y si nos encontramos con Arza? ¿Y si está fuera esperando o se enteró de cómo están y viene de camino?>> La respuesta era obvia <<Según se comporte, responderemos>> Pero debía asegurarme, así que desanduve lo andado y, decidida aunque con cuidado, me dirigí nuevamente a la chica. Pero sabía que estaba metiendo la pata así que solo alcé las cejas, interrogante, a la espera de que nos decidiéramos a irnos por las buenas o con dos paralizados.

No quería decir "oye, si nos cruzamos con Arza, ¿qué hacemos? No quiero pensar en matarla sin que estés de acuerdo", pero después de lo que había pasado, sería una desfachatez decir algo semejante. Pero, ¿qué iba a hacer? ¿Salir a la calle con los "aparentemente enemigos" de una asreniana que prefería matar viejos compañeros a sobrevivir con ellos? Si seguía pensando así, iría a por ella como habría ido a por el roquense y la rata de haber quedado impunes sus acciones. <<¿Desde cuándo piensas en matar, querida? ¿No sería mejor actuar en consecuencia a la situación sin adelantarse? Quizá. Pero igual que no dudaba que no me sacrificaría por nada ni nadie, tampoco dudaba que una criatura asesina, por muy "antigua compañera de torreón" que fuera, era tan monstruo como cualquier otro bicho de la ciudad. Y no merecía piedad.

—¿Nos vamos ya? Que alguien deje el mensaje mientras bajo el puente.

Y luego, a casa. Esperaba que el camino de regreso transcurriera sin peligro...

Sigue en donde se nos permita seguir.