Prisión (Archivo II)

Recuerdo del primer mensaje :

Abro los ojos. Qué aturdimiento.
Huele a cerrado; a polvo y a sangre. Mi sangre. Miro mi dedo y veo que tiene un ligero corte. Me levanto del suelo, y descubro que me encuentro en una celda.

Tengo miedo. Sólo recuerdo... lo que pasó por la noche. Aquel ser... 12. dijo que se llamaba, que me mandó aquí... a Rocavarancolia.

¿Era así como se llamaba? Tal vez lo recuerde mal.

Hay humedad en el ambiente. Mi cabello ondulado está ligeramente encrespado. Mis ojos verdes lo miran todo con desesperación, tratando de buscar una salida o... un indicio de que no estoy sola.

Abro la puerta y descubro que hay muchas más celdas, pero casi todas vacías. Sólo hay una en la que hay alguien. Un chico medio pelirrojo, alto, tumbado en el suelo.

"Por suerte no estoy sola", pienso, sin embargo, hago caso omiso al chaval y me vuelvo a mi celda. Me siento en un rincón: prometieron que habría un cambio en mí. Que este era mi sitio, pero...  ¿Verdaderamente lo era?

En cuanto mencionaron su nombre, Deianira se deslizó rápidamente hacia atrás, hasta quedar fuera de la vista de todos. Se la oyó trajinar unos segundos antes de que volviera a salir mientras se guardaba algo apresuradamente.

Dió varias vueltas, nerviosa alrededor del grupo. Todo eran quejas. Alguien se preocupó por los demás; en ese momento vió como llegaban. Todo el grupo se reunió. Alguien se quejó de estar descalzo. Dee se remangó ligeramente la falda: llevaba unos zapatitos que hizo que varias personas le mirasen de modo extraño. Parecían de estilo antiguo pero sin tacón.

—Si quieres te dejo mis calcetines —ofreció. Eran morados y tenían un olor entre antiguo y de lavanda—. Pero no me mires mientras me cambio.
Acto seguido, se escondió tras una roca.

[sí, como lo ois, "cambiarse" xD]

Salgo con la mesa y la coloco al lado de la estantería.
-Bien, ¿crees que esto valdrá?-le pregunto a Mark.
De pronto me doy cuenta de que los demás ya han vuelto, menos mal, ya había oscurecido demasiado. Han traído agua como habían prometido.
-Nuestro señor conde ha ido a buscar comida, se supone-informo a los recién llegados de la plaza.
Evito cruzar demasiado la mirada con Hannah porque no me apetece que vuelva a saltarme a la yugular como había estado haciendo todo el día, aunque nada me impide echarles un vistazo rápido a todos, tampoco quiero que parezca que la evito a propósito.
-Javi, ¿qué te parece la barricada improvisada? Supongo que deberíamos hablar también sobre los turnos de guardia que comentaste antes.
Deianira intervino entonces por primera vez desde que había regresado con Vladimir y el "señor Blanc". Había algo muy extraño en aquella niña, no sabría decir muy bien el qué...

Deianara se esconde para cambiarse de calcetines. Empiezo a apreciar porque algunos estaban en la ciudad. Especiales, había dicho el chico. Yo mas bien los llamaría raros, pero evidentemente no lo iba a decir.
Saco la moneda de mi pantalón. Aun no se irme a mi celda a dormir, o si quieren dormir todos juntos apelotonados. Veo las ventajas de la ultima opción, pero prefiero un poco de tranquilidad.
La ultima decisión de mi moneda habia resultado algo catastrofica, pero la suerte es prestad, dicen los orientales, y yo era de la misma opinión. La buena suerte de toda mi vida la habian cobrado con aquel sencillo cara o cruz de la noche de halloween.
Ya habia pagado mi deuda, y ahora en teoria, la buena suerte se reiniciaba - eso queria creer-
Cara o cruz, Alicia? Cruz y duermo sola. Cara y espero la decisión de los otros.
[...]
Cara.
Pues nada, que remedio.

-Si, espero que si-le conteste a Noel pensativo.
Mire a Alicia, habia sacado una moneda y la habia lamzado al aire, estaba decidiendo algo a cara o cruz? Si era asi, no hacia nada, al menos por ahora...
-En fin...-suspire
Me quede mirando a los demas, esperando quizas que alguien dijera algo, al final fui yo quien dijo algo
-Mirad, el tema de dormir juntos o separados a mi es algo que no me importa mucho, pero preferiria que al menos esta noche durmieramos todos en lugares cercanos
Faltaba aun gente, tanto nuestro extevagante conde como Dee faltaban, Dee dijo que se iba a cambiar o algo asi, y el conde¿donde estaria?

Dee volvió con los gruesos calceines, que enrealidad eran medias remangadas, en la mano y se los tendió a Alicia. Se sentó en el suelo y, tan pronto lo hubo hecho, volvió a levantarse, señalando algo que había a su lado.

—¡¡Un ratón!! —gritó horrorizada. En lugar de correr, lo que hizo fue coger una roca de suelo del tamaño de su cabeza y lanzarla. El ratón corría de vuelta a su madriguera y el tiro falló por dos metros. Dee corrió tras él y se lanzó sobre el roedor antes de que se ocultara en un agujero.

Cuando se levantó tenía las manos vacías pero heridas. Unas gotitas de sangre cayeron al suelo.

—Au.

De detrás de la esquina asomó una luz bailarina que pinta las rocosas paredes del pasillo de la mazmorra. Poco después asomó Vlad del mismo lugar, con la antorcha en la misma mano de siempre. Parecía andar más tranquilo, aunque igual de estirado y altivo. En la mano derecha llevaba, cogidas del rabo, cuatro ratas de dimensiones importantes. Aunque es más preciso decir que lo habían sido. No parecían en buen estado. De hecho, las cabezas ya no estaban y los miembros colgaban apenas de hilos de carne del manojo de pelo revuelto y manchado de sangre que eran los torsos. Podía notarse que Vladimir tenía la mano izquierda ligeramente manchada de rojo.

Su mirada era igual de despectiva y mostraba el mismo desdén, pero ahora había un deje más sombrío en ella. Realmente a Vlad le costaba bastante cambiar su expresión. Aunque también era posible que no le apeteciera demasiado hacerlo. De cualquier manera, le resultaba más cómodo mantenerla cómo una máscara de estoicismo.

Dejó los cadáveres de los animalillos sobre el suelo de la mazmorra, en el centro del cúmulo de gente, y procedió de nuevo con el besamanos y la ligera reverencia a todas las señoritas presentes. Cuándo encontró las manos de la muchacha heridas, sacó un pañuelo de tela blanco del bolsillo con sus iniciales cosidas a mano y se lo enroscó alrededor de la herida, atándolo firmemente, pero sin llegar ha hacer daño, para que la herida no se infectara. Todo esto lo hizo sin variar un ápice su gesto. Cómo ya se ha dicho, es mucho más cómodo así.

-Salud de nuevo, señora y señores. Esto es lo mejor que he podido encontrar y coger. Témome que la cocina no es mi punto fuerte, así que les rogaría que las preparen ustedes. No es recomendable comer a este tipo de animales sin cocción previa.- Dijo con su característico y ya muy familiar tono de daga aterciopelada. Para ser exacto, la versión para hacer peticiones.- Si me disculpan, voy a beber un poco de agua. Me siento un tanto cansado. Beberé, con su previo permiso, claro, algo de esta agua que han traído. Les agradezco tremendamente su esfuerzo por traerla aquí.

Era evidente que la parte de “con su previo permiso” era una pura formalidad lingüística, con lo cual avanzó seguro hasta una de las vasijas, se pasó la antorcha a la mano manchada de sangre para evitar envenenar el agua, y con la palma de la mano tomó un poco del cristalino líquido y se lo llevó a los labios, dónde lo bebió con tranquilidad. Tras esto, cruzó el gentío de nuevo y les dió la espalda, dirigiéndose a la celda más cercana.

-Si me necesitan, estaré aquí.- dijo mientras habría la puerta, justo antes de entrar.- Les ruego que, cuando esté preparada la cena, me avisen. Mil gracias por ello.

Y, dando por concluida la conversación, cerró la puerta tras de sí, entrando en la celda. Ahora que estaba más seguro en la intimidad, se acercó a la pequeña ventana con barrotes para contemplar la noche de su nuevo y precario hogar. Mientras observaba el cielo, sacó un nuevo pañuelo de tela de su bolsillo y se limpió con cuidado la sangre de las manos. Había traído tres. Nunca se sabe cuándo harán falta buenos pañuelos. Decisión acertada, vistas las circunstancias. No se permitió el lujo de relajarse. Nunca se lo había permitido, y ahora tenía menos razones para hacerlo. Pero necesitaba estar sólo…

Observo a Deianira corriendo tras el ratón. Esa niña era muy rara... no sabía por qué pero sus actos me resultaban demasiado extraños. Mark parece aprobar nuestra barricada improvisada.
-De acuerdo, ahora ya estamos todos, ya podemos atrancar la puerta.
Con la ayuda de Mark movemos ambos muebles y los colocamos lo mejor que podemos para dificultar el posible intento de acceder a la mazmorra por algún agente externo.
Mientras estábamos a la tarea volvió Vladimir. Cuando empezó a hablar miré hacia él para ver si había encontrado algo de comer... Sí, eso parecía. Si a eso se le podía llamar comida. Cuatro ratas gigantescas colgaban de su mano. En fin, no se podía esperar otra cosa en semejante situación, estaba claro. Terminamos de colocar los muebles y me sacudo las manos pues estaban bastante sucios. Tras escuchar todo el discurso de Vladimir miro al resto de mis compañeros.

-Eh... ¿a alguno se le da bien cocinar? Supongo que habrá que hacer una hoguera...
Al decir esto empiezo a mirar instintivamente al suelo y de pronto me fijo en que hay restos de palos y hojas carbonizados, además de ceniza que se levantaba ligeramente mientras caminábamos.
-Vaya, hay restos de hogueras aquí... alguien tuvo que cocinar ratas antes de que llegásemos nosotros -comento de forma divertida-. Bueno, a mí esto de cocinar se me da tan mal como al señor conde pero puedo reunir palitos o lo que sea para hacer hogueras.
Me pongo a la tarea y voy recogiendo todo lo que encuentro en el suelo que pueda servir para alimentar un fuego. De pronto me asalta otra duda.
-¿Por casualidad alguien ha venido con un mechero o tendremos que intentar encenderla por el método primitivo?

Deianira propinó una patada a los restos que había en el suelo. «Estúpidos animales», murmuró para si, enfurrruñada. Alguien preguntó por un mechero, palabra que sonaba extraña en rocavarancolés.

—¿Un pequeña máquina que hace fuego? ¿Sin magia? -parecía impresionada- Pues... yo tengo esto...
Hurgo en el interior de su vestido y extrajo una cajita que abrió desvelando su contenido. Parecían fósforos. Antes de que alguien pudiese responder, siguió con su explicación:

—Se frota la punta y prende. Ahora solo tenemos que coger esas hojas secas y amontonarlas; después ya colocaremos maderos o trozos de muebles encima.

Les dió otro puntapié a los roedores y se pusó a reunir hojas muertas.

Aquí estoy, en las mazmorras. Hace poco que los chicos han llegado de la expedición, y otros nos han traído agua a las mazmorras.

Yo estoy recostada contra la pared de fría y dura piedra, observando lo que pasa. Todos estamos un poco alborotados; ya se sabe, estamos en un sitio nuevo... en un lugar extraño y desconcertante, y con gente que ni siquiera conocemos. Pero hay que llevarlo lo mejor posible, o al menos, intentarlo.

Suelto un leve bufido, y cierro los ojos.

-Uhf... Qué dolor de cabeza. -Susurro. Siempre he padecido migrañas, pero parece que la falta de sueño y confort la han hecho más permanente.

Observo al grupito que están hablando en una esquina. Ahí están Mark, Hannah, Noel y Alicia. Tengo la extraña sensación de que falto yo, pero ahora mismo no estoy con el humor que suelo tener cuando estoy contenta. Ahora mismo estoy cansada, dolorida y con un lío mental de cuidado.


ED: ¿''Endolorida''? ¬¬

Deianara casi mata a un ratón. Pero el animalillo había conseguido escapar y a cambio de la había pegado un mordisco del que salía un hilillo de sangre. En secreto me alegraba. Prefería no haber tenido que ver como mataban al pobre bicho.
Entonces llegó Vlad, con las manos manchadas de sangre y cuatro ratas gigantescas colgando destrozadas. Ignorando las arcadas, desvié ligeramente la mirada. Su muerte habia sido una carniceria. Vlad procede a saludarnos con su habitual beso en la mano tan caballeresco. Le miré a los ojos, buscando algo tras el vacio de su mirada. Pero era un muro infranqueable. ¿como las ha conseguido cazar? Y si es capaz de superar en reflejos a un animal rastrero como las ratas, que son expertas en huir, ¿no es capaz de darles una muerte algo más limpia? No puede romperles el cuello como a una gallina, o afixiarles, o no sé. Pero el espectaculo macabro quita el apetito.
Después de beber, Vlad se marcha y es un alivio. La gente parece dispuesta a comer eso, y poco después Deianara saca cerillas y nos da explicaciones como si no supieramos lo que estamos viendo. Empiezo a preguntarme de donde ha salido esa niña tan extraña.
Noel empieza amontonar palitos, para hacer una hoguera y me uno a él intentando no pensar en lo que voy a cenar. Si no tuviera tantisima hambre, posiblemente ya habría cedido mi parte a alguien con menos escrupulos. Pero la situación no esta para esas.
Reunimos un monton decente de ramitas y papeles arrancados de los libros de la estanteria que han usado de barricada, y encendemos un fuego. Intentado mirar lo menos posible, y con una sensación muy desgradable en los dedos, comencé a arrancarle la piel. Noel me ayudó y no tardamos mucho en tenerlas "limpias". La que se sentía sucia era yo. No sabía muy bien que hacer para cocinar las ratas, no había tiempo ni habilidad como para montar un armatoste. Imaginé que podíamos empalarlas, pero la idea me hace aun menos gracia que comer ratas, asi que agarro una de las vasijas, despues de todo, mañana puedo ir a llenarlas de nuevo.
- Con vuestro permiso- digo a medias, y sumerjo una rata que entra regular y enrojece el agua, y meto la vasija entre las llamas.
Que la gente haga lo que quiera con el resto, pero yo voy a hervir la carne.
- asi no se ensuciará de ceniza.- medio explico.

Ignoro la mirada que Noel lanza en derredor.
Todo sucede muy deprisa. La rata, la sangre en la mano de Deianira, la pedrada fallida...
Y, segundos después, Vlad entra con varias ratas de gran tamaño, como si no hubiese sucedido nada, para curar después la mano de la chica.
Entonces, Deianira saca una caja de su bolsillo, y se dispone a explicarnos su uso, aunque por los rostros entre incrédulos y burlones tengo la sensación de que no soy la única que conoce los fósforos.
"Se llaman cerillas", me siento tentada de decir. Sin embargo, no lo hago. No porque la chica esté intentando de ayudar, lo cual en realidad me importa una mierda, puesto que sus palabras se me han antojado igual de obvias e innecesarias. Más bien callo por la promesa que me he hecho a mí misma, de acordarme de aquellas dos personas que intentaron enseñarme todo eso que ahora parezco haber olvidado junto a mi idioma.
Miro atentamente a Deiania, en silencio. Ahora me lo pregunto. ¿De dónde narice habrá salido esta cría? Pero me mantengo en silencio.
Alicia coge una de las ratas, y explica el por qué de hacerlas hervir. Verdaderamente, yo no sé cocinar más que comida rápida, alguna ensalada y bocadillos... Y, en realidad, mis esperanzas de que aquí encontremos una pizza congelada y un microondas son prácticamente nulas...
Me siento junto a Alicia, en silencio. Aunque sobre la pequeña llama no quepa más que una vasija, el fuego siempre me ha reconfortado.
Fascinada, clavo la vista en las llamas que crepitan, como aletargando al resto del mundo. En ese momento, soy consciente del frío que tengo, y un escalofrío me hace estremecerme.

Había observado cómo dispusieron la barricada (con ella puesta me sentía un poco más seguro, aunque aquella mazmorra aún me daba algo de miedo) y me disgustó que la pobre Deianira no cogiera la rata por poco (aunque más que se hubiera lastimado la mano). Un poco de alegría me dió cuando ví a Vlad entrar de nuevo a la sala con cuatro ratas muertas en la mano, aunque también algo de asco por la comida en sí "pero dada la situación no nos podemos quejar de la comida que tenemos, al menos hasta que encontremos algo mejor o la gente de la ciudad nos manden algo más comestible". La verdad es que los comentarios ligeramente altivos de Vlad no me hicieron demasiada gracia, pero estoy seguro que con el tiempo se irán suavizando sus formas "hay que darle tiempo a Vlad, se tranquilizará, se nos abrirá y seguramente veremos como cambia poco a poco".
Iba a ayudar a encender la hoguera como fuese hasta que ví sacar la caja de cerillas de la mano de la chica "no se de donde habrá salido ella, pero mejor es que se exprese tal y como es y ya la iremos conociendo". Y cuando ví cómo metían el agua al fuego me calmé, pues yo tampoco tenía remota idea de cómo hacer aquella comida.
- Noel la barricada la veo bien para esta noche, y lo de los turnos de guardia tienen un problema que consiste en que no tenemos forma de medir el tiempo de cada turno. Ahora mismo hay que centrarse en comer y con el estómago lleno veremos cómo hacemos los turnos-con ésto respondo a Noel, aunque algo tarde, y me dispongo a pensar cómo hacemos los turnos de guardia

Cuando la comida estuvo lista, cogí un poco para mi. Muy poco pues prefería comer lo menos posible de aquello. Y la verdad, dado que ya había ayudado bastante y no parecían aclararse con el tema de dormir y donde hacerlo. Me levante, rumié un <<buenas noches>> y me fui a mi celda. Había esperado, pero tampoco sigo ciegamente los resultados de mis lanzamientos de monedas, cuando no tienen sentido, pues no tienen sentido y se les ignora.

Me acosté como pude en una de las celas, me acurruqué y cerré los ojos. Y no se como, sin darme cuenta apenas; me quedé dormida.

Bah, turnos de guardia... Que decidan ellos, porque sé que de cualquier otra forma acabaría nuevamente peleada con Noel.
Cojo un trozo de rata, sin dejar que la repulsión que siento se refleje en mi rostro. Al fin y al cabo, tengo bastante hambre, de manera que cuando comienzo a comer la carne termino el trozo sin pensar apenas.
Alicia se decide la primera: sin ni siquiera decir nada, se marcha a su celda. Yo dudo unos segundos. Finalmente, me retiro a una esquina y me apoyo contra la pared, reclinando la cabeza hacia atrás.
-No voy a perder el tiempo: cuando sepais algo nuevo, me lo decís y punto -murmuro con lentitud.
Al fin y al cabo, que no se quejen esos estúpidos de que no he hecho nada.
Durante unos segundos, siento la cabeza darme vueltas. Finalmente, a pesar de lo incómoda que soy, cierro los ojos con lentitud. Y el sueño acumulado durante todo el día cae sobre mí.
Mi último pensamiento va destinado a las guardias. A que ojalá al final decidan que no son necesarias, para poder dormir al menos durante varias horas seguidas

Viendo que al final ninguno se decidía y que ya algunos se han ido a dormir, tomo un trozo de rata cocida (con algo de asco, más por el alimento que a que esté cocinado o no) y me meto en la primera celda que encuentro abierta, la entorno detrás mía "nunca se sabe lo que puede pasar, mejor dejarla un poco abierta para escuchar los gritos si estos se suceden" y me meto en ella para comer y descansar un poco "ya me llamarán si pasa algo, espero que esta primera noche pase bien".

"Hay que ver el día que he tenido: primero descubro que aquellos a quienes consideraba mis amigos estaban conmigo sólo por compasión y por interés (jamás me ha gustado presumir de mis capacidades, pero en su momento me gustaba estudiar, y ellos estaban cerca para que les prestara mis apuntes y para copiar los exámenes); de segundo descubro que la chica con la que había conseguido noviar estaba conmigo para poner celoso a su exnovio y además me fue infiel con él en varias ocasiones; para colmo mis padres se cabrean a más no poder conmigo porque me quiero quedar en casa y no salir a pedir caramelos despues de descubrir que no tengo amigos de verdad ni novia (encima me gritaron que querían un poquito de intimidad); y por último, vino ese Doce puntos que me convenció a venir aquí para descubrir que estamos en unas ruinas y encima parece que no tendremos ninguna ayuda. El día que he pasao es para escribir un libro, si aún recordara como era mi idioma" Con estos inquietantes pensamientos rondando mi mente acabo quedándome dormido, y a la espera que amanezca bien y sin contratiempos.

Dee decidió seguir el ejemplo de Hanah y calentó su porción de carne. No era más que una pequeña presencia en aquel tumulto de cuerpos desorientados que eran aquellos cosechados perdidos. Era mejor así que sola, pensó.

Acabó de comer rápidamente y se tumbó, decidida a dormirse de inmediato sobre la fria piedra.

Cuando la comida estuvo lista me dirigi a coger mi parte, rata asada que asco....¿Esto era siquiera higienico?me tome un poco de esta...tampoco estaba tan mala como pensaba pero bueno....a lo mejor en rocavarancolia las ratas estaban mejores
-Si necesitais ayuda solamente llamadme-dije tras dirigirme a mi celda en la que me acoste vi a Elisa que acababa de cenar y se acostaba a sormir en su celda
Nunca se me habia dado bien conciliar el sueño, que asco, y ahora tenia que dormir en estas condiciones, bueno que se le iba hacer, a contar ovejitas, 1, 2,3.....12534, ajj no podia conciliar el sueño, al final simplemente me deje llevar por mis pensamientos y acabe por dormirme