Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Cansado, con los ojos doloridos de leer largo rato el libro de naturalezas animales, decido bajarme a la sala de entrenamiento para trepar algunos muros o quizás bailar un rato.
Para mi sorpresa, encuentro a Alexander y a Adara peleando el uno contra la otra.
También me encuentro a un chico nuevo que se iba dirección a las habitaciones. No me había dado tiempo a presentarme. Ya lo haré en otro momento.

Al ver al chico oscuro y al ángel negro siento que mi apetito aumenta. El movimiento del aura oscura de Alexander y el fiero aletear de las brillantes alas de Adara me recuerda a una danza oscura... Hermosa. Tanto movimiento llama a mi instinto y me pide que me una al combate pero mi racionalidad para a mi instinto. Me convierto en tigre y me acuesto, moviendo la cola, ronroneando y disfrutando de ese espectáculo...
No habían notado mi presencia hasta que me vieron por el rabillo de sus ojos, sin dejar la concentración de la pelea en ningún momento.
Mientras mis ojos brillantes se fijaban en sus danzas y evaluaba sus movimientos.

Ay,sus golpes son bastante potentes aunque me cubra con el aura. Estoy dolorido,jadeante y a punto de echar la pota. Reflexiono sobre mis movimientos,que yo sepa solo he usado el aura para golpear y defender,desconoce muchos de sus usos. Pero mantiene la cabeza fría. Necesito descontarla como sea. Con más fe que fuerza cargo contra ella . Golpeo con los brazos desnudos desde arriba como haciendo una pinza. Élla pensará que el aura bloqueará sus cristales pero... se clavan en mis brazos. Aprovecho su sorpresa para patearla en el estómago con toda mi aura.Sale despedida. Me miro a los brazos,están llenos de rajas,más o menos profundas. Mi sangre gotea sobre el suelo y me empiezo a marear. Envuelvo mis brazos con el aura para detener en la medida de lo posible el sangrado y me arrodillo llevándome una mano al estómago mientras contengo las arcadas. Cada latido de mi corazón,aún siendo débiles e infrecuentes retumba en mi cabeza. Al pasarme la lengua por la comisura de los labios noto el sabor de la sangre y la lengua seca como la de un gato.Creo que debería parar de luchar.

El chico está herido, no debería continuar. Una pena, su ataque ha sido precipitado y destructivo, aunque eficaz. Me percato de que Jau también está en la estancia, observándonos. Me acerco a Reisha con un gesto conciliador.
-Debemos detener esta pelea, ¿estás bien? -Añado una observación después de la pregunta-. No debiste utilizar un ataque tan autodestructivo en un entrenamiento; aunque me has golpeado bien fuerte, así que en un combate de verdad podría considerarse su uso.

Asiento mientras contengo unas arcadas.
-Me parece bien-acepto-ayer me pasé con la bebida-me levanto con esfuerzo-en cuanto a la autodestrucción...digamos que es la manera en la que vivo-me fijo en el Jau tigre,debe habernos estado mirando,será voyeur?-que mono estás así tigretón.
Sigo teniendo ganas de vomitar y dolor de cabeza,pero al menos estoy tranquilo.
-Bien luchado-felicito a Adara-consideraré esto un empate-bromeo.
Cojo un cubo y me recuesto en la pared.
-Medidas de prevención,¿vale? El tito Reisha no quiere arruinar un suelo tan bonito.
Me masajeo las sienes con un gesto de dolor. Alcanzo la botella de desinfectante y me limpio las heridas con un gesto de dolor. Después las vendo y pregunto a Adara.
-¿Necesitas vendarte algo?

Suelto una risa suave ante sus "medidas de prevención", aunque son bien comprensibles.

-Bueno, acepto el empate, venga. Buena batalla, tenemos que repetir algún día en que estés menos cansado -esbozo una sonrisa cómplice y continúo-. En cuanto a las vendas... lo único que me va a suceder es que me salgan algunos moratones, que me van a doler horrores, pero nada que no pueda soportar. Nos vemos en otra ocasión, Reisha.

Salgo de la sala de entrenamiento saludando antes a Jau y vuelvo para mi habitación. Sin duda, las contusiones me duelen horrores; así que, de momento, descansaré.

Tras la pelea, deciden dejarlo como terminado puesto que ninguno de los dos daba su brazo a torcer. Alexander con contusiones y con los brazos llenos de sangres y Adara fatigada y debilitada, ambos derrotados.
Al momento veo como un contador aparece en la sala y puntúa con un punto positivo a cada uno.
Yo seguí allí acostado sin saber muy bien que decirles. Fui a decirles algo, pero me di cuenta de que lo único que podría hacer ahora es dar algún gruñido y me limite a mirarles con ojos amables mientras se iban a descansar.

Con la sala vacía, me levanté y decidí probar embestidas y ataques en forma de tigre.
Salté obstáculos dando brincos de hasta más de dos metros de altura y embestía a todo lo que me encontraba, combinando agilidad y fiereza... Me sentía bien en forma de tigre... Mis ataques eran salvajes y libres...

Los esfectos de la resaca se van desvaneciendo. Menos mal,porque las embestidas y golpes de Jau no son precisamente silenciosas y estaban retumbando en mi cráneo. Vuelvo a salivar de forma normal y el mareo disminuye. Me pongo en pie,pero mi cuerpo protesta por el esfuerzo,está dolorido,magullado y rajado en parte. Tengo los brazos que parecen de una momia. Pero no es momento de autocompadecerse. Observo entrenar al Jau tigre y,desde mi punto de vista es una monada. Me pregunto si me dejaría montar sobre él,pero rechazo la idea por sonar demasiado homosexual,una lástima,adoro los tigres. Como no me apetece entrenar,me dedico a buscar algún arma que me guste. La verdad es que no aguanto los escudos,pesan,te hacen lento,y los golpes siguen doliendo más que si los esquivas. Del mismo modo no trago las armaduras. Las espadas,hachas,lanzas...pesan mucho,mis brazos no son tan fuertes como para manejarlos con destreza,mi verdadero potencial son las armas ligeras,cuchillos,dagas,etc. Para no golpear,solo cortar,mi estilo de combate es mucho más sutil que eso. Encuentro un arma francamente curiosa. Aparentemente son dos dagas,pero la punta se repliega formando una especie de garra,su peso es mayor que el de una daga igualmente. Es un arma para desgarrar,para clavar y cortar,pero también puede servir para agarrar o quebrar. Me las cuelgo del cinto,me vendrán bien.

Estoy entrenando con la ballesta. Una pequeña ballesta de repetición es un arma que puedo portar en la cintura y disparar sin problema desde el aire, así que es perfecta. El único problema es la falta de precisión del arma, que seguro podré solventar con la práctica.
Para lo que tengo más problema es para el carcaj. En el aire, los virotes acabarían cayendo si uso un carcaj abierto, así que me inclino por uno con una cubierta de cuero, aunque me cueste más rato cargar la ballesta. Por suerte el cargador de la ballesta puede alojar hasta diez proyectiles, así que ese problema queda parcialmente solventado.

Mientras estoy entrenando, oigo barullo fuera de la sede. Me acerco a la ventana sin asomarme. Parece que desean entrar en el torreón y, me da a mi la impresión, que no con buenas intenciones. Aunque igual es sólo cosa mía, así que opto por sentarme en el alféizar, con la ballesta colocada en mi regazo de forma un tanto descuidada, pero procurando que se vea. Entonces les grito.

-¡Buenas noches! ¿Qué trae a sus mercedes a este lugar? -trato de imprimir a mis palabras un deje cortés, pero intentando dejar claro que ésta es mi residencia.

Mientras entreno y embisto contra más cosas, me paro en seco al escuchar algo que proviene del exterior y al poco rato escucho a Adara gritar algo también. Mi oído se agudiza poco a poco.
También veo que Alex me estaba observando mientras estaba entrenando y antes no me había percatado de su presencia.
Decido trotar en forma aún de tigre dirección a donde está Adara, para ver que ocurre.
Veo a un grupillo de gente fuera de la sede. No decido decir nada ni saludarles hasta que no se acerquen más, doy como suficiente el saludo de Adara y espero alguna respuesta de alguna de esas personas, al lado de Adara, con mi rutinario balanceo de cola...
Después miro a Adara interrogante, para que entendiera mi extrañeza al ver gente en el exterior. No parecían precisamente perdidos en la ciudad, esa gente la conocía a la perfección.

Asisto a la escena desde otra ventana sin que nadie me vea. Gentuza,y de la buena. Tiro de la cadena (bueno,si,lo estaba viendo por la ventana del baño¿pasa algo?) y me limpio el ojal. Me lavo las manos y me subo los pantalones. Dejo abierta la entana para ventilar,tengo que comer menos carne. Comprobaciones finales:cuchillos listos,katana lista,cinturón...casi,desabrochado. Sería una estupidez perder por eso pero las he hecho peores. En silencio salgo al pasillo formando navajas con el aura entre mis manos. Bajo por las escaleras sin hacer el mas minimo ruido,la oscuridad me amortigua. Oigo un ruido bestial,¿habrán saltado la puerta? No vale! Son fuertes entonces,no puedo atacarlos por delante,aunque sea el hogar de los guerreros mi habilidad de combate es inferior a las suyas.Descartado el ataque frontal,voy a hacer que la próxima vez estos poligoneros de mierda llamen a la puerta.

¿Pero qué se han creído éstos? Encima de no responderme, revientan la puerta del minarete y entran como si fuera su casa.
Bajo las escaleras con rapidez. Ellos están en la sala a la que dan las puertas de la torre, que consta de un foso y un estrecho pasillo pegado a la pared y que lleva a las escaleras, en las que me planto con la ballesta apuntando hacia su posición y una mirada fría. También endurezco ligeramente las alas, para defenderme de un posible ataque.

-Creo haber preguntado sobre qué se os ha perdido por aquí -me limito a decir.

Tras ver los buenos modales que tiene ese grupo y los daños que hacen en la puerta del minarete, Adara sale corriendo y yo corro al lado suya.
Cuando llegamos donde están esos indeseados, Adara endurece sus alas y les apunta con la ballesta, con rostro de pocos amigos. Yo les enseño mis enormes colmillos, les gruño y después me convierto en persona humanoide.

- Sí, y ya se os debe de haber perdido algo muy gordo para destrozar algo que no es vuestro, caballeros -Les digo después de Adara y saco mis garras a la vez que les enseño mis colmillos desde mi aspecto humano.

He estado entrenando un par de dias. De repente, oigo un ruido muy fuerte en la puerta. Me dirijo hacia allí y veo un grupo de personas que la han reventado. La chica alada que peleaba con Alex y un ser que parece una mezcla de hombre y tigre les estan plantando cara...esto puede acabar mal. Con la mano izquierda (la normal) desenvaino mi espada (la pérdida de mi brazo derecho hace tiempo ha mejorado mi dominio de mi brazo "malo"), mientras que preparo mi brazo derecho (el transformado) para pelear. El escudo que me sigue está preparado para entrar en acción también.
-Buenos días...¿qué os trae por aquí?-digo despacio, poniendome al lado de la chica alada sin dejar de mirar al grupo rival.