Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Entré como una exhalación en el torreón, lo más rápido que mi transformación me permitía, hasta darme de narices con una notita, con muchos dibujos y caras sonrientes, de K en mi puerta. <<Que qué... ¿¡Qué!? ¡Nonononono! ¿Precisamente ahora? ¡Maldita la hora! Esas pisadas... Corre, corre, ¡que viene detrás!>>

-¡Ahora bajo! ¡Dame un momen...

No me dio tiempo a acabar, ya que me saltó a la espalda y se colgó de mi cuello.
-¡Agh! ¡Hola! ¡Ya me has visto! ¡No me mires, que estoy horrible!-grité, agachando la cabeza con rapidez.-Muy rara tienes que estar o te ha pasado algo muy emocionante para querer verme la cara, por favor...-dije, limpiándome la nariz de nuevo.

Al azul de la nariz había que sumarle el rojo de nervios, vergüenza y cabreo. Mala mezcla.

La libense le dio un sonoro beso en la mejilla al idrino antes de dejarle ir ya que le había prometido que le acompañaría a Libo. Branniel, por su parte, bromeó con la posibilidad de que su presencia asustara a las buenas gentes de su tierra, pero la loba le contestó que hacía falta mucho para asustar a un libense. Finalmente, el trasgo aceptó el viaje y la licántropa lo besó de la misma manera que había hecho con Shizel y Saren. Intercambiaron algunas palabras más y luego el trasgo se despidió no sin antes prometer que estaría en esa misma puerta el día indicado a la hora indicada.

La libense se encontraba cenando algo sencillo con la intención de ir luego a Serpentaria a hablar con Alder y Ariv, pero entonces oyó la puerta y vio a Atol pasar como una exhalación rumbo a su habitación.

- ¡ATOL! ¡NOTICIAS, NOTICIAS FRESCAS Y FANTASTICAS!- gritó mientras le perseguía. En cuanto lo alcanzó le saltó al cuello a abrazarle.- ¡SON NOTICIAS FANTASTICAS! ¡NOS VAMOS A LIBO!- gritó sin percatarse de los cambios físicos del libense.- Ha venido la embajadora de Libo y me ha dado unas invitaciones para ti y para mí. ¡Van a montar una fiesta en Libo por nosotros! Ven a mi habitación que te voy a dar el sobre.

La libense soltó al helión, todavía sin darse cuenta de su cambio, y se transformó en loba sin quitarse la ropa, ya que era ancha y no se rompería. Atol solo tenía que seguir a la gran loba vestida con camiseta y pantalón bajo el cual una cola hiperactiva luchaba por escapar moviéndose de un lado hacia otro.

Sus palabras, cosa inaudita dadas las circunstancias, lograron quitarme toda gana de encerrarme en el cuarto. Dos palabras hicieron mella por nosotros en mi cabeza, tanto que todo lo que había montado a mi alrededor empezó a desmoronarse.
-Fiesta... ¿Por nosotros?

Eso lo repetí poco convencido. ¿Por qué iban a dar una fiesta por una mujer convertida en lobo y un hombre con magia sin esfuerzo? No tenía sentido... Pero se la veía tan convencida... Y lo de embajadora de Libo le daba fuerza a sus palabras. <<¡Pero no tiene sentido! ¡No puede tenerlo!>>

-Sobre... Voy.-murmuré mientras la seguía a su dormitorio.

<<¿Cuándo se ha convertido en loba que ni cuenta me he dado?>>
-¿Va en serio? Parece serlo pero... Podrían haber avisado antes de tirarme meses pensando que me rechazarían nada más pisar Libo...-murmuré de nuevo, apoyado en la pared.

Ya no me importaba en absoluto lo de la cara. Total. Todo lo del nombre, los pensamientos sobre Libo, para nada. Me había hecho a la idea de que Rocavarancolia sería mi hogar y de pronto me llegó esto de golpe. <<Y siendo como es Libo, no podré negarme...>> Inmediatamente, seguí hablando.

-Ya sé que me sigues llamando Atol, que realmente me da igual, pero lo del cambio de nombre... Lo hice pensando que no podría volver a Libo... Y ahora esto... Ya podría habérsele ido la mano a Nia y haberme envenenado o algo.-mascullé.

Ahí ya hice una pausa. Lo de Nia había ido en serio. Creer que no podría volver a Libo no fue nada placentero. Destrozada esa teoría, ahora lo del nombre y mi forma de entender el mundo no cuajaban en absoluto con Libo ni con el Atol que habían sacado de allí. ¿Cómo demonios iba a volver? ¿Con un puñetero disfraz que cubriera cuerpo y mente? <<Pff, cuerpo sería algo estúpido. No puedo volver con estas pintas ni loco. Porque me van a obligar, eso seguro>>

Mientras el caos bullía en mi interior, miré y observé a Karime. No me decidía a contarle todo esto como hice con Melodes, ya que no era lo mismo: el soñador tenía esta ciudad como su hogar mientras que K... <<No hacen falta palabras, mírala...>>

-Lamento haberte chafado la noticia...

Karime quedó completamente seria cuando Atol terminó de hablar. Lo escudriñó con la mirada durante algún tiempo y luego se decidió a hablar ella.

- ¿Por qué estas azul?- preguntó extrañada. Luego sacudió la cabeza y recuperó su sonrisa eterna.- Da igual. ¿por qué creías que te iban a repudiar? ¡Qué tontería! Tal y como yo lo veo no debería ser así. Es verdad que ahora somos rocavarancoleses, o al menos yo me siento así, pero sangre libense corre por nuestras venas, fiera y decidida, y la sangre llama a la sangre. Puedes renegar todo lo que quieras de tu familia, de tu tierra, incluso de ti mismo, pero la sangre es la sangre.- terminó mirándole fijamente a los ojos.- Bueno, yo no soy una experta, sobre esto puedes preguntarle mejor a Pablo.- siguió despreocupadamente. La licántropa cogió el sobre de encima de su mesa y se lo entregó al helión, le señaló su silla para que se sentara y ella lo hizo en la cama.- Rocavarancolia y Libo son aliados y Reina Madre quiere conocernos, conocer a los primeros libenses que han superado la criba tras el hermanamiento. ¡Volver como héroes, Atol! ¿Te imaginas?- la loba se cayó unos segundos y luego habló más calmada y a un volumen menor.- Mentiría si dijera que yo no tenía miedo. No a que me repudiaran, sino a no querer volver yo, ¿Y si un día descubro que ya no quiero volver a ver a Lima nunca más? ¿Y si un día me doy cuenta de que mis padres ya no significan nada para mí? ¿Y si algún día dejo de echar de menos a Ilol? No quiero que eso pase. Quiero ser lo que soy, me gusta ser lo que soy, pero no quiero perder lo que fui, no quiero olvidarlo. Me gusta la perspectiva de poder volver de vez en cuando a visitar a Ilol, a mis padres, a Lima,… ¿Sabías que el portal a la Tierra abre solo una vez al año y les borran la memoria a todos? Eso sería horrible…

Cuando la chica se decidió a hablar, empezó bien, pero según avanzó, me dejó con la boca abierta. <<¿Acaso no ha entendido nada? Claro que quiero volver a Libo, ¿cómo se le ocurre semejante tontería?>>

-Creo que... no me has entendido. Mírame: hombre, con magia que no se ganó con esfuerzo alguno. Transformación que me vino por una Luna Roja misteriosa. Quizá los libenses que piensen como tú no me pondrían pegas, pero ¿los que pensaban como yo cuando vine aquí? Esto sería un sacrilegio. ¡Un hombre con más magia que una mujer que, para colmo, no tiene ni una gota y se transforma en lobo! Por eso dije que pensaba que me repudiarían. Si yo hubiese nacido noble o hubiera tenido voz en la alianza, no habría aceptado, ya que esta ciudad destroza todas o casi todas las creencias libenses.

Ahí hice una pausa, ya que tenía varias dudas. O bien la chica no me había entendido, o bien me había explicado mal, o bien estaba loco y nada de lo que decía tenía sentido. <<En ese caso, más motivos para no volver>>

-Y además, ¿por qué iba a pensar lo contrario? ¿Qué gloria ve Libo en transformarse en esto? ¿Cómo se les explica que te has transformado en un lobo sin magia, además? No le veo sentido dentro de las creencias de Libo... Que no quiere decir que yo crea eso, ojo.-sacudí la cabeza y volví a lo que ella dijo.-No. No me has entendido. Quiero volver a Libo, claro que quiero. Ideología aparte, sigo siendo libense. Pero no quiero volver si tanto mis ideas como las suyas chocan. Allí algunos creen en las Brujas Antiguas, ¿dónde están los Brujos?

Ahí me callé, ya que no consideraba necesario explicar más ese punto. La chica había entendido lo que no y lo había explotado sin asegurarse de que era a lo que me refería, pero yo no tenía que extenderme tanto. Innecesario para algo tan sencillo.

O quizá no tanto. Por la reacción de la chica a mis palabras, entendí que algo fallaba en la conversación. ¿Y si había otra posible lectura a lo que me había dicho? ¿Y si era yo el que lo había malinterpretado?

-Y si... ¿Y si te entendí mal? ¿Te refieres a que ellos no pueden repudiarme por todo lo que me ha hecho la Luna por el mero hecho de ser libense? Lo de la sangre, vaya... Si te refieres a eso...-ahí la chica dio su afirmación y entonces suspiré.-Agh, perdón entonces...

Pero aun así, aun con todo lo de que había nacido libense, seguía siendo libense y por ahí me salvaba, aún así... Había otra cosa:

Pero que a mí me explique alguien cómo van a dar una fiesta en honor de dos... Blasfemias andantes. Es decir, ¿todo Libo está de acuerdo, alianza aparte? ¿También los más religiosos como yo lo fui en su momento? No me cuadra...

- Me ofende que pienses que mi gente va a pensar que soy inferior por no tener magia.- dijo con consternación.- ¿Es que acaso no me has visto? Soy magia andante. De todas maneras, vuestros hechizos pueden ser muy bonitos y no niego que sean útiles, pero no lo cambiaría por lo que yo tengo. Nunca. Lo siento, pero es la verdad. Adoro ser lo que soy. Cuando me conciencié de en qué me había convertido me di cuenta de que, en el fondo, siempre lo había sido y gracias a esa Luna Roja misteriosa que tú dices lo descubrí. Para mí la Luna no te transforma, sino que saca de ti lo que llevas dentro. Esa magia que dices que no te has ganado siempre ha estado en ti y formaba parte de ti desde el principio, así como mi forma lobuna formaba parte de mi. Y no creo que pisotee nuestras creencias, porque, ¡vamos, mira a Alder y Seon!- exclamó como si únicamente nombrar a la pareja sinhadre le diera la respuesta.- ¿Crees que Rocavarancolia ha hecho que dejen de creer que son dos partes de un todo? No, lo siguen creyendo, porque lo que pasa aquí, pasa aquí, y las creencias de Sinhdro, son las creencias de Sinhdro, y ellas deciden que creer y que no, pero una cosa no eclipsa a la otra. Si eso fuera así, todas las creencias se anularían las unas a las otras. ¿Qué me dices de Idris, de FONERA, de Nubla, de la Tierra? ¿Qué me dices de todos esos mundos vinculados a este? ¿Cuál es la verdadera creencia? No es la rocavarancolesa, pero tampoco es la libense, o a lo mejor son ambas. Quizás Alder y Seon si que formen un todo, pero eso no implica que a mí me haga falta otra mitad.- Fingió consternación de nuevo antes de hablar.- Me ofende que me llames blasfemia andante y ya van dos.- dejó de bromear y se puso algo más seria.- Tu no lo eres, así que tranquilízate, yo… yo prefiero no pensar en esos familiares terrestres de los lobos que persiguen felinos.- sacudió la cabeza rápidamente, sin querer hablar de eso.- Como ya he dicho antes, eso no pasa en Libo. Ahí solo soy un animal desconocido. Confío en que al definir mi transformación hayan omitido las partes ofensivas.- paró unos segundos y miró a Atol a los ojos, intentando tranquilizarlo.- Reina Madre ha aceptado la alianza y no hay nadie que represente más nuestras creencias.

Saren llegó a la Sede un rato después de dejar a Alder en Serpentaria. Se había transformado en roc a mitad de camino, lo que le había hecho reducir el tiempo de viaje unos cuantos minutos. El idrino entró por la ventana de su habitación y dejo su abrigo y su bufanda en un perchero, saliendo después al pasillo mientras tarareaba en voz baja una de las canciones que habían tocado en la taberna hacía ya casi un mes. Estaba bastante hambriento, por lo que bajo a la planta de abajo procurando no hacer ruido y se adentró en la cocina, donde se empezó a moverse de un lado a otro. Sacaba ingredientes y cacharros de los estantes, dejándolo todo sobre la encimera, y cuando hubo terminado lo coloco todo a su manera y empezó a cocinar.

Empezó por lavar el pollo y las verduras, para después llenar una jarra con agua y poner un par de cazuelas al fuego. Pico cebolla, zanahorias y pimientos, y tras sofreír el pollo puso la verdura a cocer. Cuando llevaba la mitad del tiempo total de cocción, el chico añadió un poco de pan rallado para espesar la salsa y echó los champiñones junto con el pollo. Mientras esto se terminaba de hacer, el norteño preparó arroz blanco a modo de guarnición en la otra olla y lo sirvió todo en dos fuentes cuando acabó. Limpió lo que había ensuciado con un par de hechizos y se sirvió un plato generoso, sentándose después a la mesa con gesto ausente.

Tap había pasado todo el día en su habitación, leyéndose las instrucciones de su nuevo cuerpo. Cuando las tuvo más o menos aprendidas, le puso un par de aplicaciones (las runas que daban una pequeña descarga al contacto) y bajó a exhibir la obra de arte que había realizado la difunta dama Hálito.

Encontró a Saren sentado en la mesa de la cocina, llevándose a la boca algo con gesto ausente. Tap hizo levitar su cuerpo hasta la misma mesa y lo sentó. Se movía con hosquedad, ya que el repoblador tenía que saltar entre las diferentes partes y todavía no lo controlaba bien. El muñeco le tendió la mano a Saren y Tap giró la cabeza para que los falsos ojos apuntaran hacia el idrino.

—Saren, mhir-a, ehclkjfa la mano—. A pesar que el aparato para la voz funcionaba de una manera bastante intuitiva, Tap todavía tenía que trabajárselo bien. Aún así, el repoblador seguía igual de eufórico y hasta los sonidos sin sentido que emitía a veces le sonaban a bendición Floral.

<<¿Te ofende? ¿Acaso a mí no me ofende pensar algo así de mí mismo? ¿Qué demonios hace defendiendo su transformación contra mí, si en ningún momento la he atacado personalmente?>> Pero lo que decía fue, en mi opinión, mejorando, así que me guardé cualquier réplica y seguí atendiendo.

<<¿Que yo siempre he sido un helión? Todos se han transformado en algo distinto así que tiene sentido... Pero entonces... Si ya lo era en Libo... ¿Pertenezco allí realmente?>>

Lo que dijo de las creencias también lo pensaba yo de igual manera y me parecía irrelevante, así que esperé a ver por dónde seguía su argumentación.

Y de nuevo dijo algo interesante... <<No te he llamado eso ni me lo he llamado a mí mismo. Que yo piense que la ciudad me ve así no significa que yo te vea así, joder. Y sí, más nos vale que no les hayan contado todo>> Aunque hablé, seguía sin estar del todo convencido. Si ya era un helión en Libo (y allí, obviamente, no los hay), ¿pertenezco allí realmente?

-Lo de la Tierra... si se enteran, podrían pedir una invasión usando este mundo como puente.-bromeé.-Lamento que mis palabras hayan sonado ofensivas... Lo de Reina Madre es cierto, ya...-suspiré y me rasqué la cabeza.

Por una parte estaba convencido, pero lo nuevo quedaba sin resolver. ¿Se lo diría a K? Ya la había molestado y ofendido demasiado... En cuanto a lo "nuevo", <<si Libo, la Reina Madre, han decidido dar esa fiesta... Y si se han aliado ambos mundos y yo soy tanto helión por esencia como libense por sangre... Todo debería estar bien, ¿no? ¿Quizá en Libo estén cambiando algunas de las formas de ver el mundo y admitan varias cosas que antes no y esto solo sea un paso más? Además, a Libo le viene genial que haya gente transformada, con o sin magia>> Pero esa cuestión final daba paso a otra un tanto candente. <<¿Tienen idea la Reina Madre y los demás nobles del potencial bélico de Rocavarancolia? Si la alianza se rompiera y ambos mundos entrasen en guerra... Porque puede pasar: los libros de historia demuestran que este mundo es un mundo conquistador. ¿Pero entonces nosotros? Por mucho poder bélico que tengamos en Libo, Rocavarancolia tiene la magia. Y por muchos libenses transformados que pueda tener Libo de suceder el conflicto, Rocavarancolia siempre tendrá más. Y aún así me inclino a pensar en un empate... ¿Pero y yo? ¿De qué lado me pondría?>> Ahora la situación ha cambiado. Antes, pensando que sería una especie de exiliado, no habría dudado en ponerme del lado de Rocavarancolia, aunque doliera... Pero ahora, que podría pasearme por Libo como uno más, aparentemente aceptado... <<Todos mis planes de futuro a paseo. De una vida sin Libo a otra con Libo y Rocavarancolia... A corto plazo es mejor, pero si se da el conflicto...>>

Entonces volví a abrir los ojos y caí en que estaba con K, haciéndola esperar. <<Si se da el conflicto, ya veremos>> Esta vez volví a hablar más confiado y relajado.

-Perdón, estaba dándole vueltas. Vale, creo que ya. Asimilado. Comprendido y entendido. Interiorizado incluso, diría. Gracias, de verdad, me has ayudado bastante. Quizá no lo parezca por lo parco en palabras que suena esto, pero va muy en serio. Gracias.

Saren observó sin decir nada el artefacto que entró en la cocina y levitó hasta encaramarse a la mesa. Era la reproducción exacta de un repoblador unos treinta centímetros mas alto que la media, y sabía perfectamente que Tap estaba a los mandos. Lo que no se esperaba era que hablara, o que hiciera amago de intentarlo. El norteño apartó el plato y se inclinó hacia adelante para observar aquel ingenio con mas detenimiento, los ojos brillantes de curiosidad. A pesar de su tamaño no parecía que pesase mucho, por lo que dedujo que debía estar hecho con alguna aleación de metales ligeros. Había oído que Tap estaba esperando recibir algo que le había encargado a una demiurga, pero no se imaginaba que fuera aquello.
-¿La mano? -le pregunto al poltergeist, para tender la suya propia a continuación sin darle tiempo a contestar.

El norteño retiró la mano en cuanto sintió la corriente, echándose hacia atrás como si lo hubiera mordido un perro. La descarga, sin embargo, le había entumecido el brazo y se le habían dormido los dedos. Debería habérselo imaginado, pero aquel ingenio le había hecho bajar la guardia y no se había anticipado a un posible ataque del repoblador. Durante unos segundos le dirigió una mirada amenazante a Tap, pero poco a poco su expresión se suavizó y no pudo evitar echarse a reír. En cierta manera tenía su gracia, sobre todo para el que lo veía desde fuera, y tampoco es que hubiera sido una broma tan seria, por lo que tenía pocos motivos para echársela en cara.
-Hagamos una cosa Tap, yo no me tomo mal la sacudida -comentó con sarcasmo mientras agitaba la mano para devolverle la sensibilidad-, si tu me cuentas mas cosas de tu nuevo cuerpo -añadió sonriente.

Karime sonrió, esperando sinceramente haber ayudado al helión. En su opinión, la única que debería torturarse llegado el caso sería ella, ya que ella era la que tenía “familiares” que atentaban contra sus tradiciones, pero creía fervientemente lo que le había dicho a Atol: cada lugar tiene sus creencias, cada mundo es único. Que los llamados perros persiguieran y cazaran felinos no quería decir que fueran capaces de hacerles lo mismo a los felinos libenses. Solo esperaba que, si algún día Libo se llegara a enterar de esto, pensara como ella. Karime amaba lo que era. Su forma animal fluía por ella como si siempre hubiera estado ahí y odiaría verse obligada a repudiarse a sí misma.

- Espero haberte ayudado de verdad.- sonrió ella.- Vamos a leerla.- sugirió con una sonrisa mientras abría el sobre de su invitación. Leyó toda la invitación en voz alta hasta que llegó a cierto punto y exclamó sobresaltada.- ¿¡Solo dos invitados por persona!? ¡Pero si yo ya he invitado a tres! ¡Y todavía me quedan Alder y Ariv! Atol, Atol, Atol, Atol, ¿Cogerías a dos de mis invitados como si fueran tuyos, por favor? No quiero ahora decirles a nadie que no. Y a los que todavía no he invitado pues puedo prometerles otra escapada a Libo, pero no quiero ir a Shizel, Saren o Branniel y decirles “no, mira, que ahora no vienes” ¡Sería horrible! Pero tampoco puedo dejar fuera a Alder y Ariv. Espero que alguna diga que no, aunque me encantaría que ambas fueran. A lo mejor Ariv no puede, me dijo que estaba empezando algunos proyectos. O a Alder le surgen imprevistos. Tendré que planear un viaje después con los que no van a venir, porque odiaría excluirles. ¡Qué mal, Atol! ¡Qué mal!

<<No sé si sabes cuánto...>> ¡Cambio de tema! Ahora le llegó el turno a leer las invitaciones. La imité y leí la mía con el entrecejo fruncido <<¿Invitados? Espera, espera, ¿tengo que gastar las dos invitaciones? ¿Y a quién podría invitar? Ah, espera, sólo dejan...>> Dos, en efecto, tal y como K descubrió de forma bastante perceptible. Al parecer, había ido invitando a bastantes de nuestros compañeros, pero por suerte uno de los nombres estaba en mi lista de invitados mental. Invitada, mejor dicho.

-Dime, dime, dime.-la imité riendo.-¿Me lo pides por favor, después de haberte dado las gracias? Por favor, por ti lo que sea. ¡Pues claro que sí, mujer! Si además me quitas un peso de encima, que sólo se me ocurría Alder. La cosa que se me ocurre ahora... ¿Y Seon?-pero al ver sus nervios, negué con la cabeza y me reí un poco.-Pero, eh, tranquila, siempre podemos hacer eso, organizar una visita turística o similar para ellos. Y que ellos hagan lo mismo con sus mundos y con nosotros, de paso.-sugerí.-Entonces... ¿Te dejo mis invitaciones y tú ya te organizas?

Sin embargo, si la chica parecía estar nerviosa, al decir yo "organizas" había desatado algo que traía nervios para mí. Creo que me puse pálido al percatarme de ciertos detalles a los que di voz sin apenas darme cuenta.

-¡No tengo ropa ni maquillaje ni nada decente para ir! Las manos pasan, pero ¿y mis pies?

<<¡Nia! Creo que vi maquillaje en la Botica... Y con su dinero y... ¡El Mercado! Y... ¿Qué hago con los pies? Puedo hacerme con unas sandalias un poco más grandes... O pagárselas a Jack para que me las haga a medida. ¡O preguntar a Melodes! ¡Cualquier cosa sirve!>>

-No puedo ir a Libo con estas pintas, que hace meses que ni me peino.-bromeé para tranquilizarme.

Y era cierto. El pelo crecía rebelde y sin ton ni son debido a los cortes indiscriminados que de vez en cuando le daba aquí y allá para que no me molestase al luchar o trabajar. Pero estaba hecho un desastre. Todo yo lo estaba. Pero si yo estaba en semejantes condiciones... ¿Ella? <<Aunque... Eh, espera, yo tengo que buscarme la vida, ella sin embargo tiene su familia, si le falta de algo podrá... O no, quizá quiera ir con lo que consiga aquí. No me compete, tampoco... Pero que yo sepa no tiene ningún empleo...>>

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