Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Cuando Atol llamó a la puerta, Tap se encontraba aletargado dentro de la bola de metal. Había pasado los últimos días ocupado en no cabrearse hasta el punto de echar abajo todo el edificio. No sabía la cantidad de días que llevaba siguiendo los pasos del libro de runas que había cogido de la biblioteca, pero por alguna extraña razón ajena a sus conocimientos, nunca pasaba nada. Tan enfadado como acababa, hubo momentos en los que incluso él sintió que se pasaba con los gigantes, como la mañana que le lanzó una silla al chico que brillaba de noche. Pero esos ligerísimos remordimientos solo llegaban cuando se sofocaba el enfado, acompañados de cierta empatía al pobre de Pablo. Ahora entendía su frustración con las runas e incluso lo envidiaba. <<Al menos a él le pasan cosas, aunque sean cosas que lo vayan a acabar matando>>.  Y fue en uno de sus berrinches que decidió descansar dentro del balón de acero.

La voz de Atol le hizo despertar de golpe y la bola dio un salto antes de que Tap la abandonara. Salió de la habitación por la rendija de la puerta, dentro de un pequeño papel que rezaba "A por las ratas esas". Desapareció unos segundos y volvió dento de una maza. Romper las cabezas de más amiguchas del Tulipán sonaba demasiado desestresante como para ignorar el plan del helión. Incluso estaba dispuesto a no tratar de envenenarlo. <<Seguro que a la vuelta me salen mejor las runas>> se dijo convencido.

La respuesta me llegó en forma de mensaje bajo la puerta y asentí. Fui a por mis cosas mientras Tap se preparaba y, cuando vi la maza flotando me imaginé lo peculiar de una situación de lucha con el repoblador. <<Espera... ¿Podrá poseer las espinas una vez lanzadas?>>

-Hey, ¿crees que podrás poseer las espinas? Y qué suerte no necesitar defensa física alguna. Bueno, vamos. Ah, a Pablo le grabé algunas runas en Letargo, por si necesitas ayuda.-añado finalmente, señalando los intentos de la puerta.

Mientras hablaba, me puse los guanteletes dobles y envainé las cimitarras. Con la lanza al hombro salí del torreón.
Sigue en la Plaza de los Colaespina.

Los días habían pasado sin muchos contratiempos, el entrenamiento con Shizel y Enredo seguía. El entrenamiento avanzo a buen paso, DL había notado un gran avance en esos días, su torpeza habitual había hecho aparición en múltiples ocasiones pero sentía que le era mucho mas fácil que antes, aunque seguía teniendo mas dificultades que Enredo en el aprendizaje, lo cual era un gran alivio. Los enfrentamientos mágicos que tuvieron, simples en general, fueron bastante interesantes, sobretodo porque DL había intentado concentrarse en varias cosas al vez, en hacer magia y en intentar sin mucho éxito en la mayoría de ocasiones el modificar su cuerpo al mismo tiempo, sacar garras, cambiar la piel a una escamosa, diminuir su tamaño o aumentar el volumen de su musculatura, algo que le era aun realmente difícil y que solo consiguió en una ocasión con resultados bastante risibles. Pero quitando todo ese entrenamiento, los días fueron lo normal, salir de la Sede entrenar con los chicos, cenar en Serpentaria o salir de vez en cuando por su cuenta a la Biblioteca a documentarse sobre hechizos o criaturas mágicas, para luego estudiar lo leído en su cuarto. No paso mucho tiempo en la Sede, pero el tiempo que estuvo mantuvo algunas conversaciones con Atol en especial que pasaba mucho tiempo en la Sede haciendo a saber qué.

Aquel día la Sede estaba bastante silenciosa, lo cual indicaba que Tap no estaba, porque a pesar de que el poltergeist no podía hablar ruido seguía haciendo. DL no tenia mucho que hacer, bueno mas bien tenia mucho que hacer pero no sabia por donde comenzar, estudiar de libros siendo que su tranformacion era  física y necesitaba ejemplos donde fijarse, ejemplos de carne y hueso a ser posible, decidió que lo mejor era salir un poco de su cuarto y despejarse pues llevaba días haciendo un rutina de entrenamiento ya fuese en la Sede o con los serpentarios. "¿Un sitio donde no suela haber mucha gente? Y conocido a ser posible... me evito sorpresitas así" Tras pensarlo un poco decidió que un lugar tranquilo y donde habitualmente no había nadie era el río, mientras no se metiera en el agua no tendría que lidiar con los peces. Así que tras tomar algo de comida que metió en su bolsa y su espada corta por si acaso se dirigió hacia el río con intenciones de relajarse un poco antes de que en la tarde comenzara nuevamente con su practica.

Sigue en el Río.

Llegamos algo acelerados a la Sede, ya que el cadáver del colaespina atraía miradas nada halagüeñas. Bueno, llegué, no se podía decir lo mismo de alguien inmune a mordiscos.

-Voy a preparar esto.-le dije sin más, aunque entonces recordé lo de las runas.-Ah, oye, después de comer si te puedo ayudar, dilo.

Llevé al colaespina a la cocina y allí me hice con varios cuencos, palanganas y un cubo. No tenía mucha idea de carnicería, pero algo de anatomía básica universal tenía. <<Haberlo pensado antes de traerlo, ceporro>> Por suerte la Cicatriz no estaba tan lejos para ir a tirar la basura. Pero con los huesos podría hacerme más agujas para el futuro <<Y cuando tenga dinero pues ya las compro. Aunque si me enrolo en el ejército... Digo yo que alguna paga tendrán. Y su propia herrería, eso sin duda>> pensé, para poder mejorarme los guanteletes y las botas que bastante dejaban que desear. Para más eficacia, me encerré en la cocina, por si alguien ponía el grito en el cielo al ver lo que estaba haciendo...

Al final logré separar la carne, que fue al fregadero directamente; las visceras a la basura y los huesos más pequeños los limpié y guardé en mi cuarto. En cuanto al esqueleto, en un primer momento pensé en tirarlo, pero como no sabía el alcance de la transformación de Tap, lo dejé también en mi dormitorio. Y lo restante, a la basura también. Después fui a asearme ya que olía a todo menos a persona.

Para cuando escuché a alguien entrando en la Sede, avisé sin salir:
-¡Prohibido entrar en la cocina!

Estaba un tanto desordenada (restos de todo por todas partes) y sucia (sangre, mucha sangre), pero al menos olía a carne. ¡Un plato de carne en condiciones y no esa bazofia que venía en las cestas! Chuletones de colaespina con verduras y condimentado de forma suave para no perder el sabor de la carne. Por supuesto, antes de pensar siquiera en servir la mesa, limpié el estropicio.

-Maldita sea, ¿sólo tenemos agua? Agh.

<<En fin, ¡no importa! Ya conseguiré comprar algo>> Puse la mesa para todos (si sobraba algo me lo comería yo), llamé a comer y cuando vi a DL y Ramas, bromeé:

-Hey, mirad qué buena pinta. Es colaespina; yo aún no he muerto así que no parece venenosa. Comida de verdad, no de cosechados. Aunque sin cerveza ni vino.-me lamento antes de sentarme.

La vuelta fue bastante amena hablando con Ramas, para oír, apenas había atravesado la entrada de la Sede a Atol gritándoles que nada de entrar en la cocina cosa que hizo que DL sintiera curiosidad.

-Oh alguien se dignara a alimentarnos- bromeo un poco, ya que el ya había tomado casi por costumbre el ir a cenar a Serpentaria dada que sus lotes culinarias eran bastante simples y no tenia mucha idea de como serian las de Atol pues era la primera vez que cocinaba en la Sede, al menos que el supiera. Atol no tardo en aparecer mostrandole una suculenta comida, que tenia muy buena pinta, al menos hasta que dijo de que ser provenía la carne- -¿Que te ha dado para querer cocinar? No, mejor dicho, ¿que te ha dado para querer cocinarnos una rata con púas?- pregunto DL alzando una ceja curioso e interesado-Aunque bueno tiene buena pinta y si he comido peces con dientes cree que podre con algo que tiene un aspecto apetitoso -añadió encogiéndose de hombros sonriente, mas al saber que no era venenosa y si lo era y los síntomas venían con retraso se aseguraría de hacerle comer a Atol una colaespina cruda, cosa que esperaba no tuviera que pasar que el libense podía con el de sobra- Y bueno, voy a cambiarme que ya me seque la ropa después de que cierto chico árbol me tirara al agua, pero esto esta apelmazado-dijo señalando su ropa, subiendo al cuarto para poder cambiarse, recatando apenas una camiseta algo descocida y de mangas cortas de color azul y unos pantalones desgastados, la segunda muda que poseía antes de volver a bajar- Estoy deseando poder transformar mi propia ropa, lo digo en serio -dijo pues la camiseta le quedaba algo grande dado que el era bastante delgado, reuniendo con los otros dos- ¿Solo estamos nosotros tres? No estaría mal tener un comida en grupo para variar...que apenas nos vemos las caras- añadió cuando ya volvió, entreteniendo en recortarse el pelo dado que lo tenia bastante largo, molestandole, y dado que con su tranformacíon se ahorraba en peluquería pues nada, mas practico.

Zmey Sardaur firmó en la primera página de su nuevo cuaderno con su mejor letra. Lo había cogido de no de los estudios y había usado un par de hechizos tontos para decorarlo, poniendo, como no, un dragón en la portada. Iba a usarlo de diario, para escribir todo lo que avanzase en sus estudios, con su dominio, incluso sobre las personas que iba conociendo que, si no eran importantes en el momento, lo serían algún día. << También de los lugares que visitaré>> pensó ilusionado. Escribió los hechos destacables de los últimos días, ensalzando el de su transformación, y el momento en que lo llevaron ante el rey. Comentó por encima su llegada a la Sede, y sobre sus compañeros y los otros residentes. Se le fue la hora, y paró de escribir cuando su estómago le reclamó comida. Salvo el escaso desayuno no había comido nada más en todo el día. Dejó el cuaderno en la cama y salió de su habitación, prometiéndose luego una siesta de las que hacían historia.

-¿A qué huele?- preguntó arrugando la nariz al entrar en la cocina. Aún quedaba algo del hedor de las vísceras de los colaespinas.

Saludó a los que estaban sentados a la mesa, DL y un chico verde que no le sonaba, y se sentó también. Había cocinado Atol, y por primera vez le puso morros a su comida. La carne estaba demasiado poco hecha, por lo que, con cierto disimulo, invocó una llamita que avivó con su poder hasta hacer una suerte de soplete para tostar bien la carne. Por desgracia para Zmey, eso era dificil de disimular.

A Dirke se le hizo muy raro entrar a la cocina. No era la parte de la Sede que más frecuentaba y, para ser sinceros, los fogones ayudaban a que pasaran meses sin pisar sus suelos. Dirke era consciente  de que no iba a arder en llamas por ellos, pero tampoco tenía la necesidad de averiguar si de verdad si el porcentaje de error mortal en la cocina era bajo. <<Lejos significa seguro>>, se solía decir cuando las temperaturas subían. Aguantó esa vez porque cuando entraron el fuego ya estaba apagado y la gente nueva parecía simpática. Al menos DL y el cocinero de las uñas, cuyo nombre, por cierto, no recordaba si sabía.

-Yo soy más de cielos despejados, perdona si no comparto vuestro apetito con... ¿Colaespina?-era imposible olvidar ese olor después de haber vivido en el burdel.

Como no podía ser de otra manera, el alemán dio la vuelta a la silla y se sentó abierto de piernas, apoyando los brazos y la cabeza en el respaldo, mirando a la mesa. No paso mucho tiempo antes de que tratara de hacer equilibrios apoyándose únicamente sobre una pata. Sin embargo, la situación no fue insostenible para  Dirke hasta que entró el pelimorado. Sabía qué era y en su cabeza restalló el mismo pensamiento de los fogones, seguido de una disculpa que rezaba parecido a <<Las personas que juegan con fuego pueden ser majas. Recuerda a Gael>>. Devolvió todas las patas al suelo y trató de hacer lo mismo con su tranquilidad. <<No tiene por qué pasar nada, Dirke. Tranquil... ¡Oh! ¡Mierda!>>. El chico había hecho aparecer una llama y el alemán, que tampoco estaba tan cerca, arrastró la silla un par de pasos para alejarse más del fuego y de la mesa. Sonreía de puro miedo y su mirada era sinónimo del nerviosismo que pronto le hostigaría para salir de la cocina.

-Ap... Fuego...-para más inri, el rocavarancolés solía evitarlo en condiciones extremas. Carraspeó y rezó para que le entendiera.

Al parecer no eran los únicos, pues no tardo en parecer Yrio invocado por el olor a comida. A DL a esas alturas poco le importaba la comida con olores peculiares, mas tras haber visto a compañeros comiéndose criaturas como si se comieran un bocadillo.

-A mi me da igual, de paso pruebo cambiar mis papilas gustativas- añadió entretenido encogiéndose de hombros observando con curiosidad a Yrio al verlo cocinar aun mas la carne con su fuego acción que aprecio incomodar a Ramas, por motivos obvios.Queriendo ayudar un poco mas porque Ramas aprecia leerse trabajo la lengua decidió decir algo- Yrio, ¿por que te sigues llamando Yrio, no?- pregunto primero de todo queriendo asegurarse, mas tras haber visto a varias que se habían cambiado el nombre, así se evitaba errores tontos- No se si conocerá a Ramas, pero bueno por si acaso, es un chico árbol y eso...- dijo un tanto incomodo ya que bueno realmente mucho trato con otro de la Sede no tenia y no era nadie ahí para evitar al resto a hacer o a deshacer lo que quisieran, solo le decía para que lo supiera. No había que unir muchos cabos para unir que al ser un chico árbol temería al fuego de forma natural.

-A todo esto, ¿por que no hablamos un poco? Vivimos juntos y apenas hemos mantenido alguna conversación. No se, por ejemplo ¿que estáis haciendo ahora? En vuestras practicas- dijo interesado mirando a sus compañeros, principalmente a los recién transformados queriendo tal ve iniciar un poco de comunicación con sus compañeros- Y si alguien se ha cambiado de nombre que lo diga, que me confundo con esas cosas- pidió ya para asegurarse de no llamarlos como debía.

Yrio no llegó a probar bocado cuando ya le llamaron la atención.

-¿Otro pirofóbico? ¿Pero qué coño pasa con vosotros?- bufó fastidiado. La principal razón por la que entrenaba solo, aparte de por el silencio, era para que sus compañeros no entrasen en pánico al verle practicar. Era divertido las primeras veces, todas las demás se hacía tedioso- Y ahora soy Zmey, me lo cambié la semana pasada. Pero como tampoco hablo con nadie no tenías por que saberlo...

Se apartó del chico árbol por si el olor a quemado también le molestaba y trinchó el chuletón chamuscado para empezar a comer. No hizo ningún comentario ni dio las gracias, simplemente comió, y se puso a pensar en sus cosas. Que alguien le tuviese miedo, y que fueran varias personas, le habría hecho sentir importante, era algo de lo que se podía presumir en aquella ciudad << Zmey Sardaur, el Temible>> Pero no si eran las mismas personas con las que convivías, que tampoco eran muchas. Despues de darle demasiadas vueltas a un mismo pedazo de carne, se le quitaron las ganas de comer.

-Creo que acabaré esto en mi cuarto...- dijo, pero DL trató de empezar una conversación, por lo que ya no podía huir- Pues... He encontrado un arte marcial bastante curiosa y estoy usando sus movimientos para controlar el fuego en combate. También me gustaría aprender hechizos de aliento de fuego, y alguna forma rápida de generar llamas decentes... Y estoy empezando un diario nuevo, ya que perdí el mío el día de las transformaciones

-¿No quieres colaespina? Puedo hacer DL al ajillo si lo prefieres.-dije riendo mientras fingía afilar dos cuchillos.-Para tu información, era el cocinero de Letargo y me encanta cocinar.

Pero no dije nada más pues estaba hambriento y quería comer en silencio, al menos por mi parte. En Libo solía comer más rápido, en Letargo esa velocidad disminuyó y ahora con las uñas... Pero con la práctica de estos días había recuperado el hábito. Lo malo era que además de Ramas y DL, llegó Yrio. Y claro, comer y hablar a la vez no era mi especialidad, así que me limité a escucharles y a ir tomando nota mental de lo que decían para luego responderles. Tuve que contenerme para que la comida no se fastidiase tras asustarse Ramas por el fuego de Yrio <<No he preparado una comilona para que el loco venga a arruinarla>> pero lograron solucionarlo e incluso sacaron tema de conversación. Yrio incluso dijo que se había cambiado de nombre: Zmey. <<¿De dónde lo habrá sacado? ¿O en dónde se habrá inspirado?>>

Cuando acabé, me guardé lo que tenía pensado decirle a Yrio sobre qué nos pasaba con el fuego. En su lugar, me sumé a la conversación.

-Zmey... Tengo curiosidad, ¿cómo te has inspirado para decidirlo? Y sobre mí... yo voy controlando estas uñas poco a poco. Tengo que evitar señalaros, por ejemplo, para que no os golpee ningún hechizo de los guardados.-y dicho eso, señalo a DL.

Acto seguido, salió de esta un mero chispazo del hechizo de invocar llamas conjurado para tal fin: bromear. Solté una carcajada mientras hablaba.
-¿Veis? Podría haber sido peor.-y cuando pasó el ataque de risa, bajé las manos.-Estás en los huesos, estáis en los huesos. Bueno, tú tienes tu madera. Pero a lo que iba: que si alguien necesita entrenamiento físico, que lo diga y Skarog hará de él un guerrero.-sentencio, señalándome con el pulgar, cuya uña está vacía.

Cuando el piromante se apartó, Dirke sintió ciertos remordimientos. No tuvo intención de hacerle sentir mal con el susto que se había llevado, pero por la manera en que el chico daba vueltas a la carne, parecía que era justo lo que había hecho. Seguía un poco trabado, para qué negarlo, y no fue hasta que no se calmaron los ánimos que no hizo su primer intento de hablar.

-Buenos nombres, suenan bastantes mejor que Ramas-dijo riéndose. Realmente el cómo lo llamaran no era algo que le importara demasiado, pero estaba bien ver que otra gente se lo tomaba más en serio. El sonido de la puerta cerrándose violentamente lo distrajo unos segundos, pero luego volvió a escuchar con atención a Skarog el cocinero-. Deberías dejarnos lo de impartir clases a los veteranos, ¿no crees?-bromeó, fingiendo un tono bastante gallito-. Me apuesto la merienda de mañana a que no tienes mucho que enseñarme-a pesar de la broma, a Dirke no le parecía mala idea echarse un uno contra uno con el libense. Cualquier entrenamiento era bueno.

Mientras tanto, al otro lado de la puerta, Tap representaba con su particular fidelidad lo que había dentro de la cocina, y dejó una avertencia a los demás habitantes de la sede:

"Precaución: ratas y follacardos dentro".

Vale, definitivamente no tenia buena mano para tratar con algunos miembros de la Sede, la terminaba cagando de algún modo u otro.

-Perdona Zmey -dijo recordando que ahora se llamaba con ese nombre que por cierto le sonaba genial, preguntando de donde se había inspirado- En mi caso te diré la verdad, no es pirofobia, solo que bueno...el fuego a ti no te quema o te daña, pero al resto de nosotros si, de ahí la precaución. Pero bueno antes si me daba mas miedo porque no sabia protegerme, pero ahora ya se el hechizo ignífugo y ademas estas aprendiendo a controlarlo. Al principio pensaba que tu creabas las llamas, me refiero que podías ponerte como una bola de fuego sin mas, como Koval, que es una llama andante...pero ya veo que tu tranformacion es mas de control, como Enredo con las enredaderas-añadió DL sin mentir le había tenido cierto miedo y ahora sentía respeto, como se sentía respeto por todo aquello que de algún modo u otro puede dañarte, la precaución nunca estaba de mas por supuesto. Escuchando la explicación tanto de Atol como de Zmey sobre sus avances en sus practicas, mirando curioso a Atol cuando el hechizo salio de su uña con un chispazo-Supongo debes tener extremo cuidado de que no se te rompan entonces- añadió al verlas con atención y como al hélion le dificultaban cosas tan básicas como el comer, mirando de reojo a Ramas y su reacción por el hechizo de Atol, o Skarog como decía llamarse ahora. Tanto cambio de nombre comenzaba a marear a DL a decir verdad pero tendría que acostumbrarse a llamarles así. El portazo le sorprendió un poco, si en la Sede se cerraba algo de repente, es que era Tap. "¿Desde cuando estaba aquí?" se pregunto el cambiante confundido, ya que si este no daba muestras de estar presente era difícil verlo pues solo era visible al contraluz y solo si te fijabas bien y este no andaba saltando de objeto en objeto.

-Creo que Tap se enfado- añadió suspirando, vale que el poltergeist era difícil de tratar pero se sentía un poco mal por no darse cuenta de su presencia a pesar de que al parecer llevaba bastante tiempo allí con ellos- En mi caso he estado practicando magia con Shizel y Enredo y el cambiar de forma por mi cuenta cogiendo ejemplos aquí y alla, si alguna vez os tomo de ejemplo no os enojéis, me es mas fácil transformarme en apariencias que conozco mejor. Ahora llevo un tiempo intentando convertirme en esto...- dijo dando una muestra cambiando su piel a una escamosa, de un tono verde musgo y sus ojos a los de un reptil, modificando a su vez sus manos para volverlas garras con fuertes uñas puntiagudas y cubiertas de pequeñas escamitas salteadas por el dorso de la mano, siéndole esto lo mas fácil pues había estado practicándolo sin cesar. Lo ultimo que intento crear fue la cola, cosa que había estado practicando logrando únicamente en todas esas ocasiones formar un apéndice alargado y medio deforme, sacarla era lo único que le salia, darle forma correcta era ya mas difícil.

-Aun soy un poco torpe como veis no me sale la cola aun-añadió levantando un poco la camisa y mostrando un apéndice de un metro de largo, que tenia una forma algo extraña y retorcida pues no conseguía colocar bien los huesos, sin escama alguna, casi como si fuese la cola de una rata sin pelo. Volvió a bajarse la camisa volviendo a su comida mientras seguía hablando y concentrándose a medias en la cola- Ahora también quiero comenzar a ver que armas puedo usar con cualquier forma que me ponga y algo de combate cuerpo a cuerpo- añadió sonriendo un poco mirándolos- No me vendría mal una buena practica con ustedes, así podrías mostrarnos que tipo de arte marcial estas usando para practicar -añadió dirigiendo eso ultimo a Zmey, pero estando de acuerdo con lo que decían tanto Ramas como Skarog de intentar practicar un poco juntos.

-Lo saqué de un libro- respondió Zmey- Es nombre de una criatura de leyenda terrícola; el dragón. El apellido Sardaur lo saqué de la Capilla de los Nombres.

No especificó más. Ponerse un nombre de un rey podría parecer presuntuoso, pero para Zmey era más como un mensaje de ánimo que llevaba a todas partes. Oyó con vago interés la perorata de DL que daba la misma excusa que todos los demás, que el fuego hacía daño. Dio un par de vueltas a un trozo de carne con el tenedor.

-Sí, bueno, pero por muy ciudad mágica que sea el fuego sigue siendo fuego y se sigue apagando con agua y arena... - con el comentario de Skarog y la respuesta de Ramas se le escapó una sonrisa- Eh, yo quiero ver eso.

La idea de ver al gran guerrero Atol y a sus aires enfrentarse a un tranformado veterano prometía ser divertida. Ignoró completamente el portazo de Tap pues las rabietas del repoblador eran ya tan frecuentes que poco importaba una más.

-¿Hace cuanto que vives en la ciudad, Ramas? ¿Compartiste cosecha con alguien que conozcamos?- preguntó con curiosidad

DL no se asustó como habría esperado, sino que pasó a intentar transformarse en algo escamoso.
-Oye, pues se nota la práctica. No es torpeza, es tiempo y esfuerzo.-le dije para animarle.

La puerta de la cocina se cerró de golpe <<Tap. No le entiendo; sabe que no puede comer, ¿qué le molesta entonces?Le van a ayudar con las runas las hienas>> pensé, mosqueado por la ingratitud del repoblador. Luego Ramas respondió a lo del entrenamiento y le miré medio en serio, medio en broma, pero acepté el desafío. Zmey dijo de querer verlo y asentí con vigor. Sabía que era veterano, sabía que podía transformarse en árbol y que cuerpo a cuerpo sería duro de roer, pero no podía negarme ni aunque pareciera mayor que yo.
-Cuando quieras, bribón. ¿Qué lleva tu merienda? Ya que voy a ganar, por lo menos para saber si merecerá la pena.--respondo riendo.-¿Mañana entrenamiento conjunto y duelo, pues? ¿O el gallito tallado se atreve ahora?-pregunto, luego me levanto a quitar la mesa y fregar.

Acabado eso, nos vamos a la sala de entrenamiento y, una vez allí, me cruzo de brazos mientras dirijo una mirada crítica a Ramas.
-Bien. ¿Armas, magia sí o no, o solo cuerpo a cuerpo? Te pregunto porque me da igual.-con una sonrisa de autosuficiencia.

Sabía que, luego, cuando me diera de hostias, mágicas al menos, me comería mi orgullo. Pero luego.

Dirke le dio el visto bueno a la transformación de DL alzando un pulgar.

-Bonito traje-añadió. Las preguntas de Zmey le trajeron muy buenos recuerdos-. Estoy a punto de cumplir cinco años aquí. Y compartí cosecha con algunas personas muy importantes ahora. Jack, el vampiro; Cain, el dueño del burdel; algunos de los prostiputos que trabajan allí; Elliot...-torció los labios-, bueno, era una cabezota, para no tener cabeza. También Nia, seguro que vosotros la conocéis también. Y Koval, el chico de fuego majo....-y con varias lagunas gramaticales, acabó enumerando a todos y cada uno de sus compañeros de cosecha más importantes.

La respuesta de Skarog sacó la mejor de sus sonrisas al alemán. <<Por fin algo entretenido>>. No era la persona más violenta de la ciudad, eso estaba más que claro, pero dar un par de golpes a veces también traía cierta paz.

-Mi merienda son sol y sales minerales, no todo el mundo tiene el paladar lo suficientemente exquesito para probar tierra y repetir-. Puso cara de disgusto cuando el chico le llamó Gallito Tallado y seguidamente le lanzó una mirada desafiante-. Si Don Mitones no se achanta, ahora mismo estaría bien.

En cuanto llegaron a la sala de entrenamiento, el alemán estiró los músculos más por costumbre que por necesidad real.

-Por mí, puedes usar magia, armas y lo que te apetezca. Vamos con todo-una sonrisa traviesa asomó en el rostro de Dirke, que alzaba los brazos con los puños cerrados y adelantaba el pie derecho, preparándose para lo que se le venía. Lejos de estar concentrado, su expresión se parecía más a la de un niño a punto de estrenar juguete. <<Be the tree, Dirke. Be the tree...>> soltó una carcajada por la referencia ante su propio chiste interno y dio un pistoletazo verbal de salida-. Dale, dama Skarog.

Al responder afirmativamente, fui a coger dos espadas con un mango que cupiera en los enganches. Para cuando terminó de hablar, había logrado encajarlas en los guanteletes. No podía luchar a puñetazos con estas uñas, así que las espadas compensarían la cosa. Y entonces me llamó "Dama Skarog", a lo cual solté una carcajada.
-Skarog viene de Svarog, un dios masculino de la luz, así que nada de "Dama", bonsai.-respondí riendo.

El primer golpe me correspondía, y como quería acabar rápido, le disparé un hechizo de impacto tras el cual eché a correr hacia él. Sin embargo, el hechizo no le hizo nada. O eso o su forma física era más de lo que... No, no puede ser, tiene más potencia que el de impulso y ni se ha movido>> pensé, confuso. Sin detenerme, lancé otro y, al ver que no le hacía efecto, pasé de la magia a los mandobles y estocadas.

Mientras tanto, le gruñí:
-No te he visto hacer ningún hechizo, ¿traías preparado un escudo mágico acaso?

El alemán enseñó los dientes a Skarog en un gesto alegre, como única respuesta a los hechizos y a su avance.

-Ni me verás, novato. Ni me verás-endureció la piel de sus cuerpo y paró los tajos con la corteza recién generada en sus antebrazos. Retrocedió ante uno de los ataques de Skarog para darle unos segundos de gloria y cerró después la mano con fuerza en una de sus espadas. Tiró de su de ella hacia sí mismo y le lanzó una patada a los pies con la intención de derribar a su contrincante. Lo que recibió el helión, sin embargo, no fue una patada sino el latigazo de una gruesa raíz contra el tobillo. Dirke no dio muestras de que la mano con la que agarró la espada le doliera, aunque lo hacía. Seguía con la misma expresión de diversión en el rostro-. Estás tardando en talarme, Don Mitones-inquirió.