Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Tan concentrado como estaba en el hechizo, apenas me percaté de la entrada de Pablo. Sí que escuché su saludo, pero no hice gesto alguno ni respondí a la pregunta, tan sólo emití un ligero gruñido; estaba soldando un omóplato del tamaño de dos manos mías con otros ya soldados previamente. La idea era juntar ocho en dos columnas de cuatro para hacer la coraza para la espalda. Y, de momento, llevaba más o menos terminado tres de estos.

Cuando la pieza estuvo bien soldada, cosa que comprobé tirando de ambas, miré al vampiro. Me levanté y gruñí mientras me sacudía un poco de polvo de hueso -había tenido que cortar un poco antes.

-Estoy haciendo una coraza de hueso, esto irá a la espalda en cuanto lo acabe, y luego haré la parte para el torso. Lo malo son los hechizos que estoy usando, que requieren mucha energía.-mascullé, resoplando cansado.- ¿Y tú qué, volviste anoche directamente?-inquirí, sentándome en la cama.

Hice un gesto para coger la coraza en proceso, pero el cansancio mágico reverberó en mi cabeza y resoplé mientras finalizaba el movimiento <<Maldita magia>> y me dedicaba a tamborilear con las uñas en la superficie de hueso.

Paso un poco antes de que el libense dejara de trabajar, y cuando lo hizo sus respuestas consistieron mayoritariamente en gruñidos. No parecía muy contento de verme la verdad. ¿Quizás por lo de la taberna?

Por lo que me cuenta estaba haciendo una coraza con los huesos, algo que yo de por sí no veía muy resistente, pero al menos ligera era.
Me había puesto a pensar en alguna solución para el tema dela resistencia cuando preguntó por lo de anoche.
-No. Bueno sí, pero luego salí. De hecho pasaron demasiadas cosas.

Noté el casi intento de agarrar la coraza, que luego nunca sucedió, y no fue difícil averiguar por qué había pasado, acababa de decirme que los hechizos requerían mucha energía después de todo.
Tras pensarlo durante un momento al final conjuré un hechizo vigorizante sobre el helión, así no notaría la debilidad mágica aunque estuviera ahí. Era algo.

-Considera eso como una disculpa por lo de anoche- Dije -Ya sé que no debería ponerme así por tonterías pero... no es tan fácil- Aproveché la interrupción para sentarme, y luego seguí.

-El caso es, que todos vosotros habéis tenido... bueno... transformaciones bonitas, y no me malinterpretes. No digo que no os dieran problemas pero... no han sido como los míos-

Atol
No me esperaba el gesto de su hechizo, por lo que decidí suavizar mis modales temporalmente. Aunque, realmente, no entendía el por qué de su disculpa <<¿Por? ¿Lo de irse de forma brusca tras lo de RR? Bah>>
-Disculpas aceptadas.

Entonces siguió hablando, aunque en un primer momento no entendía de qué iba la cosa. En cuanto lo vi claro, tras sentarse, empecé a odiarme por haber decidido suavizar los modales. <<¿No ves que estoy trabajando? ¿Qué me importa a mí los problemas que te de tu transformación? ¿Crees que es fácil lavarme la cara sin sacarme un ojo, por ejemplo? Venga ya, hombre>> Pero en cierta medida su "amistad" me convenía, y quieras que no el hechizo vigorizante me había venido bien, así que me tragué lo que realmente le habría dicho.

-Bueno, pero tienes al otro vampiro para que te ayude, ¿no? Aunque sea todo lo contrario que tú.-dije riendo.-Imagino que será por la sangre y algo del nuevo instinto por la criatura que eres, ¿no? No parece muy agradable eso de ver a tus compañeros como si fueran las fuentes de sangre de la Bodega. ¿Pero vas mejorando, no? Pues eso es lo importante.-y rematé lo dicho con un palmetazo a la espalda.


Jack

Cuando Alder respondió que ni siquiera habían dormido, no pude más que pensar en otra cosa <<Vosotras tentadme, seguid así... Sería tremendamente fácil: se duerme a Alder y K con un hechizo, aprovechando que van medio dormidas, a una se la deja en Serpentaria y a la otra...>>

Llegamos a la Sede, silbando para distraerme. La libense se encargó de abrir y tras bromear diciendo "con permiso", entré derechito hacia la cocina. Aquí ya habían comido y la torre olía a gente despierta, por lo que dejé la botella y la receta en la encimera.
-¿No va a venir nadie a saludarme? Vaya. Bueno, iré a ver cómo anda Pablo, que anoche se fue de los primeros.

Pero tampoco me pasó por alto la presencia de Yoel... Dicho eso fui en su busca y, al detectar al helión en la misma habitación, bajé de nuevo, aunque no llegué <<Están hablando... Ay, ¿qué hago? Esto puede reventar en cualquier momento...>> En silencio, me deshice en humo y me cuidé de pasar desapercibido a toda costa, dispersándome por el techo, buscando rincones en sombra con habilidad. Si tenía lugar alguna conversación entre los sinhadres y era pacífica, me iría a mis asuntos. Si no... No interrumpiría a no ser que se desmadrase.

A pesar de que se habían acostado hacía pocas horas, Zmey no podía conciliar el sueño. Había estado dando vueltas en la cama u mirando al techo hasta que decidió que mataría el aburrimiento con comida. Yoel lo maldijo una y mil veces en su cabeza cuando su ''querido'' edeel lo envió a la cocina a buscarle fresas y queso, que se le habían antojado.

Bajó las escaleras medio dormido, y antes de llegar a la cocina vio gente. Zmey le había prohibido hablar con nadie de la Sede, a no ser que le dirigieran la palabra, pero no le había prohibido mirar. Había dos chicas bastante guapas, una de ellas prácticamente desnuda. La voluptuosidad de esta le hizo tardar en darse cuenta de que la otra era sinhadre. Sabía que había más sinhadres allí, pero no había visto a ninguno aun. Estuvo tentado de acercarse a saludar, de preguntarle si tal vez sería una de las dos chicas que el piromante había mencionado aquella madrugada, pero Zmey estaba despierto y esperando, así que no se arriesgó, además, enía demasiado sueño para ser rebelde.

Seleccionó las fresas sin mucho cuidado, las lavó, y se puso a buscar un cuchillo para cortar el queso. Cualquier queso valdría.

-¿Quién ha dicho nada de resaca? Aun ni he dormido, no adelantes pasos.- protestó divertida la edeel. Solo cuando ya se acercaban a la sede, empezó a notar efectivamente el cansancio, pero aun estaba muy espabilada como para irse a dormir sin más. Fue entonces cuando paso por la cocina un chico que no debía ser mayor que Yrio. Sinhadre. Alder se quedó mirándolo fijamente, totalmente ajena ya a la conversación del vampiro y Ka.
- ¿Quien se supone que eres tu?

Yoel ya había encontrado el cuchillo y estaba cortando un queso al azar en dados cuando una de las chicas le habló. La chica sinhadre. Dudó si debía contestar. Zmey le había dicho que mejor que no fuera maleducado y no diese la impresión de andar ignorando a la gente no fuese a ofender a la persona equivocada. La chica no parecía peligrosa, pero Zmey en un principio tampoco se lo había parecido.

-Soy Yoel, el aurva del piromante Zmey...- dijo sin estar muy convencido de su presentación.

Acabó con el queso, dejando algunos trozos demasiado grandes, y lo puso en el cuenco de las fresas. Quería desaparecer de allí cuanto antes.

- El aurva.- repitió atónita Alder.- como que el aurva. Desde cuando un claro tiene otro.- pero efectivamente, los ojos de Yoel eran claros.- A quien te ha robado Yrio? Tienes su edad, no eres un desechado.

Habia acortado la distancia entre los dos, impidiendo que se marchara sin más. Si el chico no le daba una respuesta satisfactoria, Yrio tenia mucho que explicar.

Yoel le dedicó una mirada de fastidio a la peliverde cuando le bloqueó el paso. No quería problemas con Zmey, y esperaba no llevarse una bronca por culpa de aquel retraso.

-Supongo que se podría decir que me robó de mi casa, después de estar desaparecido un año, el muy idiota se pensaba que yo estaba muerto, y yo creía que el muerto era él.

Estaba claro que la chica conocía a Zmey, sabía su nombre real, y por su cara todo aquello le parecía tan horrible como a él. También había preguntado muy rápido si había sido robado, por lo que supuso que, o no eran amigos, o su ahora edeel llevaba bastante tiempo siendo ta buena persona. Una runa de calor, dibujada en su muñeca, le avisó de que Zmey empezaba a impacientarse. Yoel miró con nerviosismo la salida.

-Oye, tengo que irme, ¿vale? Tengo que llevar esto, y estoy cansado, no son horas de estar despierto, si quieres saber lo que sea pregúntale a él.- le dijo, buscando un hueco por el que escaquearse.

Alder se quedó callada, tratando de encajar dos ideas contradictorias. Había vuelto a por su edeel, eso era lógico. Pero por qué este tenía ojos claros, por qué se presentaba como aurva.... por qué. No es que dejara irse a Yoel, subió ella antes, buscando la puerta de su antiguo amigo.

- Yrio, que luces pasa aquí.

La puerta no reconoció a Alder, pero sí a Yoel, que adelantó a la chica y entró a toda velocidad, dejando en manos de Zmey el cuenco con la comida que había pedido, y huyendo del conflicto yéndose al fondo de la habitación.

Zmey se quedó mirando el cuenco con fruta como si fuese algo muy interesante, o como si estuviese meditando seriamente lo que iba a decir a continuación. No era una situación cómoda, pero sabía que tendría que afrontarla tarde o temprano.

-Ya no me llamo Yrio, os lo dije- respondió el piromante, clavando sus ojos de un verde casi negro en Alder- Y no hay mucho que explicar. Jack me llevó a Sinhdro y allí me encontré con Yoel... y se podría decir que decidí replantear nuestra relación. Ahora vivirá en la Sede conmigo.

Si tenía miedo o le preocupaba la reacción de Alder, no se le notaba en absoluto. Su voz era calmada, y aunque no sonreía, hablaba en un tono ligero, como de broma.

Alder no contestó de inmediato. El miedo de Yoel le revolvía el estomago, pero su mirada estaba prendida del cambio de color de los ojos del piromante.

- Creeras que un color distinto te hace ser diferente o menos claro.- Se llevó una mano al puente de la nariz, respiró profundo y se mordió un labio- Hablas como si no fuese en serio, pero has ido tan lejos como a fingir que ocupas un lugar que no tienes. ¿Que problema había con el viejo Yrio? ¿Es esta tu nueva manera de matarlo?¿Con algun tipo retorcido de autoafirmacion que incluye raptar a tu edeel y tenerlo acojonado en un rincon y trayendote fresas?- señaló al edeel arrinconado. Su voz no se había alzado aun, pero despedía veneno. - Si lo que me estas diciendo es eso, no eres menos claro,pero me pareces menos una persona.

Zmey dejó el cuenco a un lado, se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta. Conservaba la serenidad aparente, pero ya no usaba tono de broma.

-Me pregunto si en caso de ser yo el que le llevase fresas a Yoel pondrías esa cara- comentó a media voz- En cuanto al miedo, todos tenemos miedo, o lo hemos tenido. Y en cuanto a Yrio, era debil, no encajaba en esta ciudad, por eso la Luna lo mató, lo tiró al foso de Rocavaragálago.

Zmey sabía que Yoel le miraba desde su rincón, sabía que luego le haría preguntas, trataría de concretar la escasa información que le había dado y que no le estaba mirando a él, sino a Alder.

El piromante se echó a reir ante el último comentario de la sinhadre.

-¿Persona? No soy una persona, Alder, soy un milagro, un monstruo, como todos los habitantes de esta puta ciudad. Y ya que tienes tu explicación y sabes que no soy una persona, ¿qué vas a hacer?

Zmey estaba aguantando bien, se sentía orgulloso de ello. No había vacilado, no había revelado sus intenciones reales, ni Alder ni nadie tenían por qué saberlas. Ella no había estado cuando Yoel era su edeel, y supuso que aunque hubiese sido así le seguiría mirando con la misma cara de asco. Recordó una expresión parecida al inicio de la criba, cuando había revelado la razón por la que había elegido ir a Rocavarancolia. Tembló ligeramente.

La ira y el desprecio pintaron la cara de Alder, como no lo habían hecho en ningun momento desde que se conocían. Especialmente el desprecio.

- Milagro. No me hagas reir.- pero la pregunta sobre qué hacer era algo que también se paseaba por su cabeza. Algo en su cabeza le recordaba que le faltaba poder y apoyo como para llevarse sin más a Yoel de ahi. Incapaz de herir fisicamente, al menos, no se calló.- Te diré que no voy a hacer: no voy a llamarte jamas Zmey, a menos que quiera burlarme de esta mentira de niño pequeño que te has montado. Tampoco creo que te llame Yrio, porque felicidades, estas matando realmente al Yrio al que Seon y yo conocimos y al que queriamos algo. Puedes esclavizar todo Sinhdro, si te apetece.Los monstruos mueren solos.

-Ningún monstruo muere solo. Todos se llevan a alguien con ellos, y aunque no lo hagan tarde o temprano alguien les acompaña... - estaba empezando a cansarse. Alder seguía siendo sinhadre, toda ella, y estaba teniendo exactamente la reacción que había esperado. Era una mas de todos los habitantes de su antiguo mundo- Y por mucho que te rias sigo siendo un milagro, igual que Atol, igual que Seon, igual que K. Puedo esclavizar Sinhdro si quiero, tan solo tengo que presentarle el proyecto al Consejo, incluso podría acabar con Sinhdro entero si ellos me dejasen- su fachada empezaba a quebrarse- He vivido pensando que era un bueno para nada, un inutil, un apéndice para ese idiota- señaló a Yoel- Los devotos lo veis todo muy bonito, os creeis con el derecho a decir quien es persona y quien no, pero ¿qué habría sido de mi si llego a ''hacer lo correcto''? ¿Y casos como el de Ariv? Sabes lo que habría sido de ella... y te parece bien. Te habría parecido bien si hubiese muerto en la criba, porque ella tampoco era una persona, solo era un despojo, algo que sobra y que hay que eliminar, igual que iba a serlo yo...

Las manos de Zmey prendieron. Su postura no era relajada, estaba plantado en la puerta con los puños cerrados. En su rostro se reflejaba exactamente la misma expresión de desprecio que la de Alder.

-Zmey es mil veces más de lo que Yrio podría haber sido. Ya no voy a ir detrás de hipócritas como tu para buscar una aprobación a medias, ni desperdiciaré mi potencial por culpa de la palabra de un puñado de chalados que se creen en posesion de la verdad absoluta. Tienes razón en que el cambio de ojos no sirve para nada, el color de ojos en si no sirve para nada, lo que tu crees que es una aberración aquí no vale nada, y si te importa más el miedo que esté pasando Yoel al que haya pasado yo, esta claro que tu amistad tampoco vale nada.

Zmey lloraba lágrimas de rabia, que se evaporaban según iban bajando por sus mejillas. Las velas y antorchas de la habitación se habían consumido, las llamas amenazaban con su luz, pero todos los muebles estaban hechizados, así que no podían extenderse. Zmey llevaba mucho tiempo solo, no era nada nuevo, pero aquel día, el último resquicio de esperanza que le quedaba iba a desaparecer.

-No te atrevas a compararte con gente que es mil veces mejor que tu. – dijo alzando el tono de voz ante la mención de sus compañeros. Una parte de ella había estado esperando a aquello, a verlo enfadado, a hacerlo rabiar. Por eso no se había marchado antes. Yrio ya había hecho daño antes de empezar a hablar.- Estas tan podrido por dentro que no llegas ni a chuparle las botas a cualquiera de ellos.  
-¿Ariv? Vas a sacar a colación a todos nuestros compañeros de cosecha? Estas hablando de matar a mucho mas que Ariv como si realmente estuviese en tu mano. Quema todo Sinhdro, eso te hará un hombre.- el calor de las llamas le daba lo mismo, estaba demasiado herida y demasiado  enfadada. – Zmey es Yrio, gilipollas. TU eres Yrio. Puedes meter tu cabeza de claro en una cloaca si te apetece, y seguirás siendo el mismo. Hagas. Lo. Que. Hagas.   ¿no quieres aprobación a medias? Ya has escupido nuestro cariño  y dejado claro que al todopoderoso Yrio la amistad se la suda. No me queda una gota de respeto para ti.¿Quieres creer que todo esto te hace mejor? Eres un pobre imbécil recién transformado y con los humos muy altos. No te has vuelto invencible. De hecho, toda esta pantomima demuestra que tampoco te has hecho mayor.

Alder escupió antes de darse la vuelta y bajar. No lo hizo deprisa,como hubiera querido, sino presa de una falsa calma. Un ultimo gesto de desprecio. Ella también temblaba.

-¡CIERRA LA BOCA, RETRASADA, VA A...!!

El grito de terror de Yoel no se oyó por encima del rugido del dragón, que no era sinó el llanto de un niño roto. Zmey estaba oficialmente solo, pero como había dicho, los monstruos siempre se llevan a alguien consigo. Era un dragón alargado como una serpiente, hecho de las llamas descontroladas de las antorchas, alimentado por la rabia y la desesperación del piromante. Siguió a Alder escaleras abajo, con la boca abierta, y en cuando las mandíbulas fueron a cerrarse sobre ella se esfumaron.

Zmey estaba aun de pie en la puerta de su habitación, Yoel estaba agarrado a él, temblando descontroladamente, y llorando. El piromante lo miró unos segundos, y lo echó fuera del dormitorio para meterse él y cerrar la puerta. Un calor asfixiante surgía de la habitación, por lo que Yoel se alejó un par de pasos. Miró hacia atrás, dond ya no quedaba rastro del dragón, y miró a la puerta.

Jack
Había escuchado toda la conversación, atendido a los cambios de tono, los gestos del uno y la otra, sin perder de vista tampoco a Yoel. Como era de esperar, lo que ambos se decían se podría condensar en algún tipo de veneno letal. Y la situación se fue caldeando, literal y metafóricamente, según hablaban. Alder sólo empezó a temblar al marcharse, pero el otro ya estaba descontrolado.

Aún en forma de humo, bajé siguiendo a la criatura de fuego hasta lograr adelantarme <<Me está dispersando, joder...>> Para cuando Yoel gritaba, yo me materializaba a mitad de camino entre el techo y los escalones finales, con un hechizo en los labios y otro en la cabeza, aunque sólo hizo falta el primero: un escudo mágico sobre la chica. El dragón de fuego murió de un plumazo, pero antes de dirigirme a la sinhadre miré hacia arriba <<No viene. Que no venga>> Ignorando con una mueca una quemadura en el costado, me dirigí a Alder:
-¿Estás bien? No sé si eres valiente o un tanto despreocupada, pero... Ya da igual. ¿Quieres que te acompañe a Serpentaria o...?

Atol
Mientras Pablo hablaba, empezamos a escuchar ruido fuera. Ruido que fue en aumento traduciéndose en voces nada apacibles. El grito de una voz desconocida y el pasar a toda velocidad de algo por la escalera me hizo salir del dormitorio con una de mis armas y buscando el origen. Cuál fue mi sorpresa al ver cómo algo de fuego se estampaba contra un escudo mágico levantado en torno a Alder, con Jack a un lado hablándole. <<Eso ha bajado... ¡Hacia arriba!>>

Arriba, en la puerta cerrada del piromante, encontré a un muchacho que nunca había visto. Y sin duda había sido Zmey, ya que de la habitación emanaba bastante calor. Pero el nuevo... Aunque aparentase poca amenaza, le hablé empuñando las armas, lo suficientemente alto como para que me oyera él, el de dentro y cualquiera.

-¿Y tú quién demonios eres?
-¡Atol! ¡Baja, anda, deja a ese en paz!-me interpeló el vampiro desde abajo.
-¿Qué? Pero...-pero volví a oír el mismo grito y bajé a trompicones.-¿Qué diablos ha pasado? ¿De donde salió eso?
-Cosas de sinhadres. No soy quien para explicarlo. El de arriba es sinhadre también. ¿Estaba herido?
-¿Eh? ¿Zmey ha... ¿El de arriba? No, estaba entero. ¿Por qué cojones iba a lanzaros esa cosa de fuego?
-Descuida, no era para mí; si no estaría bien muerto el mocoso... Un momento que esto escuece...-se curó la quemadura y nos miró.-Ahora... Bueno, a ver, Alder... ¿Qué vas a hacer?
-¿Hacer? Yo me quedo con Alder. Me importan un cuerno los motivos de Zmey o su magia, me quedo con Alder.-insistí, sin darle la espalda a las escaleras.