Fase 3, Ronda 1: Koval vs Noel

Llegó a prender el fuego, pero Noel parecía venir hacia él directo. Le había escuchado levantarse una defensa física, así que podía imaginarse que era tangible de nuevo. No tenía claro qué buscaba con aquello, aunque podía volver el fuego contra él, pero le conocía, y se decantó por lo que supuso que sería más inesperado. No extinguió el fuego, pero sí lo controló para que prediera solamente a la espalda del draco, minimizando su superficie pero evitando tener que conjurarlo de nuevo más tarde. Al mismo tiempo retiró la intangibilidad sobre sí mismo y, para cuando el draco se chocase con él, preparó un hechizo de parálisis que soltar en el momento justo en que sucediese. El fuego fatuo sufrió un pequeño rebote contra las defensas del draco, y mientras aún retrocedía ya trataba de conjurarse un campo de fuerza anclado para no estar desprotegido. El fuego volvió a cubrir a Noel por los cuatro costados.

Como Gael deshizo la intangibilidad y comenzó a conjurar un nuevo hechizo que conocía de sobra, interrumpió la barrera de inercia para conjurar un desvío. Quiso devolvérselo al fuego fatuo, pero lo aparatoso de la situación hizo que el sortilegio simplemente se perdiese en el aire. El choque había minado sus defensas físicas pero gracias a estas se había mantenido más firme en su sitio que su oponente. Mientras Gael se protegía de nuevo, él hizo lo propio con un escudo mágico ya que el sortilegio de defensa ya había dejado de tener efecto. También tenía que ocuparse de las llamas, pero no podía quedarse expuesto a otro hechizo de parálisis o un conjuro similar.

En cuanto las llamas se avivaron, volvió a tratar de anclarle la barrera de inercia. En esta ocasión en lugar de hostigarle con un ataque mágico, optaría por algo físico ya que eran las defensas más endebles del fuego fatuo en aquel momento. Mientras se alejaba, petrificaría las llamas y empleando un cántico del orden las dirigiría hacia su oponente mientras caía.

Si no podía, antes de que sus defensas ser carcomiesen del todo se volvería ignífugo mientras se alejaba y trataría de reconstruir sus defensas mágicas, respaldándolas esta vez.

Cuando vio a Noel empezar a conjurar se preparó para un desvío, pero al reconocer el hechizo supo que estaba directamente jodido porque no podría salir de su rango antes de que el draco lo definiese. Estando Noel cubierto y habiendo perdido el tiempo en gestos inútiles, enseguida se vio cayendo sin haber podido detener aquel hechizo a tiempo, que además había quedado anclado a él. Por suerte caía con los pies por delante y contaba con las protecciones físicas para encargarse de absorber el impacto. Eso le permitió ver los movimientos de Noel y, en consecuencia, conjurar un hechizo abrasivo que desmigajó el fuego petrificado antes de que lo alcanzase a él. Lo siguió un lanzazo de magia dirigido hacia Noel mientras sus defensas mágicas siguiesen dañadas. Como era probable que lo desviase, porque se veían perfectamente el uno al otro, al terminar de conjurar comenzaría a invocar otro inmediatamente, aprovechando que era un hechizo rápido. Tenía más probabilidades de acertar si enviaba dos seguidos. Si tenía margen de acción tras la ofensiva, reforzaría sus defensas físicas para paliar el golpe que habían recibido con la caída, pero también permanecía atento a los posibles movimientos del draco por si tenía que actuar en consecuencia.

Las defensas de Noel terminaron de romperse con el primer lanzazo, pero debido a que para cuando Gael lanzó el segundo él ya se había desplazado, descendiendo pero alejándose un poco, mediante la levitación y teniendo tiempo de oírle conjurar de nuevo lo mismo, le resultó más fácil desviarlo y tratar de devolvérselo a su dueño.

Sin detenerse, una vez hubo finalizado el gesto para desviar el lanzazo, reconstruyó y respaldó sus barreras mágicas ancladas a la par que el fuego fatuo hacía lo propio con las físicas.

Su siguiente movimiento sería lanzarle un sortilegio bastante peculiar apuntando a sus manos: un hechizo crecepelo, pero la variante que servía para hacer nacer plumas ya que era la única que realmente conocía por lo evidente. Y por sus efectos secundarios en aquellos que no disponían de plumas de forma natural. Si le daba, a Gael le saldrían unas molestas y deformes plumas en las manos, incluido dentro de ellas, lo cual esperaba que le entretuviese al menos unos instantes.

Y a continuación, trataría de comenzar a tejer una cortina de fulgor que delimitaría la parte inferior de la barrera de inercia en la que se encontraba el fuego fatuo y que carcomería constantemente sus defensas.

Tras desviar por los pelos el lanzazo que le llegó devuelto tuvo tiempo de reforzar sus defensas físicas como había planeado, a la vez que Noel reforzaba las mágicas. Iba a emplear un hechizo de dispersión sobre la barrera de inercia, pero casi vaciló al empezar a conjurar Noel algo rápido. No paró, aun así, y en vez de dispersar la barrera terminó dispersando el hechizo que venía hacia él. A continuación hizo lo propio con aquella molestia que lo mantenía pegado al suelo. Reconocía lo que estaba conjurando ahora Noel, y se impulsó contra el suelo para volver a ganar altura y mantener el movimiento. Por su parte, Gael comenzaría a conjurar una barrera mística para anclarse a sí mismo. Ya quedaba poco, según el reloj, y podía permitírselo. Recordando lo que se le acababa de casi venir encima, añadiría una cláusula para incluir hechizos orgánicos. No sabía si le daría tiempo, pero su intención era continuar con la ofensiva tras eso, una explosión, quizá, porque podía tanto dañar las defensas de Noel como, al suceder entre ambos, ser una distracción.

Como Gael dispersó el hechizo crecepelo, Noel no llegó a empezar a conjurar la cortina de fulgor. En su lugar, mientras el fuego fatuo se afanaba en dispersar también la barrera de inercia, el draco realizó un hechizo de atracción a lo largo una de sus alas y, tras haber levitado hasta cerca del suelo, dejo que un buen montón de plumas cayese al suelo a su alrededor. A continuación les aplicó un hechizo reflectante a aproximadamente la mitad, que las haría más difíciles de ver, además de molestas cuando el sol se reflejase en ellas.

Ello lo hizo mientras escuchaba a Gael conjurar la barrera mística y es por eso que dirigió su siguiente hechizo hacia ella. Potenció un hechizo de levitación y lo dirigió en el ángulo adecuado para que, al rebotar, se aplicase hacia aquellas plumas que había separado y comenzó a dirigirlas hacia el fuego fatuo. Volvió a dirigir a continuación otro hechizo rápido contra la barrera, potenciado también, en este caso uno de intangibilidad que estaba destinado a romper la barrera y rebotar hacia él mismo. El único propósito de potenciar los hechizos era que tirasen abajo la barrera, se podía permitir el gasto ya que al combate le quedaba poco y no había hecho demasiado a lo largo de este.

Después implusaría las plumas para que se desplazasen más rápido hacia su oponente.

Vio cómo Noel preparaba sus plumas para lanzarlas mediante otros medios, como ya le había visto hacer en otra ocasión. Pero, como ya había comenzado a conjurar, no se detuvo. Estaba perdiendo el tiempo, pero ya había perdido más de lo que restaba para terminar. Justo al acabar, el primer hechizo se le venía encima, levitación, y se imaginaba qué dos pájaros quería matar Noel de un tiro. No se quedó quieto para esperarlo, sino que hizo un movimiento bruso ascendiendo a la vez que se inclinaba hacia delante, con el único propósito de truncar el ángulo de refracción. Buscaba que el hechizo diese con la esfera en una inclinación diferente de la esperada, y por tanto llegase a algún otro lugar aleatorio. Le daba igual cuál, mientras no hiciese lo que Noel esperaba.

Empezó a conjurar entonces, en principio para curarse en salud, pero viendo que no se había equivocado, una barrera de inercia. Su intención era anclarla a la zona que ocupaban las plumas y Noel, aproximadamente en un radio de tres metros de estas y con una altura suficiente para llegar al draco, buscando al menos retrasar el lanzamiento que Noel estaba intentando de nuevo. Como sus defensas seguían en pie, lo siguiente sería atacar, concretamente a las físicas del draco, las cuales no recordaba haberle escuchado renovar desde que se habían chocado. Trataría de alcanzarlo con un hechizo abrasivo o más, intentando romper su campo de fuerza –que, de lograrlo, cambiaría al hechizo de impulso–.

Como Gael impidió que la levitación acertase en el blanco, decidió conjurarla manualmente él mismo y no llegó a ejecutar la intangibilidad. Faltaba demasiado poco de combate, por lo que lo hizo sobre las plumas que había separado también, carentes del hechizo reflectante. Al oír conjurar la barrera de inercia, se apresuró a conjurar un hechizo de inyección que abriese un reguero en la arena desde justo debajo de la posición de las plumas hasta la posición aproximada del fuego fatuo, ya que no se incluiría a sí mismo en el radio de la barrera por pura lógica. Desplazó las plumas a través del hueco abierto en el que la inercia no tenía efecto para hacerlas subir en cuanto pudiese. Por mucho que la barera mística siguiese activada, no podría prevenir el daño de las plumas.

Mientras lo hostigaba con las plumas, recibió aquel primer hechizo abrasivo que dejó sus defensas al borde de quebrarse. Su siguiente movimiento sería conjurar una dispersión lo suficientemente potente para que al rebotar en la barrera mística esta se quebrase y, al ser devuelta en su dirección, se llevase por delante la barrera de inercia y el próximo hechizo de Gael que estuviese a punto de alcanzarlo.

Aún no había decidido cuál sería su siguiente movimiento, no obstante, cuando sonó el gong.