Fase 2, Ronda 1: Koval vs Hyter

«Vaya, ¿qué tenemos aquí? El “pirómanomante” que venció a Matt». Cuando salió a la arena lo hacía con una sonrisa, reprimiendo cualquier broma que se le ocurriera sobre la prohibición de usar dominios, mientras que él iba cubierto de fuego de serie. A aquel piromante no se interesó en darle la mano, como había pasado cuando conoció a Zmey. Tenía unas pintas demasiado serias y, aparte, estaba el tema de los jardines.

Se remangó la camiseta y saludó al varmano con un movimiento de cabeza. Podía ser un novato, pero por lo que había visto, no era uno precisamente manco. Y él de nuevo se sentía incómodo sin armas y sin cuerpos en los que parapetarse.

Sonó el gong y ya sabía que no repetiría estrategia por si el otro había visto su anterior combate. Se ancló un campo de fuerza en primer lugar, cubriendo su punto débil. Estaría atento por si necesitaba desviar o esquivar hechizos, pero tras alzar aquella barrera pensó que lo mejor sería intentar atacar con rapidez y conjuró un hechizo de corte que iría dirigido al brazo derecho de Hyter.

Un rebote y una tormenta de arena en miniatura fueron sus respuestas. Podía lidiar con el viento pero la arena era una molestia importante. Se dio prisa en invocar una pequeña nube que cubriera su campo de fuerza y, al poco de aparecer, empezó a llover. No había perdido el tiempo, mientras, pues durante la formación de la nube reforzó la defensa física que aún aguantaba –lo iba a necesitar–, y tras ello intentó comenzar a erigir un escudo mágico. No podía ver qué estaba pasando al otro lado de la arena con claridad, y le dio prioriad a cubrirse de los posibles ataques que le hubieran preparado. Cuando el agua cayó por fin, se llevó consigo los granos de arena, pero Gael no había podido atacar todavía.

Solo recibió un ataque, uno, y lo demás fue alzarse. Supuso que no habría perdido el tiempo y ahora estaría más que bien defendido. Si el varmano quería ascender, adelante. Él también se elevó, pero simplemente para acortar distancias y tener mejorar la precisión, sin modificar las defensas aún, ya que deberían aguantar todavía un poco más. Lo que hizo precisamente fue aprovechar la distancia para conjurar una barrera de inercia de la forma más disimulada posible, esperando que no se diese cuenta de qué se traía entre manos. La barrera se extendió desde la altura del varmano hasta prácticamente el suelo, y Gael se situaba escasos metros por encima de donde esperaba que terminase el piromante. Acto seguido empezó a preparar un hechizo de luz ochroria, con la intención de lanzárselo durante la caída o, al menos, tratar de colárselo donde quiera que se encontrase.

Al parecer había calculado mal la caída del varmano en la distancia, porque chocó contra su propia barrera. No pudo sino maldecirse por no haber estado atento a la caída mientras conjuraba, y también por haber hecho la campana que lo cubría demasiado grande. Pero trató de pensar rápido, hacer como si aquello estuviese medianamente planeado. Mientras abría los ojos ya empezaba a conjurar intangibilidad para sí mismo, y después aprovechó la ventaja de la elección de su contrincante al atacarle para intentar alcanzarlo con un hechizo de constricción alrededor de su pecho. Quería forzar hasta donde fuera posible sus defensas físicas.

El repentino brillo le obligó a cerrar los ojos rápidamente y cubrírselos con los antebrazos. Pero un sobresalto se lo había llevado, y mientras duró el fogonazo Gael no pudo ver qué había pasado con la presa de su hechizo, que trató de estabilizar después de la breve pérdida de concentración. Se sabía cubierto, pero ahora su oponente había ganado tiempo, además de quizá haberse soltado. Por eso empezó a preparar una malla ácida justo antes de abrir los ojos, pretendiendo lanzarla contra Hyter si le tenía a tiro. El primer lugar al que miraría era donde le vio por última vez.

—¡Vamos, Gael! ¡La cosa está que arde, pero el único que puede demostrarlo eres tú! —Noel llevaba todo el combate gritando estupideces varias relacionadas con el "fuego contra fuego" que estaba teniendo lugar— ¡No podrás carbonizarlo, pero las cenizas no son lo único que sirve como abono! ¡Bájale los hu...! No, eso ya está muy gastado —se cortó a media frase, pensativo—. ¡Extínguele hasta las brasas, dale una calurosa bienvenida...!

El sueco no paró en todo el combate, mientras en su cabeza ponía banda sonora al duelo.