Fase 1, Ronda 7: Karime vs Jack

Cuando Karime vio como el viento comenzaba a levantarse, la licántropa transformó únicamente su cabeza en loba de todo su cuerpo mientras recogía su arco y desenvainaba sus espadas. Cerrando el ojo y agudizando sus sentidos lobunos, evitó el malestar de la arena y, a su vez, poder percibir los movimientos del vampiro. Cuando este estuvo lo suficientemente cerca de la loba, ella cruzó sus espadas ante ella y las deslizó por el lugar justo en el que debería encontrarse el vientre del alemán. Si Jack no cambiaba de táctica, iba a ser el momento justo de chocar aceros.

Me había lanzado hacia delante con la espada derecha arriba y la zurda a la altura del pecho, en diagonal de dentro a fuera. La tormenta de arena me trajo el olor del pelaje lobuno, así que inmediatamente bajé las armas por si me la encontraba arremetiendo transformada. Lo que me encontré, sin embargo, fueron sus armas buscando mi estómago, pero mis espadas estaban cerca y pude bloquearlas.

—¿Sólo la cabeza? Vaya, todos los días se aprende algo. ¡La de posibilidades que eso ofrece, además!—exclamé manteniendo el empuje sobre sus aceros.

Pero en cuanto terminé de hablar, aproveché lo poco que quedaba de viento para deshacerme en humo y dar unas vueltas a su alrededor, hasta que la ventisca acabó y me materialicé a pocos pasos de su espalda. Buscaba incapacitarla como ella antes conmigo con el primer flechazo, pero teniendo en cuenta que era libense, habría que olvidarse del dolor como arma y atacar directamente a músculos. Así que le lancé una maldición abrasiva a la parte de atrás de las rodillas. La mayor duda era si al transformarse mantendría las heridas de una forma u otra o no, así que la mejor forma de descubrirlo era empezar a herir.

La licántropa se percató de que el vampiro había cambiado de forma y le siguió con el olfato en posición defensiva hasta que dio media vuelta sobre sí misma. En ese momento, Karime pudo ver como Jack estaba realizando un hechizo y, siguiendo su trayectoria, intentó esquivarlo apartando su pierna y poniendo la hoja de su espada en la trayectoria. Para su impresión, el lateral de la hoja donde este había tocado se carcomió.

En un movimiento rápido, Karime lanzó a su contrincante la espada maltrecha a la vez que envainaba su gemela. En un instante fue de nuevo loba y se lanzó tras la espada. Si la esquivaba no podría hacerlo con ella.

<<Qué manía con olerme, de verdad>> pensé con diversión al verla actuar <<Cosa normal, por otro lado, pero que no olvidaré más>> Me tiró la espada y automáticamente después cargó contra mí en forma de loba, así que me convertí cambié las cimitarras por dos dagas, me convertí en humo y me pegué a su cuerpo cuando estuvo cerca*.

La intención no era otra que materializarme encaramado a su espalda y clavar mis armas en sus hombros e incapacitarle los brazos en mayor o menor medida, por lo que si conseguía clavarlas, las retorcería con saña <<Total, no sienten dolor>>

Sin embargo, la libense podría volver a transformarse en el proceso de buscar su espalda, así que en ese caso yo actuaría en consecuencia. Tanto si me atravesaba o no al esquivarla en forma de humo, me haría sólido de nuevo y arremetería con las cimitarras.

*Es decir: si le atraviesa, hace eso. Si se para antes y hace cualquier otra cosa, da igual, se intentará pegar igualmente para subirse luego "a caballito".

Wen observaba atentamente el combate entre la nueva licántropa de la ciudad y Jack. Ya conocía la forma de desenvolverse del vampiro en la batalla y, para su gusto, estaba haciendo demasiado uso del humo en combate. La loba, por otro lado, le estaba sorprendiendo gratamente, una mezcla entre técnica y salvajismo. Como metamorfa, aprobaba esa combinación.

- ¡Venga, loba sarnosa, dale lo suyo y lo de su abuela!- gritó animando a la libense, para luego sentarse tranquilamente. Sintió la mirada de Noel y se giró para ver su ceja arqueada.- ¿Qué? Lo está haciendo bien.- comentó como si fuera lo más normal del mundo que animara a la loba. Luego añadió.- Además, él se lo merece.

Noel observaba aquel combate sin atreverse a hacer ningún comentario en voz alta. Estaba bastante seguro de que Wen se molestaría si animaba a Karime, pero al poco de empezar la pelea se sorprendió cuando fue la propia vouivre la que animó a la licántropo. El draco le dirigió una mirada con una ceja arqueada pero esbozando una media sonrisa divertida, la cual se ensanchó con la respuesta de la británica.
—Vale, vale, no he dicho nada... Realmente no he abierto la boca —comentó encogiéndose de hombros sin dejar de sonreír—. Pero yo desde luego me propuse animar a todos los contrincantes de Jack y este no será una excepción. ¡Vamos, Karime, no dejes que se te pegue como la sanguijuela que es!

Karime gruñó con fastidio al ver como el vampiro volvía a convertirse en humo. Tomaba esa reacción como una huida y, a su vez, esto como una cobardía. Y la licántropa odiaba a los cobardes.

La libense dejó que el humo se acercara a ella y, cuando tomó contacto con él, comenzó a moverse enrabietada, moviendo zarpas y cuerpo rápidamente y en todas las direcciones con la intención de que el humo se esparciera lo suficiente como para cansar mucho al vampiro en su trabajo por juntarse de nuevo. Cuando la libense estuvo satisfecha con su trabajo, se alejó a la carrera algunos metros para transformarse de nuevo y cargar su arco, esperando pacientemente a que el vampiro volviera a reunirse para dispararle.

Imagina que te meten en una batidora a potencia máxima pero por muchos trocitos en que triture, sigues vivo. Pues algo así fue lo que me pasó con la libense. No sólo se sacudió cual chucho sarnoso sino que encima se alejó a la carrera, dejándome desordenado. <<Otra vez como antes>>

No sería como antes. Me recompuse a la vez que ascendía en el aire, <<arriba, arriba, un poco más>> Suficiente. Volví a materializarme y, en caída, me arreó un flechazo al hombro derecho. <<No me jodas>> Lo ignoré por completo y terminé lo que había empezado: me hice intangible. Cogí todo el aire que pude y, una vez bajo la arena, me lancé niebla mágica para no perderla de vista. Con eso listo, seguí su rastro aprovechando que nos habíamos desplazado bastante por la Arena. No iba a sorprenderla ya que también me olería, pero quería acercarme. Al menos lo suficiente para poder sacar medio cuerpo a la superficie, lanzar un hechizo de inyección contra ella, volver a almacenar aire, hundirme, preparar otro, salir de nuevo y lanzar uno de corte esta vez. Tras esos dos movimientos, la tercera vez que salí le lancé una barrera de inercia <<Transfórmate ahora y corre si puedes>> Luego me puse una protección básica por las malditas flechas instantes antes de quitarme la intangibilidad, sacar la flecha clavada de antes y volver a desenvainar mis espadas.

El combate estaba muy movido, y Gael lo observaba con interés (salvando el momento en que le dio un ataque de risa por culpa de Toima). No tenía ningún motivo para animar a la loba, y de hecho le gustaría devolverle el mal trago de la taberna. Pero no era el momento ni el lugar, y le estaba gustando mucho su estilo en la arena. «Qué casualidad que les tocase juntos… Dios los cría y ellos se juntan».
—¡Vamos, Jack! —llegó a exclamar antes de escuchar a Wen y justo después a Noel. Negó con la cabeza pero sonriendo «incorregibles… pensé que Wen no la podía ver».

Karime acertó en el hombro del vampiro cuando este volvió a materializarse y rápidamente volvió a cargar su arco, aunque de poco le sirvió, pues el alemán ya se había vuelto intangible. Rápidamente, la loba transformó su cabeza excepto su ojo para que sus flechas siguieran siendo certeras y sus patas traseras y su cola, para contar con más fuerza en esa zona para los saltos y las carreras. La libense agudizó todos sus sentidos y, aunque todavía tenía el arma en la mano, no se centró tanto en intentar ensartarle una tercera flecha cuando apareciera como en encontrarle. Se mantuvo siempre a una distancia prudencial del vampiro, lo que le ayudó a esquivar el primer ataque, pero el vampiro se había ocultado bien y no fue capaz de esquivar el segundo ataque. Cuando el tercer ataque llegó, la libense quiso esquivarlo, pero el hechizo no solo la alcanzó, sino que hizo que se callera, ya que la había pillado corriendo. Solo hizo falta un intento más para que Karime descubriera que era lo que tenía que hacer si quería salir de ahí. Tan pronto como pudo, salió andando de la zona de inercia.

Al verlo materializarse de nuevo, lanzó su flecha cargada sin pensárselo y se sorprendió al ver como esta se desviaba. “Magia” se dijo y enseguida guardó su arco y se transformó por completo. Con la intención de confundirlo, corrió hacía él toda la velocidad de la que fue capaz de disponer. Según como se comportara saltaría sobre él o se volvería a transformar en el último segundo para cargar contra él con sus últimas armas.

Una flecha impactó y rebotó en las protecciones, con lo cual la libense guardó su arco y volvió a transformarse, completamente esta vez. <<Imagina que es Norou cargando contra ti: casi igual de rápida y contundente pero más fea y sin dolor propio... y con más sangre. ¡Por la sangre! ¡Brío a esos movimientos!>> pensé mientras la esperaba en posición de combate: en cuanto entrásemos en contacto, mis ataques irían a sangrar. Lo que no fuesen ataques... No recurriría al humo por la sed que este y la misma sangre de K me provocaban, así que en su lugar, esquivaría lo que pudiera. Sólo tuve tiempo de cambiar la espada izquierda por la daga antes de que se me echara encima...

Cosa que no pasó. En su lugar, lo que hizo fue saltar por encima antes de que pudiera hacer nada y, dando por hecho el motivo (atacar por la espalda, cosa a la que yo casi siempre recurría), me giré con rapidez. Si conseguía girarme antes de que ella me encarase e hiciera algo, intentaría alcanzarle las patas traseras con la espada. Si no, atacaría igualmente con la espada, dejando en segundo plano la daga. Si sus garras buscaban mi cara o el pecho, me cubriría con el brazo izquierdo, daga incluida.

Karime esperó hasta el último instante para cambiar su actitud de carga y saltó al vampiro. Sabía que perdería unos valiosos segundos si tardaba en darse la vuelta, por lo que en cuanto estuvo en el suelo, coceó a su contrincante para tirarlo al suelo y se volvió a encararlo. El vampiro se protegía con su espada y la loba decidió atacarle la única parte desprotegida: las piernas. Su zarpa izquierda y su mandíbula intentaban dañar seriamente la pierna derecha del vampiro mientras la mitad derecha del cuerpo de la loba se volvía a transformar en libense y cogía la única espada que le quedaba para defenderse del posible ataque del vampiro.

Pero no esperaba que me coceara y el repentino impacto me tumbó contra la arena. Solté la daga y agarré la espada con ambas manos por si la loba se me echaba encima, pero en su lugar lo hizo contra mis piernas. La derecha, en concreto, no tardó en sentir sus colmillos. Me guardé cualquier gesto de dolor y preparé un hechizo.

Tenía dos opciones y muy poco tiempo. O bien seguir con el tema de la sangre o bien mandarlo bien lejos y centrarme en dejar maltrecha a la loba. Había venido a divertirme y, tras verla, a por sangre, pero ni me había divertido ni había conseguido más sangre que la mía. <<Suficiente>>

Pensé en lanzar la espada hacia arriba para distraerla, pero perdería demasiado tiempo, así que cambié un poco la cosa. También pensé en una consunción bastante reducida con dos claros propósitos: quitármela de encima y dañarle lo que pudiera; pero ni tenía tanta práctica con esta ni sabía si lo conseguiría dado el gasto de magia hasta ahora, así que lo cambié por otra variante más sencilla.

—¡A ver si vas a ser una vampi-loba! La femoral está deliciosa, ¿la has probado?

Al tiempo que decía la última palabra, lancé mi espada contra la loba. En cuanto la empuñadura desapareció de mi mano, preparé y lancé un hechizo de explosión tal cual, pero gradándola lo suficiente para que se apartara de mí y, en el proceso, se dañara de alguna forma. Lo dirigiría contra ella pero allí donde no hubiera bloqueado mi espada. Sentí cómo aflojaba la presa pero sin dejar de morder, así que le lancé un hechizo de parálisis. Luego me curaría las mordeduras más graves y dejaría las demás.

El resultado lo pude presenciar o más bien escuchar durante el transcurso de lo que hice. El choque de espadas me indicó dónde y cómo la había bloqueado y, poco después, el hechizo la alcanzaba. La explosión no había llegado a lanzarla pues el dolor era algo a tener en cuenta al lanzar los hechizos y tuve que apretar los dientes antes de finalizarlo. Hice de tripas corazón y lancé un hechizo de parálisis como quien da un latigazo, y este sí que impactó de lleno.

En cuanto sonó el gong, en vez de empezar a curarme, le empujé un poco para alejar sus fauces de mi pierna, me separé un boco de la libense y, aún sentado, le quité la parálisis. Pero sin que se cayera de bruces contra la arena.

—Qué suerte tenéis, esto escuece de mil demonios. Espero no estar en el bando contrario al tuyo en caso de guerra—y no dije más, al menos nada más que no fueran salmodias curativas.