Fase 1, Ronda 7: dama Puente vs Shizel

"¡Sí!" Aquello era lo que Shizel había estado esperando. Fue preparándose para el momento justo: sabía que su mejor ventaja radicaba en sus reflejos y se había entrenado a conciencia.
Siguió avanzando a paso rápido en dirección al hechizo sombrío, como si confiase en que el escudo débil que llevaba activo lo detuviese. Mientras tanto delineó a sus pies un escudo físico, y casi pudo ver a los hechiceros entre las gradas tirándose de los pelos por la burrada que acababa de hacer.

El embrujo de la maga, como era de esperar, atravesó limpiamente el bloqueo físico e hizo trizas el mágico.
Y rebotó contra el hielo de su piel.
Shizel lo vio impactar devuelto a mitad de potencia contra la propia barrera de dama Puente con una sonrisa de triunfo, y junto a ella dedicó un soberano corte de mangas mental a todo aquel entre el público que lo hubiese subestimado hasta ahora.

No esperó un segundo, dispuesto a no dejar reaccionar a su oponente. Había desvelado una de sus cartas y ya no iba a andarse con chiquitas.
Envolvió el puño en una contundente descarga mágica y golpeó directamente la barrera de la maga, produciendo un tañido semejante el de una campana. Otra vez, y otra, hasta que la energía que había empleado se agotase o dama Puente le obligase a centrarse en otra cosa. El hechizo sombrío había determinado que debía concentrarse en erosionar las defensas mágicas, las cuales eran las que se hallaban más deterioradas ahora mismo a consecuencia del rebote.

En cuanto la maga abandonó su barrera Shizel se puso alerta. No había roto el escudo no sólo por precaución, sino porque cumplía además otro cometido.

El germen de la idea había surgido el mismo día en que se había apuntado al torneo, cuando Giz había hecho uso de un hechizo para arrancarle unas hebras de cabello como muestra. A Shizel le había inquietado que en una ciudad como Rocavarancolia alguien pudiese lanzarle un hechizo por la espalda sin que él se enterase.
Prefiriendo no confiar en algo tan engorroso como aplicarse protecciones mágicas todos los días, con el tiempo había encontrado una solución no perfecta pero sí eficaz: mantener siempre activo el escudo cuando salía a la calle. No sólo con el objetivo de que le protegiese, sino que la recarga de magia que le producía ver reflejado un hechizo en ella le sirviese de aviso antes de que la amenaza llegase. Hasta donde podía ver su transformación no era muy conocida y eso constituía una ventaja extra, pues podía parecer simplemente un brujo con una gran afición a las modificaciones corporales térmicas.
Aquel método no le permitía discernir el tipo de hechizo, aunque sí su potencia dependiendo de la magnitud de la recarga que notaba. Siempre cabía la posibilidad de que aun detectando la amenaza no reaccionase a tiempo, pero desde luego era mucho mejor que nada.

Sus instintos, en consecuencia, le recompensaron antes que sus movimientos. La recarga considerable que le confirió el hechizo de vuelo de la maga le advirtió de que no debía tratarse de una simple levitación, pero la correspondiente al segundo sortilegio le hizo desviar su atención de esos pensamientos.

No obstante, aun con el aviso, desde luego no esperaba que la amenaza viniera de abajo.

La barrera física que había instalado Shizel en torno a sí no englobaba el terreno bajo sus pies, pero esos preciosos instantes que había ganado el skrýmir gracias al aviso le permitieron reaccionar más rápido cuando notó que de repente el suelo se alejaba alarmantemente rápido de él.
Perdió el equilibrio y su primera reacción fue trazar a las prisas una barrera de inercia, extendiéndola con un manotazo ancho pero falto de cálculo. Si caía, lo haría pies por delante. Y si de paso su efecto incluía a la maga, mejor.

Había llegado a duras penas a la primera fila, pero eso no evitaría que animara al idrino en la pelea.Estaba emocionado. Se arrepentía un poco también de no haber entro en la competición, pero otra vez seria, ahora intentaría animar a todos los que pudiera.

-¡Vamos Shizel, tu puedes, hazle saber a ese veterana de lo que están hechos los novatos! -grito emocionado con la pelea y totalmente con sus ojos fijos en el combate animándolo. Shizel era un buen luchador y mucho mas estratégico, aunque peleara con una veterana tenia alguna posibilidad si movía bien sus cartas.

Ambos cayeron pies por delante debido a la barrera de inercia que les englobaba, pero eso no les impidió chocar en el aire y más tarde en el suelo. Shizel comprobó rápidamente si su escudo había sufrido daños, pero la protección física, aunque ya maltrecha, había hecho su trabajo. Se le escapó una carcajada ante el comentario de dama Puente, pero no tuvo tiempo de responder pues la maga ya había vuelto al modo de combate.
"Estaba tardando demasiado en usar fuego", pensó el skrýmir, molesto. Todo el mundo empezaba por ahí, y en consecuencia Shizel había tenido que aprender más pronto que tarde a apañárselas con hechizos ignífugos temporales, pero no le valía la pena usar uno en ese momento.

Llevaba puesta lo que quedaba de su protección física más lo que aguantase su escudo, algo tocado también. Decidió sacrificar ambos a cambio de tomar la ofensiva. Esperó impertérrito a que las llamas se estrellasen contra lo primero, y durante aquellos breves instantes se forzó a analizar la situación con frialdad. Para volver a usar su escudo después de aquel envite necesitaría descender su temperatura corporal, y podría ser conveniente convocar uno externo. También necesitaba calcular cuál de las defensas de la maga estaba más debilitada para saber cuál debía concentrarse en aguijonear.
"Física", determinó en cuanto pudo distinguir que dama Puente le estaba enviando fuego normal.

Lo bueno de no estar usando hechizos de desvío era que no necesitaba perder tiempo conjurando nada, de modo que aprovechó el tiempo en que dama Puente estuvo ocupada con las llamas para ponerse con lo suyo. Era un hechizo muy simple, que había utilizado alguna vez como cosechado cuando le apetecía un remojo. Encadenó varios de los acordes con rapidez para redoblar su efecto, necesitando de toda su sangre fría para ignorar el hecho de que el calor sofocante se hacía más y más intenso.

Tras carcomer su defensa las llamas pasaron a librarse de lo que quedaba de su escudo. A cambio se vieron reflejadas en él, y Shizel aprovechó esa circunstancia acercándose todo lo que pudo a la barricada de dama Puente para que lo hiciesen con más intensidad. Las llamas eran un hechizo simple, de modo que usó esos últimos segundos para doblar su potencia mientras seguía murmurando su propio embrujo. Cuando notó que su escudo estaba en las últimas dejó de repetir y añadió la cláusula de finalización.

Aquel extremo del coliseo se oscureció, e inmediatamente después empezó a llover.

No se trataba de ningún conjuro atmosférico, muy lejos de su alcance estos, sino unas simples nubes. Los restos derretidos del hielo de su escudo habían creado vapor, y eso era lo que éstas estaban aprovechando, junto a la humedad del propio ambiente, para hacer llover.
Dotado como todos los idrinos de doble párpado al skrýmir la lluvia no le suponía ninguna molestia en la visibilidad, y a dama Puente en lo que convocara niebla mágica tampoco, pero no había sido aquel el objetivo de la maniobra.

Su escudo se había partido escasos segundos antes, rindiéndose al calor. Sin embargo, a medida que su cuerpo entraba en contacto con el agua fría su temperatura fue descendiendo, y Shizel sintió que poco a poco volvía a emitir volutas de vapor. "Vamos, rápido", espoleó mentalmente al proceso.
Las llamas se apagaron por el mero contacto con el agua, dándole al idrino el margen que necesitaba para poder conjurar algo ofensivo en lugar de una defensa manual sin acabar carbonizado a manos de dama Puente.
Y la lluvia fue la gota que colmó el vaso de la resistente barrera de la logomante, cuya parte física se hizo trizas por desgaste.

Shizel no perdió un segundo. El aire chisporroteó al contacto con sus dedos, y un contundente hechizo de constricción buscó la garganta de dama Puente. Si conseguía impedirle formular hechizos la tendría en jaque.

Shizel soltó un breve alarido y por acto reflejo soltó su presa sobre el cuello de dama Puente. El idrino no estaba nada acostumbrado a sufrir de ninguna forma, y tampoco tenía intención de que esa situación cambiase.
"Vale, no había contado con esto", pensó rabiando de dolor. Apretó los dientes. Un resquicio de su mente había admirado la soltura de la maga, pero el resto ahora estaba cabreado.

Se obligó a sí mismo a mantener la sangre fría y curarse primero. Si se veía obligado a alzar el escudo y le cogía con la muñeca aún dislocada no sería capaz de devolverla a su lugar sin romperlo antes, y necesitaba ambas manos a punto para conjurar.

Con la vista fija en dama Puente para vigilar con qué rapidez se recuperaba, murmuró en tono vengativo un ensalmo de recomposición. Fue un hechizo muy corto dado que lo único que tenía fuera de lugar era la muñeca, y cuando la tuvo disponible le dio tiempo a encadenarlo con otra cosa fácil de conjurar, de pocas sílabas.

De sus dedos salió un pulso eléctrico. Era posible que dama Puente no hubiese perdido el tiempo y hubiese conjurado una barrera, de modo que sin pararse a comprobarlo no apuntó a ella directamente. Por el contrario, dirigió la corriente a un charco a los pies de la logomante. La maga no había hecho movimiento alguno por secarse tras la lluvia, y Shizel podía aprovechar aquello para electrocutarla. No podía perder terreno en la ofensiva tan cerca del final del combate.

Las gotas de lluvia que se habían posado sobre él ya estaban transfigurándose de nuevo en esquirlas de hielo.

Shizel maldijo profusamente la mano de los organizadores al sortear las rondas. No sólo le había tocado contra una veterana, sino contra una que se sacaba de la manga hechizos que no había visto en su vida.

Quedaba poco combate y tenía que pensar rápido e ingeniárselas para contrarrestar aquella red de relámpagos antes de que se acabara. El skrýmir no tenía ni idea de si esa cosa era una barrera física, mágica o si era solo una feria de luces para meterle miedo, pero no tenía tiempo de ponerse a hacer pruebas.
Cualquier hechizo que pudiese tirar abajo aquello independientemente de su origen estaba por encima de sus posibilidades. Podía potenciar uno simple, pero eso requería acertar por casualidad con la modalidad correcta y eso era dar demasiado por supuesto. El idrino por una vez dio la espalda a los razonamientos y decidió fiarse de su intuición.

La red de relámpagos imponía, pero Shizel se obligó a sobreponerse a esa impresión y a plantarse justo frente a dama Puente, que no había empleado ningún método para mantenerlo a distancia. Activó un nuevo escudo y sin pestañear introdujo la mano en la red de relámpagos, atravesándola.

Lo primero que advirtió fue que aquél era un hechizo avanzado. La capa de hielo trabajaba a plena potencia y aún así no rebotaba nada, limitándose a bloquear. Era la primera vez que sometía a su escudo a tanta presión, pero instintivamente el skrýmir sabía que se haría pedazos en cuestión de segundos. "Espero que sean suficientes."

En cuanto notó que sus dedos ya no rozaban chispas sino a una oponente sólida, Shizel disparó a bocajarro un hechizo de desmayo.

El gong sonó al mismo tiempo que el escudo se hacía pedazos.