Fase 1, ronda 1: Melodes vs dama Aroma

Dama Aroma esperaba con una sonrisa burlona a que los últimos segundos de la cuenta atrás pasasen. Por una vez no llevaba la venda sobre los ojos, ya que no le estaba permitido usar su dominio durante la pelea y prefería hacer uso de todas las ventajas disponibles.

La bruja se balanceó sobre las puntas de los pies en un ademán levemente infantil, clavando los ojos con malicia en Melodes por si conseguía ponerlo nervioso aunque no tenía muchas esperanzas. Menos mal que el soñador le cogía en el lado contrario al sol, porque a sus ojos no les estaba sentando bien la exposición a éste después de tanto tiempo vendados.

El gong de inició sonó y la bruja, ansiosa por empezar, no perdió un segundo. Alzó un campo de fuerza débil en torno a sí y a continuación un sortilegio disolvente serpenteó en dirección a Melodes, desintegrando la arena del anfiteatro a lo largo de la línea de su recorrido. La nube de polvo que levantó éste en su camino hizo estornudar a la bruja.

Melodes le dirigió una leve reverencia a la bruja y le devolvió la mirada maliciosa con una sonrisa enigmática. El soñador no era demasiado fan de los combates, aunque sin duda si había una categoría que llamaba su atención era la de duelo mágico. Era diestro con su estoque en buena medida y podría emplearlo si la ocasión lo requería, pero los hechizos eran siempre su principal arma en caso de necesitar una.

En cuanto el gong sonó, Melodes realizó un escudo mágico mientras su contrincante levantaba el campo de fuerza. Reconoció el hechizo cuando este comenzó a levantar la arena del anfiteatro y se apresuró a conjurar un sortilegio de dispersión en torno a sí mismo para contrarrestarlo. Aprovechó las circunstancias para realizar a continuación un hechizo de luz ochroria con la intención de dificultar aun más la visibilidad de dama Aroma.

Dama Aroma torció los labios en una mueca cuando notó que su encantamiento se dispersaba a la fuerza, aunque realmente no había esperado que Melodes cayese como un pardillo sólo por haber empezado después.

Unos insultos muy poco propios de alguien que se hacía llamar "dama" pudieron oírse por el ruedo del anfiteatro cuando se dio cuenta, tarde, de lo que pretendía hacer el soñador. No le dio tiempo a convocar una nube de oscuridad en condiciones y terminó viendo chiribitas. Sin embargo aquello estaba lejos de dejarla fuera de combate.
-¿Crees que me oriento por ahí con la venda por ciencia infusa?- increpó a Melodes, trazando rápidamente un hechizo de niebla mágica sobre sí. Desplazó su mirada a vista de pájaro del anfiteatro a la espera de que la molesta pulsación en los globos oculares desapareciera.

La aromante era extremadamente fácil de picar una vez se despertaba su lado competitivo. Encadenó una serie de hechizos de levitación, primero un barrido y luego especificaciones: una lluvia de guijarros, y entre ellos algunos pedruscos de tamaño considerable de los que estaba sembrado el anfiteatro, volaron hacia Melodes destinados a tirar abajo su protección mágica.

Melodes sonrió divertido ante la manifestación verbal del enfado de su contrincante.
—Por supuesto que no, querida dama Aroma —le respondió a su pregunta retórica mientras comenzaba a conjurar otro hechizo.
Un sortilegio de interferencia. No obstante, el tiempo que le llevó realizarlo, bastó para que no pudiera protegerse de la ofensiva de la bruja. Los guijarros más pequeños apenas hicieron mella en el escudo del soñador, pero los más grandes terminaron por romperlo y varios impactaron sobre su cuerpo. El brujo se cubrió con los brazos como pudo y enarboló una expresión de contrariedad contenida mientras soportaba los diversos impactos.

El sortilegio de interferencia debía de haber hecho ya su trabajo, no obstante, por lo que decidió aprovechar para contraatacar. Conjuró una malla ácida en dirección a dama Aroma, que tenía como fin deshacer el campo de fuerza que aún cubría la bruja y provocarle daños al mismo tiempo.

Desde su visión privilegiada en lo alto del estadio dama Aroma pudo ver que Melodes trajinaba tras su campo de fuerza. El soñador tramaba algo, pero precisamente por verlo desde arriba y no de frente dama Aroma fue incapaz de distinguir de qué se trataba.
Cuando vio que su estrategema por fin hacía trizas la barrera del libense la bruja soltó una exclamación triunfal y alzó ambos brazos al aire. De hecho no se pudo resistir a dar un par de saltitos de entusiasmo antes de volver a ponerse en guardia.

Deshizo el hechizo de niebla mágica; ya no le dolían los ojos y mirar desde arriba le desconcentraba más que ayudaba. Su visión regresó a su lugar original como una goma elástica y dama Aroma parpadeó con furia un par de veces para acostumbrarse pronto y no perderse nada.

"Ah, no señor." La bruja vio lo que se le venía encima y le sacó la lengua fugazmente a Melodes. No pensaba quedarse atrapada esperando a que la malla encantada se comiese su segundo campo de fuerza.
Trazó unos acordes breves en el aire, dio un saltito e inmediatamente desapareció bajo tierra, como si hubiese pisado sobre una superficie de agua y se hubiese hundido. La malla ácida impactó con toda su fuerza contra el campo de fuerza de la bruja y lo hizo trizas, pero ella ya no se hallaba bajo él. No hubo que esperar mucho para hallar indicios de la aromante, ya que ésta emergió limpiamente del suelo, intangible, un metro más adelante de donde los restos del hechizo de Melodes abrían lentamente un boquete en el suelo.

La bruja no se lo pensó mucho y envió un lanzazo mágico en dirección al soñador. Era un ataque a lo rápido, con la mera intención de ganar tiempo mientras recuperaba su posición y el aliento, ya que no había podido respirar en los escasos segundos que había recorrido a ciegas el subsuelo.

A aquellas alturas el polvo que imposibilitaba la visión ya se había dispersado por lo que Melodes pudo ver con claridad como dama Aroma se desvanecía. Aprovechó ese instante para volver a conjurar una protección sobre sí mismo. No tuvo tiempo, no obstante, de reforzarla debidamente, por lo que el lanzazo de magia de la nublina atravesó su defensa y le provocó algunos daños. El soñador se llevó ambas manos al lugar del impacto, reprimiendo una mueca de dolor a medias.
—Creo que ha llegado el momento de aparcar las sutilezas. No me guardéis rencor por los posibles daños, querida dama Aroma —anunció el soñador esbozando su sonrisa habitual.

Melodes conjuró un sortilegio de magia aérea. Si algo le sobraba al soñador era imaginación de cualquier tipo, por lo que no solía presentarle un problema moldear el aire con cierta habilidad y rapidez. Una bola de tamaño medio se materializó justo sobre la cabeza de la bruja mientras que una cadena que partía de ella se extendió hacia la posición del libense. Concretamente hasta sus manos. Dió un rápido tirón para tratar de golpear a dama Aroma con aquella suerte de mangual improvisado, el cual era pesado y podía propinar un notable golpe pero no excesivamente demoledor ya que de otro modo tampoco podría haberlo manejado correctamente.

"Ostras." La bruja no se había podido creer su golpe de suerte. El lanzazo había sido a la desesperada pero de alguna forma había cogido al soñador con la guardia baja, marcando el primer tanto real del combate.

La sorpresa provocó que no aprovechase su ventaja a tiempo. Convocó por instinto un escudo en torno a sí en cuanto captó por el rabillo del ojo que algo se cernía sobre ella, pero no pudo comprobar de qué se trataba. No completó el hechizo y la descarga de aire solidificado superó la barrera con facilidad tras la resistencia inicial.

El peso pluma de la bruja fue fácilmente empujado por la bola del mangual y la hizo retroceder unos metros. Cuando terminó de derrapar la aromante se levantó del suelo resoplando, muy disgustada ante el estropicio que había hecho con sus medias blancas. Se iba a comer el cacharro ese, bufó para sus adentros.

Encadenó una serie de hechizos de impulso en direcciones al azar, para evitar que el soñador pudiese salir del paso simplemente esquivando uno. Esperando que estuviera distraído en ese momento remató la jugada envolviendo su pie con un hechizo de impacto y propinándole una soberana patada a la bola del mangual para enviársela de vuelta a su propietario.

Melodes recibió algunos de los hechizos de impulso de la bruja, pero no había estado perdiendo el tiempo. Para cuando dama Aroma pateó su mangual de vuelta, el soñador sonrió para sus adentros con cierta malicia pues estaba finalizando de conjurar una red relámpagos plata que lo envolvió por completo. Como consencuencia, el mangual fue repelido violentamente de vuelta en dirección a la nublina, el cual ya no podría tardar mucho más en desvanecerse.

Una vez más no se hizo esperar y, sin aguardar siquiera al resultado de lo anterior, comenzó a conjurar una bola de luz. La bola luminosa escarlata se dirigió hacia su contrincante buscando electrocutarla. Entre las aficiones del soñador, aunque siempre educado y caballeroso, no se encontraba perder.

Su primer impulso fue volver a patear el mangual hacia Melodes, pero por suerte el sentido común de la bruja se opuso a tiempo. Tuvo escasos segundos para reaccionar, de modo que inició el hechizo de levitación y escaló el aire para esquivar el impacto del arma. No pudo reaccionar de forma más elaborada.

La bola luminosa se topó con un escudo, esta vez sí, conjurado en condiciones. Desde el aire dama Aroma no tardó en contrarrestar con un proyectil de su propia autoría, y se perdieron unos minutos en un intercambio de balizas mágicas sin un claro ganador.

La bruja se arriesgó a intentar romper el ciclo cuando por fin su escudo se quebró. Conjuró a toda prisa una racha de viento, y la prendió con unas llamas que convocó a posteriori. Para terminar la orden del hechizo sopló en dirección a Melodes, y el fuego aéreo obedeció su comando y se cernió sobre el soñador.

Sin pararse a comprobar el resultado dama Aroma empezó a descender al nivel del suelo como bajando una escalera. Desde el aire ofrecía blanco desde más ángulos, y la bruja no era lo bastante ágil físicamente como para que desplazarse por él superase esa desventaja.
La estratagema le había costado una cantidad importante de energía en función del tiempo que duraba y estaba aclimatándose a la sensación, además de estar aún estaba dolorida por lo del mangual. Lamiéndose los labios con cautela comenzó a pronunciar en su descenso un hechizo revitalizante, olvidándose de que su flanco estaba abierto desde que se le había roto el escudo.

Melodes hizo un gesto de contrariedad con la cabeza al comprobar que su ofensiva había caído en saco roto. La red de relámpagos plata todavía seguía desplegada a su alrededor, por lo que aprovechó que todavía tenía efecto para lanzarse un sortilegio con el que volverse ignífugo. Deshizo la red, que estaba minando rápidamente sus reservas y su energía, y dejó que el torbellino de fuego lo envolviese sin otro percance que sus ropas y su pelo se agitasen violentamente con la fuerza del viento. Tal vez debería imitar a la bruja, quien se estaba tratando de curar en aquellos momentos, pero consideró que sería un desperdicio no aprovechar aquella oportunidad que le brindaba.

Conjuró un hechizo destructivo, que hizo que la arena volviese a levantarse con más violencia que al inicio del duelo debido a la potente onda expansiva y ello, en conjunto con las fuertes ráfagas de viento, elemento también afectado por el hechizo, se dirigieron hacia la nublina.

El embrujo vigorizante surtió efecto y dama Aroma sintió que su cuerpo y sus reflejos volvían a ponerse a punto. Llegó justo a tiempo para darse cuenta de que había bajado la guardia.

Tuvo el tiempo justo para convocar una barrera recargable antes de que los hechizos de Melodes se estrellaran contra ésta. No fue un movimiento planeado ni elegante, y la bruja no pudo hacer otra cosa que aguantar la tormenta mientras ésta pasaba, con los dientes apretados. Podía notar con exactitud lo rápido que se estaba comiendo sus recursos.

"No veo una leche", maldijo para sí. La arena levantada por el hechizo destructivo tardaría un tiempo en disiparse, de modo que a duras penas separó una parte de su concentración en la barrera para conjurar de nuevo el hechizo de niebla mágica. Escaneó la arena en busca del soñador.
Melodes tenía la aparente manía de que, aunque no cedía terreno, tampoco se movía de donde estaba inicialmente. Dama Aroma decidió aprovechar eso para devolverle la jugada del mangual. Se puso a trazar frenéticamente gestos en el aire una vez el envite de los hechizos del brujo cedió y tuvo las manos libres del escudo.

Su talento artístico no daba para mucho, de modo que el carámbano de cristal que se materializó sobre la cabeza de Melodes parecía dibujado en el aire por un niño de tres años. Sin aviso previo lo dejó caer.

Melodes notó como el aire se condensaba sobre él y supo que dama Aroma tenía la intención de devolverle la jugada. No tenía tiempo para conjurar una barrera mágica por lo que, sin pensarlo demasiado, hizo lo primero que se le pasó por la cabeza. Se lanzó rápidamente un hechizo de impulso para apartarse a tiempo del carámbano. El soñador se propulsó hacia delante, directo hacia su contrincante. El choque se produjo y ambos brujos cayeron al suelo, por lo que el propio Melodes recibió daños de su propia maniobra. Aunque no había sido el único, claro.
—Acepta mis disculpas, querida dama Aroma —pidió a la nublina mientras se incorporaba—. Debido a vuestra rápido contraataque me fue imposible pensar adecuadamente la dirección hacia la que me impulsaba —se excusó componiendo su sonrisa habitual—. Os compensaré de alguna manera tras el duelo, pero ahora no sería prudente ayudar al contrincante, ¿no creeis?
Así pues, Melodes trató de aprovechar el momento para conjurar un relámpago negro y plata y lanzarlo sobre su oponente.