Fase 1, Ronda 2: Jack vs Koval

No tenía tiempo para comprobar si se había visto comprometida la movilidad del brazo dañado. Supo que acertó en su estocada a la desesperada pero no parecía haber servido demasiado. Después solo pudo defenderse de los ataques rápidos del vampiro.
—Ya no voy de chica mágica, así que nada de bailes —contestó apretando los dientes pero sonriendo con ferocidad. Estaba buscando brechas en el ataque de Jack, hasta que en una embestida desapareció de un salto.

No pudo encontrarle a tiempo y, aunque un corte fue parado por el mango de la maza, el que recibió por el lado derecho se hundió en su espalda hasta rozarle las costillas. Eso sí que iba a afectar a sus movimientos, por lo que el fuego fatuo trató de ganar firmeza aferrando su arma con ambas manos. Pero parar los golpes que se sucedieron no era fácil, venían en todas direcciones, aunque pudiera predecirlas viendo el movimiento del humo. Después de un breve período de tiempo defendiendo a duras penas y recibiendo cortes, se acostumbró al patrón de ataque. Trató de predecir la dirección en que Jack se materializaría, probablemente su espalda desprotegida, y pasó a la ofensiva a ciegas, dando un giro rápido hacia la izquierda que buscaba carne que cortar con el filo de la espada.

Nia, Toima y Tania

Desde las gradas, el feroz combate entre el vampiro y el fuego fatuo se veia con interés. Cada uno por su motivo. Nia, por una parte, no lo disfrutaba, ya que no se sentia en derecho en apoyar más a una parte que a otra y, por otra parte, las heridas que estaban sufriendo eran de verdad y aquello era bastante más alejado que lo que le gustaba ver y hacer con sus amigos. Toima, sin embargo, estaba muy metido en el papel. Enganchaba cada golpe que se daban con el asombro y la emoción de un crio, contenia la respiración ante cada treta y cada vez que veia un golpe decisivo, lo imitaba inconscientemente, como dándole más fuerzas. Se lo estaba pasando pipa.
Por otra parte, Tania contemplaba el combate en silencio. Sentia curiosidad por ver como se desenvolvian ciertas transformaciones en aquel terreno y, sin duda, aquel torneo no le estaba decepcionando.

En cuanto Gael empezó a pillarle el truco, pensé en darle la vuelta a la situación (además de que tanto humo daba sed): ahora me vería, sí, pero me iba a ver de verdad.

Su último ataque conseguí trabarlo a tiempo entre mis dagas, cruzándolas en x. El roce del metal me quitó cualquier idea de intentar romperle su arma. Más tarde lo pensaría y me diría estúpido o algo así. Luego, manteniendo la presa, giré hacia la izquierda con rapidez, volví a volatilizarme y desvié parte del humo hacia su espalda. Si, efectivamente, se giraba para cubrir ese lado, lanzaría mis armas a su cuello.

Atacar a donde creía que aparecería no sirvió. Gael empezó a pensar que era necesario desarmar al vampiro al coste que fuera, por eso cuando giró y el humo volvió a aparecer, no trató de seguirlo, buscando una estocada directa en la espalda por parte de Jack.

Jack
No picó, faltaría más. Al darme cuenta de esto, volví a juntar todo mi humo frente a él, con cierta distancia de seguridad, y me materialicé. <<Maldita sed... Cuando acabe esto, pillo un barril>> Para colmo, el varmano estaba seco, y mira que me habían dicho que podría morder. <<O qué sé yo, al menos unas gotas de tanto corte>>

Había pensado en lanzarle una de las dagas desde lejos... Pero me arriesgaba a perderla y el desarme del contrario contaba como victoria para el otro... <<Ni hablar>> Y ni hablar de vencer así a Gael. Pero... sí que podía lanzar algo a distancia. A él. Sin más dilación, fui corriendo hacia él y me dejé caer en forma de humo, rodeándole con parte del humo mientras la mayor parte se colaba entre sus piernas. No llegué al otro lado sino que ahí mismo me materialicé, lancé dos tajos a las piernas con intención y fuerza suficiente para cortarlas. Teóricamente.


Atol
Había oído el anuncio del combate de Koval y Jack y, como ambos eran conocidos, me acerqué a curiosear. Llegué cuando ya estaba empezado, pero no fue intencionado. Lo escuché en el baño y de camino me encontré un gato negro que, automáticamente, me siguió <<¡Gato!>> Maldita la hora en que lo cogí en brazos y me soltó un mordisco <<¡Eh!>> Tuve que separarlo, aunque no lo soltaría, pero entonces noté un collar <<Lerka... Toma ya>> Riendo a carcajadas, volví a las gradas con la bestia del vampiro aún en brazos, vigilando que no me mordiera.

—¡Vampiro! ¡Si pierdes, me lo quedo!—le piqué a gritos mientras jugueteaba con la fiera.

Noel observaba el combate entre Jack y Gael todo lo cerca que podía y se había puesto de pie casi sin darse cuenta, probablemente dificultándole la visión a un numeroso grupo de personas que se encontrasen directamente detrás.
—¡Vamos, Gael, no puedes perder contra una sanguijuela humeante siendo tú un mechero! —gritó en un momento dado esbozando una amplia sonrisa jocosa.

El ataque no llegó, no por donde creía. Quizá Jack esperaba que se voltease o había cambiado de idea, porque le tenía delante nuevamente. Se preparó para embestir y Gael adoptó una pose defensiva, pero Jack se evadió de nuevo. «Deja. De. Hacer. Eso». En aquel momento no podía detestar más la habilidad de los vampiros. El humo se escurrió entre sus piernas y al empezar a girarse sintió las dagas golpeando contra los huesos de sus piernas. Se tambaleó al recibir el golpe, pero vio la oportunidad que buscaba, tirando bruscamente en la dirección contraria a la que se había clavado la daga en su pierna derecha, pretendiendo forcejear con carne y hueso para quitarle al menos una. Con la mano izquierda buscaba el cierre del cinturón que sujetaba la maza con intención de dejarla caer sobre el vampiro al mismo tiempo.

No funcionó. Una daga se me quedó trabada y la otra sentí cómo Gael tiraba de ella: tirando con la propia pierna. <<Para ti, que te aprove...>> pensé mientras me ponía de costado para tirar de la otra. No pasó ni un segundo y la maza se estrellaba contra mi hombro derecho. Solté un quejido y otro al conseguir liberar mi arma. A continuación salí de debajo del varmano, cogí la maza <<¡Intercambio!>> y puse tierra de por medio mientras tosía.

Tenía la garganta y la boca resecas. Había perdido una daga, momentáneamente, y ¿conseguido qué? Un hombro magullado y hacer el ridículo delante de toda la puñetera ciudad. Se estaba alargando demasiado... Con la mano libre sopesé el arma que acababa de golpearme: nunca había usado una, no me gustaban. Pero el diseño no dejaba mucho a la imaginación para entender cómo funcionaban: garrotazo y tentetieso. <<Gael me mata si encima le abollo al varmano... Espera, ¿no leí algo en las normas de que se reparaban ese tipo de daños? A la porra entonces, nunca mejor dicho>> Esperé a que el hombro se recuperase medianamente, lo suficiente como para poder moverlo... <<Y la puñetera sed... Dame un segundo, Gaelillo, anda>>

La daga se quedó incrustada en su pierna derecha, pero no la otra en la izquierda. Aun así parecía que la maza lo había sorprendido, pero era evidente que la iba a coger para sí. Gael no sabía a qué atenerse, pero sí que el vampiro no era muy dado a armas pesadas y esperaba que eso lo volviese más lento. Mientras se giraba con dificultad lo vio de pie a menos de dos metros de distancia, aferrando la maza. Gael había visto de reojo que al combate le quedaba nada y menos, así que se la jugó.

El cuerpo se movió con dificultad hacia delante. Las piernas no funcionaban bien, pero pudo dar un paso, y otro. Entonces la espada dejó de apuntar al vampiro, echó el brazo que la sujetaba hacia atrás y en unos instantes las manos llameantes del fuego fatuo estaban agarrando la empuñadura. Se impulsó contra el suelo en su forma expuesta para empujar al cadáver por la espalda —donde había aparecido al abandonarlo— en dirección al vampiro, pretendiendo echárselo encima como un saco de arena. Luego se impulsó de nuevo con una patada y ascendió pasando sobre el cuerpo y buscando asestar una estocada a Jack desde arriba.

No tardó mucho en seguir el combate. El fuego fatuo se giró y avanzó hacia mí. Quizá si pisaba con fuerza la daga clavada podría tumbarlo del todo... Pero de pronto el cuerpo cargó contra mí y lo esquivé, pero al hacerlo entendí la estratagema. Gael había salido del varmano justo en ese momento y me había atacado con la espada que aún le quedaba desde arriba. Había sido lento en el movimiento anterior y al encadenarlo con el intento de esquivarlo, no lo logré: el corte se lo llevó el brazo izquierdo.

Como consecuencia, volví a alejarme. <<Encima el maldito flota...>>

—¡Baja aquí y deja de intentar traerme la luna, que no soy Kae o Urticaria!—le piqué.

En la zurda llevaba la maza, que ya se había descubierto inútil y culpable de mi lentitud, no estaba acostumbrado a ese peso, así que pensé en tirarla. Sin embargo, como Gael seguía arriba... Cambié mis armas de mano, corrí unos metros hacia delante, salté, giré de vuelta y le tiré la maza con fuerza. Caí con las rodillas flexionadas y, aprovechando el arco de lanzamiento, empuñé la daga restante con ambas manos: la hice girar varias veces a mi alrededor y por encima de mi cabeza, varias, varias, varias veces. No se acercaría sin llevarse un tajo.

La espada tocó carne, pero había logrado escapar a tiempo para no recibir un corte más profundo. Se había lanzado de modo que sus piernas subían cada vez más, hasta estar prácticamente bocaabajo. En esa postura no podría defenderse adecuadamente de la maza, con lo que el tajo que dio fue seguido de un avivar de sus llamas que lo elevó por encima del vampiro, fuera del alcance de sus armas. «Jack, tío. Se te va mucho» pensó al escuchar su pulla, pero no se dejó desconcentrar por ello.

Trató de levitar siempre por encima del vampiro, y cuando le vio adoptar la pose de lanzamiento se cubrió las espaldas ascendiendo todavía más, y usando de escudo su espada al apoyar la mano izquierda en la hoja. Podía ser solo un amago, tal vez tiraría finalmente la daga, pero no fue así. Había ascendido ya lo suficiente para no estar al alcance, y la maza cayó a plomo un poco más allá. Por debajo de él, Jack defendía con la daga restante. Solo le quedaba acercarse por arriba, así que empuñó con las dos manos y cayó sobre él en picado, dispuesto a hacerlo defender y atacar por encima de su cabeza, buscando allí un punto flaco, si lo hubiera, en su entrenamiento con armas.

Pero entonces sonó el gong. Se había acabado el tiempo.