Fase 1, Ronda 3: Koval vs Enredo

El hechizo de impacto dio contra mi escudo y aunque éste resistió la fuerza del hechizo me sacó volando un par de metros. Caí de culo, estaba claro que la diferencia de experiencia en esto era grande, pero no pensaba rendirme. El chico ahora estaba levitando, <<Qué suerte tener cosas así gratis oye>>. No tenía ni idea de si la magia espejo se le había acabado o no, así que preferí no usar magia directa contra él. Lancé un hechizo de constricción esperando oír una barrera rompiéndose.

El chico recibió el impacto a pesar de las protecciones, y eso consiguió distraerlo un poco. Gael aprovechó ese tiempo para levantar un campo de fuerza anclado a sí mismo, preocupado por no tener ese campo cubierto. Cuando terminó, otro hechizo se le venía encima, y se elevó para tratar de evitarlo. Lo recibió a la altura de las piernas sin poder esquivarlo totalmente. La barrera aguantó, pero podría caer al siguiente. Se dio prisa en invocar algo rápido, creyendo que ahora las llamas podrían haber mermado las protecciones mágicas. Volvió a probar con la parálisis.

Una vez lanzado el hechizo y al no oír nada no me paré a mirar lo que hacía el fuego fatuo. Reforcé mi defensa que estaba muy débil debido a los maltratos de las llamas y al hechizo de impacto. La reacción del otro no se hizo esperar, pronto vi una luz azulada rodear mi escudo y deshacerse al no haber podido penetrar. <<Uff, un hechizo de parálisis, si hubiera mantenido las defensas de antes ya podría dar el combate por finalizado>>. Tejí un hechizo de impacto en su dirección, no quería gastar más magia por el momento, tenía una idea en mente e iba a necesitar toda la que pudiese.

Las barreras del otro, una vez reforzadas, aguantaron, y ahí lamentó no haber dirigido algo más fuerte. «El tiempo ha avanzado bastante, es el momento de empezar a usar artillería pesada». Enredo fue rápido conjurando lo siguiente, pero Gael pudo identificar el hechizo y gracias a eso pudo empezar a reaccionar con rapidez. Trató de esquivar moviéndose de nuevo, pero sus defensas físicas cayeron al recibir aun así el impacto. Sin embargo, el fuego fatuo ya estaba en movimiento. Desde el primer momento señalaba al brujo para dirigir hacia él un lanzazo de magia. Y después, otro más. Necesitaba que cayeran sus defensas.

El hechizo dio en el blanco, lo que no esperaba era lo que venía a continuación. El primer lanzazo se estrelló contra mi barrera que retembló y se agrietó, abrí los ojos de forma desmesurada y vi como el fuego fatuo lanzaba otro. Me tiré hacia un lado para apartarme ya que el escudo no iba a resistir otro golpe como el anterior. No fui lo bastante rápido. La magia impactó contra el escudo a la altura de la pierna y lo atravesó, el hechizo se amortiguó, pero no me esperaba aquello. Algo parecido a una corriente se extendió a lo largo de la pierna, solté un grito de dolor y caí al suelo.

No tardé en levantarme sabedor de lo que estaba en juego, apoyé el peso sobre la otra pierna y lo único que hice fue erigir una barrera magica reforzada alrededor mío, las defensas físicas aún aguantaban. Lo peor es que no podía tomarla con Koval por que había sido culpa mía, con una barrera más fuerte habría aguantado. Por eso ahora decidí no atacar hasta ver el siguiente paso del chico.

El chico acabó en el suelo y empezó a conjurar mientras se ponía en pie. Era el mejor momento para atacar, pero era bastante probable que de lanzar otro hechizo fuese a toparse ya con sus defensas renovadas. Lo que hizo fue volver a levantar las suyas propias, las físicas, pues exponerse era muy mala idea.

Teniendo en cuenta que el brujo estaba bien protegido solo le quedaba crear una distracción con el entorno. Si quería que volviera a caer solo le quedaba moldear el suelo que pisaba, y tuvo que imprimir bastante energía en ello para que este se hundiera con rapidez y crease una onda que lograse tirar al chico. Si lograba derribarlo volvería a prender el hechizo de llama a su alrededor, cubriendo esta vez un área mayor para que se expusiese más tiempo a él.

Me quedé esperando a ver que hacía el chico, se puso a realizar una magia que aunque reconocí no entendí a donde la estaba dirigiendo. Hasta que fue demasiado tarde y el suelo empezó a temblar. Intenté apuntalarme, pero cuando apoyé la pierna que había sufrido la magia anterior tuve que apretar los dientes, su magia fue demasiado rápida, ni tiempo me dio a conjurar un hechizo de levitación. No hace falta decir que terminé sentado en el suelo hasta que pasó todo, cuando me levanté una buena cantidad de fuego mágico me rodeaba, las llamas lamían el escudo que se iba desgastando por momentos, volví a reforzarlo y traté de salir de las llamas lo más rápido que pude.

Miré hacia el reloj. <<Ya queda poco, quizá debería ir empezando ya. No, sólo un poco más, sólo un poco más>>. Volví la mirada al fuego fatuo y me quedé sin atacarle otra vez. Necesitaría todas mis energías para el siguiente envite, mejor ahorrar.

Las llamas siguieron a Stefan allá adonde fuera, mientras se mantuviese pegado al suelo.
«¿Qué hace, a qué espera?». Gael estaba inquieto a causa de la falta de ataques por parte del brujo. Suponía que tení que estar tramando algo, o que tal vez se la había jugado de alguna manera, porque no parecía haberse rendido. Pero no lo veía trazando hechizos, ni runas, nada… Y no pensaba darle tiempo a hacerlo, tampoco.

Mientras huía de las llamas echó un vistazo rápido al reloj. Ya quedaba poco, podía hacer un esfuerzo grande ahora que se acercaba el final. Así, en ese mismo momento, empezó a conjurar el hechizo más largo que podría permitirse hasta escuchar el sonido del gong, un relámpago negro y plata que salió dirigido hacia Stefan en cuanto se paró a mirarle. Le había regalado unos segundos preciosos. Después, Gael mantendría un patrón de movimiento errático en el aire, y también las llamas en el suelo si todavía fuesen útiles. Pensaba poner contra las cuerdas al chico obligándolo a defenderse hasta que se acabara el tiempo. Su intención era enviar un lanzazo de magia después de otro, dejando entre cada hechizo en menor tiempo posible. «Que suene el gong, que suene ya…».

<<Ahora>>. Dejé que mis defensas se encargasen de su ataque, aunque cayesen no tendría tanto tiempo para hacerme daño. Ya bastante me iba a agotar como para dejarle vía libre y que me destrozase.

Reuní mi magia y comencé a entonar los hechizos tejiéndolos entre ellos para soltar uno grande. <<Tú has usado la tierra y el fuego. Dime chico en llamas, ¿qué ocurre si se te moja?>>. Terminé la salmodia y calculé aproximadamente donde iría en su próximo movimiento, allí lancé mi hechizo. Un violento tornado de agua se abatió sobre el fuego fatuo. La salida de energía fue brutal, pero aún no había terminado, todavía me quedaba el final, el gran final. Esta vez el hechizo que trazaba era una variante de la bola de luz, una variante eléctrica. Sabía que existía un hechizo eléctrico de mayor calibre, pero no me atraía el aprenderlo sólo por su desmesurado coste. Tiré el hechizo al torbellino convirtiéndolo en algo bastante doloroso pero no mortal. Sus lanzazos combinados con el fuego habían acabado por romper mis defensas y ahora mismo me estaba quemando los pies por un fuego que empezaba a trepar.

Caí de rodillas por la cantidad de magia gastada y lo cierto es que se me nubló la vista en cierto momento, tuve que parpadear varias veces para enfocar bien. Me obligué a ponerme en pie para que las quemaduras no se volvieran cosa seria. Segundos después sonó el gong y todo desapareció. El agua, la electricidad y el fuego. No pude si no respirar aliviado sabiendo que se había terminado aquel combate, sí, en mayor medida por el alivio que supuso librarse del fuego. Ganara o perdiese lo cierto es que estaba orgulloso de mí mismo. No me parecía que lo hubiese hecho nada mal.