Fase 2, Ronda 4: Giz vs Melodes

Saber quien era su contrincante le había quitado un peso de encima a Giz. Era mucho más sencillo si no te tocaba con alquien con quien convives. A pesar de eso, Melodes llevaba más tiempo transformado que él y eso tampoco le hacía excesiva ilusión. <<Él lleva una vida más relajada que nosotros>> se dijo para darse algo de esperanza.

—Buena suerte, soñador—le deseó al tiempo que lo saludaba con una mano alzada.

En cuanto sonó el gong, Giz trazó un círculo a su alrededor y se parapetó tras una barrera mística, para no comenzar completamente desprotegido. Su siguiente movimiento, de darle Melodes la oportunidad, sería disparar un lanzazo mágico hacia él.

Mientras Melodes desviaba el hechizo y este le era devuelto por la barrera, Giz se centró en conjurar sobre sí mismo un sortilegio de defensa respaldado. No había reforzado las propiedades de la barrera mística, por lo que la potencia a la que recibiría el lanzazo Melodes, sería la normal. El goliat abrió la gorguera por fin y echó a correr, describiendo un arco que buscaba encontrar la espalda del soñador y abandonando la barrera que había erigido al principio.

En plena carrera, Giz dirigió un hechizo de dislocación a Melodes, con la esperanza de acertarle en algún brazo e incapacitarlo para realizar hechizos.

En cuanto vio el hechizo que se le venía, Giz frenó de golpe. Por si no hubiera tenido pruebas visuales, la gola le había soplado el hechizo de intangibilidad que rodeaba al soñador, limitando bastante las opciones del goliat. En un acceso de improvisación, imitó a su contrincante y se intangibilizó, saltando al propio socabón que había abierto Melodes.

Gracias a su gorguera, no tenía ningún problema para situarse bajo tierra: percibía su propia barrera mística abandonada, las defensas del soñador y al propio soñador. Cogió aire y se adentró, persiguiendo a su contrincante bajo tierra. Si algo tenía ahora, era una ligera ventaja temporal. Melodes necesitaría usar magia para localizarle y Giz sabría el momento exacto en que le hubiera echado el ojo.

Su intención era aprovechar esa pequeña ventaja para irrumpir dentro de las propias defensas del soñador desde abajo y recibirle con una red de relámpagos plata conjurada por el camino.

Giz se alegró de que la esfera de contención le hubiera pillado dentro de las defensas de Melodes y con la red de relámpagos activa. Savaguardado por las protecciones de su enemigo, el goliat deshizo su intangibilidad mientras la red erosionaba aquella burbuja. Era débil, por lo que una bola de luz a bocajarro bastó para acabar de romperla. El asreniano puso pies en tierra firme y se aseguró de no cometer el mismo fallo que Melodes. Conjuró un campo de fuerza mágico qe lo envolviera por completo, englobando la defensa extra que le había robado al soñador.

Según lo que percibiera con la gola acerca de las defensas de Melodes, Giz utilizaría un hechizo de impacto a máxima potencia o un lanzazo mágico. La idea era atacar al flanco mágico que tuviera desprotegido o, encaso de llegar tarde para causar daños, tratar de minar las defensas que tuviera más bajas.

Giz optó por el lanzazo para romper su propia barrera mística, dejando que golpeara sus defensas delanteras. Se alegraba de no haberla reforzado. Cuando vio venir la llamarada, tejió un hechizo disipador para agotarla antes de que los daños fueran irreversibles, dejándola a un toque de romperse, y acto seguido trazó en el aire el círculo que levantaría una barrera de inercia alrededor de Melodes y su campo de fuerza.

Tras fijar al soñador en el suelo, conjuraría una variante de la red de relámpagos plata para alfombrar el suelo, abarcando la misma zona que la barrera de inercia, para cobrarse daños tanto si Melodes permanecía en la barrera como si trataba de atravesar el suelo con intangibilidad.

—¡Dulces sueños, Giz! ¡Dale dulces sueños! —animaba a su amigo. Seguro que iba a ser una pelea dura, y haber intercambiado unas pocas palabras con el soñador no quitaba que animase al goliat con todas sus fuerzas—. ¡Que no sueñe con ganar! —Después se giró hacia sus amigos—. Hay que admitirlo, el torneo estimula nuestro “centro elaborador de chistes malos”, y esto es así. —Aunque dicho en tono de disculpa, no se arrepentía de nada.