Cicatriz de Arax
+55
Birdo
Harek
Percy
Reifon
Bellota
Cuervo
Hiss
Lobo_Negro
Lathspell
Kial
Manasard
Jikan11
Merodeador
Shiogen
Kanyum
Daninokuni
Shahrazad
Seth
Aes
Aliera W
Lops
alpeca
Poblo
LEC
Dal
Evanna
Zarket
Carmesí
Álvar
Naeryan
Frikomid
Matt
Muffie
HurzaComeojos
Shylver
Yber
Vlad
Alicia
Caillech
Giniroryu
Martalar
Fundador
Leonart
Helli
Sevent
Reisha
Salokin
Rincewind
Elliot
Tak
Administración
PeloVerde
Jack
Red
Rocavarancolia Rol
59 participantes
- Rocavarancolia Rol
Cicatriz de Arax
03/08/11, 11:05 am
Recuerdo del primer mensaje :
La cicatriz de Arax atraviesa la ciudad de este a oeste. Es una fosa común repleta huesos entre los que se mueven unos enormes gusanos ciegos con bocas repletas de afilados colmillos.
A su largo se han instalado recientemente varios puentes colgantes de unos dos metros de ancho. Aunque se tambalean considerablemente la madera es firme y está en buenas condiciones, así como las cuerdas.
A su largo se han instalado recientemente varios puentes colgantes de unos dos metros de ancho. Aunque se tambalean considerablemente la madera es firme y está en buenas condiciones, así como las cuerdas.
- Poblo
Ficha de cosechado
Nombre: Alyssa
Especie: Humana
Habilidades: Orientación, memoria y reflejos.
Re: Cicatriz de Arax
19/05/15, 01:48 pm
Aquella era la primera vez que Kirés llevaba arco y flechas en una salida, y durante la travesía el enderth estuvo bastantes veces reajustando innecesariamente el carcaj que tenía a la espalda. No estaba acostumbrado a llevarlo allí, y le incomodaba pensar que de tener que disparar alcanzar flechas desde su espalda sería mucho más lento que si lo llevara en la cintura. El problema era que si se lo ponía ahí seguramente le diera problemas si tenía que usar sus alas. Pensaba practicar el planear con arco y flechas, pero hasta que estuviera seguro de que tenía práctica con ello el ave no correría riesgos innecesarios.
Llegaron a la cicatriz sin ningún contratiempo y una vez allí, de acuerdo a lo planeado, se mantendrían recorriendola por su lado sin cruzarla. De ese modo tendrían un buen punto de referencia para alcanzar las montañas sin riesgo a perderse entre edificios y callejones, o al menos ese era el plan.
Sigue en Rocavaragálago.
Llegaron a la cicatriz sin ningún contratiempo y una vez allí, de acuerdo a lo planeado, se mantendrían recorriendola por su lado sin cruzarla. De ese modo tendrían un buen punto de referencia para alcanzar las montañas sin riesgo a perderse entre edificios y callejones, o al menos ese era el plan.
Sigue en Rocavaragálago.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Cicatriz de Arax
21/05/15, 08:04 pm
Ir tan lejos de la zona conocida de la ciudad lo estaba poniendo nervioso. Era diferente incluso de la vez que habían recorrido el camino hacia Letargo por primera vez, porque sabían que los del otro grupo habían pasado por allí primero. Fuese o no por casualidad, solo recorrieron barrios en ruinas, y las pilas de escombros no daban ninguna seguridad. Alrededor de la gran grieta de huesos, eso era lo único que había. La propia grieta contribuía en gran medida a que el paseo fuese cualquier cosa menos agradable, pero era el camino más sencillo hacia las montañas. A veces, si se fijaba, podía ver temblores entre los huesos allá abajo, y en más de una ocasión escucharon estos entrechocando. Cuando ese sonido lo cogía desprevenido, Ayne no podía evitar sobresaltarse.
Las casas de alrededor comenzaron a desaparecer y la grieta a estrecharse. Estaban llegando al final de la ciudad y de la fosa común, y hacía rato que tenían una buena vista de las montañas. El castillo y sus edificios anexos ya no parecían tan lejanos e inalcanzables, pero no era allí a donde querían ir, sino a comprobar los límites de Rocavarancolia. Las montañas no eran altísimas, pero precisamente por eso podrían ascender por ellas y lograr unas vistas mejores.
Al alcanzar finalmente una enorme explanada sin construcciones «ni plantas, ni nada que haga parecer este sitio mínimamente normal», alcanzaron a ver a lo lejos algo que no pudo sino llamar la atención del grupo al completo –excepto Samika–. Más hacia el sur, en medio de aquella zona no construida, se levantaba un edificio descomunal, la base de algunos picos de diferente estética al resto de tejados que se podían ver desde la última planta accesible de Maciel. En el mapa venía nombrada como Rocavaragálago, y nunca habría imaginado que se tratase de algo tan terrorífico. ¿Por qué le daba miedo un edificio, para empezar? Sentía que tenía algo diferente, y aquel pensamiento le parecía demasiado irracional. Independientemente de la impresión que se llevase, no dejaba de ser un edificio enorme y trabajado como no había visto antes en la ciudad. Y luego estaba el foso brillante que lo rodeaba. Quería acercarse un poco más, verlo de cerca, y aun así lo inundaba un miedo irracional a hacerlo, un miedo que preferiría tener dominado.
—¿Hacia el sur o hacia el norte? —Ayne se dio cuenta de que no era el único que tenía la vista fija en la catedral del sur mientras hacía aquella pregunta—. Venga, echémosle un vistazo. No hace falta ni acercarse demasiado.
No hizo falta convencer a nadie. Pusieron rumbo hacia allí enseguida.
Sigue en Rocavaragálago.
Las casas de alrededor comenzaron a desaparecer y la grieta a estrecharse. Estaban llegando al final de la ciudad y de la fosa común, y hacía rato que tenían una buena vista de las montañas. El castillo y sus edificios anexos ya no parecían tan lejanos e inalcanzables, pero no era allí a donde querían ir, sino a comprobar los límites de Rocavarancolia. Las montañas no eran altísimas, pero precisamente por eso podrían ascender por ellas y lograr unas vistas mejores.
Al alcanzar finalmente una enorme explanada sin construcciones «ni plantas, ni nada que haga parecer este sitio mínimamente normal», alcanzaron a ver a lo lejos algo que no pudo sino llamar la atención del grupo al completo –excepto Samika–. Más hacia el sur, en medio de aquella zona no construida, se levantaba un edificio descomunal, la base de algunos picos de diferente estética al resto de tejados que se podían ver desde la última planta accesible de Maciel. En el mapa venía nombrada como Rocavaragálago, y nunca habría imaginado que se tratase de algo tan terrorífico. ¿Por qué le daba miedo un edificio, para empezar? Sentía que tenía algo diferente, y aquel pensamiento le parecía demasiado irracional. Independientemente de la impresión que se llevase, no dejaba de ser un edificio enorme y trabajado como no había visto antes en la ciudad. Y luego estaba el foso brillante que lo rodeaba. Quería acercarse un poco más, verlo de cerca, y aun así lo inundaba un miedo irracional a hacerlo, un miedo que preferiría tener dominado.
—¿Hacia el sur o hacia el norte? —Ayne se dio cuenta de que no era el único que tenía la vista fija en la catedral del sur mientras hacía aquella pregunta—. Venga, echémosle un vistazo. No hace falta ni acercarse demasiado.
No hizo falta convencer a nadie. Pusieron rumbo hacia allí enseguida.
Sigue en Rocavaragálago.
- Merodeador
Ficha de cosechado
Nombre: Nadzieja Sikorski.
Especie: Humana.
Habilidades: Resistencia, oído musical e imaginación.
Re: Cicatriz de Arax
18/06/15, 11:08 pm
El repoblador no podía evitar girar la cabeza cada pocos metros para mirar lo que dejaban atrás: la “cosa de piedra roja enorme y monstruosa”, “las montañas con sus raras criaturas paliduchas” y “los montones y montones de granos de arena”. Aunque ya estaban tan lejos que apenas llegaba a vislumbrar ninguna de estas cosas pero el insistía en ello.
Contrariamente a la ida y subida de la montaña durante la retirada, Ergot no hablo simplemente se sentó en los hombros de Ayne como un niño pequeño. Tenía muchas cosas en las que pensar y ninguna de ellas era realmente importante. El vegetal pensaba en el gran lago azul que había visto al otro lado de la ciudad, en letargo, y en sus sofás. Poco tiempo le había dedicado a la idea de que estuviesen atrapados en la ciudad, en su opinión de no haber sido así seguirían encerrados en ese mundo con la diferencia de que tendrían una celda más grande, mientras no pudiesen volver a casa eran prisioneros solo que con ataduras invisibles… Y a Ergot eso le importaba como le puede importar el nombre de un tenedor, nada, no podían hacer nada para evitarlo, al menos no por el momento, entonces para qué preocuparse se decía mientras un pensamiento le recordaba que hace unos días le hubiese dado un sincope solo de pensar en no volver a salir de la ciudad, le dio una patada mental a ese pensamiento.
Todo el trayecto de regreso que llevaban recorrido había ido sin incidentes excepto por la aparición del animalillo blanco en las montañas, ya habían pasado por el sitio que menos le gustaba y estaban bordeando la cicatriz sin que sonasen las alarmas de peligro inminente. Y Ergot se alegra de veras por esto último, estaban cansados y se notaba, incluso él que apenas había hecho algo (no había dado un solo paso por su cuenta) el día le había pasado factura, un ataque en un momento de debilidad como este podría ser fatal. Pero no se sentía con fuerzas ni con la potestad suficiente como para pedirles que fuesen más rápido, incluso si el sol ya se inclinaba peligrosamente en el horizonte (apenas quedaban unas pocas horas de luz), esas cosas quedaban bien si las decía Twixy’s o Ayne. Por lo que en su lugar dijo:
-Ha sido una excursión interesante ¿No os parece?- Y como no esperaba respuesta continuo hablando: -Enseguida estaremos en casa cenando lo que nos haya preparado Eara, seguro.-
Contrariamente a la ida y subida de la montaña durante la retirada, Ergot no hablo simplemente se sentó en los hombros de Ayne como un niño pequeño. Tenía muchas cosas en las que pensar y ninguna de ellas era realmente importante. El vegetal pensaba en el gran lago azul que había visto al otro lado de la ciudad, en letargo, y en sus sofás. Poco tiempo le había dedicado a la idea de que estuviesen atrapados en la ciudad, en su opinión de no haber sido así seguirían encerrados en ese mundo con la diferencia de que tendrían una celda más grande, mientras no pudiesen volver a casa eran prisioneros solo que con ataduras invisibles… Y a Ergot eso le importaba como le puede importar el nombre de un tenedor, nada, no podían hacer nada para evitarlo, al menos no por el momento, entonces para qué preocuparse se decía mientras un pensamiento le recordaba que hace unos días le hubiese dado un sincope solo de pensar en no volver a salir de la ciudad, le dio una patada mental a ese pensamiento.
Todo el trayecto de regreso que llevaban recorrido había ido sin incidentes excepto por la aparición del animalillo blanco en las montañas, ya habían pasado por el sitio que menos le gustaba y estaban bordeando la cicatriz sin que sonasen las alarmas de peligro inminente. Y Ergot se alegra de veras por esto último, estaban cansados y se notaba, incluso él que apenas había hecho algo (no había dado un solo paso por su cuenta) el día le había pasado factura, un ataque en un momento de debilidad como este podría ser fatal. Pero no se sentía con fuerzas ni con la potestad suficiente como para pedirles que fuesen más rápido, incluso si el sol ya se inclinaba peligrosamente en el horizonte (apenas quedaban unas pocas horas de luz), esas cosas quedaban bien si las decía Twixy’s o Ayne. Por lo que en su lugar dijo:
-Ha sido una excursión interesante ¿No os parece?- Y como no esperaba respuesta continuo hablando: -Enseguida estaremos en casa cenando lo que nos haya preparado Eara, seguro.-
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Cicatriz de Arax
18/06/15, 11:40 pm
Si Samika en algún momento pensó tan siquiera la posibilidad de que la bajada no seria tan horrible, ese pensamiento se esfumo totalmente de su mente cuando comenzaron a descender. Cada paso fue volviendo una pequeña tortura, tanto por el cansancio, pues no había podido descansar lo suficientemente, como porque aquella condenada montaña se había vuelto como una trampa gigante al bajarla.
La sequedad del suelo le había permitido aferrarse con los pies al subir, pero esa misma sequedad le hacia resbalar ahora en la fina arenilla del suelo y tenia que estar constantemente teniendo que recibir la ayuda de Lemus para no acabar desnucándose. Debía agradecerle después el que estuviera ayudandole tanto pese a su propio cansancio. El grito de Ayne allí arriba también le dio un susto de muerte, pero mas que pensar en lo que había visto tan solo avanzo aun mas rápido. Fuese lo que fuese no quería enfrentarlo.
Y ahora finalmente tras esa dura bajada, se encontraba en territorio llano, seguro no, nada era seguro en esa ciudad, agotados y ansiosos por llegar de una condenada vez al torreón. Samika ni siquiera se complico al pasar junto a la cicatriz, aunque si mantuvo la distancia prudencia del borde de esta. Aun les quedaba un trecho por recorrer y para su frustración la luz estaba lentamente volviéndose mas escasas, quedaría aun algunas horas de luz, pero para ella cualquier disminución afectaba en cierta medida a su visión. Por suerte no lo suficientemente como para no poder avanzar con cierta soltura y rapidez, bastón en mano como guía y los oídos puesto lo máximo posible en su entorno.
-Cenar y un baño, necesitamos un baño, debemos oler a kilómetros -refunfuñó Samika pues el cansancio pasaba factura y aunque no estaba bañada en sudor, tampoco estaba recién salida de la ducha, precisamente. Tan solo ese pensamiento le daba fuerzas para caminar y llegar pronto al torreón.
Sigue en Torreón Maciel
La sequedad del suelo le había permitido aferrarse con los pies al subir, pero esa misma sequedad le hacia resbalar ahora en la fina arenilla del suelo y tenia que estar constantemente teniendo que recibir la ayuda de Lemus para no acabar desnucándose. Debía agradecerle después el que estuviera ayudandole tanto pese a su propio cansancio. El grito de Ayne allí arriba también le dio un susto de muerte, pero mas que pensar en lo que había visto tan solo avanzo aun mas rápido. Fuese lo que fuese no quería enfrentarlo.
Y ahora finalmente tras esa dura bajada, se encontraba en territorio llano, seguro no, nada era seguro en esa ciudad, agotados y ansiosos por llegar de una condenada vez al torreón. Samika ni siquiera se complico al pasar junto a la cicatriz, aunque si mantuvo la distancia prudencia del borde de esta. Aun les quedaba un trecho por recorrer y para su frustración la luz estaba lentamente volviéndose mas escasas, quedaría aun algunas horas de luz, pero para ella cualquier disminución afectaba en cierta medida a su visión. Por suerte no lo suficientemente como para no poder avanzar con cierta soltura y rapidez, bastón en mano como guía y los oídos puesto lo máximo posible en su entorno.
-Cenar y un baño, necesitamos un baño, debemos oler a kilómetros -refunfuñó Samika pues el cansancio pasaba factura y aunque no estaba bañada en sudor, tampoco estaba recién salida de la ducha, precisamente. Tan solo ese pensamiento le daba fuerzas para caminar y llegar pronto al torreón.
Sigue en Torreón Maciel
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Cicatriz de Arax
09/11/15, 08:10 pm
La niña miró torciendo el morro al desconocido que trataba de convencerla para no esperar a la bañera tan solo con una sonrisa. A lo mejor persiguiendo a la bañera encontraban el refugio. A lo mejor las bañeras se enfadaban si pasaban de ellas. Y además tenía hambre. Iba a replicarle al chico cuando Milo le dio la razón a ella. No había sido el único, porque la del pelo morado, que hasta el momento había mencionado que debían buscar a un señor cuyo nombre no decía nada a Nime, y Rena, su bestia parda favorita, también se manifestaron a favor de quedarse. Sonrió de forma maliciosa hacia el chico al saberse en el bando vencedor y le sacó la lengua mientras acababan de hablar los mayores.
Nime pensó que los de los brazos raros debían de tener ganas de desprenderse de la ropa de abrigo, porque la fueron repartiendo entre los demás, «no quieren tener que llevarla y se la dan a otro» bromeó para sus adentros. Gracias a los intentos por consolar al niño púrpura ya parecía definitivo que iban a esperar a las bañeras. Nime entonces reparó en él más detenidamente. Sus colores habían sido lo primero que le había llamado la atención, pero en ese momento pensaba que la impresión que daba no casaba del todo con su aspecto. Parecía más joven que ella en actitud, pero no en aspecto. De hecho, algo parecido sucedía con el del pelo azul, que ahora lloraba a moco tendido. «¿Es que nadie les contó por qué venimos?» pensó Nime, al verlos tan afectados.
—Sí que vamos a volver a casa. Me dijeron que podía. Solo tenemos que pasar unas pruebas… —Estaba intentando explicar ante los dos llorones lo que sabía, cuando el canto en la lejanía la hizo callar. Algunos, probablemente, ya habían empezado a escucharlo antes que la libense.
Al buscar el origen del sonido, descubrió que venía de donde menos lo esperaba: del cielo. Se trataba de un artefacto volador cuya forma era un misterio para Nime. La gente a su alrededor empezó a confirmar que se trataba de la bañera, aunque la canción no casaba del todo con lo que habría esperado. En ningún sentido. Sin embargo le pareció genial y pegadiza, aunque terriblemente cantada, y se echó a reír.
—¡Vamos! ¡No podemos perderla! —exclamó con entusiasmo.
Una vez se había puesto en marcha el grupo, la libense fue posando sus ojos alternativamente en la bañera voladora y la gente que tenía a su alrededor. Caminaba no muy lejos del niño púrpura, y cada vez que lo miraba lo hacía con curiosidad. Tenía un montón de preguntas para él, y saberlo de una edad semejante a la suya hacía que quisiese averiguar de qué madera estaba hecho, si era un niño de papá o solo estaba pasando un mal trago porque nadie le había contado de qué iba aquella aventura. Fue acercando sus pasos hasta él e inclinó la cabeza hasta entrar en su campo de visión.
—Hola —dijo mostrándole una amplia sonrisa—. Me llamo Nime. ¿Qué te ha pasado en la piel? ¿Es un tatuaje o algo así, o es su color? ¿Y el pelo? ¿Los ojos? Aunque aquí todos son raros —soltó una risilla.
Entonces la marcha se detuvo. Si miraba más allá de quienes encabezaban el grupo, se veía que la calle terminaba abruptamente en una fosa ancha. Nime soltó una exclamación.
—¡Voy a ver! —Y echó a correr sin esperar a ver si el otro niño la seguía, cosa que esperaba de forma inconsciente porque era lo que su hermano Sisek solía hacer.
Según se aproximaba al borde pudo comprobar que era bastante profundo, y como no ponía atención en lo que pisaba, se tropezó con un adoquín y casi perdió el equilibrio. No estaba realmente cerca del borde todavía, pero el susto que le dio fue mayor que si hubiese tropezado en cualquier otro adoquín de cualquier otra calle. Además pudo ver por primera vez una masa blanca allí debajo. Se arrimó al borde con cautela y comprobó que, al menos lo que más cerca tenía en el fondo, eran calaveras humanas sobre un mar de tantos otros huesos. Más allá había una calavera animal enorme con colmillos desproporcionados.
—¡Es una fosa! Pero hay de todo… Qué chulo. —Estaba convencida de que habían encontrado un lugar de enterramiento rocavarancolés. Además sentía gran curiosidad por los huesos raros que había allí abajo. Como cualquier crío, era fácil de impresionar con un esqueleto, y siempre había toqueteado hasta aburrirse los de pequeños animales que encontraban la muerte en la zona del puerto.
Nime pensó que los de los brazos raros debían de tener ganas de desprenderse de la ropa de abrigo, porque la fueron repartiendo entre los demás, «no quieren tener que llevarla y se la dan a otro» bromeó para sus adentros. Gracias a los intentos por consolar al niño púrpura ya parecía definitivo que iban a esperar a las bañeras. Nime entonces reparó en él más detenidamente. Sus colores habían sido lo primero que le había llamado la atención, pero en ese momento pensaba que la impresión que daba no casaba del todo con su aspecto. Parecía más joven que ella en actitud, pero no en aspecto. De hecho, algo parecido sucedía con el del pelo azul, que ahora lloraba a moco tendido. «¿Es que nadie les contó por qué venimos?» pensó Nime, al verlos tan afectados.
—Sí que vamos a volver a casa. Me dijeron que podía. Solo tenemos que pasar unas pruebas… —Estaba intentando explicar ante los dos llorones lo que sabía, cuando el canto en la lejanía la hizo callar. Algunos, probablemente, ya habían empezado a escucharlo antes que la libense.
Al buscar el origen del sonido, descubrió que venía de donde menos lo esperaba: del cielo. Se trataba de un artefacto volador cuya forma era un misterio para Nime. La gente a su alrededor empezó a confirmar que se trataba de la bañera, aunque la canción no casaba del todo con lo que habría esperado. En ningún sentido. Sin embargo le pareció genial y pegadiza, aunque terriblemente cantada, y se echó a reír.
—¡Vamos! ¡No podemos perderla! —exclamó con entusiasmo.
Una vez se había puesto en marcha el grupo, la libense fue posando sus ojos alternativamente en la bañera voladora y la gente que tenía a su alrededor. Caminaba no muy lejos del niño púrpura, y cada vez que lo miraba lo hacía con curiosidad. Tenía un montón de preguntas para él, y saberlo de una edad semejante a la suya hacía que quisiese averiguar de qué madera estaba hecho, si era un niño de papá o solo estaba pasando un mal trago porque nadie le había contado de qué iba aquella aventura. Fue acercando sus pasos hasta él e inclinó la cabeza hasta entrar en su campo de visión.
—Hola —dijo mostrándole una amplia sonrisa—. Me llamo Nime. ¿Qué te ha pasado en la piel? ¿Es un tatuaje o algo así, o es su color? ¿Y el pelo? ¿Los ojos? Aunque aquí todos son raros —soltó una risilla.
Entonces la marcha se detuvo. Si miraba más allá de quienes encabezaban el grupo, se veía que la calle terminaba abruptamente en una fosa ancha. Nime soltó una exclamación.
—¡Voy a ver! —Y echó a correr sin esperar a ver si el otro niño la seguía, cosa que esperaba de forma inconsciente porque era lo que su hermano Sisek solía hacer.
Según se aproximaba al borde pudo comprobar que era bastante profundo, y como no ponía atención en lo que pisaba, se tropezó con un adoquín y casi perdió el equilibrio. No estaba realmente cerca del borde todavía, pero el susto que le dio fue mayor que si hubiese tropezado en cualquier otro adoquín de cualquier otra calle. Además pudo ver por primera vez una masa blanca allí debajo. Se arrimó al borde con cautela y comprobó que, al menos lo que más cerca tenía en el fondo, eran calaveras humanas sobre un mar de tantos otros huesos. Más allá había una calavera animal enorme con colmillos desproporcionados.
—¡Es una fosa! Pero hay de todo… Qué chulo. —Estaba convencida de que habían encontrado un lugar de enterramiento rocavarancolés. Además sentía gran curiosidad por los huesos raros que había allí abajo. Como cualquier crío, era fácil de impresionar con un esqueleto, y siempre había toqueteado hasta aburrirse los de pequeños animales que encontraban la muerte en la zona del puerto.
- Jikan11
Ficha de cosechado
Nombre: Drake.
Especie: Humano.
Habilidades: Imaginación,habilidad mental y astucia
Re: Cicatriz de Arax
09/11/15, 09:42 pm
Drake escuchó con atención a las dos criaturas que habían aparecido, la más habladora tenía un aspecto reptiliano muy curioso, además de una imperiosa necesidad de mejorar sus modales, la otra , con aspecto de momia, por su parte, parecía que estaba fuera de todo eso, apenas intervinoy se fué con su compañera rapidamente en cuanto la explicación toco su fin. Esta se basaba en una digamosle explicación del juego, debían permanecer alli hasta que apareciese algo a lo que llamó Luna roja, su alimentación dependeria de unas bañeras con alimentos. Podían ir a dónde quisieran, exceptuando ciertos puntos como un enorme castillo u otro lugar llamado Rocavaraglago o algo así.
Drake esperó junto a los demás a las bañeras durante un rato que se le hizo relativamente corto mientras conversaba con algunos sobre el terrorifico aspecto de aquellas criaturas.
Entre tanto las barcas llegaron con unos seres un tanto estraño y que a Drake le parecieron un os espantapájaros que cantaban el contenido de sus bañeras. Empezaron a seguir a las barcas durante largo rato. -¿Cuando piensan parar?- dijo Drake tan bajito que prácticamente no se entero ni el mismo.
Tras largo rato una sensación de inseguridad le recorrió el cuerpo, no tardó en darse cuenta de porque.
Frente a el una hendidura de proporciones bíblicas, Drake jamás había visto algo así nunca. Se asomó con cautela al precipicio y de la impresión se dió rapidamente la vuelta, no es que tuviera vértigo, lo que pasa es que el sitio imponí muchísimo, era probablemente la altura más grande que Drake habí visto en su vida
Drake esperó junto a los demás a las bañeras durante un rato que se le hizo relativamente corto mientras conversaba con algunos sobre el terrorifico aspecto de aquellas criaturas.
Entre tanto las barcas llegaron con unos seres un tanto estraño y que a Drake le parecieron un os espantapájaros que cantaban el contenido de sus bañeras. Empezaron a seguir a las barcas durante largo rato. -¿Cuando piensan parar?- dijo Drake tan bajito que prácticamente no se entero ni el mismo.
Tras largo rato una sensación de inseguridad le recorrió el cuerpo, no tardó en darse cuenta de porque.
Frente a el una hendidura de proporciones bíblicas, Drake jamás había visto algo así nunca. Se asomó con cautela al precipicio y de la impresión se dió rapidamente la vuelta, no es que tuviera vértigo, lo que pasa es que el sitio imponí muchísimo, era probablemente la altura más grande que Drake habí visto en su vida
Sic parvis magna.
- Manasard
Ficha de cosechado
Nombre: Ain
Especie: Humano
Habilidades: Nociones de Lucha, Planificación, Rapidez Mental
Re: Cicatriz de Arax
09/11/15, 10:41 pm
No había mucha gente de mi lado, no me molestó mucho y aunque me piqué un poco cuando la niña me sacó la lengua me hizo gracia, pensé en sacársela yo también pero quedaría demasiado infantil así que decidí ignorarla.
Las bañeras no tardaron mucho en aparecer, volando como no podía ser de otra manera. Todo en ese sitio parecía estar hecho para volar, pisé un poco el suelo para asegurarme que este no saldría volando. Empezamos a andar detrás de esas cosas. <<-Seesos, caaallos, lenguas de bebé>> Ya se me había pegado la canción que me recordaba a una que había oído en algún lado que sin poder evitarlo empecé a silbar y mis pasos empezaron a seguir el ritmo de la canción que acababa de recordar aderezada con un pequeño toque de sesos.
Fui el primero en llegar a la hendidura, un gran cañón de fondo blanco, me fijé un poco más el fondo, no lo formaban piedras como pensé al principio, si no calaveras y demás huesos de todos los tamaños y formas posibles. Me quedé parado y dejé de silbar, no por miedo. Me quede parado por respeto y por la intimidación que sentía al ver ese gran cementerio que parecía no tener fin.
Un movimiento a mi espalda me hizo girarme y por un momento vi a una niña caer rodando por el barranco. Por suerte se había tropezado demasiado lejos para caerse y solo había sido mi imaginación. A pesar de la caída la pequeña se acercó aún más y empezó a alucinar con tantos huesos. Supuse que no habría pensado como yo lo que podía significar esa fosa. Lo que lo hubiese causado no era lo que me preocupaba, fuese lo que fuese había sido hace demasiado tiempo a juzgar por el estado de los huesos lo que causaba mi sensación de inquietud eran las calaveras de tamaños inmensos comparado con un ser humano. Si alguna de esas criaturas rondaba por aquella ciudad más vale que no nos encontrásemos con ella.
-Yo no me acercaría demasiado al barranco, puede que el suelo no sea muy seguro- dije mientras retrocedía un par de pasos. Hablé para todo el grupo pero mirando a Nime. Pensando en cómo antes me la había imaginado rodando.
Las bañeras no tardaron mucho en aparecer, volando como no podía ser de otra manera. Todo en ese sitio parecía estar hecho para volar, pisé un poco el suelo para asegurarme que este no saldría volando. Empezamos a andar detrás de esas cosas. <<-Seesos, caaallos, lenguas de bebé>> Ya se me había pegado la canción que me recordaba a una que había oído en algún lado que sin poder evitarlo empecé a silbar y mis pasos empezaron a seguir el ritmo de la canción que acababa de recordar aderezada con un pequeño toque de sesos.
Fui el primero en llegar a la hendidura, un gran cañón de fondo blanco, me fijé un poco más el fondo, no lo formaban piedras como pensé al principio, si no calaveras y demás huesos de todos los tamaños y formas posibles. Me quedé parado y dejé de silbar, no por miedo. Me quede parado por respeto y por la intimidación que sentía al ver ese gran cementerio que parecía no tener fin.
Un movimiento a mi espalda me hizo girarme y por un momento vi a una niña caer rodando por el barranco. Por suerte se había tropezado demasiado lejos para caerse y solo había sido mi imaginación. A pesar de la caída la pequeña se acercó aún más y empezó a alucinar con tantos huesos. Supuse que no habría pensado como yo lo que podía significar esa fosa. Lo que lo hubiese causado no era lo que me preocupaba, fuese lo que fuese había sido hace demasiado tiempo a juzgar por el estado de los huesos lo que causaba mi sensación de inquietud eran las calaveras de tamaños inmensos comparado con un ser humano. Si alguna de esas criaturas rondaba por aquella ciudad más vale que no nos encontrásemos con ella.
-Yo no me acercaría demasiado al barranco, puede que el suelo no sea muy seguro- dije mientras retrocedía un par de pasos. Hablé para todo el grupo pero mirando a Nime. Pensando en cómo antes me la había imaginado rodando.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Cicatriz de Arax
10/11/15, 02:49 pm
Milo esperó con el brazo extendido a que la muchacha tomara la sudadera, detectando con cierta confusión la expresión de desconcierto de su rostro. Solo era una prenda de ropa.
—Claro que sí —le respondió a Pam con una sonrisa, apartando la mirada ligeramente incómodo cuando la niña se quitó el poncho e hizo evidente su desnudez. ¿Vendría de un lugar de clima cálido?—. Es bastante calentita, ciertamente, pero si aún así tienes frío puedes calarte la capucha —le informó, desviando su atención hacia Eitne cuando el daeliciando empezó a llorar.
El hacker hizo amago de acercarse, algo preocupado, pero Rena fue más rápida y logró calmarlo con la ayuda de Rox. El irrense podía imaginar por lo que estaba pasando el pequeño, pues despertar en una ciudad extraña tan lejos de casa era una experiencia aterradora, pero aunque sonara duro tenía que tragarse las lágrimas. Llorar en aquella situación podía ser muy peligroso.
—¿Quieres mi último bollo? —preguntó en voz alta, sacándoselo del bolsillo y tendiéndoselo al pequeño—. No es un banquete, ni mucho menos, pero te quitará el hambre hasta que encontremos esas bañeras. Puedes compartirlo con tu amigo —le sugirió sonriente, alargando la mano derecha para revolverle el pelo a Neil. El sinhadre estaba pegado a su edeel, muy cerca del daeliciano, y también estaba llorando. Les dejó espacio para que se tranquilizaran a gusto.
Aprovechó aquella pausa en la conversación general para echarle a Rox su abrigo por encima de los hombros, pues se había percatado de que la coreana temblaba de frío, y libre por fin del exceso de ropa se estiró complacido.
—Sois demasiado frioleros. —comentó con una media sonrisa, apartándose a un lado cuando el otro coreano se acercó a preguntarle algo a su compatriota.
Mientras esperaba lo que fuera que tuviera que pasar el chico se sentó en el borde de la fuente a trastear con su ordenador, el ceño fruncido mientras trataba de acceder de memoria a las funciones más importantes. Cuando la música sonó a través de sus auriculares el irrense sonrió complacido, pero en cuanto se percató de que otra melodía se le superponía apagó el dispositivo.
Milo observó el avance de la bañera por el cielo con la mirada entornada, sopesando cuanto de verdad habría en la canción de su capitán de paja. Los “manjares” a los que hacía alusión no sonaban muy apetecibles, la verdad, pero a pesar de todo era mejor que nada. Su estómago, acostumbrado a que comiera en grandes cantidades, se quejó dándole la razón.
—Si, será mejor que nos pongamos en marcha. —secundó, poniéndose en pie y echando a andar con el grueso del grupo. En otras circunstancias habría intentado conversar con los presentes, pero de momento prefería observar en silencio para empezar a conocerlos por su comportamiento.
Su avance se detuvo al cabo de un rato, sin embargo, pues se toparon con una enorme hendidura que parecía partir la ciudad por la mitad. Milo se acercó con cuidado, como la mayoría, pero cuando Nime tropezó le dio un vuelco al corazón y poco le faltó para saltar en plancha en su dirección.
—Ten mucho cuidado —masculló por lo bajo, mordiéndose la lengua para no regañarla. Le recordaba demasiado a su hermanas pequeñas—, y no te acerques tanto al borde. —añadió en voz más alta, con el ceño ligeramente fruncido.
Cuando se asomó al precipicio su expresión cambió a una de incredulidad, pues no se esperaba que aquella fosa estuviera repleta de osamentas. «¿A qué clase de mente enfermiza se le ha ocurrido usar esto como osario?», se preguntó, arrugando levemente el hocico en un gesto de desagrado. En el fondo de aquella cicatriz, no obstante, no sólo había huesos, pues la pálida luz del sol destellaba sobre objetos presumiblemente metálicos. «¿Armas, tal vez?», teorizó, buscando un camino para descender a echar un vistazo más de cerca. Descartó la idea en cuanto detectó un ligero movimiento.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó, señalando hacia un punto concreto del mar de marfil. Todo volvía a estar inmóvil, sin embargo, y por un momento creyó haberlo imaginado—. Seguro que había algo —masculló, agachándose para recoger una piedra y lanzandola con fuerza en aquella dirección.
La roca golpeó un enorme cráneo con un sonoro chasquido y, antes de que rebotara de nuevo, un gigantesco gusano blanquecino emergió justo debajo, con su boca repleta de dientes por delante. La criatura buscó frenética a su presa durante unos segundos, tanteando a su alrededor como si no pudiera ver, y después volvió a desaparecer bajo la superficie del osario.
—Parece que tambien tiene hambre —comentó con tono monocorde, dando un paso atrás para alejarse de la cicatriz—. ¿Como cruzamos por aquí? —preguntó a nadie en particular tras permanecer unos segundos en silencio—. La bañera se está alejando. —añadió, resaltando lo obvio.
—Claro que sí —le respondió a Pam con una sonrisa, apartando la mirada ligeramente incómodo cuando la niña se quitó el poncho e hizo evidente su desnudez. ¿Vendría de un lugar de clima cálido?—. Es bastante calentita, ciertamente, pero si aún así tienes frío puedes calarte la capucha —le informó, desviando su atención hacia Eitne cuando el daeliciando empezó a llorar.
El hacker hizo amago de acercarse, algo preocupado, pero Rena fue más rápida y logró calmarlo con la ayuda de Rox. El irrense podía imaginar por lo que estaba pasando el pequeño, pues despertar en una ciudad extraña tan lejos de casa era una experiencia aterradora, pero aunque sonara duro tenía que tragarse las lágrimas. Llorar en aquella situación podía ser muy peligroso.
—¿Quieres mi último bollo? —preguntó en voz alta, sacándoselo del bolsillo y tendiéndoselo al pequeño—. No es un banquete, ni mucho menos, pero te quitará el hambre hasta que encontremos esas bañeras. Puedes compartirlo con tu amigo —le sugirió sonriente, alargando la mano derecha para revolverle el pelo a Neil. El sinhadre estaba pegado a su edeel, muy cerca del daeliciano, y también estaba llorando. Les dejó espacio para que se tranquilizaran a gusto.
Aprovechó aquella pausa en la conversación general para echarle a Rox su abrigo por encima de los hombros, pues se había percatado de que la coreana temblaba de frío, y libre por fin del exceso de ropa se estiró complacido.
—Sois demasiado frioleros. —comentó con una media sonrisa, apartándose a un lado cuando el otro coreano se acercó a preguntarle algo a su compatriota.
Mientras esperaba lo que fuera que tuviera que pasar el chico se sentó en el borde de la fuente a trastear con su ordenador, el ceño fruncido mientras trataba de acceder de memoria a las funciones más importantes. Cuando la música sonó a través de sus auriculares el irrense sonrió complacido, pero en cuanto se percató de que otra melodía se le superponía apagó el dispositivo.
Milo observó el avance de la bañera por el cielo con la mirada entornada, sopesando cuanto de verdad habría en la canción de su capitán de paja. Los “manjares” a los que hacía alusión no sonaban muy apetecibles, la verdad, pero a pesar de todo era mejor que nada. Su estómago, acostumbrado a que comiera en grandes cantidades, se quejó dándole la razón.
—Si, será mejor que nos pongamos en marcha. —secundó, poniéndose en pie y echando a andar con el grueso del grupo. En otras circunstancias habría intentado conversar con los presentes, pero de momento prefería observar en silencio para empezar a conocerlos por su comportamiento.
Su avance se detuvo al cabo de un rato, sin embargo, pues se toparon con una enorme hendidura que parecía partir la ciudad por la mitad. Milo se acercó con cuidado, como la mayoría, pero cuando Nime tropezó le dio un vuelco al corazón y poco le faltó para saltar en plancha en su dirección.
—Ten mucho cuidado —masculló por lo bajo, mordiéndose la lengua para no regañarla. Le recordaba demasiado a su hermanas pequeñas—, y no te acerques tanto al borde. —añadió en voz más alta, con el ceño ligeramente fruncido.
Cuando se asomó al precipicio su expresión cambió a una de incredulidad, pues no se esperaba que aquella fosa estuviera repleta de osamentas. «¿A qué clase de mente enfermiza se le ha ocurrido usar esto como osario?», se preguntó, arrugando levemente el hocico en un gesto de desagrado. En el fondo de aquella cicatriz, no obstante, no sólo había huesos, pues la pálida luz del sol destellaba sobre objetos presumiblemente metálicos. «¿Armas, tal vez?», teorizó, buscando un camino para descender a echar un vistazo más de cerca. Descartó la idea en cuanto detectó un ligero movimiento.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó, señalando hacia un punto concreto del mar de marfil. Todo volvía a estar inmóvil, sin embargo, y por un momento creyó haberlo imaginado—. Seguro que había algo —masculló, agachándose para recoger una piedra y lanzandola con fuerza en aquella dirección.
La roca golpeó un enorme cráneo con un sonoro chasquido y, antes de que rebotara de nuevo, un gigantesco gusano blanquecino emergió justo debajo, con su boca repleta de dientes por delante. La criatura buscó frenética a su presa durante unos segundos, tanteando a su alrededor como si no pudiera ver, y después volvió a desaparecer bajo la superficie del osario.
—Parece que tambien tiene hambre —comentó con tono monocorde, dando un paso atrás para alejarse de la cicatriz—. ¿Como cruzamos por aquí? —preguntó a nadie en particular tras permanecer unos segundos en silencio—. La bañera se está alejando. —añadió, resaltando lo obvio.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Cicatriz de Arax
10/11/15, 03:31 pm
Adrune dio un bote en el sitio cuando el niño morado comenzó a gritar y se acercó a él trotando para ver qué le pasaba. La chica con hocico parecía haber dado con la solución: el niño debía tener hambre. Y eso la edeel podía comprenderlo. No fue hasta que Neil le hizo una pregunta que ató cabos al respecto de lo que afligía al pequeño: tenía miedo. Y su aurva también. La sinhadre ladeó la cabeza y puso uno de sus brazos en jarras.
—Nadie nos va a comer. Nos han dicho que recibiremos comida, no que la seamos nosotros —le aseguró a Neil, asegurándose de que el niño también la oía. La niña pequeña intervino para explicarles lo que sabía y Adru asintió—. ¡Es una misión! Tenemos que superar las pruebas para conseguir magia poderosa. Volar y recuperar nuestro idioma serán nuestras recompensas, estoy segura.
No pudo añadir mucho más porque en ese momento escucharon la canción procedente del aire y las esperadas bañeras entraron en su campo de visión. La niña echó a correr tras Nime en cuanto uno de aquellos artefactos voladores conducidos por una extraña criatura siguió su camino pasando sobre sus cabezas. Mientras abandonaban la plaza en dirección a las calles que formaban la ruta que seguía la bañera, Adru canturreaba la pegadiza canción del ser, “seesos, caaaallos, lenguas de bebéeee…” haciendo pausas para coger aire sin orden ni concierto que hubieran horrorizado a cualquier entendido en canto.
La edeel se aseguró de que Neil no se quedaba atrás, pues este seguía aferrado a su poncho, y solo el hecho de tener que cargar con su aurva hizo que no fuese ella la primera en acercarse y ponerse en riesgo de caer al borde de aquella hendidura. Al contrario que el resto, ella no temió por Nime ya que se había detenido, a su entender, con la antelación suficiente. Ante la afirmación de la niña sobre lo que había allí abajo, Adru se adelantó al trote, dejando esta vez a su aurva, al tiempo que el chico de la cicatriz recomendaba justo lo contrario. Hizo visera con las manos para otear en el fondo de aquella grieta debido a que el sol todavía le resultaba cegador y compuso una expresión impresionada al comprobar la cantidad de esqueletos y piezas de armadura que se distinguían desde allí.
—Es un sitio un poco raro para colocar un cementerio —opinó—. ¡No! Seguro que son los restos de los combatientes en la Gran Batalla de la Grieta. Dos ejércitos se enfrentaron por el territorio, pero un terremoto les hizo caer dentro y nadie salió vencedor —comenzó a inventarse sobre la marcha—. Se dice que algunos días muy brillantes se puede ver como los restos apilados se mueven. Entonces algunos guerreros caídos cobran vida y vagan por el fondo mientras repiten “mi grieeeeta” —continuó mientras caminaba paralelamente al borde con los brazos extendidos.
La sinhadre había entrado en el modo “historia de terror”, empleando el mismo tono que usaba cuando quería aterrorizar a Niel con cuentos del estilo; aunque en aquella ocasión no buscaba asustar a nadie en realidad ya que no creía que aquella historia diese el miedo suficiente ya que, a su entender, los soldados muertos vivientes no buscaban hacer daño a nadie. No obstante, la edeel casi se cree su propia historia cuando el montón de huesos comenzó efectivamente a moverse y, todavía con los brazos extendidos, giró su cabeza hacia el fondo expectante. Casi, aunque solo casi, se decepcionó cuando finalmente lo que emergió de allí fue un gusano gigante, tal y como apuntó el aurva del brazo metálico. La sinhadre recuperó una postura más normal para examinar a aquel insecto blanquecino -“¿Se transformará en una mariposa gigante? Necesitaría una red mucho más grande para capturarlo”- pero volvió su atención al grupo cuando se hizo mención a su comida alejándose cada vez más.
—Es nuestra misión encontrar un puente —afirmó con su habitual optimismo y poniendo los brazos en jarras mientras se dirigía al resto—. Tiene que haber uno, sino los ejércitos no se habrían peleado por una grieta que no se puede cruzar —añadió con convencimiento.
Y se puso en marcha para buscar el citado puente.
—Nadie nos va a comer. Nos han dicho que recibiremos comida, no que la seamos nosotros —le aseguró a Neil, asegurándose de que el niño también la oía. La niña pequeña intervino para explicarles lo que sabía y Adru asintió—. ¡Es una misión! Tenemos que superar las pruebas para conseguir magia poderosa. Volar y recuperar nuestro idioma serán nuestras recompensas, estoy segura.
No pudo añadir mucho más porque en ese momento escucharon la canción procedente del aire y las esperadas bañeras entraron en su campo de visión. La niña echó a correr tras Nime en cuanto uno de aquellos artefactos voladores conducidos por una extraña criatura siguió su camino pasando sobre sus cabezas. Mientras abandonaban la plaza en dirección a las calles que formaban la ruta que seguía la bañera, Adru canturreaba la pegadiza canción del ser, “seesos, caaaallos, lenguas de bebéeee…” haciendo pausas para coger aire sin orden ni concierto que hubieran horrorizado a cualquier entendido en canto.
La edeel se aseguró de que Neil no se quedaba atrás, pues este seguía aferrado a su poncho, y solo el hecho de tener que cargar con su aurva hizo que no fuese ella la primera en acercarse y ponerse en riesgo de caer al borde de aquella hendidura. Al contrario que el resto, ella no temió por Nime ya que se había detenido, a su entender, con la antelación suficiente. Ante la afirmación de la niña sobre lo que había allí abajo, Adru se adelantó al trote, dejando esta vez a su aurva, al tiempo que el chico de la cicatriz recomendaba justo lo contrario. Hizo visera con las manos para otear en el fondo de aquella grieta debido a que el sol todavía le resultaba cegador y compuso una expresión impresionada al comprobar la cantidad de esqueletos y piezas de armadura que se distinguían desde allí.
—Es un sitio un poco raro para colocar un cementerio —opinó—. ¡No! Seguro que son los restos de los combatientes en la Gran Batalla de la Grieta. Dos ejércitos se enfrentaron por el territorio, pero un terremoto les hizo caer dentro y nadie salió vencedor —comenzó a inventarse sobre la marcha—. Se dice que algunos días muy brillantes se puede ver como los restos apilados se mueven. Entonces algunos guerreros caídos cobran vida y vagan por el fondo mientras repiten “mi grieeeeta” —continuó mientras caminaba paralelamente al borde con los brazos extendidos.
La sinhadre había entrado en el modo “historia de terror”, empleando el mismo tono que usaba cuando quería aterrorizar a Niel con cuentos del estilo; aunque en aquella ocasión no buscaba asustar a nadie en realidad ya que no creía que aquella historia diese el miedo suficiente ya que, a su entender, los soldados muertos vivientes no buscaban hacer daño a nadie. No obstante, la edeel casi se cree su propia historia cuando el montón de huesos comenzó efectivamente a moverse y, todavía con los brazos extendidos, giró su cabeza hacia el fondo expectante. Casi, aunque solo casi, se decepcionó cuando finalmente lo que emergió de allí fue un gusano gigante, tal y como apuntó el aurva del brazo metálico. La sinhadre recuperó una postura más normal para examinar a aquel insecto blanquecino -“¿Se transformará en una mariposa gigante? Necesitaría una red mucho más grande para capturarlo”- pero volvió su atención al grupo cuando se hizo mención a su comida alejándose cada vez más.
—Es nuestra misión encontrar un puente —afirmó con su habitual optimismo y poniendo los brazos en jarras mientras se dirigía al resto—. Tiene que haber uno, sino los ejércitos no se habrían peleado por una grieta que no se puede cruzar —añadió con convencimiento.
Y se puso en marcha para buscar el citado puente.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Cicatriz de Arax
10/11/15, 06:05 pm
De haber visto venir a la mujer del brazo metálico, Eitne probablemente hubiera dado un respingo, pero estaba tan ocupado llorando que no fue consciente de su presencia hasta que sintió el abrigo reconfortante de la prenda que le echaron encima. Los llantos ruidosos se volvieron mudos, pero el chiquillo no pudo parar de llorar. Ahora entendía que todos los que estaban reunidos en la plaza habían sido víctimas de lo mismo que él, pero se sentía confuso, perdido en un lugar horrible y sin una pizca de idea de por qué. El hada no había sido claro con él.
Una segunda persona se acercó y le recolocó la corona de flores. Hablaba con energía y no parecía tener problemas con que le hubieran secuestrado. Eitne le miró incrédulo. Él aún no había sido capaz de quitarse del todo el miedo que había sentido al verles y ellas le trataban con amabilidad. Se secó las lágrimas con la palma de la mano y se puso de pie con dificultad para dirigirse a las dos personas que trataron de animarle.
—G-g-gracias… —le sobrevino una duda, ¿cómo sabía si eran hombres o mujeres u otra cosa?—¿A l-las dos? ¿Los d-d-dos? —aún tenía los ojos húmedos, pero por fin cesaba de llorar—. M-Me llamo E-Eitne —el tartamudeo evidenciaba que, a pesar de su recuperación, seguía nervioso.
Sin embargo, una tercera intervención bastó para tranquilizarlo. La segunda persona con brazo metálico se había acercado a él y, gracias a que la primera se había acercado antes, Eitne no reculó. Alzó la mirada a tiempo para ver que le ofrecía su bollo. Eitne volvió a dar las gracias e hizo como le habían pedido. Se acercó al niño de pelo azul, dividió el bollo en dos trozos irregulares y le tendió el que era un poquitín mayor.
La llegada de las bañeras le pegó un nuevo susto y le hizo soltar un “oooh” seguido de un “eugh” al escuchar lo que cargaban. La preocupación le sobrevino de nuevo y Eitne apenas tuvo tiempo de disfrutar de la ausencia de lágrimas, aunque esta vez lloró en silencio. El muchacho se aferró a los bordes de la chaqueta que le habían prestado y los cerró en torno a él. Estaba en un lugar horrible y presentía que todas las personas que le rodeaban, toda esa buena gente que había llegado como él, lo iba a pasar mal.
Eitne jamás se había caracterizado por ser rápido y tuvo que poner todo su esfuerzo en avanzar junto al grupo. Inconscientemente, el daeliciano procuraba caminar cerca de las personas que le habían mostrado ser de confianza hasta ahora: la niña valiente y su amigo miedoso, los seres de brazo mecánico y la persona de los ojos finitos. Así, cuando la niña pequeña llamada Nime se acercó a él, Eitne no pudo sino trabarse.
—Y-y-y-yo, y-y-y-yo –el niño se mordió el labio con fuerza y volvió a intentarlo—. Y-y-yo soy Eitne. S-siempre he sido así. En casa todos tenemos esta piel y e-e-estos pelos y o-ojos.
Quiso preguntarle a Nime si en su casa era igual, pero al revés, cuando algo pareció llamar la atención de ella y salió corriendo. Eitne prefería no correr, así que siguió a su ritmo. Se sentía seguro dentro de la chaqueta, comiéndose su medio bollo, y algo en lo más profundo de su ser le decía que hacía bien en prolongar esa sensación reconfortante.
Ese algo acertó de pleno, pues no tardaron en llegar a una fosa de huesos en mitad del suelo que dividía la tierra en dos. El niño se llevó las manos a la boca al ver que Nime se caía, pero respiró aliviado al ver que se levantaba como si nada. Los temblores volvieron y las lágrimas habrían vuelto también, de no habérsele agotado al daeliciano. Por si fuera poco, algo se movía entre los huesos y el del brazo metálico quiso comprobar qué era. Eitne no quiso mirar, pero miró. Y de nuevo chilló. <<Por el demiurgo, viven monstruos de verdad en la ciudad…>>.
—N-N-N-No le enfad-d-éis, p-por favor —pidió a sus compañeros completamente aterrorizado—. ¿D-d-de verdad debemos seguir la b-bañera? Y-Y-yo ya n-no tengo hambre.
Eitne no quería ni plantearse tener que cruzar, la historia de Adru ya le había puesto los pelos de punta y no quería saber más al respecto. ¿Y si se quedaban en alguna de las casas viejas que había pasado?
Una segunda persona se acercó y le recolocó la corona de flores. Hablaba con energía y no parecía tener problemas con que le hubieran secuestrado. Eitne le miró incrédulo. Él aún no había sido capaz de quitarse del todo el miedo que había sentido al verles y ellas le trataban con amabilidad. Se secó las lágrimas con la palma de la mano y se puso de pie con dificultad para dirigirse a las dos personas que trataron de animarle.
—G-g-gracias… —le sobrevino una duda, ¿cómo sabía si eran hombres o mujeres u otra cosa?—¿A l-las dos? ¿Los d-d-dos? —aún tenía los ojos húmedos, pero por fin cesaba de llorar—. M-Me llamo E-Eitne —el tartamudeo evidenciaba que, a pesar de su recuperación, seguía nervioso.
Sin embargo, una tercera intervención bastó para tranquilizarlo. La segunda persona con brazo metálico se había acercado a él y, gracias a que la primera se había acercado antes, Eitne no reculó. Alzó la mirada a tiempo para ver que le ofrecía su bollo. Eitne volvió a dar las gracias e hizo como le habían pedido. Se acercó al niño de pelo azul, dividió el bollo en dos trozos irregulares y le tendió el que era un poquitín mayor.
La llegada de las bañeras le pegó un nuevo susto y le hizo soltar un “oooh” seguido de un “eugh” al escuchar lo que cargaban. La preocupación le sobrevino de nuevo y Eitne apenas tuvo tiempo de disfrutar de la ausencia de lágrimas, aunque esta vez lloró en silencio. El muchacho se aferró a los bordes de la chaqueta que le habían prestado y los cerró en torno a él. Estaba en un lugar horrible y presentía que todas las personas que le rodeaban, toda esa buena gente que había llegado como él, lo iba a pasar mal.
Eitne jamás se había caracterizado por ser rápido y tuvo que poner todo su esfuerzo en avanzar junto al grupo. Inconscientemente, el daeliciano procuraba caminar cerca de las personas que le habían mostrado ser de confianza hasta ahora: la niña valiente y su amigo miedoso, los seres de brazo mecánico y la persona de los ojos finitos. Así, cuando la niña pequeña llamada Nime se acercó a él, Eitne no pudo sino trabarse.
—Y-y-y-yo, y-y-y-yo –el niño se mordió el labio con fuerza y volvió a intentarlo—. Y-y-yo soy Eitne. S-siempre he sido así. En casa todos tenemos esta piel y e-e-estos pelos y o-ojos.
Quiso preguntarle a Nime si en su casa era igual, pero al revés, cuando algo pareció llamar la atención de ella y salió corriendo. Eitne prefería no correr, así que siguió a su ritmo. Se sentía seguro dentro de la chaqueta, comiéndose su medio bollo, y algo en lo más profundo de su ser le decía que hacía bien en prolongar esa sensación reconfortante.
Ese algo acertó de pleno, pues no tardaron en llegar a una fosa de huesos en mitad del suelo que dividía la tierra en dos. El niño se llevó las manos a la boca al ver que Nime se caía, pero respiró aliviado al ver que se levantaba como si nada. Los temblores volvieron y las lágrimas habrían vuelto también, de no habérsele agotado al daeliciano. Por si fuera poco, algo se movía entre los huesos y el del brazo metálico quiso comprobar qué era. Eitne no quiso mirar, pero miró. Y de nuevo chilló. <<Por el demiurgo, viven monstruos de verdad en la ciudad…>>.
—N-N-N-No le enfad-d-éis, p-por favor —pidió a sus compañeros completamente aterrorizado—. ¿D-d-de verdad debemos seguir la b-bañera? Y-Y-yo ya n-no tengo hambre.
Eitne no quería ni plantearse tener que cruzar, la historia de Adru ya le había puesto los pelos de punta y no quería saber más al respecto. ¿Y si se quedaban en alguna de las casas viejas que había pasado?
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- InvitadoInvitado
Re: Cicatriz de Arax
10/11/15, 07:53 pm
Cuando el par de engendros habían dicho ''bañeras'', Rena pensaba que era un nombre coloquial para algún tipo de nave o vehículo, no algo literal. Aquel trasto parecía sacado de un museo del mal gusto, al igual que su navegante, la canción que cantaba y todo lo que llevaba dentro. La irrense hizo una mueca de asco, deseando que lo que describía el espantapájaros fuese solo una canción popular, o tendría que alimentarse exclusivamente de melaza durante un tiempo.
Se pusieron en marcha, caminando a buen paso pero sin necesidad de correr, pues la bañera era fácil de seguir. Rena prácticamente cerraba la marcha, sin muchas ganas de aguantar a los saltimbanquis que iban en cabeza y asegurándose de que nadie se quedaba atrás. De pronto se encontraron con una enorme grieta que les cerraba el paso y que algunos fueron a inspeccionar.
-¡¿Es que nos quieres matar a todos de un ataque al corazón?!- le gritó a Nime cuando la vió tropezarse, y fue hacia la brecha donde ya empezaba a congregarse gente.
Rena nunca había visto tantos huesos juntos, ni tan dispares. La mayoría eran imposibles de reconocer, y el tamaño que debían haber alcanzado sus dueños cuando estaban vivos le hizo preguntarse si no la había cagado mucho bastante aceptando venir. La bañera se alejaba, pero ellos estaban atrapados al otro lado, y nadar entre huesos no era una opción.
-Qué puto asco...- comentó al ver asomarse a uno de los gusanos.- Sí, mejor que busquemos el puente ese.
Caminaron de forma paralela a la grieta unos metros, hasta que a lo lejos pudieron ver un puente de madera, a ojos de la irrense, bastante cutre.
-Me da que yo por ahí no paso.
Se pusieron en marcha, caminando a buen paso pero sin necesidad de correr, pues la bañera era fácil de seguir. Rena prácticamente cerraba la marcha, sin muchas ganas de aguantar a los saltimbanquis que iban en cabeza y asegurándose de que nadie se quedaba atrás. De pronto se encontraron con una enorme grieta que les cerraba el paso y que algunos fueron a inspeccionar.
-¡¿Es que nos quieres matar a todos de un ataque al corazón?!- le gritó a Nime cuando la vió tropezarse, y fue hacia la brecha donde ya empezaba a congregarse gente.
Rena nunca había visto tantos huesos juntos, ni tan dispares. La mayoría eran imposibles de reconocer, y el tamaño que debían haber alcanzado sus dueños cuando estaban vivos le hizo preguntarse si no la había cagado mucho bastante aceptando venir. La bañera se alejaba, pero ellos estaban atrapados al otro lado, y nadar entre huesos no era una opción.
-Qué puto asco...- comentó al ver asomarse a uno de los gusanos.- Sí, mejor que busquemos el puente ese.
Caminaron de forma paralela a la grieta unos metros, hasta que a lo lejos pudieron ver un puente de madera, a ojos de la irrense, bastante cutre.
-Me da que yo por ahí no paso.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Cicatriz de Arax
11/11/15, 01:25 am
Respondió con una sonrisa al agradecimiento del pequeño, complacida de por fin saber su nombre. No pudo evitar soltar una risa por lo bajo con la duda del género, sin llegar a responderla y dejarle con la incógnita: tampoco era algo de lo que le gustase hablar con un grupo de recién conocidos y por el momento solo evitaría el tema.
El otro irrense completó la ayuda, haciendo a la coreana agradecer en silencio tener un grupo de gente amable en una ciudad tan extraña como esa.
Como para reafirmar su pensamiento, el moreno pareció haber leído su lenguaje corporal respecto al frío que sentía, haciendo que Rox abriera mucho los ojos al notar el peso de una prenda de ropa cálida sobre la espalda, volteándose en seguida a mirarle. La parka estaba a una temperatura demasiado agradable como para hacer que la medio australiana reconsiderase la idea de decir que no hacía falta y que no se preocupase. Por lo visto, la temperatura corporal de los dos de hocico era superior a la del resto de presentes... Eso o eran lo equivalente a los rusos para los humanos.
—Ahí va... Gracias, Milo. —esbozó una sonrisa torpe y miró al suelo, ajustándose despacio el abrigo. Un suspiro por el cambio de temperatura se le escapó, prácticamente hundiéndose en el cuello de la prenda hasta esconder la nariz. Ni siquiera se molestó en apartarse la tela del rostro cuando Hyung se le acercó, por lo que su voz sonó opaca—. Ha sido... Raro. Muy raro.
Al percatarse del miedo en su voz cedió por mostrar el rostro, dedicándole una sonrisa para tratar de calmarlo. Con la temperatura recuperada se encontraba de mejor humor.
—Me han dejado con más dudas que respuestas y ha dado un mal rollo que no veas... pero creo que lo mejor es que nos mantengamos con una piña. Tengo la certeza de que llegaremos a la Luna de sangre o... lo que sea que dijeran. —rebuscó en los bolsillos de su pantalón hasta dar con la caja de chicles, sacando uno para ofrecérselo al chico. Al mismo tiempo que lo hacía, el sonido de una canción irrumpió en el aire, y como todo en esa ciudad, venía del cielo—. ¿Quieres, eh... uno?
Sus ojos fueron a dar con el espantapájaros que pilotaba... justamente una bañera. En lugar de poner cara de asco o sorprenderse por quincuagésima ese día, a causa de la letra de la canción, la de pelo cobrizo echó a reír: al principio con ironía y luego de forma sincera.
—¿Qué pasa, en vuestros planetas no comen lenguas de bebé? —su tono era lo suficientemente sarcástico como para pillar que no iba en serio. O al menos eso quería creer.
Tal como era esperado, el grupo siguió a la bañera. Rox se mantuvo entre medias, vigilando a los primeros para que no se alejasen demasiado, y a los de detrás por si iban demasiado lentos. La ciudad tenía un aspecto terrible a su alrededor, pero mucho peor fue el de la enorme grieta que rompía el suelo en dos, que para colmo no les permitía pasar. Al igual que los más curiosos, se asomó, con la cautela con la que alguien se asoma a un barranco. La niña de pelo oscuro, Nime, le hizo llevarse una mano al pecho con el tropezón.
—Es cierto. El suelo del borde no parece muy estable. —corroboró las palabras de Ain y Milo, arrodillándose junto a ella. Además, desde ahí podría ver el acantilado con más seguridad que de pie. Al asomarse despacio, un reflejo blanco le hizo apartar la mirada hasta que su vista se acostumbró a la luz. Ver los esqueletos no le hizo mucha gracia, pero la historia de Adrune lo hizo mucho menos. Viniendo de una niña de otro planeta podía creérselo todo y no dudarlo ni tres segundos—. Woah, ¿y todo... todo eso es cierto?
Ver algo moverse en el fondo le hizo retroceder de rodillas, pálida, para asomarse segundos después con el interés que produce algo que da miedo. No era un fantasma lo que llegó a ver, sino un gusano blanco con los dientes de una sanguijuela. Algo le empezaba a decir que no eran guerreros, sino gente y otros seres que habían ido a caer allí y fueron devorados por esos bichos, por mucho que prefiriese la primera versión a la segunda.
Se contuvo las ganas de tirar una segunda piedra para ver a otro gusano aparecer (principalmente por el morbo de la curiosidad) en cuanto Eitne empezó a llorar de nuevo. Se apresuró en reaccionar.
—¡No! No van a salir de ahí, tranquilo. —estiró y sacó una de las mangas de su sudadera verde por dentro de las mangas de la parka de Milo, para así poder limpiarle las lágrimas del rostro al pequeño. Apenas le conocía, pero estando así de asustado es lo mínimo que podía hacer—. Y no se van a enfadar más porque no vamos ni a mirarlos, ¿va?
Se levantó una vez estuvo lo suficientemente lejos del borde, manteniéndose cerca del de rizos celestes al andar. La visión del puente (si es que se le podía considerar puente) no le animó lo más mínimo. Se apartó el pelo del rostro mientras soltaba un suspiro largo y ruidoso, rodando los ojos.
—Veeeeeenga ya. ¿Ese... ñordo de madera es lo único que hay? —se llevó ambas manos a la boca, dirigiéndose a la bañera cada vez más distante con un grito que dio por inútil nada más empezarlo—. ¡ESPÉRATE, ¿QUIERES?!
Con otro resoplido al ver que el espantapájaros era duro de oído y no iba a parar la bañera, Rox se acercó al puente y puso un pie en este, tanteando que tan estable era. Un ruido de madera vieja y astillada hizo eco por la enorme grieta, pero eso no la frenó a poner un segundo pie. En un principio, pareció aguantar bien su peso, o al menos así era a pocos centímetros de la base.
—Bueno. No es lo mejor que he visto... de hecho es una bazofia —susurró— pero creo que si lo cruzamos de uno en uno o de dos en dos no debería de haber mucho peligro. Lo que me preocupa más es la zona del centro.
Dio varios pasos rápidos, yendo prácticamente de puntillas sobre el puente para evitar que, al menos, crujiese tanto. El cuarto de camino que se atrevió a avanzar no había sido tan horroroso, exceptuando algún que otro ruido o temblor leve. Una vez allí se giró al resto, esperando aprobación o, con algún milagro, una idea mejor.
El otro irrense completó la ayuda, haciendo a la coreana agradecer en silencio tener un grupo de gente amable en una ciudad tan extraña como esa.
Como para reafirmar su pensamiento, el moreno pareció haber leído su lenguaje corporal respecto al frío que sentía, haciendo que Rox abriera mucho los ojos al notar el peso de una prenda de ropa cálida sobre la espalda, volteándose en seguida a mirarle. La parka estaba a una temperatura demasiado agradable como para hacer que la medio australiana reconsiderase la idea de decir que no hacía falta y que no se preocupase. Por lo visto, la temperatura corporal de los dos de hocico era superior a la del resto de presentes... Eso o eran lo equivalente a los rusos para los humanos.
—Ahí va... Gracias, Milo. —esbozó una sonrisa torpe y miró al suelo, ajustándose despacio el abrigo. Un suspiro por el cambio de temperatura se le escapó, prácticamente hundiéndose en el cuello de la prenda hasta esconder la nariz. Ni siquiera se molestó en apartarse la tela del rostro cuando Hyung se le acercó, por lo que su voz sonó opaca—. Ha sido... Raro. Muy raro.
Al percatarse del miedo en su voz cedió por mostrar el rostro, dedicándole una sonrisa para tratar de calmarlo. Con la temperatura recuperada se encontraba de mejor humor.
—Me han dejado con más dudas que respuestas y ha dado un mal rollo que no veas... pero creo que lo mejor es que nos mantengamos con una piña. Tengo la certeza de que llegaremos a la Luna de sangre o... lo que sea que dijeran. —rebuscó en los bolsillos de su pantalón hasta dar con la caja de chicles, sacando uno para ofrecérselo al chico. Al mismo tiempo que lo hacía, el sonido de una canción irrumpió en el aire, y como todo en esa ciudad, venía del cielo—. ¿Quieres, eh... uno?
Sus ojos fueron a dar con el espantapájaros que pilotaba... justamente una bañera. En lugar de poner cara de asco o sorprenderse por quincuagésima ese día, a causa de la letra de la canción, la de pelo cobrizo echó a reír: al principio con ironía y luego de forma sincera.
—¿Qué pasa, en vuestros planetas no comen lenguas de bebé? —su tono era lo suficientemente sarcástico como para pillar que no iba en serio. O al menos eso quería creer.
Tal como era esperado, el grupo siguió a la bañera. Rox se mantuvo entre medias, vigilando a los primeros para que no se alejasen demasiado, y a los de detrás por si iban demasiado lentos. La ciudad tenía un aspecto terrible a su alrededor, pero mucho peor fue el de la enorme grieta que rompía el suelo en dos, que para colmo no les permitía pasar. Al igual que los más curiosos, se asomó, con la cautela con la que alguien se asoma a un barranco. La niña de pelo oscuro, Nime, le hizo llevarse una mano al pecho con el tropezón.
—Es cierto. El suelo del borde no parece muy estable. —corroboró las palabras de Ain y Milo, arrodillándose junto a ella. Además, desde ahí podría ver el acantilado con más seguridad que de pie. Al asomarse despacio, un reflejo blanco le hizo apartar la mirada hasta que su vista se acostumbró a la luz. Ver los esqueletos no le hizo mucha gracia, pero la historia de Adrune lo hizo mucho menos. Viniendo de una niña de otro planeta podía creérselo todo y no dudarlo ni tres segundos—. Woah, ¿y todo... todo eso es cierto?
Ver algo moverse en el fondo le hizo retroceder de rodillas, pálida, para asomarse segundos después con el interés que produce algo que da miedo. No era un fantasma lo que llegó a ver, sino un gusano blanco con los dientes de una sanguijuela. Algo le empezaba a decir que no eran guerreros, sino gente y otros seres que habían ido a caer allí y fueron devorados por esos bichos, por mucho que prefiriese la primera versión a la segunda.
Se contuvo las ganas de tirar una segunda piedra para ver a otro gusano aparecer (principalmente por el morbo de la curiosidad) en cuanto Eitne empezó a llorar de nuevo. Se apresuró en reaccionar.
—¡No! No van a salir de ahí, tranquilo. —estiró y sacó una de las mangas de su sudadera verde por dentro de las mangas de la parka de Milo, para así poder limpiarle las lágrimas del rostro al pequeño. Apenas le conocía, pero estando así de asustado es lo mínimo que podía hacer—. Y no se van a enfadar más porque no vamos ni a mirarlos, ¿va?
Se levantó una vez estuvo lo suficientemente lejos del borde, manteniéndose cerca del de rizos celestes al andar. La visión del puente (si es que se le podía considerar puente) no le animó lo más mínimo. Se apartó el pelo del rostro mientras soltaba un suspiro largo y ruidoso, rodando los ojos.
—Veeeeeenga ya. ¿Ese... ñordo de madera es lo único que hay? —se llevó ambas manos a la boca, dirigiéndose a la bañera cada vez más distante con un grito que dio por inútil nada más empezarlo—. ¡ESPÉRATE, ¿QUIERES?!
Con otro resoplido al ver que el espantapájaros era duro de oído y no iba a parar la bañera, Rox se acercó al puente y puso un pie en este, tanteando que tan estable era. Un ruido de madera vieja y astillada hizo eco por la enorme grieta, pero eso no la frenó a poner un segundo pie. En un principio, pareció aguantar bien su peso, o al menos así era a pocos centímetros de la base.
—Bueno. No es lo mejor que he visto... de hecho es una bazofia —susurró— pero creo que si lo cruzamos de uno en uno o de dos en dos no debería de haber mucho peligro. Lo que me preocupa más es la zona del centro.
Dio varios pasos rápidos, yendo prácticamente de puntillas sobre el puente para evitar que, al menos, crujiese tanto. El cuarto de camino que se atrevió a avanzar no había sido tan horroroso, exceptuando algún que otro ruido o temblor leve. Una vez allí se giró al resto, esperando aprobación o, con algún milagro, una idea mejor.
- ♪♫♬:
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Re: Cicatriz de Arax
14/11/15, 12:13 am
Rox le ofreció un chicle después de su respuesta. Por alguna razón la sonrisa q le había dedicado lo tranquilizó, el hecho de q fuera coreano como el le daba cierta sensación de familiaridad y lo reconfortaba, así no se sentía tan mal.
Fue cuando le ofrecía el chicle su compañero terrestre que la bañera apareció con un espantapájaros en ella, cantando una canción un tanto desafinada. Rápidamente éste capto la atención de todos, estaban listos para ponerse a andar. Hyung se metió el chicle en la boca y salió detrás de todos.
Hyung esperaba que aquello que recitaba el espantapájaros como contenido de la bañera no fuera más q la canción. Varios bromearon y otros se le unieron tarareándola. A Hyung solo le intranquilizaba. Le volvieron los rápidos latidos. Allí le era imposible estar tranquilo. Era una pesadilla, sin escapatoria y llorar solo lo empeoraría no podía hacer otra cosa que joderse y mantenerse callado. Aceleró el paso no quería quedarse atrás el medio era el sitio perfecto, quizás era solo una manía pero si no iba en medio se pondría peor.
Estaban llegando, y los pequeños iban bastante adelantados, Hyung estaba sorprendido de la tranquilidad del pequeño morado de los chillidos, para lo mucho q había llorado hasta ahora es sorprendente q no le esté dando patatús al ir por esta ciudad en ruinas, desconocida para ellos.
La niña pequeña era la más rápida de entre el de ojos rosas y ella, acabó dejándolo atrás. Y fue la primera en asomarse al agujero que les esperaba delante, lleno de huesos de personas y bestias que no creía posibles además de otros objetos.
<<Uno menos>> pensó Hyung cuando vio a la pequeña tropezándose al borde del foso. Fue durante ese espacio de tiempo cuando le vino a Hyung una horrorosa sensación de vértigo le pareció haberse caído él del susto que se pegó. Menos mal no le paso nada a aquella niña. Sin embargo el alivio fue igual de fugaz que el susto, cuando después de q varios le llamaran la atención a la pequeña vieron que aquel "gran cañón del horror" no solo escondía huesos.
Un gusano blanco y enorme emergió del foso, respondiendo a la llamada de la piedra de milo al chocar con los huesos <<Todos acabaremos en esta fosa común de bestias>> Ese monstruo representaba para Hyung algo más ahora todos sus miedos podían no ser solo productos de la mente, este gusano redefinía lo posible. Se acerco al foso a dedicarle un la poca comida que le quedaba a aquel gusano, escupiendo en el proceso el chicle.
Se reincorporó, limpió el vomito y miró al grupo q ahora se preparaba a cruzar una endeble madera al otro lado. Acelero de nuevo para no ser el último.
-Seguro que no hay otra forma de cruzar.- Dijo con todavía sabor a vomito en la boca y los latidos más rápidos que nunca, le tocaba cruzar. Se dispuso y después de una larga parada salió, en gran parte forzado, no podía quedarse atrás. Un tambaleo, y ya se daba por muerto, después de cruzar muy lentamente se recompuso seguramente había quedado como un cobarde, pero ya le daba igual. Se acercó al de la cicatriz preparado para hablar con alguien más.
Fue cuando le ofrecía el chicle su compañero terrestre que la bañera apareció con un espantapájaros en ella, cantando una canción un tanto desafinada. Rápidamente éste capto la atención de todos, estaban listos para ponerse a andar. Hyung se metió el chicle en la boca y salió detrás de todos.
Hyung esperaba que aquello que recitaba el espantapájaros como contenido de la bañera no fuera más q la canción. Varios bromearon y otros se le unieron tarareándola. A Hyung solo le intranquilizaba. Le volvieron los rápidos latidos. Allí le era imposible estar tranquilo. Era una pesadilla, sin escapatoria y llorar solo lo empeoraría no podía hacer otra cosa que joderse y mantenerse callado. Aceleró el paso no quería quedarse atrás el medio era el sitio perfecto, quizás era solo una manía pero si no iba en medio se pondría peor.
Estaban llegando, y los pequeños iban bastante adelantados, Hyung estaba sorprendido de la tranquilidad del pequeño morado de los chillidos, para lo mucho q había llorado hasta ahora es sorprendente q no le esté dando patatús al ir por esta ciudad en ruinas, desconocida para ellos.
La niña pequeña era la más rápida de entre el de ojos rosas y ella, acabó dejándolo atrás. Y fue la primera en asomarse al agujero que les esperaba delante, lleno de huesos de personas y bestias que no creía posibles además de otros objetos.
<<Uno menos>> pensó Hyung cuando vio a la pequeña tropezándose al borde del foso. Fue durante ese espacio de tiempo cuando le vino a Hyung una horrorosa sensación de vértigo le pareció haberse caído él del susto que se pegó. Menos mal no le paso nada a aquella niña. Sin embargo el alivio fue igual de fugaz que el susto, cuando después de q varios le llamaran la atención a la pequeña vieron que aquel "gran cañón del horror" no solo escondía huesos.
Un gusano blanco y enorme emergió del foso, respondiendo a la llamada de la piedra de milo al chocar con los huesos <<Todos acabaremos en esta fosa común de bestias>> Ese monstruo representaba para Hyung algo más ahora todos sus miedos podían no ser solo productos de la mente, este gusano redefinía lo posible. Se acerco al foso a dedicarle un la poca comida que le quedaba a aquel gusano, escupiendo en el proceso el chicle.
Se reincorporó, limpió el vomito y miró al grupo q ahora se preparaba a cruzar una endeble madera al otro lado. Acelero de nuevo para no ser el último.
-Seguro que no hay otra forma de cruzar.- Dijo con todavía sabor a vomito en la boca y los latidos más rápidos que nunca, le tocaba cruzar. Se dispuso y después de una larga parada salió, en gran parte forzado, no podía quedarse atrás. Un tambaleo, y ya se daba por muerto, después de cruzar muy lentamente se recompuso seguramente había quedado como un cobarde, pero ya le daba igual. Se acercó al de la cicatriz preparado para hablar con alguien más.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Cicatriz de Arax
14/11/15, 04:23 am
Adru le contestó que nadie le iba a comer, que todo era una misión y que tenían que superar unas pruebas para conseguir la magia. Neil solo asintió hacia ella conteniendo sus sollozos y se retiró las lágrimas de la cara con los puños de su sudadera. El grupo parecía estar teniendo una conversación o haciendo comentarios sobre lo sucedido, pero el aurva prefirió concentrarse en no volver a llorar a la vez que intentaba conservar su calor corporal dentro de su ropa. Su bufanda seguía alrededor del cuello del niño y aunque su siempre fiel sudadera solía protegerle bien del frío, aquel lugar parecía tener una temperatura ambiental menor a la de Sinhdro, por lo que el sinhadre no podía evitar tiritar levemente.
Neil se mantuvo en todo momento cerca de Adru y del niño, por lo que cuando el aurva del brazo metálico se acercó al niño y le ofreció un bollo, pudo oír perfectamente como este le sugería que lo compartiera con él, revolviendole el pelo. Neil sonrió amablemente al chico y luego sonrió al niño, que se acababa de presentar como Eitne, cuando este le ofreció un trozo del bollo.
- Gracias- susurró sorbiendo los mocos, pero manteniendo la sonrisa-. Yo me llamo Irenneil, pero todos me llaman Neil- se presentó en un volumen algo bajo, pensando que era injusto para Eitne no saber su nombre cuando el sinhadre conocía el suyo.
Por un momento, Neil pensó en partir el trozo y ofrecerle a Adrune, pero enseguida descartó la idea. Su edeel estaba tan eufórica e inquieta que el dulce solo empeoraría las cosas.
En ese momento empezó a escucharse una desagradable canción proveniente del cielo y Neil volvió a aferrarse al poncho de Adru justo a tiempo para no perderla cuando esta salió disparada tras la otra niña, ambas siguiendo lo que parecían bañeras voladoras de las que salía la canción que escuchaban. Mientras su edeel recitaba alegremente los versos que salían de aquel ser hecho de paja, Neil solo podía cerrar los ojos fuertemente mientras gritaba en su cabeza “Nananananananana” para evitar imaginarse cada una de las desagradables cosas que la canción nombraba y así evitar vomitar por culpa de la imagen mental.
Pronto llegaron a una especie de brecha en el suelo a la que se asomó cautelosamente decidiendo al instante alejarse de ella y así verse obligado a soltar el poncho de Adru, ya que la edeel se empeñaba en mantenerse casi al borde. A Neil casi se le salió el corazón por la boca cuando vió a la niña, que anteriormente se había acercado a Eitne presentándose como Nime, tropezar justo al borde. Y el hecho de que algunos indicaran que había algo moviéndose en el interior de la grieta solo hizo que su ya de por sí ritmo cardiaco se acelerara.
- Adru, yo creo que…- comenzó a decir con un hilillo de voz hacia su edeel, pero enseguida se vio interrumpido por una historia sobre batallas y grietas que a Neil le hizo temblar al instante y no porque está fuera especialmente terrorífica, sino porque el tono utilizado para contarla era el ya habitual en sus historias de miedo.
Neil simplemente decidió juntarse de nuevo a Eitne, ofreciéndole su mano para que pudieran ir agarrados, y procurando no mirar en ningún momento hacia abajo esperando que pudieran alejarse pronto de ahí. No es que tuviera alguna preferencia en aquella ciudad desconocida y siniestra, pero definitivamente aquel no era su lugar favorito.
En cuanto se percató de que el grupo había decidido cruzar el puente para ir al otro lado, Neil solo pudo abrir desmesuradamente los ojos sorprendido. Él no quería cruzar y menos por aquel paso tan escaso. Al instante miles de desenlaces desastrosos cruzaron por su mente “Seguro que me resbalo a mitad de camino y me caigo, o tiro a todos. Seguro que se rompe y me caigo. Seguro que lo que hay ahí dentro salta y me come. Voy a morir cayendo al vacío y siendo devorado irremediablemente.”
El aurva necesitaría de los ánimos de su edeel y probablemente del resto del grupo para cruzar, y no lo haría en ningún caso solo.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Cicatriz de Arax
14/11/15, 06:06 pm
La mona del queso no era especialmente conversadora y menos sino la interpelaban directamente. Dado que nadie lo hizo desde que Milo le entrego aquella prenda calentita, se mantuvo en un silencio cómodo. Solo avanzó junto al grupo, sin perder de vista la bañera voladora con el trozo de rama parlante, ni dejar de poner una oreja en las conversaciones circundantes arpa como mínimo quedarse con los nombres de esos monos peludos.
Y en todo el trayecto, el crio morado no dejo de sollozar. << Habrá que tirarlo a la fuente para hidratarlo a este paso...o ahogarlo por error >> pensó Pam empezando a fastidiarse un poco por tanta llantina. No tenia clara la edad de sus compañeros, pero el tal Eitne debería tener aproximadamente la edad de Nime y ella estaba tan pancha.
La mona del queso tardaría aun un poco en darse cuenta de la enorme brecha en el suelo, inmersa en sus pensamientos, siendo la acción de Nime y la reacción general de los demás lo que hizo mirar al fondo de la brecha con curiosidad. Para Pam no fue tan aterradora la imagen del gusano como el montón de huesos, al fin de cuentas la mona del queso comía insectos y ese bicho era un festín deslizante <<¿Una guerra? ¿Todo esto es cosa de un enfrentamiento?...¿¡Pero que clases de bichos pueden ser tan grandes como tener esos huesos!? >> pensó Pam incrédula por las historia de la que suponía era Adru.
Aquello se volvía mas loco por momentos y Pam se pellizco el puente de la nariz, porque todo aquello se volvía peor por momentos, siguiendo al grupo que buscaba una forma de atravesar ese enorme boquete en el suelo. La visión del puente no fue muy tranquilizadora. Y sin embargo, ahí estaba la bañera alejándose, importando una mierda que ellos tuviera que pasar por ese trozo de madera colgante.
Pam se cruzo de brazos cerca del puente, quería cruzar porque la bañera se les iba, pero no pensaba ser la estúpida que lo atravesara primero. Al final quien se llevo el primer premio a la valentía, o simplemente a la estupidez, fue Rox al cruzar primero. Pam espero pacientemente, viendo que conseguía pasar el puente sin acabar haciéndole una visita a los gusanos del foso.
Aun así la niña se aseguro de que pasaran un par de personas mas, por si acaso, antes de cruzar ella misma el puente. Su peso era muy inferior al de esos grandotes peludos, por lo que era menos probable que la madera se rompiera bajo sus pies. Ya al otro lado, la mona del queso siguió con la mirada el trayecto de la bañera que seguía alejándose, ignorándolos.
-Ojala se den prisa en cruzar...esa cosa no quiere esperarnos -farfullo Pam inquieta, observando el foso desde una prudente distancia del borde, preguntándose vagamente porque los gusanos no salían de este. Al fin de cuentas si los gusanos era capaces de trepar arboles, ¿porque no un montículo de huesos?.
Y en todo el trayecto, el crio morado no dejo de sollozar. << Habrá que tirarlo a la fuente para hidratarlo a este paso...o ahogarlo por error >> pensó Pam empezando a fastidiarse un poco por tanta llantina. No tenia clara la edad de sus compañeros, pero el tal Eitne debería tener aproximadamente la edad de Nime y ella estaba tan pancha.
La mona del queso tardaría aun un poco en darse cuenta de la enorme brecha en el suelo, inmersa en sus pensamientos, siendo la acción de Nime y la reacción general de los demás lo que hizo mirar al fondo de la brecha con curiosidad. Para Pam no fue tan aterradora la imagen del gusano como el montón de huesos, al fin de cuentas la mona del queso comía insectos y ese bicho era un festín deslizante <<¿Una guerra? ¿Todo esto es cosa de un enfrentamiento?...¿¡Pero que clases de bichos pueden ser tan grandes como tener esos huesos!? >> pensó Pam incrédula por las historia de la que suponía era Adru.
Aquello se volvía mas loco por momentos y Pam se pellizco el puente de la nariz, porque todo aquello se volvía peor por momentos, siguiendo al grupo que buscaba una forma de atravesar ese enorme boquete en el suelo. La visión del puente no fue muy tranquilizadora. Y sin embargo, ahí estaba la bañera alejándose, importando una mierda que ellos tuviera que pasar por ese trozo de madera colgante.
Pam se cruzo de brazos cerca del puente, quería cruzar porque la bañera se les iba, pero no pensaba ser la estúpida que lo atravesara primero. Al final quien se llevo el primer premio a la valentía, o simplemente a la estupidez, fue Rox al cruzar primero. Pam espero pacientemente, viendo que conseguía pasar el puente sin acabar haciéndole una visita a los gusanos del foso.
Aun así la niña se aseguro de que pasaran un par de personas mas, por si acaso, antes de cruzar ella misma el puente. Su peso era muy inferior al de esos grandotes peludos, por lo que era menos probable que la madera se rompiera bajo sus pies. Ya al otro lado, la mona del queso siguió con la mirada el trayecto de la bañera que seguía alejándose, ignorándolos.
-Ojala se den prisa en cruzar...esa cosa no quiere esperarnos -farfullo Pam inquieta, observando el foso desde una prudente distancia del borde, preguntándose vagamente porque los gusanos no salían de este. Al fin de cuentas si los gusanos era capaces de trepar arboles, ¿porque no un montículo de huesos?.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Cicatriz de Arax
15/11/15, 06:37 pm
Nime, por toda respuesta a la gente que se preocupó por ella, sonrió enseñando los dientes.
—Pero si estoy bien.
Le recordaban a su hermano mayor, se notaba que tenían edades más parecidas a la de él, siempre preocupándose y riñendo como si ya fuesen adultos. Aun así les hizo caso y se alejó un poco del borde con pesar. La historia de la niña de pelo morado captó su atención entonces, y mientras pensaba en preguntarle si era cierta o no, Milo decidió tirar aquella piedra que haría que todos pusiesen su atención en la grieta, Nime incluida.
—Woah…
Pero esa vez, sin embargo, no quiso acercarse a ver. Nunca había visto fauna así, estaba acostumbrada a pequeños bichos y pequeños gusanos, y se sintió un poco incómoda de repente. «Pero es normal, esto no es mi casa, y tiene que haber monstruos para poder pelear contra ellos. Esos gusanos gordos no dan nada de miedo, ni siquiera escupen fuego o nada así». Y, mientras intentaba sacudirse aquella inquietud de encima, volvieron a ponerse en marcha. La comida no esperaba, y tenían la esperanza de encontrar el final de la grieta o algún puente.
Lo que encontraron, sin embargo, difícilmente podía ser llamado un puente. Pero, ante las quejas generales, la niña habló en voz alta, para nadie en particular.
—Pues he visto cosas peores en mi ciudad, de verdad. —No era cierto, pero tampoco le daba demasiado miedo usar aquella pasarela porque había pasado por otras parecidas.
El par de lloricas parecían otra vez los más reticentes a pasar. Nime emergió a la espalda de Eitne y le puso las manos sobre los hombros.
—¡No pasa nada! Se puede pasar, ¿ves? —Señaló a Rox cuando cruzaba. Adru tampoco tenía reparos, y pegado a ella avanzó Neil, y pegado a este, Eitne. Nime cerró la comitiva para asegurarse de que ninguno de los dos retrocedía y se quedaba atrás. También se aguantó las ganas de menear ligeramente la tabla para ver la reacción de los dos que iban delante de ella, pero lo único que la detuvo fue que estaban cruzando cuatro personas a la vez. Por encima del hábitat de los gusanos, nada menos.
A pasitos lentos lograron llegar al otro lado, y cuando Nime puso los pies en la tierra rió. Se giró a los que todavía quedaban atrás y agitó la mano.
—¡Venga, cobardicas, que no se rompe!
—Pero si estoy bien.
Le recordaban a su hermano mayor, se notaba que tenían edades más parecidas a la de él, siempre preocupándose y riñendo como si ya fuesen adultos. Aun así les hizo caso y se alejó un poco del borde con pesar. La historia de la niña de pelo morado captó su atención entonces, y mientras pensaba en preguntarle si era cierta o no, Milo decidió tirar aquella piedra que haría que todos pusiesen su atención en la grieta, Nime incluida.
—Woah…
Pero esa vez, sin embargo, no quiso acercarse a ver. Nunca había visto fauna así, estaba acostumbrada a pequeños bichos y pequeños gusanos, y se sintió un poco incómoda de repente. «Pero es normal, esto no es mi casa, y tiene que haber monstruos para poder pelear contra ellos. Esos gusanos gordos no dan nada de miedo, ni siquiera escupen fuego o nada así». Y, mientras intentaba sacudirse aquella inquietud de encima, volvieron a ponerse en marcha. La comida no esperaba, y tenían la esperanza de encontrar el final de la grieta o algún puente.
Lo que encontraron, sin embargo, difícilmente podía ser llamado un puente. Pero, ante las quejas generales, la niña habló en voz alta, para nadie en particular.
—Pues he visto cosas peores en mi ciudad, de verdad. —No era cierto, pero tampoco le daba demasiado miedo usar aquella pasarela porque había pasado por otras parecidas.
El par de lloricas parecían otra vez los más reticentes a pasar. Nime emergió a la espalda de Eitne y le puso las manos sobre los hombros.
—¡No pasa nada! Se puede pasar, ¿ves? —Señaló a Rox cuando cruzaba. Adru tampoco tenía reparos, y pegado a ella avanzó Neil, y pegado a este, Eitne. Nime cerró la comitiva para asegurarse de que ninguno de los dos retrocedía y se quedaba atrás. También se aguantó las ganas de menear ligeramente la tabla para ver la reacción de los dos que iban delante de ella, pero lo único que la detuvo fue que estaban cruzando cuatro personas a la vez. Por encima del hábitat de los gusanos, nada menos.
A pasitos lentos lograron llegar al otro lado, y cuando Nime puso los pies en la tierra rió. Se giró a los que todavía quedaban atrás y agitó la mano.
—¡Venga, cobardicas, que no se rompe!
- Manasard
Ficha de cosechado
Nombre: Ain
Especie: Humano
Habilidades: Nociones de Lucha, Planificación, Rapidez Mental
Re: Cicatriz de Arax
15/11/15, 09:30 pm
Seguimos andando por el borde de la cicatriz, la bañera se alejaba y si no encontrábamos un sitio para cruzar nos tocaría pasar hambre. Había escuchado la historia de Adru con cierta curiosidad. Podría tener razón sobre lo de los ejércitos, pero no creía que un terremoto causase una grieta como esa, a pesar de no haber vivido muchos. De todas formas la edeel tenía mucha imaginación y por lo que parecía, ganas de asustar a los más pequeños
Tras un rato el puente de madera se dejó ver <<No me jodas que tenemos que cruzar por ahí>> El grupo se reunió delante de la pasarela, Rox fue la primera en cruzar mientras los más pequeños parecían aterrorizados. Avance para cruzar, pero antes me detuve delante de Eitne y de Neil. –Tranquilos, si el puente sigue de pie, seguro que aguantará nuestro peso- Intenté poner mi mejor cara, ya que no estaba demasiado acostumbrado a tratar con niños. –Cruzo yo antes que vosotros y os espero al otro lado ¿Vale?- Les sonreí y avancé hacia el puente. Era verdad que no parecía muy estable a primera vista, pero cuando di el primer paso parecía solido. <<Uno, dos, tres…>> fui contando los pasos para no pensar en la caída o lo que me podía pasar después de ella, no me hacía mucha gracia ser devorado por gusanos <<Siete, ocho…>>
Al fin llegué al otro lado, no había sido para tanto, aunque el corazón todavía me latía bastante rápido. Mientras esperábamos a que todos terminasen de cruzar se me acercó Hyung con cara de haber pasado el peor trago de su vida -¿te encuentras bien?- le pregunté con preocupación. -Siéntate un rato, te sentirás un poco mejor.- A mi lado Mientras a mi lado la pequeña criatura estaba murmurando y me pareció bastante gracioso ver a la criatura en una situación como esa.
Tras un rato el puente de madera se dejó ver <<No me jodas que tenemos que cruzar por ahí>> El grupo se reunió delante de la pasarela, Rox fue la primera en cruzar mientras los más pequeños parecían aterrorizados. Avance para cruzar, pero antes me detuve delante de Eitne y de Neil. –Tranquilos, si el puente sigue de pie, seguro que aguantará nuestro peso- Intenté poner mi mejor cara, ya que no estaba demasiado acostumbrado a tratar con niños. –Cruzo yo antes que vosotros y os espero al otro lado ¿Vale?- Les sonreí y avancé hacia el puente. Era verdad que no parecía muy estable a primera vista, pero cuando di el primer paso parecía solido. <<Uno, dos, tres…>> fui contando los pasos para no pensar en la caída o lo que me podía pasar después de ella, no me hacía mucha gracia ser devorado por gusanos <<Siete, ocho…>>
Al fin llegué al otro lado, no había sido para tanto, aunque el corazón todavía me latía bastante rápido. Mientras esperábamos a que todos terminasen de cruzar se me acercó Hyung con cara de haber pasado el peor trago de su vida -¿te encuentras bien?- le pregunté con preocupación. -Siéntate un rato, te sentirás un poco mejor.- A mi lado Mientras a mi lado la pequeña criatura estaba murmurando y me pareció bastante gracioso ver a la criatura en una situación como esa.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.