Cicatriz de Arax

Rox le ofreció un chicle después de su respuesta. Por alguna razón la sonrisa q le había dedicado lo tranquilizó, el hecho de q fuera coreano como el le daba cierta sensación de familiaridad y lo reconfortaba, así no se sentía tan mal.

Fue cuando le ofrecía el chicle su compañero terrestre que la bañera apareció con un espantapájaros en ella, cantando una canción un tanto desafinada. Rápidamente éste capto la atención de todos, estaban listos para ponerse a andar. Hyung se metió el chicle en la boca y salió detrás de todos.

Hyung esperaba que aquello que recitaba el espantapájaros como contenido de la bañera no fuera más q la canción. Varios bromearon y otros se le unieron tarareándola. A Hyung solo le intranquilizaba. Le volvieron los rápidos latidos. Allí le era imposible estar tranquilo. Era una pesadilla, sin escapatoria y llorar solo lo empeoraría no podía hacer otra cosa que joderse y mantenerse callado. Aceleró el paso no quería quedarse atrás el medio era el sitio perfecto, quizás era solo una manía pero si no iba en medio se pondría peor.

Estaban llegando, y los pequeños iban bastante adelantados, Hyung estaba sorprendido de la tranquilidad del pequeño morado de los chillidos, para lo mucho q había llorado hasta ahora es sorprendente q no le esté dando patatús al ir por esta ciudad en ruinas, desconocida para ellos.
La niña pequeña era la más rápida de entre el de ojos rosas y ella, acabó dejándolo atrás. Y fue la primera en asomarse al agujero que les esperaba delante, lleno de huesos de personas y bestias que no creía posibles además de otros objetos.

<<Uno menos>> pensó Hyung cuando vio a la pequeña tropezándose al borde del foso. Fue durante ese espacio de tiempo cuando le vino a Hyung una horrorosa sensación de vértigo le pareció haberse caído él del susto que se pegó. Menos mal no le paso nada a aquella niña. Sin embargo el alivio fue igual de fugaz que el susto, cuando después de q varios le llamaran la atención a la pequeña vieron que aquel "gran cañón del horror" no solo escondía huesos.
Un gusano blanco y enorme emergió del foso, respondiendo a la llamada de la piedra de milo al chocar con los huesos <<Todos acabaremos en esta fosa común de bestias>> Ese monstruo representaba para Hyung algo más ahora todos sus miedos podían no ser solo productos de la mente, este gusano redefinía lo posible. Se acerco al foso a dedicarle un la poca comida que le quedaba a aquel gusano, escupiendo en el proceso el chicle.

Se reincorporó, limpió el vomito y miró al grupo q ahora se preparaba a cruzar una endeble madera al otro lado. Acelero de nuevo para no ser el último.

-Seguro que no hay otra forma de cruzar.- Dijo con todavía sabor a vomito en la boca y los latidos más rápidos que nunca, le tocaba cruzar. Se dispuso y después de una larga parada salió, en gran parte forzado, no podía quedarse atrás. Un tambaleo, y ya se daba por muerto, después de cruzar muy lentamente se recompuso seguramente había quedado como un cobarde, pero ya le daba igual. Se acercó al de la cicatriz preparado para hablar con alguien más.

Adru le contestó que nadie le iba a comer, que todo era una misión y que tenían que superar unas pruebas para conseguir la magia. Neil solo asintió hacia ella conteniendo sus sollozos y se retiró las lágrimas de la cara con los puños de su sudadera. El grupo parecía estar teniendo una conversación o haciendo comentarios sobre lo sucedido, pero el aurva prefirió concentrarse en no volver a llorar a la vez que intentaba conservar su calor corporal dentro de su ropa. Su bufanda seguía alrededor del cuello del niño y aunque su siempre fiel sudadera solía protegerle bien del frío, aquel lugar parecía tener una temperatura ambiental menor a la de Sinhdro, por lo que el sinhadre no podía evitar tiritar levemente.

Neil se mantuvo en todo momento cerca de Adru y del niño, por lo que cuando el aurva del brazo metálico se acercó al niño y le ofreció un bollo, pudo oír perfectamente como este le sugería que lo compartiera con él, revolviendole el pelo. Neil sonrió amablemente al chico y luego sonrió al niño, que se acababa de presentar como Eitne, cuando este le ofreció un trozo del bollo.

- Gracias- susurró sorbiendo los mocos, pero manteniendo la sonrisa-. Yo me llamo Irenneil, pero todos me llaman Neil- se presentó en un volumen algo bajo, pensando que era injusto para Eitne no saber su nombre cuando el sinhadre conocía el suyo.

Por un momento, Neil pensó en partir el trozo y ofrecerle a Adrune, pero enseguida descartó la idea. Su edeel estaba tan eufórica e inquieta que el dulce solo empeoraría las cosas.

En ese momento empezó a escucharse una desagradable canción proveniente del cielo y Neil volvió a aferrarse al poncho de Adru justo a tiempo para no perderla cuando esta salió disparada tras la otra niña, ambas siguiendo lo que parecían bañeras voladoras de las que salía la canción que escuchaban. Mientras su edeel recitaba alegremente los versos que salían de aquel ser hecho de paja, Neil solo podía cerrar los ojos fuertemente mientras gritaba en su cabeza “Nananananananana” para evitar imaginarse cada una de las desagradables cosas que la canción nombraba y así evitar vomitar por culpa de la imagen mental.

Pronto llegaron a una especie de brecha en el suelo a la que se asomó cautelosamente decidiendo al instante alejarse de ella y así verse obligado a soltar el poncho de Adru, ya que la edeel se empeñaba en mantenerse casi al borde. A Neil casi se le salió el corazón por la boca cuando vió a la niña, que anteriormente se había acercado a Eitne presentándose como Nime, tropezar justo al borde. Y el hecho de que algunos indicaran que había algo moviéndose en el interior de la grieta solo hizo que su ya de por sí ritmo cardiaco se acelerara.

- Adru, yo creo que…- comenzó a decir con un hilillo de voz hacia su edeel, pero enseguida se vio interrumpido por una historia sobre batallas y grietas que a Neil le hizo temblar al instante y no porque está fuera especialmente terrorífica, sino porque el tono utilizado para contarla era el ya habitual en sus historias de miedo.

Neil simplemente decidió juntarse de nuevo a Eitne, ofreciéndole su mano para que pudieran ir agarrados, y procurando no mirar en ningún momento hacia abajo esperando que pudieran alejarse pronto de ahí. No es que tuviera alguna preferencia en aquella ciudad desconocida y siniestra, pero definitivamente aquel no era su lugar favorito.

En cuanto se percató de que el grupo había decidido cruzar el puente para ir al otro lado, Neil solo pudo abrir desmesuradamente los ojos sorprendido. Él no quería cruzar y menos por aquel paso tan escaso. Al instante miles de desenlaces desastrosos cruzaron por su mente “Seguro que me resbalo a mitad de camino y me caigo, o tiro a todos. Seguro que se rompe y me caigo. Seguro que lo que hay ahí dentro salta y me come. Voy a morir cayendo al vacío y siendo devorado irremediablemente.”

El aurva necesitaría de los ánimos de su edeel y probablemente del resto del grupo para cruzar, y no lo haría en ningún caso solo.

La mona del queso no era especialmente conversadora y menos sino la interpelaban directamente. Dado que nadie lo hizo desde que Milo le entrego aquella prenda calentita, se mantuvo en un silencio cómodo. Solo avanzó junto al grupo, sin perder de vista la bañera voladora con el trozo de rama parlante, ni dejar de poner una oreja en las conversaciones circundantes arpa como mínimo quedarse con los nombres de esos monos peludos.

Y en todo el trayecto, el crio morado no dejo de sollozar.  << Habrá que tirarlo a la fuente para hidratarlo a este paso...o ahogarlo por error >> pensó Pam empezando a fastidiarse un poco por tanta llantina. No tenia clara la edad de sus compañeros, pero el tal Eitne debería tener aproximadamente la edad de Nime y ella estaba tan pancha.

La mona del queso tardaría aun un poco en darse cuenta de la enorme brecha en el suelo, inmersa en sus pensamientos, siendo la acción de Nime y la reacción general de los demás lo que hizo mirar al fondo de la brecha con curiosidad. Para Pam no fue tan aterradora la imagen del gusano como el montón de huesos, al fin de cuentas la mona del queso comía insectos y ese bicho era un festín deslizante <<¿Una guerra? ¿Todo esto es cosa de un enfrentamiento?...¿¡Pero que clases de bichos pueden ser tan grandes como tener esos huesos!? >> pensó Pam incrédula por las historia de la que suponía era Adru.

Aquello se volvía mas loco por momentos y Pam se pellizco el puente de la nariz, porque todo aquello se volvía peor por momentos, siguiendo al grupo que buscaba una forma de atravesar ese enorme boquete en el suelo. La visión del puente no fue muy tranquilizadora. Y sin embargo, ahí estaba la bañera alejándose, importando una mierda que ellos tuviera que pasar por ese trozo de madera colgante.

Pam se cruzo de brazos cerca del puente, quería cruzar porque la bañera se les iba, pero no pensaba ser la estúpida que lo atravesara primero. Al final quien se llevo el primer premio a la valentía, o simplemente a la estupidez, fue Rox al cruzar primero. Pam espero pacientemente, viendo que conseguía pasar el puente sin acabar haciéndole una visita a los gusanos del foso.

Aun así la niña se aseguro de que pasaran un par de personas mas, por si acaso, antes de cruzar ella misma el puente. Su peso era muy inferior al de esos grandotes peludos, por lo que era menos probable que la madera se rompiera bajo sus pies. Ya al otro lado, la mona del queso siguió con la mirada el trayecto de la bañera que seguía alejándose, ignorándolos.

-Ojala se den prisa en cruzar...esa cosa no quiere esperarnos -farfullo Pam inquieta, observando el foso desde una prudente distancia del borde, preguntándose vagamente porque los gusanos no salían de este. Al fin de cuentas si los gusanos era capaces de trepar arboles, ¿porque no un montículo de huesos?.

Nime, por toda respuesta a la gente que se preocupó por ella, sonrió enseñando los dientes.
—Pero si estoy bien.
Le recordaban a su hermano mayor, se notaba que tenían edades más parecidas a la de él, siempre preocupándose y riñendo como si ya fuesen adultos. Aun así les hizo caso y se alejó un poco del borde con pesar. La historia de la niña de pelo morado captó su atención entonces, y mientras pensaba en preguntarle si era cierta o no, Milo decidió tirar aquella piedra que haría que todos pusiesen su atención en la grieta, Nime incluida.
—Woah…
Pero esa vez, sin embargo, no quiso acercarse a ver. Nunca había visto fauna así, estaba acostumbrada a pequeños bichos y pequeños gusanos, y se sintió un poco incómoda de repente. «Pero es normal, esto no es mi casa, y tiene que haber monstruos para poder pelear contra ellos. Esos gusanos gordos no dan nada de miedo, ni siquiera escupen fuego o nada así». Y, mientras intentaba sacudirse aquella inquietud de encima, volvieron a ponerse en marcha. La comida no esperaba, y tenían la esperanza de encontrar el final de la grieta o algún puente.

Lo que encontraron, sin embargo, difícilmente podía ser llamado un puente. Pero, ante las quejas generales, la niña habló en voz alta, para nadie en particular.
—Pues he visto cosas peores en mi ciudad, de verdad. —No era cierto, pero tampoco le daba demasiado miedo usar aquella pasarela porque había pasado por otras parecidas.

El par de lloricas parecían otra vez los más reticentes a pasar. Nime emergió a la espalda de Eitne y le puso las manos sobre los hombros.
—¡No pasa nada! Se puede pasar, ¿ves? —Señaló a Rox cuando cruzaba. Adru tampoco tenía reparos, y pegado a ella avanzó Neil, y pegado a este, Eitne. Nime cerró la comitiva para asegurarse de que ninguno de los dos retrocedía y se quedaba atrás. También se aguantó las ganas de menear ligeramente la tabla para ver la reacción de los dos que iban delante de ella, pero lo único que la detuvo fue que estaban cruzando cuatro personas a la vez. Por encima del hábitat de los gusanos, nada menos.

A pasitos lentos lograron llegar al otro lado, y cuando Nime puso los pies en la tierra rió. Se giró a los que todavía quedaban atrás y agitó la mano.
—¡Venga, cobardicas, que no se rompe!

Seguimos andando por el borde de la cicatriz, la bañera se alejaba y si no encontrábamos un sitio para cruzar nos tocaría pasar hambre. Había escuchado la historia de Adru con cierta curiosidad. Podría tener razón sobre lo de los ejércitos, pero no creía que un terremoto causase una grieta como esa, a pesar de no haber vivido muchos. De todas formas la edeel tenía mucha imaginación y por lo que parecía, ganas de asustar a los más pequeños

Tras un rato el puente de madera se dejó ver <<No me jodas que tenemos que cruzar por ahí>> El grupo se reunió delante de la pasarela, Rox fue la primera en cruzar mientras los más pequeños parecían aterrorizados. Avance para cruzar, pero antes me detuve delante de Eitne y de Neil. –Tranquilos, si el puente sigue de pie, seguro que aguantará nuestro peso- Intenté poner mi mejor cara, ya que no estaba demasiado acostumbrado a tratar con niños. –Cruzo yo antes que vosotros y os espero al otro lado ¿Vale?- Les sonreí y avancé hacia el puente. Era verdad que no parecía muy estable a primera vista, pero cuando di el primer paso parecía solido. <<Uno, dos, tres…>> fui contando los pasos para no pensar en la caída o lo que me podía pasar después de ella, no me hacía mucha gracia ser devorado por gusanos <<Siete, ocho…>>
Al fin llegué al otro lado, no había sido para tanto, aunque el corazón todavía me latía bastante rápido. Mientras esperábamos a que todos terminasen de cruzar se me acercó Hyung con cara de haber pasado el peor trago de su vida -¿te encuentras bien?- le pregunté con preocupación. -Siéntate un rato, te sentirás un poco mejor.- A mi lado Mientras a mi lado la pequeña criatura estaba murmurando y me pareció bastante gracioso ver a la criatura en una situación como esa.

Zob estaba tan asombrado como todos, y aunque menos temeroso, no dejaba de estar inquieto. En su interior ya había aceptado muchas cosas, y descartado otras tantas. la aparición de aquella grieta y su macabro contenido de osamentas, era algo que estaba dentro de los limites de la ciudad de los dioses y demonios.

Cuando todos empezaron a cruzar, lamentó pasar desapercibido. Necesitaba una palabra de apoyo, y no volvería a recurrir a su pasado para conseguirla. Cuando la muchacha llamada Nime los llamo cobardicas, sonriendo paso tras el primer chico con el que hablo. Al otro lado recién volvió a respirar. Le alegro la presencia de los demás elegidos, aunque no lograba juntar el valor de hablarle a ninguno. Aquello quizá fuese mas soportable con ellos.

Cuando volteó a ver a los demás, trato de sonreirles. Después de todo quiso ser un poco mas optimista que él mismo.

- Vamos que Rocavarancolia nos espera - les dijo, e inconscientemente se acerco a Pam, a pesar de que le había dado temor al comienzo, de verdad tenia hambre y no quería perderse la bañera, aunque solo quedaran lenguas de bebe. - ¿tienes alguna preferencia en el menú?

Drake se horrorizó cuando se dió cuenta de que, para poder comer, debia cruzar aquella grieta extraña y la cual no le daba muy buena espina.
En un principio no parecia haber forma humano de cruzar esa enorme abertura, sin embargo no tardaron en dar con un "puente" -¿Puedo llamar puente a eso?- no muy seguro a primera vista, pero era la única forma.

Drake estaba por negarse en rotundo, pero una chica llamada Nime le dió el aliento que necesitaba, poner en duda su valentía, y como cualquier chico tratando de parecer más duro de lo que es, cruzó el puente con los ojos cerrados y mientras los dientes le rechinaban con un sonido muy desagradable -No hay peligro, esto es seguro, no vas a caerte, no-. Cuando consiguió llegar al final del ornamental y no muy alentador camino, soltó un sonoro suspiro.

Se sentia orgulloso de lo que había hecho, sin embargo había que apresurarse, porque la bañera se alejaba y el hambre aumentaba, pero aun quedaban unos cuantos rezagados, sobre todo los más pequeños.

Milo se arrepintió de haber lanzado aquella piedra en cuanto el pequeño Eitne chilló asustado, pidiendole entre balbuceos que no lo hiciera de nuevo y anunciando que no quería seguir más a la bañera. No había sido su atención alterarle de aquella forma, pero se mordió la lengua cuando Rox se acercó al daeliciano, prefiriendo que fuese la coreana la que lo tranquilizara.
—Lo siento. —murmuró para sí, alejándose de la grieta un par de pasos. Era posible que la historia de Adru hubiera contribuido a agravar la reacción del rizoso, pero al irrense le había hecho tanta gracia el relato que ni siquiera se lo había planteado.

No tardaron en ponerse en marcha de nuevo y, tras recorrer el curso de la cicatriz durante unos cuantos metros, el grupo dio con un puente que franqueaba el paso sobre el osario. Aquel “puente” no era más que una tabla cochambrosa tendida de un borde a otro de la fisura, pero tendría que servir, pues el hacker no estaba dispuesto a ver como la comida se alejaba sin hacer nada.
—Ten mucho cuidado —le advirtió a la medio australiana cuando puso un pie sobre el tablón, vigilando si la pasarela amenazaba con ceder mientras ella la tanteaba. Contra todo pronóstico parecía bastante estable—. Avanza despacio, ¿de acuerdo? Parece seguro, pero no hagas movimientos demasiado bruscos. —respondió a la pregunta muda de la muchacha cuando se giró hacia ellos en busca de aprobación.

En cuanto Rox estuvo al otro lado Milo, en silencio, empezó a supervisar el paso de sus compañeros, asegurándose de que nadie se quedaba rezagado y con palabras de ánimo preparadas para quien las pudiera necesitar. No fue necesario, sin embargo, pues entre Nime y Adru lograron que Neil y Eitne pasaran, y si a alguno de los mayores aún tenía dudas estas se disiparon tras la provocación de la pequeña libense. Incluso Hyung tras haber vaciado el contenido de su estómago de forma tan repentina fue capaz de cruzar sin problemas.
—Perfecto. Ahora vas tú. —le dijo a Rena cuando se quedaron solos, invitándole con un gesto a ir delante. Su compatriota, sin embargo, tenía una opinión muy diferente al respecto.

Durante un minuto que se le antojó demasiado largo los dos irrenses discutieron sobre sus distintos puntos de vista, pero viendo que así no iban a llegar a ningún lado el norteño terminó cediendo. No quería que la bañera desapareciera en la distancia.
—Vale, tú ganas —masculló con el ceño fruncido, poniendo un pie sobre la tabla. Tenía algo más que decir, sin embargo—. Pero más te vale seguirme en cuanto haya pasado, ¿estamos? Si no lo haces volveré para obligarte —le advirtió medio en broma medio en serio antes de ponerse en marcha. Apenas le llevó unos pasos recorrer la mitad del camino y, una vez allí, se permitió echarle un vistazo a la imponente caída antes de completar el recorrido—. Tu turno, Rena. —le comunicó en voz alta cuando llegó al otro lado, esperándola al final de la pasarela con un brazo extendido en su dirección.

Adrune frenó en seco al escuchar la inquietante propuesta de Eitne y le dedicó una mirada como si viniese de otro planeta. El hecho de que efectivamente así fuera no era importante, especialmente porque su tren de pensamientos que  llegaba de una estación a otra de forma descontrolada y siempre a punto de descarrilar todavía no se había detenido en aquel detalle en particular. No, lo extravagante para la edeel era que el niño quería sacrificar la comida tan solo por no cruzar al otro lado.
—Los gusanos no son peligrosos —le comunicó a Eitne, no obstante, tras escuchar de refilón lo que le estaba diciendo Rox y en un alegre tono categórico—. Solo comen plantas y después se convierten en inofensivas mariposas.
A la sinhadre le habría encantado contar otra historia, más aterradora, con aquellos gusanos como protagonistas pero lo cierto era que incluso su escasa capacidad para leer el ambiente sabía reconocer cuando no era una buena idea asustar aún más a un niño que ya había llorado, chillado y dejado que, en general, el pánico lo dominase tanto como para que no quisiese ir en busca de comida. ¡De comida!

Por suerte para ella había personas que tenían más tino a la hora de convencer al niño y nadie más compartía las inquietudes de este hasta aquel nivel. Una vez dieron con el puente la sinhadre habría sido la primera en cruzar corriendo al grito de “¡misión cumplida!” de no ser porque su aurva parecía casi tan reticente como Eitne.
—Vamos, Neil, la comida se aleja —le dijo mientras le tiraba de un brazo y con el otro señalaba hacia la bañera perdiéndose en la lejanía.
Por suerte entre ella y Nime, a quien le dio la razón en todo lo que dijo, consiguieron que ambos niños cruzasen y Adru tuvo el suficiente sentido común de contener su impulso de pasar corriendo debido a que no se encontraba ella sola sobre el tablón.

Al llegar al otro lado comenzó a dar vueltas de un lado al otro del borde esperando impaciente a que cruzase el resto mientras de vez en cuando observaba ansiosa como su comida se alejaba cada vez más. El chico que se había presentado como nosequé-su había vuelto a vomitar y en una de sus vueltas inquietas se acercó a él mientras el chico de la cicatriz se interesaba por su estado.
—A lo mejor hay vry entre las provisiones —le dejó caer para tratar de animarlo antes de centrar su atención nuevamente en los que se encontraban cruzando en aquel momento.

Tan solo faltaban ya los chicos con hocico y parecían estar discutiendo algo en el otro lado aunque no lo podían oír bien desde allí.
—¡Vamos, la comida se enfriará! —exclamó haciendo bocina con las manos para después saludarles enfatizando que quería que cruzasen.
Asintió con satisfacción cruzándose de brazos al ver cruzar al aurva y volvió a canturrear la canción del conductor de las bañeras mientras esperaba. Ya solo faltaba que cruzase Rena y podrían alcanzar su comida. El pensamiento hizo que su estómago volviese a rugirle sonoramente.

Rena aguardó aparentando tranquilidad al otro lado del puente, pero con el corazón en un puño cada vez que uno del grupo cruzaba. Al final solo quedaron ella y Milo. El chico insistió en que fuera ella antes.

-Ni hablar larguirucho, yo peso más que tu. ¿Si ese tablón raquítico se parte cuando yo pase como piensas cruzar, eh? ¿Acaso vuelas como la bañera esa?

Milo intentó reprocharle un par de veces pero Rena mantuvo su postura, cabezota como era. Al final ganó, y la satisfacción le quitó un poco del miedo que le daba pasar por encima de la grieta.

-Claro, claro, como si pudieras obligarme- se burló.

Contuvo la respiración mientras cruzaba, igual que había hecho con los demás y cuando llegó su turno, se plantó frente al tablón, mirándolo con desconfianza. << No sé yo...>> Pero los demás aguardaban, y su comida se alejaba cada vez más. Respiró hondo y empezó a andar, con paso lento. Cada vez que la madera crujía bajo sus pies le daba un pequeño ataque al corazón. Durante el trayecto su mantra fue ''Nomiresabajonomiresabajonomiresabajo''.

Llegó al otro lado, de una pieza. El tablón seguía entero, nadie había sufrido ningún daño, y la canción del espantajájaros seguía oyéndose en la distancia.

-Bueno, vamos a darnos prisita.- dijo como si no hubiese sido en parte suya que se hubiesen retrasado.

Retomaron la marcha, esta vez apretando más el paso.

Eitne seguía sin estar seguro de que seguir las bañeras fuera sano, más aún cuando implicaba conseguir lenguas de bebés. Eitne quería comida real y seguridad real. Y aquel tablón que tenían que cruzar no parecía llevarles a nada. Pero el grupo parecía estar de acuerdo y el daeliciano no quería quedarse solo tampoco. Resopló varias veces entre tiritones de nerviosismo como intentando ahuyentar el miedo. Quería llorar y gritar y patalear hasta que su madre o su abuela se acercaran a consolarle. Pero no estaban allí, en su lugar estaba rodeados de desconocidos (amigables) y sus ojos ya se habían cansado del trabajo al que los había sometido y le escocían.

Quería llorar, pero en su lugar se aferró a la mano de Neil avanzó por el tablón delante de Nime. Eitne evitó en todo momento dirigir la mirada al río de huesos y, durante todo el camino, rogó al demiurgo que aquel tablón en un mundo aún menos perfecto que Daelicia, fuese lo suficientemente resistente como para que todos pasaran. La idea de morir de un accidente apenas había existido para Eitne y había surgido de golpe ahora, de forma aterradora.

Una sonrisa tímida asomó cuando Milo y Rena cruzaron sin incidentes y de nuevo quiso llorar, a pesar de que ya no podía. No se podía creer que hubieran superado aquel obstáculo. Algo más tranquilo, la idea de seguir la bañera volvía a sonar lógica, así como la canción que Adru repetía se hacía cada vez más pegadiza.

—S-S-Sí, v-vamos, porfi —logró decir.

Por todo lo bueno del mundo, Eitne deseaba que el tablón fuera la única prueba.

Al final, Neil se vio prácticamente obligado a cruzar, siendo empujado por Nime y arrastrado por Adrune. El aurva se aferró con una mano al poncho de su edeel y con la otra a la mano de Eitne, presionó fuertemente los ojos y pasó el puente sin despegar los pies del tablón de madera, simplemente deslizando el pie torpemente para tantear el terreno y luego dejar caer su peso sobre él para llevar el otro a su encuentro.

Neil no soltó a Eitne, y no lo hubiera hecho con Adru si esta no se hubiera escapado, ni abrió los ojos aun cuando hacia tiempo que habían llegado a tierra firme. El aurva respiró profundamente tres veces antes de abrir lentamente los ojos y viéndose por fin a salvo, aflojó su agarre en la mano del niño. Para su suerte, no vio al chico de los ojos rasgados volver a vomitar, o definitivamente él le habría seguido esta vez.

Solo faltaban de cruzar la pareja de edeel y aurva que tenían un brazo metálico y, en cuanto lo hicieron, el aurva antes que la edeel, comenzaron a seguir de nuevo las bañeras. Neil no quiso soltar en ningún momento la mano de Eitne y aunque intentó seguir el ritmo de Adru, el resultó imposible, así que se limitó a andar con cuidado manteniéndose en todo momento en el centro del grupo.


Sigue en Plaza de los Colaespinas.

Mike prestaba atención a todo lo que Ellie y Baste Doce les iban contando sobre la ciudad, absorbiendo cada dato relevante como si su vida dependiera de ello. Cuando Ellie explicó a grandes rasgos la ruta que iban a seguir, supuso que no le debía mucho tiempo para conseguir fugarse. Mike se había guardado la piel del plátano cuando terminó de comerlo, ya que aunque dudaba que sirviera como en los dibujos que veía de pequeño, podría llegar a darle algún uso en su intento de fuga.

Tras un rato llegaron a lo que Baste había llamado "Cicatriz de Arax", una enorme grieta en el suelo que separaba las partes norte y sur de la ciudad. Mike se asomó con cuidado, y un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando vio la enorme pila de huesos que llenaba aquella grieta. No sólo había huesos en la grieta, también armas y alguna pieza de armadura, además de restos de edificios. Realmente parecía que algo le hubiera hecho un enorme corte al mundo llevándose todo por delante. Mike se apartó de la grieta y miró al grupo para preguntar

-¿Por dónde vamos a cruzar? No tengo intención alguna en bajar ahí y caminar por encima de esa montaña de huesos hasta el otro lado.

Ver a aquellas cosas monstruosas salir de la tierra y al resto del grupo alejarse a toda prisa fueron las únicas señales que Mike necesitó para salir corriendo. Por suerte ya estaba bastante recuperado gracias al plátano que había comido antes.

Sabía que necesitaba poner tierra de por medio, y estando en el sitio en el que se encontraban, su primera reacción fue intentar encontrar la forma de cruzar al otro lado, así que corrió un buen trecho en paralelo a aquella gigantesca grieta, buscando alguna forma de cruzar.

Por fin divisó una zona en la que varios restos de edificios podían servir de puente hacia el otro lado, aunque no parecían del todo estables. Mike lo dudó un segundo, pero la idea de quedarse del mismo lado que aquellas cosas no le parecía una gran idea. También podía hacer que cruzara primero la traidora, para asegurarse de que podía cruzar por ahí. ¡LA TRAIDORA Y LA OTRA CHICA! Con las prisas por alejarse de aquellas cosas se había olvidado por completo de ellas. Mike se sintió un poco mal por la chica con la nariz de felino, pero no podía sentir más indiferencia por haber dejado a la traidora atrás. Incluso se le escapó una sonrisa al imaginársela siendo devorada por aquellas cosas.

Mike saltó ágilmente hacia el cascote de edificio más cercano cuando llegó a su altura, encomendándose a la suerte mientras lo hacía.