Cicatriz de Arax
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Rocavarancolia Rol
59 participantes
- Rocavarancolia Rol
Cicatriz de Arax
03/08/11, 11:05 am
Recuerdo del primer mensaje :
La cicatriz de Arax atraviesa la ciudad de este a oeste. Es una fosa común repleta huesos entre los que se mueven unos enormes gusanos ciegos con bocas repletas de afilados colmillos.
A su largo se han instalado recientemente varios puentes colgantes de unos dos metros de ancho. Aunque se tambalean considerablemente la madera es firme y está en buenas condiciones, así como las cuerdas.
A su largo se han instalado recientemente varios puentes colgantes de unos dos metros de ancho. Aunque se tambalean considerablemente la madera es firme y está en buenas condiciones, así como las cuerdas.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Re: Cicatriz de Arax
19/02/15, 01:51 am
A Arik le habían advertido lo que iba a ver, pero se quedó mirandolo igualmente. Entre el marfil y el blanco, las armaduras parecían los reflejos plateados del sol a media tarde. Había calaveras casi animales y rostros huecos con cuernos retorcidos. Había huesos muy pequeños y otros demasiado grandes. Los cientos de esqueletos, con el metal, formaban un río profundo de cuerpos extraños y oxido y armas que lo tenían fascinado.
- A mi me parece bonito- dijo con sinceridad, no demasiado alto. Fue el último en cruzar.
Sigue en la biblioteca mágica.
- A mi me parece bonito- dijo con sinceridad, no demasiado alto. Fue el último en cruzar.
Sigue en la biblioteca mágica.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Cicatriz de Arax
19/02/15, 08:06 pm
El aviso de Ayne lo puso sobre guardia, pero más que mitigar la conmoción que le había supuesto el descubrimiento de la Cicatriz sólo adelantó parte del horror y la sorpresa. «Que demonios...». Jamás había visto una muestra tan brutal de aniquilación. El pasado de Carabás no era precisamente la máxima muestra del pacifismo y la convivencia en armonía, pero nunca había visto nada semajante a aquello.
Tragó con dificultad, observando que la larguísima fosa común abarcaba, a ambos lados, más de lo que conseguía abarcar la vista. Vio que los numerosos esqueletos llevaban un sinfín de armas y su mente, entretenida con aquel funesto descubrimiento, comenzó a montar teorías. Aquello ponía fin al misterio de por qué Rocavarancolia estaba de aquella manera: la ciudad había sido destruida por una guerra. Y, juzgando aquella terrible brecha, la magia había tenido un papel muy importante en aquel exterminio. No estaba de acuerdo con Twix, eso sí. Si había algo malo prefería verlo por desagradable que fuera, para así estar avisado.
«¿Pero quién los mató? ¿Y por...? No, el por qué es evidente» se dijo, con un regusto amargo. Las armaduras y las armas que se veían no dejaban mucho lugar a la imaginación. Allí había habido alguna clase de guerra, y Rocavarancolia, fiel a la feroz e inhumana imagen que transmitía, había hecho aquello para vencer. ¿Pero quienes eran habían sido los integrantes de aquel ejército aniquilado? ¿Por qué había habido una guerra? ¿Qué hechizo se había usado? ¿Y quién lo había ejecutado? Un escalofrío lo recordó, tanto de ira como de pena. Ira por el repugnante ser capaz de acometer tal matanza, pena por las personas asesinadas de tal forma.
—A mí me parece turbador —masculló tras Arik—. Me pregunto quién...
Dejó la frase en el aire, en buena medida porque su buena memoria rescató algo para él. Recordaba el mapa, y si bien en el mismo no aparecía aquella fosa común estaba bastante seguro de que la orientación que seguía: del mar a las montañas. Y recordaba perfectamente la edificación que había en las montañas. «El castillo, esto se tuvo que lanzar desde el castillo. Estoy seguro». Como siempre que hacía algún razonamiento que consideraba correcto tuvo que reprimir una sonrisa. Aunque las circunstancias obligaban a que hubiera más bien poco humor.
«Pero eso no responde a qué era este ejército. Guerras, guerras... ¿Guerra de invasión? ¿Alguna otra ciudad de este mundo intentaba conquistar Rocavarancolia?». Las guerras entre ciudades-Estado no eran desconocidas en Carabás, aunque por suerte habían pasado a la historia. Aun así la posibilidad era ciertamente grande. Aunque otra idea comenzó a abrirse paso en su mente, una más inquietante que una simple guerra entre potencias enemigas. «Y si... ¿Y si fue una guerra civil? Tiene sentido. Un gobierno déspota y enfermo, probablemente dictatorial, los ciudadanos se levantan, consiguen controlar la ciudad, se organizan para ir a tomar el Castillo y su gobierno entonces aprovecha para, para...» un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Sólo había indicios circunstanciales, pero aquello explicaba el hecho de que, hasta el momento, sólo hubieran conocido a aquellos dos seres de la plaza (más sus respectivos cosechadores). No había más rocavarancolenses porque sencillamente no existían.
«Pero eso no explica qué pintamos en todo esto». Intentó unir ambas historias (la que acababa de teorizar sobre la historia de Rocavarancolia y la que había hipotetizado sobre el funcionamiento de su estancia allí), pero no encontraba el punto de unión. Había algo que le faltaba, alguna información que no conocía. Eso le ponía nervioso, cuanto más imprevisible fuera todo más probabilidades había de que alguien muriese, idea que le asfixiaba y le dejaba el corazón apretado en un puño. Hal tenía la firme convicción de que el desconocimiento era descontrol, y de que el descontrol significaba peligro. Y el peligro, en el universo en general y en Rocavarancolia en particular, era mortal.
Sigue en la biblioteca mágica.
Tragó con dificultad, observando que la larguísima fosa común abarcaba, a ambos lados, más de lo que conseguía abarcar la vista. Vio que los numerosos esqueletos llevaban un sinfín de armas y su mente, entretenida con aquel funesto descubrimiento, comenzó a montar teorías. Aquello ponía fin al misterio de por qué Rocavarancolia estaba de aquella manera: la ciudad había sido destruida por una guerra. Y, juzgando aquella terrible brecha, la magia había tenido un papel muy importante en aquel exterminio. No estaba de acuerdo con Twix, eso sí. Si había algo malo prefería verlo por desagradable que fuera, para así estar avisado.
«¿Pero quién los mató? ¿Y por...? No, el por qué es evidente» se dijo, con un regusto amargo. Las armaduras y las armas que se veían no dejaban mucho lugar a la imaginación. Allí había habido alguna clase de guerra, y Rocavarancolia, fiel a la feroz e inhumana imagen que transmitía, había hecho aquello para vencer. ¿Pero quienes eran habían sido los integrantes de aquel ejército aniquilado? ¿Por qué había habido una guerra? ¿Qué hechizo se había usado? ¿Y quién lo había ejecutado? Un escalofrío lo recordó, tanto de ira como de pena. Ira por el repugnante ser capaz de acometer tal matanza, pena por las personas asesinadas de tal forma.
—A mí me parece turbador —masculló tras Arik—. Me pregunto quién...
Dejó la frase en el aire, en buena medida porque su buena memoria rescató algo para él. Recordaba el mapa, y si bien en el mismo no aparecía aquella fosa común estaba bastante seguro de que la orientación que seguía: del mar a las montañas. Y recordaba perfectamente la edificación que había en las montañas. «El castillo, esto se tuvo que lanzar desde el castillo. Estoy seguro». Como siempre que hacía algún razonamiento que consideraba correcto tuvo que reprimir una sonrisa. Aunque las circunstancias obligaban a que hubiera más bien poco humor.
«Pero eso no responde a qué era este ejército. Guerras, guerras... ¿Guerra de invasión? ¿Alguna otra ciudad de este mundo intentaba conquistar Rocavarancolia?». Las guerras entre ciudades-Estado no eran desconocidas en Carabás, aunque por suerte habían pasado a la historia. Aun así la posibilidad era ciertamente grande. Aunque otra idea comenzó a abrirse paso en su mente, una más inquietante que una simple guerra entre potencias enemigas. «Y si... ¿Y si fue una guerra civil? Tiene sentido. Un gobierno déspota y enfermo, probablemente dictatorial, los ciudadanos se levantan, consiguen controlar la ciudad, se organizan para ir a tomar el Castillo y su gobierno entonces aprovecha para, para...» un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Sólo había indicios circunstanciales, pero aquello explicaba el hecho de que, hasta el momento, sólo hubieran conocido a aquellos dos seres de la plaza (más sus respectivos cosechadores). No había más rocavarancolenses porque sencillamente no existían.
«Pero eso no explica qué pintamos en todo esto». Intentó unir ambas historias (la que acababa de teorizar sobre la historia de Rocavarancolia y la que había hipotetizado sobre el funcionamiento de su estancia allí), pero no encontraba el punto de unión. Había algo que le faltaba, alguna información que no conocía. Eso le ponía nervioso, cuanto más imprevisible fuera todo más probabilidades había de que alguien muriese, idea que le asfixiaba y le dejaba el corazón apretado en un puño. Hal tenía la firme convicción de que el desconocimiento era descontrol, y de que el descontrol significaba peligro. Y el peligro, en el universo en general y en Rocavarancolia en particular, era mortal.
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- Shiogen
Ficha de cosechado
Nombre: Emmit
Especie: Humano
Habilidades: Planificación, habilidad mental, imaginación.
Re: Cicatriz de Arax
21/02/15, 05:34 pm
Salir del Torreón siempre lo asustaba y como era de costumbre el miedo lo volvía pensativo, silencioso. Tomó la posición final, necesitaba espacio para pensar.
Como siempre se fue maravillando de aquella ciudad destruida, por más que solo veían escombros, en el fondo como si aún quisiera rectificar su antiguo esplendor, los destrozos sugerían que antes la opulencia y el buen gusto gobernaban las calles derruidas.
Sin ningún contratiempo llegaron a la famosa antes un rió de huesos, la cicatriz de Arax se llamaba según el mapa que los de Letargo les habían enseñado. Aquel espectáculo lo dejo sin aliento, era la confirmación de los horrores que Rocavarancolia tenia por ofrecer.
Cruzaron aquella gigantesca fosa común y por fin divisaron la biblioteca.
Sigue en Biblioteca Mágica
Como siempre se fue maravillando de aquella ciudad destruida, por más que solo veían escombros, en el fondo como si aún quisiera rectificar su antiguo esplendor, los destrozos sugerían que antes la opulencia y el buen gusto gobernaban las calles derruidas.
Sin ningún contratiempo llegaron a la famosa antes un rió de huesos, la cicatriz de Arax se llamaba según el mapa que los de Letargo les habían enseñado. Aquel espectáculo lo dejo sin aliento, era la confirmación de los horrores que Rocavarancolia tenia por ofrecer.
Cruzaron aquella gigantesca fosa común y por fin divisaron la biblioteca.
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- Poblo
Ficha de cosechado
Nombre: Alyssa
Especie: Humana
Habilidades: Orientación, memoria y reflejos.
Re: Cicatriz de Arax
25/04/15, 12:59 am
Nadie habló por el camino, fue un viaje frio y lento. LLevar el cadáver húmedo de Tesón no era algo agradable: pesaba, estaba mojado y olía. Habían apartado a las estigres pero no sin poder impedir que le alcanzaran con el pico un par de veces, de modo que al goteo del agua se le añadía el de un poco de sangre en mal estado. Cuando llegaron a la cicatriz no hubo ceremonias ni palabras, más bien prisas. Kirés tomó la iniciativa y rápidamente tiró el cadáver a la fosa. Ahora solo quedaba que el tiempo, la descomposición y las alimañas hicieran su trabajo… o eso creía.
Apenas el cuerpo golpeó el suelo toda la superficie de huesos empezó a removerse, y en un abrir y cerrar de ojos varios gusanos de proporciones considerablemente mayores a las que le gustaría, peor menores a las de los que había escuchado en dryfus se abalanzaron sobre el mismo. En poco tiempo no quedaba nada de lo que habían sido los restos del roquense, pero los sonidos fueron autoexplicativos, y el enderth añadió aquella experiencia a la lista de peligros de aquella ciudad.
–Vámonos. Podemos discutir lo que hemos visto en el torreón.
Apenas el cuerpo golpeó el suelo toda la superficie de huesos empezó a removerse, y en un abrir y cerrar de ojos varios gusanos de proporciones considerablemente mayores a las que le gustaría, peor menores a las de los que había escuchado en dryfus se abalanzaron sobre el mismo. En poco tiempo no quedaba nada de lo que habían sido los restos del roquense, pero los sonidos fueron autoexplicativos, y el enderth añadió aquella experiencia a la lista de peligros de aquella ciudad.
–Vámonos. Podemos discutir lo que hemos visto en el torreón.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Cicatriz de Arax
25/04/15, 01:41 am
El ofrecerse a ir con Kires era por simple egoísmo y sentirse un poco mejor consigo misma. Ya que no había podido hacer nada por salvar al roquense mínimo acompañarlo en su....bueno en lo que harían con su cuerpo. Ademas muy pocos estuvieron dispuestos a acompañar a Kires y no podían dejarlo solo, no querían que otro mas se les muriera, no de nuevo. Aparte de ella, que se aseguro de prepararse con sus dagas y escudo antes de saliera así como su inseparable bastón, también se unieron Lemus y Ayne, encaminándose en un incomodo y tenso silencio por un camino que Samika no tuvo necesidad de que le indicaran. Lo recordaba vagamente en su mapa mental, a pesar de haberlo hecho una sola vez.
Era prácticamente el mismo camino a tomar para ir a Letargo, con la excepción de que no llegarían al torreón vecino. La certeza de lo que harían con el cuerpo del roquense llego a ella como el golpe de un mazo y se tuvo que forzar a pensar que aquello solo era un cuerpo y que lo importante de este ya no estaba. Aquel cuerpo que Kires cargaba, con ocasional ayuda de Lemus, ya no era el de Tesón, sino tan solo un cascaron vacío.
Aun así cuando llegaron a la cicatriz su estomago se contrajo, no podía ver el fondo así que para ella era igual que lanzar aquel cuerpo al fondo de un abismo negro. Que la total negrura se lo tragara. Y cuando el cuerpo fue lanzado y escuchó aquel ruido proviniendo de aquella brecha en al tierra, Samika deseo que aquel abismo fuese realmente eso. Porque no verlo solo le daba imagines cada vez mas inquietantes en su cabeza, imágenes del cuerpo de roquense siendo mordido, desgarrado ¿que había ahí abajo? No lo sabia y no estaba del todo segura si quería saberlo, no al menos en ese momento. Las nauseas le atormentaron de nuevo pero pudo soportarlo, alejándose de la cicatriz, tomó y expulsó el aire de sus pulmones de forma acompasada y lenta alejando de ella los nervios y el ataque de pánico que empezaba a sentir. Logro calmarse tras un par de minutos y se sintió verdaderamente estúpida por su reacción, a pesar de que debía ser una reacción normal para cualquier humana normal en una situación así.
-Hay algo que abajo que creo debo agradecer no poder ver -murmuro Samika con una media sonrisa forzada, sin ánimos ni alegría. Ese día estaba siendo demasiado largo para ella. Y la cosa es que no estaba segura de si quería que fuera de noche para dormir, no creía que fuese a tener un tranquilo sueño- Supongo ya me enterare cuando lleguemos que es lo que hay. Volvamos ya, este ha sido un día de mierda - añadió agradeciendo enormemente tener a Lemus allí, ya que con este avanzar implicaba no tener que esforzarse demasiado y era un apoyo necesario para ella en esos momentos. Odiaba enormemente tener que depender de alguien, mas en una situación como aquella donde estaba en zona de peligro, pero se sentía cansada psicologicamente. Solo quería llegar rápido al torreón y descansar un poco su cabeza de todo aquello. No creía que fuese a olvidar rápidamente a pesar de todo.
Era prácticamente el mismo camino a tomar para ir a Letargo, con la excepción de que no llegarían al torreón vecino. La certeza de lo que harían con el cuerpo del roquense llego a ella como el golpe de un mazo y se tuvo que forzar a pensar que aquello solo era un cuerpo y que lo importante de este ya no estaba. Aquel cuerpo que Kires cargaba, con ocasional ayuda de Lemus, ya no era el de Tesón, sino tan solo un cascaron vacío.
Aun así cuando llegaron a la cicatriz su estomago se contrajo, no podía ver el fondo así que para ella era igual que lanzar aquel cuerpo al fondo de un abismo negro. Que la total negrura se lo tragara. Y cuando el cuerpo fue lanzado y escuchó aquel ruido proviniendo de aquella brecha en al tierra, Samika deseo que aquel abismo fuese realmente eso. Porque no verlo solo le daba imagines cada vez mas inquietantes en su cabeza, imágenes del cuerpo de roquense siendo mordido, desgarrado ¿que había ahí abajo? No lo sabia y no estaba del todo segura si quería saberlo, no al menos en ese momento. Las nauseas le atormentaron de nuevo pero pudo soportarlo, alejándose de la cicatriz, tomó y expulsó el aire de sus pulmones de forma acompasada y lenta alejando de ella los nervios y el ataque de pánico que empezaba a sentir. Logro calmarse tras un par de minutos y se sintió verdaderamente estúpida por su reacción, a pesar de que debía ser una reacción normal para cualquier humana normal en una situación así.
-Hay algo que abajo que creo debo agradecer no poder ver -murmuro Samika con una media sonrisa forzada, sin ánimos ni alegría. Ese día estaba siendo demasiado largo para ella. Y la cosa es que no estaba segura de si quería que fuera de noche para dormir, no creía que fuese a tener un tranquilo sueño- Supongo ya me enterare cuando lleguemos que es lo que hay. Volvamos ya, este ha sido un día de mierda - añadió agradeciendo enormemente tener a Lemus allí, ya que con este avanzar implicaba no tener que esforzarse demasiado y era un apoyo necesario para ella en esos momentos. Odiaba enormemente tener que depender de alguien, mas en una situación como aquella donde estaba en zona de peligro, pero se sentía cansada psicologicamente. Solo quería llegar rápido al torreón y descansar un poco su cabeza de todo aquello. No creía que fuese a olvidar rápidamente a pesar de todo.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Cicatriz de Arax
25/04/15, 02:09 am
Plof. Crac. Crunch. Crac. Grrrrr. Crunch. Crac. Crunch-crunch-crunch.
Eso fue lo primero que oyó el roquense. Lo primero que oyó, lo primero que se esforzó en escuchar y lo que le sacó de un estado de sopor en el cual no recordaba haber caído. No eran sonidos que escucharía en el torreón, por lo que se levantó a toda prisa de la cama -o eso creía- y miró alrededor. Lo segundo que oyó fue el silencio acompañado del roer y masticar de algo demasiado cercano. Tanto que casi podía -o eso creía- sentirlo bajo sus pies. Tragó saliva -o eso creyó- y miró hacia abajo.
Mal hecho.
Si no se hubiera asustado tanto al salir corriendo, volando, hacia arriba y hacia delante, en diagonal, quizá hubiera llegado al cielo matutino de Rocavarancolia. O quizá incluso más allá. Pero en su lugar atravesó una pared, dos, tres, y un suelo que apenas se mantenían en pie y, tras tanto susto seguido, volvió a echar a correr sin ser consciente de qué le pasaba, dónde estaba, qué ocurría a su alrededor... Llegó un punto en que no supo distinguir arriba de abajo, izquierda de derecha, de tantas vueltas que daba en el aire y entre edificios. Se estaba mareando, o al menos eso creía, pues el estado real de mareo no llegaba. No entendía nada. Cada estímulo nuevo era demasiado horrible, tanto por ser nuevo como por la incógnita de qué sucedía. Su mente era un caos. Sabía que debía detenerse a pensar pero no podía. Cada pared atravesada, cada techo atravesado, cada quiebro en el aire al sorprender a y huir de alguna criatura de pesadilla nunca antes vista, por suerte, cada desliz en el suelo y ver desaparecer una extremidad bajo la calle, cada grito proferido no escuchado, cada ir y venir hacia arriba, abajo, hacia allá, hacia acá, sin rumbo ni destino, sin saber por qué le sucedía aquello ni cómo...
Huía de toda la ciudad. Huía del cielo sobre su cabeza, del suelo inmaterial bajo sus patas sin color, de la ausencia de sonido en sus gritos, la pérdida del sentido del tacto (¡atravesaba paredes sin notarlo siquiera!) o del olfato, pues no olía a nada, absolutamente a nada. Y lo peor no era eso, sino que aunque fuera consciente de dar la orden mental para ello, no podía respirar. También huía de esa asfixia futura que tanto le asustaba y que, extrañamente, le recordaba algo reciente. Pero la asfixia no llegó, lo cual no ayudó a aliviar su ataque de pánico.
Con suerte aquello sería una pesadilla más.
Pero no lo era.
El destino cruel, la ciudad maldita o el mero azar quisieron que en su caótica huida volviera a pasar cerca del lugar en que despertó. Cuando divisó la brecha de huesos se quedó paralizado en el aire y con un esfuerzo sobrehumano logró no estamparse contra otra pared, pues aunque hubiera atravesado una decena, aún temía aplastarse contra la siguiente. No sabía cómo había acabado en la Cicatriz, pero solo conocía una forma de averiguarlo: volver a casa. <<Solo tengo que buscar el torreón...>>
Y a ello se dispuso.
En el camino, que recordaba más mal que bien, pudo ir tranquilizándose. Solo tenía que llegar a casa. Con eso en mente, pudo dedicarse a investigar lo poco que tenía a su alcance: su nuevo cuerpo. <<No sé qué me has hecho, Voz, pero esta forma nueva es realmente mágica>> pensó mientras se miraba, translúcido y sin solidez, casi gaseoso, tanto que temía esfumarse con una ráfaga, pero no le había sucedido en su carrera así que no temía tanto a ese posible peligro. Intentaba también recordar cómo había llegado hasta aquel lugar, pero algo oculto en el recuerdo le ponía de los nervios, como si algo demasiado horrible hubiera ocurrido y su mente (que a saber dónde estaría ahora, dadas las circunstancias) le instaba a no preguntar por ello. Decidió no hacerlo y centrarse en el presente. Si tenía esa nueva forma, sería algún milagro de la Voz. Quizá, ahora que no tenía cuerpo material podía sobrevivir sin miedo a que algo lo matara y podría llevar a cabo su misión. Ni que decir tiene que ese pensamiento borró todos sus miedos y el camino hacia Maciel se hizo ameno.
Desde lo alto no tardaría mucho en dar con el torreón. Lo cierto era que tenía casi más ganas de enseñarles su nueva magia a esos herejes que de pedirles explicaciones... Y hablando de herejes. <<Tres a la vista. ¿Qué hacen fuera?>>
Descendió en picado y se plantó delante.
—¿Se puede saber de dónde venís?
Eso fue lo primero que oyó el roquense. Lo primero que oyó, lo primero que se esforzó en escuchar y lo que le sacó de un estado de sopor en el cual no recordaba haber caído. No eran sonidos que escucharía en el torreón, por lo que se levantó a toda prisa de la cama -o eso creía- y miró alrededor. Lo segundo que oyó fue el silencio acompañado del roer y masticar de algo demasiado cercano. Tanto que casi podía -o eso creía- sentirlo bajo sus pies. Tragó saliva -o eso creyó- y miró hacia abajo.
Mal hecho.
Si no se hubiera asustado tanto al salir corriendo, volando, hacia arriba y hacia delante, en diagonal, quizá hubiera llegado al cielo matutino de Rocavarancolia. O quizá incluso más allá. Pero en su lugar atravesó una pared, dos, tres, y un suelo que apenas se mantenían en pie y, tras tanto susto seguido, volvió a echar a correr sin ser consciente de qué le pasaba, dónde estaba, qué ocurría a su alrededor... Llegó un punto en que no supo distinguir arriba de abajo, izquierda de derecha, de tantas vueltas que daba en el aire y entre edificios. Se estaba mareando, o al menos eso creía, pues el estado real de mareo no llegaba. No entendía nada. Cada estímulo nuevo era demasiado horrible, tanto por ser nuevo como por la incógnita de qué sucedía. Su mente era un caos. Sabía que debía detenerse a pensar pero no podía. Cada pared atravesada, cada techo atravesado, cada quiebro en el aire al sorprender a y huir de alguna criatura de pesadilla nunca antes vista, por suerte, cada desliz en el suelo y ver desaparecer una extremidad bajo la calle, cada grito proferido no escuchado, cada ir y venir hacia arriba, abajo, hacia allá, hacia acá, sin rumbo ni destino, sin saber por qué le sucedía aquello ni cómo...
Huía de toda la ciudad. Huía del cielo sobre su cabeza, del suelo inmaterial bajo sus patas sin color, de la ausencia de sonido en sus gritos, la pérdida del sentido del tacto (¡atravesaba paredes sin notarlo siquiera!) o del olfato, pues no olía a nada, absolutamente a nada. Y lo peor no era eso, sino que aunque fuera consciente de dar la orden mental para ello, no podía respirar. También huía de esa asfixia futura que tanto le asustaba y que, extrañamente, le recordaba algo reciente. Pero la asfixia no llegó, lo cual no ayudó a aliviar su ataque de pánico.
Con suerte aquello sería una pesadilla más.
Pero no lo era.
El destino cruel, la ciudad maldita o el mero azar quisieron que en su caótica huida volviera a pasar cerca del lugar en que despertó. Cuando divisó la brecha de huesos se quedó paralizado en el aire y con un esfuerzo sobrehumano logró no estamparse contra otra pared, pues aunque hubiera atravesado una decena, aún temía aplastarse contra la siguiente. No sabía cómo había acabado en la Cicatriz, pero solo conocía una forma de averiguarlo: volver a casa. <<Solo tengo que buscar el torreón...>>
Y a ello se dispuso.
En el camino, que recordaba más mal que bien, pudo ir tranquilizándose. Solo tenía que llegar a casa. Con eso en mente, pudo dedicarse a investigar lo poco que tenía a su alcance: su nuevo cuerpo. <<No sé qué me has hecho, Voz, pero esta forma nueva es realmente mágica>> pensó mientras se miraba, translúcido y sin solidez, casi gaseoso, tanto que temía esfumarse con una ráfaga, pero no le había sucedido en su carrera así que no temía tanto a ese posible peligro. Intentaba también recordar cómo había llegado hasta aquel lugar, pero algo oculto en el recuerdo le ponía de los nervios, como si algo demasiado horrible hubiera ocurrido y su mente (que a saber dónde estaría ahora, dadas las circunstancias) le instaba a no preguntar por ello. Decidió no hacerlo y centrarse en el presente. Si tenía esa nueva forma, sería algún milagro de la Voz. Quizá, ahora que no tenía cuerpo material podía sobrevivir sin miedo a que algo lo matara y podría llevar a cabo su misión. Ni que decir tiene que ese pensamiento borró todos sus miedos y el camino hacia Maciel se hizo ameno.
Desde lo alto no tardaría mucho en dar con el torreón. Lo cierto era que tenía casi más ganas de enseñarles su nueva magia a esos herejes que de pedirles explicaciones... Y hablando de herejes. <<Tres a la vista. ¿Qué hacen fuera?>>
Descendió en picado y se plantó delante.
—¿Se puede saber de dónde venís?
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Cicatriz de Arax
25/04/15, 07:53 pm
Ayne no quiso pensar demasiado en el accidente durante el camino. En vez de darle vueltas a lo sucedido, prefirió centrar toda su atención en vigilar. Tesón era imposible que despidiera olor alguno aún, pero al sinhadre le preocupaban igualmente los carroñeros. Había avistado estirges siguiéndolos por el cielo, lejos del torreón, pero en algún punto del camino habían desistido, porque al llegar a la gran grieta ya no quedaba rastro de ellas.
Ser testigo de la emersión de los gusanos de la cicatriz fue el suceso que le puso la guinda al pastel que era aquel día. Ayne se puso lívido al avistar aquellas criaturas y pensó que ni Tesón se merecía que lo hubiesen donado para alimento de las alimañas. Aquella fosa común había resultado ser más tétrica de lo que parecía en un primer momento. Lo que no sabía es qué sentiría al intentar cruzarla de nuevo ahora que sabía aquello.
—Por esta vez, créeme, preferiría no ver tampoco —le dijo a Samika palmeándole el hombro y tirando muy suavemente de ella después. Se la imaginó cayendo por accidente en aquella grieta y esa imagen mental hizo que la quisiese ver lejos del agujero. Aquellos gusanos royendo en segundos a una persona viva. Solo de pensarlo se ponía malo.
Nadie se había opuesto a la sugerencia de Kirés y habían emprendido el viaje de vuelta, también en silencio. La atmósfera no era la más apropiada para conversaciones, después de todo. No estaban lejos del torreón cuando algo caído del cielo se les plantó delante. Un cuerpo colorido y tremendamente familiar que levitaba sobre el suelo. La voz que tan bien conocían salió de su boca cuanto la abrió.
Ayne, que se había quedado paralizado al ver la aparición, empezó a recular torpemente. Tenía los ojos abiertos de par en par y la mandíbula se le había descolgado. Los latidos de su corazón, desbocado por el susto, palpitaban en sus oídos. Uno de sus pies acabó en el hueco de una losa suelta y cayó de espaldas, soltando un gemido apagado al dar con las nalgas en el suelo.
«¿Qué es…? No puede… No puede ser». Pero era. Salvo que sus ojos y oídos lo engañaran.
—Estás muerto… ¿Por qué estás…? ¡Los gusanos…! —No conseguía acabar ninguna frase. Estaba muerto, eso era lo que quería decir. Y que, de no haberlo estarlo, los gusanos ya habían dado buena cuenta de él. Así que solo quedaba una posibilidad, pero era algo más difícil de asumir que la simple muerte de Tesón para el sinhadre. La muerte era normal, quedarse a medio camino, en absoluto.
Ser testigo de la emersión de los gusanos de la cicatriz fue el suceso que le puso la guinda al pastel que era aquel día. Ayne se puso lívido al avistar aquellas criaturas y pensó que ni Tesón se merecía que lo hubiesen donado para alimento de las alimañas. Aquella fosa común había resultado ser más tétrica de lo que parecía en un primer momento. Lo que no sabía es qué sentiría al intentar cruzarla de nuevo ahora que sabía aquello.
—Por esta vez, créeme, preferiría no ver tampoco —le dijo a Samika palmeándole el hombro y tirando muy suavemente de ella después. Se la imaginó cayendo por accidente en aquella grieta y esa imagen mental hizo que la quisiese ver lejos del agujero. Aquellos gusanos royendo en segundos a una persona viva. Solo de pensarlo se ponía malo.
Nadie se había opuesto a la sugerencia de Kirés y habían emprendido el viaje de vuelta, también en silencio. La atmósfera no era la más apropiada para conversaciones, después de todo. No estaban lejos del torreón cuando algo caído del cielo se les plantó delante. Un cuerpo colorido y tremendamente familiar que levitaba sobre el suelo. La voz que tan bien conocían salió de su boca cuanto la abrió.
Ayne, que se había quedado paralizado al ver la aparición, empezó a recular torpemente. Tenía los ojos abiertos de par en par y la mandíbula se le había descolgado. Los latidos de su corazón, desbocado por el susto, palpitaban en sus oídos. Uno de sus pies acabó en el hueco de una losa suelta y cayó de espaldas, soltando un gemido apagado al dar con las nalgas en el suelo.
«¿Qué es…? No puede… No puede ser». Pero era. Salvo que sus ojos y oídos lo engañaran.
—Estás muerto… ¿Por qué estás…? ¡Los gusanos…! —No conseguía acabar ninguna frase. Estaba muerto, eso era lo que quería decir. Y que, de no haberlo estarlo, los gusanos ya habían dado buena cuenta de él. Así que solo quedaba una posibilidad, pero era algo más difícil de asumir que la simple muerte de Tesón para el sinhadre. La muerte era normal, quedarse a medio camino, en absoluto.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Cicatriz de Arax
26/04/15, 12:26 am
Agradeció el apoyo de Ayne, ya no teniendo muy claro si el poder ver ciertas cosas so no era positivo o negativo, pues las escuchaba y a veces la imaginación podía ser más peligrosa e inquietante que la realidad. Imaginación que Samika jurÓ que le estaba jugando la peor broma del mundo y que hizo que la humana se paralizara en el lugar obteniendo un innatural color pálido como la tiza en su piel color canela. Aquello no podía ser verdad. Esa voz era imposible que la estuviera escuchando.
Su imaginación estaba torturándole, debía ser eso, su mente le castigaba por no haber podido hacer nada, solo así podía explicarse que estuviera escuchando la voz de Tesón enfrente suya. Sus piernas temblaron y tuvo que agarrarse de Lemus que parecía repentinamente también paralizado en el lugar, a lo que no prestó mucha atención, estaba enloqueciendo, no iba a poder estar tranquila. Aquello ya solo no iba a ser una tortura en sueño, sino también despierta.
Hasta que la voz de Ayne la volvió a la realidad así como verlo caerse a su lado mascullando algo que le trastoco completamente. Parecía estarle hablando a algún punto fijo por delante de ellos, algo que debía estar lejos de su alcance visual pues no podía verlo de ningún modo. En aquella dirección era donde había escuchado al voz de Tesón y era el lugar que Lemus, al que aun agarraba como a un clavo ardiendo o sentía que las fuerzas le fallarían, también miraba. "¡Me voy a volver loca! ¿Que están viendo? ¿¡Que hay ahí!? ¿Tesón? No…no puede ser Tesón...el esta...el está muerto...esas cosas...su cuerpo" su cabeza estaba a punto de estallar. Estaba aterrada.
Por suerte para ella, la respuesta que necesitaba llegó de Lemus en un susurro, dicho seguramente si darse cuenta, una simple palabra que decía tanto y explicaba tan poco a la vez, y que resultaba difícil de creer. Fantasma.
Tesón estaba muerto, muy muerto, sin posibilidad alguna de que no estuviera muerto. Pero ella lo estaba escuchando. Sus compañeros también. No solo eso ellos parecían poder verlo, mientras que ella no.
-Oh dios santo, un fantasma…. ¿por qué? ¿Como…tu?-murmuro Samika pálida como el papel, casi sin voz al darse cuenta de que lo ilógico e irreal se había vuelto real. Agradecer y desear cosas en aquella ciudad era una autentico peligro. Por mucho que se hubiese repetido que lo importante de Tesón ya no estaba en su cuerpo físico…no esperaba que fuese tan literal. Ni mucho menos que dicha parte importante se les presentase así. “¡Al la mierda la lógica normal y cuerda! ¡Lo siguiente serán zombies!” pensó con una risa nerviosa. Si ese lugar no la mataba antes, la volvería loca. Necesitaba un tranquilizante pues era un milagro que aun se hubiese desmayado del susto. Gloriosa voluntad y cabezonería natural por mantenerla aun en pie.
Su imaginación estaba torturándole, debía ser eso, su mente le castigaba por no haber podido hacer nada, solo así podía explicarse que estuviera escuchando la voz de Tesón enfrente suya. Sus piernas temblaron y tuvo que agarrarse de Lemus que parecía repentinamente también paralizado en el lugar, a lo que no prestó mucha atención, estaba enloqueciendo, no iba a poder estar tranquila. Aquello ya solo no iba a ser una tortura en sueño, sino también despierta.
Hasta que la voz de Ayne la volvió a la realidad así como verlo caerse a su lado mascullando algo que le trastoco completamente. Parecía estarle hablando a algún punto fijo por delante de ellos, algo que debía estar lejos de su alcance visual pues no podía verlo de ningún modo. En aquella dirección era donde había escuchado al voz de Tesón y era el lugar que Lemus, al que aun agarraba como a un clavo ardiendo o sentía que las fuerzas le fallarían, también miraba. "¡Me voy a volver loca! ¿Que están viendo? ¿¡Que hay ahí!? ¿Tesón? No…no puede ser Tesón...el esta...el está muerto...esas cosas...su cuerpo" su cabeza estaba a punto de estallar. Estaba aterrada.
Por suerte para ella, la respuesta que necesitaba llegó de Lemus en un susurro, dicho seguramente si darse cuenta, una simple palabra que decía tanto y explicaba tan poco a la vez, y que resultaba difícil de creer. Fantasma.
Tesón estaba muerto, muy muerto, sin posibilidad alguna de que no estuviera muerto. Pero ella lo estaba escuchando. Sus compañeros también. No solo eso ellos parecían poder verlo, mientras que ella no.
-Oh dios santo, un fantasma…. ¿por qué? ¿Como…tu?-murmuro Samika pálida como el papel, casi sin voz al darse cuenta de que lo ilógico e irreal se había vuelto real. Agradecer y desear cosas en aquella ciudad era una autentico peligro. Por mucho que se hubiese repetido que lo importante de Tesón ya no estaba en su cuerpo físico…no esperaba que fuese tan literal. Ni mucho menos que dicha parte importante se les presentase así. “¡Al la mierda la lógica normal y cuerda! ¡Lo siguiente serán zombies!” pensó con una risa nerviosa. Si ese lugar no la mataba antes, la volvería loca. Necesitaba un tranquilizante pues era un milagro que aun se hubiese desmayado del susto. Gloriosa voluntad y cabezonería natural por mantenerla aun en pie.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
Re: Cicatriz de Arax
27/04/15, 01:51 pm
La aparición de un tesón flotante y parcialmente invisible estaba más allá de cualquier cosa que Kirés pudiera haber previsto, hasta el punto de que durante exactamente segundo y medio se quedó totalmente parado sin saber qué hacer, solamente segundo y medio porque se dio cuenta de que aquella indecisión podría costarles la vida si había cualquier peligro. A partir de ahí su mente siguió el camino lógico más rápido. La muerte del roquense era una certeza, ya fuera por ahogarse o por los gusanos. Entonces tesón no podía estar ahí, y la única opción que quedaba dentro de los conocimientos del enderth era… “Una trampa. Un cebo de algún depredador para atraernos, y entonces es lógico que sea una imagen imperfecta, explica tanto que flote como su transparencia.” Desde luego era algo que jamás había visto, pero en su mundo había lagartos que se hacían invisibles. No era tan raro pensar que en aquella ciudad donde además había magia se pudieran crear ilusiones. Ahora ya se encontraba en posición defensiva, apuntando al fantasma con su lanza.
–Tesón está muerto. –Esas fueron sus únicas palabras mientras se mantenía en máxima alerta, fijándose tanto en el roquense como en lo que había a su alrededor. Si era un depredador probablemente atacaría ahora que su cebo había fallado.
–Tesón está muerto. –Esas fueron sus únicas palabras mientras se mantenía en máxima alerta, fijándose tanto en el roquense como en lo que había a su alrededor. Si era un depredador probablemente atacaría ahora que su cebo había fallado.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Cicatriz de Arax
27/04/15, 07:08 pm
Por algún motivo, las reacciones de sus compañeros no fueron como esperaba el roquense. Vale que les podía haber asustado, ¿pero tanto? Y no sólo sus gestos y sus caretos eran chocantes, sino sus palabras. No se creía lo que estaba escuchando, por lo que empezó a reírse como no recordaba haber hecho desde que llegó a ese mundo.
—¿Cómo voy a estar muerto si os estoy hablando, so locos? Soy yo, Tesón, vuestro mejor roquense gracias a la Voz que me ha hecho esto —les respondió primero mientras se miraba, maravillado. Pero luego miró con desagrado al enderth—. Tú estás mal de la cabeza. No, no soy una trampa, Kirés; ¿qué mosca os ha picado? Baja el arma, hereje, que atravieso paredes y poco vas a poder hacerme.
Mientras dijo eso último, se acercó con los brazos extendidos para cogerle la lanza y demostrárselo. Hiciera lo que hiciera el otro, acabaría atravesando o bien su arma o bien al propio macho. <<Espera... ¿Pasará algo si le atravieso? ¿Le veré por dentro, me quedaré encerrado...?>> Solo había una forma de averiguarlo. Siguió acercándose a Kirés.
—¿Cómo voy a estar muerto si os estoy hablando, so locos? Soy yo, Tesón, vuestro mejor roquense gracias a la Voz que me ha hecho esto —les respondió primero mientras se miraba, maravillado. Pero luego miró con desagrado al enderth—. Tú estás mal de la cabeza. No, no soy una trampa, Kirés; ¿qué mosca os ha picado? Baja el arma, hereje, que atravieso paredes y poco vas a poder hacerme.
Mientras dijo eso último, se acercó con los brazos extendidos para cogerle la lanza y demostrárselo. Hiciera lo que hiciera el otro, acabaría atravesando o bien su arma o bien al propio macho. <<Espera... ¿Pasará algo si le atravieso? ¿Le veré por dentro, me quedaré encerrado...?>> Solo había una forma de averiguarlo. Siguió acercándose a Kirés.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Cicatriz de Arax
28/04/15, 01:21 am
Ayne se trató de poner en pie torpemente. De no haber estado preocupado por la aparición que tenía delante se habría sentido profundamente avergonzado por el espectáculo lamentable que estaba dando –al menos para su criterio–, pero por suerte él no era precisamente el centro de la escena.
Aquel Tesón empezó a hablar, exactamente como lo habría hecho en vida, afirmando no estar muerto y creyéndose un ente superior. ¿Lo era? Ayne no sabía nada, pero al verlo atravesar, tal y como había dicho, el arma de Kirés, su cuerpo recordó perfectamente lo que había que hacer cada vez que veían algo que no entendían en las calles de aquella ciudad.
—¡Vámonos! —Apremió. «Esto no es natural».
Agarró a Lemus del brazo, que llevaba a Samika a su vez. El grupo echaba a correr hacia el torreón, y Ayne rogaba por que, fuera lo que fuese aquello, no lograse seguirles la pista hasta el refugio. Su subconsciente le decía que no serían capaces de dejarlo atrás, ¿pero qué otra cosa podían hacer? El instinto le pedía alejarse y era lo único que tenía medianamente claro en ese momento.
Aquel Tesón empezó a hablar, exactamente como lo habría hecho en vida, afirmando no estar muerto y creyéndose un ente superior. ¿Lo era? Ayne no sabía nada, pero al verlo atravesar, tal y como había dicho, el arma de Kirés, su cuerpo recordó perfectamente lo que había que hacer cada vez que veían algo que no entendían en las calles de aquella ciudad.
—¡Vámonos! —Apremió. «Esto no es natural».
Agarró a Lemus del brazo, que llevaba a Samika a su vez. El grupo echaba a correr hacia el torreón, y Ayne rogaba por que, fuera lo que fuese aquello, no lograse seguirles la pista hasta el refugio. Su subconsciente le decía que no serían capaces de dejarlo atrás, ¿pero qué otra cosa podían hacer? El instinto le pedía alejarse y era lo único que tenía medianamente claro en ese momento.
- Jack
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Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistenciaPersonajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Cicatriz de Arax
28/04/15, 06:23 pm
Claro que llegó a atravesar la lanza, pero no al enderth. No le dio tiempo, pues Ayne gritó algo y todo el grupo salió corriendo de forma tan repentina que por pura costumbre se apartó de su camino para que no le golpearan. Al mismo tiempo se encendió una llamita en su cabeza y cayó en la cuenta de la tontería que acababa de hacer. ¡Atravesaba paredes!
—¿¡PERO A DÓNDE VAIS!? —estalló, perplejo.
Parpadeó un par de segundos, paralizado en el sitio, hasta que razonó la obvia respuesta a esa pregunta: al torreón. <<¡Están fatal! ¡Chalados! ¡Pirados!>> pensó antes de echar a correr de la única forma que se le ocurrió: con las patas.
Corrió y gritó, ajeno a su estado fantasmal, hasta que se hundió en el suelo. Solo entonces recordó, de nuevo, que atravesaba superficies, pero llevaba tal velocidad que le resultó imposible detenerse y salir del suelo de piedra. Y le sucedió lo mismo que le sucedió en el aire: empezó a dar vueltas y marearse sin marearse, a desorientarse, a perderse. Tan solo había piedra y oscuridad a su alrededor. Bueno, imaginaba que sería piedra, pues ¿qué otra cosa podría haber bajo la ciudad?
Grrrrr.
El fantasma del roquense tragó saliva. No sabía de dónde había venido aquel gruñido, pero solo tenía clara una cosa: tenía que huir.
Sigue en los Subterráneos
—¿¡PERO A DÓNDE VAIS!? —estalló, perplejo.
Parpadeó un par de segundos, paralizado en el sitio, hasta que razonó la obvia respuesta a esa pregunta: al torreón. <<¡Están fatal! ¡Chalados! ¡Pirados!>> pensó antes de echar a correr de la única forma que se le ocurrió: con las patas.
Corrió y gritó, ajeno a su estado fantasmal, hasta que se hundió en el suelo. Solo entonces recordó, de nuevo, que atravesaba superficies, pero llevaba tal velocidad que le resultó imposible detenerse y salir del suelo de piedra. Y le sucedió lo mismo que le sucedió en el aire: empezó a dar vueltas y marearse sin marearse, a desorientarse, a perderse. Tan solo había piedra y oscuridad a su alrededor. Bueno, imaginaba que sería piedra, pues ¿qué otra cosa podría haber bajo la ciudad?
Grrrrr.
El fantasma del roquense tragó saliva. No sabía de dónde había venido aquel gruñido, pero solo tenía clara una cosa: tenía que huir.
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Re: Cicatriz de Arax
19/05/15, 01:48 pm
Aquella era la primera vez que Kirés llevaba arco y flechas en una salida, y durante la travesía el enderth estuvo bastantes veces reajustando innecesariamente el carcaj que tenía a la espalda. No estaba acostumbrado a llevarlo allí, y le incomodaba pensar que de tener que disparar alcanzar flechas desde su espalda sería mucho más lento que si lo llevara en la cintura. El problema era que si se lo ponía ahí seguramente le diera problemas si tenía que usar sus alas. Pensaba practicar el planear con arco y flechas, pero hasta que estuviera seguro de que tenía práctica con ello el ave no correría riesgos innecesarios.
Llegaron a la cicatriz sin ningún contratiempo y una vez allí, de acuerdo a lo planeado, se mantendrían recorriendola por su lado sin cruzarla. De ese modo tendrían un buen punto de referencia para alcanzar las montañas sin riesgo a perderse entre edificios y callejones, o al menos ese era el plan.
Sigue en Rocavaragálago.
Llegaron a la cicatriz sin ningún contratiempo y una vez allí, de acuerdo a lo planeado, se mantendrían recorriendola por su lado sin cruzarla. De ese modo tendrían un buen punto de referencia para alcanzar las montañas sin riesgo a perderse entre edificios y callejones, o al menos ese era el plan.
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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
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Re: Cicatriz de Arax
21/05/15, 08:04 pm
Ir tan lejos de la zona conocida de la ciudad lo estaba poniendo nervioso. Era diferente incluso de la vez que habían recorrido el camino hacia Letargo por primera vez, porque sabían que los del otro grupo habían pasado por allí primero. Fuese o no por casualidad, solo recorrieron barrios en ruinas, y las pilas de escombros no daban ninguna seguridad. Alrededor de la gran grieta de huesos, eso era lo único que había. La propia grieta contribuía en gran medida a que el paseo fuese cualquier cosa menos agradable, pero era el camino más sencillo hacia las montañas. A veces, si se fijaba, podía ver temblores entre los huesos allá abajo, y en más de una ocasión escucharon estos entrechocando. Cuando ese sonido lo cogía desprevenido, Ayne no podía evitar sobresaltarse.
Las casas de alrededor comenzaron a desaparecer y la grieta a estrecharse. Estaban llegando al final de la ciudad y de la fosa común, y hacía rato que tenían una buena vista de las montañas. El castillo y sus edificios anexos ya no parecían tan lejanos e inalcanzables, pero no era allí a donde querían ir, sino a comprobar los límites de Rocavarancolia. Las montañas no eran altísimas, pero precisamente por eso podrían ascender por ellas y lograr unas vistas mejores.
Al alcanzar finalmente una enorme explanada sin construcciones «ni plantas, ni nada que haga parecer este sitio mínimamente normal», alcanzaron a ver a lo lejos algo que no pudo sino llamar la atención del grupo al completo –excepto Samika–. Más hacia el sur, en medio de aquella zona no construida, se levantaba un edificio descomunal, la base de algunos picos de diferente estética al resto de tejados que se podían ver desde la última planta accesible de Maciel. En el mapa venía nombrada como Rocavaragálago, y nunca habría imaginado que se tratase de algo tan terrorífico. ¿Por qué le daba miedo un edificio, para empezar? Sentía que tenía algo diferente, y aquel pensamiento le parecía demasiado irracional. Independientemente de la impresión que se llevase, no dejaba de ser un edificio enorme y trabajado como no había visto antes en la ciudad. Y luego estaba el foso brillante que lo rodeaba. Quería acercarse un poco más, verlo de cerca, y aun así lo inundaba un miedo irracional a hacerlo, un miedo que preferiría tener dominado.
—¿Hacia el sur o hacia el norte? —Ayne se dio cuenta de que no era el único que tenía la vista fija en la catedral del sur mientras hacía aquella pregunta—. Venga, echémosle un vistazo. No hace falta ni acercarse demasiado.
No hizo falta convencer a nadie. Pusieron rumbo hacia allí enseguida.
Sigue en Rocavaragálago.
Las casas de alrededor comenzaron a desaparecer y la grieta a estrecharse. Estaban llegando al final de la ciudad y de la fosa común, y hacía rato que tenían una buena vista de las montañas. El castillo y sus edificios anexos ya no parecían tan lejanos e inalcanzables, pero no era allí a donde querían ir, sino a comprobar los límites de Rocavarancolia. Las montañas no eran altísimas, pero precisamente por eso podrían ascender por ellas y lograr unas vistas mejores.
Al alcanzar finalmente una enorme explanada sin construcciones «ni plantas, ni nada que haga parecer este sitio mínimamente normal», alcanzaron a ver a lo lejos algo que no pudo sino llamar la atención del grupo al completo –excepto Samika–. Más hacia el sur, en medio de aquella zona no construida, se levantaba un edificio descomunal, la base de algunos picos de diferente estética al resto de tejados que se podían ver desde la última planta accesible de Maciel. En el mapa venía nombrada como Rocavaragálago, y nunca habría imaginado que se tratase de algo tan terrorífico. ¿Por qué le daba miedo un edificio, para empezar? Sentía que tenía algo diferente, y aquel pensamiento le parecía demasiado irracional. Independientemente de la impresión que se llevase, no dejaba de ser un edificio enorme y trabajado como no había visto antes en la ciudad. Y luego estaba el foso brillante que lo rodeaba. Quería acercarse un poco más, verlo de cerca, y aun así lo inundaba un miedo irracional a hacerlo, un miedo que preferiría tener dominado.
—¿Hacia el sur o hacia el norte? —Ayne se dio cuenta de que no era el único que tenía la vista fija en la catedral del sur mientras hacía aquella pregunta—. Venga, echémosle un vistazo. No hace falta ni acercarse demasiado.
No hizo falta convencer a nadie. Pusieron rumbo hacia allí enseguida.
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- Merodeador
Ficha de cosechado
Nombre: Nadzieja Sikorski.
Especie: Humana.
Habilidades: Resistencia, oído musical e imaginación.Personajes :- ● Ergot: -Véspido Soldado Repobladoril-
● Nadzieja: -Escoria Cosechada HomoSapiens-
Status : Las dudas son como los muertos, siempre acaban saliendo a flote.
Humor : Epístola de San Pablo a los adefesios: "Sois feos de cojones."
Re: Cicatriz de Arax
18/06/15, 11:08 pm
El repoblador no podía evitar girar la cabeza cada pocos metros para mirar lo que dejaban atrás: la “cosa de piedra roja enorme y monstruosa”, “las montañas con sus raras criaturas paliduchas” y “los montones y montones de granos de arena”. Aunque ya estaban tan lejos que apenas llegaba a vislumbrar ninguna de estas cosas pero el insistía en ello.
Contrariamente a la ida y subida de la montaña durante la retirada, Ergot no hablo simplemente se sentó en los hombros de Ayne como un niño pequeño. Tenía muchas cosas en las que pensar y ninguna de ellas era realmente importante. El vegetal pensaba en el gran lago azul que había visto al otro lado de la ciudad, en letargo, y en sus sofás. Poco tiempo le había dedicado a la idea de que estuviesen atrapados en la ciudad, en su opinión de no haber sido así seguirían encerrados en ese mundo con la diferencia de que tendrían una celda más grande, mientras no pudiesen volver a casa eran prisioneros solo que con ataduras invisibles… Y a Ergot eso le importaba como le puede importar el nombre de un tenedor, nada, no podían hacer nada para evitarlo, al menos no por el momento, entonces para qué preocuparse se decía mientras un pensamiento le recordaba que hace unos días le hubiese dado un sincope solo de pensar en no volver a salir de la ciudad, le dio una patada mental a ese pensamiento.
Todo el trayecto de regreso que llevaban recorrido había ido sin incidentes excepto por la aparición del animalillo blanco en las montañas, ya habían pasado por el sitio que menos le gustaba y estaban bordeando la cicatriz sin que sonasen las alarmas de peligro inminente. Y Ergot se alegra de veras por esto último, estaban cansados y se notaba, incluso él que apenas había hecho algo (no había dado un solo paso por su cuenta) el día le había pasado factura, un ataque en un momento de debilidad como este podría ser fatal. Pero no se sentía con fuerzas ni con la potestad suficiente como para pedirles que fuesen más rápido, incluso si el sol ya se inclinaba peligrosamente en el horizonte (apenas quedaban unas pocas horas de luz), esas cosas quedaban bien si las decía Twixy’s o Ayne. Por lo que en su lugar dijo:
-Ha sido una excursión interesante ¿No os parece?- Y como no esperaba respuesta continuo hablando: -Enseguida estaremos en casa cenando lo que nos haya preparado Eara, seguro.-
Contrariamente a la ida y subida de la montaña durante la retirada, Ergot no hablo simplemente se sentó en los hombros de Ayne como un niño pequeño. Tenía muchas cosas en las que pensar y ninguna de ellas era realmente importante. El vegetal pensaba en el gran lago azul que había visto al otro lado de la ciudad, en letargo, y en sus sofás. Poco tiempo le había dedicado a la idea de que estuviesen atrapados en la ciudad, en su opinión de no haber sido así seguirían encerrados en ese mundo con la diferencia de que tendrían una celda más grande, mientras no pudiesen volver a casa eran prisioneros solo que con ataduras invisibles… Y a Ergot eso le importaba como le puede importar el nombre de un tenedor, nada, no podían hacer nada para evitarlo, al menos no por el momento, entonces para qué preocuparse se decía mientras un pensamiento le recordaba que hace unos días le hubiese dado un sincope solo de pensar en no volver a salir de la ciudad, le dio una patada mental a ese pensamiento.
Todo el trayecto de regreso que llevaban recorrido había ido sin incidentes excepto por la aparición del animalillo blanco en las montañas, ya habían pasado por el sitio que menos le gustaba y estaban bordeando la cicatriz sin que sonasen las alarmas de peligro inminente. Y Ergot se alegra de veras por esto último, estaban cansados y se notaba, incluso él que apenas había hecho algo (no había dado un solo paso por su cuenta) el día le había pasado factura, un ataque en un momento de debilidad como este podría ser fatal. Pero no se sentía con fuerzas ni con la potestad suficiente como para pedirles que fuesen más rápido, incluso si el sol ya se inclinaba peligrosamente en el horizonte (apenas quedaban unas pocas horas de luz), esas cosas quedaban bien si las decía Twixy’s o Ayne. Por lo que en su lugar dijo:
-Ha sido una excursión interesante ¿No os parece?- Y como no esperaba respuesta continuo hablando: -Enseguida estaremos en casa cenando lo que nos haya preparado Eara, seguro.-
"Mientras no tengan conciencia de su fuerza no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado no serán conscientes. Éste es el problema." G.O.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Cicatriz de Arax
18/06/15, 11:40 pm
Si Samika en algún momento pensó tan siquiera la posibilidad de que la bajada no seria tan horrible, ese pensamiento se esfumo totalmente de su mente cuando comenzaron a descender. Cada paso fue volviendo una pequeña tortura, tanto por el cansancio, pues no había podido descansar lo suficientemente, como porque aquella condenada montaña se había vuelto como una trampa gigante al bajarla.
La sequedad del suelo le había permitido aferrarse con los pies al subir, pero esa misma sequedad le hacia resbalar ahora en la fina arenilla del suelo y tenia que estar constantemente teniendo que recibir la ayuda de Lemus para no acabar desnucándose. Debía agradecerle después el que estuviera ayudandole tanto pese a su propio cansancio. El grito de Ayne allí arriba también le dio un susto de muerte, pero mas que pensar en lo que había visto tan solo avanzo aun mas rápido. Fuese lo que fuese no quería enfrentarlo.
Y ahora finalmente tras esa dura bajada, se encontraba en territorio llano, seguro no, nada era seguro en esa ciudad, agotados y ansiosos por llegar de una condenada vez al torreón. Samika ni siquiera se complico al pasar junto a la cicatriz, aunque si mantuvo la distancia prudencia del borde de esta. Aun les quedaba un trecho por recorrer y para su frustración la luz estaba lentamente volviéndose mas escasas, quedaría aun algunas horas de luz, pero para ella cualquier disminución afectaba en cierta medida a su visión. Por suerte no lo suficientemente como para no poder avanzar con cierta soltura y rapidez, bastón en mano como guía y los oídos puesto lo máximo posible en su entorno.
-Cenar y un baño, necesitamos un baño, debemos oler a kilómetros -refunfuñó Samika pues el cansancio pasaba factura y aunque no estaba bañada en sudor, tampoco estaba recién salida de la ducha, precisamente. Tan solo ese pensamiento le daba fuerzas para caminar y llegar pronto al torreón.
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La sequedad del suelo le había permitido aferrarse con los pies al subir, pero esa misma sequedad le hacia resbalar ahora en la fina arenilla del suelo y tenia que estar constantemente teniendo que recibir la ayuda de Lemus para no acabar desnucándose. Debía agradecerle después el que estuviera ayudandole tanto pese a su propio cansancio. El grito de Ayne allí arriba también le dio un susto de muerte, pero mas que pensar en lo que había visto tan solo avanzo aun mas rápido. Fuese lo que fuese no quería enfrentarlo.
Y ahora finalmente tras esa dura bajada, se encontraba en territorio llano, seguro no, nada era seguro en esa ciudad, agotados y ansiosos por llegar de una condenada vez al torreón. Samika ni siquiera se complico al pasar junto a la cicatriz, aunque si mantuvo la distancia prudencia del borde de esta. Aun les quedaba un trecho por recorrer y para su frustración la luz estaba lentamente volviéndose mas escasas, quedaría aun algunas horas de luz, pero para ella cualquier disminución afectaba en cierta medida a su visión. Por suerte no lo suficientemente como para no poder avanzar con cierta soltura y rapidez, bastón en mano como guía y los oídos puesto lo máximo posible en su entorno.
-Cenar y un baño, necesitamos un baño, debemos oler a kilómetros -refunfuñó Samika pues el cansancio pasaba factura y aunque no estaba bañada en sudor, tampoco estaba recién salida de la ducha, precisamente. Tan solo ese pensamiento le daba fuerzas para caminar y llegar pronto al torreón.
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Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Cicatriz de Arax
09/11/15, 08:10 pm
La niña miró torciendo el morro al desconocido que trataba de convencerla para no esperar a la bañera tan solo con una sonrisa. A lo mejor persiguiendo a la bañera encontraban el refugio. A lo mejor las bañeras se enfadaban si pasaban de ellas. Y además tenía hambre. Iba a replicarle al chico cuando Milo le dio la razón a ella. No había sido el único, porque la del pelo morado, que hasta el momento había mencionado que debían buscar a un señor cuyo nombre no decía nada a Nime, y Rena, su bestia parda favorita, también se manifestaron a favor de quedarse. Sonrió de forma maliciosa hacia el chico al saberse en el bando vencedor y le sacó la lengua mientras acababan de hablar los mayores.
Nime pensó que los de los brazos raros debían de tener ganas de desprenderse de la ropa de abrigo, porque la fueron repartiendo entre los demás, «no quieren tener que llevarla y se la dan a otro» bromeó para sus adentros. Gracias a los intentos por consolar al niño púrpura ya parecía definitivo que iban a esperar a las bañeras. Nime entonces reparó en él más detenidamente. Sus colores habían sido lo primero que le había llamado la atención, pero en ese momento pensaba que la impresión que daba no casaba del todo con su aspecto. Parecía más joven que ella en actitud, pero no en aspecto. De hecho, algo parecido sucedía con el del pelo azul, que ahora lloraba a moco tendido. «¿Es que nadie les contó por qué venimos?» pensó Nime, al verlos tan afectados.
—Sí que vamos a volver a casa. Me dijeron que podía. Solo tenemos que pasar unas pruebas… —Estaba intentando explicar ante los dos llorones lo que sabía, cuando el canto en la lejanía la hizo callar. Algunos, probablemente, ya habían empezado a escucharlo antes que la libense.
Al buscar el origen del sonido, descubrió que venía de donde menos lo esperaba: del cielo. Se trataba de un artefacto volador cuya forma era un misterio para Nime. La gente a su alrededor empezó a confirmar que se trataba de la bañera, aunque la canción no casaba del todo con lo que habría esperado. En ningún sentido. Sin embargo le pareció genial y pegadiza, aunque terriblemente cantada, y se echó a reír.
—¡Vamos! ¡No podemos perderla! —exclamó con entusiasmo.
Una vez se había puesto en marcha el grupo, la libense fue posando sus ojos alternativamente en la bañera voladora y la gente que tenía a su alrededor. Caminaba no muy lejos del niño púrpura, y cada vez que lo miraba lo hacía con curiosidad. Tenía un montón de preguntas para él, y saberlo de una edad semejante a la suya hacía que quisiese averiguar de qué madera estaba hecho, si era un niño de papá o solo estaba pasando un mal trago porque nadie le había contado de qué iba aquella aventura. Fue acercando sus pasos hasta él e inclinó la cabeza hasta entrar en su campo de visión.
—Hola —dijo mostrándole una amplia sonrisa—. Me llamo Nime. ¿Qué te ha pasado en la piel? ¿Es un tatuaje o algo así, o es su color? ¿Y el pelo? ¿Los ojos? Aunque aquí todos son raros —soltó una risilla.
Entonces la marcha se detuvo. Si miraba más allá de quienes encabezaban el grupo, se veía que la calle terminaba abruptamente en una fosa ancha. Nime soltó una exclamación.
—¡Voy a ver! —Y echó a correr sin esperar a ver si el otro niño la seguía, cosa que esperaba de forma inconsciente porque era lo que su hermano Sisek solía hacer.
Según se aproximaba al borde pudo comprobar que era bastante profundo, y como no ponía atención en lo que pisaba, se tropezó con un adoquín y casi perdió el equilibrio. No estaba realmente cerca del borde todavía, pero el susto que le dio fue mayor que si hubiese tropezado en cualquier otro adoquín de cualquier otra calle. Además pudo ver por primera vez una masa blanca allí debajo. Se arrimó al borde con cautela y comprobó que, al menos lo que más cerca tenía en el fondo, eran calaveras humanas sobre un mar de tantos otros huesos. Más allá había una calavera animal enorme con colmillos desproporcionados.
—¡Es una fosa! Pero hay de todo… Qué chulo. —Estaba convencida de que habían encontrado un lugar de enterramiento rocavarancolés. Además sentía gran curiosidad por los huesos raros que había allí abajo. Como cualquier crío, era fácil de impresionar con un esqueleto, y siempre había toqueteado hasta aburrirse los de pequeños animales que encontraban la muerte en la zona del puerto.
Nime pensó que los de los brazos raros debían de tener ganas de desprenderse de la ropa de abrigo, porque la fueron repartiendo entre los demás, «no quieren tener que llevarla y se la dan a otro» bromeó para sus adentros. Gracias a los intentos por consolar al niño púrpura ya parecía definitivo que iban a esperar a las bañeras. Nime entonces reparó en él más detenidamente. Sus colores habían sido lo primero que le había llamado la atención, pero en ese momento pensaba que la impresión que daba no casaba del todo con su aspecto. Parecía más joven que ella en actitud, pero no en aspecto. De hecho, algo parecido sucedía con el del pelo azul, que ahora lloraba a moco tendido. «¿Es que nadie les contó por qué venimos?» pensó Nime, al verlos tan afectados.
—Sí que vamos a volver a casa. Me dijeron que podía. Solo tenemos que pasar unas pruebas… —Estaba intentando explicar ante los dos llorones lo que sabía, cuando el canto en la lejanía la hizo callar. Algunos, probablemente, ya habían empezado a escucharlo antes que la libense.
Al buscar el origen del sonido, descubrió que venía de donde menos lo esperaba: del cielo. Se trataba de un artefacto volador cuya forma era un misterio para Nime. La gente a su alrededor empezó a confirmar que se trataba de la bañera, aunque la canción no casaba del todo con lo que habría esperado. En ningún sentido. Sin embargo le pareció genial y pegadiza, aunque terriblemente cantada, y se echó a reír.
—¡Vamos! ¡No podemos perderla! —exclamó con entusiasmo.
Una vez se había puesto en marcha el grupo, la libense fue posando sus ojos alternativamente en la bañera voladora y la gente que tenía a su alrededor. Caminaba no muy lejos del niño púrpura, y cada vez que lo miraba lo hacía con curiosidad. Tenía un montón de preguntas para él, y saberlo de una edad semejante a la suya hacía que quisiese averiguar de qué madera estaba hecho, si era un niño de papá o solo estaba pasando un mal trago porque nadie le había contado de qué iba aquella aventura. Fue acercando sus pasos hasta él e inclinó la cabeza hasta entrar en su campo de visión.
—Hola —dijo mostrándole una amplia sonrisa—. Me llamo Nime. ¿Qué te ha pasado en la piel? ¿Es un tatuaje o algo así, o es su color? ¿Y el pelo? ¿Los ojos? Aunque aquí todos son raros —soltó una risilla.
Entonces la marcha se detuvo. Si miraba más allá de quienes encabezaban el grupo, se veía que la calle terminaba abruptamente en una fosa ancha. Nime soltó una exclamación.
—¡Voy a ver! —Y echó a correr sin esperar a ver si el otro niño la seguía, cosa que esperaba de forma inconsciente porque era lo que su hermano Sisek solía hacer.
Según se aproximaba al borde pudo comprobar que era bastante profundo, y como no ponía atención en lo que pisaba, se tropezó con un adoquín y casi perdió el equilibrio. No estaba realmente cerca del borde todavía, pero el susto que le dio fue mayor que si hubiese tropezado en cualquier otro adoquín de cualquier otra calle. Además pudo ver por primera vez una masa blanca allí debajo. Se arrimó al borde con cautela y comprobó que, al menos lo que más cerca tenía en el fondo, eran calaveras humanas sobre un mar de tantos otros huesos. Más allá había una calavera animal enorme con colmillos desproporcionados.
—¡Es una fosa! Pero hay de todo… Qué chulo. —Estaba convencida de que habían encontrado un lugar de enterramiento rocavarancolés. Además sentía gran curiosidad por los huesos raros que había allí abajo. Como cualquier crío, era fácil de impresionar con un esqueleto, y siempre había toqueteado hasta aburrirse los de pequeños animales que encontraban la muerte en la zona del puerto.
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