Subterráneos

Karime se encontraba algo nerviosa, pero esperó con la disciplina propia de una libense de su posición a que la comandante la llamara. Atendió a las instrucciones y guardó unos segundos de respetuoso silencio antes de ponerse en marcha. Lo primero que hizo fue asegurar todas armas. Llevaba un cinturón del que colgaban varias dagas, un par de espadas gemelas y diez dardos llenos del veneno que había fabricado, y a la espalda un arco y un carcaj. Una vez comprobó que sus armas se encontraban en perfectas condiciones y que los hechizos de anclaje funcionaban a la perfección, se transformó en loba y procedió a comunicarse con la manada. Colocó a cada miembro de la manada en una posición según sus aptitudes y habilidades, poniendo a los más fuertes y con mejor oído en la retaguardia. Karime era consciente que los ataques que podía recibir una vez dentro podían ser de todo tipo, por lo que acordó con la manada una serie de arañazos en el suelo con las zarpas que deberían hacer todos los miembros de la manada cada minuto, lo suficientemente sonoros como para que los pudiera escuchar ella pero lo suficientemente discretos como para no alertar a otros seres. Gracias a esta señal, la licántropa se percataría en seguida del peligro en el caso de que uno de los lobos fuera atacado silenciosamente.

Una vez dada la orden de mantener el paso y el ritmo de la libense, Karime abrió la marcha y entró en el túnel.

Según bajaba, la bestia se precipitó hacia abajo, pero de alguna manera se las ingenió para caer de pie. <<¿Se va? Mejor...>> Pero no sería esa la única puerta en aparecer: por otra salió una mujer-serpiente. No era una imagen desconocida pero no sabía cómo denominar a esa transformación. <<Déjate de nombres y céntrate. Mira qué armas y qué cuerpo. No tengo armas y no puedo rivalizar con esa cola>>

Si no estaba claro que tendría que enfrentarla, ella se encargó de aclarármelo. <<¿Quizá solo tenga que evitar que me mate?>> pensé, contrariado, mientras decidía a bajar a la arena. Por suerte, en cuanto llegué mis ojos se pararon en un montón de armas cerca. <<¡Bien! Cambio de planes: evitar que me mate y ¿matarla? Ya veremos>> Me acerqué al muestrario con la idea clara: un escudo cometa enganchado al brazo izquierdo, una lanza y una espada que colgué de la correa.

<<Bien. Ahora mente fría. No tengo el problema de sincronizar uñas y armas, así que mejor. Vigila la cola y las espadas. Si puedo cortarla, mejor. Mide sus puntos fuertes y débiles mientras dure la lanza (que será poco), y cuidado. Mucho cuidado. A por ella>>

-¿Hay alguna regla para el duelo?-inquirí mientras me ponía frente a ella.

Respondió y asentí lentamente. <<¿Trata de no morir? Descuida>> No me dio tiempo a ponerme de lado pero por suerte su ataque fue al flanco izquierdo, directo al escudo. Luego volvió reptando para golpear el derecho, sin mucho tiempo a otra cosa que bloquearle con la lanza. Luego reculé rápidamente enarbolando mi arma en su dirección. Caminaba de lado y de espaldas, con el escudo cubriendo frente e izquierda. <<Demasiado rápida. Necesito sitio, que no me arrincone contra las estacas ni gradas. Nada de quedarse quieto>> En cuanto hubo cierta distancia, volví a acercarme con el escudo por delante, las rodillas flexionadas y la lanza cogida por arriba, de forma que la punta apuntaría al suelo mientras el escudo cubriría torso, brazo y pierna derecha. Buscaba la cola, por supuesto. Pero no le quitaba ojo de encima a las espadas.

La licántropa percibió el estruendo y en seguida se puso alerta. Era la primera vez que estaba en los subterráneos, pero sabía que debía ir con cautela. Aunque paró en el mismo momento en el que oyó al nublino caer, eso no evitó que el resto de lobos siguieran andando y, por lo tanto, caminaran por encima del caído. Algunos de los lobos que caminaban junto a ella en la primera línea se asustaron y trataron de huir, pero la loba reaccionó al instante. De un salto se posicionó ante todos ellos y lanzó un gruñido de advertencia en su dirección para que todos le prestaran atención. La manada reconocería en ella la actitud propia del dominante. De esta manera, la loba permaneció rígida y alta, con las erectas y hacia delante y siempre mirando fijamente a quien se dirigiera, mostrando, de esta manera, su rango y posición. Sin perder tiempo, gruñó a sus congéneres que ocupaban la primera línea, reprendiéndoles por asustarse e intentar huir, comportamiento, a su parecer, censurable para un lobo. Luego se dirigió a los lobos que gruñían al nublino, a los que mostró sus incisivos mientras su pelaje se erizaba levemente para demostrar su enfado.

Mientras volvía a colocar a cada lobo en su posición, agudizó el oído y el olfato para no tener sorpresas inesperadas, manteniéndose en todo momento alerta. Cuando todos estuvieron en su posición, se acercó al nublino que seguía en el suelo y cambió su aparato fonador para poder hablar.

- Levántate e intenta andar.- le dijo y luego se dirigió a los otros dos.- Revisad sus heridas si es que las tiene, no tardéis demasiado. Si no puede andar, ayudadle. Estoy dispuesta a seguir un paso lento, pero debe ser constante.- les indicó mirándoles fijamente también a ellos, mostrando en sus ojos una clara advertencia “si no cumplís mis órdenes, podéis daros por muertos.”

Mis ataques fueron fácilmente frustrados, como cabía esperar. Tras recibir el latigazo, rodé sin remedio, pero busqué el suelo e hinqué una rodilla, con el escudo cubriéndome y la lanza en alto. Retrocediendo, me levanté sin quitarle ojo de encima. Estaba claro que, con la rapidez de que hacía gala, si le atacaba sería en vano. Así que cambié de táctica a una puramente defensiva. Si se daba la ocasión, atacaría con la lanza, pero en cuanto se partiese me olvidaría de atacarle.

Fue pensarlo, bloquear un mandoble y partirla, con su consecuente salto hacia atrás para esquivar el filo. Sin dejar de alejarme, me deshice de los restos y saqué la espada. Espada que de poco me serviría bajo sus gemelas, pero bueno. <<Voy a parecer un cobarde pero...>> No me lo pensé dos veces y corrí hacia lo la estaca más cercana. Tenía toda la zona a mi disposición y no tenía ni idea de cuánto duraría esto así que me movería lo máximo posible <<Un cobarde, sí, pero también un ratón en un agujero perseguido por un gato juguetón>> No huía de ella, ojo; si se presentaba la ocasión respondería a sus ataques con el escudo; pero no buscaría el enfrentamiento directo.

—¿Y qué hago, dejar que me mates? ¡Me superas con creces, no me fastidies!—gruñí, aceptando la provocación.

Provocación que no era tanto sino una maldita realidad. <<Cómo pretenden que luche contra semejante bestia con armas tan cutres, sin magia ni defensa adecuada. Pues a la porra la integridad física. A la porra todo>> Cuando se lanzó a por mí, me lancé contra sus armas con el escudo y, justo antes de que su ataque lo rozasen, me desvié con una finta. Con eso debí perder una uña o dos, pero ni me importó. Acto seguido busqué su cuerpo desprotegido, lo que fuera, con mi espada. En cuanto se recuperase de su embestida, buscaría el cuerpo a cuerpo lo más cercano posible. Sólo cubriría sus ataques si iban a algún punto vital, si no pues usaría el escudo también como arma. Si cogí este era precisamente por el extremo puntiagudo que caracterizaba a los cometa.

Mi ataque tuvo un éxito efímero: Cicatriz me habló justo tras herirla <<Aprobado... A ver qué viene ahora. No creo que me de tiempo a recuperar mis uñas...>> No andaba muy desencaminado. En cuanto salió mi contrincante, apareció Gahna anunciándome la prueba mágica. Di un rápido vistazo a mis manos y pies <<Dos pulgares y un meñique inservibles. Puedo apañarme>> y luego asentí a sus palabras sin decir nada. Al ver la llama que convocó, empecé a pensar en un escudo mágico...

Brevemente, también, pues lo que esperaba que fuera un duelo mágico se convirtió en un verdadero infierno sobre mi cuerpo. El susto inicial duró lo mismo que me estaban durando las reacciones positivas hasta ahora. El escudo ya no sirve, ninguno de los almacenados sirve. ¿Ignífugo o el humedecedor?>> Me decanté por el primero, que era el que tenía más practicado, <<Y si no pues varios humedecedores, ¡pero rápido!>> Menos mal que Nia no había dado aún con el "remedio" a mi enfermedad... pensé tras lanzar el hechizo directamente sobre mi piel y esperaba al efecto, fuera el que fuese. Nunca lo había probado después de prender algo así que no estaba seguro.

Contrariamente a lo esperado, funcionó. Obviamente, su efecto fue sólo sobre la piel, pero con el grueso del problema solucionado ya podía relajarme. Es más, cuando Gahna me habló, me salió una risa que detuve rápidamente por si decidía empeorar la prueba. La ropa seguía en llamas, sí; el calor que emanaba de mi piel, a pesar de estar apagada, era cada vez peor y se acumulaba con el de las ropas, pero solo se me ocurrió reírme por sus palabras.

Y no era mentira. No del todo. Osea, los nervios iban y venían, pero también estaba acostumbrado a quemarme en mis chapuzas de forja.

Mientras decía eso, terminé de quitarme lo que quedaba de la ropa y apagué a manotazos cualquier zona de mi piel donde hubiera prendido alguna nueva llama. <<Curación nívea... Era... ¡Este!>> pensé, mirándome las uñas de las manos. Lo apliqué a la zona del torso y luego conjuré varios más para brazos, piernas y cara <<Como luego venga un duelo mágico y gaste las uñas, voy listo>> pensé, pues aunque el gasto no era tanto, formular hechizos con más de medio cuerpo quemado consumía lo suyo en cuanto a energías. <<Y el de restauración para las partes más graves... >> Sí, ahora sí que estaba siendo un gasto considerable. <<En cuanto pase las pruebas, me voy de vacaciones a Asrena a tomar el solecito>> pensé. Mientras dejaba que la mezcla de hechizos surtiera efecto, me dirigí a Gahna:

—Bueno, ¿así mejor?
No tenía interés alguno en recomponer las ropas, lo veía innecesario, pero realmente, la interior me vendría bien por pura comodidad. <<Esto está hecho un asco...>> Algo conseguí salvar, sin embargo, añadiendo un poco más al cansancio. Yo sí que estaba hecho un asco, tapado con unos harapos y sudando a goterones por el calor.
—Así mejor—añadí con una breve risa.

A partir de ahí me mantuve serio. Más me valía.

<<¿Creativo? Mientras sea efectivo, ¿qué más dará el método? ¿Ves como esto era solo el principio? ¡Sigamos!>> Avanzamos a través de una galería que tuve que iluminar con un hechizo conjurado manualmente y luego llegamos a otra sala cerrada por una barrera. La reconocí como hechizo de los que aún no lograba, así que empecé a pensar que ojalá no me pidiera hacer nada similar en nivel porque fracasaría.

Sin embargo, al fijarme pude ver a cinco hombres bestia y a una de esas extrañas criaturas que pude ver en la noche de la Luna y de las que el vampiro Jack había hablado en algún entrenamiento. <<Si habló de esos seres con tanta superioridad, no serán cosa fácil>> Gahna entonces me dijo que tendría que dejarlos fuera de combate usando sólo magia y que al poseído podía matarlo si podía. <<¿Ves? Cosa nada fácil>>

Antes de que pudiera decir nada, me empujó al interior y luego repuso la barrera. En cuanto me hallé al otro lado, contando con que me habrían visto y estarían esperando, convoqué un campo de fuerza para quitarles esa ventaja inicial. Una vez cubierto, disparé dos hechizos de parálisis a las dos primeras criaturas que se me acercasen.