Subterráneos
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Subterráneos
03/08/11, 11:04 am
Los subterráneos ocupan todo el subsuelo de la ciudad y están plagados de horribles criaturas. Se puede entrar en ellos desde cualquier punto de la ciudad y puedes salir en cualquier sitio.
- Descripción más detallada sacada de la saga:
- Cientos de aberraciones se daban cita en las entrañas de la ciudad, algunas tan desconocidas para él como la fauna alienígena que podía poblar el planeta más lejano. Allí merodeaban los cadáveres pálidos que se alimentaban del tuétano de sus víctimas; los espectros errantes a la caza siempre de cuerpos que poseer… En las profundidades de Rocavarancolia todavía era posible encontrar a los descendientes de los seres humanos a los que Eradianalavela había injertado almas de bestias; o a los vampiros de Rádix, capaces de succionar la sangre, las vísceras y los huesos de sus víctimas con sólo tocarlas; y a criaturas aún más terroríficas que aquéllas. Y los peligros no se reducían sólo a monstruos:
bajo la ciudad había escapes de magia asesina, turbulentas nubes de humo venenoso procedentes de la combustión de residuos mágicos…
La inmensa gruta era de origen natural, un lugar húmedo y rebosante de ecos que avanzaba en
dirección oeste. No había más aportación visible de los moradores de Rocavarancolia que las columnas que aseguraban el techo. Las había a decenas, esparcidas sin pauta ni orden alguno, apiñadas en compactas manadas o velando solitarias por la integridad de la galería; eran de piedra negra, extraordinariamente finas. Se trataba a todas luces de columnas mágicas. A pesar de su número, su aspecto era demasiado frágil como para poder sostener por sí mismas el techo de la caverna y el peso de los edificios que se levantaban sobre ésta. Resultaba difícil concebir que Rocavarancolia quedara sobre sus cabezas.
El suelo estaba encharcado y chapoteaban a la carrera, salpicándose unos a otros.
- Fundador
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Subterráneos
29/08/11, 11:40 pm
Esta vez el peligro era real. Escogió las direcciones al azar. Derecha, izquierda, derecha, izquierda... Seguí oyendo los pasos de aquel extraño ser de seis patas. Había probado a tirar parte del contenido de la cesta que se había encontrado de camino a los subterráneos, pero eso no lo había distraido.
Y de repente, un callejón sin salida. Un momento... En la penumbra se divisaban unas escaleras. Drew subió a todo correr, empujó una trampilla y... no se abrió. Volvió a intentarlo con más fuerza. Nada.
-¡¡Mierda!!
Y de repente, un callejón sin salida. Un momento... En la penumbra se divisaban unas escaleras. Drew subió a todo correr, empujó una trampilla y... no se abrió. Volvió a intentarlo con más fuerza. Nada.
-¡¡Mierda!!
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Subterráneos
31/10/11, 02:36 am
Oscuridad. Densa y casi palpable, eso es lo que había en este túnel, si es que "haber" es la palabra adecuada. Porque haber solo hay piedras, frías paredes de piedra y más oscuridad, insondable. Pero hay algo más, algo que se arrastra, algo que se desliza, que aletea y traquetea por el túnel, aunque esos olores no recorren este mismo pasaje, ¡debe haber más ramificaciones! ¿Recorrerán toda la ciudad? Imagina la infinidad de criaturas que han de vivir aquí abajo... <<Pero claro, acostumbradas a la oscuridad...Como yo>> pienso, mientras pongo en práctica lo de disolverme en las sombras y comienzo a alejarme del portalón, adentrándome en el túnel sin rumbo claro excepto uno: sangre. Y en grandes cantidades. Definitivo: el edificio de antes se queda como mi refugio de caza, siempre que logre encontrarlo cuando salga de aquí. El olor se intensifica así como la velocidad en que cubro la distancia, eludiendo otras criaturas apenas visibles pero diminutas que no merecen la pena, teniendo un objetivo mayor. Y no solo el olor, sino el ruido de la criatura al desplazarse por el túnel. Al fin llego a verla, aunque solo vislumbro su perfil, del que logro discernir un cuerpo inmenso, humanoide y enorme, aunque camina con la cabeza y el cuello agachados, apenas rozando el techo del túnel con una joroba sembrada de bultos deformes. Arrastra los brazos por el suelo, brazos largos rematados por manos grotescas con largas uñas. <<¿No es demasiado grande para mí?>> Podría saciarme con él, sí, pero ni siquiera le mataría... Y ahora que lo veo por delante... Tiene unas piernas poderosas y otro par de brazos humanos le salen de las axilas de los otros, pero estos son más cortos y fuertes. ¿Y si lo dejo vivo y me sirve de alguna forma? Por ejemplo, llevando al refugio de caza las demás presas que consiga...Pero al pasar por debajo de una rejilla que da a la calle, la levee luz del momento me permite ver unos pesados grilletes en torno a su cuello y sus deformes manos. ¿Grilletes? La curiosidad es superior a mi sed y empiezo a seguir a la criatura, pues quiero conocer su destino y saber más de ella. De vez en cuando alguna criatura se nos cruza pero el jorobado gruñe y hace entrechocar sus grilletes, haciéndolas huir. Y tras un rato arrastrando sus brazos y levantando el polvo del túnel llegamos de nuevo... ¿Al portalón? Pero... si aquí estaba yo antes... Y se ha parado. No hace nada... Se ha quedado de lado frente al portón con los brazos caídos como esperando algo... ¿El qué? ¿Y si fuese un esclavo de los antiguos dueños del edificio? Esclavo... Se me ocurre algo y vuelvo sólidos mi brazo y el látigo, el cual chasqueo al momento para después comprobar cómo la criatura echa a andar de nuevo, enfilando el túnel. Curioso, vuelvo a seguirle otro rato hasta que, de nuevo, retorna al portalón y se queda en una postura relajada, sin hacer nada excepto respirar. <<Vaya... Siempre el mismo recorrido, pasando por debajo de esa rejilla, recorriendo el túnel este y volviendo al portalón...Podría servirme para traer los cuerpos, sí. Probaré>> Me alejo del gigante y me lanzo a por una de las criaturas que huyeron antes, directo a su cuello liso y sin pelo apenas, solo una ligera capa oscura de pelaje. Bebo su sangre sin prisas pero la amenaza del olor que atrae a otros depredadores me impide disfrutar del tiempo que poseo a mi presa hasta que cae inerte al suelo. Vuelvo a chasquear el látigo pero varias veces, con premura, y pronto el gigante aparece a mi espalda, recogiendo el cuerpo y enfilando el túnel de vuelta al portalón. Sonrío en la oscuridad y me lanzo a cobrarme otras piezas, más por su cuerpo que por su sangre, para que a mi espalda el gigante las vaya recogiendo. Cuando llegamos al portalón ya tengo como media docena y más de un centenar de criaturas hambrientas al otro lado del gigante, aunque no se atreven a acercarse. Abro el portalón y voy metiendo los cuerpos como puedo en la casa, dirijo una última mirada al gigante y cierro la puerta de madera y luego los barrotes de metal. Y ahora, a trabajar. No tengo mis herramientas del burdel pero puedo hacerme otras con los huesos más pequeños y esta vez cuento con la magia. Subo todos los cuerpos a la penúltima planta y echo el cerrojo a la desvencijada puerta. Si este edificio se derrumbase, puedo salir al tejado directamente, no como la última vez... Pero cuando eso ocurra, ya me ocuparé. Ahora a trabajar con estos cuerpos, a ver si puedo dejarle alguno que merezca la pena a Gael...
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- Elliot
Ficha de cosechado
Nombre: Neith
Especie: Humana
Habilidades: Carisma, Agilidad e ImaginaciónPersonajes : Elliot es una Dullahan bastante fácil de cabrear y con quien es mejor no llevarse mal (aun que ésto sea dificil) Conoce el manejo del casi todas las armas, y tiene un Dragón llamado Deatach que es quien le instruye y ayuda.
Ennakhai es un Daeliciana de 13 años convertida en Demiurga y a cargo de Dama Puntada.
Thrasmy's es un Frivy de 17 años. Es un CoMo y ha vivido toda su vida rodeado de lujos y cámaras.
Re: Subterráneos
09/12/11, 09:00 pm
Trato de agarrarme a algo pero, para mi mala suerte, no lo consigo. Caigo a plomo, con una cascada de rocas a mi alrededor. Tardo varios segundos en chocar contra el suelo, con un golpe sordo, que pronto es acompañado por el repiqueteo de decenas de piedras estrellándose cerca de mi. Debo haber caído varios metros, pues veo el hueco por el que he descendido como algo demasiado lejano. Mi espalda ha recibido la mayor parte del golpe y me duele como si hubiesen tratado de arrancarme la columna. Mi brazo derecho tampoco está del todo bien, pero se cura rápidamente. Me levanto despacio, sintiendo pinchazos de dolor por todo el cuerpo. No hay heridas al menos, y, si las hay ya han desaparecido. Sacudo el polvo de mi ropa y miro a mi alrededor. Estoy en una especie de caverna grande y oscura. No hay nada de luz, a excepción de la que entra por el agujero del techo. Sorprendentemente, me doy cuenta de que puedo ver. Bueno, no ver realmente, es como visualizar, como un radar. Se donde están las cosas a mi alrededor. A mi izquierda, la gran cueva se va estrechando hasta formar un pasillo, que continua recto. Por la izquierda se divide en tres pasillos distintos. Miro hacia arriba y hago un hechizo de levitación para salir de allí. Me elevo un par de metros en el aire, y noto que la fuerza del hechizo disminuye. Me cuesta mantenerme en el aire, y cada centímetro que me elevo es un esfuerzo sobrehumano. El hechizo se deshace y vuelvo a caer, consiguiendo aterrizar sin hacerme demasiado daño. No puedo salir. No al menos por donde he entrado... ¿Qué me pasa? ¿Es que se me ha acabado la magia? Las cariocas comienzan a formarse en mis manos rápidamente. Arg... mierda... No hay alternativa, tengo que encontrar la salida a pie. Decido ir por el camino de la izquierda. Avanzo por el pasillo, atenta a cualquier movimiento. Tiene que haber una salida... tiene que haberla... cada vez se hace más estrecho así que acabo cogiendo las cariocas por el final, sujetándolas casi como espadas, que es lo que mejor me vendr... de pronto las cariocas se deshacen en mis manos y cuando vuelvo a mirar hay una espada, parecida a una katana, completamente recta y algo más corta, negra, brillante. Me quedo parada unos segundos mirando la espada. Yo no sé manejar esa espada... ¿Por qué la tengo? Agarro la empuñadura con las dos manos, moviendo la espada un poco hacia los lados. Apenas pesa, es bastante más ligera que las que usaba para entrenar en Letargo, pero también parece más difícil de manejar. No me quejo, seguramente sea más útil que las cariocas en este lugar, por muy mal que la maneje.
Cada pequeño hueco en las paredes de la cueva rezuma ojos y siseos malhumorados. Ya sea por miedo o por estar esperando una oportunidad mejor para saltar sobre mí, ninguno de los bichos sale de su escondite. Yo mantengo la katana en alto, amenazante, aunque por dentro tiemblo. Si todas esas alimañas deciden atacar a la vez, yo no tengo ni la más mínima oportunidad. No sé manejar esta espada y mi magia parece haberse agotado… como siempre la suerte no está de mi parte. Sigo mi camino imperturbable. Tan solo quiero salir de aquí y volver con Cain y Vacuum. De vez en cuando oigo pasos a mi espalda, pero no puedo ver nada acercándose. Llego a otra gran caverna, de al menos quince metros de alto por unos diez de ancho y largo, que desemboca en otro túnel estrecho. Hay algo extraño. Todos los túneles por los que había pasado están tallados de forma muy tosca, con bordes irregulares y sin ningún tipo de refuerzo, en cambio este lugar es distinto. Está sostenido por dos enormes arcos de madera que salen desde el suelo y la piedra está muy lisa, sin apenas salientes.
Avanzo muy despacio, midiendo cada paso No me gusta estar bajo tierra. No me gusta estar perdida. Por suerte la oscuridad no es un problema pero no puedo evitar estar aterrada. Desearía que los chicos estuviesen conmigo, desearía poder esconderme entre ellos, sentirme protegida. ¿Por qué me he ido de nuevo? ¿Por qué simplemente no me he quedado a dormir a su lado lo que quedaba de noche? Porque soy una maldita cabezota, si señor, eso es lo que soy… y ahora tengo frío y miedo.
Oigo algo detrás de mí y me doy la vuelta rápidamente, apuntando con la espada hasta que me doy cuenta de que no tiene punta para clavar, que solo sirve para cortar. Vuelvo a levantarla sobre mi hombro, alerta. Doy un par de pasos hacia el otro lado de la cueva, cuando de pronto un estruendo ensordecedor hace que hasta las piedras se estremezcan. Pese al susto, me mantengo de pie y sin bajar la guardia. Una tremenda nube de humo cubre toda la cueva, impidiendo que mi “visión nocturna” realice su trabajo como debe. Si pudiese, estaría tosiendo un buen rato. Tras el sobresalto inicial, miro hacia todos los lados, buscando el origen de tal estruendo, pero tan solo alcanzo a ver el polvo a mi alrededor, que nubla mis sentidos. Consigo concentrarme y puedo ver que la entrada por la que he venido está bloqueada. El túnel se ha derrumbado. Camino de espaldas hacia la muralla de piedras sin perder de vista la otra entrada. Esto no ha sido una casualidad. Lo han provocado, Alguien me ha acorralado a conciencia. No trato de apartar las piedras, no tengo tiempo. El sonido de unos pasos me avisa de que no estoy sola y, de pronto unas figuras oscuras comienzan a salir del túnel. Son humanos, delgados, demacrados, paliduchos y llenos de cicatrices. Aun así son demasiados. Hay por lo menos 30… pero eso no es lo peor. Veo algo moverse por debajo, figuras pequeña. Niños. El pánico me inunda. No… no, por favor… puedo luchar contra todos los hombres y mujeres… pero los niños… “El del otro día también era un niño y no te paraste a dudar ni a plantearte si debías o no hacerlo… además, tu también eres “solo” una niña…” Uno de los hombres se acerca a mi y apenas tengo tiempo de reaccionar. Con un grito se abalanza, blandiendo un palo acabado en punta. Desvío la trayectoria del pincho con la espada, pero apenas un segundo después una mano corta el aire a mi lado y decenas de rugidos hambrientos, más típicos de las alimañas que de las personas se escapan de sus bocas… ¡quieren comerme!. Es imposible, no puedo con todos a la vez. Noto un dolor agudo en la mano y veo como uno de los niños muerde mis dedos con saña, tratando de hacer que suelte la espada. Le aparto de un golpe, haciendo que caiga varios metros hacia atrás y empujando con él a otro hombre. Me encuentro atrapada entre la pared y una montaña de gente hambrienta… de pronto todos están encima mía, agarrándome, mordiéndome, pegándome. El miedo se convierte en ira. Trato de quitármelos de encima, pero mi fuerza no es suficiente para apartarlos a todos. Con un gruñido interno trato de mover el brazo en el que tengo la katana, pero está inmovilizado por una mujer, que, para mi horror me muerde, arrancando un trozo de carne, con un aullido demencial. El humo lame la herida, recompone la piel y la cicatriza, como si nada hubiese pasado. Apenas puedo ser consciente de todo lo que pasa a mí alrededor. El daño que me hacen desaparece al instante, pero el dolor es el mismo. El fuego arde dentro de mi con una fuerza desmesurada. Me retuerzo, trato de dar puños y patadas, pero todos mis intentos son en vano. Apenas puedo apartar a unos pocos, que rápidamente son sustituidos. Lloro y grito por dentro llena de rabia. Quiero salir, quiero irme y volver con Cain y Vacuum. Quiero… pero no puedo. Poco a poco noto como con cada mordisco las fuerzas se me van… me regenero automáticamente, pero el dolor me agota hasta el delirio. ¿Cuánto tiempo van a seguir así? ¿Por qué no me matan y acaban de una vez con la tortura? Claro… porque si me matan, se les acaba la carne… Todo lo que podía ver era una maraña de dientes y rabia. El sonido de la carne desgarrándose inunda todo a mi alrededor, pero comienza a no importarme. Me refugio dentro de mi misma, ignorando el dolor, ignorando sus bocas hambrientas, pensando únicamente en lo tonta que he sido. “Lucha niña tonta” Resuena en mis pensamientos sacándome de los ojos de Vacuum, en los que me había perdido y devolviéndome al purgatorio en el que se había convertido esa cueva. “Mátalos o haz que te maten, pero lucha…” dice la voz. Es una voz potente, poderosa, más un gruñido que palabras reales, aunque puedo entenderlas perfectamente. Su voz va apagándose conforme vuelvo a la realidad. Nadie se había comunicado conmigo telepáticamente. Lo sé porque en los libros que había leído en la biblioteca dejaba bien clarito que se nota que es un pensamiento externo, algo intrusivo, pero ese pensamiento se había originado desde dentro. Definitivamente este es mi final, me estoy volviendo completamente loca. Quiero hacer lo que la voz me dice, quiero acabar con esto para bien o para mal, pero apenas me quedan fuerzas, toda mi energía parece estar concentrada en hacer que cada vez que un trozo de carne se arranca, otro aparezca detrás para que puedan seguir comiendo… Recuerdo el mito de Prometeo… “ambos condenados a ser devorados una y otra vez… ambos por el fuego…” pienso.
Dentro de los pensamientos de Elliot, en un lugar al que ni ella misma puede acceder, algo se remueve. El dragón, aletargado durante años, confinado en lo más profundo de su alma, siente algo. Las alarmas se disparan, todo a su alrededor es dolor, dolor e ira. No es la primera vez que pasa, no es la primera vez que Elliot está a punto de morir. El dragón se remueve furioso, ya no solo con los atacantes sino con la propia mocosa de la que es preso. ¿Por qué ha parado de defenderse? ¿Por qué deja que le hagan eso? ¡Ella podría matarlos! ¡Podría acabar con ellos en menos de un minuto! ¿Por qué ahora no lo hace? El dragón está frustrado, viendo como la energía se le acaba sin ni siquiera aprovecharla, sin siquiera tratar de escapar. La bestia se remueve enfurecida, soltando llamas que solo Elliot puede sentir, propagando su fuego a todo el cuerpo de la niña, pero no consigue que actúe. Los mugrientos bichos esos siguen devorando su carne como si Elliot no fuese más que otra de las alimañas que viven por los túneles… aprovechando su regeneración para comer hasta saciarse… ¡Pero ella no es la comida de alguien! ¡Ella es una Dullahan! ¡Ha sido bendecida por la Luna! “Lucha niña tonta” piensa el dragón, y, para su asombro, por primera vez, Elliot le escucha. La muchacha vuelve a la realidad y el dragón vuelve a sentir el dolor que sufre a través de ella, pero la muy tonta no reacciona. Sigue sufriendo… ¡Esta no es muerte para una guerrera! ¡Esta no es muerte para alguien como ella! “Mátalos o haz que te maten, pero lucha… Elliot vamos solo tienes que usar tu fuerza unos segundos y después correr…” La chica había dejado de escucharle en mitad de la frase, pero aun no se mueve. El dragón ruge, impotente, queriendo salir, deseando volver a arrebatar vidas después de tanto tiempo, deseando sentirse fuerte y vivo, deseando acabar con ese dolor que le rodea. De pronto algo cambia. Dentro de Elliot algo se rompe, y, antes de que pueda darse cuenta, deja de ser solo una vez en la conciencia de la niña.
Esas personas parecen insaciables, comen y comen sin descanso, pegándose entre ellos solo para conseguir más carne. En mi mente, continuo gritando, tratando de moverme, de hacer algo pero el dolor no me deja. De repente para. La niebla de la que se forman mis armas estalla, nublando mi vista por un instante y oigo varios gritos y el ruido de gente cayendo. Nadie muerde mi piel, que se regenera con rapidez. El dolor sigue ahí, pero no puedo pensar en él. Ahora mismo, toda mi atención está puesta en la tremenda figura que hay delante de mí. Es tan sólido como puedo serlo yo, pero su cuerpo desprende un vaho negro que lo hace parecer salido de un sueño. Su altura supera la mía con creces y su cuerpo está cubierto de brillantes escamas negras. Sus patas están acabadas en unas enormes garras curvadas. La cola tiene al menos dos metros de largo y acaba en un pico afilado. Sus alas fibrosas, miden más de cinco metros cada una, y están rematadas en sus articulaciones por puntas. Pero sin duda, lo que más me llama la atención es el humo negro que desprende su cuello, justo donde debería estar la cabeza. Es un dragón. No, es el dragón que estaba en mi pesadilla. Muchos de los que están en la cueva salen a correr sin mirar atrás. Otros tratan de pinchar con los palos al dragón, pero estos le atraviesan limpiamente, como si no hubiese más que aire. Los que estaban a mi alrededor me sueltan, y caigo al suelo sin fuerzas. El dolor comienza a desaparecer mientras las heridas se curan. Todos los que quedan en la sala están pendientes de la bestia, que ha recogido sus alas y está quieto… ¿mirándome? No puedo saberlo con seguridad. De un momento a otro, el dragón vuelve a extender sus alas llevándose por delante a una persona que estaba a su lado, a la cual hace volar hasta chocar contra una pared. Luego agita sus alas y ya se lo que viene a continuación. Me arrastro a gatas hasta llegar a una roca, donde me escondo. Las llamas negras no tardan en aparecer, creando un coro de gritos agónicos, que apenas duran unos segundos. No salgo hasta que no estoy completamente segura de que ha parado. El olor a carne quemada inunda la cueva y los cuerpos calcinados de niños y adultos humean desde el suelo. El dragón no se ha movido de sitio, continúa allí, agitando las alas. Me debato entre enfrentar a la bestia, salir a correr o esconderme hasta que desaparezca… pero sin mi magia el dragón me mataría antes de poder hacerle ni un rasguño y estoy segura que no puedo correr tanto como para que no me coja. Avanzo muy despacio hacia el dragón, con las manos en alta y la katana cogida, pero sin estar en posición para atacar.
-¿Se puede saber que haces Elliot? - la voz suena tan clara en mis pensamientos como si fuesen propios. Miro a mi alrededor, buscando al emisor, aunque en el fondo ya sé quién es. Mis manos bajan lentamente. Le oigo. Puedo oírle. Y no parece que vaya a atacarme... - ¡Claro que no voy a atacarte niña! ¿Te crees que te he salvado para ahora matarnos?- ¿Matarnos? Ni que… ¡Oh dios! Miré el humo negro que desprendía su cuello…
-Eres… eres… ¿otra arma? - pensé.
- ¿Arma? - Una risa clara retumbó en mis pensamientos - ¿Es que tengo pinta de ser una espada, chica? No, no soy ningún “arma” aunque estoy igualmente vinculado a ti - Me quedo quieta, a un par de metros del dragón… Vinculado a mi…
- ¿Qué significa eso…? - pregunto desconcertada. - Eso significa que llevo contigo desde que naciste, Elliot. Soy tan parte de ti como tus armas, como tu carácter, he vivido contigo, dentro de ti, desde que abriste los ojos por primera vez - Me quedo paralizada sin saber que hacer ni que decir… ¿Ha vivido conmigo siempre? - No hay tiempo para todas estas cosas Elliot, decapítale y larguémonos - Dice empujando con una zarpa hacia mi el cuerpo de un niño que no está demasiado quemado. Toda su piel brilla rosa y negra.
-Ya está muerto - pienso con voz neutra, sin entender porque debo decapitarlo.
- Elliot, decapítalo de una vez, tenemos que irnos - insiste. Vuelvo a mirar al niño ¿Por qué quiere que le decapite? ¡Está muerto! El dragón ruge y se acerca hacia mi. Doy dos pasos hacia atrás asustada mientras veo con horror como sujeta el cuerpo del niño con una zarpa mientras con la otra tira de la cabeza hasta arrancarla completamente, como si no fuese mas que un tapón de corcho… botellitas de magia, había dicho la mujer del cementerio… y de pronto lo comprendo todo. Justo en el momento en el que cabeza y cuerpo se separan un cosquilleo cálido recorre todo mi cuerpo, inundándome.
- ¿Qué… que es esto? - Digo mirando mis manos. Luego mi vista va hacia la cabeza del niño.
- Magia, niña tonta… y esto era solo un cadáver medio chamuscado… solo es una milésima parte de lo que puedes conseguir. Si le hubieses decapitado vivo, te hubieses cargado al menos cinco veces mas - Le miro unos segundos. "Es un batir de alas, el sonido de la carne desgarrandose, la musica del poder inundando sus cuerpos" Esas fueron las palabras de uno de los muertos, y ahora las entiendo.
- ¿cargarme? ¿Decapitando? - Pregunto. - ¿Así obtendré poder?¿Si decapito a uno, podré matar a los demás? - le pregunto notando que algo bulle en mi interior. Quiero vengarme. Necesito hacerlo. El fuego ya no me quema por dentro, pero el sentimiento es el mismo. Vuelvo a tener magia, poca según dice el dragón, pero magia al fin y al cabo.
- Elliot, podrías haberles matado sin necesidad de usar la magia. ¡Eres una Dullahan niña! Pero parece que te conozco más que tú misma… no sabes cuales son tus armas, no sabes cuáles son tus dones, no sabes utilizarlos ni te has preocupado en hacer más que leer libros… ¡Como si los libros pudiesen hacer que manejases un arma bien! Bueno, es hora de irnos… - el dragón suena casi enfadado, pero no le escucho. Sonrío internamente y la katana brilla en mis manos. Salgo a correr, deseando encontrarme con cualquiera de esos bichos. La verdad es que me da igual si quien me encuentre me ha mordido o no, si es un niño, un adulto, si está armado o indefenso. Solo puedo pensar en vengarme. Ya no quiero salir de los subterráneos, ya no me preocupa volver… por unos segundos solo existe la ira que me recorre. Además, quiero magia. Quiero volver a sentir el cosquilleo que produce al llenarme de ella. “¿¡A dónde demonios vas, niña tonta!? ¡He dicho que tenemos que irnos de aquí!” resuena en mis pensamientos, pero yo ya me he metido por el estrecho túnel. Voy corriendo, sin importarme si hago ruido o no. Quiero que vengan, quiero que me ataquen… y mis deseos se cumplen. Uno de los hombres me ve y se abalanza hacia mi con un grito. Pero esta vez estoy preparada. Sonrío y haciendo uso de mi fuerza giro las tornas hasta ponerle contra la pared. El filo de la katana se apoya en su cuello mientras el hombre se retuerce y grita tratando de soltarse y de alertar a los demás. Mi cuerpo se pega a él hasta inmovilizarle y, con una lentitud pasmosa deslizo la espada por su piel, dejando que la sangre corra por la hoja, disfrutando con su dolor. El hombre gime, llora, puedo ver la agonía en sus ojos pero eso no me hace parar. Ellos me han hecho sufrir, me han hecho sufrir muchísimo más de lo que yo podría devolverles en mil vidas. La espada se hunde en su cuello y casi puedo notar como la vida se escapa de su cuerpo. Con un último movimiento, la katana atraviesa piel, carne y hueso. La cabeza cae hacia un lado y el cuerpo se resbala por la pared hasta el suelo. Esta vez no hay cosquilleo, sino mas bien siento como si un rayo me atravesase de parte a parte. Puedo sentir la magia de nuevo recorriendo mis venas, una sensación maravillosa, increible. Sonrío inconscientemente y vuelvo a mirar al hombre. “Le he matado”. Ese pensamiento me traviesa por unos segundos. “Le he matado y no me arrepiento” No, no hay remordimientos, no hay miedo… solo quiero más. “Elliot Para, tenemos que volver ¡Hazme caso! Ya tendrás mucho tiempo para seguir matando de que salgamos de aquí y te recuperes del todo, podrás acabar con toda rocavarancolia si te apetece, pero primero tienes que descansar y entrenar” grita el dragón en mi cabeza. “¡Déjame! ¡No eres nadie para decirme lo que tengo que hacer! ¡Déjame!“ Respondo en un rugido. “Como quieras, niña idiota” y después, solo silencio. Vuelvo a recorrer los túneles, y dos cabezas más caen a mis pies durante el recorrido. Esta vez tan solo duran un par de movimientos, un parpadeo y ¡chas! La magia me recorre, me llena, embriagándome hasta la locura. Camino por un túnel ancho, con la piel manchada de sangre, buscando mas presas mientras en mis pensamientos las palabras de los muertos cada vez cobran mas sentido… "Pero hay sangre en sus pensamientos, y la sangre manchará sus manos, llenará su cuerpo, reclamará su cordura y su alma." Había dicho uno… ¡tonta de mi! Yo pensaba que se refería a jack… pero no. Soy yo. Por supuesto que soy yo… no quiero beberla, quiero derramarle… todo lo que habían dicho se cumple… se cumple y no me importa. “Bueno, ya está bien de tonterías” Algo se remueve en mi interior y, sin quererlo, el dragón vuelve a aparecer, aunque no me da tiempo de reaccionar, su cola se enrolla en mi cuerpo, inmovilizándome. Lucho contra él, pero es mas fuerte. Me arrastra, literalmente, por los túneles mientras le grito en mis pensamientos que me suelte. Llegamos a una de las cavernas grandes donde me deja en el suelo de forma brusca. Me sacudo el polvo del vestido negro, enfadada.
-¿Porque no me haces caso niña tonta? - resuena en mi cabeza.
-¿Porque? ¿¡Porque!? Tu dices conocerme. Dices haber vivido conmigo incluso antes de nacer... ¿Porque no te hago caso? ¿¡Porque nunca me has ayudado!? ¿Porque nunca te has mostrado? ¡He vivido años sola! ¿porque nunca has estado ahi? Y ahora vienes queriendo que confie en ti... ¡No eres mas que un estúpido parásito! -bramo soltando todo el fuego que me recorre en esas palabras, envalentonada por la nueva energía obtenida - Tu dices conocerme – repito - pero yo no te conozco a ti...No he elegido tenerte… ¡y no quiero hacerlo! ¡Vete! ¡Largate para siempre! ¡Vete a ocupar otro cuerpo o lo que sea! - Incluso aunque no pronuncio las palabras, estas se quiebran en mi mente de pura rabia.
-Estupida... Ya has sacado toda la información que querías de mi y ahora quieres hacer que me vaya ¿no? ¿Es que no lo entiendes? ¡Tu rabia te ciega, mocosa! No puedo irme, no voy a irme. - La ira convulsiona dentro de mi. Una niebla negra y espesa como el petroleo baja por mis brazos.
-Te irás... por las buenas o por las malas pero te irás. – pienso en voz muy suave y lenta. Elevo la katana por encima de mis hombros y sin pensarlo, salto hacia el dragón con una ira desmedida. La espada atraviesa el humo negro del que está hecho sin hacerle el mínimo daño. Ataco con mas fuerza aun, casi entre lágrimas de impotencia hasta que, cansado, el dragón se eleva sobre dos patas, agitando las alas.
- Ni siquiera sabes utilizar tus armas - La katana se deshace entre mis manos mientras el fuego negro roza mi piel y me envuelve, aunque no me quema. Luego deja caer las zarpas sobre mí y caigo al suelo, levantando una nube de polvo. – la Luna te ha transformado si, te ha dado demasiado poder y demasiada estupidez para contenerla en un solo cuerpo. – Escucho en mis pensamientos, pero cuando me giro para ver dónde está el dragón, este ha desaparecido, dejando volutas negras que flotan en el aire.
RESUMEN xD
Elliot se cae a los subterráneos, se queda sin magia y no puede salir. Comienza a andar para busca la salida pero la acorralan en una caverna los hombres de los subterráneos y empiezan a comérsela viva aprovechando su regeneración instantánea. El dragón consigue salir y se carga a unos pocos. Luego el dragón decapita a uno de los muertos y Elliot descubre como obtiene la magia. La niña, queriendo vengarse por su tortura y deseando tener mas magia, decapita a tres personas. El dragón se enfada y decide sacar a Elliot de los subterráneos. La niña, envalentonada, trata de matar al dragón, que prácticamente se rie de ella antes de desaparecer en la niebla de nuevo.
Cada pequeño hueco en las paredes de la cueva rezuma ojos y siseos malhumorados. Ya sea por miedo o por estar esperando una oportunidad mejor para saltar sobre mí, ninguno de los bichos sale de su escondite. Yo mantengo la katana en alto, amenazante, aunque por dentro tiemblo. Si todas esas alimañas deciden atacar a la vez, yo no tengo ni la más mínima oportunidad. No sé manejar esta espada y mi magia parece haberse agotado… como siempre la suerte no está de mi parte. Sigo mi camino imperturbable. Tan solo quiero salir de aquí y volver con Cain y Vacuum. De vez en cuando oigo pasos a mi espalda, pero no puedo ver nada acercándose. Llego a otra gran caverna, de al menos quince metros de alto por unos diez de ancho y largo, que desemboca en otro túnel estrecho. Hay algo extraño. Todos los túneles por los que había pasado están tallados de forma muy tosca, con bordes irregulares y sin ningún tipo de refuerzo, en cambio este lugar es distinto. Está sostenido por dos enormes arcos de madera que salen desde el suelo y la piedra está muy lisa, sin apenas salientes.
Avanzo muy despacio, midiendo cada paso No me gusta estar bajo tierra. No me gusta estar perdida. Por suerte la oscuridad no es un problema pero no puedo evitar estar aterrada. Desearía que los chicos estuviesen conmigo, desearía poder esconderme entre ellos, sentirme protegida. ¿Por qué me he ido de nuevo? ¿Por qué simplemente no me he quedado a dormir a su lado lo que quedaba de noche? Porque soy una maldita cabezota, si señor, eso es lo que soy… y ahora tengo frío y miedo.
Oigo algo detrás de mí y me doy la vuelta rápidamente, apuntando con la espada hasta que me doy cuenta de que no tiene punta para clavar, que solo sirve para cortar. Vuelvo a levantarla sobre mi hombro, alerta. Doy un par de pasos hacia el otro lado de la cueva, cuando de pronto un estruendo ensordecedor hace que hasta las piedras se estremezcan. Pese al susto, me mantengo de pie y sin bajar la guardia. Una tremenda nube de humo cubre toda la cueva, impidiendo que mi “visión nocturna” realice su trabajo como debe. Si pudiese, estaría tosiendo un buen rato. Tras el sobresalto inicial, miro hacia todos los lados, buscando el origen de tal estruendo, pero tan solo alcanzo a ver el polvo a mi alrededor, que nubla mis sentidos. Consigo concentrarme y puedo ver que la entrada por la que he venido está bloqueada. El túnel se ha derrumbado. Camino de espaldas hacia la muralla de piedras sin perder de vista la otra entrada. Esto no ha sido una casualidad. Lo han provocado, Alguien me ha acorralado a conciencia. No trato de apartar las piedras, no tengo tiempo. El sonido de unos pasos me avisa de que no estoy sola y, de pronto unas figuras oscuras comienzan a salir del túnel. Son humanos, delgados, demacrados, paliduchos y llenos de cicatrices. Aun así son demasiados. Hay por lo menos 30… pero eso no es lo peor. Veo algo moverse por debajo, figuras pequeña. Niños. El pánico me inunda. No… no, por favor… puedo luchar contra todos los hombres y mujeres… pero los niños… “El del otro día también era un niño y no te paraste a dudar ni a plantearte si debías o no hacerlo… además, tu también eres “solo” una niña…” Uno de los hombres se acerca a mi y apenas tengo tiempo de reaccionar. Con un grito se abalanza, blandiendo un palo acabado en punta. Desvío la trayectoria del pincho con la espada, pero apenas un segundo después una mano corta el aire a mi lado y decenas de rugidos hambrientos, más típicos de las alimañas que de las personas se escapan de sus bocas… ¡quieren comerme!. Es imposible, no puedo con todos a la vez. Noto un dolor agudo en la mano y veo como uno de los niños muerde mis dedos con saña, tratando de hacer que suelte la espada. Le aparto de un golpe, haciendo que caiga varios metros hacia atrás y empujando con él a otro hombre. Me encuentro atrapada entre la pared y una montaña de gente hambrienta… de pronto todos están encima mía, agarrándome, mordiéndome, pegándome. El miedo se convierte en ira. Trato de quitármelos de encima, pero mi fuerza no es suficiente para apartarlos a todos. Con un gruñido interno trato de mover el brazo en el que tengo la katana, pero está inmovilizado por una mujer, que, para mi horror me muerde, arrancando un trozo de carne, con un aullido demencial. El humo lame la herida, recompone la piel y la cicatriza, como si nada hubiese pasado. Apenas puedo ser consciente de todo lo que pasa a mí alrededor. El daño que me hacen desaparece al instante, pero el dolor es el mismo. El fuego arde dentro de mi con una fuerza desmesurada. Me retuerzo, trato de dar puños y patadas, pero todos mis intentos son en vano. Apenas puedo apartar a unos pocos, que rápidamente son sustituidos. Lloro y grito por dentro llena de rabia. Quiero salir, quiero irme y volver con Cain y Vacuum. Quiero… pero no puedo. Poco a poco noto como con cada mordisco las fuerzas se me van… me regenero automáticamente, pero el dolor me agota hasta el delirio. ¿Cuánto tiempo van a seguir así? ¿Por qué no me matan y acaban de una vez con la tortura? Claro… porque si me matan, se les acaba la carne… Todo lo que podía ver era una maraña de dientes y rabia. El sonido de la carne desgarrándose inunda todo a mi alrededor, pero comienza a no importarme. Me refugio dentro de mi misma, ignorando el dolor, ignorando sus bocas hambrientas, pensando únicamente en lo tonta que he sido. “Lucha niña tonta” Resuena en mis pensamientos sacándome de los ojos de Vacuum, en los que me había perdido y devolviéndome al purgatorio en el que se había convertido esa cueva. “Mátalos o haz que te maten, pero lucha…” dice la voz. Es una voz potente, poderosa, más un gruñido que palabras reales, aunque puedo entenderlas perfectamente. Su voz va apagándose conforme vuelvo a la realidad. Nadie se había comunicado conmigo telepáticamente. Lo sé porque en los libros que había leído en la biblioteca dejaba bien clarito que se nota que es un pensamiento externo, algo intrusivo, pero ese pensamiento se había originado desde dentro. Definitivamente este es mi final, me estoy volviendo completamente loca. Quiero hacer lo que la voz me dice, quiero acabar con esto para bien o para mal, pero apenas me quedan fuerzas, toda mi energía parece estar concentrada en hacer que cada vez que un trozo de carne se arranca, otro aparezca detrás para que puedan seguir comiendo… Recuerdo el mito de Prometeo… “ambos condenados a ser devorados una y otra vez… ambos por el fuego…” pienso.
Dentro de los pensamientos de Elliot, en un lugar al que ni ella misma puede acceder, algo se remueve. El dragón, aletargado durante años, confinado en lo más profundo de su alma, siente algo. Las alarmas se disparan, todo a su alrededor es dolor, dolor e ira. No es la primera vez que pasa, no es la primera vez que Elliot está a punto de morir. El dragón se remueve furioso, ya no solo con los atacantes sino con la propia mocosa de la que es preso. ¿Por qué ha parado de defenderse? ¿Por qué deja que le hagan eso? ¡Ella podría matarlos! ¡Podría acabar con ellos en menos de un minuto! ¿Por qué ahora no lo hace? El dragón está frustrado, viendo como la energía se le acaba sin ni siquiera aprovecharla, sin siquiera tratar de escapar. La bestia se remueve enfurecida, soltando llamas que solo Elliot puede sentir, propagando su fuego a todo el cuerpo de la niña, pero no consigue que actúe. Los mugrientos bichos esos siguen devorando su carne como si Elliot no fuese más que otra de las alimañas que viven por los túneles… aprovechando su regeneración para comer hasta saciarse… ¡Pero ella no es la comida de alguien! ¡Ella es una Dullahan! ¡Ha sido bendecida por la Luna! “Lucha niña tonta” piensa el dragón, y, para su asombro, por primera vez, Elliot le escucha. La muchacha vuelve a la realidad y el dragón vuelve a sentir el dolor que sufre a través de ella, pero la muy tonta no reacciona. Sigue sufriendo… ¡Esta no es muerte para una guerrera! ¡Esta no es muerte para alguien como ella! “Mátalos o haz que te maten, pero lucha… Elliot vamos solo tienes que usar tu fuerza unos segundos y después correr…” La chica había dejado de escucharle en mitad de la frase, pero aun no se mueve. El dragón ruge, impotente, queriendo salir, deseando volver a arrebatar vidas después de tanto tiempo, deseando sentirse fuerte y vivo, deseando acabar con ese dolor que le rodea. De pronto algo cambia. Dentro de Elliot algo se rompe, y, antes de que pueda darse cuenta, deja de ser solo una vez en la conciencia de la niña.
Esas personas parecen insaciables, comen y comen sin descanso, pegándose entre ellos solo para conseguir más carne. En mi mente, continuo gritando, tratando de moverme, de hacer algo pero el dolor no me deja. De repente para. La niebla de la que se forman mis armas estalla, nublando mi vista por un instante y oigo varios gritos y el ruido de gente cayendo. Nadie muerde mi piel, que se regenera con rapidez. El dolor sigue ahí, pero no puedo pensar en él. Ahora mismo, toda mi atención está puesta en la tremenda figura que hay delante de mí. Es tan sólido como puedo serlo yo, pero su cuerpo desprende un vaho negro que lo hace parecer salido de un sueño. Su altura supera la mía con creces y su cuerpo está cubierto de brillantes escamas negras. Sus patas están acabadas en unas enormes garras curvadas. La cola tiene al menos dos metros de largo y acaba en un pico afilado. Sus alas fibrosas, miden más de cinco metros cada una, y están rematadas en sus articulaciones por puntas. Pero sin duda, lo que más me llama la atención es el humo negro que desprende su cuello, justo donde debería estar la cabeza. Es un dragón. No, es el dragón que estaba en mi pesadilla. Muchos de los que están en la cueva salen a correr sin mirar atrás. Otros tratan de pinchar con los palos al dragón, pero estos le atraviesan limpiamente, como si no hubiese más que aire. Los que estaban a mi alrededor me sueltan, y caigo al suelo sin fuerzas. El dolor comienza a desaparecer mientras las heridas se curan. Todos los que quedan en la sala están pendientes de la bestia, que ha recogido sus alas y está quieto… ¿mirándome? No puedo saberlo con seguridad. De un momento a otro, el dragón vuelve a extender sus alas llevándose por delante a una persona que estaba a su lado, a la cual hace volar hasta chocar contra una pared. Luego agita sus alas y ya se lo que viene a continuación. Me arrastro a gatas hasta llegar a una roca, donde me escondo. Las llamas negras no tardan en aparecer, creando un coro de gritos agónicos, que apenas duran unos segundos. No salgo hasta que no estoy completamente segura de que ha parado. El olor a carne quemada inunda la cueva y los cuerpos calcinados de niños y adultos humean desde el suelo. El dragón no se ha movido de sitio, continúa allí, agitando las alas. Me debato entre enfrentar a la bestia, salir a correr o esconderme hasta que desaparezca… pero sin mi magia el dragón me mataría antes de poder hacerle ni un rasguño y estoy segura que no puedo correr tanto como para que no me coja. Avanzo muy despacio hacia el dragón, con las manos en alta y la katana cogida, pero sin estar en posición para atacar.
-¿Se puede saber que haces Elliot? - la voz suena tan clara en mis pensamientos como si fuesen propios. Miro a mi alrededor, buscando al emisor, aunque en el fondo ya sé quién es. Mis manos bajan lentamente. Le oigo. Puedo oírle. Y no parece que vaya a atacarme... - ¡Claro que no voy a atacarte niña! ¿Te crees que te he salvado para ahora matarnos?- ¿Matarnos? Ni que… ¡Oh dios! Miré el humo negro que desprendía su cuello…
-Eres… eres… ¿otra arma? - pensé.
- ¿Arma? - Una risa clara retumbó en mis pensamientos - ¿Es que tengo pinta de ser una espada, chica? No, no soy ningún “arma” aunque estoy igualmente vinculado a ti - Me quedo quieta, a un par de metros del dragón… Vinculado a mi…
- ¿Qué significa eso…? - pregunto desconcertada. - Eso significa que llevo contigo desde que naciste, Elliot. Soy tan parte de ti como tus armas, como tu carácter, he vivido contigo, dentro de ti, desde que abriste los ojos por primera vez - Me quedo paralizada sin saber que hacer ni que decir… ¿Ha vivido conmigo siempre? - No hay tiempo para todas estas cosas Elliot, decapítale y larguémonos - Dice empujando con una zarpa hacia mi el cuerpo de un niño que no está demasiado quemado. Toda su piel brilla rosa y negra.
-Ya está muerto - pienso con voz neutra, sin entender porque debo decapitarlo.
- Elliot, decapítalo de una vez, tenemos que irnos - insiste. Vuelvo a mirar al niño ¿Por qué quiere que le decapite? ¡Está muerto! El dragón ruge y se acerca hacia mi. Doy dos pasos hacia atrás asustada mientras veo con horror como sujeta el cuerpo del niño con una zarpa mientras con la otra tira de la cabeza hasta arrancarla completamente, como si no fuese mas que un tapón de corcho… botellitas de magia, había dicho la mujer del cementerio… y de pronto lo comprendo todo. Justo en el momento en el que cabeza y cuerpo se separan un cosquilleo cálido recorre todo mi cuerpo, inundándome.
- ¿Qué… que es esto? - Digo mirando mis manos. Luego mi vista va hacia la cabeza del niño.
- Magia, niña tonta… y esto era solo un cadáver medio chamuscado… solo es una milésima parte de lo que puedes conseguir. Si le hubieses decapitado vivo, te hubieses cargado al menos cinco veces mas - Le miro unos segundos. "Es un batir de alas, el sonido de la carne desgarrandose, la musica del poder inundando sus cuerpos" Esas fueron las palabras de uno de los muertos, y ahora las entiendo.
- ¿cargarme? ¿Decapitando? - Pregunto. - ¿Así obtendré poder?¿Si decapito a uno, podré matar a los demás? - le pregunto notando que algo bulle en mi interior. Quiero vengarme. Necesito hacerlo. El fuego ya no me quema por dentro, pero el sentimiento es el mismo. Vuelvo a tener magia, poca según dice el dragón, pero magia al fin y al cabo.
- Elliot, podrías haberles matado sin necesidad de usar la magia. ¡Eres una Dullahan niña! Pero parece que te conozco más que tú misma… no sabes cuales son tus armas, no sabes cuáles son tus dones, no sabes utilizarlos ni te has preocupado en hacer más que leer libros… ¡Como si los libros pudiesen hacer que manejases un arma bien! Bueno, es hora de irnos… - el dragón suena casi enfadado, pero no le escucho. Sonrío internamente y la katana brilla en mis manos. Salgo a correr, deseando encontrarme con cualquiera de esos bichos. La verdad es que me da igual si quien me encuentre me ha mordido o no, si es un niño, un adulto, si está armado o indefenso. Solo puedo pensar en vengarme. Ya no quiero salir de los subterráneos, ya no me preocupa volver… por unos segundos solo existe la ira que me recorre. Además, quiero magia. Quiero volver a sentir el cosquilleo que produce al llenarme de ella. “¿¡A dónde demonios vas, niña tonta!? ¡He dicho que tenemos que irnos de aquí!” resuena en mis pensamientos, pero yo ya me he metido por el estrecho túnel. Voy corriendo, sin importarme si hago ruido o no. Quiero que vengan, quiero que me ataquen… y mis deseos se cumplen. Uno de los hombres me ve y se abalanza hacia mi con un grito. Pero esta vez estoy preparada. Sonrío y haciendo uso de mi fuerza giro las tornas hasta ponerle contra la pared. El filo de la katana se apoya en su cuello mientras el hombre se retuerce y grita tratando de soltarse y de alertar a los demás. Mi cuerpo se pega a él hasta inmovilizarle y, con una lentitud pasmosa deslizo la espada por su piel, dejando que la sangre corra por la hoja, disfrutando con su dolor. El hombre gime, llora, puedo ver la agonía en sus ojos pero eso no me hace parar. Ellos me han hecho sufrir, me han hecho sufrir muchísimo más de lo que yo podría devolverles en mil vidas. La espada se hunde en su cuello y casi puedo notar como la vida se escapa de su cuerpo. Con un último movimiento, la katana atraviesa piel, carne y hueso. La cabeza cae hacia un lado y el cuerpo se resbala por la pared hasta el suelo. Esta vez no hay cosquilleo, sino mas bien siento como si un rayo me atravesase de parte a parte. Puedo sentir la magia de nuevo recorriendo mis venas, una sensación maravillosa, increible. Sonrío inconscientemente y vuelvo a mirar al hombre. “Le he matado”. Ese pensamiento me traviesa por unos segundos. “Le he matado y no me arrepiento” No, no hay remordimientos, no hay miedo… solo quiero más. “Elliot Para, tenemos que volver ¡Hazme caso! Ya tendrás mucho tiempo para seguir matando de que salgamos de aquí y te recuperes del todo, podrás acabar con toda rocavarancolia si te apetece, pero primero tienes que descansar y entrenar” grita el dragón en mi cabeza. “¡Déjame! ¡No eres nadie para decirme lo que tengo que hacer! ¡Déjame!“ Respondo en un rugido. “Como quieras, niña idiota” y después, solo silencio. Vuelvo a recorrer los túneles, y dos cabezas más caen a mis pies durante el recorrido. Esta vez tan solo duran un par de movimientos, un parpadeo y ¡chas! La magia me recorre, me llena, embriagándome hasta la locura. Camino por un túnel ancho, con la piel manchada de sangre, buscando mas presas mientras en mis pensamientos las palabras de los muertos cada vez cobran mas sentido… "Pero hay sangre en sus pensamientos, y la sangre manchará sus manos, llenará su cuerpo, reclamará su cordura y su alma." Había dicho uno… ¡tonta de mi! Yo pensaba que se refería a jack… pero no. Soy yo. Por supuesto que soy yo… no quiero beberla, quiero derramarle… todo lo que habían dicho se cumple… se cumple y no me importa. “Bueno, ya está bien de tonterías” Algo se remueve en mi interior y, sin quererlo, el dragón vuelve a aparecer, aunque no me da tiempo de reaccionar, su cola se enrolla en mi cuerpo, inmovilizándome. Lucho contra él, pero es mas fuerte. Me arrastra, literalmente, por los túneles mientras le grito en mis pensamientos que me suelte. Llegamos a una de las cavernas grandes donde me deja en el suelo de forma brusca. Me sacudo el polvo del vestido negro, enfadada.
-¿Porque no me haces caso niña tonta? - resuena en mi cabeza.
-¿Porque? ¿¡Porque!? Tu dices conocerme. Dices haber vivido conmigo incluso antes de nacer... ¿Porque no te hago caso? ¿¡Porque nunca me has ayudado!? ¿Porque nunca te has mostrado? ¡He vivido años sola! ¿porque nunca has estado ahi? Y ahora vienes queriendo que confie en ti... ¡No eres mas que un estúpido parásito! -bramo soltando todo el fuego que me recorre en esas palabras, envalentonada por la nueva energía obtenida - Tu dices conocerme – repito - pero yo no te conozco a ti...No he elegido tenerte… ¡y no quiero hacerlo! ¡Vete! ¡Largate para siempre! ¡Vete a ocupar otro cuerpo o lo que sea! - Incluso aunque no pronuncio las palabras, estas se quiebran en mi mente de pura rabia.
-Estupida... Ya has sacado toda la información que querías de mi y ahora quieres hacer que me vaya ¿no? ¿Es que no lo entiendes? ¡Tu rabia te ciega, mocosa! No puedo irme, no voy a irme. - La ira convulsiona dentro de mi. Una niebla negra y espesa como el petroleo baja por mis brazos.
-Te irás... por las buenas o por las malas pero te irás. – pienso en voz muy suave y lenta. Elevo la katana por encima de mis hombros y sin pensarlo, salto hacia el dragón con una ira desmedida. La espada atraviesa el humo negro del que está hecho sin hacerle el mínimo daño. Ataco con mas fuerza aun, casi entre lágrimas de impotencia hasta que, cansado, el dragón se eleva sobre dos patas, agitando las alas.
- Ni siquiera sabes utilizar tus armas - La katana se deshace entre mis manos mientras el fuego negro roza mi piel y me envuelve, aunque no me quema. Luego deja caer las zarpas sobre mí y caigo al suelo, levantando una nube de polvo. – la Luna te ha transformado si, te ha dado demasiado poder y demasiada estupidez para contenerla en un solo cuerpo. – Escucho en mis pensamientos, pero cuando me giro para ver dónde está el dragón, este ha desaparecido, dejando volutas negras que flotan en el aire.
RESUMEN xD
Elliot se cae a los subterráneos, se queda sin magia y no puede salir. Comienza a andar para busca la salida pero la acorralan en una caverna los hombres de los subterráneos y empiezan a comérsela viva aprovechando su regeneración instantánea. El dragón consigue salir y se carga a unos pocos. Luego el dragón decapita a uno de los muertos y Elliot descubre como obtiene la magia. La niña, queriendo vengarse por su tortura y deseando tener mas magia, decapita a tres personas. El dragón se enfada y decide sacar a Elliot de los subterráneos. La niña, envalentonada, trata de matar al dragón, que prácticamente se rie de ella antes de desaparecer en la niebla de nuevo.
Me haré una cama con tus huesos, Invitado, Muajajaj!
Taceant Colloquia.
Effugiat risus.
Hic locus est ubi mors gaudet succurrere vitae.
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- InvitadoInvitado
Re: Subterráneos
09/12/11, 10:24 pm
La libélula transparente que había estado siguiendo a Elliot desde que dejara el burdel se hizo visible ante la mirada de la chica, centelleando con destellos y brillos irisados. Revoloteó a su alrededor, inquieta, como avisando de algo que venía. Segundos después, se oyó un rugido a lo lejos.
Era potente y fiero, y hacía temblar las paredes, paralizando o ahuyentando las alimañas a su paso. Cain cabalgaba a lomos del león a toda velocidad, sin dar tiempo a las repugnantes criaturas de las galerías a seguirles. Le bestia se abría paso a rugidos y a zarpazos con aquellos demasiado osados o demasiado estúpidos como para no apartarse, mientras que su amo tan solo tenía un pensamiento en su cabeza: Sacar a Elliot de allí lo más rápido posible.
Pasó por encima de los estragos causados por el dragón y por la misma Elliot, sin reparar demasiado en ellos. Al fondo de la galería estaba ella... Estaba tirada en el suelo, cubierta de sangre y con un aire desorientado. Al llegar a su altura, Cain se la quedó mirando desde su montura, sin saber muy bien que hacer. Sguía enfadado, la rabia no lo dominaba como la noche anterior pero seguía estando enfadado con ella. Había sido muy estúpida, les había hecho daño... Suspiró << Ya le gritaré más tarde...>> Se bajó del león, ahora indignado por la poca entereza y decisión de su amo, y abrazó a Elliot.
-Apestas- le dijo simplemente. Olía a sangre, a sudor ajeno, a saliva y a carne quemada. Cain hizo un gran esfuerzo para no apartarse de ella hasta que hubo acabado con el abrazo- Ahora vas a subirte al león- señaló a la bestia que movía la cola airada- Vamos a ir a casa y tu vas a darte un baño, y vas a contarnos absolutamente todo lo que te ha pasado con pelos y señales. Y...- añadió, alzando una mano para impedir que la chica le interrumpiera- No te esfuerces en mentir, porque tengo un par de pistas- le mostró el libro, pero no le permitió ver el título. Ayudó a Elliot a subir al león, y una vez hubo asegurado su posicion sobre el lomo, se pusieron en marcha tras un potente rugido. Le alegraba volver a sentir el calor de la chica, pero ni loco iba a dar muestras de ello, no hasta que hubiese comprendido el porqué de su desaparición, de sus amenaza, y de su estúpido enfado. No hasta que les contase la verdad.
Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.
Era potente y fiero, y hacía temblar las paredes, paralizando o ahuyentando las alimañas a su paso. Cain cabalgaba a lomos del león a toda velocidad, sin dar tiempo a las repugnantes criaturas de las galerías a seguirles. Le bestia se abría paso a rugidos y a zarpazos con aquellos demasiado osados o demasiado estúpidos como para no apartarse, mientras que su amo tan solo tenía un pensamiento en su cabeza: Sacar a Elliot de allí lo más rápido posible.
Pasó por encima de los estragos causados por el dragón y por la misma Elliot, sin reparar demasiado en ellos. Al fondo de la galería estaba ella... Estaba tirada en el suelo, cubierta de sangre y con un aire desorientado. Al llegar a su altura, Cain se la quedó mirando desde su montura, sin saber muy bien que hacer. Sguía enfadado, la rabia no lo dominaba como la noche anterior pero seguía estando enfadado con ella. Había sido muy estúpida, les había hecho daño... Suspiró << Ya le gritaré más tarde...>> Se bajó del león, ahora indignado por la poca entereza y decisión de su amo, y abrazó a Elliot.
-Apestas- le dijo simplemente. Olía a sangre, a sudor ajeno, a saliva y a carne quemada. Cain hizo un gran esfuerzo para no apartarse de ella hasta que hubo acabado con el abrazo- Ahora vas a subirte al león- señaló a la bestia que movía la cola airada- Vamos a ir a casa y tu vas a darte un baño, y vas a contarnos absolutamente todo lo que te ha pasado con pelos y señales. Y...- añadió, alzando una mano para impedir que la chica le interrumpiera- No te esfuerces en mentir, porque tengo un par de pistas- le mostró el libro, pero no le permitió ver el título. Ayudó a Elliot a subir al león, y una vez hubo asegurado su posicion sobre el lomo, se pusieron en marcha tras un potente rugido. Le alegraba volver a sentir el calor de la chica, pero ni loco iba a dar muestras de ello, no hasta que hubiese comprendido el porqué de su desaparición, de sus amenaza, y de su estúpido enfado. No hasta que les contase la verdad.
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- Elliot
Ficha de cosechado
Nombre: Neith
Especie: Humana
Habilidades: Carisma, Agilidad e Imaginación
Personajes : Elliot es una Dullahan bastante fácil de cabrear y con quien es mejor no llevarse mal (aun que ésto sea dificil) Conoce el manejo del casi todas las armas, y tiene un Dragón llamado Deatach que es quien le instruye y ayuda.
Ennakhai es un Daeliciana de 13 años convertida en Demiurga y a cargo de Dama Puntada.
Thrasmy's es un Frivy de 17 años. Es un CoMo y ha vivido toda su vida rodeado de lujos y cámaras.
Re: Subterráneos
10/12/11, 01:03 am
Por supuesto el dragón no había desaparecido como tal... no, estaba dentro de mi de nuevo, como un parásito, viviendo de mi sin que yo quisiese. ¡Y no podía evitarlo! ¡No podía echarle! Le sentía dentro de mi, como un fuego constante, como un calor extraño que emanaba desde el interior, casi podía sentir su respiración. Después de haber desatado toda mi furia, de haberme entregado completamente a ella, que el dragón me venciese sin esfuerzo me había dolido casi tanto como los muerdos de esa gente. Me sentía llena de poder de nuevo, había acabado con tres vidas y me sentía mejor que bien, mejor que nunca. Siempre había oido que la primera vez que arrebatas una vida te siente morir tu mismo... pero yo no me sentía así. En ese momento estaba segura que podría luchar contra toda la ciudad, es mas, quería hacerlo, aunque muriese, me daba igual. Solo quería luchar, luchar y matar, conseguir mas poder, sentir el cosquilleo de la magia, sentirme mas fuerte y mas poderosa. Durante ese rato me había sentido libre, completamente libre. "Estúpido dragón" pensé. "No insultes a quien te ha salvado, niña. No es de buena educación, y sobre todo no es para nada útil" contestó él. "¡No me has salvado! ¡Te has salvado a ti mismo! ¡No finjas no ser un egoísta, si yo hubiese muerto tu irías detrás!" grité. "Yo no he dicho que no sea un egoísta... ¡He vivido contigo diecisiete años, algo de ti se me habrá pegado! Además, por mi o por ti, te he salvado." Dijo el dragón realmente enfadado. " ¡ARG! ¡Cállate!¡Sal de mi cabeza! ¡Déjame!" bramé. "Llevo diecisiete años esperando para hablarte! No me pidas que me calle mocosa porque no pienso hacerlo... y menos si me lo pides en ese tono... ¿¡Quien te has creído que soy!? ¡Cuando la Luna transformó al primer Dullahan yo ya estaba aquí! ¡Cuando Mataron a Hurza y a su hermano yo ya estaba aquí! Durante el reinado de los arácnidos yo estaba aquí! ¡Participé en la guerra en la que se creó la cicatriz de Arax! ¡No vuelvas a hablarme en ese tono mocosa! No soy tu mascotita ni tu sirviente." Dijo él, con orgullo. "Si tantos años has vivido y tan independiente eres, ¿porque me has escogido a mi y no a otro? ¿Eh?" Le pregunté "Porque tu tienes las fuerza necesaria. Tienes el carácter necesario y el arrojo... ¡Pero te pierden las formas! ¡No tienes auto control! ¡No tienes paciencia ni sentido común!" me recriminó. Sus palabras me dolieron por unos segundos. En el fondo sabía que tenía razón, pero eso no me gustaba... "Ah no... no trates de engañarme señorita... a ellos podrás contarles lo que quieras y mentirles como te apetezca, pero a mi no. Se lo que piensas y lo que sientes, así que ni lo intentes... ademas, si tienes que inventar una mentira, empieza a hacerlo para tu "marido", viene de camino" Había estado tan concentrada en la discusión mental que ni siquiera me había fijado hasta ese momento de la libélula que brillaba cerca de mi. Algo rugió al final del túnel, pero antes de que pudiese levantarme vi la figura de Cain acercándose sobre un león. Me levanté todo lo rápido que pude mientras el chico me miraba. Vi la sangre que cubría mi piel, maldiciéndola en silencio. Se bajó del león y me abrazó, pillándome por sorpresa la verdad. Todo lo que sentía se deshizo, todo el poder se fue, la grandeza, la ira, la rabia, el orgullo, el enfado... desaparecieron con su abrazo. Volví a ser la niña cosechada, débil y miedosa por unos segundos, la que solo podía sentirse bien entre sus brazos. Me olvidé de la sangre, de la magia y del dragón. Le abracé con tanta fuerza como pude, ignorando sus palabras. Luego se separó de mi, y le escuché en silencio. Mostró un gran libro, el cual, segun el, le daba pistas sobre lo que había estado haciendo... ¿Cuanto sabía él acerca de lo que había pasado aquí abajo? Obviamente los túneles estaban llenos de cadáveres sin cabeza o quemados... pero... ¿sabría porque? ¿Pensaría que lo había hecho para defenderme? Si el supiese... si el supiese que lo había hecho por gusto... por el simple placer de matarles, por el deseo de venganza y de poder... ¿Que pensaría? ¿Se enfadaría? Si... seguro que si... "Puedes no mentirle pero no contarle toda la verdad, Elliot. Puedes decirle lo que has hecho pero no decirle lo que has sentido si no quieres hacerlo... puedes contarle que lo has hecho para defenderte, o para poder escapar..." Dijo el dragón "Tu sabes porqué lo he hecho y a ti no te quiero. ¿Porque iba a ocultárselo a él?" "Exactamente, porque le quieres y tienes miedo de perderle." "He vivido toda mi vida sin tus consejitos, no vengas ahora a hacer de madre ni de amigo" Caín me ayudó a subir al león y luego se montó él. El león rugió y comenzó a correr hacia casa.
Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.
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Taceant Colloquia.
Effugiat risus.
Hic locus est ubi mors gaudet succurrere vitae.
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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Subterráneos
22/04/12, 12:50 am
Yo mismo había propuesto usar la entrada que mejor conocía, que se encontraba en el barrio derruído, aunque no fuera un lugar muy recomendable. Al menos de día no parecía ni la mitad de peligroso que de noche, y gracias a la luz resultó más fácil dar con el lugar exacto. Encontramos la abertura entre los escombros. Era realmente estrecha, pero sabía que daba a una cámara mucho más grande desde su techo, con lo que lo recomendable era usar la levitación para entrar.
-Bueno, ¿preparados? Antes quería deciros una cosa, tendré que buscar alguna alimañana ahí abajo en la que esconderme, así que el primer bicho lo suficientemente fuerte que nos encontremos me lo voy a quedar. No hay mucho oxígeno y si se me debilitan las llamas se debilitará mi poder mágico. -No sé muy bien para qué se lo explico... supongo que en parte es para que no les coja por sorpresa que voy a entrar a matar, y que tengan en cuenta que esa es la forma que tendré durante la incursión-. Vamos allá.
Al terminar de decirlo hechizo a Noel para que levite sobre el hueco, ya que soy el único que no tiene que hechizarse a sí mismo. Me cuelo entre los escombros en primer lugar y al llegar abajo, aunque estamos cerca de una salida, puedo aspirar de nuevo ese aire viciado y enrarecido que tantos recuerdos me trae. Hace un año desde que estuve aquí por primera y última vez, pero todo lo que viví aún está fresco en mi cabeza. Ya me parece escuchar en la lejanía criaturas arrastrándose. Por suerte esta zona está despejada por la luz que entra desde arriba. Alzo la cabeza para ver a mis compañeros seguirme y reprimo una risa nerviosa para no parecer loco. Por un momento he recordado que la última vez que pisé este lugar en mi cabeza solo cabía un apremiante deseo: salir. Como fuera, por donde fuera, con todos a salvo.
-¿Por dónde empezamos? -susurro, oteando la oscuridad.
-Bueno, ¿preparados? Antes quería deciros una cosa, tendré que buscar alguna alimañana ahí abajo en la que esconderme, así que el primer bicho lo suficientemente fuerte que nos encontremos me lo voy a quedar. No hay mucho oxígeno y si se me debilitan las llamas se debilitará mi poder mágico. -No sé muy bien para qué se lo explico... supongo que en parte es para que no les coja por sorpresa que voy a entrar a matar, y que tengan en cuenta que esa es la forma que tendré durante la incursión-. Vamos allá.
Al terminar de decirlo hechizo a Noel para que levite sobre el hueco, ya que soy el único que no tiene que hechizarse a sí mismo. Me cuelo entre los escombros en primer lugar y al llegar abajo, aunque estamos cerca de una salida, puedo aspirar de nuevo ese aire viciado y enrarecido que tantos recuerdos me trae. Hace un año desde que estuve aquí por primera y última vez, pero todo lo que viví aún está fresco en mi cabeza. Ya me parece escuchar en la lejanía criaturas arrastrándose. Por suerte esta zona está despejada por la luz que entra desde arriba. Alzo la cabeza para ver a mis compañeros seguirme y reprimo una risa nerviosa para no parecer loco. Por un momento he recordado que la última vez que pisé este lugar en mi cabeza solo cabía un apremiante deseo: salir. Como fuera, por donde fuera, con todos a salvo.
-¿Por dónde empezamos? -susurro, oteando la oscuridad.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Subterráneos
22/04/12, 03:45 am
Seguimos a Gael hasta un barrio en un estado lamentable, practicamente es todo escombros salvo por algunas paredes afortunadas que se alzan como buenamente pueden, con un aspecto muy triste y solitario sin sus compañeras de habitación. A medio derruír, con los ladrillos desperdigados por el suelo, me recuerdan a un niño pequeño que sonríe mostrando su dentadura mellada. Una sonrisa muy siniestra, de hecho. La entrada da al techo de los subterráneos, que parecen ser una enorme cueva. Desde la abertura ya me llega un hedor insoportable, pero trato de mantener el temple. << Dentro será peor >> me recuerdo.
Para entrar tenemos que utilizar un hechizo de levitación, Koval se encarga del de Noel después de decirnos que necesitará un cadáver para poder conservar su magia. Realizo el mío y pronto bajo a la enorme cueva. La visión me resulta un poco siniestra. La luz se cuela por el agujero de la entrada e ilumina la zona del principio, pero poco a poco la luz se atenúa hacia el fondo y el resto es todo negro. Ese tipo de negro que parece provocar a la imaginación a idear los más aterradores peligros y monstruos.
-He estado en cuevas peores en Asrena- << No. No lo he estado >>. Respiro profundamente para tratar de alejar el miedo y pongo a mi cabeza a trabajar. El trabajo es distracción-. A ver...-realizo un hechizo lumínico antes de adentrarnos al interior para tratar de rebajar un poco la inseguridad de nuestra primera incursión.
Sin embargo, la luz en movimiento resulta casi tan siniestra como la cueva totalmente a oscuras, quizá peor. Conforme vamos moviéndonos, el hechizo avanza con nosotros e ilumina durante apenas unos segundos los contornos de seres pequeños y mayores, deformes e inquietantes al tiempo que huyen de la fuente de luz. << Pobres ciegos... >> pienso, y no sé si me refiero a ellos o a nosotros mismos. Además, el hedor se vuelve cada vez más y más intenso, mezclándose con olores que jamás habían llegado antes a mís narices, cada uno peor que el anterior.
-Agh...-suelto en un susurro al tiempo que me tapo las narices-. Huele como si la propia podredumbre se estuviera pudriendo aquí abajo-me quejo. Por el suelo nos vamos encontrando restos de cadáveres descompuestos, llenos de gusanos y prácticamente desechos algunos. Otros parecen más un plato recién interrumpido, probablemente por nuestra luz, para desgracia y enfado de los fotofóbicos del lugar. << No tengo miedo >> y hago bien en recordármelo-. Esperemos que la mayoría sean carroñeros-comento en voz baja-. Para ellos olemos demasiado bien como para que se interesen en nosotros-<< Pero a saber lo que haya más a dentro... >>.
Al final no tardamos tanto en averiguarlo. Unos ojos rojos, pequeños y brillantes se muestran frente a nosotros, sin ninguna intención aparente de alejarse. Unos pasos más y la luz alcanza de lleno al dueño de dichos ojos: un bicho enorme y arqueado, con largas piernas flexionadas y la piel, de tonos oscuros, humedecida. << ¿Veneno? ¿O solo sudor? >>. La primera impresión que tengo es que se parece considerablemente a un sapo gigante. Sus globos oculares en realidad son enormes esferas negras, siendo los puntos rojos apenas la pupila. Estos asoman del cabezón del animal, que no duda en alzar al vernos. Abre la boca, y suelta un fuerte gruñido para deleitarnos al mismo tiempo con una enorme hilera de dientes, todos ellos afilados y con algún tropezón de carne fresca enganchado a ellos. Varios chillidos más agudos provienen de su espalda, donde asoman dos más como el primero, pero de menor tamaño << Su familia >>.
Me freno en seco y dirijo una mirada preocupada al resto del grupo sin saber muy bien que hacer. La madre sapo avanza un par de pasos hasta colocarse delante de sus hijos y su pequeño festín y vuelve a enseñarnos los dientes con más ganas si cabe. << Solo quieren comer >> no dudo en alzar el carcaj con las flechas, por si tengo que lanzar alguna. Sin embargo, no soy capaz de articular ni el principio del hechizo de impulso, dudando de si matar a los pobres bichos será o no lo correcto.
Para entrar tenemos que utilizar un hechizo de levitación, Koval se encarga del de Noel después de decirnos que necesitará un cadáver para poder conservar su magia. Realizo el mío y pronto bajo a la enorme cueva. La visión me resulta un poco siniestra. La luz se cuela por el agujero de la entrada e ilumina la zona del principio, pero poco a poco la luz se atenúa hacia el fondo y el resto es todo negro. Ese tipo de negro que parece provocar a la imaginación a idear los más aterradores peligros y monstruos.
-He estado en cuevas peores en Asrena- << No. No lo he estado >>. Respiro profundamente para tratar de alejar el miedo y pongo a mi cabeza a trabajar. El trabajo es distracción-. A ver...-realizo un hechizo lumínico antes de adentrarnos al interior para tratar de rebajar un poco la inseguridad de nuestra primera incursión.
Sin embargo, la luz en movimiento resulta casi tan siniestra como la cueva totalmente a oscuras, quizá peor. Conforme vamos moviéndonos, el hechizo avanza con nosotros e ilumina durante apenas unos segundos los contornos de seres pequeños y mayores, deformes e inquietantes al tiempo que huyen de la fuente de luz. << Pobres ciegos... >> pienso, y no sé si me refiero a ellos o a nosotros mismos. Además, el hedor se vuelve cada vez más y más intenso, mezclándose con olores que jamás habían llegado antes a mís narices, cada uno peor que el anterior.
-Agh...-suelto en un susurro al tiempo que me tapo las narices-. Huele como si la propia podredumbre se estuviera pudriendo aquí abajo-me quejo. Por el suelo nos vamos encontrando restos de cadáveres descompuestos, llenos de gusanos y prácticamente desechos algunos. Otros parecen más un plato recién interrumpido, probablemente por nuestra luz, para desgracia y enfado de los fotofóbicos del lugar. << No tengo miedo >> y hago bien en recordármelo-. Esperemos que la mayoría sean carroñeros-comento en voz baja-. Para ellos olemos demasiado bien como para que se interesen en nosotros-<< Pero a saber lo que haya más a dentro... >>.
Al final no tardamos tanto en averiguarlo. Unos ojos rojos, pequeños y brillantes se muestran frente a nosotros, sin ninguna intención aparente de alejarse. Unos pasos más y la luz alcanza de lleno al dueño de dichos ojos: un bicho enorme y arqueado, con largas piernas flexionadas y la piel, de tonos oscuros, humedecida. << ¿Veneno? ¿O solo sudor? >>. La primera impresión que tengo es que se parece considerablemente a un sapo gigante. Sus globos oculares en realidad son enormes esferas negras, siendo los puntos rojos apenas la pupila. Estos asoman del cabezón del animal, que no duda en alzar al vernos. Abre la boca, y suelta un fuerte gruñido para deleitarnos al mismo tiempo con una enorme hilera de dientes, todos ellos afilados y con algún tropezón de carne fresca enganchado a ellos. Varios chillidos más agudos provienen de su espalda, donde asoman dos más como el primero, pero de menor tamaño << Su familia >>.
Me freno en seco y dirijo una mirada preocupada al resto del grupo sin saber muy bien que hacer. La madre sapo avanza un par de pasos hasta colocarse delante de sus hijos y su pequeño festín y vuelve a enseñarnos los dientes con más ganas si cabe. << Solo quieren comer >> no dudo en alzar el carcaj con las flechas, por si tengo que lanzar alguna. Sin embargo, no soy capaz de articular ni el principio del hechizo de impulso, dudando de si matar a los pobres bichos será o no lo correcto.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Administración
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Subterráneos
22/04/12, 02:04 pm
Un ruido se oyó en la distancia. Parecía un castañeteo de dientes rechinando de pura rabia. El sapo volvió la cabeza hacia allí y esperó. El ruido volvió a oírse más cerca y al instante, el sapo huyó hacia un túnel cercano. Lástima que lo custodiara un hongo ahorcador. La pobre criatura quedó atrapada por una de sus hifas, que la agarró por la tripa con su lazo rasposo y la apretó hasta hacerla morir entre arcadas. Sus hijas tuvieron más suerte debido a su tamaño y escaparon libres y expuestas.
El ruido siguió acercándose, cada vez se oía más fuerte. Hasta que de entre una montaña de escombros emergió una forma alargada y estilizada, de unos dos metros desde la suerte de cintura que asomaba. Todo lo que tenía de antropomorfa estaba compensado con los cientos de colas aleteantes que se agitaban desde su hipotética cara. Ahora en la superficie podía oírse además un ruido de succión fuerte y enloquecido.
¿Qué ocurre cuando dos especies de seres que se alimentan por succión -bien sea de esencias, bien de huesos- chocan y se atacan entre sí estando ambas bajo la influencia de los restos de un antiquísimo hechizo desechado que tenía como fin el de sellar voluntades?
Evidentemente lo primero que pasa es que hay dolor, mucho dolor. Y hambre, un hambre horrenda. Nunca habían visto un vampiro de Radix pero Gael pudo reconocer sin dificultad el efluvio infame que desprendían las colas de las rémoras de Almaviva.
Aquel engendro resultante de dos de las especies más despreciables extendió sus brazos de tres articulaciones, delgados y temblorosos, y se implusó fuera del agujero, quedando su cuerpo al descubierto. Aquello que hubiera tenido bajo la cintura había sido cortado por alguna otra bestia, así que arrastraba tras de sí una cola de intestinos como si de guirnaldas se trataran.
Alzó la cabeza y agitó todas las colas de rémoras en un ruido de dientes repiqueteantes y succión.
El ruido siguió acercándose, cada vez se oía más fuerte. Hasta que de entre una montaña de escombros emergió una forma alargada y estilizada, de unos dos metros desde la suerte de cintura que asomaba. Todo lo que tenía de antropomorfa estaba compensado con los cientos de colas aleteantes que se agitaban desde su hipotética cara. Ahora en la superficie podía oírse además un ruido de succión fuerte y enloquecido.
¿Qué ocurre cuando dos especies de seres que se alimentan por succión -bien sea de esencias, bien de huesos- chocan y se atacan entre sí estando ambas bajo la influencia de los restos de un antiquísimo hechizo desechado que tenía como fin el de sellar voluntades?
Evidentemente lo primero que pasa es que hay dolor, mucho dolor. Y hambre, un hambre horrenda. Nunca habían visto un vampiro de Radix pero Gael pudo reconocer sin dificultad el efluvio infame que desprendían las colas de las rémoras de Almaviva.
Aquel engendro resultante de dos de las especies más despreciables extendió sus brazos de tres articulaciones, delgados y temblorosos, y se implusó fuera del agujero, quedando su cuerpo al descubierto. Aquello que hubiera tenido bajo la cintura había sido cortado por alguna otra bestia, así que arrastraba tras de sí una cola de intestinos como si de guirnaldas se trataran.
Alzó la cabeza y agitó todas las colas de rémoras en un ruido de dientes repiqueteantes y succión.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Subterráneos
22/04/12, 04:58 pm
Seguimos a Gael a través de las callejuelas del barrio derruído. Recordaba este lugar... una vez habíamos venido a buscar las bañeras de comida aquí. No nos habíamos detenido mucho porque temíamos que hubiese algo oculto entre los escombros, pero esta vez no sentí la misma necesidad de marcharnos inmediatamente. Me sentía mucho más seguro que antes caminando por las calles de Rocavarancolia. Especialmente porque no estaba solo, todos podíamos defendernos de alguna manera u otra. Pronto llegamos a la entrada sin incidentes y Gael me ayudó a bajar con un hechizo de levitación pues la entrada era demasiado estrecha para planear. También Gael nos dijo que allí abajo necesitaría meterse pronto dentro de un cadáver para que la escasez de oxígeno no apagase su fuego.
-De acuerdo, no dejaremos que el mechero se quede sin gas -bromeo mientras desaparezco en el interior del agujero.
Nada más llegamos abajo puedo notar un fuerte olor a aire viciado y putrefacción. << Giz debe de estar pasándolo mal >>, pienso mientras lo miro. Efectivamente los comentarios que hace lo confirman. La sala a la que llegamos está bastante iluminada por hallarse la entrada en ella, pero según nos adentramos un poco cada vez hay menos luz, así que Giz realiza un hechizo lumínico. Gael también sirve como fuente de luz, pero pronto se meterá en algún cadáver. En la distancia y formando sombras de todo tipo en las paredes, techo y suelo de ls galerías podemos ver innumerables contornos difuminados de las criaturas que huyen de nuestra luz, posiblemente cegadora y poco agradable para ellos. Los cadáveres de diversas formas y tamaños también inundan el lugar, así como manchas de sangre resecas, pareciendo algunas bastante recientes, dándole un aspecto realmente siniestro y agorero a las galerías.
Al poco de entrar en los subterráneos empecé a oír en la distancia una especie de castañeteo extraño. Lo comenté en voz alta pero ninguno de mis amigos lo oía. Para mí parecía estar bastante cerca, pero seguramente estaba mucho más lejos de lo que pensaba, aún no me había acostumbrado del todo a mi mejorado sentido del oído y a veces me costaba determinar de cuan lejos podía provenir un sonido.
-Bueno, Gael, ¿tienes alguna idea de hacia donde deberíamos ir para encontrar lo que buscamos...? -me interrumpo pues de pronto Giz frena en seco observando algo que se encuentra enfrente nuestro.
La luz descubre que se trata de una especie de sapo gigante con una boca enorme llena de dientes y muy feo, acompañado de lo que parecen ser sus crías. Nos quedamos inmóviles sin saber que hacer, pero antes de que pudiéramos reaccionar ya no hizo falta que nos siguiésemos preocupando por los sapos. El sonido, el cual se me antojaba grimoso, se acercaba cada vez más, y por la cara que pusieron todos, ellos ya debían de poder oírlo también. Una pila de escombros se movió detrás de los animales y el sonido se acercaba. Los sapos no se hicieron esperar y huyeron despavoridos. A lo lejos intuímos que algo le sucedió al sapo más grande pero estábamos demasiado ocupados para prestar atención. Lo que había hecho huír a los sapos entró en el perímetro iluminado por el hechizo de Giz y las llamas de Gael mientras seguía haciendo aquel ruido que me taladraba los oídos.
-¿¿Qué rayos es esa cosa??
El eco de nuestros gritos resuena en las paredes de la galería. Gael gritó que no nos acercásemos a esa cosa. La criatura que se acercaba era enorme, debía ser aproximadamente del tamaño de Caillech... y eso que ya no tenía piernas. Observé con asco y desagrado como la criatura se arrastraba con sus entrañas colgando de cintura para abajo. Era una figura larga y que parecía tener forma humanoide pero... De su cara asomaban incontables colas de unas criaturas que recordaban a algún tipo de pez. La criatura en conjunto despendía un olor muy desagradable.
Todos permanecimos paralizados con expresión de horror durante unos segundos. Cuando logré raccionar la criatura se nos estaba acercando, agitando la cabeza de forma ominosa. Miré a mis amigos rápidamente y me adelanté un paso. La escena me recordó a muchas otras que había protagonizado junto al resto de cosechados. En aquellas ocasiones sólo había sido capaz de reaccionar para huír, siendo sin duda lo único que podíamos hacer. Pero no esta vez. Esta vez sería diferente.
-¡Tenemos que hacer algo ya! -les dije a mis compañeros para tratar de hacerlos reaccionar-. Voy a... -una repentina idea acudió a mi mente-. Escuchad, voy a echar a volar por encima de esa cosa para tratar de distraerla.
Sin esperar más alcé el vuelo, nervioso. Me coloqué encima de la criatura a una distancia prudencial y doble un brazo. Lancé un par de plumas que se clavaron muy cerca del engendro.
-¡Mira aquí, cara-parásito!
Preparé varias plumas de la espalda y lancé unas cuantas a la vez. Algunas acertaron clavándose en distintas partes del cuerpo de la criatura y otras cayeron a su alrededor.
Decidí arriesgarme a volar más bajo y comencé a trazar círculos alrededor del engendro mientras de vez en cuando le lanzaba alguna pluma, un tanto descontroladas pues lanzarlas en movimiento mientras volaba aún me resultaba muy complicado.
-¡Lanzadle algún hechizo ahora, lo que se os ocurra! -apremié a mis compañeros mientras me concentraba en que el engendro pusiese toda su atención en mí.
-De acuerdo, no dejaremos que el mechero se quede sin gas -bromeo mientras desaparezco en el interior del agujero.
Nada más llegamos abajo puedo notar un fuerte olor a aire viciado y putrefacción. << Giz debe de estar pasándolo mal >>, pienso mientras lo miro. Efectivamente los comentarios que hace lo confirman. La sala a la que llegamos está bastante iluminada por hallarse la entrada en ella, pero según nos adentramos un poco cada vez hay menos luz, así que Giz realiza un hechizo lumínico. Gael también sirve como fuente de luz, pero pronto se meterá en algún cadáver. En la distancia y formando sombras de todo tipo en las paredes, techo y suelo de ls galerías podemos ver innumerables contornos difuminados de las criaturas que huyen de nuestra luz, posiblemente cegadora y poco agradable para ellos. Los cadáveres de diversas formas y tamaños también inundan el lugar, así como manchas de sangre resecas, pareciendo algunas bastante recientes, dándole un aspecto realmente siniestro y agorero a las galerías.
Al poco de entrar en los subterráneos empecé a oír en la distancia una especie de castañeteo extraño. Lo comenté en voz alta pero ninguno de mis amigos lo oía. Para mí parecía estar bastante cerca, pero seguramente estaba mucho más lejos de lo que pensaba, aún no me había acostumbrado del todo a mi mejorado sentido del oído y a veces me costaba determinar de cuan lejos podía provenir un sonido.
-Bueno, Gael, ¿tienes alguna idea de hacia donde deberíamos ir para encontrar lo que buscamos...? -me interrumpo pues de pronto Giz frena en seco observando algo que se encuentra enfrente nuestro.
La luz descubre que se trata de una especie de sapo gigante con una boca enorme llena de dientes y muy feo, acompañado de lo que parecen ser sus crías. Nos quedamos inmóviles sin saber que hacer, pero antes de que pudiéramos reaccionar ya no hizo falta que nos siguiésemos preocupando por los sapos. El sonido, el cual se me antojaba grimoso, se acercaba cada vez más, y por la cara que pusieron todos, ellos ya debían de poder oírlo también. Una pila de escombros se movió detrás de los animales y el sonido se acercaba. Los sapos no se hicieron esperar y huyeron despavoridos. A lo lejos intuímos que algo le sucedió al sapo más grande pero estábamos demasiado ocupados para prestar atención. Lo que había hecho huír a los sapos entró en el perímetro iluminado por el hechizo de Giz y las llamas de Gael mientras seguía haciendo aquel ruido que me taladraba los oídos.
-¿¿Qué rayos es esa cosa??
El eco de nuestros gritos resuena en las paredes de la galería. Gael gritó que no nos acercásemos a esa cosa. La criatura que se acercaba era enorme, debía ser aproximadamente del tamaño de Caillech... y eso que ya no tenía piernas. Observé con asco y desagrado como la criatura se arrastraba con sus entrañas colgando de cintura para abajo. Era una figura larga y que parecía tener forma humanoide pero... De su cara asomaban incontables colas de unas criaturas que recordaban a algún tipo de pez. La criatura en conjunto despendía un olor muy desagradable.
Todos permanecimos paralizados con expresión de horror durante unos segundos. Cuando logré raccionar la criatura se nos estaba acercando, agitando la cabeza de forma ominosa. Miré a mis amigos rápidamente y me adelanté un paso. La escena me recordó a muchas otras que había protagonizado junto al resto de cosechados. En aquellas ocasiones sólo había sido capaz de reaccionar para huír, siendo sin duda lo único que podíamos hacer. Pero no esta vez. Esta vez sería diferente.
-¡Tenemos que hacer algo ya! -les dije a mis compañeros para tratar de hacerlos reaccionar-. Voy a... -una repentina idea acudió a mi mente-. Escuchad, voy a echar a volar por encima de esa cosa para tratar de distraerla.
Sin esperar más alcé el vuelo, nervioso. Me coloqué encima de la criatura a una distancia prudencial y doble un brazo. Lancé un par de plumas que se clavaron muy cerca del engendro.
-¡Mira aquí, cara-parásito!
Preparé varias plumas de la espalda y lancé unas cuantas a la vez. Algunas acertaron clavándose en distintas partes del cuerpo de la criatura y otras cayeron a su alrededor.
Decidí arriesgarme a volar más bajo y comencé a trazar círculos alrededor del engendro mientras de vez en cuando le lanzaba alguna pluma, un tanto descontroladas pues lanzarlas en movimiento mientras volaba aún me resultaba muy complicado.
-¡Lanzadle algún hechizo ahora, lo que se os ocurra! -apremié a mis compañeros mientras me concentraba en que el engendro pusiese toda su atención en mí.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Subterráneos
22/04/12, 08:21 pm
Los susurros de los demás en la oscuridad son lo único que rompe el silencio por ahora, pero a lo lejos se pueden apreciar sonidos que delatan que no estamos solos. Al empezar a avanzar comienzan a verse pruebas de cuánta vida bulle aquí abajo. Todos vamos atentos observando lo que nos rodea, las criaturas que huyen de la luz, restos de engendros muertos... Hasta que por primera vez una criatura se planta delante de nuestros ojos. Sucede justo después de que Noel me haga una pregunta, a la que no respondo. Miro a la criatura sin reconocerla, como pasa con la mayoría de habitantes de los subterráneos. Tiene aspecto de sapo y lleva a sus crías con ella. Todos nos hemos detenido y veo que Giz se pone a la defensiva. Yo mismo empezaba a pensar en lanzarle algún hechizo cuando un ruido extraño se escuchó a cierta distancia de donde estábamos, no sabría precisar cuánta. El sapo entonces se aleja, lo que me permite quitarle los ojos de encima y ponerme a buscar el origen del sonido que acabamos de escuchar. Mientras recorro la oscuridad con los ojos pienso en la huida del sapo y empiezo a pensar que podríamos estar ante una criatura peligrosa. Entonces aparece en una escombrera algo alargado arrastrándose. Se me abren los ojos por la sorpresa mientras intento ver cada detalle de la critura con la poca luz que llega hasta donde está. Tenía aspecto humanoide, pero era increíblemente alto, y solo se le veía hasta la cintura. Algo en donde debería estar su cara se agitaba violentamente, lo que hizo que se me revolviese el estómago. Intenté balbucear alguna palabra pero el miedo me había paralizado por completo. Algo, hay algo que había sentido con anterioridad, me recordaba a algo, y cuando lo consigo recordar me siento desfallecer. No puede ser... ¿por qué hay eso aquí?
El engendro se arrastró entonces un poco más por el suelo, dejando a la vista la escabechina que tenía en lugar de sus miembros inferiores. La visión de sus intestinos me hace estremecer. A esa criatura no le quedaba mucha vida... pero a esas cosas... las rémoras de Almaviva... no deberíamos ni acercarnos. Entonces consigo romper mi incapacidad de hablar con un grito tembloroso.
-¡No os acerquéis por nada del mundo a esa cosa!
Noel es el primero que toma la iniciativa y se echa a volar para distraerlo.
-Ten mucho cuidado -le digo cuando empieza a agitar las alas. Los demás nos quedamos todos juntos y empiez a pensar cómo aprovechar la ventaja que nos da que Noel lo distraiga-. Creo que la prioridad es matar a las cosas de su cara. No sé qué mierda es eso pero hay que matar a las rémoras sin acercarse a ellas. Giz -le digo señalando a su carcaj para que utilice las flechas. Noel entonces nos grita que usemos hechizos para atacarlo, y alzo la voz para decirle lo mismo que a los demás-. ¡Noel, apunta a las cosas de su cara!
No sé qué hechizo usar, el pánico me embota la mente, pero me dirijo a Alicia para indicarle algo que me parece prioritario.
-Si se acerca usemos hechizos de impulso para manetener alejada esa cosa.
El engendro se arrastró entonces un poco más por el suelo, dejando a la vista la escabechina que tenía en lugar de sus miembros inferiores. La visión de sus intestinos me hace estremecer. A esa criatura no le quedaba mucha vida... pero a esas cosas... las rémoras de Almaviva... no deberíamos ni acercarnos. Entonces consigo romper mi incapacidad de hablar con un grito tembloroso.
-¡No os acerquéis por nada del mundo a esa cosa!
Noel es el primero que toma la iniciativa y se echa a volar para distraerlo.
-Ten mucho cuidado -le digo cuando empieza a agitar las alas. Los demás nos quedamos todos juntos y empiez a pensar cómo aprovechar la ventaja que nos da que Noel lo distraiga-. Creo que la prioridad es matar a las cosas de su cara. No sé qué mierda es eso pero hay que matar a las rémoras sin acercarse a ellas. Giz -le digo señalando a su carcaj para que utilice las flechas. Noel entonces nos grita que usemos hechizos para atacarlo, y alzo la voz para decirle lo mismo que a los demás-. ¡Noel, apunta a las cosas de su cara!
No sé qué hechizo usar, el pánico me embota la mente, pero me dirijo a Alicia para indicarle algo que me parece prioritario.
-Si se acerca usemos hechizos de impulso para manetener alejada esa cosa.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Subterráneos
22/04/12, 11:06 pm
Azura fue la última en entrar. Lo primero que notó fue una tremenda inseguridad. No veía bien, y nada distinguiría por el olor. De hecho, en ese momento deseaba con todas su fuerzas que le privasen del olfato. La penumbra que envolvía la entrada derruida a los subterraneos de Rocavarancolia dio paso a una oscuridad que se engrecía hasta hacer pensar que no había nada más allá de lo visible, que se acababan inlcuso el suelo y las paredes. Y todo era un silencio inquietante. Un murmullo lejano debajo de los susurros de sus amigos. Ahí estaba, como la respiración de un ser vivo, para recordarles que no estaban solos. Azura se frotó un brazo como si quisiese entrar en calor por el nerviosismo. Pero los comentarios de sus amigos le tranquilizaban, y la indignación de Giz por la peste, hasta la hizo sonreir.
Un par de puntitos rojos brillaron en el túnel. En vez de acobardarse, los miró unos momentos con odio, un acto reflejo porque ya asociaba el color a su hermana. Pero estos no eran mas que los ojos de un sapo enorme y sus dos crías. Ella no tenía nada en contra de los sapos excepto que eran verrugosos y eso los hacía menos atractivos que las pequeñas ranas de estanque. Este desde luego no era ninguna belleza aunque la única preocupación del grupo residía en si era agresivo o no.
Los gritos vinieron después.
Empezó como un castañeo de dientes. Al principio creyó, inocentemente, que alguien tiritaba de frío, aunque la temperatura no le diera motivos para imaginarse algo así. El sapo se fue por un tunel, pero un sonido estrangulado les hizo saber que, fuera lo que fuera que esperaba en el tunel, no podía ser bueno. El ruido aumentó, se acercaba.
Salió de una montaña de escombros. Azura ahogo un grito. Al principio sintió que los pies se le habían anclado en el suelo. No parecía que jamás fuesen a moverse, al menos no como ella quería. Se espabiló al ver a Noel alzar el vuelo alrededor de la criatura. La mente de la chica comenzó a bullir. Gael les indicó que había que atacar a las cosas que le salían de la cara.
Alicia comenzó un hechizo de levitación al que sumó uno de impulso, y lanzó una tras otra piedras de diverso tamaño al monstruo. Una se le desvió y pasó cerca de las alas de Noel.
-¡Lo siento!
Ella misma cogió una piedra del suelo y se arracó un pedazo de vestido. Ató la tela envolviendo la piedra y le prendió fuego. Ese fue su siguiente proyectil. Como tampoco planeaba quedarse desnuda, fue probando otras cosas. Unas gotas de sudor comenzaron a resbarlarle por el rostro a causa del esfuerzo.
Un par de puntitos rojos brillaron en el túnel. En vez de acobardarse, los miró unos momentos con odio, un acto reflejo porque ya asociaba el color a su hermana. Pero estos no eran mas que los ojos de un sapo enorme y sus dos crías. Ella no tenía nada en contra de los sapos excepto que eran verrugosos y eso los hacía menos atractivos que las pequeñas ranas de estanque. Este desde luego no era ninguna belleza aunque la única preocupación del grupo residía en si era agresivo o no.
Los gritos vinieron después.
Empezó como un castañeo de dientes. Al principio creyó, inocentemente, que alguien tiritaba de frío, aunque la temperatura no le diera motivos para imaginarse algo así. El sapo se fue por un tunel, pero un sonido estrangulado les hizo saber que, fuera lo que fuera que esperaba en el tunel, no podía ser bueno. El ruido aumentó, se acercaba.
Salió de una montaña de escombros. Azura ahogo un grito. Al principio sintió que los pies se le habían anclado en el suelo. No parecía que jamás fuesen a moverse, al menos no como ella quería. Se espabiló al ver a Noel alzar el vuelo alrededor de la criatura. La mente de la chica comenzó a bullir. Gael les indicó que había que atacar a las cosas que le salían de la cara.
Alicia comenzó un hechizo de levitación al que sumó uno de impulso, y lanzó una tras otra piedras de diverso tamaño al monstruo. Una se le desvió y pasó cerca de las alas de Noel.
-¡Lo siento!
Ella misma cogió una piedra del suelo y se arracó un pedazo de vestido. Ató la tela envolviendo la piedra y le prendió fuego. Ese fue su siguiente proyectil. Como tampoco planeaba quedarse desnuda, fue probando otras cosas. Unas gotas de sudor comenzaron a resbarlarle por el rostro a causa del esfuerzo.
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