Subterráneos
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Subterráneos
03/08/11, 11:04 am
Recuerdo del primer mensaje :
Los subterráneos ocupan todo el subsuelo de la ciudad y están plagados de horribles criaturas. Se puede entrar en ellos desde cualquier punto de la ciudad y puedes salir en cualquier sitio.
- Descripción más detallada sacada de la saga:
- Cientos de aberraciones se daban cita en las entrañas de la ciudad, algunas tan desconocidas para él como la fauna alienígena que podía poblar el planeta más lejano. Allí merodeaban los cadáveres pálidos que se alimentaban del tuétano de sus víctimas; los espectros errantes a la caza siempre de cuerpos que poseer… En las profundidades de Rocavarancolia todavía era posible encontrar a los descendientes de los seres humanos a los que Eradianalavela había injertado almas de bestias; o a los vampiros de Rádix, capaces de succionar la sangre, las vísceras y los huesos de sus víctimas con sólo tocarlas; y a criaturas aún más terroríficas que aquéllas. Y los peligros no se reducían sólo a monstruos:
bajo la ciudad había escapes de magia asesina, turbulentas nubes de humo venenoso procedentes de la combustión de residuos mágicos…
La inmensa gruta era de origen natural, un lugar húmedo y rebosante de ecos que avanzaba en
dirección oeste. No había más aportación visible de los moradores de Rocavarancolia que las columnas que aseguraban el techo. Las había a decenas, esparcidas sin pauta ni orden alguno, apiñadas en compactas manadas o velando solitarias por la integridad de la galería; eran de piedra negra, extraordinariamente finas. Se trataba a todas luces de columnas mágicas. A pesar de su número, su aspecto era demasiado frágil como para poder sostener por sí mismas el techo de la caverna y el peso de los edificios que se levantaban sobre ésta. Resultaba difícil concebir que Rocavarancolia quedara sobre sus cabezas.
El suelo estaba encharcado y chapoteaban a la carrera, salpicándose unos a otros.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Subterráneos
03/06/24, 01:42 am
Todo pasó en cuestión de segundos. El caos se desató en una serie de eventos que no se molestó en entender, incluso si los múltiples gritos (“humanos” o no) y el repentino calor húmedo que empapó uno de sus laterales fragmentó su concentración. Tenía la muerte delante, y esta tenía demasiados colmillos para mirar a otro lado.
Pero la ira no era buena consejera. Da mucha energía pero poca precisión, y por ella lo que debería haber sido un tiro estúpidamente fácil se convirtió en un fallo que le haría prender fuego a base de maldiciones a todo su árbol genealógico. La flecha se perdió en la oscuridad tras la bestia, quien cargó contra Connor sin importar tres carajos el golpe que este acababa de propinarle. El movimiento ascendente de la zarpa sucedió tan rápido que se sintió irreal, dejándole con un grito oprimido en la garganta y los ojos tan abiertos como lo estaría el pecho del canadiense. Nohlem se quedó sin aire como si el impacto también lo hubiera recibido él, y situándose en lo peor al creer que Connor estaba muerto -o a punto de estarlo- retrocedió amedrentado. No fueron más de dos pasos helados y robóticos, dos pasos que no aumentaron por la dualidad de lo que estaba sintiendo. Por un lado, la fría realización de que con solo una flecha y sin su guerrero poco podía hacer él contra aquel monstruo, por otro, que muy a pesar de su profunda cobardía, no quería dejar a su amigo solo.
Soltó el arco. Si ni a dos palmos de morro conseguía apuntar, con su última flecha no iba a conseguir nada. En su lugar se llevó la mano a la espalda, a la altura del cinturón donde guardaba su patética daga de emergencia no más grande que un cuchillo de mantequilla, y en la mayor idea de bombero retirado que hubiera tenido nunca la desenvainó. Cuerpo a cuerpo con un oso. Quizás se daba por muerto, si no por ese bicho por lo que quiera que se acabase de robar a Sutileza (no quería ni verlo, no quería ni pensarlo), pero no les iba a dejar quedarse con Connor, no iba a-
Y en un pestañeo, algo cortó al animal por él, tiñendo de rojo su pelaje y el suelo bajo sus pies. Rápidamente el varmano bajó la vista a la daga en su mano como si fuera mágica para, milisegundos después, ir en dirección del corte como si se tratase de un disparo. Vio a Aniol agitado por haber lanzado un hechizo, acompañado de Ethan, Rick y Damian. La bestia se quejó, alejándose por donde había venido antes de caer muerta. E igual que cayó ella, cayó él sobre sus rodillas al lado de Connor. Por desgracia no tenía tiempo para festejos.
—Connor —musitó—. No te mueras. Connor —repitió. Tenía ganas de llorar, pero los ojos se le habían quedado secos en un efecto parecido al del mar que se recoge antes de volver con un tsunami. Contuvo la respiración al ver como intentaba darse la vuelta, “ayudándole” a base de colocar las manos en el aire como si pudiera recogerle, demasiado asustado de que un mal contacto resultase en más daño. La imagen le hizo apretar los dientes, mostrándolos en una mueca rota—. Connor… no. No estás…
Su pecho estaba destrozado. Su camiseta estaba reventada, camuflada entre su piel pálida y el rojo que teñía a ambas. Carne viva que le hizo mirar a un lado con un siseo, momento en el que se fijó en su propio brazo. El líquido rojo que manchaba su ropa en una herida que no era consciente de haber recibido (y no se equivocaba pues no la había, siendo esta realmente la sangre de Räg) le arrebató parte del aire que le quedaba. Se mareó tanto que perdió fuerza y su boca se secó como si llevara todo un día sin beber agua. Tendría que haber cerrado los ojos en ese momento, permitirse ni que sea un respiro, pero entre las voces y el shock ni a eso le atendía el cuerpo. Se atrevió a palparse el brazo de codo a hombro, pasando por la mejilla donde también notaba la humedad, en toques superficiales, temerosos, incluso si no dolía para nada. Los bordes de su vista se volvieron tan blancos que supo aún sin haberlo experimentado nunca que estaba al borde del desmayo. Menos mal que ya estaba en el suelo. De manera más inconsciente que consciente se apoyó en la espalda de Connor, de forma tan anecdótica que más bien parecería que le estaba ayudado a quedar sentado.
—No te mueras —exclamó en un hilo de voz—. Me debes un puto favor, ¿no? pues- no te mueras.
Oyó los pasos de los demás, la voz de Airi apremiando o el peso de Ethan bajando a un lado, pero apenas pudo alzar el rostro. Se alegraba de que estuvieran bien pero primero necesitaba saber que Connor y él también lo estaban. Recuperar la respiración y si es que lo lograba, quitarse el recuerdo carmesí de las pupilas. Era difícil con las palmas tan manchadas. Al menos estar juntos le permitía ser débil.
Pero la ira no era buena consejera. Da mucha energía pero poca precisión, y por ella lo que debería haber sido un tiro estúpidamente fácil se convirtió en un fallo que le haría prender fuego a base de maldiciones a todo su árbol genealógico. La flecha se perdió en la oscuridad tras la bestia, quien cargó contra Connor sin importar tres carajos el golpe que este acababa de propinarle. El movimiento ascendente de la zarpa sucedió tan rápido que se sintió irreal, dejándole con un grito oprimido en la garganta y los ojos tan abiertos como lo estaría el pecho del canadiense. Nohlem se quedó sin aire como si el impacto también lo hubiera recibido él, y situándose en lo peor al creer que Connor estaba muerto -o a punto de estarlo- retrocedió amedrentado. No fueron más de dos pasos helados y robóticos, dos pasos que no aumentaron por la dualidad de lo que estaba sintiendo. Por un lado, la fría realización de que con solo una flecha y sin su guerrero poco podía hacer él contra aquel monstruo, por otro, que muy a pesar de su profunda cobardía, no quería dejar a su amigo solo.
Soltó el arco. Si ni a dos palmos de morro conseguía apuntar, con su última flecha no iba a conseguir nada. En su lugar se llevó la mano a la espalda, a la altura del cinturón donde guardaba su patética daga de emergencia no más grande que un cuchillo de mantequilla, y en la mayor idea de bombero retirado que hubiera tenido nunca la desenvainó. Cuerpo a cuerpo con un oso. Quizás se daba por muerto, si no por ese bicho por lo que quiera que se acabase de robar a Sutileza (no quería ni verlo, no quería ni pensarlo), pero no les iba a dejar quedarse con Connor, no iba a-
Y en un pestañeo, algo cortó al animal por él, tiñendo de rojo su pelaje y el suelo bajo sus pies. Rápidamente el varmano bajó la vista a la daga en su mano como si fuera mágica para, milisegundos después, ir en dirección del corte como si se tratase de un disparo. Vio a Aniol agitado por haber lanzado un hechizo, acompañado de Ethan, Rick y Damian. La bestia se quejó, alejándose por donde había venido antes de caer muerta. E igual que cayó ella, cayó él sobre sus rodillas al lado de Connor. Por desgracia no tenía tiempo para festejos.
—Connor —musitó—. No te mueras. Connor —repitió. Tenía ganas de llorar, pero los ojos se le habían quedado secos en un efecto parecido al del mar que se recoge antes de volver con un tsunami. Contuvo la respiración al ver como intentaba darse la vuelta, “ayudándole” a base de colocar las manos en el aire como si pudiera recogerle, demasiado asustado de que un mal contacto resultase en más daño. La imagen le hizo apretar los dientes, mostrándolos en una mueca rota—. Connor… no. No estás…
Su pecho estaba destrozado. Su camiseta estaba reventada, camuflada entre su piel pálida y el rojo que teñía a ambas. Carne viva que le hizo mirar a un lado con un siseo, momento en el que se fijó en su propio brazo. El líquido rojo que manchaba su ropa en una herida que no era consciente de haber recibido (y no se equivocaba pues no la había, siendo esta realmente la sangre de Räg) le arrebató parte del aire que le quedaba. Se mareó tanto que perdió fuerza y su boca se secó como si llevara todo un día sin beber agua. Tendría que haber cerrado los ojos en ese momento, permitirse ni que sea un respiro, pero entre las voces y el shock ni a eso le atendía el cuerpo. Se atrevió a palparse el brazo de codo a hombro, pasando por la mejilla donde también notaba la humedad, en toques superficiales, temerosos, incluso si no dolía para nada. Los bordes de su vista se volvieron tan blancos que supo aún sin haberlo experimentado nunca que estaba al borde del desmayo. Menos mal que ya estaba en el suelo. De manera más inconsciente que consciente se apoyó en la espalda de Connor, de forma tan anecdótica que más bien parecería que le estaba ayudado a quedar sentado.
—No te mueras —exclamó en un hilo de voz—. Me debes un puto favor, ¿no? pues- no te mueras.
Oyó los pasos de los demás, la voz de Airi apremiando o el peso de Ethan bajando a un lado, pero apenas pudo alzar el rostro. Se alegraba de que estuvieran bien pero primero necesitaba saber que Connor y él también lo estaban. Recuperar la respiración y si es que lo lograba, quitarse el recuerdo carmesí de las pupilas. Era difícil con las palmas tan manchadas. Al menos estar juntos le permitía ser débil.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Subterráneos
03/06/24, 01:36 pm
Los segundos pasaban extremadamente lentos para el neoyorquino. En sus oídos solo sonaban los gritos cada vez más apagados y lejanos de Sutileza y el batir de las alas del monstruo que se lo había llevado. Por más que intentara mantener firme la espada, el terror de que esa cosa volviera en cualquier momento por la galería para cobrarse alguna víctima más le hacía temblar la mano. Si la superficie ya era un lugar jodido, bajo tierra la ciudad estaba resultando una de las peores pesadillas imaginables. Tenían algunas armas, ¿pero podrían hacer algo contra eso o lo que fuera que todavía podía acecharles de camino a la salida?
A la vez que los últimos sonidos del pájaro se esfumaban en la oscuridad, los gritos de sus compañeros fueron ganando fuerza y le hicieron volver al presente. Aún quedaba el oso jabalí y... ¿qué pasaba con Connor? Rick se volvió con tensión, tanto de esa nueva tanda como la acumulada por todo lo ocurrido en esa sala, y avanzó tan rápido como pudo por el camino por el que ya habían pasado Ethan y los niños. -(Por favor, que no esté muerto)- deseó mientras se iba mentalizando de que tal vez tuviera que usar su arma contra la bestia. Tal vez "solo" había sido una herida y el canadiense seguía en pie, ¿no? Joder, ni aunque quisiera ponerse en el mejor de los casos conseguía tranquilizarse, tenía que darse prisa antes de que nadie más estuviera en peligro.
Para cuando el chico llegó junto al resto del grupo, el principio de la escena ya había ocurrido, pero estaba justo para las primeras consecuencias. Vio el asqueroso corte que tenía el monstruo en el cuello y cómo escapaba por la galería por la que había llegado Sutileza, vio los ánimos que el británico le daba al polaco, no tardando en unir los puntos. No podía negar que había sido toda una proeza por parte de Aniol pero, ¿había sido parte del "juego" o había sido su instinto para defender a sus compañeros? En cualquier caso volvía a sentir que había algo mal en todo aquello, pero ahora mismo no podía centrarse en aquello. Porque también vio al resto de sus compañeros, ahora a salvo del monstruo, y a Connor en el suelo.
-(Oh no)- Rick se acercó preocupado para ver mejor cómo se encontraba el motero y el resto del otro grupo. Dejó un poco de distancia para no agobiarle mientras algunos de sus compañeros que ya se estaban poniendo cerca de él, pero desde ahí pudo fijarse bien en el zarpazo que se había llevado. -Joder- dejó salir con una mezcla entre miedo por el tamaño de los cortes y alivio de que "solo" hubiera sido eso. No pudo evitar mirar por unos instantes hacia Ethan, con una seriedad que aunque se mimetizaba con la preocupación por todos, en su interior había cierto enfado. Tenían suerte de que Connor siguiera vivo, ¿pero y si hubieran actuado antes? ¿Podrían haber evitado eso? ¿O acaso si hubieran tardado más... habría acabado peor? De nuevo, todas sus dudas internas tendrían que esperar cuando había otras prioridades.
-Más o menos- contestó escueto por el cansancio al motero. Desde luego habían tenido suerte de no llevarse ninguna herida más después de la caída y ya les contarían luego sobre el colgante y lo demás que habían encontrado. -¿Y vosotros? ¿Os ha hecho algo más esa cosa?- preguntó luego pasando la vista por Nohlem, Airi y, en especial, Räg. Ahora que podía ver bien los horrores que se habían llevado de la trampa, le preocupaba más aún las manchas rojas en la cara del mjörní. Joder, cuanto se alegraba de que estuvieran todos juntos de nuevo aunque no estuvieran ni sanos ni a salvo.
Le sanaí se adelantó con lo que estaba pensando que sería la mejor idea, asintiendo a sus palabras. -Sí, no nos conviene estar más tiempo aquí abajo- se sumó intentando no pensar en cuánto podría tardar el murciélago gigante en ir a buscarles. Con todas las heridas que llevaban encima, confiaba en que Connor pudiera seguir adelante igual que el resto. Tampoco es que tuvieran ninguna forma de curar a todos hasta llegar al refugio ahora que el colgante se había quedado sin magia, por desgracia. Rick esperaría a que estuvieran listos, aunque por su lenguaje corporal y las miradas que echaba de vez en cuando a las galerías quedaba claro que no quería pasar mucho tiempo allí. Iba a ser todo un milagro si conseguían salir vivos a la superficie, mejor no tentar a la suerte.
A la vez que los últimos sonidos del pájaro se esfumaban en la oscuridad, los gritos de sus compañeros fueron ganando fuerza y le hicieron volver al presente. Aún quedaba el oso jabalí y... ¿qué pasaba con Connor? Rick se volvió con tensión, tanto de esa nueva tanda como la acumulada por todo lo ocurrido en esa sala, y avanzó tan rápido como pudo por el camino por el que ya habían pasado Ethan y los niños. -(Por favor, que no esté muerto)- deseó mientras se iba mentalizando de que tal vez tuviera que usar su arma contra la bestia. Tal vez "solo" había sido una herida y el canadiense seguía en pie, ¿no? Joder, ni aunque quisiera ponerse en el mejor de los casos conseguía tranquilizarse, tenía que darse prisa antes de que nadie más estuviera en peligro.
Para cuando el chico llegó junto al resto del grupo, el principio de la escena ya había ocurrido, pero estaba justo para las primeras consecuencias. Vio el asqueroso corte que tenía el monstruo en el cuello y cómo escapaba por la galería por la que había llegado Sutileza, vio los ánimos que el británico le daba al polaco, no tardando en unir los puntos. No podía negar que había sido toda una proeza por parte de Aniol pero, ¿había sido parte del "juego" o había sido su instinto para defender a sus compañeros? En cualquier caso volvía a sentir que había algo mal en todo aquello, pero ahora mismo no podía centrarse en aquello. Porque también vio al resto de sus compañeros, ahora a salvo del monstruo, y a Connor en el suelo.
-(Oh no)- Rick se acercó preocupado para ver mejor cómo se encontraba el motero y el resto del otro grupo. Dejó un poco de distancia para no agobiarle mientras algunos de sus compañeros que ya se estaban poniendo cerca de él, pero desde ahí pudo fijarse bien en el zarpazo que se había llevado. -Joder- dejó salir con una mezcla entre miedo por el tamaño de los cortes y alivio de que "solo" hubiera sido eso. No pudo evitar mirar por unos instantes hacia Ethan, con una seriedad que aunque se mimetizaba con la preocupación por todos, en su interior había cierto enfado. Tenían suerte de que Connor siguiera vivo, ¿pero y si hubieran actuado antes? ¿Podrían haber evitado eso? ¿O acaso si hubieran tardado más... habría acabado peor? De nuevo, todas sus dudas internas tendrían que esperar cuando había otras prioridades.
-Más o menos- contestó escueto por el cansancio al motero. Desde luego habían tenido suerte de no llevarse ninguna herida más después de la caída y ya les contarían luego sobre el colgante y lo demás que habían encontrado. -¿Y vosotros? ¿Os ha hecho algo más esa cosa?- preguntó luego pasando la vista por Nohlem, Airi y, en especial, Räg. Ahora que podía ver bien los horrores que se habían llevado de la trampa, le preocupaba más aún las manchas rojas en la cara del mjörní. Joder, cuanto se alegraba de que estuvieran todos juntos de nuevo aunque no estuvieran ni sanos ni a salvo.
Le sanaí se adelantó con lo que estaba pensando que sería la mejor idea, asintiendo a sus palabras. -Sí, no nos conviene estar más tiempo aquí abajo- se sumó intentando no pensar en cuánto podría tardar el murciélago gigante en ir a buscarles. Con todas las heridas que llevaban encima, confiaba en que Connor pudiera seguir adelante igual que el resto. Tampoco es que tuvieran ninguna forma de curar a todos hasta llegar al refugio ahora que el colgante se había quedado sin magia, por desgracia. Rick esperaría a que estuvieran listos, aunque por su lenguaje corporal y las miradas que echaba de vez en cuando a las galerías quedaba claro que no quería pasar mucho tiempo allí. Iba a ser todo un milagro si conseguían salir vivos a la superficie, mejor no tentar a la suerte.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Subterráneos
03/06/24, 09:45 pm
La mano de Ethan sobre su hombro se sentía bien, funcionaba como un respaldo a su propio miedo y tranquilizaba los ánimos de la joven Elsa en ciernes. Cuando derribó a la bestia con un giro de muñeca y toda la fuerza de voluntad reunida en un solo hechizo también se sintió bien. El desplome de la criatura unos metros más allá no le perturbó tanto como habría cabido esperar pues lo que más primó dentro de su estómago fue una vibración extraña a la cual rechazó nada más recibir su embarcación ígnea y poco infantil.
Ahora era poderoso. Apenas un eco pretencioso que no casaba nada al rebotar dentro de una mente de su edad. Sin embargo no le hizo falta disfrazarse de júbilo porque la emoción le sobrevino con una intensidad tan real que parecía que iba a salir flotando de un momento a otro.
—¡SOY! ¡LO SOY! ¡SOY LA MEJOR PRINCESA! —Aniol devolvió el abrazo contenido al medio japonés con mucho cuidado de no hacerle daño. Las lágrimas brotaban de sus mejillas casi sin razón aparente y sus dedos regordetes —hace unos segundos ejecutores— se aferraron a la mano buena del chico justo antes de comprobar que la atención de su angelito de la guarda se desviaba hacia quien más lo merecía en ese momento.
Durante unos instantes los había olvidado. El corazón del polaco se desbocó hasta que llegó al segundo grupo reunido entorno al motero y fue entonces cuando la bajada de adrenalina comenzó a luchar con los ánimos que poseía por haber salvado la situación.
—¡Elfito! —abrazó a Nohlem por el lado carente de sangre y ahogó algún gemido de emoción y lamento contra lo que quedara de sus ropajes—. Yu... —los ojos color miel del niño no se despegaban del pecho del canadiense, así como también bailaban sobre la broma escarlata en la que se había convertido Räg—. Pensaba que iba a morir... pensaba que todos íbamos a morir y... ¿Lo habéis visto? He sido yo... —de nuevo un tono de voz demasiado agitado para la situación, uno exaltado y propio de un crío que no entiende que el horno no está para bollos—. ¡Lo he conseguido! Ahora... tenemos que salir de aquí... algo se ha llevado a Sutileza y creo que... Connor tiene que salir de aquí... yo...
Doblegó el temblor de su voz, solo para separarse y apretujar a Airi con delicadeza. Todos estaban tan mal... empezando por Rick y el propio Ethan. Quizá tuviera que añadir un nombre más a esa lista porque de repente percibía como las fuerzas le iban abandonando a la par que volvía a comprender la cantidad de metros de tierra que coronaba sus cabezas.
Así que tiró de la cadena, esforzándose en esgrimir murallas en pos de detener aquella marea negra que amenazaba con ahogarle.
—¡CUalquier Otra COSA Y LE HAGO PIUM Y ZAS! y CAE AL suelo en redondo... ¿Verdad Damian? Ahora ya sé por qué te gusta jugar tanto a Rambo... ¿Verdad? ¿ConnoorRR? —se arrodilló junto a él, la expresión entre distante y a punto de hacer pucheros. Buscaba su aprobación con insistencia. Su energía rimbombante le impidió ver el trozo de pezón colgando.
Puede que necesitara un exorcismo de Elsa.
Ahora era poderoso. Apenas un eco pretencioso que no casaba nada al rebotar dentro de una mente de su edad. Sin embargo no le hizo falta disfrazarse de júbilo porque la emoción le sobrevino con una intensidad tan real que parecía que iba a salir flotando de un momento a otro.
—¡SOY! ¡LO SOY! ¡SOY LA MEJOR PRINCESA! —Aniol devolvió el abrazo contenido al medio japonés con mucho cuidado de no hacerle daño. Las lágrimas brotaban de sus mejillas casi sin razón aparente y sus dedos regordetes —hace unos segundos ejecutores— se aferraron a la mano buena del chico justo antes de comprobar que la atención de su angelito de la guarda se desviaba hacia quien más lo merecía en ese momento.
Durante unos instantes los había olvidado. El corazón del polaco se desbocó hasta que llegó al segundo grupo reunido entorno al motero y fue entonces cuando la bajada de adrenalina comenzó a luchar con los ánimos que poseía por haber salvado la situación.
—¡Elfito! —abrazó a Nohlem por el lado carente de sangre y ahogó algún gemido de emoción y lamento contra lo que quedara de sus ropajes—. Yu... —los ojos color miel del niño no se despegaban del pecho del canadiense, así como también bailaban sobre la broma escarlata en la que se había convertido Räg—. Pensaba que iba a morir... pensaba que todos íbamos a morir y... ¿Lo habéis visto? He sido yo... —de nuevo un tono de voz demasiado agitado para la situación, uno exaltado y propio de un crío que no entiende que el horno no está para bollos—. ¡Lo he conseguido! Ahora... tenemos que salir de aquí... algo se ha llevado a Sutileza y creo que... Connor tiene que salir de aquí... yo...
Doblegó el temblor de su voz, solo para separarse y apretujar a Airi con delicadeza. Todos estaban tan mal... empezando por Rick y el propio Ethan. Quizá tuviera que añadir un nombre más a esa lista porque de repente percibía como las fuerzas le iban abandonando a la par que volvía a comprender la cantidad de metros de tierra que coronaba sus cabezas.
Así que tiró de la cadena, esforzándose en esgrimir murallas en pos de detener aquella marea negra que amenazaba con ahogarle.
—¡CUalquier Otra COSA Y LE HAGO PIUM Y ZAS! y CAE AL suelo en redondo... ¿Verdad Damian? Ahora ya sé por qué te gusta jugar tanto a Rambo... ¿Verdad? ¿ConnoorRR? —se arrodilló junto a él, la expresión entre distante y a punto de hacer pucheros. Buscaba su aprobación con insistencia. Su energía rimbombante le impidió ver el trozo de pezón colgando.
Puede que necesitara un exorcismo de Elsa.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Subterráneos
04/06/24, 05:50 pm
Quizás su mejor amigo tuviese en su poder un arma poderosa e inalcanzable, normal que pudo escuchar tanto a él como a Ethan celebrando el logro. No era para menos, tener aquello tendría a cualquiera sintiéndose poderoso, capaz de cualquier cosa. Damian, lejos de la euforia inicial, se sintió rebasado por todo al ver que cuando Connor se fue incorporando, cuatro lineas feas, rojas y desagradables adornaban su pecho y se extendían mucho.
—Mnh… —se quejó con molestia para sí y encogió los labios, nervioso por ver algo así de gráfico en la piel de su amigo mayor.
Connor era un tío duro pero eso… pintaba feo y más sabiendo a lo que se estuvo enfrentando por el resto. La camiseta reventada, el rojo que la teñía, todo era tan malo… ¿Por qué todo en ese día era tan puta mierda para él y para sus amigos? Tensó los párpados, quería dejar de ver los estragos en su piel y miró a Nohlem. Su reacción al pelirrosa le hizo temer y lo que andaba diciendo en voz baja, apretando su puño mucho mientras observaba a su amigo abrazar a Nohlem en una vorágine de preocupación.
—Estamos bien… Yo me-me he recuperado del brazo con un adorno muy raro y mágico —respondió a Connor, exhibiendo su brazo extendido y una leve sonrisa claramente forzada para ser de él, empapada de tensión.
Todo tenía que ser magia, ¿no?
Admiraba a su amigo, claro que era una confianza ciega en él incluso después de aquella tonta pelea que tuvieron. El poder que brotaba de sus dedos era entretenido, guay, incluso lo usaban para jugar… Pero tenerlos y no tenerlos era una gran diferencia, mirando el enorme abismo que tenía entre sí mismo y polaco. Salvó a Connor, si no fuese por él… dormiría para siempre. Joder, ¿por qué tenia que ser tan genial y poderoso y él un matao que de milagro no vuelve con el brazo hecho un boomerang?
Las palabras de Aniol, aunque exentas de malas vibras y llenas de emoción, en Damian estaban sobre su pecho, pesadas. Exhibía logros con energía, hasta él mismo hubiese tenido esa misma reacción logrando cosas así. Sin embargo jugaban a niveles distintos, bajando su arma y quitándose el cinto de la cabeza porque no sabía si siquiera los llegó a portar. Enfrente suyo, no obstante, había otro que sí llevaba las riendas del juego.
—¡Es...! Es la ostia lo que has hecho tío, has dejado tieso de una a-a un bicho así de tocho. Yo le metí… balazos —tan solo eso, pedradas que poco o nada hicieron con el pájaro de mierda y se paralizó delante de otro animal que era un peligro.
Tragó una pelota amarga, al fin y al cabo se escudó en que su mejor colega había salvado a sus amigos y, joder, estaba feliz por ello y tremendamente agradecido, aunque se haya quitado de momento la máscara de Rambo.
—Mnh… —se quejó con molestia para sí y encogió los labios, nervioso por ver algo así de gráfico en la piel de su amigo mayor.
Connor era un tío duro pero eso… pintaba feo y más sabiendo a lo que se estuvo enfrentando por el resto. La camiseta reventada, el rojo que la teñía, todo era tan malo… ¿Por qué todo en ese día era tan puta mierda para él y para sus amigos? Tensó los párpados, quería dejar de ver los estragos en su piel y miró a Nohlem. Su reacción al pelirrosa le hizo temer y lo que andaba diciendo en voz baja, apretando su puño mucho mientras observaba a su amigo abrazar a Nohlem en una vorágine de preocupación.
—Estamos bien… Yo me-me he recuperado del brazo con un adorno muy raro y mágico —respondió a Connor, exhibiendo su brazo extendido y una leve sonrisa claramente forzada para ser de él, empapada de tensión.
Todo tenía que ser magia, ¿no?
Admiraba a su amigo, claro que era una confianza ciega en él incluso después de aquella tonta pelea que tuvieron. El poder que brotaba de sus dedos era entretenido, guay, incluso lo usaban para jugar… Pero tenerlos y no tenerlos era una gran diferencia, mirando el enorme abismo que tenía entre sí mismo y polaco. Salvó a Connor, si no fuese por él… dormiría para siempre. Joder, ¿por qué tenia que ser tan genial y poderoso y él un matao que de milagro no vuelve con el brazo hecho un boomerang?
Las palabras de Aniol, aunque exentas de malas vibras y llenas de emoción, en Damian estaban sobre su pecho, pesadas. Exhibía logros con energía, hasta él mismo hubiese tenido esa misma reacción logrando cosas así. Sin embargo jugaban a niveles distintos, bajando su arma y quitándose el cinto de la cabeza porque no sabía si siquiera los llegó a portar. Enfrente suyo, no obstante, había otro que sí llevaba las riendas del juego.
—¡Es...! Es la ostia lo que has hecho tío, has dejado tieso de una a-a un bicho así de tocho. Yo le metí… balazos —tan solo eso, pedradas que poco o nada hicieron con el pájaro de mierda y se paralizó delante de otro animal que era un peligro.
Tragó una pelota amarga, al fin y al cabo se escudó en que su mejor colega había salvado a sus amigos y, joder, estaba feliz por ello y tremendamente agradecido, aunque se haya quitado de momento la máscara de Rambo.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Subterráneos
06/06/24, 10:09 am
Dolor. Lacerante. Desgarrador. Connor lo sentía por todo su torso, como si le hubieran prendido fuego desde el abdomen hasta el pecho. Uno que solo le sacaba gruñidos, sudores y palabras a medio formar. Intentó ponerse en pie una vez más, pero le resultó del todo imposible y cayó de culo contra el suelo. Dónde se quedó sentado como buenamente pudo y jadeando de esfuerzo, con las manos apoyadas para no desplomarse. Y por supuesto jadeó de dolor. Ese jodidamente lacerante y desgarrador. La calma había llegado lentamente como un pequeño velero tras una noche tormentosa, pero el corazón de Connor bombeaba con una fuerza impropia de un cuerpo tan débil. Le pedía moverse, salir de allí y ya luego lamerse las putas heridas. Pero ésta vez no se trataba de los cortes de un rastrillo o una navaja. Era como si esa puta zarpa de monstruo se hubiera llevado todas sus fuerzas consigo. La voz de Nohlem le hizo salir de sus lamentaciones y trajo consigo el puñetero miedo. "No te mueras" dijo con una voz que parecía prometer a todas luces que justamente eso iba a ocurrir. Y fueron esas palabras las que le devolvieron a la puñetera realidad, porque... ¿De verdad estaba bien?
-¿Qué?- Musitó entredientes mientras ésta vez sí se obligaba a mirar sus heridas.- Joder...- Gruñó con una mueca de dolor en cuanto vio el resultado de aquella pelea. No eran cortes, ni de puta coña. Cuatro desgarros cruzaban su torso, desde parte del abdomen hasta el pecho. Cuatro desgarros que surcaban su piel como si fuera jodido papel, dejando en varias zonas trozos de carne colgante e inútil. Connor alzó la vista rápidamente con un miedo claro y revelador azotando su cuerpo, sus ojos sin enfocarse en ningún lugar concreto. -Que estoy bien, cabronazo... No sé cuántas veces tengo que repetirlo, coño...-Gruñó dolorido con una sonrisa de lado, que lejos de mostrarle despreocupado y tranquilo se veía que solo intentaba convencerse así mismo. Sin demasiado éxito. Cuando sintió el apoyo de Nohlem en su espalda, Connor se inclinó hacia atrás para quedar en parte apoyado en él. Estaba tan jodidamente cansado de intentar no desplomarse de nuevo... Cerró los ojos unos segundos con una mueca cuando otro fuego intenso recorrió su cuerpo.- Te lo digo en serio, joder... Que estoy...- Sus gruñidos doloridos fueron cortados en seco por las palabras pronunciadas por Nohlem: "Me debes un puto favor, ¿no? pues- no te mueras..." Connor se quedó en silencio, con los ojos abiertos de más y una mano cerrada en un puño. ¿Iba a morir? Sus ojos se desviaron otra vez hacia su pecho sangrante y rojo. No sentía que hubieran roto costillas o perforado pulmones pero... <<Yasser no sintió una mierda cuando le reventaron el estómago a balazos...>> Le dijo una voz que era la suya en realidad, agonizante y lastimera. Su puño cerrado se abrió para buscar la pierna de Nohlem, y se la apretó con fuerza durante unos segundos con un intento de sonrisa.- Eso cuenta... como un puto favor... Que lo sepas, puto gili...- Sus palabras quedaron cortadas por otro gruñido dolorido.
El resto de sus compañeros empezaron a acercarse, y Connor los miró con ojos dispersos y aturdidos uno a uno. La cojera de Rick, el anormal hueco en el hombro de Ethan, el júbilo de Aniol y el brazo de... ¿Damian? Recordaba haberlo visto doblado como si fuera de jodida gomaespuma pero ahora... El italiano no tardó en explicar que era gracias a un colgante... Pero Connor no tardó en perder el hilo de aquello cuando gruñó de dolor otra vez. Antes de que la palabras de sus amigos ahogaran cualquier poca creencia que pudiera tener de que estaba bien. Ethan se acercó a él con esa misma puta mirada en los ojos y esa voz preocupada, mientras Rick murmuraba un insulto por lo bajo... Joder, empezaba casi a sentir que iba a ser su puta tumba aquella cueva. Bufó con sorna mirando a Ethan e intentó incorporarse para demostrarle (y demostrarse) que estaba bien. Su cuerpo cedió de nuevo ante las llamas del dolor y cayó de nuevo contra Nohlem. Con cada movimiento sentía la carne desgarrada.
-No es la primera vez que me rajan... ¿vale? Dame cinco minutos y me levanto por mis...- Salió un quejido de dolor que cortó aquel intento de frase orgullosa-.... putos cojones...- Terminó de decir con el rostro algo compungido mientras miraba a Ethan. Sabiendo que pronto iba a empezar a pensar en cómo curarle a pesar de la puta lesión que él mismo tenía en el hombro.- Ten cuidado... con el puto chaleco, por favor...- Murmuró al ver, con el mismo pesar que por su cuerpo, aquel cuero destrozado. Luego su atención se desvió hacia Aniol y aquella euforia que sentía propia de un crío. Sus palabras le abrumaron enseguida, muy lejos del estado anímico en el que se encontraba Connor. Pero no fue hasta que el polaco se dirigió expresamente a él que el motero empezó a entender lo que había ocurrido. Sus ojos se abrieron de la sorpresa y buscó los de Ethan, Rick y Damian. Casi pidiendo que le confirmaran si aquello era verdad. Aniol había matado a ese monstruo. Aniol le había salvado la vida.
Miró al niño y su expresión distante y con pucheros, buscando su aprobación a sus palabras. Connor bajó la mirada al suelo un segundo, casi digiriendo toda aquella información. Aquel niño que creía en la puta Navidad como el que más acababa de degollarle el jodido cuello a una mezcla entre oso y jabalí... Y lo había hecho por él... Poco a poco, su rostro dolorido pasó a una expresión bien distinta. Una ligera sonrisa adornó sus labios a medio camino entre el agradecimiento y el puto orgullo por ver de lo que era capaz Aniol. Su mano se posó en su hombro y tiró de él con suavidad pero firmeza, hasta que pudo darle un pobre intento de abrazo a Aniol. Procurando no tocarle con las heridas pero sí que apoyara su cabeza en su hombro, donde no sangraba. No había lágrimas en los ojos del motero, pero sentía un leve aprieto en su garganta que hacía años que no sentía.
-Si, Aniol... "Pium" y "Zas"...- Murmuró con la primera carcajada tras todo aquello, una risa débil y que se acortó rápido debido al dolor. Luego su mirada se puso de nuevo más seria, con la vista perdida en el camino por donde se había ido el monstruo y había muerto. -Gracias, cabroncete... Terminó por asentir a las palabras de Airi. No podían tardar mucho más en esa puta cueva.
-¿Qué?- Musitó entredientes mientras ésta vez sí se obligaba a mirar sus heridas.- Joder...- Gruñó con una mueca de dolor en cuanto vio el resultado de aquella pelea. No eran cortes, ni de puta coña. Cuatro desgarros cruzaban su torso, desde parte del abdomen hasta el pecho. Cuatro desgarros que surcaban su piel como si fuera jodido papel, dejando en varias zonas trozos de carne colgante e inútil. Connor alzó la vista rápidamente con un miedo claro y revelador azotando su cuerpo, sus ojos sin enfocarse en ningún lugar concreto. -Que estoy bien, cabronazo... No sé cuántas veces tengo que repetirlo, coño...-Gruñó dolorido con una sonrisa de lado, que lejos de mostrarle despreocupado y tranquilo se veía que solo intentaba convencerse así mismo. Sin demasiado éxito. Cuando sintió el apoyo de Nohlem en su espalda, Connor se inclinó hacia atrás para quedar en parte apoyado en él. Estaba tan jodidamente cansado de intentar no desplomarse de nuevo... Cerró los ojos unos segundos con una mueca cuando otro fuego intenso recorrió su cuerpo.- Te lo digo en serio, joder... Que estoy...- Sus gruñidos doloridos fueron cortados en seco por las palabras pronunciadas por Nohlem: "Me debes un puto favor, ¿no? pues- no te mueras..." Connor se quedó en silencio, con los ojos abiertos de más y una mano cerrada en un puño. ¿Iba a morir? Sus ojos se desviaron otra vez hacia su pecho sangrante y rojo. No sentía que hubieran roto costillas o perforado pulmones pero... <<Yasser no sintió una mierda cuando le reventaron el estómago a balazos...>> Le dijo una voz que era la suya en realidad, agonizante y lastimera. Su puño cerrado se abrió para buscar la pierna de Nohlem, y se la apretó con fuerza durante unos segundos con un intento de sonrisa.- Eso cuenta... como un puto favor... Que lo sepas, puto gili...- Sus palabras quedaron cortadas por otro gruñido dolorido.
El resto de sus compañeros empezaron a acercarse, y Connor los miró con ojos dispersos y aturdidos uno a uno. La cojera de Rick, el anormal hueco en el hombro de Ethan, el júbilo de Aniol y el brazo de... ¿Damian? Recordaba haberlo visto doblado como si fuera de jodida gomaespuma pero ahora... El italiano no tardó en explicar que era gracias a un colgante... Pero Connor no tardó en perder el hilo de aquello cuando gruñó de dolor otra vez. Antes de que la palabras de sus amigos ahogaran cualquier poca creencia que pudiera tener de que estaba bien. Ethan se acercó a él con esa misma puta mirada en los ojos y esa voz preocupada, mientras Rick murmuraba un insulto por lo bajo... Joder, empezaba casi a sentir que iba a ser su puta tumba aquella cueva. Bufó con sorna mirando a Ethan e intentó incorporarse para demostrarle (y demostrarse) que estaba bien. Su cuerpo cedió de nuevo ante las llamas del dolor y cayó de nuevo contra Nohlem. Con cada movimiento sentía la carne desgarrada.
-No es la primera vez que me rajan... ¿vale? Dame cinco minutos y me levanto por mis...- Salió un quejido de dolor que cortó aquel intento de frase orgullosa-.... putos cojones...- Terminó de decir con el rostro algo compungido mientras miraba a Ethan. Sabiendo que pronto iba a empezar a pensar en cómo curarle a pesar de la puta lesión que él mismo tenía en el hombro.- Ten cuidado... con el puto chaleco, por favor...- Murmuró al ver, con el mismo pesar que por su cuerpo, aquel cuero destrozado. Luego su atención se desvió hacia Aniol y aquella euforia que sentía propia de un crío. Sus palabras le abrumaron enseguida, muy lejos del estado anímico en el que se encontraba Connor. Pero no fue hasta que el polaco se dirigió expresamente a él que el motero empezó a entender lo que había ocurrido. Sus ojos se abrieron de la sorpresa y buscó los de Ethan, Rick y Damian. Casi pidiendo que le confirmaran si aquello era verdad. Aniol había matado a ese monstruo. Aniol le había salvado la vida.
Miró al niño y su expresión distante y con pucheros, buscando su aprobación a sus palabras. Connor bajó la mirada al suelo un segundo, casi digiriendo toda aquella información. Aquel niño que creía en la puta Navidad como el que más acababa de degollarle el jodido cuello a una mezcla entre oso y jabalí... Y lo había hecho por él... Poco a poco, su rostro dolorido pasó a una expresión bien distinta. Una ligera sonrisa adornó sus labios a medio camino entre el agradecimiento y el puto orgullo por ver de lo que era capaz Aniol. Su mano se posó en su hombro y tiró de él con suavidad pero firmeza, hasta que pudo darle un pobre intento de abrazo a Aniol. Procurando no tocarle con las heridas pero sí que apoyara su cabeza en su hombro, donde no sangraba. No había lágrimas en los ojos del motero, pero sentía un leve aprieto en su garganta que hacía años que no sentía.
-Si, Aniol... "Pium" y "Zas"...- Murmuró con la primera carcajada tras todo aquello, una risa débil y que se acortó rápido debido al dolor. Luego su mirada se puso de nuevo más seria, con la vista perdida en el camino por donde se había ido el monstruo y había muerto. -Gracias, cabroncete... Terminó por asentir a las palabras de Airi. No podían tardar mucho más en esa puta cueva.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Subterráneos
06/06/24, 02:25 pm
El resto de voces sonaban opacadas a su alrededor pues su atención quedaba reducida en aquella grotesca herida. La piel lacerada se entremezclaba con una sangre burbujeante, los cortes eran escalofriantes y ahora que los tenía tan de cerca su mente viajaba entre recuerdos similares. Sus náuseas se quedaban atrapadas entre dos pulmones faltos de aire, con la fría y cada vez más tenue adrenalina haciendo de único puente para que todo el entramado que era su cuerpo no se viniera abajo ante el terror de semejante imagen. Poco quedaba del joven que había atravesado el cuello de Serena con un lápiz, ni de aquel que ciego trataba de trastabillar el brazo de Damian, ahora que el shock había sido tan largo y paulatino, ahora que el alivio llegaba tras la sensación de una falsa seguridad notaba el temblor de su mano crecer a cada segundo que intentaba pensar en posibles soluciones.
Escuchó desesperado como tras la cercanía de Rick este se había alejado para pedir prisa cuando su compañero seguía desangrándose allí sentado. Escuchó los vítores alegres de un Aniol ignorante al que él mismo había animado y sólo supo dirigirle una mirada desolada a Connor como respuesta, incapaz de digerir que había sido su silenciosa mano quien había guiado las acciones del pequeño. Escuchó a Nohlem rogar en apenas un hilo de voz y sin entender todo lo que le dedicaba al pelirrosa se vio reflejado como un mal espejo roto en aquellos lamentos. Quería llorar, acompañar al resto en lo que fuera que estuvieran haciendo siempre y cuando pudiera quitarse aquel deber de encima.
Pero no podía.
Así que tragó saliva e intentó volver a movilizar su muñeca, gesticulo con el brazo bueno tratando de despertar lo que él sentía como un miembro dormido y se puso en marcha tras una sonrisa tan pobre que mejor habría sido no intentar nada.
-Deja de moverte… -Masculló exasperado con cada nuevo intento que hacía Connor por levantarse. Quiso dedicarle algún insulto, intercambiar una broma para aligerar el tono pero ni para aquello tenía humor, así que simplemente suplico. -Por favor…
¿Qué tenían? Tiras, tiras de ropa y camisetas malogradas. Sin el collar cargado no sabía qué hechizos podrían funcionar sobre él y siendo sinceros tampoco tenía la mejor memoria del lugar. Todo lo que recordaba era más cotidiano, lo que veía cuando sus compañeros se ponían a cocinar a su lado. Frunció el ceño frustrado, enfadado porque si quiera les hubieran regalado un triste kit de costura entre tanta puta arma. No quedaba otra entonces que aguantar al torreón como pudieran, rezar en un amargo silencio que el canadiense tuviera razón y que aquella herida era como cualquier otra para su extraño historial bélico.
-Nohlem, no va a morir... -Mencionó entonces despegando la mirada de lo grotesco con suma dificultad. Se quedó mirando a su compañero con una mezcla entre alivio y profunda preocupación pues ahora que habían vuelto a estar juntos la añoranza golpeaba con la fuerza de ser un náufrago y dar con otra embarcación. Llevó la palma de su mano a su mejilla, tratando de limpiar toda la sangre que maquillaba uno de sus lados y de paso, procurando llevarse parte de las lágrimas consigo. -¿Estás herido? Porfa, necesito que lo compruebes y cuando lo hagas que me dejes tu camisa. Si tapamos los cortes aguantará mejor.
Trató de explicarle con voz suave pero firme. Dulcificando un tono de alarma que seguía igual de presente. Cuanto antes actuasen sería mejor y ahora que veía a Räg acercarse para ayudar se sintió lo suficientemente acompañado para no querer hundirse en todo el agobio que llevaba encima. Su estado anímico era como una balanza que temblaba a cada nuevo hallazgo. Nohlem estaba cubierto de sangre pero quizá por el shock no mostraba indicios de estar herido, una cualidad que en el otro grupo ya se había dado dos veces contando al lagarto y que gracias al estrés no tenía tiempo como para buscarle lógica. Si se veían bien debían de estarlo.
-Damian, necesito mis tiras de vuelta y toda la tela que podéis darme. Si improvisamos un vendaje algo haremos… -Exclamó para nada convencido, las dudas asolando su mente al dirigirse hacía las otras personas mágicas del torreón. -Vosotros ehm, se que a veces alteraban la carne no se… No se como funciona eso, ¿Creéis que servirá para juntar un poco los cortes? Si los vendamos a presión estando más cerrados tal vez…
Dejaría la opción al aire pues no mentía en que desconocía por completo ese hechizo más allá de para conseguir albóndigas con mayor facilidad. Confiaba igualmente en el criterio de los que sí sabían de magia para saber si era o no viable. Él de mientras estaría agrupando la tela e intentando pedir a Nohlem o a Damian si podían cortar la ropa en segmentos más manejables. No quería abusar de Aniol pero lo necesitaba tanto como a los demás así que si este se veía capaz le pediría que le limpiara parte de las telas, para al menos poder cubrir a Connor con las que estuvieran menos sucias.
El temblor seguía tanto como el malestar continuo de su estómago, pero aún así, a pesar de lo frustrante que era trabajar con solo un brazo trataría de limpiar levemente los zarpazos de Connor. Se obligaría a mirar para atenderle bien y normalizar en el horror que se había convertido su abdomen, porque quería ayudarlo y quería que salieran juntos de aquella dichosa cueva. No se veía llegando sin él al torreón, ni tirando su cuerpo a la horrorosa cicatriz para que la decorase como un cadáver más. No quería.
Las primeras lágrimas surgieron durante el vendaje, silenciosas y respetuosas. Ninguna rompió su concentración ni diezmo el ritmo que llevaba para sanar a su amigo. El miedo, la frustración y el agobio resbalaban por su rostro
Escuchó desesperado como tras la cercanía de Rick este se había alejado para pedir prisa cuando su compañero seguía desangrándose allí sentado. Escuchó los vítores alegres de un Aniol ignorante al que él mismo había animado y sólo supo dirigirle una mirada desolada a Connor como respuesta, incapaz de digerir que había sido su silenciosa mano quien había guiado las acciones del pequeño. Escuchó a Nohlem rogar en apenas un hilo de voz y sin entender todo lo que le dedicaba al pelirrosa se vio reflejado como un mal espejo roto en aquellos lamentos. Quería llorar, acompañar al resto en lo que fuera que estuvieran haciendo siempre y cuando pudiera quitarse aquel deber de encima.
Pero no podía.
Así que tragó saliva e intentó volver a movilizar su muñeca, gesticulo con el brazo bueno tratando de despertar lo que él sentía como un miembro dormido y se puso en marcha tras una sonrisa tan pobre que mejor habría sido no intentar nada.
-Deja de moverte… -Masculló exasperado con cada nuevo intento que hacía Connor por levantarse. Quiso dedicarle algún insulto, intercambiar una broma para aligerar el tono pero ni para aquello tenía humor, así que simplemente suplico. -Por favor…
¿Qué tenían? Tiras, tiras de ropa y camisetas malogradas. Sin el collar cargado no sabía qué hechizos podrían funcionar sobre él y siendo sinceros tampoco tenía la mejor memoria del lugar. Todo lo que recordaba era más cotidiano, lo que veía cuando sus compañeros se ponían a cocinar a su lado. Frunció el ceño frustrado, enfadado porque si quiera les hubieran regalado un triste kit de costura entre tanta puta arma. No quedaba otra entonces que aguantar al torreón como pudieran, rezar en un amargo silencio que el canadiense tuviera razón y que aquella herida era como cualquier otra para su extraño historial bélico.
-Nohlem, no va a morir... -Mencionó entonces despegando la mirada de lo grotesco con suma dificultad. Se quedó mirando a su compañero con una mezcla entre alivio y profunda preocupación pues ahora que habían vuelto a estar juntos la añoranza golpeaba con la fuerza de ser un náufrago y dar con otra embarcación. Llevó la palma de su mano a su mejilla, tratando de limpiar toda la sangre que maquillaba uno de sus lados y de paso, procurando llevarse parte de las lágrimas consigo. -¿Estás herido? Porfa, necesito que lo compruebes y cuando lo hagas que me dejes tu camisa. Si tapamos los cortes aguantará mejor.
Trató de explicarle con voz suave pero firme. Dulcificando un tono de alarma que seguía igual de presente. Cuanto antes actuasen sería mejor y ahora que veía a Räg acercarse para ayudar se sintió lo suficientemente acompañado para no querer hundirse en todo el agobio que llevaba encima. Su estado anímico era como una balanza que temblaba a cada nuevo hallazgo. Nohlem estaba cubierto de sangre pero quizá por el shock no mostraba indicios de estar herido, una cualidad que en el otro grupo ya se había dado dos veces contando al lagarto y que gracias al estrés no tenía tiempo como para buscarle lógica. Si se veían bien debían de estarlo.
-Damian, necesito mis tiras de vuelta y toda la tela que podéis darme. Si improvisamos un vendaje algo haremos… -Exclamó para nada convencido, las dudas asolando su mente al dirigirse hacía las otras personas mágicas del torreón. -Vosotros ehm, se que a veces alteraban la carne no se… No se como funciona eso, ¿Creéis que servirá para juntar un poco los cortes? Si los vendamos a presión estando más cerrados tal vez…
Dejaría la opción al aire pues no mentía en que desconocía por completo ese hechizo más allá de para conseguir albóndigas con mayor facilidad. Confiaba igualmente en el criterio de los que sí sabían de magia para saber si era o no viable. Él de mientras estaría agrupando la tela e intentando pedir a Nohlem o a Damian si podían cortar la ropa en segmentos más manejables. No quería abusar de Aniol pero lo necesitaba tanto como a los demás así que si este se veía capaz le pediría que le limpiara parte de las telas, para al menos poder cubrir a Connor con las que estuvieran menos sucias.
El temblor seguía tanto como el malestar continuo de su estómago, pero aún así, a pesar de lo frustrante que era trabajar con solo un brazo trataría de limpiar levemente los zarpazos de Connor. Se obligaría a mirar para atenderle bien y normalizar en el horror que se había convertido su abdomen, porque quería ayudarlo y quería que salieran juntos de aquella dichosa cueva. No se veía llegando sin él al torreón, ni tirando su cuerpo a la horrorosa cicatriz para que la decorase como un cadáver más. No quería.
Las primeras lágrimas surgieron durante el vendaje, silenciosas y respetuosas. Ninguna rompió su concentración ni diezmo el ritmo que llevaba para sanar a su amigo. El miedo, la frustración y el agobio resbalaban por su rostro
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Subterráneos
07/06/24, 01:58 pm
Al principio no entendió lo que estaba pasando. Oyó gritar a Sutileza, le escuchó decir la palabra “sangre” y su mente tardó en procesarla. Volvía a verlo todo rojo. Manchas carmesí en su visión distorsionada. Su mente también lo estaba. Algo arrastró de él. No, alguien. Era Airi.
—Estoy… — ¿Bien? No lo creía, pero… En el fondo de su mente entendía la pregunta de le sanaí y quería responderle que sí, pero no fue capaz. Dejó que le arrastrase.
Escuchó la palabra sangre. ¿Sangre? ¿Le había caído su sangre encima a Sutileza? Su intención había sido entorpecer, aunque fuese mínimamente al peligroso animal salvaje. Sabía que no podía hacer mucho con aquello, pero era lo único que podía hacer. Y tampoco estaba pudiendo contenerlo, de todas formas. Ya era la segunda en poco tiempo.
Por supuesto, su sangre había salpicado aleatoriamente en muchos lugares, tal vez incluso encima de aquel animal… pero no es que hubiese importado demasiado. Los gritos de Sutileza ocuparon la galería durante unos instantes y Rägjynn trató de ver que estaba ocurriendo. Apenas fue medio consciente como un murciélago enorme se llevaba a Sutileza mientras este gritaba. Había algo en aquella escena que le perturbaba más allá del simple horror de contemplar como lo que ahora sabía que era una persona como ellos iba a sufrir un destino horrible. Por mucho que les hubiese hecho cosas terribles, no podía celebrar su muerte. Y mucho menos cuando…
¿¿Connor?? Los gritos del humano lo distrajeron lo suficiente del destino de Sutileza. Su compañero, su amigo, le importaba bastante más. Y él era impotente una vez más, no había nada que pudiera hacer. Hiperventilar, seguir viendo el mundo completamente rojo… Y todo sucedió muy rápido. Escuchó unas palabras familiares. Era Aniol, estaba conjurando un hechizo. El milagro ocurrió, el polaco lo había logrado. El animal se retiraba… No, pero todavía era demasiado pronto para sentir ninguna clase de alivio.
Pudieron reunirse con el resto por fin. Algunos hablaban de dirigirse hacia la salida cuanto antes. El mjörní ni siquiera estaba razonando por qué estaban tan seguros de que la salida estaba cerca, ni siquiera pudo procesar la explicación de Airi, pero simplemente quería seguirles. Solo que… Connor. La ahogada voz de Nohlem le encogió el corazón. Lo que habían hecho el varmano y el texano... Su valentía era increíble, pero habían pagado un precio. ¿Estaba bien el granta? Creía que sí. Físicamente al menos... Veía la sangre brotar del pecho del humano mezclándose con la que empañaba su visión. Inmóvil durante varios segundos.
La voz de Ethan afirmando algo que necesitaba escuchar le hizo reaccionar. No, claro que Connor no iba a morir. Se acercó torpemente, tartamudeando algo acerca de ofrecer su camiseta para el vendaje. O eso creía. Esperaba que hubiese sido capaz de hacerse entender. Parecía que sí.
—Connor… —empezó a decir con voz apenas audible. Carraspeó un poco—. A-aguanta…
El medio asiático preguntó sobre uno de los hechizos. Tardó unos segundos en registrarse en su mente a cuál se refería, embotado como estaba.
>>¿M-moldear materia? Es… Puede funcionar, pero hay que… hay que tener mucho cuidado… Yo no puedo… ¡Ah! Ethan, tienes el brazo igual que yo… ¿Estáis… estáis bien?
Fue consciente, realmente consciente, por primera vez de que se habían reunido. Y estaba preocupado por ellos también. Aunque no tardaría en volver a prestar su atención a Connor y en añadir su camiseta a los vendajes que estaban reuniendo. Su lesión ahora era completamente visible y su brazo tenía un aspecto desagradable, pero no importaba. Tenían que realizar los primeros auxilios como pudieran y luego… salir de allí cuanto antes. No podía pensar en otra cosa. No quería pensar en otra cosa.
—Estoy… — ¿Bien? No lo creía, pero… En el fondo de su mente entendía la pregunta de le sanaí y quería responderle que sí, pero no fue capaz. Dejó que le arrastrase.
Escuchó la palabra sangre. ¿Sangre? ¿Le había caído su sangre encima a Sutileza? Su intención había sido entorpecer, aunque fuese mínimamente al peligroso animal salvaje. Sabía que no podía hacer mucho con aquello, pero era lo único que podía hacer. Y tampoco estaba pudiendo contenerlo, de todas formas. Ya era la segunda en poco tiempo.
Por supuesto, su sangre había salpicado aleatoriamente en muchos lugares, tal vez incluso encima de aquel animal… pero no es que hubiese importado demasiado. Los gritos de Sutileza ocuparon la galería durante unos instantes y Rägjynn trató de ver que estaba ocurriendo. Apenas fue medio consciente como un murciélago enorme se llevaba a Sutileza mientras este gritaba. Había algo en aquella escena que le perturbaba más allá del simple horror de contemplar como lo que ahora sabía que era una persona como ellos iba a sufrir un destino horrible. Por mucho que les hubiese hecho cosas terribles, no podía celebrar su muerte. Y mucho menos cuando…
¿¿Connor?? Los gritos del humano lo distrajeron lo suficiente del destino de Sutileza. Su compañero, su amigo, le importaba bastante más. Y él era impotente una vez más, no había nada que pudiera hacer. Hiperventilar, seguir viendo el mundo completamente rojo… Y todo sucedió muy rápido. Escuchó unas palabras familiares. Era Aniol, estaba conjurando un hechizo. El milagro ocurrió, el polaco lo había logrado. El animal se retiraba… No, pero todavía era demasiado pronto para sentir ninguna clase de alivio.
Pudieron reunirse con el resto por fin. Algunos hablaban de dirigirse hacia la salida cuanto antes. El mjörní ni siquiera estaba razonando por qué estaban tan seguros de que la salida estaba cerca, ni siquiera pudo procesar la explicación de Airi, pero simplemente quería seguirles. Solo que… Connor. La ahogada voz de Nohlem le encogió el corazón. Lo que habían hecho el varmano y el texano... Su valentía era increíble, pero habían pagado un precio. ¿Estaba bien el granta? Creía que sí. Físicamente al menos... Veía la sangre brotar del pecho del humano mezclándose con la que empañaba su visión. Inmóvil durante varios segundos.
La voz de Ethan afirmando algo que necesitaba escuchar le hizo reaccionar. No, claro que Connor no iba a morir. Se acercó torpemente, tartamudeando algo acerca de ofrecer su camiseta para el vendaje. O eso creía. Esperaba que hubiese sido capaz de hacerse entender. Parecía que sí.
—Connor… —empezó a decir con voz apenas audible. Carraspeó un poco—. A-aguanta…
El medio asiático preguntó sobre uno de los hechizos. Tardó unos segundos en registrarse en su mente a cuál se refería, embotado como estaba.
>>¿M-moldear materia? Es… Puede funcionar, pero hay que… hay que tener mucho cuidado… Yo no puedo… ¡Ah! Ethan, tienes el brazo igual que yo… ¿Estáis… estáis bien?
Fue consciente, realmente consciente, por primera vez de que se habían reunido. Y estaba preocupado por ellos también. Aunque no tardaría en volver a prestar su atención a Connor y en añadir su camiseta a los vendajes que estaban reuniendo. Su lesión ahora era completamente visible y su brazo tenía un aspecto desagradable, pero no importaba. Tenían que realizar los primeros auxilios como pudieran y luego… salir de allí cuanto antes. No podía pensar en otra cosa. No quería pensar en otra cosa.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Subterráneos
08/06/24, 07:46 pm
De la manera más egoista ahora que Ethan y Räg estaban cerca se permitió desaparecer con el tacto y las palabras de Connor, palabras que le hacían apretar los dientes en angustia por el esfuerzo que debía estar haciendo al pronunciarlas. Con la cabeza gacha no podía ver sus horribles heridas por lo que se esforzaba en creer lo que pregonaba, y el olor a sangre llevaba tanto siendo intenso que su pituitaria se estaba acostumbrando. Se mantuvo ahí, siendo algo más que un mueble, un pilar para el canadiense con el que el peso quedaba repartido entre ambos. Mientras no se movieran nadie se desangraría, ¿no?
Finalmente exhaló una minúscula risa. Sabía perfectamente que había gastado su favor y no se arrepentía de ello, siempre y cuando se cumpliera.
—Lo sé.
No le salió la voz para responder a Rick porque ni siquiera se molestó en intentarlo. El animal no le había tocado, no había sentido ningún dolor más allá de la tensión natural resultante de la acción, pero tampoco se atrevía a negar la sangre que lo empapaba. El repentino abrazo de Aniol fue agridulce, incómodo y no deseado, una rotura al equilibrio que anhelaba al que correspondió mal y tarde, cuando el pequeño ya se estaba separando. Le hubiera gustado darle la razón, las felicidades, lo que se le diera a un niño que acababa de salvarlos de una muerte casi segura, pero a diferencia de con los gritos de Connor esta vez el varmano era incapaz de contagiarse de la efusividad que el otro profesaba. Habían ganado, habían conseguido algo increíble, habían sobrevivido dos veces seguidas, pero en lugar de sentirse como victorias se sentían como lo que eran: desgracias. Sonrió, o al menos tuvo el intento de, mas su sonrisa siguió atrapada tras el hombro de su amigo, borrada tan rápido como llegó y sustituida por el amargo deseo de mandar a callar a Aniol por el crimen de ser un niño. Irónicamente fueron sus ganas de no lidiar con ninguna responsabilidad con críos lo que le hizo alzar cabeza y querer marcharse, pero... Viera donde viera había rojo. En el suelo, en las prendas, bajo su ojo izquierdo, en la cara de Räg... su presencia le recordaba que fuera de la cueva estarían momentáneamente mejor. Momentáneamente. Les estaban dando caza, ahora solo estaban en la madriguera equivocada. Entendía las prisas, él mismo empezaba a compartirlas, pero igual que quien que lleva mucho corriendo y ha cometido el error de parar, a Nohlem le estaba costando volver a la marcha. Además, no podía dejar ahí a Connor.
El tacto de Ethan le hizo suspirar, habiendo contenido el primer instinto de echarse hacia atrás por miedo a que trajese el dolor de un corte. Asintió una sola vez a su petición, un movimiento tan escueto que a duras penas se sentía como un sí, incentivado por la necesidad de mirar abajo tras fijarse en su deplorable brazo colgando. Joder, otro más. No estaban bien, no lo estaban, y aún así se estaban esforzando. En lugar de palparse de nuevo la izquierda y acabar más manchado aún, Nohlem se apartó de Connor lo justo para quitarse la camisa. Llegados a este punto si había una herida prefería enfrentarse a ella de frente y punto, desmayarse de golpe antes que soportar otro minuto de calor, suciedad y tela ensangrentada pegada contra su piel. Se miró vagamente el brazo antes de tenderle la prenda a Ethan, obediente y deseoso de deshacerse de ella. Más allá de sangre y polvo sobre su piel oscura no parecía haber nada, a diferencia de con casi todos a su alrededor. La suerte era una balanza, y si estaba intacto tenía que ser por algo y no necesariamente bueno. Ni siquiera estaba procesando que, tal como había dicho el propio Damian, algunos estaban curados por arte de magia. Su cabeza estaba nadando en miel, y si realmente tenían ese poder -muy apesar de tener la prueba viviente enfrente- ¿no la habrían usado ya en Connor entonces?
Ver a los dos medio-brazo esforzarse por atender al motero le hizo pisar tierra más pronto que tarde. A fin de cuentas tenía movilidad, estaba entero aunque no se atreviera a decirlo por miedo a que finalmente fuera mentira o gafarlo. Recogió su arco y su daga y sujetó como buenamente pudo los hombros del canadiense, dándole un apoyo más estable y firme para su comodidad mientras lo trataban, un acto más simbólico que útil. Desde ahí tenía la herida en un grotesco primer plano, pero se esforzaba por mirar a casi cualquier otra cosa: el pasillo por el que tendrían que salir, el cuerpo del animal muerto (o eso esperaba), los niños... no, los niños no. Ni el pie de Rick ni su expresión azuzante, ni las lágrimas de Ethan ni las de Räg. Si la sangre no era suya por ángulo solo podía venir de otro, tal como empezaba a comprender, y no estaba en situación de ponerse a pensar en ello. Inspiró profundamente y suspiró igual.
—En el refugio —dijo con voz cerrada como si hubiera tragado rocas, pero con voz a fin de cuentas—, en el refugio podemos lavar bien... las heridas. Con agua caliente y jabón —la idea de tumbarse en un colchón le animó un poco—. Podremos descansar. Y tú... te vas a poner bien. Solo tienes que aguantar hasta entonces... Me lo has prometido. Me lo has prometido, jodido plebeyo —terminó debilmente.
>>¿Hay... hay algo que pueda hacer? —se atrevió a preguntar, habiendo adoptado como guías momentáneos al reptil y el londinense. Era su turno de lidiar con heridos, y así se le jodieran los brazos en el proceso estaba dispuesto a ayudar en peso a Connor a levantarse y todo el trayecto que hiciera falta.
Cortó tela tal como pidió Ethan, rajando con la daga hasta que el material roto cedía con simple fuerza.
Finalmente exhaló una minúscula risa. Sabía perfectamente que había gastado su favor y no se arrepentía de ello, siempre y cuando se cumpliera.
—Lo sé.
No le salió la voz para responder a Rick porque ni siquiera se molestó en intentarlo. El animal no le había tocado, no había sentido ningún dolor más allá de la tensión natural resultante de la acción, pero tampoco se atrevía a negar la sangre que lo empapaba. El repentino abrazo de Aniol fue agridulce, incómodo y no deseado, una rotura al equilibrio que anhelaba al que correspondió mal y tarde, cuando el pequeño ya se estaba separando. Le hubiera gustado darle la razón, las felicidades, lo que se le diera a un niño que acababa de salvarlos de una muerte casi segura, pero a diferencia de con los gritos de Connor esta vez el varmano era incapaz de contagiarse de la efusividad que el otro profesaba. Habían ganado, habían conseguido algo increíble, habían sobrevivido dos veces seguidas, pero en lugar de sentirse como victorias se sentían como lo que eran: desgracias. Sonrió, o al menos tuvo el intento de, mas su sonrisa siguió atrapada tras el hombro de su amigo, borrada tan rápido como llegó y sustituida por el amargo deseo de mandar a callar a Aniol por el crimen de ser un niño. Irónicamente fueron sus ganas de no lidiar con ninguna responsabilidad con críos lo que le hizo alzar cabeza y querer marcharse, pero... Viera donde viera había rojo. En el suelo, en las prendas, bajo su ojo izquierdo, en la cara de Räg... su presencia le recordaba que fuera de la cueva estarían momentáneamente mejor. Momentáneamente. Les estaban dando caza, ahora solo estaban en la madriguera equivocada. Entendía las prisas, él mismo empezaba a compartirlas, pero igual que quien que lleva mucho corriendo y ha cometido el error de parar, a Nohlem le estaba costando volver a la marcha. Además, no podía dejar ahí a Connor.
El tacto de Ethan le hizo suspirar, habiendo contenido el primer instinto de echarse hacia atrás por miedo a que trajese el dolor de un corte. Asintió una sola vez a su petición, un movimiento tan escueto que a duras penas se sentía como un sí, incentivado por la necesidad de mirar abajo tras fijarse en su deplorable brazo colgando. Joder, otro más. No estaban bien, no lo estaban, y aún así se estaban esforzando. En lugar de palparse de nuevo la izquierda y acabar más manchado aún, Nohlem se apartó de Connor lo justo para quitarse la camisa. Llegados a este punto si había una herida prefería enfrentarse a ella de frente y punto, desmayarse de golpe antes que soportar otro minuto de calor, suciedad y tela ensangrentada pegada contra su piel. Se miró vagamente el brazo antes de tenderle la prenda a Ethan, obediente y deseoso de deshacerse de ella. Más allá de sangre y polvo sobre su piel oscura no parecía haber nada, a diferencia de con casi todos a su alrededor. La suerte era una balanza, y si estaba intacto tenía que ser por algo y no necesariamente bueno. Ni siquiera estaba procesando que, tal como había dicho el propio Damian, algunos estaban curados por arte de magia. Su cabeza estaba nadando en miel, y si realmente tenían ese poder -muy apesar de tener la prueba viviente enfrente- ¿no la habrían usado ya en Connor entonces?
Ver a los dos medio-brazo esforzarse por atender al motero le hizo pisar tierra más pronto que tarde. A fin de cuentas tenía movilidad, estaba entero aunque no se atreviera a decirlo por miedo a que finalmente fuera mentira o gafarlo. Recogió su arco y su daga y sujetó como buenamente pudo los hombros del canadiense, dándole un apoyo más estable y firme para su comodidad mientras lo trataban, un acto más simbólico que útil. Desde ahí tenía la herida en un grotesco primer plano, pero se esforzaba por mirar a casi cualquier otra cosa: el pasillo por el que tendrían que salir, el cuerpo del animal muerto (o eso esperaba), los niños... no, los niños no. Ni el pie de Rick ni su expresión azuzante, ni las lágrimas de Ethan ni las de Räg. Si la sangre no era suya por ángulo solo podía venir de otro, tal como empezaba a comprender, y no estaba en situación de ponerse a pensar en ello. Inspiró profundamente y suspiró igual.
—En el refugio —dijo con voz cerrada como si hubiera tragado rocas, pero con voz a fin de cuentas—, en el refugio podemos lavar bien... las heridas. Con agua caliente y jabón —la idea de tumbarse en un colchón le animó un poco—. Podremos descansar. Y tú... te vas a poner bien. Solo tienes que aguantar hasta entonces... Me lo has prometido. Me lo has prometido, jodido plebeyo —terminó debilmente.
>>¿Hay... hay algo que pueda hacer? —se atrevió a preguntar, habiendo adoptado como guías momentáneos al reptil y el londinense. Era su turno de lidiar con heridos, y así se le jodieran los brazos en el proceso estaba dispuesto a ayudar en peso a Connor a levantarse y todo el trayecto que hiciera falta.
Cortó tela tal como pidió Ethan, rajando con la daga hasta que el material roto cedía con simple fuerza.
- ♪♫♬:
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Subterráneos
09/06/24, 12:44 pm
La confianza de que las heridas del motero no le impidieran avanzar se desmoronó igual que cayó Connor al intentar levantarse. La atención del neoyorquino se centró por completo en su compañero por el momento, con una expresión algo compungida. -Con cuidado, Connor- dijo preocupado, acercándose un poquito más al grupo. Empezaba a temerse que los cortes no hubiera sido lo único que había recibido del zarpazo, aunque con suerte podrían apañar unos primeros auxilios rápido con lo que tenían y ayudarle durante el camino de vuelta.
Se limitó a asentir levemente a la mirada del texano. Técnicamente había llegado poco después, pero lo que había ocurrido resultaba obvio con lo que había llegado a ver. Aniol se estaba encargando de no dejar dudas al respecto, aunque Rick se esforzaba en no prestar atención al entusiasmo ni a sus palabras. No estaba cómodo con que los pequeños hubieran tenido que hacer algo así y la noticia todavía estaba muy fresca. El italiano sonaba algo más cabizbajo, pero con la tensión que tenía acumulada no tuvo tiempo para pensar el por qué. Al menos la pregunta del mjörní le ayudó a alejarse de aquello. -Damian y Aniol están bien, nosotros... Podemos aguantar- respondió con algo de cansancio y las pocas pizcas de optimismo que se podían sacar de su interior. Al menos esperaba poder llegar, aunque el camino iba a ser complicado con una pierna de menos. -Tuvimos suerte de encontrar el amuleto del que hablaba Damian, pero se gastó con ellos dos- explicó brevemente dada la situación. Ya de vuelta en el torreón, o en el camino si salía el tema, le contaría en más detalle lo que habían pasado y le preguntaría por el artefacto.
Ethan empezó a plantear la organización para vendar al motero y el neoyorquino se alegró de que esta vez fueran más para atender a su compañero y repartirse las tareas. Fue un alivio ver que Nohlem y Airi se sumaban al británico y a Räg para ocuparse de la mayoría del trabajo, lo que le dejaba a él con una responsabilidad clara. Rick no tardó en quitarse (de nuevo con cierta dificultad para no caerse) la camisa y, luego de quitarle un poco el polvo, se la entregó al grupo para hacer las vendas. -Me quedaré vigilando, pero si necesitáis una mano en algún momento solo tenéis que avisar- expuso antes de girarse sable en mano hacia las galerías. Les había dejado algo de espacio para maniobrar, pero no se había alejado mucho del grupo por si acaso. Iba cambiando la mirada del camino que tomarían al hueco por el que se había ido el murciélago gigante, esperando que nada más se asomara por allí. Alguien tenía que estar atento por si acaso y, aunque habían conseguido sobrevivir al oso-jabalí, prefería que no se repitiera nada parecido; no tenía claro si iban a tener la misma suerte una segunda vez. A su espalda, los ánimos del varmano a Connor estaban consiguiendo que incluso él tuviera un poco de esperanza por el trayecto que les quedaba.
El tiempo se le hizo más largo de lo que era por el miedo de que el monstruo volviera, pero Rick se sintió aliviado en cuanto terminaron de curar a su compañero sin más complicaciones. Aunque cansado, ofreció el leve esbozo de una sonrisa a todos, agradecido con los esfuerzos conjuntos y con el simple hecho de que estuvieran juntos de nuevo. Estaban todos tan mal... pero la idea de llegar hasta su "refugio" y poder descansar le animaba lo justo para no caer otra vez en la desesperación. Se aseguró de que todos estuvieran listos antes de retomar la marcha junto a ellos. -Vámonos de aquí- musitó casi inaudible, temiendo que justo entonces todo se volviera a torcer.
Ahora que eran más podía respirar una pizca más tranquilo. Seguía estando cerca de la delantera del grupo por si acaso necesitaban usar sus armas para defenderse, pero ya no iba el primero para no entorpecer al resto. Se adentraron en la galería por la que había aparecido Sutileza y no tardaron en dar con el cuerpo de la bestia. Al pasar a su lado, Rick se alejó un poco e intentó no mirar el feo tajo que había hecho el hechizo. Se le escapó alguna mirada fugaz de la que se arrepintió al instante, entre el asco de la sangre y la carne abierta y que no quería pensar de momento en lo sucedido, pero se esforzó por mirar al frente.
Con cuidado de no tropezar, el neoyorquino siguió avanzando siguiendo la luz de las llamas de sus compañeros. En cierto momento, antes incluso de ver algo más de claridad, notó la brisa que se estaba haciendo más que evidente. -(Estamos cerca, estamos cerca)- se sorprendió mentalmente, retomando sus pasos con un poco más de fuerza. La gruta a la que se acercaban era un último obstáculo para él, entre lo estrecha que era y especialmente por la pendiente para subir, pero la luz que venía desde lo alto era suficiente para que pusiera todo su empeño aunque tropezara un par de veces en el camino.
Tuvo que ponerse el brazo por delante un momento hasta que se acostumbró a la luz, pero el alivio de estar allí era enorme. -Estamos fuera... Lo hemos... conseguido- soltó mirando a su alrededor, todavía sin creérselo del todo. Había un alivio momentáneo, sí, pero aparte de eso... solo había un vacío hueco que pronto se impondría. Seguían vivos, pero todas las demás preocupación le seguían atormentando. De momento solo les quedaba seguir. Por suerte, aunque la casa a medio derrumbar a la que habían llegado podía ser cualquier parte, los gritos y la fina capa de ceniza no daban pie a duda. Rick se fijó en los edificios que se veían a través del techo abierto para intentar ubicarse mejor y, por suerte, vio algo que les ayudaría. -Juraría que esa torre no queda lejos del camino que usamos para ir a por las cestas- dijo señalando una construcción hacia la izquierda. Al menos ya no iban a perderse, pero aún quedaba un buen trecho hasta poder descansar.
Se limitó a asentir levemente a la mirada del texano. Técnicamente había llegado poco después, pero lo que había ocurrido resultaba obvio con lo que había llegado a ver. Aniol se estaba encargando de no dejar dudas al respecto, aunque Rick se esforzaba en no prestar atención al entusiasmo ni a sus palabras. No estaba cómodo con que los pequeños hubieran tenido que hacer algo así y la noticia todavía estaba muy fresca. El italiano sonaba algo más cabizbajo, pero con la tensión que tenía acumulada no tuvo tiempo para pensar el por qué. Al menos la pregunta del mjörní le ayudó a alejarse de aquello. -Damian y Aniol están bien, nosotros... Podemos aguantar- respondió con algo de cansancio y las pocas pizcas de optimismo que se podían sacar de su interior. Al menos esperaba poder llegar, aunque el camino iba a ser complicado con una pierna de menos. -Tuvimos suerte de encontrar el amuleto del que hablaba Damian, pero se gastó con ellos dos- explicó brevemente dada la situación. Ya de vuelta en el torreón, o en el camino si salía el tema, le contaría en más detalle lo que habían pasado y le preguntaría por el artefacto.
Ethan empezó a plantear la organización para vendar al motero y el neoyorquino se alegró de que esta vez fueran más para atender a su compañero y repartirse las tareas. Fue un alivio ver que Nohlem y Airi se sumaban al británico y a Räg para ocuparse de la mayoría del trabajo, lo que le dejaba a él con una responsabilidad clara. Rick no tardó en quitarse (de nuevo con cierta dificultad para no caerse) la camisa y, luego de quitarle un poco el polvo, se la entregó al grupo para hacer las vendas. -Me quedaré vigilando, pero si necesitáis una mano en algún momento solo tenéis que avisar- expuso antes de girarse sable en mano hacia las galerías. Les había dejado algo de espacio para maniobrar, pero no se había alejado mucho del grupo por si acaso. Iba cambiando la mirada del camino que tomarían al hueco por el que se había ido el murciélago gigante, esperando que nada más se asomara por allí. Alguien tenía que estar atento por si acaso y, aunque habían conseguido sobrevivir al oso-jabalí, prefería que no se repitiera nada parecido; no tenía claro si iban a tener la misma suerte una segunda vez. A su espalda, los ánimos del varmano a Connor estaban consiguiendo que incluso él tuviera un poco de esperanza por el trayecto que les quedaba.
El tiempo se le hizo más largo de lo que era por el miedo de que el monstruo volviera, pero Rick se sintió aliviado en cuanto terminaron de curar a su compañero sin más complicaciones. Aunque cansado, ofreció el leve esbozo de una sonrisa a todos, agradecido con los esfuerzos conjuntos y con el simple hecho de que estuvieran juntos de nuevo. Estaban todos tan mal... pero la idea de llegar hasta su "refugio" y poder descansar le animaba lo justo para no caer otra vez en la desesperación. Se aseguró de que todos estuvieran listos antes de retomar la marcha junto a ellos. -Vámonos de aquí- musitó casi inaudible, temiendo que justo entonces todo se volviera a torcer.
Ahora que eran más podía respirar una pizca más tranquilo. Seguía estando cerca de la delantera del grupo por si acaso necesitaban usar sus armas para defenderse, pero ya no iba el primero para no entorpecer al resto. Se adentraron en la galería por la que había aparecido Sutileza y no tardaron en dar con el cuerpo de la bestia. Al pasar a su lado, Rick se alejó un poco e intentó no mirar el feo tajo que había hecho el hechizo. Se le escapó alguna mirada fugaz de la que se arrepintió al instante, entre el asco de la sangre y la carne abierta y que no quería pensar de momento en lo sucedido, pero se esforzó por mirar al frente.
Con cuidado de no tropezar, el neoyorquino siguió avanzando siguiendo la luz de las llamas de sus compañeros. En cierto momento, antes incluso de ver algo más de claridad, notó la brisa que se estaba haciendo más que evidente. -(Estamos cerca, estamos cerca)- se sorprendió mentalmente, retomando sus pasos con un poco más de fuerza. La gruta a la que se acercaban era un último obstáculo para él, entre lo estrecha que era y especialmente por la pendiente para subir, pero la luz que venía desde lo alto era suficiente para que pusiera todo su empeño aunque tropezara un par de veces en el camino.
Tuvo que ponerse el brazo por delante un momento hasta que se acostumbró a la luz, pero el alivio de estar allí era enorme. -Estamos fuera... Lo hemos... conseguido- soltó mirando a su alrededor, todavía sin creérselo del todo. Había un alivio momentáneo, sí, pero aparte de eso... solo había un vacío hueco que pronto se impondría. Seguían vivos, pero todas las demás preocupación le seguían atormentando. De momento solo les quedaba seguir. Por suerte, aunque la casa a medio derrumbar a la que habían llegado podía ser cualquier parte, los gritos y la fina capa de ceniza no daban pie a duda. Rick se fijó en los edificios que se veían a través del techo abierto para intentar ubicarse mejor y, por suerte, vio algo que les ayudaría. -Juraría que esa torre no queda lejos del camino que usamos para ir a por las cestas- dijo señalando una construcción hacia la izquierda. Al menos ya no iban a perderse, pero aún quedaba un buen trecho hasta poder descansar.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Subterráneos
10/06/24, 02:16 pm
Airi temblaba al lado de Räg, todavía asumiendo lo que acababa de ocurrir y lo que estaba por venir. Sus ojos buscaron de aquí para allá, tratando de encontrar a sus compañeros, examinándolos de arriba abajo. No se podía creer que todo hubiese acabado… Cómo había acabado. Con razón no podían dejar de fallarle las piernas. Su contribución había sido patética, pero no había podido hacer nada más.
El gruñido de Connor y que se arremolinaran en torno a él llamó la atención de Airi sobre su estado de inmediato. Apenas dio unos pasos hacia adelante, quedándose a medio camino, tapándose la boca con horror al verle mejor. El olor a hierro de la sangre seca y fresca de sus manos impregnó sus fosas nasales, provocándole un asco incontrolable durante unos instantes, hasta que logró reponerse y ser racional. Nada podía haber salido peor, ¿no? Sí, claro que podía. Al menos estaban vivos. Por ahora.
La alegría de Aniol no era contagiosa, no ahora, no así. Si acaso, hacía que le subiese escalofrío por la columna vertical, fruto de una sensación contradictoria de horror y alivio. Cuando el niño se acercó a elle y le dio aquel abrazo delicado logró reaccionar y apretarlo con fuerza de vuelta, solo para recordar que estaba impregnando también de sangre su ropa y su piel. Se alegraba tanto de que estuviese bien que no se había podido contener, pero abrió los brazos y le dejó continuar su camino, avergonzándose de no poder protegerlo de padecer horrores ni cuando estaban a salvo.
No fue capaz de mirar a los ojos a nadie tras eso. Había sugerido irse cuanto antes, sí, pero no todos podían, no de inmediato, no sin ayuda. Era une privilegiade, y lo era porque se había escondido en una cueva mientras los demás luchaban. Intentó calmarse y razonar. Que Damian se hubiese curado le daba esperanza, aunque no entendiese nada por el momento. Y Connor parecía dispuesto a levantarse y salir de allí, lo que quería decir que aún se tenía en pie. Pero la sangre y las heridas… las de Räg habían parado de sangrar enseguida, pero su pecho aún estaba cubierto de sangre fresca manando por el zarpazo.
Su oportunidad de hacer algo se presentó un poco después con la sugerencia de Ethan. No había experimentado nada parecido, solo practicado con lo que tenían por el torreón, ya fuesen ramitas o un trozo de carne, pero no podía dejar de que Aniol cargase con la responsabilidad de acercarse a las horribles heridas de Connor. Airi tampoco quería, pero luchó contra esa reticencia, con una terquedad de la que sabía que era capaz, ahora que tenía un objetivo en mente.
—Lo haré yo —dijo tras Räg. No sabía si era buena idea. No, definitivamente tenía mucho miedo. Pero si pudiera detener la hemorragia, si pudiera juntar un poco los bordes de la piel para contener la sangre dentro del cuerpo...
El hechizo de moldeado requería contacto, por lo que se limpió las manos como pudo contra la ropa, por donde pudo. No era suficiente, quería desinfectar las heridas antes de cerrarlas, pero no tenían con qué, y estaban todos ellos llenos de tierra. ¿Estaba haciendo lo correcto? No lo sabía. Pidió permiso a Connor con la mirada cuando se detuvo a su lado y buscó el conjuro en su memoria, preguntándole a Räg si recordaba bien una parte del cántico antes de verbalizarlo. Sus manos temblaron cuando tocaron la carne mutilada, obligándose a no apartar la vista de los destrozos que había causado la bestia. Con los dedos pellizcó la carne para acercarla antes de obligarla a unirse entre sí, no queriendo obligarla a estirarse por medios mágicos, pudiendo deformarla aún más. Las uniones quedaban extrañas, como si estuviese moldeando barro, lo que le causó todavía más malestar. Estaba haciendo una chapuza, ¿pero acaso podía hacer un buen trabajo sin experiencia y con un hechizo que se usaba para emplatar filetes?
Cuando terminó se alejó, respirando con dificultad, y dejó que los demás se encargaran de vendarlo con retales de su ropa. Malamente estaba conteniendo la ansiedad. Podía volver la criatura alada. Tenía que ayudar a moverse a los que estuviesen peor. Tenía que prender la llama… No. No sabía si se veía capaz. Había mantenido el hechizo de moldeado demasiado tiempo. Sus piernas temblaban ahora por otra razón más, y es que se sentía completamente drenade de energía.
—A… Aniol, ¿puedes encender tú una llama para guiarnos? —le preguntó al niño tras buscarlo con la mirada. Tal vez también estaba agotado. Si era así, elle misme haría el esfuerzo aunque le costase acercarse al colapso.
Preparade mentalmente para el camino de vuelta, Airi se echó a andar, dispueste a dar apoyo a quien necesitase. Rogó a los espíritus de la Tierra y las Piedras que les abriesen paso hacia el Cielo: ellos no podían volar como Sutileza, por lo que el miedo de que la salida no sirviese para ellos le ahogaba. O, tal vez, los túneles volvían al punto de inicio y era por allí por donde había entrado el ave. No quería ni pensar en ello.
Su angustia duró poco. Casi no se lo pudo creer cuando vio la luz, y la escalera de rocas caídas que les permitiría llegar hasta la brecha. No sería fácil para todos, pero era posible. No habría más ruidos desagradables, criaturas lechosas y escuálidas apartándose de la llama. Jamás había amado tanto la luz del Sol como ese día. Incluso la brisa plagada de lamentos del barrio quemado parecía darles una bienvenida cálida si se comparaba con los túneles oscuros que acababan de abandonar.
El gruñido de Connor y que se arremolinaran en torno a él llamó la atención de Airi sobre su estado de inmediato. Apenas dio unos pasos hacia adelante, quedándose a medio camino, tapándose la boca con horror al verle mejor. El olor a hierro de la sangre seca y fresca de sus manos impregnó sus fosas nasales, provocándole un asco incontrolable durante unos instantes, hasta que logró reponerse y ser racional. Nada podía haber salido peor, ¿no? Sí, claro que podía. Al menos estaban vivos. Por ahora.
La alegría de Aniol no era contagiosa, no ahora, no así. Si acaso, hacía que le subiese escalofrío por la columna vertical, fruto de una sensación contradictoria de horror y alivio. Cuando el niño se acercó a elle y le dio aquel abrazo delicado logró reaccionar y apretarlo con fuerza de vuelta, solo para recordar que estaba impregnando también de sangre su ropa y su piel. Se alegraba tanto de que estuviese bien que no se había podido contener, pero abrió los brazos y le dejó continuar su camino, avergonzándose de no poder protegerlo de padecer horrores ni cuando estaban a salvo.
No fue capaz de mirar a los ojos a nadie tras eso. Había sugerido irse cuanto antes, sí, pero no todos podían, no de inmediato, no sin ayuda. Era une privilegiade, y lo era porque se había escondido en una cueva mientras los demás luchaban. Intentó calmarse y razonar. Que Damian se hubiese curado le daba esperanza, aunque no entendiese nada por el momento. Y Connor parecía dispuesto a levantarse y salir de allí, lo que quería decir que aún se tenía en pie. Pero la sangre y las heridas… las de Räg habían parado de sangrar enseguida, pero su pecho aún estaba cubierto de sangre fresca manando por el zarpazo.
Su oportunidad de hacer algo se presentó un poco después con la sugerencia de Ethan. No había experimentado nada parecido, solo practicado con lo que tenían por el torreón, ya fuesen ramitas o un trozo de carne, pero no podía dejar de que Aniol cargase con la responsabilidad de acercarse a las horribles heridas de Connor. Airi tampoco quería, pero luchó contra esa reticencia, con una terquedad de la que sabía que era capaz, ahora que tenía un objetivo en mente.
—Lo haré yo —dijo tras Räg. No sabía si era buena idea. No, definitivamente tenía mucho miedo. Pero si pudiera detener la hemorragia, si pudiera juntar un poco los bordes de la piel para contener la sangre dentro del cuerpo...
El hechizo de moldeado requería contacto, por lo que se limpió las manos como pudo contra la ropa, por donde pudo. No era suficiente, quería desinfectar las heridas antes de cerrarlas, pero no tenían con qué, y estaban todos ellos llenos de tierra. ¿Estaba haciendo lo correcto? No lo sabía. Pidió permiso a Connor con la mirada cuando se detuvo a su lado y buscó el conjuro en su memoria, preguntándole a Räg si recordaba bien una parte del cántico antes de verbalizarlo. Sus manos temblaron cuando tocaron la carne mutilada, obligándose a no apartar la vista de los destrozos que había causado la bestia. Con los dedos pellizcó la carne para acercarla antes de obligarla a unirse entre sí, no queriendo obligarla a estirarse por medios mágicos, pudiendo deformarla aún más. Las uniones quedaban extrañas, como si estuviese moldeando barro, lo que le causó todavía más malestar. Estaba haciendo una chapuza, ¿pero acaso podía hacer un buen trabajo sin experiencia y con un hechizo que se usaba para emplatar filetes?
Cuando terminó se alejó, respirando con dificultad, y dejó que los demás se encargaran de vendarlo con retales de su ropa. Malamente estaba conteniendo la ansiedad. Podía volver la criatura alada. Tenía que ayudar a moverse a los que estuviesen peor. Tenía que prender la llama… No. No sabía si se veía capaz. Había mantenido el hechizo de moldeado demasiado tiempo. Sus piernas temblaban ahora por otra razón más, y es que se sentía completamente drenade de energía.
—A… Aniol, ¿puedes encender tú una llama para guiarnos? —le preguntó al niño tras buscarlo con la mirada. Tal vez también estaba agotado. Si era así, elle misme haría el esfuerzo aunque le costase acercarse al colapso.
Preparade mentalmente para el camino de vuelta, Airi se echó a andar, dispueste a dar apoyo a quien necesitase. Rogó a los espíritus de la Tierra y las Piedras que les abriesen paso hacia el Cielo: ellos no podían volar como Sutileza, por lo que el miedo de que la salida no sirviese para ellos le ahogaba. O, tal vez, los túneles volvían al punto de inicio y era por allí por donde había entrado el ave. No quería ni pensar en ello.
Su angustia duró poco. Casi no se lo pudo creer cuando vio la luz, y la escalera de rocas caídas que les permitiría llegar hasta la brecha. No sería fácil para todos, pero era posible. No habría más ruidos desagradables, criaturas lechosas y escuálidas apartándose de la llama. Jamás había amado tanto la luz del Sol como ese día. Incluso la brisa plagada de lamentos del barrio quemado parecía darles una bienvenida cálida si se comparaba con los túneles oscuros que acababan de abandonar.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Subterráneos
10/06/24, 06:06 pm
Nadie trató de rebajar la intensidad fluorescente del niño que tanto brillaba en aquella cueva de desánimo, más la actitud de sus amigos provocó que Aniol regresara a la realidad. Fue el abrazo tardío de Nohlem, quien parecía presente a intervalos como la luz de un semáforo. Fue el abrazo fuerte de Airi demostrándole cuanto le había extrañado. El tono de voz abatido en Damian. El carraspeo y las palabras poco audibles de Räg. El cansancio de Rick. El temblor de Ethan y su llanto silencioso.
La única persona que contra todo pronóstico mostró algo de reconocimiento fue Connor, y por muy pequeño que resultara ante el resto del grupo supo casi al instante que deseaba disimular su estado real, uno bastante deplorable.
Anhelaba poder decir que no entendía la oscuridad que se cernía sobre ellos, que habían ganado y que ya no debían temer su suerte. Pero estaría mintiendo. Pasada la adrenalina y contemplada la sangre... el mundo parecía derrumbarse a pasos agigantados.
De modo que Aniol obedeció en todo lo que se le pidió, murmuró alguna tontería en voz baja ya que no podía evitar pensar que ahora era un miembro muy valioso del grupo, pero lo cierto es que la mayoría del tiempo trabajó en silencio sin poder despegar la mirada de las lágrimas del medio japonés pero sobre todo de la urgencia del motero. El hechizo de limpieza obró como esperaba y logró desprender la sangre como buenamente pudo de las vendas que rodearon a Connor. Sintió el desgaste al instante, pero no se negó a invocar una llama para todos cuando le sanaí se lo pidió. Era la princesa Elsa, la hechicera de Sendar. Lo menos que podía hacer por todos era alumbrar su camino incierto.
No fue tan incierto después de todo. La brisa removía su llama y al rato consiguieron salir a la superficie. El polaco percibió una oleada de ansiedad desestabilizarle por lo que se agarró al brazo de la persona más cercana. La criatura muerta y Sutileza quedaban atrás, sí, pero no olvidaba la amenaza de las sombras pérfidas que les habían sentenciado desde las alturas por encima de las grutas subterráneas. Quizá fuera el pavor lo que le instó a acercarse a alguien, o puede que el drenaje de sus reservas mágicas. El caso es que anduvo el resto del trayecto hacia su hogar con un aturdimiento notable.
Lo que encontraron a los pies del Torreón le hizo palidecer.
Sigue en Torreón Sendar.
La única persona que contra todo pronóstico mostró algo de reconocimiento fue Connor, y por muy pequeño que resultara ante el resto del grupo supo casi al instante que deseaba disimular su estado real, uno bastante deplorable.
Anhelaba poder decir que no entendía la oscuridad que se cernía sobre ellos, que habían ganado y que ya no debían temer su suerte. Pero estaría mintiendo. Pasada la adrenalina y contemplada la sangre... el mundo parecía derrumbarse a pasos agigantados.
De modo que Aniol obedeció en todo lo que se le pidió, murmuró alguna tontería en voz baja ya que no podía evitar pensar que ahora era un miembro muy valioso del grupo, pero lo cierto es que la mayoría del tiempo trabajó en silencio sin poder despegar la mirada de las lágrimas del medio japonés pero sobre todo de la urgencia del motero. El hechizo de limpieza obró como esperaba y logró desprender la sangre como buenamente pudo de las vendas que rodearon a Connor. Sintió el desgaste al instante, pero no se negó a invocar una llama para todos cuando le sanaí se lo pidió. Era la princesa Elsa, la hechicera de Sendar. Lo menos que podía hacer por todos era alumbrar su camino incierto.
No fue tan incierto después de todo. La brisa removía su llama y al rato consiguieron salir a la superficie. El polaco percibió una oleada de ansiedad desestabilizarle por lo que se agarró al brazo de la persona más cercana. La criatura muerta y Sutileza quedaban atrás, sí, pero no olvidaba la amenaza de las sombras pérfidas que les habían sentenciado desde las alturas por encima de las grutas subterráneas. Quizá fuera el pavor lo que le instó a acercarse a alguien, o puede que el drenaje de sus reservas mágicas. El caso es que anduvo el resto del trayecto hacia su hogar con un aturdimiento notable.
Lo que encontraron a los pies del Torreón le hizo palidecer.
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"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Subterráneos
12/06/24, 06:31 pm
No se había fijado en el pie de Rick hasta que el propio humano le respondió a su pregunta. Rägjynn observó con horro el ángulo extraño en el que lo tenía: aquello tenía peor pinta que los hombros dislocados, y aunque al parecer tampoco era doloroso sí que no sabía cómo empezar siquiera a tratar con una lesión como aquella.
La palabra amuleto le hizo darse cuenta de que apenas había estado prestando atención, enfrascado en sus propios pensamientos, pero era cierto que recordaba haber escuchado de Damian algo que normalmente habría llamado su atención.
—¿Un amuleto? —dijo en voz apenas audible.
Si se habían curado con un artefacto mágico aquello era una muy buena noticia, pero tendría que reprimir sus ganas de fundir a preguntas al otro grupo y centrarse en lo que importaba. Por desgracia, el neoyorquino ya había dicho que no podrían usarlo en Connor, por lo que tenía que seguir centrándose en los primeros auxilios que estaban llevando a cabo.
Nohlem le preocupaba. Le dio las instrucciones que pidió, pero notaba que su ánimo era incluso peor que el de muchos otros. Ninguno estaba bien, por supuesto, pero la energía que transmitía el varmano… Bueno, no sabía muy bien cómo definirlo, pero parecía estar particularmente afectado. ¿Se debería a que habría salido relativamente ileso respecto al resto? Rägjynn pensó que él se sentiría culpable de estar en su lugar, aunque fuese un pensamiento algo irracional podía verle el sentido. O tal vez la visión de la terrible herida de Connor le estaba afectando especialmente. No es que no tuviese motivos, desde luego… El propio mjörní no había entrado más en pánico al ver a su compañero así debido al estado mental en el que se encontraba.
Y Aniol era otra persona que había mostrado un comportamiento… extraño. También le costaba definirlo y el escamas moradas se había perdido buena parte del contexto de toda la situación, pero el polaco… ¿Cómo podría decirlo? No era capaz de expresarlo por mucho que lo pensase, pero algo era evidente: era demasiado pequeño para estar viviendo algo como aquello. El mjörní no creía que nadie pudiese ser nunca lo suficiente mayor para que aquella situación pudiese considerarse “adecuada”, pero que niños como el polaco o el italiano tuviesen que pasar por aquello era especialmente cruel. Una vez más, por desgracia, no sabía qué hacer al respecto.
Trató de centrarse en dar las indicaciones que se atrevió a enunciar. No se sentía especialmente cómodo con el uso del hechizo de moldear materia orgánica, pero visto que no tenían nada mejor suponía que sería preferible arriesgarse un poco antes de permitir que Connor se desangrase. Con suerte, podrían contar con aquel amuleto curativo que había mencionado Rick para que arreglase cualquier problema que le pudiesen provocar al cuerpo del humano.
Le daría un breve apretón a Airi en el hombro cuando terminase su trabajo, notando que le sanaí además estaba sufriendo el agotamiento mágico. Quería mantenerse cerca de elle, pero también de Nohlem, de Aniol, de Damian, por supuesto de Connor debido a su estado… No podía. Siguió la llama que el polaco conjuró, preocupado también por cuánto uso de la magia hubiera hecho el niño.
Siguió a todos y a ninguno. Con la vista y con los pies, ambos torpes por un motivo y otro. Casi no se pudo creer cuando les empezó a alcanzar la claridad y notaron una leve brisa. No le importó demasiado volver a escuchar aquellos espeluznantes lamentos ni los restos de ceniza: habían logrado salir de allí y, aunque heridos tanto física como mentalmente, todos con vida.
El camino de regreso al torreón fue como si alguien hubiese empleado un hechizo de pérdida de memoria en él. No supo cuánto tiempo ni cómo habían llegado hasta allí, dejándose guiar una vez más. Ver las familiares paredes de robusta piedra gris en la distancia fue un gran alivio.
Este, no obstante, duraría poco: el fatídico día no parecía querer concederles el respiro que tanto necesitaban.
Sigue en el Torreón Sendar.
La palabra amuleto le hizo darse cuenta de que apenas había estado prestando atención, enfrascado en sus propios pensamientos, pero era cierto que recordaba haber escuchado de Damian algo que normalmente habría llamado su atención.
—¿Un amuleto? —dijo en voz apenas audible.
Si se habían curado con un artefacto mágico aquello era una muy buena noticia, pero tendría que reprimir sus ganas de fundir a preguntas al otro grupo y centrarse en lo que importaba. Por desgracia, el neoyorquino ya había dicho que no podrían usarlo en Connor, por lo que tenía que seguir centrándose en los primeros auxilios que estaban llevando a cabo.
Nohlem le preocupaba. Le dio las instrucciones que pidió, pero notaba que su ánimo era incluso peor que el de muchos otros. Ninguno estaba bien, por supuesto, pero la energía que transmitía el varmano… Bueno, no sabía muy bien cómo definirlo, pero parecía estar particularmente afectado. ¿Se debería a que habría salido relativamente ileso respecto al resto? Rägjynn pensó que él se sentiría culpable de estar en su lugar, aunque fuese un pensamiento algo irracional podía verle el sentido. O tal vez la visión de la terrible herida de Connor le estaba afectando especialmente. No es que no tuviese motivos, desde luego… El propio mjörní no había entrado más en pánico al ver a su compañero así debido al estado mental en el que se encontraba.
Y Aniol era otra persona que había mostrado un comportamiento… extraño. También le costaba definirlo y el escamas moradas se había perdido buena parte del contexto de toda la situación, pero el polaco… ¿Cómo podría decirlo? No era capaz de expresarlo por mucho que lo pensase, pero algo era evidente: era demasiado pequeño para estar viviendo algo como aquello. El mjörní no creía que nadie pudiese ser nunca lo suficiente mayor para que aquella situación pudiese considerarse “adecuada”, pero que niños como el polaco o el italiano tuviesen que pasar por aquello era especialmente cruel. Una vez más, por desgracia, no sabía qué hacer al respecto.
Trató de centrarse en dar las indicaciones que se atrevió a enunciar. No se sentía especialmente cómodo con el uso del hechizo de moldear materia orgánica, pero visto que no tenían nada mejor suponía que sería preferible arriesgarse un poco antes de permitir que Connor se desangrase. Con suerte, podrían contar con aquel amuleto curativo que había mencionado Rick para que arreglase cualquier problema que le pudiesen provocar al cuerpo del humano.
Le daría un breve apretón a Airi en el hombro cuando terminase su trabajo, notando que le sanaí además estaba sufriendo el agotamiento mágico. Quería mantenerse cerca de elle, pero también de Nohlem, de Aniol, de Damian, por supuesto de Connor debido a su estado… No podía. Siguió la llama que el polaco conjuró, preocupado también por cuánto uso de la magia hubiera hecho el niño.
Siguió a todos y a ninguno. Con la vista y con los pies, ambos torpes por un motivo y otro. Casi no se pudo creer cuando les empezó a alcanzar la claridad y notaron una leve brisa. No le importó demasiado volver a escuchar aquellos espeluznantes lamentos ni los restos de ceniza: habían logrado salir de allí y, aunque heridos tanto física como mentalmente, todos con vida.
El camino de regreso al torreón fue como si alguien hubiese empleado un hechizo de pérdida de memoria en él. No supo cuánto tiempo ni cómo habían llegado hasta allí, dejándose guiar una vez más. Ver las familiares paredes de robusta piedra gris en la distancia fue un gran alivio.
Este, no obstante, duraría poco: el fatídico día no parecía querer concederles el respiro que tanto necesitaban.
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