Primer sueño del Aprendiz

Caminaba sin tener mucha idea de porque. En la mano llevaba un biberón con leche caliente dentro. Probablemente deberia estar llevandoselo a Lara Croft pero no recordaba muy bien porque. Se encogió de hombros. Pero no podia ver muy bien por donde pisaba, pues su única iluminacion era un pequeño haz de luz. Se vio a si mismo acercandose a este, de nuevo sin saber muy bien porque, pero lo hizo. Se escuchaban voces familiares detrás de este. Agachandose, miró por el pequeño hueco de la cerradura. Los ojos color oliva del aprendiz parpadearon rápidamente mientras las voces. En un susurro habló consigo mismo.
- ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Por qué esta MiauMiauMorsi hablando con DiDi?-dijo entre dientes al principio, muy consternado. La escena que vio era tanto bizarra. Podia apreciar a Marsi y a Ri y estaban charlando, habia bastante sentimiento y dolor en sus palabras, pero tardó en procesar el contendido de estas. Cuando lo hizo, se quedó sin voz unos segundos antes de girarse hacia un público imaginario y, alzando el pulgar susurrarles.
-Geniaaaaaaaaaaaaaaaaaaaal.-

Sin embargo, antes de seguir su espionaje ilicito se quedó meditabundo unos segundos, con un dilema moral surcando su cabeza. Acabó por sacudirla violentamente de lado a lado, apartando ese pensamiento de su cabeza.
-Es imposible que alguna de esas dos resulte, capitulos más tarde, ser mi madre así que no creo que la maldición se cumpla...-dijo, más relajado consigo mismo.

Y entonces volvió a pegar el ojo a la cerradura y escuchó el resto. Sus labios se habian contorsionado para formar una "o" muda que permaneció en su rostro todo el tiempo. Pero algo no cuadraba con aquella situación. ¿Que hacia la chica gato en Maciel? Todo parecia indicar que mantenia una relacion ilicita con la albina.
-'dita sea...-susurró entre dientes.-Y yo que pensaba que Mero era su novio/cosa.-dijo grindando los dientes. Fuera como fuese, siguio espiando, silencioso como un corzo.

-Pena de no tener palomitas... o cleenex... No en verdad no, de momento está siendo bastante de feels la cosa.-anunció en una voz susurrante el aprendiz mientras la conversación se llevaba a cabo al otro lado de la puerta. Pero no se habia dado cuenta de la figura que se habia colocado a su espalda usando un sigilo sin precedentes. Notar el frio metal cerca de la garganta le puso aún más nervioso. Mirando por la esquina de su ojo, logró identificar a un Nero colgando del techo desnudo o no tanto ya que de cintura para abajo habia una especie de niebla que le cubria.

>> GRACIAS A DIOS. CENSURA, POR FIN SIRVES PARA ALGO.

Pero no dijo nada por el estilo, lo único que musitaron sus labios fue un confuso y asustadizo.
-¿W-WRYY?-dijo el aprendiz tragando saliva.
Habia empezado a sudar y sin duda tenia miedo. Cerró los puños con fuerza y se quedó estático, notando como el arma estaba tan cerca de su garganta no se atrevia a hacer nada.
Una risa nerviosa afloró en la garganta del joven ruso cuando Nero habló.
-¿¡T-Tú p-preciosa R-Ri!?-exclamó en un chillido débil. Lo siguieron más risas incluso, todas ellas de fingido coraje.-¿D-Desde cuando las p-personas son p-posesiones?-dijo, aterrorizado pero aun así desafiante en el fondo, mirando al monstruo que era Nero a los ojos. Sin embargo Nero le ignoró y le agarró de la cara clávandole las uñas sádicamente.
-¡A-Ay! ¡AAAAAAY! ¡Coño! ¡Eso duel...-se quejó, retoricendose al notar el dolor lacerante en su sien, pero antes de que pudiera terminar de hablar, ocurrió algo aún más inesperado. Sintio ganas de vomitar. Se retorcia pero no podia escapar. Queria cavar un hoyo y morirse ahí dentro. Peleó por soltarse mientras vociferaba improperios contra el sinhadre.
-¡Maldito Abrazacaras!... mi... primero...era para... Lucy Lawless...-Y ya no pudo hablar, la consciencia se le escapaba de él todo enegrecia.

Y al rato despertó. No sabia donde estaba ni queria saberlo. La imagen de la cara de Nero tan cerca de la suya se le presentó a la mente y volvio a sentir ganas de vomitar. Debido a que el vómito no dio señales de aparecer, comenzó a escupir sonoramente, soltando sendos lardos para de alguna manera quitarse el sabor de la horrible experiencia. De súbito se detuvo. No podia moverse en la silla. Miró más abajo hacia su pecho y comenzó a luchar contra sus ataduras con fuerzas renovadas.
-¡AAAAAAAAAAAAAH! ¡ME VA A NACER UN XENOMORFO DEL PECHO! ¡MI CUERPO DE SHOTA NO AGUANTARÁ! ¡SE VA A PARTIR! ¡SE VA A PARTIR EN DOS!-exclamó con lágrimas en los ojos mientras aun peleaba por liberarse.

Pero ningun xenomorfo se abrió camino en su torax hacia el exterior, vomitando la pulpa de sus entrañas hacia afuera. Lo que ocurrió fue mucho peor. Aquella visión le hizo desear al aprendiz que el xenomorfo hiciese acto de presencia. Pero se mordió el labio hasta hacerse sangre. Y volvio a la realidad de aquella situacion. El horror que experimentó se vio clavado en sus ojos que, sin parpadear, no dejaban de contemplar al chico. Pero ni sus palabras ni actos se dejaron llevar por el miedo.
-Taro... Joder...-dijo en un lamento.-Dios... Taro...-siguió, abalanzandose en el suelo y escurriendose en el suelo cual gusano. Al alcanzar al carabés, le miró, intentando incorporarse del suelo patéticamente.
-Joder...-dijo, su voz quebrando pero sin perder un ápice de concentración.-¿Quien te ha hecho esto, tio?-añadio grindando los dientes mientras miraba a la oscuridad que les rodeaba. Una especie de furia comenzó a arder dentro del corazón del aprendiz con cada palabra.-¿Ha sido él?-

El ardor que se habia acumulado dentro del ruso fue demasiado. No pudo contemplar más al chico en ese estado. A modo de explosión y un grito creciente, comenzó a forcejear con sus ataduras de modo que ningun ser con instinto de autoconservación deberia. Sangrando por liberarse, el aprendiz no se rendiria tan fácilmente.

La voz de Nero le sacó de la lucha y le hizo encararle. No supo de donde habia aparecido pero sin duda no habia hecho ruido alguno, de nuevo. Quizás se habria sorprendido más de la cuenta de no ser por la ropa que llevaba. Aquello le sacó de lugar. Cuando recibió la patada que le apartó ni se quejó, tan solo permaneció mirandolo todo con ojos absortos y vacios. Cuando Taro habló, casi al borde de sus fuerzas debido a la falta de aire, aquello le hizo pegar un respingo y escuchar su súplica ante el agresivo y sádico Nero. Aquello le hizo grindar los dientes y volver a sumirse en la lucha contra sus ataduras. Sin embargo, Taro desapareció ante sus ojos a una señal del monstruo que era Nero. Dejó de luchar contra las ataduras de nuevo.
-Esto es demasiado... raro...-dijo por debajo de su aliento, más para él mismo que para Nero. Sus ojos se volvieron vidriosos entonces y Nero le colocó sobre el potro. Se limitó a mirar absorto a todo lo que podia apreciar desde su punto de vista.-Parece el sueño hecho a medida para una fuyoshi frustrada de /y/...-dijo al fin, levantando la vista hacia el ridículo Nero vestido de nazi. Se espabiló sacudiendo la cabeza de lado a lado antes de finalmente lanzarle una mirada desafiante al sinhadre.

Ignorando su pregunta con una fingida rabia, le planteó otra.
-¿Y de que se me acusa?-gruñó.-Porque aquí el único que parece que esta haciendo algo que está mal eres tú, monstruo.-dijo, escupiendo a sus pies.-Si crees que voy a cejar en mi voluntad estás muy equivocado. Sea la tortura que sea, la endurare.-le informó mientras su rostro se contorsionaba para una amenazadora y desafiante mirada antes de finalmente empezar a calmarse.-Y cuando salga de esta. Me las pagarás. Quizás no sea la via del heroe. Pero lo pagarás.-dijo y entonces el aprendiz cerró los ojos y normalizó su respiración. Poco a poco la rabia dejó su cuerpo y elevó su conciencia a un estado de paz, parecido a cuando los monjes del silencio meditaban en el tibet. Aunque novicio en asuntos de meditación, el aprendiz sabia lo suficiente como para estar concentrado exclusivamente en mantenerse calmado. Su cuerpo se relajó y no volvió a abrir los ojos por cuenta propia.

Para cuando Nero le pegó los párpados, el aprendiz ya estaba en pleno trance. Las pupilas viajaban sin orden ni sentido, al mismo estilo que cuando uno sueña y entra en la fase REM, el aprendiz estaba en un lugar mucho más lejano, un lugar donde solo él podia acceder, su imaginación.
Quizás, su inexperiencia a la hora de abandonar el cuerpo le hizo pegar el oido y al oir la voz primero de Kora y luego de Lhelian, su mundo de meditación se resquebrajó. No habia escuchado que era lo que habian dicho exactamente, pero sin duda habia oido sus voces. Volviendo en sí, los ojos se detuvieron en seco, hasta finalmente volver a contemplar la escena.

Estaban bien, no estaban siendo torturadas ni nada. Detrás de un cristal miraban con unos aires con los que nunca les asociaria. Aquello no podia estar pasando. Le habia tendido una trampa. No pensaba concederle más vulnerabilidad. Estaba claro que aquella bizarra situación estaba siendo controlada por él o, quizás, no era más que un títere y las hilos del marionetista se perdian en la oscuridad. Fuera como fuese, Nero intentaba entonces colocarle el mismo artilugio que habia empleado con Taro. El aprendiz no pudo evitar resistirse. Se puso tenso y mordió la punta con toda la fueza que podia aportar su mandíbula, dañando el juguete. Sin soltarlo, forcejeando con Nero, le volvió a hablar, dedicandole la mirada más directa y cargada de odio que podia usar.
-No. Me. Rendiré.-fue lo que se pudo escuchar viniendo de su garganta, pero sin vocalizar correctamente, debido a la situación.
Pero Nero sobrepasaba toda expectacion y a los pocos segundos, el dolor de sus encias se hizo evidente hasta que finalmente, con varios crujidos, los dientes del aprendiz se quebraron y el juguete se abrió paso. A mitad de escupir su propia sangre y dientes partidos, lágrimas de dolor aparecieron en sus ojos. Pero no lloró demasiado, pues enseguida aprendió a internizarlo y, por otra parte la situación que entonces se presentaba, con su debida desnudez y la nueva herramienta que traia Nero era bastante obvia. Desesperadamente intentando entrar de nuevo en meditación, llorando de nuevo, el aprendiz se preparó para el golpe.

El golpe no llegó a ocurrir. Sin embargo, la situación, habia pasado de oscuro a aún más bizarro cuando un ikemen Cio destrozó una puerta y, por lo que dijo, iba tras Nero que, tras estar apunto de recibir un disparo, desapareció. Cio y sus dos ayudantes le ayudaron a soltarse. Arrojó el juguete todo lo lejos y fuerte que pudo y cayó al suelo, sin fuerzas. El dolor aun seguia bastante fuerte y el shock, el estres, le hicieron que toda aquella situación le marease y confundiese aún más. Lentamente, fue perdiendo la consciencia.
Una mano señaló al cristal desde donde las dos daelicianas habian estado mirando,con mucha debilidad. Entonces habló, tosiendo sangre.-Ooora.... Eeeiiann..-logró decirle a Cio, casi al borde de la inconsciencia, apunto de atragantarse con su propia sangre.
Y entonces, con la cara de Cio hablandole de cosas que no comprendia, el aprendiz se desmayó.