Torreón Letargo (Archivo V)

El brujo les deseó buen viaje a los que salieron en la búsqueda de sus compañeros. No creía que fueran a tener problema y más viajando como podían hacerlo unos felinos tan grandes. También se despidió de los dos brujos y la dullahan, estaba seguro de que volvería a verlos.

Observó al parqio acercarse al huerto y casi previendo lo que pasaría se interpuso entre él y las plantas.

-Si me disculpas, me gustaría que tomaras una cosa para que la pérdida de sangre no sea un problema - le dijo con una sonrisa sacando un frasco de su zurrón.- Pero es muy amarga, así que será mejor si lo mezclas con otra cosa - hizo una pausa y miró también a la demonio.- ¿Qué os parece si me acompañáis dentro y os cuento en qué os ha transformado la Luna mientras esperamos a vuestros compañeros?

Para empezar a buscar a la hija de Lunas debo recordar donde se encontraba la última vez, y si mi memoria no me falla fue a partir de cuando salí al patio cuando dejé  de verla, por lo que lo más probable es que se encuentre en el salón, o al menos en la planta baja. Así que me interno dentro lo más rápido que mi cola me permite correr, pero no me hace mucha falta revisarlo todo con buen ojo para darme cuenta de que la chica no se encuentra aquí.
-¿Dónde se habrá metido?-me pregunto a mí misma mientras desciendo hacia la armería y las celdas, mientras bajo me piso la cola, cayendo de bruces cuando solo me faltaban tres escalones-¡Maldita sea!- me quejo con gruñidos.

El silencio en un día como este es aterrador y me propongo desde el suelo no tardar mucho en volver a subir, con la chaqueta del brujo puesta vuelvo por dónde he venido, no sin girarme una última vez y preguntar.
-¿Kimbra? ¿Estás ahí?- y al no escuchar nada vuelvo con el parquio y el único visitante que se ha quedado. Por supuesto que sé que existe la posibilidad de que haya subido a la azotea o las habitaciones. >>¿Pero por qué iba a hacer eso?<<

Me reúno con los demás, y asiento ante la proposición del muchacho.
-De acuerdo- le afirmo, agitando la cola sin acostumbrarme todavía al peso de ella, sigo enfadada con la Luna y con todo lo que se menea, y probablemente no quiera escuchar lo que nos tenga que decir a ambos pero...una parte de mi ansía saberlo, quiero conocer el nombre completo.-Me parece bien, así no tengo que verme obligada a decir monstruo cada vez que me pregunten que soy. Dime que se puede revertir, por favor, no quiero tener esta forma para siempre.

—¿Eh? —Rasqa se había quedado ensimismado y el brujo le había pillado por sorpresa —Pero...

No supo bien por qué, pero se quiso quejar, el cuerpo le pedía desobedecer y comprobar qué ocurriría si juntaba sus llamas con la hierba. Sin embargo, al mencionar la sangre, el parqio echó un nuevo vistazo a su espalda y decidió obedecer momentáneamente. Los pinchos que surgían de ella seguían abriéndose paso y sangraba de nuevo. El parqio resopló, agarró el frasco que le tendía con la boca y les acompañó al interior. Una vez dentro, se arrimaria a Ruth e, inconscientemente, la admiraría con disimulo.

—¿Qué se siente al no quemarse? —le preguntó, curioso.

Mientras esperaba respuesta, el parqio decidió que era buena idea tomarse el remedio para la pérdida de sangre. Sin embargo, no hizo mucho caso del brujo y pensó que no sería para tanto si se la tomaba sola. Seguida de una cara de asco, al parqio le dieron arcadas y faltó muy poco para que vomitara.

—¡Por la sagrada familia, qué asco! —se quejó a viva voz.

El brujo acompañó a los dos transformados al interior del torreón.

-Qué recuerdos me trae este lugar a pesar de haber sido hace tan sólo dos años - confesó el italiano cuando observó el interior.- La mayoría malos para qué negarlo... - se quedó en silencio unos segundos reviviendo cosas que habían pasado en aquella sala.- Perdonad - se disculpó.

-Toma - le tendió a Ruth una bolsa con hierbas.- Es té terrestre - le sonrió a la chica.- Siempre he pensado que una buena taza de té alivia muchas cosas. También tengo algo de azúcar - dijo sacando un botecito.- Por si quieres hacerlo.

Frunció el ceño ligeramente cuando oyó las arcadas del parqio.

-Mira que te dije que era muy amarga - comentó negando con la cabeza.

-Me temo que no son cambios reversibles, al menos no que yo sepa. Si existe alguna forma es algo que deberíais investigar por vuestra cuenta. Los únicos que pueden de vuestro grupo cambiar de forma a placer son los dos licántropos - explicó.- Lamentablemente no es algo con lo que los pueda ayudar ya que yo soy un brujo y nunca he pasado por algo así, sin embargo tengo una amiga que sí podría ayudarles con eso, intentaré ponerlos en contacto - prometió.

-Respecto a vosotros... tú eres un Demonio del fuego - dijo señalando a Ruth.- Tienes un cuerpo muy resistente al fuego, pero no eres inmune a las llamas así que aún así deberás tener cuidado. No puedo ayudarte mucho más, pero por lo que sé hay al menos otra como tú en la ciudad y, si no me equivoco, trabaja en el burdel. Para más información deberás preguntarle a ella o buscar en la biblioteca que ahora tendréis acceso a zonas a las que antes no podíais como cosechados.

-Y tú mi querido parqio eres un Moloch - le explicó a Rasqa.- Al igual que tu compañera también eres bastante resistente al fuego, tus escamas son ahora más duras que antes y los pinchos de tu cuerpo pueden prender en fuego cuando tu quieras. También serás capaz de hacer magia pero no sé exactamente qué precio tienes para ello, así que deberás mirar en la biblioteca. Y me consta que hay más como tú en la ciudad pero no conozco a ninguno, lo siento.

-Os hablaré de lo que significa ser ciudadano de la ciudad cuando llegue el resto de vuestros compañeros, no quiero repetirme demasiado - les dirigió una sonrisa tranquila.

Arrastrada por sus últimas fuerzas, la krabelinense consiguió llegar a su destino. Su instinto la había llevado hasta la azotea, la cual estaba cubierta de un líquido que reconoció como sangre, dada su densidad y su color, ya que alguna vez había visto aquel color saliendo de las heridas de alguno de sus compañeros. Por la cabeza de Kimbra ni siquiera pasó la idea de que toda aquella sangre debía haber pertenecido anteriormente a alguno de sus compañeros y que, dada la cantidad, este podría encontrarse en grave peligro. La engendro, entre el dolor y la agonía, simplemente acató la orden que su inconsciente le mandaba y se tumbó sobre aquel manto rojo. Al instante, el dolor quedó recluido a un segundo plano, opacado pese a su intensidad por la energía y la vitalidad que recorría a la Hija de Lunas.

Kimbra abrió los ojos.

Entonces, vio la Luna.

La krabelinense jamás había visto nada más hermoso y sobrecogedor que aquella luminosa y esplendorosa luna, tan roja y atrayente como la sangre sobre la que su cuerpo reposaba. Vagamente, la engendro recordó la explicación que una vez Ekatechs, en un tiempo ya tan lejano que parecía haber sido vivido en otros tiempos, le había dado sobre el concepto de “hermoso” tomando como referencia las lunas de Krabelin. En ese momento, Kimbra pensó que si había algo más bello y asombroso que la Luna Levyna y la Luna Kepryna era, sin duda alguna, aquella Luna Roja.

La Hija de Lunas alzó sus brazos sobre su cabeza, como queriendo tocarla a pesar de que era consciente que se trataba de un movimiento inútil dada la distancia. En ese momento, la engendro pudo ver sus manos, las cuales habían dejado de serlo en algún momento de la ascensión por las escaleras para convertirse en garras puntiagudas, impregnadas en aquel momento de sangre, tanto suya como la que había encontrado en aquel lugar.

Kimbra miró aquellas garras por las que fluían vetas rojas y plateadas, y comenzó a reír.

Primero parecía que la krabelinense simplemente padecía de espasmos involuntarios acompañados de pequeñas risas. Poco después, las risas comenzaron a intensificarse hasta convertirse en las carcajadas histéricas y delirantes de alguien que ha perdido momentáneamente la cordura. Se sentía pletórica.

Cuando el dolor por fin cesó y las risas lo hicieron con este, la engendro quedó tumbada en una cama de sangre, sudor y lágrimas, mirando maravillada la imponente Luna Roja que se alzaba sobre ella, mientras respiraba pesadamente. Un profundo suspiro salió de su boca y un único pensamiento ocupó su mente.

“Estoy viva”

Kimbra probó a susurrarlo.

- Estoy viva.

Luego, lo gritó.

- ¡Estoy viva!

Y con ese último aliento, la Hija de Lunas cayó inconsciente por el agotamiento.

Con el corazón encogido y los nervios a flor de piel tanto Rasqa como yo decidimos adentrarnos con el brujo, el cual supone una gran excepción en la ciudad de acuerdo a lo que hemos visto en toda la cosecha, el resto de sus compañeros ya se han marchado y él es el único que se ha quedado para ayudar a completar nuestras dudas sobre la Luna. Lo que está a punto de decir es de lo más importante que me va a pasar, puede suponer bastantes cosas, la frase final, los telones del teatro se cierran de nuevo, ya ha pasado la fiesta, ahora queda recoger el confetti, que en nuestro caso no se trata ni más ni menos que encontrar al resto de compañeros y conocer nuestra verdadera naturaleza.

Antes de comenzar a hablar intento crear una barrera mental contra todo lo que puede conllevar a saber lo que el astro nos ha deparado, no puedo derrumbarme, no ahora que me necesitan más que nunca. Así que con una capa de dureza acepto el sobre de té de buena gana con una sonrisa medio forzada.
-Gracias- le digo mirándolo- deberíamos habernos encontrado más gente cómo tú, lo hemos pasado muy mal, pero que te voy a contar que no sepas ya.

Cuando empieza con lo primero no puedo hacer más que retirar la mirada al suelo con desesperación, sintiendo como el sudor vuelve a presentarse en mi piel y como la agonía de no poder volver a ser como antes resuena en la mente, toda esperanza, toda ilusión, toda armadura que me había forjado segundos antes que podía haber tenido queda barrida por sus palabras. >>No, no, no quiero tener cola, ni los ojos naranjas, ni este color de piel, ni arder y no quemarme, quiero ser Ruth, la débil de Ruth, la que le gusta correr y odia los bichos grandes, la que detesta con todo su ser a la ciudad y sus habitantes, no quiero convertirme en otra cosa para siempre, diablos, no quiero quemar a mis amigos con solo tocarlos, no quiero ser diferente.<<

Lo siguiente es peor, bastante peor, su dedo inocente me señala, pero cuando sus labios pronuncias las palabras me empieza a parecer como si fuera un dedo acusador. El golpe es fatal, siento una ola de calor en la cara y como se me baja la tensión, empiezo a marearme y me apoyo en la mesa con una mano, por suerte esta vez nada prende al contacto. No ha sido una simple oración, es más que eso, mucho más, significa lo que soy y sobre todo lo que aparento ser, me dan arcadas solo de pensarlo pero consigo reprimirlas con disimulo, tragando saliva y rehuyendo la mirada de los presentes. Humillada, despreciada incluso por la Luna, por todo, derrotada y sin consuelo, solo me he sentido así una vez más, con la muerte de mi madre, pero esta vez es algo incluso peor. Me siento como si hubiera decepcionado a mi hermana, ella no querría saberlo, estoy segura, no podría aceptar mi nueva forma. Es bastante irónico, me considero creyente, y ahora soy un...soy un...demonio, no importa lo que viene detrás, lo primero es lo esencial y no va a cambiar.

-Díos mío, ¿Pero qué....pero qué he hecho para merecer esto?- me lamento, apenas asintiendo con la cabeza cuando el brujo explica varias cosas de lo que puedo hacer, casi sin asimilarlo le miro asustada, con los ojos vacíos, mirando a través de él, absorta en esa palabra una y otra vez. >>Demonio, demonio, demonio, demonio, demonio. No, no puede ser...¿Qué he hecho mal? ¿He sido...he sido mala?, ¡Qué mierda es esta!. ¡Soy un Demonio! ¡Una puta demonio de fuego! ¿Eso he sido todo es tiempo sin saberlo? ¿Lo veían los demás? ¿Reconocían en mí algo que yo no aceptaba o ni siquiera era consciente de ello?<<
-No - respondo tajante pero con voz apagada- debes de haberte equivocado- le explico convencida a medias- yo...que tonterías -continúo negando con la cabeza, en un tono que indica perfectamente lo surrealista que me parece, casi con una carcajada- no puede tratarse de eso, jamás he sido mala ¿Verdad?- pregunto mirando al parquio- ¿O sí?, no, jamás, en absoluto, si yo fuera eso sería cruel y malvada, y dudo mucho que llegue a acercarme a eso algún día o lo haya hecho antes, debes...de haber pasado algo por alto- pero en una parte de mi cabeza, la racional, lo entiende con exactitud, no se trata de cómo te has comportado, lo eres y punto, y ya está, no hay más, no puede haberlo, tengo cola y mi piel es roja como el infierno, no puede haber algo más parecido a lo que acaba de decir, casi me imagino a mi madre en mi mente asintiendo con semblante serio y a mi hermana huyendo al verme con mi verdadero ser, ahora lo comprendo todo, nunca ha habido una antigua Ruth, siempre he sido la misma, solo que vivía en un capullo, una coraza, y ahora la mariposa ha salido a volar, esta es la verdadera, esta soy yo. Aún incrédula me llevo las manos a la cabeza.- ¿Que voy a hacer ahora...?. >>No quiero arder eternamente, aunque en realidad siempre lo haya hecho.<<

Al contrario que para Ruth, las palabras del desconocido fueron música para los oídos de Rasqa. <<No soy un dragón>> se dijo. No había pena en aquel pensamiento. <<Pero no tengo nada que envidiarle a los dragones. Soy un moloch>>. El parqio le dedicó una sonrisa a Enredo lleno de colmillos. La euforia lo embargó con aquel pensamiento, se estaba descubriendo a sí mismo. La luna no lo había matado, le había dado una identidad. Poder, tal y como le habían prometido. La magia era lo de menos para el parqio, ahora tenía fuego.

—Demonio y monstruo son solo palabras, Ruth —su voz sonaba aún más ronca ahora—. Estamos hechos de luna, ¿cómo puede ser malo eso?

Los cambios en su cuerpo empezaban a asentarse y los últimos pinchos surgieron de su espalda de forma indolora. El parqio se llevó las garras a la cabeza y giró para contemplar su espalda. Casi se le escapa un "woah". Si ya era temible antes, ahora lo era como nunca.<<Estoy cubierto>>. El parqio siguió los pinchos apagados con la mirada hasta la cola. La sacudió con fuerza. <<Los golpes que pegaré con ella van a ser mortales>> supo.

El humo se escapó de su boca abierta y no volvió a salir de ella, dejándola libre. El parqio entonces abrió los ojos confundido y husmeó el aire.

—¿Qué tenía lo que me has dado? —preguntó con el ceño fruncido a Enredo.

Nuevos olores inundaban su hocico y el parqio no se veía capaz de reconocer la fuente. No se le pasaba por la cabeza que aquellas fragancias hubiesen estado siempre ahí, inaccesibles para su olfato. El olor de la tierra, la madera y la humedad se mezclaban con lo desconocido. Rasqa era incapaz de procesar toda la información que recibía y comenzaba a irritarse.

???

Debido a la ceremoniosa reunion, el xolnita esbozó aburrimiento en el gesto y se cruzó de brazos a la espera. Tras un tiempo innecesariamente largo, Irianna llegó a la conclusión que el habia llegado minutos antes.
-¡Alabanzas! Por fin el sentido común se impone a las necedades, ¿podemos volver ya? No quiero que el olor a cadaver se me impregne...-

Y asi lo hicieron, en grupo, casi como en momentos pasados en aquellos meses, volvieron a Letargo. Por su parte, el ulterano no dijo mucho, pero se movia a la derecha del levitante intara, con algo de preocupación porque le pasara nada aunque sin dejar que eso aflorase en su conducta o gesto.
Una vez entraron, casi le parecio que el ambiente era diferente, que algo habia cambiado dentro del torreon. Más tarde se daria cuenta que quien habia cambiado era el y no al reves. Unas voces provinientes de la cocina le sacaron de sus pensamientos mientras que con un gesto de cabeza dirigido a Irianna, le confiaba a ella al inconsciente berserker.
Con cara de incredulidad, la ceja alzada inquisitiva, se asomó a la cocina y soltó un bufido de incredulidad al comprobar que el apodado "medico" seguia en el torreon.
-¿¡Pero todavia sigues aqui!?-exclamó de primeras.-¿es que no tienes una vida social o a otro ser esperandote de vuelta en la cama que tienes que venir aqui a hacer bulto? Ay ay ay...-dramatizaba, disfrutandolo, para finalmente suspirar teatralmente.-Mira, te lo voy a dejar bien clarito, señor "medico": Acabamos de volver de un elegante paseo por la ciudad, mi compatriota creo que se ha vuelto loco, la otra persona cuyas neuronas hacen sinapsis correctamente en este torreon ha tenido un bajón emocional, y todo porque uno de nuestros... queridisimos compañeros de torreon ha decidido verselas con el susodicho loco, despues de admitir haber asesinado a otra de nuestras queridisimas compañeras y, bueno, este dia ya lleva una carga emocional interesante, ya sabes, con eso de que nuestros cuerpos y mentes hayan sido rediseñados con "magia", algunos mediante una muy dolorosa metamorfosis, todo esto porque un astro del color más feo imaginable lo ha querido así, con el contado de que nos hayan secuestrado y puesto en una ciudad llena de peligros, con armameno primitivo y sin tener en cuenta nuestra voluntad.-tomo una respiración honda entonces, o si no se ahogaria entre el ácido que salia en sus palabras. Todo su estres, toda su rabia, todo su dolor, lo estaba focalizando entonces en sus palabras. Y estas le aliviaban. Y por eso no se detuvo. La cizaña nadaba por primera vez.
-Pero no, lo que más me esta tocando más la moral es la naturalidad y falsa modestia con la que habeis empezado a venir gentuza aquí, como si no pasase nada. Unos con publicidad, otros que si a curiosear, ¿pues sabes que? ¿sabes que es lo que pienso? Una de estas: A) No teneis ni una pizca de genuina buena intención para con nosotros. Se vuelve obvio cuando habeis esperado al segundo para acercaros y dejaros ver, leyes idioticas aparte o no. B) Sois todos unos necios con demasiado tiempo libre entre manos. C) Buscais algo que vosotros perdisteis años atrás a traves de nosotros y, aunque puede que los corderitos estos os sigan la bola y os complazcan con los juegos y... ¿es eso te?-soltó una risa tan falsa como sus actuaciones previas.- Increible... -parecia que iba a guardar silencio, pensativo.- De veras espero que te hayas saciado de autosuficiencia y de buenanzas de samaritano salvador, todos te queremos ahora y todos vamos a tener en cuenta como en nuestra hora más oscura, estuviste para guiarnos a la luz...-soltó con más dramatismo, aunque la furia en su interior ahora era bastante obvia.-Yo no voy a seguirte ni a ti, ni a nadie el jueguecito que os traeis entre manos.-

Respiró hondamente una vez más antes de llegar a la conclusión.
-Asi que, en otras palabras: ¡¡¡LARGO AHORA MISMO!!!-comandó histerico, señalando la puerta.

-Oh, perdona, no quise decir que seas un demonio ni mucho menos - se explicó apresuradamente.- Demonio de fuego es el nombre que alguien le dio a en lo que te has transformado, pero no me consta que sólo por ese nombre tengas que ser mala gente.

-Parece que vuestros compañeros ya están llegando - comentó cuando oyó gente fuera. Dirigió una sonrisa a la leopardo cuando entró en la estancia. Había estado a punto de pedir aquel animal a Giz en vez de a Wyck, pero finalmente se había decantado por el panda por ser más pequeño y la cantidad de vegetales que comía.

El brujo atendió a las palabras del cizaña cuando éste le echó la bronca. Enredo ocupó su mente en otras cosas atendiendo a medias al discurso del xolnita y cuando éste terminó de hablar el brujo suspiró. Varsai había mirado mal a Roaxen durante todo su palabrería, cada vez le caía peor. No sólo quería echar a una de las pocas personas que les habían ayudado sino que encima le insultaba abiertamente. La licántropo le dirigió unos bufidos al xolnita que dejaban claro un mensaje, si seguía hablando ella misma le terminaría por arrancar la mano que le quedaba. En cuanto hubo emitido el sonido la chica se asombró, ¿en qué momento su lado animal había ganado tanto terreno? La leopardo se alejó bufando tratando de que imperase su lado racional.

-¿Ya has terminado? - preguntó el brujo. A Enredo le daba exactamente igual si un neotransformado le odiaba, el brujo tenía la conciencia limpia. Arrascó la cabeza de Wyck, que se había puesto en tensión por el grito del ulterano, para relajarlo.- Abusaré de vuestra hospitalidad sólo un rato más - dijo con tranquilidad y sin perder los nervios.- ¿Podéis dejar al berserker en el sofá por favor? - preguntó señalando al intara.- Le limpiaré la sangre y miraré si tiene algún hueso roto que haya que recolocarle - dijo a sabiendas de que tenía alguno roto.- ¿Qué decís que le ha pasado? - le preguntó a la idrina suponiendo que el xolnita le soltaría alguna tontería. Sabiendo cómo era Shiz el brujo suponía que la chica sería capaz de sobreponerse.

Jace trató de pasar el camino sin quejarse sobre lo mucho que pesaba Sekkeh y lo muy empapada de sangre que le estaba dejando la camiseta, una tarea que si bien era fácil no teniendo boca, era imposible teniendo en cuenta que cada vez que pensaba cosas como la sangre de Sekk se me está calando en los huesos o es casi como cargar a mi abuela las decía en "voz alta" sin querer.

Una vez dentro, sus pensamientos se vieron interrumpidos por el discurso de Roaxen, costándole concentrarse en nada como quien trata de estudiar con música estruendosa de fondo. A penas logró soltar un "hemos vuelto" seguido de un Roaxen, me voy a cagar en todo, eh.

Dejó como buenamente pudo a Sekkeh tumbado en el sofá, despegándose la camiseta de la espalda al estar aún húmeda de sangre. Rezaba porque en algún recóndito de Rocavarancolia hubieran tiendas de ropa o al menos alguien dispuesto a hacerle una camiseta, ya que la que llevaba, sumada a la sangre y los jirones, había empezado a verse más como un trapo de cocina como una prenda en sí por mucho que la hubiera lavado y adecentado.
En lugar de apartarse en cuanto el brujo se acercó para revisar a su amigo, el dullahan se sentó en el borde del sofá, a los pies del intara para relajar las piernas. En cuanto Roaxen terminó de hablar, se encargó de aplaudir lenta y sarcásticamente.

«Estooo, señor del panda rojo, ¿cuánto va a tardar en despertarse más o menos?» —señaló al rubio. La verdad es que con el aspecto que tenía, Jace se conformaba con que se despertase algún día. En lo que la idrina se aproximó a ambos estiró los brazos. — «Gracias por llevarme la cabeza, ¿me la pasas ya?»

???

Sin esperarselo, el xolnita retrocedió sobre sus pasos, sobrecogido, y algo asqueado ante la reacción del humano intruso.
-¿Pero que...-balbuceaba.
Aquel ser habia optado por ignorarle abiertamente, hasta un punto, que no era ni normal. Las palabras, como el agua, erosionaban, más o menos, pero ya habian sido dos veces que el llamado "medico" habia por falta de un termino mejor, apagado la radio. Como si no fuera un ser real, quizás un ser falso, una maquina, o poniendolo nihilista, quizás todo aquello no era más que un títere de intenciones que tan solo una mente enferma podia llegar a entender. O, posiblemente, un esquizoide solitario.
Tan solo le sacó de sus pensamientos abrumados cuando una de las bestias le gruñó, o eso pensaba. Parpadeando, soltó cuerda mientras aceleró para adelantar a cualquier movimiento.
-¡Que alguien le ponga un bozal a esta bestia no ser que acabe con cuarenta centímetros de acero atravesandole el paladar!-exclamó y, finalmente, se colocó entre el intruso y el maltrecho intara.

Suavemente al principio, el pelo del xolnita se comenzó a erizar y, con más envite, este se comenzó a alzar, seccionado en cinco tentaculos que se sacudian amenazadoramente. La negrura de ojo clavada en aquel extraño ser que se hacia pasar por aliado. La voz de Jace retumbó unos instantes en su cabeza y pronto le soltó una reprimanda.
-¡Pero no le animes, pedazo alcornoque!-echó los hombros hacia atrás, quizás un signo un tanto animalistico, pero el xolnita estaba bastante serio y la compostura habia tiempo que habia dejado de importarle. Mientras la cola que pendia comenzaba a cobrar vida y se alzaba sobre su espalda, con el aguijón apuntando al objetivo, un par de gotas de ácido derramandose por la punta.-Además, ya se iba.-

Aquel ser solo podia ser una amenaza y no dejaria herir más a las personas que habian comenzado a importarle. Protegeria a Sekk con fuerza bruta si era necesario. Repasando mentalmente el hechizo de protección básica, el ulterano se mostró tan hostil como pudo e, inconscientemente, su cuerpo reaccionó a la par cuando dos colmillos curvados se asomaron por el resto de su dentadura, goteando aun más ácido y, con la boca abierta amenazadoramente ladró otro comando, la mano posada sobre el mango del sable.
-¡Ni se te ocurra acercarte a el, anormal, o te juro que voy a dar cuenta de algo que no vas a poder ignorar!-

Un tentaculo se dobló, señalando la salida con una sacudida.
-¡LARGO! ¡AHORA!-rugio, sin decoro ni vacilación, mientras un hilillo de ácido se precipitaba por su comisura.

La niebla se adentró en Letargo junto a ella y la idrina no tardó en sentir las presencias de Rasqa, Ruth y una tercera persona que suponía que sería el ciudadano del que habían hablado. A medida que se adentraban la niebla se expandía alrededor y en el interior del edificio y a los pocos segundos localizó también a Kimbra. Quería ir a comprobar si se encontraba bien, pero la situación en la planta baja se torció a una velocidad de vértigo. Al principio tuvo miedo de que el xolnita hubiese hecho enfadar al desconocido y este se volviese contra ellos, pero su verdadera reacción tampoco la dejó indiferente. Estaba a punto de aceptar que tratase a Sekkeh y pedirle que se fuese lo antes posible, pero cuando el capellán volvió a dirigirse hacia él, de forma claramente agresiva, junto a la actitud que habían adoptado los felinos, supo que debía intervenir.

—Basta ya, Roaxen —le dijo acercándose vacilante—. Calmaos todos, por favor. Lo último que necesitamos ahora mismo es más problemas—. A continuación se dirigió hacia el humano desconocido mientras Jace le pedía que le devolviese su cabeza, cosa que hizo haciéndola levitar hasta que el humano la recogiese antes de cancelar el efecto del hechizo—. Gracias por habernos ayudado, pero ya has hecho más que suficiente. Vete, por favor. Ya has comprobado cómo son las cosas, no compliques más nuestra situación. Hemos tratado heridas peores antes, creo que podremos ocuparnos de nuestro compañero —le aseguró.
La lacustre pedía mentalmente al Reflejo que el desconocido le hiciese caso y se fuese por las buenas. Roaxen estaba completamente fuera de sí y la situación podría torcerse aún más de lo que ya estaba. Se apartó el pelo con nerviosismo mientras esperaba la respuesta del extraño. No podía, además, evitar desconfiar de él en cierta medida.

Caminaban hacia el torreón, como tantas otras veces. En el recorrido el holandés no podía dejar de pensar en una cosa. Habían encontrado a Irianna gracias al olfato, pero para la vuelta tenían que valerse de la idrina. <<¿Será que puede ver aún con niebla a todos lados?>> Le desconcertaba que no hubiera cambiado casi  nada, pero eso era lo de menos. Sekk estaba inconsciente y eso le preocupaba, pues el motivo le era completamente desconocido.

Llegaron por fin al refugio. Pero pronto dejó de serlo, Roaxen estaba montando otra de las suyas y la bronca estaba dirigida al desconocido que les estaba ayudando. El licántropo entornó los ojos. <<¿No va a cansarse nunca de liarla?>> Ese transformado quería ayudarles, mientras que la cizaña lo único que hacía era molestar. Quizás no fuera un buen pensamiento, pero en ocasiones Devoss deseaba que hubiera sido el xolnita el que se hubiera tirado al abismo. Todo sería más fácil, y lo sorprendente era que no le daba miedo pensar en eso.

Era alguien diferente, no sólo su cuerpo era otro. La criba lo había cambiando mentalmente. Al igual que la transformación el proceso era inevitable, uno después de eso no es el mismo. Y  lo aceptaba, en una ciudad cruel hay que ser duro. No se puede ser blando. Ese no era el problema.

Parecía que algunas personas estaban aliadas para que Devoss perdiera el control. Notó como Varsai tenía las mismas dificultades, era obvio que no le parecía bien lo que decía el ulterano. Cuando este se puso amenazante se acercó pegando un rugido y se puso en guardia. No le daba miedo esa cola de escorpión, a decir verdad nada de ese imbécil le producía temor. El tigre pensaba que era patético con todas las de la ley. Por su estupidez había perdido el ojo y la mano y aún así se comportaba igual. <<Ni con esas aprende>>. Todo estaba degenerando en violencia, si la bomba estallaba... estaría listo. La Luna Roja lo había vuelto un felino,si, pero también alguien confiado y más valiente.

Sigo en estado de shock, sin saber si lo que pienso está bien o mal, sin poder ser capaz de distinguir entre lo justo y lo injusto, sin reconocer si mi he portado bien o no en mi criba, sin conocer lo que realmente bulle en mí. >>¿Quién soy?<<, esa es la verdadera pregunta, la definitiva, no sé qué va a ser de mí de ahora en adelante, no tengo nada más por lo que luchar que por mis amigos, esa es la única verdad, es el objetivo, en lo que debo centrarme de momento, luego...luego ya veremos qué pasa con mi aspecto y conmigo misma. Así que me obligo a salir, salir de aquel embrujo de confusión que me ha poseído, tengo que cambiar mis reacciones, tengo que poder llevar la situación por mí misma.
-¿Son solo palabras?-le pregunto al parquio con expresión neutra e intentando eliminar cualquier rastro de enfado en la voz- tan malo como no querer estar hecho de Luna, no sé si lo comprenderéis algún día o lo haré yo, pero de momento y hasta ahora no he querido cambiar, no quiero volver a hablar más del tema- me explico cruzándome de brazos y pasando la mirada al brujo esta vez- No, perdona yo, no te lo tomes como reproche, es que...todo esto es tan complicado, tan difícil que me cuesta asimilarlo de golpe.- de hecho aún no he recuperado mi estado del todo, sigo hablando con la mirada algo perdida e imaginándome a demonios surgir del infierno, con sus cuernos y alas inmunes al fuego, con la fiereza del mismísimo Satanás, y no quiero ser eso, no me gusta el nombre, lo detesto con todas mis fuerzas.

Dejo el sobre de té sobre la mesa y aguardo con ganas la llegada del resto del grupo,al fin regresan, y con su llegada viene también una espesa niebla que se cuela en Letargo, cuando se produce la entrada no me sorprendo en absoluto, un “clic” se acciona en mi mente, no es que sienta indiferencia cuando veo al intara tan malherido, simplemente suspiro de cansancio, rutina, ¿Cuándo seré yo la tendida en el sofá o en la mesa inconsciente? ¿Cuánto hay que aguantar más para salir de aquí?, quiero huir, me gustaría marcharme tan lejos y no ver esto nunca más que me asusta que ese impulso sea más fuerte que el de no abandonar a mis amigos, ni siquiera yo me conozco.

Cuando el xolnita realiza su discurso pongo los brazos en jarras y agito la cola levemente, mirándolo a los ojos, y de pronto mi pelo se apaga, volviendo a su estado natural, con la única diferencia que varias lenguas de fuego destellan aún en mi pelo, obviamente sin hacerme daño. Sin embargo este alivio no es suficiente para eclipsar las palabras de Roaxen, descubriendo una nueva faceta de mí consigo controlarme, agotada por la Luna y la situación que el ulterano suele provocar a veces.
-Roaxen, no te lo voy a ordenar, sólo te lo pido, por favor, cierra esa boca antes de empeorar más las cosas. Este hombre no se merece que se le expulse de esta forma, ha hecho por nosotros mucho más de lo que hayas hecho tú nunca, no debería de irse con este mal sabor de boca- ahora continúo mirándolo a él directamente- Gracias por lo de antes, nos volveremos a ver seguro, pero siento decirte que estoy de acuerdo en que deberías marcharte pero no porque seas gentuza ni mucho menos, necesitamos organizarnos entre nosotros, nos vendría bien pensar un poco a solas.
Y acto seguido, como un resorte empiezo a reñirle a Roaxen de nuevo, pero sin alzar la voz.
-Tú ten las pelotas de tocar a Varsai y Devoss y te arrepentirás de hacerlo, no eres el único que ha adquirido armas nuevas así que no empecemos a pelearnos tan pronto, os lo ruego, os recuerdo que hay que ayudar a Sekk- hablo ahora mirando a ambos felinos- así que vamos a relajarnos y nada de amenazas, bien ¿Cómo lo hacemos?, sin tan solo pudiésemos quitar esta maldita niebla...

Rasqa no entendía a Ruth y sabía que no podría razonar con ella en ese momento. Podía imaginarse que le costara hacerse a la idea de lo que le había ocurrido, pero tarde o temprano lo aceptaría. <<El fuego corre por sus venas>>. ¿Quién podría vivir odiando eso eternamente? Para Rasqa la respuesta era clara: nadie. La sensación de energía que le invadía se lo corroboraba; una suerte de cosquillas bajo las escamas le incitaban a moverse, a disfrutar de aquella noche roja. Sentía como si hubiera vivido en un estado latente hasta ese momento. La luna había abierto su cuerpo en la azotea, casi literalmente, y había encendido una pequeña llama en su interior. Rasqa ardía por alimentarla.

El parqio se vio tentado a salir, a cometer una imprudencia de la que creía con seguridad que saldría vivo, pero sus compañeros volvieron y la niebla con ellos, inundando el torreón. Además, con ellos también volvieron nuevos olores y Rasqa se sentía perdido, a pesar de que su sentido de la vista le aclaraba en todo momento lo que pasaba. Parecía que al moloch le hubieran drogado la nariz. Tratando de obviar la confusión olfativa, el parqio se centró en comprobar qué había hecho la luna con el resto de sus compañeros antes de decidir si salía o no.

Confirmó que Varsai y Devoss eran felinos, aunque ya lo intuía. A Roaxen, sin embargo, la luna parecía haberle transformado en un bicho. <<hah, es verdad que saca lo que tenemos dentro>> sonrió para sus adentros. Jace seguía con su cabeza despegada del cuerpo, inexplicablemente vivo. Si había entendido bien, Sigrún había muerto a manos de Sekkeh, que además de estar roto parecía que se le había hinchado el cuerpo; Rasqa no lo recordaba tan musculoso. Por lo demás, tanto él como Irianna eran los únicos que no parecían haber cambiado físicamente, así que Rasqa intuyó que la niebla, que se había colado al torreón de una forma que no era común, debía pertenecer a uno de ellos. <<Kimbra no está>> descubrió también. Esperaba que la krabelinense se encontrara sana y salva.

Cuando Roaxen estalló, Rasqa resopló y lo ignoró completamente para acercarse al lugar en el que reposaba Sekkeh. <<¿Qué clase de pelea han tenido para acabar tan mal?>>. Rasqa se moría de curiosidad por los detalles. Estaba convencido de que Sigrún había perdido de forma violenta y lo único que lamentaba de aquello eran dos cosas: no haber estado presente y no saber jamás en qué se había convertido el humano.

Viendo lo tensa que se ponía la situación, unido a lo incómodo que se le hacía permanecer en una habitación con tanta gente oliendo a sí mismos, el parqio aprovechó la situación para subir a su habitación. Una vez arriba, cerró la puerta y se agitó para desperezarse. Sus pinchos prendieron en llamas entre las sacudidas y el olor de la sangre quemándose le reconfortó. El parqio aspiró con fuerza, disfrutó del intenso aroma y supo qué hacer. Antes, el brujo se lo había negado, pero ahora no estaba ahí. Se acercó a su colchón con una sonrisa curiosa y posó sus nudillos ardiendo contra la tela que lo recubría. Rasqa contempló cómo las llamas se alimentaban y crecían y, de alguna manera, las envidió. Su instinto le pedía más.

Enredo asintió a su petición de que se fuera, no podía hacer nada si nadie lo quería allí y encima uno se ponía histérico. Habían tenido suerte de que el visitante fuese el brujo, un ciudadano de moralidad dudosa no habría dudado en reírse de ellos a la cara y de posiblemente hacerles daño.

-De acuerdo, me iré pero antes... - se acercó a la demonio de fuego y le dijo.- Puedes quedarte la chaqueta por el momento, tiene un hechizo ignífugo anclado así que no desaparecerá. Cuídate - finalizó con una sonrisa que la chica pudo ver entre la niebla. Se acercó entonces a Irianna y le puso en la mano dos botellitas, una más pequeña que la otra.- La grande os ayudará a curar a vuestro amigo, es una poción con extractos de varias hierbas curativas, la pequeña adminístrasela sólo si se despierta y se pone como antes, es un potente tranquilizante. Ambas cosas no tienen ningún tipo de efectos secundarios - durante su relación con Shiz había aprendido a ocultar sus emociones de idrinos pero esta vez dejó que la chica viera la verdad a través de él.- Respecto a la niebla estoy seguro de que tú eres capaz de hacer algo si te lo propones - le sonrió y se dirigió a la salida.

Varsai había preferido ignorar la clara amenaza de Roaxen invirtiendo todas sus fuerzas en su autocontrol, la marcha del extraño la ayudó a centrarse y antes de que abandonase el torreón le cortó el paso. La leopardo quería saber una cosa e intentó decírselo mediante una suerte de bufidos y siseos que el brujo claramente no entendió, por eso recurrió a la telepatía.

"Piensa lo que quieras decirme y yo lo oiré en mi cabeza, nos he conectado temporalmente para poder hablar." la licántropo se asombró de oír al brujo en su cabeza, había supuesto que sólo Jace y la otra chica podían hacerlo por lo obvio. Una voz tímida se coló en la consciencia del brujo.

"Yo... me preguntaba que soy, y si podría volver a mi anterior forma." La preocupación se filtró de la mente de la leopardo a la del brujo y éste no pudo evitar sonreír. Enlazó su mente con la del tigre también. "No te asustes, tu amiga me ha hecho una pregunta que creo que tú también debes saber su respuesta, piensa algo y yo lo oiré."

Sin esperar respuesta del tigre Enredo les transmitió lo que sabía, "Sois licántropos, y podéis volver a vuestra forma original pero no sé cómo tenéis que hacerlo. Tengo una amiga que podría ayudaros con eso." les envió una imagen mental de Karime, "Si os la encontráis hablad con ella." La leopardo emitió algo parecido a una risa y el brujo deshizo el enlace mental. Estaba a punto de salir por la puerta cuando recordó algo.

-Oye chico dullahan, ¿te acerco hasta la taberna? - preguntó acordándose de que el chico había quedado con Estribo.

«Aaaaaay por dios»
Con ambos brazos apoyados en las rodillas en gesto de cansancio, el dullahan decidió mantenerse sin intervenir mientras Roaxen se ponía hecho una fiera. Sabía que de nada sirve razonar con él o tratar de ponerse de parte de Enredo, y no podía culparlos. Después de todo, era un desconocido y sabía que tenía que confiar más en sus compañeros que en él, a pesar de que estuviera deseando que curase a Sekkeh.

Se levantó y alejó mientras le revolvía el pelo a su propia cabeza, con aire distraído. No le hacía falta girarse para ver a Ruth recriminándole al xolnita, o a Rasqa subir las escaleras. Apoyó la espalda en una pared, distraido aplastándose la punta de la nariz con las yemas de los dedos. Al ver que el brujo se le acercaba, bajó la cabeza para atenderle, con un nuevo chute de energía.

«¡Ay va, es cierto! Me estarán esperando...»— echó un vistazo al sofá, donde se encontraban los demás, dejando clara su duda por dejarles así.—«Sssssuuugh... Que coño, vale. Me harías un favor enorme, gracias. ¡VOSOTROS!»

Señaló al resto haciendo un círculo con el brazo, prestando especial énfasis en Roaxen.

«Me voy de copas. ¡Mierda, no! No quería pensar eso. ¡Me... eeh... voy de misión! Necesito que me hagan un tutorial de dullahan y esas cosas. Solo os pido que no le echéis mucho ácido a Sekk en la cara y yo que sé, ponedle una camisa de fuerza por si se le va el pistón.» —centró su atención de nuevo en Enredo, asintiendo con el cuerpo levemente.— «¿Listo?»