Torreón Letargo (Archivo V)

La explicación de Kimbra sobre cómo surgía su especie no aclaró demasiado a la idrina. ¿Estaba implicando que su especie era anfibia o se trataba de otra cosa? Antes había dicho que aparecían en una fuente… Lo que sí confirmó con sus palabras fue que provenía de una sociedad fuertemente ligada a unas creencias de carácter religioso o, al menos, místico. Ello tampoco la sorprendió, teniendo en cuenta que el resto de datos que la hija de lunas le había proporcionado o lo que se podía intuir de su comportamiento y sus palabras. Tal y como sospechaba, había hecho bien aclarando a qué se refería con hijo, pues en Krabelin no lo concebían de la misma forma, pero Kimbra parecía haberlo entendido. El concepto de familia, no obstante, parecía producir muchas dudas a la hija de luna, pero no era extraño teniendo en cuenta las circunstancias.

—Creo que no alcanzo a imaginarme por completo como es tu mundo, pero es radicalmente distinto a Idris.
La idrina sentía mucha curiosidad por Krabelin, en su mente de escritora ya se había comenzado a gestar qué clase de historias se podían relatar con los retazos que había recibido de la hija de luna. La supervivencia y los rituales serían componentes clave del supuesto relato.
Las suposiciones de Kimbra la previnieron de perderse en las profundidades de su imaginación y trató de analizar lo que decía para tratar de responder lo mejor que pudiera. Aquel intercambio cultura interplanetario no era fácil de expresar en palabras, al fin y al cabo cada uno daba por hechos muchos de los elementos básicos que componían su sociedad.

—Uhm, no, no es lo mismo que raza. Cuando se habla de lazos de sangre en Idris se refiere a los más cercanos solamente. Según transcurren las generaciones de nacimientos, esos lazos se alejan cada vez más hasta que ya no se consideran parte de la misma familia. Es complicado, ni siquiera yo estoy muy segura de estar explicándolo bien —añadió mordiéndose el labio inferior con expresión pensativa—. Es un concepto sociocultural y por eso no se puede aplicar a lo que conoces, nuestros mundos son demasiado diferentes para realizar una comparación. El mundo de Ruth, en cambio, sí que parece más similar a Idris. Supongo que para ella es mucho más fácil de comprender lo que estoy diciendo —Se giró hacia la terrestre sonriendo levemente. Había notado la incomodidad de la chica y no pretendía obligarla a participar en la conversación si no quería, pero tal vez tan solo fuese vergonzosa y necesitase un empujón. No obstante, su comentario no la obligaba a responder a nada más, pero lo había formulado de tal forma que si ella se sentía cómoda compartiendo más información pudiese hacerlo—. Y… bueno, sobre la fecundación… Sí, podría decirse que normalmente suelen llevarse a cabo entre las dos mismas personas. Generalmente cuando dos personas deciden tener hijos es porque quieren formar una familia, sino lo normal es evitarlo. En tu mundo no tenéis el concepto de padres ni de familia, pero cuando existen ello implica una serie de responsabilidades y de gastos que hay que asumir, por lo que los idrinos solemos pensarlo muy bien antes de decidir reproducirnos. Y no pasa nada cuando ya no se puede producir la fecundación, no es necesario reproducirse más de una vez o siquiera hacerlo, es una elección. Asumo que en Krabelin la reproducción debe de tener mucha importancia, pero en Idris no se parece a lo que describes…

Ruth la desconcertó comentando algo que al parecer la preocupaba y que asumía que sabían a qué se referían, pero hasta que la terrestre no dio más datos Irianna no comprendió de qué hablaba.
—Los perdimos de vista muy lejos de aquí, hoy ya no hubiésemos podido buscarlos de cualquier forma. Pero ellos estaban muy cerca del refugio, el pájaro de plumaje blanco afirmó haberlo visto desde la plaza donde nos reunimos por primera vez… Lo más seguro es que hayan podido llegar todos sanos y salvos a él. —Miró directamente a Ruth, tratando de transmitirle confianza tanto con su tono como sus gestos. La chica parecía verdaderamente preocupada. No se podía decir que la propia idrina no albergase la sombra de la duda, pero no servia de nada pensar de forma tan pesimista en aquellos momentos—. Mañana podemos hablar entre todos acerca de qué hacer al respecto. Hay que tomar en consideración bastantes cosas.
Por ejemplo que la ciudad era peligrosa, ya lo habían comprobado, y se trataba de un camino bastante largo. No obstante, Irianna también deseaba saber si Eara, Ayne y los demás se encontraban bien y se preguntaba si había gente en aquel grupo que tuviese conocimientos de manejo de armas. Sería un seguro de vida al que aferrarse si así fuera.
>>Se está haciendo tarde, será mejor que busque a Sekkeh Reikayame para comenzar a preparar la cena. Kimbra, seguiremos hablando cuando quieras —le comunicó a la hija de luna esbozando una sonrisa antes de abandonar el estudio.

Dicho y hecho, un tiempo después el grupo se encontraba sentado una vez más a la mesa, comiendo lo que el ulterano y ella habían preparado. Pero fue una vez hubieron terminado y los platos estuvieron lavados cuando llegó la hora de dormir y, con ella, aquel tema tan delicado para la idrina. ¿Cómo iban a repartirse? Tenía que tratar el asunto con mucha sutileza y tal vez lo más correcto hubiera sido no preguntar lo que estaba a punto de preguntar, pero aquel miedo irracional, aquella sensación angustiosa, la empujaba a ello.
—Oíd —se dirigió al grueso del grupo—. No cabemos todos en el mismo cuarto, tal vez deberíamos elegir antes de nada dónde dormiremos. Por si alguno se acuesta más tarde que no haya problemas con el reparto…
Un manojo de nervios por dentro, Irianna se mantuvo todo lo hierática que pudo al lanzar aquella propuesta. Ella no pensaba expresar su preferencia hasta que todos hubieran decidido dónde dormirían.

La niña no preguntó al humano por qué parecía tan abatido, le dedicó una sonrisa de ánimo y empezó a limpiar. Limpió el suelo y las paredes y más tarde se puso a limpiar las camas que tenían una cantidad considerable de polvo, arañas y algún que otro inquilino.

Una vez terminado ya se estaba haciendo tarde y los demás llamaron a cenar. Varsai muerta de hambre y de cansancio bajó arrastrando los pies, comió con ganas y agradeció la comida otra vez. Irianna preguntó dónde dormirían los demás y Varsai lo tenía muy claro.

"Me pido la habitación con contraventanas."

Y salió corriendo escaleras arriba por si alguien le quería quitar la cama a pesar de que las había de sobra. Antes siquiera de tocar la almohada con la cabeza cayó dormida en un profundo sueño, como siempre. Ni siquiera estaba tapada.

Coincido totalmente con Irianna, es complicado imaginarse nacimientos diferentes de mundos distintos, y más si no sabías la existencia de estos. Puede que lo comprenda algún día, o lo vea con mis propios ojos, >>Quien sabe, viniendo de este lugar puede que pase, en cualquier modo aún no estoy interesada por las demás razas, quizás cuando todo esté más organizado y tranquilo.<<

Presto verdadera atención en cuanto al tema del resto de compañeros, asiento mientras va pronunciando cada frase. >>Ellos deberían tener más razones para estar preocupados ya que salimos corriendo en dirección contraria al refugio.<<
-Sí.-suspiro agotada por el sueño un poco, luego con un poco de más energía- ya habrá tiempo para preocuparnos, después de todo. ¿Merecemos descanso no?- anuncio esta vez en dirección a Kimbra.

A la hora de cenar lo hago con gusto y disfrutando, intentando olvidar todo lo sucedido en el día y dejarlo todo aparte. Trago despacio y remuevo mucho la comida con la lengua para notar mucho más el sabor. Me gusta incluso más que algunas comidas de allí, o puede ser simplemente la satisfacción de llenar mi estómago.
Observo a todos cuidadosamente. Es un grupo raro sin duda, si tengo que convivir con ellos durante un año será sin duda una experiencia extraña y única, pero en el fondo de todo me gusta, esto puede resultar interesante.

Ahora se presenta el dilema más incómodo, el que creo que todo el mundo estaba por una parte deseando que llegara para descansar, y por otra no por la obvia incomodidad al estar con extraños en una misma habitación. Aún no siento la suficiente confianza como para poder estar normal, para acostumbrarme, pero por mala suerte no dispongo de nada para borrar esa inseguridad de inmediato. >>¿Qué crees que haces Ruth?, huías de tus acosadores y te alejabas de la gente por puro miedo, ¿Vas a dormir ahora con ellos?. ¿Y qué otra opción hay?. ¿Acaso debería dormir en una planta sola o fuera del torreón?. No, en Rocavarancolia no hay lugar para inseguridades, es lo que me está demostrando por ahora.<<.
Así que con voz suave pero palabras firmes expongo mi decisión cuando Varsai decide la suya.
-Voy con ella, buenas noches. >>Ja, haber quien se duerme a sabiendas del peligro que corremos todos aquí<<.

Subo lentamente las escaleras descalzándome las sandalias y portándolas en la mano derecha. Entro al cuarto y veo a Varsai reboleada y totalmente frita. >>Esa niña..., siempre igual, feliz para todo. Es mejor que sea así<<. Sonrío un poco y pongo mis sandalias al pie de mi cama, justo la de al lado de Varsai.
Inspecciono el cuarto en general con alivio. >>Por fin, a dormir<<.
Temerosa cierro las ventanas por si acaso hay algún peligro acechante allí fuera. >>Como si las maderas pudiesen protegernos<<.
Luego me tumbo boca arriba tapándome con las mantas hasta el cuello como hacía de pequeña para que no me atacasen los monstruos. Y cuando me giro hacia Varsai siento un poco de compasión, >>Es de las más pequeñas y aun así parece valiente y positiva, admirable.<<.
Me incorporo poco a poco con lentitud evitando los quejidos de la cama para no despertarla de su profundo sueño, y con un poco de curiosidad la tapo con las sábanas a pesar de no hacer frío.

Por último pego la cara a la almohada y me sumerjo en mis propios sueños.


Despierto sudorosa y temblando por la mañana, ni siquiera me fijo en si alguien se ha despertado ya o no. Lo único que hago es dirigirme a la azotea para ver donde nos encontramos exactamente. >>Alucinante, esto es mucho mejor desde arriba<<

Nos ponemos a cenar, sigo con hambre pero debemos reservar recursos, no podemos gastarlo todo en un día, la comida esta buena, aunque si estuviera mala me la comería igual, no se puede desaprovechar el tener alimento.

-Bien, pues me voy a duchar, la comida está buena, teníais que ver mis intentos de hacer tarta....-. Les digo con tono divertido. Cojo  varias prendas más o menos acorde con el tamaño de mi equipación, cierro la puerta y me desvisto para lavarme. >>¡ Dios, que frio esta!<<. Al meter el cuello empiezo a acostumbrarme y meto la cabeza entera. Al terminar me seco y lavo la ropa para después tenderla, ahora llevo una camiseta y pantalon gris.

Al salir del baño voy directamente para arriba sin decir buenas noches por el cansancio y me meto en uno de los cuartos con camas, me fijo en un agujero que hace por ventana.>> Lo bueno es que no creo que por ahí entre el escarabajo gigante<<. Me tiro en una cama y me tapo hasta la cintura, dejando los pies al descubierto.

Mañana será otro día y otra aventura. Cierro los ojos y tardo en conciliar el sueño, pero lo consigo.

Buenas noches maldita ciudad...

Roaxen Tenvrai

El capellán no habia cejado en su trabajo y no descansó hasta que llamaron para cenar. Aunque, eso si, no bajó hasta un poco más tarde de que los demás habian empezado a comer. Con una expresion de asco casi inapreciable, se internó en la cocina, se sirvió su parte y fue al estudio, escaleras arriba. Se encontraba extremadamente exhausto. No solo con la cantidad anormal de trabajo físico que habia tenido que emplear en aquel torreón para evitar nadar entre polvo sino que además el contacto con los alienigenas le resultaba, como mínimo ácido. Solo con contadas ocasiones se interesaria por iniciar una conversación o compartir un cuarto con uno.

Le daba igual muchas cosas que, a lo largo del día, habia dejado pasar. En lo que restaba de día, ya no queria saber nada más de nadie. Se habia subido al estudio, no solo para gozar de la comodidad de una mesa mientras comia sino para establecer ahí su punto de aguante contra intrusos xenoides. No confiaba que por la noche algún inoportuno de los demás intentase acabar con su vida mientras intentaba conciliar el sueño y, por ello, habia decidido no dormir y esperar sentado en el asiento con la ballesta apuntada hacia la puerta.

Dejó pasar las horas y bajó con su plato y cubiertos a la planta baja del torreón. Fregando y recogiendo su parte, el xolnita volvió a su habitaculo. Ya se habian repartido habitaciones y camas, como bien habia predicho. No cruzó mirada ni palabras con nadie y volvió al estudio.
Fue entonces cuando pasó a contemplar los enseres de este, si es que habia. Matando el tiempo como se le ocurria, esperaba un asalto en cualquier momento y estaba preparado para rechazarlo de inmediato o, al menos, llevarse a tantos de sus atacantes como pudiera antes de caer víctima de su crueldad.

Cogito Ergo Sum escribió:♚ Como siempre, lo peor es la espera. Siempre es la espera antes que el calor del campo de batalla.

El chico deambuló un poco por el torreón. Empezaba a tener hambre, y eso le ponía de mal humor. Llegó a la azotea; definitivamente el sitio le gustaba. Probablemente iría por allí en otro momento. Bajó y se ofreció a poner la mesa. Con tal de comer, lo que fuera.

Comió con rapidez y apetito, aunque no tanto como la vez anterior en la comida. En ese momento, Irianna les preguntó por la distribución de los dormitorios. Sigrún se tensó. Sabía que si se descubría lo que escondía en los bolsillos, sus compañeros no se lo tomarían nada bien, por lo que aquel era un asunto que convenía tratar. La gatita dijo casi al instante que se cogía el de las contraventanas y Ruth la imitó. Sigrún se vio tentado por un momento de ir al mismo dormitorio, pero después rechazó la idea; habría demasiados momentos incómodos. Al subir, tras echar una mano a recoger la mesa, descubrió que el holandés ya estaba en el mismo dormitorio. La mascota, que al parecer era macho, llegó poco después.

<<Mejor que sólo seamos tres>> decidió, tumbándose en una cama situada en el centro de la estancia. No tardó en caer dormido.

Casi no podía creerse le suerte que había tenido. Irianna no sabía si a sus compañeros de torreón también tenían alguna clase de reparo por dormir con personas del sexo contrario en el mismo cuarto o simplemente había sido casualidad, pero al final la disposición terminó de forma que ella podría dormir en el cuarto que había estado limpiando aquella tarde, donde se encontraba su ropa todavía y, lo más importante, sin ningún hombre en él. De hecho hubo quien manifestó que ni siquiera pensaba utilizar una de las camas para dormir, lo cual todavía desconcertó aún más a Irianna. No pensaba preguntar, de cualquier forma.

La hija de luna se le acercó entonces para preguntarle si quería tomar una infusión que por lo visto inhibía el deseo sexual, por lo que pudo entender de la explicación.
—No, gracias, Kimbra… No es necesario —rechazó todo lo educadamente que pudo la oferta.
Le hubiera extrañado más si no hubieran mantenido aquella conversación hacía escasas horas en el estudio y en realidad le hizo recordar que había visto algo que parecían infusiones entre las provisiones. Decidió que estaba demasiado cansada como para postergar la hora de dormir y que las probaría al día siguiente. La chica subió al que sería su nuevo cuarto, en el que ya se habían acostado Ruth, Varsai y aquella chica con la que apenas había hablado llamada Vorela. Kimbra y ella serían las últimas ocupantes del cuarto y, aunque se había dado el caso de que aquel tenía más ocupantes, Irianna desde luego no pensaba comentar nada al respecto. Solo eran dos personas de diferencia, de todas formas.

Eligió la cama libre más alejada de la puerta que había y se acostó sin muchas ceremonias. A pesar de que se encontraban en un mundo desconocido, en una ciudad presumiblemente muy peligrosa y en una situación de precariedad, Irianna no tardó demasiado en dormirse. Se encontraba agotada tras la caminata y la limpieza intensiva y, sobre todo, Veril estaba a varios planetas de distancia. No recordaba la última vez que había podido conciliar el sueño tan rápido.

No se habían ido a dormir muy tarde y, aunque la idrina durmió una buena cantidad de horas, se despertó bastante temprano. Bostezando y tapándose la boca con la mano, Irianna se incorporó en la cama y observó sus alrededores. El tenue haz de luz que se colaba a través de las contraventanas, que no eran herméticas ni mucho menos, permitía ver el interior del cuarto a pesar de que todas estuviesen cerradas. Una cama estaba deshecha, señal de que su ocupante ya se había levantado. No hizo más que pasar la mirada por el resto de las durmientes por lo que no estaba segura de quién se trataba y se levantó tratando de hacer el menor ruido posible. Retiró la ropa de cama para permitir que el lecho se ventilase, ya la haría cuando se hubiesen levantado las demás para no molestarlas. Permaneció pensativa al lado de su cama pensando qué sería lo primero que haría y decidió que subiría un cubo para asearse un poco y vestirse. No se iba a bañar todavía ya que si aquella jornada se parecía a la precedente, dicho aseo le sería más necesario al término del día.

Bajó a la cocina vestida con su chaqueta y sus botas, pero sustituyendo su camisa verde por una blanca y la falda por unos pantalones cortos de color negro, además de un par de calcetines largos del mismo color. No se trataba de la mejor combinación de ropa, pero ya había comprobado el día anterior que su falda no era en absoluto práctica si necesitaba correr. Sus botas tampoco eran lo mejor para dicha eventualidad, pero por el momento llevaba unas zapatillas verdes desgastadas que ya había utilizado el día anterior. Si salían trataría de encontrar calzado más adecuado para la inclemencia dela ciudad. La idrina rebuscó en las cestas hasta dar con la leche de umbra que había visto el día anterior. Había otros líquidos que parecían tener una textura similar aunque eran de color blanco y no estaba segura de qué se trataba. Además de la leche, cortó un trozo de queso de umbra, pero sintió curiosidad por los otros quesos que también había. Eran de color amarillento o blanquecino, pero era bastante claro que también era queso. Cortó dos trozos más pequeños de dos variedades distintas, por si acaso su sabor no le agradaba y por último se sirvió una fruta también desconocida antes de sentarse a desayunar.

La niña se removió en la cama aún medio dormida. Varsai creía haber tenido un sueño de lo más interesante, creyó haber soñado que una mujer con cuernos la llevaba a una ciudad en ruinas, donde un agua mágica le robaba su idioma natal y lo sustituía por uno completamente extraño. También en su sueño había conocido a gente de otros mundos al parecer, porque a ella poco se parecían. Se acordó también de Rasqa el lagarto volador tan majo que había conocido y se preguntó si podría mantener en su mente su imagen para dibujarlo.

Había sido un sueño bonito, pero un sueño al fin y al cabo. La verdad era que en cualquier momento Nete entraría por la puerta de la habitación para hacerla levantarse. Pero había algo raro de lo que se dio cuenta cuando se despejó un poco, faltaba la discusión mañanera entre sus hermanos. En cuanto cayó en eso abrió los ojos repentinamente.

No había sido un sueño, Varsai parpadeó mirando alrededor mientras su corazón se atenazaba por la pena de no volver a ver a sus hermanos ni a sus padres. Pero no todo estaba perdido, había dicho algo de un año, en un año podría volver a casa y ver a su familia. Sólo era un año, no era tanto tiempo si lo pensaba detenidamente, seguro que se pasaría rápido. Con ese pensamiento positivo en la cabeza decidió bajar para ver si había alguien despierto y si podía comer algo.

No necesitó vestirse así que sólo se puso las botas, recogió su cuaderno y bajó las escaleras. Se encontró con Irianna que estaba comiendo, escribió mientras andaba:

"Buenos días, ¿qué tal has dormido?"

Mientras esperaba la respuesta de la chica rebuscó un poco por la cesta y al final como tampoco le apetecía comer mucho se hizo una tostada con queso y con un vaso de leche.

Dio los buenos días a Varsai mientras la niña se acercaba a la cocina y leyó el mensaje que había escrito en su cuaderno.
—Bien, gracias —le respondió con una leve sonrisa—. Ayer fue un día ajetreado y eso ayuda a dormir bien. Pero teniendo en cuenta nuestras circunstancias no me extrañaría si alguien hubiese tenido una noche de insomnio. ¿Qué tal tú? ¿Es esto muy diferente a lo que conoces?
Todavía no sabía nada de la mayoría de los mundos de origen de sus compañeros, del que conocía más datos era de Krabelin y probablemente se tratase del que más difería de Idris. Mientras esperaba que Varsai escribiese su respuesta, la idrina había terminado la fruta desconocida que tenía un sabor dulce y a continuación paladeó un trozo de aquel queso amarillento. Sabía distinto, un poco fuerte tal vez, pero creía poder acostumbrarse a él.

La varmana no había acabado de darle un par de mordiscos a la tostada cuando tuvo que responderle. Por querer darse prisa por poco se atraganta y tuvo que pasar el trozo de la boca con un trago de leche.

"Yo también he dormido bien, aunque me he desilusionado un poco al despertar.
Es distinto. Todo está hecho un desastre, no hay árboles ni nieve. Se siente un poco solitario.
Aunque creo que puedo mostrarte el lugar donde vivo."

La niña se levantó y buscó su bloc de dibujo, pasó las páginas hasta dar con una pintura de la ciudad vista desde un punto alto y se lo mostró a la idrina.

Leyó la respuesta de Varsai y asintió antes de darle un trago a su vaso de leche.
—Esta ciudad tiene un aspecto muy deprimente, ¿verdad? Lo único verde que hemos visto son las enredaderas de este torreón. Pero eso demuestra que podría haber más plantas en algún lugar. Tal vez podríamos buscarlas, algún día… —le propuso a la niña, esperando animarla un poco.
Ella también echaba mucho en falta la presencia de flora. Y de animales que no fuesen insectos gigantes que quisiesen comérselos. Incluso se habría conformado con haberse encontrado con más habitantes de la ciudad, aunque fuese solo para paliar aquella sensación de soledad a la que había hecho referencia Varsai. Vida, en definitiva.

Estudió con interés el dibujo que le mostró la niña, deteniéndose en los detalles para tratar de imaginarse mejor la ciudad allí representada.
—¿Lo has hecho tú? Tienes mucho talento para el dibujo —la alabó sin dejar de deslizar la vista sobre el papel—. Es bonito. No se diferencia demasiado de las ciudades de Idris, al menos a primera vista —concluyó mientras volvía a dirigir su mirada hacia Varsai—. ¿Cómo se llama tu mundo?

Roaxen Tenvrai

Habia procurado no quedarse dormido. Aun sabiendo que el bajar la guardia en un lugar como aquel, rodeado de xenos y demás bestias, suponia la muerte para él, los párpados del capellán comenzaron a pesar más y más hasta que finalmente cayó rendido.

No se despertó hasta que, por la mañana, accionó el mecanismo de la ballesta sin querer y el perno se clavó en la pared opuesta. De un sobresalto, notablemente confuso y dormido, pero dispuesto a contratacar a la amenaza que le habia despertado, el capellán se echó al suelo, bajo la cobertura del escritorio y recargó la ballesta con cierta torpeza. No fue hasta unos segundos después que saltó de su cobertura, la ballesta dignamente preparada para descargar un perno sobre el corazón del enemigo.
Pero fue entonces cuando vió el perno clavado en la pared y entendió lo que habia pasado. Se retorció en el sitio, sintiendose altamente estúpido y exhausto. Aun a pesar de haber caido rendido al sueño, apenas habia dormido poco más que unas pocas horas. Unas grisaceas ojeras se habian adueñado de la parte inferior de sus cuencas. Esta imperfección, que habria causado escándalo en el capellán de saberla, permaneció indetectada para el xolnita.

Recogió el perno clavado y destensó la ballesta. Echandosela a la espalda, echó un vistazo al cuarto. Sin duda no parecia que hubiera nada para escribir o para leer en aquel sitio. Estanterias vacias, una mesa un tanto simplistica y una mísera silla. Esas iban a ser sus dependiencias en aquella ciudad. Bufó en voz alta. Era una pobre jugarreta por parte del destino. No le cabia duda.

Acabó por bajar, no esperando a nadie levantado tan pronto. Para su sorpresa, dos de las xenos se encontraban despiertas en aquel momento. Los rasgos de la más pequeña le habrian causado más de una arcada de no ser porque deseaba mantener su facade. Mientras que con la idrina era diferente. Algo habia anidado dentro del ulterano. No se atrevia a llamarlo interés por miedo a caer en herejia, pero si que encontraba interesantes sus reacciones y fisiologia. Era en parte que era ella quien más se asemejaba al concepto de "persona" que tenia el capellán. Incluso más que el intara con el que se habia obligado a formar equipo. En el caso de este último, era claro que tenia alguna suerte de enfermedad mental o desvio psiquico que le conllevaba a mutilarse el pelo. La humilde apuesta de Roaxen Tenvrai era que era totalmente insensible al dolor, y de ahí las cicatrices de su cabello. No queria ni imaginar que tipo de vida llevaba a bordo de la colonia andante que era una ciudad-barco.

Dirigió una última mirada a las dos jóvenes y se dirigió al salón. Pensaba acomodar su cuarto. Para ello iba a necesitar un sillón. Aunque dudaba ampliamente de su propia fuerza bruta, estaba seguro que con la ayuda de alguno de los xenos lograria subir uno de aquellos rudimentarios, aunque notablemente más cómodos, sillones. En teoria solo tendria que elegir. Se puso a examinar minuciosamente las pocas opciones de las que podia elegir.

Varsai asintió y sonrió a las palabras de la idrina cuando propuso buscar vegetación un día. Su sonrisa se ensanchó cuando la idrina alabó el dibujo.

"Y eso que no me has oído cantar."

Escribió, pero luego empezó a reírse dando a entender que era una broma. Había surgido por cosa de Gralo y se había quedado como chiste privado.
Varsai no se sorprendió cuando la chica mencionó algo llamado Idris, era lógico suponer que era donde ella vivía antes de que la llevasen a la ciudad.

"Lo llamamos Varmania. Yo soy varmana, concretamente una balera.
Aunque realmente no hay tanta diferencia entre las especies."

Examinó durante unos segundos a la chica antes de escribir:

"Me gusta tu pelo, me recuerda a la nieve que hay en casa.
¿En tu mundo hay nieve? ¿Cómo es donde vives?"

La niña vio aparecer a Roaxen, y al no saludarlas pensó que quizá no las había visto por que aún estaba medio dormido y se estaba preguntando si debería ser ella quién le dirigiese el saludo en primer lugar.

Irianna dejó escapar una breve risotada acompañando a la de su interlocutora ante la afirmación de la muda. Que la niña fuese capaz de bromear con su discapacidad solo implicaba cosas buenas.
—Entonces, en lugar de especies serán distintas razas, ¿no? Los idrinos nos organizamos en tres sociedades diferentes, pero no hay muchas diferencias fisonómicas entre nosotros.
Prefirió no explicar nada acerca de las permanentes tensiones entre la sociedad lacustre y la costera, aquellos asuntos ni interesarían a alguien de otro mundo ni el entramado político de Idris era un tema en el que a Irianna le apeteciese profundizar en su situación actual. La aparición de Roaxen la distrajo de todas formas y alzó la vista hacia él brevemente y por el rabillo del ojo captó como se dirigía hacia el salón sin decir una sola palabra.
—Buenos días, Roaxen Tenvrai —lo saludó ella, no obstante, alzando ligeramente la voz para que pudiese escucharla.

La idrina continuó bebiendo su leche hasta terminarla y después dio un mordisco al queso de umbra que había cortado. Notó la mirada escrutadora de Varsai, algo más prolongada para su gusto pero que achacó a simple curiosidad por su apariencia dada la conversación que estaban manteniendo. A ella también le llamaban la atención varios aspectos de la balera y constató que no se había equivocado cuando leyó lo que la varmana había escrito.
—Gracias. —Le sonrió mientras de forma inconsciente se llevaba la mano que no había usado para comer al cabello y jugueteaba con un mechón—. El tuyo tiene un color bonito, no existe de forma natural en los idrinos. La sociedad de la que provengo yo se llama lacustre y está asentada a lo largo de casi todo el continente. Nieva en invierno a veces, pero en los glaciares del norte, donde se asienta la sociedad norteña, el fenómeno es permanente. Me gustaría visitarlos algún día, aunque desde luego no en invierno —añadió con un leve rastro de humor en la voz.

¿Podría realmente volver a Idris algún día? ¿Quería siquiera? Desde que su día a día se había convertido en un perpetuo tormento, su deseo de dejar atrás su casa se había acentuado y lo que en primera instancia había sido un vivo interés por viajar y conocer mundo, había derivado en una necesidad de alejarse de su ciudad lo máximo posible. Claro que Irianna nunca hubiera podido imaginar que llegaría a poder alejarse tanto. En su fuero interno la sombra de la constante amenaza todavía la acechaba, al fin y al cabo aunque la imposibilidad de Veril por alcanzarla –y si Miseria Nombre no le había mentido con eso ya ni siquiera la recordaba- era muy tranquilizadora, la idrina cargaba con un miedo irracional que no parecía que fuese a quedarse atrás como sí había ocurrido con él. El hecho de que se había empezado a sentir ligeramente más incómoda desde que el ulterano había bajado y se encontraba a sus espaldas era tan solo uno de los numerosos signos que confirmaban aquella noción.

La chica desplazó la mano desde el mechón de pelo que había estado toqueteando inconscientemente hacia su oreja y se apartó el cabello antes de continuar hablando, consciente de que se había abstraído durante un instante, que se había ocupado de disimular dando un nuevo mordisco a su desayuno y masticando despacio.
>>Por último, están los idrinos de la costa, que viven de forma nómada a lo largo de las playas del continente —retomó su explicación—. El cielo de Idris no es como el de aquí, sino que tiene un color violáceo. Y hay dos grandes lunas… ¿Te fijaste anoche? —Se dirigió directamente a Varsai—. No se veía siquiera una sola estrella, y eso que la ciudad se sumió en la completa oscuridad. Y desde luego no había ninguna luna de color rojo. —La idrina se mordió el labio inferior, adquiriendo un aire pensativo—. El misterio de la Luna Roja… suena como un buen título para una historia. Es intenso y tiene un leve tinte sombrío, pero me gustaría que no hubiesen sido tan crípticos con nosotros. Ni siquiera sabemos por qué nos han traído aquí.

Irianna ya había llegado a la conclusión el día anterior de que incluso sabiendo cuáles eran las circunstancias hubiese aceptado la propuesta del ominario, pero ello no hacía la desinformación menos frustrante. Estaba claro que buscaban algo de ellos, pero se le escapaba por completo el por qué. A su mente de escritora se le antojaba como una especie de reto el tratar de descubrir aquel entramado.

Roaxen Tenvrai

-¿Saludos matutinos?-respondio al saludo de Irianna con un cierto tono entretenido en su voz.-Veo que esa es otra costumbre que compartimos.-

Cogito Ergo Sum escribió:♚ Por desgracia...

Finalmente, hizo una pequeña reverencia y le devolvió el saludo.
-Buenos dias a ti tambien, Irianna.-terminó con una sonrisa educada pero fugaz, pues volvió a su misión actual casi al instante.
Tras un breve lapso de tiempo, se decidió. El más comodo era, además, el más limpio. Tenia un par de descosturas y la madera crujia de manera asimétrica, pero aportaba el soporte y el acolchamiento adecuado de la espalda del ulterano. La probabilidad de ácaros era alta, pero pensaba desmontarlo y limpiarlo por dentro también. Antes de que ideas salvajes de todo tipo se agolpasen en su mente sobre que tipo de uso o criaturas se habian sentado sobre él, escuchó por encima la conversación (unilateral, ya que uno de los interlocutores no musitaba palabra alguna)
Habiendo terminado su tarea decidió examinar a las dos jóvenes desde su nuevo asiento, mientras esperaba que alguien con cierto músculo le ayudase a subirlo escaleras arriba.

Cogito Ergo Sum escribió:♚ Una manera curiosa la de comunicarse esas bestias. En base a que entienden el idioma hablado y que está escribiendo, debo suponer que la criatura esta en cuestión este... mutante... Tiene que tener una deficiencia de habla. O a lo mejor es una mutilación ritual de las cuerdas vocales y el aparato de resonancia. O quizás es la fuente. Demasiadas posibilidades para tan insignificante bola de pelo.

No podia entender lo que decia la varmana puesto que estaba demasiado lejos para leer nada. Pero lo que dijo Irianna si que captó los estimados oidos del capellán. No sobre su mundo, sino la contemplación sobre que significaba "El misterio de la Luna Roja".

Bufó antes de soltar una risa pausada y calmada.
-Sin estrellas ni constelaciones formandose, sin duda. Eso probablemente se debe a la atmosfera sobre nuestras cabezas. No quiero ni empezar a pensar que particulas dañinas contiene este aire polvoriento, porque no acabaria nunca.-tamborileó con los dedos en el reposabrazos, mientras descansaba la mandíbula en uno de sus puños enguantados.-Pero, respecto a lo de "El misterio de la Luna Roja", probablemente se refieran a la cara oculta de esta o algo más poetico, quizás. No podemos saber nada sobre el mapa estelar aquí con el cielo tan empantanado. Quizás sea una luna de verdad, un satélite que orbite alrededor de este planeta perdido de la mano de Ul. O quizás no. Hay demasiados cabos sin atar como para poder grabar en piedra nada. Intrigante, ¿verdad?-
Se estiró en el sillón, que sirvió a modo de impás.
-Pero lo que es seguro es que desean gente apta. ¿Para qué? Eso todavia no lo se. Está claro que venimos de culturas muy diferentes y tenemos estudios y conocimientos muy diferentes los unos de los otros. Si tan solo deseasen que sobreviviesen cuantos más, solo traerian a guerreros y soldados aguerridos, no mocosos asustadizos y vulnerables.-

Cogito Ergo Sum escribió:♚ ¿Acaso ha entendido una ínfima parte siquiera de lo que acabo de decir? ¿Entiende lo que intento decirle? ¿Lo que eso significaria, de tener yo la razón? Comprobemoslo pues...

-¿Qué opinas, Irianna?-le preguntó, alzando una ceja, ignorando por completo la presencia de la varmana.

Asintió varias veces cuando la idrina la corrigió, y luego escuchó atentamente su explicación.

"Me gustaría acompañarte si me dejas. Seguro que es un lugar bonito de pintar."

Le escribió cuando la chica dijo de visitar los glaciares del norte de su mundo. <<Tiene que ser bonito>> pensó Varsai tratando de imaginarse el cielo que le describió Irianna. La varmana negó con la cabeza en respuesta a si había visto el cielo de la noche de la ciudad. La niña sonrió a la idrina y preguntó:

"¿Escribes historias? A mi me gusta mucho oír y leer cuentos.
También espero poder pintar algunas cosas ya que estoy aquí, como esa luna."

Varsai arrugó el ceño brevemente ante las palabras de Roaxen, ella también tenía su opinión aunque no la pudiese expresar igual de rápido que la idrina. Pero como tampoco quería inmiscuirse continuó comiendo en silencio sin mirar a ningún otro sitio más que el plato.

Leyó el comentario de Varsai después de que terminase de explicarle brevemente cómo era Idris y sonrió levemente.
—Claro, si hay alguna forma de volver podemos hacer un trato. Yo te llevo a Idris y tú me llevas a Varmania.
La siguiente pregunta la cogió desprevenida en principio, pero teniendo en cuenta cómo se había expresado al hablar de la Luna Roja.
>>Quería ser escritora —le respondió finalmente tras una nueva pausa estratégica para finalizar su desayuno—. Supongo que aún quiero, pero de un día para otro mi vida… bueno, las de todos nosotros, ha dado un cambio tan brusco… Se podría decir que es el mayor giro en la trama de nuestras vidas, ¿no crees? —La sonrisa de Irianna volvió a asomar en su expresión, con un ligero tinte entusiasta difícilmente perceptible.
La idrina tenía mucha curiosidad por conocer el desenlace de aquel nudo, incluso aunque la trama no les auguraba precisamente un camino fácil a sus protagonistas.

Estuvo a punto de añadir algo más a lo último que la balera había escrito, pero la risa de Roaxen interrumpió sus pensamientos. La chica se giró hacia el pelimorado y escuchó lo que dijo a continuación acerca de la ciudad. Su discurso fue innecesariamente recargado y tintado de negatividad que, aunque generalmente expresada de forma sutil, las palabras de Roaxen expresaban con más frecuencia de la que creía necesaria. Finalmente se dirigió a ella para pedirle su opinión y a Irianna no se le escapó el gesto de la varmana, que pudo interpretar fácilmente como molestia. Era cierto que el ulterano no podría conversar con ella desde donde estaban, pero en la opinión de Irianna tendría que haberse acercado sabiendo que una de las personas presentes solo podía comunicarse por escrito. Pero ya había notado sobradamente que la cordialidad de Roaxen apenas se limitaba a raspar la superficie guardando unas apariencias que, al menos para ella, eran abiertamente falsas.

—No lo sé, Roaxen Tenvrai —respondió finalmente en un tono educadamente neutro mientras se levantaba para comenzar a fregar la taza que había utilizado—. El cielo parece perfectamente despejado. —Alzó la vista hacia la ventana más cercana para confirmar sus palabras—. Si estuviese tan contaminado como sugieres debería notarse a simple vista —le contrarió sin modificar su tono en ningún momento. Su expresión adoptó un aire más pensativo, no obstante, mientras terminaba de fregar y se lavaba las manos—. Si se trata de un satélite no debería haber nada que impidiese verlo durante la noche. A menos que el cielo que vemos sea falso. —Adoptó una postura de brazos cruzados, llevándose el izquierdo a la barbilla—. Por lo que parece tienen conocimientos avanzados de magia, podría tratarse de eso… —Negó con la cabeza ligeramente antes de opinar acerca de la segunda cuestión—. Miseria Nombre dijo que Rocavarancolia estaba reservada a “personas especiales, con alto potencial”. A lo mejor no es más que una patraña para que los más crédulos piquen el anzuelo, pero por otra parte si se trata de traer un gran número de gente… ¿Por qué somos tan pocos?

La idrina también se preguntaba cómo habían convencido a los demás para ir, pero sus propias circunstancias le impedían sacar el tema a colación. De hecho, le preocupaba que alguien lo preguntase ya que se vería obligada, probablemente, a mentir.
>>No, está claro que no nos han elegido por nuestras aptitudes de supervivencia —coincidió con el ulterano. A continuación permaneció en silencio unos instantes, mordiéndose el labio inferior hasta que finalmente negó con la cabeza antes de volver a hablar—. No creo que podamos llegar a una conclusión sin más información. Si nos encontrásemos con algún habitante de la ciudad a quién preguntar…
Regresó a su sitio sin la intención de volver a sentarse, sino por si Varsai hubiera escrito para participar en la conversación.