Irraria
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Irraria
23/07/13, 04:38 pm
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Irraria
Portal situado en un bosque en el ecuador del continente, cercano a la ciudad de Ío.
Portal situado en un bosque en el ecuador del continente, cercano a la ciudad de Ío.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Irraria
08/06/17, 11:03 pm
Mientras Radilo le pasaba música a su hermano y conversaban sobre su nuevo trabajo, Keiria repasó algunas de las aplicaciones de su nuevo ordenador, pero cuando el tema de la conversación se desvió hacia anécdotas del pasado la kitsune les dedicó toda su atención a los dos irrenses. Se rió mucho descubriendo los trapos sucios del raigaurum y se preguntó si su infancia habría sido similar a la de él de haber tenido hermanos o hermanas.
—Ya veras cuando se enteren de todo esto en la Sede. —le pinchó, riendo con ganas al imaginárselo.
Arrí vino algo después, cuando el olor de la comida ya hacía un rato que llegaba por el pasillo, y les anunció que en cuanto Mirorrel regresara de comprar algunas cosas podían empezar a comer. Keiria siguió a la familia hasta la cocina, y al ver lo que había sobre la mesa compartió mentalmente las palabras de su amigo. Era un banquete en toda regla, mucho más de los necesario para la ocasión, y la pelirroja solo pudo inclinar la cabeza agradecida y abrumada a partes iguales. Intentó ayudar a poner la mesa, pero los irrenses no la dejaron, obligándola a sentarse con expresión culpable, y mientras esperaba a que todo estuviera listo se dedicó a juguetear con su amuleto de comunicación con cierto nerviosismo.
—Que aproveche. —acertó a decir una vez hubo regresado Mirorrel con las compras y se hubieron acomodado todos a la mesa, empezando a comer con una amplia sonrisa.
La conversación durante la comida se centró en como le había ido a Kin en la ciudad y, aprovechando que le había acompañado a casa, la madre del raigaurum pidió también la opinión de la ulterana. Arrí quería saber si había hecho muchos amigos y como se había desenvuelto en Rocavarancolia, pero el demonio se callaba muchas cosas para no alarmar a su familia. La política de secretismo en Irraria era más laxa que en otros mundos vinculados, pero seguían existiendo vetos sobre lo que los irrenses podían y no saber, así que las respuestas de ambos eran bastante escuetas.
Fue una comida agradable y la sobremesa se alargó bastante, pero se hacía tarde y tenían que ponerse en marcha. Cuando llegó la hora se hizo el silencio, pero al final ambos rocovarancoleses se pusieron en pie y se prepararon para partir. Keiria se apartó a un lado mientras Kin se despedía de su familia, y cuando le llegó su turno agradeció su hospitalidad con una ligera reverencia.
—Muchas gracias por todo, de verdad. —dijo antes de salir por la puerta, asegurando que volvería algún día antes de activar las ilusiones que les camuflarían al demonio y a ella entre los lugareños.
El trayecto hasta la estación fue bastante silencioso, algo que la kitsune respeto ya que comprendía lo que debía estar sintiendo su amigo, pero a lo largo del viaje en tren hasta Resqiria la situación regresó poco a poco a la normalidad. Kerira evitó mencionar a la familia del irrense para no entristecerle de nuevo y se dedicaron a ver películas, probar aplicaciones y seguir descargando cosas.
Para la ibolense aquel viaje había sido increíble, una de sus primeras experiencias con mundos vinculados, y los recuerdos que atesoraría de aquellos días no los olvidaría nunca.
—Ya veras cuando se enteren de todo esto en la Sede. —le pinchó, riendo con ganas al imaginárselo.
Arrí vino algo después, cuando el olor de la comida ya hacía un rato que llegaba por el pasillo, y les anunció que en cuanto Mirorrel regresara de comprar algunas cosas podían empezar a comer. Keiria siguió a la familia hasta la cocina, y al ver lo que había sobre la mesa compartió mentalmente las palabras de su amigo. Era un banquete en toda regla, mucho más de los necesario para la ocasión, y la pelirroja solo pudo inclinar la cabeza agradecida y abrumada a partes iguales. Intentó ayudar a poner la mesa, pero los irrenses no la dejaron, obligándola a sentarse con expresión culpable, y mientras esperaba a que todo estuviera listo se dedicó a juguetear con su amuleto de comunicación con cierto nerviosismo.
—Que aproveche. —acertó a decir una vez hubo regresado Mirorrel con las compras y se hubieron acomodado todos a la mesa, empezando a comer con una amplia sonrisa.
La conversación durante la comida se centró en como le había ido a Kin en la ciudad y, aprovechando que le había acompañado a casa, la madre del raigaurum pidió también la opinión de la ulterana. Arrí quería saber si había hecho muchos amigos y como se había desenvuelto en Rocavarancolia, pero el demonio se callaba muchas cosas para no alarmar a su familia. La política de secretismo en Irraria era más laxa que en otros mundos vinculados, pero seguían existiendo vetos sobre lo que los irrenses podían y no saber, así que las respuestas de ambos eran bastante escuetas.
Fue una comida agradable y la sobremesa se alargó bastante, pero se hacía tarde y tenían que ponerse en marcha. Cuando llegó la hora se hizo el silencio, pero al final ambos rocovarancoleses se pusieron en pie y se prepararon para partir. Keiria se apartó a un lado mientras Kin se despedía de su familia, y cuando le llegó su turno agradeció su hospitalidad con una ligera reverencia.
—Muchas gracias por todo, de verdad. —dijo antes de salir por la puerta, asegurando que volvería algún día antes de activar las ilusiones que les camuflarían al demonio y a ella entre los lugareños.
El trayecto hasta la estación fue bastante silencioso, algo que la kitsune respeto ya que comprendía lo que debía estar sintiendo su amigo, pero a lo largo del viaje en tren hasta Resqiria la situación regresó poco a poco a la normalidad. Kerira evitó mencionar a la familia del irrense para no entristecerle de nuevo y se dedicaron a ver películas, probar aplicaciones y seguir descargando cosas.
Para la ibolense aquel viaje había sido increíble, una de sus primeras experiencias con mundos vinculados, y los recuerdos que atesoraría de aquellos días no los olvidaría nunca.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Irraria
08/06/17, 11:09 pm
Más tarde, en otra temporalidad...
Teniéndolo todo apalabrado con el doctor Marrcen, el kairós esperó la llegada de dama Urticaria y su ayudante a la que realizaría su primera intervención quirúrgica sin tratarse de un simulacro ante el portal hacia su mundo natal. Bastaba con que la náyade ocultase aquellas partes de su anatomía cnidaria que no coincidirían con la visión ulterana de los irrenses para que pudiesen alcanzar la capital del planeta sin más que alguna demora por parte de gente que quería acercarse a realizar preguntas a los rocavarancoleses. El ingeniero despachaba a cualquiera que se acercase con un “debemos llegar a la clínica, disculpen”, y no prestaba atención a ninguna réplica o comentario. Un grupo de curiosos formó un corro frente a la puerta de la clínica más prestigiosa de Ío cuando el grupo la alcanzó, Archime guiando a sus acompañantes e instándolas a entrar al edificio. El recepcionista no tardó en saludarles formalmente y, aunque su interés en dama Urticaria y la enorme terra que le acompañaban era evidente, no hizo comentario alguno y se limitó a avisar al doctor Marrcen sin necesidad de que el biomecánico lo solicitase. Apenas les indicaba el recepcionista que tomasen asiento mientras esperaban cuando el sonido del ascensor indicó que alguien acababa de llegar a la primera planta. Por supuesto se trataba del doctor, quien portaba una enorme sonrisa y no tardó en ofrecer su puño como saludo, el cual retiró tímidamente al recordar que estaba tratando con rocavarancolesas sin implantes.
—Encantado de conocerlas, soy el doctor Marrcen. Arch... Eh… Krono Rádem me ha hablado mucho de ustedes y estoy encantado de poder ser su cirujano, señora… —Se giró hacía la terra, esperando que dijese su nombre. Miró también alternativamente a Archime por si fuese a presentarla, aunque ya sabía de qué pie cojeaba su aprendiz.
El ingeniero había solicitado a su mentor que a partir de aquel momento emplease su nombre rocavarancolés, ya que pretendía que fuese su nombre de negocios en la ciudad y, por tanto, lo mejor era que el doctor Marrcen se habituase desde el principio a hablar de él utilizándolo. El doctor ya parecía preparado para la intervención, llevando encima parte de la vestimenta reglamentaria. Archime apreciaba su diligencia y su aparente mayor interés en su proyecto que el de la doctora Irrila. Por ello había elegido al doctor Marrcen para llevar a cabo sus siguientes pasos en aras de comenzar a expandir su negocio.
Teniéndolo todo apalabrado con el doctor Marrcen, el kairós esperó la llegada de dama Urticaria y su ayudante a la que realizaría su primera intervención quirúrgica sin tratarse de un simulacro ante el portal hacia su mundo natal. Bastaba con que la náyade ocultase aquellas partes de su anatomía cnidaria que no coincidirían con la visión ulterana de los irrenses para que pudiesen alcanzar la capital del planeta sin más que alguna demora por parte de gente que quería acercarse a realizar preguntas a los rocavarancoleses. El ingeniero despachaba a cualquiera que se acercase con un “debemos llegar a la clínica, disculpen”, y no prestaba atención a ninguna réplica o comentario. Un grupo de curiosos formó un corro frente a la puerta de la clínica más prestigiosa de Ío cuando el grupo la alcanzó, Archime guiando a sus acompañantes e instándolas a entrar al edificio. El recepcionista no tardó en saludarles formalmente y, aunque su interés en dama Urticaria y la enorme terra que le acompañaban era evidente, no hizo comentario alguno y se limitó a avisar al doctor Marrcen sin necesidad de que el biomecánico lo solicitase. Apenas les indicaba el recepcionista que tomasen asiento mientras esperaban cuando el sonido del ascensor indicó que alguien acababa de llegar a la primera planta. Por supuesto se trataba del doctor, quien portaba una enorme sonrisa y no tardó en ofrecer su puño como saludo, el cual retiró tímidamente al recordar que estaba tratando con rocavarancolesas sin implantes.
—Encantado de conocerlas, soy el doctor Marrcen. Arch... Eh… Krono Rádem me ha hablado mucho de ustedes y estoy encantado de poder ser su cirujano, señora… —Se giró hacía la terra, esperando que dijese su nombre. Miró también alternativamente a Archime por si fuese a presentarla, aunque ya sabía de qué pie cojeaba su aprendiz.
El ingeniero había solicitado a su mentor que a partir de aquel momento emplease su nombre rocavarancolés, ya que pretendía que fuese su nombre de negocios en la ciudad y, por tanto, lo mejor era que el doctor Marrcen se habituase desde el principio a hablar de él utilizándolo. El doctor ya parecía preparado para la intervención, llevando encima parte de la vestimenta reglamentaria. Archime apreciaba su diligencia y su aparente mayor interés en su proyecto que el de la doctora Irrila. Por ello había elegido al doctor Marrcen para llevar a cabo sus siguientes pasos en aras de comenzar a expandir su negocio.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Irraria
09/06/17, 02:09 am
La joven ulterana se habia despertado aquel día con algo que no podia describirse de otra manera salvo excitación. Iba a tener una visita guiada a Irraria, lugar que habia deseado visitar desde la revinculación. Y tambien, por supuesto, Muerte recuperaria parte de su utilidad. Eso siempre era conviniente.
Habia despejado su agenda de citas y reunido el tiempo libre suficiente para dedicarselo a aquel evento.Asi tambien, se habia molestado en tomar las medidas de seguridad pertinentes, puesto, aunque el Kairos no le inspiraba amenaza alguna y sabiendo que Irraria era un planeta relativamente pacífico, no podia acallar el murmullo en su estómago hablandole de lo indefensa que estaria.
Lo proyectó a sus pies. La inseguridad, los miedos. Caminaba sobre ellos, a falta de mejor palabra para describirlo, a medida que se abria paso entre los variopintos Irrenses que se mostraron.
Las dos llevaban largas capotas que, envueltas, ocultaban sus identidades, provistas con capuchas, la terra decidió ocultarse lo más posible puesto que aun estando bajo ordenes de no activar su invisiblidad, no se sentia cómoda siendo el centro de la atención.
La ulterana, sin embargo, trataba la larga capota como un accesorio más, sin ocultar su cara apenas, ostentando un maquillaje azul marino elaborado con pequeños zafiros decorandole la piel mientras se movia en completo silencio, levitando, dandole una imagen cuasi espectrar mientras no dignaba ni una mirada ante los curiosos que se acercaban.
Tenia su atención al entorno, la tecnologia y a Krono Radem. Ante todo, queria asegurarse que podria confiar en él y, si todo saliese bien aquel día, haria bien de recompensarle. Seria una valiosa baza más para promulgar sus propios planes.
No tomó asiento la terra, sin embargo. Habia algo de impaciencia y rigidez a sus movimientos a la vez que orbitaba lentamente entorno a su señora, quien calmadamente habia tomado asiento con el rostro gentil y postura elegante. Fue a levantarse cuando el apalabrado doctor hizo acto de presencia. Con un saludo un tanto timido y el consiguiente choque de culturas inicial, la nayade empezó a hablar con una pequeña reverencia, cogiendose de los pliegues de la capota.
—Un gusto. Doctor Marrcen, esta es mi ayudante personal, su nombre es, me temo, muy ominioso para lo que esperamos hacer aquí, asi pues, si requeris algo de ella, hacedlo saber a través de mi.—empezó la Ulterana con quito.—Yo soy Dama Urticaria, un placer hacer negocios con usted.—
Habia despejado su agenda de citas y reunido el tiempo libre suficiente para dedicarselo a aquel evento.Asi tambien, se habia molestado en tomar las medidas de seguridad pertinentes, puesto, aunque el Kairos no le inspiraba amenaza alguna y sabiendo que Irraria era un planeta relativamente pacífico, no podia acallar el murmullo en su estómago hablandole de lo indefensa que estaria.
Lo proyectó a sus pies. La inseguridad, los miedos. Caminaba sobre ellos, a falta de mejor palabra para describirlo, a medida que se abria paso entre los variopintos Irrenses que se mostraron.
Las dos llevaban largas capotas que, envueltas, ocultaban sus identidades, provistas con capuchas, la terra decidió ocultarse lo más posible puesto que aun estando bajo ordenes de no activar su invisiblidad, no se sentia cómoda siendo el centro de la atención.
La ulterana, sin embargo, trataba la larga capota como un accesorio más, sin ocultar su cara apenas, ostentando un maquillaje azul marino elaborado con pequeños zafiros decorandole la piel mientras se movia en completo silencio, levitando, dandole una imagen cuasi espectrar mientras no dignaba ni una mirada ante los curiosos que se acercaban.
Tenia su atención al entorno, la tecnologia y a Krono Radem. Ante todo, queria asegurarse que podria confiar en él y, si todo saliese bien aquel día, haria bien de recompensarle. Seria una valiosa baza más para promulgar sus propios planes.
No tomó asiento la terra, sin embargo. Habia algo de impaciencia y rigidez a sus movimientos a la vez que orbitaba lentamente entorno a su señora, quien calmadamente habia tomado asiento con el rostro gentil y postura elegante. Fue a levantarse cuando el apalabrado doctor hizo acto de presencia. Con un saludo un tanto timido y el consiguiente choque de culturas inicial, la nayade empezó a hablar con una pequeña reverencia, cogiendose de los pliegues de la capota.
—Un gusto. Doctor Marrcen, esta es mi ayudante personal, su nombre es, me temo, muy ominioso para lo que esperamos hacer aquí, asi pues, si requeris algo de ella, hacedlo saber a través de mi.—empezó la Ulterana con quito.—Yo soy Dama Urticaria, un placer hacer negocios con usted.—
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Irraria
09/06/17, 04:17 am
El doctor pareció confuso unos instantes ante la extraña presentación, pero se recompuso enseguida. Archime le había advertido acerca de que la paciente y su acompañante no podían permitirse perder el tiempo en saciar su curiosidad sobre Rocavarancolia y que tampoco cuestionase nada de lo que le decían. Le devolvió la reverencia torpemente a dama Urticaria, asumiendo que aquella era la correcta forma de saludar a un rocavarancolés.
—El gusto es mío, dama Urticaria. Ninguna otra clínica en toda Irraria puede decir que ha recibido a una paciente rocavarancolesa.
El kairós pensaba para sus adentros que tampoco necesitaban aquella publicidad tratándose de la mejor clínica de implantes del planeta, pues él la había elegido para comenzar a aprender el oficio por ese motivo, pero como era de esperar no expresó sus pensamientos en voz alta.
>>Bien, entonces… El quirófano está preparado, podemos comenzar la intervención cuanto antes. Síganme.
El doctor regresó al ascensor y esperó a que todos estuviesen dentro antes de pulsar un botón que les llevaría a una de las plantas intermedias. Normalmente hubiesen llevado al paciente en una silla de ruedas para su comodidad, pero una vez más el biomecánico había advertido de que era probable que la paciente no quisiese utilizarla y el doctor no la había llevado. No pretendía contradecir los deseos de una rocavarancolesa.
Tras unos segundos, la puerta del ascensor se abrió, anunciando que se encontraban en la tercera planta. El hospital era igual de sobrio y estaba igual de limpio en aquel piso que en la recepción, ofreciendo un aspecto de seriedad y profesionalidad, aunque también monótono. El doctor y Archime condujeron a las ulteranas hacia una de las puertas del pasillo. El resto del personal que participaría en la intervención ya se encontraba allí y saludaron formalmente sin añadir nada más, limitándose a observar con el menor descaro posible a la paciente y su acompañante.
—Por favor, túmbese en la camilla —le indicó una de las asistentes con un gesto a la terra—. El doctor Marrcen y Krono Rádem deben terminar de prepararse para la intervención. ¿Usted va a querer asistir al proceso? —Se dirigió hacia dama Urticaria.
Al mismo tiempo, otro de los médicos le explicaba a la terra que debía firmar su consentimiento para llevar a cabo aquella operación y le instó a leer los términos y condiciones si así lo deseaba.
Mientras tanto el kairós había seguido al doctor Marrcen hacia la sala donde se cambiaría de ropa y prepararía el material para la operación.
—Tú primera intervención real —le dijo el doctor con una gran sonrisa—. Yo creo que te he enseñado bien, pero es normal ponerse un poco nervioso. Avísame si tienes algún problema durante la operación.
El biomecánico no respondió de inmediato. Él no creía que fuese a haber ningún problema y, desde luego, no se encontraba nervioso, por lo que dudaba acerca de qué debería responderle al doctor.
—De acuerdo.
Fue todo lo que dijo, finalmente.
Poco después, la puerta interior del quirófano se abrió y, mientras los asistentes continuaban realizando todos los preparativos para la intervención, el doctor Marrcen y Archime, completamente vestidos con la vestimenta reglamentaria y apenas distinguibles del resto de sanitarios, se acercaron a la camilla.
—Si todo está en orden daremos comienzo a la operación —anunció el doctor—. Lo primero será aplicar la anestesia… Aunque en esta ocasión parece que no será una inyección, ¿no es así, Krono?
El irrense no hizo ningún gesto y se limitó a parpadear rítmicamente.
—Aplicaré un hechizo de anestesia, es más seguro de este modo —. Se oyeron murmullos entre el resto de médicos—. ¿Anestesia local o total? —Alzó la cabeza deliberadamente hacia dama Urticaria.
A continuación ejecutaría el hechizo sobre su ayudante acorde a la respuesta.
—El gusto es mío, dama Urticaria. Ninguna otra clínica en toda Irraria puede decir que ha recibido a una paciente rocavarancolesa.
El kairós pensaba para sus adentros que tampoco necesitaban aquella publicidad tratándose de la mejor clínica de implantes del planeta, pues él la había elegido para comenzar a aprender el oficio por ese motivo, pero como era de esperar no expresó sus pensamientos en voz alta.
>>Bien, entonces… El quirófano está preparado, podemos comenzar la intervención cuanto antes. Síganme.
El doctor regresó al ascensor y esperó a que todos estuviesen dentro antes de pulsar un botón que les llevaría a una de las plantas intermedias. Normalmente hubiesen llevado al paciente en una silla de ruedas para su comodidad, pero una vez más el biomecánico había advertido de que era probable que la paciente no quisiese utilizarla y el doctor no la había llevado. No pretendía contradecir los deseos de una rocavarancolesa.
Tras unos segundos, la puerta del ascensor se abrió, anunciando que se encontraban en la tercera planta. El hospital era igual de sobrio y estaba igual de limpio en aquel piso que en la recepción, ofreciendo un aspecto de seriedad y profesionalidad, aunque también monótono. El doctor y Archime condujeron a las ulteranas hacia una de las puertas del pasillo. El resto del personal que participaría en la intervención ya se encontraba allí y saludaron formalmente sin añadir nada más, limitándose a observar con el menor descaro posible a la paciente y su acompañante.
—Por favor, túmbese en la camilla —le indicó una de las asistentes con un gesto a la terra—. El doctor Marrcen y Krono Rádem deben terminar de prepararse para la intervención. ¿Usted va a querer asistir al proceso? —Se dirigió hacia dama Urticaria.
Al mismo tiempo, otro de los médicos le explicaba a la terra que debía firmar su consentimiento para llevar a cabo aquella operación y le instó a leer los términos y condiciones si así lo deseaba.
Mientras tanto el kairós había seguido al doctor Marrcen hacia la sala donde se cambiaría de ropa y prepararía el material para la operación.
—Tú primera intervención real —le dijo el doctor con una gran sonrisa—. Yo creo que te he enseñado bien, pero es normal ponerse un poco nervioso. Avísame si tienes algún problema durante la operación.
El biomecánico no respondió de inmediato. Él no creía que fuese a haber ningún problema y, desde luego, no se encontraba nervioso, por lo que dudaba acerca de qué debería responderle al doctor.
—De acuerdo.
Fue todo lo que dijo, finalmente.
Poco después, la puerta interior del quirófano se abrió y, mientras los asistentes continuaban realizando todos los preparativos para la intervención, el doctor Marrcen y Archime, completamente vestidos con la vestimenta reglamentaria y apenas distinguibles del resto de sanitarios, se acercaron a la camilla.
—Si todo está en orden daremos comienzo a la operación —anunció el doctor—. Lo primero será aplicar la anestesia… Aunque en esta ocasión parece que no será una inyección, ¿no es así, Krono?
El irrense no hizo ningún gesto y se limitó a parpadear rítmicamente.
—Aplicaré un hechizo de anestesia, es más seguro de este modo —. Se oyeron murmullos entre el resto de médicos—. ¿Anestesia local o total? —Alzó la cabeza deliberadamente hacia dama Urticaria.
A continuación ejecutaría el hechizo sobre su ayudante acorde a la respuesta.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Irraria
11/06/17, 04:30 pm
Atravesaron las puertas del ascensor entonces y, sin mucha dificultad, dieron con la planta donde se llevaria acabo la intervención. Las miradas curiosas que pronto dieron con ellas de nuevo, causaron diferentes reacciones.
La gran terra no era muy fanática de atraerlas, mientras que la ulterana se sentia como en casa siendo un foco de atención, mientras se movia con aire etereo, mostraba una gran y sutíl sonrisa en su rostro, mientras no se dignaba a responder al resto de trabajadores.
Ante las palabras de la asistente, la infame se giró suavemente hacia la ulterana, quien observaba con ojos relucientes. Un pequeño gesto con la cabeza indicó a la guerrera de obedecer y así hizo, quitandose la capota larga y dejandola caer al suelo, reveló su magullado cuerpo. El pelo negro como el carbón y piel teñida del mismo tono, vestia unos pantalones de pana algo destartalados y una camiseta interior. Los oscuros ojos azules se quedaron fijados en la asistente que se habia dirigido a ella y expuso su muñón, perfecta y limpiamente cortado por debajo de la axila, aun lucia recubierto de vendas y así pues comenzó a desenvolverlo durane unos segundos con su única mano.
Cuando terminó lo dejó todo colocado en el mismo sitio que su capota y se tumbó sobre la camilla, reclinandose al principio, para despues aterrizar energicamente con la espalda. La camilla se quejó sonoramente ante el peso, pero no cedió. La terra no hizo acto alguno a continuación, salvo descansar su mano sobre su vientre y extender el muñón con obediencia.
Algo apartada de la camilla, Nia habia procedido a responder a la asistente mientras Muerte se desvestia.
—Por supuesto. Estoy tan interesada en ser testigo de esta intervención como vosotros de hacerla, estoy segura.—respondió escuetamente con educación. La ulterana observó entonces con curiosidad mientras se ordenaba a su guardaespaldas a firmar una forma de consentimiento. Aquello picó su interés, pues nunca habria pensado que lo formalizarian tanto. De hecho, estaba segura que, de ocurrir algo, ninguna forma de burocracia detendria a Dama Urticaria. Sin embargo, sabia que no era más que una divertida y robótica formalidad, casi como el Kairos, y la ulterana pensó en que entretenerla estaba en orden.
La terra no dudó, ni leyó en los hologramas. Impelida a avanzar y cuanto antes, asió el lapiz tactil y plantó su punta allí donde debia firmar. Clavandola levemente dejó que se formase un pequeño punto y levantó el instrumento entonces. Haciendolo girar sobre la palma de su mano, sin ni siquiera mirar, se lo ofreció de vuelta a la asistente con cara de poker.
La ulterana no pudo sino evitar sonreir ante aquello. Se habia hecho a la idea de que iba a presenciar una firma de verdad. Miró un poco nerviosa ante la asistente con la documentación. ¿Aceptaria un manchon de tinta como una firma? Quizás si...
La fulminó con la mirada unos instantes, casi retando a la asistente a desafiar que aquella era la firma de la terra. Aquella pamplina artificial no tenia peso alguno de todas formas, y, alargar la presala de esta manera tan solo la iba a irritar más.
La impaciente Nia entonces se giró a contestar a Krono Radem, quien le preguntaba por anestesia. Un pequeño borboteo de duda escapó sus labios antes de contestar.
—Mejor la local, creo. Por experiencia propia, puedo asegurar que ella preferiria sin anestesia alguna, pero seamos civiles, ¿no?— su voz terminó con un chasquido reminiscente de una risilla, como si lo que hubiera sugerido fuese algo totalmente plausible y entendible.
La gran terra no era muy fanática de atraerlas, mientras que la ulterana se sentia como en casa siendo un foco de atención, mientras se movia con aire etereo, mostraba una gran y sutíl sonrisa en su rostro, mientras no se dignaba a responder al resto de trabajadores.
Ante las palabras de la asistente, la infame se giró suavemente hacia la ulterana, quien observaba con ojos relucientes. Un pequeño gesto con la cabeza indicó a la guerrera de obedecer y así hizo, quitandose la capota larga y dejandola caer al suelo, reveló su magullado cuerpo. El pelo negro como el carbón y piel teñida del mismo tono, vestia unos pantalones de pana algo destartalados y una camiseta interior. Los oscuros ojos azules se quedaron fijados en la asistente que se habia dirigido a ella y expuso su muñón, perfecta y limpiamente cortado por debajo de la axila, aun lucia recubierto de vendas y así pues comenzó a desenvolverlo durane unos segundos con su única mano.
Cuando terminó lo dejó todo colocado en el mismo sitio que su capota y se tumbó sobre la camilla, reclinandose al principio, para despues aterrizar energicamente con la espalda. La camilla se quejó sonoramente ante el peso, pero no cedió. La terra no hizo acto alguno a continuación, salvo descansar su mano sobre su vientre y extender el muñón con obediencia.
Algo apartada de la camilla, Nia habia procedido a responder a la asistente mientras Muerte se desvestia.
—Por supuesto. Estoy tan interesada en ser testigo de esta intervención como vosotros de hacerla, estoy segura.—respondió escuetamente con educación. La ulterana observó entonces con curiosidad mientras se ordenaba a su guardaespaldas a firmar una forma de consentimiento. Aquello picó su interés, pues nunca habria pensado que lo formalizarian tanto. De hecho, estaba segura que, de ocurrir algo, ninguna forma de burocracia detendria a Dama Urticaria. Sin embargo, sabia que no era más que una divertida y robótica formalidad, casi como el Kairos, y la ulterana pensó en que entretenerla estaba en orden.
La terra no dudó, ni leyó en los hologramas. Impelida a avanzar y cuanto antes, asió el lapiz tactil y plantó su punta allí donde debia firmar. Clavandola levemente dejó que se formase un pequeño punto y levantó el instrumento entonces. Haciendolo girar sobre la palma de su mano, sin ni siquiera mirar, se lo ofreció de vuelta a la asistente con cara de poker.
La ulterana no pudo sino evitar sonreir ante aquello. Se habia hecho a la idea de que iba a presenciar una firma de verdad. Miró un poco nerviosa ante la asistente con la documentación. ¿Aceptaria un manchon de tinta como una firma? Quizás si...
La fulminó con la mirada unos instantes, casi retando a la asistente a desafiar que aquella era la firma de la terra. Aquella pamplina artificial no tenia peso alguno de todas formas, y, alargar la presala de esta manera tan solo la iba a irritar más.
La impaciente Nia entonces se giró a contestar a Krono Radem, quien le preguntaba por anestesia. Un pequeño borboteo de duda escapó sus labios antes de contestar.
—Mejor la local, creo. Por experiencia propia, puedo asegurar que ella preferiria sin anestesia alguna, pero seamos civiles, ¿no?— su voz terminó con un chasquido reminiscente de una risilla, como si lo que hubiera sugerido fuese algo totalmente plausible y entendible.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Irraria
11/06/17, 08:11 pm
Uno de los ayudantes todavía miraba de reojo extrañado el punto que se suponía era la firma de la terra, preguntándose si aquello era verdaderamente válido. Otra compañera le dio un discreto codazo para que atendiese a la ejecución del hechizo, y el sanitario pegó un pequeño brinco antes de dirigir su atención a la camilla, más rígido de lo necesario. Abrió los ojos como platos, aunque en esa ocasión no fue el único en perder cierta compostura, ante la afirmación de dama Urticaria. El propio doctor Marrcen dirigió su mirada hacia el biomecánico, con una expresión inquisitiva pero apenas perceptible bajo su mascarilla. Archime no se inmutó, no obstante.
—Sí —respondió a dama Urticaria—. Es innecesario que la paciente sufra existiendo la posibilidad de evitarlo sin riesgo.
Y sin añadir nada más, ejecutó el hechizo sobre la zona nerviosa que se vería afectada al llevar a cabo la operación.
A partir de ese momento el ingeniero no volvió a pronunciar palabra, encargándose el doctor Marrcen de coordinar todo el proceso. Archime hizo lo que se le indicó, además de lo que ya sabía que debía realizar debido a las prácticas. Y lo hizo con la precisión absoluta de un kairós. Había necesitado tiempo para aprender los pasos del proceso de colocación de implantes, y todavía solo creía seguro que llevase a cabo operaciones de extremidades pero no de otro tipo como la colocación de ojos cibernéticos, pero una vez conocida la teoría para Archime no existía la necesidad de entrenar otros elementos como el pulso. El doctor Marrcen ya se había sorprendido al respecto durante sus primeras prácticas y por tanto no reaccionó ante la pericia de su aprendiz, pero los demás sanitarios estaban convencidos de estar contemplando a un auténtico prodigio en la cirugía.
La intervención se llevó a cabo sin incidentes y de forma limpia, y la terra tenía ya colocado perfectamente el implante que Archime les había mostrado hacía unas semanas a ella y dama Urticaria en la botica.
—No trate de moverlo todavía —le advirtió el doctor una vez anunció formalmente el fin de la intervención—. Ahora las trasladaremos a uno de los cuartos de pacientes para que ambas descansen cómodamente —añadió mientras se quitaba los guantes y los dejaba sobre una bandeja que sostenía uno de los ayudantes—. Creo que Krono Rádem les indicará lo que es necesario saber acerca del proceso de adaptación al implante, ¿no es así?
—Sí.
Regresaron al ascensor, llevándose a la terra en la camilla con el fin de que no hubiese complicaciones con el implante y tras insistir en que era necesario que permaneciese totalmente en reposo por el momento, y enseguida fueron conducidas a un cuarto que mantenía la misma tónica monótona que el resto del edificio. Archime entró con ellas y se sentó en una de las sillas cerca de la cama donde habían instalado a la terra. La habitación era individual. Un robot de limpieza asomó desde detrás de un aparador, emitiendo un leve sonido mecánico al dirigir su módulo de reconocimiento del entorno en dirección a los recién llegados y corregir su ruta acorde a la información. Si se le preguntaba acerca del robot respondería cuál era su función y explicaría que se inactivaba una vez terminase su trabajo, plegándose en una esquina donde no estorbaba. Aparte de eso, el ingeniero no iniciaría ninguna conversación.
—Sí —respondió a dama Urticaria—. Es innecesario que la paciente sufra existiendo la posibilidad de evitarlo sin riesgo.
Y sin añadir nada más, ejecutó el hechizo sobre la zona nerviosa que se vería afectada al llevar a cabo la operación.
A partir de ese momento el ingeniero no volvió a pronunciar palabra, encargándose el doctor Marrcen de coordinar todo el proceso. Archime hizo lo que se le indicó, además de lo que ya sabía que debía realizar debido a las prácticas. Y lo hizo con la precisión absoluta de un kairós. Había necesitado tiempo para aprender los pasos del proceso de colocación de implantes, y todavía solo creía seguro que llevase a cabo operaciones de extremidades pero no de otro tipo como la colocación de ojos cibernéticos, pero una vez conocida la teoría para Archime no existía la necesidad de entrenar otros elementos como el pulso. El doctor Marrcen ya se había sorprendido al respecto durante sus primeras prácticas y por tanto no reaccionó ante la pericia de su aprendiz, pero los demás sanitarios estaban convencidos de estar contemplando a un auténtico prodigio en la cirugía.
La intervención se llevó a cabo sin incidentes y de forma limpia, y la terra tenía ya colocado perfectamente el implante que Archime les había mostrado hacía unas semanas a ella y dama Urticaria en la botica.
—No trate de moverlo todavía —le advirtió el doctor una vez anunció formalmente el fin de la intervención—. Ahora las trasladaremos a uno de los cuartos de pacientes para que ambas descansen cómodamente —añadió mientras se quitaba los guantes y los dejaba sobre una bandeja que sostenía uno de los ayudantes—. Creo que Krono Rádem les indicará lo que es necesario saber acerca del proceso de adaptación al implante, ¿no es así?
—Sí.
Regresaron al ascensor, llevándose a la terra en la camilla con el fin de que no hubiese complicaciones con el implante y tras insistir en que era necesario que permaneciese totalmente en reposo por el momento, y enseguida fueron conducidas a un cuarto que mantenía la misma tónica monótona que el resto del edificio. Archime entró con ellas y se sentó en una de las sillas cerca de la cama donde habían instalado a la terra. La habitación era individual. Un robot de limpieza asomó desde detrás de un aparador, emitiendo un leve sonido mecánico al dirigir su módulo de reconocimiento del entorno en dirección a los recién llegados y corregir su ruta acorde a la información. Si se le preguntaba acerca del robot respondería cuál era su función y explicaría que se inactivaba una vez terminase su trabajo, plegándose en una esquina donde no estorbaba. Aparte de eso, el ingeniero no iniciaría ninguna conversación.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Irraria
11/07/17, 03:32 pm
Nia
La intervención fue sin mucho problema. Nia y la terra no hablaron mucho hasta ser trasladados a un cuarto pernochante en el cual permanecieron con Krono Radem. La terra tenia el brazo sobre el regazo y lentamente intentaba mover los dedos, palpitantes, al principio, pero pronto logrando cierta apariencia de dexteridad.
Nia por su otra parte, observaba, observaba en silencio mientras la terra se hacia con su nuevo implante. Aquello era tecnología avanzada. Tecnologia de la que solo habia podido ver en revistas sobre militares retirados con grandes fortunas respaldandoles. Con cierto decoro, se acercó entonces a la camilla y examinó el brazo tras dedicarle una breve mirada a la mujer. Aquella tecnologia, conocimiento... podría ser útil. Los ojos color mar se ampararon en el Kairos, quien guardaba silencio.
-Dime, Krono Radem, ¿serias capáz de replicar esta operación en Rocavarancolia, previsto que provenga de un quirófano y las herramientas necesarias?-
La intervención fue sin mucho problema. Nia y la terra no hablaron mucho hasta ser trasladados a un cuarto pernochante en el cual permanecieron con Krono Radem. La terra tenia el brazo sobre el regazo y lentamente intentaba mover los dedos, palpitantes, al principio, pero pronto logrando cierta apariencia de dexteridad.
Nia por su otra parte, observaba, observaba en silencio mientras la terra se hacia con su nuevo implante. Aquello era tecnología avanzada. Tecnologia de la que solo habia podido ver en revistas sobre militares retirados con grandes fortunas respaldandoles. Con cierto decoro, se acercó entonces a la camilla y examinó el brazo tras dedicarle una breve mirada a la mujer. Aquella tecnologia, conocimiento... podría ser útil. Los ojos color mar se ampararon en el Kairos, quien guardaba silencio.
-Dime, Krono Radem, ¿serias capáz de replicar esta operación en Rocavarancolia, previsto que provenga de un quirófano y las herramientas necesarias?-
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Irraria
11/07/17, 05:11 pm
Alzó la cabeza hacia Dama Urticaria mientras decidía en qué emplearía aquella noche cuando la ulterana se dirigió a él.
—Por supuesto. El propósito de recibir instrucción en esta clínica como cirujano de implantes es poder llevar acabo las operaciones yo mismo en mi negocio de Rocavarancolia. Ya he conseguido la mayor parte de la equipación necesaria, y pronto finalizaré los preparativos restantes para poner la clínica y taller en funcionamiento.
—Por supuesto. El propósito de recibir instrucción en esta clínica como cirujano de implantes es poder llevar acabo las operaciones yo mismo en mi negocio de Rocavarancolia. Ya he conseguido la mayor parte de la equipación necesaria, y pronto finalizaré los preparativos restantes para poner la clínica y taller en funcionamiento.
- Leonart
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Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Irraria
13/07/17, 07:17 pm
Nia
La ulterana se giró en el sitio cuando la respuesta del Kairos finalmente le llegó. Se esforzó considerablemente en no esbozar una sonrisa torva cuando procesó lo que dijo. Parecia ser entonces, no solo esta prueba, sino que otro de sus planes podría darse por contado.
-Perfecto. Cuando así sea, puede que tenga un segundo trabajo para tí.- le informó con algo de misterio.
Pasaron la noche en la clínica. Nia no pudo evitar hacer algo de turismo por la zona. Cuando llegó la hora de volver, Krono Radem les acompañó al portal y se despidieron entonces. La terra agradeció escuetamente los servicios del irrense, mientras que la ulterana le informó que estarian en contacto por si algún problema surgiera o bien ya para cuando le pudiera hacer un segundo encargo.
La ulterana se giró en el sitio cuando la respuesta del Kairos finalmente le llegó. Se esforzó considerablemente en no esbozar una sonrisa torva cuando procesó lo que dijo. Parecia ser entonces, no solo esta prueba, sino que otro de sus planes podría darse por contado.
-Perfecto. Cuando así sea, puede que tenga un segundo trabajo para tí.- le informó con algo de misterio.
Pasaron la noche en la clínica. Nia no pudo evitar hacer algo de turismo por la zona. Cuando llegó la hora de volver, Krono Radem les acompañó al portal y se despidieron entonces. La terra agradeció escuetamente los servicios del irrense, mientras que la ulterana le informó que estarian en contacto por si algún problema surgiera o bien ya para cuando le pudiera hacer un segundo encargo.
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Nombre: Rägjynn
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Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Irraria
16/07/17, 02:10 am
Al irrense no le hubiese importado el “misterio” en las palabras de la ulterana incluso si hubiese sido capaz de percibirlo. Ella había dicho que tendría un segundo trabajo para él, y ante eso solo tenía una respuesta.
—Bien.
Archime no pudo ofrecer demasiada indicación turística a dama Urticaria ya que él nunca salía de su laboratorio cuando todavía vivía en Ío, pero le aconsejó preguntar al respecto al encargado de la recepción. A la mañana siguiente acompañó a ambas ulteranas de vuelta al portal y ofreció más consejos a la terra acerca de cómo proceder con su nuevo implante.
—Regresaré pronto a Rocavarancolia, pero por el momento debo volver a la clínica para resolver un asunto primero —les comunicó mientras se despedían—. Concertaremos las revisiones periódicas del implante y te proporcionaré un pergamino con instrucciones acerca del mantenimiento básico.
De vuelta en la clínica, al kairós lo esperaba el doctor Marrcen en su despacho por petición suya a pesar de que ya había terminado su jornada laboral aquel día.
—Has vuelto enseguida —observó el doctor—. Parece que nuestra paciente y su acompañante son mujeres ocupadas—. Sonrió y continuó hablando, sabedor de que no podía esperar respuesta—. Y bien, ¿de qué querías hablarme?
—Necesito tu ayuda para poner en marcha mi clínica y taller de biomecánica en Rocavarancolia. No puedo ser completamente preciso con el tiempo requerido, pero estimo que podrías estar de vuelta en Ío dentro de dos meses si todo fluye como debe.
El doctor había asentido ante la primera frase, pero no fue hasta que mencionó la vuelta que cayó en la cuenta la auténtica implicación de lo que el ingeniero solicitaba.
—Espera, quieres decir… ¿Me estás pidiendo que vaya a la ciudad mágica?
—Así es.
Había previsto los dos días que le pidió el doctor para realizar los trámites necesarios que cubriesen su ausencia durante el tiempo establecido en la clínica de Ío. Un becario con talento sustituiría al doctor Marrcen durante su ausencia, y la doctora Irrila, aunque no compartía el entusiasmo de su compañero de profesión, le había asegurado de que se encargaría de que todo marchase bien durante su ausencia. “Nadie puede culparte por querer aprovechar esta oportunidad, supongo”, dijo después de una pausa tras la entusiasmada explicación del doctor.
Marrcen siguió a Archime hasta el ascensor que los conducía fuera de la ciudad, con una expresión propia de un crío ilusionado y una maleta con algunas de sus pertenencias. El ingeniero le había asegurado que no necesitaba demasiada ropa, ya que podían limpiarla inmediatamente con magia y el doctor no cesaba de parlotear haciendo suposiciones acerca de la ciudad de los milagros (“claro, imagino que allí no harán falta lavadoras… Ni microondas, supongo… Oye, este hechizo que me has echado para protegerme del frío es mucho mejor que cualquier traje térmico, en Rocavarancolia nunca pasaréis frío ni calor”) que rara vez recibían alguna confirmación por parte del silencioso rocavarancolés al que acompañaba. Enseguida alcanzaron el portal.
—Es posible que te marees al cruzar por primera vez. Si te encuentras mal al llegar, puedo mitigar tu malestar con un hechizo —le informó el kairós—. Adelante, accederé justo después de ti.
El emocionado doctor, dedicó una mirada y sonrisa nerviosa primero al portal y luego a Archime antes de alzar un brazo y acercarlo lentamente al vórtice. Cuando la punta de sus dedos tocaron la fisura interdimensional, un leve grito de sorpresa fue acallado por completo debido a que el cuerpo de Marrcen ya se encontraba siendo transportado hasta Rocavarancolia. El ingeniero, tal y como había dicho, atravesó el portal inmediatamente después.
Sigue en la Explanada de los portales.
—Bien.
Archime no pudo ofrecer demasiada indicación turística a dama Urticaria ya que él nunca salía de su laboratorio cuando todavía vivía en Ío, pero le aconsejó preguntar al respecto al encargado de la recepción. A la mañana siguiente acompañó a ambas ulteranas de vuelta al portal y ofreció más consejos a la terra acerca de cómo proceder con su nuevo implante.
—Regresaré pronto a Rocavarancolia, pero por el momento debo volver a la clínica para resolver un asunto primero —les comunicó mientras se despedían—. Concertaremos las revisiones periódicas del implante y te proporcionaré un pergamino con instrucciones acerca del mantenimiento básico.
De vuelta en la clínica, al kairós lo esperaba el doctor Marrcen en su despacho por petición suya a pesar de que ya había terminado su jornada laboral aquel día.
—Has vuelto enseguida —observó el doctor—. Parece que nuestra paciente y su acompañante son mujeres ocupadas—. Sonrió y continuó hablando, sabedor de que no podía esperar respuesta—. Y bien, ¿de qué querías hablarme?
—Necesito tu ayuda para poner en marcha mi clínica y taller de biomecánica en Rocavarancolia. No puedo ser completamente preciso con el tiempo requerido, pero estimo que podrías estar de vuelta en Ío dentro de dos meses si todo fluye como debe.
El doctor había asentido ante la primera frase, pero no fue hasta que mencionó la vuelta que cayó en la cuenta la auténtica implicación de lo que el ingeniero solicitaba.
—Espera, quieres decir… ¿Me estás pidiendo que vaya a la ciudad mágica?
—Así es.
Había previsto los dos días que le pidió el doctor para realizar los trámites necesarios que cubriesen su ausencia durante el tiempo establecido en la clínica de Ío. Un becario con talento sustituiría al doctor Marrcen durante su ausencia, y la doctora Irrila, aunque no compartía el entusiasmo de su compañero de profesión, le había asegurado de que se encargaría de que todo marchase bien durante su ausencia. “Nadie puede culparte por querer aprovechar esta oportunidad, supongo”, dijo después de una pausa tras la entusiasmada explicación del doctor.
Marrcen siguió a Archime hasta el ascensor que los conducía fuera de la ciudad, con una expresión propia de un crío ilusionado y una maleta con algunas de sus pertenencias. El ingeniero le había asegurado que no necesitaba demasiada ropa, ya que podían limpiarla inmediatamente con magia y el doctor no cesaba de parlotear haciendo suposiciones acerca de la ciudad de los milagros (“claro, imagino que allí no harán falta lavadoras… Ni microondas, supongo… Oye, este hechizo que me has echado para protegerme del frío es mucho mejor que cualquier traje térmico, en Rocavarancolia nunca pasaréis frío ni calor”) que rara vez recibían alguna confirmación por parte del silencioso rocavarancolés al que acompañaba. Enseguida alcanzaron el portal.
—Es posible que te marees al cruzar por primera vez. Si te encuentras mal al llegar, puedo mitigar tu malestar con un hechizo —le informó el kairós—. Adelante, accederé justo después de ti.
El emocionado doctor, dedicó una mirada y sonrisa nerviosa primero al portal y luego a Archime antes de alzar un brazo y acercarlo lentamente al vórtice. Cuando la punta de sus dedos tocaron la fisura interdimensional, un leve grito de sorpresa fue acallado por completo debido a que el cuerpo de Marrcen ya se encontraba siendo transportado hasta Rocavarancolia. El ingeniero, tal y como había dicho, atravesó el portal inmediatamente después.
Sigue en la Explanada de los portales.
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
19/11/20, 01:50 am
No podía agradecerles lo suficiente a Milo y Kin que hubiesen aceptado acompañarla. No se veía capaz de hacerlo sola.
Fue durante una conversación sobre futuras visitas a mundos vinculados cuando se dio cuenta de que debía hacer ese viaje. Quería que sus amigos conocieran su mundo, a pesar de todas las pegas y cosas malas que tenía. Era su hogar. Y por eso mismo sabía que tenía que hacer un viaje previo a esa visita, una forma de reconocer el terreno. Su familia llevaba meses sin verla, aferrándose a una mentira tan monstruosa que Rena aún temía no ser capaz de mantenerla. Luego estaban sus sentimientos. No sabía cómo iba a reaccionar a volver a ver a su familia, no quería arriesgarse a arruinar una excursión con sus lágrimas.
La sensación al atravesar el portal fue totalmente distinta a la de Kankri. No hubo sol abrasador que la recibiera, ni brisa marina. En su lugar sintió el aire helado cortándole la piel de la cara y el olor a verde y a madera. Rena nunca había pensado que su mundo natal pudiera ser bonito hasta que vio el bosque nevado.
-Es alucinante… -murmuró.
Dio un paso y el pie se le hundió hasta media pantorrilla. Llevaba un traje aislante irrense que había conseguido en el mercado, ya que dama Isis aún no trabajaba con esos materiales. Encima llevaba unos pantalones cortos morados, un abrigo acolchado negro con reborde de pelo sintético en la capucha, botas de nieve y guantes. Le faltó tiempo para transformarse y corretear por la nieve.
-¡Joder esto es increíble! -exclamó. Se permitió un momento de calma. Trastear con la nieve, olisquear los árboles y los arbustos. Su nariz no detectó ningún animal, aunque a lo mejor era por el frío. -¿Por dónde decís que se entra?
Según le habían dicho el portal estaba cerca de Ío. En principio el plan era entrar desde la ciudad e ir en tren hasta su pueblo de mierda. Habían barajado la posibilidad de ir hasta Linaria y entrar desde allí para evitar todo lo posible tratar con la gente, pero dependían de la magia de Milo y de si se les había perdido algo a los chicos en la capital.
Fue durante una conversación sobre futuras visitas a mundos vinculados cuando se dio cuenta de que debía hacer ese viaje. Quería que sus amigos conocieran su mundo, a pesar de todas las pegas y cosas malas que tenía. Era su hogar. Y por eso mismo sabía que tenía que hacer un viaje previo a esa visita, una forma de reconocer el terreno. Su familia llevaba meses sin verla, aferrándose a una mentira tan monstruosa que Rena aún temía no ser capaz de mantenerla. Luego estaban sus sentimientos. No sabía cómo iba a reaccionar a volver a ver a su familia, no quería arriesgarse a arruinar una excursión con sus lágrimas.
La sensación al atravesar el portal fue totalmente distinta a la de Kankri. No hubo sol abrasador que la recibiera, ni brisa marina. En su lugar sintió el aire helado cortándole la piel de la cara y el olor a verde y a madera. Rena nunca había pensado que su mundo natal pudiera ser bonito hasta que vio el bosque nevado.
-Es alucinante… -murmuró.
Dio un paso y el pie se le hundió hasta media pantorrilla. Llevaba un traje aislante irrense que había conseguido en el mercado, ya que dama Isis aún no trabajaba con esos materiales. Encima llevaba unos pantalones cortos morados, un abrigo acolchado negro con reborde de pelo sintético en la capucha, botas de nieve y guantes. Le faltó tiempo para transformarse y corretear por la nieve.
-¡Joder esto es increíble! -exclamó. Se permitió un momento de calma. Trastear con la nieve, olisquear los árboles y los arbustos. Su nariz no detectó ningún animal, aunque a lo mejor era por el frío. -¿Por dónde decís que se entra?
Según le habían dicho el portal estaba cerca de Ío. En principio el plan era entrar desde la ciudad e ir en tren hasta su pueblo de mierda. Habían barajado la posibilidad de ir hasta Linaria y entrar desde allí para evitar todo lo posible tratar con la gente, pero dependían de la magia de Milo y de si se les había perdido algo a los chicos en la capital.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
20/11/20, 03:24 pm
Para Kin volver a Irraria nunca era un problema, por eso cuando Rena le pidió que los acompañara a ella y a Milo a su mundo natal no se lo pensó en absoluto antes de responder. No se trataba solo de querer bajar a las ciudades y aprovechar la visita para ver qué novedades había o aplacar brevemente su nostalgia, sino que estaba dispuesto a ayudar a la ursántropa en lo que necesitase, siempre que estuviese en su mano. En el fondo, desde el principio había querido acercase a los dos irrenses de la última cosecha para entablar amistad con gente familiar, con más cosas en común con él que la mayoría de sus compañeros –eso incluía a Archi, que a veces parecía tan foráneo como el resto–, y ahora que los conocía mejor ya los tenía en alta estima.
El raigaurum no se abrigó demasiado, ya que una vez estuviesen bajo tierra iban a sobrarle capas de ropa y prefería viajar ligero, solo con una mochila. En vez de eso hechizó su ropa irrense para que emitiese una pequeña cantidad de calor hasta que usasen alguno de los ascensores de Ío. Se había vestido exclusivamente con la ropa irrense que había recuperado de su armario –y todavía le servía– hacía más de un año. Sobre la funda térmica gris llevaba una chaqueta naranja y unos pantalones negros que se ajustaban con correas, además de unas botas oscuras.
Kin no entendió desde el primer momento la sorpresa de Rena. Hasta que recordó que era la primera vez que veía la superficie de su mundo no se dio cuenta de lo diferente que era del paisaje que conocía en Rocavarancolia. Era cierto que tenía su encanto, a pesar de todo, tal vez gracias a que todavía estaba comenzando la estación del hielo y todavía podía verse vida en la superficie sin estar cubierta de un manto blanco. Aunque la zona de Ío nunca llegaba a estar completamente cubierta, como sí pasaba en su pueblo natal.
—Tómate tu tiempo, si quieres. Aún hay que caminar durante un rato para llegar a los ascensores —le respondió a Rena con una sonrisa. Por lo que sabía, los osos vivían en climas fríos, y una parte de ella parecía más a gusto allí fuera de lo que estarían más tarde bajo tierra.
No estaban demasiado lejos de Ío, de hecho sus ordenadores no tardarían en empezar a coger la débil señal de la antena de red de los invernaderos. Sus compañeros ya habían sido informados de que en aquella zona se podían conectar a la red sin ser vistos, y no tardarían en empezar a recibir notificaciones a borbotones, como le había pasado al raigaurum en su primer descenso a Ío. Cuando el ordenador de Kin recibió la primera notificación de las que tenía siempre de sus amigos y familia, anunció que estaban muy cerca.
—Ya es difícil pasar por los invernaderos sin que nos vean los trabajadores, pero las cámaras de los ascensores no podemos evitarlas, así que si no queréis que nos sigan demasiado la pista lo mejor sería que uses esto, Milo. —El raigaurum le tendió un amuleto al brujo—. Lo conseguí para ir a la Tierra. Te hace parecer humano, así que nadie le dará muchas vueltas cuando después te conviertas en un irrense cualquiera, como cuando vienen otros rocavarancoleses.
Kin estaba seguro de que el SGR ya tenía registrado el aspecto que le confería a él su amuleto irrense, pero siempre le habían dejado moverse con libertad por el subsuelo, igual que dejarían a Rena. La cosa podía cambiar cuando se trataba de Milo, y por eso durante los preparativos de la noche anterior había añadido aquel amuleto al equipaje de última hora. No es que las autoridades fuesen a tratar de detener a Milo, pero podían sospechar que fuese a usar su nueva influencia para llevar a cabo algún acto vandálico a gran escala. Los planes de Rena podían terminar viéndose afectados si los detenían para interrogarlos o los espiaban.
El raigaurum no se abrigó demasiado, ya que una vez estuviesen bajo tierra iban a sobrarle capas de ropa y prefería viajar ligero, solo con una mochila. En vez de eso hechizó su ropa irrense para que emitiese una pequeña cantidad de calor hasta que usasen alguno de los ascensores de Ío. Se había vestido exclusivamente con la ropa irrense que había recuperado de su armario –y todavía le servía– hacía más de un año. Sobre la funda térmica gris llevaba una chaqueta naranja y unos pantalones negros que se ajustaban con correas, además de unas botas oscuras.
Kin no entendió desde el primer momento la sorpresa de Rena. Hasta que recordó que era la primera vez que veía la superficie de su mundo no se dio cuenta de lo diferente que era del paisaje que conocía en Rocavarancolia. Era cierto que tenía su encanto, a pesar de todo, tal vez gracias a que todavía estaba comenzando la estación del hielo y todavía podía verse vida en la superficie sin estar cubierta de un manto blanco. Aunque la zona de Ío nunca llegaba a estar completamente cubierta, como sí pasaba en su pueblo natal.
—Tómate tu tiempo, si quieres. Aún hay que caminar durante un rato para llegar a los ascensores —le respondió a Rena con una sonrisa. Por lo que sabía, los osos vivían en climas fríos, y una parte de ella parecía más a gusto allí fuera de lo que estarían más tarde bajo tierra.
No estaban demasiado lejos de Ío, de hecho sus ordenadores no tardarían en empezar a coger la débil señal de la antena de red de los invernaderos. Sus compañeros ya habían sido informados de que en aquella zona se podían conectar a la red sin ser vistos, y no tardarían en empezar a recibir notificaciones a borbotones, como le había pasado al raigaurum en su primer descenso a Ío. Cuando el ordenador de Kin recibió la primera notificación de las que tenía siempre de sus amigos y familia, anunció que estaban muy cerca.
—Ya es difícil pasar por los invernaderos sin que nos vean los trabajadores, pero las cámaras de los ascensores no podemos evitarlas, así que si no queréis que nos sigan demasiado la pista lo mejor sería que uses esto, Milo. —El raigaurum le tendió un amuleto al brujo—. Lo conseguí para ir a la Tierra. Te hace parecer humano, así que nadie le dará muchas vueltas cuando después te conviertas en un irrense cualquiera, como cuando vienen otros rocavarancoleses.
Kin estaba seguro de que el SGR ya tenía registrado el aspecto que le confería a él su amuleto irrense, pero siempre le habían dejado moverse con libertad por el subsuelo, igual que dejarían a Rena. La cosa podía cambiar cuando se trataba de Milo, y por eso durante los preparativos de la noche anterior había añadido aquel amuleto al equipaje de última hora. No es que las autoridades fuesen a tratar de detener a Milo, pero podían sospechar que fuese a usar su nueva influencia para llevar a cabo algún acto vandálico a gran escala. Los planes de Rena podían terminar viéndose afectados si los detenían para interrogarlos o los espiaban.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Irraria
29/11/20, 02:57 am
Atravesar el portal de Irraria fue tan desagradable como atravesar el de Kankri, pero la sensación al llegar fue totalmente distinta. Hacía mucho tiempo que Milo no sentía el mordisco del frío en la piel, pues el clima en Rocavarancolia era muy agradable en comparación con el de la superficie de su mundo natal, y el escalofrío familiar que le recorrió la espalda al hundir los pies en la nieve le hizo sonreír.
—Ojalá nevara de vez en cuando en la ciudad de los milagros… —comentó con sarcasmo, inspirando con fuerza para refrescar sus pulmones.
Al brujo le encantaba el sol y había descubierto en Kankri que el clima tropical era muy agradable, pero él había nacido en un mundo congelado y siempre echaría de menos el frío. Había regresado a Irraria con casi la misma ropa con la que se había ido, pero había sustituido sus zapatillas por unas botas más adecuadas para el exterior y había incorporado al conjunto un gorro con orejeras.
—Es una lástima que no haya nadie cerca, la verdad, porque serías una leyenda urbana cojonuda —le dijo a su amiga cuando esta se transformó en oso y empezó a corretear entre los árboles—. Debes de ser el depredador más grande que se ha visto por estos lares en muchos siglos y fijo que te pondrían algún nombre terrorífico para que se hiciera viral en la red. —aclaró con una sonrisa, regulando la temperatura de su hechizo térmico para no congelarse de camino a los ascensores.
Cuando los ordenadores de sus compañeros empezaron a recibir notificaciones el trío supo que se estaban aproximando a los invernaderos de Ío, pero a diferencia de las otras la terminal del norteño se mantuvo en silencio. Su familia no tenía forma de ponerse en contacto con él por vía electrónica, Milo se había asegurado de ello muchos años atrás para que no se convirtieran en objetivo del SGR, y el día que fue seleccionado para ir a Rocavarancolia había bloqueado las comunicaciones con otros antisistema por mera precaución y una pequeña dosis de paranoia: la ausencia de notificaciones era totalmente comprensible.
El moreno atendió a las palabras del demonio raigaurum cuando éste mencionó la videovigilancia, alargando la mano hacia el amuleto que le tendía con expresión de sorpresa.
—Vaya, muchas gracias… —murmuró en respuesta, echándole un vistazo con curiosidad—. Había pensado en hackear las cámaras para que no hubiera registro de mi entrada, pero tu idea es mucho mejor y bastante menos complicada. ¿Cómo funciona exactamente? ¿Puedo ser como quiera o tiene un modelo predeterminado? —preguntó rápidamente, poniéndose el colgante al cuello sin esperar respuesta para a continuación ocultarlo bajo su bufanda.
—Ojalá nevara de vez en cuando en la ciudad de los milagros… —comentó con sarcasmo, inspirando con fuerza para refrescar sus pulmones.
Al brujo le encantaba el sol y había descubierto en Kankri que el clima tropical era muy agradable, pero él había nacido en un mundo congelado y siempre echaría de menos el frío. Había regresado a Irraria con casi la misma ropa con la que se había ido, pero había sustituido sus zapatillas por unas botas más adecuadas para el exterior y había incorporado al conjunto un gorro con orejeras.
—Es una lástima que no haya nadie cerca, la verdad, porque serías una leyenda urbana cojonuda —le dijo a su amiga cuando esta se transformó en oso y empezó a corretear entre los árboles—. Debes de ser el depredador más grande que se ha visto por estos lares en muchos siglos y fijo que te pondrían algún nombre terrorífico para que se hiciera viral en la red. —aclaró con una sonrisa, regulando la temperatura de su hechizo térmico para no congelarse de camino a los ascensores.
Cuando los ordenadores de sus compañeros empezaron a recibir notificaciones el trío supo que se estaban aproximando a los invernaderos de Ío, pero a diferencia de las otras la terminal del norteño se mantuvo en silencio. Su familia no tenía forma de ponerse en contacto con él por vía electrónica, Milo se había asegurado de ello muchos años atrás para que no se convirtieran en objetivo del SGR, y el día que fue seleccionado para ir a Rocavarancolia había bloqueado las comunicaciones con otros antisistema por mera precaución y una pequeña dosis de paranoia: la ausencia de notificaciones era totalmente comprensible.
El moreno atendió a las palabras del demonio raigaurum cuando éste mencionó la videovigilancia, alargando la mano hacia el amuleto que le tendía con expresión de sorpresa.
—Vaya, muchas gracias… —murmuró en respuesta, echándole un vistazo con curiosidad—. Había pensado en hackear las cámaras para que no hubiera registro de mi entrada, pero tu idea es mucho mejor y bastante menos complicada. ¿Cómo funciona exactamente? ¿Puedo ser como quiera o tiene un modelo predeterminado? —preguntó rápidamente, poniéndose el colgante al cuello sin esperar respuesta para a continuación ocultarlo bajo su bufanda.
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
02/12/20, 09:00 pm
-¿Crees que habrá hechizos para hacer nevar? Sería guay -le preguntó a Milo.
Rena le tomó la palabra a Kin y se dedicó a curiosear todo lo posible mientras avanzaban. Había algunos pájaros pero los árboles eran demasiado altos para alcanzarlos. Olió algún tipo de roedor bajo la nieve, escarbó un poco con la garra, pero no como para destrozar ninguna madriguera, le daría pena. Aun así encontró una bellota, que se comió sin que los chicos la vieran. Se arrepintió al instante pues se la podría haber llevado a los críos como regalo.
-¡Buah, eso sería la repollísima! -exclamó -Ahora quiero que me vea alguien. ¿Y si tengo esta pinta en el tren?
Seguramente causaría demasiado revuelo y les daría problemas para llegar a su destino. Tal vez a la vuelta.
No quiso saber nada de ningún hechizo cambiacaras. Por alguna razón la idea de tener que llevar un aspecto distinto en su mundo natal cuando iba a ver a su familia le hacía sentir fatal. Era un riesgo, era consciente, pero intentaría apañarse solo con la capucha. Se alejó un poco para seguir un rastro de un olor desconocido, pero su brazo empezó a pitar por las notificaciones y espantó a lo que fuera que estaba persiguiendo.
-Me cago en todo -gruñó, deteniéndose para silenciar los avisos. Había un montón de mensajes. ¿Para qué tantos si no los podía responder? Ya los miraría luego.
No tardaron en llegar a los invernaderos. Rena cambió de forma en cuanto los divisaron. Caminar por la nieve con sus pies irrenses no era tan divertido.
Rena le tomó la palabra a Kin y se dedicó a curiosear todo lo posible mientras avanzaban. Había algunos pájaros pero los árboles eran demasiado altos para alcanzarlos. Olió algún tipo de roedor bajo la nieve, escarbó un poco con la garra, pero no como para destrozar ninguna madriguera, le daría pena. Aun así encontró una bellota, que se comió sin que los chicos la vieran. Se arrepintió al instante pues se la podría haber llevado a los críos como regalo.
-¡Buah, eso sería la repollísima! -exclamó -Ahora quiero que me vea alguien. ¿Y si tengo esta pinta en el tren?
Seguramente causaría demasiado revuelo y les daría problemas para llegar a su destino. Tal vez a la vuelta.
No quiso saber nada de ningún hechizo cambiacaras. Por alguna razón la idea de tener que llevar un aspecto distinto en su mundo natal cuando iba a ver a su familia le hacía sentir fatal. Era un riesgo, era consciente, pero intentaría apañarse solo con la capucha. Se alejó un poco para seguir un rastro de un olor desconocido, pero su brazo empezó a pitar por las notificaciones y espantó a lo que fuera que estaba persiguiendo.
-Me cago en todo -gruñó, deteniéndose para silenciar los avisos. Había un montón de mensajes. ¿Para qué tantos si no los podía responder? Ya los miraría luego.
No tardaron en llegar a los invernaderos. Rena cambió de forma en cuanto los divisaron. Caminar por la nieve con sus pies irrenses no era tan divertido.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
03/12/20, 09:35 pm
Kin escuchó el intercambio entre Rena y Milo conteniendo una risa al imaginarse la conmoción que crearía Rena con su forma úrsida en el subsuelo. Los irrenses conocían la magia, pero la mayoría de hechizos que habían visto en acción no eran más que trucos baratos, algo que a la vez servía para hacer parecer Rocavarancolia más maravilla que amenaza.
—Les daría un infarto seguro, yo no me la jugaría demasiado —comentó divertido. No tenían por qué meterse en líos dependiendo de lo que les hiciesen creer que estaban viendo a los nativos, pero Kin siempre sentía el peso de unas cadenas invisibles cada vez que pisaba Irraria. Tenía la sensación de que la paz entre los dos mundos estaba en un equilibrio precario que podía romperse en cualquier momento.
Cuando Milo aceptó el amuleto Kin le sonrió con incredulidad. Su idea le había impresionado un poco, porque se imaginaba que algo así llevaría demasiado tiempo pero para el hacker no parecía ser siquiera un impedimento.
—Este no se adapta a tu aspecto como otros, tiene una imagen predeterminada, pero así aún será más difícil reconocerte. Me han dicho que es un poco extraño pero no creo que los irrenses noten la diferencia —añadió riendo. Tras eso le explicó brevemente que debía mantenerlo en contacto con la piel tras activarlo y, entre tanto, los invernaderos aparecieron ante ellos tras una colina.
Kin ya había hecho aquel recorrido varias veces y sabía que los trabajadores no solían acercarse a los ascensores mientras estaban recogiendo la verdura. Por eso había sugerido aquella hora para el inicio del viaje. Atravesar la pared de los invernaderos fue pan comido con un hechizo de intangibilidad, y enseguida se plantaron en uno de los ascensores para el personal. El raigaurum contuvo un suspiro de alivio cuando empezaron a descender sin haber sido vistos.
—Bueno, ahora solo queda la parte más difícil —bromeó. Una vez lograsen salir del almacén de frutas y verduras no les esperaba un viaje difícil, sino más bien largo—. ¿A vosotros os quedan créditos? Yo estoy pelado —informó. No era un problema como tal, ya que siempre podían robar comida y colarse en el tren era un juego de niños al no tener microchip, pero tenía vetado hacer nuevas adquisiciones en la red. De cara al viaje en tren, eso podía hacerlo un poco más aburrido.
—Les daría un infarto seguro, yo no me la jugaría demasiado —comentó divertido. No tenían por qué meterse en líos dependiendo de lo que les hiciesen creer que estaban viendo a los nativos, pero Kin siempre sentía el peso de unas cadenas invisibles cada vez que pisaba Irraria. Tenía la sensación de que la paz entre los dos mundos estaba en un equilibrio precario que podía romperse en cualquier momento.
Cuando Milo aceptó el amuleto Kin le sonrió con incredulidad. Su idea le había impresionado un poco, porque se imaginaba que algo así llevaría demasiado tiempo pero para el hacker no parecía ser siquiera un impedimento.
—Este no se adapta a tu aspecto como otros, tiene una imagen predeterminada, pero así aún será más difícil reconocerte. Me han dicho que es un poco extraño pero no creo que los irrenses noten la diferencia —añadió riendo. Tras eso le explicó brevemente que debía mantenerlo en contacto con la piel tras activarlo y, entre tanto, los invernaderos aparecieron ante ellos tras una colina.
Kin ya había hecho aquel recorrido varias veces y sabía que los trabajadores no solían acercarse a los ascensores mientras estaban recogiendo la verdura. Por eso había sugerido aquella hora para el inicio del viaje. Atravesar la pared de los invernaderos fue pan comido con un hechizo de intangibilidad, y enseguida se plantaron en uno de los ascensores para el personal. El raigaurum contuvo un suspiro de alivio cuando empezaron a descender sin haber sido vistos.
—Bueno, ahora solo queda la parte más difícil —bromeó. Una vez lograsen salir del almacén de frutas y verduras no les esperaba un viaje difícil, sino más bien largo—. ¿A vosotros os quedan créditos? Yo estoy pelado —informó. No era un problema como tal, ya que siempre podían robar comida y colarse en el tren era un juego de niños al no tener microchip, pero tenía vetado hacer nuevas adquisiciones en la red. De cara al viaje en tren, eso podía hacerlo un poco más aburrido.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Irraria
09/12/20, 10:53 pm
—Seguro que hay alguno, aunque los hechizos meteorológicos son bastante complicados… —murmuró en respuesta a la pregunta de la ursántropa, rascándose la barbilla con expresión pensativa—. Tal vez podamos encantar una sala de entrenamiento y organizar una batalla de nieve, sería mucho más sencillo y más controlado. —sugirió con una media sonrisa, empezando a darle forma a un plan que quizás llevaran a buen puerto más adelante.
La explicación de Kin le decepcionó un poco, pues prefería escoger su propio aspecto, pero siguiendo sus instrucciones lo activo y lo puso en contacto contra su piel. No notó nada distinto, pues no podía verse, pero debía de haber funcionado y se giró hacia sus amigos buscando sus reacciones.
—¿Cómo estoy? ¿Qué es lo que tiene este traje de raro? —preguntó, activando la terminal de su prótesis con cierta soltura. A pesar de que una capa de piel pálida ocultaba ahora el metal de su brazo izquierdo los movimientos adecuados para operar su ordenador eran meros reflejos.
Un rostro extraño de ojos azules le devolvió la mirada desde su pantalla holográfica en cuanto orientó la cámara en la dirección correcta, la cara de un humano caucásico que por las pintas se creía un rapero. Llevaba el pelo rubio trenzado y pegado a la cabeza, una gorra de baloncesto ladeada, ropa deportiva demasiado ancha y cadenas de oro al cuello que afortunadamente no tintineaban al caminar. Lo peor de todo eran los implantes dentales, unas “joyas” ridículas que el brujo intentó tocar con la punta de la lengua sin resultado.
—La hostia, si es más feo que un irrqin… —maldijo, torciendo el gesto y sobresaltándose ligeramente cuando la ilusión lo reprodujo—. ¿Era el amuleto más barato del mercado o algo así? El que lo haya hecho tiene un gusto pésimo... —murmuró. Por suerte aquello era temporal, si no habría sido demasiado humillante—. He de reconocer que las zapas son un puntazo, eso sí, pero no creo que compensen el resto. —señaló, examinando las Air Jordan que llevaba con ojo crítico mientras apagaba su ordenador.
Tras aquella experiencia tan rara el grupo llegó por fin a la zona de los invernaderos, donde Rena recuperó su forma irrense para no llamar la atención. Por suerte en el camino hasta los ascensores no se cruzaron con nadie y una vez estuvieron a salvo en aquella caja de metal que descendía hacia el subsuelo los tres pudieron respirar algo más tranquilos.
—Yo si tengo créditos, pero si te soy sincero los tengo porque no soy muy fan de pagar por nada en sitios como Ío —reconoció con una mueca, conjurando una esfera de silencio por miedo a que aparte de cámaras también hubiera micros. Las viejas paranoias no desaparecían tan fácilmente—. Yo puedo conseguir cualquier cosa en la red, no os preocupéis por esa parte. —añadió, cambiando el peso de una pierna a otra sin darse cuenta.
Después de tanto tiempo lejos de su mundo natal la vuelta empezaba a hacer aflorar sus nervios.
La explicación de Kin le decepcionó un poco, pues prefería escoger su propio aspecto, pero siguiendo sus instrucciones lo activo y lo puso en contacto contra su piel. No notó nada distinto, pues no podía verse, pero debía de haber funcionado y se giró hacia sus amigos buscando sus reacciones.
—¿Cómo estoy? ¿Qué es lo que tiene este traje de raro? —preguntó, activando la terminal de su prótesis con cierta soltura. A pesar de que una capa de piel pálida ocultaba ahora el metal de su brazo izquierdo los movimientos adecuados para operar su ordenador eran meros reflejos.
Un rostro extraño de ojos azules le devolvió la mirada desde su pantalla holográfica en cuanto orientó la cámara en la dirección correcta, la cara de un humano caucásico que por las pintas se creía un rapero. Llevaba el pelo rubio trenzado y pegado a la cabeza, una gorra de baloncesto ladeada, ropa deportiva demasiado ancha y cadenas de oro al cuello que afortunadamente no tintineaban al caminar. Lo peor de todo eran los implantes dentales, unas “joyas” ridículas que el brujo intentó tocar con la punta de la lengua sin resultado.
—La hostia, si es más feo que un irrqin… —maldijo, torciendo el gesto y sobresaltándose ligeramente cuando la ilusión lo reprodujo—. ¿Era el amuleto más barato del mercado o algo así? El que lo haya hecho tiene un gusto pésimo... —murmuró. Por suerte aquello era temporal, si no habría sido demasiado humillante—. He de reconocer que las zapas son un puntazo, eso sí, pero no creo que compensen el resto. —señaló, examinando las Air Jordan que llevaba con ojo crítico mientras apagaba su ordenador.
Tras aquella experiencia tan rara el grupo llegó por fin a la zona de los invernaderos, donde Rena recuperó su forma irrense para no llamar la atención. Por suerte en el camino hasta los ascensores no se cruzaron con nadie y una vez estuvieron a salvo en aquella caja de metal que descendía hacia el subsuelo los tres pudieron respirar algo más tranquilos.
—Yo si tengo créditos, pero si te soy sincero los tengo porque no soy muy fan de pagar por nada en sitios como Ío —reconoció con una mueca, conjurando una esfera de silencio por miedo a que aparte de cámaras también hubiera micros. Las viejas paranoias no desaparecían tan fácilmente—. Yo puedo conseguir cualquier cosa en la red, no os preocupéis por esa parte. —añadió, cambiando el peso de una pierna a otra sin darse cuenta.
Después de tanto tiempo lejos de su mundo natal la vuelta empezaba a hacer aflorar sus nervios.
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
15/12/20, 09:08 pm
La batalla de nieve en una sala de entrenamiento sonaba a locura que le encantaría a todo el grupo, tenían que comentarla cuando volviesen.
Milo activó su amuleto y la reacción automática de Rena fue hacer una mueca de desagrado.
-¡Joder, y tanto que es feo! -exclamó -Cuando lleguemos a mi pueblo más te vale cambiar, no quiero que me vean con eso. ¿Y tu ibas por ahí con esas pintas? -preguntó a Kin, incrédula. Puede que la moda de la Tierra fuese así de loca y estuviera siendo insensible… O puede que no, porque no tenía nada que ver con los referentes terrícolas que tenía.
Cruzaron el invernadero sin más problemas. A Rena le tentó llenarse los bolsillos. Desde luego en el mercado de su pueblo no iban a encontrar tanta comida. Tuvo que negar con la cabeza cuando Kin preguntó por los créditos. Brazo nuevo, cuenta vacía. Por suerte Milo parecía tenerlo controlado.
Con la capucha calada y un hechizo térmico que había pedido para no convertirse en oso asado se dedicó la bajada a leer los mensajes acumulados. Sus hermanos parecía que habían usado el chat con ella a modo de diario o bitácora y le habían puesto al día de cada mínima novedad desde que se marchó. Su padre solo le había contado algunas cosas graciosas del trabajo los primeros meses, luego los mensajes se limitaron a simples ‘’me he acordado de tí’’ o ‘’te echamos de menos’’ cada cuanto en cuanto. De su madre tenía un único mensaje deseándole buena suerte de la noche que se marchó.
-Ey, si necesitáis poneros al día en cotilleos de la red mis colegas han hecho un curro de documentación importante -dijo para que los chicos no se extrañasen de que llevase tanto tiempo callada y para obligar a su cerebro a cambiar de chip.
Sus amigos habían hecho algo parecido a sus hermanos, pero con noticias, rumores, videos graciosos, novedades en series y películas… Habían montado un grupo de chat llamado ‘’Cosas que Rena tiene que ver’’ para no mandarle cosas repetidas y ahí estaba todo. Rena se puso a descargar como una loca.
-Joder que me han regalado juegos y todo, están loquísimos -dijo entre risas. Más les valía haberlos comprado ellos y no haber hecho algún tipo de campaña en redes sociales aprovechando que era una elegida o los iba a moler a palos.
El ascensor se detuvo y el ordenador de Rena seguía descargando cosas.
Milo activó su amuleto y la reacción automática de Rena fue hacer una mueca de desagrado.
-¡Joder, y tanto que es feo! -exclamó -Cuando lleguemos a mi pueblo más te vale cambiar, no quiero que me vean con eso. ¿Y tu ibas por ahí con esas pintas? -preguntó a Kin, incrédula. Puede que la moda de la Tierra fuese así de loca y estuviera siendo insensible… O puede que no, porque no tenía nada que ver con los referentes terrícolas que tenía.
Cruzaron el invernadero sin más problemas. A Rena le tentó llenarse los bolsillos. Desde luego en el mercado de su pueblo no iban a encontrar tanta comida. Tuvo que negar con la cabeza cuando Kin preguntó por los créditos. Brazo nuevo, cuenta vacía. Por suerte Milo parecía tenerlo controlado.
Con la capucha calada y un hechizo térmico que había pedido para no convertirse en oso asado se dedicó la bajada a leer los mensajes acumulados. Sus hermanos parecía que habían usado el chat con ella a modo de diario o bitácora y le habían puesto al día de cada mínima novedad desde que se marchó. Su padre solo le había contado algunas cosas graciosas del trabajo los primeros meses, luego los mensajes se limitaron a simples ‘’me he acordado de tí’’ o ‘’te echamos de menos’’ cada cuanto en cuanto. De su madre tenía un único mensaje deseándole buena suerte de la noche que se marchó.
-Ey, si necesitáis poneros al día en cotilleos de la red mis colegas han hecho un curro de documentación importante -dijo para que los chicos no se extrañasen de que llevase tanto tiempo callada y para obligar a su cerebro a cambiar de chip.
Sus amigos habían hecho algo parecido a sus hermanos, pero con noticias, rumores, videos graciosos, novedades en series y películas… Habían montado un grupo de chat llamado ‘’Cosas que Rena tiene que ver’’ para no mandarle cosas repetidas y ahí estaba todo. Rena se puso a descargar como una loca.
-Joder que me han regalado juegos y todo, están loquísimos -dijo entre risas. Más les valía haberlos comprado ellos y no haber hecho algún tipo de campaña en redes sociales aprovechando que era una elegida o los iba a moler a palos.
El ascensor se detuvo y el ordenador de Rena seguía descargando cosas.
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