Irraria
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Irraria
23/07/13, 04:38 pm
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Irraria
Portal situado en un bosque en el ecuador del continente, cercano a la ciudad de Ío.
Portal situado en un bosque en el ecuador del continente, cercano a la ciudad de Ío.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Irraria
30/03/21, 01:17 am
Milo rió con suavidad cuando Rena respondió a Kin, dándose cuenta de que si ya era capaz de apoyarse en el humor debía de haberse tranquilizado un poco. El raigaurum le siguió la broma con rapidez, aunque lo que dijo era una buena solución al problema que había planteado la ursántropa, y antes de darse cuenta todo volvía a ser casi igual que antes de bajar del tren.
—¿Solo con doble de nata? Que sea triple mejor. —replicó con una sonrisa burlona, rodeando los hombros de la peliverde con el brazo antes de ayudarla a ponerse en pie.
No llevaban demasiado tiempo en el callejón y este les había ofrecido un buen refugio para pasar la crisis, pero cuanto antes se marcharan mejor. En las ciudades las calles nunca estaban vacías durante mucho rato y tarde o temprano alguien pasaría por allí.
—Por supuesto, el SGR costeara el desayuno encantado —asintió tras el rubio con solemnidad—. Aunque fijo que si entramos en cualquier sitio sin los disfraces los tenderos nos invitan encantados… —no pudo evitar añadir con un chasquido de desaprobación, molesto con lo que significaba ser rocavarancoles en su mundo natal.
Aún sin un plan definido empezaron a caminar hacia la calle principal y el brujo volvió a calarse la capucha para no llamar demasiado la atención. La sugerencia de Kin sonaba muy bien para Milo, pero si Rena conocía algún sitio se fiaría de su criterio. Ella era la lugareña, a fin de cuentas, y aunque no estaban aún en su pueblo natal fijo que conocía la zona mucho mejor que ellos dos.
—A mi me apetece algo salado… —comentó con aire distraído. Desde que vivían en la ciudad de los milagros su paladar se había habituado a sabores de otros mundos y el dulce en su dieta se había espaciado.
—¿Solo con doble de nata? Que sea triple mejor. —replicó con una sonrisa burlona, rodeando los hombros de la peliverde con el brazo antes de ayudarla a ponerse en pie.
No llevaban demasiado tiempo en el callejón y este les había ofrecido un buen refugio para pasar la crisis, pero cuanto antes se marcharan mejor. En las ciudades las calles nunca estaban vacías durante mucho rato y tarde o temprano alguien pasaría por allí.
—Por supuesto, el SGR costeara el desayuno encantado —asintió tras el rubio con solemnidad—. Aunque fijo que si entramos en cualquier sitio sin los disfraces los tenderos nos invitan encantados… —no pudo evitar añadir con un chasquido de desaprobación, molesto con lo que significaba ser rocavarancoles en su mundo natal.
Aún sin un plan definido empezaron a caminar hacia la calle principal y el brujo volvió a calarse la capucha para no llamar demasiado la atención. La sugerencia de Kin sonaba muy bien para Milo, pero si Rena conocía algún sitio se fiaría de su criterio. Ella era la lugareña, a fin de cuentas, y aunque no estaban aún en su pueblo natal fijo que conocía la zona mucho mejor que ellos dos.
—A mi me apetece algo salado… —comentó con aire distraído. Desde que vivían en la ciudad de los milagros su paladar se había habituado a sabores de otros mundos y el dulce en su dieta se había espaciado.
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
01/04/21, 01:55 am
-¡Cuádruple de nata! -contraatacó, con una sonrisa.
El sitio que había propuesto Kin estaba bien, había una cafetería justo al lado donde se podía llevar comida de fuera y la gente que iba solía tener demasiada prisa como para prestar atención al resto de clientes. Le hubiese gustado ir a una más cara ya que pagaba el SGR, pero todos los locales de la estación eran bastante económicos.
-También tienen empanadas y así -le dijo a Milo.
Se sentaron allí tras pasar por la panadería. Rena se pidió su rollo de canela con extra de nata y natillas y un batido. Aprovechó para ir al baño a lavarse la cara y pintarse ojos de mapache para disimular que había llorado.
Según esperaban al tren Rena fue reuniendo valor. Los nervios seguían ahí, pero ya no los tenía tan a flor de piel, y trataba de concentrarse en las ganas que tenía de volver a ver a su familia y amigos. En comparación con el otro, el viaje se le pasaría en un suspiro.
-Creo que vamos a llegar a tiempo para cuando mis hermanos salgan del cole.
Al final llegaron un poco más tarde de lo esperado pero tampoco importaba, así evitaban la hora punta, y su madre ya habría salido del trabajo. Toda la fuerza de voluntad que había reunido Rena en el pequeño trayecto se desinfló en cuanto puso un pie en el anden. La estación era pequeña y aunque estaba limpia todo tenía un aspecto viejo y pasado de moda. Todo el pueblo tenía ese aire. Rena además se percató del fuerte olor a humedad y a óxido, algo en lo que no se había fijado nunca. O puede que fuera cosa de su transformación.
No había casi nadie en la calle. Era normal, claro, era hora de comer, como mucho se cruzarían a algún vecino al pasar por el único supermercado. Rena no se quitó la capucha en ningún momento, no estaba preparada para que la reconociesen todavía. Ni siquiera había mirado su ordenador para comprobar los mensajes.
Su casa estaba al inicio de una callejuela que daba a la gran plaza central. Un pequeño balcón sobresalía de la pared de roca con una puerta azul bastante desgastada. Rena se plantó delante, miró a sus amigos, luego a la puerta, y respiró hondo.
-Bueno, de perdidos al río…
Llamó. Casi de inmediato su hermano Tasel le abrió la puerta, y en cuanto la vio soltó un chillido.
-¡Los sabía! -gritó -¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía! -Se asomó para mirar a Kin y Milo, todo ojillos brillantes tras sus gafotas y luego se giró para gritar al interior -¡Os lo dije! ¡Dije que iba a venir!
Una niña de pelo castaño y dos coletas lo apartó de un empujón para abrazar a Rena, también chillando.
-¡Rena! ¡Te echábamos de menos!
-¡Y yo a vosotros, enanos! ¿Está mamá? -preguntó.
A modo de respuesta una mujer se asomó a la puerta. Era como una versión más madura de Rena, con ojos cansados e inteligentes y cabello oscuro muy corto. Tenía una expresión de sorpresa un tanto cómica, como si no se terminase de creer que su hija mayor estaba allí, en la puerta. No tardó en recomponerse, sin embargo.
-Tendrías que haber avisado. No hay comida para tí -dijo.
-Yo también me alegro de verte, mamá -respondió Rena con una sonrisa. No se lo tomó a mal, su madre tenía un humor un poco raro y lo había echado tanto de menos.. Le dio un abrazo con su hermana pequeña aún en brazos, luego la tomó del brazo para presentarle a los dos chicos -Estos son Kin y Milo, amigos míos de la ciudad.
La madre de Rena los estudió unos segundos con una expresión neutra y ligeramente intimidante, especialmente a Milo, luego su boca se curvó en una ligera sonrisa.
-Soy Tana, es un placer-dijo. Se apartó un poco de la puerta para dejarles paso -Entrad rápido, que como os vean los vecinos esto se va a convertir en un gallinero.
El sitio que había propuesto Kin estaba bien, había una cafetería justo al lado donde se podía llevar comida de fuera y la gente que iba solía tener demasiada prisa como para prestar atención al resto de clientes. Le hubiese gustado ir a una más cara ya que pagaba el SGR, pero todos los locales de la estación eran bastante económicos.
-También tienen empanadas y así -le dijo a Milo.
Se sentaron allí tras pasar por la panadería. Rena se pidió su rollo de canela con extra de nata y natillas y un batido. Aprovechó para ir al baño a lavarse la cara y pintarse ojos de mapache para disimular que había llorado.
Según esperaban al tren Rena fue reuniendo valor. Los nervios seguían ahí, pero ya no los tenía tan a flor de piel, y trataba de concentrarse en las ganas que tenía de volver a ver a su familia y amigos. En comparación con el otro, el viaje se le pasaría en un suspiro.
-Creo que vamos a llegar a tiempo para cuando mis hermanos salgan del cole.
Al final llegaron un poco más tarde de lo esperado pero tampoco importaba, así evitaban la hora punta, y su madre ya habría salido del trabajo. Toda la fuerza de voluntad que había reunido Rena en el pequeño trayecto se desinfló en cuanto puso un pie en el anden. La estación era pequeña y aunque estaba limpia todo tenía un aspecto viejo y pasado de moda. Todo el pueblo tenía ese aire. Rena además se percató del fuerte olor a humedad y a óxido, algo en lo que no se había fijado nunca. O puede que fuera cosa de su transformación.
No había casi nadie en la calle. Era normal, claro, era hora de comer, como mucho se cruzarían a algún vecino al pasar por el único supermercado. Rena no se quitó la capucha en ningún momento, no estaba preparada para que la reconociesen todavía. Ni siquiera había mirado su ordenador para comprobar los mensajes.
Su casa estaba al inicio de una callejuela que daba a la gran plaza central. Un pequeño balcón sobresalía de la pared de roca con una puerta azul bastante desgastada. Rena se plantó delante, miró a sus amigos, luego a la puerta, y respiró hondo.
-Bueno, de perdidos al río…
Llamó. Casi de inmediato su hermano Tasel le abrió la puerta, y en cuanto la vio soltó un chillido.
-¡Los sabía! -gritó -¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía! -Se asomó para mirar a Kin y Milo, todo ojillos brillantes tras sus gafotas y luego se giró para gritar al interior -¡Os lo dije! ¡Dije que iba a venir!
Una niña de pelo castaño y dos coletas lo apartó de un empujón para abrazar a Rena, también chillando.
-¡Rena! ¡Te echábamos de menos!
-¡Y yo a vosotros, enanos! ¿Está mamá? -preguntó.
A modo de respuesta una mujer se asomó a la puerta. Era como una versión más madura de Rena, con ojos cansados e inteligentes y cabello oscuro muy corto. Tenía una expresión de sorpresa un tanto cómica, como si no se terminase de creer que su hija mayor estaba allí, en la puerta. No tardó en recomponerse, sin embargo.
-Tendrías que haber avisado. No hay comida para tí -dijo.
-Yo también me alegro de verte, mamá -respondió Rena con una sonrisa. No se lo tomó a mal, su madre tenía un humor un poco raro y lo había echado tanto de menos.. Le dio un abrazo con su hermana pequeña aún en brazos, luego la tomó del brazo para presentarle a los dos chicos -Estos son Kin y Milo, amigos míos de la ciudad.
La madre de Rena los estudió unos segundos con una expresión neutra y ligeramente intimidante, especialmente a Milo, luego su boca se curvó en una ligera sonrisa.
-Soy Tana, es un placer-dijo. Se apartó un poco de la puerta para dejarles paso -Entrad rápido, que como os vean los vecinos esto se va a convertir en un gallinero.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Irraria
01/04/21, 02:26 pm
Kin puso los ojos en blanco en respuesta a la broma del brujo. Probablemente aborrecía tanto como él aquella actitud, y que los Rocavarancoleses se aprovechasen de ello para conseguir recursos que de por sí ya eran muy valiosos en Irraria. Pero en aquel momento estaban intentando animar a Rena, así que nadie dijo nada más al respecto, sino que se pusieron a hablar de comida y se procuraron el desayuno.
El humor de la ursántropa había mejorado, pero realmente no se había solucionado nada, por lo que lo mejor que podían hacer era seguir hablando de cualquier cosa para que no tuviese que pensar demasiado en lo que venía después. El trayecto en tren era un poco más largo que el que Kin acostumbraba a tomar para acercarse a Resqiria, pero tampoco se le hizo eterno. De alguna manera, se le pegaba cierto nerviosismo al empatizar con Rena. Recordaba demasiado bien cómo había sido volver a casa para él, y que de no haber ido acompañado de su amiga tal vez habría dado media vuelta tras visitar a Ippon.
El pueblo de Rena le recordaba, en cierto modo, al suyo propio. Había más metal y menos piedra, pero la similitud no radicaba en eso, sino en las galerías angostas y la sensación de abandono. Kin nunca había pisado otro pueblo irrense aparte de Loberrno hasta ese día.
Le dedicó una pequeña sonrisa de ánimo a Rena cuando empezó a guiarlos por las calles, y tras atravesar varias, esta se detuvo delante de una vivienda carvada en roca y llamó a la puerta. El niño con gafas que les abrió montó una fiesta en menos de un segundo, a la que enseguida se unieron otra niña y la que, por el parecido, era evidente que era su madre.
Cuando Rena los presentó, el raigaurum le sostuvo la mirada de escrutinio a la mujer durante un segundo, no sabiendo si un saludo irrense era apropiado o no. A ella, al menos, parecía haberle bastado con escuchar sus nombres.
—Encantando de conoceros —dijo, mirando primero a Tana y luego a los hermanos de Rena. Tal vez era un poco desconcertante presentarse allí como un irrense que desconocían que hubiese sido cosechado, con otro aspecto y otro nombre, pero ya pensaría qué decir si llegaban a hacerle alguna pregunta al respecto.
No tardaron en entrar antes de que alguien pudiese verlos o escuchar a los niños. Kin se dejó guiar por el interior, pero mientras lo hacían se dirigió a los hermanos de Rena.
—¿Y vosotros cómo os llamáis?
El humor de la ursántropa había mejorado, pero realmente no se había solucionado nada, por lo que lo mejor que podían hacer era seguir hablando de cualquier cosa para que no tuviese que pensar demasiado en lo que venía después. El trayecto en tren era un poco más largo que el que Kin acostumbraba a tomar para acercarse a Resqiria, pero tampoco se le hizo eterno. De alguna manera, se le pegaba cierto nerviosismo al empatizar con Rena. Recordaba demasiado bien cómo había sido volver a casa para él, y que de no haber ido acompañado de su amiga tal vez habría dado media vuelta tras visitar a Ippon.
El pueblo de Rena le recordaba, en cierto modo, al suyo propio. Había más metal y menos piedra, pero la similitud no radicaba en eso, sino en las galerías angostas y la sensación de abandono. Kin nunca había pisado otro pueblo irrense aparte de Loberrno hasta ese día.
Le dedicó una pequeña sonrisa de ánimo a Rena cuando empezó a guiarlos por las calles, y tras atravesar varias, esta se detuvo delante de una vivienda carvada en roca y llamó a la puerta. El niño con gafas que les abrió montó una fiesta en menos de un segundo, a la que enseguida se unieron otra niña y la que, por el parecido, era evidente que era su madre.
Cuando Rena los presentó, el raigaurum le sostuvo la mirada de escrutinio a la mujer durante un segundo, no sabiendo si un saludo irrense era apropiado o no. A ella, al menos, parecía haberle bastado con escuchar sus nombres.
—Encantando de conoceros —dijo, mirando primero a Tana y luego a los hermanos de Rena. Tal vez era un poco desconcertante presentarse allí como un irrense que desconocían que hubiese sido cosechado, con otro aspecto y otro nombre, pero ya pensaría qué decir si llegaban a hacerle alguna pregunta al respecto.
No tardaron en entrar antes de que alguien pudiese verlos o escuchar a los niños. Kin se dejó guiar por el interior, pero mientras lo hacían se dirigió a los hermanos de Rena.
—¿Y vosotros cómo os llamáis?
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Irraria
03/04/21, 11:24 pm
Milo recibió el comentario de Rena con una amplia sonrisa, apartando de su mente temas tan sombríos como el conformismo de sus compatriotas en pro de la idea de un satisfactorio desayuno con sus amigos. Comer siempre le ponía de buen humor, pues en su opinión aquel era uno de los mejores placeres de la vida.
—Yo quiero una empanada bien cargada de verduras y un té para acompañar —pidió cuando les atendieron—. Invito yo. —añadió con una sonrisa de circunstancias mientras hacía la transferencia de créditos correspondiente y añadía algo de propina, eligiendo pagar pronto para poderse ir en cuanto lo necesitaran.
Después de aquello el viaje prosiguió sin más incidentes, pues no tuvieron que hacer más paradas, y en aquella ocasión el trayecto se le hizo bastante más corto. El pueblo natal de Milo estaba mucho más al norte que el de la ursántropa, pero ambos eran pueblos mineros y las similitudes eran muy evidentes cuando por fin pusieron un pie en el susodicho.
—Vaya… —murmuró el moreno para sí cuando empezaron a callejear hacia la casa de la peliverde, no pudiendo evitar quedarse ensimismado mirando hacia todas partes cada pocos metros.
Hacía muchos años que el hacker no iba a su hogar y ahora que paseaba por aquellas calles le sobrevenía la añoranza, añoranza que se intensificó cuando por fin llegaron a su destino y Rena llamó a la puerta. El primero en recibirlos fue su hermano pequeño, un enano con gafotas en el que Milo no pudo evitar verse un poco reflejado, seguido rápidamente por una niña con coletas que apartó al niño para poder abrazar a su hermana mayor.
—Hola. —saludó el moreno con una media sonrisa, preguntándose si sus hermanas reaccionarían igual de bien el día que por fin se reencontraran. En su caso había sido mucho más que un año de ausencia.
La peliverde preguntó por su madre a los pequeños, pero antes de que pudieran contestar una mujer se asomó a la puerta con cara de sorpresa. El parecido con su hija era evidente y el saludo de la ursántropa solo confirmaba los hechos, pero el aura que transmitía era muy distinto al de su hija. Milo no pudo evitar pensar en su propia madre cuando Tana le escudriñó con la mirada y a punto estuvo de encogerse en el sitio, pero al final su sonrisa lo desarmó por completo.
—Igualmente. Muchas gracias por recibirnos… —respondió el hacker un poco cohibido, siguiendo a la familia y al raigaurum al interior de la vivienda antes de que algún vecino cotilla les viera por la ventana.
Una vez a cubierto el brujo se quitó la capucha con cierto alivio, pues entre aquellas paredes no tenía sentido esconder el rostro, y mientras se dejaban guiar por la casa prestó atención a la conversación de Kin con los hermanos de Rena. Él también sentía curiosidad por conocer sus nombres.
—Yo quiero una empanada bien cargada de verduras y un té para acompañar —pidió cuando les atendieron—. Invito yo. —añadió con una sonrisa de circunstancias mientras hacía la transferencia de créditos correspondiente y añadía algo de propina, eligiendo pagar pronto para poderse ir en cuanto lo necesitaran.
Después de aquello el viaje prosiguió sin más incidentes, pues no tuvieron que hacer más paradas, y en aquella ocasión el trayecto se le hizo bastante más corto. El pueblo natal de Milo estaba mucho más al norte que el de la ursántropa, pero ambos eran pueblos mineros y las similitudes eran muy evidentes cuando por fin pusieron un pie en el susodicho.
—Vaya… —murmuró el moreno para sí cuando empezaron a callejear hacia la casa de la peliverde, no pudiendo evitar quedarse ensimismado mirando hacia todas partes cada pocos metros.
Hacía muchos años que el hacker no iba a su hogar y ahora que paseaba por aquellas calles le sobrevenía la añoranza, añoranza que se intensificó cuando por fin llegaron a su destino y Rena llamó a la puerta. El primero en recibirlos fue su hermano pequeño, un enano con gafotas en el que Milo no pudo evitar verse un poco reflejado, seguido rápidamente por una niña con coletas que apartó al niño para poder abrazar a su hermana mayor.
—Hola. —saludó el moreno con una media sonrisa, preguntándose si sus hermanas reaccionarían igual de bien el día que por fin se reencontraran. En su caso había sido mucho más que un año de ausencia.
La peliverde preguntó por su madre a los pequeños, pero antes de que pudieran contestar una mujer se asomó a la puerta con cara de sorpresa. El parecido con su hija era evidente y el saludo de la ursántropa solo confirmaba los hechos, pero el aura que transmitía era muy distinto al de su hija. Milo no pudo evitar pensar en su propia madre cuando Tana le escudriñó con la mirada y a punto estuvo de encogerse en el sitio, pero al final su sonrisa lo desarmó por completo.
—Igualmente. Muchas gracias por recibirnos… —respondió el hacker un poco cohibido, siguiendo a la familia y al raigaurum al interior de la vivienda antes de que algún vecino cotilla les viera por la ventana.
Una vez a cubierto el brujo se quitó la capucha con cierto alivio, pues entre aquellas paredes no tenía sentido esconder el rostro, y mientras se dejaban guiar por la casa prestó atención a la conversación de Kin con los hermanos de Rena. Él también sentía curiosidad por conocer sus nombres.
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
11/04/21, 01:09 am
Los mellizos se colgaron cada uno de un brazo de Kin, por ser el que se había dirigido a ellos directamente.
-¡Yo soy Raira! -dijo la niña.
-¡Y yo Tasel! -dijo el niño -¿De verdad eres de Rocavara... Rorravara...?
-¡Rocavarancolia, lerdo!
-¡Ya lo sabía!
Tana detuvo la discusión dándoles una colleja a cada crío y pidiéndole disculpas a Kin. Rena estaba encantada. Esa era su casa, no había cambiado nada desde el día en que se fue.
La casa era un poco oscura y sobria, pues no tenía decoración salvo por algunos dibujos infantiles y fotos familiares. Estaba cavada en la roca pero las paredes estaban revestidas de paneles aislantes para que resultase un poco más acogedora. La entrada bajaba directamente a un salón comedor. Había un sofá desgastado con una manta de patchwork sobre el respaldo y un viejo sillón. La tele estaba encendida y ponían dibujos animados. Un tercer niño de ojos enormes y pelo rubio de punta los observaba desde el sofá.
-¡Roti! ¿No le vas a dar un abrazo a tu hermana fugada? -dijo Rena mientras se quitaba el abrigo y lo tiraba sobre una silla.
Rotir (Roti para su familia) no parecía muy por la labor. Parecía entre asustado y cohibido, más que sorprendido, pero Rena ya lo conocía así que fue igualmente a abrazarle.
-Joder, estáis todos enormes. Oye, ¿esta camiseta que llevas es mía? -preguntó. Era una camiseta de un grupo punk y le iba tan grande a su hermano que casi parecía un vestido.
-No estabas así que me la quedé. Mamá dijo que podía -respondió Rotir con voz queda desde el abrazo de la peliverde.
Parecía ¿enfadado? A Rena le dolió que no le recibiese como los otros dos, pero no podía culparle. Ni siquiera había pasado por casa para llevarse sus cosas, simplemente había desaparecido.
-Me parece bien, te queda hasta mejor que a mí -respondió dejándolo de vuelta en el sofá y revolviéndole el pelo. Luego se giró a Kin y Milo -Chicos, este es Rotir. Es un poco tímido así que mejor lo dejamos a su aire. ¿Queréis ver mi cuarto? Ma, ¿sigo teniendo cuarto?
-Lo he recogido y ahora es la sala del ordenador, pero no te he tirado nada -respondió Tana. Inmediatamente después se puso a dar órdenes: -Tasel, llama a tu padre y dile que pase por el súper de vuelta a casa. Raira y Roti poned la mesa ya, que se enfría la comida.
La mesa del comedor estaba al lado opuesto del sofá. Era redonda, un banco corrido y un par de sillas. La cocina estaba en la pared frente a la entrada y desde fuera se veía estrecha. Los dormitorios estaban en un pasillo que se abría en la pared derecha del salón y la de Rena era la más alejada. También era la más pequeña: Una cama pegada a la pared con cajones debajo y estantes arribaen los que había expuestas varias maquetas y fotos holográficas de Rena con sus amigos. Al otro lado había un escritorio que no era más que un tablón largo atornillado a la pared y una silla con ruedas, con un ordenador algo viejuno para estándares irrenses. Había también una pequeña pizarra digital y un libro electrónico cargando, posiblemente de alguno de sus hermanos, y varias suculentas en miniatura que debían ser de su padre.
-Y aquí dormía yo -dijo, tirándose en la cama - Joder, mi madre no mentía, está todo impoluto. Pero me ha quitado todos los pósters.
También le había quitado el calendario de mecánicos buenorros que tenía colgado junto a la cama, cosa que agradecía.
-Bueno, ¿qué os parece el circo que tengo por familia? -preguntó. No se había derrumbado todavía, parecía que un dique de felicidad y nervios estaba manteniendo sus otros sentimientos a raya. Ojalá durase.
No iban a hacerle muchas preguntas hasta que llegase su padre, y que tuviera invitados al menos frenaba un poco las indiscreciones.
-¡Yo soy Raira! -dijo la niña.
-¡Y yo Tasel! -dijo el niño -¿De verdad eres de Rocavara... Rorravara...?
-¡Rocavarancolia, lerdo!
-¡Ya lo sabía!
Tana detuvo la discusión dándoles una colleja a cada crío y pidiéndole disculpas a Kin. Rena estaba encantada. Esa era su casa, no había cambiado nada desde el día en que se fue.
La casa era un poco oscura y sobria, pues no tenía decoración salvo por algunos dibujos infantiles y fotos familiares. Estaba cavada en la roca pero las paredes estaban revestidas de paneles aislantes para que resultase un poco más acogedora. La entrada bajaba directamente a un salón comedor. Había un sofá desgastado con una manta de patchwork sobre el respaldo y un viejo sillón. La tele estaba encendida y ponían dibujos animados. Un tercer niño de ojos enormes y pelo rubio de punta los observaba desde el sofá.
-¡Roti! ¿No le vas a dar un abrazo a tu hermana fugada? -dijo Rena mientras se quitaba el abrigo y lo tiraba sobre una silla.
Rotir (Roti para su familia) no parecía muy por la labor. Parecía entre asustado y cohibido, más que sorprendido, pero Rena ya lo conocía así que fue igualmente a abrazarle.
-Joder, estáis todos enormes. Oye, ¿esta camiseta que llevas es mía? -preguntó. Era una camiseta de un grupo punk y le iba tan grande a su hermano que casi parecía un vestido.
-No estabas así que me la quedé. Mamá dijo que podía -respondió Rotir con voz queda desde el abrazo de la peliverde.
Parecía ¿enfadado? A Rena le dolió que no le recibiese como los otros dos, pero no podía culparle. Ni siquiera había pasado por casa para llevarse sus cosas, simplemente había desaparecido.
-Me parece bien, te queda hasta mejor que a mí -respondió dejándolo de vuelta en el sofá y revolviéndole el pelo. Luego se giró a Kin y Milo -Chicos, este es Rotir. Es un poco tímido así que mejor lo dejamos a su aire. ¿Queréis ver mi cuarto? Ma, ¿sigo teniendo cuarto?
-Lo he recogido y ahora es la sala del ordenador, pero no te he tirado nada -respondió Tana. Inmediatamente después se puso a dar órdenes: -Tasel, llama a tu padre y dile que pase por el súper de vuelta a casa. Raira y Roti poned la mesa ya, que se enfría la comida.
La mesa del comedor estaba al lado opuesto del sofá. Era redonda, un banco corrido y un par de sillas. La cocina estaba en la pared frente a la entrada y desde fuera se veía estrecha. Los dormitorios estaban en un pasillo que se abría en la pared derecha del salón y la de Rena era la más alejada. También era la más pequeña: Una cama pegada a la pared con cajones debajo y estantes arribaen los que había expuestas varias maquetas y fotos holográficas de Rena con sus amigos. Al otro lado había un escritorio que no era más que un tablón largo atornillado a la pared y una silla con ruedas, con un ordenador algo viejuno para estándares irrenses. Había también una pequeña pizarra digital y un libro electrónico cargando, posiblemente de alguno de sus hermanos, y varias suculentas en miniatura que debían ser de su padre.
-Y aquí dormía yo -dijo, tirándose en la cama - Joder, mi madre no mentía, está todo impoluto. Pero me ha quitado todos los pósters.
También le había quitado el calendario de mecánicos buenorros que tenía colgado junto a la cama, cosa que agradecía.
-Bueno, ¿qué os parece el circo que tengo por familia? -preguntó. No se había derrumbado todavía, parecía que un dique de felicidad y nervios estaba manteniendo sus otros sentimientos a raya. Ojalá durase.
No iban a hacerle muchas preguntas hasta que llegase su padre, y que tuviera invitados al menos frenaba un poco las indiscreciones.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
11/04/21, 12:14 pm
La reacción de los hermanos de Rena cogió a Kin por sorpresa, pero antes de que pudiese responderles se pusieron a discutir entre ellos. Al raigaurum le dio la risa, pero justo entonces Tana los regañó y se disculpó.
—No pasa nada, no me han molestado —le respondió. Eran niños, y su hermana acababa de regresar. Era lógico que estuviesen histéricos.
»Soy de Rocavarancolia —respondió a la pregunta de Tasel—, como tu hermana y como Milo, pero de una cosecha diferente.
A medida que avanzaban por la casa familiar de Rena, Kin miraba discretamente alrededor, no queriendo parecer demasiado curioso. Se sentía extraño al invadir aquel lugar, pero quedarse fuera tampoco habría sido apropiado. Además, ahora sabían hasta qué punto Rena necesitaba apoyo para hacer lo que había ido a hacer allí.
Se encontraron con el último hermano de Rena, que estaba viendo dibujos y ni siquiera se había levantado del sofá. Parecía el extremo opuesto de los otros dos. Cuando respondió ni siquiera parecía contento de ver a Rena, pero por cómo le hablaba esta no parecía que hubiesen tenido una mala relación. Teniendo en cuenta que llevaba una camiseta de su hermana puesta, Kin se preguntó si el problema de aquel niño con ella era precisamente que se había ido de casa.
El raigaurum dirigió un gesto breve con la cabeza a modo de saludo hacia Rotir, ya que Rena había dicho que debían dejarle algo de espacio, y la siguió hasta su habitación, o lo que quedaba de ella. Kin se rió brevemente ante la pregunta que les hizo una vez allí.
—Imagino que no te aburrías mucho —respondió, pensando en los dos niños hiperactivos. No era un buen momento para preguntarle a Rena qué tal lo estaba llevando, pero no pudo evitar dirigirle una mirada preocupada.
—No pasa nada, no me han molestado —le respondió. Eran niños, y su hermana acababa de regresar. Era lógico que estuviesen histéricos.
»Soy de Rocavarancolia —respondió a la pregunta de Tasel—, como tu hermana y como Milo, pero de una cosecha diferente.
A medida que avanzaban por la casa familiar de Rena, Kin miraba discretamente alrededor, no queriendo parecer demasiado curioso. Se sentía extraño al invadir aquel lugar, pero quedarse fuera tampoco habría sido apropiado. Además, ahora sabían hasta qué punto Rena necesitaba apoyo para hacer lo que había ido a hacer allí.
Se encontraron con el último hermano de Rena, que estaba viendo dibujos y ni siquiera se había levantado del sofá. Parecía el extremo opuesto de los otros dos. Cuando respondió ni siquiera parecía contento de ver a Rena, pero por cómo le hablaba esta no parecía que hubiesen tenido una mala relación. Teniendo en cuenta que llevaba una camiseta de su hermana puesta, Kin se preguntó si el problema de aquel niño con ella era precisamente que se había ido de casa.
El raigaurum dirigió un gesto breve con la cabeza a modo de saludo hacia Rotir, ya que Rena había dicho que debían dejarle algo de espacio, y la siguió hasta su habitación, o lo que quedaba de ella. Kin se rió brevemente ante la pregunta que les hizo una vez allí.
—Imagino que no te aburrías mucho —respondió, pensando en los dos niños hiperactivos. No era un buen momento para preguntarle a Rena qué tal lo estaba llevando, pero no pudo evitar dirigirle una mirada preocupada.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Irraria
21/04/21, 07:31 pm
Milo sonrió cuando los hermanos de Rena se colgaron de los brazos de Kin, tapándose la boca con su mano diestra para no llamar la atención cuando se pusieron a discutir por cómo se pronunciaba Rocavarancolia. Tana no tardó en reprenderlos con sendas collejas que revelaron de dónde había sacado la técnica su hija, pero el raigaurum descartó sus disculpas posteriores por el comportamiento de los niños diciendo que no le habían molestado. La ursántropa parecía encantada con la escena, como si nada hubiera cambiado durante todo aquel tiempo en el que había estado ausente.
El interior de la casa volvió a reavivar el fuego de la añoranza en el pecho del irrense, pues hasta la decoración era muy parecida a la de su propio hogar, y cuando dieron con el tercer hermano de la peliverde el hacker casi pudo ver a sus hermanas pequeñas en una postura similar frente al televisor. Su amiga tiró su abrigo sobre una silla antes de acercarse al pequeño, que a diferencia de los otros dos no parecía muy por la labor de salir al encuentro de la mayor.
—Hola —le saludó cuando intercambiaron miradas, notando rápidamente que no era del tipo hablador y que no parecía del todo contento. Lo entendía en parte, sin embargo, y tras las presentaciones el norteño se limitó a asentir ante la sugerencia de Rena de dejarle espacio—. Enséñanos tu osera, por favor. —contestó con una sonrisita mientras la madre de la muchacha empezaba a dar órdenes para organizarlo todo.
Mientras seguían a su compañera hacia su habitación un fragmento de Cobrecito se asomó por el cuello del abrigo de Milo y se transformó en un escarabajo brillante, pero solo Roti llegó a verlo y guiñándole un ojo cómplice el brujo se perdió por el pasillo antes de ver su reacción.
—Es muy acogedora, la verdad, y más grande que la que tenía yo en mi pueblo —rió, cotilleando un poco antes de dejarse caer en la silla frente al escritorio sin ningún tipo de vergüenza—. El equipo parece prehistórico, eso sí… —señaló con un murmullo, más para sí que para los otros dos por deformación profesional.
Su última pregunta le devolvió a la realidad y giró la silla para encararlos, olvidándose del ordenador mientras evaluaba a la ursántropa con la mirada.
—Son todos bastante majos y me recuerdan mucho a la mía, la verdad —reconoció con una sonrisa—. La convivencia tiene que ser la hostia... —secundó las palabras al veterano—. ¿Y tu padre qué tal es? —se interesó. Le conocerían tarde o temprano, pero el moreno era algo impaciente.
El interior de la casa volvió a reavivar el fuego de la añoranza en el pecho del irrense, pues hasta la decoración era muy parecida a la de su propio hogar, y cuando dieron con el tercer hermano de la peliverde el hacker casi pudo ver a sus hermanas pequeñas en una postura similar frente al televisor. Su amiga tiró su abrigo sobre una silla antes de acercarse al pequeño, que a diferencia de los otros dos no parecía muy por la labor de salir al encuentro de la mayor.
—Hola —le saludó cuando intercambiaron miradas, notando rápidamente que no era del tipo hablador y que no parecía del todo contento. Lo entendía en parte, sin embargo, y tras las presentaciones el norteño se limitó a asentir ante la sugerencia de Rena de dejarle espacio—. Enséñanos tu osera, por favor. —contestó con una sonrisita mientras la madre de la muchacha empezaba a dar órdenes para organizarlo todo.
Mientras seguían a su compañera hacia su habitación un fragmento de Cobrecito se asomó por el cuello del abrigo de Milo y se transformó en un escarabajo brillante, pero solo Roti llegó a verlo y guiñándole un ojo cómplice el brujo se perdió por el pasillo antes de ver su reacción.
—Es muy acogedora, la verdad, y más grande que la que tenía yo en mi pueblo —rió, cotilleando un poco antes de dejarse caer en la silla frente al escritorio sin ningún tipo de vergüenza—. El equipo parece prehistórico, eso sí… —señaló con un murmullo, más para sí que para los otros dos por deformación profesional.
Su última pregunta le devolvió a la realidad y giró la silla para encararlos, olvidándose del ordenador mientras evaluaba a la ursántropa con la mirada.
—Son todos bastante majos y me recuerdan mucho a la mía, la verdad —reconoció con una sonrisa—. La convivencia tiene que ser la hostia... —secundó las palabras al veterano—. ¿Y tu padre qué tal es? —se interesó. Le conocerían tarde o temprano, pero el moreno era algo impaciente.
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
24/04/21, 01:54 am
Rena sonrió, aunque su expresión tenía un tinte de tristeza.
-La verdad es que los últimos años no pasaba mucho tiempo con ellos. Entre el trabajo y los colegas, o no tenía hueco o no tenía energías.
Si hubiese sabido que iba a separarse de ellos habría aprovechado mucho mejor el tiempo con su familia. La noche que la cosecharon ni siquiera le dio tiempo a despedirse en persona. Visto en perspectiva era horrible, no le extrañaba que Roti no quisiera nada con ella.
-Mi padre es menos seco que mi madre -le respondió a Milo -No es muy despierto, pero es un buen tipo, seguro que os cae bien.
Su madre solía decirle que ella y su padre eran igual de tontos y era algo que Rena y su padre llevaban con orgullo.
La ursántropa se puso a rebuscar en los armarios a ver cómo había guardado su madre las cosas. Quería llevarse su ropa a Rocavarancolia, aunque mucha ya no le valdría.
-Maldita sea, ¡me han saqueado! -se quejó. La mayoría de sus camisetas habían desaparecido. Supuso que Roti se las habría quedado, lo mismo que sus pulseras. ¿Pero qué había pasado con su maquillaje? Su madre no usaba y sus hermanos eran demasiado pequeños para que sus padres les dejaran. << Como se lo haya quedado Qinn la voy a matar>> pensó.
Dejó un montón de ropa sobre la cama y suspiró. Iba a necesitar otra maleta. Miró a Milo de reojo.
-¿Tú no quieres ir a ver a la tuya?
Sabía que Kin había visto a su familia y por lo que contaba tenía el asunto más o menos resuelto, y también conocía la situación de Milo con la suya, pero era una gran oportunidad. Le sabía mal que ese viaje fuese solo para ella.
-La verdad es que los últimos años no pasaba mucho tiempo con ellos. Entre el trabajo y los colegas, o no tenía hueco o no tenía energías.
Si hubiese sabido que iba a separarse de ellos habría aprovechado mucho mejor el tiempo con su familia. La noche que la cosecharon ni siquiera le dio tiempo a despedirse en persona. Visto en perspectiva era horrible, no le extrañaba que Roti no quisiera nada con ella.
-Mi padre es menos seco que mi madre -le respondió a Milo -No es muy despierto, pero es un buen tipo, seguro que os cae bien.
Su madre solía decirle que ella y su padre eran igual de tontos y era algo que Rena y su padre llevaban con orgullo.
La ursántropa se puso a rebuscar en los armarios a ver cómo había guardado su madre las cosas. Quería llevarse su ropa a Rocavarancolia, aunque mucha ya no le valdría.
-Maldita sea, ¡me han saqueado! -se quejó. La mayoría de sus camisetas habían desaparecido. Supuso que Roti se las habría quedado, lo mismo que sus pulseras. ¿Pero qué había pasado con su maquillaje? Su madre no usaba y sus hermanos eran demasiado pequeños para que sus padres les dejaran. << Como se lo haya quedado Qinn la voy a matar>> pensó.
Dejó un montón de ropa sobre la cama y suspiró. Iba a necesitar otra maleta. Miró a Milo de reojo.
-¿Tú no quieres ir a ver a la tuya?
Sabía que Kin había visto a su familia y por lo que contaba tenía el asunto más o menos resuelto, y también conocía la situación de Milo con la suya, pero era una gran oportunidad. Le sabía mal que ese viaje fuese solo para ella.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
25/04/21, 08:28 pm
Kin dirigió la mirada al equipo al que se refería Milo cuando entraron en la habitación, apreciando que no mentía. Aquello encajaba un poco con la noción de que en el norte era más habitual ver tecnología desfasada, y precisamente por eso prefirió no hacer ningún comentario que pudiese sonar mal por su parte.
El raigaurum se apoyó contra una pared y escuchó al brujo comparar su familia con la de Rena. Se preguntó si también estaba deseando volver a verlos, ahora que no suponía ningún peligro para ellos, y por qué no había decidido aprovechar aquel mismo viaje para hacerlo.
Cuando Rena habló de su padre a Kin casi se le escapó una risa.
—No sé qué pensaría él de que lo vayas presentando como poco despierto —bromeó. Probablemente Rena tenía mucha confianza con él, se notaba en lo segura que estaba de que les caería bien.
Rena empezó a vaciar su propio armario, quejándose de que alguien se había hecho ya con muchas de sus cosas. Kin recordó cómo había tenido que rescatar varias cosas de la habitación de su hermano y le hizo gracia cómo era lo mismo sin importar la familia. Algunas cosas no podían echarse a perder sin más, y mucho menos en un mundo sin recursos como aquel.
La pregunta de Rena a Milo hizo que dirigiera su mirada entonces al brujo, al fin y al cabo se había preguntado lo mismo hacía un momento.
—No sería demasiado difícil desde aquí, si quisieses —añadió—. Podríamos colarnos en un tren de suministros.
El raigaurum se apoyó contra una pared y escuchó al brujo comparar su familia con la de Rena. Se preguntó si también estaba deseando volver a verlos, ahora que no suponía ningún peligro para ellos, y por qué no había decidido aprovechar aquel mismo viaje para hacerlo.
Cuando Rena habló de su padre a Kin casi se le escapó una risa.
—No sé qué pensaría él de que lo vayas presentando como poco despierto —bromeó. Probablemente Rena tenía mucha confianza con él, se notaba en lo segura que estaba de que les caería bien.
Rena empezó a vaciar su propio armario, quejándose de que alguien se había hecho ya con muchas de sus cosas. Kin recordó cómo había tenido que rescatar varias cosas de la habitación de su hermano y le hizo gracia cómo era lo mismo sin importar la familia. Algunas cosas no podían echarse a perder sin más, y mucho menos en un mundo sin recursos como aquel.
La pregunta de Rena a Milo hizo que dirigiera su mirada entonces al brujo, al fin y al cabo se había preguntado lo mismo hacía un momento.
—No sería demasiado difícil desde aquí, si quisieses —añadió—. Podríamos colarnos en un tren de suministros.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Irraria
27/04/21, 05:54 pm
Milo se recostó contra la silla mientras Rena hablaba, notando la tristeza que se ocultaba tras su sonrisa mientras les contaba cómo se durante los últimos años antes de la cosecha había dejado de pasar tanto tiempo con su familia. El brujo sabía de primera mano lo difícil que era hablar con las personas que te importaban cuando estabas ocupado, pero prefirió no decir nada por no ensombrecer aún más aquel momento.
—Seguro que sí —rió cuando les describió a su padre—. De mi han dicho cosas peores, así que nos llevaremos bien. —añadió con una media sonrisa tras Kin, tamborileando con los dedos sobre el escritorio mientras la ursántropa empezaba a rebuscar entre los armarios.
La tentación de entrar en la red para leer noticias y saber cómo iba todo por Irraria era poderosa, pero en cambio se puso a jugar con Cobrecito para distraerse. No se sentía preparado para afrontar aquello en aquel viaje, no sabiendo que algunos de sus amigos estaban encerrados y él no estaba haciendo nada para ayudarles.
La pregunta de la peliverde le descolocó un poco, pero fue la sugerencia del raigaurum la que hizo que perdiera la concentración hasta el punto de que las figuras que había estado creando junto al teclado se desmoronaran.
—No creo que sea buena idea… —murmuró sin mirarles, haciendo que los trozos de cobre desperdigados se licuaran y se juntaran en una esfera entre sus manos—. Presentarme sin avisar después de tantos años estaría un poco feo —comentó con una sonrisa triste, negando suavemente con la cabeza—. Me gustaría que también estuviera Rox, además, así que prefiero planearlo con calma y mandarle un mensaje a mi madre o algo así. —se justificó, cruzando los dedos para que aquello fuera una explicación convincente.
—Seguro que sí —rió cuando les describió a su padre—. De mi han dicho cosas peores, así que nos llevaremos bien. —añadió con una media sonrisa tras Kin, tamborileando con los dedos sobre el escritorio mientras la ursántropa empezaba a rebuscar entre los armarios.
La tentación de entrar en la red para leer noticias y saber cómo iba todo por Irraria era poderosa, pero en cambio se puso a jugar con Cobrecito para distraerse. No se sentía preparado para afrontar aquello en aquel viaje, no sabiendo que algunos de sus amigos estaban encerrados y él no estaba haciendo nada para ayudarles.
La pregunta de la peliverde le descolocó un poco, pero fue la sugerencia del raigaurum la que hizo que perdiera la concentración hasta el punto de que las figuras que había estado creando junto al teclado se desmoronaran.
—No creo que sea buena idea… —murmuró sin mirarles, haciendo que los trozos de cobre desperdigados se licuaran y se juntaran en una esfera entre sus manos—. Presentarme sin avisar después de tantos años estaría un poco feo —comentó con una sonrisa triste, negando suavemente con la cabeza—. Me gustaría que también estuviera Rox, además, así que prefiero planearlo con calma y mandarle un mensaje a mi madre o algo así. —se justificó, cruzando los dedos para que aquello fuera una explicación convincente.
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
06/05/21, 01:22 am
-Meh, lo tiene asumido -le respondió a Kin haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia.
Terminó de poner ropa en la cama y se giró a tiempo para ver los restos de cobre recomponerse, y aunque no pudiera ver la expresión de Milo temió haber metido la pata. A su amigo siempre se le había dado bien mentir, pero ya habían pasado por demasiado juntos como para que su excusa colase. Aun así la aceptó.
-Tómate tu tiempo -le dijo, dándole un abrazo por la espalda para que no tuviera que mirarles -Y sabes que podrás contar conmigo.
Confiaba en que Milo recurriese a ella si lo necesitaba, aunque nunca se sabía con él. Le quedó una espinita de preocupación.
-¡Rena, ha llegado tu padre! -se oyó gritar a Tana desde el otro lado de la casa.
-Vamos. A ver si comemos por fin, que me estoy muriendo de hambre.
El salón ya olía a comida. Junto a la mesa del comedor, cargado de bolsas de la compra, estaba el padre de Rena, que no parecía decidirse entre dejar las cosas en la mesa o abrazar a su hija. Tras un torpe traspiés hizo lo segundo. Era un hombre grande y fornido, más alto que Rena, con barriga, vestido aún con la ropa de trabajo.
-¡Rena! ¡Estás bien! -dijo casi levantando a su hija del suelo.
-¿Cómo coño iba a estar? ¡Joder papá, que aún no te has duchado! -respondió Rena. A pesar del tono de queja tuvo que hacer grandes esfuerzos para que no se le quebrase la voz.
El hombre se presentó como Ramiro a Milo y Kin y les saludó a la manera irrense. Tenía el pelo castaño muy corto y a pesar de su rostro anguloso tenía algo de bobalicón, de dulce en su mirada. Parecía que no sabía en sí de alegría.
-Os he traído comida del súper -dijo, y se apresuró a sacar lo que llevaba en las bolsas. Había latas de pescado en conserva, de las caras, empanadas, refrescos, snaks y las chucherías favoritas de Rena.
-¡Papá! ¡¿Por qué coño te has gastado tanto?! -gritó Rena apurada. Su familia no se apañaba mal con el dinero pero tampoco nadaba en la abundancia -¡Con unas empanadas ya iba bien!
-No hacía falta que trajeras tantas porquerías -le reprendió su mujer.
-¿Cómo que no? ¡Hace casi un año que no te vemos! ¿Cómo iba a comprar solo empanadas de mierda? -protestó Ramiro, y buscó con la mirada tanto a sus hijos pequeños como a sus dos invitados -¿Tengo razón o no?
Rena se llevó la mano a la cara y maldijo entre dientes. No quería ser un estorbo, aunque al menos su padre parecía ilusionado. De hecho era la primera vez que lo veía tan contento. Sus hermanos pequeños corearon la ida de olla de su padre y el caos duró lo que tardó Tana en mandarlos a todos a callar y a sentarse a comer.
Tuvieron que abrir la mesa y sacar un par de sillas plegables del trastero. La comida consistía en un cuenco de guiso de carne y nabo para cada uno y todo el picoteo que había traído Ramiro. Rena miró el lomo del que había sido su pescado favorito, sobre su rebanada de pan, y pensó en el salmón fresco que tenía en la Sede todos los días. Le encantaría haberles traído un salmón entero.
-¿Y bien? ¿Cómo es que no has llamado en todo este tiempo? -preguntó su padre -¡Y vienes sin avisar!
-Ramiro… -le advirtió Tana.
-Da igual mamá -dijo Rena. Ahora empezaba la parte complicada -La comunicación con Rocavarancolia no es buena. De todas formas hemos estado con unas pruebas y son como super estrictos con el tema, no podía decir ni pío.
-¿Puebas? ¿Un examen? ¿Y has aprobado? -preguntó Tasel casi poniéndose de pie en la silla.
-Sep. Vestra hermana es la repolla -respondió Rena poniendo cara de suficiencia.
Hubo aplausos, y Rena pasó de sentirse orgullosa de sí misma a morirse de vergüenza. Sabía que no era buena estudiante pero tampoco le parecía que hiciese falta aplaudirle por lo que ellos debían creer que solo eran exámenes. Su padre le revolvió el pelo y ella lo mandó a la mierda.
-¿Tú también has aprobado? ¿Eres compañero de mi hermana? -le preguntó Raira a Kin.
Mientras, Roti, que se había sentado al lado de Milo, le tiró discretamente de la manga.
-¿Quieres ver luego mi araña? -le preguntó en tono confidencial. Estaba claro que había visto el truco de Milo, pero había confundido el insecto de cobre con una mascota.
Terminó de poner ropa en la cama y se giró a tiempo para ver los restos de cobre recomponerse, y aunque no pudiera ver la expresión de Milo temió haber metido la pata. A su amigo siempre se le había dado bien mentir, pero ya habían pasado por demasiado juntos como para que su excusa colase. Aun así la aceptó.
-Tómate tu tiempo -le dijo, dándole un abrazo por la espalda para que no tuviera que mirarles -Y sabes que podrás contar conmigo.
Confiaba en que Milo recurriese a ella si lo necesitaba, aunque nunca se sabía con él. Le quedó una espinita de preocupación.
-¡Rena, ha llegado tu padre! -se oyó gritar a Tana desde el otro lado de la casa.
-Vamos. A ver si comemos por fin, que me estoy muriendo de hambre.
El salón ya olía a comida. Junto a la mesa del comedor, cargado de bolsas de la compra, estaba el padre de Rena, que no parecía decidirse entre dejar las cosas en la mesa o abrazar a su hija. Tras un torpe traspiés hizo lo segundo. Era un hombre grande y fornido, más alto que Rena, con barriga, vestido aún con la ropa de trabajo.
-¡Rena! ¡Estás bien! -dijo casi levantando a su hija del suelo.
-¿Cómo coño iba a estar? ¡Joder papá, que aún no te has duchado! -respondió Rena. A pesar del tono de queja tuvo que hacer grandes esfuerzos para que no se le quebrase la voz.
El hombre se presentó como Ramiro a Milo y Kin y les saludó a la manera irrense. Tenía el pelo castaño muy corto y a pesar de su rostro anguloso tenía algo de bobalicón, de dulce en su mirada. Parecía que no sabía en sí de alegría.
-Os he traído comida del súper -dijo, y se apresuró a sacar lo que llevaba en las bolsas. Había latas de pescado en conserva, de las caras, empanadas, refrescos, snaks y las chucherías favoritas de Rena.
-¡Papá! ¡¿Por qué coño te has gastado tanto?! -gritó Rena apurada. Su familia no se apañaba mal con el dinero pero tampoco nadaba en la abundancia -¡Con unas empanadas ya iba bien!
-No hacía falta que trajeras tantas porquerías -le reprendió su mujer.
-¿Cómo que no? ¡Hace casi un año que no te vemos! ¿Cómo iba a comprar solo empanadas de mierda? -protestó Ramiro, y buscó con la mirada tanto a sus hijos pequeños como a sus dos invitados -¿Tengo razón o no?
Rena se llevó la mano a la cara y maldijo entre dientes. No quería ser un estorbo, aunque al menos su padre parecía ilusionado. De hecho era la primera vez que lo veía tan contento. Sus hermanos pequeños corearon la ida de olla de su padre y el caos duró lo que tardó Tana en mandarlos a todos a callar y a sentarse a comer.
Tuvieron que abrir la mesa y sacar un par de sillas plegables del trastero. La comida consistía en un cuenco de guiso de carne y nabo para cada uno y todo el picoteo que había traído Ramiro. Rena miró el lomo del que había sido su pescado favorito, sobre su rebanada de pan, y pensó en el salmón fresco que tenía en la Sede todos los días. Le encantaría haberles traído un salmón entero.
-¿Y bien? ¿Cómo es que no has llamado en todo este tiempo? -preguntó su padre -¡Y vienes sin avisar!
-Ramiro… -le advirtió Tana.
-Da igual mamá -dijo Rena. Ahora empezaba la parte complicada -La comunicación con Rocavarancolia no es buena. De todas formas hemos estado con unas pruebas y son como super estrictos con el tema, no podía decir ni pío.
-¿Puebas? ¿Un examen? ¿Y has aprobado? -preguntó Tasel casi poniéndose de pie en la silla.
-Sep. Vestra hermana es la repolla -respondió Rena poniendo cara de suficiencia.
Hubo aplausos, y Rena pasó de sentirse orgullosa de sí misma a morirse de vergüenza. Sabía que no era buena estudiante pero tampoco le parecía que hiciese falta aplaudirle por lo que ellos debían creer que solo eran exámenes. Su padre le revolvió el pelo y ella lo mandó a la mierda.
-¿Tú también has aprobado? ¿Eres compañero de mi hermana? -le preguntó Raira a Kin.
Mientras, Roti, que se había sentado al lado de Milo, le tiró discretamente de la manga.
-¿Quieres ver luego mi araña? -le preguntó en tono confidencial. Estaba claro que había visto el truco de Milo, pero había confundido el insecto de cobre con una mascota.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
06/05/21, 12:46 pm
Milo no parecía cómodo en absoluto con la idea de volver a casa de imprevisto, y Kin pensó que debería haberle prestado más atención antes de sugerir nada. Al menos se aseguró de tomar nota acerca de que aquel era un tema delicado, y algo que el brujo necesitaba hacer a su manera. Cuando Rena le dio un abrazo apartó la mirada inconscientemente, sintiéndose de nuevo un poco intruso. En realidad ni siquiera sabía cuál era la relación entre ellos, y desde luego no iba preguntarlo descaradamente.
—Tienes tiempo para pensar en ello —dijo tras Rena, aunque fuera prácticamente repetir sus palabras. No quería quedarse en silencio, y no sabía qué otra cosa decir.
La llamada de la madre de Rena les vino bien para cambiar de tema. Kin también estaba hambriento, pero sentarse a la mesa de otra familia se sentía un tanto extraño. Era una suerte que fuesen abiertos, y cuando Kin conoció al padre de Rena y vio todo lo que traía consigo se dio cuenta de hasta qué punto todas las familias de pueblo actuaban parecido. No había sabido apreciar aquello cuando vivía con la suya, pero en realidad no era tan malo.
Kin se presentó a Ramiro antes de que todo el mundo se sentase a la mesa, y mientras observaba la pequeña discusión por la comida se acordaba de que sus padres había tirado la casa por la ventana también el día que se había presentado allí con Keiria. El raigaurum no quería coger de las cosas más caras, así se limitó a comer su ración de guiso.
—Gracias por invitarnos, está buenísimo —le dijo a los padres de Rena, no sabiendo quién había sido el cocinero.
Rena no tardó en tener que dar explicaciones a su familia sobre la ausencia de comunicación con ellos. En otras circunstancias las excusas que había que dar sonarían bastante pobres, pero irse a otro mundo les daba bastante peso. La ursántropa tuvo suerte de que el tema del examen llevase la conversación a otros caminos. A Kin le divirtió la reacción de la familia, y no pudo evitar reírse por lo bajo mientras aplaudían. Si se paraba a pensar de qué hablaban realmente, no debería hacerle gracia, pero cuando se volvía a Irraria era inquietante lo fácil que podía uno creerse sus propias mentiras.
Justo tras eso, notó la mirada de Raira sobre él.
—Sí, aprobé, pero diría que no con tan buena nota —le respondió. Era divertido avivar el orgullo que sentía aquella familia hacia Rena por haber aprobado—. No fuimos a Rocavarancolia el mismo año, pero nos conocimos allí después —explicó. Los niños seguramente tenían muchas preguntas, así que se mentalizó de andar con pies de plomo al responderlas—. Pero ahora que ya pasamos la prueba supongo que se puede decir que somos todos compañeros.
—Tienes tiempo para pensar en ello —dijo tras Rena, aunque fuera prácticamente repetir sus palabras. No quería quedarse en silencio, y no sabía qué otra cosa decir.
La llamada de la madre de Rena les vino bien para cambiar de tema. Kin también estaba hambriento, pero sentarse a la mesa de otra familia se sentía un tanto extraño. Era una suerte que fuesen abiertos, y cuando Kin conoció al padre de Rena y vio todo lo que traía consigo se dio cuenta de hasta qué punto todas las familias de pueblo actuaban parecido. No había sabido apreciar aquello cuando vivía con la suya, pero en realidad no era tan malo.
Kin se presentó a Ramiro antes de que todo el mundo se sentase a la mesa, y mientras observaba la pequeña discusión por la comida se acordaba de que sus padres había tirado la casa por la ventana también el día que se había presentado allí con Keiria. El raigaurum no quería coger de las cosas más caras, así se limitó a comer su ración de guiso.
—Gracias por invitarnos, está buenísimo —le dijo a los padres de Rena, no sabiendo quién había sido el cocinero.
Rena no tardó en tener que dar explicaciones a su familia sobre la ausencia de comunicación con ellos. En otras circunstancias las excusas que había que dar sonarían bastante pobres, pero irse a otro mundo les daba bastante peso. La ursántropa tuvo suerte de que el tema del examen llevase la conversación a otros caminos. A Kin le divirtió la reacción de la familia, y no pudo evitar reírse por lo bajo mientras aplaudían. Si se paraba a pensar de qué hablaban realmente, no debería hacerle gracia, pero cuando se volvía a Irraria era inquietante lo fácil que podía uno creerse sus propias mentiras.
Justo tras eso, notó la mirada de Raira sobre él.
—Sí, aprobé, pero diría que no con tan buena nota —le respondió. Era divertido avivar el orgullo que sentía aquella familia hacia Rena por haber aprobado—. No fuimos a Rocavarancolia el mismo año, pero nos conocimos allí después —explicó. Los niños seguramente tenían muchas preguntas, así que se mentalizó de andar con pies de plomo al responderlas—. Pero ahora que ya pasamos la prueba supongo que se puede decir que somos todos compañeros.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Irraria
24/05/21, 03:17 am
Milo sonrió con suavidad cuando Rena le dio el abrazo por la espalda, encogiéndose ligeramente de hombros al oírles decir que tenía tiempo de sobra para pensar en ello. Por una parte agradecía que no continuaran con el tema, pero por otra se sentía mal por huir de aquella forma y no ser capaz de afrontar sus movidas personales.
—Ya se verá, si… —respondió, pero antes de que llegara a añadir nada más la madre de la ursántropa les llamó desde el otro lado de la casa anunciando la llegada de su marido.
El brujo se levantó de la silla con su mejor cara de “aquí no ha pasado nada raro” y siguió a sus amigos hasta el salón, donde los dos irrenses asistieron al reencuentro entre padre e hija en silencio. Ramiro era algo más alto que la peliverde y en su rostro se reflejaba la bonachonería a la que su amiga había hecho referencia con palabras menos amables. La primera impresión del hacker fue que parecía un buen tipo, algo que no era muy difícil de ver al presenciar las interacciones entre él y Rena, y cuando les saludó a la manera irrense le devolvió el gesto con una media sonrisa. A pesar de ello se aseguró de no recibir ningún dato, pues no le parecía demasiado justo dado que su anfitrión no iba a obtener nada a cambio debido a su falta de chip identificativo.
Después de las presentaciones solo restaba sentarse a comer, algo que su estómago agradeció sobremanera, y aunque la comida que había preparado Tana se le antojaba suficiente Ramiro también había traído un montón de cosas de la tienda. El gesto era entrañable, pero Milo se sentía igual de cohibido que Kin y en un principio se centró por completo en el cuenco de estofado.
—Esto está delicioso, señora. —añadió tras el raigaurum, asintiendo con los carrillos llenos y los ojos brillantes. Hacía mucho que no probaba un plato de aquel calibre, uno que emitía aquella energía de madre tan característica que el moreno había estado a punto de olvidar tras pasar tantos años alejado de su casa.
Durante la conversación sobre porque no había llamado antes y que era lo que habían hecho en Rocavarancolia el norteño prefirió mantener un perfil bajo, pendiente de su comida mientras la familia intercambiaba frases. Estaría ahí si Rena necesitaba su ayuda en algún momento, pero era mejor que mantuviera la boca cerrada para no meter la pata de forma innecesaria. Por suerte para él Roti tiró de su manga para llamar su atención discretamente.
—¿Tienes una araña? —preguntó en el mismo tono de voz, inclinándose un poco hacia él mientras daba un trago de agua—. Me gustaría mucho verla, si. —le respondió entonces con una sonrisa, dejando el vaso a un lado con suavidad.
—Ya se verá, si… —respondió, pero antes de que llegara a añadir nada más la madre de la ursántropa les llamó desde el otro lado de la casa anunciando la llegada de su marido.
El brujo se levantó de la silla con su mejor cara de “aquí no ha pasado nada raro” y siguió a sus amigos hasta el salón, donde los dos irrenses asistieron al reencuentro entre padre e hija en silencio. Ramiro era algo más alto que la peliverde y en su rostro se reflejaba la bonachonería a la que su amiga había hecho referencia con palabras menos amables. La primera impresión del hacker fue que parecía un buen tipo, algo que no era muy difícil de ver al presenciar las interacciones entre él y Rena, y cuando les saludó a la manera irrense le devolvió el gesto con una media sonrisa. A pesar de ello se aseguró de no recibir ningún dato, pues no le parecía demasiado justo dado que su anfitrión no iba a obtener nada a cambio debido a su falta de chip identificativo.
Después de las presentaciones solo restaba sentarse a comer, algo que su estómago agradeció sobremanera, y aunque la comida que había preparado Tana se le antojaba suficiente Ramiro también había traído un montón de cosas de la tienda. El gesto era entrañable, pero Milo se sentía igual de cohibido que Kin y en un principio se centró por completo en el cuenco de estofado.
—Esto está delicioso, señora. —añadió tras el raigaurum, asintiendo con los carrillos llenos y los ojos brillantes. Hacía mucho que no probaba un plato de aquel calibre, uno que emitía aquella energía de madre tan característica que el moreno había estado a punto de olvidar tras pasar tantos años alejado de su casa.
Durante la conversación sobre porque no había llamado antes y que era lo que habían hecho en Rocavarancolia el norteño prefirió mantener un perfil bajo, pendiente de su comida mientras la familia intercambiaba frases. Estaría ahí si Rena necesitaba su ayuda en algún momento, pero era mejor que mantuviera la boca cerrada para no meter la pata de forma innecesaria. Por suerte para él Roti tiró de su manga para llamar su atención discretamente.
—¿Tienes una araña? —preguntó en el mismo tono de voz, inclinándose un poco hacia él mientras daba un trago de agua—. Me gustaría mucho verla, si. —le respondió entonces con una sonrisa, dejando el vaso a un lado con suavidad.
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
05/07/21, 12:55 am
Las expresiones de admiración y las felicitaciones se intensificaron al oir el comentario de Kin, y Rena fulminó al raigaurum con la mirada, roja hasta las orejas de vergüenza. << Ya me las pagarás, ya… >> pensó.
-Me alegro muchísimo, hija -dijo Ramiro dándole una palmada en la espalda. Luego se dirigió a Milo y Kin – Nunca fue buena estudiante. ¡Deben ser interesantes las clases sin han conseguido que Rena hinque los codos!
Raira, por su parte, intentaba mantener la atención de Kin y de paso sacar toda la información que pudiera:
-¿Vas un curso por delante, entonces? ¿Y cómo os conocísteis? ¿Qué cosas os enseñan?
Rena y Tana se pisaron mutuamente para reprender a Raira por su metralleta de preguntas, cosa que desconcertó a toda la familia. Rena no se había dado cuenta hasta el momento de cuánto había estado imitando a su madre cuando regañaba a los enanos.
La comida se extendió más de lo habitual debido a la conversación. Con ayuda de sus amigos, Rena consiguió más o menos crear un relato aceptable que cubría las principales preocupaciones de su familia. Les contaron que habían pasado un periodo de prueba para acceder a un prestigioso colegio interno; que vivían en residencias de estudiantes, que podían optar a trabajos a tiempo parcial, que había mucha gente interesante. No sabía si era porque la emoción les hacía más crédulos de lo normal o porque eran unos excelentes mentirosos, pero al parecer el relato coló y todo el mundo quedó satisfecho. Rena se grabó con disimulo para luego poder contarles exactamente las mismas mentiras a sus amigos.
Ramiro se excusó para ir a ducharse y Roti aprovechó que sus hermanos encendieron la tele y que Rena fue a ayudar a su madre en la cocina para secuestrar a Milo y a Kin y llevárselos a su cuarto.
El cuarto de los niños era el más grande de la casa y tenía tres camas, dos de ellas en litera. La de Roti era una de las de abajo. El niño reptó por el colchón hasta una esquina, de donde sacó un pequeño terrario en el que había una araña luminiscente de apenas un dedo de largo.
-La encontré en la calle y me la traje a casa. Mis padres no saben que la tengo -explicó, hablando en voz baja como si temiera que pudieran oírles.
Desde la cocina, Rena miraba el pasillo hacia los dormitorios de forma suspicaz.
-¿Has dejado que Roti tenga una mascota? A mi nunca me dejaste -protestó. Sabía que su madre lo sabía. Roti se esforzaba, pero no se le daba especialmente bien ser discreto.
-Él cree que no sabemos que la tiene -respondió Tana, que estaba metiendo los platos en el lavavajillas -Roti estuvo muy decaído después de que te fueras, y cuidar de la araña y esconderla de nosotros lo mantiene entretenido. Ya sabes que le gusta hacerse el rebelde.
Rena sintió un pinchazo en el pecho.
-Ma… siento haberme ido sin despedirme. Se me fue la olla. Roti tiene todo el derecho a odiarme.
-Roti no te odia, sólo está enfadado. Se le pasará -respondió Tana. Miró a Rena a los ojos y esta se sintió diminuta, a pesar de que era más alta que su madre. -Pero no te voy a mentir, hija, estoy preocupada. ¿De verdad estás contenta con esa escuela? Te noto algo... rara.
La expresión de Tana se había dulcificado y su tono estaba muy lejos de ser imponente. Rena pensó que, tal vez, la forma en la que Rocavarancolia la había marcado no era tan fácil de disimular. Sin poder evitarlo se echó a llorar. Su madre la abrazó inmediatamente.
-¿No era lo que esperabas?
Rena negó con la cabeza sin separarse de su madre. ¿Qué le iba a decir? ¿ ‘’Me secuestraron y me rompieron por dentro y por fuera’? ¿ ‘Si hablo más de la cuenta es posible que os hagan daño a tí, a papá, a los trillizos’? ¿ ‘No sé si quiero quedarme pero no puedo volver’? No, no podía decir nada de eso. En su lugar intentó serenarse y rescatar su voz del fondo de su garganta.
-Supongo que no estoy hecha para ambientes tan distinguidos -dijo secándose las lágrimas y forzando una sonrisa. -Pero no te preocupes, estoy buscando mi sitio, y no estoy sola. De verdad he conocido a gente genial allí.
-Esos dos parecen muy buenos chicos, sí -confirmó Tana. Le ofreció a Rena un paño de cocina para que se secase las lágrimas. -Sé que el pueblo no tiene mucho que ofrecerte, pero si alguna vez necesitas un respiro puedes volver. No tienes que forzarte, tu padre y yo estamos muy orgullosos de hasta donde has llegado.
Rena sonrió. Con pena, con felicidad, con afecto, con muchos sentimientos mezclados. Dudaba que le permitiesen volver con su familia como si nada.
-Lo pensaré.
-Me alegro muchísimo, hija -dijo Ramiro dándole una palmada en la espalda. Luego se dirigió a Milo y Kin – Nunca fue buena estudiante. ¡Deben ser interesantes las clases sin han conseguido que Rena hinque los codos!
Raira, por su parte, intentaba mantener la atención de Kin y de paso sacar toda la información que pudiera:
-¿Vas un curso por delante, entonces? ¿Y cómo os conocísteis? ¿Qué cosas os enseñan?
Rena y Tana se pisaron mutuamente para reprender a Raira por su metralleta de preguntas, cosa que desconcertó a toda la familia. Rena no se había dado cuenta hasta el momento de cuánto había estado imitando a su madre cuando regañaba a los enanos.
La comida se extendió más de lo habitual debido a la conversación. Con ayuda de sus amigos, Rena consiguió más o menos crear un relato aceptable que cubría las principales preocupaciones de su familia. Les contaron que habían pasado un periodo de prueba para acceder a un prestigioso colegio interno; que vivían en residencias de estudiantes, que podían optar a trabajos a tiempo parcial, que había mucha gente interesante. No sabía si era porque la emoción les hacía más crédulos de lo normal o porque eran unos excelentes mentirosos, pero al parecer el relato coló y todo el mundo quedó satisfecho. Rena se grabó con disimulo para luego poder contarles exactamente las mismas mentiras a sus amigos.
Ramiro se excusó para ir a ducharse y Roti aprovechó que sus hermanos encendieron la tele y que Rena fue a ayudar a su madre en la cocina para secuestrar a Milo y a Kin y llevárselos a su cuarto.
El cuarto de los niños era el más grande de la casa y tenía tres camas, dos de ellas en litera. La de Roti era una de las de abajo. El niño reptó por el colchón hasta una esquina, de donde sacó un pequeño terrario en el que había una araña luminiscente de apenas un dedo de largo.
-La encontré en la calle y me la traje a casa. Mis padres no saben que la tengo -explicó, hablando en voz baja como si temiera que pudieran oírles.
Desde la cocina, Rena miraba el pasillo hacia los dormitorios de forma suspicaz.
-¿Has dejado que Roti tenga una mascota? A mi nunca me dejaste -protestó. Sabía que su madre lo sabía. Roti se esforzaba, pero no se le daba especialmente bien ser discreto.
-Él cree que no sabemos que la tiene -respondió Tana, que estaba metiendo los platos en el lavavajillas -Roti estuvo muy decaído después de que te fueras, y cuidar de la araña y esconderla de nosotros lo mantiene entretenido. Ya sabes que le gusta hacerse el rebelde.
Rena sintió un pinchazo en el pecho.
-Ma… siento haberme ido sin despedirme. Se me fue la olla. Roti tiene todo el derecho a odiarme.
-Roti no te odia, sólo está enfadado. Se le pasará -respondió Tana. Miró a Rena a los ojos y esta se sintió diminuta, a pesar de que era más alta que su madre. -Pero no te voy a mentir, hija, estoy preocupada. ¿De verdad estás contenta con esa escuela? Te noto algo... rara.
La expresión de Tana se había dulcificado y su tono estaba muy lejos de ser imponente. Rena pensó que, tal vez, la forma en la que Rocavarancolia la había marcado no era tan fácil de disimular. Sin poder evitarlo se echó a llorar. Su madre la abrazó inmediatamente.
-¿No era lo que esperabas?
Rena negó con la cabeza sin separarse de su madre. ¿Qué le iba a decir? ¿ ‘’Me secuestraron y me rompieron por dentro y por fuera’? ¿ ‘Si hablo más de la cuenta es posible que os hagan daño a tí, a papá, a los trillizos’? ¿ ‘No sé si quiero quedarme pero no puedo volver’? No, no podía decir nada de eso. En su lugar intentó serenarse y rescatar su voz del fondo de su garganta.
-Supongo que no estoy hecha para ambientes tan distinguidos -dijo secándose las lágrimas y forzando una sonrisa. -Pero no te preocupes, estoy buscando mi sitio, y no estoy sola. De verdad he conocido a gente genial allí.
-Esos dos parecen muy buenos chicos, sí -confirmó Tana. Le ofreció a Rena un paño de cocina para que se secase las lágrimas. -Sé que el pueblo no tiene mucho que ofrecerte, pero si alguna vez necesitas un respiro puedes volver. No tienes que forzarte, tu padre y yo estamos muy orgullosos de hasta donde has llegado.
Rena sonrió. Con pena, con felicidad, con afecto, con muchos sentimientos mezclados. Dudaba que le permitiesen volver con su familia como si nada.
-Lo pensaré.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
06/07/21, 12:18 am
Kin necesitó forzarse a aguantar la risa cuando Rena lo fulminó con la mirada, roja como un tomate. Le sonrió con cierta malicia, la justa para disimular si algún otro comensal se fijaba en él. No se había imaginado nunca a Rena pasando vergüenza por tan poca cosa, y se estaba divirtiendo con todo aquello. Sin embargo, el comentario de su padre le hizo querer defenderla un poco. Él también había sido un estudiante de mierda, y aquella clase de comentarios rozaban lo molesto para quien los protagonizaba.
—En Rocavarancolia se tienen en cuenta muchas otras habilidades —explicó—. Cada uno puede destacar gracias a sus propios puntos fuertes.
«Si no se muere primero» añadió para sí mismo.
La nueva ristra de preguntas de Raira lo distrajo, pero debido a la intervención simultánea de Rena y su madre, solo llegó a confirmarle a la niña que iba dos supuestos cursos por delante. Prefería dejar a Rena contase la historia completa a su manera antes de responder ninguna otra pregunta, así que durante la explicación de la ursántropa se limitaría a hacer algún que otro comentario que no pudiese generar contradicciones.
Cuando la comida hubo terminado cada uno se centró en una cosa, y Kin se vio arrastrado por Rotir junto a Milo hacia el cuarto de los pequeños. Le dirigió una mirada interrogante al brujo mientras seguían al niño, ya que él no había oído su conversación durante la comida, pero sus dudas no tardaron en resolverse. Cuando Rotir les mostró el terrario, Kin no pudo evitar admirar el arácnico que había en su interior.
—¡Nunca había visto en persona una de estas! —La exclamación le salió en el mismo tono bajo que estaba empleando el niño, pero cuando volvió a hablar lo hizo aún más bajo por si acaso. Para Rotir su secreto parecía muy importante—. Yo tenía una tarántula antes de ir a Rocavarancolia. Bueno, a medias con mi hermano. ¿Le has puesto nombre?
—En Rocavarancolia se tienen en cuenta muchas otras habilidades —explicó—. Cada uno puede destacar gracias a sus propios puntos fuertes.
«Si no se muere primero» añadió para sí mismo.
La nueva ristra de preguntas de Raira lo distrajo, pero debido a la intervención simultánea de Rena y su madre, solo llegó a confirmarle a la niña que iba dos supuestos cursos por delante. Prefería dejar a Rena contase la historia completa a su manera antes de responder ninguna otra pregunta, así que durante la explicación de la ursántropa se limitaría a hacer algún que otro comentario que no pudiese generar contradicciones.
Cuando la comida hubo terminado cada uno se centró en una cosa, y Kin se vio arrastrado por Rotir junto a Milo hacia el cuarto de los pequeños. Le dirigió una mirada interrogante al brujo mientras seguían al niño, ya que él no había oído su conversación durante la comida, pero sus dudas no tardaron en resolverse. Cuando Rotir les mostró el terrario, Kin no pudo evitar admirar el arácnico que había en su interior.
—¡Nunca había visto en persona una de estas! —La exclamación le salió en el mismo tono bajo que estaba empleando el niño, pero cuando volvió a hablar lo hizo aún más bajo por si acaso. Para Rotir su secreto parecía muy importante—. Yo tenía una tarántula antes de ir a Rocavarancolia. Bueno, a medias con mi hermano. ¿Le has puesto nombre?
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Irraria
17/07/21, 07:31 pm
Milo se perdió parte del apuro que Kin le hizo pasar a Rena con sus comentarios y ante la metralleta de preguntas que recibió el veterano por parte de Raira el hacker solo pudo sonreír, más aún cuando madre e hija reprendieron simultáneamente a la pequeña, pero cuando llegó el momento ayudó a su amiga a elaborar una convincente red de embustes entorno a Rocavarancolia. No era la primera vez que mentía, ni sería la última en realidad, y con los años el brujo había desarrollado aquel talento de dudosa moralidad hasta volverlo algo natural que empleaba sin tener que pensar realmente en ello.
El norteño disfrutó mucho la comida y se lo hizo saber de nuevo a Tana en cuanto terminaron, pero antes de poderse ofrecer a echar una mano para recogerlo todo Roti le arrastró junto al raigaurum al que debía ser el cuarto que compartían los tres niños. No se le pasó por alto la mirada interrogante del rubio, pero se limitó a guiñarle un ojo mientras dejaba que el pequeño resolviera sus dudas sacando un terrario de la esquina donde lo tenía escondido. Dentro había una araña luminiscente de pequeño tamaño, pero el brillo del artrópodo era alucinante.
—Vaya, es mucho más chula de lo que me había imaginado —reconoció tras la exclamación de Kin en el mismo tonto confidencial, sentándose en el colchón para admirar mas de cerca a la criatura—. ¿Lo de que brillen es una característica de la zona? —preguntó con curiosidad genuina. No le avergonzaba reconocer que no era un experto en entomología irrense y sus dos compañeros parecían, como mínimo, mucho más puestos que él en el tema.
El norteño disfrutó mucho la comida y se lo hizo saber de nuevo a Tana en cuanto terminaron, pero antes de poderse ofrecer a echar una mano para recogerlo todo Roti le arrastró junto al raigaurum al que debía ser el cuarto que compartían los tres niños. No se le pasó por alto la mirada interrogante del rubio, pero se limitó a guiñarle un ojo mientras dejaba que el pequeño resolviera sus dudas sacando un terrario de la esquina donde lo tenía escondido. Dentro había una araña luminiscente de pequeño tamaño, pero el brillo del artrópodo era alucinante.
—Vaya, es mucho más chula de lo que me había imaginado —reconoció tras la exclamación de Kin en el mismo tonto confidencial, sentándose en el colchón para admirar mas de cerca a la criatura—. ¿Lo de que brillen es una característica de la zona? —preguntó con curiosidad genuina. No le avergonzaba reconocer que no era un experto en entomología irrense y sus dos compañeros parecían, como mínimo, mucho más puestos que él en el tema.
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
23/07/21, 12:41 am
Rotir fue incapaz de contener una sonrisita orgullosa, feliz por la atención.
-Es una araña de callejón. No suele haberlas por aquí pero esta variedad está modificada para ser una mascota porque no huye de las personas. Se le debió escapar a alguien y yo la encontré -explicó -Se llama Litia. -Se sonrojó un poco al decirlo, pues era el nombre de un personaje de un videojuego al que técnicamente no podía jugar, pues era para mayores de trece años. -Cazo bichos para dárselos de comer. ¿Queréis verla comer?
Rebuscó tras el colchón y sacó un frasco de cristal con la tapa agujereada lleno de pequeños escarabajos negros vivos. Por suerte para Kin y Milo, Rena apareció justo a tiempo para que no tuvieran que presenciar una carnicería insectil.
-Te prometo que no le diré a mamá que has metido eso en casa -dijo sonriendo de medio lado apoyada en el marco de la puerta -Aunque me esté muriendo de envidia.
-¿Es que no sabes llamar a la puerta? -protestó Rotir escondiendo los bichos y la araña a toda prisa.
-No podía llamar, tenía que asegurarme de que no estabas asustando a mis amigos con historias de mineros -dijo, acercándose y sentándose junto a su hermano en la cama. Su sonrisa tembló hasta caerse. Se dirigió a Milo y Kin -Vamos a irnos en nada.
-¡No te puedes ir ya! ¡Acabas de llegar! -gritó Rotir. Miró a los otros dos como buscando apoyo -¡Habéis estado muy poco tiempo!
-Sí, pero hemos venido con un permiso especial y no nos podemos quedar mucho. Pediré un permiso más largo y a la próxima me quedaré varios días, lo prometo -se apresuró a decir Rena.
-¡No, no lo prometes! -chilló Rotir. Empujó a Rena y se fue corriendo de la habitación, posiblemente a buscar a sus padres para quejarse.
Rena dejó escapar un largo suspiro. Estaba haciendo un gran esfuerzo para no llorar. Era gracioso que en lo que llevaba de visita a su casa había llorado casi más que en toda su estancia en la ciudad.
-Estoy muy cansada, chicos -dijo con voz queda, mirándose las manos sobre el regazo -Mis amigos aún están en el curro pero no me veo capaz de encontrarme con ellos y seguir mintiendo sobre la ciudad. Todo esto es demasiado…
Cuanto más cariño le daba su familia más ganas le entraban de contarles todo por lo que había pasado. Quería el consuelo de sus padres, su indignación, su sentido común. Quería oír de un adulto la locura en la que se había metido y poder dejar de fingir que era más madura de lo que era en realidad y que todo estaba en orden y bajo control. Pero si lo hacía toda su familia moriría.
-Hago la maleta y nos vamos. ¿Hay algún sitio al que queráis ir? Podemos pasar por el súper o ir a algún centro comercial en la ciudad.
-Es una araña de callejón. No suele haberlas por aquí pero esta variedad está modificada para ser una mascota porque no huye de las personas. Se le debió escapar a alguien y yo la encontré -explicó -Se llama Litia. -Se sonrojó un poco al decirlo, pues era el nombre de un personaje de un videojuego al que técnicamente no podía jugar, pues era para mayores de trece años. -Cazo bichos para dárselos de comer. ¿Queréis verla comer?
Rebuscó tras el colchón y sacó un frasco de cristal con la tapa agujereada lleno de pequeños escarabajos negros vivos. Por suerte para Kin y Milo, Rena apareció justo a tiempo para que no tuvieran que presenciar una carnicería insectil.
-Te prometo que no le diré a mamá que has metido eso en casa -dijo sonriendo de medio lado apoyada en el marco de la puerta -Aunque me esté muriendo de envidia.
-¿Es que no sabes llamar a la puerta? -protestó Rotir escondiendo los bichos y la araña a toda prisa.
-No podía llamar, tenía que asegurarme de que no estabas asustando a mis amigos con historias de mineros -dijo, acercándose y sentándose junto a su hermano en la cama. Su sonrisa tembló hasta caerse. Se dirigió a Milo y Kin -Vamos a irnos en nada.
-¡No te puedes ir ya! ¡Acabas de llegar! -gritó Rotir. Miró a los otros dos como buscando apoyo -¡Habéis estado muy poco tiempo!
-Sí, pero hemos venido con un permiso especial y no nos podemos quedar mucho. Pediré un permiso más largo y a la próxima me quedaré varios días, lo prometo -se apresuró a decir Rena.
-¡No, no lo prometes! -chilló Rotir. Empujó a Rena y se fue corriendo de la habitación, posiblemente a buscar a sus padres para quejarse.
Rena dejó escapar un largo suspiro. Estaba haciendo un gran esfuerzo para no llorar. Era gracioso que en lo que llevaba de visita a su casa había llorado casi más que en toda su estancia en la ciudad.
-Estoy muy cansada, chicos -dijo con voz queda, mirándose las manos sobre el regazo -Mis amigos aún están en el curro pero no me veo capaz de encontrarme con ellos y seguir mintiendo sobre la ciudad. Todo esto es demasiado…
Cuanto más cariño le daba su familia más ganas le entraban de contarles todo por lo que había pasado. Quería el consuelo de sus padres, su indignación, su sentido común. Quería oír de un adulto la locura en la que se había metido y poder dejar de fingir que era más madura de lo que era en realidad y que todo estaba en orden y bajo control. Pero si lo hacía toda su familia moriría.
-Hago la maleta y nos vamos. ¿Hay algún sitio al que queráis ir? Podemos pasar por el súper o ir a algún centro comercial en la ciudad.
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