Primer sueño de Pablo

Caminaba sin rumbo. Debía de haberme perdido en algún momento, pero no lograba recordar cuándo o cómo. Apenas podía ver nada y tampoco se oía ningún ruido, ni siquiera el viento. Frente a mí se abrían tres posibles caminos. Normalmente me tomaría un tiempo barajando cuál de las tres rutas era la más segura, pero el tiempo era un lujo del que no disponía. Si me paraba mucho tiempo me alcanzaría. No sabía quién o qué era, pero me seguía, de eso estaba seguro.
Decidí seguir por la avenida. Al menos en la plaza habría más espacio que en las calles donde me encontraba. El lugar comenzaba a asfixiarme.

A cada paso que doy todo se vuelve más negro, hasta que llega un momento en el que apenas puedo ver nada. Lo primero que pienso es en dar la vuelta por si al volver lo que sea que esté pasando se invierte, pero aunque fuera cierto el miedo a que lo que sea que me esté siguiendo me alcance acaba imponiéndose y descarto volver.
Por si eso no fuera ya suficiente, ahora el silencio que antes me envolvía va siendo sustituido por ruidos que no presagian nada bueno, unidos a olores que apenas logro distinguir, pero entre los que percibo algo podrido.

Oscuridad, olores mezclados, y sonidos aterradores. La combinación de las tres cosas había logrado que perdiera la poca orientación que conservaba. Se suponía que estaba en la plaza y que el olor procede de algún sitio a mi izquierda. Los sonidos... podían tener algo que ver con el olor, o no.

Sin nada mejor en lo que centrarme, opté por utilizar las zonas donde la oscuridad es más densa como puntos de referencia, desviándome hacia la derecha en un intento de mantenerme alejado del olor y los sonidos, pero sin llegar a acercarme demasiado a esas zonas. A tientas y como pude continué avanzando.

Una mano se aferró a mi brazo, una mano que no era humana. Era enorme, húmeda y con uñas muy afiladas. El olor a podredumbre, del que me había intentado apartar ahora era más intenso que antes, y por si no fuera bastante, noté un aliento helado en la nuca. Lo que sea que me estaba siguiendo me había alcanzado.
Agarrado por un ser desconocido y con otro justo detrás. En una plaza tan oscura que apenas se ve nada en algún lugar desconocido. La situación en la que me encontraba era mala, muy mala.
Debería estar aterrado, y lo habría estado sino fuera porque lo que oí a continuación me dejó totalmente desconcertado.
"¿Pero qué...?"
Una voz, que parecía proceder del ser que me había agarrado, pero que no encajaba para nada con lo poco que había visto de su apariencia me había pedido ayuda.
Ahora estaba totalmente confuso. Lo de necesitar ayuda podía ser algún tipo de trampa, pero ya me tenía agarrado así que no haría falta mentir con eso.
-Esto... ¿con eso? A qué te refieres?- No sabía muy bien que debía hacer.
Por otro lado mi perseguidor seguía inmóvil detrás de mí.
"¿A qué espera?"

Las garras comienzan a tantearme, acercándose hacia mi cara poco a poco. No me atrevo a mover un solo músculo mientras sigue, hasta que llega a mi cara.
Un chillido de terror que hizo que se me erizara hasta el último pelo de la nuca resonó por toda la sala, seguido por el ruido de alguien o algo que corre, y después nada. La mano que me había tenido sujeto se había esfumado de forma tan repentina como cuando apareció.

Mi perseguidor seguía inalterable, con la diferencia de que ahora podía oir su respiración, un sonido bajo pero molesto.
Junto a ese sonido y al los que ya escuchaba desde hace un rato noté algo nuevo, pasos. Los pasos de alguien que trata de ser sigiloso pero que no lo consigue.
Un nuevo olor llega hasta mí, uno mucho más agradable ¿Podría venir del mismo que caminaba ahora? Era probable. En cualquier caso de poco me sirvió preguntármelo. Antes de que me diera cuenta había algo metálico y afilado presionándome en la nuca. Un puñal o una navaja.

Pero lo peor no es el arma, sino su dueño. Su voz podría ser fría, pero la reconocería en cualquier parte.
Era una voz que no esperaba volver a oir nunca más. La voz de la persona que más había apreciado, y a la que más daño había hecho.

Un torrente de emociones diferentes se fue abriendo paso. Alegía por volver a ver a quién creía muerto hacía yamucho tiempo, tristeza y remordimientos por haber sido yo quien lo había apuñalado, incertidumbre por saber si me perdonaría o no, y miedo. Miedo por lo que podía pasar si no lo hacía. Y era precisamente ese miedo el sentimiento que se estaba imponiendo.
Ahora era él quien tenía el cuchillo en la mano, y quien podía decidir mi destino. Por un momento me pareció sentir un ligero picor procedente de la cicatriz de mi mano.

Nada me había preparado para esto. Simplemente me superaba.

Tardé unos segundos en darme cuenta de lo que significaban sus palabras. Y cuando lo hice no supe si alegrarme o desesperarme. O bien no me había reconocido, o símplemente no recordaba quién era.
Mi primer impulso fue intentar que me reconociera, pero a pesar de todo lo que estaba pasando todavía lograba pensar con claridad. Teniendo un arma tan cerca no era una buena idea recordarle a su dueño que tiempo atrás lo había apuñalado. Ya tendría tiempo de explicárselo cuando la situación no fuera tan precaria, asi que decidí seguirle el juego.

-¿C-como? No puedo volver por donde vine, y tampoco veo ninguna salida-

Mientras hablaba me di cuenta de otra cosa:
"Un segundo. Estoy en Rocavarancolia ¿no? Entonces ¿qué hace él aquí? ¿Lo cosecharon también?"

Noté que la navaja me apretaba con menos fuerza, y por un momento llegué a pensar que todo se iba a arreglar, que iba a bajar el arma y a reconocerme. Que ingenuo puedo ser a veces.
Por supuesto que me había reconocido, a mí, la persona que más daño le había hecho. ¿Qué alegría podía haber en eso?
Un goteo continuo comienza a oirse en algún lugar y algo mancha la suela de mis zapatos, pero está demasiado oscuro como para que pueda ver qué es. No tengo tiempo para preguntarme por ello. Antes de que pueda reaccionar me retuerce la mano. Lo primero que siento es el dolor, luego llega el horror.
La herida, la misma herida que yo le había hecho seguía allí, aún palpitante. Con eso el misterio del goteo uedaba resuelto: Sangre, su sangre.
No me iprtaba que me pinchara. Ese dolor, incluso el de la mano, no se podían comparar con el dolor que había sentido cuando le apuñalé, con eldolor que no había sentido todos los días desde que había llegado a esta ciudad, ni con el que sentía ahora por haber estado a puno de olvidarle. Por haber querido hacerlo.
Esta ciudad, para mí había sido una nueva oportunidad. Me habían ofrecido la oportunidad de dejarlo todo atrás y poder empezar de nuevo, y la habá cogido. Y así había dejado atrás mi vida, pero no mis pecados. Había dejado atrás mi mundo, pero la muerte me haía seguido.

"Veinte"
Una cuenta atrás. Una oportundad que no me merecía. Una de muchas, pero tal vez esta era la última.
"Diecinueve"
Empiezo a correr. No tenia mucho tiempo, tenía que encontrar un salida o estaría perdido.
"Quince"
La oscuridad me impide ver hacia donde voy, Si hay una salida no va a resultar facil encontrarla.
"Trece"
Me detengo. ¿Es esto lo que realmente quiero? Aun si consigo escapar viviré con la culpa. Perseguido continuamente, porque nada lo va a parar, nada.
"Diez"
¿Y si no ha salida? ¿Y si escapar no es una opción? Todo esto es por mi culpa. Tal vez fuera mejor que todo acabara de una vez.
"Ocho"
Y si esto y si lo otro... ¿Y si dejo de pensar en lo que podría pasarme a mí y empiezo a pensar en él? Yo se perfectamente lo que se siente cuando matas a un amigo. No quiero que él pase por lo mismo. No quiero que viva con esa culpa.
"Seis"
Volví sobre mis pasos y me puse justo frente a el.
-Lo siento. No puedo dejarte hacerlo-
"Uno"
Reuniendo todas las fuerzas que pude me abalancé sobre él mientras con una mano trataba de quitarle el cuchillo, o al menos inmbilizarle el brazo para que no pudiera usalo.
Todo estaba dispuesto. Las cartas sobre la mesa. Ahora solo quedaba ver el resultado.
"Cero"

Mientras embisto, puedo ver como mi amigo se descompone ante mis ojos. Incapaz de detenerme caigo sobre lo que queda de él, manchándome y cortándome justo en la cicatriz de mi mano.
Cualquier sorpresa que pudiera tener por lo que había pasado queda ahogada por el dolor. El cuchillo había seguido intacto, y acababa de cortarme la mano con él al caer. No sabía como de profunda era la herida. Pero dolía demasiado como para ser un simple rasguño.
A punto estuve de soltar un grito, pero logré morderme el labio a tiempo. Ya había bastantes criaturas extrañas cerca. No podía permitirme atraer más.

La respiración de mi perseguidor, que había presenciado inmóvil todo lo sucedido se hizo cada vez más ruidosa, y por fin se mueve. Se arrodilla frente a mí y por un instante no logro ver nada salvo negrura.
"¿Qué va a hacer?"
Al instante siguiente ya no estaba, como si nunca hubiera estado allí.

Todo había vuelto a quedarse en silencio. Me levanté como pude y miré a mi alrededor. Ahora podía ver un poco mejor que antes, pero sigo sin distinguir demasiado en la negrura.
"¿Qué ha pasado? ¿Ha sido todo mi imaginación?"

Una voz apagada se oye en la distancia. Había alguien más cerca, alguien que se desplazaba tanteando las paredes como había hecho yo antes.
Entonces reparé en las letras escarlata que había en el suelo, detrás de mí.
No, no había sido mi imaginación. Todo había pasado. No sabía cómo, pero había ocurrido.

Aparté la vista de las letras rápidamente, intentando quitarme el mensaje de la cabeza, pero parecía haberse grabado a fuego en mi mente.

Sin tener nada mejor decidí probar con quien estaba tanteando las paredes. Quería creer que era solo una víctima más, que podríamos ayudarnos mutuamente para salir de este sitio, pero ya me habían pasado demasiadas cosas. No correría riesgos.

Me agaché para recoger el cuchillo del suelo, intentando apartar de mi mente el asco que sentía por él, y tratando de hacer el menor ruido posible me fui acercando hacia la figura, hasta quedar justo detrás. Luego presioné el cuchillo contra su nuca.

-¿Quién eres y que quieres? Contesta rápido-