Torreón Maciel (Archivo IV)

Recuerdo del primer mensaje :

El paseo terminó frente a un edificio de piedra azulada. En el pasado debía de haber tenido cuatro plantas, pero ahora, el edificio estaba coronado por el esqueleto de algún animal marino. El idrino se quedo mirando la estructura, bastante asombrado. Su mirada se posó en una de las cadenas rotas del puente levadizo, y supuso que si hacían de aquel lugar su refugio, habría que arreglarla de alguna manera. El norteño comprobó la estabilidad del puente, y lo atravesó a paso rápido, llegando hasta las puertas, que para su sorpresa, estaban entreabiertas.

Saren entró en el edificio el primero, y mientras recorría el corredor que daba a la planta baja observando las pintadas de los muros en silencio, sus compañeros entraron detrás de él, cerrando las puertas cuando el último miembro del grupo estuvo dentro. El idrino se encontró en una gran estancia que, debido al aire enrarecido y por la capa de polvo intacta, debía de llevar abandonada varias semanas. Una mesa grande, unas cuantas sillas, y varios sillones bastante raídos, eran el principal mobiliario de aquella planta. A un lado de la estancia había una cocina, con una pequeña encimera, un horno de leña, y varios fogones de hierro, ademas de unos armarios de madera, que supuso llenos de algunos cacharros y bastantes telarañas.

Saren dejo la cesta que llevaba en la encimera, y se encaminó a las escaleras, dispuesto a ver que había arriba. No tardó en recorrer las dos plantas superiores, bajando para informar que en la segunda había una especie de estudio con estanterías vacías y un cuarto con barreños de latón para asearse; y que en la tercera había varios cuartos comunales con unas cuantas camas de aspecto cochambroso. No había subido al piso ocupado por el gran esqueleto, pero informo de que había oído algún que otro aleteo a través del techo de la tercera planta. Había baúles y armarios en as habitaciones, pero no había mirado dentro. Un patio de suelo empedrado, en cuyo centro se alzaba la estatua de un pájaro negro con un gran reloj bastante raro a sus pies, completaba el edificio. En él, había un pozo y al fondo, varios retretes.

-Bueno, yo tengo bastante hambre, así que si adecentáis un poco esa mesa -dijo señalándola, tras informar de sus descubrimientos-, yo me pondré con la cena.

El norteño se acercó a la cocina y busco algo para encender la cocina. Encontró una pila bastante escueta, pero suficiente por el momento, de leños polvorientos, que cogió y colocó en el hueco de piedra bajo los fogones. El norteño sacó un poco de yesca, con la que prendió la madera, paradespués cerrar la pequeña puerta de hierro que protegía el fuego. Mientras la cocina se calentaba, Saren procedió a buscar varios cacharros adecuados para cocinar, y unos cuantos platos y cubiertos que dejo a mano para aquel que pusiera la mesa. Les quitó el polvo, y salió al patio a por un poco de agua.

Saren se quitó los mitones y los guardó en uno de los bolsillos del abrigo, que colgó de un gancho en la pared, para cocinar mas cómodo. Se lavó las manos con un poco del agua que había traído y se arremangó la camisola oscura. Sacó algo de carne cruda y unas verduras de las cestas, y lo limpió todo con el agua del pozo que le quedaba, mientras ponía a calentar un par de cacerolas con un poco de la propia grasilla de la carne, esperando que se derritiera. Cuando tuvo los ingredientes listos, preparó un salteado con las verduras, mientras la carne se tostaba en dados con unas pocas hojas rojizas que había encontrado en la cesta. Apartó las cacerolas del fuego, antes de que la verdura se pasara y la carne se hiciera por el centro, y preparo esta última en una bandeja, para meter el recipiente en la pequeña cavidad al lado del fuego que hacia las veces de horno.

Unos minutos después saco la carne del horno y la puso junto con las verduras en una gran fuente, mientras un sabroso olor se extendía por el edificio. El exterior de la carne estaba algo mas churruscante por el asado. En bastante poco tiempo, Saren, haciendo gala de su talento para la cocina, había preparado un plato delicioso con un aroma casero, que algunos de sus compañeros desconocían, y que venía perfecto para reponer fuerzas. Unas piezas de fruta completaban el menú.

-La cena esta lista-anunció con una sonrisa, siempre le había gustado comer bien.

Al final no pudo levantarse en la noche para sustituir a Saren, demasiado agotado como estaba por el estrés del día anterior. Se dio cuenta cuando llego finalmente el día y se encontró aun en su cama, suspirando con pesadez se levanto cogiendo sus armas y bajando directamente a por algo de agua al pozo encontrándose a Shizel ya abajo, junto a un RR despierto pidiendo comida y a Ariv.

-Buenos días- dijo de pasada, acercándose al pozo para despejarse con el agua que saco y bebiendo un poco antes de volver adentro con otro cubo lleno de agua poniéndoselo al lado al recién despierto así podrían beber quien quisiera, los de encontrándoselos a todos hambrientos- No hay mucha comida, aunque Wintel consiguió traer algo de carne- añadió acercándose a la cocina para ver la comida que tenían hasta que pudieran salir, tendría que racionarla peor aun tenia suficiente para una comida sencillita y mas o menos decente- Mmm…no soy chef ni nada similar, pero creo que podría intentar hacer algo sin incendiar nada, no prometo nada con el sabor…sería bueno tener algo caliente para variar, aunque sea para darnos energías o subirnos un poco el animo- añadió DL que no quería despertar a Saren que llevaba toda la noche encargando de RR y ademas no podían depender siempre de él para todo. Se quedo mirando los alimentos algo pensativamente por unos momentos- Solo es cocinar, no tiene mucha ciencia…¡hey¡...RR si aun tienes tu mechero, déjamelo para encender el fuego, voy a intentar cocinar…no prometo milagros ni comida tan deliciosa como la de Saren pero al menos estará caliente- pidió desde la entrada de la cocina tras coger la carne algunos frutos secos y algo de queso, iba a improvisar esperaba como mínimo no incendiar nada.

Cogiendo uno de los cuchillos y un planto grande cortando la carne en trozos más pequeños, no teniendo mucha idea de lo que hacía pero dejándose llevar simplemente por puro sentido común, trozos más pequeños, trozos más fáciles de cocinar y mas posibilidades de que todos coman. No se corto con el cuchillo por puro milagro, ni idea de cómo darle sabor a la comida sino tenían nada así que siguiendo una loca simplemente corto queso en tiras finas, cogiendo una sarten mas o menos en buen estado, colocándole en donde encendería el fuego pinchando la carne intentando ablandarla un poco ya que si no iban a quedarse sin dientes, enrollando los trozos de carne en varias tiras de queso como si hiciera rollitos extraños. Definitivamente era un desastre pero ya, al menos lo intentaba, colocando los rollitos en la sarten esperando recibir el mechero.

RR levantó la mirada para echarle una ojeada a Ariv, que le preguntaba amablemente sobre su estado, y procuró no resultar muy hiriente al contestar. Agradecía de veras el interés.

-Como si me hubieran atropellado varias veces con una apisonadora y le volaría los sesos a alguien ahora mismo por un buen trago. Gracias por preguntar… Y por cierto, ¿qué cojones es un día?

Antes de obtener respuesta, escuchó la pregunta de DL y, sin tan siquiera girarse, sacó el mechero de su bolsillo y se lo lanzó.

-Procura que me vuelva de una pieza, anda…- dijo, mientras se levantaba con cuidado, apoyándose en su ballesta en dirección a la armería. Tenía la sensación de que si no se ponía ha hacer algo enseguida, explotaría de forma muy poco higiénica.

Cuando finalmente se halló abajo, rebuscó entre la chatarra, sabedor de lo que necesitaba. Se le había ocurrido la idea antes de que aquel enorme lagarto le mordiera en los callejones, y en aquel momento no supo si iba a poder ponerlo en práctica por falta de tiempo. Ahora sabía que disponía de una buena cantidad de él.

Entre la chatarra, encontró un escudo pavés de madera, de buen tamaño pero poco pesado por el material del que estaba echo. Era completamente triangular y los ángulos estaban remachados con metal sucio y medio herrumbroso. Se lo echó al hombro y subió de nuevo hasta el salón, donde volvió a sentarse pesadamente, esta vez en el suelo.

En La parte superior del escudo dibujó una línea discontinua con un bolígrafo negro que llevaba en uno de los bolsillos de la chupa, que volvió a guardar seguidamente, formando una hendidura semejante a un mordisco liso en este. Poco después, tomó un cuchillo de cubertería con el que se suponía que debía de comer y comenzó a cortar lentamente la parte de la pieza del escudo. Aquella era sólo la primera parte, y parecía que le iba a llevar un buen rato; pero estaba claro que le iba a sobrar tiempo.

La mañana llegó y Timmy se sorprendió así mismo despertandose en la bañera. No recordaba como había llegado allí, pero desde luego era un sitio más cómodo que el suelo de la armería. Desde que había llegado a Rocavarancolia no había pasado una sola noche sobre una cama de verdad. Cada día se despertaba en un sitio diferente y cada vez más extravagante. Comenzaba a convertirse en una costumbre de lo más extraña.

Una vez se hubo desperezado, bajó a la sala principal. Allí se encontró con varios de sus compañeros.
-Buenos días-Dijo con voz algo temblorosa, debido a su timidez.

Vio como Shizel estaba jugando con una canica mientras D.L. trataba de preparar algo de comida caliente. Al ver que también Ariv se encontraba allí, Timmy se puso algo nervioso. Le sonrió de forma algo tonta y desvió rápidamente la mirada hacia el cuarto de los presentes. R.R., a pesar de estar notablemente débil, parecía recuperarse más o menos bien. La imagen del pelirrojo recordó a Timmy en qué circunstancias lo habían traído el día anterior. Si alguien tan fuerte e inteligente como R.R. había acabado así, tenía claro que alguien como él no tendría ninguna oportunidad en aquella ciudad.
En aquel momento el irlandés tomó una decisión cargada de determinación: se haría más fuerte. No sabía cuanto tiempo iba a llevarle ni como iba a hacerlo exactamente, pero lo haría. No quiso esperar a que D.L. acabara de cocinar, así que cogió una pieza de fruta que se puso en la boca, cogió otra más con la mano y salió apresuradamente hacia el patio.

Tras comerse su desayuno, observó lo que tenía ante sí. Vió un trozo de madera cuadrado tirado en un rincón. Tras observarlo, confirmó que era lo que estaba buscando. Lo cogió y lo apoyó contra una pared. Se alejó a una distancia que consideró suficiente y procedió a sacar de su zurrón algunos de los cuchillos que había cogido de la armería. Se colocó en posición, apuntó y lanzó el primero contra la tabla. El cuchillo no solo acabó desviado a la derecha, sino que ni siquiera cubrió la distancia que lo separaba de la tabla. Era patético y lo sabía, pero eso no iba a desanimarle. Cogió el siguiente cuchillo y lo lanzó con identico resultado. Tras lanzar los seis que componian el juego, fue a recogerlos uno por uno. Tras hacerlo, volvió al mismo punto en el que se había situado la primera vez y volvió a intentarlo.
-Bien, bien, pequeño Timmy. No negaré que es algo inesperado que de pronto hayas decidido ponernos las cosas más fáciles, pero... que demonios, cualquier cosa que haga más letal a ese escuchimizado cuerpo tuyo es bienvenida... jiajiajia

Un gran bostezo salió de la boca de Karime al despertarse. “Hace mucho tiempo que no dormía tan bien.” Se dijo mientras parpadeaba despertándose. La habitación se encontraba vacía y la luz entraba de lleno por la ventana. “Y tanto.” Añadió a su anterior pensamiento al darse cuenta de lo tarde que era respecto a las horas a las que se solía despertar.

Al irse a vestir, se dio cuenta del estado en el que se encontraba su ropa, sucia y un poco maltrecha por los sucesos del día anterior, al igual que ella misma, por lo que Karime decidió que ambas iban a darse un merecido baño. Rebuscando entre los baúles encontró unos calzones cortos grises. La simple imagen de dicha prenda hizo que en la cara de Karime se dibujara una mueca. “Feos.” Pero, al no encontrar nada mejor, decidió ponérselo, completando su atuendo con un trozo de sabana que cortó con una de sus espadas y se colocó bajo los pechos y al cuello a modo de sujetador, dejando a la vista todos sus tatuajes y pircings.

- ¡Buenos días, mis valientes! Mmm,… huele bien, ¿Estas cocinando?- le preguntó a DL después de entrar con su alegría habitual a la cocina.- ¡uy! ¿Y el pelirrojo? ¿Ha salido a la aventura a ver si tenía suerte y le ensartaba una de sus queridas flechas al lagartijo?- preguntó al no ver a RR en donde lo había dejado la noche anterior.- Supongo que se sentirá mejor, eso es una buena señal. Por cierto, he pensado que hoy podríamos salir a por comida otra vez.- comentó mientras se llevaba una pieza de fruta a la boca, como si lo que había pasado el día anterior para ella hubiera sido cosa del día a día.- Ya sé lo que me vais a decir, pero, tranquilos, tengo un plan.- siguió diciendo al ver las caras de sus compañeros.- Y ahora no me molestéis que me voy a bañar.- terminó diciendo a la vez que salía por la puerta del patio.

Antes de llegar al pozo, divisó a un muchacho que lanzaba cuchillos contra una tabla. Karime creía haberlo visto de pasada por el torreón y sabía que los que conocía no eran los únicos que vivían en él, pero nunca había intercambiado palabras con el pequeño.

- ¡Hola, guapo! Creo que no nos han presentado. Yo soy Karime, de Libo. ¿Y tu cómo te llamas, Ricitos?- le preguntó la libense alegremente mientras con una mano le revolvía el pelo. Cuando el pequeño le contestó, ella miró sus cuchillos y chasqueó la lengua.- ¡Vaya! Parece que no se te da muy bien. Bueno, ya que voy a enseñar a Ariv a usarlos también te puedo enseñar a ti si quieres, no es difícil. Pero si mi alumna favorita es ella no me juzgues, ¿eh? Es la educación que me han dado.- bromeó mientras cogía un cubo de agua y volvía a entrar al torreón.

"Nada", fue la lacónica respuesta que acudió a la mente de Shizel al oír la pregunta de RR. Casi se puso a aplaudir de contento cuando DL anunció sus intenciones de cocinar. "Dale el mechero, dáselo, dáselo", pensó impaciente. Siguió jugueteando con las canicas como si nada, aparentemente concentrado pero sin perder ripio de los pasos que seguía el foner. Saludó a Ariv y Timmy distraídamente cuando los vio bajar. No se le escapó la mirada de reojo que dirigió el segundo a la primera, pero el chaval era asustadizo y pronto se retiró así que no le dio más importancia. El inquebrantable buen humor de Karime le hizo esbozar una sonrisa pero escuchó con escepticismo el anuncio de la libense acerca de un plan para salir. Estaba bien que fuese optimista, pero salir con un contingente reducido era un riesgo.
Suspiró. Para qué engañarse, si no salían a por comida ese día se verían obligados a ello al siguiente, y dudaba que para entonces la situación hubiese sufrido un cambio radical. Si de verdad iban a quedarse durante un año entero en aquel torreón ruinoso, y empezaba a hacerse a la idea de ello, cuanto antes empezaran a hacer acopio mejor.
-Te escuchamos cuando vuelvas, superviviente- dijo en tono divertido cuando ésta volvió del patio-. Pero ten en cuenta que la mitad de la tropa está dormida y la otra mitad no está para muchos trotes, así que espero que no tengas en mente más que una excursión relámpago.

Su subida al piso de arriba le recordó algo a Shizel.
-Por cierto, como el señor de arriba no despierte y coma pronto vamos a tener un problema- señaló mientras estudiaba disimuladamente las evoluciones de DL entre los fogones. “Luego se nos muere y las culpas me caen a mí por no cuidarlo bien”, pensó-. Ni se ha movido estas dos noches, y no vamos a alimentarle a base de agua eternamente. Una sopa igual estaría bien...- propuso, ya en tono más dubitativo.

Se percató de que RR trasteaba con algo en una esquina, pero no alcanzó a distinguir qué era.
"A ver si cuando termine con el bricolaje apaña una trampa de las suyas para la puerta o algo", se le ocurrió. Durante toda la vuelta de Letargo el día anterior no le había abandonado la paranoia de que algo no dejaba de seguirles, y teniendo en cuenta que el puente estaba roto cada vez se le antojaba algo menos superfluo.
-¿Os parece si hoy vamos haciendo habitable este torreón?- preguntó en general-. Habitable de verdad, quiero decir, por dentro y por fuera y sin limitarnos a quitar el polvo por donde vamos a pasar. Pensad que vamos a vivir aquí durante una temporada y no es algo provisional: y lo siento pero tal y como está esto parece un trastero. Saren se encontró el otro día con una caja de trastos donde debería haber armas...- hizo un gesto de cabeza hacia el idrino felizmente dormido en (de nuevo, SU) sofá-. Igual hay cosas útiles que vale la pena saber que tenemos, y asegurar este sitio contra lo que nos pueda venir nunca está de más- se encogió de hombros. Se refería concretamente al malhadado puente levadizo, cuyos mandos sospechaba que se hallaban en alguna parte del torreón. No era ingeniero y tampoco creía que los demás lo fuesen, pero de momento se daba por contento con empezar a poner aquel lugar en funcionamiento.

Nada más recibir el mechero, DL encendió el fuego para poder cocinar esa comida improvisada, aunque la verdad al punto que iba nadie comería, el tal Timmy entro por algo de comer y luego se fue a alguna parte y Karime repitió el gesto. Observo atento la carne con queso cuidando que no se quemara, con cierta duda. “Falta algo…aunque ¿el qué?” pensó confundido, definitivamente su conocimiento sobre cocinar eran casi nulos. “Ah, ya se… ¡las verduras!” Se acerco a la cesta sin dejar de mirar el fuego cogiendo un par de verduras, apartando un poco la sarten del fuego para que no se quemara la carne mientras cortaba las verduras con mirada fija.

-¡Auch, demonios!- exclamo al cortarse un dedo ligeramente mirando algo mal al cuchillo, por suerte lo había limpiado a conciencia antes de comenzar a cortar la comida. Consiguió cortar la verdura y la echa en la sarten junto a la carne, eso sí estuvo a punto de quedarse sin dedos en una que otra ocasión, ni idea de lo que hacía pero al menos empezaba hacer un buen olor, moviendo el contenido de la sarten para que no se le quemara la comida. Atento en lo que estaba escucho las palabras de Shizel, pensativamente moviendo el contenido de la sarten asegurándose que nos e quemara- Es cierto, deberíamos darle algo d comer…algo menos solido…uhm….veamos si puedo hacer algo…- dijo DL pensativo alejando la sarten del fuego y saliendo rápido afuera por el cubo de agua que había dejado en la mesa, volviendo a la cocina volviendo a poner la sarten al fuego, cogiendo agua en un recipiente parte y con cierta confusión que le duro momentáneamente, decidió triturar un par de frutos secos hasta casi dejarlos convertido en polvo y en machacar algunos tallos de esa hierba rojiza que olía tan peculiar, esperaba no envenenar a nadie, echando esta en el cuenco con agua y un poco en la carne.

-Oíd, si os moris por mi culpa, disculpad…no he cocinado en mi jodida vida y no sé qué demonios hago- dijo algo frustrado, por ahora la comida parecía comestible pero no andaba tan seguro. Terminando de hacer ese caldo o lo que fuese para el tullido y removiendo bien con una cuchara la carne con las verduras, aunque se le había quemado un poco, oh bueno, ni que fuese experto- Creo que ya esta….espero- dijo quitando al sarten y poniendo el cuenco con el caldo cerca del fuego para calentarlo un poco, cosa que se hizo relativamente pronto- Bueno la comida esta lista…la nuestra y la del tullido- dijo saliendo a la sala donde estaba la mesa, devolviendole el mechero a RR que estaba haciendo vete tú a saber qué. Llevo la sarten a la mesa y cogió un plato de la cocina para volver a la mesa el había cocinado, que comiera quien quisiera, al menos olía bien ya el sabor no lo tenía muy claro.

Timmy se sorprendió al ver aparecer a aquella extraña joven. Hasta ahora no la había visto más que de pasada y no conocía ni su nombre.
Se asustó un poco cuando ésta le empezó a mover el pelo y a preguntarle su nombre. Ella se había identificado como Karime, de Libo, por lo que Timmy, a pesar de todo, vio necesario hacer lo propio.
-Me... me llamo Timothy, pe... pero todos me llaman Timmy. Soy de la Tierra.

Tras escuchar su respuesta, la joven apreció lo poco versado que estaba en las técnicas de combate y se ofreció amablemente a adiestrarle junto a Ariv, aunque hizo incapié en que sería ella su alumna principal.
-Vaya, ¿lo dices en serio? ¿De verdad me ayudarías? ¡Gracias!-Le respondió el pequeño con una gran sonrisa y lágrimas en los ojos.

Acto seguido la joven cogió un cubo y volvió a entrar en el torreón.
-Vaya vaya... esto si que no me lo esperaba. ¡Si hasta has hecho amigos! Quien nos lo iba a decir... ademas esta tal K me parece interesante... desde luego tiene más caracter que la mayoria de las almas en pena que pueblan este maldito torreón.

-Por favor, déjame en paz. No quiero que lo estropees. Por favor, no lo hagas... -Se dijo para sus adentros.

-Oh, tranquilo, pequeño niño... no pienso mover un solo dedo. Por ahora.... ¡jia!.

Tras esto, Timmy corrió al pozo, sacó un poco de agua y se la echó por la cara. Una vez calmado, volvió a lanzar los cuchillos una vez más y, tras ver su fracaso, decidió recogerlos y entrar de nuevo en la sala principal.

Susurros se volvieron voces despertándome. Aquel sillón parecía de metal, me dolía todos y cada uno de mis huesos. “wuaaa” me quejé al levantarme como si de un tullido me tratara para paso seguido desperezarme y escuchar miles de crujidos, que me inundaban de un extraño placer.


“Buenos días-dije a los presentes con voz de dormido”


Me dirigí al patio a tomar un poco el aire fresco de la mañana. Estaba K recogiendo agua del pozo y el pequeño Timmy practicando con sus cuchillos.


La stirges también estaban despiertas, y danzando en las alturas, manchando el claro cielo con su negrura e acompañándolo con su caracteristicos cantos.


Una pluma cayó del cielo suavemente delante de mía, me encantaban. No veía aquellas aves como algo malo en el torreón, pensaba que le daban un cierto toque majestuoso y me molestaba que algunos de mis compañeros la llamaran “bichos” o propusieran echarlas del torreón. Aunque me alegrara de que fueran tantísimas, el número era lo que las hacía peligrosas. Incluso nuestros mejores guerreros caerían muertos si intentaran expulsarlas, debía de ser una muerte terrible, ser engullido por un oscuro torbellino enfurecido de afilados picos.


Mientras me dedique a rebuscar por todo el patio sus plumas, descartando las que estaban muy estropeadas o llenas de excrementos. Cuando tuve un número considerable de ellas, las olí, tenían un olor extrañamente rancio pero no me resultaba desagradable.


Me senté sobre una roca, que parecía haber formado parte de la planta superior del torreón tiempo atrás. Por un momento me olvide de todo y me puse a jugar con las plumas.


Cerré el puño y entre las hendiduras de los dedos introducía plumas haciendo una especie de abanico, comprobé que exactamente funcionaba como abanico, me puse a imitar los graznidos de las stirges mientras me abanicaba y reía.


“Gruaak gruaak…”


Una vez cansado me di cuenta de que no quería perder aquellas plumas pero que no tenía un lugar donde guardarlas, así que deje todas las plumas en un montoncito al resguardo de la gran piedra y fui casi corriendo adentro en busca de algo para guardarlas.


Buscando en el torreón encontré un polvoriento cofre más o menos de tamaño mediano en la habitación, lleno de algunas cosas oxidadas que parecían abalorios, como pendientes y algunas cadenas.


Lo cogí y mientras bajaba de nuevo al patio le quitaba las pelusas y las telas de araña con una mano mientras lo sujetaba con la otra apoyándolo en el cuerpo.


Tire la mayoría de las cosas oxidadas dentro del cajón y solo deje algunas que me parecieron bonitas aunque estuvieran deterioradas, guarde las plumas ordenadamente y también guarde el libro de la librería sobre las plumas, casi encajaba el libro en aquel cofre.


Después llevé el cofre a mi habitación y lo guarde debajo de la cama, cuando terminé volví a bajar a la sala principal con los demás, que parecían hablar de volver a salir a por comida.

RR finalmente terminó de serrar la parte superior del escudo, así que comenzó con la segunda parte de la operación, retirando una porción cuadrada del interior, como si le estuviera haciendo una ventanita. Comió distraídamente la comida que había traído DL, sin prestarle mucha atención. Los foner regeneran de forma sorprendente su sistema nervioso, con lo que no se puede decir que hubiera matado a sus papilas gustativas hacía mucho tiempo. Pero lo que sí era cierto es que cuando uno se dedica a comer cada día de su jodida vida esa bazofia pastosa e insípida que gustaban en llamar raciones (cuando no tenía que conseguirse comida en las alcantarillas), ya nada le sorprende.

-¿Vais a salir ahí fuera… sin mí? Vaya, joder, me voy a quedar sin diversión por un tiempo. Aunque ahora tengo unos cuantos planes para los que necesito tiempo, con lo que esto no me viene del todo mal, pero no os acostumbréis, carbonazos… Ah, a todo esto, ¿Cuándo demonios podré volver a moverme como una persona normal?

Cuando finalmente terminó de hacer el trabajo, unió la pieza cuadrada con el resto del escudo haciendo uso de una de las bisagras que había conseguido de las puertas de las mazmorras y pegando el cerrojo para poder asegurarla de forma adecuada y que no se quedara abierta y bailando.

Sopesó su nueva creación con ojo crítico, mirándolo desde distintos ángulos, hasta que finalmente se lo echó al hombro y salió al paito, ayudándose de la ballesta como bastón, hasta llegar al patio, dónde el pequeño Timmy estaba practicando con los cuchillos. Camino hasta llegar a su lado y observó la diana improvisada, aparentemente absorto. Tras unos segundos de quietud, cargó la ballesta y descolgó el escudo, clavándolo por su arista metálica inferior en el suelo. Apoyó la ballesta en la hendidura superior que se había fabricado, e hincó la rodilla en tierra para quedar cubierto por la madera. Seguidamente, abrió la portezuela y miró a través de esta el mundo que se extendía tras su pequeña trinchera portátil. Era pequeña, lo suficiente como para que fuera relativamente difícil colar un proyectil por ella, además de que así había sido más fácil de operar), pero lo suficientemente grande como para apuntar con relativa comodidad. Se tomó unos segundos apuntando, y finalmente disparó. El sonido de la saeta cortando el viento aún no había desaparecido completamente de sus oídos cuando la vio calvándose firmemente en la madera.

-Bien…- comentó en tono un poco cascado, mientras se levantaba de nuevo, recogiendo los bártulos.- Parece que funciona.

Recogió su flecha y volvió al interior del torreón, intentando no estorbar a la pareja que entrenaba y dicho sea de paso, escapando de aquel agobiante cielo abierto, para ir a parar al salón, dónde aún estaba aquella gente.

-Shizel… ¿qué trastos encontró Saren en la armería?- preguntó de repente, recordando las palabras del idrino. Su adormilamiento a causa del tratamiento y de todas las horas de más que estaba durmiendo habían evitado que saliera a la luz su síndrome de Diógenes al escuchar aquel comentario, pero además tenía otra corazonada interesante.

¿Cómo de atrasadas podían ser las civilizaciones de aquellos extraños tipos de pelo y ojos incongruentes? Sabía con certeza meridiana que sus sociedades albergaban todo tipo de costumbres extrañas, pero no sabía nada a cerca de lo tecnológico. ¿Sabrían lo que era un arma de fuego? Quizás hubieran encontrado un rifle o un artefacto por el estilo y lo hubieran confundido con una escoba metálica o algún tipo de chorrada por el estilo. No se hacía muchas ilusiones, pero con un poco de suerte encontraría algo de armamento al que fuera más afín. Rudimentario, sí, pero más interesante que aquel chisme de cuerda que llevaba a la espalda a todas horas. Incluso podría intentar complementar su uso. Había que reconocer que era silencioso y relativamente potente y preciso, además estaba pillándole cariño a aquella cosa.

-Te traeremos una piedra de la plaza de recuerdo- contestó a RR-. Y para lo de moverse habría que mirar en el libro de Wintel, pero teniendo en cuenta que no paras quieto no creo que tardes mucho...
Olisqueó el plato de DL con desconfianza."No hace falta que lo jures", pensó ante la disculpa del foner, ignorando convenientemente que si hubiese estado él frente a los fogones el resultado probablemente habría salido peor, o no habría salido en absoluto.
"Huele raro. Agrio", arrugó la nariz mentalmente. No sabía si se debía a alguno de los ingredientes o a las habilidades de DL en general, pero no le despertaba especialmente las ansias de comer. Decidió darle un muerdo después, cuando se le hubiera encendido más el apetito.
-Yo se lo subo- dijo para que aquello no supusiese una falta de educación flagrante, aunque sospechaba que cada vez iba a poder relajarse más a aquel respecto. Cuando bajó tras llevarle el caldo a YR se dio cuenta de que Wintel también se había despertado, y le saludó por cortesía.
-Cristales y baratijas- informó a RR cuando oyó su pregunta-. ya me dirás qué pinta eso en una armería. Saren estaba convencido de que hacían magia- ¿sabrían sus compañeros qué significaba aquel concepto?, pasó fugazmente por su mente, pero se limitó a continuar; si tenían curiosidad ya harían preguntas-, y he encontrado referencias a ella en lo que he leído, pero si esta ciudad la tuviera no se estaría cayendo a pedazos- hizo un gesto disciplente-. De todas formas no pudimos comprobar nada; en ese momento tocaron unas personas raras a la puerta trayendo a un pelirrojo herido a cuestas- frunció el ceño como si de verdad le costara trabajo recordar el incidente-. El cofre debe estar por alguna parte, pero de momento el único que lo sabe está muerto para el mundo- se encogió de hombros.

Karime se relajó sumergida en el agua junto a su ropa. Miró los calzones y el trozo de tela que usaba a modo de sujetador que descansaban en el suelo esperando a que ella se vistiera con ellos. Chasqueó la lengua molesta. “Si lo hubiera sabido, me hubiera traído más ropa. La de aquí no me gusta.” Se dijo, mientras miraba sus tatuajes distraídamente. El agua de la bañera le devolvió su reflejo levemente. “Si lo hubiera sabido, me hubiera traído maquillaje.” Dijo golpeando su reflejo. Odiaba verse como una niña pequeña y débil.

Tras secarse y vestirse con la ropa encontrada, tendió su ropa malamente en una silla de su habitación y bajó a la cocina donde saludó a todos antes de ponerse a comer lo cocinado por DL. “No es un manjar, pero para hoy sirve.” Se dijo al probarlo.

- Bien, muchachos, preparaos, en unos minutos salimos a por comida de nuevo.- dijo enérgicamente al terminar de comer.- Vosotros tranquilos, os contaré mi plan.- contó antes de que alguien pudiera replicarle.- La verdad es que no tiene mucho misterio. La clave es el cebo. Dos entraran a la plaza por una callejuela y harán de cebo del bicho para que les persiga, mientras el resto coge las cestas y las lleva rápidamente al torreón. Siendo dos personas el cebo, no creo que sea muy difícil despistar por las callejuelas al lagarto, aunque seguramente tarden en volver una o dos horas. Tres si soy yo, mi orientación es pésima.- les explicó.- Soy consciente de que no muchos os ofreceréis alegremente para ser cebo, por lo que una de ellos seré yo. Pero ya lo digo, tienen que ser dos.

Al menos pudieron comer algo caliente, los que lo hicieron claro. DL no presto mucha atención a eso, aunque sí que escucho lo del comentario de Shizel sobre los cristales que Saren había encontrado y la mención de la “magia”, que lo dejo algo desconcertado, mas tarde tendría que preguntar a Saren al respecto cuando despertase. No tenía mucha idea de magia, en su mundo eso era bastante escaso, pero ya esas alturas que existieran magia en ese lugar ni le sorprendía. No tardo mucho en terminar de comer, viendo a Karime bajar, comer algo y plantearles su plan.

-No es mala idea, eso en el caso de que nuestro amigo escamoso ama pelirrojos siga allí afuera, lo cual no es seguro - respondió DL observándola, miro a los demás detenidamente. Karime tenía razón en eso que era mejor despistarlo. Se sentí un poco fuera de lugar aunque no sabía muy bien él por qué, ya estaba sintiéndose así desde el día anterior, como si no fuera útil ni para si mismo, cosa que le fastidiaba. Pero por suerte la coherencia podía más que su fastidio- Yo iré por las cestas K, no me fío de lo que haya en la ciudad, ¿Quién nos dice que mientras los cebos entretienen al lagarto, no aparezca otro o algún otra criatura y ataque a los que van por las cestas? Es mejor asegurarse...-añadió sin esperar en realidad recibir respuesta, lo mejor era ver siempre todas las probabilidades siendo que estaban en un entorno desconocido, que podía ser tranquilo un segundo y hostil al siguiente. Se le empezaba a pegar la paranoia de RR, aunque con razones evidentes, si hasta él neurótico como era fue atacado, era mejor no fiarse cuando salieran fuera del torreón.

-Luego cuando volvamos deberíamos hacer lo que Shizel no para de mencionar, arreglar el puente…- añadió mirando al resto cogiendo su katana que había dejado sobre la mesa para seguir a K, recordando lo que dijo este de su falta de orientación- Y pienso que sería bueno preguntarle a Saren sobre lo de esos cristales…no sé, pero si hay magia en este mundo, por loco que suene, tal vez podemos encontrar algún modo para usarlo en nuestro beneficio –dijo encogiéndose ligeramente de hombros, desconfiaba de la magia obviamente ya que no era algo fuera muy común en su mundo, pero si esta podía ayudarlos a sobrevivir en esa ciudad, bienvenida fuera.

Poco a poco, todos los habitantes del torreón se fueron levantando. El primero fue DL, y luego llegó Timmy. Ariv lo miró con el ceño fruncido, intentando recordar su nombre. No estaba segura de si se lo habían presentado… El chico parecía un poco nervioso, así que le sonrió amablemente. Poco después, Karime, su amiga, bajó también, y propuso volver a salir antes de ir a darse un baño. Ariv agachó la mirada. No estaba segura de si volver a por comida era una buena idea, a pesar de todo.
Mientras DL trataba de cocinar un poco, llegó Wintel, que los saludó a todos, adormilado. La niña, sin abrir la boca, iba escuchando lo que decían todos sus compañeros, atenta. Shizel había indicado que estaría bien hacer un poco habitable el torreón. Ariv asintió con la cabeza, aunque aquel lugar le parecía lo suficientemente acogedor. Teniendo en cuenta que los primeros días había vivido en una casa medio derruida, aquel lugar cumplía todas sus expectativas. ¡Pero bueno, siempre se podía mejorar!
- ¡Estoy de acuerdo! – exclamó, dispuesta a ponerse a trabajar. Quizás aquello hiciese cambiar de opinión a los demás respecto a la salida…
En el momento en que RR preguntó a Shizel qué había encontrado Saren en la armería, Ariv se volvió hacia ellos con curiosidad. Ladeó la cabeza y escuchó. ¿Magia? ¿Magia en aquella ciudad? Bueno, si se paraba a pensarlo, la idea no parecía tan descabellada… Aun así, se sorprendió.
“Si la hay… Si la hay, ¿podré practicar?”, se preguntó. Ilusionada, esbozó una sonrisa. Si se lo proponía y de verdad la magia existía, estaba segura de poder hacer algo.
Sin embargo, su alegría duró poco. Karime volvió de darse un baño y procedió a explicar su plan. A simple vista, parecía sencillo, pero Ariv sabía que las cosas no resultarían tan fáciles. K hablaba como si lo tuviera todo medido a la perfección. A pesar de su determinación, no estaba tan segura de que fuera a salir bien… La última vez que habían salido, RR había vuelto envenenado.
“¡No te comportes así!”, le dijo una voz en su cabeza. “¡Esa no eres tú! Tienes que ser valiente”.
Como para infundirse un poco de seguridad, asintió con energía.
- Yo… yo me oriento bien – musitó. Sabía que no dejarían que fuese uno de los cebos, pero si pudiera ayudar a los que se encargaran de ese trabajo de alguna forma…
Parecía que habría que dejar lo de arreglar el torreón y el asunto de los cristales para más tarde.

Escuche con atención el plan de Karime, cuando terminó no puedo evitar opinar, hablando de repente como si hubiera saltado de un agujero:


“Con todos mis respetos K, tu plan me parece bien para un día o para dos como mucho-dije andando de un lado para otro-no podemos arriesgarnos de tal manera, cada vez que tengamos que ir a por comida, así solo conseguiremos ir cayendo uno por uno, poco a poco engordando a esa bestia verde como a un animal de corral- dije nervioso gesticulando exageradamente con las manos-somos muchos-dije calmándome- esa cosa es solo una y sabemos que esta allí esperándonos, él nos sorprendió el otro día ¿por qué no los sorprendemos nosotros este?- dije mirando a todos los presentes, terminando en le pelirrojo-Pero en estos momentos no estamos en condiciones, además no es por menospreciar a los demás pero creo que todo iría mejor con RR al 100% de sus posibilidades… por eso mismo sigamos tu plan solo hasta que RR se recupere luego podremos darle su merecido a esa cosa si trabajamos todos juntos, suponiendo que seguimos con vida, claro-termine sonriendo y acercándome a R.R- RR no he podido evitar observar que se te da bien tratar con esos artilugios-dije mirando su ballesta- ¿crees que podrías construir una lo suficientemente grande para utilizar esto como proyectil?-pregunte poniendo mi lanza con cuidado sobre su regazo- consíguelo amigo y podrás vengarte de esa bestia, si aceptas te ayudaré en todo lo que me pidas, sin dudar y sin preguntar simplemente haré lo que me pidas-me volví a K de nuevo- yo seré el otro cebo, no podría cargar con una de esas cajas yo solo ni aunque quisiera, pero si puedo correr, así que cuando quieras salimos, os espero en el patio-dije yéndome para afuera-”


Una vez afuera me senté en la roca mirando como volaban en las alturas las stirges, mentalizándome que luego tendría que correr por mi vida.

Shizel asintió satisfecho cuando DL mencionó lo de arreglar el puente. "Por fin", canturreó internamente. "Qué obtusa es esta gente para las indirectas."
Oyó el plan de K en silencio. "Precario", fue la primera palabra que se le vino a la mente, y que no pudo quitarse de la cabeza durante toda la exposición de la libense. Hablaba como si el lagarto también fuese a seguir alegremente sus planes.

DL había dicho sin tapujos que prefería no arriesgarse y estar en la retaguardia, y Shizel se veía muy tentado a hacer lo mismo. Sin embargo lo pensó un poco y se dio cuenta de que en el caso de verse perseguido, tener que cargar con la comida podía ser una desventaja importante en caso de salir las cosas mal. Si se hallaba libre confiaba lo suficiente en su velocidad para tomar la ruta más corta a lo largo de los callejones y volver a Maciel dejándole el trabajo al resto de cebos: si se hallaba cargando con cestas y el lagarto prefería tomar el camino imprevisto no dudaba de que se hallaría en el equipo perdedor; y prefería que otros ocuparan ese puesto.

-A mí tampoco me importa hacer de cebo si se da el caso- alzó la voz-. Pero ten en cuenta que si tú fueras un lagarto gigante probablemente te serían más apetitosas unas presas que van lentamente a cuestas con un montón de comida que unas que corretean fuera de tu alcance- señaló-. Así que en lugar de ir todos a la vez, creo que es mejor que esos cebos se aseguren de haberlo llevado a buena distancia de la plaza antes de que los demás se arriesguen a salir a campo abierto a por las cestas.

Se sorprendió cuando Wintel, hasta el momento bastante desapegado al grupo, expresó su parecer bastante elocuentemente. El nublino era un manojo de nervios y mirarle era un dolor de cabeza para interpretar todos esos ademanes a la vez; por suerte luego pareció tranquilizarse. Sin embargo las últimas palabras de su discurso empezaron a tomar pronto un cariz que le molestó.

A su lado K ya había empezado a fruncir el ceño, pero Shizel se le adelantó y aplaudió sarcásticamente.
-Bravo, encerrémonos en el torreón porque nuestro valiente líder elegido de la nada está malito- hizo un gesto vago de disculpa en dirección a RR: "No va por ti, hombre"-. Me parece muy bien que quieras depender de él para todo, pero estás sacando las cosas de quicio. No se trata de "darle su merecido" a nadie; se trata de coger la comida y salir pitando. Si quieres ir en plan suicida desde luego que necesitamos al batallón al completo, pero creo que para hacer una incursión con cautela no necesitamos que papá RR nos lleve de la mano, ¿o sí?- terminó con un leve sonsonete de burla.

Algo más relajado, le pidió a Ariv:
-Si de verdad te orientas bien, ¿te verías capaz de trazar más tarde un mapa de los callejones o algo parecido? No tiene por qué ser una filigrana, pero al menos para que la próxima vez el Alfiletero se nos pierda hora y media en lugar de tres- dedicó una sonrisa en dirección a la aludida.

Animado ante la perspectiva de poder rapiñar el primero lo más rico de las nuevas cestas, salió dejando el plato de comida sin tocar de momento.

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Cuando Timmy hubo entrado de nuevo en la sala principal se encontró con el resto del grupo debatiendo sobre el plan a seguir en la próxima salida a por comida.
Hablaban de utilizar cebos para distraer a los posibles depredadores, una idea que a Timmy le pareció espantosa. No obstante, de pronto se encontró a si mismo hablando hacia el resto, pero no sabía por qué.
-Voy con vosotros. Es decir, si no os importa... Se que no seré de mucha ayuda, pero quisiera hacer lo que esté en mi mano por colaborar. Además, quizás me sirva para hacerme un poco mas fuerte.

Una vez más, oyó en su cabeza aquella horrible voz.
-Eso, pequeño Timothy, ve con ellos. Es hora de probar de que estás hecho y, sobre todo, es hora de ver si conseguimos una buena oportunidad de probar nuestros nuevos juguetes. ¡Jia jia jia!.

Timmy intentó controlarlo. Cada vez odiaba más aquella voz. Aunque dijera lo contrario, no era su amigo. Nunca lo había sido. Le daba miedo lo que pudiera llegar a hacerle. Pero lo que temía aún más es lo que pudiera hacerle al resto.

Cuando se hubo tranquilizado, salió detrás de Shizel.


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Vio como finalmente se ponían todos de acuerdo para salir, aunque era obvio que ninguno quería estar en el punto de mira del lagarto, casi todos estaban escogiendo la opción de ser el cebo, DL ya se veía solo cargando las cestas.

-Dudo poder cargar todo solo, que conste, necesito una mano libre...por si al lagarto le da por preferir comerse solo a los foner-dejo caer con cierta ironía, sinceramente no le importaba mucho quien le ayudara pero que lo hiciera, porque sino mínimo tendría que dar dos vueltas. Saliendo detrás de Shizel con la katana desenvainada, no fiándose demasiado, esperaba que su 'amigable' compañero escamosos se fuera tras los cebos porque sino costaría cargar las cestas hasta el torreón con un veloz lagarto persiguiéndolo. Solo esperaba que si aparecía solo apareciera el y no con otros seres de compañía.

Saliendo tras el resto, esperando que pudiera entretener al reptil antes de correr hacia las cestas.

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