Torreón Letargo (Archivo III)

Alder quería haberse ido, pero se quedó y escuchó. Y le costó mantener cualquier tipo de mirada, porque lo que oía era a la vez reconfortante y doloroso.
- Nosotras también te apreciamos.- dijo con las primeras lágrimas cayendole por las mejillas.
hizo un amago extraño, como siquisiese hacer o decir algo más, y subió a toda prisa por las escaleras.
Agradeció que Yrio hubiera rechazado dormir con Seon, porque en cuanto llegó se aferró a ella, hundió el rostro y se echó a llorar. Se lo permitió, por esa vez. 
Seon se sorprendió pero no dijo nada. La abrazó, las cubrió con la sabana, y dejo que se calmase. Y no hubo explicaciones ni preguntas.
Al caer la noche empezó a llover, y el ruido de la lluvia terminó de darles la paz suficiente para dormir.

Suspiro cuando su respuesta llega, aunque acompañada de lágrimas <<¿Y ahora qué hago?>> pero no digo ni hago nada excepto esbozar una ligera sonrisa, relajarme y alegrarme momentáneamente <<No las he perdido... menos mal>> Después se va escaleras arriba
-¡Buenas noches!
Finalmente me quedo solo, y, en vistas del cercano anochecer, recojo rápidamente el salón y la cocina.

Hecho esto, me aseguro de que el puente esté arriba y de que esté todo cerrado según voy subiendo al dormitorio <<Como me duerma en las escaleras mañana no será divertido>> y, por fin, llego a mi cama. Me apresuro, desnudo y meto bajo las sábanas, harto de quedarme dormido por el torreón y no en el colchón. <<A ver si mañana no se queda esto en palabras y pasa a hechos>> pienso, optimista aunque no lo parezca, antes de dormirme por malditas causas naturales

Me desperté tal como me había echado en la cama, sin embargo al moverme había algo que no cuadraba, me picaban los brazos, miré y vi hormigas. <<¿Qué cojones? ¿Acaso todos los bichos van a venir a mi?>>. Me levanté a toda prisa y sacudí los brazos para quitármelas de encima, sin darme cuenta de que estaba totalmente desnudo. Cuando fui consciente de este hecho tomé los calzones y me los puse con rapidez, aún estaban algo húmedos, pero para lo que iba a hacer no importaba. Me puse también los pantalones y bajé al salón. Saludé diligentemente a los que ya se habían levantado y salí por la puerta del patio.

La lluvia me golpeó en el rostro, fría y húmeda, reconfortándome, el pelo me cayó sobre el rostro, alcé la mirada al cielo cerrando los ojos para sentir el morder del agua sobre mi cuerpo. El agua se deslizaba por mi rostro y al que estuviera observando le parecería que lloraba. Nada más lejos de la realidad, pues hacía meses que no veía la lluvia y se la echaba de menos. Vi unas piedrecitas en el suelo y se me ocurrió una idea.

Unos minutos después de esto comencé a cargar cubos de agua y llevarlos a la bañera, cuando estuvo llena calenté el agua con un hechizo térmico hasta que comenzó a soltar humillo, acto seguido me metí en la bañera. 

-Dios que bien un capricho de vez en cuando.- dije con un suspiro de satisfacción.

Cuando el agua perdió algo de temperatura salí y apliqué a mis ropas otro hechizo térmico hasta hacer desaparecer el agua. <<Por un día que haga un gasto mágico para mi no pasa nada>>. Me vestí y bajé para tomar el desayuno que consistió en fruta y algo de carne fría.

Luego de esto me fui al salón y dije:

-Ey, ¿alguien quiere jugar al tres en raya?,- dije sacando las piedras del interior del bolsillo.

Tap se despertó con el sonido de la lluvia. Por suerte recordaba dónde se había fabricado la nueva cama y no hubo riesgo de caídas estúpidas. <<No soy como Pablo>>. Pensó, recordando las numerosas veces que este se había caído de la suya y obviando el detalle de que era porque solía morderle.

El goteo constante era relajador, sonaba como un premio para Letargo por el nuevo régimen de paz regulera. Así, el repoblador, asomó la cabeza y los brazos superiores y se agarró con desgana al borde del calcetín. En el bosque llovía muy a menudo y en cantidades mayores, por lo que estos pequeños placeres se convertían en grandes riesgos. Pero esto no era el bosque, Tap lo había aprendido a base de errores, y si bien era cierto que había cosas muchísimo más peligrosas en Rocavarancolia, la lluvia en concreto le pareció más mansa.

Tardó su buena media hora en saltar del calcetín al colchón y del colchón al suelo y fue solo para encontrar otra distracción: un puñado de hormigas. Se movían en fila india desde la cama de Stefan hacia la ventana, agitando las antenas de una manera que al repoblador le pareció graciosa. Verlas tan coordinadas le hizo pensar en letargo. <<Deberíamos aprender de ellas>>. Dedicó otra buena media hora a observarlas, desplazando a alguna de ellas de la fila solo para ver como se alborotaban todas antes de volver a la formación o poniéndoles pequeños obstáculos salvables.

Cuando se aburrió de ellas, acabó saliendo al patio. Los gigantes que se habían despertado estaban dentro todos, por culpa de la lluvia, y por esa misma razón, la ausencia de Thras practicando sus bailes marciales no fue tan obvia. Tap saltó de la enredadera a la tierra húmeda desde una altura mayor a la que debería y tuvo que pelearse con el barro para poder desatascar una pierna, que le había quedado encallada. Después, arrancó un par de hojas de las plantas del huerto para protegerse de la lluvia y fue esquivando más barro y algunos charcos hasta llegar a la parte donde los gigantes solían entrenar. Allí el suelo era más compacto y el repoblador sabía que no se ahogaría en arenas movedizas.

Se sentó en el suelo y se recostó contra la pared, resguardándose de la lluvia con las hojas.

Alder fue quien despertó a Seon, plantandole un sonoro beso en la mejilla.

- ¿desayunamos?


La primera reacción de Seon fue asentir con los ojos a medio abrir, y luego dedicarle una mirada tintada de preocupación y confusión. Recibió una sonrisa de esas que se sacan cuando acabas de recuperarte y vas a intentar volver a tu actitud de siempre, y actuó en consecuencia: sonrió de vuelta,  le besó en los labios, y se levantó para ir hacia la cocina.
Después de los llantos del día anterior, ambas parecían muy tranquilas. Seon calentó con magia syv y se lo pasó a su pareja. Luego fue a revisar a todos los heridos por la explosión, incluido Serokrai, que estaba mucho mejor, pero que trataba de rascarse la piel después de ser curado.
- Sero, si te rascas empeorarás las heridas.
Y lo mejor de todo, llovia. Llovia como hacia tiempo que las sinhadres no veían llover. Sin fuerza de tormenta, pero continuo y denso. Y el olor a tierra mojada recordaba a cosas de su hogar, y al bosque en la estación mojada.  

- Solo dime como se hace.- respondió a Stefan una Alder que chorreaba agua.  Había salido fuera y estaba sonriendo. Sacudió la cabeza para deshacerse del agua que tenía sobre el pelo, mojando a Stefan y a todo lo que estuviera en un radio de metro y medio.

Madrugué, como siempre, aunque esta vez había un ruido nada normal en la ciudad. Algo repiqueteaba contra las almenas y las ventanas, así que tal como estaba me acerqué a la trampilla y, con la cimitarra en una mano, abrí con la otra. La sorpresa fue mayúscula cuando las gotas de agua me impactaron en la cara, frías, haciendo que saltase hacia atrás como si fueran ácido.
-Está lloviendo...
<<¿Un día alegre pasado por agua? Veremos>> pienso divertido mientras cierro y me visto nimiamente para luego bajar a entrenar como de costumbre, creyendo que no me importaría la lluvia. No caigo en que Thras había muerto hasta que llego al patio y lo veo vacío.
-Joder...-mascullo en el umbral del patio.-¿Y qué me pasa a mí últimamente con el agua?-pienso en voz alta, confuso, volviendo a dar un paso hacia el patio.-Yo ahí no entreno ni loco...-decido finalmente.

Vuelvo al salón y antes de subir a entrenar al cuarto, limpio el polvo y ordeno un poco el sitio. Tras un rato largo entrenando en silencio, y dedicándome más a la magia, empiezo a escuchar a los que se van despertando y bajando a desayunar, alguien incluso dándose un baño. Cosa que hago yo cuando acabo, aseándome rápidamente y vistiéndome luego con unos pantalones rojos raídos. Para cuando llego al salón, Seon está terminando el desayuno, Serok intentando no rascarse las quemaduras en un sofá, y Alder y Stefan juegan a algo con piedras.

-Buenos días lluviosos. Estáis chorreando... No me acaba de gustar la lluvia pero en cuanto a ropa mojada tiene sus ventajas... Pero cuidado con resfriaros, ¿eh?-añado riendo. Después paso por la cocina-¿Habrá algún hechizo paraguas?-pienso en voz alta, riendo, aunque... de pronto abro mucho los ojos.-Las cestas van a estar pasadas por agua... Bueno, ya nos apañaremos.-añado, quitándole hierro al asunto mientras vuelvo al salón con un bocata de carne. Por último miro a Seon, preocupado, pero como parece alegre y animada decido no preguntar nada que pueda recordar a ayer, por lo que sólo sonrío y sigo comiendo.

Así pues, entre bocado y bocado empiezo a tallar la estatuilla de Thras, la cual colocaré luego junto a la de Macak y Charlotte. Precisamente esta mañana he visto hechizos que podrían ayudarme a modelar las estatuillas hasta quedar mejor pero... No sería lo mismo.

-Claro Alder, siéntate, aunque lo estas dejando todo perdido,- dije entre risas mientras me tapaba la cara para que no me salpicara mucho agua,- el juego es muy sencillo,- cogí un cuchillo y dibuje sobre la mesa de madera el tablero del tres en raya,- esto va por turnos, tu pones una piedrecita y yo otra, gana el que consiga poner tres de esas piedras en linea, horizontal, vertical o diagonal, sin embargo tu tienes que evitar que yo lo consiga y yo que tu ganes, en este juego es muy fácil que se den los empates.

Le hice una demostración y luego comenzamos a jugar, pasaron unas cuatro partidas y luego Alder empezó a hacer empates y a ganar algunas partidas, tampoco me estaba centrando en el juego al cien por cien, ya que estaba pensando en algunas y de todas formas tampoco quitaba ojo de lo que hacia el resto.

-Por cierto, ¿hoy queréis salir a hacer algo?.-pregunté más por curiosidad que por verdadera gana de ir a ningún lado.

Un rato después de hacer los primeros esbozos en la madera, noto cómo algo me tira primero de los pantalones y luego ese mismo algo, lo cual noto húmedo, llega hasta el hombro. Sigo tallando mientras le saludo sonriente, haciendo esfuerzos por no dar un manotazo a las zonas que me ha dejado mojadas, y escucho su sugerencia de ir al cementerio a plantar algunas semillas. 

-Al cementerio... Yo no tendría problemas. No podemos dejar de lado un lugar de la ciudad sólo porque algo decidió hacer un buen uso de Macak.-mascullo, y aprovechando la pregunta de Stefan, me estiro en la silla y sigo.-Pues mira, Tap tiene ganas de ir a plantar semillas. Y deberíamos seguir explorando la ciudad...-<<¿Te olvidas de la lluvia? No hay forma de cubrirnos y no vamos a gastar magia en eso...>>-Además, parece que os gusta mojaros, y la ciudad tendrá otra imagen en plena lluvia.

<<Ya me apañaré con el agua... Quizá con más ropa y alguna prenda que me cubra la cabeza...>> Pero Erin interrumpe mis pensamientos...

El juego era una cosa sencillisima, pero extrañamente adictivo. Alder llevaba unas cuantas partidas, con sus correspondientes victorias, empates y derrotas, cuando se propuso salir.
Era una prueba a la resolución de mantenerse animada y positiva de ambas. Salir les recordaba todas las cosas que ya habían sucedido a las afueras del torreón. Alder  deshechó cualquier preocupación con una renovada fe en las capacidades de Seon, y Seon por su entusiasmo compartido con Tap por el huerto de Letargo.
La pregunta de Erin interrumpió cualquier reflexión, y recibió dos respuestas distintas:
- Es la paz del torreón, Erin, es algo tan antinatural que ha afectado al alma del mundo. Lo proximo es el fin.
- Erin nosotras no hemos notado nada. ¿cuanto tiempo lleva sucediendo? ¿son fuertes como para hacerte perder el equilibrio?- dijo la peliazul con seriedad, y lanzando una mirada de reproche a Alder que todavía sonreía ampliamente.

Me desperté el último, para variar, aunque en cuanto vi la lluvia, no tardé en darme cuenta de que no me iba a perder ninguna salida por levantarme más tarde, así que todavía algo vago volví a  acostarme.


Un rato después, no habría sabido decir cuánto, acabé por levantarme al fin. Fue entonces cuando me di cuenta de lo raro que era que estuviera lloviendo. “Curioso. No ha llovido desde que llegamos. ¿Por qué ahora sí?” De todas formas ya lo habíamos oído en aquel último pregón así que tampoco era tan raro.


Una vez abajo me encontré con prácticamente todo el mundo. Atol tallaba una figura, presumíblemente de Thras, basándome en las razones por las que había hecho las anteriores. Alder y Stefan jugaban a algo que al principio no reconocí, pero que se hizo evidente que era un tres en raya cuando los vi jugar. Dediqué un saludo general y, al igual que el resto antes, me hice un desayuno improvisado con lo que había en las cestas.


-¿Salir en plena lluvia? Pero vamos a ver. Estamos en calma, no tenemos prisa por ir a ningún sitio. Tampoco hay problemas, así que no hace falta salir a buscarlos. Vivamos tranquilos aunque sea por un día. No tenemos ninguna urgencia así que a menos que alguien tenga unas ganas terribles de calarse hasta los huesos y pillar un catarro o algo peor, Yo voto por dejar la salida para cuando no llueva- Contesté en cuento oí la idea. Me apetecía salir, pero no mojarme.


La pregunta de Erin me hizo pensar un momento, pero enseguida respondí.
-No, no he notado nada. Salvo ayer cuando el suelo bajo mis pies decidió irse de viaje sin avisar- Hablar del día de ayer me hizo pensar en Thras y en lo poco me parecían importarme las muertes últimamente. Era como si me estuviera acostumbrando a ver morir a la gente y ya no me hiciera falta sentirme mal, algo que no acababa de gustarme.


-Por cierto. No me opongo a la salida que quede claro, pero si pillo un resfriado la culpa será vuestra- Añadí con la intención de sacar a Thras de mi mente, sin demasiado éxito.


Buscando otra distracción se me ocurrió una idea.

-Atol. ¿Te apetece entrenar un rato arriba? Llevo un tiempo centrándome en el arco y creo que ya va siendo hora de continuar con la espada-

-¿El cementerio?, humm, no me hace especial gracia después de lo ultimo pero...- la opción de Erin me parece mejor,- no es por llevar la contraria, pero lo que dice Erin me gusta, los Jardines de la Memoria, suena bien, o al menos parece un lugar tranquilo. Mi voto es para ir ahí, ademas, seguro que tratándose de un jardín hay plantas y cosas así. Al menos esa es mi opinión.

Pablo bajo soñoliento y se opuso a lo de salir, no por no querer salir si no por mojarse a lo que le respondí con una sonrisa:

-Venga Pablo, un resfriado se puede curar, ademas cuando volvamos seguro que no nos importa haceros un baño calentito a los no mágicos, no veas lo que relaja eso.

Cuando Erin pregunto si notábamos ese temblor bajo nuestros pies respondí negativamente, y cuando Seon pregunto con gran acierto cuanto hacia que le pasaba aquello dije:

-Yo tengo una teoría, aunque no se si es cierta o tan solo divagaciones, quizas estas cosas nos pasen por la cercanía de la Luna Roja, por ejemplo, yo no paro de atraer insectos, parece que tenga miel por todo el cuerpo, Pablo, no iras a decirme que tu puntería no ha mejorado un montón de golpe, -dije sin malas intenciones,- Serok se cura visiblemente mas rápido, con sus quemaduras aun con los atentos cuidados de Seon debería haber tardado mucho mas, y, ¿ahora Erin siente terremotos que solo ella siente?, no creo que sea una coincidencia.

-Pero, aun queda tiempo hasta la salida de la Luna, así que.... ¿que os parecen los Jardines como visita?,- pregunte para saber hacia donde nos dirigiríamos.

Yrio despertó sin sobresaltos, reconociendo donde se encontraba. Había vuelto a Letargo, pero no se encontraba tan bien como había esperado. El cuerpo le pesaba y tenía la cabeza embotada. Fuera aún llovía, y la habitación se había quedado vacía.

Se levantó con esfuerzo y envuelto en la manta salió del cuarto y se asomó a las escaleras. Estaban todos abajo, charlando tranquilamente y planeando algún tipo de salida. El no quería salir, no pensaba ir a ningún sitio y no tenía ningunas ganas de hablar con ninguno de sus compañeros, así que a pesar del hambre se volvió a la habitación, cerrando la puerta tras él. Aproximó una mesilla para sentarse bajo la ventana y mirar la lluvia, completamente cubierto por la manta. Tenía el cuerpo cortado, y a pesar de la ropa sentía frío. Permaneció un buen rato mirando por la ventana, sin pensar en nada. Creía que tenía que meditar lo que había hecho, las palabras de Seon o las de Alder pero no tenía ganas. Estaba muy cansado. Cansado de pretender ser bueno, cansado de pretender ser malo. No sabía lo que era ni lo que debería ser en aquella ciudad. Deseaba la Luna, quería un cambio que le diese la respuesta. ¿Por qué había sido elegido? ¿Qué tenía él de especial?

Finalmente dejó al ventana y volvió a la cama. Leyó por encima su pequeña libreta, las notas que se sabía practicamente de memoria, y al final volvió a quedarse dormido.

Erin por su parte sugiere que vayamos a los "Jardines de la Memoria", y por el nombre parecería el mejor sitio para ir a plantar semillas sin correr peligro de que algo necrófago nos aparezca de pronto... Pero eso no es todo, sino que, al menos a mí, me sorprende con lo de sentir terremotos... <<¿Qué demonios? El suelo no tiembla...>> Seon, Alder y Stefan le responden y les miro pensativo mientras sonrío por la broma de la sinhadre.

-Eso que decís... Desde hace tiempo no puedo hacer guardia, en cuanto anochece me quedo dormido sin poderlo evitar... Y últimamente me da palo mojarme, como si fuera uno de nuestros gatos... Que no es malo parecerse a un gato, pero no puedo entrenar ni caminar bajo la lluvia, y bañarme mucho menos.-mascullo... aunque rápidamente añado.-Eh, no, ¡puedo bañarme! pero... ¿Habéis bañado alguna vez un gato? Pues eso.-termino riendo.-La cercanía de la Luna? Bah, podemos vivir con esto hasta que llegue la maldita luna.

<<Ahora bien, están los que quieren salir, está Pablo que no quiere y en su lugar me preguntó de entrenar arriba, y está la lluvia y yo... ¿Qué hago? Si salimos y vuelvo empapado... tanto el camino como la llegada estaré mosqueado... Pero los demás quieren salir -excepto Pablo-y... ¿Desde cuándo tengo que decidir yo, a todo esto?>>
-Otra cosa... Sobre la salida...-dejo de tallar y miro a los demás sin distracciones.-¿Por qué tengo que decidir yo? Yo no quiero salir, si salgo será por vosotros, pero el agua me mosquea y casi que prefiero quedarme a entrenar con Pablo. Es más, me niego a decidir el plan: si queréis salir, salgamos. Si no, nos quedamos.

Luego sigo tallando, mirándoles de vez en cuando, un tanto confuso pero en mis trece <<Yo no decidiré nada, diablos>> aunque llevemos meses aquí casi haciendo lo que yo diga, no quiero reconocerlo. <<Que no, que eso era o seguirme o dejar de lado el sentido común, no es ser líder de nada>>

-Bueno, en este caso y en vistas de que no parece hacerle mucha gracia a la gente aquí reunida no saldremos hoy, ya iremos de excursión un día que no llueva, de todas formas no creo que esta lluvia dure mucho tiempo, como mucho hasta dentro de un par de días.- digo encogiéndome de hombros.

<<Humm, así que Atol no quiere mojarse ¿eh?, esto podría ser divertido jajaja>>.

Cuando oigo lo que Pablo le dice a Atol de entrenar levanto la cabeza y pregunto:

-¿Puedo ir con vosotros?, no me apetece seguir sentado,- ambos respondieron afirmativamente,- id subiendo ya llevo yo las armas.

Baje al sótano y subí con mi escudo las cimitarras de madera de Atol y una espada para Pablo, asi como mi espada de madera. Ambos me esperaban en una sala del tercer piso, era bastante espaciosa y no tendríamos muchos problemas para movernos.

-Bueno, yo creo que lo mas justo es un Pablo y yo contra ti Atol, si te parece bien claro,- ante su respuesta afirmativa comenzó la pelea.


Tirar dado: 1-60 ganador Atol y de 61-100 vencedores Pablo y Stefan

El miembro 'Aleazar' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

'Dado de 100 caras' : 100

<<Al final decide Stefan... En fin, si nadie más se pronuncia... Aprovecho>>

Pero una vez subimos los tres, Stefan sugirió un combate de ellos contra mí y ¿cómo negarme?
-¿Qué mejor forma de demostrar lo que sabéis? Vuestro reto, mis condiciones: quien primero caiga al suelo queda fuera mientras el resto sigue.-les propuse.

Y luego empezó la lluvia de golpes de madera, salpicada de fintas, saltos hacia atrás, bloqueos, mandobles...

Aun con la cantidad de golpes recibidos, ambos seguían luchando como el primer segundo, aunque el cansancio empezaba a notarse, salpicados en sudor. En uno de los encontronazos salté hacia la izquierda para, por un lado, esquivar un golpe de Stefan, y por otro, sorprender la embestida de Pablo -quien se estaba recuperando del encontronazo anterior- y acto seguido lancé la empuñadura de madera hacia el humano, encontrando su estómago y derribándole. Rápidamente, aunque desprevenido, grité:
-¡Derribado! ¡Seguimos...!

Pero me corté al ver que Pablo no respondía, momento que Stefan aprovechó para placarme por mi derecha y acabé en el suelo tras liarme con mis piernas. Presto, me recompuse y señalé al otro con la espada -la otra estaba tirada en el suelo- y le dije:
-En la guerra todo vale.-cosa que era más para convencerme a mí mismo y tragarme mi orgullo.
Luego me levanté y le eché un vistazo a Pablo, quien estaba siendo atendido por el terrícola.
-Bah, los moratones deberían recordaros el sufrimiento y el sabor de la victoria.-mascullo al ver la magia.-Bien luchado. El próximo será a primera sangre, para que os haga falta la magia luego.-les amenazo, riendo, medio en serio medio en broma.

Ahora... tendré que ir a la maldita tarea de asearme y luego haré la comida...