Torreón Letargo (Archivo III)

Yrio apareció bajando las escaleras con cara de pocos amigos y se puso a pegar gritos. Al parecer no le había hecho mucha gracia que lo despertaran. "Vaya humos tiene" Enseguida dejo de prestar atención a lo que dice, y al poco rato aparece Alder. Esta vez si que escucho alto y claro todo lo que dice, para mi horror. "¡Pero a quién se le ocurre... !" Miro alarmado al ulterano, pero no parece inmutarse.

Me relajo un poco. "Insultar a alguien que no conoces de nada y que encima se ve a la legua que puede ser peligroso... Esta tía es más tonta y no nace"

Atol comenta que Alder, Seon e Yrio tienen un horario distinto. No entiendo lo que dice al principio pero en seguida me doy cuenta. "¡Claro! Su especie es nocturna. Eso explica bastantes cosas, pero tampoco es como para que se enfaden así"

El ulterano se volvió hacia nosotros y contestó a las preguntas que le habíamos formulado. Las respuestas que me da Serokrai confirman lo que sospechaba. Lo que no me esperaba era que pudiera mover su pelo a voluntad. "¿Hay ago que este tipo no sepa hacer?". Mencionó también que había pasado la noche en una biblioteca. "¡Genial! Por fin un lugar en el que podemos buscar información" También mencionó las casas carnívoras. -Si, las conocemos. Por poco me come una a mi también -

Una vez terminó de responder a nuestras preguntas quiso saber qué era un burdel y una furcia y Erin le contestó. No parecía que nadie fuera a hacer más preguntas asi que tomé la palabra.

-La verdad es que me gustaría visitar esa biblioteca de la que hablas, y, por su cara de embobada ilusión estoy seguro de que Erin también está ansiosa por verla. Por cierto, mi nombre es Pablo. Creo que olvidé presentarme antes-

En ese momento escuché un ruido procedente del patio. ¿No era allí donde se fue Thras? Me levanté y salí a ver que pasaba. Era la primera vez que veía el patio. Me acerquã hacia lo que parecía ser una estatua de una ninfa atravesada por estacas "Ideal, para animar a los inquilinos" pienso con sarcasmo.
No tardé en localizar a Thras. Parecía muy interesado en algo que no podía ver bien desde allí. -¿Has encontrado algo interesante?- Le pregunté mientras me acercaba.

Alder
Que Atol tuviera que adivinar que se dormía de noche, le desconcertó.
- ¿sois diurnos? ¿como los ratones de campo?- dijo sorprendida.- Pero... ¿todos?
Pero su pregunta quedó sin contestar porque fue entonces cuando el nuevo llamó su atención.
[...]

Seon

Nada más bajar, pudo comprobar que Alder estaba metiendo la pata como de costumbre. ¡Y de semejante manera! ¡ Y con alguien que parecía capaz de aplastarle el craneo contra la pared! Atol saltó rápido en su defensa, pero el chico nuevo no se inmutó, sino que parecía sorprendido.
- Efectivamente. Tiene la boca demasiado grande y la lengua demasiado rápida.
- Tal y como yo lo veo, eso no son mas que virtudes.- replicó de manera pícara. Nunca le tomaba muy en serio en aquellos reproches. Se rió del desconcierto del nuevo ante la palabra "furcia", pero tanto ella como Seon estaban aliviadas de ver que no se lo tomaba a mal. La aclaración no la dio ella, sino Erin, aquella niña tan extraña. Seon muchas veces se preguntaba si no debía acercarse a ella para intentar una conversación. Pero su deficinición le pareció incompleta.
- ¿solo mujeres? Un burdel es una casa de placer. Hay hombres y mujeres al gusto del que vaya, que venden su cuerpo... creo, que mi edeel bromeaba porque eres albino. El pelo blanco es un rasgo inusual y atractivo... muchos lo utilizan.. - explicó Seon. Bajo las palabras suaves se adivinaba cierto reproche indirecto. Luego añadió rapidamente:- claro que no todos los albinos trabajan en burdeles! ni mucho menos...pero si eres albino y eres un campesino sin mucho futuro, quizás es la mejor salida.
Se quedó callada, azorada por tener que dar semejante explicación a un desconocido.
Alder aun soltó una risita más.

El pequeño verde había hecho una cosecha positiva de semillas, las cuales había ido amontonando sobre un enorme pedrusco que se había encallado en mitad del pequeño bosque del panal. << Habrá que sacarlo luego, antes de sembrar >> se había dicho. Sin embargo, tan concentrado como estaba en su búsqueda, había bajado la guardia. De la peor manera posible.

Sintió los pasos desmoronando pequeños terrones de pierda tras él y se giró lo suficientemente temprano, o demasiado tarde, para ver como una mano gigante se abalanzaba sobre él y lo apresaba irremediablemente. << Me han cazado, estoy comido >> pensó descorazonado, falto de aire por el abrazo de la enorme extremidad. Sin embargo, lejos de apretar con fuerza, enseguida lo posó sobre su otra mano, dejándole respirar. << ¿No ataca? >> El gran animal de dos brazos dijo algo que al repoblador solo le sonó medio entendible. Se quedó paralizado durante unos segundos mientras calibraba sus opciones. Su instinto le decía que o bien atacara o bien huyera, pero la reacción del desmembrado lo había confundido y al mismo tiempo había había sembrado en él la curiosidad. << ¿Y si son animales cooperativos? >>. Hablaban, eso era una de las cualidades propias únicamente de los hijos de la Flora. Si pensaban un par de pasos más allá que cualquier ser gigante de su bosque, debían ser lo suficientemente inteligentes como para emplearlos para moverse. << Seguro que son más rápidos que la avispa, aunque no vuelen >>. Decidió arriesgarse.

-Yo-dijo escuetamente, alzando sus cuatro brazos para que vieran los tatuajes que eran su nombre. También se acuclilló sobre la palma de la mano del ser y dibujó su nombre por si diera la casualidad de que fuera capaz de leer al tacto mejor que de manera visual- ¿Paz?-preguntó al de piel gris rosada. El gigante asintió con la cabeza y le sonrió. El repoblador suspiró tan aliviado que no controló el aire que soltó, emitiendo un ruido algo chirriante por la espalda.

Pensando en todas las posibilidades que se le abrían paso para sobrevivir y cultivar el lugar con tamañas bestias, casi tardó en ver al segundo gigante que se había acercado. Acto reflejo, trepó por el brazo del que le había hablado primero, aferrándose bien y cuidando de no hacerle daño tanto como podía. Se encaramó al hombro y luego subió sobre su cabeza ayudándose de una cosa cartilaginosa que le crecía en mitad de ella, a un lado. Dirigió una mirada seria al segundo gigante, una vez que había alcanzado el lugar más alto.

-Paz-repitió con su vocecilla aguda, esta vez afirmando lo que antes había sido una pregunta. Alzó sus brazos para mostrarle su nombre. Dio un par de golpes en la cabeza al de abajo, esperando que respondiera por él para reafirmar esta tregua en la cadena alimenticia. << Con suerte, será uno de los dominantes de la colonia y no podrá negarse >>. Tampoco estaba seguro del sistema de jerarquías que había en este panal y era consciente de que estaba cometiendo una locura. Pero su instinto, quizá suicida, le decía que siguiera adelante con ella.

Cuando hice la pregunta todo el mundo se quedo en silencio, mirándome con aire incomodo y ¿un poco temeroso?. Entonces Erin me explico el significado de las palabras. Cuando comprendía a que se referían los nocturnos no entendí porque me habían llamado así, aunque una de las nocturnas me lo explico. Al parecer era por el color de mi cabello, que al parecer es exótico y demandado en aquella clase de lugares.

Me enfurezco, aunque no lo exteriorizo. Atacar a mi cabello precisamente, que me reconocía como uno de los guerreros elegidos por el emperador en persona. Y comparar mi situación a la de un campesino...

- En Ulterania, los que nacemos con el pelo blanco y los ojos rojos estamos destinados a ser Watahré, los guerreros de élite del emperador. Y mi situación dista mucho de la de un simple campesino, soy miembro de la nobleza de alta casta y he probado mi valía en cientos de batallas. Haríais bien en recordarlo la próxima vez. No se como os comportareis en vuestro planeta, pero en Ulterania no damos la bienvenida con insultos. - Me pongo en pie y me giro hacia los demás.- Es cierto que tenemos que ir a la biblioteca, nos vendría bien tener toda la información posible de este lugar. Sin embargo, dada la cantidad de personas que somos y la comida que queda, no durara mucho más. Propongo que vayamos a buscar comida y a la vuelta pasemos por la biblioteca.- Les sugiero mientras me encamino hacia la puerta que lleva al patio, por donde había desaparecido los dos muchachos.- Voy a buscarles.

Salgo al exterior y observo a mi alrededor. Lo primero que llama mi atención es la estatua de la mujer empalada por las estacas, aunque directamente mi mirada se dirige hacia el lugar donde se encuentran los demás, que parecen revolucionados por algo. Me dirijo hacia ellos.

- ¿Que pasa? ¿Que estáis haciendo?- Y entonces veo al pequeño hombrecillo que descansa sobre la cabeza de Thras.- ¿Es otro de los nuestros?- Pregunto mientras lo observo. Me fijo en que tiene unos pequeños cristales colgados de su cinturón y me pregunto si serán sus armas.- ¿Eres un guerrero?

En la mano de Thras se alzaba lo que de forma corta y simple podría describirse como una "planta con patas". El extraño ser le miró seriamente y acto seguido comenzó a trepar por el brazo de Thras, quien no parecía estar muy seguro de como reaccionar. La escena resultaba cómica. Una vez alcanzó la cabeza del chico empezó a dar golpes, alzando los brazos de vez en cuando mientras decía una única palabra.

-¿Habla?- fue lo primero qje dije al escucharlo. Solo había pronunciado una palabra, asi que podía ser solo una casualidad.

Antes de que pudiera decir nada más la puerta del torreón se abrió y por ella apareció Serokrai. Quería saber que pasaba, pero no hizo falta contestarle, ya que rápidamente se fijó en nuestro extraño invitado.

-Aun no lo sé. Eso era lo que trataba de averiguar- digo respondiendo a su siguiente pregunta. Lo cierto es que era muy posible que se tratara de otro cosechado procedente de otro mundo.

Lo siguiente que hizo el ulterano fue dirigirse directamente a nuestro invitado, preguntando, para variar, si era un guerrero.

Desvié la mirada a otra parte del patio. Cuatro montículos De tierra habían llamado mi atención, y no necesitaba acercarme para saber que eran. -Tumbas- No hacía falta decir nada más.

Un tercer gigante salió a recibirles y el repoblador sonrió al ver a los tres tan calmados << Son pacíficos >>. Eso era un detalle importante. Pronto lo sorprendieron, y no poco, cuando volvieron a hablar. El más alto de todo, de largas lianas blancas colgando de su cabeza, se acercó a él, lo escrutó con la mirada y le preguntó un par de cosas. El segundo, el de los tallos de la cabeza de marrón oscuro, dudaba de su inteligencia tanto como el propio repoblador lo había hecho antes de la de ellos << Vaya... pues, definitivamente, sí que no son tontos. Incluso podría tratarlos de igual a igual >>. La idea era fascinante.


Saltó de la cabeza del primero de ellos, ayudándose de sus piernecillas y su par de brazos inferior, y se encaramó a las falsas pieles del chico que había puesto en duda sus capacidades mentales. Una vez se subió a su cabeza, aferró su cola a un puñado de tallos de ahí arriba y, sujetándose en un par de puntos con los brazos, se colgó cabeza abajo frente al muchacho. Lo miró desafiante primero y luego suavizó sus facciones en una actitud más alegre, divertida. Solto una carcajada que se vio acompañada musicalmente por los orificios de su espalda.

-Claro que hablo, ¿qué esperabas?-aprovechó para dibujar su nombre en la frente del gigante-. Así me llamo-. Una vez hecho esto, saltó de nuevo hacia el primero, el que le había encontrado, y se sentó sobre su cabeza-. Soy un repoblador, del bosque-explicó-. Me dedicaba a buscar semillas, plantarlas y hacer que la vegetación se mantuviera siempre en las mejores condiciones gracias al resto de mi colonia. Todo por la Flora-añadió la coletilla, tan típica que no podía faltar. Luego dirigió su discurso de nuevo al de las lianas blancas-. No soy guerrero-se llevó un par de manos a las rudimentarias dagas de cristal-. Con esto no se mata a nadie en mi bosque-<< no sin untarlas antes en veneno >>-. Lo que soy es domador-prefirió no decir nada de su avispa. << De momento es mejor así >>. Hablar con gigantes se le hacía extraño y no quería pecar de confiado en exceso. Torció la cabeza hacia la derecha y los miró inquisitivamente, esperando que alguno de ellos les explicara a qué especie pertenecían y por qué estaban aquí. << ¿Entenderán mis gestos? >>. La situación se le antojó particularmente graciosa.

Alder

- Es una broma - puntualizó. Cuando el recien llegado salió al patio, Seon pusó los ojos en blanco y le miró con cara de "deja de fastidiarla". Despues de mirarse fijamente un rato, Seon siguió el camino de sus compañeros hacia el patio. Llegó tan preocupada por la ofensa al albino que no se fijó al principio en el hombrecillo verde que colgadba de la cara de Pablo.
- Por favor, ehm... ay no me sé tu nombre, ¡escucha! Alder no pretendía ofenderte, o quizás sí, pero solo como una broma. No es cosa de nuestra cultura es...
- ....ella que es tonta y bocazas.- terminó Alder con falsa aflicción por ella. Le había dado alcance en un par de zancadas.- Pero también he de añadir que tiene un cuerpo estupendo, y nunca había conocido nadie tan... inteligente, apuesta, y divertida. [...] Oh, gracias, Seon, que cosas me dices. - La mirada asesina de su aurva la hizo callar- Bueno, hablemos en serio, mis mas sinceras disculpas, espero que podamos llevarnos bien.
Entonces se giró porque algo le llamó la atención por el rabillo del ojo.
- No me hagas caso Pablo, pero creo que te ha salido algo extraño en la cara.- Aunque lo dijo con seriedad, finalizó con una sonrisa.- No sé, puedo equivorcarme, pero no lo recuerdo de ayer. ¿y como se llama?
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Hago caso omiso cuando dicen que está rica la comida... << ¿Cómo va a estarlo, si ha sido rapidísima y cutre? Ya verán, ya, cuando tenga más variedad >>Serok sigue respondiendo las preguntas de Pablo y de pronto menciona una biblioteca. ¡Biblioteca! << Libros, libros sobre la ciudad, tengo que ir, tenemos que ir, necesitamos ir >>
-¿Biblioteca? ¿Dónde, dónde?

Erin también se interesa por esta y sonrío, ya que no soy el único que querrá ir.
-Hay que ir. Necesitamos saber lo posible sobre la ciudad y qué hacemos aquí. Además, si es una biblioteca competente, tendrá de todo... Otra cosa es que el idioma sea el de la fuente... -pero me callo pues la chica sigue hablando y no quiero interrumpir.

No sé qué fue más raro, que el nuevo no conociera ninguna de las palabras (y no reaccionase violentamente) o que Erin hablase de pronto y explicase, con una cierta imperfección, qué era cada término. Seon se adelantó y añadió el detalle que faltaba: hombres y mujeres.

Serok sigue respondiendo luego a Pablo y yo sigo comiendo, intentando alejarme de las voces y tener un momento de calma y poder pensar en lo remarcable hasta ahora << Ulterano, Pablo y Erin ni idea, mi señora Macak felina, suficiente información; Alder, Seon e Yrio de Sindro o como se diga, horario al revés. Añade: el ulterano tiene tentáculos en el pelo. ¿Qué... Ah, sí, Thras debió ser alguien importante en su mundo... Luego... ¿Alder y Seon podrían ser hermanas? Quizá... Siempre van juntas y encajan sus diálogos... Yrio seguirá cabreado, vamos a tener que explicarle nuestro horario... Tenemos una biblioteca y al guerrero que dice ser de élite que sabe llegar, genial. Dice ser, pero todo ha de ser demostrado. >>

-Podríamos terminar de comer y...-empiezo, pensando en voz alta pero de pronto pongo los ojos en blanco << ¡Idiota! ¿Y los demás que salieron corriendo en la otra dirección? >> Pero para cuando me doy cuenta solo estamos Erin y yo en el salón, justo para ver a Serok salir al patio.-Pero bueno... ¿A dónde van?-suspiro y sacudo la cabeza, dando los últimos bocados con tranquilidad, sin prisas. Si hay algo devorando a los demás en el patio o algo que mereciese la pena ver, me enteraré tarde o temprano...

Cuando acabo de comer, recojo sólo mi plato y el de las chicas, el de Serok, Pablo y Thras siguen en su sitio, a ver si lo recogen ellos. Una vez en la cocina lo enjuago todo con agua del cubo y cuando vuelvo me encuentro a Thras con una extraña criatura en la mesa. Al ver cómo la mira me acerco y me inclino sobre esta, observándolo detenidamente y rozando el "pelo" de punta con un dedo. Es diminuta, con seis extremidades, dos pares de brazos y uno de piernas, con la piel de un tono verde pálido y tiene unos tatuajes apenas distinguibles de color blanco alrededor de cada brazo, lo que sí queda claro es que son espirales, pero no el dibujo interno. Sus ojos, compuestos, son de color negro. La única ropa que lleva es una especie de ¿cinturón? hecho con tallos entrelazados en el que lleva además pequeños cristales << ¿Armas? >>

-¿Y este es...? ¿Circ?-me explican que estaba en el patio y que se dedica a plantar y fomentar la flora de su mundo...
<< Pues si se queda, que se encargue del huerto... ¿Pero qué comerá? A ver, presentaciones >> -Encantado, Circ, soy Atol. Y... ¿bienvenido?-digo, no muy convencido pero a ver quién le dice que no a Thras, menos aún si augura un uso del huerto.

Como aún sigo mirándole, reparo en su boca y recuerdo la manzana mordisqueada de antes y suelto una risilla
-¿Te gustan las manzanas? O la fruta, si en tu mundo no la llamáis "manzana".-añado rápidamente.

El pequeño me responde. No es un guerrero, si no un domador. No tengo muy claro que sera capaz de domar, pero puede que sea una habilidad útil. En ese momento, las chicas nocturnas salen del torreón. La que parece mas inteligente de las dos se disculpa por el comportamiento de la otra, aun que esta también me pide perdón. Recuerdo que no me he presentado.

- Mi nombre es Serokrai, disculpadme por no haberme presentado. Vengo de Ulterania y soy un Watahré del emperador. Vosotras sois Alder y Seon ¿no? ¿de que planeta procedéis vosotras?- Mientras les hago la pregunta, Thras entra de nuevo en el torreón con el hombrecillo, supongo que para enseñárselo a Atol.- Bien, si vamos a ir a la biblioteca y a por comida deberíamos hacerlo antes de que anochezca. De noche sera bastante más peligroso, descontando que me costara más encontrar el camino. Vamos.

Entro de nuevo en el torreón y me dirijo hacia Atol, que esta hablando con el hombrecillo. Veo que ha recogido los platos de las chicas, pero que el mío y el de Pablo siguen donde los dejamos. Entiendo el mensaje y cojo los platos y los recojo.

- Atol, debemos ponernos en marcha antes de que se haga más tarde. Necesitamos la comida y la información lo antes posible. Tenemos que organizarnos.- Le digo al muchacho mientras termino de limpiar los platos. Me seco las manos con un trapo y me coloco a su lado.

Había sido una experiencia algo extraña. No todoslos días un ser diminuto de otro mundo decidía pasearse por tu cabeza, aunque no había tardado en volver con Thras, algo que agradecí. No me sentía comodo con el repoblador encima.

Se abrió la puerta del torreón y por ella aparcieron Alder y Seon. Habían venido a disculparse con el ulterano por lo de antes, algo que agradecí, ya que lo último que necesitaban era una pelea. Alder seguía como siempre, pero al menos sus bromas ya no eran tan molestas, y hasta podían tener gracia. Una vez terminó la conversación Thras volvió dentro con el repoblador, y Serokrai le siguió. Decidí entrar también, me acabé mi comida en silencio y luego enjuagué mi plato, colocándolo junto al resto.

Cuando terminé dirigí una mirada a las escaleras que llevaban al sótano. No quería bajar, pero tampoco podía retrasarlo más, y tarde o temprano tendría que hacerlo, asi que muy a mi pesar, bajé las escaleras del sótano y entré en el arsenal. Desde luego las armas que había no pasaban por su mejor momento, pero me sorprendió encontrar tanta variedad. Había mucho donde elegir, pero sabía que solo había un tipo de armas que pudiera manejar mínimamente bien. Dagas y cuchillos. Un escalofrío recorrió mi nuca cuando las encontré. Había sido un cuchillo lo que había atravesado mi mano, dejando la cicatriz que ahora tenía. La idea de empuñar uno me asqueaba, pero era necesario, asi que cogí dos dagas que no parecían demasiado toscas y un puñado de cuchillos arrojadizos bastante pequeños. También encontré un cinturón con el que me sujeté las armas a la cintura. No era gran cosa, pero podría defenderse tanto a corta como a media distancia si hacía falta.

Al volver arriba ví que Atol, Thras y Serokrai estban juntos. Parecía que trataban de organizar una salida asi que me acerqué a escuchar lo que tenían que decir.

El repoblador se llevó una mano a la cara y negó cabizbajo << Ay Flora, marchítame pronto >>. Para ser seres inteligentes, sus comportamientos y sus expresiones daban lugar a muchas dudas. El primero, que lo había pasado a uno de los habitáculos de dentro del panal y lo había soltado en lo alto de quién sabe qué, añadía cosas raras a algunas palabras y se le dificultaba comprenderlo a veces a veces, aún así le había caído en especial gracia con respecto al resto. Le pareció entender que le preguntó por las plantas de fuera y asintió para hacerle ver que las cuidaría.

Tuvo también especiales esperanzas con una chica que tenía la cabeza llena de tallos verdes, mucho más normales que los del resto, que deberían ser variedades exóticas por sus colores raros. Gracias a la Flora, no le defraudó. Fue de las pocas que le habló con entereza y no como si se tratara de un animal en un principio.

Muchos de ellos se presentaron y, ahora que hablaban de nombres, ellos parecían tener nombres sonoros, como los repobladores de las colonias isleñas-. ¿Y vosotros como os llamáis?-preguntó curioso a los que no se habían presentado todavía.

Otro de los gigantes, uno que tenía prolongaciones metálicas por el cuerpo y decía llamarse Atol, preguntó al diminuto si le gustaban las frutas y este asintió. << Espero que no se hayan olido que me comí parte de las suyas >> Se dijo. Luego lo escuchó hablar de salir. La idea de volver fuera le emocionó. Lo mismo iban a algún sitio con plantas y semillas. << No puedo perder la oportunidad >>. Tenía que ir.

-¿Os puedo acompañar?-preguntó al metálico, que parecía ser el que estaba al cargo de la expedición-. Podría seros útil-añadió, aunque ralmente ni sabía a qué salían. << Meh, mientras me lleven con ellos... >> pensó divertido.

Fulmino con la mirada al chiquitajo cuando asiente a lo de las manzanas, pero como no confiesa ni tampoco es para tanto, lo dejo estar y solo sonrío.
-Pues ya nos dirás tu nombre real, "criatura plantadora de nombre indeterminado".-digo bromeando.-Serok tiene razón. La comida la dejaron por aquí cerca, pero necesitamos información para sobrevivir aquí. No nos vendría mal un atlas.-y entonces sacudo la cabeza.-¿Nadie se acuerda ya del otro grupo que corrió en dirección contraria? ¿En serio? A ver quién logra relacionar el concepto "mapa" con ellos, anda.

Y mosqueado por ser el único que al parecer piensa, me voy hacia las escaleras.
-Si vamos a salir y o a dividirnos, tiene que haber armonía en el grupo e Yrio estaba enfadado, voy a explicarle un par de cosas y a intentar apaciguarlo.

Subo rápidamente pero intentando no hacer ruido y una vez en el dormitorio le encuentro metido en su cama, así que me acerco a una que está al lado y me siento en el borde apoyando las manos en el colchón. Miro por una de las troneras hacia fuera y tomo aire.
-Eh, Yrio, chaval. Mira... Siento haberte despertado antes, no sabíamos que dormíais por el día. Por la Gran Madre, si lo hubiera sabido no habría ni subido ni mucho menos hubiera dado un grito. Mira, lo siento, en serio. Abajo quedan vuestros platos para cuando tengáis hambre.-entonces veo la botella cuyo contenido no reconozco y la recuerdo de las cestas << Comida para todos... ¿Comida de cada mundo? Diablos... >>.-Y si resulta que no tenéis estofados en Sinhdro, pues se cambia el menú. Va, no empecemos mal la convivencia, anda...

Me levanto sin esperar mucha respuesta, para que piense, y una vez en la puerta añado:
-Estamos preparando una salida, los de abajo, si son inteligentes decidirán ir a una biblioteca que hay, ¿quieres que te traigamos un libro o te apuntas?- << Aunque mejor que se quede... que se quede con Thras y alguien más, no podemos dejar el torreón en solitario o podría venir alguien y ocuparlo como nosotros >>

Finalmente vuelvo a bajar y sin dirigir palabra a los demás, sigo hasta la armería. Necesito algo que se adapte a mi estilo de lucha, nada como los pesados espadones y escudos que veo, ni hachas ni porras. No me vendrían mal un par de dagas o una espada curva que a saber cómo se llama en cada mundo. Acabo encontrando una espada larga que se empieza a curvar a la mitad hacia el final, con un solo filo y una empuñadura protectora, o al menos lo fue, ya que esta defensa está destrozada. También encuentro una daga de tres y unos agujeros para los dedos. Echo hacia atrás las garras de la mano izquierda y busco un cinto. << Esto a la mano izquierda, la larga a la derecha, y listos. No aguantarán varios combates pero mientras duren, duraron. Sólo espero que no se me rompan mis garras... >> Y mientras me cuelgo un cinto de cuero, la daga y la espada en este, subo al salón.
-¿Y bien? ¿Habéis pensado, decidido algo?-con las manos agarradas a los arneses.

Yrio se revolvió en la cama cuando sintió el peso en el colchón, a su lado. Alguien le hablaba, y parecía ser Atol << ¿Se estaba disculpando?>> Se frotó los ojos y le miró de entre las sábanas. Si, el chico se estaba disculpando por despertarle, y además le estaba explicando que la mayoría del grupo tienen el horario cambiado << Vaaale, Yrio, parece que no das una bien...>> suspiró. Se incorporó pesadamente y tamborileó con los dedos sobre sus piernas, avergonzado.

-Siento haber gritado entonces- dijo con voz ronca. Aun tenía algo de sueño- Supongo que si somos solo tres tendremos que adaptarnos a vuestros horario...

No le hacía gracia la idea, pero no iban a poder relacionarse con nadie si cuando ellos estaban activos estaba casi todo el torreón durmiendo... Atol le propuso ir a la biblioteca. A Yrio se le antojaba surrealista que hubiera una biblioteca en aquella ciudad, y le picaba la curiosidad, pero recordar todos los monstruos y cosas extrañas que había visto el día anterior le quitó todas las ganas.

-Prefiero quedarme aquí- dijo

Acompañó a Atol al piso inferior y se quedó en las escaleras un momento, mirando a sus compañeros. En un principio, el sueño y la luz del día no le permitieron ver muy bien al nuevo inquilino, así que no le echó cuenta.

-Gente, esto... Siento haberos gritado... Tengo el sueño ligero y mal despertar, si no duermo suficientes horas estoy de mal humor- explicó, tratando de disculparse- Como aviso para el futuro, si me veis con cara de sueño o recién levantado no me hableis hasta que haya comido algo- añadió a modo de broma, aunque lo decía totalmente en serio.

Se acercó un poco más a la mesa de la cocina y vio al pequeño repoblador. Se lo quedó mirando unos segundos, con la mano alzada a medio camino de la cesta, sin parpadear.

-¿Qué es esa cosa?- preguntó muy bajito. Miró a su alrededor, y al parecer todo el mundo veía muy normal tener un tallito verde de 15 centímetros en la mesa de la cocina. Supuso que habría llegado como todos los del grupo, así que cogió aire y con la misma sonrisa con la que se había presentado a todo el mundo dijo- Hola, soy Yrio ¿y tú? ¿De donde eres?

Bien mirado, el bicho era una monería...

-Yo soy Pablo- respondo a la pregunta del repoblador. Poco despues Atol subió al dormitorio para calmar a Yrio, y Aproveché su ausencia para barajar las posibles opciones que teníamos.

Necesitaban más comida, ya que la que tenían no duraría para siempre. También necesitaban información, y para eso tenían la biblioteca. Pero lo que más le preocupaba era la situación de sus compañeros perdidos, especialmente Wintelgy, que era con el que más se había relacionado. El problema era que no tenía ni idea de donde podrían estar, y sería una locura ponerse a buscarlos sin un mapa. "Solo conseguiríamos perdernos también". Organizé un plan de salida y esperé a que Atol regresara para decirlo.

-Bien. Necesitamos tanto comida como información asi que si salimos lo mejor sería pasar primero por el lugar donde encontramos las cestas. Puede que hayan dejado más. Luego desde allí podríamos dirigirnos a la biblioteca- Hize una pequeña pausa y seguí hablando -Respecto a los que van y los que se quedan. Se que tanto Erin como yo queremos ir, Serokrai es el único que sabe llegar a la biblioteca asi que el también viene. Él- señalo al repoblador -Acaba de preguntar si puede acompañarnos, y tu Atol creo que también te interesa esa biblioteca-

Mientras hablaba Yrio apareció bajando las escaleras. Lo primero que hizo fue disculparse por haber gritado antes, luego preguntó por el repoblador.

-Una última cosa. Hoy no creo que de tiempo pero mañana deberíamos salir a buscar a los demás. No se vosotros pero yo no voy a dejarlos tirados, y menos en una ciudad tan peligrosa como esta- y dicho todo me callé, a laespera de que respondieran o me rebatieran algo.

Atol me responde que primero quiere hablar con Yrio, que supongo que es el chico de antes, para que se le pase el enfado. El joven de Libo desaparece escaleras arriba, pero antes de irse menciona algo que llama mi atención.

- ¿El otro grupo corrió en dirección contraria?- Repito.- ¿Hay otro grupo?- Veo que aun no me he presentado al repoblador.- Soy Serokrai, de Ulterania. Bien, planifiquemos la salida.- En ese momento Pablo expone sus ideas para la salida. Espero a que termine de hablar para comenzar yo.- Por lo que intuyo, el punto de abastecimiento está mas cerca de aquí que la biblioteca, si no os hubiera visto ayer. Por lo tanto, es absurdo pasear las cestas de comida hasta la biblioteca y desde allí al torreón. No, primero tenemos que ir a la biblioteca y de ahí a por las cestas y volver. Y deberíamos ser rápidos. A saber que hay ahí fuera y, corregidme si me equivoco, solo Atol y yo sabemos luchar.- Hago una pausa.- Entonces iremos Atol, vosotros dos, el hombrecillo y yo, bien.- Me giro hacia el repoblador.- ¿Tienes alguna manera de seguirnos el paso o es necesario que te lleve alguien consigo?- Me fijo en que Pablo lleva consigo unos cuchillos. Necesitan ir armados y esa es, hasta que aprendan a manejar otra cosa, su mejor opción.- Pablo, baja con Erin a la armería y que coja un cuchillo, y después coged cada uno un escudo que no sea ni muy grande ni muy pesado, os vendrá bien.- Los muchachos desaparecen escaleras abajo, en dirección al arsenal.

Atol e Yrio bajaron por las escaleras. El primero nos pregunto si ya habíamos decidido que hacer, y el segundo se disculpó por habernos gritado antes. Asiento a su disculpa y me presento. Creo que ya me he presentado a todo el mundo, salvo que me quede alguien más por conocer. Me giro hacia Atol.

- Nos vamos ya. Erin, Pablo, el hombrecillo sin nombre, tú y yo. Primero a la biblioteca, luego a por comida. Vamos, hay que ponerse en marcha ya.- Ya estamos todos listos, así que me dirijo a la puerta y salgo al exterior del torreón.- Vámonos.

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