Torreón Letargo (Archivo III)

El estómago del repoblador estaba ya lleno con menos de un cuarto de la pieza de fruta que había empezado a mordisquear. Rebuscó entre los alimentos gigantes hasta dar con una hoja verde, casi tan grande como él y que parecía comestible. La relió hasta hacer con ella algo parecido a un bastón, la agarró y emprendió su camino de bajada hasta el suelo firme. A la hora de salir hacia el habitáculo de las plantas tristes tuvo que tener más cuidado que cuando entró, pues ahora que había entrado el mayor de los gigantes, posiblemente el jefe de esta colonia de enormes, se habían vuelto a dispersar por todo el panal. Aprovechó que varios tomaron el camino estrecho ascendente mientras hablaban de aguas y otras cosas que no pudo entender y corrío hacia fuera.

Tratando de entremezclarse con las plantas, se acercó hasta la pared y escaló las enredaderas hasta la parte más alta del muro. Una vez arriba, cogió tanto aire como pudo y lo dejó escapar por los orificios de su espalda, originando un sonido parecido al canto de un pajarillo. En un rato, la avispa se acercó volando hasta donde estaba el repoblador. Este la acarició en la cabeza, en la zona entre las antenas, y le dio de comer la hoja de verdura que había rescatado del enorme cesto.

-Es poco-se disculpó en un susurro tristón, aunque sabía, o creía saber, que el animal no entendía su lenguaje más allá de las órdenes que había aprendido a base de repeticiones y premios. Acarició su lomo y le dio un ligero toque para que se volviera a perder entre los tallos de la pared exterior del panal-. Escóndete, luego iré a por más.

El repoblador descendió enredadera abajo y se fijó por primera vez con atención en el estado del lugar. << Esto necesitaría un milagro de la Flora para ponerse en orden >>. Él no sabía de dones florales, no había llegado a la edad de la prueba, pero sí sabía lo suficiente de repoblación como para intentar adecuar esto un poco. Sin perder más tiempo, comenzó a examinar todas las plantas secas en busca de semillas.

Al chaval no parece gustarle para nada la ropa, cosa normal ya que es un estropicio, pero tendrá que conformarse con eso... Se resigna y se la pone antes que enfriarse y luego le termino de secar el pelo mientras veo cómo empieza a hundirse por su aspecto, quizá por la pérdida del maquillaje y su ropa... Pobre, va a tener que adaptarse o sucumbir, es lo que nos toca. Yo por mi parte acabo vistiéndome con ropa similar pero cogiendo sólo los pantalones, y mientras me coloco los arneses y brazaletes encaro a Thras
-Eh, mírame. No sé cómo será tu mundo, sé que tu ropa es fea, la mía también, el maquillaje se fue, el pelo perdió su forma... Pero eso va a ser así hasta que encontremos algo para adecentarnos y algo para pintarnos. De momento es lo que hay, tendremos que apañarnos. Y prometí un desayuno que será una comida, ¿bajas?-acabo sonriendo sin saber qué más decirle.

Después sin esperar respuesta bajo a toda velocidad y me meto en la cocina. El ulterano empieza a hacer preguntas sobre nosotros y a veces respondo a gritos
-¡Somos nueve! No sé si sabrán luchar, pero yo sí; y hay una armería, ¡bajando las escaleras!

Aunque no tenemos aceite, la misma grasa de la carne cruda sirve cuando enciendo el fuego con un encendedor que he encontrado << Faltaría más que no hubieran, sin fuego y carne íbamos listos >> Me pongo manos a la obra cortando y picando carne y verduras, doy un viaje al pozo, picoteo un poco de una manzana picoteada, desechando la parte mordida y acabo el estofado. Luego reparto en los platos que voy encontrando y lavando. Rápidamente limpio con un trapo la mesa del salón y pongo los platos y cubiertos, así como vasos, un cubo con agua del pozo, pan y fruta.

-Aún queda carne en salazón y poca cruda, habría que ir a por más día sí, día no...-informo cuando acabo.-Y ni rastro de Seon, Alder e Yrio... Y ah, si mordéis alguna fruta, no la dejéis en la cesta, avisad al menos.-añado, recordando la fruta mordisqueada.

Me acerco a la escalera, grito que la comida está lista pero no hay respuesta. Mosqueadillo subo pero cuando veo que están durmiendo los de Sinhdro, vuelvo a bajar y me siento frente a mi plato mientras tapo con otros los tres que no tienen dueño aún.
-Bueno, que aproveche. Alder, Seon e Yrio siguen durmiendo... Ya bajarán.

<< Ahora es cuando echo de menos mi comida... Bueno, no puedo hacer otra cosa mejor, no teniendo que racionalizarlo todo... Y mi maquillaje... Ay, algo encontraré, algo básico que me sirva como pigmento... >>

Otro muchacho aparece. Se presenta como Atol del planeta Libo, del cual nunca he oído hablar, y dice que por su parte puedo quedarme. Por sus palabras entiendo que el resto del grupo no esta compuesto precisamente por guerreros. No lo entiendo, si no saben luchar ¿por que han venido a un lugar peligroso? ya me molestare en averiguarlo más adelante. La chica de la puerta se presenta como Erin de la Tierra, otro mundo desconocido. También hay otro joven, que va prácticamente desnudo. No se presenta y se encoge de hombros ante mi pregunta.

Antes de nada me giro hacia Atol. Tengo algunas preguntas y el parece ser el mas indicado para responderlas.

- ¿Tenemos una armería aquí?.-Responde afirmativamente y me indica como llegar hasta ella, en el piso de abajo.- ¿Cuantos sois en el torreón? ¿Alguno de vosotros sabe luchar?.- No tarda en responderme que son nueve en total y que el sabe luchar, pero desconoce si los demás tienen nociones de lucha. No me hago muchas ilusiones al respecto. Tengo más preguntas, pero mi prioridad es hacerme con armas decentes, con las que reemplazar la espada perdida.

Sin perder el tiempo bajo las escaleras y llego a la armería. Pese a no ser excesivamente grande parecía estar bien provista. Las armas colgaban de las paredes o estaban sujetas en pequeños mostradores. Tras echar un vistazo a la sala mis ojos alcanzan unas guadañas, ni grandes ni pequeñas, que descansaban colgando de la pared. Las examine con una mirada rápida. No podían compararse a mis ornamentadas guadañas de combate. Estas tenían un mango simple de color negro, y su hoja no estaba muy bien afilada, pero por el momento servirían. En un estante encontré un cinturón y al que las sujete al rededor de la cintura.

Deje mi espada en el estante antes de subir de nuevo las escaleras y volver con los demás. Tampoco iba a llevar todo el arsenal encima. Una vez arriba veo que el muchacho de antes ya esta vestido. Aunque sus ropas son simples y no están en muy buen estado, su forma de hablar me recuerda a los nobles de la alta casta, no a los guerreros como yo, si no a los que dedican su día a día a acudir a fiestas y banquetes.

- Muchacho.- Digo dirigiéndome a él.- ¿Eres un noble de alta casta?- Le pregunto. Atol llama mi atención al indicar que la comida esta servida. Hace mas de un día que no pruebo bocado, así que devoro la carne sin andarme con muchos miramientos. Noto como un par de dientes se me desprenden al masticar la carne y ni me inmuto. Los dejo caer al suelo. Para mañana los volveré a tener en su sitio. Seguiría comiendo, pero hay que racionar la comida y aun queda mucha gente sin comer. Observo a los muchachos mas de cerca y una duda surge en mi cabeza.

- Vuestro pelo...- Comienzo mientras que mi mirada salta de unos a otros.- ¿por que es tan corto? ¿Por que os han mutilado? ¿ Que crimen habéis cometido para que os lo hayan cortado?

Le dí un bocado a la carne que había en mi plato. Tras haber pasado tanto tjempo sin apenas comer, su estómago recibió la comida como si se tratara del manjar más delicioso del universo. -Está bueno- le dije a Atol.

Mientras comía, me sumí en mis pensamientos mientras trataba de darle sentido a todo lo que había pasado. La llegada del ulterano había hecho que me hiciera algunas preguntas. Para empezar estaba lo que había dicho en la entrada. Afirmaba que la persona que le había ofrecido venir a la ciudad era una mujer. Eso significaba que había más de una persona que los traía, quizás una por cada mundo. De todos modos eso no era una información muy util en este momento, asi que la descarto. Había otra cosa que me inquietaba. Todos mis compañeros, incluido yo, parecíamos saber lo que queríamos, o lo que esperábamos de este lugar, y... ¿Que era lo que se esperaba de nosotros? Sobrevivir, eso lo sabía. Lo que no sabía era por qué. ¿Qué era lo que ganaban reuniendo a un grupo de gente y dejandolos tirados para que sobrevivieran? Aquello no tenía sentido, pero alguna razón tenía que haber. Si tan solo pudiera averiguarla...

Una voz me saca de mis meditaciones.

-¿Crimen? Que yo sepa ninguno. yo llevo el pelo corto porque me gusta así.- Entonces lo entiendo. -¿En vuestro mundo marcan a los criminales cortándoles el pelo?. Y por curiosidad, ¿Donde has pasdo la noche?-

Antes de que me responda, veo un par de dientes en la mesa. Se le habían caído al ulterano. Me alarmo, pero a él no parece importarle. Entonces reconozco su aspecto.

-Son como los dientes de un tiburón. ¿Te vuelven a crecer?-

Yrio se despertó bruscamente al oír un grito. La voz era desconocida y nada desagradable, pero para él, en ese instante, era el sonido más horrible que había oído nunca. Y es que Yrio, a pesar de su tamaño y su personalidad afable por lo general, tenía muy mal despertar. Miró a su alrededor, entornando los ojos hacia la pequeña ventana por la que entraba un poco de luz diurna. Alder y Seon seguían durmiendo plácidamente, o eso le parecía. Murmurando maldiciones, se levantó justo después de que el dueño de la voz, Atol, entrase un instante y volviese a salir. Para cuando el chico, ojeroso y con cara de mala leche se hubo presentado en la planta baja, todos estaban ya sentados a la mesa.

-¿Se puede saber que pollas os pasa es que os habeis vuelto locos??- preguntó malhumorado- ¡¡Si quereis tomar un jodido aperitivo de mediodía me parece muy bien, pero dejad dormir a la gente normal, hostia ya!!

Estaban casi todos, como si solo Alder y Seon estuviesen siguiendo el horario lógico. << Si ya lo dije; duermen toda la noche y luego por la mañana no tienen sueño...>> Lanzó miradas de oido contenido a todos los presentes, incluido el recien llegado que seguramente tendría incluso menos idea de lo que estaba pasando que los demás.

-¿Y este de donde ha salido?- preguntó, y tras recibir la respuesta bufó por lo bajo- Y otro albino más... Entre estos y todos los niños guapos no sale un burdel bastante decente...

Si decir nada más, cogió una botella de syv que había aparecido mágicamente en una de las cestas y se la llevó a su cuarto, pisando firme para dejar bien claro su enfado, y se metió en la cama.

Alder

Alder se encontraba en ese estado de seminconsciencia en el que oia vagamente los pasos dados por la habitación, y la luz empezaba a atravesar sus parpados. Notaba a Seon abrazada a ella con brazos y piernas, y respirando profundamente, ajena al ruido del torreón. El sonido era cada vez más molesto; probó a taparse la cara con una almohada, pero al final se rindió y se desembarazó de Seon con toda la suavidad posible. Yrio no estaba, como tampoco estaba ningun otro. Pero la luz que entraba significaba que era pleno día. ¿cuantas horas habría podido dormir? ¿y que carajos hacia toda la casa despierta? Apenas se había acostado al amanecer. "claro que ellos se tiraron toda la noche en la cama..."
Bajó de malhumor las escaleras y abajo, Yrio le estaba echando una bronca horrible a Atol. Aquello le resultó tan divertido que olvidó que estaba igual de molesta.
- Si al final resultará que eres entretenido y todo.- dijo pasandole un brazo por encima del hombro y sonriendo ampliamente. Luego se detuvo y miró al chico de Libo con profundidad.- ¿en que momento te has bañado? Pero por el Alma, ¿cuanto llevais despiertos? ¡Anda, si es verdad! ¿Tú de donde leches sales? - dijo mirando al albino. - para ser una furcia, va demasiado armado. Eso, o le debe dinero un cliente. ¿cual de las dos?
A esa ultima observación al comentario de Yrio, Alder le añadió una sonrisa que mostraba todos sus colmillos, mientras él subía dando pisotones de vuelta a la cama. Seon estaba entrando en ese momento en la cocina y le miró horrorizada por el unico comentario que había sido capaz de oír.

Mientras comemos, yo sin musitar palabra y mirando de vez en cuando al nuevo, desconfiado, logro ver como se le caen algunos dientes, totalmente diferentes a los nuestros, al suelo. Y el tipo ni se inmuta. Pablo también lo ve y los identifica como dientes de "tiburón" << Ni idea... Debe de ser alguna criatura de sus mundos... >> El otro también nos pregunta por el pelo, ya que por lo visto en su lugar de origen lo llevan más largo y... ¿Mutilados?
-Eh... lo de mutilar no lo entiendo del todo. Nuestro pelo es sólo pelo, cada individuo lo lleva como quiere...-respondo pensativo, dándole vueltas a qué podría referirse.

Pero no me dan tiempo a pensar nada más ya que alguien baja dando gritos, alguien que resulta ser Yrio recién levantado y con muy mal humor << Pues sí que tiene un buen despertar el chico >> Abro la boca para decir algo pero como sigue hablando me callo. Luego repara en Serokrai, le respondemos y hace un comentario de algo de lograr un burdel decente ¿entre nosotros? << ¿Eh? ¿Va en serio? Jaja >>

También llega Alder, otra recién despierta a la que saludo, aprovechando para incorporar a Yrio que no me dejó decir nada:
-¿Buenas tardes? Pues me bañé hace unos minutos, menos de una hora.-pero su exclamación de "por el Alma" me da la clave del cabreo de Yrio.-Ejem, si me disculpan... Las señoras Alder y Seon e Yrio creo, y digo creo, tienen un horario diferente al nuestro, ¿verdad? Dormís cuando sale el sol, mientras que los aquí presentes dormimos de noche y abrimos los ojos con la salida del sol. Si es eso, disculpad por haber gritado antes; pero habría que...

No me dejan acabar. De nuevo algo relacionado con burdeles, pero esta vez llamando furcia al ulterano. << ¿Y el sentido común? >>
-Eh, Serokrai, están de broma, nada de molestarse, anda.-digo mientras me levanto rápidamente, repentinamente nervioso << Este puede aniquilarnos si quiere, diablos >>.- Son compañeras. Tened cuidado con el choque de culturas, anda, que somos de varios mundos y no todos hablamos o vivimos igual.-digo, a todos los que quedan, ya que Yrio subió cabreado al dormitorio.

El muchacho cuyo nombre aun desconozco es el primero en responder a mi pregunta, diciendo que lleva el pelo corto por gusto, algo que no entiendo. ¿Quien se cortaría el pelo a voluntad? Aunque al ver que Atol reacciona igual me paro a pensar en que quizás su pelo sea distinto al de los ulteranos. El primer muchacho en hablar me pregunta donde he pasado la noche, y acto seguido pregunta por mis dientes.

Sin embargo no alcanzo a responder a ninguna de las preguntas planteadas ya que en ese momento otro joven desciende las escaleras gritando algo sobre no dejarle dormir. Cuando me ve hace un comentario que no acabo de comprender. ¿Que es un burdel? El joven agarró una botella de una de las cestas y se perdió escaleras arriba, pero antes de que pudiera decir nada otra chica baja por las escaleras y hace otro comentario que tampoco entiendo. ¿Que es una furcia? Y de nuevo otra chica irrumpe en la sala, mirando horrorizada a la que acaba de hablar.

Por las palabras de Atol entiendo que ellos tres son alguna clase de especie nocturna y hemos alterado su sueño con nuestra conversación. Cuando Atol oye las palabras de la chica se pone en pie con velocidad y visiblemente nervioso, y me indica que están bromeando, que no me moleste. ¿Me han insultado? No creo, no tienen ningún motivo para hacerlo, ¿o si? Aun no conocía lo suficiente a estos seres como para saber como de diferentes eran de los ulteranos.

Decido responder a las preguntas que se me han planteado antes de formular las mías propias. Miro al muchacho y a Atol y respondo.

- No se como sera vuestro pelo, pero el mio es una extensión más de mi cuerpo.- Para que entiendan a lo que me refiero uso los tentáculos de mi pelo para agarrar un par de frutas y lazarlas de uno a otro, aumentando progresivamente la velocidad.-Mi pelo tiene una porción de mi fuerza.- Añado mientras dejo caer las frutas a mi mano y las deposito en la mesa antes de seguir con la siguiente pregunta.

-Ayer dormí en una biblioteca. Os seguí desde la plaza de la fuente, pero una casa carnívora me atacó. Conseguí que me soltara atravesándole la lengua con mi espada, pero ya era tarde para seguiros, así que busque refugio y me pareció la mejor opción. He memorizado su ubicación, así que podemos ir cuando gustéis.- Indico. Y por último...- Normalmente se me caen cuatro o cinco dientes al día, sobretodo al comer. No le deis importancia, por la mañana estarán como nuevos.- Abro bien la boca y le muestro mi brillante y afilada dentadura, compuesto por ochenta y ocho dientes, sin contar los dos que se me habían caído antes.

- Bien, creo que ya he respondido a todas vuestras preguntas, ahora responded vosotros a las mías. Para empezar...¿que es un burdel? ¿y que es una furcia?- Pregunte, mirándolos interrogantes.

Yrio apareció bajando las escaleras con cara de pocos amigos y se puso a pegar gritos. Al parecer no le había hecho mucha gracia que lo despertaran. "Vaya humos tiene" Enseguida dejo de prestar atención a lo que dice, y al poco rato aparece Alder. Esta vez si que escucho alto y claro todo lo que dice, para mi horror. "¡Pero a quién se le ocurre... !" Miro alarmado al ulterano, pero no parece inmutarse.

Me relajo un poco. "Insultar a alguien que no conoces de nada y que encima se ve a la legua que puede ser peligroso... Esta tía es más tonta y no nace"

Atol comenta que Alder, Seon e Yrio tienen un horario distinto. No entiendo lo que dice al principio pero en seguida me doy cuenta. "¡Claro! Su especie es nocturna. Eso explica bastantes cosas, pero tampoco es como para que se enfaden así"

El ulterano se volvió hacia nosotros y contestó a las preguntas que le habíamos formulado. Las respuestas que me da Serokrai confirman lo que sospechaba. Lo que no me esperaba era que pudiera mover su pelo a voluntad. "¿Hay ago que este tipo no sepa hacer?". Mencionó también que había pasado la noche en una biblioteca. "¡Genial! Por fin un lugar en el que podemos buscar información" También mencionó las casas carnívoras. -Si, las conocemos. Por poco me come una a mi también -

Una vez terminó de responder a nuestras preguntas quiso saber qué era un burdel y una furcia y Erin le contestó. No parecía que nadie fuera a hacer más preguntas asi que tomé la palabra.

-La verdad es que me gustaría visitar esa biblioteca de la que hablas, y, por su cara de embobada ilusión estoy seguro de que Erin también está ansiosa por verla. Por cierto, mi nombre es Pablo. Creo que olvidé presentarme antes-

En ese momento escuché un ruido procedente del patio. ¿No era allí donde se fue Thras? Me levanté y salí a ver que pasaba. Era la primera vez que veía el patio. Me acerquã hacia lo que parecía ser una estatua de una ninfa atravesada por estacas "Ideal, para animar a los inquilinos" pienso con sarcasmo.
No tardé en localizar a Thras. Parecía muy interesado en algo que no podía ver bien desde allí. -¿Has encontrado algo interesante?- Le pregunté mientras me acercaba.

Alder
Que Atol tuviera que adivinar que se dormía de noche, le desconcertó.
- ¿sois diurnos? ¿como los ratones de campo?- dijo sorprendida.- Pero... ¿todos?
Pero su pregunta quedó sin contestar porque fue entonces cuando el nuevo llamó su atención.
[...]

Seon

Nada más bajar, pudo comprobar que Alder estaba metiendo la pata como de costumbre. ¡Y de semejante manera! ¡ Y con alguien que parecía capaz de aplastarle el craneo contra la pared! Atol saltó rápido en su defensa, pero el chico nuevo no se inmutó, sino que parecía sorprendido.
- Efectivamente. Tiene la boca demasiado grande y la lengua demasiado rápida.
- Tal y como yo lo veo, eso no son mas que virtudes.- replicó de manera pícara. Nunca le tomaba muy en serio en aquellos reproches. Se rió del desconcierto del nuevo ante la palabra "furcia", pero tanto ella como Seon estaban aliviadas de ver que no se lo tomaba a mal. La aclaración no la dio ella, sino Erin, aquella niña tan extraña. Seon muchas veces se preguntaba si no debía acercarse a ella para intentar una conversación. Pero su deficinición le pareció incompleta.
- ¿solo mujeres? Un burdel es una casa de placer. Hay hombres y mujeres al gusto del que vaya, que venden su cuerpo... creo, que mi edeel bromeaba porque eres albino. El pelo blanco es un rasgo inusual y atractivo... muchos lo utilizan.. - explicó Seon. Bajo las palabras suaves se adivinaba cierto reproche indirecto. Luego añadió rapidamente:- claro que no todos los albinos trabajan en burdeles! ni mucho menos...pero si eres albino y eres un campesino sin mucho futuro, quizás es la mejor salida.
Se quedó callada, azorada por tener que dar semejante explicación a un desconocido.
Alder aun soltó una risita más.

El pequeño verde había hecho una cosecha positiva de semillas, las cuales había ido amontonando sobre un enorme pedrusco que se había encallado en mitad del pequeño bosque del panal. << Habrá que sacarlo luego, antes de sembrar >> se había dicho. Sin embargo, tan concentrado como estaba en su búsqueda, había bajado la guardia. De la peor manera posible.

Sintió los pasos desmoronando pequeños terrones de pierda tras él y se giró lo suficientemente temprano, o demasiado tarde, para ver como una mano gigante se abalanzaba sobre él y lo apresaba irremediablemente. << Me han cazado, estoy comido >> pensó descorazonado, falto de aire por el abrazo de la enorme extremidad. Sin embargo, lejos de apretar con fuerza, enseguida lo posó sobre su otra mano, dejándole respirar. << ¿No ataca? >> El gran animal de dos brazos dijo algo que al repoblador solo le sonó medio entendible. Se quedó paralizado durante unos segundos mientras calibraba sus opciones. Su instinto le decía que o bien atacara o bien huyera, pero la reacción del desmembrado lo había confundido y al mismo tiempo había había sembrado en él la curiosidad. << ¿Y si son animales cooperativos? >>. Hablaban, eso era una de las cualidades propias únicamente de los hijos de la Flora. Si pensaban un par de pasos más allá que cualquier ser gigante de su bosque, debían ser lo suficientemente inteligentes como para emplearlos para moverse. << Seguro que son más rápidos que la avispa, aunque no vuelen >>. Decidió arriesgarse.

-Yo-dijo escuetamente, alzando sus cuatro brazos para que vieran los tatuajes que eran su nombre. También se acuclilló sobre la palma de la mano del ser y dibujó su nombre por si diera la casualidad de que fuera capaz de leer al tacto mejor que de manera visual- ¿Paz?-preguntó al de piel gris rosada. El gigante asintió con la cabeza y le sonrió. El repoblador suspiró tan aliviado que no controló el aire que soltó, emitiendo un ruido algo chirriante por la espalda.

Pensando en todas las posibilidades que se le abrían paso para sobrevivir y cultivar el lugar con tamañas bestias, casi tardó en ver al segundo gigante que se había acercado. Acto reflejo, trepó por el brazo del que le había hablado primero, aferrándose bien y cuidando de no hacerle daño tanto como podía. Se encaramó al hombro y luego subió sobre su cabeza ayudándose de una cosa cartilaginosa que le crecía en mitad de ella, a un lado. Dirigió una mirada seria al segundo gigante, una vez que había alcanzado el lugar más alto.

-Paz-repitió con su vocecilla aguda, esta vez afirmando lo que antes había sido una pregunta. Alzó sus brazos para mostrarle su nombre. Dio un par de golpes en la cabeza al de abajo, esperando que respondiera por él para reafirmar esta tregua en la cadena alimenticia. << Con suerte, será uno de los dominantes de la colonia y no podrá negarse >>. Tampoco estaba seguro del sistema de jerarquías que había en este panal y era consciente de que estaba cometiendo una locura. Pero su instinto, quizá suicida, le decía que siguiera adelante con ella.

Cuando hice la pregunta todo el mundo se quedo en silencio, mirándome con aire incomodo y ¿un poco temeroso?. Entonces Erin me explico el significado de las palabras. Cuando comprendía a que se referían los nocturnos no entendí porque me habían llamado así, aunque una de las nocturnas me lo explico. Al parecer era por el color de mi cabello, que al parecer es exótico y demandado en aquella clase de lugares.

Me enfurezco, aunque no lo exteriorizo. Atacar a mi cabello precisamente, que me reconocía como uno de los guerreros elegidos por el emperador en persona. Y comparar mi situación a la de un campesino...

- En Ulterania, los que nacemos con el pelo blanco y los ojos rojos estamos destinados a ser Watahré, los guerreros de élite del emperador. Y mi situación dista mucho de la de un simple campesino, soy miembro de la nobleza de alta casta y he probado mi valía en cientos de batallas. Haríais bien en recordarlo la próxima vez. No se como os comportareis en vuestro planeta, pero en Ulterania no damos la bienvenida con insultos. - Me pongo en pie y me giro hacia los demás.- Es cierto que tenemos que ir a la biblioteca, nos vendría bien tener toda la información posible de este lugar. Sin embargo, dada la cantidad de personas que somos y la comida que queda, no durara mucho más. Propongo que vayamos a buscar comida y a la vuelta pasemos por la biblioteca.- Les sugiero mientras me encamino hacia la puerta que lleva al patio, por donde había desaparecido los dos muchachos.- Voy a buscarles.

Salgo al exterior y observo a mi alrededor. Lo primero que llama mi atención es la estatua de la mujer empalada por las estacas, aunque directamente mi mirada se dirige hacia el lugar donde se encuentran los demás, que parecen revolucionados por algo. Me dirijo hacia ellos.

- ¿Que pasa? ¿Que estáis haciendo?- Y entonces veo al pequeño hombrecillo que descansa sobre la cabeza de Thras.- ¿Es otro de los nuestros?- Pregunto mientras lo observo. Me fijo en que tiene unos pequeños cristales colgados de su cinturón y me pregunto si serán sus armas.- ¿Eres un guerrero?

En la mano de Thras se alzaba lo que de forma corta y simple podría describirse como una "planta con patas". El extraño ser le miró seriamente y acto seguido comenzó a trepar por el brazo de Thras, quien no parecía estar muy seguro de como reaccionar. La escena resultaba cómica. Una vez alcanzó la cabeza del chico empezó a dar golpes, alzando los brazos de vez en cuando mientras decía una única palabra.

-¿Habla?- fue lo primero qje dije al escucharlo. Solo había pronunciado una palabra, asi que podía ser solo una casualidad.

Antes de que pudiera decir nada más la puerta del torreón se abrió y por ella apareció Serokrai. Quería saber que pasaba, pero no hizo falta contestarle, ya que rápidamente se fijó en nuestro extraño invitado.

-Aun no lo sé. Eso era lo que trataba de averiguar- digo respondiendo a su siguiente pregunta. Lo cierto es que era muy posible que se tratara de otro cosechado procedente de otro mundo.

Lo siguiente que hizo el ulterano fue dirigirse directamente a nuestro invitado, preguntando, para variar, si era un guerrero.

Desvié la mirada a otra parte del patio. Cuatro montículos De tierra habían llamado mi atención, y no necesitaba acercarme para saber que eran. -Tumbas- No hacía falta decir nada más.