Torreón Letargo (Archivo III)

Alder

Se despertó con la noche aun en lo alto, y las llameantes alas de los murcielagos dando vueltas como estrellas inquietas. Seon había dormido pegada a ella, y por eso ninguna de las dos había pasado frío. Agitó su hombro.
-¿hum?- Seon rodó hacia un lado con la intención de dormir un poco más.
- Es ya noche oscura me parece.- su aurva se incorporó mas espabilada.
- ¿y los demás, no despiertan?
- He pensado en intentarlo, pero parecen cansados.He oido roncar a uno -susurró Alder.
- [color=white]Yrio ya esta despierto, no?color].. - luego echó un vistazo a los dormitorios- por cierto, Thras está desnudo.
- Sí, cuesta no mirarlo. - Alder sofocó una risa. Bajaron y encontraron a Yrio con una vela en la mano. Alder aun guardaba recelo por lo que les había contado. Tenía que haber socorrido a su edeel. Tenía que haberlo socorrido incluso si fuera un desconocido. Pero puesto que Seon parecía dispuesta a disculparle, y que ellas estaban allí en un lugar donde nadie parecía entenderse bien, ni siquiera después de beber de la fuente, Yrio era lo que tenían y estaba dispuesta a intentar olvidar prejuicios.
- Buenas noches, Yrio. ¿llevas mucho rato despierto?

Nfdr: Noche oscura es el periodo de tiempo que corresponde a la tarde diurna, es decir, despues del almuerzo. Claridad es la mañana nocturna.
Ntfdr2: Nibi, edité, pero tu también tienes que tener en cuenta, que igualmente Alder y Seon bajan en mitad de la noche.

Parecía que al resto del grupo le importaba bien poco que no tuviesen luz. Se pasearon por el polvoriento torreón como por su casa y tras inspeccionar un poco más se subieron todos a los pisos superiores y no volvieron a bajar. Yrio se quedó con la palabra en la boca y una vela apagada en la mano. Bufó a las escaleras y luego continuó buscando entre los trastos de la cocina, tan concentrado en su tarea que se le olvidó por completo de que en una situación normal estaría aterrado de tener estar solo en el piso inferior y habría salido corriendo con los demás. Encontró un aparato con forma de cabeza de dragón que parecía ser un encendedor, por lo que pudo encender la vela y después ponerla en un platito de latón para transportarla más fácilmente.

La vela estaba bastante entera, y aunque no alumbraba mucho Yrio podía ver bastante bien con ella incluso cuando cayó la noche. Alder y Seon bajaron poco después, así que les estuvo haciendo compañía mientras comían algo cogiendo él un poco de pan y queso, sin atreverse a comer demasiado. Luego exploró el sótano, de aspecto demasiado siniestro como para pasar demasiado tiempo en él, por lo que subió de nuevo a la cocina, y allí se sentó en un sillón junto al horno. << Tenemos horno, no tenemos que pasar mucho frío... Me pregunto si habrá leña en algún sitio...>>. Al acomosarse en el sillón notó que algo le pinchaba bajo el cojín... << ¿Qué es...?>> Ropa, joyas, y piedras raras amontonadas debajo.

- ¿De quién será todo esto?- susurró.

Se pasó el resto de la noche jugueteando con el pequeño tesoro que había encontrado, y cuando despuntó el sol corrió a escabullirse en una de las camas para dormir. Estaba agotado. << Malditos compañeros dormilones, luego no van a poder dormir en todo le día...>>


Nota del master: A partir de aquí no quiero tochacos, sino un resumen de la llegada para los que aun no han podido postear. Ahora es de madrugada. No me volvais a hacer esta cagada.

Abrí los ojos bruscamente. Sentía un dolor agudo en la palma de mi mano derecha, pero desapareció casi al instante "Como siempre".

Seguía teniendo las mismas pesadillas, como todas las noches. No es que fueran iguales, pero seguían todas el mismo patrón. Eso le molestaba. Una de las cosas que le habían dicho cuando aceptó venir a la ciudad era que aquí sus pesadillas podrían desaparecer, pero de momento seguían como hasta ahora.

Me incorporo y trato de acordarme de lo que había pasado ayer. Poco después de encontrar el dormitorio, Atol e Yrio le habían contado lo que había en el sótano y el patio. Luego había subido al dormitorio de nuevo y tras tratar de adecentarlo un poco, se había tumbado en una de las camas y rápidamente se había dormido.

Me levanté de la cama y descubrí que algunos ya se habían levantado, así que bajé a la planta baja esperando encontrarlos allí. En el patio encuentro a Atol y a Thras, los dos haciendo ejercicio. Los ejercicios de Atol no me llaman demasiado la atención, en cambio los de Thras si. Parecía aeróbic, pero mucho mas bestia que cualquier tipo de aeróbic que hubiera visto antes.

Tras saludarlos vuelvo al salón, y tras picar algo de pan de las cestas dirijo una mirada a toda la estancia. "Bueno... Si vamos a quedarnos aquí habrá que adecentar esto un poco."

Busco por toda la sala hasta que encuentro cosas para limpiar y comienzo las labores de limpieza, empezando por la cocina. Al cabo de un rato Thras y Atol aparecen tras haber terminado con sus ejercicios. Atol enseguida coge una escoba y empieza a barrer el suelo, pero Thras se queda quieto sin saber que hacer. "No sabe limpiar" recuerdo.

Me acerco a él con un trapo. -Mira- Quito parte del polvo de una de las sillas y le paso el trapo. -Tan solo haz eso hasta que no quede polvo en la silla y después pasa a otro mueble, y sigue así con los muebles que veas. Si ves que el trapo tiene mucho polvo sacúdelo fuera.-

Una vez le he explicado lo que tiene que hacer sigo limpiando la cocina.

Tras caminar un rato veo como se alza ante mi un imponente torreón, cubierto en su totalidad por frondosas enredaderas. El rastro que estaba siguiendo me conduce hacia él, lo cual tiene sentido, ya que es el edificio más solido y que más protección parece ofrecer de todos los que he visto desde que abandone la biblioteca.

Comienzo a caminar alrededor del torreón, buscando una puerta a través de la cual poder acceder a su interior. Vi una estatua que representaba a una mujer, con el cuerpo sembrado de afiladas estacas, lo cual me hizo preguntarme el caracter de este edificio. En mi recorrido por el exterior del torreón encontre también un huerto. <<Bueno, al menos parece ser que tenemos una manera de obtener vegetales.>> pense mientras lo observaba. A su lado se alzaban cuatro tumbas, que realzaron más las palabras del reclutador. El peligro era real. Sonrio secamente.

Sigo rodeando la torre hasta que entre las lianas y las flores veo una puerta de madera. Tiro del picaporte, y no me sorprendo al ver que esta cerrada por dentro. Golpeo con el dorso de la mano tres veces sobre la madera. 3 secos golpes que rompen el silencio del ambiente. Me aparto un poco de la puerta y, sin que se note demasiado, adopto una posición defensiva y preparo mi hoja oculta por si me viera en la necesidad de usarla. Es hora de encontrarse con el resto.

Habían llegado a un torreón enorme, que estaba rodeado en su totalidad de enredaderas << ¿Serán venenosas? Después de lo de las casas no me sorprendería nada >>, pensó, mientras buscaban la puerta. Cuando la encontraron, se tranquilizó, pues las enredaderas no eran venenosas (había tenido que tocar la planta para buscar la puerta y no la había pasado nada) y el torreón parecía bastante seguro con la entrada tan camuflada. Aunque aquel desorden que se encontró al entrar la sentó como un cubo de agua fría. El espectáculo de telarañas y polvo acumulado que se extendía ante sus ojos no era para nada algo agradable, mucho menos cuando descubrió que todo estaba tirado por el suelo y al andar dejaban huellas en la capa de polvo que cubría el suelo del torreón << Pero, pero… esto no es normal, ¿quién deja un torreón así de sucio? >>Alguien dijo algo sobre llamar al servicio de limpieza, lo que la pareció realmente gracioso teniendo en cuenta todos aquellos edificios en ruinas.

La gente fue explorando el torreón. Los que subieron, mencionaron un baño y un dormitorio << Al menos hay un sitio donde dormir >>e Yrio, que había salido al patio, había dicho algo de un pozo. Al menos tenían agua, lo que ayudaba mucho, ya que, al menos ella, no iban a estar yendo hasta la plaza de la fuente cada vez que necesitasen agua. Apenas un rato después, subió al cuarto. Dejó la mochila apoyada contra la pared y sacudió las sábanas llenas de polvo, para después volverlas a colocar. Cuando la mayor parte de sus compañeros se hubo dormido, ella ya llevaba en la cama un rato, con la ropa puesta. Lo único que se había quitado eran las botas.

Fue una noche algo extraña. Se quedó despierta la mayor parte de ella, como era costumbre para Erin, por lo que vio como dos personas a las que no llegó a identificar se levantaban y bajaban abajo, aunque no le dio importancia. Ella era la primera que odiaba dormir. Cuando se hizo de día, apenas había dormido dos horas, aunque no la importó. Cuando se levantó, se dio cuenta de que se había dormido con las gafas << Mierda, podrían haberse roto, tengo que tener más cuidado >>


Bajó abajo y vio a Atol y al chico de la ropa rara haciendo ejercicio. Los del primero no llamaron demasiado su atención, pero los del otro… Aquello era una cosa muy bestia para su gusto. Frunció el ceño y fue a la cocina. Cogió una fruta de una de las cestas y fue a sentarse en uno de los sillones, aunque no lo hizo porque estaban llenos de polvo
<< Habrá que limpiar pronto el torreón >>.
Mientras Atol y Pablo enseñaban a limpiar al otro chico, ella los observaba, ya que Atol se había negado a que ella limpiase, lo que la frustró bastante. De pronto recordó que el chico había bajado abajo y había dicho que había armas. << Oh, seguro que hay espadas. Voy a bajar a… >> . Algo interrumpió sus pensamientos. Tres golpes en la puerta la hicieron acercarse a ella. Se subió el puente de las gafas y abrió, para encontrarse con un chico de pelo blanco y ojos rojos que medía bastante más que ella, lo que la hizo retroceder un paso. -¿Quién eres y qué quieres? - dijo, intentando no sonar demasiado borde por si acaso la atacaba. La voz la tembló un poco a causa de la impresión que la había causado el chico.

El repoblador apenas había podido dormir, había oído ruidos dentro del enorme panal y había podido ver desde su escondite a un par de gigantes hablando. Por lo poco que percibió de sus palabras, hablaban el mismo idioma del agua. Debía de haber algún don de Flora en ella para facilitar la comunicación entre especies. Tras ese susto, luego pudo dormir un poco más mientras amanecía. Hasta que llegó otro gigante desmembrado y con un pellejo negro sujetando su cadera. Hacía unos bailes muy raros y al domador de avispas le habían hecho tanta gracia que poco le había faltado para levantarse a imitarlo. << Puede que sea una danza de apareamiento >>. Otros de esa especie de enormes aparecieron en su misma celda del panal, iban cubiertos de capas de piel falsas y colganderas y portaban en sus solitarias extremidades unas ramas extrañamente lisas.

A lo lejos, procedente de la abertura al interior de la colmena de piedra, se oyeron un par de ruidos. El repoblador aprovechó que todos se acercaban a la fuente de estos y se coló dentro. << Pequeño e invisible >> se decía, como cuando se camuflaba entre la vegetación del bosque. << Pequeño e invisible >>. Caminó agachado, a seis extremidades, para ir tan rápido como su corto tamaño le permitía. Siguió los bordes de los habitáculos y se alejó de algo que parecía un camino de subida artificial. Si cruzaba por ahí al tiempo que uno de esos gigantes, estaba perdido. << Mis entrañas por el suelo no sirven a la Flora, solo a los carroñeros >>. Mejor seguir por los espacios más amplios.

Puedo ver como al fondo, en un agujero en la pared más pequeño, los gigantes empezaban a reunirse en torno a alguien todavía más gigantesco que los propios gigantes. Era todo tan raro aquí que todo le empezaba a resultar común, por paradójico que pareciera. Se alejó de ese lugar y siguió buscando. No tardó en dar con una habitación que le olía deliciosamente bien. Su estómago hizo unos sonidos que se le antojaron graciosos y buscó con los ojos la comida, que estaba protegida en lo alto de un extraño arbolillo seco de cuatro patas y copa plana. << Será una especie autóctona >>. Se aferró a uno de sus finos troncos y lo escaló. En lo alto había unos objetos formados por tallos planos entrecruzados, todos ellos llenos de comida de más tipos de los que había conocido nunca. << Deben de ser omnívoros >>. Saltó dentro, "nadó" entre los alimentos con cuidado, y agarró unos frutos casi tan grandes como él. No tardó en descartar la posibilidad de huír con ellos, sobretodo porque probablemente se le rompieran los brazos en el intento, asíque se encaramó a la pieza de fruta y empezó a darle pequeños bocados. << Están distraídos >> se dijo como excusa para poder saciar su hambre sin sentirse mal por no actuar con mayor precaución.

Casi habíamos terminado de limpiar la cocina, A Thras no se le estaba dando muy bien pero el resultado era aceptable. Erin apareció al rato con intención de ayudarnos pero Atol se negó rotundamente. Aquello me pareció un poco raro, pero no repliqué.

En un momento dado, Thras me hizo una proposición que me dejó pasmado. "¿Bañarme con él?. ¡Ni hablar!" fue lo primero que se me vino a la cabeza, pero en el fondo el chico me caía bien asi que respondí con una evasiva.

- Ehmm... Creo que deberíamos adecentar lo que es el baño ántes de pensar en eso.-

De pronto sonaron tres golpes secos en la puerta. Me pongo en alerta. "¿Alguien llama? ¿Pero quién?" Por un instante pienso que podría tratarse de los compañeros que se habían separado, pero rechazé la idea en seguida. No podían saber que estaban aquí. Fuera quien fuese, o lo que fuese que llamaba, era poco probable que lo conocieran, y en esta ciudad eso solo significaba una cosa: "Peligro".

-Atol. Las armas- le susurro mientras señalo las escaleras que conducen al sótano. Luego me vuelvo hacia Thras. -Busca a los demás y cuéntales lo que pasa. Si todavía están dormidos despiertales-

Procurando no hacer mucho ruido me dirijo hacia la puerta. Erin ya está allí, y para mi horror va y la abre como si estubiera en su casa. "¿¡Pero que hace!?"

Ya es demasiado tarde para lamentarse, asi que me coloco detras de la puerta listo para cerarla de un empujón si las cosas se complican. Desde mi posición no puedo ver lo que hay fuera, pero por las preguntas que hace la chica parece que quien había llamado era una persona y no un monstruo. Algo es algo.

Tras golpear la puerta pasan unos instantes sin que nada suceda. A continuación oigo unos pasos y la puerta se abre, revelando a una joven menuda. Aunque físicamente se parece a una ulterana, esta muy claro que es una especie completamente diferente. La chica me pregunta quien soy y que quiero.

- Me llamo Serokrai y soy un ulterano.- Empiezo diciendo mientras miro a la niña. Me planteo el motivo que la ha impulsado a ella a venir aquí. No parece que este deseosa de luchar a muerte.- Estoy aquí porque una mujer se presento ante mi y me dijo que si venía podría experimentar nuevos retos, enfrentarme a peligros mortales y desarrollar mi potencial. Os vi ayer alejándoos en la lejanía, desde aquella plaza con la fuente del agua de los idiomas y os seguí, aun que tarde más en llegar porque una casa intento comerme. Supongo que si estamos todos juntos tendremos mas posibilidades de salir con vida. ¿Te importa que me quede?

La chica me seguía mirando con la misma cara con la que me recibió cuando abrió la puerta, así que no espero su respuesta y de dos zancadas paso a su lado y entro en el torreón. Esta lleno de polvo y un poco desangelado, pero sin duda era un buen refugio. Lo recorro rápidamente con la vista, evaluando el potencial del lugar cuando un movimiento a mi espalda llama mi atención.

Me giro velozmente llevando la mano a la espada, pero sin llegar a desenvainarla. Detrás de la puerta se esconde otro chico, de aspecto similar a la muchacha que me recibió. Parecen de la misma especie. Relajo el gesto y bajo la mano antes de repetir la pregunta.

-¿Os importa que me quede?.- Pregunto.

Mientras terminamos de limpiar llaman a la puerta y respondo a Pablo bajando directamente a las mazmorras y cogiendo lo primero que pillo, una espada curva y otra más recta, para luego subir y darle la recta al chico. Me pongo al lado de Erin cuando ya la puerta está abierta justo para ver pasar a un chico más alto que nadie, de pelo blanco y ojos rojos << ¿Qué les pasa a los peliblancos? Están por todas partes... Y si... ¿Estarán enfermos? >> pero la voz del nuevo me saca de mis pensamientos << ¿Ulterano? ¿Otro mundo? Diablos... ¿¿Cuántos mundos hay?? >> Y pregunta que si puede quedarse...Tras echarle un rápido vistazo creo que nos vendría bien que se quedara... Es fuerte, parece saber usar sus armas y no le pesan, es alto, será rápido al correr... Y lo han traído como a nosotros. << No veo problemas... >>

-Por mí, quédate. Soy Atol-empiezo, educadamente.-Y de Libo, mundo que seguramente no conozcas pero existe.-añado cansinamente.-Si alguien se opone que lo diga, cosa que dudo pues parece más guerrero que nadie y nos vendría bien su compañía, sabiendo lo que fuera nos espera.

Después reparo en Thras, que está diciendo algo de bañarse con Pablo y yo. El otro no parece muy por la labor aunque yo no le veo pegas, pero es raro que quiera hacer tal cosa... << ¿O quizá en su mundo es normal? Parece serlo, mira su mirada, ya estamos... ¿Fiesta de... espuma? En fin... >> Se le ve tan contento que no me sale negarme, pero hay un fallo:
-Eh... No sé si cabremos, la bañera era un tanto pequeña cuando la vi antes. Y dudo de que se pueda hacer mucha espuma siquiera.-y según hablo me doy cuenta de lo siguiente que añado.-Aparte de que hay que llenarla con el agua del pozo, subir y bajar, subir y bajar, rellenarla... Bueno, como nadie de los despiertos se opone a que Serokrai se quede, bienvenido. Yo necesito un baño, los tres mejor dicho.-luego me giro a la chica y sigo, educado a más no poder.- Si la señora Erin desea tomar un baño, se lo prepararé. Será un tanto cutre pero es lo máximo que puede hacerse.

Luego salgo al patio, lleno un cubo de agua y me encamino hacia la escalera
-Thras, si quieres subir a ver la bañera y ver que no cabemos todos, sube.

Mientras se decide yo subo y bajo, llenando la bañera hasta un límite y un tanto mosqueado por lo poco de lo que disponemos para asearnos. Agua del pozo, ni una toalla y una pastilla de jabón dura. << A Thras no le va a hacer hipergracia nada de esto... Ay... >> No puede ser que no haya nada para secarse... ¿Se secaban al desnudo los anteriores habitantes? No creo, aquí va todo el mundo muy vestido... >> Así pues vuelvo a bajar al salón, luego al dormitorio común y la encuentro en una armario. Cojo un par, vuelvo, me baño con rapidez frotando la maldita pastilla y, envuelto con la toalla y la ropa en otra mano, aviso a Thras y Pablo gritando por la escalera:
-¡Baño libre!

Pero lo que no esperaba es que Thras apareciera a saltos por la escalera y no me deje salir, ordenándome incluso que le bañe. Y no espera respuesta, se quita la transparente prenda y se mete en la bañera << Encima se queja del agua fría... >>
-¿Que qué? Ay, Gran Madre, ¿de dónde ha salido esta criatura?-murmuro mientras cierro la puerta y me armo con la pastilla de jabón.-Esto es lo que hay, Thras.-

Y... A ver, yo estoy de pie, él también, mejor que se siente. Se lo digo y luego me pongo manos a la obra mientras le digo que esto lo hago hoy para que aprenda, que en el futuro se tendrá que apañar sólo. Frota que te frota, desde arriba hacia abajo, quitando todo el polvo y suciedad del día anterior y viendo con pena como desaparece el maquillaje, que me recuerda al mío
-Lo siento por el maquillaje, el mío también se habrá ido... Diablos...

Acabo de lavarle el pelo que pronto pierde su forma original y cuando le enjuago, le ayudo a salir de la bañera para después darle la otra toalla. << No tiene ropa... Maldita sea... >>
-Ropa... Quédate aquí, sécate o te enfriarás y no queremos resfriarnos, ¿no? Es fácil, frota la toalla como hice yo con el jabón y luego el pelo.

Dicho esto subo a la habitación y busco algo de ropa en el armario de las toallas, para luego bajar con una camiseta y pantalón cortos, usados y con las mangas algo roídas, con los colores perdidos.
-No me gusta ni a mí, no te quejes anda.

El estómago del repoblador estaba ya lleno con menos de un cuarto de la pieza de fruta que había empezado a mordisquear. Rebuscó entre los alimentos gigantes hasta dar con una hoja verde, casi tan grande como él y que parecía comestible. La relió hasta hacer con ella algo parecido a un bastón, la agarró y emprendió su camino de bajada hasta el suelo firme. A la hora de salir hacia el habitáculo de las plantas tristes tuvo que tener más cuidado que cuando entró, pues ahora que había entrado el mayor de los gigantes, posiblemente el jefe de esta colonia de enormes, se habían vuelto a dispersar por todo el panal. Aprovechó que varios tomaron el camino estrecho ascendente mientras hablaban de aguas y otras cosas que no pudo entender y corrío hacia fuera.

Tratando de entremezclarse con las plantas, se acercó hasta la pared y escaló las enredaderas hasta la parte más alta del muro. Una vez arriba, cogió tanto aire como pudo y lo dejó escapar por los orificios de su espalda, originando un sonido parecido al canto de un pajarillo. En un rato, la avispa se acercó volando hasta donde estaba el repoblador. Este la acarició en la cabeza, en la zona entre las antenas, y le dio de comer la hoja de verdura que había rescatado del enorme cesto.

-Es poco-se disculpó en un susurro tristón, aunque sabía, o creía saber, que el animal no entendía su lenguaje más allá de las órdenes que había aprendido a base de repeticiones y premios. Acarició su lomo y le dio un ligero toque para que se volviera a perder entre los tallos de la pared exterior del panal-. Escóndete, luego iré a por más.

El repoblador descendió enredadera abajo y se fijó por primera vez con atención en el estado del lugar. << Esto necesitaría un milagro de la Flora para ponerse en orden >>. Él no sabía de dones florales, no había llegado a la edad de la prueba, pero sí sabía lo suficiente de repoblación como para intentar adecuar esto un poco. Sin perder más tiempo, comenzó a examinar todas las plantas secas en busca de semillas.

Al chaval no parece gustarle para nada la ropa, cosa normal ya que es un estropicio, pero tendrá que conformarse con eso... Se resigna y se la pone antes que enfriarse y luego le termino de secar el pelo mientras veo cómo empieza a hundirse por su aspecto, quizá por la pérdida del maquillaje y su ropa... Pobre, va a tener que adaptarse o sucumbir, es lo que nos toca. Yo por mi parte acabo vistiéndome con ropa similar pero cogiendo sólo los pantalones, y mientras me coloco los arneses y brazaletes encaro a Thras
-Eh, mírame. No sé cómo será tu mundo, sé que tu ropa es fea, la mía también, el maquillaje se fue, el pelo perdió su forma... Pero eso va a ser así hasta que encontremos algo para adecentarnos y algo para pintarnos. De momento es lo que hay, tendremos que apañarnos. Y prometí un desayuno que será una comida, ¿bajas?-acabo sonriendo sin saber qué más decirle.

Después sin esperar respuesta bajo a toda velocidad y me meto en la cocina. El ulterano empieza a hacer preguntas sobre nosotros y a veces respondo a gritos
-¡Somos nueve! No sé si sabrán luchar, pero yo sí; y hay una armería, ¡bajando las escaleras!

Aunque no tenemos aceite, la misma grasa de la carne cruda sirve cuando enciendo el fuego con un encendedor que he encontrado << Faltaría más que no hubieran, sin fuego y carne íbamos listos >> Me pongo manos a la obra cortando y picando carne y verduras, doy un viaje al pozo, picoteo un poco de una manzana picoteada, desechando la parte mordida y acabo el estofado. Luego reparto en los platos que voy encontrando y lavando. Rápidamente limpio con un trapo la mesa del salón y pongo los platos y cubiertos, así como vasos, un cubo con agua del pozo, pan y fruta.

-Aún queda carne en salazón y poca cruda, habría que ir a por más día sí, día no...-informo cuando acabo.-Y ni rastro de Seon, Alder e Yrio... Y ah, si mordéis alguna fruta, no la dejéis en la cesta, avisad al menos.-añado, recordando la fruta mordisqueada.

Me acerco a la escalera, grito que la comida está lista pero no hay respuesta. Mosqueadillo subo pero cuando veo que están durmiendo los de Sinhdro, vuelvo a bajar y me siento frente a mi plato mientras tapo con otros los tres que no tienen dueño aún.
-Bueno, que aproveche. Alder, Seon e Yrio siguen durmiendo... Ya bajarán.

<< Ahora es cuando echo de menos mi comida... Bueno, no puedo hacer otra cosa mejor, no teniendo que racionalizarlo todo... Y mi maquillaje... Ay, algo encontraré, algo básico que me sirva como pigmento... >>

Otro muchacho aparece. Se presenta como Atol del planeta Libo, del cual nunca he oído hablar, y dice que por su parte puedo quedarme. Por sus palabras entiendo que el resto del grupo no esta compuesto precisamente por guerreros. No lo entiendo, si no saben luchar ¿por que han venido a un lugar peligroso? ya me molestare en averiguarlo más adelante. La chica de la puerta se presenta como Erin de la Tierra, otro mundo desconocido. También hay otro joven, que va prácticamente desnudo. No se presenta y se encoge de hombros ante mi pregunta.

Antes de nada me giro hacia Atol. Tengo algunas preguntas y el parece ser el mas indicado para responderlas.

- ¿Tenemos una armería aquí?.-Responde afirmativamente y me indica como llegar hasta ella, en el piso de abajo.- ¿Cuantos sois en el torreón? ¿Alguno de vosotros sabe luchar?.- No tarda en responderme que son nueve en total y que el sabe luchar, pero desconoce si los demás tienen nociones de lucha. No me hago muchas ilusiones al respecto. Tengo más preguntas, pero mi prioridad es hacerme con armas decentes, con las que reemplazar la espada perdida.

Sin perder el tiempo bajo las escaleras y llego a la armería. Pese a no ser excesivamente grande parecía estar bien provista. Las armas colgaban de las paredes o estaban sujetas en pequeños mostradores. Tras echar un vistazo a la sala mis ojos alcanzan unas guadañas, ni grandes ni pequeñas, que descansaban colgando de la pared. Las examine con una mirada rápida. No podían compararse a mis ornamentadas guadañas de combate. Estas tenían un mango simple de color negro, y su hoja no estaba muy bien afilada, pero por el momento servirían. En un estante encontré un cinturón y al que las sujete al rededor de la cintura.

Deje mi espada en el estante antes de subir de nuevo las escaleras y volver con los demás. Tampoco iba a llevar todo el arsenal encima. Una vez arriba veo que el muchacho de antes ya esta vestido. Aunque sus ropas son simples y no están en muy buen estado, su forma de hablar me recuerda a los nobles de la alta casta, no a los guerreros como yo, si no a los que dedican su día a día a acudir a fiestas y banquetes.

- Muchacho.- Digo dirigiéndome a él.- ¿Eres un noble de alta casta?- Le pregunto. Atol llama mi atención al indicar que la comida esta servida. Hace mas de un día que no pruebo bocado, así que devoro la carne sin andarme con muchos miramientos. Noto como un par de dientes se me desprenden al masticar la carne y ni me inmuto. Los dejo caer al suelo. Para mañana los volveré a tener en su sitio. Seguiría comiendo, pero hay que racionar la comida y aun queda mucha gente sin comer. Observo a los muchachos mas de cerca y una duda surge en mi cabeza.

- Vuestro pelo...- Comienzo mientras que mi mirada salta de unos a otros.- ¿por que es tan corto? ¿Por que os han mutilado? ¿ Que crimen habéis cometido para que os lo hayan cortado?