Torreón Letargo (Archivo III)

- Seon esta arriba durmiendo. Esta un poco... triste.- dijo a falta de una mejor palabra. Habían hablado, y Seon había insistido en disculparse por llevarla hasta allí. Y luego vuelta a las lágrimas. Alder había dicho todo lo que se le había ocurrido para consolarla, hasta el límite de ponerse irritable. No sabía como al final ella era la que salía mal parada, pero siempre le tocaba palmear la espalda de su parte clara. La mejora del humor de Seon y su promesa de volverse más fuerte y de sacarlas de allí, sin embargo había hecho que olvidase de eso, y hasta le había arrancado una sonrisa. Se habían dado un abrazo y Seon, que todavía tenía problemas para regular sus horarios de sueño, se había quedado arriba.
Cuando llegó Yrio estaba sentado en el sillón comiendo, y explicaba como funcionaba eso de la magia.
Arriba ella lo había intentado y no había sucedido nada, pero quizás solo tenía que reintentarlo.
- ¿está Pablo bien?- preguntó mirando al chico dormido.

Yrio bajó hasta la planta dónde estaba el resto, cargado hasta arriba de cristales, y se acercó a Pablo diciéndo que había aprendido no sé qué. Tap prestó atención solo porque estaba cerca y le picaba un poco la curiosidad, a pesar de que le apetecía salir de la habitación. No le apetecía compartir el aire con él ahora mismo. Pechito se acercó a la herida, habló cosas raras e hizo movimientos raros (lo que Tap llevaba pidiendo a Erin y Pablo desde que supo lo de sus dones) y ¡Sorpresa! En apenas unos segundos la herida del hombro de Pablo había mejorado sustancialmente. Tap fingió que no le había sorprendido, aunque quizá no demasiado bien.

Lo que sí le hizo fue reflexionar. Los dones de Flora se aplicaban a las plantas. Eso no podría ser un don. No le cabía esa idea a Tap en la cabeza. << ¿Y si son otro tipo de dones? >> No lo había pensado, porque jamás había conocido a alguien que no defendiera los intereses de la Flora (y que no fuera repoblador). Pero estos eran gigantes, nada que ver con él ni sus costumbres ni su nada. ¿Quién le daría dones a ellos? ¿Dones para gigantes?

Tap refunfuñó, estaba pensando demasiado para su gusto y el de su cabeza, que empezaba a dolerle. Saltó al suelo para salir fuera, que era lo que había pretendido hacer desde que Pechito había bajado, y eso fue lo que hizo. Eso sí, tragándose una orden al gigante y reciclándola como una idea vaga: << Pablo no es el único herido. Ya podría dejar de emocionarse y curar al resto >>.

En el patio, se escondió entre las plantas del huerto y enterró los pies en él. La avispa vino al rato y Tap se tumbó bocarriba sobre ella, para tomar un rato el sol. Ignorante de todo, salvo lo bien que se estaba en ese justo momento.

Poco a poco, fui abandonando el sueño y volviendo a la realidad. Al principio solo me llegaban sonidos inconexos a los que no les encontraba sentido. Poco a poco esos sonidos fueron tomando forma hasta que empecé a reconocer palabras. Finalmente, tras lo que me pareció una eternidad, pero que seguramente no fueron mas de uno o dos minutos abrí los ojos.

Tardé unos segundos en reconocer el lugar. Me encontraba en el salón, tumbado en un sofá. A mi alrededor distingo a prácticamente todos, salvo Seon y Tap.

-¿Que... qué ha pasado?- Noto una punzada de dolor en el hombro, y me acuerdo de la herida. Me llevo una mano al hombro y noto que me lo han vendado.

-Estoy bien- Respondo antes de darles tiempo a que me lo pregunten -Algo dolorido, pero bien. ¿Y vosotros? ¿Algún herido?-

Me incorporé eché un vistazo a las vendas. Algo no cuadraba. La herida le dolía mucho menos que antes. Parecía que la habían tratado, pero no podía haberse curado de repente. "A menos que..."

-¿Cuanto tiempo he estado inconsciente?-

Sin embargo, Yrio dice que están bien sin denotar preocupación. Le miro extrañado, más aún por lo que luego nos pide, pero le sigo la corriente << ¿Quizá tenga un libro de curar heridas y haya visto algún fallo? >> Miro curioso lo que empieza a hacer y la extrañeza se sustituye por reconocimiento y sorpresa con el resultado final. << Magia... ¡Ha hecho un jodido hechizo! Pero... Pero... >> Me viene de golpe todo lo que sé de Libo y de las Brujas Antiguas, la creencia de la magia y su transformación en cuentos de niños actualmente... Pero este es otro mundo con otra cultura, historia y creencias, << ¿por qué no iba a tener su propia magia? >> Aunque tenga sentido, lo inculcado, aprendido e investigado sigue hondo en mi ser. No entiendo este mundo, no lo comprendo... << Y ahora aparece Yrio, precisamente un chico, ¡haciendo Magia! De locos... En Libo no me creerían, insisto >>

Pero lo que he visto es innegable: con unas palabras y gestos ha cerrado y curado la herida de Pablo, el cual ahora está despertando. Y Tap... Ahora tiene un dotado de verdad. << Espera... ¿Y si... >>
-Hey... Esto de los cristales funcionará con todos? A ver...

Cojo los cristales que andan por la cocina desde hace días y el libro de Yrio, me enseña el hechizo que ha hecho y lo miro pensativo << No me va a salir... Soy de Libo, allí había brujas, en el mundo de Yrio quizá hay brujos, pero no en Libo... >> Cargo los cristales como dijo, sumando nuevos arañazos a las manos y cuando se supone que están listos, intento curar uno de esos arañazos. Primer intento fallido por un error de concentración. Segundo intento igual. Más por convicción que provoca los fallos que otra cosa. << Si no me concentro, no lo puedo hacer bien. Si no lo hago bien, no habrá éxito o fallo visible... >> Tomo aire y en el tercer intento la herida se cierra haciendo que pegue un grito y soltando los cristales.

-No puede ser... ¡No puede ser! En Libo no hay brujos, no los hay...-entonces miro a Yrio.-Has sido tú, al ver que no lo hacía, ¿verdad?-pero yo sé que no es cierto.

Miro al Pablo despierto y preguntando y me voy a otro sofá a sentarme con la mano curada temblando y el libro en la otra.
-En vuestro mundo... ¿Hay brujos y brujas?-pregunto mirando a Yrio y tendiéndole el libro a Alder.-En Libo sólo brujas... Y sólo en la época de las Brujas antiguas... No sé qué pensar ahora... Todas mis creencias desbaratadas, todo por los suelos...-me paso las manos por la cara y me hundo más al no ver manchas de maquillaje.-En Libo todo era más sencillo... ¡Este mundo es de locos!-remato, echándome hacia el respaldo del sillón con fuerza y cerrando los ojos para pensar.

Nadie contestó pero Pablo acababa de despertarse y se tocaba el hombro, lo que le resultó un gesto muy extraño para alguien que tenia una herida reciente y preguntó otra cosa rara:
- Llevas menos de un día. ¿Por qué?
Atol probó con la magia que Yrio había explicado y se curó uno de sus arañazos. Luego le tendió el libro sin que ella hubiera dicho nada, y Alder lo cogió sorprendida, comprendiendo que quería ver si ella podía. Pero no. Alder se hirió cerrando los ojos un poco con cada corte. Nunca había llevado bien el dolor, pero sin embargo no le tenía miedo.
los cristales brillaron, y luego se apagaron, pero no fue capaz de hacer nada con ello. No fue cosa de concentración, ni de fallos de pronunciación. Al tercer intento cualquiera podía ver que su actuación era casi impecable, pero sus resultados nulos. La cuarta vez se equivocó de pura frustración. Hubo una quinta vez, pero tuvo que rendirse y entregar de nuevo el libro a Atol, porque no sentía nada excepto que estaba haciendo el rídiculo.
Voy a ser la unica inutil.

Observo esperanzado a Alder, convencido de que lo va a lograr, pero sólo consigue herir sus manos. Y encima por mi culpa e insistencia. Le arrebato el libro y retomo el hechizo de curación, cerrando los arañazos tras varios intentos. Luego sacudo la cabeza y me levanto, para pensar mejor.
-Perdón por los arañazos. Pero esto es de locos. Primero que la magia no existe, desapareció con las Brujas Antiguas. Y segundo que sólo las mujeres y andróginos tienen ese don... Así que no entiendo qué pasa aquí...-voy dando vueltas aleatoriamente por el salón hasta que veo a Macak y vuelve la esperanza.-Y los Grandes Felinos... ¡Prueba tú, corre!

Hago como con Alder y me acerco a la chica mientras me mira y lo intenta, primero titubeante y luego logrando la perfección en las instrucciones, pero nada ocurre. Luego intento volver a curar sus heridas pero por lo que sea ya no puedo.
-Si ni siquiera una descendiente de los Grandes Felinos puede... Y ahora no puedo curar a Macak, culpa mía de nuevo... Aquí pasa algo. Faltan Seon y Erin... Prueba tú, anda. Cuando Seon vuelva que pruebe ella.-murmuro mientras me dejo caer espalda contra pared, cansado y confuso. Pero una idea se me ocurre, pensando.-¿Y los del otro grupo? Quizá... no sé...-no acabo sino que me sumo en mis pensamientos caóticos, luchando para no rendir mis creencias a este mundo.

Alder miró sorprendida como desparecían los arañazos en su piel. Era totalmente innecesario, no era para tanto. Atol era tan atento... justo como su pareja, que entraba en la habitación con una sonrisa cansada.
- He oído otro grupo?- dijo Seon. Había sido incapaz de dormir a pesar de todo. Atol le tendió el libro de magia, y los cristales y le dio una breve explicación.- Oh, yo también tengo algo para ti.
Le tendió el libro de recetas.
- Supongo que ahora es inutil, pero mañana tenemos que volver a salir. Queramos o no...
Bueno, a ver.- Seon miró los hechizos que describía, y buscó uno al azar. Se apartó el pelo de la cara mientras leía concentrada, y procedió a recitarlo y a imitar los gestos. Siempre había tenido buena capacidad mimica, y en cuanto pronunció correctamente, notó un cosquilleo vago en las manos y una pequeña llamita surgió entre sus dedos.
Luego decidió hacer algo util, y buscó el hechizo de curación. Pudo quitarse algunas quemaduras más, aunque notó que estaba agotada y paró.
- Es una maravilla, Atol. Con esto seguro que podemos....
- No, yo no. Ni Macak.- le cortó Alder. Parecía molesta.
- Alder...
Ella le sonrió como fingiendo que no había dicho nada. Seon sabía lo que pasaba por su cabeza. Era como cada vez que la veía con su madre dibujando. Seon sabía que Alder tenía envidia, y se sentía mal por ella, que siempre quería hacer cosas que no podía y que ademas se tomaba como un error personal cada carencia en sus habilidades. Alder sabía que Seon se daba cuenta, y sabía que estaba siendo ruin e infantil, y por eso le sonrió igualmente. Sobre todo porque Seon no dejaba de ser ella. Sí, eran partes de un todo. Por eso tenía que estar repartido. La sonrisa se volvió sincera con aquel pequeño chispazo de orgullo.
- Sí, mañana querré comer. Y si sabemos hacer magia, podemos estar un poco mas tranquilos. Además quiero ver al otro grupo. Curiosidad.

"Menos de un día..." era muy poco tiempo. No era un experto en heridas pero estaba bastante seguro de que debería de dolerme más.

-Simplemente quería saberlo- Respondí de forma casi automática a la pregunta de Alder.

Me fijé en que Atol llevaba varios de los cristales que se iluminaban, junto con uno de los libros que habían traído de la biblioteca, el de Yrio si lo recordaba bien. Con su ayuda comienza a hacer gestos extraños, que repite un par de veces, y entonces vi como se le cerraba una herida casi al instante.

Debió de sorprenderse tanto como yo, porque dejó caer los cristales. "Magia" Ya llevaba tiempo sabiendo que existía. "Una fuente que te hace aprender otro idioma, libros que vuelan y muerden, lo cierto es que no brillaba por su ausencia precisamente."

Pero una cosa era ver magia, y otra muy distinta utilizarla. Y aunque ya había visto que ciertas personas, como el bibliotecario, podían, no me había atrevido a creer que los demás también fuéramos capaces. Por otro lado eso explicaba por qué me dolía tan poco el hombro. "Claro, Tienen que habérmelo curado así"

Tras sentarse en un sofá, Atol le tendió el libro a Alder, que repitió los movimientos varias veces, pero no pasó nada. Al final tras intentarlo unas cinco veces acabó rindiéndose, frustrada.

"¿Por qué a ella no le habrá salido?" Me acordé de Tap, y de todo lo que decía de los dotados. "Si los llamaba dotados sería porque no todos podían hacerlo. Será eso, suponiendo que la magia y los dones de los que habla sean lo mismo."

Seon apareció por las escaleras. Como los demás cogió el libro y probó. Logró realizar el hechizo a la primera, y una llamita brotó de sus dedos. Luego probó el mismo que habían usado los demás también para curarse, lográndolo también a la primera. Tal vez fuera casualidad, pero parecía dársele mucho mejor que a los demás. Decidí probar también.

-¿Puedo probar?- Les pido señalando el libro. -Y por cierto- Digo dirigiéndome a todos -Gracias, por lo de la herida- Señalé las vendas.

En cuanto me lo dan cojo un cristal y lo cargo aprovechando el corte que me había hecho esta mañana. Al primer intento me equivoqué pronunciando una de las palabras. Al segundo realizo todo perfectamente, pero nada. Lo intento una tercera vez con el mismo resultado. Al final acabo rindiéndome.

-No me sale- digo frustrado mientras les devuelvo el libro y los cristales. Desde que habían llegado no había logrado hacer nada que realmente sirviera para algo. "¿Es que nunca voy a ser capaz de hacer algo útil?"

Alguien baja por las escaleras y cuando veo quién es, le doy el libro de magia. Lo desconcertante es que la chica me da uno de cocina, pero murmuro un
-Gracias.-apenas inaudible.
Lo ojeo distraídamente y luego la miro, expectante. Y, por fin, Seon logra un hechizo, una llamita en concreto. Le miro entre esperanzado, admirado y preocupado por el mismo fuego, pero me quedo mirando la llama, pensativo << No se quema... No, ciertamente, mira la piel, ni rastro. Interesante >> Y luego se cura las heridas, aunque no todas. Y aunque me levante intentando sonreír, no me queda energía para curarle, sólo sale un gruñido de mi boca.

-Creo que se me ocurre cómo va la magia en este mundo... Pero eso significaría reducir mis creencias a un minúsculo mundo entre mundos y sistemas culturales...-me paso las manos por la cara, cansado y sin ganas de pensar.-Arg...

Luego centro mi atención en las chicas, de quienes Alder parece molesta por lo de la magia. Intento animarla:
-Yo ya no puedo... Quizá necesites comer o descansar más, creo... -y Seon menciona al otro grupo. Asiento vigorosamente.-Hay que ir a verles. Nos llevaremos el libro y los cristales, a ver si logran hacer algún hechizo. Y que no se nos olvide el chico que tenían herido... Quizá podamos curarle ahora.-añado, más decidido y animado por poder hacer algo útil.

Pablo lleva unos minutos despierto, hablando con Alder y agradeciéndonos lo de la herida.
-Dáselas a Yrio. Creo que asciende de Guerrero de la Silla a Guerrero Arcano de la Silla.-apunto riendo.

Y es otro que no logra hechizo alguno. << Definitivamente este mundo no funciona como Libo. ¿Qué he de pensar ahora? Quizá ni siquiera Macak tenga nada que ver con nuestros Grandes Felinos... Pero las Brujas Antiguas... Si la magia es común a mundos, y nosotros hemos viajado a este, ellas quizá pudieron viajar y dejar magia allí por donde pasasen... Seguramente sea eso... Ha de ser eso. Bingo. Cuando vuelva lo escribiré todo aunque me tachen de loco jaja >>

Y con una misteriosa sonrisa, me dejo caer en una silla con el libro de magia, más para ver qué nos puede servir que para probar de nuevo. Y eso sí, dificultades por todas partes. O bien de fonética o bien de grafías que faltan.
-Yo no me la jugaría con un hechizo cuyas palabras vienen borrosas... Propongo, o bien salir a por comida Tap, Serok y yo rápidamente, o bien no hacer nada que nos canse, acostarnos luego y mañana ir a por comida y al otro torreón. ¿Qué os parece?-inquiero al rato, levantando la lista del libro y mirando a Seon con intensidad.

Trabas (Letargo)

-El único apartado en rocavarancolés del libro púrpura es el que explica los hechizos de curación.
Los demás apartados están en distintos dialectos. Hay una imagen con un extenso pie de foto en el capítulo de curación que está luego traducida al idioma del capítulo de los hechizos de información, que es el mismo que el de los hechizos ofensivos. El capítulo de hechizos físicos es más extenso que el del libro de magia básica, pero está en un idioma desconocido. Sin embargo, en el libro de magia básica, este apartado está en rocavarancolés (aunque sólo incluya algunos hechizos térmicos y el empleado para encender llamas).
En el libro púrpura sólo hay una guía de pronunciación para hechizos de curación. Quien lo escribiera no consideró necesario explicar cómo pronunciar nada más.
El libro básico tiene en rocavarancolés y con la guía de pronunciación completa los apartados de hechizos vinculados a objetos y los hechizos de petrificación, esculpido de llamas y tapón. El resto están en un idioma cuneiforme que el libro comparte con el libro de magia de Maciel.

Yrio se estaba quedand medio adormilado en el sillón mientras veía a los demás entrar en pánico por el tema de la magia. Le resultaba extraño que algunos pudiesen hacer magia y otros no y se preguntó a qué se debería, aunque después de dedicarle unos minutos de meditación decidió que sería como cualquier otra habilidad, como el dibujo o los deportes, que o bien no todo el mundo tenía el don, o bien no lo habían intentado lo suficiente.

Hasta el momento, Seon parecía tener más facilidad, pues había logrado conjurar bien un hechizo a la primera. Yrio sintió un poco de envidia, y fue en aumento según Atol fue empujando a todo el mundo a probar, hasta el punto de sentirse realmente molesto por ello << Qué pesado es ¿No puede dejar el tema en paz? ¿Aun no se ha coscado de que sus estúpidas creencias no sirven aquí?>> Hizo una mueca de desagrado, pero trató de que nadie la viera, y cuando mencionaron darle las gracias alzó una mano como quitándole importancia aunque en su interior se estaba poniendo como un tomate.

-Ah, no, nada de salir- dijo en un tono entre el enfado y el miedo- ¿Pretendes que salgamos de nuevo después de la cagada de antes? ¿Y con heridos? Mejor nos vamos a dormir y mañana vamos a ver a la putita y sus amigos. Yo de hecho me voy a dormir ya...

Arrancó el libro de las manos de quien lo tuviese y subió al cuarto comun para acostarse. Cuando todos estuvieron acostados se escabuyó y tras dar por imposibles un par de hechizos que aun no alcanzaba a dominar entrenó apenas una hora antes de acostarse de nuevo.

Con un chasquido seco el cuchillo impactó sobre la diana, haciéndola temblar. Saque del cinturón otro cuchillo usando solo mi cabello y repetí el proceso, metódicamente. Otro chasquido. Otro cuchillo que se hundía en la madera. Hacia un rato que la mitad del grupo había salido a por la comida. Como Atol iba con ellos había decidido quedarme en el torreón, no solo para protegerlo y entrenar, si no para ver si tenía algún punto débil y pensar maneras de defendedlo mejor.

Cuando todos los cuchillos se hallaban clavados en la diana di por finalizado el entrenamiento. Los recojo y devuelvo a sus fundas y dejo la diana al lado de la puerta del torreón, para guardarla luego en la armería y no dejarla olvidada en el patio. Entonces comencé mi vuelta de reconocimiento. Buscaba cualquier tipo de nido de alimañas como el lagarto que nos ataco el otro día. Si había algún peligro en la zona lo mejor era librarse de el lo mas rápidamente posible. Recorrí todo el torreón, observando bien entre las enredaderas y fijándome en todos los recovecos. No vi nada que pudiera ser un peligro potencial.

Me asome a la puerta del torreón y observe el exterior. ¿Porque no habíamos usado aun el foso y el puente levadizo? Eran una medida de seguridad excelente y no deberíamos desaprovecharla. Volví a entrar en el torreón y busque los controles del puente. Probé a usarlos y a subir el puente. La verdad es que era simple de usar, cualquiera podría hacerlo. Volví a bajar el puente para que los demás pudieran entrar sin problemas.

A partir de ahora debería haber alguien vigilando cuando los demás salieran fuera del torreón. Eso me recuerda que tenemos que organizar guardias para vigilar por las noches. Subo las escaleras del muro del patio y oteo el horizonte desde las almenas. Este es un buen lugar para vigilar. Me quedo aquí un rato pensando sobre las guardias, hasta que veo regresar al resto del grupo. Parecen heridos y agotados, sobre todo Pablo. Alder es la única que lleva una cesta, de la que se le van cayendo las cosas. El resto van cargados con libros.

Cuando entran al torreón, bajo de las almenas y entro en el torreón, deteniéndome un instante para coger la diana. Una vez dentro, llego a ver como Yrio usa un extraño poder para curarle una fea herida a Pablo. Me quedo sorprendido. Yrio ha obrado un milagro. Eso solo puede hacerlo el emperador y su familia cercana, es imposible que el lo haya podido hacer, aunque sea de otro mundo. El joven herido parece estar mejor, aunque sigue teniendo una herida. El joven nocturno parece agotado y se retira a dormir. Los demás parecen no haber reparado en mi y observo anonadado como algunos de ellos se ponen a hacer milagros con facilidad. No lo puedo comprender, aquí hay algo que va mal. Me giro hacia atol intentando buscarle un poco de sentido a esta situación.

- ¿ Que ha pasado? ¿Porque estáis heridos? ¿Donde esta el resto de la comida?- Le pregunto sorprendido antes de añadir.- Y por el emperador, ¿Como es que son capaces de hacer milagros?

Tap había pasado parte de la tarde tumbado sobre la avispa tomando el sol felizmente, ignorante de todo lo que se estuviera cociendo en el torreón. No tenía ganas de hablar a ninguno de los idiotas que había dentro. No iba a dedicarse a mirar por todos si luego ellos le ninguneaban y le tenían tan en cuenta como a un pedrusco.

-Vienen con quemaduras, les sugiero lo del barro-en algún momento se había puesto a hablarle a la avispa, para poder desahogarse, y había acabado haciendoles burla-. No Tap, mejor nos curamos dos quemaduras con estos dones aflorales que nos hemos encontrado en un libro superfiable, nos quedamos exhaustos hasta quién sabe cuándo y el resto de quemaduras que nos duelan hasta que rabiemos. Vaya tonterías tienes, Tap, solo piensas en ti, Tap, blablabla Tap-soltó un chirrido por la espalda mientras acababa de plantar una semilla en el huerto y luego se acercó al pozo. Necesitaba agua y su orgullo no le dejaba pedirle ayuda a los gigantes.

Lo examinó, si es que se puede llamar examen a un vistazo tan rápido como fue el suyo, y trepó hasta la polea para después descender por el interior del pozo hasta el final de la cuerda. Entraba poca luz, pero la suficiente como para que Tap distinguiera el cubo y pudiera maniobrar. Estaba flotando vacío y más o menos bocarriba. Tap aferró su cola a la cuerda, justo donde se ataba al asa metálica del cubo, y lo inclinó con los brazos. En cuanto el cubo se cargó, la cuerda descendió por el peso extra lo suficiente como para que Tap creyera que se mojaría. Ascendió agilmente un par de palmos para permanecer seco y silbó para que su avispa bajara a por el cubo.

Sin embargo, su idea para sacar agua sin ayuda de gigantes, se vio truncada al ver que su avispa no podía volar con tanto peso extra.

-¡Malditos gigantes y malditos cubos de gigantes y malditos pozos para gigantes!-silbó malhumorado a la avispa, a pesar de que la pobre no tenía ninguna culpa, y se montó en ella para volver arriba con las manos vacías.

En el patio se encontró con que anochecía y Tap sabía perfectamente lo que eso significaba: despertaban los fuegos voladores. Se estremeció solo de pensarlo y se coló en el último piso del torreón por la ventana. Su avispa se colgó del techo y Tap se tumbó a dormir entre este y el abdomen del animal.

Alder se rió con el comentario de Yrio. Sabía perfectamente quien era "la putita", porque era obvio que todos los de Sinhdro habían llegado a esa conclusión.
- Estoy de acuerdo, no es que pensara salir hoy. Pero a pesar de todos los sustos, creo que no nos vendría mal una visita.
El peliblanco parecía algo más que sorprendido con las habilidades de magia de sus compañeros ("otro como Tap no, por el Alma"). Le resultaba frustrante no poder hacer nada con aquello. Era otra de esas habilidades que escapaban de su alcance, y por las que en ese momento daría lo que fuera, incluso aguantar a Tap chillandole en la oreja que su misión era proteger el huerto y llamandola Dotada para el resto de su vida.
Al poco tomo un decisión, y haciendo un aparte con Atol, le dijo:
- Me gustaría manejar un arma con más soltura. Y ser más fuerte en general. Creo que entiendes por qué.... ¿podrías ayudarme?
Se marchó tras escuchar su respuesta y le deseó que descansara.

Seon ya estaba dormida, y en su brazo ya no quedaban muchas quemaduras, solo dos o tres. Alder se metió a su lado, sin despertarla, aunque pronto notó un brazo que la rodeaba.
Sin más, se quedó dormida, mientras las luces de aquellas luciérnagas bailaban aun detrás de sus parpados.

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Alder despertó muy sobresaltada, cogiendo aire como si se ahogara. Sobre todo porque todavía parecía sentirla, la arena, allí en su cama. Como si las sabanas tuvieran un tacto impropio. Se llevó las manos a la cara y al pelo, palpándose, dejándose convencer de que seguía viva. ¿por qué un sueño tan extraño parecía tan vivido? Incluso después de ver a Seon respirar tranquila a su lado, y recuperar el ritmo cardíaco. Debería poder olvidar los detalles, en vez de tenerlo fresco como un recuerdo.

Sonreí a Yrio pues tenía razón y luego se marchó con el libro.
-Vale, no dije nada. Mañana.

Mejor, así podría distraerme. Pero no, tiene que aparecer Serok pidiendo explicaciones. Los demás le explican mientras sigo sentado en el sofá y luego, antes de que suba a dormir, Alder se me acerca para pedirme que le enseñe a luchar. Mis ojos brillan con ilusión y sonrío y asiento vigorosamente
-¡Será un honor! Que descanséis.-le deseo igualmente.

Luego recojo todo lo que haya fuera de su sitio de la cocina y el salón, compruebo los cierres de las puertas y subo, con el mapa, a dormir, intentando pensar sólo en los futuros entrenamientos y en la salida de mañana. Todos están en sus camas, menos Tap, que desapareció desde el cabreo << Joder con Tap... Mañana veremos >>Doy un último vistazo a la zona que nos separa de Maciel y finalmente me acuesto...

Al día siguiente me levanto casi a la par que Thras, a quien saludo y con quien bajo a hacer los primeros ejercicios, aunque esta vez el chico se queja de que no ha comido y de que encima no hay comida para desayunar. No puedo prometer nada pero intento animarlo con la salida a por cestas y visitar a los demás. << Mejor salir cuanto antes. Las chicas, Yrio, ya que dijeron algo de una putita, a saber quién es; Serok y Tap >>

Así pues, tras una hora, vuelvo a subir para ir despertándolos:
-Hey, gente, arriba, que hay cos...-pero me paro al ver a Alder despierta, como si hubiese dormido mal.-¿Alder? ¿Mala noche?-inquiero preocupado mientras me acerco aunque no me atrevo a tocarla. Tiene mala cara.-¿Estás bien?

- Sí, es decir, no... fresca como una manzana. Querría entrenar cuanto antes Atol, pero he estado pensando, quizás corra más prisa ir a por la comida. Necesitaremos algo con lo que reponer fuerzas cuando terminemos, ¿no?

Alder salió de la cama. Le temblaban un poco las rodillas, y espero que el chico no lo notase.
Era como si aún sintiese vértigo. Seon por fin abrió los ojos y rodó sobre si misma para quedar de cara a Atol.
- Buenos días, Atol.- dijo con los ojos mediocerrados y una sonrisa perezosa. La trenza se le había caido y colgaba a un lado de su cabeza.

No sé si le pasó algo o no realmente, pero si lo dice como si no, no soy quién para interrogarla más. Seon también se levanta y la saludo sonriente con un buenos días. Luego me acerco a la cama de Serok pero este no está, así como ni rastro de Tap. Decido subir a la terraza a por el peque pero por el camino me cruzo al ulterano en el cuarto del muñeco, entrenando. Se apunta a la salida, desisto de buscar a Tap y cuando vuelvo al cuarto común, Yrio ya está despierto y vistiéndose, hablando con las chicas << Mejor, no la pifie yo sin querer >> Finalmente aviso a los demás de la salida y del recorrido que haremos.

Después bajo a la armerías a por armas, de las que mayormente hay escudos pequeños y espadas cortas, algún arco y alguna lanza y las dejo en el salón para los demás. Yo me ajusto mis cinturones y cimitarras con mis dagas, mientras Serok prepara su equipo y, una vez que estamos todos listos, Yrio además lleva su libro y entre este, Seon y yo algunos cristales, aunque desconfíe de mi propia capacidad de hoy pero bueno, todo se andará. Mientras tanto, Tap llega con su avispa, mucho más reservado y gruñón que de costumbre, pero se apunta como ya hablamos.
-Bien. ¿Todos listos? Pues nos vamos. Al resto, tened cuidado.-digo a los que se quedan.

Abro la puerta y luego echo a andar hacia el sur, siguiendo las indicaciones del mapa.
-Hay que cruzar no sé qué de una Cicatriz de Arax, a ver qué es...-informo al grupo.-Y a la mínima, mejor corred. Todos.-añado, mirando a Serok << No queremos heroicidades suicidas >>
Sigue en la Cicatriz de Arax.