Torreón Letargo (Archivo II)
+13
Elliot
Martalar
Shylver
Leonart
Lops
Vlad
Administración
Rocavarancolia Rol
Yber
Giniroryu
Sevent
Alicia
Caillech
17 participantes
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Torreón Letargo (Archivo II)
09/11/11, 08:05 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Oía pasos detras de mi, pero en ningún momento miré atras para comprobar si eran los humanos o el ser quien me perseguía. Tampoco me quité la mano de la nariz, el intenso hedor me habría frenado al instante. Hacer cualquiera de las dos cosas solo haría que perdiera unos valiosos segundos que podrían ser la diferencia entre mi vida o mi muerte a manos de aquel apestoso ser. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Solo la imagen de él comiendo mi cuerpo inerte me ponía enferma. Esa era, en definitiva, la peor final para alguien como yo, terminar anclada a alguien como eso. No había ni peor muerte ni peor destino, estaba segura. Era un destino que no le esperaba ni a mi peor enemigo, ni siquiera a un Ranta.
Mientras corría más de una vez maldecí a mi suerte. No podía haber sido un ser que no poseyera olor, no debía ser el engendro que peor olía de toda la ciudad quien nos debía de perseguir. Las estrellas no debían de estar muy contentas conmigo para hacerme tal cosa. Ciertamente, no era de su agrado. Eso era algo que había descubierto hace mucho tiempo, el mismo día que me expulsaron de la tribu por un crimen que no era mío.
A mitad del recorrido mis pulmones empezaron a pedirme más aire de la que le facilitaba por la mordaza que tenía por mano alrededor de ellos. Debía encontrar un lugar pronto donde el aire fuera minimamente respirable o perder al engendro de vista, sino no sabía lo que podría llegar a pasar. Y lo cierto era que prefería no pensar en ello. Esas imagenes o pensamientos no me ayudarían en nada a salir de esta. No me servían de nada más que para ponerme peor y como tal los expulsé de mi mente, encerrándolos bajo llabe en algún rincón oscuro de la que no pudiera salir.
Nadie puede describir, entonces, mi dicha y alegría cuando vi como se alzaba una torre no a muchos metros de mí. ¡Si!, grité para mis adentros, esa debía ser la otra torre de la que nos habían hablado aquella pareja, la torre que nos mantendría a salvo. Debía llegar allí a toda costa, no podría aguantar mucho más de la forma que estaba.
Reuní todas las fuerzas que aún tenía y los empleé para alargar aún más las zancadas. Mientras más cerca veía la torre más esfuerzo hacía yo para acortar aún más la distancia hasta que desapareció dicha distancia. Entré como una exalación, de la misma forma que había entrado en la otra torre, aunque esta vez no me impulsaba el enfado sino las ganas de sobrevivir. Nada más transpasar el umbral di una gran bocanada de aire mientras me quitaba la mano de la cara.
- Si, esto es otra cosa - dije mientras me hacía con cuanto aire podía almacenar mis pulmones, parecía que quisiera succionarlo. Ciertamente, no deseaba pasar por aquella esperiencia jamás. Ya podía aprender muchas cosas que no pensaba pasar por semejante dolor sensorial nuevamente. - Por, Nasandra, esto duele... - me doilían la nariz. Me volvía a llevar las manos a esta con la esperanza de que así disminuyese el dolor punzante. Hasta ahora no me había permitido sentir nada, pero en estos momentos me venía la factura por haber pasado tanto tiempo con aquel ser de olor tan penetrante.
Oía pasos detras de mi, pero en ningún momento miré atras para comprobar si eran los humanos o el ser quien me perseguía. Tampoco me quité la mano de la nariz, el intenso hedor me habría frenado al instante. Hacer cualquiera de las dos cosas solo haría que perdiera unos valiosos segundos que podrían ser la diferencia entre mi vida o mi muerte a manos de aquel apestoso ser. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Solo la imagen de él comiendo mi cuerpo inerte me ponía enferma. Esa era, en definitiva, la peor final para alguien como yo, terminar anclada a alguien como eso. No había ni peor muerte ni peor destino, estaba segura. Era un destino que no le esperaba ni a mi peor enemigo, ni siquiera a un Ranta.
Mientras corría más de una vez maldecí a mi suerte. No podía haber sido un ser que no poseyera olor, no debía ser el engendro que peor olía de toda la ciudad quien nos debía de perseguir. Las estrellas no debían de estar muy contentas conmigo para hacerme tal cosa. Ciertamente, no era de su agrado. Eso era algo que había descubierto hace mucho tiempo, el mismo día que me expulsaron de la tribu por un crimen que no era mío.
A mitad del recorrido mis pulmones empezaron a pedirme más aire de la que le facilitaba por la mordaza que tenía por mano alrededor de ellos. Debía encontrar un lugar pronto donde el aire fuera minimamente respirable o perder al engendro de vista, sino no sabía lo que podría llegar a pasar. Y lo cierto era que prefería no pensar en ello. Esas imagenes o pensamientos no me ayudarían en nada a salir de esta. No me servían de nada más que para ponerme peor y como tal los expulsé de mi mente, encerrándolos bajo llabe en algún rincón oscuro de la que no pudiera salir.
Nadie puede describir, entonces, mi dicha y alegría cuando vi como se alzaba una torre no a muchos metros de mí. ¡Si!, grité para mis adentros, esa debía ser la otra torre de la que nos habían hablado aquella pareja, la torre que nos mantendría a salvo. Debía llegar allí a toda costa, no podría aguantar mucho más de la forma que estaba.
Reuní todas las fuerzas que aún tenía y los empleé para alargar aún más las zancadas. Mientras más cerca veía la torre más esfuerzo hacía yo para acortar aún más la distancia hasta que desapareció dicha distancia. Entré como una exalación, de la misma forma que había entrado en la otra torre, aunque esta vez no me impulsaba el enfado sino las ganas de sobrevivir. Nada más transpasar el umbral di una gran bocanada de aire mientras me quitaba la mano de la cara.
- Si, esto es otra cosa - dije mientras me hacía con cuanto aire podía almacenar mis pulmones, parecía que quisiera succionarlo. Ciertamente, no deseaba pasar por aquella esperiencia jamás. Ya podía aprender muchas cosas que no pensaba pasar por semejante dolor sensorial nuevamente. - Por, Nasandra, esto duele... - me doilían la nariz. Me volvía a llevar las manos a esta con la esperanza de que así disminuyese el dolor punzante. Hasta ahora no me había permitido sentir nada, pero en estos momentos me venía la factura por haber pasado tanto tiempo con aquel ser de olor tan penetrante.
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
06/12/11, 11:08 pm
El entrenamiento con Noel no se parecía mucho a practicar con Vlad. y Alicia no se dejó llevar demasiado, porque con Giz había tenido la sensación de que sus golpes no le iban a hacer daño, y con Vlad, la certeza de que no iba a acertar ninguno.
Sudó igualmente, y cuando terminó jadeaba un poco.
- Me voy abajo a desayunar. Puedes venir, si quieres charlar. Aunque supongo que ya has adivinado que no voy a "abrir mi corazón" y a contarte con pelos y señales mi vida, creo que podré hacer un esfuerzo y decir alguna cosa. Vivimos todos juntos, en algún momento, tendremos que empezar a conocernos.
Quien sabe, quizás hasta a llamarnos amigos.
Sudó igualmente, y cuando terminó jadeaba un poco.
- Me voy abajo a desayunar. Puedes venir, si quieres charlar. Aunque supongo que ya has adivinado que no voy a "abrir mi corazón" y a contarte con pelos y señales mi vida, creo que podré hacer un esfuerzo y decir alguna cosa. Vivimos todos juntos, en algún momento, tendremos que empezar a conocernos.
Quien sabe, quizás hasta a llamarnos amigos.
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
07/12/11, 10:17 am
Otro de mis sueños. Otro sueño igual y distinto que todas las anteriores, os dire por que, había mágia. En él, después de ser desterrada, otra vez, que Sezk me hiciera la propuesta de unirme a los Ranta, nuevamente, y me encontrase con los demás personas que se encuentran en este extraño mundo junto a mi, aparecía Sezk y, aunque al principio empieza a utilizar las armas con las cuales demuestro cierta ventaja sobre él (parece que incluso podría vencerlo de un momento a otro), derrepente hace alarde de su magia. Estaba indefensa, ni sabía mágia ni había entrenado para esquivarlos ni había conseguido ningún arma mágica que sirviese a ese propósito. Me veía intentando apartarme de la traiectoria de las bolas de fuego, me veía intentando apartar de su traiectoria la bola con mi espada, la cual se derritía en mis manos dejandome más indefensa aún, pues mis otras armas no dudan en seguir su mismo camino al de poco rato. Las bolas me pasaban a milimetros de distancia, más de una vez habían impactado en mi esas bolas de fuego, aunque el dolor había sido mínimo, pero este último... No había sido capaz de apartarme a tiempo por culpa de una duna que tenía justo detras impidiendome retroceder y el fuego había impactado en el centro de mi ser. Pronto todo mi mundo fue fuego, calor y un dolor indescriptible mientras oía la risa del Ranta en algún lugar que no alcanzaba a ver.
- Y pensar que nada de esto hubiese pasado si me hubieses aceptado... - si cara apareció en mi campo de visión eclipsando todo lo que no fuera él - No eres rival para la magia, no eres rival para nadie, no eres rival para el desierto... Muere con dolor desterrada Mirie Kitade...
Desperté sobresaltada, jadeante y con un grito en mi lengua bífida. Aún sentía el dolor y la impotencia, y os puedo asegurar que ninguno de ellos es agradable de esperimentar.
Salí de mi habitación hacia abajo para pedirle a alguien que me ayudase en mi particular entrenamiento, aquel que debía utilizar piedras que yo debería de esquivar. Hoy era un buen día para eso después de haber tenido ese sueño, estaba motivada. Al pasar por la cocina me encontré a Noel y Alicia charlando, a lo que únicamente pensé, estarán en época de apareamiento. Si, soy rara para tener esos pensamientos, pero no se me puede pedir mucho después de tener un mal sueño como ese.
Nada más salir encuentro a uno de los humanos cuidado del jardín y del huerto, regandolos con agua y quitandoles las malas hierbas, tal y como me explicó cuando le pregunté que qué había. Supuse que podría hacer un descanso para ayudarme. Recogí unas cuantas piedras de las grander y se las puse en las manos mientras me alejaba un poco para tener tiempo para maniobrarme y prepararme.
- Empieza, humano, estoy preparada - le dije haciendole un gesto para que procediera.
Solo fue hacerlo y ya tenía unas cuantas piedras volando hacia mi. Así empezó una sucesión de golpes y pequeñas victorias. Puede que alguien más hubiese estado viendo mi peculiar entrenamiento, pero de tal concentrada que estaba para no recibir más golpes que no sabría decirte. Lo que puedo deciros como terminó el entrenamiento. Había conseguido esquivar los últimos tres proyectiles que iban dirijidos a mi, uno de ellos gracias a mi cola, y puede que se me subiese un poco ese hecho, un hecho que os juro que pagué. Y es que, tan contenta había estado por eso que había perdido de vista la cuarta piedra que iba en mi dirección. Para cuando de mi cuenta ya era tarde para hacer nada, me había dado en la cabeza haciendome tropezar y caer al suelo.
No me faltaba nada más. Primero había sido la cola y la espalda, las cuales seguían molestando, y ahora era esto. En definitiva, la suerte no estaba de mi parte, eso seguro.
Vi aparecer la cara de Ethan, el cual parecía muy preocupado por lo ocurrido, preguntandome que qué tal me encontraba.
- Tranquilo estoy bien - digo mientras intento levantarme ayudandome con una mano pues la otra está sobre la herida, a lo que el cuerpo responde con un mareo que me quita las ideas de volver a intentarlo hasta que pase un poco esa sensación. Ethan me sigue mirando con la misma cara preocupada y culpable - De verdad que estoy bien, aunque mejor hubiese estado si no hubiese estado distraida. Todo esto es mi culpa, humano, no la tuya. Yo fui la quien ideó esto, la que te puso al cargo y la que hizo esa estupidez de mirar a las musarañas mientras entrenábamos. Ni se te ocurra pensar lo...- un mareo, maldita fuera - lo contrario, ¿estamos, Ethan?
- Y pensar que nada de esto hubiese pasado si me hubieses aceptado... - si cara apareció en mi campo de visión eclipsando todo lo que no fuera él - No eres rival para la magia, no eres rival para nadie, no eres rival para el desierto... Muere con dolor desterrada Mirie Kitade...
Desperté sobresaltada, jadeante y con un grito en mi lengua bífida. Aún sentía el dolor y la impotencia, y os puedo asegurar que ninguno de ellos es agradable de esperimentar.
Salí de mi habitación hacia abajo para pedirle a alguien que me ayudase en mi particular entrenamiento, aquel que debía utilizar piedras que yo debería de esquivar. Hoy era un buen día para eso después de haber tenido ese sueño, estaba motivada. Al pasar por la cocina me encontré a Noel y Alicia charlando, a lo que únicamente pensé, estarán en época de apareamiento. Si, soy rara para tener esos pensamientos, pero no se me puede pedir mucho después de tener un mal sueño como ese.
Nada más salir encuentro a uno de los humanos cuidado del jardín y del huerto, regandolos con agua y quitandoles las malas hierbas, tal y como me explicó cuando le pregunté que qué había. Supuse que podría hacer un descanso para ayudarme. Recogí unas cuantas piedras de las grander y se las puse en las manos mientras me alejaba un poco para tener tiempo para maniobrarme y prepararme.
- Empieza, humano, estoy preparada - le dije haciendole un gesto para que procediera.
Solo fue hacerlo y ya tenía unas cuantas piedras volando hacia mi. Así empezó una sucesión de golpes y pequeñas victorias. Puede que alguien más hubiese estado viendo mi peculiar entrenamiento, pero de tal concentrada que estaba para no recibir más golpes que no sabría decirte. Lo que puedo deciros como terminó el entrenamiento. Había conseguido esquivar los últimos tres proyectiles que iban dirijidos a mi, uno de ellos gracias a mi cola, y puede que se me subiese un poco ese hecho, un hecho que os juro que pagué. Y es que, tan contenta había estado por eso que había perdido de vista la cuarta piedra que iba en mi dirección. Para cuando de mi cuenta ya era tarde para hacer nada, me había dado en la cabeza haciendome tropezar y caer al suelo.
No me faltaba nada más. Primero había sido la cola y la espalda, las cuales seguían molestando, y ahora era esto. En definitiva, la suerte no estaba de mi parte, eso seguro.
Vi aparecer la cara de Ethan, el cual parecía muy preocupado por lo ocurrido, preguntandome que qué tal me encontraba.
- Tranquilo estoy bien - digo mientras intento levantarme ayudandome con una mano pues la otra está sobre la herida, a lo que el cuerpo responde con un mareo que me quita las ideas de volver a intentarlo hasta que pase un poco esa sensación. Ethan me sigue mirando con la misma cara preocupada y culpable - De verdad que estoy bien, aunque mejor hubiese estado si no hubiese estado distraida. Todo esto es mi culpa, humano, no la tuya. Yo fui la quien ideó esto, la que te puso al cargo y la que hizo esa estupidez de mirar a las musarañas mientras entrenábamos. Ni se te ocurra pensar lo...- un mareo, maldita fuera - lo contrario, ¿estamos, Ethan?
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 12:12 am
Mánia se levantó demasiado tarde. Se había perdido el desayuno y seguramente el almuerzo tambien. Se estiró saliendo de su cuevita de plumas y mantas y saltó al frío suelo haciendo crujir sus huesos. Tenía hambre, así que buscó algo de comer, un poco de una fruta jugosa y dulce y cuando acabó se había pringado de tal forma que tuvo que cambiarse de ropa. Subió a una de las plantas superiores, a la habitación donde encontró el baul la primera vez, y buscó ropa limpia. Encontró un blusón ''largo'' y se lo puso dejando el jersey tirado por el suelo, sin caer en la cuenta de que debía lavarlo para poder ponérselo de nuevo.
Una vez ''vestida'' y desayunada, sacó sus garritas de su escondite y buscó a Noel para entrenar de nuevo con él. Dio con él, pero ya estaba entrenando con algien... con la chica de campo << Espera, si no es de Libo tal vez no sea de campo...>> Como fuera, estaba entrenando con Noel... Bufó y soltó un zarpazo contra el marco de una muerta, dejando una marca y se dispuso a bajarde nuevo cuando... El lagarto había dejado su libro de magia allí, a disposición de todo el mundo << Perfecto>> pensó con una sonrisa. Cogió el libro y echó a correr a su refugio, a ocultarse entre las mantas para poder leer tranquila.
Al principio fue pasando las hojas a toda velocidad pero poco a poco se fue parando en los hechizos que más le llamaban la atencion. Llegó a uno de levitación... y según iba leyendo su emoción iba en aumento. Leyó con cuidado las instrucciones... Ahora que nadie podía verla fracasar, se sentía con más confianza. Nadie podría echarle en cara sus errores si no los veían... ¿verdad? Con algo de nerviosismo pronunció el hechizo, sosteniendo entre sus manos la calavera roja que había sido regalo de Madre, pero nada ocurrió. Bufó, y volvió a repasar los pasos más detenidamente. Recordó al leerlo de nuevo que el lagarto había usado una fuente de energía... los cristales brillantes. Ella no tenía mas que un cristal en ese momento, pero guardaba aun los colgantes de gemas que había encontrado en la armería, brillaban al tocarlas, así que Mánia dedujo que serían como los cristales. Se colgó un medallón del cuello y repitió el hechizo. En un principio, la calavera tembló entre los dedos de Mánia, y poco a poco empezó a elevarse en el aire hasta alcanzar la altura de sus ojos violetas.
-¡¡Estoy haciendo magia!!!- gritó la andrógina fuera de sí, de forma que su concentración se rompió y la calavera cayó en su regazo, pero no le importó, echó a correr con el libro en brazos, resbalando por culpa de sus calcetines y casi cayéndose en un par de ocasiones- ¡Puedo hacer magia! Puedo hacer mágia! -siguió gritando con los ojos brillosos y una sonrisa casi dolorosa en los labios
Una vez ''vestida'' y desayunada, sacó sus garritas de su escondite y buscó a Noel para entrenar de nuevo con él. Dio con él, pero ya estaba entrenando con algien... con la chica de campo << Espera, si no es de Libo tal vez no sea de campo...>> Como fuera, estaba entrenando con Noel... Bufó y soltó un zarpazo contra el marco de una muerta, dejando una marca y se dispuso a bajarde nuevo cuando... El lagarto había dejado su libro de magia allí, a disposición de todo el mundo << Perfecto>> pensó con una sonrisa. Cogió el libro y echó a correr a su refugio, a ocultarse entre las mantas para poder leer tranquila.
Al principio fue pasando las hojas a toda velocidad pero poco a poco se fue parando en los hechizos que más le llamaban la atencion. Llegó a uno de levitación... y según iba leyendo su emoción iba en aumento. Leyó con cuidado las instrucciones... Ahora que nadie podía verla fracasar, se sentía con más confianza. Nadie podría echarle en cara sus errores si no los veían... ¿verdad? Con algo de nerviosismo pronunció el hechizo, sosteniendo entre sus manos la calavera roja que había sido regalo de Madre, pero nada ocurrió. Bufó, y volvió a repasar los pasos más detenidamente. Recordó al leerlo de nuevo que el lagarto había usado una fuente de energía... los cristales brillantes. Ella no tenía mas que un cristal en ese momento, pero guardaba aun los colgantes de gemas que había encontrado en la armería, brillaban al tocarlas, así que Mánia dedujo que serían como los cristales. Se colgó un medallón del cuello y repitió el hechizo. En un principio, la calavera tembló entre los dedos de Mánia, y poco a poco empezó a elevarse en el aire hasta alcanzar la altura de sus ojos violetas.
-¡¡Estoy haciendo magia!!!- gritó la andrógina fuera de sí, de forma que su concentración se rompió y la calavera cayó en su regazo, pero no le importó, echó a correr con el libro en brazos, resbalando por culpa de sus calcetines y casi cayéndose en un par de ocasiones- ¡Puedo hacer magia! Puedo hacer mágia! -siguió gritando con los ojos brillosos y una sonrisa casi dolorosa en los labios
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 01:38 am
Me levanto consciente de que es más tarde que temprano y no por instinto propio, sino por el ruido de piedras golpeando el suelo. Ayer apenas había hecho aparecer una llama durante unos segundos y curado dos heridas, pero, junto con la carrera que me había pegado yendo a por la comida, acabé molido. Me incorporo y descubro al chico callado cuyo nombre todavía desconozco lanzando piedras a Cai. Y por lo visto, ella parece estar de acuerdo en lo de que la lapiden. << ¿Están entrenando? >> Si es así, me parece un entrenamiento un poco bestia, pero no soy quien para decir nada. Al principio, la lagarta recibe alguna pedrada, pero pronto entra en una suerte de racha y esquiva varias de ellas. Esto parece darle confianza, pero pronto un cantazo en la cabeza se la quita. Me acerco hacia ella lo más rápido que puedo, teniendo en cuenta mi atontamiento matutino, y la reprendo con la mirada.
-¿Estás loca? ¡No puedes andar pidiéndole a la gente que te tire piedras!- le espeto antes de echarle un vistazo a la cabeza de la Asreniana como si nada-. No veo ninguna herida...-le informo en tono apático. Me molesta que Cai actúe así... y me molesta aún más no estar seguro sobre si los hechizos que aprendí ayer curaban el dolor si no hay herida. El enfado me impide recordar con claridad y eso me frustra. Resoplo-. Trae la cabeza, anda-doblo las rodillas para ponerme a su altura, acerco mi mano a la zona donde Cail había sido golpeada por la piedra y pronuncio el hechizo. Vuelvo a sentir ese ligero cosquilleo en la mano, lo que quiere decir que lo he efectuado con éxito, pero no me paro a comprobar si funciona con las contusiones de Caillech y me dirijo al interior sin decir palabra.
Lo primero que hace mi cuerpo casi instintivamente es acercarse al aparato que da calor, cerca de donde duerme Mánia. Una vez tengo el cuerpo a punto, camino hacia la cocina para robar algo de comer. Hoy sí que tengo hambre y no podría conformarme con unas cucarachas mal cogidas. Pesco unas piezas de fruta y me las como casi sin saborearlas para subir arriba. Al entrar en la sala de entrenamientos, escucho a Mánia gritar de alegría y veo que algo se sostiene en el aire.
-¡Increíble!-le digo a Mánia con visible alegría, olvidándome de saludar a los que entrenan al fondo-. ¡Tú también puedes hacer magia!-mi enfado por lo de Cai desaparece casi de repente. Esto me alegra y me alivia a partes iguales, porque la responsabilidad del posible uso de los hechizos se reparte y no recae solo sobre mí-. Felicidades-le digo sonriente antes de sentarme a su lado y extender los cristales descargados por el suelo.
Me clavo una uña en la palma de mi mano derecha y dejo caer la sangre sobre los cristales. Cuando todos están irradiando luz por la carga, repito el hechizo para curarme la mano. Es el que mejor me he aprendido y me alegro de que sea así. Aunque hoy tenía pensado hacer que mi poncho irradiara calor, o al menos intentarlo, y repetir el de las llamas hasta conseguir estabilizarla y que no desaparezca sin más.
-¿Estás loca? ¡No puedes andar pidiéndole a la gente que te tire piedras!- le espeto antes de echarle un vistazo a la cabeza de la Asreniana como si nada-. No veo ninguna herida...-le informo en tono apático. Me molesta que Cai actúe así... y me molesta aún más no estar seguro sobre si los hechizos que aprendí ayer curaban el dolor si no hay herida. El enfado me impide recordar con claridad y eso me frustra. Resoplo-. Trae la cabeza, anda-doblo las rodillas para ponerme a su altura, acerco mi mano a la zona donde Cail había sido golpeada por la piedra y pronuncio el hechizo. Vuelvo a sentir ese ligero cosquilleo en la mano, lo que quiere decir que lo he efectuado con éxito, pero no me paro a comprobar si funciona con las contusiones de Caillech y me dirijo al interior sin decir palabra.
Lo primero que hace mi cuerpo casi instintivamente es acercarse al aparato que da calor, cerca de donde duerme Mánia. Una vez tengo el cuerpo a punto, camino hacia la cocina para robar algo de comer. Hoy sí que tengo hambre y no podría conformarme con unas cucarachas mal cogidas. Pesco unas piezas de fruta y me las como casi sin saborearlas para subir arriba. Al entrar en la sala de entrenamientos, escucho a Mánia gritar de alegría y veo que algo se sostiene en el aire.
-¡Increíble!-le digo a Mánia con visible alegría, olvidándome de saludar a los que entrenan al fondo-. ¡Tú también puedes hacer magia!-mi enfado por lo de Cai desaparece casi de repente. Esto me alegra y me alivia a partes iguales, porque la responsabilidad del posible uso de los hechizos se reparte y no recae solo sobre mí-. Felicidades-le digo sonriente antes de sentarme a su lado y extender los cristales descargados por el suelo.
Me clavo una uña en la palma de mi mano derecha y dejo caer la sangre sobre los cristales. Cuando todos están irradiando luz por la carga, repito el hechizo para curarme la mano. Es el que mejor me he aprendido y me alegro de que sea así. Aunque hoy tenía pensado hacer que mi poncho irradiara calor, o al menos intentarlo, y repetir el de las llamas hasta conseguir estabilizarla y que no desaparezca sin más.
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 01:18 pm
Y allí estaba Giz. El Asreniano que mejor corazón tenía y que se encontrara aqui, si tenemos en cuenta que los otros dos que nos encontramos en esta ciudad somos Sezk, un demente Ranta, y yo, una Mirie Kitade que poco le queda de ello, no es dificil de comprender por qué. Al principio me mira sorprendido, no entendiendo por qué le he permitido al humano que me lanzase pierdras, y no de las pequeñas además. Pero él no lo entiende, nunca lo entendirá mis ansias de sobrevivir, mis ganas de ser capaz de seguir adelante, mi incapacidad para afrontar un rechazo. Él jamás ha vivido eso y no puede entender lo que me mueve a hacer tal cosa.
Aún así, se acerca a mi y tras hecharme una bronca que no me afecta en lo más mínimo en el estado que me encuentro en esos momentos. Hasta llego a ver dos Giz en un momento, el momento en el que se acerca a mi a curarme, antes de parpadear repetidas veces para volver a ver a un único Asreniano que pretendía curarme utilizando la mágia, una magia que no quiere tener nada conmigo.
- No... aleja la mágia de mi... No... - pero lo digo tan bajo que no soy capaz ni yo de entenderme y mucho menos él, quien practica un hechizo de sanación en mi. Al instante empiezo a sentir una extraño picor en la cabeza que aleja ese estraño sentimiento de mareo. Pronto me vuelvo a sentir yo misma. La Caillech dispuesta a hacer lo que sea para vencer a la mágia o hacerle ver que yo valgo la pena.
Giz sigue enfadado conmigo, pues cree que es una estupidez lo que acababa de hacer. Y, no se porque, pero entro detras de él con la clara intención de explicarme ante él.
- Giz, espera - le digo detras de él - No es lo que parecía, era solo un entrenamiento para ampliar mis reflejos y mi agilidad para esquivar los ataques mágicos o prollectiles lejanos. Aunque puede que tengas razón en eso de que es peligroso, pensaré en utilizar algo que dañe men... - entonces oigo a Mánia gritar de pura felicidad y siento como se me cae el mundo encima. No puedo creerlo. Aprieto los dientes fuertemente y cierro los puños enfadada. Ella tambien es capaz de hacer magia y yo no.
Salgo corriendo a la habitación de los entrenamientos y empiezo a darle golpes al primer intrumento que encuentro, otro cilindro de madera.
- ¿Por qué? ¿Por qué? - eso era lo único que se oía entre golpe y golpe en aquella habitación. - ¿Que hecho yo para merecer todo esto?
Aún así, se acerca a mi y tras hecharme una bronca que no me afecta en lo más mínimo en el estado que me encuentro en esos momentos. Hasta llego a ver dos Giz en un momento, el momento en el que se acerca a mi a curarme, antes de parpadear repetidas veces para volver a ver a un único Asreniano que pretendía curarme utilizando la mágia, una magia que no quiere tener nada conmigo.
- No... aleja la mágia de mi... No... - pero lo digo tan bajo que no soy capaz ni yo de entenderme y mucho menos él, quien practica un hechizo de sanación en mi. Al instante empiezo a sentir una extraño picor en la cabeza que aleja ese estraño sentimiento de mareo. Pronto me vuelvo a sentir yo misma. La Caillech dispuesta a hacer lo que sea para vencer a la mágia o hacerle ver que yo valgo la pena.
Giz sigue enfadado conmigo, pues cree que es una estupidez lo que acababa de hacer. Y, no se porque, pero entro detras de él con la clara intención de explicarme ante él.
- Giz, espera - le digo detras de él - No es lo que parecía, era solo un entrenamiento para ampliar mis reflejos y mi agilidad para esquivar los ataques mágicos o prollectiles lejanos. Aunque puede que tengas razón en eso de que es peligroso, pensaré en utilizar algo que dañe men... - entonces oigo a Mánia gritar de pura felicidad y siento como se me cae el mundo encima. No puedo creerlo. Aprieto los dientes fuertemente y cierro los puños enfadada. Ella tambien es capaz de hacer magia y yo no.
Salgo corriendo a la habitación de los entrenamientos y empiezo a darle golpes al primer intrumento que encuentro, otro cilindro de madera.
- ¿Por qué? ¿Por qué? - eso era lo único que se oía entre golpe y golpe en aquella habitación. - ¿Que hecho yo para merecer todo esto?
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 06:06 pm
Mientras Alicia y yo entrenábamos Mánia había llegado sin que nos diésemos cuenta. Pero su presencia se hizo notoria cuando la oímos gritar eufórica que había conseguido hacer magia. ¿Ella también? Ahora ya sólo faltábamos Cai y yo por hacer magia. Tenía que ser capaz, si todos podían, ¿por qué yo no? Mi determinación por volver a intentarlo aumentó de nuevo y decidí que sin falta durante el día me pondría a intentarlo durante varias horas si era preciso. Mientras observábamos el arranque de alegría de Mánia, Alicia me propone bajar a desayunar.
-De acuerdo, yo he comido algo cuando me levanté pero poca cosa. Sin duda el entrenamiento me ha abierto el apetito -paré para observar mi ropa cubierta de sudor-. Después habrá que bañarse... pero como llevas más tiempo que yo aquí dejaré que lo hagas tú primero.
Dicho esto bajamos a la cocina y empezamos a comer algo mientras charlábamos.
-¿Tú de dónde eres, Alicia, y cuántos años tienes? Yo no sé si a mí me has escuchado contar alguna vez estas cosas. Yo vivía en Suecia, en un pueblecito hacia el norte. Y tengo catorce años, aunque creo que es bastante evidente...
Charlamos un poco hasta que nuestra conversación se vio interrumpida por alguna especie de revuelo. Habíamos saludado a Cai unos minutos antes cuando pasó por la cocina en dirección al patio. Me asomé al patio y vi que estaban Ethan y Cai, el primero con cara de preocupación y la segunda excusándose. Al poco llegó Giz y comenzó a recriminarle a Cai lo que había hecho mientras realizaba un hechizo de curación sobre ella. Los seguí observando, perplejo, sin entender bien lo que ocurría hasta que tanto Cai como Giz se fueron hacia el cuarto de entrenamiento tras enterarse de que Mánia había conseguido hacer magia. << Después de bañarme subiré yo también...>>, decidí. Antes de nada me acerqué a Ethan y le pregunté por lo ocurrido. Tras su explicación al fin comprendí la escena que acababa de presenciar.
-Pobre Cai -comenté-, le sienta peor que a mí el no poder hacer magia.
En realidad no estaba seguro de que eso fuera exactamente así, yo también sentía como algo se me moría por dentro cada vez que uno de mis compañeros lograba hacer magia mientras yo lo único que obtenía era frustración.
Sumido en mis pensamientos esperé a que Alicia terminase de bañarse y subí a hacer lo propio. Tras el baño lavé un poco la ropa que llevaba puesta y la puse a secar. Decidí que usaría esa para entrenar, así no tendría que lavarla todos los días. Me puse el atuendo que había encontrado en Maciel y subí a la sala de entrenamiento. Giz estaba allí de nuevo estudiando magia junto con Mánia. Y Caillech arremetía furiosamente contra un tablón, posiblemente descargando su frustración. Saludé a Giz bastante efusivamente a pesar de mi propio estado de ánimo.
-Después me gustaría ponerme a intentar seguir haciendo magia contigo -le dije-. Pero ya que ahora estais ocupados con el libro voy a echarle un vistazo de una vez a aquel libro que trajo Cai.
El libro rojo estaba allí también, así que lo abrí y me senté para leerlo. Era un libro sobre armas titulado "Matar es vivir". Muy detallado y muy interesante. Sin duda sería muy útil el conocimiento que podía adquirir de sus páginas en mis futuras sesiones de entrenamiento. << Además seguro que es un maestro menos cargante que el conde >>, pensé divertido. Tras leer un par de capítulos del libro un poco por encima, ya lo leería más a fondo en otra ocasión, me acerqué a Giz. Estuve observando durante unos instantes lo que hacía mientras practicaba magia, para ver si a mí se me escapaba algo que para él era obvio. Me contó que estaba intentando hechizar su poncho azul para que le diese calor, ya que ellos eran de sangre fría y a veces se quedaban entumecidos en una ciudad tan fría como esta.
-Ah, ya veo, Giz, es una idea muy buena. Yo no noto demasiado el frío porque vivía en un país de bajas temperaturas -hice una pausa mientras observaba su atuendo. El poncho de repente me recordó a algo-. ¿Sabes qué, Giz? En la Tierra también se usan ponchos parecidos a los vuestros. Hay un país donde es típico ponerse un sombrero junto con un poncho. Es un sombrero de ala ancha con el borde ligeramente levantado hacia arriba. ¡Creo que te quedaría genial, Giz! -exclamo emocionado.
Ya puedo imaginarme a Giz con su poncho y un sombrero mexicano adornado una pequeña cinta en la base de la copa con algún adorno sencillo. Tenía que encontrar la forma de fabricarle uno... y se me ocurría a quién podía recurrir para ello.
-De acuerdo, yo he comido algo cuando me levanté pero poca cosa. Sin duda el entrenamiento me ha abierto el apetito -paré para observar mi ropa cubierta de sudor-. Después habrá que bañarse... pero como llevas más tiempo que yo aquí dejaré que lo hagas tú primero.
Dicho esto bajamos a la cocina y empezamos a comer algo mientras charlábamos.
-¿Tú de dónde eres, Alicia, y cuántos años tienes? Yo no sé si a mí me has escuchado contar alguna vez estas cosas. Yo vivía en Suecia, en un pueblecito hacia el norte. Y tengo catorce años, aunque creo que es bastante evidente...
Charlamos un poco hasta que nuestra conversación se vio interrumpida por alguna especie de revuelo. Habíamos saludado a Cai unos minutos antes cuando pasó por la cocina en dirección al patio. Me asomé al patio y vi que estaban Ethan y Cai, el primero con cara de preocupación y la segunda excusándose. Al poco llegó Giz y comenzó a recriminarle a Cai lo que había hecho mientras realizaba un hechizo de curación sobre ella. Los seguí observando, perplejo, sin entender bien lo que ocurría hasta que tanto Cai como Giz se fueron hacia el cuarto de entrenamiento tras enterarse de que Mánia había conseguido hacer magia. << Después de bañarme subiré yo también...>>, decidí. Antes de nada me acerqué a Ethan y le pregunté por lo ocurrido. Tras su explicación al fin comprendí la escena que acababa de presenciar.
-Pobre Cai -comenté-, le sienta peor que a mí el no poder hacer magia.
En realidad no estaba seguro de que eso fuera exactamente así, yo también sentía como algo se me moría por dentro cada vez que uno de mis compañeros lograba hacer magia mientras yo lo único que obtenía era frustración.
Sumido en mis pensamientos esperé a que Alicia terminase de bañarse y subí a hacer lo propio. Tras el baño lavé un poco la ropa que llevaba puesta y la puse a secar. Decidí que usaría esa para entrenar, así no tendría que lavarla todos los días. Me puse el atuendo que había encontrado en Maciel y subí a la sala de entrenamiento. Giz estaba allí de nuevo estudiando magia junto con Mánia. Y Caillech arremetía furiosamente contra un tablón, posiblemente descargando su frustración. Saludé a Giz bastante efusivamente a pesar de mi propio estado de ánimo.
-Después me gustaría ponerme a intentar seguir haciendo magia contigo -le dije-. Pero ya que ahora estais ocupados con el libro voy a echarle un vistazo de una vez a aquel libro que trajo Cai.
El libro rojo estaba allí también, así que lo abrí y me senté para leerlo. Era un libro sobre armas titulado "Matar es vivir". Muy detallado y muy interesante. Sin duda sería muy útil el conocimiento que podía adquirir de sus páginas en mis futuras sesiones de entrenamiento. << Además seguro que es un maestro menos cargante que el conde >>, pensé divertido. Tras leer un par de capítulos del libro un poco por encima, ya lo leería más a fondo en otra ocasión, me acerqué a Giz. Estuve observando durante unos instantes lo que hacía mientras practicaba magia, para ver si a mí se me escapaba algo que para él era obvio. Me contó que estaba intentando hechizar su poncho azul para que le diese calor, ya que ellos eran de sangre fría y a veces se quedaban entumecidos en una ciudad tan fría como esta.
-Ah, ya veo, Giz, es una idea muy buena. Yo no noto demasiado el frío porque vivía en un país de bajas temperaturas -hice una pausa mientras observaba su atuendo. El poncho de repente me recordó a algo-. ¿Sabes qué, Giz? En la Tierra también se usan ponchos parecidos a los vuestros. Hay un país donde es típico ponerse un sombrero junto con un poncho. Es un sombrero de ala ancha con el borde ligeramente levantado hacia arriba. ¡Creo que te quedaría genial, Giz! -exclamo emocionado.
Ya puedo imaginarme a Giz con su poncho y un sombrero mexicano adornado una pequeña cinta en la base de la copa con algún adorno sencillo. Tenía que encontrar la forma de fabricarle uno... y se me ocurría a quién podía recurrir para ello.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 08:01 pm
Mánia sigue corriendo alrededor de los demás gritando y riendo. Lo había hecho, había logrado hacer algo por sí misma y para sí misma, y sin necesidad de que nadie se lo dijese. Bailó por toda la habitación con el libro en las manos hasta que vio al chico lagarto clavarse el cristal en la mano y luego curarse la herida. Se miró el colgante que le pendía del cuello, el que había usado de batería para hacer levitar la calavera de piedra, y se lo quitó para luego acercarse a Giz.
-Con estos no hace falta cortarte- le dijo mostrándole el colgante. -Hay muchos abajo, yo tengo muchos también...- alzó la mano pidiéndole que esperase y bajó corriendo en busca de más talismanes al mismo baúl donde los encontró por primera vez. Subió de nuevo cubierta de collares, colgantes, brazaletes y anillos cuyas gemas brillaban todas al mismo tiempo, dándole el aspecto de un árbol de Navidad, aunque ni ella ni Giz supieran lo que era eso.-¿Ves? Hay muchos. Toma- dijo entregándole casi todos los que llevaba encima, quedándose algunos para ella. Luego recuperó el libro y se fue a un rincón a practicar.
Siguió con el hechizo de levitación, probándolo con objetos de distinto peso y tamaño. Pronto descubrió que era incapaz de levantar cosas más grandes que una manzana, pero eso no minó su cabezonería, y continuó practicando con cualquier cosa que tuvise a su alcance, incluidos algunos de sus compañeros (sin ningún éxito, todo hay que decirlo). También probó otros hechizos como el de fuego, que le salió bastante bien, logrando mantener la pequeña llama durante bastante rato y el de impulso, que le resultó bastante divertido, pues le permitía saltar más alto de lo que lo que nunca había saltado, aunque luego los aterrizajes no fuesen muy buenos. Mánia se aburrió después de haber estado haciendo saltar un anillo como si fuese una rana durante quince minutos y dejó el libro y todos los talismanes para irse a entrenar. Había ignorado deliveradamente la guerrera y a su cabreo tratando de ocultar la satisfacción interior de haber logrado superar a alguien tan imponente en algo, (sin mencionar que durante un isntante había temido que la lagarta hubiese descargado su ira contra ella) Se buscó un lugar bien alejado, se colocó las garras, se quitó los calcetines para no resbalar y se puso a darle zarpazos y golpes a un grueso tronco de madera. Pelear contra algo inmóvil era aburrido, pero el libro rojo decía que hay que familiarizarse con las armas, que era tan importante como aprender a recibir golpes. Poco a poco Mánia aprendió cual era la forma más cómoda de usar las garras, qué movimientos hacían el mayor daño y cual era la fuerza que debía emplear en ellos. Memorizó todos los tipos de cortes y heridas que podía hacer, soñando el día en que viese sus efectos en carne viva. Se imaginó salpicando sangre y bañándose en ella, y eso le arrancó una rissilla de vez en cuando, y animó la animó a dar golpes más agresivos y violentos. Desgraciadamente la resistencia de Mánia al ejercicio físico no era demasiada, así que pronto estuvo agotada. Cayó sentada con las piernas cruzadas en el suelo, delante del tronco mutilado. Ahora que lo veía fuera del ''fragor de la batalla'' Mánia de sio cuenta de que sus cortes no habían sido tan profundos como pensaba << Necesito practicar más>> pensó. Se quitó las garras y se entretuvo quitándose las astillas de madera que se le habían quedado clavadas en los pies. No dolían tanto como para que le importase, pero si las dejaba dentro saldrían luego llenas de pus y dejarían marcas feas en sus preciosos pies.... Cómo adoraba sus pies, tan blanquitos y perfectos... Mánia se los quedó mirando y frunció el ceño al ver lo sucios que estaban...
-No vais a prepararme el baño... ¿verdad?- dijo algo desanimada girando la cabeza hacia los demás. Poco a poco iba aceptando que en Rocavarancolia no tenía ningún sirviente... Pero aun así le costaba.
-Con estos no hace falta cortarte- le dijo mostrándole el colgante. -Hay muchos abajo, yo tengo muchos también...- alzó la mano pidiéndole que esperase y bajó corriendo en busca de más talismanes al mismo baúl donde los encontró por primera vez. Subió de nuevo cubierta de collares, colgantes, brazaletes y anillos cuyas gemas brillaban todas al mismo tiempo, dándole el aspecto de un árbol de Navidad, aunque ni ella ni Giz supieran lo que era eso.-¿Ves? Hay muchos. Toma- dijo entregándole casi todos los que llevaba encima, quedándose algunos para ella. Luego recuperó el libro y se fue a un rincón a practicar.
Siguió con el hechizo de levitación, probándolo con objetos de distinto peso y tamaño. Pronto descubrió que era incapaz de levantar cosas más grandes que una manzana, pero eso no minó su cabezonería, y continuó practicando con cualquier cosa que tuvise a su alcance, incluidos algunos de sus compañeros (sin ningún éxito, todo hay que decirlo). También probó otros hechizos como el de fuego, que le salió bastante bien, logrando mantener la pequeña llama durante bastante rato y el de impulso, que le resultó bastante divertido, pues le permitía saltar más alto de lo que lo que nunca había saltado, aunque luego los aterrizajes no fuesen muy buenos. Mánia se aburrió después de haber estado haciendo saltar un anillo como si fuese una rana durante quince minutos y dejó el libro y todos los talismanes para irse a entrenar. Había ignorado deliveradamente la guerrera y a su cabreo tratando de ocultar la satisfacción interior de haber logrado superar a alguien tan imponente en algo, (sin mencionar que durante un isntante había temido que la lagarta hubiese descargado su ira contra ella) Se buscó un lugar bien alejado, se colocó las garras, se quitó los calcetines para no resbalar y se puso a darle zarpazos y golpes a un grueso tronco de madera. Pelear contra algo inmóvil era aburrido, pero el libro rojo decía que hay que familiarizarse con las armas, que era tan importante como aprender a recibir golpes. Poco a poco Mánia aprendió cual era la forma más cómoda de usar las garras, qué movimientos hacían el mayor daño y cual era la fuerza que debía emplear en ellos. Memorizó todos los tipos de cortes y heridas que podía hacer, soñando el día en que viese sus efectos en carne viva. Se imaginó salpicando sangre y bañándose en ella, y eso le arrancó una rissilla de vez en cuando, y animó la animó a dar golpes más agresivos y violentos. Desgraciadamente la resistencia de Mánia al ejercicio físico no era demasiada, así que pronto estuvo agotada. Cayó sentada con las piernas cruzadas en el suelo, delante del tronco mutilado. Ahora que lo veía fuera del ''fragor de la batalla'' Mánia de sio cuenta de que sus cortes no habían sido tan profundos como pensaba << Necesito practicar más>> pensó. Se quitó las garras y se entretuvo quitándose las astillas de madera que se le habían quedado clavadas en los pies. No dolían tanto como para que le importase, pero si las dejaba dentro saldrían luego llenas de pus y dejarían marcas feas en sus preciosos pies.... Cómo adoraba sus pies, tan blanquitos y perfectos... Mánia se los quedó mirando y frunció el ceño al ver lo sucios que estaban...
-No vais a prepararme el baño... ¿verdad?- dijo algo desanimada girando la cabeza hacia los demás. Poco a poco iba aceptando que en Rocavarancolia no tenía ningún sirviente... Pero aun así le costaba.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 10:26 pm
Cail parece cabreada consigo misma y, por lo poco que consigo entender, es por el hecho de no poder usar la magia. Me dan ganas de arrearle una torta o algo para que entre en razón, pues eso no quiere decir nada. Ella es la que mejor maneja las armas de todo nuestro grupo, no deja de ser importante. Sin embargo, la poca serenidad que no he perdido desde que estamos en esta ciudad me hace contenerme y no abofetearla. Ya hablaré con ella cuando ambos estemos más calmados.
Noel se me acerca y me dice que le gustaría probar a hacer magia de nuevo, él y Cail son los únicos que no han conseguido hacer ningún hechizo de todos los que han probado. Asiento ante su proposición, pues puede que le pasara como a Mánia y esta vez consiguiera realizarlos y le digo que había pensado quedarme despierto esta noche, por si quiere probar cuando no haya nadie. Luego me habla de unos sombreros que se utilizan en su mundo en una determinada región y la idea me gusta.
-Lástima que aquí no parece que haya ningún sitio donde encontrar uno de esos... Me hubiera gustado hacerme con uno, aunque sea solo para ver como me quedan-le digo sonriente. No estoy seguro de si me estoy imaginando bien el sombrero, pues no es un atuendo muy usual en Asrena, pero lo que había conseguido esbozar mentalmente me parecía divertido de llevar.
Mánia me explica que ella ha utilizado unos objetos que se habían cargado sin corte alguno y pronto baja a por más. Sube con las manos cargadas y me los suelta casi todos encima. Les echo un vistazo y compruebo que lleva razón haciendo aparecer una llama como el primer día. Esta vez, además, la llama aguanta hasta que muevo la mano y pierde el sustento.
-Gracias, Mánia-atino a decir antes de que se vaya ensayar con más hechizos.
Cuando se cansa de ello, se va a entrenar y aprovecho para coger el libro un rato y así buscar los hechizos de temperatura. Una vez los he memorizado bien, me quito el poncho y lo pongo a mi lado. Aplico un hechizo para dar calor a la prenda y paso la mano sobre él. Está tan caliente que me veo obligado a retirarla rápidamente al tiempo que suelto un quejido. Tardo dos intentos más en hacer que la temperatura sea agradable, pero nada más volver a vestirme con él, estoy seguro de que ha merecido la pena. Después trato de memorizar varios hechizos más y dejo el libro a un lado para que otros lo aprovechen. Mánia vuelve al rato, mientras yo guardo unos pocos talismanes en la bolsa que llevo colgada al cinto, y nos pregunta si nadie va a ayudarla con el baño. A la pobre le debe de estar costando hacerse a la idea de que aquí nadie es criado suyo, algo por lo que no le queda más remedio que pasar. Otra cosa muy distinta, sin embargo, es que no haya nadie dispuesto a ayudarla.
-Si quieres yo mismo te ayudo a cargar el agua y a calentar la bañera-me ofrezco al tiempo que me levanto y me sacudo la ropa.
Noel se me acerca y me dice que le gustaría probar a hacer magia de nuevo, él y Cail son los únicos que no han conseguido hacer ningún hechizo de todos los que han probado. Asiento ante su proposición, pues puede que le pasara como a Mánia y esta vez consiguiera realizarlos y le digo que había pensado quedarme despierto esta noche, por si quiere probar cuando no haya nadie. Luego me habla de unos sombreros que se utilizan en su mundo en una determinada región y la idea me gusta.
-Lástima que aquí no parece que haya ningún sitio donde encontrar uno de esos... Me hubiera gustado hacerme con uno, aunque sea solo para ver como me quedan-le digo sonriente. No estoy seguro de si me estoy imaginando bien el sombrero, pues no es un atuendo muy usual en Asrena, pero lo que había conseguido esbozar mentalmente me parecía divertido de llevar.
Mánia me explica que ella ha utilizado unos objetos que se habían cargado sin corte alguno y pronto baja a por más. Sube con las manos cargadas y me los suelta casi todos encima. Les echo un vistazo y compruebo que lleva razón haciendo aparecer una llama como el primer día. Esta vez, además, la llama aguanta hasta que muevo la mano y pierde el sustento.
-Gracias, Mánia-atino a decir antes de que se vaya ensayar con más hechizos.
Cuando se cansa de ello, se va a entrenar y aprovecho para coger el libro un rato y así buscar los hechizos de temperatura. Una vez los he memorizado bien, me quito el poncho y lo pongo a mi lado. Aplico un hechizo para dar calor a la prenda y paso la mano sobre él. Está tan caliente que me veo obligado a retirarla rápidamente al tiempo que suelto un quejido. Tardo dos intentos más en hacer que la temperatura sea agradable, pero nada más volver a vestirme con él, estoy seguro de que ha merecido la pena. Después trato de memorizar varios hechizos más y dejo el libro a un lado para que otros lo aprovechen. Mánia vuelve al rato, mientras yo guardo unos pocos talismanes en la bolsa que llevo colgada al cinto, y nos pregunta si nadie va a ayudarla con el baño. A la pobre le debe de estar costando hacerse a la idea de que aquí nadie es criado suyo, algo por lo que no le queda más remedio que pasar. Otra cosa muy distinta, sin embargo, es que no haya nadie dispuesto a ayudarla.
-Si quieres yo mismo te ayudo a cargar el agua y a calentar la bañera-me ofrezco al tiempo que me levanto y me sacudo la ropa.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 11:26 pm
Mientras tomaba fruta y pan, recordando con nostalgia la leche con cereales, o el chocolate caliente en invierno, escuchó las preguntas de Noel. Ella misma se había ofrecido a contestar, así que no podía molestarse porque tocara el tema del pasado, era obvio que iba a salir antes o después. Mordisqueó un trozo de pan antes de contestar:
- Soy de Dinamarca, así que podemos decir que eramos casi vecinos. - dijo divertida por la idea.- Cumplo dieciseis este año.- vaciló antes de añadir.- en unos días en realidad. Es el 21 de Noviembre.
Pegó un mordisco a una pieza de fruta mientras oía semi-interesada la explicación de Noel. Sonrió cuando dijo su edad. Ella y su hermano jugaban a adivinar las edades de la gente, y Alicia siempre había tenido talento para ello. Le dio cierta satisfacción haber acertado con Noel. Le contó alguna cosa más, datos bastante sencillos, nada especialmente personal. No tocó el tema de sus amistades allí, ni el de su familia apenas, excepto para mencionar vagamente que tenía un hermano mayor que estudiaba veterinaria y que vivía con sus padres cerca de un lago. Pero en cuanto terminó de comer, decidió que no le apetecía seguir hablando de sí misma y se incorporó y se fue sin decir ni mu.
Mánia había llegado antes euforica anunciando que podía hacer magia. La primera vez había fallado. ¿querría eso decir que tras algunos intentos podrían Noel y Cail hacer algo? Reflexionó sobre ello mientras se sumergía en el agua fría de la bañera. Al principio había tiritado un poco, pero se había acostumbrado a la temperatura y se lavaba sin prisas. La primera vez que se había bañado así, había pasado mucho más frío. Lo cierto es que Alicia solía darse baños muy calientes en su casa de Dinamarca, y la idea de meterse en agua fría era nueva para ella, aunque le estaba cogiendo el gusto. Entre otras cosas, porque todavía notaba el calor de haber estado entrenando. Después de un rato parada, el frío volvió a hacer mella, y Alicia salió del agua temblando un poco. Se vistió de nuevo con los misma ropa. Había encontrado otras prendas. Pero aquella era la más cómoda y la más útil. Añadió a su conjunto una cazadora que le venia grande de espalda. Se volvió a poner los guantes de cuero fino y salió alegremente del baño.
Mánia estuvo probando hechizos aquella mañana. Hacía levitar algunas cosas, y el día anterior había visto a Giz curar la herida de Noel. Aun tenía pendiente probar muchas cosas, se dijo. Mánia le cedió a Giz un colgante. Una batería como los cristales, dijo, que no hacía falta cortarse para usarla. Alicia bajó enseguida a por unos pocos. La idea de cortarse no le hacia ni pizca de gracia. Eran todos bastante feos, así que los ocultó bajo la blusa. El tacto del metal con la piel era de lo más deagradable, pero preferible a ir con ellos por encima.
Subió de nuevo. En aquel lugar no había mucho que hacer que no fuera practicar, entrenar o leer lo que habían traído de la biblioteca. No había mucho más que hacer porque Alicia no ponía mucho esfuerzo en relacionarse con los demás. Cuando subió, Giz estaba subiendole agua a Mánia para prepararle un baño.
Alicia alzó la vista al techo. Al final siempre sale alguien para concederle el capricho. Luego sonrió. Algún día voy a probar yo a mandar sin ton ni son. pensó divertida por la idea, sabiendo perfectamente que nunca iba a hacer algo parecido. A Alicia no le gustaba pedir favores de ninguna clase. ¡como para dar órdenes!
Bañarse quizás no había tenido mucho sentido, porque estuvo en el patio con el arco hasta que volvió a sudar y los brazos le dolieron. Sin embargo, duró más tiempo que el día anterior y aquello le animó. Luego subió arriba, a una habitación donde no había nadie, y se dedicó a hacer ejercicio físico a secas. Después de una última tanda de abdominales, se quedó un rato tumbada en el suelo mirando el techo. Entonces una araña le subió por el dorso de la mano, sacándola de su atontamiento. Se incorporó rápidamente y se la sacudió enérgicamente.
Después de un rato de pie quieta, probó, por si se había cargado el colgante a lanzar el hechizo de la llamita. Esta brilló en su mano un rato antes de desaparecer. Unos pocos segundos, aunque más que la primera y la segunda vez. Luego cogería el libro de magia, en ese momento estaba todavía exausta por la actividad y no le apetecía.
Pero se estaba quedando sin ideas. y cansada o no, Alicia necesitaba tener algo con lo que ocupar la mente. Era lo que en realidad había conseguido que su humor se templase de nuevo.
Bajó hasta donde estaban los otros, y agarró el libro de Rocavarancolia que había cogido en su momento de la biblioteca. No era lo más apasionante del mundo, pero la valía mientras esperaba a que propusiesen algo, a que hablasen, o a que suciedese cualquier cosa.
- Soy de Dinamarca, así que podemos decir que eramos casi vecinos. - dijo divertida por la idea.- Cumplo dieciseis este año.- vaciló antes de añadir.- en unos días en realidad. Es el 21 de Noviembre.
Pegó un mordisco a una pieza de fruta mientras oía semi-interesada la explicación de Noel. Sonrió cuando dijo su edad. Ella y su hermano jugaban a adivinar las edades de la gente, y Alicia siempre había tenido talento para ello. Le dio cierta satisfacción haber acertado con Noel. Le contó alguna cosa más, datos bastante sencillos, nada especialmente personal. No tocó el tema de sus amistades allí, ni el de su familia apenas, excepto para mencionar vagamente que tenía un hermano mayor que estudiaba veterinaria y que vivía con sus padres cerca de un lago. Pero en cuanto terminó de comer, decidió que no le apetecía seguir hablando de sí misma y se incorporó y se fue sin decir ni mu.
Mánia había llegado antes euforica anunciando que podía hacer magia. La primera vez había fallado. ¿querría eso decir que tras algunos intentos podrían Noel y Cail hacer algo? Reflexionó sobre ello mientras se sumergía en el agua fría de la bañera. Al principio había tiritado un poco, pero se había acostumbrado a la temperatura y se lavaba sin prisas. La primera vez que se había bañado así, había pasado mucho más frío. Lo cierto es que Alicia solía darse baños muy calientes en su casa de Dinamarca, y la idea de meterse en agua fría era nueva para ella, aunque le estaba cogiendo el gusto. Entre otras cosas, porque todavía notaba el calor de haber estado entrenando. Después de un rato parada, el frío volvió a hacer mella, y Alicia salió del agua temblando un poco. Se vistió de nuevo con los misma ropa. Había encontrado otras prendas. Pero aquella era la más cómoda y la más útil. Añadió a su conjunto una cazadora que le venia grande de espalda. Se volvió a poner los guantes de cuero fino y salió alegremente del baño.
Mánia estuvo probando hechizos aquella mañana. Hacía levitar algunas cosas, y el día anterior había visto a Giz curar la herida de Noel. Aun tenía pendiente probar muchas cosas, se dijo. Mánia le cedió a Giz un colgante. Una batería como los cristales, dijo, que no hacía falta cortarse para usarla. Alicia bajó enseguida a por unos pocos. La idea de cortarse no le hacia ni pizca de gracia. Eran todos bastante feos, así que los ocultó bajo la blusa. El tacto del metal con la piel era de lo más deagradable, pero preferible a ir con ellos por encima.
Subió de nuevo. En aquel lugar no había mucho que hacer que no fuera practicar, entrenar o leer lo que habían traído de la biblioteca. No había mucho más que hacer porque Alicia no ponía mucho esfuerzo en relacionarse con los demás. Cuando subió, Giz estaba subiendole agua a Mánia para prepararle un baño.
Alicia alzó la vista al techo. Al final siempre sale alguien para concederle el capricho. Luego sonrió. Algún día voy a probar yo a mandar sin ton ni son. pensó divertida por la idea, sabiendo perfectamente que nunca iba a hacer algo parecido. A Alicia no le gustaba pedir favores de ninguna clase. ¡como para dar órdenes!
Bañarse quizás no había tenido mucho sentido, porque estuvo en el patio con el arco hasta que volvió a sudar y los brazos le dolieron. Sin embargo, duró más tiempo que el día anterior y aquello le animó. Luego subió arriba, a una habitación donde no había nadie, y se dedicó a hacer ejercicio físico a secas. Después de una última tanda de abdominales, se quedó un rato tumbada en el suelo mirando el techo. Entonces una araña le subió por el dorso de la mano, sacándola de su atontamiento. Se incorporó rápidamente y se la sacudió enérgicamente.
Después de un rato de pie quieta, probó, por si se había cargado el colgante a lanzar el hechizo de la llamita. Esta brilló en su mano un rato antes de desaparecer. Unos pocos segundos, aunque más que la primera y la segunda vez. Luego cogería el libro de magia, en ese momento estaba todavía exausta por la actividad y no le apetecía.
Pero se estaba quedando sin ideas. y cansada o no, Alicia necesitaba tener algo con lo que ocupar la mente. Era lo que en realidad había conseguido que su humor se templase de nuevo.
Bajó hasta donde estaban los otros, y agarró el libro de Rocavarancolia que había cogido en su momento de la biblioteca. No era lo más apasionante del mundo, pero la valía mientras esperaba a que propusiesen algo, a que hablasen, o a que suciedese cualquier cosa.
-
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
09/12/11, 02:06 am
Mánia siguió a Giz hasta el patio y en todos los viajes que necesitó para llenar la bañera de agua, andando de forma mecánica entretenida en sus propios juegos, sin embargo no le dejó hacer el hechizo para calentar el agua, quería hacerlo por sí misma.
-Yo puedo- dijo apartando bruscamente la mano del lagarto del borde de la bañera. Pronunció el hechizo y metió la mano... ardía, pero no dio muestras de ello, volvió a pronunciar el hechizo otra vez y así hasta que consiguió al temperatura que le gustaba, aún demasiado caliente para un humano normal.
Sin pudor alguno se desnudó por completo, dejando las joyas y el tocado cuidadosamente sobre la ropa, y se metió en el agua. La calidez del baño le hizo soltar algo entre suspiro y ronroneo, sus músculos se relajaban y el vapor le daba a ese cuartucho destartalado un aire mágico. Mánia metió la cabeza en el agua y permaneció sumergida unos segundos para luego salir haciendo burbujitas con la boca. Miró al chico lagarto, que a diferencia de Noel no había dejado la habitaciónn después de llenarle la bañera. Incluso él tenía un are mágico semi-oculto entre el vapor.
-¿En tu mundo no teníais esclavos ni sirvientes?- le preguntó. No se había dado cuenta de que tenía los ojos amarilos y rasgados. Le parecieron bonitos y se los quedó mirando- Es raro, vuestros mundos son raros... - Aun asi no dejaban de ser curiosos. A pesar de lo mucho que le chocaba a Mánia lo distintas que eran sus culturas, cada vez le resultaban menos horrendos esos seres, de hecho podían hasta llegar a ser fascinantes... Y sin duda guardaban la misma majestuosidad de su propia raza... cosa que no podía decirse de las personas que se parecían más a habitantes de Libo.
Chapoteó un rato, se miró las uñas en las que ya apensa quedaba esmalte pero que resistían en la misma forma en la que se las habían limado antes de dejar su casa, jugueteó con el piercing de su ombligo hasta que. limpia y algo arrugada salió por fin del agua. Se dio cuenta entonces de que no había cogido ropa interior limpia, maldijo por lo bajo, sopesando si ponerse la vieja o salir a por la otra a pesar del frío que hacía... entonces la vio... En ningún momento desde que los vio por primera vez reparó en ella, nunca le había prestado la más mínima atención a pesar de ser mínimamente consciente de que la tenían... Aquellos seres tenían cola ¡y se movía! Giz no debío darse cuenta de lo que estaba haciendo, pero sin poder hacer nada por evitarlo tuvo a Mánia abalanzándose sobre su cola para intantar atraparla. Un acto reflejo, la cola se apartó y Mánia se enganchó a la base, mordiendo. Las escamas eran muy duras, pero lo había conseguido; tenía la cola bajo control.
-Jaja, no podías escapar de...- Mánia acababa de darse cuenta de lo que había hecho- ¡Ahhh! Yo no... er... es que...- sintió vergüenza, para qué negarlo, tenía esos prontos y le resultaba difícil controlarlos. Mádre le había reñido en muchas ocasiones por esa mala costumbre de atacar a todo lo que se movía, Mánia sabía que no tenía que hacerlo y aún así no podía evitarlo- Lo siento...- dijo levantándose de un salto de la cola del chico lagarto. Era la primera vez en muchíiiisimo tiempo que Mánia se disculpaba con alguien que no fuese Madre. La última persona fue otro andrógino que vino de visita y al que casi le salta un ojo jugando- Es muy tentadora ¡No es justo! - una rabieta repentina le asaltó, haciéndole recoger sus cosas y decidirse a salir de la habitación sin vestir, en busca de ropa limpia.
Llegó a la habitación comunitaria y buscó un conjunto de lencería a su gusto, luego bajó a su nido, se puso la sudadera de plumas negras y se hizo un ovillo bajo las mantas, preguntándose por qué demonios se había enfadado y por qué se avergonzaba de algo tan natural para ella como jugar con lo primero que le llamase la atención.
-Yo puedo- dijo apartando bruscamente la mano del lagarto del borde de la bañera. Pronunció el hechizo y metió la mano... ardía, pero no dio muestras de ello, volvió a pronunciar el hechizo otra vez y así hasta que consiguió al temperatura que le gustaba, aún demasiado caliente para un humano normal.
Sin pudor alguno se desnudó por completo, dejando las joyas y el tocado cuidadosamente sobre la ropa, y se metió en el agua. La calidez del baño le hizo soltar algo entre suspiro y ronroneo, sus músculos se relajaban y el vapor le daba a ese cuartucho destartalado un aire mágico. Mánia metió la cabeza en el agua y permaneció sumergida unos segundos para luego salir haciendo burbujitas con la boca. Miró al chico lagarto, que a diferencia de Noel no había dejado la habitaciónn después de llenarle la bañera. Incluso él tenía un are mágico semi-oculto entre el vapor.
-¿En tu mundo no teníais esclavos ni sirvientes?- le preguntó. No se había dado cuenta de que tenía los ojos amarilos y rasgados. Le parecieron bonitos y se los quedó mirando- Es raro, vuestros mundos son raros... - Aun asi no dejaban de ser curiosos. A pesar de lo mucho que le chocaba a Mánia lo distintas que eran sus culturas, cada vez le resultaban menos horrendos esos seres, de hecho podían hasta llegar a ser fascinantes... Y sin duda guardaban la misma majestuosidad de su propia raza... cosa que no podía decirse de las personas que se parecían más a habitantes de Libo.
Chapoteó un rato, se miró las uñas en las que ya apensa quedaba esmalte pero que resistían en la misma forma en la que se las habían limado antes de dejar su casa, jugueteó con el piercing de su ombligo hasta que. limpia y algo arrugada salió por fin del agua. Se dio cuenta entonces de que no había cogido ropa interior limpia, maldijo por lo bajo, sopesando si ponerse la vieja o salir a por la otra a pesar del frío que hacía... entonces la vio... En ningún momento desde que los vio por primera vez reparó en ella, nunca le había prestado la más mínima atención a pesar de ser mínimamente consciente de que la tenían... Aquellos seres tenían cola ¡y se movía! Giz no debío darse cuenta de lo que estaba haciendo, pero sin poder hacer nada por evitarlo tuvo a Mánia abalanzándose sobre su cola para intantar atraparla. Un acto reflejo, la cola se apartó y Mánia se enganchó a la base, mordiendo. Las escamas eran muy duras, pero lo había conseguido; tenía la cola bajo control.
-Jaja, no podías escapar de...- Mánia acababa de darse cuenta de lo que había hecho- ¡Ahhh! Yo no... er... es que...- sintió vergüenza, para qué negarlo, tenía esos prontos y le resultaba difícil controlarlos. Mádre le había reñido en muchas ocasiones por esa mala costumbre de atacar a todo lo que se movía, Mánia sabía que no tenía que hacerlo y aún así no podía evitarlo- Lo siento...- dijo levantándose de un salto de la cola del chico lagarto. Era la primera vez en muchíiiisimo tiempo que Mánia se disculpaba con alguien que no fuese Madre. La última persona fue otro andrógino que vino de visita y al que casi le salta un ojo jugando- Es muy tentadora ¡No es justo! - una rabieta repentina le asaltó, haciéndole recoger sus cosas y decidirse a salir de la habitación sin vestir, en busca de ropa limpia.
Llegó a la habitación comunitaria y buscó un conjunto de lencería a su gusto, luego bajó a su nido, se puso la sudadera de plumas negras y se hizo un ovillo bajo las mantas, preguntándose por qué demonios se había enfadado y por qué se avergonzaba de algo tan natural para ella como jugar con lo primero que le llamase la atención.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
09/12/11, 11:58 pm
Ayudo a Mánia a transportar el agua y, una vez la hemos vertido en la bañera, coloco la mano sobre su superficie para recitar el hechizo de temperatura. Sin embargo, la chica me frena antes de tiempo, pues parece querer hacerlo ella. Cuando el agua es de su agrado, se quita toda la ropa y se mete en el agua, que estaba a una temperatura más bien alta. Observo su cuerpo con nada de morbo, para comprobar como son más o menos los cuerpos de los blanditos, a pesar de que ella no es exactamente de la misma especie que los otros. Hannah me avisó el primer día de que no debía mirar a alguien cuando estaba desnudo, pero ya había olvidado ese consejo y mi naturaleza curiosa bloquea cualquier intención de recordarlo. Me cuesta bastante entender ese pudor que les entra a ellos. << Con lo natural que es un cuerpo desnudo... >>. Mánia me pregunta algo que me saca de mi ensimismamiento.
-Más que raro, yo creo que es una cuestión de perspectiva-comento sonriente. Espero haber entendido bien el concepto de esclavitud que tienen en Libo y no estar metiendo la pata-. Pero no, no tenemos-le digo encogiéndome de hombros-. En mi planeta vivimos agrupados en tribus, donde todas las personas tienen los mismos derechos y responsabilidades-comienzo a explicarle los aspectos más básicos y le nombro las tribus existentes, incluyendo a los Ranta. Sin embargo, cuando estoy cerca de acabar, la niña me mira la cola con una expresión divertida y, sin darme tiempo a reaccionar, salta a morderla-¡Ay!-suelto más por la sorpresa que porque realmente me haya hecho daño-. Te podría haber golpeado con ella sin querer-le regaño, con un tono más jocoso que de verdadera regañina. No me importa lo que ha hecho Mánia, sino que de no haber parado la cola a tiempo, podría haberla lastimado y no me hubiera gustado en absoluto. La chica se excusa y sale de la habitación antes de que me de tiempo a decirle que no pasa nada.
Me quedo un rato a solas en el baño, observando las ondulaciones que se producen en el agua al rozar su superficie con mis dedos. Se me hace extraño tener un pozo del cual poder sacar agua, cuando en Asrena es algo tan escaso y difícil de encontrar. Mientras cavilo, quizá movido por algún tipo de instinto contra el aburrimiento, realizo el conjuro de temperatura y comienzo a bajarla en el interior de la bañera. El agua se congela poco a poco, formando un bloque algo mayor de lo que era en estado líquido. Repaso mentalmente la lista de hechizos que ya había memorizado y pronuncio un segundo, haciendo que el bloque se eleve lentamente sobre la bañera. Es algo pesado, por lo que asciende a tropicones y no muy en línea recta. Totalmente concentrado, trato de mantenerlo en el aire al tiempo que vuelvo a subir la temperatura del bloque helado, sin embargo, no consigo hacerlo correctamente y el bloque desciende poco a poco derritiéndose en el aire, a medio camino y descentrado de la bañera. << ¡Mierda! >> profiero mentalmente cuando parte del agua se vierte por el suelo. << ¿Y ahora qué? >> Inmediatamente me arrodillo y repito por enésima vez hoy el hechizo térmico para hacer que el agua se evapore. Al ver que funciona, no puedo evitar sonreír. << Hacer magia me va a resultar más útil de lo que pensaba >>.
Tras todo este jaleo repentino que he armado por hacer un rato el tonto, decido salir al patio a que me de el aire; además me siento algo cansado después de tantos hechizos seguidos. De forma inconsciente, me desvío del camino principal para hasta la cocina para coger una manzana y, una vez fuera, me acerco al huerto que ya se encontraba aquí antes de que nosotros llegáramos. No sé de qué manera, pero a partir de todas estas plantas, mi mente va hilando ideas hasta caer en las estirges del otro torreón. Siento un bajón repentino, pensando en cómo se encontrará el resto de blanditos, sobretodo sabiendo que Sezk se encuentra con ellos. Desde que llegamos aquí, he estado tan distraído siempre que no he tenido tiempo ni para echar de menos a nadie, pero basta este momento de descanso para que mi mente me juegue una mala pasada. Agito la cabeza, como para desechar todas las preocupaciones y entro de nuevo al torreón. Si sigo entrenando, cuando acabe el día estaré tan cansado que no tendré tiempo ni para preocuparme por las pesadillas antes de dormirme.
-Más que raro, yo creo que es una cuestión de perspectiva-comento sonriente. Espero haber entendido bien el concepto de esclavitud que tienen en Libo y no estar metiendo la pata-. Pero no, no tenemos-le digo encogiéndome de hombros-. En mi planeta vivimos agrupados en tribus, donde todas las personas tienen los mismos derechos y responsabilidades-comienzo a explicarle los aspectos más básicos y le nombro las tribus existentes, incluyendo a los Ranta. Sin embargo, cuando estoy cerca de acabar, la niña me mira la cola con una expresión divertida y, sin darme tiempo a reaccionar, salta a morderla-¡Ay!-suelto más por la sorpresa que porque realmente me haya hecho daño-. Te podría haber golpeado con ella sin querer-le regaño, con un tono más jocoso que de verdadera regañina. No me importa lo que ha hecho Mánia, sino que de no haber parado la cola a tiempo, podría haberla lastimado y no me hubiera gustado en absoluto. La chica se excusa y sale de la habitación antes de que me de tiempo a decirle que no pasa nada.
Me quedo un rato a solas en el baño, observando las ondulaciones que se producen en el agua al rozar su superficie con mis dedos. Se me hace extraño tener un pozo del cual poder sacar agua, cuando en Asrena es algo tan escaso y difícil de encontrar. Mientras cavilo, quizá movido por algún tipo de instinto contra el aburrimiento, realizo el conjuro de temperatura y comienzo a bajarla en el interior de la bañera. El agua se congela poco a poco, formando un bloque algo mayor de lo que era en estado líquido. Repaso mentalmente la lista de hechizos que ya había memorizado y pronuncio un segundo, haciendo que el bloque se eleve lentamente sobre la bañera. Es algo pesado, por lo que asciende a tropicones y no muy en línea recta. Totalmente concentrado, trato de mantenerlo en el aire al tiempo que vuelvo a subir la temperatura del bloque helado, sin embargo, no consigo hacerlo correctamente y el bloque desciende poco a poco derritiéndose en el aire, a medio camino y descentrado de la bañera. << ¡Mierda! >> profiero mentalmente cuando parte del agua se vierte por el suelo. << ¿Y ahora qué? >> Inmediatamente me arrodillo y repito por enésima vez hoy el hechizo térmico para hacer que el agua se evapore. Al ver que funciona, no puedo evitar sonreír. << Hacer magia me va a resultar más útil de lo que pensaba >>.
Tras todo este jaleo repentino que he armado por hacer un rato el tonto, decido salir al patio a que me de el aire; además me siento algo cansado después de tantos hechizos seguidos. De forma inconsciente, me desvío del camino principal para hasta la cocina para coger una manzana y, una vez fuera, me acerco al huerto que ya se encontraba aquí antes de que nosotros llegáramos. No sé de qué manera, pero a partir de todas estas plantas, mi mente va hilando ideas hasta caer en las estirges del otro torreón. Siento un bajón repentino, pensando en cómo se encontrará el resto de blanditos, sobretodo sabiendo que Sezk se encuentra con ellos. Desde que llegamos aquí, he estado tan distraído siempre que no he tenido tiempo ni para echar de menos a nadie, pero basta este momento de descanso para que mi mente me juegue una mala pasada. Agito la cabeza, como para desechar todas las preocupaciones y entro de nuevo al torreón. Si sigo entrenando, cuando acabe el día estaré tan cansado que no tendré tiempo ni para preocuparme por las pesadillas antes de dormirme.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
10/12/11, 01:01 am
Después de que ya hubiese comenzado mi entrenamiento/descarga de mala leche siento como alguno de los demás entran en la sala de entrenamiento, la misma en la que estaba yo. Apenas les dirigo una mirada para saber quien había entrado de tan concentrada que estaba atizandole fuertes puñetazos a la madera. Muchos y muchos podrían describir mi conportamiento como irracional, demente, obsesivo o algo por el estilo. Puedo senti como a más de uno se le pasa por la cabeza algún pensamiento similar. Creen que me estoy pasando, que esta reacción mía es demasiado extrama. No me importa. Ellos no han vivido lo que yo he vivido, ellos no pueden siquiera llegar a atisbar lo que pasa dentro de mi. Este rechazo de la mágia hacia mi a sido...
Otro golpe. Veo como saltan astillas al suelo. Cada vez mi odio hacia la magia incrementa. Por cada vez que veo que mis esfuerzos por los hechizos tan simples no tienen fruto mientras que los de los otro si puedo sentir como crece. Vale que no sea una asreniana modela, no me engaño a mi misma pensando que lo soy ni mucho menos, pero tampoco soy mala. Solo soy una hembra que el mundo le ha demostrado su peor cara y que hace todo lo que esta en sus manos para poder ver un nuevo amanecer en el horizonte. ¿Tan malo es eso? ¿Es esa razón de más para discriminarme? No y no. ¿Acaso no he sufrido suficientes rechazos ya en mi mundo como para seguir padeciendolos en este a manos de la mágia? ¿Qué no tenía yo que los demás si? ¿Por qué me daba la espalda?
Otro certero y fuerte golpe, mucho más fuerte que el anterior, en el mismo sitio que antes haciendo que se rompa la madera. De haber sido un contrincante real esa madera se podría decir que no se habría encontrado en su mejor día. Puede que no fuera le mejor luchadora que habitaba en este mundo, lo tenía asumido, pero era más fuerte que un humano normal según había observado, cosa que podría jugar a mi favor si conseguía aprender un par de movimientos de combate.
Para ese entonces vi que había quedado sola, todos se había ido a alguna parte. Cogí la madera debajo de mi brazo y bajé al lugar donde prendian fuego los humanos a la madera para dejarlo en un montoncito que pronto se utilizaría para avivar el fuego. Mientras caminaba iba pensativa. ¿Y en qué pensaba? En cualquier cosa que no fuera en mágia. Cosa que terminaba siendo los entrenamientos. Se me habían ocurrido una idea que sería interesante hacerles saber a los demás, una idea que nos ayudaría a mejorar y a entrenar en esos momentos en los que no había nadie dispuesto a darte una buena pelea. Hacer monigotes con esas cosas que los humanos utilizaban para dormir y de los que teníamos de sobre por nuestro número o con tablas de madera. Verdaderamente era una idea interesante que me gustaría verlo en marcha, aunque sea solo por olvidarme de la mágia, cuya única mención o recuerdo me daba unas ganas de romper cosas que solo había sentido en los primeros años de mi rechazo.
Giz. A mi nariz llegó su rastro y decidí seguir hasta dar con él para contar mi idea. Pronto lo encontré.
- Una cosa, Giz,... - subitamente me callé. Magia, estaba practicando magia. Mi respuesta fue instintiba, apreté fuertemente mis puños y dientes para reprimir los sentimientos que el recuedo del rechazo de la magia tenía sobre mi.
Otro golpe. Veo como saltan astillas al suelo. Cada vez mi odio hacia la magia incrementa. Por cada vez que veo que mis esfuerzos por los hechizos tan simples no tienen fruto mientras que los de los otro si puedo sentir como crece. Vale que no sea una asreniana modela, no me engaño a mi misma pensando que lo soy ni mucho menos, pero tampoco soy mala. Solo soy una hembra que el mundo le ha demostrado su peor cara y que hace todo lo que esta en sus manos para poder ver un nuevo amanecer en el horizonte. ¿Tan malo es eso? ¿Es esa razón de más para discriminarme? No y no. ¿Acaso no he sufrido suficientes rechazos ya en mi mundo como para seguir padeciendolos en este a manos de la mágia? ¿Qué no tenía yo que los demás si? ¿Por qué me daba la espalda?
Otro certero y fuerte golpe, mucho más fuerte que el anterior, en el mismo sitio que antes haciendo que se rompa la madera. De haber sido un contrincante real esa madera se podría decir que no se habría encontrado en su mejor día. Puede que no fuera le mejor luchadora que habitaba en este mundo, lo tenía asumido, pero era más fuerte que un humano normal según había observado, cosa que podría jugar a mi favor si conseguía aprender un par de movimientos de combate.
Para ese entonces vi que había quedado sola, todos se había ido a alguna parte. Cogí la madera debajo de mi brazo y bajé al lugar donde prendian fuego los humanos a la madera para dejarlo en un montoncito que pronto se utilizaría para avivar el fuego. Mientras caminaba iba pensativa. ¿Y en qué pensaba? En cualquier cosa que no fuera en mágia. Cosa que terminaba siendo los entrenamientos. Se me habían ocurrido una idea que sería interesante hacerles saber a los demás, una idea que nos ayudaría a mejorar y a entrenar en esos momentos en los que no había nadie dispuesto a darte una buena pelea. Hacer monigotes con esas cosas que los humanos utilizaban para dormir y de los que teníamos de sobre por nuestro número o con tablas de madera. Verdaderamente era una idea interesante que me gustaría verlo en marcha, aunque sea solo por olvidarme de la mágia, cuya única mención o recuerdo me daba unas ganas de romper cosas que solo había sentido en los primeros años de mi rechazo.
Giz. A mi nariz llegó su rastro y decidí seguir hasta dar con él para contar mi idea. Pronto lo encontré.
- Una cosa, Giz,... - subitamente me callé. Magia, estaba practicando magia. Mi respuesta fue instintiba, apreté fuertemente mis puños y dientes para reprimir los sentimientos que el recuedo del rechazo de la magia tenía sobre mi.
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
10/12/11, 07:10 pm
Mánia vigilaba los movimientos de Cail desde debajo de las mantas de su nido cuando esta se acercó al horno para dejar el tronco. La andrógina podía notar sin problemas el aura de hostilidad que le rodeaba, su rabia era tal que casi podía olerla, por eso había decidido evitarla lo máximo posible. Cuando se hubo ido, Mánia salió de su escondite y se cargó de talismanes para subir a practicar magia. No fue a la sala de entrenamiento, sino que recogió el libro de hechizos y se metió en el estudio, sentándose en un rincón con las piernas cruzadas. Se puso la capucha de la sudadera para evitar las distracciones y se puso a estudiar. Aun había hechizos que no había probados, y algunos le serían realmente útiles, como el hechizo de curación. Con sus mismas uñas se hizo un corte en el antebrazo, sin mostrar dolor alguno, y luego pronunció el conjuro. La herida se cerró muy lentamente, y tuvo que repetirlo varias veces para que se cerrara del todo, dejando una cicatriz rosada. De nuevo se cortó y de nuevo intentó curarse la herida, y aunque esta vez tan solo necesitó dos intentos, de nuevo le quedó una cicatriz. Repitió el proceso una y otra vez hasta agotarse. Sin duda era el hechizo que más le había costado hasta el momento, pero no pensaba dejarlo hasta que lo dominase. Se dejó caer en el suelo para descansar, mirando al techo, tamborileando sobre su barriga mientras tarareaba una cancioncilla. Mánia no era de mucho pensar, y cuando se perdía en sus pensamientos solían ser fantasías que rozaban lo infantil o juegos estúpidos de buscarle formas a las manchas del suelo. Alcanzó de nuevo el libro de magia y lo hojeó sin prestarle demasiada atención, imitando símbolos al azar de los hechizos por los que iba pasando. En una de estas que hizo los de un conjuro entero sintió un chispazo en las manos que le obligó a soltar el libro, y una bola naranja brillante con tres rajas a modo de boca y ojos se apareció flotando frente a ella. Era realmente feo y parecía realmente enfadado, le dijo algo a Mánia en una lengua estraña y esta corrió a consultar el librio para ver qué había hecho... Un lacayo... había invocado un lacayo... Leyó rápidamente las frases para comunicarse con él, pero no fue lo bastante rápida y el ser grotesco se marchó aún más malhumorado.
-¡No te vayas!- le gritó al aire.
Aprovechó para leerse concienzudamente las únicas órdenes que podía darle y volvió a invocarlo. Cuando lo tuvo delante señaló una de sus garras que había colocado en el otro lado de la habitación previamente y dijo con ese tono imperativo que tan bien conocía:
-Tráeme eso
El ser grotesco asintió y fue a coger la garra con la boca. No se hizo ningún corte con las cuchillas, para decepción de Mánia, pero le costó sus buenos minutos poder cogerla del suelo, cosa que hizo reír a carcajadas a la andrógina. Cuano tuvo su garra de nuevo en la mano, se quitó uno de los talimanes y lo lanzó, repitiendo la orden. Otra dosis de risas pues ahora al ser le resultaba todavía más difícil cumplir la orden, siendo el talismán bastante más pequeño que la garra. Mánia repitió el proceso una y otra vez hasta que su magia fue incapaz de mantener al lacayo y este se esfumó para su alivio y fastidio de Mánia, que volvía a experimentar el placer de dar órdenes a los demás.
La práctica había sido divertida y sin duda volvería a invocar al pobre lacayo para jugar de nuevo, pero ahora tenía hambre. Bajó a la cocina y rebuscó en la cesta algo para comer. No había mucho más que pan duro y algo de ese queso maloliente que no tuvo más remedio que probar... Bueno, no estaba mal del todo. Se sentó en una silla y comió mirándose los cascabeles de los tobillos como si fuesen la cosa más interesante del mundo.
-¡No te vayas!- le gritó al aire.
Aprovechó para leerse concienzudamente las únicas órdenes que podía darle y volvió a invocarlo. Cuando lo tuvo delante señaló una de sus garras que había colocado en el otro lado de la habitación previamente y dijo con ese tono imperativo que tan bien conocía:
-Tráeme eso
El ser grotesco asintió y fue a coger la garra con la boca. No se hizo ningún corte con las cuchillas, para decepción de Mánia, pero le costó sus buenos minutos poder cogerla del suelo, cosa que hizo reír a carcajadas a la andrógina. Cuano tuvo su garra de nuevo en la mano, se quitó uno de los talimanes y lo lanzó, repitiendo la orden. Otra dosis de risas pues ahora al ser le resultaba todavía más difícil cumplir la orden, siendo el talismán bastante más pequeño que la garra. Mánia repitió el proceso una y otra vez hasta que su magia fue incapaz de mantener al lacayo y este se esfumó para su alivio y fastidio de Mánia, que volvía a experimentar el placer de dar órdenes a los demás.
La práctica había sido divertida y sin duda volvería a invocar al pobre lacayo para jugar de nuevo, pero ahora tenía hambre. Bajó a la cocina y rebuscó en la cesta algo para comer. No había mucho más que pan duro y algo de ese queso maloliente que no tuvo más remedio que probar... Bueno, no estaba mal del todo. Se sentó en una silla y comió mirándose los cascabeles de los tobillos como si fuesen la cosa más interesante del mundo.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
10/12/11, 09:43 pm
Giz y yo fuimos interrumpidos por Mánia, quien volvió a pedir ayuda para bañarse. Giz accedió a llenarle él la bañera esta vez. Caillech siguió descargando su ira contra el tablón hasta que finalmente se fue. No sabían donde estaban Ethan o Alicia en ese momento. << ¿Y ahora qué hago? >>. Había pensado en ponerme a practicar magia, pero el libro no estaba allí. Se lo habría llevado Giz con él, no me había fijado. Estuve sentado durante unos minutos pensando en lo que había sucedido durante los últimos días. ¿Cuánto tiempo llevábamos en Rocavarancolia? Creía que algo más de una semana pero no estaba muy seguro. Durante ese tiempo había conocido a Cai y Giz, quienes eran una especie de lagartos antropomórficos procedentes de otro planeta... y me había hecho amigo de ellos. Al menos ya los consideraba amigos. No podía estar tan seguro con el resto de habitantes del torreón. Mánia apenas me prestaba atención, sólo cuando quería algo, y la verdad es que por ahora tampoco parecía congeniar especialmente bien con ella. Ethan era un chico bastante callado, aunque me caía bien, pero no había tenido ocasión de tratar con él demasiado. Alicia... Alicia era extraña. Era casi más callada que Ethan en cierto modo. No es que no me cayese bien, pero parecía que rehuía nuestra compañía a menudo. No entrenaba con nosotros, sin embargo esta mañana la había pillado entrenando sola. Por eso con quien mejor me llevaba era con Giz, a pesar de ser tan diferentes en lo que a origen, raza, especie y todo lo que se quiera decir se refiere... era con quien más me podía sentir identificado de todo el grupo. Al fin y al cabo, por muy lagarto que fuera, también era un chico y casi de la misma edad.
Sonriendo me levanté de un salto haciendo palanca con las manos. Supuse que Giz ya habría terminado de ayudar a Mánia a llenar la bañera así que bajé a ver qué hacían mis compañeros. Me encontré con Ethan en la cocina, quien había empezado a preparar la cena. A falta de algo mejor que hacer me quedé ayudándole.
Sonriendo me levanté de un salto haciendo palanca con las manos. Supuse que Giz ya habría terminado de ayudar a Mánia a llenar la bañera así que bajé a ver qué hacían mis compañeros. Me encontré con Ethan en la cocina, quien había empezado a preparar la cena. A falta de algo mejor que hacer me quedé ayudándole.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
11/12/11, 01:06 am
Después de comer Mánia había decidido echarse una siesta, y fue esa la razón de que a la tarde estuviese hiperactiva. Por lo general, Mánia solía ser bastante dormilona, pero desde que llegó a la ciudad dormía solo cuando estaba muy cansada, en pequeños periodos de tiempo repartidos a lo largo del día. Eso provocaba que su humor y su energía en general fuese explosiva, comenzando con arrebatos nada más levantarse, y descendiendo de ánimo a partir de ahí. Fue al poco de acabar de comer que había decidido bajarse el libro de conjuros para seguir practicando, pero la modorra pudo con ella y el libro quedó olvidado en la mesa de la cocina hasta que despertó. Nada más abrir los ojos una idea brillaba en la cabeza de la andrógina quería probarla cuanto antes. Repasó el hechizo de impulso practicándolo una vez o dos en uno de sus anillos y luego se descalzó, atándose unos girones de tela a los pies para no resbalar y para sujetar los tobillos y se puso manos a la obra. El hechizo de impulso era sencillo y gastaba poca energía, así que se había convertido en uno de los preferidos de Mánia. Empezó con saltitos pequeños y fue aumentando la altura, flexionando las rodillas para amortiguar la caída y no hacerse daño al aterrizar. Subió las escaleras a saltos, impulsándose ya en las paredes al llegar a los últimos pisos. La sala de entrenamiento estaba desierta, y Mánia aprovechó esta oportunidad para divertirse armando jaleo, sin tener que preocuparse de mantenerse alejada de Cail o de golpear a quien sea. Saltó contra las paredes. rozando el techo con las garras, dando volteretas más por casualidad que por verdadera intención, hasta que se dió cuenta de que estaba mellando las cuchillas de sus queridas garras. Practicó un poco los movimientos que había estudiad en el libro rojo, los golpes y patadas, pero tuvo que envolver en mantas uno de los troncos que usaba para entrenar porque se estaba haciendo verdadero daño y empezaba a hartarse de las astillas... Gracias al hechizo sus golpes eran más potentes, y compensaba lo menuda que era, pero no mejoraba su resistencia. Pronto Mánia estaba por los suelos, jadeando pero riéndose sola por lo acababa de descubrir y por las ideas que se iban formando en su cabecita. Se sentía realmente orgullosa de sí misma por lo que había logrado en tan poco tiempo, y se imaginó siendo recompensada por Madre... Su Madre... Sentada en el suelo, Mánia miró sus garras fijamente, sus ojos violeta se reflejaban en las cuchillas, ya sin ningun tipo de adorno y totalmente limpios de maquillaje. ¿Hacía cuando que no se miraba a un espejo? Estaba tan acostumbrada a tu rostro pintado de blanco negro y rojo que ver su piel al natural le resultaba extraño, incluso feo. De alguna forma se las había apañado para mantener su coquetería natural, para presevar su estilo por encima de todo en ese sucio caos, pero no era para nada como en Libo, no era como en casa. La Mánia reflejada en las garras no era la Mánia reflejada en los ricos espejos del castillo, no era el ser sagrado que había salido de aventuras varias noches atrás. Entre juegos, temores y novedades, la andrógina se había olvidado de algo importante; echar de menos su hogar, y la añoranza de días se le vino encima en segundos. Había mejorado mucho, estaba aprendiendo a valerse por sí misma, pero no era para unas semanas o unos meses, no iba a venir la guardia de Madre a buscarla para llevarla de nuevo a casa, todo lo que estaba aprendiendo iba a ser para siempre. << Me dejarán volver, seguro que sí... Dijo que podría volver...>> Pero para volver tenía que buscar una forma de recuperar lo que había abandonad de la Mánia antigua, tenía que poder quitarse una piel para ponerse otra, tenía que... Sus pensamientos se perdieron y Mánia se echó a llorar sentada en el suelo, con las garras cruzadas sobre las rodillas. Era un llanto bajito, el llanto de una niña que ha olvidado el motivo que la hizo llorar. Encogió las piernas y decidió dejar de pensar.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
11/12/11, 02:28 am
Alicia alzó la mirada del libro al cabo de un rato. Se aburría y se sentía sola. La conversación con Noel esa mañana solo le demostraba lo que ya sabía. Allí no tenía amigos. No le conocían, y ella apenas sabía nada de ellos. «¿Y de quien es culpa? Te empeñas en mantener distancias.» se dijo a si misma, retornando al libro, pero sin leer una sola palabra. Algo en Alicia luchaba contra su forma de ser.
Su discreción, y el firme muro de silencio que solía alzar sobre sí misma, la alejaban de casi todos, desde pequeña. Pero nunca había tenido que cambiar. Sus amigos de Dinamarca eran las personas que no solían atosigarla a preguntas, sino que se limitaban a hacerle compañía y hablarle de sus cosas, hasta que Alicia decidía tocar algún tema concreto. Le dejaban el espacio que su personalidad necesitaba. En su familia, de igual modo, habían comprendido su rara forma de ser, reprimida y poco sociable, y estaban adaptados a ella. Así que Alicia siempre había convivido con gente a la que querer y que la quería, y la soledad jamás la había impulsado a comportarse de otra manera. Eso no quiere decir que Alicia fuera una rara apartada y muda. Entre gente en la que confiaba era de lo más normal. Y para el resto del mundo, también, aunque ligeramente distante.
Ahora la situación hacía insostenible eso. Echaba tanto de menos el calor que le daban sus relaciones con familia y amigos, que la soledad se hacía más dura que en ninguna otra ocasión. Y el peso de esa sensación, siempre más pesada cuando estas entre un grupo o una multitud, luchaba por echar por tierra todo. La discreción, la timidez, los reparos en hablar de si misma, en bromear con desconocidos. ¿Por qué no simplemente se levantaba y les decía algo? ¿por qué no pedía a nadie que entrenara con ella? Lo había hecho con Vlad, la persona que menos confianza le inspiraba de todos, junto con Dee. ¿Por qué demonios le costaba tanto ahora?
Reunió un poco de valor y cerró el libro y se incorporó.
- ¿se os ocurre que hacer? - preguntó. Su habitual tono sosegado sonaba vacilante. ¿que hacer ante un grupo de extraños? Alicia quería forzarse a si misma a acortar el tiempo que normalmente necesitaba para confiar en los demas. Tenía que forzarse a ser sociable, alegre, encantadora, lo que fuese. Tenía que romper el muro que ella misma había construido, porque se daba cuenta de que alli nadie iba a dar más pasos de los ya dados por hacer amigos. Y Alicia todavía no había dado ni uno solo de ellos. «Habla como si fueran Karina. ¿no te dio ella misma ese consejo una vez?».
Sí, una vez, la única quizás, Karina había dicho:
-No eres nada sociable, Aliz.
Ella había alzado la mirada sorprendida.
- Sabes que eso no es cierto. Es solo que no me gusta charlar con la gente en general.
- Esa es la definición de “nada sociable”.- había dicho riendo Karina. Alicia había fruncido el ceño.- amplía un poco tu círculo, Alicia. Hannes, Maerys, Dan... son los de siempre. Y eso esta bien. Pero ¿por qué no hablas un poco más con el resto del mundo? Bromear, dar tu opinión. No se ta da mal ser simpática. Tu solo piensa que hablas conmigo en vez de con otro.
-Nunca pensé que la rutina me fuese a pillar en “la ciudad de los milagros y los portentos”- dijo esbozando una sonrisa.- pero así es. ¿que llevamos, una semana? Y todo es entrenar, leer. Y ahora hacer magia. Nunca pensé que pudiera hacer magia. Y es fascinante. Y estoy aprendiendo a tirar con arco y eso que tengo mala puntería. Pero hasta eso parece un poco monotono. Si pudieramos hacer algo... - lo de pensar en ellos como si fuesen Karina iba bien. Alicia les habló con una naturalidad sorprendente para alguien que había resultado tan fría durante casi una semana. «Quizás porque en realidad aquí todos vamos a nuestra bola». Pero eso ya no lo dijo.
Su discreción, y el firme muro de silencio que solía alzar sobre sí misma, la alejaban de casi todos, desde pequeña. Pero nunca había tenido que cambiar. Sus amigos de Dinamarca eran las personas que no solían atosigarla a preguntas, sino que se limitaban a hacerle compañía y hablarle de sus cosas, hasta que Alicia decidía tocar algún tema concreto. Le dejaban el espacio que su personalidad necesitaba. En su familia, de igual modo, habían comprendido su rara forma de ser, reprimida y poco sociable, y estaban adaptados a ella. Así que Alicia siempre había convivido con gente a la que querer y que la quería, y la soledad jamás la había impulsado a comportarse de otra manera. Eso no quiere decir que Alicia fuera una rara apartada y muda. Entre gente en la que confiaba era de lo más normal. Y para el resto del mundo, también, aunque ligeramente distante.
Ahora la situación hacía insostenible eso. Echaba tanto de menos el calor que le daban sus relaciones con familia y amigos, que la soledad se hacía más dura que en ninguna otra ocasión. Y el peso de esa sensación, siempre más pesada cuando estas entre un grupo o una multitud, luchaba por echar por tierra todo. La discreción, la timidez, los reparos en hablar de si misma, en bromear con desconocidos. ¿Por qué no simplemente se levantaba y les decía algo? ¿por qué no pedía a nadie que entrenara con ella? Lo había hecho con Vlad, la persona que menos confianza le inspiraba de todos, junto con Dee. ¿Por qué demonios le costaba tanto ahora?
Reunió un poco de valor y cerró el libro y se incorporó.
- ¿se os ocurre que hacer? - preguntó. Su habitual tono sosegado sonaba vacilante. ¿que hacer ante un grupo de extraños? Alicia quería forzarse a si misma a acortar el tiempo que normalmente necesitaba para confiar en los demas. Tenía que forzarse a ser sociable, alegre, encantadora, lo que fuese. Tenía que romper el muro que ella misma había construido, porque se daba cuenta de que alli nadie iba a dar más pasos de los ya dados por hacer amigos. Y Alicia todavía no había dado ni uno solo de ellos. «Habla como si fueran Karina. ¿no te dio ella misma ese consejo una vez?».
Sí, una vez, la única quizás, Karina había dicho:
-No eres nada sociable, Aliz.
Ella había alzado la mirada sorprendida.
- Sabes que eso no es cierto. Es solo que no me gusta charlar con la gente en general.
- Esa es la definición de “nada sociable”.- había dicho riendo Karina. Alicia había fruncido el ceño.- amplía un poco tu círculo, Alicia. Hannes, Maerys, Dan... son los de siempre. Y eso esta bien. Pero ¿por qué no hablas un poco más con el resto del mundo? Bromear, dar tu opinión. No se ta da mal ser simpática. Tu solo piensa que hablas conmigo en vez de con otro.
-Nunca pensé que la rutina me fuese a pillar en “la ciudad de los milagros y los portentos”- dijo esbozando una sonrisa.- pero así es. ¿que llevamos, una semana? Y todo es entrenar, leer. Y ahora hacer magia. Nunca pensé que pudiera hacer magia. Y es fascinante. Y estoy aprendiendo a tirar con arco y eso que tengo mala puntería. Pero hasta eso parece un poco monotono. Si pudieramos hacer algo... - lo de pensar en ellos como si fuesen Karina iba bien. Alicia les habló con una naturalidad sorprendente para alguien que había resultado tan fría durante casi una semana. «Quizás porque en realidad aquí todos vamos a nuestra bola». Pero eso ya no lo dijo.
-
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
12/12/11, 12:00 am
Caillech pasa justo cuando estoy acabando de secar el suelo mediante hechizos y comienza a hablar, sin embargo, cuando se da cuenta de lo que estoy haciendo, se tensa y calla de pronto. Inmediatamente me levanto y escondo uno de los talismanes que tenía en la mano, pues no tardo mucho en averiguar el por qué de su silencio repentino. Le dirijo una sonrisa amistosa y poso la mano, ahora libre, sobre su hombro.
-Cai...-comienzo-. No deberías frustrarte por no poder hacer magia. Puede que solo necesites algún tipo de empujoncillo, como le pasaba a Mánia-me gusta hacer lo posible por mantener unido al grupo, pero está claro que yo no valgo consolando a la gente y menos a Cail, que es tan terca-. De todas formas, ¿Qué más da? Ya eres el ser más ducho en el arte de las armas de todo este torreón. Peleas con una ferocidad como nadie podría llegar a entender, porque no creo que nadie haya combatido un enemigo más duro que el desierto de Asrena-<< o el rechazo de toda una tribu >> acabo rematando mentalmente la frase-. Entiende que no pueda dejar que te hagas daño por una rabieta así. Si quieres intentar aprender a combatir la magia, yo te intentaré ayudar, pero no creo que sea tan fácil como esquivar piedras...-cuando termino de decir esto, me da la sensación de que la acabo de cagar, pero trato de disimularla aguantando la sonrisa del principio y la actitud cordial. Cambio de tema-. Ahora iba para abajo a por algo de comer, ¿me acompañas?-le ofrezco, antes de encaminarme.
Una vez abajo un olor suave y agradable invade mis fosas nasales y lo sigo hasta la cocina. Allí están Noel y el chico callado preparando la comida. No sé si es por el uso excesivo de hechizos o qué, pero es la primera vez que me siento atraído por la comida cocinada típica de los humanos. Me coloco entre ambos y observo el plato de hoy. Ni siquiera sé que tipo de comida es.
-Huele bien...-dejo caer, como si no fuese un dato obvio-. Acabaréis consiguiendo que lo pruebe, malditos-les digo en tono jocoso, dirigiéndoles una mirada de falso odio. Por una vez no me salgo al patio a descansar y me siento en el suelo en mitad de la cocina, cerca del resto del grupo. Los asientos que utilizan los blanditos me siguen pareciendo cómodos de más.
Al rato aparece Alicia, al principio con su timidez propia, pero al final acaba abriéndose un poco a nosotros y nos cuenta que se siente algo aburrida de la poca variedad de actividades posibles en el torreón. Yo en parte estoy de acuerdo con ella, aquí salvo entrenar, comer y dormir no hay mucho más que hacer, sin embargo, salir a la calle supone un gran riesgo para nosotros.
-No pienso que salir sea lo más seguro-les recuerdo-. Pero tal vez estuviera bien mirar los mapas que tenemos para buscar algún otro punto de interés, como la biblioteca, y ya de paso recoger más comida, que no tardará en acabarse la que tenemos.
-Cai...-comienzo-. No deberías frustrarte por no poder hacer magia. Puede que solo necesites algún tipo de empujoncillo, como le pasaba a Mánia-me gusta hacer lo posible por mantener unido al grupo, pero está claro que yo no valgo consolando a la gente y menos a Cail, que es tan terca-. De todas formas, ¿Qué más da? Ya eres el ser más ducho en el arte de las armas de todo este torreón. Peleas con una ferocidad como nadie podría llegar a entender, porque no creo que nadie haya combatido un enemigo más duro que el desierto de Asrena-<< o el rechazo de toda una tribu >> acabo rematando mentalmente la frase-. Entiende que no pueda dejar que te hagas daño por una rabieta así. Si quieres intentar aprender a combatir la magia, yo te intentaré ayudar, pero no creo que sea tan fácil como esquivar piedras...-cuando termino de decir esto, me da la sensación de que la acabo de cagar, pero trato de disimularla aguantando la sonrisa del principio y la actitud cordial. Cambio de tema-. Ahora iba para abajo a por algo de comer, ¿me acompañas?-le ofrezco, antes de encaminarme.
Una vez abajo un olor suave y agradable invade mis fosas nasales y lo sigo hasta la cocina. Allí están Noel y el chico callado preparando la comida. No sé si es por el uso excesivo de hechizos o qué, pero es la primera vez que me siento atraído por la comida cocinada típica de los humanos. Me coloco entre ambos y observo el plato de hoy. Ni siquiera sé que tipo de comida es.
-Huele bien...-dejo caer, como si no fuese un dato obvio-. Acabaréis consiguiendo que lo pruebe, malditos-les digo en tono jocoso, dirigiéndoles una mirada de falso odio. Por una vez no me salgo al patio a descansar y me siento en el suelo en mitad de la cocina, cerca del resto del grupo. Los asientos que utilizan los blanditos me siguen pareciendo cómodos de más.
Al rato aparece Alicia, al principio con su timidez propia, pero al final acaba abriéndose un poco a nosotros y nos cuenta que se siente algo aburrida de la poca variedad de actividades posibles en el torreón. Yo en parte estoy de acuerdo con ella, aquí salvo entrenar, comer y dormir no hay mucho más que hacer, sin embargo, salir a la calle supone un gran riesgo para nosotros.
-No pienso que salir sea lo más seguro-les recuerdo-. Pero tal vez estuviera bien mirar los mapas que tenemos para buscar algún otro punto de interés, como la biblioteca, y ya de paso recoger más comida, que no tardará en acabarse la que tenemos.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
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