Torreón Sendar
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Rocavarancolia Rol
15 participantes
- Rocavarancolia Rol
Torreón Sendar
19/09/12, 10:54 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Ya antes de la Batalla de Rocavarancolia éste era uno de los mayores torreones de la ciudad. Quedó destruido por un explosivo que le arrancó sus cuatro plantas superiores, dejando tan sólo dos, aunque más tarde se reformó convirtiéndose en un torreón de cuatro plantas. Su base es circular y está protegido por un foso frente a la puerta, mientras que en la parte trasera hay un risco de varios metros de profundidad.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
- Recetario integral de Persilia Sukaldaria:
- RECETARIO INTEGRAL DE PERSILIA SUKALDARIA
Libro de unas 150 páginas encuadernado en cuero. El título está escrito con letras cursivas y enrevesadas y un poco de relieve que ocupan toda la cubierta, donde no hay ninguna ilustración. En la parte trasera hay una sinopsis escrita en un recuadro decorado.
Sinopsis
¿Aburrido de cocinar siempre lo mismo? Adéntrate en mi recetario integral, donde he volcado años de experimentación combinando las delicias de todos los mundos conocidos. Entrantes, picoteo, postres y todo tipo de platos tradicionales con una vuelta de tuerca… ¡las mezclas de sabores nunca vistas conquistarán tu paladar y el de tus comensales!
Más de 100 increíbles recetas.
¡Incluye un anexo de venenos que se camuflarán perfectamente en tus platos y un grimorio de cocina con los hechizos imprescindibles para cualquier chef!
Anexo
LOS VENENOS MÁS DISCRETOS
Tanto si quieres provocar una diarrea como si tienes más interés en matar a comensales indeseados (…) este anexo imprescindible en cualquier recetario que se precie (…).
(La página está rota y, el resto de este anexo, arrancado).
GRIMORIO DE COCINA DE PERSILIA SUKALDARIA
Todo cocinero debe dominar estos hechizos, a los que he hecho referencia a lo largo del recetario. Descubre conmigo cómo realizarlos si todavía no los conocías.- Leyenda de colores y niveles:
- Mago
Brujo alto
Brujo bajo
• ¿Tienes carnes difíciles de cortar y despiezar? Prueba con el hechizo de corte.- Instrucciones:
- Corte: invoca un diminuto filo invisible de ondas que hace un corte en la superficie señalada. Hay muchas variaciones de este hechizo que, a altos niveles, permiten hacer cortes enormes o en profundidad. Un brujo bajo suele ser capaz de hacer rasguños en carne desprotegida o tallar madera. Un brujo medio podría cortar madera, arañar metal o hacer cortes superficiales en carne desprotegida. Mientras que un cosechado nivel mago podría hacer arañazos más profundos en el metal o tajos sobre carne.
Como hechizo físico que es, sus efectos dependen de la dureza y resistencia del material objetivo.
Lanzamiento a ojo, los gestos de la mano delimitando la dirección de los cortes. Conjuración rápida.
• ¡Con el hechizo de homogeneización no vuelvas a dejarte los brazos batiendo!- Instrucciones:
- Hechizo de homogeneización (*): hechizo que acelera la homogeneización de un líquido, suele aparecer un pequeño torbellino. En su defecto, implica que el líquido dé vueltas.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• No encontrarás nada más rápido para encender el fuego que esto: hechizo de invocar llamas.- Instrucciones:
- Invocar llamas (**): Un brujo bajo puede hacer algunos chispazos y llamas de vela (*). Un brujo alto puede invocar llamas ligeramente más grandes que las de vela que, si es hábil o controla bien el hechizo, puede manejar con las manos sin que le quemen (**). Un mago puede encender hogueras pequeñas en poco tiempo e invocar fuegos de antorcha (***).
Importante: Estas llamas no pueden arrojarse como proyectiles ya que necesitan sustentarse o bien en la magia de quien las invoca o bien en un combustible (madera, grasa...) y si se alejan demasiado del invocador y carecen de combustible, se apagan. Sin embargo pueden usarse como arma de corta distancia.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida.
• También es importante conocer estas soluciones para medir la temperatura, la concentración de sal, la presión dentro de la olla, la densidad de un líquido o el tiempo hasta que esté listo tu plato:- Instrucciones:
- Hechizos medidores de magnitudes sencillas: forman una pequeña esfera fantasma que cambia de color según la intensidad de la magnitud a medir. Son diferentes variedades de un mismo hechizo que permiten medir la temperatura, la presión, la densidad de un material, el tiempo (para lo que hacen falta conocimientos adicionales y nivel de brujo alto para configurar el medidor), o la concentración de un determinado soluto (posible a niveles a partir de brujo alto).
Si una esfera no está configurada, ésta tenderá a habituarse a la cantidad de magnitud a la que esté expuesta y la establecerá como su nuevo punto de equilibrio, asociándola con el color intermedio.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida-media.
• La solución más rápida para calentar o enfriar tus platos rápidamente es, sin duda, el hechizo térmico.- Instrucciones:
- Térmico: aumenta o disminuye notablemente la temperatura de un objeto de tamaño pequeño (*). Con práctica pueden limitarse esos cambios a una dirección controlada por el mago (chorros de calor, [**]). Puede anclarse a una sala concreta, creando una cámara frigorífica (***): no obstante es necesario repetir varias veces el hechizo si se quiere usar una habitación como congelador ya que este hechizo supone solamente un descenso térmico. Van de fuera a dentro.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida-media.
• ¿Quieres catar la comida solo con el aroma? ¿Estás en otra habitación y necesitas saber que no se te esté pasando la comida? El hechizo de amplificación sensorial del olfato es un aliado imprescindible.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial olfativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores nasales. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• O, si quieres disfrutar de la comida como nunca, prueba esta otra variante: el hechizo de amplificación sensorial del gusto.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial gustativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores del gusto. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• ¿Te ha quedado muy aguada la comida? ¿Has echado demasiada agua a esa sopa? No te preocupes, ¡hay solución! ¡El hechizo de drenaje!- Instrucciones:
- Hechizo de drenaje: deseca superficies húmedas, evaporándolas o más comúnmente trasladando dicha humedad a otro recipiente deseado succionándola. Es un hechizo simple en su formulación pero con amplia variabilidad de potencia: puede secar desde un dedal de agua a un lago según la energía que aportes. (disponible a cosechados hasta el límite de sus fuerzas).
Lanzamiento por área. Conjuración rápida.
• ¿El aspecto de tu comida no es el que esperabas? ¿Quieres un resultado digno de reyes? Emplata como un profesional con el moldeado de materia orgánica.- Instrucciones:
- Moldear materia orgánica (**): el hechizo reblandece la materia al contacto con la piel del usuario, dejándola así por un tiempo. Sin embargo no altera su naturaleza, lo que moldees seguirá siendo lo que era aunque cambie de forma.
Lanzamiento por contacto, a ojo en el caso de hechiceros más experimentados. Conjuración rápida-media.
• Si el anterior era una maravilla infravalorada, este es una verdadera joya infravalorada. ¡Olvídate de desastres y queda bien siempre con tus invitados con el Nudo de Cerática!- Instrucciones:
- Nudo de Cerática (*): ¿harto de que se le desmoronen los sándwiches de más de dos pisos? ¿Cansado de que, al cortar una tarta, la mitad de la nata que la rellena se salga por los lados? ¡No se preocupe más! El Nudo de Cerática tiene la solución. Con este simple hechizo, podrá hacer una hamburguesa de diez pisos, luego cortarla en rodajas perfectas, ¡y hacerse un bocadillo de hamburguesa! El Nudo de Cerática lo mantiene todo en su sitio perfectamente. ¿Los sanjacobos le estallan llenándole el plato de queso? ¿Teme morder un taco por miedo a llenarse el regazo de salsa picante? ¡Se acabó, gracias al Nudo de Cerática! ¡No me puedo creer que no sea una variación del hechizo tapón!
El Nudo de Cerática se anula al cortar rodajas o mordiscos lo suficientemente finos, o con los ácidos gástricos. Cuesta más cuanto más endeble, complejo y líquido sea su sándwich.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• ¿A tu comida le falta esa chispa de color que hace que se coma con los ojos? ¿O quieres darle un toque exótico? Si no tienes colorantes alimentarios a mano, el hechizo de cambio de color será tu mejor aliado.- Instrucciones:
- Cambio de color: hechizo que sirve para colorear materia. No se limita a aplicar una capa de color externa o modificar el color de la superficie, sino que cambia el propio color que posee un material, dejando una pequeña huella mágica reconocible mediante hechizos específicos. Se puede graduar: aplicar colores diferentes (en todos los sentidos), hacerlo uniforme, solo en cierta parte del material, etc.
- Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
- Los cosechados nivel mago pueden modificar completamente el tono (aunque todavía quedará algún matiz del antiguo). Con esfuerzo puede aprender a aplicar leves matices y gradaciones no muy extremas. Necesitan (*****) para objetos grandes.
- A partir del nivel moderado bajo se pueden aplicar colores y gradaciones sin límite en cualquier objeto, costando más energía y concentración cuanto mayor sea el tamaño de la cosa en cuestión y cuandos más colores y matices quieran usarse.
Lanzamiento a ojo. Conjuración media a larga (dependiendo de las cláusulas que tenga). - Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
• ¿Le falta aroma a tu plato? ¿O tienes algún ingrediente que ocultar a tus comensales? Mejora o altera las propiedades organolépticas de la comida con el hechizo de olor falso.- Instrucciones:
- Hechizo de olor falso (*): El hechicero que lo realice puede hacer que aquello que toque desprenda un olor que tiene que ser muy familiar para aquel que realiza el hechizo. El coste aumenta a medida que aumenta el área afectada por el hechizo. El olor se va de golpe a los tres días. Más convincente será el engaño cuanto con más detalle lo recuerde el mago, aunque hay que tener en cuenta que el olor resultante puede verse afectado por la subjetividad del que realice el hechizo, al basarse en sus recuerdos al fin y al cabo.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
• ¿Harto de que se te derramen líquidos en la cocina? Hechiza tus recipientes con la maravilla infravalorada que es el hechizo tapón.- Instrucciones:
- Hechizo tapón (*): hechizo que impide que un líquido se derrame de su recipiente.
Lanzamiento por área, aplicado generalmente a la boca del recipiente. Conjuración muy rápida.
• ¿Tienes las manos de mantequilla? Literal, o figuradamente. ¡Endurece tus tarros de cristal con la protección contra ruptura!- Instrucciones:
- Protección contra ruptura (**): aplicado a objetos frágiles, evita que se rompan con tanta facilidad. A más resistencia que se quiera incrementar y mayor la superficie del objeto encantado, más energía requiere.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración rápida-media.
• ¿Te has manchado cocinando? El hechizo de limpieza de ropas es la solución.- Instrucciones:
- Limpieza de ropas (**): elimina manchas, arrugas y limpia en general las prendas de ropa que desee el mago (es un agregado de varios hechizos unificados en uno solo).
Lanzamiento por anclaje. Conjuración muy rápida.
• O también, si sueles quemarte cocinando (a ti, o tus pertenencias), también tienes solución con el hechizo ignífugo.- Instrucciones:
- Hechizo ignífugo (**): encanta prendas de ropa, personas u objetos para que sean inmunes a fuego normal.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
- Grimorio para principiantes de Platero:
- Barrera de inercia:
- -Barrera de inercia: (***) de nombre engañoso (no es una barrera en absoluto) en el área delimitada impide que cualquier objeto o persona desprotegidos sean levantados del suelo, y que los atrae irremediablemente hacia el suelo si ya están en el aire. No obstante, también impide cualquier acción voluntaria que implique levantar ambos pies del suelo a la vez, como saltar o emprender el vuelo (se puede correr pero con más torpeza). Si se invoca mientras el objetivo está en el aire, al caer lo hará infaliblemente pies por delante.
Físico. Lanzamiento por área. No es inversible, lo que quiere decir que incluso el lanzador, si está en el área delimitada, se verá afectado. Conjuración media.
- Campo de fuerza:
- -Campo de fuerza (** el espacio para una persona, una campana grande ***, el espacio equivalente a una habitación ****): en forma de media esfera (con una especificación puede formar una esfera completa) bloquea proyectiles de tamaño considerable como si éstos hubieran chocado ante una barrera invisible, en un radio variable según la destreza del mago.
Físico. Inversible. Lanzamiento por área. Conjuración rápida-media.
- Curación nívea:
- -Curación nívea: (****) (utilizable cerca de la Luna Roja). Combate venenos que cursan con fiebre y repara quemaduras; actúa a modo de incentivo para que el organismo siga funcionando y reparándose a sí mismo. Evita que la sangre se coagule y que los órganos se colapsen, además de ejercer un efecto refrescante sobre el organismo en general. No obstante no puede mantener indefinidamente con vida a un moribundo: el organismo depende cada vez más de ese impulso artificial y usarlo en demasía puede provocar que si se le deja a solas empeore considerablemente.
Lanzamiento por área: se hace un barrido con la mano que abarca al área quemada o a la persona envenenada. Es necesario que se aplique sucesivas veces y con regularidad, del mismo modo que se debe renovar una cataplasma o emplasto.
Conjuración media-larga.
- Desvío:
- -Desvío (**, pero variable a más según la potencia de lo desviado): Interfiere en la trayectoria de un hechizo que ya haya sido lanzado. Requiere gestos intuitivos para desviar el encantamiento en una dirección u otra. Siempre requiere menos energía que bloquearlo o disolverlo, pero también reflejos. Si el hechizo es demasiado potente, probablemente no se podrá desviar lo suficiente o hacerlo requerirá demasiada energía. (El coste orientativo indicado arriba es el que ofrecerán unos hechizos ofensivos de potencia moderada en términos de cosechado: se han obviado los más débiles porque normalmente ésos no suelen constituir una verdadera amenaza, y los que les sean lanzados con verdaderas intenciones de daño les costarán más) Si se desvía a demasiada poca distancia el coste será prácticamente el mismo que el de bloquearlo: si se hace a distancia cercana pero prudencial (la típica en duelos de magia) una unidad menos, si se tiene cuidado de poner distancia de unos cuantos metros llegará a dos unidades menos.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
- Hechizo de impacto:
- -Hechizo de impacto: potente golpe mágico que actúa como una bola de demolición (***). Puede gradarse hacia abajo para actuar a modo de empujón de moderado (*) a potente (**).
Lanzamiento por disparo de alcance largo. Conjuración media.
- Levitación:
- -Levitación: un hechizo exigente mentalmente, cansa más de lo acostumbrado. Cuando una persona levita lo más normal es caminar sobre el aire; uno puede dejarse arrastrar simplemente por el hechizo sin moverse, pero la sensación de indefensión es mayor.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.- Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Brujos altos: Un baúl con poca práctica, una persona (***) con práctica.
- Magos: Una persona con algo de práctica, objetos muy pesados (****)con mucha práctica.
Si el objeto que levantado es un puñado de botones (los cuales entran en la categoría de objeto ligero) contarían como un solo asterisco. Lo que cuesta más es la concentración necesaria para mantener tantos objetos distintos en el aire a la vez. - Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Parálisis:
- -Parálisis (***): envuelve al objetivo en un aura azulada al lanzarlo. Sus efectos duran cerca de una hora si se aplica a una única persona. Inmoviliza por completo, y su coste aumenta proporcionalmente a lo voluminoso del objetivo.
Lanzamiento por disparo de alcance corto, por contacto o por área a varios objetivos. Conjuración media.
- Traspaso de energía:
- -Traspaso de energía: no un hechizo en sí, aunque necesita de un chispazo de magia para arrancar. No obstante la energía puede tomarse de alguien no mágico (los efectos se detallan en el post de Sistema de magia). El proceso es perceptible para ambas partes y puede gradarse a voluntad: no obstante si el traspaso de energía es excesivo por parte de la parte emisora y ésta se desmaya o pierde el conocimiento, el enlace entre ambas personas se rompe y el traspaso se interrumpe. Es el mecanismo de funcionamiento de muchos amuletos.
Lanzamiento por contacto. Conjuración muy rápida.
Notas:
-Este grimorio también contiene varios de los hechizos que también venían en el libro de cocina (corte, térmico...).
-También pueden aprender de él cómo anclar hechizos.
-A lo largo de los meses se irán traduciendo más hechizos y añadiéndolos a esta lista.
- Ver mensajes archivados:
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Torreón Sendar
13/11/23, 07:05 pm
El chico aun seguía en su espeso mundo, mirando la madera de la mesa y sus surcos, nadando en ellos un largo rato. Aunque supo que querían hacer lo que había que hacer con Serena, Damian tuvo esas poquísimas ocasiones en su vida en la que no quería participar en algo porque aparte de desconocerlo tenía respeto a participar. La mayoría fueron a despedirla arriba y, en brazos de Kalna, la chica bajó tapada en una manta. El italiano giró la cabeza para verla pero hacerlo le hizo tener un doloroso vuelco en el pecho, tan solo ver aquella sábana con una silueta humana, la de aquella pelirroja tan gruñona…
No estaba, lo que sea que estuviese bajo la sabana era esa chica que empezó con mal pie y nunca mejor dicho. Fue breve su estancia, solo hacía molestar y en los últimos días siquiera salía de su cuarto. ¿Por qué ver eso que tenía Kalna entre sus brazos lo asustaba tanto? Volvió a seguir el surco de la madera que ya perdió, un poco tembloroso y con la frente arrugada. Serena no está. Serena no está. Se repetía una y otra vez, metiéndose en el coco con mucho pavor que ella no volvería.
No era un viaje, no era que había ido al baño, no era que se fue a hacer algo, no era eso. Maldita sea, nada de eso. Eso le llenaba de mucha impotencia y tristeza por no ver a una persona que tanto por saco le dio, una persona que no debería de echar de menos pero que, en su ausencia, sintió lo contrario.
Algunos se despidieron por ultima vez y Damian, lejos de eso, no se atrevía siquiera a eso. Temía hasta interactuar con la que fue la pelirroja. Solo asintió, un gesto que poco tenía que ver con una despedida pero fue su manera de decirle adiós, su último adiós.
Se quedó solo con Aniol y Rag puesto que los demás marcharon a saber donde, no prestó mucha atención a ese viaje y ni quería. Lo último que supo de Aniol fue que se hirió las manos con aquellos cristales de colorines. Apenas lo vio desde entonces, esperó que estuviese bien de esas pupas tan feas. Rag estaba ahí, cerca, y al menos eso le daba un poco de tranquilidad contar con su amigo lagarto para cuando lo necesitase.
—Mnhhh...
Sin embargo, por lo pronto, andaba muy ocupado tumbando la cabeza en la madera dichosa tan mareante y con tantísimos surcos que ya se negaba a contar. Dejó ir un quejido de molestia, estaba de un humor muy bajo y no paraba de dar runrun a su ya maltratada mente. Sus brazos siguieron la gravedad del ya pesado ambiente que arrastraban desde ayer, apuntando al suelo.
¿Tardarían mucho? Esa pregunta infantil se le cruzó en la mente, inconscientemente pidiendo que acabasen para volver como antes, si era posible. Quería huir de aquellos pensamientos tan amargos.
No estaba, lo que sea que estuviese bajo la sabana era esa chica que empezó con mal pie y nunca mejor dicho. Fue breve su estancia, solo hacía molestar y en los últimos días siquiera salía de su cuarto. ¿Por qué ver eso que tenía Kalna entre sus brazos lo asustaba tanto? Volvió a seguir el surco de la madera que ya perdió, un poco tembloroso y con la frente arrugada. Serena no está. Serena no está. Se repetía una y otra vez, metiéndose en el coco con mucho pavor que ella no volvería.
No era un viaje, no era que había ido al baño, no era que se fue a hacer algo, no era eso. Maldita sea, nada de eso. Eso le llenaba de mucha impotencia y tristeza por no ver a una persona que tanto por saco le dio, una persona que no debería de echar de menos pero que, en su ausencia, sintió lo contrario.
Algunos se despidieron por ultima vez y Damian, lejos de eso, no se atrevía siquiera a eso. Temía hasta interactuar con la que fue la pelirroja. Solo asintió, un gesto que poco tenía que ver con una despedida pero fue su manera de decirle adiós, su último adiós.
Se quedó solo con Aniol y Rag puesto que los demás marcharon a saber donde, no prestó mucha atención a ese viaje y ni quería. Lo último que supo de Aniol fue que se hirió las manos con aquellos cristales de colorines. Apenas lo vio desde entonces, esperó que estuviese bien de esas pupas tan feas. Rag estaba ahí, cerca, y al menos eso le daba un poco de tranquilidad contar con su amigo lagarto para cuando lo necesitase.
—Mnhhh...
Sin embargo, por lo pronto, andaba muy ocupado tumbando la cabeza en la madera dichosa tan mareante y con tantísimos surcos que ya se negaba a contar. Dejó ir un quejido de molestia, estaba de un humor muy bajo y no paraba de dar runrun a su ya maltratada mente. Sus brazos siguieron la gravedad del ya pesado ambiente que arrastraban desde ayer, apuntando al suelo.
¿Tardarían mucho? Esa pregunta infantil se le cruzó en la mente, inconscientemente pidiendo que acabasen para volver como antes, si era posible. Quería huir de aquellos pensamientos tan amargos.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Sendar
13/11/23, 08:30 pm
Una vez la adrenalina abandonó su cuerpo, las heridas de las manos escocieron a la mañana siguiente. El dolor no era demasiado, pero sí lo suficiente como para notar una especie de latido propio, bombeando e insuflando vida a todo su organismo. Descubrió que le gustaba, porque así podía concentrarse en esos cristales rotos, y no en las ventanas abiertas de par en par con las que tenían que lidiar sus compañeros.
Tras hablar con Ethan tan temprano, el niño prefirió recluirse en su habitación hasta que la marcha fúnebre estuviera bien lejos. De esta forma le fue imposible despedirse de ellos cómo le habría gustado, aunque tampoco es que importara, porque ahora no sabían si quedarse en el torreón era más peligroso que el exterior.
—Mnhhh… —imitó a Damian, perezoso y muerto de aburrimiento. Si el italiano descansaba su cabeza sobre la mesa, el polaco hacía lo propio en el hombro del chico en una posición incómoda y con las piernas extendidas más allá de la silla. Su melena destartalada cayó sobre su amigo. No habían tenido la oportunidad de estar juntos desde que ocuparon con horror los bajos de la mesa.
En realidad, no se había inmiscuido con absolutamente nadie. ¿Estaría Airi bien? ¿Y qué había de Nohlem?
No era la primera vez que hablaba tras lo sucedido con Serena, pues una conversación con el medio japonés había dado frutos, pero para los presentes su voz sonaría monótona y algo más grave por tanto mudismo.
—Mi abuela decía que si echabas sal en el marco de las ventanas… alejabas a los malos espíritus y duendes que quieren hacerte daño —diría para Räg, pero con los ojos cerrados. Y es que para el churumbel el encuentro con aquella criatura se había tratado de eso. Un ente errático y hambriento que acudió por casualidad al escuchar a tantas personas juntas y no una emboscada perfectamente calculada para segar sus vidas—. Pero… nu tenemos comida… así que… —dejó caer sus hombros.
Tirar de la cadena y dejar que la oscuridad se escurriera por las tuberías hacia el mar estuvo bien, pero debía volver a la orilla en barquita. Remando despacio y con cautela.
Se incorporó un poco, observando ahora sí al mjorní en el proceso y haciendo resonar unos con otros sus semanarios de plata. Su lado más supersticioso parecía pugnar por salir.
—Mi abuela también decía que si una lagartija perdía la colita… al cabo de un tiempo ésta volvía a crecer… —su garganta se atascó, al nudo le sobrevino unos segundos de absoluto silencio mientras Aniol trataba de contener lágrimas repentinas. No fue hasta que sus dedos tocaron su grulla de papel en el bolsillo que retomó la palabra—. Räg… ¿Cuándo nos volverá a crecer a nosotros?
Tras hablar con Ethan tan temprano, el niño prefirió recluirse en su habitación hasta que la marcha fúnebre estuviera bien lejos. De esta forma le fue imposible despedirse de ellos cómo le habría gustado, aunque tampoco es que importara, porque ahora no sabían si quedarse en el torreón era más peligroso que el exterior.
—Mnhhh… —imitó a Damian, perezoso y muerto de aburrimiento. Si el italiano descansaba su cabeza sobre la mesa, el polaco hacía lo propio en el hombro del chico en una posición incómoda y con las piernas extendidas más allá de la silla. Su melena destartalada cayó sobre su amigo. No habían tenido la oportunidad de estar juntos desde que ocuparon con horror los bajos de la mesa.
En realidad, no se había inmiscuido con absolutamente nadie. ¿Estaría Airi bien? ¿Y qué había de Nohlem?
No era la primera vez que hablaba tras lo sucedido con Serena, pues una conversación con el medio japonés había dado frutos, pero para los presentes su voz sonaría monótona y algo más grave por tanto mudismo.
—Mi abuela decía que si echabas sal en el marco de las ventanas… alejabas a los malos espíritus y duendes que quieren hacerte daño —diría para Räg, pero con los ojos cerrados. Y es que para el churumbel el encuentro con aquella criatura se había tratado de eso. Un ente errático y hambriento que acudió por casualidad al escuchar a tantas personas juntas y no una emboscada perfectamente calculada para segar sus vidas—. Pero… nu tenemos comida… así que… —dejó caer sus hombros.
Tirar de la cadena y dejar que la oscuridad se escurriera por las tuberías hacia el mar estuvo bien, pero debía volver a la orilla en barquita. Remando despacio y con cautela.
Se incorporó un poco, observando ahora sí al mjorní en el proceso y haciendo resonar unos con otros sus semanarios de plata. Su lado más supersticioso parecía pugnar por salir.
—Mi abuela también decía que si una lagartija perdía la colita… al cabo de un tiempo ésta volvía a crecer… —su garganta se atascó, al nudo le sobrevino unos segundos de absoluto silencio mientras Aniol trataba de contener lágrimas repentinas. No fue hasta que sus dedos tocaron su grulla de papel en el bolsillo que retomó la palabra—. Räg… ¿Cuándo nos volverá a crecer a nosotros?
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Sendar
13/11/23, 09:15 pm
Tras intercambiar apenas unas palabras muy breves con Abel y asegurarse de que Aria y él tenían agua cerca, se fue con un cubo y tres vasos en dirección al dormitorio. Entró en la instancia y dejó el cubo en el suelo, así como los vasos en una mesita. Aunque no aquella sobre la que descansaba la cabeza de Damian desde hacía un buen rato… Le preocupaba: el contraste con como solía actuar el italiano y aquel estado de desgana... Obviamente no es que fuese algo sorprendente: acababa de morir una persona. Pero resultaba tan chocante que solo verle le dejaba una sensación de absoluta futilidad. Y no es que pudiera afirmar nada muy distinto sobre el estado del polaco. Räg quería decirles algo, lo que fuera. No tenía palabras de consuelo que ofrecerles, pero cualquier otra cosa… Una distracción, algo. No había nada. ¿Cómo iba a dar algo que no tenía ni para sí mismo?
De pronto la voz de Aniol llegó a sus oídos. Una voz que nada tenía que ver con el habitual tono vivaz y a veces algo pícaro del pequeño humano. Atendió a sus palabras preguntándose fugazmente si existiría realmente en la Tierra algún tipo de sal que pudiera hacer eso, recordando brevemente la conversación en la que habían concluido que tal vez la magia sí existiese en su mundo pero estuviese oculta y perseguida.
—No… Ahora mismo no tenemos. Pero cuando traigan más comida podemos pedir permiso para echar un poco en las ventanas —le dijo en voz queda, intentando mostrarse algo menos apático de lo que se sentía y sentándose en la cama más cercana a ellos—. Si quieres —añadió al cabo de un segundo de silencio.
Por supuesto, la sal que venía en las provisiones carecía de propiedad mágica alguna, pero si ello podía tranquilizar la conciencia del niño bienvenido era.
El niño volvió a decir algo y esta vez la cabeza de Räg se ladeó ligeramente cuando comenzó a hablar. Por un instante pensó si iba a preguntarle si la cola de los mjörnís también volvía a crecer como la de otros reptiles, pero… Ojalá hubiera sido eso. Precisamente porque su tren de pensamiento le había llevado enseguida por esas vías tardó unos instantes en comprender qué estaba preguntando realmente el niño. O, al menos, creía saberlo. Por un momento, dudó a qué se refería en concreto.
—Yo… no lo sé —respondió con absoluta sinceridad.
No tenía ninguna mentira piadosa que ofrecerle. El llanto que se intuía que quería salir de los ojos de Aniol se reflejó en los suyos propios y estos se volvieron algo brillosos. El mjörní recogió sus rodillas y giró un poco la cara. Si iban a empezar a correr lágrimas por sus mejillas una vez más prefería que no le viesen. Al final, no era más que otro niño, prácticamente igual de perdido que aquellos a los que se había comprometido a cuidar. En algunos aspectos, posiblemente incluso más.
>>Esto no es… Nunca habría imaginado que alguien pudiera… —le costaba formar frases coherentes y tuvo que reprimir un sollozo—. Pero… La Sanación —por fin encontró algo que le permitía mostrar un poco más de convicción. Incluso de consuelo; para sí mismo por lo menos—. La Sanación hará que se curen los males. Solo… que a veces hace falta más tiempo. Siento no poder decir cuánto.
<<Y a veces, no lo hay>> la imagen de Serena ahogándose envenenada había hecho una intrusión repentina en su cabeza según hablaba y contuvo a tiempo aquella sentencia, guardándosela para sí.
De pronto la voz de Aniol llegó a sus oídos. Una voz que nada tenía que ver con el habitual tono vivaz y a veces algo pícaro del pequeño humano. Atendió a sus palabras preguntándose fugazmente si existiría realmente en la Tierra algún tipo de sal que pudiera hacer eso, recordando brevemente la conversación en la que habían concluido que tal vez la magia sí existiese en su mundo pero estuviese oculta y perseguida.
—No… Ahora mismo no tenemos. Pero cuando traigan más comida podemos pedir permiso para echar un poco en las ventanas —le dijo en voz queda, intentando mostrarse algo menos apático de lo que se sentía y sentándose en la cama más cercana a ellos—. Si quieres —añadió al cabo de un segundo de silencio.
Por supuesto, la sal que venía en las provisiones carecía de propiedad mágica alguna, pero si ello podía tranquilizar la conciencia del niño bienvenido era.
El niño volvió a decir algo y esta vez la cabeza de Räg se ladeó ligeramente cuando comenzó a hablar. Por un instante pensó si iba a preguntarle si la cola de los mjörnís también volvía a crecer como la de otros reptiles, pero… Ojalá hubiera sido eso. Precisamente porque su tren de pensamiento le había llevado enseguida por esas vías tardó unos instantes en comprender qué estaba preguntando realmente el niño. O, al menos, creía saberlo. Por un momento, dudó a qué se refería en concreto.
—Yo… no lo sé —respondió con absoluta sinceridad.
No tenía ninguna mentira piadosa que ofrecerle. El llanto que se intuía que quería salir de los ojos de Aniol se reflejó en los suyos propios y estos se volvieron algo brillosos. El mjörní recogió sus rodillas y giró un poco la cara. Si iban a empezar a correr lágrimas por sus mejillas una vez más prefería que no le viesen. Al final, no era más que otro niño, prácticamente igual de perdido que aquellos a los que se había comprometido a cuidar. En algunos aspectos, posiblemente incluso más.
>>Esto no es… Nunca habría imaginado que alguien pudiera… —le costaba formar frases coherentes y tuvo que reprimir un sollozo—. Pero… La Sanación —por fin encontró algo que le permitía mostrar un poco más de convicción. Incluso de consuelo; para sí mismo por lo menos—. La Sanación hará que se curen los males. Solo… que a veces hace falta más tiempo. Siento no poder decir cuánto.
<<Y a veces, no lo hay>> la imagen de Serena ahogándose envenenada había hecho una intrusión repentina en su cabeza según hablaba y contuvo a tiempo aquella sentencia, guardándosela para sí.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Torreón Sendar
14/11/23, 08:38 pm
Desde aquella posición veía todo de lado, desde el rabillo la madera de la mesa. La perspectiva era lo más parecido a la que podía tener alguien pequeño como Tawar. Todo parecía tan grande desde ahí y, a la vez, se sentía tan diminuto en comparación. Una dura analogía de como Damian llegaba a sentirse ante todo lo que le rodeaba.
Un quejido de una voz que llegó a reconocer le llegó a su oído. Notó antes de la cabeza de Aniol unos cabellos que lo rodeaban, daba la sensación de que se sentía abrazado por ellos. Giró un poco su cabeza para ver al polaco, ya se le antojaba muy larga su ausencia y estaba alegre de tenerlo de nuevo a su lado y no… de viaje como Serena.
—No sabía eso. Es bueno tener cosas para protegernos de más bichos malos —no pudo evitar soltar un suspiro con la mención de la comida. No estaba de ánimos suficientes para comer pero, aun así, echaba de menos tener comida. Si tuvieran sal al menos echarían a monstruos no bienvenidos.
¿Pero la comida seguiría siendo segura? Damian siempre tuvo mucho aprecio a los alimentos, escasos en su hogar. ¿Qué ganaban echando cosas malas a la comida que es tan valiosa, por qué querían desperdiciarla así?
Lo siguiente que dijo Aniol no lo comprendió al inicio, pensando en colas como la que Rag tenía. Lagartijas que pierden la cola… Damian desde luego sentía como algo de sí mismo era arrancado de cuajo y dentro de su cuerpo un lado pudo apreciarlo vacío, hueco. El tono de Aniol se apreciaba doloroso y la duda inicial de su amigo morado arrastraba incertidumbre, un sentimiento que arrastraba siempre Damian tanto en las buenas como en las peores.
—La Sanación… —repitió el italiano para tener mayor énfasis en ello. No sabía que era con exactitud aún pero con apoyarse en algo, le valía—. Quizás nos crezca con el tiempo, creo...
Levantó la cabeza, soltando todo el aire de sus pulmones en un suspiro discreto.
—¿Tardarán mucho en volver? —al final hizo esa pregunta al aire. Se le hacía raro el tiempo estando dentro, esperando en el castillo a que los demás vuelvan y era la primera vez que tomaba aquel puesto que decidió ocupar.
Cayendo en algo, giró su mirada en su mejor amigo.
»Aniol ehh… ¿te duelen mucho las manos? Vi sangre y no sabia si eran cortes muy malos —sus ojos cayeron en las manos de Aniol si el chico mostraba sus palmas. Su tono, si bien era de preocupación, la monotonía en sus palabras estaba presente— ¿Y tu… te hiciste algo Rag? —ahí le atacó un poco su lado paranoico, no sabía si habían sufrido más personas por cristales, el veneno de la comida o algo peor.
Un quejido de una voz que llegó a reconocer le llegó a su oído. Notó antes de la cabeza de Aniol unos cabellos que lo rodeaban, daba la sensación de que se sentía abrazado por ellos. Giró un poco su cabeza para ver al polaco, ya se le antojaba muy larga su ausencia y estaba alegre de tenerlo de nuevo a su lado y no… de viaje como Serena.
—No sabía eso. Es bueno tener cosas para protegernos de más bichos malos —no pudo evitar soltar un suspiro con la mención de la comida. No estaba de ánimos suficientes para comer pero, aun así, echaba de menos tener comida. Si tuvieran sal al menos echarían a monstruos no bienvenidos.
¿Pero la comida seguiría siendo segura? Damian siempre tuvo mucho aprecio a los alimentos, escasos en su hogar. ¿Qué ganaban echando cosas malas a la comida que es tan valiosa, por qué querían desperdiciarla así?
Lo siguiente que dijo Aniol no lo comprendió al inicio, pensando en colas como la que Rag tenía. Lagartijas que pierden la cola… Damian desde luego sentía como algo de sí mismo era arrancado de cuajo y dentro de su cuerpo un lado pudo apreciarlo vacío, hueco. El tono de Aniol se apreciaba doloroso y la duda inicial de su amigo morado arrastraba incertidumbre, un sentimiento que arrastraba siempre Damian tanto en las buenas como en las peores.
—La Sanación… —repitió el italiano para tener mayor énfasis en ello. No sabía que era con exactitud aún pero con apoyarse en algo, le valía—. Quizás nos crezca con el tiempo, creo...
Levantó la cabeza, soltando todo el aire de sus pulmones en un suspiro discreto.
—¿Tardarán mucho en volver? —al final hizo esa pregunta al aire. Se le hacía raro el tiempo estando dentro, esperando en el castillo a que los demás vuelvan y era la primera vez que tomaba aquel puesto que decidió ocupar.
Cayendo en algo, giró su mirada en su mejor amigo.
»Aniol ehh… ¿te duelen mucho las manos? Vi sangre y no sabia si eran cortes muy malos —sus ojos cayeron en las manos de Aniol si el chico mostraba sus palmas. Su tono, si bien era de preocupación, la monotonía en sus palabras estaba presente— ¿Y tu… te hiciste algo Rag? —ahí le atacó un poco su lado paranoico, no sabía si habían sufrido más personas por cristales, el veneno de la comida o algo peor.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Torreón Sendar
19/11/23, 01:10 pm
La vuelta al torreón fue igual de tranquila que había sido la ida. Kalna nunca había sido de hablar mucho en las salidas, atenta a cualquier cosa que pudiera moverse tras una esquina, pero aquella vez el silencio era más meditativo que de costumbre. No había querido participar en la conversación sobre qué quería que hicieran con su cuerpo si moría, porque ni siquiera sabía qué quería exactamente. El fuego sonaba raro, algo que no tendría que ser, pero le daba igual cumplir lo que sus compañeros quisieran o dejaran de querer.
¿Y ella? Creía firmemente que no iba a morir, que era lo bastante fuerte como para aguantar allí un año y superar todas las pruebas. Si no era así, si moría, no le importaría, pero eso no significaba que hubiera pensado en qué clase de funeral quería. El velatorio tradicional estaría bien, pero luego… Por mucho que aquel cementerio fuera similar a los de Libo, ella no tendría que acabar en uno. Era noble, merecía ser enterrada, pero en la ciudad no parecía haber un sitio en el que aquello se pudiera hacer. Piedra y más piedra, ni siquiera una cripta en la que dejar sus restos.
Si al menos hubiera un sitio seguro donde dejar que su cuerpo se descompusiera sin que se lo llevasen alimañas, podría pedir que le llevasen sus huesos a su Madre, y que al menos descansasen en la cripta familiar. Pero ni siquiera aquello era una opción, teniendo en cuenta cómo incluso la comida envenenada había desaparecido en una noche. No, Kalna no veía ninguna opción que le gustase respecto a qué podían hacer sus compañeros si se moría, así que solo le quedaba una opción: no morirse.
Y a diferencia de Rick ella no lo veía con esperanza vacía, sino con convicción pura. Aguantaría ese año ya no solo porque tuviera que demostrárselo a si misma y a su Madre, sino porque no pensaba rebajarse a tener un funeral del pueblo llano. Incluso en la muerte se merecía algo mejor, y no pensaba conformarse con las migajas que eran que el cementerio fuera como los de su mudo.
Avisó cuando llegaron para que los de dentro bajaran el puente, echando un vistazo al resto. Rick seguía especialmente afectado por todo, y la respuesta que le había dado Nohlem a su intento de animarle no parecía haberlo mejorado. «No sé que esperabas. La gente no va a creer en lo que dices si ni tú mismo lo haces».
Cuando entraron por fin, Kalna dejó las cestas sobre una mesa.
—No toquéis la comida sin aseguraros de que esta vez no tiene veneno, o al menos usad un trapo —avisó, mientras ella hacía lo propio y cogía un trapo para poder examinar mejor si aquella vez tenían esa sustancia que había visto Connor el día anterior.
Lo último que necesitaban era que acabasen todos con las manos irritadas.
¿Y ella? Creía firmemente que no iba a morir, que era lo bastante fuerte como para aguantar allí un año y superar todas las pruebas. Si no era así, si moría, no le importaría, pero eso no significaba que hubiera pensado en qué clase de funeral quería. El velatorio tradicional estaría bien, pero luego… Por mucho que aquel cementerio fuera similar a los de Libo, ella no tendría que acabar en uno. Era noble, merecía ser enterrada, pero en la ciudad no parecía haber un sitio en el que aquello se pudiera hacer. Piedra y más piedra, ni siquiera una cripta en la que dejar sus restos.
Si al menos hubiera un sitio seguro donde dejar que su cuerpo se descompusiera sin que se lo llevasen alimañas, podría pedir que le llevasen sus huesos a su Madre, y que al menos descansasen en la cripta familiar. Pero ni siquiera aquello era una opción, teniendo en cuenta cómo incluso la comida envenenada había desaparecido en una noche. No, Kalna no veía ninguna opción que le gustase respecto a qué podían hacer sus compañeros si se moría, así que solo le quedaba una opción: no morirse.
Y a diferencia de Rick ella no lo veía con esperanza vacía, sino con convicción pura. Aguantaría ese año ya no solo porque tuviera que demostrárselo a si misma y a su Madre, sino porque no pensaba rebajarse a tener un funeral del pueblo llano. Incluso en la muerte se merecía algo mejor, y no pensaba conformarse con las migajas que eran que el cementerio fuera como los de su mudo.
Avisó cuando llegaron para que los de dentro bajaran el puente, echando un vistazo al resto. Rick seguía especialmente afectado por todo, y la respuesta que le había dado Nohlem a su intento de animarle no parecía haberlo mejorado. «No sé que esperabas. La gente no va a creer en lo que dices si ni tú mismo lo haces».
Cuando entraron por fin, Kalna dejó las cestas sobre una mesa.
—No toquéis la comida sin aseguraros de que esta vez no tiene veneno, o al menos usad un trapo —avisó, mientras ella hacía lo propio y cogía un trapo para poder examinar mejor si aquella vez tenían esa sustancia que había visto Connor el día anterior.
Lo último que necesitaban era que acabasen todos con las manos irritadas.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Sendar
20/11/23, 01:29 pm
Airi se mantuvo al margen del borde, de los sonidos grotescos que llegaban de este, no queriendo preguntar, pero pudiendo imaginar la escena demasiado bien. Se alegraba de que el puente que cruzarían estuviese alejado de allí.
Su respuesta a las peticiones de sus compañeros había sido la misma que en el caso de Nohlem: comprensión silenciosa. No juzgaba cómo quería irse cada uno, y la única que no había tenido la oportunidad de expresarlo era Serena. De haber sido así, habría respetado también sus deseos.
Odiaba pensar en eso, odiaba cómo daba vueltas a la forma de cumplir los deseos de cada uno sin importar lo poco que quería que nada de eso ocurriera. ¿Y qué había de elle? ¿Le importaba qué pasaría con su cuerpo? Creía que no era así, pero era la primera vez que su mente creaba imágenes tan vívidas de su propia muerte, de qué venía después, qué significaba para quienes le rodeaban. Podía no estar diciendo nada, pero sus ojos debían reflejar la desesperación que nublaba sus pensamientos.
La ruta que siguieron cuando todo terminó no era segura, pero al menos ahora lo sabían y podían dar marcha atrás si sospechaban de la presencia de los animales con pinchos. No aparecieron, gracias a los espíritus, y Airi se marchó de ahí a paso ligero sosteniendo una cesta. De nuevo ni miró su contenido. Habría preferido volver de inmediato al torreón tras la ceremonia, pero no podía hacer eso, ni pedirlo. No era justo. Por el caminó notó cerca la presencia de Ethan, lo que le reconfortó un poco. Consiguió sonreír de forma automática cuando bromeó sobre el contenido de las cestas y, echando un vistazo rápido a la suya, fue capaz de responderle a través del nudo de su garganta.
—Creo que en la mía sí que vienen unos cuantos.
Su voz no sonó rota por la risa, pero podía parecerlo. Por un momento pudo fingir volver a la normalidad, pero al mirar a la cara al muchacho recordaba cuánto debía escocerle la piel.
Llegaron al torreón sin experimentar problemas. De pronto las experiencias positivas le aterraban, porque si todo había salido bien hasta ese momento, aún podía torcerse. Y Airi no quería ser así, no quería pensar así, pero necesitaría tiempo para dejar de hacerlo.
Al entrar en el refugio saludó a los que se habían quedado con la mirada aun seria, pero carente al menos de sufrimiento. No quería dar esa imagen, mucho menos a los pequeños. Ahora por fin podrían comer, aunque tuviesen que poner todo el cuidado del mundo lavando y examinando la comida. No habían visto nada acercarse a la bañera y eso podía ser buena señal, pero nunca volvería a confiar ciegamente en la comida que les caía del cielo.
—Voy a por barreños de agua para lavar todo bien —anunció tras Kalna, dejando su cesta sobre la mesa.
Su respuesta a las peticiones de sus compañeros había sido la misma que en el caso de Nohlem: comprensión silenciosa. No juzgaba cómo quería irse cada uno, y la única que no había tenido la oportunidad de expresarlo era Serena. De haber sido así, habría respetado también sus deseos.
Odiaba pensar en eso, odiaba cómo daba vueltas a la forma de cumplir los deseos de cada uno sin importar lo poco que quería que nada de eso ocurriera. ¿Y qué había de elle? ¿Le importaba qué pasaría con su cuerpo? Creía que no era así, pero era la primera vez que su mente creaba imágenes tan vívidas de su propia muerte, de qué venía después, qué significaba para quienes le rodeaban. Podía no estar diciendo nada, pero sus ojos debían reflejar la desesperación que nublaba sus pensamientos.
La ruta que siguieron cuando todo terminó no era segura, pero al menos ahora lo sabían y podían dar marcha atrás si sospechaban de la presencia de los animales con pinchos. No aparecieron, gracias a los espíritus, y Airi se marchó de ahí a paso ligero sosteniendo una cesta. De nuevo ni miró su contenido. Habría preferido volver de inmediato al torreón tras la ceremonia, pero no podía hacer eso, ni pedirlo. No era justo. Por el caminó notó cerca la presencia de Ethan, lo que le reconfortó un poco. Consiguió sonreír de forma automática cuando bromeó sobre el contenido de las cestas y, echando un vistazo rápido a la suya, fue capaz de responderle a través del nudo de su garganta.
—Creo que en la mía sí que vienen unos cuantos.
Su voz no sonó rota por la risa, pero podía parecerlo. Por un momento pudo fingir volver a la normalidad, pero al mirar a la cara al muchacho recordaba cuánto debía escocerle la piel.
Llegaron al torreón sin experimentar problemas. De pronto las experiencias positivas le aterraban, porque si todo había salido bien hasta ese momento, aún podía torcerse. Y Airi no quería ser así, no quería pensar así, pero necesitaría tiempo para dejar de hacerlo.
Al entrar en el refugio saludó a los que se habían quedado con la mirada aun seria, pero carente al menos de sufrimiento. No quería dar esa imagen, mucho menos a los pequeños. Ahora por fin podrían comer, aunque tuviesen que poner todo el cuidado del mundo lavando y examinando la comida. No habían visto nada acercarse a la bañera y eso podía ser buena señal, pero nunca volvería a confiar ciegamente en la comida que les caía del cielo.
—Voy a por barreños de agua para lavar todo bien —anunció tras Kalna, dejando su cesta sobre la mesa.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Torreón Sendar
20/11/23, 07:21 pm
La reacción de Airi resultó un tanto incómoda, desconocía si la había liado pero ante la duda lo dejó estar. Era comprensible que en un ambiente gris nadie quisiera que floreciera una conversación, estaban tan muertos como el funeral al que acababan de dejar atrás. Llegar quedó lejos de un regreso a casa, con el mal sabor de boca constante saludo con un leve gesto a los peques y a Räg y procedió a dejar la cesta junto al resto. Sus motivaciones se veían reducidas a escombros, con una vagueza que venía originada por el malestar continuo. El tener que mirar toda la comida de forma exhaustiva drenaba cualquier intento de ánimo que pudiera haber y para cuando se puso a ver todos los tarros por si acaso habían escondido mejor el veneno escuchó de fondo a Kalna.
Se guardó los comentarios para sí, conocedor de que el mal humor no venía originado por la muchacha si no por el día que llevaban, pero el hecho de que dijera algo tan obvio le quemó un poco por dentro, o más concretamente parte del rostro y la mano afectada. A su opinión había otras formas de avisar de un tema tan delicado que dudaba mucho que a nadie se le hubiera olvidado. No, no tenía humor y ahora mismo acaba de sentirse muy estúpido como para seguir sonriendo al respecto.
-Si me disculpáis, voy a lavarme el rostro. -Comentó en alto sin ofrecer más explicaciones. Dejó lo que estaba examinando en la mesa y simplemente desapareció escaleras arriba con una excusa que ni él se creía.
El escozor no era del todo mentira, el problema es que su mente le pedía rascarse y cuando lo hacía el dolor iba a peor. Lejos de dirigirse al baño fue al pequeño santuario perfectamente ordenado por su reciente desuso y se quedó ahí recostado entre almohadas y sábanas sumido en sus pensamientos. Debería de bajar, ayudar a ordenar todo, mirar que estuvieran bien y luego preguntar qué querían comer pero no quería hacer nada de eso y sabía que como escuchara otro aviso sobre un veneno que había experimentado de primera mano acabaría hablando mal a alguien que no se lo merecía.
Estaba agotado, drenado como una rosa que se había perdido en mitad de un desierto. Se frotó el rostro ahí oculto bajo la tienda pues si bien miraba a un techo de sedas no veía nada de lo que estaba ahí. Viaja, tan lejos y tan cerca que simplemente no estaba. Ni él podía engañarse tanto tiempo como para fingir que todo iba bien, su cojera era defectuosa en más de un sentido y al igual que no podía huir eternamente de un monstruo, tampoco podía hacerlo de sus sombras.
Sabía que al bajar le tocaría volverse a mostrar sereno, calmado y razonable, que debería de actuar como el mayor que era, por eso ahora no se atrevía a hacerlo. En el fondo tenía miedo de que ese lado menos brillante fuera rechazado, de que mostrarse débil solo fuera una carga para los demás y joder, estaba harto de serlo. No, no podía, no era ese su papel. Prefería ahogarse lentamente en una soledad buscada, dejar que todo el peso asfixiante de la realidad le golpeara y, cuando hubiera tenido suficiente, cuando ya no doliera más, entonces regresaría.
Y estaría todo bien de nuevo.
Se guardó los comentarios para sí, conocedor de que el mal humor no venía originado por la muchacha si no por el día que llevaban, pero el hecho de que dijera algo tan obvio le quemó un poco por dentro, o más concretamente parte del rostro y la mano afectada. A su opinión había otras formas de avisar de un tema tan delicado que dudaba mucho que a nadie se le hubiera olvidado. No, no tenía humor y ahora mismo acaba de sentirse muy estúpido como para seguir sonriendo al respecto.
-Si me disculpáis, voy a lavarme el rostro. -Comentó en alto sin ofrecer más explicaciones. Dejó lo que estaba examinando en la mesa y simplemente desapareció escaleras arriba con una excusa que ni él se creía.
El escozor no era del todo mentira, el problema es que su mente le pedía rascarse y cuando lo hacía el dolor iba a peor. Lejos de dirigirse al baño fue al pequeño santuario perfectamente ordenado por su reciente desuso y se quedó ahí recostado entre almohadas y sábanas sumido en sus pensamientos. Debería de bajar, ayudar a ordenar todo, mirar que estuvieran bien y luego preguntar qué querían comer pero no quería hacer nada de eso y sabía que como escuchara otro aviso sobre un veneno que había experimentado de primera mano acabaría hablando mal a alguien que no se lo merecía.
Estaba agotado, drenado como una rosa que se había perdido en mitad de un desierto. Se frotó el rostro ahí oculto bajo la tienda pues si bien miraba a un techo de sedas no veía nada de lo que estaba ahí. Viaja, tan lejos y tan cerca que simplemente no estaba. Ni él podía engañarse tanto tiempo como para fingir que todo iba bien, su cojera era defectuosa en más de un sentido y al igual que no podía huir eternamente de un monstruo, tampoco podía hacerlo de sus sombras.
Sabía que al bajar le tocaría volverse a mostrar sereno, calmado y razonable, que debería de actuar como el mayor que era, por eso ahora no se atrevía a hacerlo. En el fondo tenía miedo de que ese lado menos brillante fuera rechazado, de que mostrarse débil solo fuera una carga para los demás y joder, estaba harto de serlo. No, no podía, no era ese su papel. Prefería ahogarse lentamente en una soledad buscada, dejar que todo el peso asfixiante de la realidad le golpeara y, cuando hubiera tenido suficiente, cuando ya no doliera más, entonces regresaría.
Y estaría todo bien de nuevo.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Sendar
21/11/23, 08:18 pm
El camino de vuelta Nohlem lo pasó pensando en fuego. El fuego era catástrofe en su mundo, un mal necesario, un aliado con propios intereses al que tenías que respetar como al que más. En cierto modo pegaba con la naturaleza directa de los humanos, aunque aún le parecía extraño que se dejaran consumir por él. El granta se esforzaba en mantener sus pensamientos filosóficos para que no se llenasen de cadáveres calcinados o de más compañeros muertos, porque todavía no sabía exactamente que quería para sí mismo, y ante la rapidez de los eventos tendría que elegir más pronto que tarde.
Quizás podría pedir flores de papel, para sus heridas si las hubiera. Sus ojos… quizás Kalna se atreviera a sacárselos. Y a falta de cascadas a las que arrojarlos el mar siempre podría valer, por poco que este tuviera que ver con el océano cálido y cristalino de su hogar. Con su cuerpo… puede que el fuego no sonase tan mal, mejor que los gusanos era, pero era otra cosa lo que más le preocupaba. El dichoso olvido.
Que sus padres le hubieran olvidado igual que habían olvidado a su hermana dolía como como un corte profundo, pero que lo hicieran todos cuantos conocía, volverse una mera anécdota para los supervivientes… No lo soportaba.
Y así, en un tren que va demasiado rápido para fijarse en el paisaje, llegaron al torreón. Esta vez Nohlem no soltó su arco, y es que había quedado claro que ni siquiera dentro había seguridad. Saludó a los que se habían quedado dentro, una leve sonrisa enturbiada por los actos que habían dejado atrás, con el alivio de que no les hubiera pasado nada. Ver a los niños le hizo darse cuenta de lo triste que estaba y de las ganas que tenía de llorar, pero se las tragó cuando oyó el aviso de Kalna. Una realidad a la que no quería enfrentarse, de nuevo el miedo a lo que había pasado ayer. Se miró las manos discretamente y esperó a que Airi volviera con agua para ayudar, por pocas ganas que tuviera de hacerlo.
“Cómo sabrás que viene el moloch”, canturreó mentalmente mientras envolvía su diestra con un paño.
“Despacio, deprisa, el bosque se vuelve ceniza”
Cogió una fruta y la examinó, permitiendo que la melodía surgiera como un murmullo sin letra de su garganta.
“Deprisa, despacio
Después arderán tus zapatos.”
Quizás podría pedir flores de papel, para sus heridas si las hubiera. Sus ojos… quizás Kalna se atreviera a sacárselos. Y a falta de cascadas a las que arrojarlos el mar siempre podría valer, por poco que este tuviera que ver con el océano cálido y cristalino de su hogar. Con su cuerpo… puede que el fuego no sonase tan mal, mejor que los gusanos era, pero era otra cosa lo que más le preocupaba. El dichoso olvido.
Que sus padres le hubieran olvidado igual que habían olvidado a su hermana dolía como como un corte profundo, pero que lo hicieran todos cuantos conocía, volverse una mera anécdota para los supervivientes… No lo soportaba.
Y así, en un tren que va demasiado rápido para fijarse en el paisaje, llegaron al torreón. Esta vez Nohlem no soltó su arco, y es que había quedado claro que ni siquiera dentro había seguridad. Saludó a los que se habían quedado dentro, una leve sonrisa enturbiada por los actos que habían dejado atrás, con el alivio de que no les hubiera pasado nada. Ver a los niños le hizo darse cuenta de lo triste que estaba y de las ganas que tenía de llorar, pero se las tragó cuando oyó el aviso de Kalna. Una realidad a la que no quería enfrentarse, de nuevo el miedo a lo que había pasado ayer. Se miró las manos discretamente y esperó a que Airi volviera con agua para ayudar, por pocas ganas que tuviera de hacerlo.
“Cómo sabrás que viene el moloch”, canturreó mentalmente mientras envolvía su diestra con un paño.
“Despacio, deprisa, el bosque se vuelve ceniza”
Cogió una fruta y la examinó, permitiendo que la melodía surgiera como un murmullo sin letra de su garganta.
“Deprisa, despacio
Después arderán tus zapatos.”
- ♪♫♬:
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreón Sendar
22/11/23, 01:12 am
La marcha hasta el torreón siguió igual que desde que se fueron del barranco. Mientras iba vigilando, Rick daba vueltas a la conversación después del adiós a Serena, el propio funeral y a todo lo ocurrido el día anterior. Era complicado salir de un bucle como ese cuando ya de por sí había empezado estando en una situación delicada. Fácilmente habían sido los dos días más duros de su vida y no tenía claro si el resto irían a mejor. Quería confiar e intentaría seguir adelante aunque la ciudad estuviera en contra del grupo, pero cómo costaba. En cierto momento se vio recordando las peticiones de posibles funerales de los que lo habían mencionado. -¿Y tú, como quieres que...?- Una parte de su ser lanzó esa pregunta, a tan mala fe como una puñalada. El neoyorquino sacudió la cabeza por unos instantes para apartar esa idea. No quería morir, ni que nadie más lo hiciera. Se esforzaría en mejorar y saldrían adelante. -¿O tal vez no?- No, no iba a rendirse a la desesperación.
Llegaron hasta el refugio sin problemas y no tardaron en entrar una vez Kalna avisó de que estaban de vuelta para que abrieran. Rick levantó una mano a modo de saludo rápido y dejó las armas en la pared cerca de la puerta nada más llegar, para estar más cómodo. Su duda interna era si dejarlas allí o bajarlas. -(Visto lo visto, conviene tener alguna a mano por si acaso)- se argumentó, ganando de momento esa opción. Luego se acercó a la mesa para dejar la cesta junto a las demás. Si no había nada raro, iban a tener comida suficiente para sustituir todo lo que habían tirado.
Con eso listo, ahora sí miró mejor a Räg y a los niños. Le sacó una levísima sonrisa verlos sin ninguna herida nueva. -¿Todo bien por aquí?- preguntó al mjörní para asegurarse que todo estaba en orden. Que estuvieran bien no quería decir que no hubiera podido pasar algo raro. Esperaba que no fuera el caso, pero entre la sombra atraviesaparedes y el pájaro tenían que andarse con mucho ojo.
Por otra parte estaba el asunto de la cestas. Por supuesto iba a colaborar, además de que si por desgracia estaban envenenadas quería poder distinguirlo a partir de ahora. No había llegado a ver bien la comida y el único rastro del veneno en que pudo fijarse fue en las sábanas que usó Ethan para secarse. -(En ese momento ya había hecho efecto, así que tal vez antes tenga otro aspecto)- teorizó. Podía ser errónea, pero prefería ir con el máximo cuidado posible. Siguió el consejo de la libense y cogió un paño para manipular la comida sin riesgos, si bien esperaría a que Airi volviera con agua antes de examinar exhaustivamente las provisiones. La marcha del británico no se la esperó con lo repentino que fue, pero también era cierto que las ronchas de la cara tenían que molestarle bastante. Se limitó a decir un -Claro- mientras mantenía la vista en los frascos, frutas, carnes y demás piezas. Ahora mismo aquello era una prioridad.
En un primer vistazo superficial Rick no estaba viendo nada raro, pero claro, tampoco lo habían visto la otra vez. En cuanto llegó el agua, acompañado de un agradecimiento por su parte a le sanaí, empezó a coger algunos trozos y recipientes para observarlos más de cerca y desde todos los ángulos.
Llegaron hasta el refugio sin problemas y no tardaron en entrar una vez Kalna avisó de que estaban de vuelta para que abrieran. Rick levantó una mano a modo de saludo rápido y dejó las armas en la pared cerca de la puerta nada más llegar, para estar más cómodo. Su duda interna era si dejarlas allí o bajarlas. -(Visto lo visto, conviene tener alguna a mano por si acaso)- se argumentó, ganando de momento esa opción. Luego se acercó a la mesa para dejar la cesta junto a las demás. Si no había nada raro, iban a tener comida suficiente para sustituir todo lo que habían tirado.
Con eso listo, ahora sí miró mejor a Räg y a los niños. Le sacó una levísima sonrisa verlos sin ninguna herida nueva. -¿Todo bien por aquí?- preguntó al mjörní para asegurarse que todo estaba en orden. Que estuvieran bien no quería decir que no hubiera podido pasar algo raro. Esperaba que no fuera el caso, pero entre la sombra atraviesaparedes y el pájaro tenían que andarse con mucho ojo.
Por otra parte estaba el asunto de la cestas. Por supuesto iba a colaborar, además de que si por desgracia estaban envenenadas quería poder distinguirlo a partir de ahora. No había llegado a ver bien la comida y el único rastro del veneno en que pudo fijarse fue en las sábanas que usó Ethan para secarse. -(En ese momento ya había hecho efecto, así que tal vez antes tenga otro aspecto)- teorizó. Podía ser errónea, pero prefería ir con el máximo cuidado posible. Siguió el consejo de la libense y cogió un paño para manipular la comida sin riesgos, si bien esperaría a que Airi volviera con agua antes de examinar exhaustivamente las provisiones. La marcha del británico no se la esperó con lo repentino que fue, pero también era cierto que las ronchas de la cara tenían que molestarle bastante. Se limitó a decir un -Claro- mientras mantenía la vista en los frascos, frutas, carnes y demás piezas. Ahora mismo aquello era una prioridad.
En un primer vistazo superficial Rick no estaba viendo nada raro, pero claro, tampoco lo habían visto la otra vez. En cuanto llegó el agua, acompañado de un agradecimiento por su parte a le sanaí, empezó a coger algunos trozos y recipientes para observarlos más de cerca y desde todos los ángulos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Sendar
22/11/23, 02:01 pm
Tan solo pudo asentir ante el comentario de Damian, con un pobre amago de sonrisa tras contener sus lágrimas como había podido. No sabía qué más decir. Su mente vagaba a la deriva, intentando no caer por completo en un pozo de pensamientos funestos. Dicho esfuerzo estaba ocupando toda su capacidad de concentración como para poder pensar en ninguna otra cosa.
—Espero… Espero que no —respondió a la pregunta del niño.
No podía hacer afirmaciones absolutas. No serían ciertas, porque no sabía cuánto iban a tardar. Sabía cuál era la intención de los que habían salido, pero… Por todas las ymres, no quería pensar más. Quería simplemente confiar en que regresarían pronto, con comida edible y sin ningún incidente.
El italiano preguntó a Aniol por sus heridas y, aunque el mjörní sabía que no eran graves, quiso dar la oportunidad al propio pequeño de responder por sí mismo. Ya había salido de su mutismo absoluto, pero cuanto más hablase mejor. O al menos eso quería pensar. Le sorprendió inicialmente que le dirigiese una pregunta de preocupación también a él, pero enseguida se dio cuenta de que lo más probable era que ninguno de los niños se hubiese enterado bien de nada de lo que había pasado el día anterior. Si a él le costaba procesar tantas cosas, no quería imaginarse lo que les costaría a aquellos más jóvenes.
—Ah, no, de las provisiones yo no llegué a tocar nada más que botes de especias e insectos... —alzó sus manos y las movió para mostrar la palma y el dorso, para que viera que estaban como siempre—. Menos mal que vosotros tampoco entrasteis en contacto con el veneno...
El polaco, tal y como ya había remarcado Damian, sí se había hecho daño de todas formas. Pero hubiese sido mucho peor la mezcla de ambas. Le recorría un escalofrío solo de imaginar qué hubiese podido ocurrirle de colarse la sustancia a través de alguno de sus cortes.
Al escuchar que el grupo volvía, les dijo a los niños que iba a bajar al sótano para manejar el puente levadizo y que podían esperarle en la planta baja para recibir a los que habían salido. Durante todo el proceso en el que bajó las escaleras a toda prisa, hizo descender el puente y volvió a hacerlo subir una vez le confirmaron que estaban todos, rezaba a la Sanación sin parar. Por suerta, esa vez su confianza no le traicionó. El grupo volvió, sin más heridas que las que ya tenían, con comida que no parecía tener nada raro encima aunque hubiera que ser precavidos y… por supuesto, sin Serena.
—Sí… —respondería de forma casi automática a la pregunta de Rick, sin poder evitar echar un vistazo rápido al estado de Aniol y Damian.
“Todo bien” era una pregunta relativa y, aunque sabía a qué se refería exactamente el humano y había respondido en consecuencia, no podía evitar sentir que su afirmación era una mentira. Nada estaba bien, a fin de cuentas.
El comentario de Ethan acerca de lavarse el rostro le hizo ponerse en marcha: ayudaría también a examinar y colocar la comida, pero primero empezaría a reunir lo necesario para encender la cocina para calentar un poco de agua.
—Para que podáis echaros agua caliente en las abrasiones… Y supongo que podemos calentar más para asearse quien lo necesite —explicó con un hilo de voz.
—Espero… Espero que no —respondió a la pregunta del niño.
No podía hacer afirmaciones absolutas. No serían ciertas, porque no sabía cuánto iban a tardar. Sabía cuál era la intención de los que habían salido, pero… Por todas las ymres, no quería pensar más. Quería simplemente confiar en que regresarían pronto, con comida edible y sin ningún incidente.
El italiano preguntó a Aniol por sus heridas y, aunque el mjörní sabía que no eran graves, quiso dar la oportunidad al propio pequeño de responder por sí mismo. Ya había salido de su mutismo absoluto, pero cuanto más hablase mejor. O al menos eso quería pensar. Le sorprendió inicialmente que le dirigiese una pregunta de preocupación también a él, pero enseguida se dio cuenta de que lo más probable era que ninguno de los niños se hubiese enterado bien de nada de lo que había pasado el día anterior. Si a él le costaba procesar tantas cosas, no quería imaginarse lo que les costaría a aquellos más jóvenes.
—Ah, no, de las provisiones yo no llegué a tocar nada más que botes de especias e insectos... —alzó sus manos y las movió para mostrar la palma y el dorso, para que viera que estaban como siempre—. Menos mal que vosotros tampoco entrasteis en contacto con el veneno...
El polaco, tal y como ya había remarcado Damian, sí se había hecho daño de todas formas. Pero hubiese sido mucho peor la mezcla de ambas. Le recorría un escalofrío solo de imaginar qué hubiese podido ocurrirle de colarse la sustancia a través de alguno de sus cortes.
Al escuchar que el grupo volvía, les dijo a los niños que iba a bajar al sótano para manejar el puente levadizo y que podían esperarle en la planta baja para recibir a los que habían salido. Durante todo el proceso en el que bajó las escaleras a toda prisa, hizo descender el puente y volvió a hacerlo subir una vez le confirmaron que estaban todos, rezaba a la Sanación sin parar. Por suerta, esa vez su confianza no le traicionó. El grupo volvió, sin más heridas que las que ya tenían, con comida que no parecía tener nada raro encima aunque hubiera que ser precavidos y… por supuesto, sin Serena.
—Sí… —respondería de forma casi automática a la pregunta de Rick, sin poder evitar echar un vistazo rápido al estado de Aniol y Damian.
“Todo bien” era una pregunta relativa y, aunque sabía a qué se refería exactamente el humano y había respondido en consecuencia, no podía evitar sentir que su afirmación era una mentira. Nada estaba bien, a fin de cuentas.
El comentario de Ethan acerca de lavarse el rostro le hizo ponerse en marcha: ayudaría también a examinar y colocar la comida, pero primero empezaría a reunir lo necesario para encender la cocina para calentar un poco de agua.
—Para que podáis echaros agua caliente en las abrasiones… Y supongo que podemos calentar más para asearse quien lo necesite —explicó con un hilo de voz.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreón Sendar
22/11/23, 07:34 pm
—Vale… —el italiano no estaba muy satisfecho con la respuesta que Rag le dio, rascándose la cabeza ya un poco nervioso. Si bien confiaba en todos sus amigos para cuando decidiesen salir, no tenerlos cerca para poder ver que andaban haciendo por el camino lo tenía preocupado. No quería pasarlo tan mal como el día anterior, eso no quería siquiera pensarlo pero su cabeza le jugaba malas pasadas. Connor, Rick, Ethan, Kalna, Nohlem, Airi, Ersenesia, los quería de vuelta para cuando terminasen lo de…
Tuvo un poco de culpabilidad por no haber ido a despedir a Serena pero desde que quemó a Rambo, no se atrevía a vivir de nuevo aquella pena tan grande por haber pensado en la pelirroja mientras miraba la fogata.
No paraba de pensar en la manta que cubría a la que ya marchó.
Después de un rato que se le hizo bastante largo, escuchar a todos de vuelta le dio un vuelco al corazón y mucha, mucha felicidad. Maldijo el tiempo que pasó, por fin los tenía en su castillo, sanos y salvos de cualquier cosa. Asintió con unas energías renovadas a Rag, esperando abajo al resto para ver con sus propios ojos si ellos estaban bien.
Así fue, estaban todos y de una pieza cada uno. Eso le hizo suspirar con pesadez de puro alivio, teniendo en su rostro una tenue sonrisa que le salió del alma, sincera como pocas.
—Hola. Estamos… Estamos bien —afirmó a Rick después de saludar a todos levantando la mano, intentando dar una buena bienvenida con todo el buen humor que podía sacar aunque fuese un poquito.
El comentario de Kalna no pudo evitar asustar a Damian en cuanto a la comida, bajando la mirada en un tinte más serio. ¿Seguía viniendo con ese veneno? ¿Por qué? Confiaba en Airi para lavarla pero una parte de el temía verse como la última persona que comió de eso. No. No. Saldría bien. Negaba como podía su lado paranoico.
—-¿No está envenenada verdad? Lavadla bien es que… no quiero dejar de comer y me da miedo comer algo… chungo —dijo a los que dejaron las cestas sobre la mesa, confesando su pavor y, en parte, el miedo a dejar de comer por gente mala que no para de sabotear la valiosa comida. Arrastraba mucha desconfianza a cosas que antes le parecían inofensivas, era como una bola de nieve.
Tuvo un poco de culpabilidad por no haber ido a despedir a Serena pero desde que quemó a Rambo, no se atrevía a vivir de nuevo aquella pena tan grande por haber pensado en la pelirroja mientras miraba la fogata.
No paraba de pensar en la manta que cubría a la que ya marchó.
Después de un rato que se le hizo bastante largo, escuchar a todos de vuelta le dio un vuelco al corazón y mucha, mucha felicidad. Maldijo el tiempo que pasó, por fin los tenía en su castillo, sanos y salvos de cualquier cosa. Asintió con unas energías renovadas a Rag, esperando abajo al resto para ver con sus propios ojos si ellos estaban bien.
Así fue, estaban todos y de una pieza cada uno. Eso le hizo suspirar con pesadez de puro alivio, teniendo en su rostro una tenue sonrisa que le salió del alma, sincera como pocas.
—Hola. Estamos… Estamos bien —afirmó a Rick después de saludar a todos levantando la mano, intentando dar una buena bienvenida con todo el buen humor que podía sacar aunque fuese un poquito.
El comentario de Kalna no pudo evitar asustar a Damian en cuanto a la comida, bajando la mirada en un tinte más serio. ¿Seguía viniendo con ese veneno? ¿Por qué? Confiaba en Airi para lavarla pero una parte de el temía verse como la última persona que comió de eso. No. No. Saldría bien. Negaba como podía su lado paranoico.
—-¿No está envenenada verdad? Lavadla bien es que… no quiero dejar de comer y me da miedo comer algo… chungo —dijo a los que dejaron las cestas sobre la mesa, confesando su pavor y, en parte, el miedo a dejar de comer por gente mala que no para de sabotear la valiosa comida. Arrastraba mucha desconfianza a cosas que antes le parecían inofensivas, era como una bola de nieve.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Sendar
24/11/23, 10:52 am
Räg no parecía tener una respuesta adecuada para sus preguntas, así que el niño solo se le quedó mirando percibiendo como sus expectativas morían a la altura de sus pies. No es que esperara otra cosa, quizá la Sanación lo curara todo pero… para eso tenía que pasar un tiempo sin que les ocurriera nada… ¿No?
—Me duelen poquito —confirmó para Damian sin querer mirarse las palmas. Era increíble lo bien que estaba sobrellevando sus heridas. Siempre había sido un llorón y en cualquier otra circunstancia estaría sacando tajada para recibir algunos mimos más de la cuenta pero… ¿Era justo?
Todos parecían tan alicaídos y apesadumbrados… como si llevaran prisa o algo les fuera a salir al paso al torcer una esquina. Por eso le daba miedo molestar o expresar cómo se sentía. Iba en contra de lo que predicaban sus padres pero… aquella no era su familia, no del todo. ¿Podía atreverse a decir en voz alta que si tenía que vivir allí muchos meses más prefería morirse? ¿Era eso lo que se suponía que debía decir un niño de su edad? ¿Cuánto tiempo más podía fingir que no tenía una idea aproximada de lo que había ocurrido para que no se preocuparan por él más de la cuenta?
Y es que Aniol era pequeño, pero podía darse cuenta de cómo en su presencia cambiaban algunas expresiones y de cómo algunas conversaciones enmudecían al aproximarse hasta ellas. Al menos lo suficiente para empezar a anidar cierto resquemor en su vientre.
—Bien —respondió a Rick cuando el grupo llegó sano y salvo. No añadió nada más porque se suponía que era lo que tenía que decir, o lo que esperaban que dijera. Además, estaba más concentrado en la sonrisa breve de Ethan y en su velocidad para desaparecer de la estancia que en otra cosa.
Los ojos miel del niño repararon también en el elfito, así como en Airi y Kalna. No deseaba asomarse al pozo, pero sabía que se había tratado de una despedida. Ahora el torreón parecía más grande porque ya no tenía una habitación repleta de sombras a la que se negaba a entrar. Y cabían a más melocotones por boca.
No es que fuera mucho consuelo.
El churumbel se quedaría allí en una esquina mientras contemplaba lo que se traían entre manos con las cestas. Era curioso cómo hasta entonces cocinar había sido una de sus grandes pasiones y ahora no se acercaba a las cestas si no era estrictamente necesario.
—Está rico —mentiría mucho más tarde cuando se sentaran a probar el contenido, no porque estuviera malo o porque se estuviera obligando a comer, si no porque con aquella fatiga que sentía las piezas de fruta no le sabían absolutamente a nada.
—Me duelen poquito —confirmó para Damian sin querer mirarse las palmas. Era increíble lo bien que estaba sobrellevando sus heridas. Siempre había sido un llorón y en cualquier otra circunstancia estaría sacando tajada para recibir algunos mimos más de la cuenta pero… ¿Era justo?
Todos parecían tan alicaídos y apesadumbrados… como si llevaran prisa o algo les fuera a salir al paso al torcer una esquina. Por eso le daba miedo molestar o expresar cómo se sentía. Iba en contra de lo que predicaban sus padres pero… aquella no era su familia, no del todo. ¿Podía atreverse a decir en voz alta que si tenía que vivir allí muchos meses más prefería morirse? ¿Era eso lo que se suponía que debía decir un niño de su edad? ¿Cuánto tiempo más podía fingir que no tenía una idea aproximada de lo que había ocurrido para que no se preocuparan por él más de la cuenta?
Y es que Aniol era pequeño, pero podía darse cuenta de cómo en su presencia cambiaban algunas expresiones y de cómo algunas conversaciones enmudecían al aproximarse hasta ellas. Al menos lo suficiente para empezar a anidar cierto resquemor en su vientre.
—Bien —respondió a Rick cuando el grupo llegó sano y salvo. No añadió nada más porque se suponía que era lo que tenía que decir, o lo que esperaban que dijera. Además, estaba más concentrado en la sonrisa breve de Ethan y en su velocidad para desaparecer de la estancia que en otra cosa.
Los ojos miel del niño repararon también en el elfito, así como en Airi y Kalna. No deseaba asomarse al pozo, pero sabía que se había tratado de una despedida. Ahora el torreón parecía más grande porque ya no tenía una habitación repleta de sombras a la que se negaba a entrar. Y cabían a más melocotones por boca.
No es que fuera mucho consuelo.
El churumbel se quedaría allí en una esquina mientras contemplaba lo que se traían entre manos con las cestas. Era curioso cómo hasta entonces cocinar había sido una de sus grandes pasiones y ahora no se acercaba a las cestas si no era estrictamente necesario.
—Está rico —mentiría mucho más tarde cuando se sentaran a probar el contenido, no porque estuviera malo o porque se estuviera obligando a comer, si no porque con aquella fatiga que sentía las piezas de fruta no le sabían absolutamente a nada.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Sendar
24/11/23, 07:27 pm
Colmillo frunció el ceño ante el deseo de Ethan de ser quemado, aunque no dijo nada. Por las respuestas de Nohlem y Connor parecía algo común en la Tierra y Varmania, o al menos eso le pareció al vittya al ver cómo de fácilmente era aceptada una sugerencia tan extraña y sin sentido, y no quiso tampoco alterar la situación preguntando al respecto. Aunque tampoco es que tuviera el ánimo para ello.
A pesar de esto y de que su estado era todo menos idóneo para darle vueltas a esas cosas, su mente no podía evitar pararse a pensar en esa petición, sobre todo después de que Connor exclamara sobre dejar que los gusanos murieran de hambre.
Aunque a él también le repugnaban esos bichos y no quería que le devoraran al final de su vida, tampoco estaba muy a gusto con la idea de que murieran de hambre. Naturaleza desconocida y desagradable o no seguían siendo animales y si su motivo de ser en el ciclo de este mundo era el de comerse la carne de los cadáveres y limpiar sus huesos, no tenían por qué ser juzgados por ello o apartados de su cometido. Y mucho menos si la alternativa era el fuego.
La idea de que su cuerpo fuera desperdiciado de esa manera solo por el rechazo a los gusanos era completamente incomprensible para el zawodny, que todavía pensaba en ello con aire ausente mientras entraba de vuelta en el torreón.
Tras un breve saludo a los que se habían quedado dentro y un respiro de alivio al ver que estaban tal y como los dejaron, todavía con la mente dispersa por los pensamientos sobre el fuego y el bajo ánimo, comenzó a sacar el contenido de la cesta que era más probable que no hubiera sido tocada. Los botes de grillos y paquetes de especias parecían tan intactos como habían estado los anteriores, pero igualmente pasó un trapo por ellos por precaución antes de sacarlos y ordenarlos, tras lo cual ayudó al resto a limpiar la fruta y verdura con el agua que había traído Airi. Aún así, aunque toda la comida pareciera limpia y libre de cualquier contaminación, Szczenyak no se atrevió a probar bocado hasta que algunos de sus compañeros lo hubieran hecho antes, y ni entonces comió demasiado.
Su estómago se había cerrado recordando el crujir de los huesos mientras los gusanos se movían entre ellos en busca de su desayuno.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreón Sendar
30/11/23, 02:07 pm
El chico seguía mirando receloso la comida, teniendo la guardia muy alta con ésta hasta que viese a alguien de comer. Solo ahí probaría bocado, comiendo más lento de lo acostumbrado por lo cortado que sentía el estómago a pesar del hambre que traía consigo. Para el italiano era una sensación agridulce comer, teniendo muy fresco lo que le pasó a Serena.
Y tras eso fueron pasando los días y, con ello, las semanas. Al principio Damian seguía obnubilado, sobre todo pensativo por los acontecimientos que le tocó vivir. Si lo de las ratas gigantes con púas ya fue un buen susto para el pequeño, tener que lidiar con una pérdida, un sentimiento muy nuevo para él, le tuvieron en una densa burbuja visible para el resto en la forma de un silencio extraño que poseería a Damian. No tenía por qué decir nada, ya lo hacía su cabeza por él, pesada, redundante en hechos pasados. Pensó en el resto desde que habló con Ethan, descubriendo la amarga verdad y, con ello, una creciente preocupación por perder al resto y, sobre todo, temía un poco más por sí mismo, de dormir para siempre como Serena hizo.
Por ello hizo en la segunda semana el esfuerzo mental de no pensar, evadirse y echar de su cabeza todos los malos pensamientos. Debido a eso empezó a hablar más, intentar ser como cuando antes todo era normal y, mientras estuviese en otras cosas, parecía funcionar bastante bien para el italiano. Recuperó poco a poco su rutina de levantarse temprano, motivándose para ser mejor por él mismo y por los demás también en un arranque infantil de no querer ser una piedra en el camino, como cuando ese pájaro se coló y no hizo otra cosa que sacar la daga y no usarla.
Lo anterior fue la chispa perfecta para encenderlo en más entrenamientos con Kalna, para aprender a usar ese cuchillo. Quería defenderse por su cuenta y, con el mango en sus manos, se sentía más seguro, más poderoso.
Con Aniol pasaba mucho tiempo, el que más. Jugar con él le ayudaba mucho, en su mejor amigo veía un sólido apoyo que le otorgaba luz en las penumbras más oscuras. Con Erseniak también fue una grata sorpresa, no se olvidó de la vez que lo puso a salvo y no lo culpó por hacerlo sin avisar. El hombre-animal era bueno con todos y su personalidad ayudó a Damian a no ver en él a un chucho apestoso, había más que eso. Con otros tuvo un apego especial, una forma de llamarlo sería como “hermanos mayores”. Ethan, Nohlem, Rag, Connor, Rick, Seseniak, todos ellos aparte de ser más mayores que Damian les servían como algo que seguir y aspirar. De una forma u otra, aprendía cosas nuevas de ellos así como de Kalna y Airi quienes, en parte, tenían aspectos que podía ver en su mama. Kalna tenía la fuerza y entereza; y Airi el aura de calma y amabilidad que emanaba.
Y así continuaron los días, forjando su relación con todos ellos tanto dentro de su castillo como fuera. No fue hasta la tercera semana donde la tensión volvió junto a aquel monstruo que se dignó a volver, a robar más cosas de su vida. Damian no lo podía aguantar, siquiera su propia visión le generaba rabia y ganas de hacerle daño. Insultos y maldiciones saldrían de su boca, dedicados a ese pollo maldito en el momento en que lo viese. Por ello, si escuchaba algo sobre querer eliminar aquella amenaza el italiano daría carta blanca, deseoso de ver eso cumplido.
Triplicó sus esfuerzos entrenando tanto por su cuenta como con Kalna y a veces con Rag, compaginándolo con su vida normal con toda la naturalidad del mundo. Era raro, perseguía un deseo frío pero, aun así, seguía teniendo momentos cercanos y risueños con los demás, en una inocencia que lo hacía un poco inconsciente de distinguir los pesos morales de lo que andaba pensando. No estaba de acuerdo con los puntos de vista de aquellos que no querían acabar con el pollo monstruoso de primeras, dando negativas al respecto.
Tras muchos intentos fallidos y muchos berrinches, Damian desistiría de la magia por el momento de la pura frustración. Se culpaba a sí mismo por no poder hacer lo que otros sí pueden y por mucho que intentase hacer algo de magia no lograba sentir nada, ni siquiera en la punta de sus dedos. Por eso se enfocó más en entrenar con su brillante daga por su cuenta, apuñalando el aire en torpes meneos. Eso le hacía sentir mejor, más preparado y más vivo por alguna razón, embriagándose él solo con su arma. Sin embargo el chico fue visto por la grandullona Kalna, dando un poco de guía al respecto.
Un mes entero pasó, un lapsus de tiempo que se le hizo rápido junto a todos, ameno a pesar de los altibajos. Esa mañana era como todas las demás, con la misma luz y el mismo entorno exceptuando por el hecho de que tenían planes.
Y tras eso fueron pasando los días y, con ello, las semanas. Al principio Damian seguía obnubilado, sobre todo pensativo por los acontecimientos que le tocó vivir. Si lo de las ratas gigantes con púas ya fue un buen susto para el pequeño, tener que lidiar con una pérdida, un sentimiento muy nuevo para él, le tuvieron en una densa burbuja visible para el resto en la forma de un silencio extraño que poseería a Damian. No tenía por qué decir nada, ya lo hacía su cabeza por él, pesada, redundante en hechos pasados. Pensó en el resto desde que habló con Ethan, descubriendo la amarga verdad y, con ello, una creciente preocupación por perder al resto y, sobre todo, temía un poco más por sí mismo, de dormir para siempre como Serena hizo.
Por ello hizo en la segunda semana el esfuerzo mental de no pensar, evadirse y echar de su cabeza todos los malos pensamientos. Debido a eso empezó a hablar más, intentar ser como cuando antes todo era normal y, mientras estuviese en otras cosas, parecía funcionar bastante bien para el italiano. Recuperó poco a poco su rutina de levantarse temprano, motivándose para ser mejor por él mismo y por los demás también en un arranque infantil de no querer ser una piedra en el camino, como cuando ese pájaro se coló y no hizo otra cosa que sacar la daga y no usarla.
Lo anterior fue la chispa perfecta para encenderlo en más entrenamientos con Kalna, para aprender a usar ese cuchillo. Quería defenderse por su cuenta y, con el mango en sus manos, se sentía más seguro, más poderoso.
Con Aniol pasaba mucho tiempo, el que más. Jugar con él le ayudaba mucho, en su mejor amigo veía un sólido apoyo que le otorgaba luz en las penumbras más oscuras. Con Erseniak también fue una grata sorpresa, no se olvidó de la vez que lo puso a salvo y no lo culpó por hacerlo sin avisar. El hombre-animal era bueno con todos y su personalidad ayudó a Damian a no ver en él a un chucho apestoso, había más que eso. Con otros tuvo un apego especial, una forma de llamarlo sería como “hermanos mayores”. Ethan, Nohlem, Rag, Connor, Rick, Seseniak, todos ellos aparte de ser más mayores que Damian les servían como algo que seguir y aspirar. De una forma u otra, aprendía cosas nuevas de ellos así como de Kalna y Airi quienes, en parte, tenían aspectos que podía ver en su mama. Kalna tenía la fuerza y entereza; y Airi el aura de calma y amabilidad que emanaba.
Y así continuaron los días, forjando su relación con todos ellos tanto dentro de su castillo como fuera. No fue hasta la tercera semana donde la tensión volvió junto a aquel monstruo que se dignó a volver, a robar más cosas de su vida. Damian no lo podía aguantar, siquiera su propia visión le generaba rabia y ganas de hacerle daño. Insultos y maldiciones saldrían de su boca, dedicados a ese pollo maldito en el momento en que lo viese. Por ello, si escuchaba algo sobre querer eliminar aquella amenaza el italiano daría carta blanca, deseoso de ver eso cumplido.
Triplicó sus esfuerzos entrenando tanto por su cuenta como con Kalna y a veces con Rag, compaginándolo con su vida normal con toda la naturalidad del mundo. Era raro, perseguía un deseo frío pero, aun así, seguía teniendo momentos cercanos y risueños con los demás, en una inocencia que lo hacía un poco inconsciente de distinguir los pesos morales de lo que andaba pensando. No estaba de acuerdo con los puntos de vista de aquellos que no querían acabar con el pollo monstruoso de primeras, dando negativas al respecto.
Tras muchos intentos fallidos y muchos berrinches, Damian desistiría de la magia por el momento de la pura frustración. Se culpaba a sí mismo por no poder hacer lo que otros sí pueden y por mucho que intentase hacer algo de magia no lograba sentir nada, ni siquiera en la punta de sus dedos. Por eso se enfocó más en entrenar con su brillante daga por su cuenta, apuñalando el aire en torpes meneos. Eso le hacía sentir mejor, más preparado y más vivo por alguna razón, embriagándose él solo con su arma. Sin embargo el chico fue visto por la grandullona Kalna, dando un poco de guía al respecto.
Un mes entero pasó, un lapsus de tiempo que se le hizo rápido junto a todos, ameno a pesar de los altibajos. Esa mañana era como todas las demás, con la misma luz y el mismo entorno exceptuando por el hecho de que tenían planes.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Sendar
01/12/23, 05:43 pm
Nada habría preparado a Nohlem al momento en el que hablar de funerales le suponiera un alivio. La muerte nunca había caminado cerca suya, al menos no desde hacía una década, con la muerte de su abuelo, un hombre del que por tener no tenía ni opinión. Tras el “entierro” de Serena fue, durante días, de lo poco en lo que pensaba. Compartió sus peticiones con el grupo, pero sobre todo con Kalna, quien ya le había visto en tan lamentable intento por cumplir lo que él creía correcto. No estaba orgulloso de ello, pero confiaba en la chica más que en sí mismo llegado el momento si era inevitable.
No quería morirse, no tan lejos de casa, pero mantenerse vivo estaba siendo tan difícil que alguien tendría que recordarle porqué merecía la pena intentarlo. Por eso Nohlem no se dio tregua y acudió a aquello que le ayudaba, la gente y el ocio, porque sanar en paz y silencio era algo que a él no le funcionaba, incluso cuando su mente divagaba y a veces le costaba seguir el ritmo de sus propios pensamientos, ajeno y aislado. Temía ser olvidado, así que qué menos que perdurar en las relaciones que formase, caer en gracia, marcar una diferencia, dejar su letra escrita en algo (o en alguien) que durase más tiempo que él. De la misma forma se dejaría marcar por los demás. Ni siquiera Serena merecía caer presa del olvido, por mucho que Nohlem desconociera si pensaba bien de ella por buena fe o superstición.
Se dejó conocer y se esforzó por conocer a otros, permitiendo que las palabras sobre su mundo y sobre sí mismo fluyeran y empañasen su mente hasta que la melancolía que arrastraban actuase de combustible, no de hándicap. Nohlem, orgulloso hijo de orfebres, con una hermana demasiado detallada para ser ficticia, con una casa espectacular y una vida floja y acomodada, de costumbres estrictas, con demasiado gusto por el juego, la música y la compañía, por los chicos que cocinan y las chicas que arreglan flores, por los deportes de puntería y el sabor a mar.
Le dedicó tiempo a los niños, le dedicó tiempo a sus amigos y compañeros, fueran charlas cortas y tontas o dudas profundas como las que tenía Damian sobre el amor, fuera ponerse guapo con Connor o hacer guardias nocturnas con Ethan, enseñar a Rick, Airi y Colmillo y sentirse útil como profesor, incluso competir de buena fe por quien tiraba mejor. Jugar al escondite o a las adivinanzas, dibujar y ayudar, escribir y adaptar canciones hasta que rimasen de nuevo sin perder significado, canturrear al aire y tirar con arco, cosas tontas, significativas, para que el tiempo pasase más rápido. Porque qué caprichoso era y que lento se sucedía a veces.
Una semana, luego dos. La esperanza brillaba con la debilidad de una cerilla, pero con toda la indiscreción del mundo al ser la única fuente de luz en un cuarto demasiado oscuro. El fuego no crecía, no calentaba, pero al menos a cada día que pasaba estaban más cerca de la fuente. La ciudad también les dio tregua, permitiendo que la cerilla iluminase sin vergüenza, sin muebles de por medio, días que pasaban sin altercados como si el karma supiera que se había excedido con ellos. Y aunque estuviera más despejado y de mejor humor, en el fondo Nohlem sabía que era cuestión de tiempo que algo pasase, que una rama seca mal pisada le recordase al monstruo durmiente de fuera que seguían allí.
Lo que no esperaba es que aquel que seguía allí fuera el asesino de Serena. El mismo ser al que había disparado por intentar matarlos a todos. Supuestamente el karma era justo, pero aquello no lo era. Dos semanas para recuperarse. Otras dos para perder los nervios.
El ave para nada sutil volvió a las andadas, y menos mal que tras el incidente del veneno y las ratas con pinchos habían decidido ser prudentes con la comida, pues por culpa del monstruo amenazó con escasear. Comida tirada, abierta y rota, impregnada de miel tóxica. La frustración de estar allí, un sentimiento que hasta ahora había experimentado en ocasiones más o menos puntuales bajo la sombra del malestar, se volvió un estado pesado y permanente. Atrás en el tiempo su primer instinto fue matar a Sutileza, y lo sería una segunda vez, nada más al verle reaparecer. Tantas flechas gastadas intentando atinar a su corazón, todo para que alzase el vuelo y huyese una vez más.
No era justo que ellos hubiesen perdido a Serena y ese condenado parásito solo hubiera pasado un susto. Vale que la pelirroja hubiera puesto todo el karma en su contra, pero… ¿tanto para eso? Nohlem lo quería tan muerto y olvidado como el que más, y es que por mucho que hablase (estaba convencido de que su voz era robada), seguía siendo una alimaña. No era varmano, ni humano, sanaí, mjorní o vittya, sino un monstruo que no merecía tener nombre propio. La gente con la cabeza más fría consideró otros planes para él: capturarle y sonsacarle información, lo cual al granta le pareció lo suficiente razonable como para no inmiscuirse con sus deseos más viscerales. Lo atraparían, le harían cantar, y entonces quizá el pájaro desease estar muerto. Pensaba hacerse una flecha nueva con cada una de sus plumas, siguiera respirando o no.
Por supuesto el malestar hizo mella en él, notable no tanto por la fuerza de los sentimientos negativos sino por el contraste con su actitud semanas previas. Animarse era difícil, y si ni él creía sus propios engaños menos podía fingir con los demás. Sus clases con arco se volvieron estrictas, al punto de no poder importarle menos que Rick las abandonase, de no darse por aludido, de no querer malgastar flechas con tiros erróneos como si temiera el no tener suficientes para clavar al pájaro al suelo llegado el momento. Eran un recurso valioso, finito, y fallar era un lujo que no podían permitirse. A sus pasatiempos se sumaron afilar puntas de flecha y preguntarse a dónde coño había ido el papel, sospechoso teniendo en cuenta de que al pozo seguían sumándose más y más animalitos.
En semejante martirio de días en los que conseguir comida era una incógnita constante, en los que volvían a hacer guardias o él mismo despertaba mortalmente temprano para vigilar desde la azotea que ningún ser desleable se acercara a su refugio, al menos seguían teniendo algo positivo a lo que aferrarse. Los cristales brillantes cuyo protagonismo había sido relegado a mero relleno tras los incidentes resultaron ser algo así como “baterías mágicas”, cargadores de energía que, efectivamente, funcionaban con sangre. Los supuestos hechizos que había en el extraño libro de cocina dejaron de ser tan supuestos, y lo que el granta habría creído imposible, un motor para novela de aventuras, resultó ser tan real como el lobo bípedo que era Scszeniak y las enseñanzas del lagarto morado que era Räg. Que la magia existiera no debía sorprenderle a estas alturas, no en semejante mundo, pero… ¿ser capaz de hacerla? Eso era otra madera.
Una “tontería” como que el agua se calentase a comando o que la punta de su lápiz se tiñera de verde eran cambios tan valiosos que, aunque la esperanza siguiera lejana, oculta tras capas y capas de duda, el granta podía notar su calor. No fuera, algo que alcanzar como lo era el objetivo de cumplir el año, sino desde dentro. Un pulso como el de su corazón, como el de la alegría. Tenía magia, podía hacer magia. Kalna tenía razón. Y aunque él no fuera el mejor alumno, aunque fuera torpe y las letras bailasen cuando estaba nervioso y necesitase leer las instrucciones más veces que los demás, ser capaz de algo nuevo le hacía una ilusión extraña. Igual que una canción bien tocada después de años practicando.
Por eso quería salir. Más allá de los límites, de las cestas y el territorio en el que se moviera el ave monstruosa. Igual que habían encontrado magia en un faro abandonado, podía haber más libros y recursos esperando a ser descubiertos en las profundidades de la ciudad. Igual que les habían dado armas para defenderse o techo bajo el que dormir, igual que les mandaban comida en una bañera… ¿no sería explorar parte del reto?
Llevaba la cuenta de los días, una marca en un papel, su reloj y el semanario de Aniol para medirlo. Ver los números bajar era lento y tedioso (401, 400, 399, 398…) pero pasado un mes entero, prácticamente mes y medio en total, hacía de la esperanza a sobrevivir un año un improbable, no un imposible.
Ese día, 10 de mimbre -o dimimbre, según Aniol el mes humano más importante del año-, la suerte parecía sonreirles. Habían llegado antes que el pájaro a las cestas, por lo que tenían las panzas tan llenas como la despensa y el ánimo avivado para atreverse a una excursión. Puede que fuera rizar el rizo, definitivamente demasiado pronto para cantar victoria, un arrebato de confianza y una trampa rozando el ser activada, pero si había recompensas esperando por ellos, alguna ventaja no escrita con la que sobrevivir, merecería la pena el riesgo. O eso quería pensar. Quitando su habitual plumífero problema habían tenido tregua con otros monstruos, por supuesto lo lógico y lo más sano era pensar que el exterior seguía tan peligroso como el primer día, pero… encerrarce en el torreón no les hacía estar más a salvo, y eso lo sabían todos.
El brillante edificio a lo lejos, cuyo constante titilar le recordaba a una cascada de fuego, sería su meta hoy. Con un poco de suerte la cerilla que era sus esperanzas no se apagaría todavía. Con un poco de suerte, buena compañía, un cuchillo y un arco a la espalda, claro está.
No quería morirse, no tan lejos de casa, pero mantenerse vivo estaba siendo tan difícil que alguien tendría que recordarle porqué merecía la pena intentarlo. Por eso Nohlem no se dio tregua y acudió a aquello que le ayudaba, la gente y el ocio, porque sanar en paz y silencio era algo que a él no le funcionaba, incluso cuando su mente divagaba y a veces le costaba seguir el ritmo de sus propios pensamientos, ajeno y aislado. Temía ser olvidado, así que qué menos que perdurar en las relaciones que formase, caer en gracia, marcar una diferencia, dejar su letra escrita en algo (o en alguien) que durase más tiempo que él. De la misma forma se dejaría marcar por los demás. Ni siquiera Serena merecía caer presa del olvido, por mucho que Nohlem desconociera si pensaba bien de ella por buena fe o superstición.
Se dejó conocer y se esforzó por conocer a otros, permitiendo que las palabras sobre su mundo y sobre sí mismo fluyeran y empañasen su mente hasta que la melancolía que arrastraban actuase de combustible, no de hándicap. Nohlem, orgulloso hijo de orfebres, con una hermana demasiado detallada para ser ficticia, con una casa espectacular y una vida floja y acomodada, de costumbres estrictas, con demasiado gusto por el juego, la música y la compañía, por los chicos que cocinan y las chicas que arreglan flores, por los deportes de puntería y el sabor a mar.
Le dedicó tiempo a los niños, le dedicó tiempo a sus amigos y compañeros, fueran charlas cortas y tontas o dudas profundas como las que tenía Damian sobre el amor, fuera ponerse guapo con Connor o hacer guardias nocturnas con Ethan, enseñar a Rick, Airi y Colmillo y sentirse útil como profesor, incluso competir de buena fe por quien tiraba mejor. Jugar al escondite o a las adivinanzas, dibujar y ayudar, escribir y adaptar canciones hasta que rimasen de nuevo sin perder significado, canturrear al aire y tirar con arco, cosas tontas, significativas, para que el tiempo pasase más rápido. Porque qué caprichoso era y que lento se sucedía a veces.
Una semana, luego dos. La esperanza brillaba con la debilidad de una cerilla, pero con toda la indiscreción del mundo al ser la única fuente de luz en un cuarto demasiado oscuro. El fuego no crecía, no calentaba, pero al menos a cada día que pasaba estaban más cerca de la fuente. La ciudad también les dio tregua, permitiendo que la cerilla iluminase sin vergüenza, sin muebles de por medio, días que pasaban sin altercados como si el karma supiera que se había excedido con ellos. Y aunque estuviera más despejado y de mejor humor, en el fondo Nohlem sabía que era cuestión de tiempo que algo pasase, que una rama seca mal pisada le recordase al monstruo durmiente de fuera que seguían allí.
Lo que no esperaba es que aquel que seguía allí fuera el asesino de Serena. El mismo ser al que había disparado por intentar matarlos a todos. Supuestamente el karma era justo, pero aquello no lo era. Dos semanas para recuperarse. Otras dos para perder los nervios.
El ave para nada sutil volvió a las andadas, y menos mal que tras el incidente del veneno y las ratas con pinchos habían decidido ser prudentes con la comida, pues por culpa del monstruo amenazó con escasear. Comida tirada, abierta y rota, impregnada de miel tóxica. La frustración de estar allí, un sentimiento que hasta ahora había experimentado en ocasiones más o menos puntuales bajo la sombra del malestar, se volvió un estado pesado y permanente. Atrás en el tiempo su primer instinto fue matar a Sutileza, y lo sería una segunda vez, nada más al verle reaparecer. Tantas flechas gastadas intentando atinar a su corazón, todo para que alzase el vuelo y huyese una vez más.
No era justo que ellos hubiesen perdido a Serena y ese condenado parásito solo hubiera pasado un susto. Vale que la pelirroja hubiera puesto todo el karma en su contra, pero… ¿tanto para eso? Nohlem lo quería tan muerto y olvidado como el que más, y es que por mucho que hablase (estaba convencido de que su voz era robada), seguía siendo una alimaña. No era varmano, ni humano, sanaí, mjorní o vittya, sino un monstruo que no merecía tener nombre propio. La gente con la cabeza más fría consideró otros planes para él: capturarle y sonsacarle información, lo cual al granta le pareció lo suficiente razonable como para no inmiscuirse con sus deseos más viscerales. Lo atraparían, le harían cantar, y entonces quizá el pájaro desease estar muerto. Pensaba hacerse una flecha nueva con cada una de sus plumas, siguiera respirando o no.
Por supuesto el malestar hizo mella en él, notable no tanto por la fuerza de los sentimientos negativos sino por el contraste con su actitud semanas previas. Animarse era difícil, y si ni él creía sus propios engaños menos podía fingir con los demás. Sus clases con arco se volvieron estrictas, al punto de no poder importarle menos que Rick las abandonase, de no darse por aludido, de no querer malgastar flechas con tiros erróneos como si temiera el no tener suficientes para clavar al pájaro al suelo llegado el momento. Eran un recurso valioso, finito, y fallar era un lujo que no podían permitirse. A sus pasatiempos se sumaron afilar puntas de flecha y preguntarse a dónde coño había ido el papel, sospechoso teniendo en cuenta de que al pozo seguían sumándose más y más animalitos.
En semejante martirio de días en los que conseguir comida era una incógnita constante, en los que volvían a hacer guardias o él mismo despertaba mortalmente temprano para vigilar desde la azotea que ningún ser desleable se acercara a su refugio, al menos seguían teniendo algo positivo a lo que aferrarse. Los cristales brillantes cuyo protagonismo había sido relegado a mero relleno tras los incidentes resultaron ser algo así como “baterías mágicas”, cargadores de energía que, efectivamente, funcionaban con sangre. Los supuestos hechizos que había en el extraño libro de cocina dejaron de ser tan supuestos, y lo que el granta habría creído imposible, un motor para novela de aventuras, resultó ser tan real como el lobo bípedo que era Scszeniak y las enseñanzas del lagarto morado que era Räg. Que la magia existiera no debía sorprenderle a estas alturas, no en semejante mundo, pero… ¿ser capaz de hacerla? Eso era otra madera.
Una “tontería” como que el agua se calentase a comando o que la punta de su lápiz se tiñera de verde eran cambios tan valiosos que, aunque la esperanza siguiera lejana, oculta tras capas y capas de duda, el granta podía notar su calor. No fuera, algo que alcanzar como lo era el objetivo de cumplir el año, sino desde dentro. Un pulso como el de su corazón, como el de la alegría. Tenía magia, podía hacer magia. Kalna tenía razón. Y aunque él no fuera el mejor alumno, aunque fuera torpe y las letras bailasen cuando estaba nervioso y necesitase leer las instrucciones más veces que los demás, ser capaz de algo nuevo le hacía una ilusión extraña. Igual que una canción bien tocada después de años practicando.
Por eso quería salir. Más allá de los límites, de las cestas y el territorio en el que se moviera el ave monstruosa. Igual que habían encontrado magia en un faro abandonado, podía haber más libros y recursos esperando a ser descubiertos en las profundidades de la ciudad. Igual que les habían dado armas para defenderse o techo bajo el que dormir, igual que les mandaban comida en una bañera… ¿no sería explorar parte del reto?
Llevaba la cuenta de los días, una marca en un papel, su reloj y el semanario de Aniol para medirlo. Ver los números bajar era lento y tedioso (401, 400, 399, 398…) pero pasado un mes entero, prácticamente mes y medio en total, hacía de la esperanza a sobrevivir un año un improbable, no un imposible.
—
Ese día, 10 de mimbre -o dimimbre, según Aniol el mes humano más importante del año-, la suerte parecía sonreirles. Habían llegado antes que el pájaro a las cestas, por lo que tenían las panzas tan llenas como la despensa y el ánimo avivado para atreverse a una excursión. Puede que fuera rizar el rizo, definitivamente demasiado pronto para cantar victoria, un arrebato de confianza y una trampa rozando el ser activada, pero si había recompensas esperando por ellos, alguna ventaja no escrita con la que sobrevivir, merecería la pena el riesgo. O eso quería pensar. Quitando su habitual plumífero problema habían tenido tregua con otros monstruos, por supuesto lo lógico y lo más sano era pensar que el exterior seguía tan peligroso como el primer día, pero… encerrarce en el torreón no les hacía estar más a salvo, y eso lo sabían todos.
El brillante edificio a lo lejos, cuyo constante titilar le recordaba a una cascada de fuego, sería su meta hoy. Con un poco de suerte la cerilla que era sus esperanzas no se apagaría todavía. Con un poco de suerte, buena compañía, un cuchillo y un arco a la espalda, claro está.
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Sendar
01/12/23, 07:40 pm
Los días pasaron para un Aniol que, al igual que las estaciones, fue mutando hacia un invierno apático y sin muchos cambios atmosféricos. Durante las dos primeras semanas el niño pensaba que aquellas serían sus Navidades más tristes hasta la fecha. No era solo la ausencia de Serena o la proximidad del 31 de Diciembre (el día que cumpliría 11 años), si no que allí, rodeado de multitud de calles angostas y vacías, se encontraba lejos de escuchar el sonido de los cascabeles y la risa de sus hermanas. No sonaban villancicos más que el crepitar de algún murciélago flamígero, ni había polvorones más que consumir alguna pieza de fruta cuando no le tenía miedo a dar un bocado.
¿Dónde estaba la nieve? ¿Y la tormenta?
Aquellas eran preguntas recurrentes que el polaco lanzaba al aire en algunas ocasiones puede que para distanciarse de la presencia de la muerte y del adiós. Para no escuchar las conversaciones con voz tensa y baja que los mayores mantenían al hablar de la criatura. Ésta seguía con vida, por cierto, más no para Aniol que se esforzaba por ignorar todo lo que tuviera que ver con algo mínimamente negativo. De por sí cada segundo que permanecía en ese mundo ya lo era, así que si algo acudía a su mente solo tenía que tirar del retrete una vez más y fingir que no lo había oído, o visto por el rabillo del ojo. O soñado, ya puestos.
Por suerte y probablemente al contrario que sus compañeros el humor del churumbel fue mejorando conforme las provisiones se reducían por culpa de Sutileza. Rocavarancolia les estaba dando margen y si avistó al pájaro en alguna de las salidas se dijo así mismo que se trataba de una paloma cualquiera desprovista de voces infantiles y gestos de burla.
Sí, los tiempos mejoraron en cuanto la magia rozó la yema de sus dedos. Gracias a las pruebas que Räg y Kalna realizaron con los cristales (o “gusiluz mágicos”, así es como él los llamaba) pudieron comprobar que se trataba de una especie de cargadores que al estar cerca de ellos les permitía realizar los hechizos que Abel y Rick trajeron del faro. La noticia cayó como el regalo con el lazo más grande del mundo. Y esta sensación de euforia aumentó más cuando se dio cuenta de que se le daba especialmente bien doblegar la realidad a su antojo. Al fin entendía un poco por qué Akeyo Kau le anunció que era una persona especial. Solo tenía que esperar un poquito y sería el hechicero más poderoso que jamás se recuerde. De momento se conformaba con teñir prendas viejas de los baúles y poder recrear el olor grasiento de la churrería cuando se quedaba solo en una de las habitaciones de Sendar.
Su desmesurada imaginación ayudó a que aburrirse fuera una tarea difícil pero fue la presencia de sus compañeros lo que terminó por bajar su guardia del todo. Aniol se volcó por completo en las dinámicas, luchando por trazar historias de amor descabelladas que solo ocurrían en su cabeza (esta vez se esforzó de veras para que no se escaparan de allá, ya que no estaba el horno para bollos), jugando al escondite o a los pasatiempos que Airi proponía proveniente de las tradiciones de su tierra.
Practicaba conjuros, entrenaba con Räg el uso del bastón (más para pasar el rato con el mjorní que otra cosa) y a la noche alternaba entre caer rendido en el falso refugio o en el cobijo que le ofrecía el pelito de Colmillo y su particular forma de ser.
La sorpresa que germinó del caos fue Connor. Bruto. Hosco. Malhablado. ¿Pero infundía tanto miedo en realidad? Aniol se alegró de ver que podía hablar con él y pronto empezaría a buscar su presencia para picarle con ñoñerías que sabía no le gustaban. Se dijo que el canadiense merecía tener una Navidad especial por todo lo que había parecido pasar, así que no tardó en escribir con ilusión la carta al Señor Santa en la intimidad de la noche. Cuando estuviera lista no sabía como enviarla para que los duendecillos se la llevaran a Papá Noel, pero ya pensaría algo.
Damian, Nohlem y Ethan no se presentaron como una sorpresa. El primero le recordaba que al menos por unos años todavía podían jugar a ser lo que eran, unos niños con ganas de volar por encima de las nubes e imaginar que podían ser guerreros o damiselas de cuento que no necesitaban a nadie para salir del apuro. La personalidad cálida pero vibrante del granta serían atrayentes para cualquiera, más para un niño que aprendía de sus gestos y de las formas que tenía de relacionarse con los demás sin ser siquiera consciente de ello. ¡Incluso soltaba "Santos" cuando se asombraba por algo! Llevar la cuenta de manera conjunta gracias a sus semanarios derivó en algo divertido y familiar. Uno con números más altos y tediosos, el otro con una esperanza eterna y más breve ante las festividades.
Ethan necesitaba un punto aparte. Seis semanas bastaron para que Aniol lo considerara algo más que un amigo, la afinidad y el apego que sentía hacia él era tal que la figura de una especie de hermano mayor anidaba en su vientre, con miedo a encender una llama que el medio japonés pudiera apagar de golpe, quizás asustado por lo rápido que el niño se encariñaba con la gente. Los ratos que pasaba con él eran sin duda un remanso de paz al que podría acostumbrarse. No tardó en darse cuenta de que de alguna manera podía ser mutuo, ya que no quedaba papel para nadie, pero si él o Damian necesitaban dibujar algo (o Rambo se había espachurrado otra vez) los folios surgían de Rudolf sabía donde.
Y así llegó la mañana que acontecía. Algunos de sus compañeros seguían pasándolo mal ya que comprendían un peligro mayor que él ignoraba. Rick solía verse muy preocupado. Räg a veces daba la sensación de que no estaba. Pero todos querían explorar. Puede que esta vez les sentara bien, tenía que hacerlo.
Si se concentraba lo suficiente incluso podía olvidar que alguna vez catorce personas convivieron juntas en lugar de trece.
Eso tenía que ser bueno...
¿No?
¿Dónde estaba la nieve? ¿Y la tormenta?
Aquellas eran preguntas recurrentes que el polaco lanzaba al aire en algunas ocasiones puede que para distanciarse de la presencia de la muerte y del adiós. Para no escuchar las conversaciones con voz tensa y baja que los mayores mantenían al hablar de la criatura. Ésta seguía con vida, por cierto, más no para Aniol que se esforzaba por ignorar todo lo que tuviera que ver con algo mínimamente negativo. De por sí cada segundo que permanecía en ese mundo ya lo era, así que si algo acudía a su mente solo tenía que tirar del retrete una vez más y fingir que no lo había oído, o visto por el rabillo del ojo. O soñado, ya puestos.
Por suerte y probablemente al contrario que sus compañeros el humor del churumbel fue mejorando conforme las provisiones se reducían por culpa de Sutileza. Rocavarancolia les estaba dando margen y si avistó al pájaro en alguna de las salidas se dijo así mismo que se trataba de una paloma cualquiera desprovista de voces infantiles y gestos de burla.
Sí, los tiempos mejoraron en cuanto la magia rozó la yema de sus dedos. Gracias a las pruebas que Räg y Kalna realizaron con los cristales (o “gusiluz mágicos”, así es como él los llamaba) pudieron comprobar que se trataba de una especie de cargadores que al estar cerca de ellos les permitía realizar los hechizos que Abel y Rick trajeron del faro. La noticia cayó como el regalo con el lazo más grande del mundo. Y esta sensación de euforia aumentó más cuando se dio cuenta de que se le daba especialmente bien doblegar la realidad a su antojo. Al fin entendía un poco por qué Akeyo Kau le anunció que era una persona especial. Solo tenía que esperar un poquito y sería el hechicero más poderoso que jamás se recuerde. De momento se conformaba con teñir prendas viejas de los baúles y poder recrear el olor grasiento de la churrería cuando se quedaba solo en una de las habitaciones de Sendar.
Su desmesurada imaginación ayudó a que aburrirse fuera una tarea difícil pero fue la presencia de sus compañeros lo que terminó por bajar su guardia del todo. Aniol se volcó por completo en las dinámicas, luchando por trazar historias de amor descabelladas que solo ocurrían en su cabeza (esta vez se esforzó de veras para que no se escaparan de allá, ya que no estaba el horno para bollos), jugando al escondite o a los pasatiempos que Airi proponía proveniente de las tradiciones de su tierra.
Practicaba conjuros, entrenaba con Räg el uso del bastón (más para pasar el rato con el mjorní que otra cosa) y a la noche alternaba entre caer rendido en el falso refugio o en el cobijo que le ofrecía el pelito de Colmillo y su particular forma de ser.
La sorpresa que germinó del caos fue Connor. Bruto. Hosco. Malhablado. ¿Pero infundía tanto miedo en realidad? Aniol se alegró de ver que podía hablar con él y pronto empezaría a buscar su presencia para picarle con ñoñerías que sabía no le gustaban. Se dijo que el canadiense merecía tener una Navidad especial por todo lo que había parecido pasar, así que no tardó en escribir con ilusión la carta al Señor Santa en la intimidad de la noche. Cuando estuviera lista no sabía como enviarla para que los duendecillos se la llevaran a Papá Noel, pero ya pensaría algo.
Damian, Nohlem y Ethan no se presentaron como una sorpresa. El primero le recordaba que al menos por unos años todavía podían jugar a ser lo que eran, unos niños con ganas de volar por encima de las nubes e imaginar que podían ser guerreros o damiselas de cuento que no necesitaban a nadie para salir del apuro. La personalidad cálida pero vibrante del granta serían atrayentes para cualquiera, más para un niño que aprendía de sus gestos y de las formas que tenía de relacionarse con los demás sin ser siquiera consciente de ello. ¡Incluso soltaba "Santos" cuando se asombraba por algo! Llevar la cuenta de manera conjunta gracias a sus semanarios derivó en algo divertido y familiar. Uno con números más altos y tediosos, el otro con una esperanza eterna y más breve ante las festividades.
Ethan necesitaba un punto aparte. Seis semanas bastaron para que Aniol lo considerara algo más que un amigo, la afinidad y el apego que sentía hacia él era tal que la figura de una especie de hermano mayor anidaba en su vientre, con miedo a encender una llama que el medio japonés pudiera apagar de golpe, quizás asustado por lo rápido que el niño se encariñaba con la gente. Los ratos que pasaba con él eran sin duda un remanso de paz al que podría acostumbrarse. No tardó en darse cuenta de que de alguna manera podía ser mutuo, ya que no quedaba papel para nadie, pero si él o Damian necesitaban dibujar algo (o Rambo se había espachurrado otra vez) los folios surgían de Rudolf sabía donde.
—
Y así llegó la mañana que acontecía. Algunos de sus compañeros seguían pasándolo mal ya que comprendían un peligro mayor que él ignoraba. Rick solía verse muy preocupado. Räg a veces daba la sensación de que no estaba. Pero todos querían explorar. Puede que esta vez les sentara bien, tenía que hacerlo.
Si se concentraba lo suficiente incluso podía olvidar que alguna vez catorce personas convivieron juntas en lugar de trece.
Eso tenía que ser bueno...
¿No?
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carismaPersonajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreón Sendar
03/12/23, 04:19 pm
El resto de aquel día fue tranquilo, al menos todo lo que podía ser luego de un funeral y todo lo ocurrido el día anterior. La comida la limpiaron por si acaso igualmente, pero a Rick le alivió comprobar que no tenía signos de haber sido manipulada. Aquello no quitó que comiera lentamente, por una parte aún con cierto recelo de que hubieran disimulado mejor el veneno y por otra el peso de los acontecimientos. Al menos sentir el estómago lleno fue una pequeña alegría.
Las dos primeras semanas para el neoyorquino fueron un momento para sanar y replantearse sus movimientos en la ciudad. Los días siguientes todavía estaba algo alicaído, aunque quisiera salir adelante las crudas imágenes de ese fatídico día le perseguían hasta en sueños. El esfuerzo por mejorar estuvo presente siempre y, a la vez que fueron pasando los días y el resto iba mejorando algo su humor, el de Rick también se fue recuperando poco a poco. Llegó el punto en el que estaba casi tan abierto como el día que llegó a la ciudad, hablando animadamente con todo el mundo en sus ratos libres, un poco más frecuentemente con Kalna, Räg y sus compañeros de cuarto, pero había una diferencia clave. Esta vez no pecaba de optimista y, aunque tranquilo, estaba atento ante la menor señal de peligro. Que ese tiempo estuviera siendo pacífico no quería decir que estuvieran a salvo, Rocavarancolia les había enseñado eso por las malas. Por ello le pareció bien empezar a racionar la comida como medida preventiva a más saboteos y se ofreció para hacer algunos turnos de guardia a la noche.
Esas semanas los entrenamientos con armas se convirtieron en una de sus prioridades. Con el sable seguía practicando y, aunque lejos de ganarle a la libense, conseguía aguantar más en los combates de práctica. El estilo que estaba desarrollando se basaba en observar al adversario, ser consciente de sus movimientos, sus puntos fuertes y sus debilidades para aprovecharlas a su favor. Tenía claro que sería todo un reto contra un enemigo desconocido, fuera inteligente o no, pero pensaba que podría sacarles de algún un apuro si lo refinaba. Las clases de arco las tomó con más ganas que antes, debido también a que las heridas de las espinas estaban ya casi curadas del todo, lo que le permitía esforzarse al máximo. Si aprender combate cuerpo a cuerpo le gustaba por la novedad, ésta le encantaba por un sentimiento de cierta familiaridad. Además, el buen ambiente con Nohlem, Szczenyak, Airi y el resto que se apuntaba ayudaba bastante.
Por otra parte, tener unas semanas de calma le sirvió para continuar pensando tanto en estrategia como en los misterios que se había propuesto descubrir. Lo primero iba de la mano de los entrenamientos y la información que tenían por el momento. El mapa lo seguía rellenando durante las salidas y en algunos momentos intentaba pensar en formas de evitar más accidentes, pero sin salir de aquella "zona de confort" no iba a sacar nuevas conclusiones. Así que, en cuanto se comentó la idea, el neoyorquino se mostró a favor de realizar expediciones, ya fueran cerca del refugio o explorar más lejos. En todas las salidas iba atento al entorno, tanto para vigilar si había algún peligro cerca como en búsqueda de recursos y nuevas pistas. Por qué los habían atacado, qué motivo tenían para llevarlos a una ciudad en ruinas y sobrevivir... eran muchas preguntas a las que de momento no parecía encontrar una buena respuesta. También tenía otra pregunta más y es que de vez en cuando seguía viendo hojas mecidas por el viento cerca del torreón. No habían visto ni un solo árbol hasta el momento, pero debía haberlos en alguna parte, ¿no?. Estaría atento por si en una salida encontraba de dónde salían.
Además, entre los escombros o en algún edificio podían encontrar más libros de magia, u otra cosa útil. -(Tal vez haya algo para guardar lo que queda antes de llevárselo a su familia)- Sí, aquello también tenía un hueco en su cabeza. Además de la despedida, días después acompañó a Airi y Kalna a grabar su nombre cerca del torreón, una costumbre del mundo de le sanaí. Siempre que pasaban cerca de esa pared la miraba, en recuerdo silencio de alguien que ya no estaba, pero aún quedaba comunicárselo a su familia. No podía dejar en una dolorosa incertidumbre a los seres queridos de Serena, aunque todavía quedara lejos el momento en que pudieran regresar a La Tierra.
Uno de los descubrimientos más importantes de esos días fue cómo funcionaba la magia. Gracias a los experimentos de Rägjynn y Kalna, descubrieron que los cristales almacenaban magia y era necesarios para realizar los hechizos. Por supuesto, Rick se unió a la primera prueba con muchísimo interés... pero algo fallaba. Por más que repitiera el conjuro y los gestos, comprobando que no se estuviera equivocando, no pasaba nada, no había ningún cosquilleo ni chispas. Según el mjörní no todo el mundo tenía la capacidad de hacer magia y, aunque no podía negar que la idea le fastidiaba un poco, Rick no se tomó mal la revelación. Al contrario, eso solo hizo que a los misterios se sumara el por qué de ello. Aún si él era incapaz, ver a otros haciendo magia, algo impensable si le preguntaban hasta hacía un mes, era fascinante. Lo sentía como cuando descubrías de pequeño lo más básico de la ciencia y los fenómenos naturales, tan impresionantes aunque solo fueran la puerta de entrada a un mundo mucho más complejo e interesante. Si no estaba entrenando, a veces se unía a las clases simplemente para ver los avances y los nuevos conjuros que comenzaban a realizar.
Pero claro, no todo iba a ir bien. Estaba listo para otro peligro, pero lo que no se esperó es que la amenaza fuera de nuevo ese pájaro. Sutileza seguía vivo, y tenía más ganas que antes de joderles. La primera vez que lo vieron le dio un vuelco el corazón, aunque lo peor para él era la actitud. Se burlaba de ellos, los vigilaba de vez en cuando y al menor signo de amenaza se iba. Era una sensación horrible, más aún cuando empezó a actuar. La comida empezaba a escasear aunque madrugaran, el ser emplumado podía volar y se encargaba de dejarles sin nada o, a peor fe aún, dejarles solo la miel que ya habían comprobado que no era comestible. Por más que le diera vueltas no entendía el por qué de sus acciones y no quería dejarse llevar por la rabia y frustración creciente que sentía. Sus tareas en el torreón no cambiaron, si bien cualquiera lo podría encontrar más serio y pensativo, ojeando de vez en cuando al exterior por alguna ventana. No le quitó la palabra a nadie, pero con algunos de sus compañeros si que sintió algo de incomodidad. Lo estricto que se había vuelto Nohlem en las clases lo llevó a practicar por su cuenta y algunas reacciones con todo lo que estaba pasando no le terminaban de gustar aunque entendiera de donde venían.
El chico necesitaba respuestas y también tenía claro que tenían que conseguir que les dejara en paz de una vez por todas. No iba a dejarse matar ni que nadie más saliera herido, pero si podía evitarlo no se rebajaría al nivel del pajarraco. -(Si tan solo pudiéramos atraparlo...)- pensaba a veces al verlo en la lejanía, hasta que surgió otro pensamiento: ¿Por qué no intentarlo? Brevemente le preguntó a Kalna si sería viable elaborar un plan para capturarlo e interrogarlo y al poco de verlo posible, decidieron reunir a todo el grupo para plantearlo. Su postura al respecto de qué hacer luego, aunque no terminaba de tenerlo claro, no pasaba por deshacerse de él. No tendría problemas en decirlo si salía el tema y no iba a cambiar su opinión de momento sin tener información. En cualquier caso, quedaban bastantes detalles por decidir, pero la idea estaba propuesta y se aceptó. Solo quedaba esperar el momento idóneo.
Aquel día no lo fue y para suerte de todos prometía ser un buen día. Las cestas de esa mañana estaban intactas y tuvieron un desayuno tranquilo. Tendrían comida asegurada para unos cuantos días y, además, Sutileza no parecía rondar por allí. Por todo ello, decidieron salir a explorar cerca de cierto lugar que Rick esperaba arrojara algo de luz al misterio. La catedral enorme de color rojo era un sitio prohibido según les habían dicho, ¿pero por qué? Se veía prácticamente desde cualquier sitio, estaba claro que era algo importante para la ciudad. Tal vez con esta excursión sacaría alguna respuesta.
Las dos primeras semanas para el neoyorquino fueron un momento para sanar y replantearse sus movimientos en la ciudad. Los días siguientes todavía estaba algo alicaído, aunque quisiera salir adelante las crudas imágenes de ese fatídico día le perseguían hasta en sueños. El esfuerzo por mejorar estuvo presente siempre y, a la vez que fueron pasando los días y el resto iba mejorando algo su humor, el de Rick también se fue recuperando poco a poco. Llegó el punto en el que estaba casi tan abierto como el día que llegó a la ciudad, hablando animadamente con todo el mundo en sus ratos libres, un poco más frecuentemente con Kalna, Räg y sus compañeros de cuarto, pero había una diferencia clave. Esta vez no pecaba de optimista y, aunque tranquilo, estaba atento ante la menor señal de peligro. Que ese tiempo estuviera siendo pacífico no quería decir que estuvieran a salvo, Rocavarancolia les había enseñado eso por las malas. Por ello le pareció bien empezar a racionar la comida como medida preventiva a más saboteos y se ofreció para hacer algunos turnos de guardia a la noche.
Esas semanas los entrenamientos con armas se convirtieron en una de sus prioridades. Con el sable seguía practicando y, aunque lejos de ganarle a la libense, conseguía aguantar más en los combates de práctica. El estilo que estaba desarrollando se basaba en observar al adversario, ser consciente de sus movimientos, sus puntos fuertes y sus debilidades para aprovecharlas a su favor. Tenía claro que sería todo un reto contra un enemigo desconocido, fuera inteligente o no, pero pensaba que podría sacarles de algún un apuro si lo refinaba. Las clases de arco las tomó con más ganas que antes, debido también a que las heridas de las espinas estaban ya casi curadas del todo, lo que le permitía esforzarse al máximo. Si aprender combate cuerpo a cuerpo le gustaba por la novedad, ésta le encantaba por un sentimiento de cierta familiaridad. Además, el buen ambiente con Nohlem, Szczenyak, Airi y el resto que se apuntaba ayudaba bastante.
Por otra parte, tener unas semanas de calma le sirvió para continuar pensando tanto en estrategia como en los misterios que se había propuesto descubrir. Lo primero iba de la mano de los entrenamientos y la información que tenían por el momento. El mapa lo seguía rellenando durante las salidas y en algunos momentos intentaba pensar en formas de evitar más accidentes, pero sin salir de aquella "zona de confort" no iba a sacar nuevas conclusiones. Así que, en cuanto se comentó la idea, el neoyorquino se mostró a favor de realizar expediciones, ya fueran cerca del refugio o explorar más lejos. En todas las salidas iba atento al entorno, tanto para vigilar si había algún peligro cerca como en búsqueda de recursos y nuevas pistas. Por qué los habían atacado, qué motivo tenían para llevarlos a una ciudad en ruinas y sobrevivir... eran muchas preguntas a las que de momento no parecía encontrar una buena respuesta. También tenía otra pregunta más y es que de vez en cuando seguía viendo hojas mecidas por el viento cerca del torreón. No habían visto ni un solo árbol hasta el momento, pero debía haberlos en alguna parte, ¿no?. Estaría atento por si en una salida encontraba de dónde salían.
Además, entre los escombros o en algún edificio podían encontrar más libros de magia, u otra cosa útil. -(Tal vez haya algo para guardar lo que queda antes de llevárselo a su familia)- Sí, aquello también tenía un hueco en su cabeza. Además de la despedida, días después acompañó a Airi y Kalna a grabar su nombre cerca del torreón, una costumbre del mundo de le sanaí. Siempre que pasaban cerca de esa pared la miraba, en recuerdo silencio de alguien que ya no estaba, pero aún quedaba comunicárselo a su familia. No podía dejar en una dolorosa incertidumbre a los seres queridos de Serena, aunque todavía quedara lejos el momento en que pudieran regresar a La Tierra.
Uno de los descubrimientos más importantes de esos días fue cómo funcionaba la magia. Gracias a los experimentos de Rägjynn y Kalna, descubrieron que los cristales almacenaban magia y era necesarios para realizar los hechizos. Por supuesto, Rick se unió a la primera prueba con muchísimo interés... pero algo fallaba. Por más que repitiera el conjuro y los gestos, comprobando que no se estuviera equivocando, no pasaba nada, no había ningún cosquilleo ni chispas. Según el mjörní no todo el mundo tenía la capacidad de hacer magia y, aunque no podía negar que la idea le fastidiaba un poco, Rick no se tomó mal la revelación. Al contrario, eso solo hizo que a los misterios se sumara el por qué de ello. Aún si él era incapaz, ver a otros haciendo magia, algo impensable si le preguntaban hasta hacía un mes, era fascinante. Lo sentía como cuando descubrías de pequeño lo más básico de la ciencia y los fenómenos naturales, tan impresionantes aunque solo fueran la puerta de entrada a un mundo mucho más complejo e interesante. Si no estaba entrenando, a veces se unía a las clases simplemente para ver los avances y los nuevos conjuros que comenzaban a realizar.
Pero claro, no todo iba a ir bien. Estaba listo para otro peligro, pero lo que no se esperó es que la amenaza fuera de nuevo ese pájaro. Sutileza seguía vivo, y tenía más ganas que antes de joderles. La primera vez que lo vieron le dio un vuelco el corazón, aunque lo peor para él era la actitud. Se burlaba de ellos, los vigilaba de vez en cuando y al menor signo de amenaza se iba. Era una sensación horrible, más aún cuando empezó a actuar. La comida empezaba a escasear aunque madrugaran, el ser emplumado podía volar y se encargaba de dejarles sin nada o, a peor fe aún, dejarles solo la miel que ya habían comprobado que no era comestible. Por más que le diera vueltas no entendía el por qué de sus acciones y no quería dejarse llevar por la rabia y frustración creciente que sentía. Sus tareas en el torreón no cambiaron, si bien cualquiera lo podría encontrar más serio y pensativo, ojeando de vez en cuando al exterior por alguna ventana. No le quitó la palabra a nadie, pero con algunos de sus compañeros si que sintió algo de incomodidad. Lo estricto que se había vuelto Nohlem en las clases lo llevó a practicar por su cuenta y algunas reacciones con todo lo que estaba pasando no le terminaban de gustar aunque entendiera de donde venían.
El chico necesitaba respuestas y también tenía claro que tenían que conseguir que les dejara en paz de una vez por todas. No iba a dejarse matar ni que nadie más saliera herido, pero si podía evitarlo no se rebajaría al nivel del pajarraco. -(Si tan solo pudiéramos atraparlo...)- pensaba a veces al verlo en la lejanía, hasta que surgió otro pensamiento: ¿Por qué no intentarlo? Brevemente le preguntó a Kalna si sería viable elaborar un plan para capturarlo e interrogarlo y al poco de verlo posible, decidieron reunir a todo el grupo para plantearlo. Su postura al respecto de qué hacer luego, aunque no terminaba de tenerlo claro, no pasaba por deshacerse de él. No tendría problemas en decirlo si salía el tema y no iba a cambiar su opinión de momento sin tener información. En cualquier caso, quedaban bastantes detalles por decidir, pero la idea estaba propuesta y se aceptó. Solo quedaba esperar el momento idóneo.
Aquel día no lo fue y para suerte de todos prometía ser un buen día. Las cestas de esa mañana estaban intactas y tuvieron un desayuno tranquilo. Tendrían comida asegurada para unos cuantos días y, además, Sutileza no parecía rondar por allí. Por todo ello, decidieron salir a explorar cerca de cierto lugar que Rick esperaba arrojara algo de luz al misterio. La catedral enorme de color rojo era un sitio prohibido según les habían dicho, ¿pero por qué? Se veía prácticamente desde cualquier sitio, estaba claro que era algo importante para la ciudad. Tal vez con esta excursión sacaría alguna respuesta.
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