Torreón Sendar
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Rocavarancolia Rol
15 participantes
- Rocavarancolia Rol
Torreón Sendar
19/09/12, 10:54 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Ya antes de la Batalla de Rocavarancolia éste era uno de los mayores torreones de la ciudad. Quedó destruido por un explosivo que le arrancó sus cuatro plantas superiores, dejando tan sólo dos, aunque más tarde se reformó convirtiéndose en un torreón de cuatro plantas. Su base es circular y está protegido por un foso frente a la puerta, mientras que en la parte trasera hay un risco de varios metros de profundidad.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
- Recetario integral de Persilia Sukaldaria:
- RECETARIO INTEGRAL DE PERSILIA SUKALDARIA
Libro de unas 150 páginas encuadernado en cuero. El título está escrito con letras cursivas y enrevesadas y un poco de relieve que ocupan toda la cubierta, donde no hay ninguna ilustración. En la parte trasera hay una sinopsis escrita en un recuadro decorado.
Sinopsis
¿Aburrido de cocinar siempre lo mismo? Adéntrate en mi recetario integral, donde he volcado años de experimentación combinando las delicias de todos los mundos conocidos. Entrantes, picoteo, postres y todo tipo de platos tradicionales con una vuelta de tuerca… ¡las mezclas de sabores nunca vistas conquistarán tu paladar y el de tus comensales!
Más de 100 increíbles recetas.
¡Incluye un anexo de venenos que se camuflarán perfectamente en tus platos y un grimorio de cocina con los hechizos imprescindibles para cualquier chef!
Anexo
LOS VENENOS MÁS DISCRETOS
Tanto si quieres provocar una diarrea como si tienes más interés en matar a comensales indeseados (…) este anexo imprescindible en cualquier recetario que se precie (…).
(La página está rota y, el resto de este anexo, arrancado).
GRIMORIO DE COCINA DE PERSILIA SUKALDARIA
Todo cocinero debe dominar estos hechizos, a los que he hecho referencia a lo largo del recetario. Descubre conmigo cómo realizarlos si todavía no los conocías.- Leyenda de colores y niveles:
- Mago
Brujo alto
Brujo bajo
• ¿Tienes carnes difíciles de cortar y despiezar? Prueba con el hechizo de corte.- Instrucciones:
- Corte: invoca un diminuto filo invisible de ondas que hace un corte en la superficie señalada. Hay muchas variaciones de este hechizo que, a altos niveles, permiten hacer cortes enormes o en profundidad. Un brujo bajo suele ser capaz de hacer rasguños en carne desprotegida o tallar madera. Un brujo medio podría cortar madera, arañar metal o hacer cortes superficiales en carne desprotegida. Mientras que un cosechado nivel mago podría hacer arañazos más profundos en el metal o tajos sobre carne.
Como hechizo físico que es, sus efectos dependen de la dureza y resistencia del material objetivo.
Lanzamiento a ojo, los gestos de la mano delimitando la dirección de los cortes. Conjuración rápida.
• ¡Con el hechizo de homogeneización no vuelvas a dejarte los brazos batiendo!- Instrucciones:
- Hechizo de homogeneización (*): hechizo que acelera la homogeneización de un líquido, suele aparecer un pequeño torbellino. En su defecto, implica que el líquido dé vueltas.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• No encontrarás nada más rápido para encender el fuego que esto: hechizo de invocar llamas.- Instrucciones:
- Invocar llamas (**): Un brujo bajo puede hacer algunos chispazos y llamas de vela (*). Un brujo alto puede invocar llamas ligeramente más grandes que las de vela que, si es hábil o controla bien el hechizo, puede manejar con las manos sin que le quemen (**). Un mago puede encender hogueras pequeñas en poco tiempo e invocar fuegos de antorcha (***).
Importante: Estas llamas no pueden arrojarse como proyectiles ya que necesitan sustentarse o bien en la magia de quien las invoca o bien en un combustible (madera, grasa...) y si se alejan demasiado del invocador y carecen de combustible, se apagan. Sin embargo pueden usarse como arma de corta distancia.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida.
• También es importante conocer estas soluciones para medir la temperatura, la concentración de sal, la presión dentro de la olla, la densidad de un líquido o el tiempo hasta que esté listo tu plato:- Instrucciones:
- Hechizos medidores de magnitudes sencillas: forman una pequeña esfera fantasma que cambia de color según la intensidad de la magnitud a medir. Son diferentes variedades de un mismo hechizo que permiten medir la temperatura, la presión, la densidad de un material, el tiempo (para lo que hacen falta conocimientos adicionales y nivel de brujo alto para configurar el medidor), o la concentración de un determinado soluto (posible a niveles a partir de brujo alto).
Si una esfera no está configurada, ésta tenderá a habituarse a la cantidad de magnitud a la que esté expuesta y la establecerá como su nuevo punto de equilibrio, asociándola con el color intermedio.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida-media.
• La solución más rápida para calentar o enfriar tus platos rápidamente es, sin duda, el hechizo térmico.- Instrucciones:
- Térmico: aumenta o disminuye notablemente la temperatura de un objeto de tamaño pequeño (*). Con práctica pueden limitarse esos cambios a una dirección controlada por el mago (chorros de calor, [**]). Puede anclarse a una sala concreta, creando una cámara frigorífica (***): no obstante es necesario repetir varias veces el hechizo si se quiere usar una habitación como congelador ya que este hechizo supone solamente un descenso térmico. Van de fuera a dentro.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida-media.
• ¿Quieres catar la comida solo con el aroma? ¿Estás en otra habitación y necesitas saber que no se te esté pasando la comida? El hechizo de amplificación sensorial del olfato es un aliado imprescindible.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial olfativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores nasales. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• O, si quieres disfrutar de la comida como nunca, prueba esta otra variante: el hechizo de amplificación sensorial del gusto.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial gustativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores del gusto. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• ¿Te ha quedado muy aguada la comida? ¿Has echado demasiada agua a esa sopa? No te preocupes, ¡hay solución! ¡El hechizo de drenaje!- Instrucciones:
- Hechizo de drenaje: deseca superficies húmedas, evaporándolas o más comúnmente trasladando dicha humedad a otro recipiente deseado succionándola. Es un hechizo simple en su formulación pero con amplia variabilidad de potencia: puede secar desde un dedal de agua a un lago según la energía que aportes. (disponible a cosechados hasta el límite de sus fuerzas).
Lanzamiento por área. Conjuración rápida.
• ¿El aspecto de tu comida no es el que esperabas? ¿Quieres un resultado digno de reyes? Emplata como un profesional con el moldeado de materia orgánica.- Instrucciones:
- Moldear materia orgánica (**): el hechizo reblandece la materia al contacto con la piel del usuario, dejándola así por un tiempo. Sin embargo no altera su naturaleza, lo que moldees seguirá siendo lo que era aunque cambie de forma.
Lanzamiento por contacto, a ojo en el caso de hechiceros más experimentados. Conjuración rápida-media.
• Si el anterior era una maravilla infravalorada, este es una verdadera joya infravalorada. ¡Olvídate de desastres y queda bien siempre con tus invitados con el Nudo de Cerática!- Instrucciones:
- Nudo de Cerática (*): ¿harto de que se le desmoronen los sándwiches de más de dos pisos? ¿Cansado de que, al cortar una tarta, la mitad de la nata que la rellena se salga por los lados? ¡No se preocupe más! El Nudo de Cerática tiene la solución. Con este simple hechizo, podrá hacer una hamburguesa de diez pisos, luego cortarla en rodajas perfectas, ¡y hacerse un bocadillo de hamburguesa! El Nudo de Cerática lo mantiene todo en su sitio perfectamente. ¿Los sanjacobos le estallan llenándole el plato de queso? ¿Teme morder un taco por miedo a llenarse el regazo de salsa picante? ¡Se acabó, gracias al Nudo de Cerática! ¡No me puedo creer que no sea una variación del hechizo tapón!
El Nudo de Cerática se anula al cortar rodajas o mordiscos lo suficientemente finos, o con los ácidos gástricos. Cuesta más cuanto más endeble, complejo y líquido sea su sándwich.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• ¿A tu comida le falta esa chispa de color que hace que se coma con los ojos? ¿O quieres darle un toque exótico? Si no tienes colorantes alimentarios a mano, el hechizo de cambio de color será tu mejor aliado.- Instrucciones:
- Cambio de color: hechizo que sirve para colorear materia. No se limita a aplicar una capa de color externa o modificar el color de la superficie, sino que cambia el propio color que posee un material, dejando una pequeña huella mágica reconocible mediante hechizos específicos. Se puede graduar: aplicar colores diferentes (en todos los sentidos), hacerlo uniforme, solo en cierta parte del material, etc.
- Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
- Los cosechados nivel mago pueden modificar completamente el tono (aunque todavía quedará algún matiz del antiguo). Con esfuerzo puede aprender a aplicar leves matices y gradaciones no muy extremas. Necesitan (*****) para objetos grandes.
- A partir del nivel moderado bajo se pueden aplicar colores y gradaciones sin límite en cualquier objeto, costando más energía y concentración cuanto mayor sea el tamaño de la cosa en cuestión y cuandos más colores y matices quieran usarse.
Lanzamiento a ojo. Conjuración media a larga (dependiendo de las cláusulas que tenga). - Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
• ¿Le falta aroma a tu plato? ¿O tienes algún ingrediente que ocultar a tus comensales? Mejora o altera las propiedades organolépticas de la comida con el hechizo de olor falso.- Instrucciones:
- Hechizo de olor falso (*): El hechicero que lo realice puede hacer que aquello que toque desprenda un olor que tiene que ser muy familiar para aquel que realiza el hechizo. El coste aumenta a medida que aumenta el área afectada por el hechizo. El olor se va de golpe a los tres días. Más convincente será el engaño cuanto con más detalle lo recuerde el mago, aunque hay que tener en cuenta que el olor resultante puede verse afectado por la subjetividad del que realice el hechizo, al basarse en sus recuerdos al fin y al cabo.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
• ¿Harto de que se te derramen líquidos en la cocina? Hechiza tus recipientes con la maravilla infravalorada que es el hechizo tapón.- Instrucciones:
- Hechizo tapón (*): hechizo que impide que un líquido se derrame de su recipiente.
Lanzamiento por área, aplicado generalmente a la boca del recipiente. Conjuración muy rápida.
• ¿Tienes las manos de mantequilla? Literal, o figuradamente. ¡Endurece tus tarros de cristal con la protección contra ruptura!- Instrucciones:
- Protección contra ruptura (**): aplicado a objetos frágiles, evita que se rompan con tanta facilidad. A más resistencia que se quiera incrementar y mayor la superficie del objeto encantado, más energía requiere.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración rápida-media.
• ¿Te has manchado cocinando? El hechizo de limpieza de ropas es la solución.- Instrucciones:
- Limpieza de ropas (**): elimina manchas, arrugas y limpia en general las prendas de ropa que desee el mago (es un agregado de varios hechizos unificados en uno solo).
Lanzamiento por anclaje. Conjuración muy rápida.
• O también, si sueles quemarte cocinando (a ti, o tus pertenencias), también tienes solución con el hechizo ignífugo.- Instrucciones:
- Hechizo ignífugo (**): encanta prendas de ropa, personas u objetos para que sean inmunes a fuego normal.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
- Grimorio para principiantes de Platero:
- Barrera de inercia:
- -Barrera de inercia: (***) de nombre engañoso (no es una barrera en absoluto) en el área delimitada impide que cualquier objeto o persona desprotegidos sean levantados del suelo, y que los atrae irremediablemente hacia el suelo si ya están en el aire. No obstante, también impide cualquier acción voluntaria que implique levantar ambos pies del suelo a la vez, como saltar o emprender el vuelo (se puede correr pero con más torpeza). Si se invoca mientras el objetivo está en el aire, al caer lo hará infaliblemente pies por delante.
Físico. Lanzamiento por área. No es inversible, lo que quiere decir que incluso el lanzador, si está en el área delimitada, se verá afectado. Conjuración media.
- Campo de fuerza:
- -Campo de fuerza (** el espacio para una persona, una campana grande ***, el espacio equivalente a una habitación ****): en forma de media esfera (con una especificación puede formar una esfera completa) bloquea proyectiles de tamaño considerable como si éstos hubieran chocado ante una barrera invisible, en un radio variable según la destreza del mago.
Físico. Inversible. Lanzamiento por área. Conjuración rápida-media.
- Curación nívea:
- -Curación nívea: (****) (utilizable cerca de la Luna Roja). Combate venenos que cursan con fiebre y repara quemaduras; actúa a modo de incentivo para que el organismo siga funcionando y reparándose a sí mismo. Evita que la sangre se coagule y que los órganos se colapsen, además de ejercer un efecto refrescante sobre el organismo en general. No obstante no puede mantener indefinidamente con vida a un moribundo: el organismo depende cada vez más de ese impulso artificial y usarlo en demasía puede provocar que si se le deja a solas empeore considerablemente.
Lanzamiento por área: se hace un barrido con la mano que abarca al área quemada o a la persona envenenada. Es necesario que se aplique sucesivas veces y con regularidad, del mismo modo que se debe renovar una cataplasma o emplasto.
Conjuración media-larga.
- Desvío:
- -Desvío (**, pero variable a más según la potencia de lo desviado): Interfiere en la trayectoria de un hechizo que ya haya sido lanzado. Requiere gestos intuitivos para desviar el encantamiento en una dirección u otra. Siempre requiere menos energía que bloquearlo o disolverlo, pero también reflejos. Si el hechizo es demasiado potente, probablemente no se podrá desviar lo suficiente o hacerlo requerirá demasiada energía. (El coste orientativo indicado arriba es el que ofrecerán unos hechizos ofensivos de potencia moderada en términos de cosechado: se han obviado los más débiles porque normalmente ésos no suelen constituir una verdadera amenaza, y los que les sean lanzados con verdaderas intenciones de daño les costarán más) Si se desvía a demasiada poca distancia el coste será prácticamente el mismo que el de bloquearlo: si se hace a distancia cercana pero prudencial (la típica en duelos de magia) una unidad menos, si se tiene cuidado de poner distancia de unos cuantos metros llegará a dos unidades menos.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
- Hechizo de impacto:
- -Hechizo de impacto: potente golpe mágico que actúa como una bola de demolición (***). Puede gradarse hacia abajo para actuar a modo de empujón de moderado (*) a potente (**).
Lanzamiento por disparo de alcance largo. Conjuración media.
- Levitación:
- -Levitación: un hechizo exigente mentalmente, cansa más de lo acostumbrado. Cuando una persona levita lo más normal es caminar sobre el aire; uno puede dejarse arrastrar simplemente por el hechizo sin moverse, pero la sensación de indefensión es mayor.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.- Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Brujos altos: Un baúl con poca práctica, una persona (***) con práctica.
- Magos: Una persona con algo de práctica, objetos muy pesados (****)con mucha práctica.
Si el objeto que levantado es un puñado de botones (los cuales entran en la categoría de objeto ligero) contarían como un solo asterisco. Lo que cuesta más es la concentración necesaria para mantener tantos objetos distintos en el aire a la vez. - Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Parálisis:
- -Parálisis (***): envuelve al objetivo en un aura azulada al lanzarlo. Sus efectos duran cerca de una hora si se aplica a una única persona. Inmoviliza por completo, y su coste aumenta proporcionalmente a lo voluminoso del objetivo.
Lanzamiento por disparo de alcance corto, por contacto o por área a varios objetivos. Conjuración media.
- Traspaso de energía:
- -Traspaso de energía: no un hechizo en sí, aunque necesita de un chispazo de magia para arrancar. No obstante la energía puede tomarse de alguien no mágico (los efectos se detallan en el post de Sistema de magia). El proceso es perceptible para ambas partes y puede gradarse a voluntad: no obstante si el traspaso de energía es excesivo por parte de la parte emisora y ésta se desmaya o pierde el conocimiento, el enlace entre ambas personas se rompe y el traspaso se interrumpe. Es el mecanismo de funcionamiento de muchos amuletos.
Lanzamiento por contacto. Conjuración muy rápida.
Notas:
-Este grimorio también contiene varios de los hechizos que también venían en el libro de cocina (corte, térmico...).
-También pueden aprender de él cómo anclar hechizos.
-A lo largo de los meses se irán traduciendo más hechizos y añadiéndolos a esta lista.
- Ver mensajes archivados:
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreón Sendar
28/10/23, 03:18 am
Entre teorías y experimentos bajaron sus nervios, no tanto su orgullo. No le gustaba que le quitasen valor a su desconcierto, le hacían sentir conscientemente paranóico, y si las palabras tenían poder más lo tenía la sangre. Arqueó una ceja ante la pelota devuelta por Ethan, y es que aunque fuera poca cantidad o que aquello de la firma personal y las huellas dactilares no solo tuviera sentido, sino cierta ciencia corroborada por Airi, a él seguía dándole mala espina. Quizás en la Tierra tuvieran normalizados los contratos de sangre, pero a él le quedaba rato para eso. Claro que, que podía pedirle a un chico con la lengua perforada por gusto.
—Bueno, a lo mejor ya lo estás y no lo sabes —respondió a Connor cruzándose de brazos, con aire travieso, media sonrisa y el ceño fruncido—. Las peores maldiciones son las más lentas...
Por supuesto no lo decía en serio. Vale, los cristales no estarían malditos, pensó al mirarlos un poco más de cerca, pero por ridícula que fuera la herida aún no le apetecía ganarse una para semejante función. Ya le importarían más llegada la noche.
No sabía que diablos tenía de parecido aquello a una espada y casi tuvo ganas de contestar "son cristales, Aniol", completamente perdido con su comparativa a varitas y algo de transportes o trapos, pero el pequeño no tardó en saltar con otra ocurrencia que le involucraba directamente a él. Su reacción estuvo a punto de ser la de Räg, apartarse como si eso realmente pudiera disparar, mas su estupefacción le contuvo lo justo y necesario para permitirse reír por lo bajini instantes después.
—Glob glob —respondió con poquísima teatralidad, pero con una sonrisa que se esforzaba por mantener corta.
Iba a responder algo más a le sanaí cuando un sonido parecido a un traspiés llegó de una de las esquinas de la estancia. El traspiés resultó ser la bajada accidentada de Serena, a la cual no pensaba prestarle otra que una desencantada sorpresa por verla fuera de su cuarto hasta que... empezó a tener espasmos en el suelo.
Como si de repente se moviera en una sustancia tan densa como la miel, perplejo como estaba, a Nohlem le costó muchísimo comprender el significado de sus palabras, como si se tratase de otro idioma. Las había oído y procesado con retardo, dirigiendo su vista confusa a las mismas frutas que él mismo había dejado en la encimera. ¡¿Era alérgica a...?!
No.
Una voz nueva, infantil, se hizo un hueco en la sala. No tuvo que voltearse demasiado para encontrarla, próximo a la misma, enfocando con los ojos como platos lo poco que se veía de su dueño tras aquella ventanita. Plumas, escamas y cartílago, una grosería a cualquier pájaro que se precie.
"No estropees la sorpresa".
La sorpresa.
Serena no era alérgica.
Fuera lo que fuera ese bicho malnacido de un huevo al que no habían pisado lo suficientemente fuerte antes de nacer, acababa de declararse culpable de... Santos. Serena. Mierda.
Mierda mierda mierda. La fruta. El pájaro. Serena. Envenenada.
Un terror que no era la primera vez que sentía explotó como fuego en lo más hondo de su caja torácica, el humo pronto taponando su garganta. Nohlem dio un par de pasos atrás instantáneamente para alejarse del monstruo con voz de niño, y cuando el miedo golpeó tan rápido y brutal como un gigantesco árbol caído por su propio peso, el varmano corrió a por su arco. Todo pasó deprisa, tan rápido que lo único que se le antojó lógico y real de la situación fue el sonido que hizo la madera al doblarse por la tensión de la cuerda, flecha ya lista en un alarde de velocidad egoísta, pues todo aquello era por y para él. Porque no le importaba Serena pero él no quería morirse. Porque si había tocado las frutas el veneno también estaba en sus manos.
Como maquinaria reactivada, los intensos latidos de su corazón despejaron el humo de su garganta, permitiendo entrar el aire y sobre todo, dejándolo salir.
—Apartaos —para su propia sorpresa ni su voz ni su pulso tembló. Sí lo hacían sus pupilas, vivas en cada pálpito, expandidas por la adrenalina y un terror que se moldeaba en algo nuevo. Rabia. Contra los estorbos, contra el engendro—. ¡APARTAOS!
Y ya podían hacerlo rápido. Nohlem contuvo la respiración, apuntó y disparó.
Habían sobrevivido al fantasma de los mil ojos, habían aguantado una semana, seguía cuerdo a pesar de la locura que era volver a tener una melliza dentro de sus recuerdos, esa misma mañana había soñado con su padre y echaba tanto de menos su cara que como lo pensara dos veces se echaría a llorar ahí y ahora. Así que no, Nohlem volvería a Varmania como fuera, aguantaría un maldito año, y no iba a ser tan idiota como para dedicar medio segundo de su vida a dialogar con aquello que había intentado quitársela.
(¡a la espera de daditos gmiles e indicaciones de Tako Tako!)
—Bueno, a lo mejor ya lo estás y no lo sabes —respondió a Connor cruzándose de brazos, con aire travieso, media sonrisa y el ceño fruncido—. Las peores maldiciones son las más lentas...
Por supuesto no lo decía en serio. Vale, los cristales no estarían malditos, pensó al mirarlos un poco más de cerca, pero por ridícula que fuera la herida aún no le apetecía ganarse una para semejante función. Ya le importarían más llegada la noche.
No sabía que diablos tenía de parecido aquello a una espada y casi tuvo ganas de contestar "son cristales, Aniol", completamente perdido con su comparativa a varitas y algo de transportes o trapos, pero el pequeño no tardó en saltar con otra ocurrencia que le involucraba directamente a él. Su reacción estuvo a punto de ser la de Räg, apartarse como si eso realmente pudiera disparar, mas su estupefacción le contuvo lo justo y necesario para permitirse reír por lo bajini instantes después.
—Glob glob —respondió con poquísima teatralidad, pero con una sonrisa que se esforzaba por mantener corta.
Iba a responder algo más a le sanaí cuando un sonido parecido a un traspiés llegó de una de las esquinas de la estancia. El traspiés resultó ser la bajada accidentada de Serena, a la cual no pensaba prestarle otra que una desencantada sorpresa por verla fuera de su cuarto hasta que... empezó a tener espasmos en el suelo.
Como si de repente se moviera en una sustancia tan densa como la miel, perplejo como estaba, a Nohlem le costó muchísimo comprender el significado de sus palabras, como si se tratase de otro idioma. Las había oído y procesado con retardo, dirigiendo su vista confusa a las mismas frutas que él mismo había dejado en la encimera. ¡¿Era alérgica a...?!
No.
Una voz nueva, infantil, se hizo un hueco en la sala. No tuvo que voltearse demasiado para encontrarla, próximo a la misma, enfocando con los ojos como platos lo poco que se veía de su dueño tras aquella ventanita. Plumas, escamas y cartílago, una grosería a cualquier pájaro que se precie.
"No estropees la sorpresa".
La sorpresa.
Serena no era alérgica.
Fuera lo que fuera ese bicho malnacido de un huevo al que no habían pisado lo suficientemente fuerte antes de nacer, acababa de declararse culpable de... Santos. Serena. Mierda.
Mierda mierda mierda. La fruta. El pájaro. Serena. Envenenada.
Un terror que no era la primera vez que sentía explotó como fuego en lo más hondo de su caja torácica, el humo pronto taponando su garganta. Nohlem dio un par de pasos atrás instantáneamente para alejarse del monstruo con voz de niño, y cuando el miedo golpeó tan rápido y brutal como un gigantesco árbol caído por su propio peso, el varmano corrió a por su arco. Todo pasó deprisa, tan rápido que lo único que se le antojó lógico y real de la situación fue el sonido que hizo la madera al doblarse por la tensión de la cuerda, flecha ya lista en un alarde de velocidad egoísta, pues todo aquello era por y para él. Porque no le importaba Serena pero él no quería morirse. Porque si había tocado las frutas el veneno también estaba en sus manos.
Como maquinaria reactivada, los intensos latidos de su corazón despejaron el humo de su garganta, permitiendo entrar el aire y sobre todo, dejándolo salir.
—Apartaos —para su propia sorpresa ni su voz ni su pulso tembló. Sí lo hacían sus pupilas, vivas en cada pálpito, expandidas por la adrenalina y un terror que se moldeaba en algo nuevo. Rabia. Contra los estorbos, contra el engendro—. ¡APARTAOS!
Y ya podían hacerlo rápido. Nohlem contuvo la respiración, apuntó y disparó.
Habían sobrevivido al fantasma de los mil ojos, habían aguantado una semana, seguía cuerdo a pesar de la locura que era volver a tener una melliza dentro de sus recuerdos, esa misma mañana había soñado con su padre y echaba tanto de menos su cara que como lo pensara dos veces se echaría a llorar ahí y ahora. Así que no, Nohlem volvería a Varmania como fuera, aguantaría un maldito año, y no iba a ser tan idiota como para dedicar medio segundo de su vida a dialogar con aquello que había intentado quitársela.
(¡a la espera de daditos gmiles e indicaciones de Tako Tako!)
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Torreón Sendar
28/10/23, 10:42 am
¿Cuánto puede cambiarte la vida en solo unos segundos?
Mucho, Ethan ya había sido testigo de cómo todo podía torcerse en tan poco tiempo. Un frenazo mal dado, una fruta que nadie había vigilado, un simple mordisco, un grito, una risa, cristales rompiéndose y sangre derramándose. La vida era así de caprichosa y cuanto más daba, menos miedo tenía en arrebatar.
Las conversaciones fluían a buen ritmo, nuevas propuestas se creaban y otras se empezaban a descartar en un debate donde había lugar para la sorpresa y el asco a partes iguales. Se sentía como una casa llena de hermanos de diferentes padres, tanto así que empezó a reírse cuando Aniol les apuntó con su hechizo imaginario, levantando ambas manos en forma de rendición ficticia. Estaba tan agusto que podría fácilmente acomodarse a esa cotidianidad, a hacer bromas brutas con Connor y responder con un tanto de picardía a Nohlem, a reírse con los niños y dejar que la gente más inteligente descubriera algo sobre los cristales.
Pero la vida no quería seguir ese rumbo y el tic tac inició su camino con unos pasos disonantes cuando estaban prácticamente todos en el salón. Ethan levantó la mirada presa del nervio repentino, agudizando el oído ante la extrañeza de su origen. Ahí vislumbro de mala manera a Serena y si bien de primeras pensó en llamarla, tan pronto vio lo que estaba haciendo la dejó ir. La joven llevaba días sin querer salir del cuarto, que quisiera alimentarse correctamente era un buen indicio así que en su ingenuidad y la felicidad del momento vio su sombra desaparecer por el hueco de las escaleras.
Tic Tac
Primero vino el quejido, luego el sollozo y con él la risa desconocida. Ethan apenas pudo pestañear una vez a medida que la confusión se teñía de un terror inocuo. Había una criatura fuera, riéndose de haber envenenado la comida que él mismo había estado colocando hacía escasos momentos. No. No podía ser, no había notado nada extraño…
El reloj interno estalló como una bomba de relojería, una alarma que hizo de su conciencia una volátil. No había tiempo para seguir pensando así que apenas lo hizo, su primer movimiento frío, aterrorizado, fue vislumbrar que aquella cosa aún estaba en el exterior. Los niños estaban seguros, por ahora, así que cuando su cuerpo inició un camino mecánico ni siquiera se preguntó qué estaba haciendo.
Se está muriendo.
No había que ser médico para poderlo afirmar, al apartarle la mano con toda la delicadeza que le permitía el momento pudo ver con horror el pálpito rojizo de una garganta hinchada, carcomida por una sustancia que desconocían. Se estaba asfixiando, Serena se estaba asfixiando. Ethan aguanto un quejido llevado más por el miedo que por el asco y con un pulsó que luchaba por mantenerse firme la alzó levemente en brazos para poder recostarla en el suelo. ¿Qué cojones podía hacer?
-Serena… voy a... -Su voz tembló, rompiéndose en el último momento. Tragó saliva y se forzó a vocalizar. El alrededor era difuso, gritos lejanos que eran solapados por el ruido ensordecedor de sus propios latidos, no quería, pero tenía y tras una espera que se le hizo eterna pero que apenas duró la brevedad de un suspiro irregular sacó uno de los lápices que siempre llevaba encima. -Voy a ayudarte, por favor aguanta.
En su voz había la calma falsa de quien la necesitaba, pero la tensión de quien se encontraba al borde de un precipicio, apenas sujetado por una cuerda deshilachada y los gritos constantes de su propia voz en eco rogándole que por favor, ayúdase a su compañera. No podía caerse. Colocó la punta del lápiz sobre el cuello de la joven, la presión envuelta en un pulso congelado en el tiempo. La visión de Ethan temblaba, focalizada en un único punto y su atención absorbida por la gravedad del momento hizo mutis a su alrededor. Un silencio inquebrantable a medida que levantaba la otra mano a modo de martillo.
Una flecha voló por la habitación y el sonido del cartílago rompiéndose reverbero por el interior de su cabeza.
No supo si había sido suficiente, si había bajado demasiado o demasiado poco, si la localización estaba bien o la profundidad era la idónea. No sabía nada más que el desconcierto ciego de que se seguía muriendo, y de que él no podía hacer nada para impedirlo.
-Estas bien, estas bien, solo respira vale. Estamos, estamos aquí. Todo va a salir bien. -Mentiras que florecieron en su boca para intentar limpiar sus propios horrores. El lápiz estaba tirado a uno de los lados y un hilillo de sangre recorría el cuello de la joven allí donde había sido perforado. Ethan no podía hacer más y aún así seguía teniendo el quemazón de que debía. Le levantó el rostro a la joven, una caricia en su barbilla a medida que se la inclinaba para que el agujero no tuviera obstrucción y mientras una de sus manos descansaba ahí, la otra buscó el consuelo en una de las de Serena. Apretó con delicadeza sus dedos y envolvió su palma en el único confort que podía darle, dándole la mano a la altura del vientre en lo que era un abrazo torpe de medio lado. No podía hacer más que darle la brevedad de su compañía.
Se estaba muriendo.
No.
La habían matado.
-Esta todo bien, lo estás haciendo muy bien.
Mintió aún a sabiendas de que el cuerpo que sostenía cada vez respiraba menos.
Mucho, Ethan ya había sido testigo de cómo todo podía torcerse en tan poco tiempo. Un frenazo mal dado, una fruta que nadie había vigilado, un simple mordisco, un grito, una risa, cristales rompiéndose y sangre derramándose. La vida era así de caprichosa y cuanto más daba, menos miedo tenía en arrebatar.
Las conversaciones fluían a buen ritmo, nuevas propuestas se creaban y otras se empezaban a descartar en un debate donde había lugar para la sorpresa y el asco a partes iguales. Se sentía como una casa llena de hermanos de diferentes padres, tanto así que empezó a reírse cuando Aniol les apuntó con su hechizo imaginario, levantando ambas manos en forma de rendición ficticia. Estaba tan agusto que podría fácilmente acomodarse a esa cotidianidad, a hacer bromas brutas con Connor y responder con un tanto de picardía a Nohlem, a reírse con los niños y dejar que la gente más inteligente descubriera algo sobre los cristales.
Pero la vida no quería seguir ese rumbo y el tic tac inició su camino con unos pasos disonantes cuando estaban prácticamente todos en el salón. Ethan levantó la mirada presa del nervio repentino, agudizando el oído ante la extrañeza de su origen. Ahí vislumbro de mala manera a Serena y si bien de primeras pensó en llamarla, tan pronto vio lo que estaba haciendo la dejó ir. La joven llevaba días sin querer salir del cuarto, que quisiera alimentarse correctamente era un buen indicio así que en su ingenuidad y la felicidad del momento vio su sombra desaparecer por el hueco de las escaleras.
Tic Tac
Primero vino el quejido, luego el sollozo y con él la risa desconocida. Ethan apenas pudo pestañear una vez a medida que la confusión se teñía de un terror inocuo. Había una criatura fuera, riéndose de haber envenenado la comida que él mismo había estado colocando hacía escasos momentos. No. No podía ser, no había notado nada extraño…
El reloj interno estalló como una bomba de relojería, una alarma que hizo de su conciencia una volátil. No había tiempo para seguir pensando así que apenas lo hizo, su primer movimiento frío, aterrorizado, fue vislumbrar que aquella cosa aún estaba en el exterior. Los niños estaban seguros, por ahora, así que cuando su cuerpo inició un camino mecánico ni siquiera se preguntó qué estaba haciendo.
Se está muriendo.
No había que ser médico para poderlo afirmar, al apartarle la mano con toda la delicadeza que le permitía el momento pudo ver con horror el pálpito rojizo de una garganta hinchada, carcomida por una sustancia que desconocían. Se estaba asfixiando, Serena se estaba asfixiando. Ethan aguanto un quejido llevado más por el miedo que por el asco y con un pulsó que luchaba por mantenerse firme la alzó levemente en brazos para poder recostarla en el suelo. ¿Qué cojones podía hacer?
-Serena… voy a... -Su voz tembló, rompiéndose en el último momento. Tragó saliva y se forzó a vocalizar. El alrededor era difuso, gritos lejanos que eran solapados por el ruido ensordecedor de sus propios latidos, no quería, pero tenía y tras una espera que se le hizo eterna pero que apenas duró la brevedad de un suspiro irregular sacó uno de los lápices que siempre llevaba encima. -Voy a ayudarte, por favor aguanta.
En su voz había la calma falsa de quien la necesitaba, pero la tensión de quien se encontraba al borde de un precipicio, apenas sujetado por una cuerda deshilachada y los gritos constantes de su propia voz en eco rogándole que por favor, ayúdase a su compañera. No podía caerse. Colocó la punta del lápiz sobre el cuello de la joven, la presión envuelta en un pulso congelado en el tiempo. La visión de Ethan temblaba, focalizada en un único punto y su atención absorbida por la gravedad del momento hizo mutis a su alrededor. Un silencio inquebrantable a medida que levantaba la otra mano a modo de martillo.
Una flecha voló por la habitación y el sonido del cartílago rompiéndose reverbero por el interior de su cabeza.
No supo si había sido suficiente, si había bajado demasiado o demasiado poco, si la localización estaba bien o la profundidad era la idónea. No sabía nada más que el desconcierto ciego de que se seguía muriendo, y de que él no podía hacer nada para impedirlo.
-Estas bien, estas bien, solo respira vale. Estamos, estamos aquí. Todo va a salir bien. -Mentiras que florecieron en su boca para intentar limpiar sus propios horrores. El lápiz estaba tirado a uno de los lados y un hilillo de sangre recorría el cuello de la joven allí donde había sido perforado. Ethan no podía hacer más y aún así seguía teniendo el quemazón de que debía. Le levantó el rostro a la joven, una caricia en su barbilla a medida que se la inclinaba para que el agujero no tuviera obstrucción y mientras una de sus manos descansaba ahí, la otra buscó el consuelo en una de las de Serena. Apretó con delicadeza sus dedos y envolvió su palma en el único confort que podía darle, dándole la mano a la altura del vientre en lo que era un abrazo torpe de medio lado. No podía hacer más que darle la brevedad de su compañía.
Se estaba muriendo.
No.
La habían matado.
-Esta todo bien, lo estás haciendo muy bien.
Mintió aún a sabiendas de que el cuerpo que sostenía cada vez respiraba menos.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Sendar
28/10/23, 11:57 am
Ningún rayo mortal de burbujas cruzó la estancia. En su lugar solo quedó una nada innegable suavizada por el acto teatrero de Ethan al levantar los brazos y el “Glob Glob” del granta.
—¡Glob Glob! —respondió a su vez, con un quejido algo apenado y una risita entremezclada, tampoco esperaba que le saliera a la primera. Seguro que las “Ondas desintegradoras de Caballitos de Mar” se le daban mucho mejor. Se disponía a invocar su hechizo imaginario sobre Räg (ya que le resultó gracioso su reflejo de apartarse, el cuál no pareció fingido) cuando algo llamó su atención.
Fueron las caras de sus compañeros lo que provocó que desviara su mirada hacia el hueco de la escalera, donde Serena se estaba cachondeando de él. O eso es lo que pensó con aquellos quejidos y movimientos tan bruscos sobre su garganta.
Frunció el ceño y volteó los ojos, estaba claro que se trataba de una broma cruel porque a lo mejor no era un niño mágico y quería burlarse haciéndose como que su conjuro le había rebotado. Pero pronto comprobó que la muchacha se encontraba en apuros de verdad.
La voz infantil que protestó se coló en sus oídos como un agente infeccioso que desataba confusión. Una criatura escamada y con alas grises los observaba desde la tronera de la cocina. Y entonces las cosas sucedieron demasiado rápido para que pudiera entender qué estaba pasando.
Kalna tomó posiciones con un tono que nada tenía que envidiarle a su lanza.
“Puedes hablar ahora o cuando te falten las putas alas” fue lo que dijo Connor después de estallar los dos cristales que segundos antes tenía en las manos contra la pared. El niño gritó del susto, llevándose las manos al rostro para protegerse de todas las esquirlas que habían salido disparadas.
Cuando vio al mjorní temblar sosteniendo el vaso de agua Aniol ya estaba llorando.
Cuando el brillo oxidado de la daga de Damian le saludó durante un segundo como un mal presagio Aniol ya se encontraba en el inicio de lo que parecía un ataque de ansiedad.
Nohlem gritó, con una voz tan clara y firme que distaba mucho del elfito al que acostumbraba. Sus ojos se anegaron de lágrimas mudas y se arrodilló debajo de la mesa para protegerse. Ningún sonido por caótico que fuera el momento impidió que escuchara el sonido del aire cortado por aquella flecha.
Abrió la boca para coger aire, pero el oxígeno no era generoso. Menos cuando vio a Ethan hacer lo que se supone que estuviera haciendo con Serena. La mirada de Aniol pareció perderse en algún momento, creyendo que solo podría refugiarse si miraba al suelo con tanta concentración que podría hacerle un agujero.
No se había dado cuenta de que sus manos todavía aferraban el cristal de luz coral, sus dedos lo retorcían con tanta fuerza que tenía una decena de cristalitos clavados en la palma de la mano. La sangre resbalaba ajena hacia la muñeca.
—¡Glob Glob! —respondió a su vez, con un quejido algo apenado y una risita entremezclada, tampoco esperaba que le saliera a la primera. Seguro que las “Ondas desintegradoras de Caballitos de Mar” se le daban mucho mejor. Se disponía a invocar su hechizo imaginario sobre Räg (ya que le resultó gracioso su reflejo de apartarse, el cuál no pareció fingido) cuando algo llamó su atención.
Fueron las caras de sus compañeros lo que provocó que desviara su mirada hacia el hueco de la escalera, donde Serena se estaba cachondeando de él. O eso es lo que pensó con aquellos quejidos y movimientos tan bruscos sobre su garganta.
Frunció el ceño y volteó los ojos, estaba claro que se trataba de una broma cruel porque a lo mejor no era un niño mágico y quería burlarse haciéndose como que su conjuro le había rebotado. Pero pronto comprobó que la muchacha se encontraba en apuros de verdad.
La voz infantil que protestó se coló en sus oídos como un agente infeccioso que desataba confusión. Una criatura escamada y con alas grises los observaba desde la tronera de la cocina. Y entonces las cosas sucedieron demasiado rápido para que pudiera entender qué estaba pasando.
Kalna tomó posiciones con un tono que nada tenía que envidiarle a su lanza.
“Puedes hablar ahora o cuando te falten las putas alas” fue lo que dijo Connor después de estallar los dos cristales que segundos antes tenía en las manos contra la pared. El niño gritó del susto, llevándose las manos al rostro para protegerse de todas las esquirlas que habían salido disparadas.
Cuando vio al mjorní temblar sosteniendo el vaso de agua Aniol ya estaba llorando.
Cuando el brillo oxidado de la daga de Damian le saludó durante un segundo como un mal presagio Aniol ya se encontraba en el inicio de lo que parecía un ataque de ansiedad.
Nohlem gritó, con una voz tan clara y firme que distaba mucho del elfito al que acostumbraba. Sus ojos se anegaron de lágrimas mudas y se arrodilló debajo de la mesa para protegerse. Ningún sonido por caótico que fuera el momento impidió que escuchara el sonido del aire cortado por aquella flecha.
Abrió la boca para coger aire, pero el oxígeno no era generoso. Menos cuando vio a Ethan hacer lo que se supone que estuviera haciendo con Serena. La mirada de Aniol pareció perderse en algún momento, creyendo que solo podría refugiarse si miraba al suelo con tanta concentración que podría hacerle un agujero.
No se había dado cuenta de que sus manos todavía aferraban el cristal de luz coral, sus dedos lo retorcían con tanta fuerza que tenía una decena de cristalitos clavados en la palma de la mano. La sangre resbalaba ajena hacia la muñeca.
- Rocavarancolia Rol
Re: Torreón Sendar
28/10/23, 01:49 pm
Sutileza se aparta al ver que Nohlem carga el arco, retirando el cuerpo de la tronera y despues echa a volar hacia un lado.
Logra huir a tiempo: 1-59
La flecha le atraviesa un ala: 60-79
La flecha le atraviesa una extremidad: 80-89
La flecha se le clava en el torax: 90-100
Logra huir a tiempo: 1-59
La flecha le atraviesa un ala: 60-79
La flecha le atraviesa una extremidad: 80-89
La flecha se le clava en el torax: 90-100
- Rocavarancolia Rol
Re: Torreón Sendar
28/10/23, 01:49 pm
El miembro 'Rocavarancolia Rol' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio
'Dado de 100 caras' : 96
'Dado de 100 caras' : 96
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreón Sendar
29/10/23, 11:38 am
A las pruebas se acercó también Räg para ayudar, cosa que le daba algo de tranquilidad al neoyorquino. No quería meter la pata con la investigación de un campo que hasta hacía días solo era ficción para él. Sus dos compañeros eran los que más sabían al respecto y, aunque tampoco parecía que supieran del todo qué era el cristal, al menos esperaba que con el esfuerzo de las teorías mágicas de sus mundos y las ideas espontáneas de ahora pudieran descubrirlo.
Antes de empezar con alguno de los líquidos, Ethan planteó una posibilidad muy interesante. Al margen de que aceptara la petición de Damian, cosa que hizo a Rick levantar una ceja extrañado antes de girarse, la idea no parecía descabellada. No tenía ni idea de por qué un artefacto mágico como ese iba a necesitar algún tipo de identificación biométrica, ni siquiera se le habría ocurrido con lo distinto que era a los móviles, pero como confirmó le sanaí, tenía sentido. -Sí, podría ser. ¿Aunque para qué necesitaría una firma?- contestó convencido, planteando otra pregunta por ese mismo camino para ver si conseguían dar con algún resultado. Hasta que no comprobaran algo del todo, aquello era un hervidero de teorías.
El comentario de Aniol le sacó una sonrisita. Le hizo un gesto con la mano, acompañado de un -Adelante- siguiendo la emoción del pequeño. Su expresión se ensanchó un poco más momentáneamente cuando expuso que aquello era varitas o cristales kyber. Luego volvió a la normalidad, algo preocupado por su demostración mágica. Ya habían avisado que tenían que ir con precaución, pero no parecía que hubiera calado el mensaje en varios. -Desde luego con tantos colores que hay lo mismo si que podemos hacer espadas láser- empezó siguiendo el juego, para luego añadir de nuevo conciliador y algo de seguridad -pero ten cuidado al usarlo, porfa- Que estuviera jugando con un cristal con capacidades que estaban descubriendo le ponía algo nervioso, pero sí se empeñaba en ello al menos quería evitar que Aniol se hiciera daño de nuevo.
Rick se centró ya de nuevo en las pruebas, recordando la idea del británico. Si la saliva funcionaba, aunque no fuera lo más higiénico bajo su punto de vista, lo prefería a tener que cortarse. Se cruzó de brazos más pensativo aún de lo que estaba con las palabras de Airi. Entre que ya tenían otras formas de dar luz y que al menos en el mundo de le sanaí un cristal con ese efecto era muy sencillo, cada vez le quedaba más claro que aquello tenía que servir para algo más. -(Si aquí hay magos tan poderosos no me creo que tengan que trabajar tanto tener luz)- pensó. Al menos iban a tener pruebas para rato sin tener que preocuparse de más de que estropearan algún cristal. -Perfecto, pues manos a la obra- respondió motivado, por fin pudiendo investigar algo mágico.
Sin embargo, la suerte que les había permitido tener unos días tranquilos se acabó de golpe. Los golpes que venían de la escalera extrañaron a Rick. Todos estaban en la planta baja, no había visto a nadie... El quejido, seguido de la aparición de Serena, fue el momento en que un sudor frío le recorrió la espalda y sentía a cada paso de ella como su seguridad se quebraba en instantes. Se le desencajó la cara, inmóvil del terror por la escena que estaba empezando. -Serena- consiguió decir, en una suerte de tono carente de emoción que intentaba sin éxito ser una pregunta preocupada. Algo andaba muy mal, no había duda alguna. En cuanto la escocesa se desplomó, cualquier rastro de racionalidad de Rick desapareció. -¡SERENA!- El grito era de los más grandes que había dado en su vida, la velocidad con la que llegó hasta su lado también.
Se puso de rodillas a su lado, mientras Ethan y Rägjynn se acercaban también. -Serena ¿qué ha pasado?- preguntó alterado siguiendo la pregunta del mjörní. La comida. Eso acababa de decir ¿Qué había pasado con la comida que pudiera provocar aquello? (Veneno). Había visto crímenes suficientes para tener claro que debía ser eso. De todos modos, una voz infantil que desconocía confirmó la sospecha. Se habría girado a exigir respuestas, pero Rick estaba en shock, no podía apartarse de la chica.
Por inercia cogió una de sus manos y se movió para que Ethan pudiera acomodarla sin que el neoyorquino apartara la mirada. La cara estaba demasiado hinchada, respiraba de milagro y a cada momento que pasaba empeoraba. Los ojos de Rick se estaban humedeciendo a paso acelerado mientras apretaba su mano. Entre los gritos, las flechas volando y todo el caos, aquel agarre era lo único que lo mantenía a flote entre la catástrofe. -Tú puedes con esto, Serena. Eres fuerte, vamos a ayudarte. Aguanta, por favor- dijo cada vez con la voz más rota, temblando.
Había muchas cosas que no entendía de la situación, creando una vorágine de pensamientos que unidos a la inminente calamidad no lo dejaban hacer más que estar allí. Cuando el británico sacó el lápiz, tuvo el impulso de pararlo. No sabía como de seguro era hacerlo y si Ethan sabía hacer una traqueotomía sin que empeorara la situación, pero el chico fue más rápido y, milagrosamente, parecía que había salido bien. Aunque eso no significaba que Serena estuviera respirando mejor.
Serena iba a morir dentro de poco. Era un hecho. Un hecho que estaba rompiendo a Rick. Se estaba entrenando para evitar que nadie saliera herido, se esforzaba más con cada paliza que le daba Kalna en los entrenamientos, creando un mapa, aprendiendo cualquier cosa para que todos estuvieran bien. Y había fallado estrepitosamente, en el refugio, en el único lugar seguro que tenían. Y Serena, la chica que los había metido en algunos problemas, pero en la que había visto un potencial para que saliera de su armadura de hielo, que confiaba en que podrían arreglarse las cosas, ahora solo tenía tiempo de dar sus últimos suspiros.
Si bien por la cabeza se le pasó que cada vez entendía menos a Ethan, ahora daba igual. Podía estar acabándose el mundo, pero no podía dejarla sola. Si se iba, que al menos hubiera alguien allí que intentó entenderla. -Serena, aguanta. Vamos a buscar una cura, todavía hay tiempo. Confío en ti. Confío en ti- intentaba dar ánimos con las lágrimas cayéndole por el rostro, sin ningún éxito de hacerse creer que aquello saldría bien. Repetía aquella nota, tanto para él como ella. No podía hacer nada. Lo sabía, y eso lo mataba por dentro.
Antes de empezar con alguno de los líquidos, Ethan planteó una posibilidad muy interesante. Al margen de que aceptara la petición de Damian, cosa que hizo a Rick levantar una ceja extrañado antes de girarse, la idea no parecía descabellada. No tenía ni idea de por qué un artefacto mágico como ese iba a necesitar algún tipo de identificación biométrica, ni siquiera se le habría ocurrido con lo distinto que era a los móviles, pero como confirmó le sanaí, tenía sentido. -Sí, podría ser. ¿Aunque para qué necesitaría una firma?- contestó convencido, planteando otra pregunta por ese mismo camino para ver si conseguían dar con algún resultado. Hasta que no comprobaran algo del todo, aquello era un hervidero de teorías.
El comentario de Aniol le sacó una sonrisita. Le hizo un gesto con la mano, acompañado de un -Adelante- siguiendo la emoción del pequeño. Su expresión se ensanchó un poco más momentáneamente cuando expuso que aquello era varitas o cristales kyber. Luego volvió a la normalidad, algo preocupado por su demostración mágica. Ya habían avisado que tenían que ir con precaución, pero no parecía que hubiera calado el mensaje en varios. -Desde luego con tantos colores que hay lo mismo si que podemos hacer espadas láser- empezó siguiendo el juego, para luego añadir de nuevo conciliador y algo de seguridad -pero ten cuidado al usarlo, porfa- Que estuviera jugando con un cristal con capacidades que estaban descubriendo le ponía algo nervioso, pero sí se empeñaba en ello al menos quería evitar que Aniol se hiciera daño de nuevo.
Rick se centró ya de nuevo en las pruebas, recordando la idea del británico. Si la saliva funcionaba, aunque no fuera lo más higiénico bajo su punto de vista, lo prefería a tener que cortarse. Se cruzó de brazos más pensativo aún de lo que estaba con las palabras de Airi. Entre que ya tenían otras formas de dar luz y que al menos en el mundo de le sanaí un cristal con ese efecto era muy sencillo, cada vez le quedaba más claro que aquello tenía que servir para algo más. -(Si aquí hay magos tan poderosos no me creo que tengan que trabajar tanto tener luz)- pensó. Al menos iban a tener pruebas para rato sin tener que preocuparse de más de que estropearan algún cristal. -Perfecto, pues manos a la obra- respondió motivado, por fin pudiendo investigar algo mágico.
Sin embargo, la suerte que les había permitido tener unos días tranquilos se acabó de golpe. Los golpes que venían de la escalera extrañaron a Rick. Todos estaban en la planta baja, no había visto a nadie... El quejido, seguido de la aparición de Serena, fue el momento en que un sudor frío le recorrió la espalda y sentía a cada paso de ella como su seguridad se quebraba en instantes. Se le desencajó la cara, inmóvil del terror por la escena que estaba empezando. -Serena- consiguió decir, en una suerte de tono carente de emoción que intentaba sin éxito ser una pregunta preocupada. Algo andaba muy mal, no había duda alguna. En cuanto la escocesa se desplomó, cualquier rastro de racionalidad de Rick desapareció. -¡SERENA!- El grito era de los más grandes que había dado en su vida, la velocidad con la que llegó hasta su lado también.
Se puso de rodillas a su lado, mientras Ethan y Rägjynn se acercaban también. -Serena ¿qué ha pasado?- preguntó alterado siguiendo la pregunta del mjörní. La comida. Eso acababa de decir ¿Qué había pasado con la comida que pudiera provocar aquello? (Veneno). Había visto crímenes suficientes para tener claro que debía ser eso. De todos modos, una voz infantil que desconocía confirmó la sospecha. Se habría girado a exigir respuestas, pero Rick estaba en shock, no podía apartarse de la chica.
Por inercia cogió una de sus manos y se movió para que Ethan pudiera acomodarla sin que el neoyorquino apartara la mirada. La cara estaba demasiado hinchada, respiraba de milagro y a cada momento que pasaba empeoraba. Los ojos de Rick se estaban humedeciendo a paso acelerado mientras apretaba su mano. Entre los gritos, las flechas volando y todo el caos, aquel agarre era lo único que lo mantenía a flote entre la catástrofe. -Tú puedes con esto, Serena. Eres fuerte, vamos a ayudarte. Aguanta, por favor- dijo cada vez con la voz más rota, temblando.
Había muchas cosas que no entendía de la situación, creando una vorágine de pensamientos que unidos a la inminente calamidad no lo dejaban hacer más que estar allí. Cuando el británico sacó el lápiz, tuvo el impulso de pararlo. No sabía como de seguro era hacerlo y si Ethan sabía hacer una traqueotomía sin que empeorara la situación, pero el chico fue más rápido y, milagrosamente, parecía que había salido bien. Aunque eso no significaba que Serena estuviera respirando mejor.
Serena iba a morir dentro de poco. Era un hecho. Un hecho que estaba rompiendo a Rick. Se estaba entrenando para evitar que nadie saliera herido, se esforzaba más con cada paliza que le daba Kalna en los entrenamientos, creando un mapa, aprendiendo cualquier cosa para que todos estuvieran bien. Y había fallado estrepitosamente, en el refugio, en el único lugar seguro que tenían. Y Serena, la chica que los había metido en algunos problemas, pero en la que había visto un potencial para que saliera de su armadura de hielo, que confiaba en que podrían arreglarse las cosas, ahora solo tenía tiempo de dar sus últimos suspiros.
Si bien por la cabeza se le pasó que cada vez entendía menos a Ethan, ahora daba igual. Podía estar acabándose el mundo, pero no podía dejarla sola. Si se iba, que al menos hubiera alguien allí que intentó entenderla. -Serena, aguanta. Vamos a buscar una cura, todavía hay tiempo. Confío en ti. Confío en ti- intentaba dar ánimos con las lágrimas cayéndole por el rostro, sin ningún éxito de hacerse creer que aquello saldría bien. Repetía aquella nota, tanto para él como ella. No podía hacer nada. Lo sabía, y eso lo mataba por dentro.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Sendar
30/10/23, 02:49 pm
Que Aniol se viera tan entusiasmado incluso mientras presionaba su herida con el trapo que le había ofrecido calmó el susto que le había dado a Colmillo. Su diversión y el hecho de que hablara tan feliz sobre espadas luminosas, varitas y otras cosas extrañas que solo el resto de humanos parecía entender convenció al vittya de que la herida no había sido para tanto y que, como Ethan sugería, el cristal apenas necesitaba una gota de sangre para activarse.
No es que le tranquilizara la idea de que existieran lámparas que necesitaban de la sangre para encenderse. Porque puede que solo necesitaran una pequeña gota, pero si era una simple luz, ¿qué necesitaría algo mucho más grande? Si la cocina tuviera un mecanismo igual, al necesitar más energía también sería necesaria más sangre, ¿no? ¿o, incluso, algo más? Si bien Colmillo no entendía nada de magia, ni de bombillas que se encendían con un botón, estaba completamente de acuerdo con Nohlem en esto. La idea de que los cristales de colores necesitaran fluidos para funcionar era una mierda.
Y precisamente por eso le gustó más la idea de Airi y Rick de probar con otros líquidos como leche o zumo, aunque eso no explicaría por qué el cristal solo se iluminaba cuando lo tocaba quien lo había encendido. De una manera o de otra, tenían tiempo para probar con qué sí funcionaba y cómo lo hacía, incluso si esperaban a esa noche como había sugerido Räg para ver cuánta luz daba, aunque en ese momento no parecía tanto como para que valiera la pena sustituir las antorchas, sobre todo si se apagaban tan rápidamente como se soltaban.
-¿Quizás alguien los abandonó aquí porque son inútiles? -sugirió a nadie en particular.
Con su atención dividida entre las teorías sobre los cristales, los juegos de Aniol y las quejas de Damian queriendo que alguien le ayudara a encender su cristal, no fue sino hasta que esta no estuvo en el último escalón que no escuchó los quejidos de Serena.
Cualquier buen rollo o diversión que podía haber reinado en el torreón se extinguió con el gemido de dolor que siguió a su advertencia.
La fruta. Su comida. Serena parecía estar ahogándose y la culpa era de la comida.
Mientras su mente viajaba a toda velocidad intentando entender por qué la humana había tenido esa reacción ahora y no antes, si era algo como la miel que sentaba mal, o es que les habían dado comida en mal estado esa vez; sus oídos captaron la vocecilla infantil y sus orejas junto a todo su pelo se erizaron al ver al intruso.
Siendo sinceros, y porque no se merecía ni una gota de su amabilidad, lo primero que Colmillo pensó al ver al pajarraco fue que era feo. Y no es que le pareciera enfermizo como al principio había pensado de los humanos, Kalna y Airi, por sus pieles desnudas y desprotegidas, sino que desde su perspectiva parecía el hijo indeseado y mal formado de un lagarto y un pájaro.
Aunque quizás estaba siendo injusto, porque probablemente no le habría generado tanto rechazo si no hubiera asimilado al segundo siguiente sus palabras.
Sorpresa. Serena les había advertido de no comer fruta mientras se ahogaba y el pajarraco se quejaba de haber arruinado la sorpresa.
Por un momento, Colmillo se miró las manos alarmado. Él había estado tocando la comida. No la fruta, porque esa vez quien fuera que montara las cestas no la había metido en la misma donde estaban las especias, pero Serena solamente había hablado de fruta porque seguramente era lo único que había cogido. ¿Quién podía asegurarles que no les pasaría lo mismo con el resto? ¿Acaso el pajarraco no parecía haber tenido toda la intención de que todos estuvieran muriendo con ella?
Porque no había manera de que se engañara ahora, Serena estaba muriendo.
Todo el rencor y enfado que podía haber guardado contra la humana se esfumó al ser consciente de que estaba viviendo sus últimas bocanadas. ¿De qué servía el resentimiento con ella por sus irreflexivas palabras y sus actos melodramáticos si acababa de ser asaltada de la manera más cruel y cobarde e iba a morir por ello? Todos habían tenido miedo y se habían preparado para ser emboscados o atacados de manera directa en las calles. Nadie se había esperado que su comida fuera envenenada entre las paredes de su refugio.
Si bien el shock no le permitió moverse durante unos segundos, estos fueron suficientes para que sus compañeros se pusieran en movimiento.
Como si de algún tipo de magia emanando de los extraños y luminosos cristales se tratara, el tiempo se aceleró frente a sus ojos y Szczenyak pudo ver los actos de sus compañeros con rapidez, pero absolutamente nítidos, sucederse sin que él fuera capaz de mover ni un solo músculo.
No fue hasta que el sonido de la flecha de Nohlem clavándose en el tórax del intruso se hizo eco del sonido del lápiz de Ethan clavándose a su vez en la garganta de Serena que el zawodny despertó sobresaltado como de un trance.
Sin pensar siquiera en lo que hacía y dejando que su instinto protector se apoderara de él, agarró fuertemente de la parte de atrás de la camiseta a Damián y lo arrastró hacia atrás, bajo la mesa en la que se había escondido Aniol, posicionándose frente a ellos con las manos desnudas al no encontrar nada a su alrededor con lo que poder defenderlos más allá de su propio cuerpo.
“Antes eras un niño, Colmillo, y nosotros debíamos protegerte a ti. Ahora eres un adulto, Szczneyak, y te toca ser a ti el que los proteja a ellos” susurró su propia voz en su mente, superpuesta a las de sus hermanos, cuñados, padres y abuelas. Porque en ese momento Damian y Aniol no eran dos niños humanos que había conocido apenas una semana atrás, eran sus pequeños sobrinos, cachorros todavía. Y el intruso no era un pajarraco grotesco, era un katsuva y sus afilados dientes de sable estaban amenazando a su familia.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Sendar
31/10/23, 01:22 pm
Airi tuvo que detenerse antes de poder exprimir una fruta para ver si otros líquidos eran absorbidos por las aberturas del cristal, antes de plantear ninguna otra duda o sugerencia. Tal vez, más que detenerse, se paralizó, todavía con el cristal en la mano, con la vista clavada en las escaleras por las que aparecía Serena quejándose, con una cara horrible.
—¿Qué ha pasado…?
Su voz quebrada se perdió entre otras que hacían preguntas semejantes. El color había abandonado el rostro de Airi al ver a la humana tan enferma. ¿Tal vez llevaba enferma más tiempo y por eso no salía de su habitación? No. Se ahogaba, ¿por qué ahora?
Sus preguntas tuvieron respuesta enseguida, cuando la propia Serena trató de explicar la situación. «¿Qué hago?» se preguntó, «¿qué…?». Airi siempre quería dar una imagen de persona sensata y capaz. Una fachada que difuminaba su corta edad, y una fachada que le hacía sentirse fuerte ante la adversidad. Pero solo era eso, una muro tras el que protegerse, y uno que se terminó de derrumbar cuando la voz infantil de la criatura alada se burló de ellos desde una ventana, igual que una choza deteriorada ante un vendaval.
Su mente no encontró una reacción racional a la que aferrarse ante aquella situación. Solo hacer subir y bajar su pecho era demasiado pedir, ya que le estaba costando que el aire llegase a sus pulmones. Como a Serena. Escuchar la lucha de la chica por tomar aire solo dificultaba la suya propia, hasta que empezó a sentir cómo le hormigueaba la cara, haciéndole pensar que se ahogaría con ella.
Todo sucedió deprisa, pero en la mente de Airi el tiempo parecía avanzar con una lentitud viscosa. Oyó los gritos, las amenazas, el silbido de una flecha y el golpe seco que perforó la garganta de Serena. A partir de ese punto sus oídos se sellaron, recibiendo las voces apagadas y lejanas, y dejándole sole con el latir frenético de su corazón. Vio la flecha volar, la sangre, a Serena apagándose con Ethan y Rick a su alrededor. Si fuese capaz de dejar de mirar, también querría cerrar los ojos, estar muy lejos, ser capaz de hacer algo por los demás… Ser capaz. Al menos las lágrimas difuminaban todo aquello de lo que no deseaba ser consciente.
El instinto de Serena había sido resistirse cuando vio el lápiz en la mano de Ethan, pero sus vías respiratorias se cerraban, y se detuvo. Por mucho que tratase de expandir sus pulmones, el aire ya no circulaba hacia su interior. Iba a morirse si nadie hacía nada. Se moría.
La traqueotomía improvisada por Ethan fue más dolorosa que efectiva. A través del pequeño agujero podía coger un poco de aire, pero no era suficiente. Serena sentía que se le iba la cabeza a pesar de todo, fuese por el terrible dolor que sentía en sus entrañas o por la falta de oxígeno.
El confort de las voces de sus compañeros se sentía lejano; su contacto, anecdótico. En algún punto, sin llegar a enterarse de la presencia de la criatura en la ventana, perdió el conocimiento.
El corazón de Serena latiría algunos minutos más. Ajena al dolor, protegida por aquel desmayo benevolente, su vida terminaría por apagarse poco después.
La criatura alada observó con diversión las reacciones de aquellos que se acercaron a la ventana, con armas o preguntas. No se le pasaba por la cabeza que hubiese sido un error por su parte intervenir, sino todo lo contrario. Si infundía miedo en ellos, es que estaba haciendo las cosas bien, tal y como le había sido encomendado.
—¡Mi deseo es Sutileza! —contestó con una voz demasiado bonita para la criatura que tenían delante—, y creo que es evidente que…
Los ojos del ser captaron el movimiento de Nohlem al momento. Se había fijado en las armas y dónde estaban, por supuesto, pero no esperaba que el mamífero color calabaza tuviese la agilidad de Wintoon sacando flechas del carcaj.
Sutileza se impulsó hacia atrás con las manos, que todavía agarraban el alfeizar, buscando echar el vuelo para apartarse de la trayectoria de la flecha. Fue rápido, pero no tanto como el proyectil, porque aunque sus alas se movían y empezó a alejarse del torreón, este asomaba entre sus costillas, parcialmente clavado cerca del nacimiento del brazo izquierdo.
El niño emitió un quejido lastimero que sería audible dentro del torreón, pero Sutileza no volvería a asomarse. Por el contrario, oirían su aleteo apresurado cada vez más lejos.
—¿Qué ha pasado…?
Su voz quebrada se perdió entre otras que hacían preguntas semejantes. El color había abandonado el rostro de Airi al ver a la humana tan enferma. ¿Tal vez llevaba enferma más tiempo y por eso no salía de su habitación? No. Se ahogaba, ¿por qué ahora?
Sus preguntas tuvieron respuesta enseguida, cuando la propia Serena trató de explicar la situación. «¿Qué hago?» se preguntó, «¿qué…?». Airi siempre quería dar una imagen de persona sensata y capaz. Una fachada que difuminaba su corta edad, y una fachada que le hacía sentirse fuerte ante la adversidad. Pero solo era eso, una muro tras el que protegerse, y uno que se terminó de derrumbar cuando la voz infantil de la criatura alada se burló de ellos desde una ventana, igual que una choza deteriorada ante un vendaval.
Su mente no encontró una reacción racional a la que aferrarse ante aquella situación. Solo hacer subir y bajar su pecho era demasiado pedir, ya que le estaba costando que el aire llegase a sus pulmones. Como a Serena. Escuchar la lucha de la chica por tomar aire solo dificultaba la suya propia, hasta que empezó a sentir cómo le hormigueaba la cara, haciéndole pensar que se ahogaría con ella.
Todo sucedió deprisa, pero en la mente de Airi el tiempo parecía avanzar con una lentitud viscosa. Oyó los gritos, las amenazas, el silbido de una flecha y el golpe seco que perforó la garganta de Serena. A partir de ese punto sus oídos se sellaron, recibiendo las voces apagadas y lejanas, y dejándole sole con el latir frenético de su corazón. Vio la flecha volar, la sangre, a Serena apagándose con Ethan y Rick a su alrededor. Si fuese capaz de dejar de mirar, también querría cerrar los ojos, estar muy lejos, ser capaz de hacer algo por los demás… Ser capaz. Al menos las lágrimas difuminaban todo aquello de lo que no deseaba ser consciente.
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El instinto de Serena había sido resistirse cuando vio el lápiz en la mano de Ethan, pero sus vías respiratorias se cerraban, y se detuvo. Por mucho que tratase de expandir sus pulmones, el aire ya no circulaba hacia su interior. Iba a morirse si nadie hacía nada. Se moría.
La traqueotomía improvisada por Ethan fue más dolorosa que efectiva. A través del pequeño agujero podía coger un poco de aire, pero no era suficiente. Serena sentía que se le iba la cabeza a pesar de todo, fuese por el terrible dolor que sentía en sus entrañas o por la falta de oxígeno.
El confort de las voces de sus compañeros se sentía lejano; su contacto, anecdótico. En algún punto, sin llegar a enterarse de la presencia de la criatura en la ventana, perdió el conocimiento.
El corazón de Serena latiría algunos minutos más. Ajena al dolor, protegida por aquel desmayo benevolente, su vida terminaría por apagarse poco después.
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La criatura alada observó con diversión las reacciones de aquellos que se acercaron a la ventana, con armas o preguntas. No se le pasaba por la cabeza que hubiese sido un error por su parte intervenir, sino todo lo contrario. Si infundía miedo en ellos, es que estaba haciendo las cosas bien, tal y como le había sido encomendado.
—¡Mi deseo es Sutileza! —contestó con una voz demasiado bonita para la criatura que tenían delante—, y creo que es evidente que…
Los ojos del ser captaron el movimiento de Nohlem al momento. Se había fijado en las armas y dónde estaban, por supuesto, pero no esperaba que el mamífero color calabaza tuviese la agilidad de Wintoon sacando flechas del carcaj.
Sutileza se impulsó hacia atrás con las manos, que todavía agarraban el alfeizar, buscando echar el vuelo para apartarse de la trayectoria de la flecha. Fue rápido, pero no tanto como el proyectil, porque aunque sus alas se movían y empezó a alejarse del torreón, este asomaba entre sus costillas, parcialmente clavado cerca del nacimiento del brazo izquierdo.
El niño emitió un quejido lastimero que sería audible dentro del torreón, pero Sutileza no volvería a asomarse. Por el contrario, oirían su aleteo apresurado cada vez más lejos.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Torreón Sendar
31/10/23, 05:14 pm
Sus ojos seguían clavados en la criatura del otro lado de la ventana, sin apartarse de ahí, analizando cada mínimo movimiento del ave en búsqueda de una reacción hostil, o tal vez de temor. No necesitaba una excusa para clavarle la lanza después de que hubiera envenado su comida, pero sí quería respuestas. Saber qué veneno habían usado, su antídoto, algo que les pudiera ayudar. No sabía cuánta de la comida estaría afectada, ni si tendrían respuestas a tiempo de salvar a Serena, pero a lo mejor el resto sí podía salvarse.
Inhala. Exhala. Mantén la calma. No hacían falta los gritos y las palabrotas de Connor para resultar intimidante, y lo sabía de sobra, pero no por ello iba a negarse a tenerle al lado y a que apoyase sus exigencias de saber. No era el momento de perder los nervios, era el momento de hacer caso a un entrenamiento que estaba implantado en su memoria. Ahí no había nada desconocido.
Desde fuera de su ángulo de visión llegaban voces, ruidos, respiraciones agitadas. Un ruido que no había sonado bien, pero que no tenía tiempo para mirar a qué correspondía. La voz de Serena apagándose. Inhala. Exhala. La vista fija en el enemigo.
—Desde luego eres tan sutil como una puñalada en el pecho —masculló, lo bastante alto para que el ser la oyese. Desde luego no le hacía honor a su nombre, o deseo, o lo que fuera.
Una petición de Nohlem, una exigencia de Nohlem. Kalna se hizo a un lado antes siquiera de caer en si el arco estaba o no ahí para poder ser usado, respondiendo por inercia. Al tal Sutileza no le dio tiempo de terminar su frase, y es que la flecha se clavó en su pecho, en una zona que podría perfectamente ser letal. Una sonrisita se formó en los labios de la libense, aunque no duró demasiado al ver que el bicho seguía volando y huyendo.
Ojalá la tronera no fuera tan pequeña y poder saltar por ella para rematar a esa cosa que les había querido envenenar. Ojalá no tener que ir abajo para poder bajar el puente y perseguirla para terminar con su vida como el bicho había hecho con la de Serena. Pero allí dentro no podía hacer nada, y se limitó a agarrar la lanza con los labios apretados mientras miraba como Sutileza se iba volando.
Pensaba encontrar de nuevo a aquella criatura, si es que no se moría desangrada o por la infección, y vengarse por todo aquello.
Cuando por fin se giró a los demás se encontró el caos, con los niños bajo la mesa, a Ethan llevándose a Serena arriba «Está muerta». No tenía nada que lamentar. Había crecido en un mundo en el que la muerte era común, y no tenía vínculos con Serena tan fuertes como para que aquello fuera más que la muerte de una desconocida. Aquello no era nada nuevo, y por ello no estaba reaccionando.
Sus pupilas volverían poco a poco a su tamaño normal, pero no diría nada. Se limitaría a mirar al resto, con su típica expresión neutra en la cara.
Inhala. Exhala. Mantén la calma. No hacían falta los gritos y las palabrotas de Connor para resultar intimidante, y lo sabía de sobra, pero no por ello iba a negarse a tenerle al lado y a que apoyase sus exigencias de saber. No era el momento de perder los nervios, era el momento de hacer caso a un entrenamiento que estaba implantado en su memoria. Ahí no había nada desconocido.
Desde fuera de su ángulo de visión llegaban voces, ruidos, respiraciones agitadas. Un ruido que no había sonado bien, pero que no tenía tiempo para mirar a qué correspondía. La voz de Serena apagándose. Inhala. Exhala. La vista fija en el enemigo.
—Desde luego eres tan sutil como una puñalada en el pecho —masculló, lo bastante alto para que el ser la oyese. Desde luego no le hacía honor a su nombre, o deseo, o lo que fuera.
Una petición de Nohlem, una exigencia de Nohlem. Kalna se hizo a un lado antes siquiera de caer en si el arco estaba o no ahí para poder ser usado, respondiendo por inercia. Al tal Sutileza no le dio tiempo de terminar su frase, y es que la flecha se clavó en su pecho, en una zona que podría perfectamente ser letal. Una sonrisita se formó en los labios de la libense, aunque no duró demasiado al ver que el bicho seguía volando y huyendo.
Ojalá la tronera no fuera tan pequeña y poder saltar por ella para rematar a esa cosa que les había querido envenenar. Ojalá no tener que ir abajo para poder bajar el puente y perseguirla para terminar con su vida como el bicho había hecho con la de Serena. Pero allí dentro no podía hacer nada, y se limitó a agarrar la lanza con los labios apretados mientras miraba como Sutileza se iba volando.
Pensaba encontrar de nuevo a aquella criatura, si es que no se moría desangrada o por la infección, y vengarse por todo aquello.
Cuando por fin se giró a los demás se encontró el caos, con los niños bajo la mesa, a Ethan llevándose a Serena arriba «Está muerta». No tenía nada que lamentar. Había crecido en un mundo en el que la muerte era común, y no tenía vínculos con Serena tan fuertes como para que aquello fuera más que la muerte de una desconocida. Aquello no era nada nuevo, y por ello no estaba reaccionando.
Sus pupilas volverían poco a poco a su tamaño normal, pero no diría nada. Se limitaría a mirar al resto, con su típica expresión neutra en la cara.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Torreón Sendar
01/11/23, 12:27 pm
Ethan estaba y no estaba, perdido a dos aguas entre lo que era un ritmo frenético y un tiempo congelado. No estaba para su alrededor, para el contexto violento, no estaba para descifrar qué decía la voz horrorosamente infantil, ni para querer comprobar a que había impactado la flecha. Aún sin razonarlo del todo, su cuerpo se destenso ligeramente con el batir de alas ajenas y la repentina calma que traía consigo un funeral, porque para eso, para eso si estaba.
Se quedó escuchando las últimas bocanadas desesperadas de la joven, como dejaba de tomar aire para desmayarse en sus brazos, presenció cómo su corazón latía débil, cansado, como un reloj roto que lentamente dejaba de funcionar y por un momento para él, solo existió ese sonido. Un retumbar lento que recorría la muñeca de la joven con malas noticias, que marcaba de forma inevitable el compás hacía un campo lleno de flores y origami. Un altar, un adiós. Ethan respiró hondo para aguantar el nudo que empezaba a crearse en su garganta. El estrés, el miedo, el dolor, la pena, todo quedó desplazado a un segundo plano pues tan pronto como Ethan estaba, necesitaba no estar y su mente previsora prefirió guardarse la oscuridad del sitio tras una puerta que no dejaba de sonar. Llamando antiguos terrores y acumulando los nuevos.
Pestañeo con cierta lentitud, escapando del foco absorbente que era tener a la muchacha a su lado para dar una rápida ojeada a su alrededor. No estaba solo, tenía que recordarlo, había obviado a su entorno tan centrado que estaba en intentar salvarle la vida de forma fallida a Serena. Apenas se centró en los mayores, un vistazo fugaz que se dirigió hacía el comedor cuando desesperado no encontró a ninguno de los pequeños. Entonces vislumbro a Aniol rezagado tras la mesa y lo que era la mata rubia de Damian tras él y por un momento, un fugaz lapso que apenas duró la brevedad de una pequeña gota de sangre resbalando por la palma del polaco, sintió que no podía seguir, que era absurdo intentar fingir que sí.
Que no era un héroe, ni hermano, ni padre, que no podía formar parte de una tribu a la que no sabía ni podía proteger. No es que fuera un fraude, es que era tan normal que le asustaba darse cuenta de ello, porque en aquel sitio nada lo era, nada debía serlo y la gente normal como ellos simplemente … No podía protegerlos contra ningún peligro, no habría podido salvarlos si hubieran sido ellos quien mordieran la fruta, solo podía quitarles de ver el cuerpo de su compañera, cuidarlos de un trauma que igualmente tendrían pues Ethan sabía que no necesitas ver para llorar una pérdida. ¿Ahora bien, cuál era la alternativa? Vio a Räg helado, sujetando un vaso sin saber el por que, vio a Airi con el recuerdo malo de lo que había sido Serena instantes atrás y supo que si bien no podía cambiar nada de aquello, lo podía intentar hacer más llevadero.
-Que alguien ayude a Aniol. -Comentó con una voz tan firme y calmada que hasta él mismo pensó que lo estaba. No miró a nadie en concreto, lejos de eso se agacho junto a Serena para empezar a tomarla en brazos. -Y la comida, hay que tirarla entera.
No siguió hablando, no preguntó por la situación ni por los demás. Levantó a la joven con un esfuerzo mitigado por la tensión del momento y cuando la vio quiso engañarse. Pensó que en sus brazos solo descansaba una bella durmiente, que no había labios quemados ni gargantas hinchadas, que los ojos cerrados eran de descanso y que su tacto frío era por que el ambiente lo estaba. La sostuvo como una princesa a la que llevabas a dormir entre cojines y peluches pues lo que una vez fuera Serena daba igual, no había conflictos que pudieran mitigar el suceso, ni actitudes desagradables que le hicieran empatizar menos.
Nadie merecía despedirse así.
Hizo una pausa una vez la sostuvo, dirigiendo una mirada a Rick antes de ir hacía las escaleras. No hubo un intercambio exacto, no hubo un sentimiento único. Era comprensión, pena e inseguridad, era una pregunta y una duda. Las lágrimas que burbujeaban por el rostro del chico le dejaban con el mal sabor de boca de querer decir algo pero no encontrar las palabras para hacerlo. De pensar si era mejor idea que subiera a velar por un cadáver o se quedará en la ignorancia de no verlo, de sí sufrir en un círculo interminable acaso era mejor opción que el no tener una despedida personal, pero a falta de no saberlo no era tampoco su decisión escoger, así que lo dejó estar y empezó a subir.
Él, que ya sabía lo que era un entierro, él que visitaba cada semana un cementerio para descansar entre sus losas y flores se veía incapaz de dar consuelo cuando volvía a repetirse. Quizá porque sabía que no había gestos, regalos, ni palabras suficientes en el mundo que pudieran llenar el espacio vacío que se quedaba en tu interior, que solo el tiempo te acostumbraba a vivir con aquel foso negro. Recostó a la joven en una de las habitaciones del fondo, con el cuidado de quien temía romper una muñeca de porcelana, le acomodó una almohada con la suavidad que un padre daba las buenas noches a uno de sus hijos y con el temblor regresando a sus manos la cubrió con una de las sábanas.
Para cuando se incorporó de nuevo sendos ríos descendían por sus mejillas. El escalofrío constante que era su cuerpo le impidió apartarse los mechones que empezaban a pegarse por su rostro, así que allí indefenso y perdido a medida que el telón caía en lo que era un despropósito de obra se pasó el inicio de la palma irregular y tembloroso por uno de sus ojos, sintiendo cómo poco a poco el peso de la realidad volvía a golpear en aquella falsa calma.
-Lo siento.
Murmuró descompuesto sin saber a quién exactamente le estaba dedicando aquellas disculpas.
Se quedó escuchando las últimas bocanadas desesperadas de la joven, como dejaba de tomar aire para desmayarse en sus brazos, presenció cómo su corazón latía débil, cansado, como un reloj roto que lentamente dejaba de funcionar y por un momento para él, solo existió ese sonido. Un retumbar lento que recorría la muñeca de la joven con malas noticias, que marcaba de forma inevitable el compás hacía un campo lleno de flores y origami. Un altar, un adiós. Ethan respiró hondo para aguantar el nudo que empezaba a crearse en su garganta. El estrés, el miedo, el dolor, la pena, todo quedó desplazado a un segundo plano pues tan pronto como Ethan estaba, necesitaba no estar y su mente previsora prefirió guardarse la oscuridad del sitio tras una puerta que no dejaba de sonar. Llamando antiguos terrores y acumulando los nuevos.
Pestañeo con cierta lentitud, escapando del foco absorbente que era tener a la muchacha a su lado para dar una rápida ojeada a su alrededor. No estaba solo, tenía que recordarlo, había obviado a su entorno tan centrado que estaba en intentar salvarle la vida de forma fallida a Serena. Apenas se centró en los mayores, un vistazo fugaz que se dirigió hacía el comedor cuando desesperado no encontró a ninguno de los pequeños. Entonces vislumbro a Aniol rezagado tras la mesa y lo que era la mata rubia de Damian tras él y por un momento, un fugaz lapso que apenas duró la brevedad de una pequeña gota de sangre resbalando por la palma del polaco, sintió que no podía seguir, que era absurdo intentar fingir que sí.
Que no era un héroe, ni hermano, ni padre, que no podía formar parte de una tribu a la que no sabía ni podía proteger. No es que fuera un fraude, es que era tan normal que le asustaba darse cuenta de ello, porque en aquel sitio nada lo era, nada debía serlo y la gente normal como ellos simplemente … No podía protegerlos contra ningún peligro, no habría podido salvarlos si hubieran sido ellos quien mordieran la fruta, solo podía quitarles de ver el cuerpo de su compañera, cuidarlos de un trauma que igualmente tendrían pues Ethan sabía que no necesitas ver para llorar una pérdida. ¿Ahora bien, cuál era la alternativa? Vio a Räg helado, sujetando un vaso sin saber el por que, vio a Airi con el recuerdo malo de lo que había sido Serena instantes atrás y supo que si bien no podía cambiar nada de aquello, lo podía intentar hacer más llevadero.
-Que alguien ayude a Aniol. -Comentó con una voz tan firme y calmada que hasta él mismo pensó que lo estaba. No miró a nadie en concreto, lejos de eso se agacho junto a Serena para empezar a tomarla en brazos. -Y la comida, hay que tirarla entera.
No siguió hablando, no preguntó por la situación ni por los demás. Levantó a la joven con un esfuerzo mitigado por la tensión del momento y cuando la vio quiso engañarse. Pensó que en sus brazos solo descansaba una bella durmiente, que no había labios quemados ni gargantas hinchadas, que los ojos cerrados eran de descanso y que su tacto frío era por que el ambiente lo estaba. La sostuvo como una princesa a la que llevabas a dormir entre cojines y peluches pues lo que una vez fuera Serena daba igual, no había conflictos que pudieran mitigar el suceso, ni actitudes desagradables que le hicieran empatizar menos.
Nadie merecía despedirse así.
Hizo una pausa una vez la sostuvo, dirigiendo una mirada a Rick antes de ir hacía las escaleras. No hubo un intercambio exacto, no hubo un sentimiento único. Era comprensión, pena e inseguridad, era una pregunta y una duda. Las lágrimas que burbujeaban por el rostro del chico le dejaban con el mal sabor de boca de querer decir algo pero no encontrar las palabras para hacerlo. De pensar si era mejor idea que subiera a velar por un cadáver o se quedará en la ignorancia de no verlo, de sí sufrir en un círculo interminable acaso era mejor opción que el no tener una despedida personal, pero a falta de no saberlo no era tampoco su decisión escoger, así que lo dejó estar y empezó a subir.
Él, que ya sabía lo que era un entierro, él que visitaba cada semana un cementerio para descansar entre sus losas y flores se veía incapaz de dar consuelo cuando volvía a repetirse. Quizá porque sabía que no había gestos, regalos, ni palabras suficientes en el mundo que pudieran llenar el espacio vacío que se quedaba en tu interior, que solo el tiempo te acostumbraba a vivir con aquel foso negro. Recostó a la joven en una de las habitaciones del fondo, con el cuidado de quien temía romper una muñeca de porcelana, le acomodó una almohada con la suavidad que un padre daba las buenas noches a uno de sus hijos y con el temblor regresando a sus manos la cubrió con una de las sábanas.
Para cuando se incorporó de nuevo sendos ríos descendían por sus mejillas. El escalofrío constante que era su cuerpo le impidió apartarse los mechones que empezaban a pegarse por su rostro, así que allí indefenso y perdido a medida que el telón caía en lo que era un despropósito de obra se pasó el inicio de la palma irregular y tembloroso por uno de sus ojos, sintiendo cómo poco a poco el peso de la realidad volvía a golpear en aquella falsa calma.
-Lo siento.
Murmuró descompuesto sin saber a quién exactamente le estaba dedicando aquellas disculpas.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Torreón Sendar
01/11/23, 06:46 pm
La situación era un caos total. Intuía a sus compañeros moviéndose detrás suya, pero no tenía ni idea si para alejarse de aquella cosa alada o para acercarse a Serena. Y desde luego tampoco sabía cómo se encontraba la pelirroja. Connor por su parte, seguía con la mirada fija en aquel cabronazo e intentando mantener su respiración tranquila y calmada, pero era bastante complicado de lograr teniendo en cuenta lo que estaba ocurriendo. En lo que llevaban de semana ningún monstruo se había acercado tanto al torreón, y mucho menos... envenenarles la puta comida. El rostro del motero no dejaba lugar a dudas de la rabia que sentía, con la cara crispada y los labios fruncidos en una mueca que casi parecía hablar por sí sola: "Ojalá estuvieras a este lado, hijo de puta". Ese monstruo de mierda había intentado matarles a todos, y en su interior resonaba una única respuesta ante eso. Ojo por ojo.
Su corazón bombeaba con fuerza como una puñetera locomotora, y sus brazos en guardia estaban rígidos por la tensión hasta el punto de que le dolían las articulaciones. No sabía de qué era capaz ese bicho, y quizás eso es lo que más miedo le daba, pero al menos no parecía querer tener intenciones de entrar de alguna forma en la cocina. Más bien parecía divertirse con su reacción y la de Kalna, y aquello hizo que por dentro a Connor le hirviera la puta sangre. Sus palabras fueron incoherentes y misteriosas, casi como si se tratara de un jodido acertijo. "Mi deseo es sutileza..." Lejos de responder las preguntas parecía estar descojonándose de ellos, y si bien cada vez se sentía más rabioso también se sentía más impotente de no poder darle su merecido.
Por suerte, había alguien allí que si pudo. La voz de Nohlem fue como una alarma en su cabeza, que despejó toda su rabia y frustración y despertó sus tensos músculos. Al motero solo le dio tiempo a echarse hacia la derecha mientras se agachaba, cayendo de lateral al suelo, antes de que una flecha pasara silbando el aire y se colara por la tronera. El quejido lastimero que soltó el monstruo reveló que el tiro había tenido éxito, provocando una breve pero intensa alegría triunfal en Connor. Aunque su aleteo indicaba que se estaba alejando, esperaba que no fuera muy lejos. Que muriera como el bicho de mierda que era.
Sin embargo, aquello no había acabado. Y a salvos del peligro de ese pajarraco con escamas, los sonidos ajenos que había estado escuchando se convirtieron en voces, y las voces en palabras... "Está todo bien, lo estás haciendo muy bien" y otra más, " Serena, aguanta. Vamos a buscar una cura..." Connor se dio la vuelta todavía tirado en el suelo como estaba. Para encontrarse con toda la escena que había tenido lugar mientras Kalna y él habían estado de espaldas a ellos. Aniol y Damian debajo de la mesa con Szcheniak protegiéndoles, Räg de pie con un vaso de agua y Airi paralizade... Y por último a Ethan y a Rick, ambos en torno a Serena, que se encontraba en el suelo con un lápiz ensangrentado cerca suya. El británico dándole un abrazo de lado y el neoyorquino sujetándole una mano entre lágrimas. La pelirroja se moría, luchando sin posibilidades para hacer entrar algo de oxígeno en su garganta hinchada.
Y tras ver aquello una profunda pena empezó a invadirle, casi tan letal como el veneno que les había regalado por sorpresa aquel monstruo. Pero no era una pena hacia Serena, no. Sus ojos se posaron rápidamente en los críos, consciente de lo que significaría todo lo que estaba ocurriendo para ellos. Una marca, una cicatriz... Que estaba seguro de que iban a llevar a cuestas durante mucho tiempo, probablemente toda su vida. Porque él también llevaba una desde niño, desde el orfanato y su vida en las putas calles de después. La mochila de Connor estaba cargada de piedras como aquellas, eventos terribles que se convertían en sombras y lo visitaban durante los días y las noches: Sean, Yasser y Rhona muertos entre la violencia y la sangre... Incluso había matado a dos personas antes de estar allí. Una a balazos en la cara a quemarropa, y la otra a cuchillazos enzarzados en una pelea. Quizás por eso no sentía lástima por Serena y su inminente muerte, porque ya estaba roto casi de fábrica... o quizás se equivocaba, y su inmunidad a aquella tragedia se debía al club y a sus enseñanzas: "Sólo debe importarte tu puta familia". Incluso puede que fuera una mezcla de ambas cosas: dolor y tragedia acumulada y lecciones aprendidas. Pero también existía una posibilidad mucho más sencilla de explicar... Quizás es que sencillamente era un cabrón.
El motero se pondría de pie pesadamente, logrando apartar la mirada de los críos para volver a fijarla en Serena y en cómo perdia la conciencia, para luego Ethan empezar a llevársela arriba mientras hablaba con una voz calmada que le preocupó más que si hubiera sollozado. Serena estaba muerta, sin remedio alguno. Y Connor se quedó en silencio, fundiéndose con el tétrico ambiente. No sintió pena por ella.. Hubiera preferido que estuviera viva, por supuesto, pero no le afectó emocionalmente más allá de ver que aquel ataque había sido dirigido a todos. Como ya había pensado con anterioridad, quizás es porque era un cabrón. Un cabrón roto. Pero si que sentía algo al ver su cadáver: Desesperanza y miedo. Una semana. Eso es lo que había tardado la ciudad y sus monstruos en darles el primer puto golpe, y tenía claro que no sería el último.
-Joder...- Dijo entre dientes el motero, mientras apretaba los puños hasta que los nudillos se empezaban a poner blancos, con la respiración más agitada. Porque una verdad innegable empezaba a despertar en su conciencia, de forma lenta y segura, pero desoladora y abrumadora...<<Estamos muertos. Todos nosotros. Los críos... Yo... Joder, estoy muerto...>>. Un pensamiento tan esclarecedor que Connor tuvo que dar lo mejor de sí mismo hasta lograr controlar su respiración. No iban a sobrevivir un año entero allí. Ahora lo sabía. Iban a caer uno detrás de otro como putas moscas.
Räg se acercaría a Airi, y Connor tuvo el impulso de acompañar a Ethan y no dejar que estuviera solo con un puto cadáver allí arriba, pero vio a Rick subir también y lo dejó estar. Lo cierto es que deseaba estar solo con sus putos pensamientos, hasta que éstos se lo tragaran de una puta vez. Y tampoco sabía que decirle a los críos en una situación así, nuevamente prefería que gente más capaz de se encargara de Damian y Aniol...
-Yo me encargo de la puta comida y que alguien baje el puente.- Diría con el ceño fruncido logrando reponerse un poco, haciéndose cargo de tirar los alimentos movido por el deseo de distraer su mente de alguna forma. Si nadie se prestaba a bajar el puente lo haría él mismo. El motero cogió unos trapos para no tocar la comida con su piel, y con ellos fue metiéndola en las cestas. A pesar de estar sumido en sus pensamientos no tardó en darse cuenta de un extraño líquido que recubría los alimentos. El veneno, debía ser eso.- Hijo de la gran puta... Eh, los que hayáis tocado la comida lavarse las manos, joder. Hay una mierda rara que la cubre...- Avisó con un tono de alerta, pero en su cara era evidente que empezaba a cabrearse de nuevo. Además tuvo que meter en las cestas toda la comida que había sido mezclada, tanto la nueva como la antigua por si acaso.
Los dos trayectos fueron cortos y silenciosos, y aunque alzó la vista para vigilar si aquel bicho alado estaba cerca, éste no se encontraba por allí. Habría deseado encontrárselo muerto y estampado contra las piedras, o al menos agonizando para poder rematarlo por cabronazo. Pero parecía que había escapado o muerto mucho más lejos donde no se atrevía a avanzar solo. Connor dejaría las cestas fuera del torreón, en plena calle. No quería tirarlos al foso tan cerca de ellos, y prefería dejarlos más lejos todavía cuando salieran de nuevo a por comida. Se quedó unos minutos allí solo, fuera del torreón pero con los pies plantados en el puente levadizo, por si había un problema a la vista poder entrar dentro. Observando el lugar con una pesadez oscura en su pecho. Y de nuevo tuvo el mismo pensamiento imposible de contrariar, imposible de argumentar en su contra y revelar que era mentira lo que pensaba... Una de esas calles, visible o no, sería su puta tumba tarde o temprano.
-Mierda...-Susurró con temor, antes de emprender la marcha hacia un refugio que ya no le parecía tan seguro.
Su corazón bombeaba con fuerza como una puñetera locomotora, y sus brazos en guardia estaban rígidos por la tensión hasta el punto de que le dolían las articulaciones. No sabía de qué era capaz ese bicho, y quizás eso es lo que más miedo le daba, pero al menos no parecía querer tener intenciones de entrar de alguna forma en la cocina. Más bien parecía divertirse con su reacción y la de Kalna, y aquello hizo que por dentro a Connor le hirviera la puta sangre. Sus palabras fueron incoherentes y misteriosas, casi como si se tratara de un jodido acertijo. "Mi deseo es sutileza..." Lejos de responder las preguntas parecía estar descojonándose de ellos, y si bien cada vez se sentía más rabioso también se sentía más impotente de no poder darle su merecido.
Por suerte, había alguien allí que si pudo. La voz de Nohlem fue como una alarma en su cabeza, que despejó toda su rabia y frustración y despertó sus tensos músculos. Al motero solo le dio tiempo a echarse hacia la derecha mientras se agachaba, cayendo de lateral al suelo, antes de que una flecha pasara silbando el aire y se colara por la tronera. El quejido lastimero que soltó el monstruo reveló que el tiro había tenido éxito, provocando una breve pero intensa alegría triunfal en Connor. Aunque su aleteo indicaba que se estaba alejando, esperaba que no fuera muy lejos. Que muriera como el bicho de mierda que era.
Sin embargo, aquello no había acabado. Y a salvos del peligro de ese pajarraco con escamas, los sonidos ajenos que había estado escuchando se convirtieron en voces, y las voces en palabras... "Está todo bien, lo estás haciendo muy bien" y otra más, " Serena, aguanta. Vamos a buscar una cura..." Connor se dio la vuelta todavía tirado en el suelo como estaba. Para encontrarse con toda la escena que había tenido lugar mientras Kalna y él habían estado de espaldas a ellos. Aniol y Damian debajo de la mesa con Szcheniak protegiéndoles, Räg de pie con un vaso de agua y Airi paralizade... Y por último a Ethan y a Rick, ambos en torno a Serena, que se encontraba en el suelo con un lápiz ensangrentado cerca suya. El británico dándole un abrazo de lado y el neoyorquino sujetándole una mano entre lágrimas. La pelirroja se moría, luchando sin posibilidades para hacer entrar algo de oxígeno en su garganta hinchada.
Y tras ver aquello una profunda pena empezó a invadirle, casi tan letal como el veneno que les había regalado por sorpresa aquel monstruo. Pero no era una pena hacia Serena, no. Sus ojos se posaron rápidamente en los críos, consciente de lo que significaría todo lo que estaba ocurriendo para ellos. Una marca, una cicatriz... Que estaba seguro de que iban a llevar a cuestas durante mucho tiempo, probablemente toda su vida. Porque él también llevaba una desde niño, desde el orfanato y su vida en las putas calles de después. La mochila de Connor estaba cargada de piedras como aquellas, eventos terribles que se convertían en sombras y lo visitaban durante los días y las noches: Sean, Yasser y Rhona muertos entre la violencia y la sangre... Incluso había matado a dos personas antes de estar allí. Una a balazos en la cara a quemarropa, y la otra a cuchillazos enzarzados en una pelea. Quizás por eso no sentía lástima por Serena y su inminente muerte, porque ya estaba roto casi de fábrica... o quizás se equivocaba, y su inmunidad a aquella tragedia se debía al club y a sus enseñanzas: "Sólo debe importarte tu puta familia". Incluso puede que fuera una mezcla de ambas cosas: dolor y tragedia acumulada y lecciones aprendidas. Pero también existía una posibilidad mucho más sencilla de explicar... Quizás es que sencillamente era un cabrón.
El motero se pondría de pie pesadamente, logrando apartar la mirada de los críos para volver a fijarla en Serena y en cómo perdia la conciencia, para luego Ethan empezar a llevársela arriba mientras hablaba con una voz calmada que le preocupó más que si hubiera sollozado. Serena estaba muerta, sin remedio alguno. Y Connor se quedó en silencio, fundiéndose con el tétrico ambiente. No sintió pena por ella.. Hubiera preferido que estuviera viva, por supuesto, pero no le afectó emocionalmente más allá de ver que aquel ataque había sido dirigido a todos. Como ya había pensado con anterioridad, quizás es porque era un cabrón. Un cabrón roto. Pero si que sentía algo al ver su cadáver: Desesperanza y miedo. Una semana. Eso es lo que había tardado la ciudad y sus monstruos en darles el primer puto golpe, y tenía claro que no sería el último.
-Joder...- Dijo entre dientes el motero, mientras apretaba los puños hasta que los nudillos se empezaban a poner blancos, con la respiración más agitada. Porque una verdad innegable empezaba a despertar en su conciencia, de forma lenta y segura, pero desoladora y abrumadora...<<Estamos muertos. Todos nosotros. Los críos... Yo... Joder, estoy muerto...>>. Un pensamiento tan esclarecedor que Connor tuvo que dar lo mejor de sí mismo hasta lograr controlar su respiración. No iban a sobrevivir un año entero allí. Ahora lo sabía. Iban a caer uno detrás de otro como putas moscas.
Räg se acercaría a Airi, y Connor tuvo el impulso de acompañar a Ethan y no dejar que estuviera solo con un puto cadáver allí arriba, pero vio a Rick subir también y lo dejó estar. Lo cierto es que deseaba estar solo con sus putos pensamientos, hasta que éstos se lo tragaran de una puta vez. Y tampoco sabía que decirle a los críos en una situación así, nuevamente prefería que gente más capaz de se encargara de Damian y Aniol...
-Yo me encargo de la puta comida y que alguien baje el puente.- Diría con el ceño fruncido logrando reponerse un poco, haciéndose cargo de tirar los alimentos movido por el deseo de distraer su mente de alguna forma. Si nadie se prestaba a bajar el puente lo haría él mismo. El motero cogió unos trapos para no tocar la comida con su piel, y con ellos fue metiéndola en las cestas. A pesar de estar sumido en sus pensamientos no tardó en darse cuenta de un extraño líquido que recubría los alimentos. El veneno, debía ser eso.- Hijo de la gran puta... Eh, los que hayáis tocado la comida lavarse las manos, joder. Hay una mierda rara que la cubre...- Avisó con un tono de alerta, pero en su cara era evidente que empezaba a cabrearse de nuevo. Además tuvo que meter en las cestas toda la comida que había sido mezclada, tanto la nueva como la antigua por si acaso.
Los dos trayectos fueron cortos y silenciosos, y aunque alzó la vista para vigilar si aquel bicho alado estaba cerca, éste no se encontraba por allí. Habría deseado encontrárselo muerto y estampado contra las piedras, o al menos agonizando para poder rematarlo por cabronazo. Pero parecía que había escapado o muerto mucho más lejos donde no se atrevía a avanzar solo. Connor dejaría las cestas fuera del torreón, en plena calle. No quería tirarlos al foso tan cerca de ellos, y prefería dejarlos más lejos todavía cuando salieran de nuevo a por comida. Se quedó unos minutos allí solo, fuera del torreón pero con los pies plantados en el puente levadizo, por si había un problema a la vista poder entrar dentro. Observando el lugar con una pesadez oscura en su pecho. Y de nuevo tuvo el mismo pensamiento imposible de contrariar, imposible de argumentar en su contra y revelar que era mentira lo que pensaba... Una de esas calles, visible o no, sería su puta tumba tarde o temprano.
-Mierda...-Susurró con temor, antes de emprender la marcha hacia un refugio que ya no le parecía tan seguro.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreón Sendar
01/11/23, 08:24 pm
Aun tenía la daga a medio sacar, apretando el puño que sostenía el mango. La fuerza de su agarre era grande, como la rabia que tenía de ver a ese monstruo. Decía cosas, cosas que una persona diría y, por el tono de voz, incluso las que diría un niño de su edad. Sin embargo nada de eso pasaba por su cabeza, esa cosa con plumas y escamas ha tocado la comida y de alguna forma los ha puteado, y la primera en pagar fue Serena quien aun seguía con la boca hinc-
No parecía tan grave… No, ¿verdad? Era ella exagerando, ya se recuperará. No es buena, es mala. Pero…
Serena estaba en el suelo con dos a su alrededor. Rick lloraba, gritaba y pedía cosas a Serena, pedía aguante. ¿Aguante para qué? ¿No estaba bien? ¿No se recuperaría? A Damian se le resbaló la daga dentro de su funda al aflojar su agarre en cuanto empezó a mirar a Serena en el suelo, su garganta estaba aun más hinchada y, por desgracia, el ángulo no le dejaba ver más allá. Eso, sin embargo, alimentó la incertidumbre, la duda oscura propia de alguien que jamas tuvo que vivir algo primordial, natural y, sobre todo, venidero para todos.
La muerte.
No sabía lo que pasaba con ella, lo que pasaría si todo seguía así. Va a volver, pensó. Damian no quería que ella continuara así, así de mal, y le daba impotencia, quería que se le quitase lo malo. Tenía la creencia inamovible de que eso fuese temporal, una cosa que no le duraría siempre. Todos se ponen buenos, todos se recuperan de un brazo roto y de una enfermedad, en eso es apoyaba siempre y nada remotamente cerca de la pérdida real se le asomaba siquiera por la cabeza. Sus labios apretados, su mirada tensa y sus manos temblorosas eran el mal presagio, era miedo genuino a ver algo que no le estaba gustando. Era todo en las películas, en Rambo, la muerte no era nada, solo tenía que ver la peli de nuevo y aun estaban ahí, en su mundo.
“¡Mi deseo es sutileza!”
Ethan estuvo a su lado, iba a hacer algo. La iba a ayudar y esa información tan valiosa hizo brotar esperanzas en Damian aunque sea por unos instantes. Sería como con su madre, vendrían personas a ayudar, a que se pusiese buena, sana…
¿Para qué era ese lápiz? Alzó la mano también, con intenciones de golpear a... ¿Serena?
No.
—¡NO-!
Ni tiempo le dio a detenerlo cuando escuchó el grito de Nohlem que le hizo apartar la mirada al susodicho y, con fuerza, sintió un tirón por parte del chucho que lo llevó a rastras bajo la mesa. Sintió una de sus rodillas peinar el suelo, escocía pero estaba bloqueado bajo la mesa. Era mucha información y nada, para absolutamente nada tenía una respuesta que lo dejaba tranquilo. No fue testigo de ninguna de las acciones ni de como concluyeron. Solo pudo ver detrás del hombro del perro como se iba ese monstruo aleteando a duras penas y a Aniol a su lado, con los cristales y el brillo entre sus manos sangrantes. Un rato moderado pasaría con Damian mirando al vacío, pensado en babia todo y, a la vez en nada.
Al rato, dándose cuenta de golpe de lo que quedaba por ver, Damian se incorporó bajo la mesa y un porrazo fue regalado a su cabeza por golpearse bajo esta. No quería dolor, ni lo quería sentir. Salió a gatas y con torpeza de la mesa, apretando los dientes.
Ella no estaba.
—¿Dónde está? —preguntó al aire, perdido—. ¿Dónde? ¿Se ha escapado otra vez? —era lo único que se le ocurría. No paraba de mirar con nervio a todos lados, sin ser consciente de nada. Escuchó a Connor hablar de la comida y veía en los demás unas caras peculiares. Un sonido lastimero saldría de lo mas profundo de Damian, devolviendo una mirada triste y confusa.
No parecía tan grave… No, ¿verdad? Era ella exagerando, ya se recuperará. No es buena, es mala. Pero…
Serena estaba en el suelo con dos a su alrededor. Rick lloraba, gritaba y pedía cosas a Serena, pedía aguante. ¿Aguante para qué? ¿No estaba bien? ¿No se recuperaría? A Damian se le resbaló la daga dentro de su funda al aflojar su agarre en cuanto empezó a mirar a Serena en el suelo, su garganta estaba aun más hinchada y, por desgracia, el ángulo no le dejaba ver más allá. Eso, sin embargo, alimentó la incertidumbre, la duda oscura propia de alguien que jamas tuvo que vivir algo primordial, natural y, sobre todo, venidero para todos.
La muerte.
No sabía lo que pasaba con ella, lo que pasaría si todo seguía así. Va a volver, pensó. Damian no quería que ella continuara así, así de mal, y le daba impotencia, quería que se le quitase lo malo. Tenía la creencia inamovible de que eso fuese temporal, una cosa que no le duraría siempre. Todos se ponen buenos, todos se recuperan de un brazo roto y de una enfermedad, en eso es apoyaba siempre y nada remotamente cerca de la pérdida real se le asomaba siquiera por la cabeza. Sus labios apretados, su mirada tensa y sus manos temblorosas eran el mal presagio, era miedo genuino a ver algo que no le estaba gustando. Era todo en las películas, en Rambo, la muerte no era nada, solo tenía que ver la peli de nuevo y aun estaban ahí, en su mundo.
“¡Mi deseo es sutileza!”
Ethan estuvo a su lado, iba a hacer algo. La iba a ayudar y esa información tan valiosa hizo brotar esperanzas en Damian aunque sea por unos instantes. Sería como con su madre, vendrían personas a ayudar, a que se pusiese buena, sana…
¿Para qué era ese lápiz? Alzó la mano también, con intenciones de golpear a... ¿Serena?
No.
—¡NO-!
Ni tiempo le dio a detenerlo cuando escuchó el grito de Nohlem que le hizo apartar la mirada al susodicho y, con fuerza, sintió un tirón por parte del chucho que lo llevó a rastras bajo la mesa. Sintió una de sus rodillas peinar el suelo, escocía pero estaba bloqueado bajo la mesa. Era mucha información y nada, para absolutamente nada tenía una respuesta que lo dejaba tranquilo. No fue testigo de ninguna de las acciones ni de como concluyeron. Solo pudo ver detrás del hombro del perro como se iba ese monstruo aleteando a duras penas y a Aniol a su lado, con los cristales y el brillo entre sus manos sangrantes. Un rato moderado pasaría con Damian mirando al vacío, pensado en babia todo y, a la vez en nada.
Al rato, dándose cuenta de golpe de lo que quedaba por ver, Damian se incorporó bajo la mesa y un porrazo fue regalado a su cabeza por golpearse bajo esta. No quería dolor, ni lo quería sentir. Salió a gatas y con torpeza de la mesa, apretando los dientes.
Ella no estaba.
—¿Dónde está? —preguntó al aire, perdido—. ¿Dónde? ¿Se ha escapado otra vez? —era lo único que se le ocurría. No paraba de mirar con nervio a todos lados, sin ser consciente de nada. Escuchó a Connor hablar de la comida y veía en los demás unas caras peculiares. Un sonido lastimero saldría de lo mas profundo de Damian, devolviendo una mirada triste y confusa.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Sendar
01/11/23, 11:15 pm
El caos a su alrededor desapareció tras una cortina que sonaba como el aire roto por la flecha, bajo la inmensa satisfacción que sintió cuando el tiro atinó. En Nohlem no cabía la más mínima turbación por el ataque, ni un atisbo de remordimiento por interrumpir la información que les estaba dando, y es que si el deseo del pájaro era ser sutil, el del varmano era que pagase caro por lo que había hecho. Su voz demasiado bonita posiblemente fuera robada de otra persona, como tantos pájaros cantores que se imitaban unos a otros para llamar la atención, lo que lo convertía en un monstruo y nada más que eso.
Desgraciadamente la victoria resultó ser efímera, erradicada por el batir de alas en huida, vivo, dando forma al mundo hasta reconstruirlo en una realidad tan grotesca como ruidosa. Al tiempo que Nohlem bajó el arco y miró a un lado, luego al otro, sintió como la adrenalina caía para dar paso a un terror que lejos de ser de ayuda reclamaba las fuerzas que le había prestado al disparar. “No”, rogó, añorando la serotonina, la simple alegría de dar en el blanco. “No” se repitió cuando su mirada viajó a toda velocidad de los niños bajo la mesa al lomo erizado del vittya, de Serena mortalmente quieta en brazos de Ethan al subir las escaleras al llanto de Rick. No quería eso. No quería sentir. No quería tener miedo. No quería pensar ni afrontar los hechos. Y antes de que el temblor de su cuerpo fuera irrefrenable, antes de quedar tan incapacitado como Airi, el granta se aferró a su deseo.
Subió las escaleras.
Esquivó la procesión fúnebre que llevaba a la pelirroja en su dirección, raspando bruscamente un brazo contra el muro para no chocar, los rostros de los humanos convertidos en un borrón de piel pálida fundida en la oscuridad del ladrillo. Sus oídos pitaban de la forma en la que lo hacían bajo la presión del agua, su visión cerrada en túnel, y aunque para cuando llegó a la azotea estaba sin aliento y completamente exhausto, no se permitió jadear, como si la más mínima señal de debilidad pudiese dejarle sin acciones. No podía perder tiempo. Asomado en el alféizar buscó al pájaro, y cuando dio con este y su aleteo irregular por la herida tensó el arco en su dirección, ávido por repetir el tiro, aferrándose al fantasma de algo tan elemental como la venganza, la complacencia de un merecido sufrimiento devuelto. La furia era mucho más sencilla que la ansiedad, y desde luego, más fácil de procesar que la certeza de la muerte y el peso tardío de poder ser causante de una.
Pero sus manos temblaban, le faltaba el aire, los bordes de su vista no eran nítidos, si abría la boca un poco más echaría el corazón por esta y el monstruo se alejaba a toda velocidad, ya demasiado lejos y demasiado pequeño para alcanzarle. Disparar sería perder una flecha, y de esa forma el ave se perdió entre los edificios.
Bajó el arco a trompicones, como si sus brazos fueran los de un muñeco de madera, de articulaciones torpes y limitadas. Clavó las uñas en la piedra y tomó aire, y durante esa bocanada, solo durante, recuperó la claridad. Las palabras ardieron en su garganta antes de explotar en su boca.
—¡HIJO DE PUTA! —gritó con todas las fuerzas que le quedaban, su voz rota en un gruñido que zumbó en su cabeza y las paredes abiertas que le rodeaban. El latir de su corazón se hizo abrumador y los jadeos por fin rompieron su respiración. Temblaba, temblaba de pies a cabeza. Quería amenazarle, advertirle que no volviera a acercarse a ellos, que como lo hiciera las únicas plumas que se verían en su cuerpo serían las de las flechas, pero apenas le salió la voz, extenuada, cuando no hizo otra que repetirse—: Hijo de puta…
Dejó caer los brazos. Era como si se hubiera tragado un yunque, como si sendas cadenas le ataran al suelo, como si la gravedad de repente fuera tres veces más densa. Tiraba de su estómago, de sus pies, de sus ojos y sus dedos. Pero no era ningún cambio en el mundo, sino los efectos de aquello de lo que había huido antes: el miedo. Un miedo profundo, cerrado en su mente como una habitación insonorizada, silencio convertido en el más terrible ruido. Sus reflejos se perdieron cuando juró vislumbrar algo blanco y pequeño por el rabillo del ojo, la luz de una migraña o la paranoia, haciéndole virar en su dirección con el arco mal cargado. Nada. No había nada. Su reacción fue tan torpe, tan ridícula, lenta y brusca a la vez que las náuseas le sobrecogieron. Hiperventilaba, por eso antes de que le fallaran las fuerzas él mismo cedió sobre sus rodillas, arrastrando un hombro contra la piedra con el pulso totalmente descontrolado. Tenía las manos y la garganta heladas, pero ardía para todo lo demás.
Serena se había ido. Sino ahora, dentro de 10, 20, 30 segundos. Igual que pasaría con todos ellos, más pronto que tarde. Había creido que le daba igual, y es cierto que la pelirroja no era bajo ningún concepto su persona favorita, que su instinto de supervivencia acababa en los límites de sí mismo, pero a la hora de la verdad ni el desagrado ni la falta de vínculo le hacían inmune a una muerte. Y es que solo era una cría, una cría estúpida, pero una cría como él y cualquiera de los que estaban abajo. Y él nunca había visto una vida apagarse.
Sus ojos se cargaron de lágrimas pero ninguna empañó sus gafas. Se mantuvieron ahí, refusas a salir, tan bloqueadas como él. Nohlem se quedó sentado y abrazado a sí mismo en el suelo, el arco un trasto inútil a su lado, con el cielo como techo y el inmenso vacío de sus pensamientos como único acompañante. Se llevó una mano a la boca para taparla, para infundirse calor, comfort, quizás estabilidad en sus temblores, o al menos hizo el ademán de. Se detuvo a tiempo de razonar cuanto le quemaban las palmas, un ardor que no era cosa de la mala circulación, ni de la fuerza del tiro por el raspar de la madera, la flecha o la cuerda. Volvió a colocarla donde estaba y se perdió.
Desgraciadamente la victoria resultó ser efímera, erradicada por el batir de alas en huida, vivo, dando forma al mundo hasta reconstruirlo en una realidad tan grotesca como ruidosa. Al tiempo que Nohlem bajó el arco y miró a un lado, luego al otro, sintió como la adrenalina caía para dar paso a un terror que lejos de ser de ayuda reclamaba las fuerzas que le había prestado al disparar. “No”, rogó, añorando la serotonina, la simple alegría de dar en el blanco. “No” se repitió cuando su mirada viajó a toda velocidad de los niños bajo la mesa al lomo erizado del vittya, de Serena mortalmente quieta en brazos de Ethan al subir las escaleras al llanto de Rick. No quería eso. No quería sentir. No quería tener miedo. No quería pensar ni afrontar los hechos. Y antes de que el temblor de su cuerpo fuera irrefrenable, antes de quedar tan incapacitado como Airi, el granta se aferró a su deseo.
Subió las escaleras.
Esquivó la procesión fúnebre que llevaba a la pelirroja en su dirección, raspando bruscamente un brazo contra el muro para no chocar, los rostros de los humanos convertidos en un borrón de piel pálida fundida en la oscuridad del ladrillo. Sus oídos pitaban de la forma en la que lo hacían bajo la presión del agua, su visión cerrada en túnel, y aunque para cuando llegó a la azotea estaba sin aliento y completamente exhausto, no se permitió jadear, como si la más mínima señal de debilidad pudiese dejarle sin acciones. No podía perder tiempo. Asomado en el alféizar buscó al pájaro, y cuando dio con este y su aleteo irregular por la herida tensó el arco en su dirección, ávido por repetir el tiro, aferrándose al fantasma de algo tan elemental como la venganza, la complacencia de un merecido sufrimiento devuelto. La furia era mucho más sencilla que la ansiedad, y desde luego, más fácil de procesar que la certeza de la muerte y el peso tardío de poder ser causante de una.
Pero sus manos temblaban, le faltaba el aire, los bordes de su vista no eran nítidos, si abría la boca un poco más echaría el corazón por esta y el monstruo se alejaba a toda velocidad, ya demasiado lejos y demasiado pequeño para alcanzarle. Disparar sería perder una flecha, y de esa forma el ave se perdió entre los edificios.
Bajó el arco a trompicones, como si sus brazos fueran los de un muñeco de madera, de articulaciones torpes y limitadas. Clavó las uñas en la piedra y tomó aire, y durante esa bocanada, solo durante, recuperó la claridad. Las palabras ardieron en su garganta antes de explotar en su boca.
—¡HIJO DE PUTA! —gritó con todas las fuerzas que le quedaban, su voz rota en un gruñido que zumbó en su cabeza y las paredes abiertas que le rodeaban. El latir de su corazón se hizo abrumador y los jadeos por fin rompieron su respiración. Temblaba, temblaba de pies a cabeza. Quería amenazarle, advertirle que no volviera a acercarse a ellos, que como lo hiciera las únicas plumas que se verían en su cuerpo serían las de las flechas, pero apenas le salió la voz, extenuada, cuando no hizo otra que repetirse—: Hijo de puta…
Dejó caer los brazos. Era como si se hubiera tragado un yunque, como si sendas cadenas le ataran al suelo, como si la gravedad de repente fuera tres veces más densa. Tiraba de su estómago, de sus pies, de sus ojos y sus dedos. Pero no era ningún cambio en el mundo, sino los efectos de aquello de lo que había huido antes: el miedo. Un miedo profundo, cerrado en su mente como una habitación insonorizada, silencio convertido en el más terrible ruido. Sus reflejos se perdieron cuando juró vislumbrar algo blanco y pequeño por el rabillo del ojo, la luz de una migraña o la paranoia, haciéndole virar en su dirección con el arco mal cargado. Nada. No había nada. Su reacción fue tan torpe, tan ridícula, lenta y brusca a la vez que las náuseas le sobrecogieron. Hiperventilaba, por eso antes de que le fallaran las fuerzas él mismo cedió sobre sus rodillas, arrastrando un hombro contra la piedra con el pulso totalmente descontrolado. Tenía las manos y la garganta heladas, pero ardía para todo lo demás.
Serena se había ido. Sino ahora, dentro de 10, 20, 30 segundos. Igual que pasaría con todos ellos, más pronto que tarde. Había creido que le daba igual, y es cierto que la pelirroja no era bajo ningún concepto su persona favorita, que su instinto de supervivencia acababa en los límites de sí mismo, pero a la hora de la verdad ni el desagrado ni la falta de vínculo le hacían inmune a una muerte. Y es que solo era una cría, una cría estúpida, pero una cría como él y cualquiera de los que estaban abajo. Y él nunca había visto una vida apagarse.
Sus ojos se cargaron de lágrimas pero ninguna empañó sus gafas. Se mantuvieron ahí, refusas a salir, tan bloqueadas como él. Nohlem se quedó sentado y abrazado a sí mismo en el suelo, el arco un trasto inútil a su lado, con el cielo como techo y el inmenso vacío de sus pensamientos como único acompañante. Se llevó una mano a la boca para taparla, para infundirse calor, comfort, quizás estabilidad en sus temblores, o al menos hizo el ademán de. Se detuvo a tiempo de razonar cuanto le quemaban las palmas, un ardor que no era cosa de la mala circulación, ni de la fuerza del tiro por el raspar de la madera, la flecha o la cuerda. Volvió a colocarla donde estaba y se perdió.
- ♪♫♬:
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Sendar
02/11/23, 01:18 pm
Todavía inseguro sobre qué debía hacer y dónde debería estar, fue testigo, aunque a cierta distancia, de la acción de Ethan. No sabía por qué el humano había hecho algo como aquello, pero presuponía que sabía lo que estaba haciendo. Esto no hacía la visión más fácil de digerir, y además le dejó claro que él no podía hacer absolutamente nada para ayudar a la humana. Pero confiaba en Ethan y volvió a emitir un breve rezo a la Sanación porque funcionase y porque Serena no sufriese mucho pese a lo horriblemente doloroso que parecía todo.
A Räg le estaba costando procesar nada de aquella macabra escena que se había formado en un instante y no entendió qué quería decir la criatura medio ave medio reptil con que su “deseo” era Sutileza. Casi parecía un mal chiste, el cual no era en absoluto bienvenido y solo añadía más estupefacción ante cómo de cruel podía ser… ¿un niño? Tenía voz de niño, una que le hubiera parecido muy bonita en otras circunstancias. Nada tenía sentido, pero de todas formas… El grito de Nohlem llegó, seguido de su flecha, interrumpiendo su confusión aterrada primigenia, y no sustituyéndola pero sí añadiéndole una nueva capa de terror.
El mjörní dio unos pasos hacia atrás por instinto cuando vio como el proyectil se clavaba en aquel desconocido y se encogió de miedo al oírle gritar. Él también quería gritar, y salir huyendo de nuevo, pero lo mismo que se lo había impedido antes se lo seguía impidiendo. Empezaba a hiperventilar y casi a disociar mientras veía al varmano perderse escaleras arriba. Las palabras de Ethan, que iba en la misma dirección cargando a Serena, le hicieron volver a la realidad antes de perderse del todo, pues había dicho dos cosas muy importantes.
Su vista se posó finalmente en el vaso que no había soltado de milagro, ya que se había aferrado a él instintivamente como si fuera alguna clase de objeto protector y, aunque estuvo a punto de dejarlo sobre la encimera para ayudar a tirar la comida, fue entonces cuando vio el estado en el que se encontraba le sanaí. Le chique parecía tan paralizada como lo estaba él y se acercó a elle ofreciéndole el vaso de agua.
—Airi… ¿Vienes… vienes a ayudar a… Aniol y Damian? —No tenía muy claro qué estaba diciendo. En algún momento sus ojos también se habían anegado en lágrimas, que trataba de apartar a cada poco para poder ver—. Ellos… Ellos necesitan… Está Szczenyak con ellos y… Deberíamos…
Por suerte le sanaí pareció comprender a grandes rasgos lo que trataba de decir, porque aceptó su proposición deslavazada y ambos se dirigieron a la mesa bajo la que se encontraba el grupo formado por el vittya y ambos niños humanos. Quería agradecer al zawodny que se hubiese llevado a Damian allí, pero estaba claro que la elocuencia no se encontraba entre sus capacidades en aquel momento.
—¿Estáis…? ¡Aniol! ¿Qué te ha pasado? —se alarmó y logró articular finalmente al ver la sangre en su mano.
La anterior petición de Ethan cuando había nombrado específicamente al polaco cobró aún más sentido en ese momento y Räg se apresuró a buscar un trapo. Por suerte había algunos cerca ya que se habían estado cortado con los cristales hace no mucho… Había sido literalmente hacía escasos minutos cuando estaban hablando sobre artefactos mágicos. En ese momento el hecho de que funcionasen con sangre ya parecía incluso una mera anécdota. Ojalá lo peor que hubiera visto ese día fuese un cristal macabro.
Agachado, quiso comenzar a limpiar la sangre en la mano y el brazo de Aniol, pero se detuvo al ver los trozos de cristal.
—Ay, no… Aniol… Hay que quitarte esos trozos antes de poder limpiarte… ¿Me… me dejas intentar…? A lo mejor te duele un poco, pero hay que… hay que sacarlos.
Si el niño le dejaba, le envolvería el trapo a la altura de la muñeca para que la sangre no siguiese resbalando por ahí y comenzaría a intentar extraer los trozos de cristal que pudiera agarrar entre dos de sus uñas con la mayor suavidad posible.
Tener la cabeza centrada en ayudar a otros servía para que sintiese una falsa calma momentánea y, por el momento, se detuviesen sus lágrimas.
A Räg le estaba costando procesar nada de aquella macabra escena que se había formado en un instante y no entendió qué quería decir la criatura medio ave medio reptil con que su “deseo” era Sutileza. Casi parecía un mal chiste, el cual no era en absoluto bienvenido y solo añadía más estupefacción ante cómo de cruel podía ser… ¿un niño? Tenía voz de niño, una que le hubiera parecido muy bonita en otras circunstancias. Nada tenía sentido, pero de todas formas… El grito de Nohlem llegó, seguido de su flecha, interrumpiendo su confusión aterrada primigenia, y no sustituyéndola pero sí añadiéndole una nueva capa de terror.
El mjörní dio unos pasos hacia atrás por instinto cuando vio como el proyectil se clavaba en aquel desconocido y se encogió de miedo al oírle gritar. Él también quería gritar, y salir huyendo de nuevo, pero lo mismo que se lo había impedido antes se lo seguía impidiendo. Empezaba a hiperventilar y casi a disociar mientras veía al varmano perderse escaleras arriba. Las palabras de Ethan, que iba en la misma dirección cargando a Serena, le hicieron volver a la realidad antes de perderse del todo, pues había dicho dos cosas muy importantes.
Su vista se posó finalmente en el vaso que no había soltado de milagro, ya que se había aferrado a él instintivamente como si fuera alguna clase de objeto protector y, aunque estuvo a punto de dejarlo sobre la encimera para ayudar a tirar la comida, fue entonces cuando vio el estado en el que se encontraba le sanaí. Le chique parecía tan paralizada como lo estaba él y se acercó a elle ofreciéndole el vaso de agua.
—Airi… ¿Vienes… vienes a ayudar a… Aniol y Damian? —No tenía muy claro qué estaba diciendo. En algún momento sus ojos también se habían anegado en lágrimas, que trataba de apartar a cada poco para poder ver—. Ellos… Ellos necesitan… Está Szczenyak con ellos y… Deberíamos…
Por suerte le sanaí pareció comprender a grandes rasgos lo que trataba de decir, porque aceptó su proposición deslavazada y ambos se dirigieron a la mesa bajo la que se encontraba el grupo formado por el vittya y ambos niños humanos. Quería agradecer al zawodny que se hubiese llevado a Damian allí, pero estaba claro que la elocuencia no se encontraba entre sus capacidades en aquel momento.
—¿Estáis…? ¡Aniol! ¿Qué te ha pasado? —se alarmó y logró articular finalmente al ver la sangre en su mano.
La anterior petición de Ethan cuando había nombrado específicamente al polaco cobró aún más sentido en ese momento y Räg se apresuró a buscar un trapo. Por suerte había algunos cerca ya que se habían estado cortado con los cristales hace no mucho… Había sido literalmente hacía escasos minutos cuando estaban hablando sobre artefactos mágicos. En ese momento el hecho de que funcionasen con sangre ya parecía incluso una mera anécdota. Ojalá lo peor que hubiera visto ese día fuese un cristal macabro.
Agachado, quiso comenzar a limpiar la sangre en la mano y el brazo de Aniol, pero se detuvo al ver los trozos de cristal.
—Ay, no… Aniol… Hay que quitarte esos trozos antes de poder limpiarte… ¿Me… me dejas intentar…? A lo mejor te duele un poco, pero hay que… hay que sacarlos.
Si el niño le dejaba, le envolvería el trapo a la altura de la muñeca para que la sangre no siguiese resbalando por ahí y comenzaría a intentar extraer los trozos de cristal que pudiera agarrar entre dos de sus uñas con la mayor suavidad posible.
Tener la cabeza centrada en ayudar a otros servía para que sintiese una falsa calma momentánea y, por el momento, se detuviesen sus lágrimas.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Sendar
02/11/23, 04:40 pm
Aniol solo veía oscuridad, la fuerza con la que selló sus párpados era tal que fue incapaz de observar otra cosa. Lo que no sabía es que la privación de un sentido solo aumentaba la percepción del resto.
Cuando todo acabó fue el silencio lo que gritó.
Los pasos mudos que subían las escaleras se colaron en sus tímpanos como una marcha fúnebre. Las piernas de Colmillo cerca tratando de interponerse entre él y lo que fuera esa cosa alimentaron sus peores pesadillas, una en la que todos morían menos él, escondido bajo una mesa de madera.
Ya no se oía el boquear suplicante de Serena. Solo la pregunta de Damian que lamía su nuca con una lengua fría y viscosa rozó el aire.
"Muerta. Está muerta” Creyó decir, más de su boca no salió palabra alguna. ¿Quién?
Cuando todo acabó las manos del polaco temblaban de manera incesante, algunas personas estaban acercándose a él. Casi prefería el ruido del ajetreo y el caos desatado anteriormente que aquel mutismo. ¿O acaso hablaban?
El llanto continuaba sin prisa ni pausa, esta vez redoblando su cuerpo en pequeños espasmos que testificaron a partes iguales tanto sus dedos como sus extremidades.
“¿Me… me dejas intentar…? A lo mejor te duele un poco, pero hay que… hay que sacarlos.”
“¿Qué?” Dijo, sin articular nada. No pensaba abrir los ojos, necesitaba aquella oscuridad. No iba a salir. Era como jugar al escondite… ¿No? Podía fingir que no respiraba, y a lo mejor así nadie le encontraba jamás. O la próxima vez que le tocaran sería para decirle que todo era una broma, que ya podía volver a casa con sus hermanas. El programa de la tele se había acabado.
Pero… ¿Y si no era así?
Pues cambió de canal. Y entonces se dio cuenta de que llevaba un buen rato con los ojos abiertos, solo que nublados. Y que el sonido volvía a cimbrear en sus oídos. Räg y Airi le miraban, pero el niño no reaccionaba a su encuentro. Sus ojos color miel los atravesaba a ambos, probablemente perdidos en algún punto indeterminado de la pared que quedaba a su espalda.
Se dejó caer contra el que estuviera más cerca mientras su melena rodaba por el suelo rescatando algunas esquirlas rosadas. ¿Por qué sangraba? ¿Por qué no podía respirar? Era como si su cuerpo hubiera dejado de hacer la acción de manera involuntaria, ahora tenía que esforzarse realmente para poder hacerlo.
Cuanto todo acabó fue el silencio lo que gritó, porque de su garganta abierta solo salieron hilos invisibles. Su voz estaba atrapada, quizá había tirado demasiado del retrete y ahora se encontraba nadando en el mar.
Volvió a gritar aliento y vacío.
Cuando todo acabó fue el silencio lo que gritó.
Los pasos mudos que subían las escaleras se colaron en sus tímpanos como una marcha fúnebre. Las piernas de Colmillo cerca tratando de interponerse entre él y lo que fuera esa cosa alimentaron sus peores pesadillas, una en la que todos morían menos él, escondido bajo una mesa de madera.
Ya no se oía el boquear suplicante de Serena. Solo la pregunta de Damian que lamía su nuca con una lengua fría y viscosa rozó el aire.
"Muerta. Está muerta” Creyó decir, más de su boca no salió palabra alguna. ¿Quién?
Cuando todo acabó las manos del polaco temblaban de manera incesante, algunas personas estaban acercándose a él. Casi prefería el ruido del ajetreo y el caos desatado anteriormente que aquel mutismo. ¿O acaso hablaban?
El llanto continuaba sin prisa ni pausa, esta vez redoblando su cuerpo en pequeños espasmos que testificaron a partes iguales tanto sus dedos como sus extremidades.
“¿Me… me dejas intentar…? A lo mejor te duele un poco, pero hay que… hay que sacarlos.”
“¿Qué?” Dijo, sin articular nada. No pensaba abrir los ojos, necesitaba aquella oscuridad. No iba a salir. Era como jugar al escondite… ¿No? Podía fingir que no respiraba, y a lo mejor así nadie le encontraba jamás. O la próxima vez que le tocaran sería para decirle que todo era una broma, que ya podía volver a casa con sus hermanas. El programa de la tele se había acabado.
Pero… ¿Y si no era así?
Pues cambió de canal. Y entonces se dio cuenta de que llevaba un buen rato con los ojos abiertos, solo que nublados. Y que el sonido volvía a cimbrear en sus oídos. Räg y Airi le miraban, pero el niño no reaccionaba a su encuentro. Sus ojos color miel los atravesaba a ambos, probablemente perdidos en algún punto indeterminado de la pared que quedaba a su espalda.
Se dejó caer contra el que estuviera más cerca mientras su melena rodaba por el suelo rescatando algunas esquirlas rosadas. ¿Por qué sangraba? ¿Por qué no podía respirar? Era como si su cuerpo hubiera dejado de hacer la acción de manera involuntaria, ahora tenía que esforzarse realmente para poder hacerlo.
Cuanto todo acabó fue el silencio lo que gritó, porque de su garganta abierta solo salieron hilos invisibles. Su voz estaba atrapada, quizá había tirado demasiado del retrete y ahora se encontraba nadando en el mar.
Volvió a gritar aliento y vacío.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carismaPersonajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreón Sendar
03/11/23, 01:25 am
El tiempo podía ser muy extraño en ocasiones. Momentos que se hacían eternos y días que pasaban volando, todo dependiendo de las circunstancias. Por desgracia para Rick, esta vez era de las primeras. El mundo seguía su curso al ritmo normal, con más gritos y quejidos de una "batalla" que no estaba viendo ni terminaba de procesar, pero el chico estaba perdido en la débil respiración de Serena, en sus ojos que iban perdiendo el brillo de los vivos. -Aguanta, aguanta, aguanta...- repetía entre lágrimas, cada vez más bajo a la vez que la angustia le ganaba terreno. Estaba luchando para no lamentarse a viva voz, pero se estaba volviendo muy difícil.
El neoyorquino quedó inmóvil en cuanto los párpados de la escocesa empezaron a cerrarse. El aire se le escapó también a él y no salió ninguna palabra de su boca entreabierta. Cuando se cerraron del todo, el peso de la verdad cayó del todo, sin ningún lugar a dudas y esperanzas. Serena iba a morir, y no había forma de evitarlo. Aunque levemente siguiera respirando, para Rick aquello ya era lo último que lo quebró. Los primeros sollozos aparecieron tímidos, cargados de pesar y más lágrimas que antes. Sonaban bajos de momento, pero podían llegar a ser mayores si el chico dejaba fluir del todo sus emociones. Tenía tanto que decir, pero su voz se negaba a formar palabras. Solo dolor.
Volvió momentáneamente a la realidad cuando la mano de Serena se separó de las suyas, Ethan la había levantado y estaba cargando con ella en brazos. El neoyorquino tardó unos segundos en cambiar su vista del lugar en el que había estado la chica hasta el británico. Estaba temblando, aún en el suelo y con los ojos empañados cuando sus miradas se encontraron. Entre la marabunta de pensamientos que nunca llegaron a verbalizarse, dos ganaron peso en su expresión: un (no voy a alejarme de ella ni aunque me lo prohíban) y un (¿cómo lo haces para mantener la cabeza fría con todo esto?) No hubo ninguna palabra entre ambos. En cuanto el chico empezó a subir las escaleras, Rick se levantó sin apartar la vista de él. Dudó un momento sobre si era la mejor opción, pero su corazón lo guiaba a pesar de que en su interior ya se estaba arrepintiendo. Tras él el grupo empezaba a volver a la poca calma que se podía conseguir con lo ocurrido. Un grupo al que había fallado. -Lo siento- fue lo único que consiguió decir en un hilillo de voz lleno de congoja antes de subir.
Por inercia siguió el camino de Ethan por las escaleras, quedando su alrededor en un segundo plano. Por ello casi chocó con Nohlem, que también siguió subiendo incluso más que ellos. Que no se hubiera caído mientras subía era todo un milagro, pues las lágrimas no le hacían fácil el seguir adelante y no fueron pocos los trompicones que dio con los peldaños o las paredes. Iba dando tumbos, solo con un objetivo en mente en aquel momento.
Llegaron a una de las habitaciones. Una en la que seguramente no querría volver a entrar de ahora en adelante, pero de la que no tenía intención de marcharse en un rato. Mientras el británico la acomodaba en su último lecho, Rick mecánicamente se acercó hasta allí. Se habría vuelto a poner de rodillas en el suelo para quedar a la altura de la cama de no ser porque había un taburete cerca. Lo arrastró hasta su lado y, ya sentado volvió a tomar una de sus manos debajo de la sábana.
Solo entonces el llanto, la angustia y las lágrimas volvieron fluir con más fuerza. La muerte de Serena era el testimonio de que no iban a poder estar preparados para sobrevivir allí, de que por mucho que las cosas parecieran ir bien podían torcerse hasta los límites más crueles imaginables. No había ningún derecho por el que todos tuvieran que pasar por esa prueba macabra que los había arrancado de sus hogares. Una casa a la que la escocesa no iba a volver y quién sabía si alguien más correría la misma suerte. ¿Uno de ellos o todos? Era imposible apartar la desesperanza ahora aunque el chico quisiera sobreponerse a ella.
-No tendría que haber acabado así... Tú... Íbamos a salir adelante todos juntos... - consiguió decir a duras penas entre sollozos, con la voz completamente rota. Lo más probable es que no habría una despedida, que sus palabras solo llegarían a Ethan, pero quería aferrarse a algo. Que las pocas luces de conciencia de la chica lo escuchaban y le agradecían el esfuerzo, aunque no habría forma de averiguarlo. Poco podía hacer para consolar al británico cuando él mismo no conseguía encontrar las fuerzas para nada más que no fuera llorar y consolar a alguien a quien le quedaban minutos de vida.
Si nadie lo evitaba, Rick se quedaría al lado de Serena. Con la mano controlaba su pulso, ya extremadamente débil y muy lento, casi anecdótico. Cuando finalmente se apagó, la tristeza del chico se renovó con fuerza. Aún así se negaba a soltarla, no todavía. Pero sí pensó algo, dos palabras que no quería decir.
El neoyorquino quedó inmóvil en cuanto los párpados de la escocesa empezaron a cerrarse. El aire se le escapó también a él y no salió ninguna palabra de su boca entreabierta. Cuando se cerraron del todo, el peso de la verdad cayó del todo, sin ningún lugar a dudas y esperanzas. Serena iba a morir, y no había forma de evitarlo. Aunque levemente siguiera respirando, para Rick aquello ya era lo último que lo quebró. Los primeros sollozos aparecieron tímidos, cargados de pesar y más lágrimas que antes. Sonaban bajos de momento, pero podían llegar a ser mayores si el chico dejaba fluir del todo sus emociones. Tenía tanto que decir, pero su voz se negaba a formar palabras. Solo dolor.
Volvió momentáneamente a la realidad cuando la mano de Serena se separó de las suyas, Ethan la había levantado y estaba cargando con ella en brazos. El neoyorquino tardó unos segundos en cambiar su vista del lugar en el que había estado la chica hasta el británico. Estaba temblando, aún en el suelo y con los ojos empañados cuando sus miradas se encontraron. Entre la marabunta de pensamientos que nunca llegaron a verbalizarse, dos ganaron peso en su expresión: un (no voy a alejarme de ella ni aunque me lo prohíban) y un (¿cómo lo haces para mantener la cabeza fría con todo esto?) No hubo ninguna palabra entre ambos. En cuanto el chico empezó a subir las escaleras, Rick se levantó sin apartar la vista de él. Dudó un momento sobre si era la mejor opción, pero su corazón lo guiaba a pesar de que en su interior ya se estaba arrepintiendo. Tras él el grupo empezaba a volver a la poca calma que se podía conseguir con lo ocurrido. Un grupo al que había fallado. -Lo siento- fue lo único que consiguió decir en un hilillo de voz lleno de congoja antes de subir.
Por inercia siguió el camino de Ethan por las escaleras, quedando su alrededor en un segundo plano. Por ello casi chocó con Nohlem, que también siguió subiendo incluso más que ellos. Que no se hubiera caído mientras subía era todo un milagro, pues las lágrimas no le hacían fácil el seguir adelante y no fueron pocos los trompicones que dio con los peldaños o las paredes. Iba dando tumbos, solo con un objetivo en mente en aquel momento.
Llegaron a una de las habitaciones. Una en la que seguramente no querría volver a entrar de ahora en adelante, pero de la que no tenía intención de marcharse en un rato. Mientras el británico la acomodaba en su último lecho, Rick mecánicamente se acercó hasta allí. Se habría vuelto a poner de rodillas en el suelo para quedar a la altura de la cama de no ser porque había un taburete cerca. Lo arrastró hasta su lado y, ya sentado volvió a tomar una de sus manos debajo de la sábana.
Solo entonces el llanto, la angustia y las lágrimas volvieron fluir con más fuerza. La muerte de Serena era el testimonio de que no iban a poder estar preparados para sobrevivir allí, de que por mucho que las cosas parecieran ir bien podían torcerse hasta los límites más crueles imaginables. No había ningún derecho por el que todos tuvieran que pasar por esa prueba macabra que los había arrancado de sus hogares. Una casa a la que la escocesa no iba a volver y quién sabía si alguien más correría la misma suerte. ¿Uno de ellos o todos? Era imposible apartar la desesperanza ahora aunque el chico quisiera sobreponerse a ella.
-No tendría que haber acabado así... Tú... Íbamos a salir adelante todos juntos... - consiguió decir a duras penas entre sollozos, con la voz completamente rota. Lo más probable es que no habría una despedida, que sus palabras solo llegarían a Ethan, pero quería aferrarse a algo. Que las pocas luces de conciencia de la chica lo escuchaban y le agradecían el esfuerzo, aunque no habría forma de averiguarlo. Poco podía hacer para consolar al británico cuando él mismo no conseguía encontrar las fuerzas para nada más que no fuera llorar y consolar a alguien a quien le quedaban minutos de vida.
Si nadie lo evitaba, Rick se quedaría al lado de Serena. Con la mano controlaba su pulso, ya extremadamente débil y muy lento, casi anecdótico. Cuando finalmente se apagó, la tristeza del chico se renovó con fuerza. Aún así se negaba a soltarla, no todavía. Pero sí pensó algo, dos palabras que no quería decir.
Adiós, Serena.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Sendar
03/11/23, 05:01 pm
De un momento a otro, toda la tensión que había acumulado en el cuerpo para prepararse para defender a los cachorros del grupo pareció ser en vano. El pajarraco, que tenía una voz demasiado bonita para el monstruo que había demostrado ser, huyó en cuanto vio que no iba a ser capaz de salir de ahí sin al menos una flecha clavada y aunque técnicamente la amenaza ya no estaba, eso no hizo nada por relajar el ánimo de ninguno en el grupo.
Serena seguía moribunda a los pies de la escalera.
Colmillo siguió con la mirada fija y el pelo erizado el lugar en el que hacía escasos segundos había estado el pequeño monstruo, sin permitirse bajar la guardia. ¿Estaría solo? ¿Habría más con él esperando fuera? ¿Nunca más podrían comer por miedo a la muerte agonizante?
Todavía entre el estado de alerta y el aturdimiento, el vittya percibió como Nohlem subía las escaleras todavía con el arco a la vez que Ethan parecía haber tomado la decisión de trasladar a Serena a otra habitación. “¿Le quedará aún algún aliento en los pulmones?” se preguntó vagamente al ver el brazo flácido de la humana caer al lado de su cuerpo mientras era levantada. Szczenyak recordaba perfectamente la única muerte cercana que había presenciado, pero su yaya, aunque enferma, había emprendido su viaje a las estrellas de forma pacífica, desde su cama, rodeada del amor de su vida y la familia que había formado con ella. Matka claramente no había sido tan benevolente con Serena.
Un pequeño movimiento tras él le hizo girarse, solo para ver a Damián saliendo de debajo de la mesa y la sangre de Aniol goteando de sus manos aferradas a los cristales sobre los que no hacía ni diez minutos habían estado teorizando.
Räg y Airi no tardaron en llegar ahí, liberados ambos del shock que los había bloqueado anteriormente, y se agacharon a su altura para tratar de convencer al niño de que les permitiera limpiarle las heridas.
Colmillo, un poco perturbado por ver la sangre de Aniol tan clara y fresca cuando pensaba que había conseguido proteger a los cachorros, tardó unos segundos en espabilar y agacharse con ellos, no sin antes repasar a Damián con una rápida mirada de arriba a abajo para verificar que él no estaba herido de ninguna manera.
-¿A…Aniol? -preguntó con cautela justo cuando caía contra él al ver que, si bien tenía los ojos abiertos, no parecía haber escuchado a Räg en absoluto-. Aniol -volvió a llamar, esta vez intentando poner un poco más de firmeza, pero con amabilidad, en su voz, mientras le sujetaba para que quedara sentado-. Escúchame, Aniol. ¿Me oyes? Mírame, Aniol. Estás bien, estás a salvo. Tienes que dejar que Räg y Airi curen tus manos, pero estás bien.
Colmillo odiaba tener que mentirle, pero ¿qué le iba a decir? ¿Que se quedara ahí encerrado en su propia mente donde podría evadirse de todo lo que había ocurrido? Szczenyak no sólo deseó poder decírselo, sino que también deseo pedirle que le hiciera un hueco para encerrarse con él, donde la realidad no podría alcanzar a ninguno de los dos. Donde sus familias podrían abrazarles y protegerles.
Colmillo se había pasado toda su vida adulta intentando demostrar a su familia y a sí mismo que era, de hecho, un adulto.
Qué equivocado había estado.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
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