Barrio de los Callejones sin Salida

No sabia cuanto tiempo llevaba dando vueltas por aquellos callejones y el peso de aquella cesta no ayudaba. Había perdido de vista a Karime y me había perdido por aquellos ruinoso callejones, lo ultimo que escuché fueron unas fuertes explosiones.


No sabía que había sido de aquel extraño ser de papel ni de mis compañeros, seguro que ellos se podían defender de ellos mismos, daba fe. El problema ahora mismo era yo, perdido, arrastrando una cesta, sin armas y el sol comenzaba a apagarse.


Todos aquellos callejones parecían iguales por lo que me daba la extraña sensación de estar dando vueltas en círculos una y otra vez, lo aseguraría de no haber dejado marcas con piedras en cada terminación de cada callejón. Cansado ya de dar vueltas de un lado, un gruñido del estomago me ayudo a decidir parar un rato.


Apoye la cesta contra la pared y me senté a su lado, rebusque en la cesta y saque una fruta casi del tamaño de mi cabeza, intente morderla pero era demasiado grande. La volví a meter en la cesta y busque otra de menor tamaño, la cual devoré pensativo.


¿Qué fueron esas explosiones? ¿Estarían bien sus compañeros?¿qué pasaría si esa cosa los siguiera hasta el torreón?¿estarían en condiciones de hacerle frente?¿tendría que pasar la noche en aquellos callejones?


Una escandalosa sinfonía de graznidos me despertó de mi ensimismamiento y ve como un grupo de estirges volaban cruzando al cielo, sin pensarlo dos veces cogí la cesta y seguí en su dirección como pude. Sabia perfectamente a donde iban a parar aquellas estirges.


Sigue en Torreón Maciel.

De nuevo se encontraba zigzagueando por las avenidas de aquel condenado barrio de callejones. Aunque en Idris nunca había destacado por su sentido de la orientación, aquellos días Shizel había aprendido a manejarse en tiempo récord a través de aquel laberinto por la cuenta que le traía.
-¿Siguen ahí?- le preguntó a DL, que le pisaba los talones unos pasos más atrás. No miró atrás, concentrado en recordar cómo llegar desde allí a la plazoleta de las cestas. Un plan empezaba a tomar forma en su mente, cutre y precario como todos los que le habían surgido desde que había pisado ese lugar, pero que dependiendo de lo cerca o lejos que estuvieran los bichos podía servirles para arreglar el desaguisado.
Torció por un par de calles y pronto desembocaron en la calle que daba a la plazoleta.

Sentía que se terminaría aprendiendo de memoria aquel laberinto de calles, de tantas veces que había terminando pasando por aquellos callejones semi derruidos, incluso le pareció ver en uno de los cruces el derrumbamiento provocado por Timmy y sus bombas, donde había quedado el amigo pergamino y donde esperaba que siguiera sin moverse. Miro detrás de el para asegurarse que no estaban siendo seguidos pero no las llegaba a ver, obvio tampoco se quedo quieto para averiguarlo, no muy seguro de que responder ala pregunta de Shizel con tantos escombros, casas y huecos donde meterse podrían estar en cualquier parte.

-No lo se, no las veo -respondió intranquilo parándose lo mas lejos posible de los callejones, le preocupan por igual las crías de Blattas como aquella cosa que venia con ellas- ¿Que demonios era eso deforme? Se movia extraño- pregunto murmurando y mirando alrededor desconfiado de por donde podrían aparecer

Shizel solía jugar bastante a las cartas a fuerza de llevarlas siempre encima, y tenía un buen dominio del concepto de probabilidad. Así pues, era bastante consciente de que sus posibilidades de salir ileso aquella tarde estaban descendiendo drásticamente. Si no era a manos del pergamino psicótico o del sabueso del infierno, sospechaba que el propio DL tomaría un papel clave, si no protagonista, en su asesinato.

La sonrisa que la carrera anterior había estampado en su cara resbaló lentamente y y fue siendo sustituida por seriedad. Aquello ya no era un imprevisto gracioso en mitad de una excursión. Ahora pintaba bastante peor, y Shizel empezaba a tener ganas de irse a casa. Ya.

Si algo sabía él de animales como aquel perro era que en cuanto uno corría éste no tardaba en ir detrás: cuando era pequeño y se escapaba por ahí lo había constatado de forma empírica. Sin embargo quedarse era una perspectiva aún menos halagüeña.
Miró de reojo a las cestas cuyo contenido había planeado inicialmente usar para mantener entretenidas a las cucarachas, ahora inquietantemente fuera de la vista. Siseó frustrado al ver que el dúo de engendros les había cortado el camino de regreso a Maciel.
"Qué fastidio..."

Lenta, muy lentamente y sin despegar la vista de las dos amenazas que parecían mantener un diálogo telepático sobre quién se comía al grisecito y quién al paliducho, recogió la cesta que contenía carne y lanzó su contenido en dirección al otro lado de la plaza, donde estaba el sabueso. No cometió el error de tratar de llevarse más: el olor no haría más que atraerle hacia ellos con más ganas.

-Ea, que aproveche- dijo en tono disciplente; falso, por supuesto. Era añadir una pizca de humor al asunto o hacerse a la idea de que tenían a un sabueso que probablemente pesaba más que él mirándoles con ojos golosos. Se giró hacia DL-. Corre- dijo escuetamente-. Y me juego lo que quieras a que eso corre más, así que ten los ojos abiertos por si ves un refugio.

Sin esperar a ver si su compañero le seguía volvió a emprender el camino de vuelta por los callejones, esta vez con una idea leve tirando a nula sobre la dirección que estaba tomando. Pronto el cansancio empezaría a hacerles mella, y trató de tomar las rutas más intrincadas posible para tratar de despistar su olor.
"Cada vez nos alejamos más de Maciel...", pensó preocupado, pero sin poder hacer nada al respecto.

Sigue en el Bastión Palpitante.

La decisión de haberse quedado en el torreón y dejar a Shizel a su suerte empezaba a tomar cada vez mas espacio en la mente de DL. La cosa no parecía mejorar en ningún sentido, iba de mal en peor. Por un momento pensó que su peor enemigo seria aquella bestia deforme que ahora tomaba forma de un animal cuadrúpedo esquelético, con colmillos afilados y garras con las que DL no quería encontrarse de cerca "Tal vez con algo de carne podam...¿¡tu de nuevo!?" pensó con horror al ver aparecer a un enemigo pasado maltrecho pero aun vivo "¿Es que esta cosa es inmortal o que?" pensó al ver aparecer de nuevo al condenado pergamino, dos criaturas, una desconocida pero con pinta de ser rápida y de tener muy mala leche y un pergamino indestructible...

Miro alrededor lentamente alejándose muy lento de ambas criaturas, recordando en especial aquellos tentáculos que el pergamino tenia, buscando una vía de escape ya que no podía volver a Maciel "Cierto, aun podemos usar las carnada" pensó al ver a Shizel coge runos trozos de carne y lanzarseles a la nueva criatura, con suerte el pergamino aquel aun estaba maltrecho y no podría correr muy rápido. No dudo en echar a correr incluso segundos antes de que Shizel lo dijera, no pensaba quedarse allí.

-Joder, no teníamos bastante con con uno que nos viene dos!- exclamo corriendo sacando su kusarigama del cinto mientras corrían, clavando el filo de esta en los bordes entre dos rocas de un muro medio derruido y frágil "Tal vez no sirva de nada pero nos puede dar segundos valiosos" pensó enrollando el otro extremo de la cadena en su muñeca para poder tirar mientras corrían, usando al fuerza extra que tomaba la velocidad, su propia arma de palanca y la fuerza de su cuerpo para hacer mas grande la grieta del muro ya debilitado, teniendo que esquivar un par de rocas que salieron disparadas cuando el muro cedió, creando un derrumbe justo detrás de ellos que con suerte ralentizaría a alguna de aquellas criaturas. Sintió un dolor agudo en la muñeca ante el tirón, con suerte no se la rompió, gracias a que tenia puesto los guantes de mallas sino se habría dejado la mano destrozada.

-No creo que los frene mucho pero aprovechemos- exclamo tirando de la kusarigama para liberarla sin dejar de correr, con suerte consiguieron segundos pero era mejor que nada, moviéndose prácticamente en zigzag para despistar a esas criaturas si los seguían, se estaban alejando de Maciel y eso era peligroso, debían encontrar un refugio pronto "Sino acabaremos siendo un almuerzo especial..." pensó con el corazón a mil por hora y casi sin aliento por el esfuerzo de correr y ala vez los nervios y la tensión de ser perseguidos.

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El trayecto desde Letargo hasta el punto habitual de recogida de provisiones transcurrió en un silencio meditabundo por parte de Shizel.
“La magia te irá apagando hasta que te extingas...”
Sentía el cansancio de dos semanas pesado en sus huesos, pegado a los párpados y al acecho en su mente; el agotamiento de varias noches sin dormir y días dedicados a la práctica obsesiva. La breve estancia en Letargo le había forzado a prestar atención a varias cosas a la vez, llenando el cupo máximo de actividad que podía llevar a cabo en condiciones, y ahora no tenía ganas de nada. Sin embargo se obligó a mantener apartadas de su cara y de su caminar aquellas circunstancias.

Cuando llegaron a la plazoleta y tras el chequeo obligatorio por parte de RR, procedieron a la recogida rutinaria de las cestas. Shizel cogió la que le era más cercana y sin una palabra emprendió el camino a Maciel.

Sigue en el Torreón Maciel.

En el camino de vuelta DL estuvo dándole vueltas a todo lo que había oído en el otro torreón, la visita a pesar de todas las discusiones había sido bastante productiva para descubrir algo que no sabia. Pero dado que la ciudad no era segura como para ponerse a charlar como si fuesen de paseo prefirió contar lo que supiera cuando llegaran a Maciel. Cuando llegaron a los callejones y RR hizo su parte en la inspección de la plaza, tomo una de las cestas cargándola observando al foner rojo detenidamente.

-¿Que le hiciste al chico ese? -pregunto mientras volvían a Maciel, luego lo pensó un poco- Bueno, mientras siga vivo no creo que pase nada malo, tal vez le ayude a no hablar sin pensar. Hable con el y conseguí esto...-respondió sin mas sacando del bolsillo el dibujo que había hecho para mostrárselo a este- No tengo idea si escuchaste algo de lo que hablamos en letargo con el mosqueo que tenias encima, pero esto estaba en el libro de Stefan, me suenan estos símbolos, la estrella de seis punta y el circulo, que supongo sera una luna o algo así, pero no recuerdo donde demonios lo he visto antes ¿alguna idea?-pregunto simplemente, pues tenia pensado preguntarle a todos quien sabe si podría ser un dato que les sirviera en aquella ciudad, mientras se por acercaban a Maciel con suerte sin peligros por una única vez.

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En cuanto Wen me respondió, dejándome confuso, y murió la conversación, me despedí y me fui a mi dormitorio a seguir dibujando los planos de la bodega. Aún tenía la duda de dónde construirla, así que a la hora me armé con mi hechizo de protección y salí en dirección a toda la ciudad, a buscar un buen emplazamiento...

Pero claro, pasando por el torreón Maciel no pude evitar acercarme y echar un vistazo, para alcanzar a ver al idrino durmiente de la otra vez. Y, precisamente, saliendo de expedición, todos pertrechados <<Qué recuerdos... >> Así que me dispuse a seguirles, siempre oculto con el hechizo de opacidad y de tejado en tejado. Iban al barrio de los callejones... <<Genial, así puedo buscar un sitio mientras les observo>>

En una ocasión vislumbré lo que fue mi refugio de caza mientras me adaptaba a la transformación y me acerqué a echar un ojo, para descubrir que había vuelto a ser habitado por la misma especie de araña que lo ocupaba en su momento. La entrada a los subterráneos seguía entera pero... <<Esto está muy lejos del burdel, no será sencillo mantener tantos túneles limpios...>> Pero eso sí, entré para sumergirme en su oscuridad y liberarme de las protecciones un ratito, así como para buscar a un par de hombres bestia.

-Un rato después... (os da tiempo a llegar y tal)-

Lo que no esperaba era que, mientras observaba a los macieleros desde lo alto de un derruido edificio, sentado y oculto tranquilamente, una alada quimera hambrienta arremetiese contra el sitio donde estaba, desde abajo, arrastrando cascotes y a mí a su paso. Salí volando hacia el suelo y para evitar la caída, me transformé en humo para lanzarme hacia un edificio al ladico de los cosechados. Una vez dentro trepé por los escombros y volví al tejado, maldiciendo en silencio mientras buscaba a la criatura. <<Joder, tenía que volar... >> Y ahí volvía, con su pico de pájaro y dientes serrados, en picado contra mí. Lo peor no era el pico sino las cuatro garras que remataban sus cuatro apéndices delanteros. ¿El resto del cuerpo? Alas de murciélago y cuartos traseros de toro. <<Nigromantes locos, rematados>>

Esquivé su ataque vertical rodando hacia un lado y me incorporé rápidamente, desenvainando mis dagas y buscando, preocupado, a los cosechados con la mirada <<Mierda, están cerca... Que no cambie de presa>> La cosa es que es de día y el humo queda prohibido, pero si logro llevar al bicho a tierra y a algún edificio, mejor. Cuanto más lejos de los cosechados, mejor.

La quimera se gira para plantarme cara y grazna amenazadoramente mientras chasquea sus garras.
-Palomitas, pitas, pitas. ¡Ven a por mí!-le grito para luego correr a su encuentro, infringiendo las primeras heridas superficiales para enfurecerlo y desviarme luego de los cosechados.

<<Aún estamos en el tejado, a ver si logro tirarlo a la otra calle... Sangre negra que no huele bien... Nigromantes, por qué nos odiáis...>>

"Ya decía yo que algo quería", había pensado Shizel ante las preguntas de DL. Aunque la situación le seguía pareciendo extraña, ¿qué ganaba el foner con que él durmiese de más o de menos?
Sin embargo algo que había dicho le había llamado la atención, y era, cómo no, lo referente a la magia. ¿Por qué iba a rendir más durmiendo más tiempo? El idrino había basado sus prácticas en el hecho de que, como en el ejercicio físico, cuanto más se aclimatara y se pusiera a prueba constantemente menos débil sería mágicamente... Había atribuido sus etapas cada vez más frecuentes de cansancio a que había aflojado el ritmo aquellos días. Rendirse a la pereza no haría más que echarlo todo al traste, pensó con tozudez.

En ésas estaba cuando un súbito derrumbamiento de cascotes a su derecha sorprendió a los macieleros. Shizel se hizo a un lado con una exclamación de sorpresa, y con un solo vistazo a la escena le quedó claro que la intervención de aquel sujeto, fuese quien fuese, les había salvado de algo que definitivamente les iba demasiado grande. Miró alrededor en busca de algún posible refugio, pero el hecho de que aquella criatura había salido al exterior a través de la pared de un edificio no inspiraba mucha confianza en las construcciones aledañas.

-Que a nadie se le ocurra disparar a menos que nos ataque, haced el favor- dijo dirigiendo una mirada significativa a Karime y RR-. Mejor ese tipo que nosotros...
Aunque sabía que lo más sensato era salir por piernas, no podía apartar la mirada del combate que estaba teniendo lugar. El tipo, fuese quien fuese, era anormalmente rápido...

El trayecto hacía los callejones fue bastante tranquilo, DL estuvo vigilando cada paso que daban, no olvidaba que la mayoría de veces que habían ido a los callejones se habían encontrado con peligros. Por eso cuando escucho un fuerte ruido y caída de escombros se puso en tensión y atento. "¿¡Pero que demonios es esto!?" pensó sorprendido saltando hacia atrás para escribir unos trozos de escombros que de haberle caído encima le habrían abierto la cabeza en dos. DL sorprendido desenvaino su katana peor no ataco, solo miraba incrédulo a ese enorme bestia voladora y a ese extraño chico que luchaba contra ellas. Las palabras de Shizel le volvieron a a la realidad y en un intento de cubrirse jalo a Shizel y a K, los que tenia mas cerca, detrás de un muro desde donde pudieran vigilar lo que ocurría y mantenerse fuera de la vista.

-¿Mierda quien ese tío?- pregunto en un susurro pues no se fiaba ni un pelo de que esa criatura no tuviese un buen sentido del ido, o que el tipo ese decidiera atacarles- No podemos quedarnos aquí, somos un jodida presa fácil...demos un rodeo ¿o se os ocurre algo mejor?- pregunto mirando alrededor, esperando que ninguno de sus compañeros fuese tan loco como para lanzarse a matar, como bien había advertido Shizel, porque seguramente saldrían muy mal parados. Sin contar que ese chico extraño también era sospechoso, no sabían si en algún momento podría cruzarseles los cables y atacarlos. "¿De donde ha salido ese tipo volador? No tiene pinta de cosechado...." se pregunto sorprendido al notar que se mantenía en el aire sin aparente esfuerzo, al igual que sus movimientos mas rápidos de los que sus ojos podían llegar a captar.

No podían irse a otra calle o alejarse, no, tenían que quedarse mirando mientras esquivaban los cascotes que la quimera tiraba a su paso. Y a mí ya me habían visto de sobra, ya que iba con el hechizo de levitación, a plena luz y envuelto en oscuridad, solo me faltaba ir pegando gritos y me vería todo el Barrio. Al menos el durmiente tiene sentido común y les dijo algo lógico, ¡bien! <<Pero alejaros, estúpidos, que si va a por vosotros estáis muertos...>>

La criatura seguía haciendo quiebros en el aire, lanzándose a por mí e intentando destrozarme, pero levitando como estaba podía esquivarla con quiebros y volteretas rápidas. En un principio iba por el cielo, sobre el edificio de antes, para luego ir de edificio en edificio, algunas veces levitando a ras del tejado y otras en el borde de este. Y la quimera... <<cuándo aprenderé que estas cosas no tienen por qué sentir dolor? Cambio de táctica... A la próxima que me encuentre iré con magia de primeras>>

Y así, empiezo a conjurar lanzazos de magia dirigiéndolas hacia sus garras, ya más tarde le atacaré a las alas, cuando estemos más lejos de los macieleros. Pero ya que estoy aquí, y conociéndome, empiezo a dotar de color rojo los primeros lanzazos, solo dos, para luego seguir con los normales hasta cinco. Ahora sí que le he hecho verdadero daño porque empieza a peligrar el tejido de sus extremidades.

Tras una repentina carga en contraataque, me tomo unos segundos para dar un trago a una de mis petacas y mirar a los macieleros de reojo. <<Por qué no se van... >> Para cuando me giro, la quimera ha vuelto a cargar y esta vez la recibo con una llamarada en su dirección, más enfocada a los ojos. Esquivarla es sencillo en forma de humo, pero no sólo la esquivo sino que luego me pego a su espalda ya sólido. La cosa es que ahora pasamos por encima de los cosechados y la quimera les ha visto sin duda, así que rápidamente le corto las alas con un rápido movimiento. Las membranosas alas salen despedidas y varios chorros de sangre humeante las siguen, mientras perdemos altura y caemos a la calle, yo en forma de humo, la criatura dando volteretas y quedando hecha un lío, a una decena de metros por detrás de los cosechados. Cuando "aterrizo", rápidamente me hago sólido de nuevo y me acerco a la criatura con las dagas aún ardiendo, pero mirando hacia atrás de vez en cuando.
<<Espero que la sangre no sea venenosa o algo así o los macieleros conocerán la lluvia ácida... >>

Aún estoy entre la criatura y los otros, de pie y de perfil, vigilando ambos "objetivos". <<Podría rematar a la criatura mientras consigue levantarse aunque de una pata aflore el hueso sangrante y los ojos están derretidos, pero tengo curiosidad por ver qué harán>>

Karime tan solo llevaba unos minutos despierta cuando RR comenzó a armar follón por el torreón, gracias a lo cual el pelirrojo no acabó con una flecha entre ceja y ceja. Aunque Karime solía ser madrugadora de forma natural, eran pocos los que habían sobrevivido a un despertar suyo forzado y menos cuando los gritos eran ordenes. Completamente desnuda, la libense bajó al piso de abajo a decirle unas cuantas cosas a RR.

- Mira, Pelirrojo, sé que los hombres sois un poco limitados de mente y eso, no te culpo por ello, pero tampoco es como para irlo demostrando tan de madrugada que ni siquiera han puesto las calles todavía.- le recriminó la morena.- Una cosa te voy a decir, has tenido suerte de que yo sea madrugadora y ya estuviera despierta, sino te puedo asegurar que no estarías comiendo tan alegremente. Y una vez dicho esto me voy a refrescar a fuera.

Después de refrescarse durante un rato en el pozo, entró dentro del torreón y desayunó algo de fruta tranquilamente sin percatarse de que seguía completamente desnuda, algo normal para ella, pero, tal y como tenía entendido, no tanto para sus compañeros. Se había percatado de la salida inminente, pero pensó que tendría más tiempo para arreglarse, cosa que descartó cuando vio como sus compañeros comenzaban a salir del torreón. Corriendo, subió a su habitación donde se puso las botas y cogió sus armas y su ropa, para luego salir corriendo tras sus compañeros.

Una vez en la calle y antes de ponerse a caminar, Karime llamó a Saren para pedirle que le sostuviera la ropa y las armas mientras se vestía, ya que, con las prisas, había salido completamente desnuda a la calle.

- Ey, Burbujita, toma, sujétame esto que ni siquiera me habéis dado tiempo a vestirme y eso que soléis ser vosotros los que me llamáis la atención por no llevar ropa.- comentó mientras le daba las cosas al idrino.- aunque nunca os he oído quejaros.- terminó con una sonrisa picara.

Se fue poniendo la ropa mientras caminaba, terminando completamente vestida cuando acababan de entrar en el barrio de los callejones sin salida. Ya con sus armas en la mano, se mantuvo alerta y siguió al grupo ya que, aunque conocía el camino, sabía de sobra que no podían fiarse mucho de su orientación. Llevaban ya un rato andando cuando un pequeño derrumbamiento los sorprendió. El arco de la libense viajó a su derecha y apuntó al lugar donde el derrumbamiento se había originado, pero la voz de Shizel le impidió disparar. “Por mucho que me pese, tiene razón.” Pensó mientras bajaba cautelosamente el arco y seguía a DL detrás del muro.

- Vale, no disparo, pero luego vosotros vais a tener que recompensarme.- susurró con humor en la voz, pero con una expresión sería y concienzuda sin dejar de mirar la pelea que se desarrollaba en el tejado.- Tenéis la horrible manía de quitarme las diversiones.

En cuanto todo estuvieron listos salieron del torreón a buen paso, pero sin bajar en ningún momento la guardia. Antes de que avanzaran unos metros, K salió tras ellos completamente desnuda, con la ropa y las armas hechas una bola entre los brazos. La libense se acercó al norteño y le pregunto si le podía sostenerle todo mientras se iba vistiendo. Saren asintió afirmativamente, tratando de no mirarla fijamente demasiado tiempo seguido, dedicándole una media sonrisa cuando le guiñó el ojo tras su último comentario. El idrino tal vez se hubiera sonrojado ligeramente si no tuviera la mente demasiado enturbiada. Mientras los ojos de Saren recorrían los tejados y los callejones laterales atento a cualquier movimiento sospechoso, sus pensamientos iban por otros derroteros. No sabía que buscaba el pelirrojo, pero tenía pinta de peligroso, y aunque les había enseñado hacía poco su nueva arma, al idrino le había dado la impresión de que aquella cosa podría explotar en cualquier momento, por lo que añadir mas leña al fuego seguramente no era buena idea. De todas formas, el chico no culpaba a RR, el también sentía curiosidad por ver de que era capaz aquel ingenio, simplemente el lado negativista del norteño estaba a flor de piel.

Llevaban unos minutos caminando entre los callejones cuando unos cascotes cayeron a unos metros del grupo, sobresaltandoles. Saren desvió la mirada hacia los tejados, mientras sus dedos se deslizaban por el filo de su hacha, para cerrarlos después entorno al mango del arma, preparado para blandirla. El norteño se pegó a una de las paredes laterales, observando como una extraña criatura combatía contra un tipo con el pelo de color dorado que curiosamente parecía difuminado. Sus compañeros a su alrededor estaban en diferentes grados de tensión, y aunque algunos hablaron, el idrino no estaba pendiente de sus palabras, el combate le tenía atrapado. El tipo que parecía estar desenfocado, como si algo se interpusiera entre él y su entorno, se movía endiabladamente rápido, y su imagen parecía fluctuar, desapareciendo por momentos en una nube de polvo para reaparecer al instante un poco desplazado. Cualquiera de los dos podría destrozar a todo el grupo de macieleros si se lo propusiera, aunque el norteño tenia la sensación de que el rubio era mucho mas peligroso.

Y la sensación quedó demostrada cuando el rubio, tras dar un trago a una especie de petaca, se lanzó de nuevo hacia la criatura esquivando una llamarada, para pegarse después a su espalda y derribarla a unos metros del grupo de macieleros tras cortarle las alas. El guerrero había quedado entre ellos y aquel monstruo, y mantenía vigilados a partes iguales a los cosechados y a la criatura.

Durante un instante los ojos inquisitivos de Saren se toparon con los del hombre, que resultaron ser rojos, y aunque su imagen seguía estando distorsionada el idrino comprendió que aquel tipo les estaba dando tiempo, si la criatura ponía su atención en ellos sin duda les consideraría un bocado menos problemático.

-Vamonos -les dijo a sus compañeros en un susurro, con rostro inexpresivo-, no quiero estar cerca cuando uno de los dos gane.

Tras decir esto se metió por una calle lateral asegurándose de que los demás también iban con él. No creía que el rubio les quisiese hacer daño, pero no dudaba sobre el instinto animal del otro monstruo. Era cierto que podría haber dicho lo que había percibido acerca de aquel hombre tan rápido, pero prefirió guardarse sus impresiones para si, a fin de cuentas solo eran conjeturas y tampoco tenía tiempo para exponer sus ideas cuando la prioridad era alejarse.

Shizel observaba la escena desde su escondite con los ojos entrecerrados; apenas oyó los comentarios de sus compañeros mientras analizaba las evoluciones del extraño de negro. Tres, cuatro, cinco flashes de luz seguidos le deslumbraron, seguidos por más detonaciones mágicas. Sus pupilas idrinas se encogieron peligrosamente; pero no apartó la vista del combate.
Aquello no eran simples triquiñuelas para hacer levitar canicas o llevar cubos. Aquello era magia con mayúsculas, magia que servía no sólo para hacerse la vida más fácil sino para matar. Los dedos se le crisparon de anhelo sobre el saliente tras el que estaba asomado.

Fue entonces cuando la bestia cayó pesadamente al suelo seguida de su atacante. Gotas de sangre negra empaparon el adoquinado, y los ojos de Shizel relucieron con un breve pero claro destello de codicia.
Porque lentamente el líquido negro empezó a carcomer los escombros. El proceso era demasiado lento para ser apreciable en la roca sólida, pero en las partes reducidas a migajas era claramente visible.

El idrino vio por el rabillo del ojo cómo el resto de sus compañeros se escurría por una callejuela secundaria. Él sin embargo no se movió del sitio. Con claridad meridiana supo que tenía que arriesgarse a obtener lo que llevaba tiempo buscando, y que Rocavarancolia le había proporcionado por un golpe de azar.
En otras circunstancias habría hecho caso al instinto de supervivencia y seguido a Saren calle abajo. Pero si se desviaban por otro camino y esperaban a que el extraño se marchara, para cuando volviesen era probable que el cuerpo del engendro ya hubiese atraído carroñeros. Tenía que aprovechar la oportunidad ahora, y eso incluía asegurarse de que era el primero en echarle el guante al cadáver en cuanto el desconocido lo rematase.

Sin embargo el extraño de negro aún se interponía entre él y su objetivo.
No había nada amenazante en su postura, sólo vigilancia. El sujeto ya les había visto hacía mucho tiempo, y de haber querido hacerles algún mal había tenido ocasión y energías de sobra. Ésa era la certeza a la que se aferraba Shizel para convencerse de que no estaba a punto de llevar a cabo una estupidez.
Sin embargo no era fácil pasar por alto el hecho de que el tipo acababa de hacer papilla a aquella bestia en el lapso de unos minutos. El idrino apretó los puños para ocultar su desasosiego.
Con lentitud, Shizel salió por completo de su escondite tras el muro y miró directamente a Jack a los ojos, el uno a una decena de metros del otro. No dijo nada: cualquier pregunta habría sonado estúpida, y tampoco sabía si de hablarle se consideraría ya una intervención.
Su mano se posaba intranquila en la empuñadura de su espada, pero no hizo ademán de desenvainarla aún. Dio un paso hacia adelante para luego volver a detenerse, para demostrarle al desconocido que no tenía intención de irse, pero tampoco de intervenir en absoluto en la carnicería que estaba teniendo lugar.

Las palabras de Saren le aparecieron sensatas y el mejor plan que podían tomar para evitarse problemas, por ello en cuanto noto como el resto aprecia ponerse en movimiento para tomar otro camino decidió seguirles, al menos hasta que un par de minutos después noto que entre todas las cabezas de sus compañeros faltaba una peliblanca que destacaba mas que suficiente y que tenia la mala costumbre de irse solo a los sitios y arriesgarse el cuello "Aghhh, voy a ponerle una etiqueta grabada en carne viva en el puto brazo a ver si recuerda de una vez que no puedes irte solo por tu cuenta leñe, menos si acabas de ver a un tío raro cargándose a un bicho aun mas raro y peligroso pensó ofuscado.

-Shiz se quedo atrás- murmuro mirando a Saren que era el que tenia mas cerca- Seguid ustedes yo voy por el, no os preocupéis- añadió antes de volver por donde había venido para sacar a Shizel del posible atolladero en el que solo se metía. Sintiendo la necesidad de palmearse la frente cuando lo vio en frente de aquel chico rubio que parecía tan peligroso, con esos ojos rojos que atrajeron la atención de DL. "Extrañamente no parece que fuese a atacar, a pesar de que podría habernos matado sin mucho esfuerzo desde hace rato" ese pensamiento lo relajo un poco, pero no por ello se mostró confiado, ¿posibilidades contra ese tipo? mas bien ninguna, pero era mejor ser precavidos. por ello con cuidado y con la mano sobre su katana simplemente apoyada sin intenciones de desenvainar en caso de no necesitar observo al rubio fijamente acercándose a Shizel y tocándole el hombro con suavidad sin dejar de mirar al otro chico.

-No tengo idea de que haces aun aquí, pero joder, deja de irte solo por tu cuenta-le habló en un tono bajo aunque medio molesto, teniendo una idea general que de poco serviría decirle que volvieran con el resto si este se había querido quedar atrás, aunque no conociera el motivo de esa acción suicida "Como la propia al volver por el". Observo a la bestia que había sido derribada y se desangraba por momentos entre gruñidos y gañidos de dolor, una sangre extrañamente negra que le produjo cierto asqueo a DL, pero que se transformo en sorpresa y curiosidad al notar como la piedra era erosionada por la propia sangre "Actúa como una especie de ácido... increíble...si nos hubiera caído eso encima estaríamos..." prefirió no pensar en como habrían acabado con ese liquido corrosivo sobre ellos, aunque hubiera podido llegar al torreón, habrían llegado con graves secuelas que no estaba seguro que la magia pudiera curar. El pensamiento de que ese animal seguía vivo y que podría levantarse aun y atacarles no le gustaba para nada, menos el hecho un poco extraño de que ese chico aun no hubiera terminado con el.

-Como no matemos a ese animal, se podría levantar y atacarnos- comento mirando a Shizel y mirando al chico y al animal, no es como si pudiera desenvainar por las buenas, capaz este se pensara que pretendían atacarlo a el y contraatacara. Tal vez no aparentaba querer hacerlo, pero en el caso de verse obligado seguramente no dudaría, era una situación algo extraña realmente..

Por fin el grueso del grupo se interna en las calles, lejos de nosotros, pero no todos se van. Sólo queda el idrino durmiente de la otra vez y un compañero suyo. <<¿Qué hacen? Curiosear como yo, imagino. <<¿Yo me habría quedado donde están ellos de haber estado en esa situación? Ni idea...>> Al primero le mantengo la mirada cuando le pillo mirándome y sin mudar el rostro serio los miro a ambos alternativamente, así como a sus manos y la cercanía de estas respecto a sus armas.

El idrino incluso se acerca, confiado. Es entonces cuando empieza a recordarme a nuestra criba... <<¿Y si quieren algo del cuerpo de la quimera? Piel, hueso, o quizá incluso la sangre ácida o sus colmillos o garras, todo les puede servir si se apañan. Aunque se la están jugando un poco, ya que puede haber carroñeros al acecho y no les sería difícil destrozar a estos dos cosechados... Pero eso es su problema>>

Así, rompo el contacto visual al darles la espalda y me acerco con rapidez a la quimera, la cual no ha parado de gorjear e intentar levantarse, con lo cual ha logrado partir del todo la pata. Aún tirada en el suelo sigue lanzando dentelladas y sus otras garras contra mí pero las esquivo fácilmente mientras reparto cortes con las dagas en llamas, cortándole las patas finalmente. Desplomada del todo, ya sólo puede defenderse con el pico serrado, sin mucho éxito para alguien que logre trepar hasta su espalda y llegar a la base del cuello. Y ahí, con una última mirada a los dos macieleros, decapitar a la criatura con dos rápidos movimientos en equis, aprovechando luego las dos llamaradas al rozar las armas así como el estallido de sangre para desvanecerme en humo y desaparecer de la escena hacia un edificio cercano.

Una vez en este, trepo por el interior en silencio hacia la parte alta, desde donde me curaré y observaré qué harán a continuación y luego volveré a casa a arreglar la ropa. <<Maldita sangre ácida... Tengo que comprarle a Nia algún tarro especial para estas cosas... Y después tengo que ir al Cuchitril a proponerles una cosilla... >>