Barrio de los Callejones sin Salida

Se volvieron a reunir con los demás tras dirigirse hacia el punto de reunión comentando sobre el suceso. Gracias a Vac y Gael había acabado bien un lamentable espectáculo que de no ser por su intervención solo habría conseguido que el draco se hubiese cabreado aún más y probablemente habría acabado con él alejándose de todos y tirado en el Barrio Quemado para tratar de tranquilizarse. En lugar de eso, volvió silbando alegremente con las manos en los bolsillos y enarbolando una sonrisa sarcástica.

—Solo a ti se te ocurriría destacar precisamente eso de todo el percal. —Puso los ojos en blanco ante la apreciación de Jack sobre el instante en el que tuvieron que quedarse en ropa interior para cambiarse. A continuación se dirigió a la ulterana con el ceño ligeramente fruncido—. Lo han hecho por solidarizarse conmigo y lo dices como si nos gustase humillarnos públicamente ante unos simples cosechados. Si quieres ajustar cuentas con alguien, aquí tienes al saco de arena y huesos, ¿verdad? —se giró hacia el mencionado sonriendo con burla abiertamente—. Yo también sé ser un cabrón —añadió sin más explicación. Por último se acercó a Wen escrutando su expresión para tratar de adivinar cómo se sentía con todo aquello. Al fin y al cabo a la salida del cuchitril había notado su malestar debido a la violenta reacción que le había provocado al sueco el conjunto de circunstancias con el que se empezó a desarrollar aquella ridiculez.

Fuimos caminando en silencio. Sandy se encuentra a un par de pasos a mi espalda, cabizbaja y con las manos entrelazadas en su regazo. En esta ocasión sus pasos son torpes, carentes de la gracil y cuidada forma que tengo de hacerla caminar. Cualquiera que la viese en esos momentos no dudaría en decir que simplemente es un muñeco de arena carente de vida.

Vac y Gael aparecen disfrazados de la misma forma que Noel. En otra circustancia ahora mismo estaria tirado en el suelo intentando no deshacerme de la risa. En el ambiente tenso y crispado solo consiguen que me sienta mas estupido por hacer que el pobre chico haga eso y que los demas tenga que hacer lo mismo para suavizar el trago. Cuando Wen y yo planeamos todo esto jamas se me paso por la cabeza que algo pudiese salir mal. Presupuse que todo serían risas al poder reirnos de los cosechados un poco. Por supuesto, estava equivocado. Toima nos abandona en cuanto aparecen los chicos por lo que miro a Wen con cierto aire de preocupación sin decir nada. Creo que con mirarnos podemos entendernos.

Nos apostamos en un edificio cercano y observo espectante tanto lo que ocurre en el torreón como las reacciones de los chicos. Sonrio ante los comentarios de los cosechados señalando tanto al clinger como a la ordesa cuando hablan. -La cucaracha me da muchisima grima.- Digo sacando la lengua un poco. Cuando la ordesa suelta las perlas por la boca no puedo reprimir una carcajada.- Lo sie to mucho pero la bola de pelo los tiene bien puestos. Es como un muñeco achuchable. ¿No es adorable?- Con mis palabras intento relajar el ambiente. Cuando acaban la pantomima los veo acercarse sintiendome mal a cada paso que nos acorta la distancia.

Me quedo en silencio escuchando las palabras de los chicos. Ante el reproche de Nia solo puedo agachar la cabeza avergonzado pero es el comentario de Noel el que me hace levantar la mirada y ver su sonrisa burlona, a decir verdad esa sonrisa me reconforta pensando en que no todo ha sido un desastre. -Tienes razón Nia. Y pido disculpas por si no habeis entendido nuestro humor britanico-americano. No era nuestra intención haceros pasar un mal rato a todos.- Digo en un tono monocrde que denota un profundo arrepentimiento. Nunca hubiese imaginado cuando Wen y yo preparamos la apuesta que acabaria de esta manera, aunque podria haber acabado muchisimo peor.

-Noel, ante todo quiero que sepas que por haber completado la apuesta tienes todo mi respeto y absoluta admiración.- Digo poniendome la mano en el pecho y bajando la cabeza. -Y a vosotros dos- Digo señalando a sus acompañantes. -Habeis demostrado ser u os amigos de la hostia. Disculpadme por involucraros en esto.-  A decir verdad, me siento mal. Solo el hecho de pensar en que por esta mala pasada pueda perder a todos mis amigos me aterra. "Wen lo tiene mas sencillo por que es su novia. Yo no soy nadie, no quiero perderlos"

-Voy... voy a acompañaros hasta casa y luego me iré a la torre. ¿ De acuerdo?- Digo algo inseguro

Por mucho que Wen insistió Noel no quiso echarse atrás con la apuesta. Cuando Matt y ella habían planeado la broma, no se habían imaginado que ese sería el desenlace. Ahora la vouivre se arrepentía de esa tontería. Siguió al grupo, aunque no con ganas. No se había percatado de la desaparición de Vac y Gael hasta que no les vio aparecer vestidos de forma similar a como iba Noel. La británica les agradeció con la mirada lo que estaban haciendo por Noel, pero aun así no pudo disfrutar del espectáculo. Se sentía demasiado mal consigo misma como para poder disfrutar de lo que Matt y ella habían creado. Aun así, casi se le escapó alguna risilla, pero la reprimió rápidamente. Si ya se sentía mal, se sentiría peor si lo estuviera pasando bien.

Cuando terminaron en Maciel se juntaron todos en el barrio de los callejones sin salida, donde Wen volvió a agradecerles a Vac y Gael con la mirada. Entonces se acercó a Noel de forma cautelosa y algo cohibida, ya que querría poder hablar con él en privado. No se lo pidió, pero si le dio un corto abrazo que seguramente él sabría interpretar.

Alcanzaron a sus amigos en el lugar acordado, y aunque Gael todavía iba sonriendo, notó al llegar que aún quedaban algunas caras largas. La mirada agradecida de Wen decía mucho, pero no era el momento para hablar detenidamente de lo que había pasado. Ya lo aclararía con Noel, porque ni mucho menos estaban las cosas como para sentirse mal. Otra sonrisa animada se la dedicó también a Matt, esperando que ayudase, antes de volcarse en mirar mal a Jack por su comentario al cambio de ropa.
—¿Nunca has visto una serie de chicas mágicas, eh? Es parte de la transformación siempre. Siempre. La Guerrera Luna no conservaba ni la ropa interior —se defendió con un tono fingidamente digno.
Se dio cuenta en ese momento de que Toima se había retirado, no tenía ni idea de en qué momento, porque cuando se reunieron con Noel ni se había fijado en el grupo al completo para no ver las caras de burla. También le contestó a Nia de la forma más tranquilizadora que supo.
—Oh, venga, no pasa nada. Cuando nos conozcan de verdad no creo que sea esto en lo que piensen cuando escuchen nuestro nombre. Solo un poco —rio—. Si de verdad nos importase tanto nuestra imagen habríamos dejado de participar en estas apuestas.

Matt parecía inseguro, y Noel ya se había acercado a Wen. «Hay que ver lo difícil que es tener contento a todo el mundo» pensaba. Al final, incluso él se lo había pasado en grande. No había absolutamente nada que lamentar. Le dio una palmadita a Matt en la espalda y empezaron a caminar de vuelta a casa. También le tendió a Vac la ropa del burdel para que se la guardase en su propia bolsa sin fondo, agradeciéndole enormemente el favor de haberle conseguido eso tan rápido y pidiéndole de paso que le diese las gracias a la propietaria.

Sigue en el Cuchitril.

Noel seguía observando a Wen cuando esta les dirigió una mirada de agradecimiento a Vac y Gael, pero las palabras de Matt lo distrajeron durante unos instantes. Volvió a sentir la misma punzada de culpabilidad que cuando se acercaron a él preocupados a la salida del cuchitril.
—Anda, saco de arena, que ya estamos en paz más que de sobra. Tú me obligaste a humillarme públicamente y yo te acusé a ti ante los cosechados para que te den collejas cuando se transformen —le aseguró al brujo sonriendo sarcásticamente—. Y creo que prefiero que no me admiren por hacer el ridículo de esta manera, así que guardate el respeto para cuando de verdad lo merezca.
<<Porque tampoco me siento precisamente orgulloso de...>>. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el abrazo que le dio la vouivre, comprendiendo el significado de este.

Mostró su acuerdo en volver todos ya y le pasó un brazo a la británica por los hombros antes de empezar a caminar. Ya hablarían a solas una vez hubiesen llegado al cuchitril.

Sigue en el Cuchitril.

<<¿Chicas mágicas? ¿Otra serie que no conozco? Bah...>>

-Pues ni idea, Gael... Le preguntaré a Erika... ¿Pero esos eran dibujos para niños? Pues vaya... Y, eh, sólo fue que me sorprendió que os cambiaseis allí delante, no es que haya sido lo más espectacular.-mascullé a Noel también, rodando los ojos.

Sí, me había ganado la respuesta del draco, pero no era lo que dijo. Pero bueno, nos lo habíamos pasado bien y, por las conversaciones, la broma quedó en broma. Fin del asunto, a casa. <<A ver cómo sale lo que tengo en mente...>> Por un lado estaba animado, pero por otro... Perdería algo importante en mi vida... <<Pero bueno, eso es reparable>>

-Bueno, yo me marcho que tengo que llegar a buena hora a casa y... Disfrutar de la noche como el cuerpo y la ocasión mandan. ¡Nos vemos!

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

El canturreo del espantapájaros encubrió lo que de otra forma habría sido un silencio meditabundo a tres bandas. Taro se sentía aún menos parlanchín que de costumbre, y era evidente que tanto la ulterana como la sinhadre que le acompañaban tampoco tenían muchas ganas de cháchara.

El carabés bajó del muro descolgándose primero y luego cubriendo de un salto la distancia que quedaba hasta el suelo de la plazoleta, con la mirada fija en la bañera que surcaba el cielo. Más de una vez se había planteado intentar acertar al muñeco cantarín con el arco para practicar, pero acababa desechándolo al ser consciente de que sería perder flechas tontamente.

Miró a Ri de reojo. Durante el reinado de Jack en el cuerpo del aprendiz no había habido necesidad de tocar el tema de Shaco, dado que todos los días su comportamiento era inalterable y desalentadoramente constante.
Pues bien, ahora, sin previo aviso, había habido un cambio y Taro no tenía las cosas nada claras. Tal y como había acordado con la sinhadre en su momento, quería intercambiar impresiones.

-¿Qué piensas de todo esto?- le preguntó en voz baja, aún sin apartar la vista de la bañera. La cantinela del espantapájaros seguía retumbando por la plaza y no estuvo seguro de que le hubiese oído, ni de que supiese a qué se refería.

Con la impresión de que dejar sola a Kei en las calles mientras saltaba entre los techos de Rocavarancolia era de mala educación, continuó a su lado mientras Taro patrullaba  desde arriba. Durante el camino, se limitó a seguirles en silencio, mientras su cabeza entonaba como un mantra las bases de su educación, impidiendo otras ideas más molestas. "El Gran Alma ocupa el mundo, es el mundo. Incluso ella está dividida. El alma terrenal es lo fertil, son las plantas que crecen, el aire que respiras. El alma divina no tiene sustancia, es el pulso que conduce al río, que provoca la lluvia, que despeña la piedra. Cuando muera mi vida engendrará otras. Mientras viva, servirá una sola.
Entiende tu lugar, entiende tu función. Entiende  una unión que es para siempre, que es el orden natural de las cosas.
> Mi deber es tu deber. Mi alegría, tu alegría. Pertenezco al que me pertenece." Con esa última oración, cien veces repetida, había recibido a Nero, aun asimilando la fila de impuros que contenía un amigo y que se iba tras un sacerdote de oscuro pelo granate. Él se había reido; sospechaba que por su tono monotono y plano, que era todo lo que la salía mientras aceptaba la realidad. " ¿Eres así de seria siempre?" "Depende. Podría sonreirte ahora, pero no iba a ser sincero". No se daba cuenta de su impertinencia porque estaba embotada y fría. Le llegó un llanto ajeno al oído, de algun  aurva. Nero no se lo tomó mal. Al contrario, le enseñó sin ceremonias el collar de plata pura que llevaría en adelante, y se lo abrochó mientras ella se sujetaba el pelo como una autómata. "Bueno, besa a tu pareja, abraza a quien necesites, y nos vamos a casa." Pero con una simple negación de cabeza, lo siguió a su nuevo hogar.

Anriel alzó la mirada hacia Taro, tardó un momento en asimilar la pregunta, que explotó lo poco de la burbuja mental que se había formado.  Todavía tardó un poco más en decidir que contestar.

-Que Shaco ha vuelto, pero no lo ha hecho el chico con el que hablaba en los muros.  No puedo fiarme, y el no me echará de menos, así que lo mejor es limitar mi trato con él.

No iba a ser facil, ¿verdad? Según lo pensaba, sabía que era cuestión de tiempo que  se uniese en las salidas y en los entrenamientos. Iba a ser toda una prueba de paciencia.

- Hay noches en las que me puedo casi olvidar de donde estamos. Pero ultimamente no encuentro ninguna de esas.

Taro creyó al principio que no le había oído, pero Ri le sorprendió siendo transparente.

Su primera -y egoísta- reacción fue alivio. Alivio porque él no fuese el único que se sintiese extraño; alivio por saber que alguien más, aunque el carabés se avergonzase por ello cuando se paraba a pensarlo, se había planteado en algún momento de la larga conversación con Shaco, o con el Aprendiz, como se hacía llamar oficialmente ahora, si valía la pena intentar recuperar nada.
-Yo no consigo alegrarme- confesó en tono plano. No lo habría hecho de no haberse sincerado primero la sinhadre, porque se arriesgaría a que le miraran mal y con razón-. No sé si él se sintió igual cuando volví. Quizá sea normal. No lo sé- pateó una piedra cercana, huraño.
Taro seguía sin tener las cosas claras, pero ahora sabía que al menos otra persona más estaba lejos de ver las cosas en blanco y negro: en recomponer la amistad con el ruso o en ignorarle.

-Forzar las cosas a como eran antes sería raro- coincidió tras el silencio posterior a que Ri hubiese expresado lo que pensaba hacer. Se encogió de hombros-. Yo no soy como él, no se me da bien ser simpático por las buenas. Si no se me llega a acercar probablemente todo habría quedado en nada, y si no lo hace ahora casi seguro que eso es lo que pasará. Y cada uno por su lado.
"Puede que ni nos haga falta guardar distancias", quería decir con eso. "Puede que lo haga él mismo y nos ahorre el trabajo."
Vistas así las cosas, ¿no era más fácil dejarlo correr? ¿No era lo mejor, dado que Shaco (el Aprendiz, Aprendiz, Aprendiz) no iba a acordarse nunca de lo que había perdido? Quizás fuese mejor que encasquetarle su vida anterior a parchetazos.

Taro en ocasiones tenía la sensación de que aquella sucesión de días en Rocavarancolia se extendería eternamente, y hasta cierto punto, dejando aparte las trampas, los monstruos y el peligro en general, la idea no le disgustaba. No obstante tampoco podía evitar preguntarse si el resto de su estancia se extendería así, recogiendo las cesta diariamente y con Sh... el Aprendiz reseteándose cada X tiempo: así una y otra vez hasta que se cumpliese el plazo de un año y pudiesen regresar a casa. El carabés apenas tenía en cuenta la Luna Roja: sabían que en aquel lugar le daban mucha importancia y que medían muy bien el tiempo que quedaba, pero pensaba que al fin y al cabo y fuese lo que fuese, no dejaba de ser algo local que a ellos, como visitantes obligados, ni les iba ni les venía.

El sonido de la bañera chocando contra el suelo le hizo dar un respingo, sacándole de sus pensamientos justo cuando estaba planteándose si decir algo al respecto. La presencia de una intrusa le devolvió del todo a la realidad.
"Vaya bestia parda", fue lo primero que pensó al asimilar la silueta de la imponente mujer-lagarto. Porque no cabía duda de que era una persona: llevaba prendas al cinto, y estaba guardando la comida en un saco.
Aquel detalle hizo que pasase de la alarma al mosqueo. Vale que los bicharracos de la ciudad les escamotearan la comida de las cestas, pero que alguien se las robase era otra cosa. Se forzó a sí mismo a recordar que cada uno conseguía alimento como podía, y que la bañera no llevaba escrito "habitantes de Maciel" en el lateral.
-Deja un poco para el resto, que aquí comemos todos- no pudo evitar que al alzar la voz se le notase molesto. Se esforzó por controlarlo y hablar en voz más neutra, avanzando en dirección a las cestas para hacer lo propio-. A propósito, ¿de dónde sales?

Keiria se había apuntado a la salida en busca de provisiones declinando la alternativa, pues aunque necesitaba tomar el aire, no tenía ganas de encontrarse con su congénere ulterana. El grupo, compuesto por Taro y Ri aparte de ella misma, se separó de los otros macieleros poco después de abandonar el torreón, y el silencio se instauró entre ellos nada mas perder de vista a sus compañeros.

El carabés se subió a los tejados, como hacía siempre, y aunque la pelirroja estaba segura de que la sinhadre deseaba hacer lo mismo, Ri siguió caminando tras ella. No objeto nada, sin embargo, y se limitó a seguir andando, pendiente de donde ponía los pies y de lo que le rodeaba, atenta ante posibles amenazas. Aquello la ayudaba a no pensar, algo que agradecía mucho, pero a medida que se internaban en el barrio de los callejones sin salida, el poco espacio abierto que había no era suficiente para mantener su mente ocupada.

El canturreo del espantapájaros los acompañaba mientras seguían la estela de la bañera, y su peculiar canción se volvía comprensible gracias al silencioso avance del grupo. Keiria nunca había escuchado la canción completa, pero siempre se había preguntado quien programaba a aquellos sacos de paja, quien les mandaba a la ciudad anunciando sus "vituallas" tan poco apetecibles a los cuatro vientos. Los cosechados sabían de primera mano que las bañeras estaban cargadas con cestas llenas de comida normal, y a aquellas alturas toda la ciudad debía saberlo; ¿por qué entonces aquella cantinela?, ¿qué sentido tenía?

Keiria negó con la cabeza, apartando aquellos pensamientos absurdos y volviendo a la realidad. Su mente tendía a divagar cuando algo le preocupaba, pero aquel no era el momento, debía estar atenta a cualquier cosa que pudiese ocurrir. Taro bajó por un muro y se les unió poco después, acercándose a Ri y empezando a conversar con ella en voz baja. La ulterana, por su parte, se adelantó un poco, evitando así escuchar nada, facilitándoles la intención inicial de mantener sus palabras entre ellos dos.

Siguió doblando esquinas, pendiente de la bañera, y al entrar en la plazoleta en la que solía aterrizar, se detuvo y sostuvo en silencio la mirada fiera de la chica que estaba llenando su bolsa. Por sus pintas tenía que ser una cosechada, y aunque no sabía de mundo podía haber venido, su mente empezó a atar cabos al recordar algunos relatos de los letarguinos y la visita de los sendarios.
—Buenos días —fue lo que la pelirroja añadió a las palabras de Taro, acercándose un poco y echando un vistazo alrededor—. ¿Sendaria? —presupuso, respondiendo a la pregunta del carabés—, nosotros somos de Maciel. Hmm... ¿has venido hasta aquí tu sola? —no pudo evitar preguntar, apoyándose en su bisento. Parecía una chica dura y bastante fuerte, pero salir sin compañía era una locura.

Ri no dijo nada. Tampoco se movió al principio cuando vio la lagarta que cogía comida de donde les correspondía. Supuso que llegado un momento, y dadas todas las piezas que habían arrojado a los serpelinos cuando se enfrentaron con ellos, importaba más que la carne que quisiesen estuviese ya en salazón y cortada y no aun viva y pegada a sus cuerpos. Se adelantó un paso con gesto plano hacia la enorme lagarta,sin embargo, después de que hubiesen cruzado las primeras palabras.

- Asumo que pretenderás regresar aquí en otras ocasiones, si ya no vas con tu grupo ni compartes su mesa - hubo una pausa en la que se planteó si continuar o dejarlo correr con aquella pregunta que se contestaba por si sola-.Eso te deja con dos opciones: unirte a nosotros, y comer la porción que te corresponda o buscar otro sitio del que hurtar.

Al parecer la sendaria se había separado de su grupo y ahora iba por libre, algo que a ojos de Keiria no podía terminar bien para ella.
—No es como si la bañera llevara nuestro nombre —intervino tras las palabras de Ri, tratando de ser diplomática—, y tampoco venimos todos los días a por las cestas. Podemos llegar a un acuerdo perfectamente, negociando que le viene mejor a cada uno y todo eso. No va a suponer mucha diferencia en la cantidad que llevemos a Maciel si compartimos recursos con una sola persona, y tampoco es que andemos mal de suministros... De todos modos la oferta que ha hecho Ri sigue en pie, al menos por mi parte: puedes venir con nosotros si quieres, no es seguro andar por ahí solo.

Quería saber que opinaban los demás, pero alguien de su tamaño les vendría bien. Era fuerte, sin duda, y aquella cualidad era bastante apreciada para sobrevivir en Rocavarancolia, pero por muy dura que fuera necesitaba un grupo para enfrentarse a la ciudad.
—Tenemos espacio de sobra —añadió, tratando de ignorar la espantosa araña que bailoteaba junto a Taro. Había aparecido poco después de las palabras de la sinhadre, pero como los demás no habían dado muestras de verla, lo había achacado a otra de sus alucinaciones.

El ser era del tamaño de un perro grande, y el desagradable sonido que emitía su borboteante apéndice maxilar era la burda imitación de un tarareo. Era una imagen grotesca, y el bastón y la chistera que portaba la criatura no amenizaba el espectáculo.

En la mente de Taro estaba teniendo lugar un debate interesante. Por un lado estaba la parte de su cabeza que quería reventarle de un flechazo el saco a la tal Arza y joderle la "salida triunfal", y por otro estaba la parte que calculaba que la asreniana le sacaba cerca de treinta centímetros y le pedía prudencia. Ambas partes parecieron tomar dominancia por turnos, cada una tras la intervención de una de sus compañeras.

"¿Ri, tía, qué haces?", estuvo a punto de darle un codazo a la sinhadre para que se callara. "Busca gresca con gente que no mida dos met- ¡¿Qué?!", su atención fue inmediatamente distraída por las últimas palabras de Keiria, que no le habían llamado la atención especialmente en un principio dado que parecían estar imbuidas de sentido común. "¿Y qué más? ¿La adoptamos ya de paso?"
Casi se alegró cuando la lagarta ni siquiera pareció considerar la posibilidad, porque de entrada ya se le ocurrían dos personas en el torreón a las que una inquilina así no les haría ninguna gracia. Y con el aprendiz desorientado aún, aquél le parecía el peor momento posible para algo así.

Finalizado su discurso la intrusa parecía marcharse ya. Keiria fue la primera en acercarse y recoger sus cestas correspondientes sin decir esta boca es mía, al parecer también con intención de emprender el camino de vuelta.
-Haz lo que te dé la gana- Taro soltó un bufido de desdén, mientras se disponía a seguir su ejemplo-. Pero ya veremos quién lloriquea los días que llegues y no haya nada- añadió en voz más baja.

No valía la pena pegarse hoy por unas cestas de mierda, estaban bien de suministros. Y para los días que lo necesitasen no tendrían más que volver a organizarse para recoger las cestas en los tejados antes de que llegaran a la plazoleta, como hacían al principio de la cosecha por miedo a los serpelinos. Quisiera o no, la reptil tendría que acabar amoldándose a su ritmo. "Ya me gustaría ver a la gigantona esta trepando."

Las garras que usaba como arma estaban atadas en un cinturon improvisado, pero todavía no hizo ademán de ponerselas.

- Bueno. Yo propongo otro. Intenta hacer lo que te apetezca. No se si los lagartos lloran, pero te aseguro que sangran. - La albina había sido enseñada respeto y educación. No había mucho respeto restante, pero la voz sonó increiblemente educada.- Rocavarancolia no parece dar la sensación de alentar la racionalidad y el dialogo, pero preferiría que llegasemos a un acuerdo. No porque sea debil. Si no porque no veo la razón para defender la alimentación de una docena de compañeros de ti, como si fueses otro bicho bruto suelto para matarnos. Vete si te apetece con lo que tienes. Pero no voy a pasar días de hambre. Y las garras cortan.

Hizo una pausa y decidió añadir:

- De todas formas me gusataría recordarte que estas sola. Pero nosotros no. Quizás quieras replantearte la diplomacia.

No cometió el error de darle la espalda, pero si retrocedió un paso como gesto de que se retiraban. Su mano derecha desataba con disimulo su arma.